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Parcial de formación laboral




Enviado por andrea_murina



    1. La educación y su
      relación con el trabajo.
    2. Marco legal.
    3. La adolescencia
      normal.
    4. El síndrome de la
      adolescencia normal.
    5. Adolescencia y
      psicopatía.duelo por el cuerpo, la identidad y los
      padres infantiles.
    6. Adolescencia y
      psicopatía.con especial referencia a las
      defensas.
    7. El pensamiento en el adolescente
      y en el adolescente psicopático.
    8. Dos aspectos del desarrollo
      adolescente: los rasgos afectivo emocionales y los
      cognitivos.
    9. Reflexión del trabajo
      realizado.
    10. Bibliografía

    LA EDUCACIÓN Y SU
    RELACIÓN CON EL
    TRABAJO.

    El trabajo es una actividad que dignifica al hombre en su
    dimensión personal-social,
    puesto que le permite desarrollarse como persona social y
    participar junto con otros en la vida productiva de su comunidad.

    El trabajo está ligado tanto al quehacer
    intelectual como al manual, por lo
    tanto, los saberes teóricos y prácticos
    interactúan permanentemente
    complementándose.

    Es a través de la educación que
    el hombre
    adquiere su desarrollo
    personal y social posibilitando su participación como
    miembro activo de la sociedad. Para
    ello es preciso desarrollar competencias que
    le permitan operar sobre la realidad utilizando adecuadamente
    todos los recursos a su
    disposición ( humanos, materiales,
    etc. )

    COMPETENCIAS.

    Es lo que está ubicado entre los saberes y las
    habilidades. Otra forma de decirlo… conjunto de propiedades que
    se modifican permanentemente, que tienen que ver con la
    aplicación de conocimientos en circunstancias
    básicas.

    Saberes que se ponen en manifiesto.

    Para ser competente no sólo hay que saber hacer,
    sino también poder
    fundamentar porqué lo hice, porqué lo
    hago.

    Estudios realizados por la Comisión SCANS (
    Secretaría de Trabajo de Estados Unidos,
    1992 ) detectaron que las competencias que
    son esenciales tanto para los jóvenes que deben
    incorporarse al mercado de
    trabajo como para quienes opten por seguir estudios superiores
    son:

    A éstas se suman otras demandas crecientes
    como:

    • La capacidad de autonomía en torno a
      decisiones.
    • La posibilidad de pensar estratégicamente,
      planificar y responder creativamente.
    • La capacidad de observación, interpretación y
      reacción con toma de decisión ante situaciones
      imprevistas.
    • La capacidad para identificar, definir y resolver
      problemas.
    • La capacidad para formular alternativas, soluciones y
      evaluar resultados.
    • Conciencia acerca de los criterios de calidad y
      desempeño.
    • Autodisciplina en el
      trabajo.

    Educar para el trabajo es formar personas que ejerzan
    la libertad, la
    responsabilidad, la solidaridad, la
    participación, la creatividad y
    el respeto por los
    otros y por las instituciones.

    MARCO
    LEGAL.

    La Ley Federal de
    Educación,
    en el Capítulo VII de los Regímenes Especiales
    establece para la Educación
    Especial:

    "Art. 28 – inciso b: Brindar una formación
    individualizada, normalizadora e integrada, orientada al desarrollo
    integral de la persona y a una
    capacitación laboral que le
    permita su incorporación al mundo del trabajo y la
    producción.

    • El principio de normalización: parte de que la vida de un
      individuo discapacitado debe ser la misma que la de cualquier
      ciudadano en cuanto a su ritmo, oportunidades y opciones, tanto
      en una institución como en la sociedad. Poner
      al alcance de las personas discapacitadas unos modos y
      condiciones de vida diarios lo más parecidos posible a
      las formas y condiciones del resto de la sociedad. Se
      puntualiza que no se trata de normalizar a las personas sino el
      entorno en que se desenvuelven, lo cual lleva implícito
      el que los medios y
      condiciones de vida se adecuan a las necesidades de la persona
      con discapacidad a
      través de los cambios profundos de actitudes en
      la sociedad que lleven a lograr la cultura de
      la integración.
    • La integración comprende toda la variedad de
      relaciones sociales en que se desenvuelve una persona y, por
      ende, posibilita una participación activa de las
      personas con NEE según sus posibilidades e intereses.
      Esto supone que la
      educación de los alumnos con NEE debe realizarse en
      el marco educativo común y con objetivos
      idénticos para todos los alumnos, que en su
      consecución pueden sufrir adaptaciones y
      apoyos.

    Funciones de los denominados
    Servicios de Formación
    Profesional:

    Tendrán a su cargo la evaluación, la orientación, la
    adaptación y la formación profesional de los
    alumnos con necesidades educativas especiales, que no puedan
    hacerlo en las instituciones
    de educación común.

    • Brindarán una amplia gama de posibilidades de
      formación que permitan su inserción posterior en
      los ámbitos laborales de la comunidad.
    • Evaluarán que tipo de competencias laborales
      podrán desarrollar los alumnos, teniendo en cuenta el
      contexto social y productivo, articulándose en redes que permitan la
      optimización del uso de las ofertas de formación
      e inserción laboral.
    • Evaluarán permanentemente las posibilidades de
      integrar sus alumnos a las instituciones que brindan
      formación profesional en la educación
      común.

    Las opciones de formación
    serán:

    • Formación en situaciones reales de
      trabajo.
    • Formación específica en un campo
      laboral.
    • Formación polivalente, donde los alumnos
      tengan una formación básica general en lo que
      hace a las competencias requeridas para distintos tipos de
      trabajo y manejo de los diferentes tipos de técnicas. Se prevé su
      ubicación en espacios laborales con la adecuada supervisión y apoyos.

    LA
    ADOLESCENCIA
    NORMAL.

    CAPÍTULO I

    " EL ADOLESCENTE Y LA LIBERTAD
    "

    Por ARMINDA ABERASTURY.

    Entrar en el mundo de los adultos, significa para el
    adolescente la pérdida definitiva de su condición
    de niño.

    Los cambios psicológicos que se producen en este
    período junto a los cambios corporales, llevan a una nueva
    relación con los padres y con el mundo. Ello sólo
    es posible si se elabora lenta y dolorosamente el duelo por el
    cuerpo de niño, por la identidad
    infantil y por la relación con los padres de la infancia.

    Cuando el adolescente se incluye en el mundo con este
    cuerpo ya maduro, la imagen que tiene
    de su cuerpo ha cambiado, también su identidad y
    necesita entonces adquirir una ideología que le permita su
    adaptación al mundo y/o su acción sobre él
    para cambiarlo.

    Es un período de contradicciones, confuso,
    doloroso, ambivalente, caracterizado por fricciones con el medio
    familiar y social.

    Estos cambios, en los que pierde su identidad de
    niño, implican la búsqueda de una nueva identidad
    que se va construyendo en un plano consciente e
    inconsciente.

    La pérdida que debe aceptar el adolescente al
    hacer el duelo por el cuerpo es doble:

    • la de su cuerpo de niño cuando los caracteres
      sexuales secundarios lo ponen ante la evidencia de su nuevo
      status
    • y la aparición de la menstruación en la
      niña y el semen en el varón, que les imponen el
      testimonio de la definición sexual y del rol que
      tendrán que asumir, no sólo en la unión de
      pareja sino en la procreación.

    Sólo cuando el adolescente es capaz de aceptar
    simultáneamente sus aspectos de niño y de adulto,
    puede empezar a aceptar en forma fluctuante los cambios de su
    cuerpo y comienza a surgir su nueva identidad.

    El adolescente se presenta como varios personajes, ante
    diferentes personas, a veces ante los mismos padres, que nos
    podrían dar de él versiones totalmente
    contradictorias sobre su madurez, su bondad, su capacidad, su
    afectividad, su comportamiento, aspecto físico, etc. A
    sí mismo, las fluctuaciones de identidad se experimentan
    también en los cambios bruscos, en las notables
    variaciones producidas en pocas horas por el uso de diferentes
    vestimentas, más llamativas en la niña adolescente,
    pero igualmente notables en el varón.

    • Cuando el adolescente se presenta como varios
      personajes: es una combinación inestable de varios
      cuerpos e identidades. No puede renunciar a aspectos de
      sí mismo y no puede utilizar y sintetizar los que va
      adquiriendo y en esa dificultad de adquirir una identidad
      coherente reside el principal obstáculo para resolver su
      identidad sexual.
    • Los cambios en su cuerpo lo obligan al
      desprendimiento de su cuerpo infantil.
    • Los padres tienen que desprenderse del hijo
      niño y evolucionar hacia una relación con el hijo
      adulto, lo que impone muchas renuncias de su parte.

     Al mismo tiempo, la
    capacidad y los logros crecientes del hijo lo obligan a
    enfrentarse con sus propias capacidades y a evaluar sus logros y
    fracasos. " El hijo es el testigo mas implacable de lo realizado
    y de lo frustrado ".

    " En la adolescencia,
    una voluntad biológica va imponiendo un cambio y el
    niño y sus padres deben aceptar la prueba de realidad de
    que el cuerpo infantil está perdiéndose para
    siempre ".

    La problemática del adolescente comienza con los
    cambios corporales, y le sigue con cambios
    psicológicos.

    La inserción en el mundo social del adulto con
    sus modificaciones internas y su plan de reformas,
    es lo que va definiendo su personalidad y
    su ideología.

    Su nuevo plan de vida le
    exige plantearse el problema de los valores
    éticos, intelectuales y afectivos, implica el nacimiento
    de nuevos ideales y la adquisición de la capacidad de
    lucha para conseguirlos.

    Su hostilidad frente a los padres y al mundo en general
    se expresa en su desconfianza, en la idea de no ser comprendido,
    en su rechazo de la realidad, situaciones que pueden ser
    ratificadas o no por la realidad misma.

    Sufre crisis de
    susceptibilidad y de celos, exige y necesita vigilancia y
    dependencia, pero sin transición surge en él un
    rechazo al contacto con los padres y la necesidad de independencia
    y de huir de ellos.

    Son tres las exigencias básicas de libertad que
    plantea el adolescente de ambos sexos a sus padres:

    • la libertad en salidas y horario,
    • la libertad de defender una
      ideología
    • y la libertad de vivir un amor y un
      trabajo.

    De estas tres exigencias los padres parecen ocuparse en
    especial de la primera, pero más profundamente este
    control sobre las
    salidas y horarios significa el control sobre las
    otras libertades: la ideología, el amor y el
    trabajo.

    El adolescente percibe muy bien que cuando los padres
    comienzan a controlar el tiempo y los horario están
    controlando algo más: su mundo interno, su crecimiento y
    su desprendimiento.

    Es necesario dar libertad, y para ello hay dos caminos:
    dar una libertad sin límites,
    que es lo mismo que abandonar a un hijo, o dar una libertad con
    límites, que impone cuidados, cautela,
    observación, contacto afectivo permanente,
    diálogo,
    para ir siguiendo paso a paso la evolución de las necesidades y de los
    cambios en el hijo.

    Toda adolescencia lleva, además del sello
    individual, el sello del medio cultural, social e
    histórico desde el cual se manifiesta, y el mundo en que
    vivimos nos exige más que nunca la búsqueda del
    ejercicio de la libertad sin recurrir a la violencia para
    coartarla.

    Las necesidades y los límites útiles que
    permitan a un adolescente desarrollarse hasta un nivel
    adulto.

    Esto exige un clima de espera y
    comprensión para que el proceso no se
    retarde ni se acelere. Es un momento crucial en la vida del
    hombre y
    necesita una libertad adecuada con la seguridad de
    normas que le
    vayan ayudando a adaptarse a sus necesidades o a modificarlas,
    sin entrar en conflictos
    graves consigo mismo, con su ambiente y con
    la sociedad.

    CAPÍTULO II

    EL SÍNDROME DE LA ADOLESCENCIA
    NORMAL.

    Por MAURICIO KNOBEL.

    NORMALIDAD Y PATOLOGÍA EN LA
    ADOLESCENCIA.

    Este período de la vida, como todo
    fenómeno humano, tiene su exteriorización característica dentro del marco cultural
    – social en el cuál se desarrolla.

    El elemento sociocultural influye con un determinismo
    específico en las manifestaciones de la adolescencia, pero
    también tras esa expresión sociocultural existe un
    basamento psicobiológico que le da características universales.

    La experiencia psicoanalítica del tratamiento de
    adolescentes
    que concurren o son traídos a consultas, son por conductas
    consideradas como "anormal" dentro del marco familiar o social de
    nuestro medio.

    El problema de la adolescencia debe ser tomado como un
    proceso
    universal de cambio, de
    desprendimiento, pero que se teñirá con
    connotaciones externas o dificultarán, según las
    circunstancias.

    La adolescencia se la puede definir como: " la etapa de
    la vida durante la cual el individuo busca establecer su
    identidad adulta, apoyándose en las primeras relaciones
    objetales – parentales internalizadas y verificando la
    realidad que le medio social le ofrece, mediante el uso de
    elementos biofísicos en desarrollo a
    su disposición y que a su vez tienden a la estabilidad de
    la
    personalidad en un plano genital, lo que sólo es
    posible si se hace el duelo por la identidad infantil
    ".

    El proceso de duelo es básico y
    fundamental.

    Ana Freud dice: " en
    la adolescencia toda conmoción de este período de
    la vida debe ser estimada como normal, señalando
    además que sería anormal la presencia de un
    equilibrio
    estable durante el proceso adolescente ".

    Las luchas y rebeldías externas de adolescente no
    son más que reflejos de los conflictos de
    dependencia infantil que íntimamente aún persisten.
    Los procesos de
    duelo obligan a actuaciones que tienen características
    defensivas, de tipo psicopático, fóbico o
    contrafóbico, maníaco o esquizoparanoide,
    según el individuo y sus circunstancias.

     Es por ello que considera que se puede hablar de
    una verdadera "patología normal" del adolescente, en el
    sentido de que precisamente éste exterioriza sus
    conflictos de acuerdo con su estructura y
    sus experiencias.

    Para Erikson existe en la adolescencia un cambio que es
    fundamentalmente crítico. Este autor habla de tres
    estadios en el proceso evolutivo, que sintetiza en:

    • Niño
    • Adolescente
    • Adulto

    Basándose en conceptos de Piaget, y
    aceptando que uno no es un adulto – adulto ( ni fue un
    niño – niño, ni se convirtió en adolescente
    – adolescente ) sin lo que Piaget llama "
    conflicto " y que él prefiere llamar "
    crisis ". destaca además que para cada unidad de
    éstas etapas, corresponde una crisis
    mayor.

    El adolescente atraviesa por desequilibrios e
    inestabilidad extremas. En nuestro medio cultural, nos muestra
    períodos de elección, de ensimismamiento,
    alternando con audacia, timidez, incoordinación, urgencia,
    desinterés o apatía, que se suceden o son
    concomitantes con conflictos afectivos, crisis religiosas en las
    que se puede oscilar del ateísmo, conductas sexuales
    dirigidas hacia el heteroerotismo y hasta la homosexualidad
    ocasional.

    Todo esto es lo que ha llamado… un " Síndrome
    normal de la adolescencia ".

     La mayor o menor anormalidad de este
    síndrome normal al que acaba de referirse, se
    deberá, en gran parte a los procesos de
    identificación y de duelo que haya podido realizar el
    adolescente. En la medida en que haya elaborado los duelos, que
    son en última instancia los que llevan a la
    identificación, el adolescente verá su mundo
    interno mejor fortificado y, entonces, esta normal anormalidad
    será menos conflictiva y por lo tanto menos
    perturbadora.

    EL SINDROME NORMAL DE LA ADOLESCENCIA.

    Características de la adolescencia, "
    sintomatologías "que integrarían este
    síndrome:

    • Búsqueda de sí mismo y de la
      identidad.
    • Tendencia grupal.
    • Necesidad de intelectualizar y fantasear.
    • Crisis religiosas que pueden ir desde el
      ateísmo más intransigente hasta el misticismo
      más fervoroso.
    • Desubicación temporal, en donde el pensamiento
      adquiere las características de pensamiento
      primario.
    • Evolución sexual manifiesta que va desde el
      autoerotismo hasta la heterosexualidad genital
      adulta.
    • Actitud social reivindicatoria con tendencias anti o
      asociales de diversa intensidad.
    • Contradicciones sucesivas en todas las
      manifestaciones de la conducta,
      dominada por la acción, que constituye la forma de
      expresión conceptual más típica de este
      período de la vida.
    • Una separación progresiva de los
      padres.
    • Constantes fluctuaciones del humor y del estado de
      ánimo.

    BÚSQUEDA DE SÍ MISMO Y DE
    LA IDENTIDAD.

    El niño entra en la adolescencia con
    dificultades, conflictos e incertidumbres que se magnifican en
    este momento vital, para salir luego a la madurez estabilizada
    con determinado carácter y
    personalidad
    adultos. Se logra lo que Erikson ha definido como una entidad
    yoica, una entidad personal, y lo
    que Nixon ha denominado la autocognición es un
    fenómeno esencialmente biológico y se relaciona con
    el concepto de "
    sí mismo " ( self ) o sea, el símbolo que cada uno
    posee de su propio organismo.

    Esto se produce en realidad en todas las etapas del
    desarrollo pero adquiere especiales características en la
    adolescencia.

    La idea del sí mismo o del " self " implica algo
    mucho más amplio en todas las etapas del desarrollo. Es
    el
    conocimiento de la individualidad biológica y social,
    del ser psicofísico en su mundo circundante que tiene
    características especiales en cada edad evolutiva. La
    consecuencia final de la adolescencia sería un conocimiento
    del sí mismo como entidad biológica en el
    mundo.

    El cuerpo y el esquema corporal, con dos variables
    íntimamente interrelacionadas que no deben desconocerse en
    la ecuación del proceso de definición del sí
    mismo y de la identidad.

    El esquema corporal es la representación mental
    que el sujeto tiene de su propio cuerpo como consecuencia de sus
    experiencias en continua evolución.

    Aquí son de fundamental importancia los procesos
    de duelo con respecto al cuerpo infantil perdido, que obligan a
    una modificación del esquema corporal y del conocimiento
    físico de ‘si mismo en una forma muy
    característica para este período.

    El logro de un " autoconcepto " es lo que también
    llaman el yo y se va desarrollando a medida que el sujeto va
    cambiando y se va integrando con las concepciones que acerca de
    él mismo tienen muchas persona, grupos e
    instituciones, y va asimilando todos los valores que
    constituyen el ambiente
    social.

    El problema clave de la identidad consiste en la
    capacidad del yo de mantener la mismidad y la continuidad frente
    a un destino cambiante.

    La identidad es la creación de un sentimiento
    interno, que es el " saber quién soy ".

    El sentimiento de identidad " implica la
    noción de un yo ".

    En esta búsqueda de identidad, el adolescente
    recurre a las situaciones que se presentan como más
    favorables en el momento.

    Una identidad negativa, basada en identificaciones con
    figuras negativas pero reales, son tomadas como única
    solución ante, es preferible ser alguien, perverso,
    indeseable, a no ser nada. Esto constituye una de las bases del
    problema de las pandillas de delincuentes, los adictos, las drogas,
    etc.

    La realidad suele ser mezquina en proporcionar figuras
    con las que se pueden hacer identificaciones positivas y
    entonces, en la necesidad de tener una identidad, se recurre a
    ese tipo de identificación.

    Grinberg, destaca la posibilidad de la disconformidad
    con la
    personalidad adquirida y el deseo de lograr otra por medio de
    la identificación proyectiva. Esta puede ser movilizada
    por la envidia, uno de los sentimientos más importantes
    que entran en juego en las
    relaciones de objeto.

    Existen también problemas de seudoidentidad,
    expresiones manifiestas de lo que se quisiera o pudiera ser y que
    ocultan la identidad latente, la verdadera.

    Todo lo antedicho es lo que puede llevar al adolescente
    a adoptar distintas identidades. Las identidades
    transitorias
    son las adoptadas durante un cierto
    período, como por ejemplo el lapso de machismo en el
    varón o de la precoz seducción histeroide en la
    niña.

    Las identidades ocasionales son las que se dan
    frente a situaciones nuevas, como por ejemplo en el primer
    encuentro con una pareja, el primer baile, etc.

    Y las identidades circunstanciales son las que
    conducen a identificaciones parciales transitorias que suelen
    confundir al adulto, sorprendido a veces ante los cambios en la
    conducta de un
    mismo adolescente que recurre a este tipo de
    identidad.

    Este tipo de " identidades " son adoptadas sucesiva o
    simultáneamente por los adolescentes
    según las circunstancias. Son aspectos de la identidad
    adolescente.

    La situación cambiante que significa la
    adolescencia obliga a reestructuraciones permanentes externas e
    internas que son vividas como intrusiones dentro del equilibrio
    logrado en la infancia y que
    obligan al adolescente, en el proceso para lograr su identidad, a
    tratar de refugiarse férreamente en su pasado mientras
    trata también de proyectarse intensamente en el
    futuro.

    Realiza un verdadero proceso de duelo por el cual al
    principio niega la pérdida de sus condiciones infantiles y
    tiene dificultades en aceptar las realidades más adultas
    que se le van imponiendo, entre las que, por supuesto, se
    encuentran fundamentalmente las modificaciones biológicas
    y morfológicas de su propio cuerpo.

    Todos estos cambios que se van sucediendo crean gran
    preocupación. A veces la ansiedad es tan grande que surge
    lo que ya se ha señalado como disconformidad con la propia
    identidad, que se proyecta entonces al organismo. Un grupo de
    varones y niñas, interrogados acerca de sí
    desearían un cambio de su aspecto físico,
    contestó en su gran mayoría que sí, lo que
    demuestra cómo el adolescente vive estos cambios
    corporales como perturbadores.

    " El proceso de duelo que se efectúa, como todo
    proceso de duelo, necesita tiempo para ser realmente elaborado
    ".

    En la adolescencia el individuo da un nuevo paso para
    estructurarse en la preparación para la adultéz.
    Dentro del contínuum de su identidad los elementos
    biológicos introducen una modificación
    irreversible. Ya no se volverá a tener jamás el
    cuerpo infantil. Aunque todo el proceso evolutivo está
    jalonado de microduelo, aquí se inicia un duelo mucho
    más evidente y significativo, al cual acompañara
    los duelos por el rol y la identidad infantiles ( junto con el
    duelo por la bisexualidad ) y por esos padres de la infancia a
    quienes tanto se los necesitaba y de los cuales se podía
    depender.

    La presencia externa, concreta, de los padres empieza a
    hacerse innecesaria. Ahora la separación de éstos
    no sólo es posible, sino ya necesaria. Las figuras
    parentales están internalizadas, incorporadas a la
    personalidad del sujeto, y éste puede iniciar su proceso
    de individualización. El volumen, la
    configuración y la calidad de las
    figuras parentales internalizadas adecuadamente, enriquecieron al
    yo, estructuraron al superyo, y lo dotaron de las necesarias
    características encauzadoras de la vida sexual que
    comienza a poder
    exteriorizarse en la satisfacción genital, ahora
    biológicamente posible.

    Esa es otra de las situaciones de cambio que se produce
    en la adolescencia, y que influyen en las características
    de cómo es en ese entonces la búsqueda de sí
    mismo y de la identidad.

    LA TENDENCIA GRUPAL.

    En su búsqueda de la identidad adolescente, el
    individuo, en esa etapa de la vida, recurre como comportamiento
    defensivo a la búsqueda de uniformidad, que puede brindar
    seguridad y
    estima personal
    . Allí surge el espíritu de
    grupo al que
    tan afecto se muestra el
    adolescente. Hay un proceso de sobreidentificación masiva,
    en donde todos se identifican con cada uno. A veces el proceso es
    tan intenso que la separación del grupo parece casi
    imposible y el individuo pertenece más al grupo de
    coetáneos que al grupo familiar.

    Se inclina a los dictados del grupo, en cuanto a modas,
    vestimenta, costumbres, preferencias de distinto tipo,
    etc.

    Las actuaciones del grupo y de sus integrantes
    representan la oposición a las figuras parentales y una
    manera activa de determinar una identidad distinta de la del
    medio familiar.

    El fenómeno grupal adquiere una importancia
    trascendental ya que se transfiere al grupo gran parte de la
    dependencia que anteriormente se mantenía con la estructura
    familiar y con los padres en especial.

    En el fenómeno grupal el adolescente busca un
    líder
    al cual someterse, o si no se erige él en líder
    para ejercer el poder del padre o de la madre.

    El grupo viene a solucionar entonces gran parte de sus
    conflictos.

    NECESIDAD DE INTELECTUALIZAR Y FANTASEAR.

    Una de las formas típicas del pensamiento del
    adolescente es la de intelectualizar y fantasear.

    La intelectualización y el ascetismo han sido
    señalados por Ana Freud como
    manifestaciones defensivas típicas de la
    adolescencia.

    La incesante fluctuación de la identidad
    adolescente, que se proyecta como identidad adulta en un futuro
    muy próximo, adquiere caracteres que suelen ser
    angustiantes y que obligan a un refugio interior que es muy
    característicos.

    Tal huida en el mundo interior permite una especie de
    reajuste emocional
    , un autismo positivo
    en el que se da un "incremento de la
    intelectualización".

    También es entonces cuando el adolescente
    comienza a escribir versos, novelas, cuentos y se
    dedica a actividades literarias, artísticas,
    etc.

    LA CRISIS RELIGIOSAS.

    La adolescencia puede manifestarse como un ateo
    exacerbado o como un místico muy fervoroso.

    Es común observar que un mismo adolescente pasa
    incluso por períodos místicos o por períodos
    de un ateísmo absoluto. Esto concuerda con toda la
    situación cambiante y fluctuante de su mundo
    interno.

    El adolescente " quiere dudar, cavitar, quiere buscar,
    no decidirse…," "y cuando entra en esta edad difícil se
    pregunta quién es, qué es, para luego intentar una
    respuesta más o menos adecuada a esta pregunta,
    interrogarse acerca de qué hacer con él, con lo que
    él supone que es" .

    Además comienza a enfrentar la separación
    definitiva de los padres y también la aceptación de
    la posible muerte de los
    mismos.

    Esto explica cómo el adolescente puede llegar
    a tener tanta necesidad de hacer identificaciones proyectivas con
    imágenes muy idealizada, que le aseguran la
    continuidad de la existencia de sí mismo y de sus padres
    infantiles. La figura de una divinidad, de cualquier tipo de
    religión,
    puede representar para él una salida mágica de este
    tipo.

    LA DESUBICACIÓN TEMPORAL.

    El adolescente vive con una cierta desubicación
    temporal, convierte el tiempo en presente y activo como un
    intento de manejarlo.

    Un ejemplo de conducta adolescente que desconciertan a
    los padres podría ser cuando se les recrimina que estudien
    porque tiene un examen …y el hijo responde … "pero sí
    tengo tiempo…si el examen es recién …
    mañana!

    Cuando se niega el pasaje del tiempo, puede conservarse
    al niño adentro del adolescente como un objeto muerto
    – vivo. Esto está relacionado con el sentimiento de
    soledad tan típico de los adolescentes, que presentan esos
    período en que se encierran en sus cuartos, se
    aíslan y retraen. Estos momentos de soledad suelen ser
    necesarios para que " afuera " pueda quedar el tiempo pasado, el
    futuro y el presente, convertidos así en objetos
    manejables.

    Mientras esto ocurre, la noción temporal del
    adolescente es de características fundamentalmente
    corporales o rítmicas, o sea, basadas en el tiempo de
    comer, el de defecar, el de jugar, el de ir a dormir, el de
    estudiar, etc.

    Ese es el que se denomina tiempo vivencial o
    experimental.

    A medida que se van elaborando los duelos típicos
    de la adolescencia, la dimensión temporal adquiere otra
    características. Aquí es cuando surge la
    conceptualización del tiempo, que implica la noción
    discriminada de pasado, presente y futuro, con la
    aceptación de la muerte de
    los padres y la pérdida definitiva de su vínculo
    con ellos, y la propia muerte.

    Los primeros intentos discriminativos temporales se
    efectúan a nivel corporal, por ejemplo, el adolescente
    afirma, refiriéndose a su pasado: " cuando era chico " ,
    refiriéndose al futuro: " cuando sea grande
    "…

    Manteniéndose únicamente en el tiempo
    experiencial, es una forma de intentar paralizar el tiempo y los
    cambios, denegar una perspectiva presente y un pasado y un
    futuro.

    LA EVOLUCIÓN SEXUAL DESDE EL AUTOEROTISMO HASTA
    LA HETEROSEXUALIDAD.

    En la evolución del autoerotismo a la
    heterosexualidad que se observa en el adolescente, se puede
    describir una actividad de tipo masturbatoria y los comienzos del
    ejercicio genital, que tiene características especiales en
    esta fase del desarrollo, donde hay más un contacto
    genital de tipo exploratorio y preparatorio, que la verdadera
    genitalidad procreativa, que sólo se da, con la
    correspondiente capacidad de asumir el rol parental,
    recién en la adultez.

    Al ir aceptando su genitalidad, el adolescente inicia
    la búsqueda de la pareja en forma tímida pero
    intensa.

    La masturbación, como fenómeno normas de la
    adolescencia, le permite al individuo en esta etapa de su vida,
    considerar a sus genitales como ajenos a sí mismo, tratar
    de recuperarlos e integrarlos, y finalmente realizar el proceso
    depresivo a través de una angustia, primero persecutoria y
    luego depresiva, e integrar sus genitales a todo el concepto de
    sí mismo, formando realmente una identidad genital adulta
    con capacidad procreativa, independencia
    real y capacidad de formar una pareja estable en su propio
    espacio y en su propio mundo.

    Es decir, habrá llegado el individuo a la
    genitalidad procreativa.

    Definir la genitalidad adulta como el pleno ejercicio de
    la capacidad libidinal de un sujeto, mediante la puesta en
    juego de los
    elementos remanentes de todas las etapas de maduración
    psicosexual, con la culminación en el nivel genital, con
    otro sujeto de sexo opuesto y
    con la aceptación implícita de la capacidad de
    procrear, siempre que las condiciones socioeconómicas de
    la realidad externa permitan, integrando así una
    constelación familiar, con los roles adultos
    correspondientes.

    ACTITUD SOCIAL REIVINDICATORIA.

    El individuo se exterioriza de diferentes maneras de
    acuerdo con los patrones culturales.

    No hay duda alguna de que la constelación
    familiar es la primera expresión de la sociedad que
    influye y determina gran parte de la conducta de los
    adolescentes.

    Las primeras identificaciones son las que se hacen con
    las figuras parentales, pero no hay duda alguna de que el medio
    en que se vive determina nuevas posibilidades de
    identificación.

    La ulterior aceptación de la identidad
    está forzosamente determinada por un condicionamiento
    entre individuo y medio que es preciso reconocer.

    CONTRADICCIONES SUCESIVAS EN TODAS LAS MANIFESTACIONES
    DE LA CONDUCTA.

    La conducta del adolescente está dominada por la
    acción, que constituye la forma de expresión
    más típica en estos momentos de la vida.

    El adolescente no puede mantener una línea de
    conducta rígida, permanente y absoluta, aunque muchas
    veces la intenta y la busca.

    SEPARACIÓN PROGRESIVA DE LOS PADRES.

    Uno de los duelos fundamentales que tiene que elaborar
    el adolescente es el duelo por los padres de la
    infancia.

    Una de las tareas básicas concomitantes a la
    identidad del adolescente, es la de ir separándose de los
    padres.

    La evolución de la sexualidad
    depende en gran parte de cómo los mismos padres acepten
    los conflictos y el desprendimiento que los hijos de una manera u
    otra pueden expresar.

    CONSTANTES FLUCTUACIONES DEL HUMOR Y DEL ESTADO DE
    ÁNIMO.

    Un sentimiento básico de ansiedad y depresión
    acompañarán permanentemente como substrato a la
    adolescencia.

    La cantidad y la calidad de la elaboración de los
    duelos de la adolescencia determinarán la mayor o menor
    intensidad de esta expresión y de estos
    sentimientos.

    Los cambios de humor son típicos de la
    adolescencia y es preciso entenderlos sobre la base de los
    mecanismos de proyección y de duelo por la pérdida
    de objetos.

    Poder aceptar la anormalidad habitual en el adolescente,
    permitirá un acercamiento más productivo a este
    período de la vida. Podrá determinar el entender al
    adolescente desde el punto de vista adulto, facilitándole
    su proceso evolutivo hacia la identidad que busca y necesita.
    Solamente sí el mundo adulto lo comprende adecuadamente y
    facilita su tarea evolutiva, el adolescente podrá
    desempeñarse correcta y satisfactoriamente, gozar de su
    identidad, de todas sus situaciones, aún de las que
    aparentemente tienen raíces patológicas, para
    elaborar una personalidad, más sana y feliz.

    De lo contrario, siempre se proyectarán en el
    adolescente las ansiedades y la patología del adulto y se
    producirá ese colapso o crisis de enfrentamiento
    generacional, que dificulta el proceso evolutivo y no permite el
    goce real de la personalidad

    CAPÍTULO III

    ADOLESCENCIA
    Y PSICOPATIA.

    DUELO POR EL CUERPO, LA IDENTIDAD Y
    LOS PADRES INFANTILES.

    Tanto las modificaciones corporales incontrolables como
    los imperativos del mundo externo que exigen al adolescente
    nuevas pautas de convivencia, son vividos al principio como una
    invasión.

    Esto lo lleva como defensa a retener muchos de sus
    logros infantiles, aunque también coexiste el placer y el
    afán de alcanzar su nuevo status. También lo
    conduce a un refugio en su mundo interno para poder reconectarse
    con su pasado y desde allí enfrentar el futuro.

    Estos cambios en los que pierde su identidad de
    niño, implican la búsqueda de una nueva identidad
    que se va construyendo en un plano consciente e
    inconsciente.

    El adolescente se va modificando, pues como toda
    elaboración de duelo exige tiempo para ser una verdadera
    elaboración y no tomar las características de una
    negación maníaca.

    La patología de estos duelos emparienta la
    adolescencia con la psicopatía y en ambas la conducta de
    los padres puede favorece o no estas negaciones.

    La pérdida que debe aceptar el adolescente al
    hacer el duelo por el cuerpo es doble: la de su cuerpo de
    niño, cuando los caracteres sexuales secundarios lo ponen
    ante la evidencia de su nuevo status y la aparición de la
    menstruación en la niña y del semen en el
    varón, que les imponen el testimonio de la
    definición sexual y del rol que tendrán que asumir,
    no sólo en la unión con la pareja sino en la
    procreación.

    Se produce también es esa época una
    actividad masturbatoria intensa, que surge no sólo como un
    intento de descargar las tensiones genitales, sino también
    para negar omnipotentemente que se dispone de un solo sexo y que
    para la unión se necesita de la otra parte.

    En la pubertad, la aparición de una intensa
    actividad masturbatoria tiene nuevamente el significado de una
    negación maníaca y se acompaña, como en el
    primer caso, de fantasías de unión.

    La elaboración del duelo conduce a al
    aceptación del rol que la pubertad le marca. Durante la
    labor de duelo surgen defensas cuyo fin es negar la
    pérdida de la infancia.

    La angustia y los estados de despersonalización
    que suelen acompañar a la menstruación como
    también a la aparición del semen, tienen el
    significado defensivo de no aceptar que es en el propio cuerpo en
    el que se están produciendo estos cambios.

    Sólo cuando el adolescente es capaz de aceptar
    simultáneamente los dos aspectos, el de niño y el
    de adulto, puede empezar a aceptar en forma fluctuante los
    cambios de su cuerpo, y comienza a surgir su nueva
    identidad.

    La búsqueda de identidad cuando aparecen
    patologías que pueden llevar a confundir habitualmente una
    crisis con un cuadro psicopático.

    El psicópata – como muchos
    neuróticos o psicóticos, fracasa en la
    elaboración del duelo y no llega a la identidad adulta
    manifestando muchos de estos síntomas sin
    modificación.

    En el adolescente y en el psicópata lo que
    traba la decisión no es la falta de capacidades sino la
    dificultad de renunciar, porque elegir toma el significado, no de
    adquirir algo, sino de perder lo otro.

    Cuando el adolescente adquiere una identidad, acepta su
    cuerpo, y decide habitarlo, se enfrenta con el mundo y lo usa de
    acuerdo con su sexo.

    En el adolescente, las modificaciones en su cuerpo lo
    llevan a la estructuración de un nuevo yo corporal, a la
    búsqueda de su identidad y al cumplimiento de nuevos
    roles: " quién soy yo hoy, quién soy
    yo"…

    El adolescente tiene que dejar de ser a través de
    los padres para llegar a ser él mismo.

    El adolescente se presenta como varios personajes, a
    veces ante los mismos padres, pero con más frecuencia ante
    diferentes personas del mundo externo, que nos podrían dar
    de él versiones totalmente contradictorias sobre sus
    madurez, su bondad, su capacidad, su afectividad, su
    comportamiento, etc.

    Los padres tienen dificultades para aceptar el
    crecimiento a consecuencia del sentimiento de rechazo que
    experimentan frente a la genitalidad y a la libre
    expansión de la personalidad que surge de ella.

    El adolescente siente la amenaza inminente de perder la
    dependencia infantil, en momentos en que esa dependencia es
    aún necesaria. Cuando la conducta de los padres implica
    una incomprensión de las llamativamente polares
    fluctuaciones entre dependencia – independencia se
    dificulta la labor del duelo, en la que son necesarios
    permanentes ensayos y
    pruebas de
    pérdida y recuperación.

    Existe una marcada disociación entre la actitud frente
    a los padres y a los sustitutos. Vinculada con este
    fenómeno se encuentra muchas veces la búsqueda de
    ideologías a través de figuras sustitutivas
    paternas.

    La identidad lograda al final de la adolescencia, si
    bien tiene su relación con las identificaciones del
    pasado, incluye todas las del presente y también los
    ideales hacia los cuales tiende.

    El destino de las identificaciones de la infancia
    dependerá no sólo de la elaboración interna
    que realiza el niño sino también de las pautas de
    conducta de la familia y
    de la sociedad.

    La elaboración del duelo por el cuerpo infantil y
    por la fantasía del doble sexo conduce a la identidad
    sexual adulta. Cambia así la relación con los
    padres adquiriendo ésta las características de las
    relaciones de objeto adultas.

    El psicópata, por un fracaso en la
    elaboración de esos duelos, no alcanza la verdadera
    identidad y la ideología que le permitirían
    alcanzar este nivel de adaptación creativa.

    CAPÍTULO IV

    ADOLESCENCIA Y PSICOPATIA.

    CON ESPECIAL REFERENCIA A LAS
    DEFENSAS.

    En el psicópata hay un daño en las
    funciones del
    yo, puede traer como consecuencia una compulsión a hablar,
    en este caso el lenguaje es
    más acción que comunicación. Un especial trastorno del
    pensamiento – cuando el lenguaje
    pierde su valor de
    comunicación y adaptación a la realidad – es
    la compulsión a actuar que puede invadir el campo del
    trabajo y del aprendizaje.

    En el psicópata el aprendizaje no
    se logra a través de la acción, porque ésta
    es usada como defensa.

    Mecanismos de proyección, negación y
    represión condicionan trastornos en la memoria y
    en la relación con los objetos.

    Lo que habitualmente se señala en los
    psicópatas como incapacidad de tolerar tensiones, se
    explica quizás y es la expresión del fracaso del
    uso de defensas que, al estar concentradas en el logro de un
    aparente equilibrio, descuidan el manejo más útil
    de las mismas para el dominio de la
    ansiedad. Este equilibrio aparente está muy relacionado
    con la impostura, la mentira y la mala fe, modalidades todas del
    fracaso en la consecución de la identidad.

    Tanto en el adolescente como en el psicópata la
    acción puede ser una defensa contra la
    paralización, el aburrimiento y el deseo de
    muerte.

    El yo del psicópata no sabe esperar, ignora los
    límites de la acción y sus consecuencias y se
    produce un trastorno en el pasaje del pensamiento a la
    acción.

    En el adolescente, en cambio, el pensamiento es una
    preparación para el actuar.

    Después de cada acción le queda como
    residuo una experiencia que enriquece el aprendizaje y
    de la que se siente responsable.

    Si en el psicópata existe una dificultad para
    llegar a la identidad sexual y una fijación a la imagen de los
    padres en coito, la iniciación del complejo de Edipo y la
    génesis del pensamiento estarían dificultados ya
    desde el principio. Incluimos también la duplicidad real
    de figuras maternas o paternas cuando ambas realizan roles
    intercambiables o semejantes en la educación del
    niño, porque dificultan la integración de la imago
    de la madre y en consecuencia de la del padre.

    En las psicopatías la identidad sexual
    está en conflicto
    porque no se ha resuelto en el curso del desarrollo: el
    psicópata no ha elaborado adecuadamente el duelo por el
    otro sexo.

    La definición sexual impuesta por la pubertad
    trae como consecuencia una negación defensiva de la
    diferenciación como intento de negar el necesario duelo
    por la otra parte.

    En el psicópata y en el adolescente una defensa
    contra la intimidad sexual es poner distancia ( interna – externa
    ) frente al sexo opuesto mediante un control fóbico. Pero
    el miedo y la desconfianza iniciales llevan al adolescente a
    prepararse para la intimidad sexual mediante pruebas de
    pérdida y recuperación de esa distancia, lo que en
    el psicópata es imposible porque la acción no
    enriquece, ni siquiera mínimamente, este aprendizaje.

    También en la adolescencia, ante la inminencia y
    posibilidad del logro de unión genital, surgen defensas
    propias para ese momento y para la ansiedad que provoca. Una de
    ellas es la omnipotencia de las ideas. Mediante ella puede
    realizarse todo sin experimentar el peligro de la prueba de
    realidad por la acción.

    La necesidad de experiencias amorosas y el temor a
    tenerlas pueden conducir al adolescente a utilizar como defensa
    la compulsión a "devorar novelas, o
    películas" , intentando de esta manera aprender a
    través de personajes lo que no logra realizar en la vida
    real.

    Frente a la angustia que trae la difusión de la
    identidad en el adolescente y en el psicópata, puede
    surgir la búsqueda de una identidad totalitaria, como si
    el definitivo hecho de se alguien y alguien malo o incluso
    morirse en forma total y por elección libre fuera mejor
    que se "más o menos alguien…"

    Esta misma angustia vinculada con el trastorno en la
    percepción del decurso del tiempo es la que
    impulsa a un adolescente a iniciar precozmente su vida genital
    antes de haber elaborado su identidad sexual, como si no pudiera
    esperar a que ésta llegue.

    En la búsqueda de la identidad total puede
    conducir a la adquisición de ideologías que son
    sólo defensivas o, en muchos de los casos, prestadas por
    el adulto, pero no auténticamente incorporadas al yo.
    Tanto la ideología como la identidad son necesidades del
    yo adolescente para poder integrarse en el mundo del
    adulto.

    Una ideología – según Erikson – debe
    ser un sistema coherente
    de imágenes,
    ideas e ideales compartidos que proveen a sus participantes de
    una orientación total, coherente, sistemáticamente
    simplificada en el espacio, en el tiempo, en los medios y en
    los fines.

    La adolescencia necesita basar sus rechazos y sus
    aprobaciones en alternativas ideológicas relacionadas en
    forma vital con los límites existentes en la
    formación de la identidad.

    Su adquisición exige un largo proceso, en el
    cuál se va elaborando el duelo de las ideologías
    sustitutivas de la relación con los padres.

    La propia ideología surge a la par de la
    identidad adulta. El logro de esta identidad es una meta a la que
    debe llegarse asumiendo la creatividad en
    forma de paternidad o de maternidad tanto como de creatividad en
    el mundo, y se logra a través de los duelo mencionados.
    Cuando el adolescente comienza a sentirse cómodo en su
    propio cuerpo, adquiere una cierta conciencia
    tranquila de ese crecimiento y disminuye la intensidad de las
    defensas. En el psicópata el fracaso en la
    elaboración del duelo de la infancia, le impide el logro
    de una identidad coherente y de una ideología verdadera,
    lo que le imposibilita incluirse en el mundo y actuar en
    él adecuadamente. El psicópata actúa como si
    tuviese dos sexos, en consecuencia la elección de pareja
    pierde importancia y se refuerza el interés
    por la pareja de los padres, y la confusión en su
    identidad lo lleva a no poder formarse una ideología
    propia.

    CAPÍTULO V

    EL
    PENSAMIENTO EN EL ADOLESCENTE Y EN EL ADOLESCENTE
    PSICOPÁTICO.

    En la adolescencia se puede observar la
    elaboración de tres duelos fundamentales:

    1. Duelo por el cuerpo infantil.
    2. Duelo por la identidad y el rol infantil.
    3. Duelo por los padres de la infancia.
    • DUELO POR EL CUERPO INFANTIL.

    En la adolescencia, en esta etapa del desarrollo, se ve
    obligado a asistir pasivamente a toda una serie de modificaciones
    que se operan en su propia estructura, creando un sentimiento de
    impotencia frente a esta realidad concreta, que lo lleva a
    desplazar su rebeldía hacia la esfera del pensamiento.
    Esta se caracteriza, por una tendencia al manejo omnipotente de
    las ideas frente al fracaso en el manejo de la realidad externa.
    La pérdida de su cuerpo infantil, con un cuerpo que se va
    haciendo adulto.

    Esta contradicción produce un verdadero
    fenómeno de despersonalización que domina el
    pensamiento del adolescente en los comienzos de esta
    etapa.

    La pérdida de los objetos reales se va
    sustituyendo pro símbolos verbales que son las
    palabras.

    En el adolescente normal este manejo de ideas le sirve
    también para sustituir la pérdida de sus cuerpo
    infantil.

    La despersonalización del adolescente explica la
    relación lábil con objetos reales a los que
    rápidamente pierde, como pierde paulatinamente y
    progresivamente su cuerpo infantil.

    Este proceso de despersonalización fluctuante en
    el adolescente normal puede por exageración en su
    intensidad o por fijación evolutiva adquirir las
    características observadas en la
    psicopatía.

    • DUELO POR LA IDENTIDAD Y POR EL ROL
      INFANTIL.

    En la adolescencia hay una confusión de roles, ya
    que al no poder mantener la dependencia infantil y al no poder
    asumir la independencia adulta, el sujeto sufre un fracaso de
    personificación
    , y así, el adolescente delega
    en el grupo gran parte de sus atributos y en los padres, la
    mayoría de las obligaciones y
    responsabilidades. Recurre a este mecanismo esquizoideo quedando
    su propia personalidad fuera de todo el proceso de
    pensamiento.

    Una característica típica de la
    adolescencia, la "falta de carácter",
    surgida de este fracaso de personalización, que a su vez
    lo lleva a confrontaciones reverberantes con la realidad y un
    continuo comprobar y experimentar con objetos del mundo real y de
    la fantasía.

    Los mecanismos de negación del duelo y de
    identificación proyectiva con sus coetáneos y con
    sus padres, pasa por períodos de confusión de
    identidad. El pensamiento comienza a funcionar de acuerdo con las
    características grupales, que le permiten una mayor
    estabilidad a través del apoyo y del agrandamiento que
    significa el yo de los demás, con el que el sujeto se
    identifica.

    Esta sería una de las bases del fenómeno
    de las "barras", en donde el adolescente se siente aparentemente
    tan seguro, adoptando
    roles cambiantes y participando de la actuación,
    responsabilidad y culpas grupales. Estas experiencias grupales
    son trasladadas a su propio proceso de pensamiento, en el cual
    los afectos y los objetos depositarios de los mismo son
    también fragmentados y tratados con
    prescindencia de una responsabilidad personal.

    La exageración o fijación de este proceso
    por la no elaboración del duelo por la identidad y por el
    rol infantil explica las conductas psicopáticas de
    desafecto y crueldad con el objeto e induce a la actuación
    y falta de responsabilidad.

    El psicópata maneja a las personas como objetos,
    con desconsideración y sin culpa, en forma permanente e
    intensa, así como el adolescente lo hace transitoriamente
    en su evolución y con capacidad de
    rectificación.

    El adolescente normal puede, en estas circunstancias,
    seguir los propósitos del psicópata, y sucumbir en
    la acción, ya que participa intensa y honestamente de la
    misma. Es así que el conflicto de
    identidad en el adolescente normal adquiere en el
    psicópata la modalidad de una mala fe consciente, que lo
    lleva a expresiones de pensamiento cruel, como mecanismos de
    defensa frente a la culpa y al duelo por la infancia perdida, que
    no pueden ser elaborados.

    El adolescente va aceptando las pérdidas de su
    cuerpo infantil y de su rol infantil al mismo tiempo que va
    cambiando la imagen de sus padres infantiles,
    sustituyéndola por la de sus padres actuales, en un tercer
    proceso de duelo.

    • DUELO POR LOS PADRES DE LA INFANCIA.

    La relación infantil de dependencia se va
    abandonando paulatina y dificultosamente. Los padres no quedan al
    margen de esto, ya que también tendrán que elaborar
    la pérdida de la relación de sometimiento infantil
    de sus hijos, produciéndose entonces una
    interacción de un doble duelo, que dificulta aún
    mas este aspecto de la adolescencia.

    Se pretende no sólo tener a los padres
    protectores y controladores, sino que periódicamente se
    idealiza la relación con ellos, buscando un suministro
    continuo que en forma imperiosa y urgente debe satisfacer las
    tendencias inmediatas, que aparentemente facilitarían el
    logro de la independencia.

    En el psicópata, los padres infantiles tienen
    vigencia real y permanente.

    • EL TIEMPO EN EL ADOLESCENTE.

    El adolescente entra en una crisis de
    temporalidad.

    El niño tiene un concepto fenomenológico
    de la limitación del espacio y le falta el concepto de
    tiempo, que es limitado para él. El adulto tiene la
    noción de lo infinito espacial y la temporalidad del
    existir. En el adolescente esto se confunde, presentando entonces
    el pensamiento del adolescente las contradicciones de inmediatez
    o de relegación infinita frente a cualquier tipo de
    posibilidades de realización, a las que pueden seguir
    sentimientos de impotencia absoluta.

    En el psicópata la atemporalidad se establece
    rígidamente en su pensamiento, posterga y exige sin
    discriminación frente a la realidad, y
    actúa sin noción limitante, que permite la
    ubicación del individuo en el mundo.

    • EL SEXO EN EL ADOLESCENTE.

    Los cambios biológicos de la pubertad imponen la
    sexualidad
    genital al individuo e intensifican la urgencia del duelo por el
    cuerpo infantil perdido, que implica también el duelo por
    el sexo perdido.

    En la segunda mitad del primer año de vida, el
    niño verifica su identidad sexual y a través del
    juego trata de elaborar la situación traumática que
    significa la pérdida del otro sexo, recuperándolo
    de un modo simbólico a través de
    objetos.

    En la adolescencia se intenta recuperar infructuosamente
    el sexo perdido, mediante la masturbación, que es una
    negación omnipotente de esta pérdida. El
    psicópata, en cambio permanece en una bisexualidad
    fantaseada que tiene para él todo el significado de la
    realidad psíquica y que le impide relaciones amorosas de
    objeto y el logro de la pareja que busca, y que en cambio si
    puede obtener el adolescente normal.

    DOS
    ASPECTOS DEL DESARROLLO ADOLESCENTE: LOS RASGOS AFECTIVO
    EMOCIONALES Y LOS COGNITIVOS.

    La adolescencia momento especialmente afectado por
    cambios: biológicos, cognitivos y afectivos.

    • La adolescencia es una etapa específica del
      desarrollo
      humano, época de tránsito hacia la vida
      adulta.
    • El conflicto generacional no es una categoría
      social universal. No en todas las familias ni en todos los
      sectores sociales se vive de la misma forma.

    CONCEPCIONES SOBRE LA
    ADOLESCENCIA:

    Tres posturas:

    1. La constituye una explicación con base
      psicoanalítica que tiende a presentar la adolescencia
      como un momento de desajustes y desequilibrios.
    2. Una explicación del desarrollo cognitivo que
      enfatiza en la adquisición del pensamiento
      formal.
    3. De carácter psicosocial que la define como una
      época de adaptación a ciertas pautas y valores
      sociales de la vida adulta.

    EXPLICACIÓN CON BASE
    PSICOANALÍTICA.

    • Según esta concepción son
      características de esta época la angustia y la
      tensión.
    • La causa está centrada en el desarrollo de la
      fisiología sexual, erotismo genital, que
      lleva a un proceso de regresión, en la medida que se
      reviven los conflictos edípicos infantiles.
    • Cambios de la actitud
      hacia los progenitores y de los lazos afectivos, ocurre un
      desplazamiento de la relación con los padres a nuevos
      objetos amorosos como los compañeros e incluso hacia
      otros adultos, que no es más que la forma de enfrentarse
      e intentar resolver esta involución.
    • Aparece el temor de los padres frente a lo que
      consideran el alejamiento de sus hijos quienes comienzan a
      salir al mundo sin la tutela de sus padres y que se
      encontrarán con la influencia de otras
      personas.
    • Conflictos derivados por la necesidad de
      independencia y de rebeldía frente a las normas
      establecidas.

     Todo esto es consecuencia de la necesidad de
    reafirmar el propio yo y crear un sistema de
    valores y normas acordes a una imagen personal que se encuentra
    en construcción.

    La adolescencia ha sido identificada como etapa de
    configuración de la personalidad. La cuál no se
    consigue sin confrontación y desequilibrios con el
    exterior y con uno mismo.

    Para Erikson, psicólogo Norteamericano, la
    identidad constituye la diferenciación personal
    inconfundible, la autodefinición de la persona ante otras,
    siendo la adolescencia el período clave, y también
    crítico de la formación de la identidad.

    La pertenencia a grupos de
    pandillas es el resultado de la búsqueda y
    reafirmación de la identidad.

    Identidad que se construye entre la búsqueda de
    señales personales y aquellas que provienen del
    grupo.

    Este proceso de búsqueda y creación de la
    propia identidad explica también los momentos de
    desestabilidad y las contradicciones de los
    adolescentes.

     Por último la adolescencia es
    también una etapa de adquisición de independencia
    en al que se produce una separación sobre toda
    ideológica y afectiva respecto a la familia y en la
    que se establecen nuevos lazos de grupo, de amistad y
    relación sexual.

    DESARROLLO COGNITIVO.

    Inhelder y Piaget: según estos autores la
    adolescencia es el período de acceso al estadio de las
    operaciones
    formales. En este período el pensamiento se caracteriza
    por una serie de avances en las estrategias y
    habilidades referidas a la capacidad de razonar, tanto de forma
    inductiva como deductiva, la habilidad para plantear y comprobar
    hipótesis y para formular teorías
    y sistemas de
    creencias por sí mismo.

    Es muy frecuente que los adolescentes crean que lo que
    les pasa a ellos es lo único importante.

    Para Piaget el egocentrismo lo define como cierta
    incapacidad para ponerse en el punto de vista del
    otro.

    Dos aspectos, intentan vincular al egocentrismo con el
    comportamiento adolescente:

    • La audiencia imaginaria
    • La fábula personal

    La primera hace referencia a la preocupación de
    los adolescentes por la imagen que los demás poseen de
    él. La fábula personal se refiere a la tendencia
    adolescente a considerar que sus expectativas son únicas e
    incomprensible por los demás.

    Piaget configura la adolescencia como el resultado de la
    relación que se produce entre los cambios cognitivos y
    afectivos.

    Las representaciones del mundo más o menos
    seguras de la niñez se desmoronan.

    Los sistemas de
    normas y valores de los adultos aparecen con todas sus
    contradicciones y mentiras.

    Se descubren que las acciones
    humanas tienen significados y explicaciones diferentes y que
    muchas veces hay una diferencia entre lo que dicen y piden que se
    haga y sus propias actuaciones.

    PROFESORES Y ALUMNOS FRENTE A
    FRENTE.

    En la escuela se
    produce una serie de interacciones en relación con la
    situación de aprendizaje. Un proceso complejo de
    comunicación entre el estudiante y el docente y el sistema
    de valores que cada uno representa.

    El profesor es una persona adulta que tiene puntos de
    vista más o menos estables sobre la realidad, una
    concepción del mundo configurada por años de vida y
    experiencias. Ha ido evolucionando, cambiando sus opiniones y sus
    valores.

    En cambio el adolescente se caracteriza, más bien
    por todo lo contrario. Es un sujeto en proceso de cambio, que no
    se entiende a sí mismo. Progresa en sus conocimientos no
    en forma lineal sino que está repleta de
    saltos.

    Está pendiente de los demás, en los que se
    refleja. Duda sobre lo que aprende. Todo esto repercute en el
    proceso de aprendizaje. El docente suele dar gran importancia al
    dominio de la
    palabra y a la reproducción oral o escrita de los
    conocimientos que poseen los adolescentes.

    EXPLICACIÓN CON BASE
    PSICOSOCIAL.

    Lo que esta postura toma en consideración es que
    los adolescentes necesitan tiempo para ir adecuando los efectos
    de sus propias transformaciones físicas
    psicológicas en una personalidad que requiere nuevas
    estrategias de
    interiorización de normas para ir asumiendo la imagen de
    sí mismo y su contacto con la realidad.

    El adolescente aparece como alguien que transcurre por
    un tiempo de transición entre la infancia y la vida
    adulta. Es biológicamente adulto pero socialmente no es
    considerado como tal.

    QUÉ ES LA ADOLESCENCIA?

    La adolescencia es el período de pasaje que
    separa a la infancia de la edad adulta, tiene como centro la
    pubertad.

    Se parece al nacimiento. En el nacimiento nos separan de
    nuestra madre, cortando nuestro cordón umbilical, pero se
    olvida a menudo que entre la madre y el hijo hay un órgano
    de vinculación extraordinario la placenta. La placenta nos
    daba todo lo que era necesario para nuestra supervivencia. Sin
    ella, no habría ninguna vida posible antes del
    nacimiento.

    La adolescencia es como un Segundo Nacimiento. Hay que
    quitar poco a poco la protección familiar, como se ha
    quitado la placenta protectora. quitar la infancia hacer
    desaparecer el niño que hay en nosotros y uno no siempre
    está listo.

    Por ejemplo el cambio de voz en los varones es doloroso.
    Es duro, hacer duelo por la propia voz, la que uno se
    conocía desde años atrás. Hay inseguridad,
    falta de confianza en sí mismo.

    Las langostas, cuando cambian de caparazón,
    pierden primero el viejo y quedan sin defensa por un tiempo,
    hasta fabricar uno nuevo. Durante ese tiempo se hallan en gran
    peligro. Para los adolescentes viene a ser la misma
    cosa.

    En las langostas siempre hay un congrio que acecha listo
    para devorarlas , nuestro congrio propio es todo lo que nos
    amenaza, en el interior de nosotros mismos y en ese
    exterior.

    El congrio es quizás, el bebé que uno ha
    sido, que no quiere desaparecer y que teme perder la
    protección de los padres. Nos retiene en nuestra infancia
    e impide que nazca el adulto que uno será.

    No hay adolescencia sin problemas, sin sufrimientos,
    este es quizá el período más doloroso de la
    vida. Es simultáneamente el período de las
    alegrías más intensas.

    El adolescente siempre es difícil, pero si padres
    e hijos tienen confianza en la vida, las cosas siempre se
    arreglan.

    REFLEXIÓN DEL TRABAJO
    REALIZADO.

    ALUMNA: CARLA BOTTI.

    ADOLESCENCIA.

    La adolescencia es una etapa de desprendimiento y de
    temores por la pérdida de lo conocido. Durante la
    cuál se va a ir construyendo la identidad.

    Este período está caracterizado por la
    modificación corporal y psíquica del adolescente
    donde cambiará su posición frente al mundo y lo
    comprometerá en la relación con el
    entorno.

    El adolescente busca refugio en su mundo interior,
    producirá un juego entre lo interno y la realidad externa
    lo que va a determinar la duración de su inestabilidad
    emocional, donde deberá el mismo adaptar la realidad a sus
    necesidades.

    Esto lo podemos ver relacionado con el modelo de la
    langosta de mar ( Francoise Doltto ) en donde en un momento de su
    proceso pierde su concha y se oculta bajo la roca mientras se
    forma una nueva.

    Los cambios psicológicos que se producen son
    debidos a las modificaciones corporales donde los llevará
    a una nueva relación con el mundo. La aparición de
    estos llevan a graves trastornos en tanto a él en
    relación a su cuerpo y con los de los
    demás.

    …" estos cambios, en lo que pierde su esquema corporal
    y su identidad de niño, implican la búsqueda de una
    nueva identidad que se va a ir construyendo en un plano
    consciente e inconsciente y la necesidad de incluir los genitales
    adultos en el esquema corporal…"

    …" la relación del niño con su cuerpo es
    uno de los indicios para medir la integridad de su
    yo"…

    estos cambios van generando vivencias de
    extrañamiento y desorientación que con el tiempo
    llevan a la apropiación de ese cuerpo que creían
    que estaba perdido. Al mismo tiempo se produce un cambio en lo
    familiar sobre todo con los padres que también viven los
    duelos de los hijos, éstos suelen tener dificultades para
    aceptar el crecimiento y sobre todo el desprendimiento del hijo
    niño. Esto lo llevará a la apropiación de lo
    "social" donde aparecerán los amigos, los amores,
    etc.

    En cuanto a la vida social el adolescente parece
    totalmente asocial, continuamente condena a la sociedad a la
    cuál quiere reformar a la que él le
    interesa.

    Durante este período en el que se prepara para
    entrar al mundo del adulto se producen algunos cambios en el
    pensamiento, durante el proceso el adolescente va teniendo
    cambios internos que Piaget llama estructura del pensamiento.
    Estas estructuras
    más la madurez biológica acompañada de una
    madurez afectiva e intelectual le permitirá su entrada al
    mundo adulto.

    REFLEXIÓN DEL TRABAJO
    REALIZADO.

    ALUMNA: MURINA ANDREA.

    ADOLESCENCIA.

    La adolescencia es una etapa del desarrollo
    humano, la cual se caracteriza por profundos cambios del
    desarrollo biológico, psicológico y
    social.

    La adolescencia se divide, arbitrariamente, en tres
    etapas:

    Pubertad: entre 12 y 14 años.

    Adolescencia media: entre 15 y 16
    años

    Adolescencia tardía: entre 17 y 20
    años

    Las características de cada etapa pueden variar
    de un sujeto a otro.

    La adolescencia es un período primordialmente de
    duelos. Se produce la pérdida del cuerpo infantil, de los
    roles infantiles y de la identidad. Durante esta etapa el
    adolescente lucha por la construcción de su realidad
    psíquica, por la reconstrucción de sus
    vínculos con el mundo exterior, y por su
    identidad.

    En la pubertad se produce la pérdida por el
    cuerpo infantil. El duelo por el mismo se da mediante un
    enfrentamiento entre el esquema corporal infantil y el cuerpo
    físico real de la persona. El púber empieza a
    sentir como su cuerpo adulto comienza a surgir. ( acotar sobre la
    no aceptación de ese cuerpo que está surgiendo ) En
    la adolescencia se produce el duelo de la identidad lo que
    provoca una lucha por la misma.

    Se entiende la identidad como el ser uno mismo en tiempo
    y espacio, en relación con los demás y con uno
    mismo. Es el sentimiento de seguridad sobre sí
    mismo.

    La confusión de la identidad, lo cual es
    característica de la adolescencia, se refiere a la
    imposibilidad de desarrollar una idea de sí mismo
    coherente. Parte de la resolución de la crisis de
    identidad consiste en pasar de ser dependiente a ser
    independiente. Es frecuente que los padres y sus hijos
    adolescentes discutan sobre la elección de amigos,
    pandillas, planes de estudio y temas relacionados con la
    filosofía, modo en que los adolescentes van afianzando su
    propia identidad.

    Durante la adolescencia también se producen
    cambios a nivel del pensamiento. Es el momento donde empieza a
    existir un pensamiento lógico formal, el cual les permite
    pensar en ideas y no sólo en objetos reales
    (característico de la infancia). Este tipo de pensamiento
    permite al sujeto la capacidad de reflexionar. En un primer
    momento el adolescente reemplaza los objetos por ideas. Las ideas
    se manejan como antes hacía con los juguetes. Las palabras
    y la acción son reemplazadas por el pensar. El
    intelectualismo es un mecanismo de defensa que el adolescente
    utiliza asiduamente. Esto se manifiesta en el interés de
    las ideas, la lectura,
    siendo normal que discuta ideas e ideologías con su grupo
    de pares.

    A partir de este nuevo tipo de pensamiento formal el
    adolescente se incorpora al mundo adulto, liberando su
    pensamiento infantil subordinado, programando su futuro y
    reformando el mundo donde va a vivir. También le permite
    incorporarse en la sociedad y un mayor dominio de sus
    impulsos.

    En este momento muchos adolescentes muestran una
    destacada creatividad, que expresan por medio de la música, el arte y la
    poesía.
    La creatividad también puede expresarse en el deporte, y en el mundo de las
    ideas, discutiendo, reflexionando, por ejemplo, sobre moral,
    religión,
    ética,
    labores humanitarias. El escribir en un diario personal es otra
    manifestación de la creatividad en éste
    periodo.

    Otra característica que explica el comportamiento
    adolescente es el ascetismo, el cuál se manifiesta en la
    captación de grandes ideales y la renuncia a los placeres
    corporales. Esta es una forma en que el adolescente controla y
    elabora las pérdidas de ésta etapa.

    El grupo de compañeros entre los adolescentes es
    un fenómeno esperable. Permite al adolescente sentirse
    contenidos dentro de una zona intermedia, que ya no es la familia ni
    la sociedad. Le permite al adolescente mantener la ilusión
    que pertenece a una sistema que lo protege de la responsabilidad
    social. Le da al individuo la ilusión de un cierto
    manejo omnipotente sobre los objetos.

    El grupo es el contexto de descubrimiento más
    favorable del adolescente, y los tranquiliza durante el
    período de cambio. Durante la adolescencia se cuestiona el
    núcleo de pertenencia familiar por la necesidad de buscar
    nuevos núcleos de pertenencia que defina su identidad. El
    grupo de pares le permite al adolescente la apertura hacia lo no-
    familiar, dándose el espacio para el duelo por el rol
    infantil. Es un momento donde el adolescente intenta ser libre,
    pero todavía depende de sus padres y se siente muy ligado
    a ellos. Suelen verse a través de los ojos de sus
    compañeros, y su autoestima
    puede sentirse disminuida ante cualquier desviación en su
    apariencia física, en el
    código
    de la ropa o de conducta.

    En la adolescencia media, el desarrollo físico ha
    concluido, y falta realizar la integración con la
    sociedad. En éste momento los adolescentes tiene fuerza
    personal y no sólo grupal.

    A medida que va pasando el tiempo, el adolescente
    comienza a mezclar valores de fuentes
    diversas con sus propios valores personales. A comienzo de la
    edad adulta, se ha establecido una nueva consciencia o superyo
    que debe ser capaz de cambiar y crecer para acomodarse a las
    nuevas situaciones de la vida. Cuando el adolescente comienza a
    sentirse independiente de su familia, y
    ésta lo apoya, empiezan a encontrase repuestas a preguntas
    como "¿Quien soy?" y "¿a dónde
    voy?".

    Ser padres de adolescentes, implica además de
    tener que enfrentarse a la tormenta que acompaña el
    desarrollo del adolescente, verse obligados a realizar
    adaptaciones en el trabajo, en su matrimonio y en
    relación a sus propios padres, ya que suelen estar
    atravesando por la adultez tardía. Esta necesidad de
    independencia de la familia por parte del adolescente, genera en
    los padres mucha ansiedad, comportándose éstos de
    manera controladora. Además, la fuerte sexualidad de sus
    hijos genera ansiedad en los padres.

    En la adolescencia tardía, se produce la
    elección de la profesión, la cuál es
    consecuencia de la pregunta de "¿Hacia donde voy?". Los
    adolescentes tiene que tratar con la influencia de sus
    compañeros, padres, profesores y sus propios deseo, para
    decidir su vocación.

    El final de la adolescencia se produce cuando el sujeto
    empieza a desarrollar y asumir tareas propias del adulto joven,
    como por ejemplo, la elección y responsabilidad de un
    trabajo, el desarrollo del sentido de intimidad ( que más
    tarde va a conducir a la constitución del matrimonio y la
    paternidad ). Se produce el reconocimiento del sí mismo
    como un ser adulto.

    BIBLIOGRAFÍA:

    • Ley Federal de Educación. Art. 28 –
      Inciso b.
    • Documento de la provincia de Santa Fe. " La
      Formación Laboral de los Alumnos con Necesidades
      Educativas Especiales".
    • La causa de los adolescentes "Francoise
      Dolttó".
    • Palabras para adolescentes o el complejo de la
      Langosta. "Francoise Dolttó".
    • El adolescente y la libertad. "Arminda
      Aberastury".

      

    Botti Carla – Murina Andrea.

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