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Fuerza y opinión




Enviado por arturonegro61




    Fuerza y opinión

    Primera parte

    Quien diga que Noam Chomsky es el pensador
    contemporáneo más influyente en la actualidad,
    tiene razón. En su obra Miedo a la democracia
    (1992), hace una insuperable revisión de medio siglo de
    falsificación sistemática de los hechos, de
    crímenes y de infamias fabricadas por el poder. Dice
    textual, "El lenguaje es
    un vehículo del pensamiento,
    si falsificamos el lenguaje,
    falsificamos el pensamiento", basta analizar los medios de
    información masiva, para
    comprobarlo.

    Me he permitido, a manera de reconocimiento por su obra,
    enumerar, a mi juicio los puntos más importantes que toca
    en referencia al tema del control del
    pensamiento a través de la propaganda. Y
    agradecer por medio de éste foro, las contribuciones que ha
    hecho en mi pensamiento.

    En el pensamiento del siglo XVII, no obstante el avance en
    la comprensión del mundo, gracias al desarrollo de
    la ciencia
    como tal, se reconoce que no hay en absoluto unas bases ciertas
    para el
    conocimiento, pero a la vez sí tenemos maneras de
    lograr una comprensión fiable del mundo y de mejorarla,
    para aplicarla.

    Del mismo modo, en la vida normal, una persona razonable
    confía en las creencias naturales del sentido
    común, reconociendo al mismo tiempo, que
    pueden ser limitadas o erróneas, y esperando mejorarlas o
    alterarlas a medida que progresa la comprensión. David
    Hume, descubrió que no había nada más
    sorprendente que ver la facilidad con que los muchos son
    gobernados por los pocos, y observar la sumisión
    implícita con que los hombres renuncian a sus propios
    sentimientos y pasiones ante los de sus gobernantes.

    Cuando se investiga por que medios se produce esta
    maravilla, se descubre que, dado que la fuerza esta
    siempre del lado de los gobernados, los gobernantes no tienen
    nada que los respalde, salvo la opinión.

    Así pues, el Estado se
    basa tan solo en la opinión, y esta máxima se
    extiende tanto a los más despóticos como a los
    más libres. El punto de vista de D. Hume explica por que
    "las elites" estan tan dedicadas al control del pensamiento a
    través del adoctrinamiento.

    Walter Lippmann escribió, "Hay que poner al publico
    en su lugar de modo que podamos vivir libres de los pisotones y
    del rugido de una multitud desconcertada, cuya función es
    la de ser espectadores interesados de la acción, no
    participantes". Aun el gobierno
    más despótico se basa habitualmente en cierto grado
    de consenso, a pesar de que toda la fuerza del estado se
    encuentra de su lado, y la abdicación de derechos es el sello de las
    sociedades mas
    libres, argumenta Noam Chomsky.

    En la actualidad la apreciación de D. Hume ha sido
    revisada y elaborada con una importante contribución, el
    control del pensamiento es más importante para los
    gobiernos "libres" y populares que para los estados militares. La
    razón es sencilla y lógica,
    un estado despótico puede controlar a la población mediante la fuerza, pero cuando
    la pierde, se requieren otros dispositivos para impedir que las
    masas ignorantes interfieran en las cuestiones publicas, que no
    son asunto suyo.

    La revolución
    inglesa del siglo XVII suscita el despertar de la plebe en
    general y a su vez el problema de cómo detenerla. Las
    ideas libertarias de los demócratas radicales fueron
    consideradas ofensivas por la gente respetable, estas ideas
    favorecían una educación universal,
    asistencia sanitaria garantizada y democratización de la
    ley.

    El historiador Clement Walker advirtió, "No puede
    haber alguna forma de gobierno sin sus propios misterios, los
    cuales deben ser ocultados a la gente corriente, la ignorancia y
    la admiración que nace de la ignorancia son los padres de
    la devoción y de la obediencia civil". Resulta peligroso,
    insistía otro comentador histórico, que la gente
    conozca su propia fuerza, la plebe no querrá ser gobernada
    por un rey o el parlamento, sino por campesinos como nosotros,
    que conocen nuestros deseos, y proseguía, nunca
    habrá un mundo justo mientras nos hagan leyes caballeros
    y señores, que son elegidos por temor y no hacen mas que
    oprimirnos, y no conocen los males del pueblo.

    Después de que los demócratas hubieran sido
    vencidos, John Locke
    comento "A los jornaleros y comerciantes, a las solteronas y a
    las mozas de establo, hay que decirles que tienen que hacer, la
    mayor parte de ellos no puede saber y, por consiguiente, deben
    creer". Tales ideas gozan de amplia aceptación y
    aplicación hoy en día, aun ésta doctrina de
    Locke de que a la gente corriente debería negársele
    incluso el derecho a discutir los asuntos públicos. Hoy es
    puesto en la practica a través de varios medios para
    protección de las operaciones del
    estado por parte del análisis publico; Catalogar como secretos
    de estado ciertos documentos bajo
    pretexto de seguridad
    nacional, operaciones clandestinas, etc.

    Estas ideas sirven de marco, a propósito, en la
    tarea profesional y a la responsabilidad de la comunidad
    intelectual; Dar forma a los datos
    históricos percibidos y a la visión del mundo
    contemporáneo en interés de
    los poderosos, asegurando así, que él publico
    adecuadamente desconcertado, se mantenga en su lugar y cumpla con
    su función de espectador.

    El grueso del pueblo es una multitud atolondrada, bestias
    en forma de hombres, es justo reprimirles, del mismo modo que es
    justo salvar la vida de un persona "lunática" o
    perturbada, incluso contra su voluntad. Si el pueblo es tan
    depravado y corrupto como para conferir posiciones de poder y
    confianza a gentes malvadas y que no lo merecen, ceden con ello
    su poder a favor de aquellos que son buenos, aunque escasos,
    Morgan (Inventing the people).

    Los buenos y escasos pueden ser la pequeña
    aristocracia, los industriales, el partido de vanguardia o
    los intelectuales que se califican de expertos porque articulan
    el consenso de los poderosos. Dirigen los imperios empresariales,
    las instituciones
    ideológicas y las estructuras
    políticas, siendo útiles a varios
    niveles. Su tarea es la de pastorear al aturdido rebaño y
    mantener a la multitud en un estado de sumisión
    implícita y, de este modo impedir la terrible perspectiva
    de la libertad y la
    autodeterminación.

    Cuando los conquistadores españoles empezaron el
    genocidio después del descubrimiento de
    América, justificaron sus actos de terror y
    opresión alegando que los nativos no eran capaces de
    gobernarse a sí mismos, tal como si fueran bestias o
    animales
    salvajes, viendo que su comida no era más agradable y
    apenas mejor que la de las bestias salvajes, y su estupidez,
    mucho mayor que la de los niños y
    los locos en otros países. Por consiguiente, la
    intervención fue legitima (según la redacción de la historia de los vencedores),
    con el fin de ejercer los derechos de protección, comenta
    Todorov (The Conquest of América)

    Lo mismo ocurrió en Norteamérica, limpiando
    la plaga nativa, reduciéndolos de diez millones a 200 mil,
    en un afán de civilizar y cristianizar, hasta que hayan
    aprendido a respetar las armas de los
    poderosos, pasando después a la más difícil
    tarea, hacer que respeten sus intenciones.

    El pensador político del siglo XVII Marchamont
    Nedham, escribió, "Las propuestas de los demócratas
    radicales darían lugar a que personas ignorantes, sin
    cultura ni
    fortuna, asuman la autoridad.
    Dada su libertad, la tercera multitud eligiría a lo mas
    bajo del pueblo, que se encargarían de ordeñar y
    mutilar las bolsas de los ricos, tomando el fácil camino
    hacia todas las perversiones, la maldad, la confusión y la
    anarquía".

    Lenin y Trotsky, poco después de hacerse con el
    poder del estado en 1917, empezaron a desmantelar los
    órganos del control popular, incluyendo los comités
    de empresa y los
    soviets, procediendo así a deteriorar y a vencer las
    tendencias socialistas. Aquellos que subleven a la plebe y la
    arrastran a asociaciones y combinaciones entre sí, contra
    los hombres de gran valía, deben, por consiguiente, ser
    reprimidos o eliminados.

    Dicho como referencia al titulo de éste trabajo, al
    imperio de los Estados Unidos de
    Norteamérica, las preocupaciones relativas a los Derechos Humanos
    estan correctos cuando pueden ser empleadas como arma
    ideológica para minar a los enemigos o restaurar la fe
    popular en la nobleza del Estado, pero no han de interferir en
    sus propios intereses, tales como, dispersar y aplastar a la
    insurrección, que forma organizaciones
    contra los intereses de los hombres de la mejor "calidad". La
    amenaza de la
    organización popular que supone para el privilegio es
    real en sí misma.

    Puede haber un efecto de manifestación de un
    desarrollo independiente bajo una forma que atienda a los males
    del pueblo, y el temor de que éste "virus" pudiera
    propagarse infectando a otros.

    El secretario de Estado del presidente Woodrow Wilson, de
    los Estados Unidos de Norteamérica, Robert Lansing,
    temía que si la enfermedad bolchevique se extendía,
    dejaría que el grueso ignorante e incapaz de la humanidad
    dominara la tierra, los
    bolcheviques estaban atrayendo al proletariado de todos los
    países, a los ignorantes y mentalmente deficientes,
    quienes por su numero, son llamados a convertirse en los amos, un
    peligro muy real en vista del proceso de
    agitación social que se esta desarrollando en todo el
    mundo. Una vez mas, es la democracia, la terrible amenaza. Si el
    "virus" bolchevique no era exterminado, temía, los
    empresarios podrían tener que adaptarse a tener
    trabajadores en sus juntas directivas, entre otros
    desastres.

    Los gobiernos de las personas de gran valía no deben
    permitir que estos fanáticos, con sueños de
    emancipación, disfruten de la libertad que ahora pretenden
    destruir.

    Estos temores de los hombres de gran valía del siglo
    XVII se han convertido en un tema fundamental del discurso
    político, de la practica empresarial y de las ciencias
    sociales académicas.

    El influyente moralista y consejero presidencial de asuntos
    exteriores de los Estados Unidos de Norteamérica en la
    época de Kennedy, quien fue, además, venerado por
    el ideólogo de la política, George
    Kenan, el Sr. Reinhold Niebuhr escribió; "La racionalidad
    pertenece a los observadores tranquilos, mientras que la gente
    corriente, no sigue mas razón que la fe, estos
    observadores tranquilos, deben reconocer la estupidez del
    hombre medio y
    deben facilitar la fantasía necesaria y las
    supersimplificaciones emocionalmente potentes, que
    mantendrán a los ingenuos inocentes en el buen camino".
    Como en 1650, sigue siendo necesario proteger a la persona
    lunática o perturbada, a la chusma ignorante de sus
    propias opiniones depravadas y corruptas, del mismo modo que uno
    no permite que un niño cruce la calle sin vigilancia,
    advierte Noam Chomsky.

    Según los conceptos dominantes, no se produce
    infracción de la democracia, sí unas cuantas
    personas controlan el sistema de
    información, de hecho, esa es la esencia de la
    democracia. Edward Bernays, figura importante de la industria de
    relaciones publicas de Norteamérica explico que "La
    mismísima esencia del proceso democrático es, la
    libertad de persuadir y sugerir". Lo que él denomina La
    ingeniería del consenso.

    Desde principios del
    siglo XX, la industria de las relaciones publicas, en Los Estados
    Unidos de Norteamérica, ha dedicado enormes recursos para
    educar al pueblo, en lo que respecta a las realidades
    económicas de la vida, con el fin de asegurar un clima favorable
    para los negocios. Su
    tarea es la de controlar el pensamiento publico, que constituye
    el único peligro serio al que se enfrenta la empresa,
    observo un ejecutivo de AT&T hace mas de veinticinco
    años. Y hoy el Wall Street Jornal describe con entusiasmo
    los esfuerzos concertados del mundo empresarial, para cambiar las
    actitudes y
    valores de los
    trabajadores a gran escala, con
    talleres de la nueva era y otros dispositivos
    contemporáneos de adoctrinamiento y estupefacción
    creados para convertir la apatía del trabajador en lealtad
    a la empresa.

    Edward Bernays dice nuevamente; "La manipulación
    consciente e inteligente de los hábitos y opiniones
    organizadas de las masas es un elemento importante en una
    sociedad
    democrática… Son las minorías inteligentes las
    que precisan recurrir continua y sistemáticamente al uso
    de la propaganda". Estas minorías comprendieron hace
    tiempo que esta es su función.

    Walter Lippman describió una revolución en la
    practica de la democracia cuando, la fabricación del
    consenso se ha convertido en un arte altamente
    consciente y en un órgano regular de gobierno que se hace
    llegar a las mayorías. Constituyendo un proceso natural
    cuando no se puede confiar en la opinión publica. En
    ausencia de las instituciones y de la educación,
    mediante las cuales, el entorno esta bien informado que las
    realidades de la vida publica destacan muy claramente frente a la
    opinión egocéntrica, los intereses comunes eluden
    por completo a la opinión publica, y pueden ser manejados
    únicamente por una clase especializada, cuyos intereses
    personales van mas allá del ámbito local, y pueden
    así, percibir las realidades. Estos son los hombres de
    gran valía, los únicos capaces de desarrollar la
    gestión
    social y económica.

    Lippman prosigue y comenta en primer lugar que, el papel asignado
    a la clase especializada, a los expertos, a los hombres
    responsables, a los que tienen acceso a la información y a
    la comprensión, idealmente deberían tener una
    educación
    especial para ejercer un cargo publico y deberían
    dominar los criterios para resolver los problemas de
    la sociedad. En la medida en que tales criterios puedan hacerse
    exactos y objetivos, la
    decisión política, que es su dominio, entra de
    hecho, en relación con los intereses de los hombres. Los
    hombres públicos, además, han de dirigir la
    opinión y asumir la responsabilidad de la formación
    de una opinión publica sólida. Ellos inician,
    administran, establecen y deberían ser protegidos de
    observadores ignorantes y entrometidos, del publico en general,
    que es incapaz de lidiar con la esencia de los problemas.

    En segundo lugar, prosigue Lippman, es la labor del
    publico, que debe ser limitada. No corresponde al publico juzgar
    los méritos intrínsecos de una cuestión u
    ofrecer análisis o soluciones,
    sino simplemente, en ocasiones, poner su fuerza a
    disposición de uno u otro grupo de
    hombres responsables. El publico no razona, investiga, inventa,
    convence, negocia o establece, por el contrario, actúa
    solo poniéndose del lado de alguien que esté en
    situación de actuar ejecutivamente, una vez que ha pensado
    sensata y desinteresadamente en el asunto en cuestión. Es
    precisamente por este motivo que, hay que poner al publico en su
    lugar. La multitud aturdida, que da golpes con los pies y ruge,
    tiene una función, ser el espectador interesado en la
    acción, mas no el participante. La participación es
    deber de los hombres responsables.

    Esta filosofía política de democracia
    liberal, argumenta Chomsky, presenta una inconfundible semejanza
    con el concepto
    leninista de un partido de vanguardia que conduce a las masas a
    una vida mejor, que no pueden concebir o construir solas. En
    realidad, la transición de una postura a la otra, del
    entusiasmo leninista a la celebración de los Estados
    Unidos, ha demostrado ser bastante fácil a lo largo de los
    años. Ello no es sorprendente, pues estas doctrinas tienen
    origen similares, la diferencia decisiva reside en, una
    valoración de las perspectivas para el poder, a
    través de la explotación de la lucha popular de las
    masas o del servicio a los
    actuales amos. La clase especializada tiene la oportunidad de
    gestionar los asuntos públicos en virtud de su
    subordinación a aquellos que tienen el verdadero poder, en
    nuestras sociedades, que son los intereses empresariales, los
    dueños del capital, las
    transnacionales.

    El influyente científico político Harold
    Lasswell explico en la Encyclopaedia of the Social Sciences, que
    cuando las elites carecen del requisito de la fuerza para obligar
    a la obediencia, los administradores sociales deben recurrir a
    una técnica totalmente nueva de control, en gran parte a
    través de la propaganda, añadiendo, debemos
    reconocer la ignorancia y estupidez de las masas y no sucumbir a
    dogmatismos democráticos acerca de que los hombres son los
    mejores jueces de sus propios intereses. No lo son, y debemos
    controlarlos por su propio bien.

    El mismo principio guía a la comunidad empresarial,
    otros han desarrollado ideas similares y las han puesto en
    practica en las instituciones ideológicas: las escuelas,
    las universidades, los medios de
    comunicación populares, los diarios de la elite, etc.
    Un desafío a estas ideas genera agitación,
    incomprensión.

     

     

    Recopilado y elaborado por:

    Lic.en Psic. Arturo Falcón Becerril

     

     

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