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Todo esta en los genes




Enviado por cristianfrers



    1. El mundo del
      comportamiento
    2. Influencia de la
      cultura
    3. Válvula de
      escape
    4. Orígenes de la
      personalidad
    5. El filamento de la
      vida
    6. Evolución
      biológica y del comportamiento

    Cuando los hombres resuelvan el problema de su propia
    existencia, la vida inteligente sobre el planeta alcanzará
    su mayoría de edad. Si alguna vez visitan la Tierra
    criaturas superiores procedentes del espacio, la primera pregunta
    que formularán, con el fin de valorar el nivel de nuestra
    civilización, será: Han descubierto, ya , la
    evolución?

    No se necesita ser un experimentado naturalista para
    constatar el magnífico espectáculo del mundo
    viviente. En éste se encuentran bacterias
    inferiores, hongos, plantas y
    animales. Se
    han descripto cerca de dos millones de especies de organismos,
    pero muchos más, probablemente varios millones, quedan por
    descubrir y estudiar. La ciencia ha
    constatado que todos los organismos están compuestos por
    células; algunos, por una sola célula, y
    otros -como el hombre- por
    billones de células.
    Han analizado esas células en el hombre, en los
    animales y en
    las plantas y han
    comprobado que su estructura y
    composición química es siempre
    similar: todas las células contienen determinadas
    moléculas gigantes que sólo se producen en los
    organismos vivos: los ácidos
    nucléicos y las proteínas.
    Estos fueron la clave de la vida, ya que se convirtieron en los
    soportes de la información, por la cual un conjunto de
    moléculas se reproducía en forma igual a sí
    misma.

    Más sorprendente que el número absoluto de
    especies es su diversidad de tamaño, estructura y
    forma, modo de vida y habitat. Donde quiera que se mire se
    encuentra algun tipo de vida aplicada con diligencia a la
    función
    de sobrevivir, ya sea en algo de tierra o en
    una gota de agua, en las
    alturas o en las profundidades, en el cálido clima o en la
    tundra helada, en el árido desierto o en los vapores de la
    selva. La evolución parece haber encontrado un lugar
    para cualquier forma imaginable de vida. Utiliza cualquier forma
    de sentir, moverse, comunicarse, amar, luchar, protegerse y
    reproducirse. Puesto que en este planeta encontramos miles de
    seres que se desplazan torpemente, otros que se arrastran,
    flotan, ascienden en el aire, nadan,
    caminan, galopan o simplemente permanecen quietos y crecen
    verticalmente durante siglos. Algunos pesan cien toneladas, pero
    la mayor parte son inferiores a una milmillonésima de
    gramo. Existen organismos que pueden ver en el infrarrojo o en el
    ultravioleta y seres ciegos que detectan, envueltos en sí
    mismos, su entorno en un campo
    eléctrico. Algunos recogen luz solar y
    aire, otros son
    plácidos animales hervíboros, otros cazan a sus
    presas con garras, colmillos o venenos neurológicos.
    Algunos viven apenas una hora y ciertos especímenes
    más de mil años. Su armonía con el medio ambiente
    es sorprendente. Incluso los microbios están lejos de
    parecer inútiles: son capaces de aprender de la
    experiencia. Y los humanos -la vida dominante en la actualidad-
    han penetrado hasta las regiones más remotas de su mundo,
    alterando su superficie y, vacilantemente, paseando por el
    espacio.

    Los documentos que
    nos relatan la sucesión de la vida sobre la Tierra
    dejan bastantes lagunas. Pero existen suficientes datos para
    comprender que, pasando de los más antiguos a los
    más modernos, la sucesión de la vida animal ha
    aumentado progresivamente el grado de organización. En grandes líneas, la
    evolución del mundo animal, parte del tipo unicelular en
    dirección al tipo multicelular sencillo,
    formado por un simple saco con una abertura única y una
    pared de dos estratos celulares; continúa con el tipo
    vemiforme, con el cuerpo segmentado y desarrollado a partir de
    tres capas de tejido; más adelante alcanza una forma de
    organización semejante a un pez, para
    finalizar en los animales superiores. En todas las etapas se
    dieron ramas laterales que se especializaron siguiendo caminos
    individuales. Además, no se ha extinguido la forma
    más general en ninguna etapa, de modo que en la actualidad
    siguen viviendo representantes de todos los tipos. Paralelamente
    a esta visión global de la evolución, vemos como el
    desarrollo de
    cada animal tiende a recapitular las etapas que han conducido a
    su forma actual. Asi, el celenterado pasa del huevo unicelular a
    una larva multicelular con dos capas celulares y acaba su
    desarrollo en
    forma de un organismo que consiste, esencialmente, en un saco de
    doble pares con una sola abertura. En el extremo más alto
    de la serie se hallan los vertebrados superiores; también
    ellos parten del huevo unicelular, atraviesan el estado de
    gastrula de forma parecida a un celenterado y siguen presentando
    tipos de
    organización que recuerdan a los gusanos segmentados y
    a los peces, para
    llegar al tipo definitivo.

    Por lo tanto, para los biólogos el hombre es
    un animal, un animal como cualquier otro. Su especie no es
    más que una de las tantas especies animales que pueblan el
    planeta. Formado por una multitud de células, es decir, de
    pequeñas masas vesiculares de sustancia viva o
    protoplasma, nacido de una simple célula, se
    alimenta, asimila y se reproduce como los otros animales;
    sometido a las mismas necesidades y dependiendo de las mismas
    leyes.

    Si hablamos de la conducta, su
    evolución sigue la escala de los
    animales vivientes, desde el más simple al más
    elevado. Considerando asimismo los cambios del comportamiento
    en el curso de la vida de un individuo, observamos que la
    evolución de la conducta marcha
    paralela a la evolución de los caracteres físicos.
    En otras palabras, la conducta sólo puede intepretarse de
    manera razonable a la luz de una
    síntesis de las dos caras de la moneda:
    física y
    aprendizaje.
    Así es como muchas acciones y
    modelos de
    conducta en los animales superiores pueden reconocerse
    retrocediendo a lo largo de la escala
    animal.

    La conducta de muchos animales es muy compleja y a
    menudo difícil de interpretar. La respuesta de un animal a
    una situación está limitada por su estructura
    física y
    el grado de desarrollo de su sistema nervioso.
    Su conducta está regida por los procesos
    evolutivos que han formado la especie a la cual
    pertenece.

    -El mundo del comportamiento

    Todos estos seres vivos poseen, en menor o mayor medida,
    comportamientos. Ahora bien A que denominamos comportamiento?
    Fundamentalmente, la conducta puede considerarse como el conjunto
    de acciones que
    los organismos ejercen sobre el medio exterior para modificar
    algunos de sus estados o para alterar su propia situación
    con relación a la búsqueda de alimentos, la
    construcción de un nido, la
    utilización de un instrumento. El comportamiento que en un
    principio sólo consiste en conductas sensorio-motrices
    llega luego a tomar interiorizaciones representativas. Los
    movimientos interiores del organismo como una contracción
    muscular o la circulación de la sangre no son
    comportamientos, aunque los condicionen. Tampoco lo son las
    alteraciones de la atmósfera por la
    respiración, puesto que resultan de
    procesos que
    no están destinados a ejercer una acción sobre el
    medio. Sin embargo, los reflejos de un animal o las reacciones de
    una flor a la luz se denominan "comportamientos", porque tienden
    a modificar, si bien sólo fuera en forma local u ocasional
    las relaciones entre el organismo y el medio. Lo mismo sucede con
    las percepciones, siempre subordinadas a conductas de conjunto
    efectivas o virtuales. En pocas palabras, el comportamiento
    está contituido por las acciones dirigidas a utilizar o a
    transformar el medio, así como a conservar o aumentar las
    facultades que los organismos ejercen sobre él.

    Podemos comparar el comportamiento con una complicada
    máquina dotada de innumerables engranajes, desde los
    más grandes hasta los infinitamente pequeños.
    Podemos estudiar por separado la acción de cada engranaje
    pero no podemos perder de vista que cada uno de ellos depende de
    la actividad de todos los otros, y -al trabajar- cada pieza ha de
    coordinarse con el resto. Debemos tomar conciencia que el
    ser vivo constituye una totalidad, que no podemos disociarlo sin
    destruirlo. Si algunos gusanos seccionados manifiestan la
    capacidad de regenerarse a partir de cada uno de sus fragmentos,
    ya no es un ser vivo lo que tenemos ante nuestros ojos sino un
    grupo de seres
    vivos mutilados que inician inmediatamente su
    reorganización íntima y su reconstrucción.
    El ser vivo es un todo formado por elementos dispares, a los que
    nada predestinaba para el lugar que ocupan; es imposible concebir
    un ser vivo constituido por un bloque homogéneo de
    mármol, de hierro o de
    glucosa. Necesita de una íntima diversidad; el secreto de
    la vida consiste en dar unidad a este conglomerado
    heterogéneo. Sin embargo, la mente humana es capaz de
    convencerse a sí misma que el blanco es negro y viceversa;
    dadas las características de la sociedad moderna,
    las pequeñas diferencias se convierten en
    incompatibilidades insalvables.

    La estructura adaptada calificada por un ser humano
    desempeña la función de
    conservar la especie. La adaptación es aplicable tanto a
    una estructura corporal como a un comportamiento. Para que un
    organismo se adapte tiene que poder
    informarse de aquellos datos del entorno
    que luego la adaptación reproducirá como modelo. Si nos
    referimos a las conductas veremos que desempeñan un
    papel
    importante en capacitar al animal para sobrevivir a los cambios
    ambientales.

    En el campo el gorrión vive y nidifica entre
    setos y árboles. Pero al aumentar la población humana puede que los bosques y
    setos sean talados y reemplazados por ciudades que van
    extendiéndose. El gorrión entonces cambia su
    conducta, nidificando en los aleros y canalones y
    volviéndose en parte párasito del ser humano en
    cuanto al alimento. Puesto que su conducta es adaptable, puede
    hacer frente a los cambios ocurridos en el medio que le
    rodea.

    Estas consideraciones nos llevan a la conclusión
    que el comportamiento es ecólogico. Parece ser que la
    conducta, ese fantástico proceso de la
    vida que permite a los animales responder a los imperativos del
    medio, tiene una base adaptativa. Los animales, para sobrevivir,
    se han visto obligados a poner a punto un sistema nervioso,
    unos órganos de los sentidos y
    unas riquísimas pautas de comportamiento.

    Cual es la forma más sencilla de conducta entre
    los animales? Para eso deberemos observar una ameba. A
    través del microscopio vemos
    cómo se mueve en una forma que aparentemente implica un
    designio preciso. Avanza hacia la derecha, se detiene en forma
    gradual o cambia de dirección. Antes o después encuentra
    alguna partícula: si es comestible, la ingiere; si no lo
    es, la rechaza o, simplemente, se aleja de ella. Vemos
    cómo aumenta de tamaño y como, paulatinamente,
    retrae sus seudópodos y permanece en reposo.
    También será capaz de contraerse, si se la presiona
    en algún punto y se apartará de un lugar demasiado
    frío o caliente. Reacciona asimismo a la corriente
    eléctrica o a las vibraciones. Escapará de una
    luz demasiado intensa o de sustancias químicas que tal vez
    podrían perjudicarla; incluso podremos asistir a su
    reproducción, es decir, a su
    división.

    Las amebas carecen de órganos de los sentidos: no
    tienen ojos, orejas, nariz ni lengua, puesto
    que tampoco poseen nervios ni cerebro; sin
    embargo, describiendo la conducta de la ameba acuden expresiones
    usadas corrientemente en la descripción del comportamiento de animales
    más evolucionados. Todos los movimientos del protozoo
    sugieren la existencia de una incipiente voluntad e incluso de un
    vago aprendizaje.

    Cómo puede tener este comportamiento un organismo
    vivo, si carece de órganos especiales, como el cerebro y los
    nervios? No parece más que una gota de aceite impregnada
    con partículas de arena. La conducta de la ameba se rige
    por conductas innatas de responder con cambios físicos y
    químicos al frío, al calor, a la
    luz intensa, a la oscuridad y siendo tal respuesta positiva o
    negativa. Por lo tanto, en este sencillo organismo, las
    manifestaciones de vida consisten en la expresión casi
    mecánica de las reacciones del organismo a
    los cambios de su ambiente.

    Casi todo lo que hoy se conoce acerca de la herencia del
    comportamiento proviene de estudios en modelos
    animales. Los científicos saben que el comportamiento
    animal, desde el instinto de supervivencia y los rituales de
    apareamiento hasta las conductas inducidas artificialmente en el
    laboratorio,
    están en gran medida bajo control
    genético.

    De este modo, moscas del vinagre, gusanos, ratas,
    ratones y otras criaturas son observadas y manipuladas en los
    laboratorios para que se tornen agresivos, violadores, malos
    padres, adictos a la cocaína y alcohólicos con la
    esperanza de encontrar las claves de la conducta
    humana.

    Si queremos lograr comprender bien las conductas de un
    individuo se deberá efectuar un análisis de sus actitudes y
    motivos. Las actitudes
    influyen en lo que hacemos y en cómo sentimos.
    También determinan cómo observamos, puesto que la
    actitud de un
    observador indica claramente lo que éste percibe y lo que
    no percibe.

    Qué es una actitud y
    qué es un motivo? Una actitud es una predisposición
    que tiene el individuo a responder de un modo dado a cualquier
    objeto o situación. Las actitudes dirigen el sentido de la
    conducta. Pueden, por lo tanto, ser consideradas motivadoras de
    la misma, no porque inicien una acción sino porque
    guían la actividad hacia cierta acción. Las
    actitudes difieren en clase o tipo. Varias actitudes
    crearán en el individuo una predisposición hacia
    diferentes formas de conducta. En cambio, un
    motivo es el factor que inicia un movimiento del
    cuerpo o que sostiene o cambia el curso de un
    comportamiento.

    Toda forma de conducta, sea simple o compleja, es una
    reacción a los motivos. Estos pueden ser simples, como el
    sonido
    producido por la aguja del fonógrafo, cuando tropieza con
    un surco rayado del disco que gira, o complejos como el sonido de una
    sinfonía grabada en un compact disk,

    Los motivos proceden tanto de las partes vivientes como
    de las inanimadas del ambiente y son
    de naturaleza
    física o química: la luz, el
    calor, el
    sonido y la presión
    son algunas de las fuentes
    físicas de motivos comunes a la mayoría de los
    medios
    ambientes. La luz del sol, por ejemplo, puede ser reflejada por
    un ser viviente, produciendo una imagen en el ojo
    de otro que la observa o producir un efecto más sencillo
    haciendo únicamente que el animal se aparte de ella o se
    acerque, como cuando un insecto va hacia la sombra que le ofrece
    una piedra.

    Para los seres humanos la luz es una importante fuente
    de motivo, ya que el sentido de la vista es el mejor dotado.
    Somos esencialmente animales "videntes". Si analizamos las
    reacciones de un gentío ante los anuncios luminosos,
    comprobaremos cómo ciertas personas los consideran
    horriblemente antiestéticos, opinando que constituyen una
    nota discordante en la ciudad; para otros significan una
    plácida diversión. Habrá personas que
    pasarán sin mirarlos; otros les echarán un vistazo
    tolerante, pero sin interés,
    mientras que, por último, ciertos individuos se
    detendrán embobados, embargados por una emoción, a
    su vez, de grado variable.

    No sucede lo mismo con todos los otros animales, donde
    es más decisivo la extraordinaria sensibilidad de uno o
    varios de los demás sentidos.

    El ser vivo posee dos vías para adquirir información. Las adaptaciones
    filogenéticas derivan del libre juego de
    mutación y de la selección,
    determinando esta última la dirección de la
    evolución. Las experiencias acumuladas se almacenan en el
    genoma de la especie y se decodifican en el curso de un proceso de
    autodiferenciación. Dentro de estas adaptaciones
    encontramos dos tipos de conductas: la conducta innata que
    comprende la reacción constante al ambiente, el continuo
    juego
    recíproco de reacciones
    químicas dentro del cuerpo y la apreciación del
    mundo a través de los sentidos y la conducta instintiva
    integrada por la búsqueda de alimento, el impulso
    reproductor y el instinto de conservación. La
    búsqueda de alimento actúa desde que nace el animal
    hasta que muere; el impulso reproductor se inicia con la madurez
    sexual, alcanza un grado máximo y disminuye hasta la
    decadencia, en la edad madura. El instinto de conservación
    se halla estrechamente vinculado , tanto en tiempo como en
    intensidad, a la época en que el animal es apto para
    reproducirse. Además, los organismos pueden acumular y
    atesorar experiencias a lo largo de su vida individual. Esto
    puede observarse al cruzarse razas y especies diferentes; si
    tomamos como ejemplo el caso del cerdo y del jabalí o del
    perro y el lobo, observaremos que una parte de los hijos
    hereradán conductas salvajes mientras que los otros
    hereradán conductas domésticas, al mismo tiempo que
    algunos hijos pueden poseer ambas características.

    Si se trata de adaptaciones de la conducta, las
    experiencias se adquieren a través del aprendizaje y se
    almacenan en el sistema nervioso
    central. En estas adaptaciones también encontramos dos
    tipos de conductas: la conducta resultante de la experiencia
    individual que puede dividirse en infancia; un
    período dedicado especialmente a aprender cómo se
    debe vivir; juventud,
    madurez y senectud. Ninguno de estos períodos está
    rígidamente definido; cada uno se desvanece
    imperceptiblemente en los inmediatos. Pueden reconocerse
    distintos tipos de conducta, según las edades de la vida y
    la conducta aprendida de otros individuos, que se basan en los
    factores psíquicos. Lo que varía es la forma de
    aprender. El ser vivo puede acumular experiencias mediante una
    conducta de exploración activa, pero tambien heredar
    experiencias, es decir, ser enseñado. Un aspecto capital del
    comportamiento de los animales es su gran capacidad de
    aprendizaje, puesta de relieve por
    numerosos científicos, mediante experimentos como
    el laberinto y la Skinner box
    (caja de Skinner). En
    este sentido se ha estudiado en profundidad el aprendizaje a
    través de la observación, es decir, la capacidad de un
    individuo para aprender la resolución de un problema
    observando a otro individuo en condiciones de superarlo. Esto ha
    podido demostrarse en diferentes especies, hasta el punto de que
    ha llegado a hablarse de herencia cultural
    tanto entre los primates como entre especies menos evolucionadas
    como el ratón o la rata. Son famosos al respecto los
    primates de Koshima. Se cuentan entre ellos, por ejemplo, una
    hembra joven que descubrió que si lavaba las patatas con
    agua salada
    (agua de mar), tomaban un sabor más agradable.
    Transcurrido cierto tiempo, pudo observarse que aquel
    hábito se difundía como una epidemia en la colonia.
    Sucede algo análogo con las ratas en lo concerniente a la
    técnica de apertura de los caparazones de los bivalvos: en
    efecto, se ha podido demostrar la presencia en esta especie de
    auténticas tradiciones locales en las técnicas
    de fractura de las valvas. También podemos tomar el caso
    de los lobos jóvenes que se entrenan de manera real para
    la lucha, pero entre ellos jamás hay vencedores ni
    vencidos. Sus reglas son diferentes: quien ha ganado en la
    primera vuelta, adopta en la segunda el papel de
    perdedor, incluso si es mucho más fuerte que el
    "vencedor". En caso de una infracción, el lobo adulto que
    controla el juego interviene inmediatamente para mostrar al
    furioso egoísta la "tarjeta roja". Así educan a los
    jóvenes en el comportomiento social de la
    manada.

    Generalmente, se cree que el comportamiento humano debe
    todo su contenido a la conducta aprendida de otros individuos, el
    cual originó la cultura,
    mientras que la conducta animal se basa principalmente en la
    conducta innata, en la conducta instintiva y en la conducta
    resultante de la experiencia individual.

    -Influencia de la
    cultura

    Que es la cultura? Todas
    las conductas adquiridas y modos de vida del ser humano, las
    artes y técnicas
    de hacer y usar objetos materiales,
    el lenguaje,
    las instituciones
    sociales, políticas
    y económicas, las tradiciones éticas y religiosas,
    los conocimientos científicos y humanísticos. Es
    decir, la cultura significa todo lo que la humanidad conoce o
    hace como resultado de haberlo aprendido de otros seres humanos.
    La cultura se adquiere no sólo de los padres, sino de
    todos los seres humanos con los que se entra en contacto directa
    o indirectamente. El mecanismo de transmisión no son las
    células sexuales, sino la
    comunicación directa, oral o gesticular, los libros, la
    prensa,
    radio y
    televisión, el cine y el
    teatro, y, por lo
    general, cualquier medio de comunicación.

    Si todas las radios del mundo y hasta toda la literatura que se relaciona
    con ellas fueran destruidos por algun cataclismo selectivo,
    supongamos un milagro ejecutado por un hombre harto
    de oír el aparato del vecino, las radios aún
    seguirían persistiendo como un elemento dentro de nuestra
    cultura. La expresión pública de este elemento se
    interrupiría temporalmente, pero habría miles de
    individuos que sabrían como construir radios, incluyendo
    los hábitos motores y la
    habilidad necesaria para efectuar ese trabajo. Millones de
    personas recordarían la radio como un
    objeto útil o de diversión y sentirían la
    necesidad de poseerla. En corto tiempo, se pondrían nuevos
    aparatos a la venta,
    construidos sobre la base de aquel conocimiento y
    con el objeto de llenar esa necesidad. De esta manera el saber y
    el poder se
    fueron acumulando, creciendo como una bola de nieve. La cultura
    le permite al ser humano acumular y trasmitir sus experiencias a
    través de las generaciones, algo que no se ha comprobado
    que no realicen los demás animales.

    Cuál es el problema que originó la
    cultura? Para ella no rigen las normas de la
    evolución biológica. Los métodos y
    los objetivos de
    la evolución cultural son muy distintos a los
    biológicos; en este proceso evolutivo se debe contar con
    los grupos
    sociales, el ejercicio del poder, el desarrollo
    tecnológico, el progreso económico, que
    actúan como mecanismos que se superponen a los
    clásicos de la evolución biológica con tal
    fuerza que en
    ocasiones modifican los factores que rigen a
    ésta.

    Un buen ejemplo es el caso de la superpoblación
    de especies, tanto la de animales como la de los seres humanos. A
    los seres vivos les gusta reproducirse, no sólo en un
    sentido figurado sino también en el sentido literal.
    El amor es un
    medio de reproducción y los seres humanos, al igual
    que los animales y las plantas, tienen un fuerte instinto de
    reproducción. Una especie sólo tiene que dejar dos
    descendientes vivos por pareja para que su población se mantenga constante de una
    generación a otra. Y, generalmente, esto es lo que suele
    ocurrir, no porque a los individuos en cuestión les
    preocupe el destino de la especie, sino porque la competencia entre
    individuos y entre especies no suele conceder grandes ventajas a
    ninguno. Es sabido que una pareja de ratones es capaz de
    engendrar una camada de seis crías, cinco o seis veces por
    año. A las seis semanas del alumbramiento, las
    crías están en condiciones de procrear. Si cada una
    de ellas encuentra compañero fuera de la familia y
    se reproduce con éxito,
    una simple pareja lograría tener decenas de miles de
    descendientes anuales. Pero, Por qué el mundo no
    está invadido de ratones? Porque no todos sobreviven. En
    el mundo natural el crecimiento incontrolado no es fórmula
    del éxito
    definitivo. Llevado hasta cierto extremo, crecimiento,
    crecimiento y más crecimiento no puede conducir más
    que a la
    muerte.

    En la actualidad, la población humana consta de
    5.500 millones de habitantes y continúa aumentando a un
    ritmo extraordinario. Un informe de las
    Naciones Unidas
    destaca que la población mundial crece a razón de
    80 millones de personas por año (3 por segundo). En 1999
    habrá 6.000 millones y 9.000 millones dentro de 25
    años. Esta expansión comenzó con la revolución
    científica en los siglos XVI y XVII y ha continuado hasta
    nuestros días, promovida por la Revolución
    Industrial y, más recientemente, por los grandes
    avances realizados en medicina en los
    últimos cien años. De este modo, la
    población humana experimenta un desarrollo suicida,
    considerando nuestra incapacidad de mantener la armonía en
    un mundo superpoblado con los recursos
    físicos y biológicos básicos de nuestro
    planeta. Nos estamos enfrentando a un problema que no
    existiría si no fuéramos seres culturales
    además de biológicos. Mientras que nuestra cultura
    nos ha proporcionado el control de la
    mortalidad, nuestra biología sigue
    conservando la tendencia a tener un gran número de
    descendientes en previsión de una alta mortalidad que hoy
    se logra evitar en la mayoría de los casos. Para tener la
    seguridad de que
    sobrevivirían al menos dos descendientes, habría
    que tener seis o siete hijos.

    Cuando no existía un control de la natalidad,
    cada pareja podía tener, teóricamente, unos veinte
    hijos, aunque en la práctica se tenían de seis a
    diez hijos. Esta elevada natalidad era adaptativa para nuestros
    antepasados, puesto que la mortalidad también era
    altísima. Muchos niños
    morían a causa de los partos, mala lactancia,
    pésimas condiciones sanitarías o enfermedades.

    Si nuestra cultura no reacciona a la amenaza de la
    superpoblación o si su reacción es inadecuada, es
    posible que nuestra biología realice
    el trabajo por
    nosotros, tal vez ya lo está haciendo.

    Las poblaciones de animales se adaptan al nivel de sus
    recursos
    alimentario (u otros factores limitantes) mediante varios
    mecanismos biológicos innatos, no simplemente respecto a
    la muerte por
    hambre o sed; estos mecanismos se ponen en juego en respuesta a
    señales de hacinamiento incipiente antes de darse la grave
    escasez de recursos. Las señales toman la forma de la
    percepción de algún factor por parte
    del animal en su medio ambiente
    y disparan los mecanismos fisiológicos que reducen la
    fertilidad o bien disminuyen la tasa de supervivencia de los
    fetos o de los recién nacidos.

    Tales mecanismos existen probablemente en las
    poblaciones humanas. Se ha comprobado en varios casos que los
    abortos y la mortalidad infantil están asociados a
    presiones que actúan sobre la madre durante el embarazo, o
    quizá con anterioridad a éste. Las condiciones
    más desfavorables conllevan esterilidad o partos de hijos
    muertos. Si los hijos sobreviven se producen distintos tipos de
    daños a los jóvenes que reducen sus probabilidades
    de vida. En una época más primitiva, habrían
    desembocado probablemente en su muerte. La
    desnutrición, el hacinamiento o la
    tensión de la guerra parecen
    afectar el aprendizaje,
    el vigor y la
    motivación de los jóvenes. Uno de los
    resultados más sorprendentes de la presión
    demográfica es un aumento de la irritabilidad y la
    intolerancia, de modo que los hijos de corta edad (al igual que
    las esposas) pueden ser maltratados, a veces hasta la muerte.
    Algunos de los problemas que
    advertimos entre los adolecentes posiblemente sean también
    una respuesta a la tensión a la cual somos impotentes para
    poner freno.

    Los costos de la
    cultura han sido altos, nos han llevado a un suicidio
    ecológico generalizado, a las armas nucleares,
    a la
    globalización de las economías de crecimiento
    ilimitado, a la pérdida del sentido más allá
    del mero consumismo, a la pérdida de la comunidad y la
    conexión con otras personas y a la pérdida de un
    sano sentido de inserción en el resto del mundo
    natural.

    Así es como el aumento de la expectativa de vida
    disminuyó la necesidad de proteger al grupo familiar
    y aumentó el individualismo. Estás
    características favorecieron la priorización de la
    satisfacción de los deseos personales en lugar de los
    deberes y las obligaciones
    comunitarias. Es importante entender que el contexto
    político y socioeconómico modernos fomentan el
    individualismo y el egoísmo.

    Si analizamos a la familia,
    observaríamos que desde los primeros humanos, los
    individuos se mantenían unidos mediante una red de deudas,
    responsabilidades y deberes mutuos. Cazar y recolectar en
    grupos eran
    actividades que habían comenzado a fomentar obligaciones,
    entre machos, entre hembras y entre grupos de
    familias.

    El macho adolescente comenzaba a darse cuenta que
    tenía ciertos deberes. Tenía que explorar con otros
    machos e informar de lo que observaba, tenía que llevarle
    carne a su madre y mostrarse respetuoso y leal con el
    compañero de su madre. Una joven tenía que cuidar
    de sus hermanos menores y de los hijos de otras hembras cuando
    estás salían con su madre a recolectar,
    tenían el deber de llevar carne a sus hermanos y a los
    machos más viejos y de hacer cestos y bolsas para llevar
    al hombro a los niños,
    en su tiempo libre. La hembra que estaba en pareja, debía
    compartir la carne, los vegetales, el cuidado de los niños
    y la actividad sexual con su compañero y él
    debía compartir con ella. Las hembras adultas se
    sentían obligadas a proteger los hijos de otras, a
    compartir sus conocimientos y a ayudarse mutuamente en el
    campamento. Los machos adultos debían proteger al grupo,
    proporcionar carne, dirigir la cacería y orientar al grupo
    cuando se movilizaban.

    Así, dentro de cada grupo social, los individuos
    comenzaban a comportarse según formas prescritas, conforme
    a relaciones catégoricas como padre, madre, hijo, hija,
    tío, tía, esposa, marido. De esta forma, la familia se
    convierte en un gupo económico basado en la
    división sexual del trabajo.

    En los tiempos que corren muchas mujeres representan los
    dos papeles, causando una anomia, que es la incongruencia de las
    normas
    sociales. Por un lado, existe un empuje económico e
    ideológico que impulsa a las mujeres a salir de su hogar
    y, por el otro, un ambiente proclive a que sigan cuidando de sus
    hijos y de su casa. Estos impulsos encontrados descolocan al
    hombre en su rol ancestral y perturban su percepción
    de la nueva realidad por la rapidez de los cambios. A la mujer le es
    más fácil entrar en el mundo de los hombres que a
    la inversa.

    Del choque que se produce por esta yuxtaposición
    surge la crisis de
    valores que,
    inevitablemente, conduce a desestructuraciones sociales y
    comportamientos sin normas, como la envidia, la ansiedad, la
    depresión, la adicción y la violencia.

    Si tomamos como ejemplo a la depresión,
    veremos que uno de los padres puede mirar a su hijo sin
    esperenzas o tocarlo sin calidez. Cada vez que se deprime, una
    madre puede no salir de la cama durante varios días; un
    padre puede sumergirse en la
    televisión noche tras noche. A través de
    conductas repetidas que sugieren sentimientos de vacío,
    desamparo o desesperanza, un padre -sin darse cuenta- trasmite
    subrepticiamente su depresión a su hijo. De esta manera,
    el dolor de la depresión se perpetúa a
    través de generaciones.

    Los científicos señalan que ninguna
    especie cuida tanto tiempo a sus crías como nosotros,
    pero, de paso, remarca que casi todos los animales lo hacen y, a
    menudo con mayor practicidad. Lo más importante es que
    esten limpitos, decían al parecer nuestras abuelas. Pues
    bien, una de las primeras atenciones que reciben los mamíferos es la de la limpieza que, en
    algunas especies puede llegar a increíble minucia. Las
    monas escudriñan y palpan cada centímetro de
    piel de sus
    hijos para eliminar toda partícula indeseable: tanto en un
    pequeño parasito como una mota de suciedad o una escama,
    lo cual les sirve también para identificar mejor a sus
    bebes.

    Las madres animales no pueden glorificar verbalmente la
    papita o la comidita pero su preocupación por fortalecer a
    las crías es simplemente ejemplar. Lo mismo que los padres
    dan frecuentes muestras de altruismo. En muchos mamíferos es corriente el amamantar hijos
    ajenos o el aceptar "padrastros" para resolver problemas de
    alimentación de cachorros huerfanos. Pero
    tanto entre los camaleones como entre los koalas un grupo
    familiar significa garantía de tener bocado y no ser
    bocado para otros.

    Entre las aves esto
    puede insumir mas de cien largos viajes por
    día desde el lugar de abastecimiento hasta el nido. En los
    intervalos el conyuge que ha permanecido en espera puede tener
    que afrontar terribles batallas. Y a veces no solo se trata de
    tener alimento sino de prepararlo: el training para el vuelo y la
    natación
    puede comenzar desde la dieta. Las grandes aves
    acuáticas, antes de dar comida a sus polluelos la
    predigieren. Si es un pez lo convertirán antes en su
    propio organismo en una virtual sopa de pescado. Algo bastante
    distinto que poner una hamburguesa en el "microondas".
    Las gaviotas argenteas tienen en el pico una senal roja que "se
    enciende" solamente cuando llegan al nido con comida. Sirve para
    que los pichones no picoteen al divino boton a padres de momento
    indigentes.

    Los elefantes usan sus misteriosos "radares" para hallar
    agua para sus crías. Marchan con ellas por los desiertos
    hasta localizar -nadie entiende como- fuentes bajo
    tierra que su
    instinto o memoría detectan. Tampoco para las osas rige
    aquello de que los hijos son una carga pesada. Ellas tienen un
    sistema de
    transporte
    peculiar: los cachorros viajan con la cabeza metida en la boca de
    la madre y el cuerpo colgando de las temibles fauces a medio
    abrir. Nunca hay un error de calculo ni un tropezón de la
    mamá que descabece a un osezno. Curiosamente, ciertos
    peces bocones
    también asumen el mismo riesgo con sus
    alevinos. Son metodos de traslado no tan distintos de los que
    usan otros animales. Una leona y una rata aferran con igual
    suavidad en sus mandíbulas el cuello del hijo. De
    allí, esa tierna y confiada regresión que hace que
    los gatos se inmovilicen docilmente al ser izados por la
    cerviz.

    No pocos son los animales que acarrean a sus
    crías sobre el lomo: lo hacen tanto los temibles
    escorpiones como ciertas variedades de ranas. Otros, los llevan
    colgando de la cola o en una bolsa como los marsupiales, pero
    nunca hay accidentes. Ni
    siquiera entre los monos: van simplemente aferrados al pelaje de
    madres que no les ahorran las piruetas más locas. Cuando
    ya sueltos ellos intenten las suyas, les curvaran las ramas a
    favor y hasta les ofrecerán su propio cuerpo como puente
    de una a otra.

    No se trata de abandonarlos ni de sobreprotegerlos, sino
    de educarlos, es otro lugar común que expresa un proposito
    más accesible para un padre manatí o hamster, que
    para los seres humanos. Hay que predicar con el ejemplo, es una
    joya más del codigo
    inefable que nos ha sido legado y que transgredimos
    cotidianamente. No viene mal recordar que los animales en
    realidad no educan. Simplemente, hacen que los pequeños
    imiten. Que los acompañen y busquen comida o agua, se
    escondan o huyan, segun vean actuar al padre o madre "modelo". Esta
    enseñanza directa no excluye el castigo
    cuando la actividad del pequeño lo pone en peligro a
    él o al grupo. En esos casos, hay dureza pero no
    descontrol y jamás ensañamiento.

    Pasan cosas lindas en una familia, es una
    expresión de no muy antiguo lanzamiento que ya suele
    connotar irónicamente. Sin embargo, esa ambivalencia no
    funcionaría en el caso de nuestros vecinos de distintas
    especies. Entre ellos también hay buenos y malos momentos,
    pero no dudas sobre la familia. Es muy probable que entre los
    animales no existan estos deberes y obligaciones, pero si existen
    de padres a hijos. Las crías son los que unen a los
    padres, al menos entre los animales.

    Cuánta ambición descontrolada,
    cuánta apetencia de poseer bienes
    materiales,
    qué pasión obcecada por alcanzar riquezas, poder!
    Nos hemos apartado tanto de la Naturaleza que lo
    natural nos parece extraño. Tenemos que llegar al
    convencimiento de que somos lo que realmente somos: parte de la
    estructura intrincada y equilibrada del mundo natural y no un
    simple conquistador que somete la naturaleza a su antojo,
    explotando meramente su riqueza.

    No hay escapatoria para nuestra interdependencia con la
    naturaleza; estamos entretejidos con la urdimbre más
    estrecha con la Tierra, el mar, el aire, las estaciones, los
    animales y todos los frutos de ella. Lo que afecta a uno afecta a
    todos; somos parte de un todo mayor: el cuerpo del planeta.
    Debemos amar y respetar su expresión múltiple, si
    queremos sobrevivir.

    Podemos tomar como ejemplo el caso de las grandes
    metrópolis. Las ciudades se han transformado en lugares
    completamente artificiales en donde las personas se amontonan de
    un modo increíble y en donde uno puede pasarse la vida sin
    pisar la tierra o sin sentarse bajo un árbol. No hace
    falta expresar que la ciudad es extraña para una criatura
    que ha evolucionado biológicamente, que vive, respira y
    transpira.

    Esto se debe a que el Homo sapiens vive cada vez
    más ajeno a las realidades primitivas: las rocas, el agua, el
    viento, los animales y las plantas. El problema es el hecho de
    que nos hemos rodeado de productos cada
    vez más extraños a nuestra propia creatividad.
    Debido a una tecnología cada vez
    más sofisticada, los seres humanos se están
    rodeando de un número creciente de elementos
    extraños. Nos despertamos por la mañana, accionamos
    un interruptor y de algún modo se enciende una luz,
    tiramos de la cadena y cae el agua,
    hacemos girar una llave y el coche arranca. Tanto en las
    cuestiones importantes como en nuestra vida cotidiana hemos ido
    haciéndonos cada vez más dependientes de cosas que
    sólo comprendemos vagamente. Al estar desvinculados de las
    cosas que hemos producido, nuestro comportamiento de unión
    con el mundo ha quedado gravemente dañado.

    Lo cierto es que nuestras ciudades padecen graves
    problemas entre la disparidad existente entre nuestras creaciones
    culturales y nuestras necesidades biológicas. Estos
    problemas se pueden resumir en: la explosión
    demográfica, falta de saneamiento urbano, falta de
    espacios verdes, medios de
    transportes inadecuados, contaminación
    del suelo, aire y aguas, pobreza, basura
    domiciliaria y residuos tóxicos, entre muchos
    otros.

    Si tomamos en cuenta la
    contaminación de aguas veremos que la mayor parte del
    agua que consumimos proviene de los mismos ríos o lagos en
    los que son vertidos los desechos industriales y domiciliarios.
    El agua potable que sale de la canilla requiere de un proceso muy
    caro y cada vez más complicado. Pareciera ser que en las
    ciudades siempre se pensó al agua como algo negativo, como
    algo inexistente, como el patio de atrás de la
    metrópolis.

    Hace 3 mil años las personas que habitaban el
    valle del Indo construían sus ciudades de acuerdo con un
    modelo regular en el que se preveian las alcantarillas y los
    desagues.

    Los romanos construyeron muchas ciudades de acuerdo con
    un modelo semejante, con un foro central, que era el lugar de
    reunión, cerca del que se encontraban los baños
    públicos y demás edificios.

    Después de la caída del Imperio Romano,
    los pueblos se fueron desarrollando cerca de las formaciones
    naturales. El planeamiento se
    relacionaba principalmente con la defensa de la ciudad. A medida
    que crecía la población, éstas se
    superpoblaban. Prácticamente no se preveían los
    sistemas de
    suministros de aguas ni los desagues. Por lo mismo, comenzaron a
    tener problemas con diferentes plagas.

    En el siglo XIX, con el nacimiento de la Revolución
    Industrial, sólo había cincuenta ciudades en
    todo el mundo con más de 100 mil habitantes. En 1985 ya
    había más de 1500 que tenían más de
    un millón de habitantes. Esto se debía a que la
    mayor innovación que trajo la Revolución
    Industrial fue las fábricas. Las casas se aglomeraban
    alrededor de ellas y se encontraban expuestas al hollín y
    al humo de las chimeneas. Las comodidades eran mínimas
    para la supervivencia humana.

    En la actualidad, las ciudades tienen que cumplir con
    funciones
    religiosas, intelectuales, militares, administrativas,
    turísticas, comerciales, industriales, sanitarias y
    deportivas.

    En las ciudades abundan las situaciones en las que se da
    un exceso de motivos -imágenes,
    olores, ruidos- insistentes, cambiantes y perturbadores que
    bombardean nuestros sentidos. Es probable que muchos de nosotros
    no nos hayamos dado cuenta del verdadero daño que ocasiona
    en nuestro sistema nervioso
    la diversidad de formas, colores y
    combinaciones de todo lo que diariamente incorporamos mediante
    nuestra retina. Observar un edificio de departamentos es
    impactante, peor aun si le agregamos los carteles publicitarios,
    los semáforos, los cables, los caños, los toldos,
    los pasacalles, los adornos, las vidrieras y los distintos tipos
    de luces con diferente intensidad. Como mariposas atraídas
    por la luz de la vela, nos sentimos atraídos por esos
    motivos. Estos factores producen cambios en las conductas como
    insomio, ansiedad e irritabilidad.

    Las características de las ciudades, su
    tamaño, su ruido, su
    constante ajetreo y su impersonalidad hacen complicadas las
    relaciones personales. Una persona se
    encuentra cada día con cientos de miles de semejantes casi
    todos desconocidos. Incluso cuando se hacen las presentaciones en
    una reunión social de amigos, la inmensa mayoría de
    los invitados tiene dificultades para recordar los nombres, a
    causa de que normalmente están tensos y
    preocupados.

    Uno de los modos de aliviar estos conflictos es
    mantener a los demás fuera de nuestra envoltura
    protectora. De hecho, es imposible conocer a todas las personas
    que se nos cruzan en las calles de la gran ciudad. No podemos
    saludar personalmente a todos los pasajeros de un colectivo
    lleno. No podemos abrirnos a la humanidad que florece en torno a nosotros,
    que rompe sobre nosotros como el mar sobre la roca. No podemos
    reaccionar de la manera profundamente humana para la cual nos
    había preparado la evolución biológica.
    Tenemos que mantener la distancia entre nosotros y los
    demás como un mecanismo de defensa, producto de la
    necesidad que nos ayuda a conservar el equilibrio de
    la conducta en un mundo inestable y caótico. Es por esta
    razón que nos rodeamos de una coraza de indiferencia,
    eludiendo silenciosamente a nuestros semejantes y evitando
    cuidadosamente reconocerlos como seres humanos. En cierto
    sentido, el ciudadano no es responsable de su conducta. Se ve
    obligado a actuar de ese modo por el carácter
    insano y agobiante de su entorno artificial.

    Es posible que ésta sea una observación trivial, pero de algún
    modo muy significativa. Todos los días nos encontramos con
    extraños y no sólo en la calle sino también
    en los abarrotados medios de transporte y
    en nuestras relaciones
    laborales y comerciales. Si visitáramos un pueblo que
    conservara su cultura primitiva en uno de los rincones del globo
    adonde aún no ha llegado la cultura moderna, la gente se
    mostraría asustada, agresiva o tremendamente interesada,
    pero nunca indiferente hacia nosotros.

    La Naturaleza ofrece a los seres vivos toda una gama de
    oportunidades para satisfacer sus necesidades: alimentarse,
    cobijarse, echar raíces, invernar. Sin embargo, una
    especie -animal o vegetal- nunca agota todas las posibilidades;
    sucede que a lo largo de la evolución cada especie se ha
    amoldado a determinadas condiciones de su medio ambiente. La
    especialización resultante está dirigida con tal
    exactitud a las particularidades del entorno, que cada una de las
    especies encaja perfectamente en un papel determinado por la
    Naturaleza. Podemos poner como ejemplo que en el ambiente natural
    los seres vivos, en algún momento de su vida, -si no
    siempre- necesitan un hogar, debido a que existen pocos lugares
    en nuestro planeta que tengan un clima tan
    benévolo y uniforme sin la necesidad de buscar un
    refugio.

    Los castores, antes de hacerlo, estudian bien la
    configuración del terreno, seleccionan un punto en el
    arroyo y empiezan a construir su dique. Para empezar, clavan
    estacas verticales en el lecho del río, luego ponen palos
    delgados atravesados y grandes cantos rodados para que se hundan;
    recogen barro de las orillas y lo amontonan en la construcción para unir las estacas, las
    hojas y los cantos rodados para darle consistencia al conjunto.
    Si se acaban los árboles
    adecuados en las cercanías, hacen canales hasta el arroyo
    y hacen bajar los troncos flotando desde más lejos. En las
    orillas del embalse o en una de las pequeñas islas que
    pueden formarse en su interior construyen su alojamiento: una
    gran cúpula de estacas, palos, ramas, juncos y barro, en
    cuyo interior se halla la cámara donde viven.

    El mantenimiento
    del dique requiere la atención constante de sus propietarios. Si
    llueve intensamente, deben agrandar los desagues para que el agua
    escape antes de reventar la presa. Y cuando deja de llover,
    pueden tener que reconstruirlos para evitar que el nivel del
    embalse baje demasiado y deje al descubierto la entrada de la
    vivienda. Muchas de estas construcciones duran décadas, si
    no siglos y las usan varias generaciones de castores.

    Entre los seres vivos el encuentro de dos animales
    produce un conflicto
    inmediato, sobre todo si se trata de un encuentro inesperado. La
    mayoría de los seres vivos han desarrollado diferentes
    medios para reducir este conflicto y
    para impedir alteraciones indebidas de su comportamiento normal.
    Cuando existe una asociación entre los individuos es
    conveniente indicarlo; por eso mismo se saludan los
    amigos.

    Muchos animales se saludan e intercambian señales
    de contacto destinadas a tranquilizar a los subordinados y
    apaciguar a los dominantes. Una bandada de gorriones al igual que
    una muchedumbre hace bastante ruido. Cada
    gorrión emite periódicamente un breve chillido que
    informa a los demás de su presencia y contribuye a
    mantener la distancia ideal entre los individuos. Es probable que
    sirva también para reducir la agresividad entre ellos
    informándoles de que todos son integrantes del grupo.
    Entre las ardillas y los perritos de las praderas, los
    extraños se olfatean la cara en una curiosa ceremonia de
    bienvenida. Los delfines
    parlotean entre ellos casi constantemente y los chimpancés
    extienden las manos.

    Dadas las desventajas que tiene la vida en la ciudad:
    por qué existe tanta gente que quiere vivir en ella? En la
    mayoría de los casos la razón no es una
    elección consciente, sino la búsqueda de un
    empleo, las
    comodidades y los factores económicos. También
    puede ser que uno haya nacido en la ciudad porque sus padres se
    instalaron allí, atraídos por algunas de estas
    ventajas.

    Vemos que todo organismo se halla en un equilibrio
    inestable, en el sentido de que, si bien tiende a mantener un
    equilibrio, éste no puede ser estático, total ni
    definitivo. El organismo tiende a mantener dicho equilibrio o a
    recuperarlo -si lo ha perdido- y las modificaciones que en
    él se producen para lograr dicha finalidad constituyen el
    comportamiento.

    De aquí se deduce que la conducta es funcional,
    es decir que todo comportamiento tiene una finalidad: la de
    revolver tensiones. Significa que el comportamiento implica
    siempre conflicto o ambivalencia. Estas conductas son tanto
    más trasmisibles, cuanto más sencillas son y
    más ligadas están al cuerpo y, tanto menos
    trasmisibles, cuanto más complejas y ligadas al
    aprendizaje.

    -Válvula de
    escape

    Si analizamos los conflictos,
    veremos que los animales de muchísimas especies combaten a
    sus semejantes y el hombre no es ninguna excepción, por el
    contrario, su historia es una mezcla de
    acciones violentas y apaciguadoras. Se debe señalar que el
    nivel de los conflictos depende de las condiciones ambientales:
    del biotopo, de la presión depredadora, del tipo de
    alimentación, de la propia dinámica de la población. Los
    animales y los seres humanos resuelven los conflictos a
    través de las siguientes conductas.

    1. Ritualización de la disputa: Animal: la
    instigación precede a la lucha y ésta se desarrolla
    como una especie de torneo. En casos extremos no se llegan a
    medir las fuerzas. Estudios comparados muestran que de ordinario
    los torneos derivan de las luchas agresivas.

    Hombre: similar a la existente entre los
    animales, pero filogenética y cultural al mismo tiempo.
    Las ritualizaciones filogenéticas determinan el
    comportamiento expresivo (amenaza) y desempeñan un gran
    papel en el conflicto intragrupal. Las normas culturales
    controlan el uso de las armas. Aplicable
    tanto al conflicto intragrupal como al intergrupal, aunque la
    ritualización del primero (la guerra) ha
    progresado menos. Las agresiones verbalizadas sustituyen la lucha
    corporal.

    2. Actitudes de sumisión: Animal: permite
    al perdedor finalizar el combate desconectando las señales
    que lo han provocado. Según el principio de la
    antítesis se pone
    en práctica la conducta contraria a la instigación,
    por ejemplo, el empequeñecimiento; los vertebrados
    superiores suelen emitir al mismo tiempo apelaciones al contacto
    que revisten básicamente la forma de señales
    infantiles.

    Hombre: desarrollados en parte de manera innata
    (enfadarse, llorar) y en parte producto de la
    cultura (rendirse). Las apelaciones pueden ser verbalizadas. La
    interrupción del contacto apartándose, abandonando
    temporalmente el grupo y rechazando el diálogo
    implican, por un lado, presagios claramente agresivos, y por el
    otro, contribuyen a evitar conflictos merced al simultáneo
    distanciamiento.

    3. Conclusión de la pelea por
    intervención de terceros: Animal:
    se observa en
    mamíferos superiores: individuos de rango elevado
    intimidan con amenazas a los contendientes. En algunas especies
    también los apaciguan recurriendo a rituales "amistosos"
    (saludo), que transforman el estado de
    ánimo activando sistemas de
    estímulos antagónicos a la
    agresión.

    Hombre: se observa en conflictos intragrupales y
    tambien en los intergrupales.

    4. Mediante la creación de una
    jerarquía social: Animal:
    la conducta de un miembro
    del grupo se torna predecible para todos los demás dentro
    del contexto social. Esto impide sin duda muchas
    fricciones.

    Hombre: la jerarquía desempeña en
    el mundo humano un papel similar al que ejerce entre los
    mamíferos sociales. Con frecuencia la agresividad se
    proyecta sobre chivos expiatorios o sobre minorías
    reforzando así la cohesión del grupo.

    5. Los comportamientos pacificadores y generadores de
    vínculos: Animal:
    los mamíferos sociales
    disponen de un repertorio de pautas de conducta que favorecen el
    contacto amistoso, derivadas en su
    mayoría del conjunto de señales madre-hijo; algunas
    proceden también de señales sexuales femeninas.
    Apaciguan y crean o fortalecen la vinculación amistosa
    entre los miembros del grupo.

    Hombre: similar a las existentes entre los
    animales, la ritualización cultural adopta la forma de
    apelaciones verbalizadas que en el fondo siguen siendo
    infantilismos verbalizados o acciones de socorro.

    6. Evitación de provocaciones: Animal: se
    pueden evitar los conflictos eludiendo las provocaciones o
    disimulando dentro del grupo las señales que desencadenan
    el combate.

    Hombre: similar a la de los animales es el ajuste
    de las condiciones de propiedad
    mediante el reparto.

    7. Restricción de la agresión:
    Animal:
    mediante el desarrollo de normas que impiden que un
    tercero perturbe la unión entre dos miembros del grupo;
    mediante el rapto o atracción del cónyuge de o la
    cría. También es posible evitar el
    conflicto.

    Hombre: similar al de los animales, las
    costumbres-válvula permiten desahogar la agresividad, sin
    que esto traiga consecuencias nocivas para el grupo. El
    nombramiento de una autoridad que
    administre justicia
    presupone el desarrollo de un estado de derecho
    que esconde las agresiones.

    Hasta aquí compartimos con los animales las
    adaptaciones filogenéticas referidas a los conflictos. Sin
    embargo, algunas de estas conductas han desaparecido o se
    encuentran bajo el manto de la cultura. Las próximas
    conductas son exclusivamente culturales y por lo tanto se pueden
    observar únicamente en el Homo sapiens como las formas de
    evitar o suprimir los conflictos basadas sobre el fenómeno
    de la ritualización cultural, mediante la
    verbalización. Esto es aplicable tanto a las luchas
    ritualizadas como a esa infinidad de costumbres que fortalecen un
    vínculo como es la educación
    conciente, la creación de un derecho civil o
    el esfuerzo por integrarse en grupos más amplios
    trascendiendo, el grupo familiar. He aquí algunos
    ejemplos.

    1. Se intenta frenar los conflictos intergrupales
      estableciendo vínculos matrimoniales:
      El
      parentesco por vía matrimonial salva las fronteras que
      separan los grupos. Es también uno de los métodos para mantener abiertos los
      canales de comunicación e integrar los grupos en
      unidades más amplias.
    2. Mantener abiertas las posibilidades de
      contacto,
      incluso entre las facciones enemistadas,
      mediante fiestas o permitiendo a determinadas personas
      moverse sin peligro como mediadores entre los bandos
      enemistados. Instituciones como la Cruz Roja o la ONU
      desempeñan la misma función en un estadio
      superior de civilización.
    3. Despertar la conciencia
      humanitaria y la integración política y económica
      son
      otras vías para prevenir los conflictos intergrupales.
      Aquí se utilizan los
      valores previamente desarrollados dentro de la familia,
      es decir se amplia el "ethos familiar". Se debe que incluir
      también la educación que implica el rechazo
      consciente de modelos agresivos.

    Las actidudes de valentía y coraje son
    directamente opuestas al impulso básico de huir del
    peligro. Los siguientes pares de palabras representan
    antagonismos semejantes a: odio-amor,
    malestar-gusto, egoísmo-altruismo,
    tristeza-alegría, dolor-placer, agresión-
    sumisión.

    Si tomamos como ejemplo la agresión veremos que
    el peor competidor de un animal es su semejante. Come lo mismo y
    precisa los mismos lugares para dormir y para criar, todo ello
    disponible sólo en cantidad limitada. Por lo tanto, la
    prosperidad de las poblaciones animales implica una distribución de sus miembros para evitar la
    superpoblación del territorio.

    Tanto en los animales como en el hombre la
    agresión conduce a la delimitación territorial de
    los grupos y a la formación de un orden jerárquico.
    Este tipo de agresión ha favorecido la difusión de
    los seres humanos por la Tierra. Cuando un pueblo más
    agresivo en la técnica del armamento arrinconaba a otro,
    el más debil se batía en retirada.

    La agresión del territorio no es el único
    tipo de agresión que existe. Podemos nombrar
    también la agresión de captura , contra otros
    enemigos depredadores y a la agresión
    psíquica.

    Analizando la agresión en el ser humano -desde
    una perspectiva psíquica–, podemos tomar como ejemplo la
    familiar, desde el punto de vista individual que es el primer
    paso y consiste en descubrir qué efecto posee sobre las
    emociones de
    un niño; es probable que las pautas establecidas durante
    la infancia se
    repitan durante toda la vida adulta en condiciones de
    súbita tensión.

    Se ha comprobado que la agresión es una de las
    conductas más destructivas en el niño, debido al
    estado de
    dependencia del niño ya que la agresión puede
    volcarse libremente contra las figuras familiares que la
    inspiran; este tipo de agresión es necesariamente oculta y
    aún el propio sujeto que agrede carece de conciencia con
    respecto al sentimiento que alienta.

    Si la intensidad sobrepasa cierto punto el efecto
    inmediato será una intensificación gradual de la
    aprehensión del niño y un sentimiento de suspicacia
    cada vez más intenso con respecto al mundo exterior,
    explicación fundamental de la disposición del
    niño a ver fantasmas en todos los rincones oscuros, ya que
    espera un ataque misterioso porque sus propios impulsos agresivos
    están frustrados y disimulados. Al inhibirse se
    desmoraliza y padece un sentimiento de culpa. En ocasiones se
    comporta como si él mismo fuera un animal peligroso, un
    monstruo.

    Mientras los seres humanos no logren entender las causas
    biológicas de los conflictos jamás
    encontrarán una solución a su violencia
    innata. Unicamente podrán esconder los conflictos bajo el
    manto de la cultura que lamentablemente cobre todas
    las actividades del Homo sapiens.

    -Orígenes de
    la personalidad

    En una posición intemedia se encuentra ese grupo
    de conductas que dependen de nuestra constitución física y mental, los
    cuales forman la
    personalidad, que pueden nombrarse como: la envidia, la
    melancolía, la inseguridad,
    la ansiedad, la depresión, la adicción, la
    violencia, la anomía, la frustración, la
    obseción, el aburrimiento, la mentira, el antagonismo, el
    retraimiento, la insensibilidad, la fidelidad, el optimismo, el
    igualitarismo, la tolerancia, la
    deslealtad, el pesimismo y la neurosis.

    Se expresa con frecuencia que estas conductas en el Homo
    sapiens no son innatas, sino aprendidas, imbuidas con la cultura.
    Los biológos evolucionistas, que estudian el
    comportamiento de los animales, y los genetistas no opinan lo
    mismo. Para ellos, en estás conductas existen una
    tendencia filogenética trasmitida hereditariamente. La
    cultura no hace más que repetir la evolución
    biológica, como un paso más en la espiral
    evolutiva.

    Si tomamos en cuenta a la mentira, veremos que
    está forma parte inexplicable de la personalidad
    del Homo sapiens, sirve de catalizador social y ayuda a la
    formación intelectual del niño desde los primeros
    estadios de su desarrollo, claro que es una estrategia
    evolutiva no exclusiva de los hombres.

    En un momento determinado del desarrollo infantil, el
    niño se da cuenta de que la sinceridad puede ser
    perjudicial. Por ejemplo, es mejor quedarse callado cuando la
    madre pregunta quién ha roto el jarrón de
    porcelana. Según algunas teorías
    psicoanalistas, la primera mentira del chico, si tiene
    éxito, marca la
    experiencia inicial de que sus padres no lo saben todo y de que
    él es una persona con
    voluntad individual capaz de resolver las cosas. Así es
    como las habilidades humanas fundamentales como la independencia,
    el talento intelectual o la capacidad de planear un futuro,
    pueden ser empleadas por el niño, entre otras cosas para
    mentir, por lo que el engaño es un resultado natural del
    desarrollo intelectual del menor. Si un chico no recibiera esas
    habilidades, no maduraría.

    Imagínense un mundo en el que nunca
    pudiéramos mentir. Un mundo en el que fuera imposible
    disimular un error delante de nuestros jefes, magnificar nuestras
    virtudes ante la persona amada, buscar excusas para justificar un
    olvido, recurrir al eufemismo, obviar calificativos que sabemos
    son dañinos para el prójimo, mantener un secreto,
    eludir las comprometedoras preguntas de los hijos… Un mundo, en
    fin, en el que todos dijéramos realmente lo que pensamos
    de los demás.

    La mentira tiene mil caras. Sólo piense en la
    cantidad de formas distintas que podemos llegar a utilzar durante
    el día: exageración, confabulación, invento,
    verdad a medias, fabulación, desinformación,
    distorsión, falsificación, cuento,
    fraude, mala
    interpretación, manipulación, evasión,
    simulación, subterfugio,
    tergiversación, perfidia, coartada, confusión,
    camuflaje… La lista podría ser interminable.

    Parece ser que la mentira está mucho más
    presente en nuestra conducta de lo que pensamos. Para los
    biológos evolucionistas presentar información falsa
    es una estrategia
    natural más de la
    comunicación. Los científicos consideran que la
    mentira en el mundo animal es instintiva y puede dividirse en
    cuatro categorías.

    1. Apariencia: Cambios evolutivos involuntarios
      que modifican el aspecto externos de los organismos. Por
      ejemplo, las mariposas que cambian de color para
      confundirse con el entorno.
    2. Simulación: Algunas aves, por
      ejemplo, simulan tener rota un ala para librarse del
      depredador. Se trata de engaños involuntarios, peros
      sus efectos no son permanentes y requeiren de un
      estímulo exterior.
    3. Engaño voluntario: En este caso, el
      animal sabe que puede optar por el engaño o no y elige
      mentir. Es el ejemplo de algunos perror que fingen estar
      heridos o tristes para llamar la atención.
    4. Engaño premeditado: Es el nivel
      superior de mentira animal. Se trata de embustes que tienen
      un fin no egoísta. Por ejemplo, advertir a un
      individuo de la misma especie o de otra de un
      peligro.

    La presencia de un cerebro y un sistema nervioso le da a
    los animales la posibilidad para reaccionar a estímulos
    externos para desarrollar hábitos y asociaciones. Estas
    cualidades parecen variar un poco según los individuos y
    las especies. De esta forma algunas personas son por su constitución más inteligentes que
    otras, tienen percepciones más precisas, desarrollan
    hábitos más faciles y rápidamente o son
    más nerviosas y excitables. Estas diferencias son
    probablemente genéticas.

    La personalidad
    del individuo se edifica en base a las interrelaciones que se
    establecen entre los factores genéticos y los ambientales.
    Los unos se edifican sobre los otros. Sin embargo, en los seres
    humanos todos estos comportamientos toman sus rasgos de la
    cultura: las películas, los libros,
    los medios de
    comunicación, la familia y el entorno
    cultural.

    Nuestra cultura de la violencia se ve reflejada
    cotidianamente. Se trabaja violentamente y se busca la
    diversión agresiva. El tecnificado hombre de hoy busca
    diversiones presididas por la agitación y el
    ruido.

    A los niños actuales nunca se les dice que no y
    en ese consentimiento creen que siempre pueden ir más
    allá, hasta satisfacer todos sus deseos. El odio infantil
    se genera en el ambiente que los rodea, la familia en la que se
    crían o en el barrio insalubre en el que tienen que
    desarrollar su convivencia.

    Así, la agresividad del hombre aumenta porque
    vive excitado, a veces enajenado, bajo los efectos de una
    constante irritación. La sociedad lo
    obliga, como en ningún otro momento de la historia, a competir con
    saña para no convertirse en un marginado.

    Estas conductas coincide con el de toda la sociedad, en
    la que rige un alto coeficiente de deteriodo social y en donde el
    ser humano es un objeto descartable.

    La conducta sólo puede ser comprendida en
    función de un contexto. Para poder comprender y controlar
    el comportamiento de un animal debemos considerar todos los
    motivos externos e internos, todas las actitudes latentes y otras
    formas de organización en el individuo. La reacción
    orgánica puede considarse como una disposición a
    una acción. Le sirve también de guía hacia
    su objetivo
    puesto que le ayuda a mantenerse en el curso de su conducta hasta
    que se produce una respuesta final. Esta disposición a
    actuar no sólo sirve de agente cooperador de los
    músculos del esqueleto para ejecutar la conducta
    intencional, sino también sirve para controlar el
    funcionamiento de los músculos lisos y de las
    glándulas. El organismo responde como un solo
    ente.

    -El filamento de la
    vida

    Cuando una industria crea
    otra similar a ella, por ejemplo una fábrica de chocolate
    funda otra fábrica de chocolate se precisa una enorme
    cantidad de órdenes determinadas, dadas a los arquitectos,
    a los albañiles, a todo tipo de proveedores.
    En definitiva, órdenes, puesto que deben obtenerse
    permisos y lograrse créditos bancarios, algo que en realidad no
    son órdenes sino instrucciones. Estas instrucciones son
    llevadas a cabo por un código
    que, en la naturaleza, debe cumplir con dos funciones: Por un
    lado tiene que estar constituido de tal modo que el grupo de
    moléculas por el dirigido pudiese lograr energía y
    materia del
    entorno e incorporarlas al organimos. Por el otro, que produzca
    la división, ya que cada uno de los nuevos individuos
    aparecidos debe disponer de estas instrucciones para ser completo
    y poder reproducirse a su vez. Este aspecto es llevado a cabo por
    los genes, fragmentos de ADN que conforman
    cada organismo. También le debemos buena parte de nuestras
    conductas. Cuando nos arrebata el amor o el
    odio, el altruísmo o el egoísmo, éste
    filamento tiene su importancia. Es importante entender que los
    genes sólo fabrican proteínas
    y nos dictan comportamientos. De éstos se encarga el
    cerebro. Ahora bien, una mutación genética
    puede alterar la conducta.

    Que es el ADN? Es un
    filamento que se organiza formando cromosomas. Esta
    extensa molécula tiene forma helicoidal que elaboran
    moléculas en cada espiral y parejas de moléculas
    eslabonadas entre sí, desde una hélice a la otra,
    produciendo una estructura muy semejante a la de una escalera de
    caracol. Cada bloque de construcción del ADN recibe el
    nombre de nucleotido. Existen cuatro tipos distintos de ellos, de
    acuerdo a sus diferentes bases nitrogenadas: la adenina (A), la
    guanina (G), la citosina (C) y la timina (T). Esta última
    se sustituye por el uracilo (U) en los virus de ARN. Del
    orden en que estén colacadas en los peldaños de la
    escalera enrollada del ADN depende todo, desde que los humanos
    tengamos uñas hasta que los árboles queden
    desnudos. Como la vida no solo nace, sino que tiene que
    mantenerse y desarrollarse, para lo cual necesita energía.
    Todos la obtienen mediante el mismo mecanismo. Es cierto que los
    combustibles son diferentes: en los animales proviene de la
    alimentación, mientras que los en vegetales la toman del
    sol. Cualquiera sea la fuente, en todos los organismos acaba por
    convertirse en la misma molécula: el adenosín
    trifosfato (ATP), molécula formada por una base (adenina),
    un azúcar
    (ribosa) y tres grupos de fosfatos. La rotura del enlace entre
    dos unidades de fosfato libera energía, utilizada para
    fines muy diferentes. Una planta como la Symplocarpus que nace
    bajo la nieve la transforma en calor para derretir el hielo. Un
    animal como el pez linterna la transforma en luz mediante unas
    bacterias
    bioluminiscentes que tiene bajo sus ojos. Un mamífero como
    el ser humano la utiliza para contraer sus músculos. El
    ADN dará origen a un proceso de metabolismo
    rudimentario que va a provocar las funciones de
    autoconservación, autorreproducción y
    autorregulación que originan la vida.

    Los antepasados de los animales, hace 500 millones de
    años, eran criaturas con forma de gusanos que
    vivían en el fondo marino; entre sus descendientes podemos
    incluir los erizos de mar, tiburones, cocodrilos, aves, perros y al
    mismísimo ser humano.

    La evolución es el proceso de cambio de los
    seres vivos en el curso de las generaciones. El proceso evolutivo
    implica un cambio gradual, tanto en el genotipo como en el
    fenotipo de los organismos.

    El genotipo son los cambios que se producen en su
    dotación genética;
    por ejemplo las familias guardan a menudo características
    distintivas que han sido transmitidas de abuelos a padres y de
    padres a hijos. Algunos de estos cambios, como el grupo
    sanguíneo, se deben a la asociación de un solo gen,
    pero la mayoría son resultado de los efectos combinados de
    varios genes. El color de la
    piel o de los
    ojos, la longitud de las extremidades son producto de formas
    alternadas de un gen. Pero si genes "modificadores"
    también se hallan presentes, el gen original se altera
    para producir una de sus muchas modificaciones. Cuando intentamos
    apreciar las diferencias en la conducta nos enfrentamos con un
    problema mucho más difícil de tratar. Esto se debe
    a que la mayor parte de la conducta heredada es propablemente el
    resultado de la acción conjunta de varios genes y no uno
    solo. Si tomamos como ejemplo la espontaneidad, veremos que
    está es la caraterística más importante de
    la vida: el ser vivo actúa por sí mismo y para
    sí mismo, con vistas a perfeccionar o salvaguardar su
    unidad. Cuando el ser humano realiza un acto voluntario,
    después de haber reflexionado y sin que opere una causa
    exterior a nosotros, ese acto es espontáneo. La
    espontaneidad no se destruye por una excitación exterior
    de la que no depende el acto realizado. El estrépito del
    despertador es la causa de que nos despertemos, pero el hecho de
    que nos levantemos inmediatamente no depende para nada de
    él.

    Este comportamiento podrá observarse si ejercemos
    sobre un ser vivo (animal) una acción que tienda a
    destruirlo o a disminuirlo, la reacción se hace más
    clara y se puede distinguir fácilmente en ella el efecto
    motivo. Una quemadura de algo no viviente afectará
    únicamente de manera indirecta a las partes que no entran
    en contacto con el hierro
    candente. Gracias a la espontaneidad, el ser vivo conciente o
    inconscientemente, intentará alejarse de la
    quemazón.

    El mejor medio de discernir la espontaneidad del ser
    vivo será dañándolo; en lugar de
    espontaneidad, la biología habla de irritabilidad. El ser
    vivo es irritable porque es espontáneo y es en la
    irritabilidad donde aparece con nitidez la espontaneidad. La
    irritabilidad es propia del ser vivo, ya que supone unidad y
    dinamismo, al mismo tiempo que una cierta conciencia de sí
    y de la utilidad de la
    fuga.

    El fenotipo son los cambios en sus caracteres aparentes,
    tanto morfológicos como fisiológicos y de
    comportamiento. Utilizaremos el siguiente ejemplo: si una persona
    obesa y una persona delgada, de la misma edad e igual estado
    general de salud
    naufragan en el Atlántico Sur, la obesa tendría
    mejores probabilidades de volver a tierra firme. Existen dos
    razones para ello: por un lado, que la grasa es un
    magnífico aislante del frío, como lo atestiguan el
    cuerpo de las ballenas, focas y el de los propios obesos, y, por
    ser la grasa más ligera que el agua, la ayudaría a
    mantenerse a flote.

    Dentro de las conductas podemos tomar como ejemplo el
    caso de las conductas entre hermanos, la tendencia a la pobreza, las
    enfermedades
    maníaco depresivas, el alcoholismo,
    la religión,
    el rubor, el dolor, el placer, etc. Las claves biológicas
    y psicológicas de la sorprendente diversidad de
    comportamientos humanos constituyen uno de los asuntos más
    espinosos que le queda por resolver a la ciencia
    moderna.

    Psicológos, psiquiatras y biológos
    evolucionistas han comprobado que el orden en el que nacemos
    dentro de la familia tiene muchima importancia. Entre sus
    conclusiones se destaca que los primogénitos tienden a ser
    conservadores y autoritarios; los que continuan muestran una
    mayor apertura de mente, rebeldía y propensión a
    enrolarse en causas historícas radicales.

    Pedro García es un ingeniero aeronáutico
    de 35 años de edad. Está casado y tiene dos
    niñas preciosas. Quienes lo conocen aseguran que es una
    persona tranquila, sensata, hogareña y fiel a su esposa y
    amigos. Su pasión, aparte de la lectura y
    los trenes eléctricos, es disfrutar con sus hijas del poco
    tiempo libre que le deja su trabajo.

    Pablo es el hermano menor de Pedro, arquitecto de
    profesión. Se define como una persona extrovertida,
    despistada y noctámbula. Jamás ha podido mantener
    una relación estable con una mujer, aunque el
    sexo femenino
    siempre ha estado presente en su vida. Los viajes a
    países exóticos y los coches deportivos son sus
    pasatiempos preferidos.

    Esto sucede porque la
    personalidad de los primogénitos refleja su
    posición familiar. Acostumbrados a capturar desde el
    principio de sus vidas toda la atención parental, los
    primogénitos desean conservar a toda costa sus
    privilegios. Ante el advenimiento de los usurpadores tienden a
    identificarse con los padres. Los hijos que llegan después
    del primero son más cooperativos y populares además
    de mostrar una inclinación marcada por las nuevas
    experiencias y por las actividades altruistas.

    Si Pedro fuera un campañol de la pradera -roedor
    parecido a un ratón, que vive en galerías
    subterráneas- y Pablo fuese un campañol de
    montaña, los científicos podrían explicar,
    en parte, por qué estos hermanos muestran caracteres tan
    dispares.

    Los campañoles de la pradera, que habitan las
    tierras bajas del medio oeste de Estados Unidos,
    son monógamos y colman de atenciones a la prole.
    Generalmente, las parejas de roedores reúnen varias
    camadas en guarderías comunitarias para una mejor
    atención.

    Por el contrario, los campañoles de la
    montaña son promiscuos, ariscos y poco sociables. Viven en
    madrigueras individuales y los pequeños abandonan el hogar
    paterno con una premura inusual.

    Recientemente se ha descubierto que las notables
    diferencias en el comportamiento familiar de estas dos especies
    de campañol podrían deberse a un gen.

    Si nos referimos exclusivamente a la personalidad, se
    han encontrado cinco elementos determinantes que se heredan
    genéticamente.

    1. Extraversión-Introversión:
      Orientación de la persona hacia el mundo externo o
      interno . El extravertido es sociable, optimista y amigo de las
      bromas, mientras que el introvertido se muestra
      tranquilo, aislado y pesimista.
    2. Neurosis-Estabilidad emocional: Los individuos
      neuróticos en alto grado son emocionalmente inestables e
      irritables. La estabilidad emocional equivale a sosiego y
      tranquilidad de ánimo, aunque puede transformarse en
      indiferencia y frialdad afectiva.
    3. Autoritarismo-Escrupulosidad: Los autoritarios
      suelen ser impulsivos, irresponsables, descuidados e
      informales. Los escrupulosos son organizados, responsables,
      prácticos y serios.
    4. Agresión-Amabilidad: Las personas con
      un alto grado de agresividad tienen un carácter
      frío, peleador y son rencorosas y poco amistosas. Por su
      parte, los individuos agradables son simpáticos,
      cálidos, nobles y nada rencorosas.
    5. Independencia-Dependencia: La gente
      independiente tiene un pensamiento
      predominantemente analítico, crítico y abstracto.
      En cambio, los dependientes poseen un tipo de pensamiento
      global, concreto y
      sintético.

    Se puede notar que los hijos heredan de la personalidad
    de uno de los padres bastante más que de su aprendizaje;
    esta transmisión de la información va mucho
    más lejos de lo evidente: una simple perturbación
    en el contacto padres-cría tiene efectos que se pueden
    observar; varias generaciones después!

    Aparentemente la evolución es el cambio que
    experimenta el fenotipo con el paso de las generaciones. Pero el
    cambio fenotípico no tiene consecuencias evolutivas a no
    ser que esté sustentando en un cambio genotipico, dado que
    sólo el genotipo es transmitido a las generaciones
    siguientes. Los caractéres adquiridos no se heredan. En
    sentido estricto, la evolución es el cambio
    genotípico y la historia de la evolución se
    determina por la secuencia de éstos que han existido a
    través del tiempo.

    La diferencia entre genotipo y fenotipo puede formularse
    como una dicotomía entre información y
    conformación. El genotipo de la información es la
    serie de instrucciones que se transmiten de una generación
    a la otra. El fenotipo de la conformación o
    configuración es el que hace realidad el proyecto general
    genético en un conjunto dado por circunstancias
    ambientales. Al formular tal diferencia en términos de
    información frente a la conformación, se pone de
    manifiesto una propiedad muy
    importante del genotipo: no sólo transmite
    información ontogenética, sino que almacena
    información evolutiva; contiene las instrucciones que
    dirigen el desarrollo del individuo, pero también contiene
    un registro de su
    historia evolutiva. La conformación del organismo refleja
    asimismo su historia pasada, si bien este reflejo queda
    enmascarado por las interacciones con el medio ambiente y no
    admite una cuantificación precisa. Por el contrario, la
    información contenida en él no se ve afectada por
    las interacciones del desarrollo porque es fácilmente
    cuantificable y permite comparar incluso organismo muy
    diversos.

    El genotipo impone los límites,
    pero concede cierto margen. Esto es un hecho muy importante. El
    individuo no queda determinado hereditariamente hasta en sus
    más íntimos detalles, sino que se le permite un
    margen de variabilidad. De esta forma puede adaptarse
    ciñéndose individualmente a las condiciones de su
    entorno particular.

    Surge aquí la pregunta: son las modificaciones
    hereritarias? Por ser modificaciones individuales de los
    organismos a su entorno no son hereritarias. Este es el caso de
    los chinos que durante cientos de años han vendado los
    pies de sus hijas para impedir su crecimiento, causando
    deformación; sin embargo, las niñas chinas han
    seguido naciendo con los pies normales. Lo mismo sucede con las
    conductas. Si uno de los padres no se sintió seguro cuando
    niño y se volvió receloso y desconfiado de los
    demás, temeroso de conductas simples como volar o manejar
    un auto o incapaz de relajarse o dormir adecuadamente, su hijo
    probablemente sea susceptible a este mismo tipo de ansiedad. Una
    mujer de mucho
    éxito en su trabajo como guionista de películas
    tenía tan internalizado el miedo a la vida que
    padecía su madre que constantemente pensaba en los
    inminentes desastres que se producirían por cualquier
    decisión que pudiera tomar. Carecía de toda
    espontaneidad y sentía terror ante los riesgos
    más pequeños. Llegó a desarrollar
    intrincadas conductas perfeccionistas para mantener a raya a la
    conducta aprendida. Y su propia autoestima
    continuó siendo algo inaccesible hasta que pudo reconocer
    su enojo por las imperfecciones de su madre. Estas conductas son
    sólo adquirida por medio del aprendizaje entre los seres
    humanos.

    Así como los caracteres morfológicos,
    fisiológicos y de comportamiento de los organismos vivos
    son heredables, merced a la estabilidad del medio ambiente
    durante su desarrollo, los de la cultura también son
    heredables por aprendizaje. Se pueden imitar, plagiar o
    enseñar.

    En cambio las mutaciones en combinación con el
    fenómeno de la selección
    natural permite la adaptación de toda la especie y se
    transmiten hereditariamente.

    La diversidad es un hecho característico del
    mundo viviente. La fuente de esa diversidad es el proceso
    evolutivo; no avanza hacia un determinado lugar sino que trabaja
    de una manera oportunista, buscando siempre un equilibrio
    perfecto entre los seres vivos y su ambiente. Esta tendencia se
    ha desarrollado mediante las continuas apariciones de mutuaciones
    que son escogidas por la seleción natural.

    Los principales factores evolutivos se basan en las
    mutaciones y las correspondientes recombinaciones, las
    elección natural, la interrupción o el aislamiento
    del flujo genético y la deriva genética. Las
    mutaciones cromosómicas y genéticas son la base de
    un continuo cambio del patrimonio
    genético. Este intercambio permite una adaptación
    activa de los seres vivos al medio en los cuales se desarrollan,
    lo que constituye -a lo largo del tiempo- el proceso
    evolutivo.

    Si bien la evolución cultural, no es en absoluto
    evolución en el sentido biológico, es, sin duda,
    análoga en su mecanismo. Podemos heredar las conductas
    adquiridas de nuestros antepasados. En otros tiempos, la trigonometría era el remate de la educación
    universitaria en matemática; hoy día, la trigonometría ya se enseña en la
    escuela y es un
    requisito previo para el acceso a la universidad.
    Culturalmente, hemos heredado el saber adquirido de
    otros.

    A que llamamos mutación? Es un cambio de uno o
    más de los cuatro nucleotidos que constituyen los
    eslabones del ADN. Un cambio en un eslabón significa un
    cambio en una letra del mensaje del ADN. El ARN mensajero copiado
    de este ADN, también presentará dicho cambio y lo
    leerá de manera diferente a la maquinaria de formar
    proteínas. El resultado será una proteína
    alterada, un eslabón de la cadena -un aminoácido-
    que será distinto y consecuentemente cambiará la
    función de la proteína.

    Las mutaciones presentan una característica muy
    importante: son copiadas como se copia el ADN. Antes de la
    división celular, una enzima copia el ADN, nucleotido por
    nucleotido, hasta que se origina una copia completamente nueva de
    los genes, de modo que la mutación en el ADN se
    copiará a menudo, se perpetuará el error y se
    propagará a todas las siguientes generaciones de
    células que contengan aquel ADN. Las mutaciones de un gen
    determinado afectan generalmente a un conjunto de caracteres -el
    color de los ojos- pero es imposible predecir como será el
    nuevo gen que surja a partir de la mutación. A partir de
    un gen original pueden darse varias mutaciones con cierta
    frecuencia, que se mantiene constante para cada una.

    El caso más significativo de una mutación
    es el de la Biston Betularia. Este pequeño insecto que
    vive en extensas zonas de Gran Bretaña, donde es conocida
    por la mariposa del abedul. Normalmente y durante siglos tuvo un
    color blanquecino salpicado de pequeñas manchas oscuras
    que le servía como camuflaje cuando se posaba en la clara
    corteza del abedul. Esporádicamente y debido a ciertas
    mutaciones aparecían algunas de estas mariposas de color
    negro; extrañamente pronto desaparecían ya que su
    color las hacía destacar sobre los árboles,
    convitiéndolas en fáciles presas para algunos
    pájaros que se alimentaban de ellas.

    La llegada de la Era Industrial cambió la
    situación. El humo del carbón recubrió la
    corteza de los abedules; en estas circunstancias, eran las
    mariposas blancas las que se destacaban sobre ellos, mientras que
    las oscuras pasaban prácticamente inadvertidas. En pocos
    años, casi todas las poblaciones de mariposas del abedul
    eran de color negro, ya que por selección natural era este
    tipo el que mejor podía sobrevivir, mientras que el
    número de mariposas blancas descendió de modo
    espectacular.

    Las medidas anticontaminación y la progresiva
    sustitución del carbón han devuelto al medio rural
    británico su antiguo carácter; de nuevo los
    investigadores pueden comprobar como la situación ha
    cambiado y en las poblaciones de Biston betularia vuelve a
    predominar su característico color blanco, quedando
    reducida la población de mariposas negras a una
    proporción similar a la que existía, cuando
    comenzó la Era Industrial y se produjo el anterior proceso
    de adaptación.

    Una mutación en la conducta es el caso de los
    leopardos en época de reproducción. En las zonas
    tropicales de Africa y la
    India el
    acoplamiento y el parto pueden
    producirse en cualquier época del año. En cambio,
    en aquellos países donde las estaciones están
    más diferenciadas la reproducción es claramente
    estacional; en Manchuria y en el Extremo Oriente ruso, el
    período de cortejo se inicia en enero o
    febrero.

    En las conductas aprendidas de otros observamos que al
    igual que los materiales génicos, la cultura
    también es mutable, a veces provocada por errores, aunque
    también debido a descubrimientos, inventos o
    planificaciones deliberadas. Por ejemplo: El amor ha
    cambiado a lo largo de toda la evolución
    humana, generación tras generación. En la
    actualidad las mujeres busca sobre todo un reconocimiento aunque
    más no sea mediante la autoestima, ya
    que a través de ella suelen tomar conciencia de la estima
    que se tienen de sí mismas. Exigen derechos a ser reconocidas,
    a ser queridas, a tener seguridad, a
    gozar de compañía. De este modo buscan
    desarrollarse como personas.

    Si se tuviera la oportunidad de viajar a través
    del tiempo y nos pudiéramos trasladar a la época de
    nuestros abuelos veríamos que sus historias amorosas
    sonarían más a leyenda que a realidad. La frase de
    cabecera de nuestras abuelas sería "me dio un beso
    recién a los quince días de casarnos". En esa
    época reinaba la idea del amor eterno y sin condiciones.
    El romanticismo
    de aquella época reflejó ideas tales como "sin ti
    no soy nada" o "tú eres mis ojos y mi razón de
    vivir". El individuo se subordinaba a la familia. Por aquel
    entonces el sexo era
    patrimonio de
    los hombres, que (como aún se los escucha comentar)
    sabían distinguir entre el sexo y el amor. Con el paso del
    tiempo, los jóvenes de ambos sexos se rebelaron contra
    aquellas costumbres hipócritas.

    Se debe buscar las causas de este comportamiento en la
    cultura. Cuando no estamos haciendo el amor solemos estar
    preparándonos para hacerlo. Hombres y mujeres compran ropa
    para atraer al otro sexo, coches para impresionarles, alimentos para
    provocarlos y un sinfin de servicios
    ofrecen sexo cotidianamente.

    Podemos estar seguros que las
    mutaciones por sí solas producirían un tremendo
    caos de formas vivientes. Las mutaciones, los entrecruzamientos,
    las recombinaciones y la deriva genética se limitan a
    suministrar materiales produciendo una serie de variaciones
    genéticas sin orden ni propósito, movidos por el
    azar. Pero ni una sola de las innumerables formas que los seres
    vivos construyen a partir de este material puede pasar a formar
    parte del proceso de evolución sin ser previamente
    controlada: la selección natural examina, prueba, filtra y
    favorece o rechaza. Incansablemente somete a todas las formas
    antiguas y nuevas a un continuo "examen de aptitud",
    "calificándolas" según la ley impuesta por
    el medio ambiente. A largo plazo, la selección natural no
    deja absolutamente nada librado al azar. La selección
    natural se encarga de establecer las prioridades y de ordenar y
    organizar todo ese proceso que se denomina
    "evolución".

    Los cambios y la función éstan
    subordinados a cambios genéticos; la evolución
    biológica tiene lugar porque el material hereritario, el
    ADN, puede cambiar de generación en generación. Los
    genes son segmentos de ADN, unidades de información que
    interactuando con las condiciones ambientales determinan
    cómo serán los organismos haciendo que un ser
    humano se parezca a sus progenitores y que tenga aun menos
    similitudes con una rana o una ballena. Los genes son como
    pequeños paquetes de información heredada y cada
    uno de ellos gobierna un rasgo particular de un
    organismo.

    Como dice la consigna contra el racismo: "somos
    iguales, somos diferente". Esta frase aplicada a la vida en la
    tierra significa que la naturaleza ha encontrado la cuadratura
    del círculo; es capaz de combinar muy pocos elementos
    consiguiendo una gigantesta diversidad.

    -Evolución
    biológica y del comportamiento

    El código
    de instrucciones de todos los seres vivientes es por consiguiente
    un filamento más o menos largo del que parten determinados
    efectos e instrucciones. Tiene dos funciones: construir la
    estructura corporal y provocar su duplicación para poder
    multiplicarse. Le debemos también buena parte de nuestra
    parte psíquica. Cuando nos arrebata el amor o el odio, la
    alegría o la tristeza, el egoísmo o el
    altruísmo, así como las bases del aprendizaje, este
    filamento es, en última instancia, el responsable no
    sólo del "ajuste grueso" de lo genético sino
    también del "ajuste fino" de la conducta.

    Al principio de la evolución, que tuvo sus
    orígenes en el mar, se fueron acumulando compuestos
    orgánicos denominados aminoácidos, base de la
    formación de las moléculas de proteína. Se
    considera que estas moléculas combinadas fueron
    reuniéndose hasta formar otras de gran tamaño y
    más complejas: polisacaridos, lípidos,
    ácidos
    nucléicos. Estos últimos fueron la clave de la
    vida. En este mar primigenio existía suficiente material
    de construcción. Los símbolos activos de la
    estructura simplemente lo atraparon y construyeron con el cuerpos
    vivientes. Más tarde, cuando este material de
    construcción comenzó a escasear, los organismos
    debían estar construidos de tal modo que pudiesen obtener
    ese material de construcción, compuesto de energía
    y materia.
    Aquellos que lo consiguieron se reprodujeron; los demás
    desaparecieron. Sólo lo apto podía reproducirse.
    Los filamentos se hicieron más largos y las estructuras
    que formaban aumentaron de tamaño, complegidad, eficacia y
    variación.

    Poco a poco fue apareciendo la célula
    que sería el producto de la asociación
    simbiótica de entidades autónomas que
    compartirían un ambiente en común y
    contribuirían a mantener en el tiempo ese medio protector
    y nutritivo, una unidad de vida mucho más organizada y
    cuyo mecanismo de division sería más familiar.
    Estas células se autoduplicaban libremente, igual que las
    formas vivientes más simples. En esta época, todo
    lo vivo era sexualmente neutro y se multiplicaba por segmentación. También en los seres
    pluricelulares funcionaba este sistema de reproducción. Si
    a una hidra o polipo hidrozoo le cortamos un tentáculo, de
    la herida surgirán varios. Y también del miembro
    seccionado nacerá un animal completo. Las células
    se organizan para formar organismos. Una bacteria o una levadura
    es un organismo, pues la única célula que posee es
    capaz de realizar todas las funciones de la vida. Pero muchos
    otros organismos, los pluricelulares, están formados por
    gran cantidad de células: el cuerpo humano,
    por ejemplo, consta de 60 billones. Las células de los
    organismos multicelulares están organizadas en grupos que
    trabajan coordinadamente y desempeñan funciones
    especializadas, recibiendo el nombre de órganos. Todo
    cuerpo es una comunidad de
    órganos -cerebro, corazón,
    pulmones, hígado, riñones, músculos,
    huesos, piel y
    glándulas endocrinas- que actúan conjuntamente en
    una armonía finamente regulada.

    Cada uno de los órganos está formado por
    numerosos grupos de células, con sus rasgos peculiares.
    Las células cerebrales, largas y filamentosas, se dedican
    a la conducción de estímulos eléctricos; las
    células epiteliales, flexibles y elásticas, actuan
    como una cubierta protectora; las células óseas
    acumulan a su alrededor fosfato de calcio para adquirir rigidez.
    Como las abejas obreras o las hormigas soldado a las
    células especializadas se les confía la
    realización de un número limitado de funciones en
    servicio de un
    todo mayor.

    Cuando la célula
    se divide, también lo hace el código
    genético de instrucciones, por lo cual éste se
    mantiene inalterado. El material genético no sólo
    construye estructuras
    celulares sino que forma asimismo materiales que bloquean partes
    de su propio sistema de instrucciones. En las células del
    hígado están activas solo aquellas partes del
    código genético que son necesarias para la producción de células
    hepáticas. En la célula muscular están
    activas sólo aquellas que son necesaria para la
    formación y el mantenimiento
    de los músculos.

    Todo ser vivo, desde el más simple al más
    complicado, ha estado o está constituido por una sola
    célula capaz de dividirse para producir más copias
    de sí misma. En esta afirmación se incluye a los
    seres vivos superiores formados por muchas células, que
    deben fabricar células simples (óvulos y
    espermatozoides) cuando han de realizar copias de sí
    mismas. La mayor diferencia entre las células de los
    distintos organismos se encuentra en el código de
    intrucciones que contienen y que instruye a su maquinaria interna
    para realizar una bacteria, un mosquito, una rana o un
    hombre.

    Dentro del propio código genético
    encontramos unas sustancias inhibidoras, llamadas "represoras",
    que sirven para imponerse a sí mismo límites.
    Este avance posibilitó su adaptación estructural a
    diferentes funciones. Solo de este modo pudieron surgir las
    colonias celulares con división del trabajo: peces,
    crustáceos, marmotas, chimpancés y seres
    humanos.

    El mecanismo de reproducción del organismo
    unicelular no cambió en absoluto. En el cuerpo
    pluricelular sólo algunas de las células se
    encargan de la función reproductora, formando nuevas
    colonias en las que los "represores" se ocupan de que unas
    determinadas células formen el pulmón, los
    músculos o el cerebro.

    De todos modos la cosa no es tan sencilla. Primero, las
    células germinales deben estar bien provistas de
    energía y materia para poder generar de esta manera nuevas
    colonias. Segundo, este proceso no debe ser pertubado por el
    entorno. Con un desarrollo carente de meta alguna, como es la
    evolución, se llevaron a la práctica todas las
    posibilidades imaginables: células germinales que, dotadas
    de su correspondiente material de construcción, son
    lanzadas al agua y dejadas a su propia suerte. Células
    germinales que crean en el cuerpo de la madre un individuo nuevo
    que un día se separa de ella. Células germinales
    que llevan a cabo su labor en el interior del cuerpo materno, del
    que el descendiente desarrollado sale a través de un
    orificio al mundo exterior y alcanzando su vida independiente.
    Células germinales que forman primero una larva, capaz ya
    de alimentarse por sí misma y que luego, poco a poco,
    generalmente recorriendo innumerables estadios intermedios,
    adopta una forma completamente distinta. Cuando ha atesorado
    suficiente materia y energía se transforma en pupa y,
    protegida dentro del capullo, hace una completa revisión
    de las sustancias inhibidoras del código genético,
    apareciendo una forma completamente nueva. Los códigos de
    instrucciones contenidos en las células de la oruga y en
    las de la mariposa que surge de ella son exactamente los mismos,
    pero las sustancias inhibidoras han cambiado, por lo que cada
    célula ha recibido instrucciones nuevas.

    La evolución del huevo que conducirá
    irremediablemente al ser humano, es una célula germinal
    dotada de una cantidad importante de material constructivo y de
    combustible en forma de vitelo y provista para su
    protección de una cubierta dura. La multiplicación
    de huevos está extendida de modo universal en todos los
    descendientes actuales de formas primitivas de animales, como los
    gusanos. Cabe suponer que nuestros antepasados primitivos
    llegaron rápidamente a esta forma de
    reproducción.

    La célula germinal, dotada de todo lo necesario,
    es lanzada bien empaquetada o simplemente dejada a su suerte.
    Dichos huevos son un alimento concentrado de alto valor
    nutritivo, muy bien recibido por otros animales. Por
    consiguiente, el proceso sólo será eficaz si se
    producen y se diseminan grandes cantidades de esos huevos. Si su
    número es del orden de los 100 mil siempre queda la
    posibilidad de que 100 o 200 no resulten devorados y a partir de
    cada uno de ellos pueda desarrollarse un individuo apto para la
    vida. Claro que sería mejor si la tasa de pérdidas
    fuera más reducida, ya que los individuos jóvenes
    recién nacidos son presa fácil y su número
    experimenta un nuevo descenso antes de llegar a ser lo
    suficientemente grandes como para poder generar ellos mismos
    descendencia; qué variaciones tuvieron que producirse en
    el material genético para que el proceso de la
    reproducción diese lugar a una gran cantidad de
    células germinales empaquetadas en huevos, que pudiesen
    llevar a cabo sin ser perturbadas su difícil y paciente
    labor de construcción? La respuesta la hayaremos en los
    códigos correspondientes a su conducta. Si un animal vive
    es gracias a su comportamiento, que es el medio por el cual se
    adapta a los acontecimientos acaecidos en su ambiente. Esta
    adaptación le permite realizar sus actividades vitales,
    tales como la búsqueda de alimento, el apareamiento y la
    reproducción. Así mismo lo especializa para evitar
    los extremos climatológicos en su medio ambiente y para
    seleccionar las condiciones más favorables dentro de la
    gama que se halla a su disposición.

    Si los huevos se esconden durante la puesta en un lugar
    seguro de tal
    modo que los ladrones no puedan olerlos o encontrarlos, supone
    una ventaja indiscutible. Esto significa en la práctica
    que el código genético tuvo que desarrollarse de
    tal manera que las células del cerebro dieron
    instrucciones que conduzcan a un comportamiento muy determinado.
    El código de instrucciones contenido en el núcleo
    de la célula construye una nueva serie de instrucciones,
    útil no sólo para la puesta de huevos sino
    prácticamente para cualquier actividad con un determinado
    objetivo, en
    especial para la búsqueda de presas y la defensa contra
    los enemigos. Las instrucciones del sistema nervioso
    central son de gran importancia. El código
    genético da lugar a la estructura del cuerpo como
    también es responsable de las formas de comportamiento.
    Mediante diferenciación celular se construye el
    hígado, el pulmón, las escamas y los ojos,
    así mismo los mecanismos de órdenes al cerebro, que
    conducen más tarde a formas de conducta muy determinadas
    en los organismos pluricelulares una vez completados: conducen a
    formas de comportamiento innatas. El animal no las aprende sino
    que es dirigido por las instrucciones procedentes del cerebro que
    al igual que cualquier otro órgano son construidas por las
    laboriosas células.

    Muchos animales cuidan sus huevos. Un ejemplo es el de
    los insectos, el caso del icneumon, que a través de la
    corteza del tronco deposita sus huevos en el interior de una
    larva que vive dentro de la madera, de tal
    modo que los huevos quedan bien protegidos y las larvas
    recién nacidas tienen acceso inmediato a una fuente
    suficiente de alimento, o en el cuidado que tienen las abejas con
    sus crías. Estos modelos de comportamiento innato se
    incluyen en la activad de reproducción y constituyen un
    elemento importante en los movimientos relacionados con la
    busqueda del alimento, en los movimientos de locomoción
    como nadar, caminar o volar y en los comportamientos sociales de
    todos los seres vivos.

    Estos comportamientos orientan a los seres vivos en la
    heterogeneidad de su medio ambiente y determinan la
    dirección según el movimiento
    puesto que lo conducen a un ambiente al cual se halla adaptado y
    en el que puede sobrevivir.

    Los animales llegan al mundo con facultades de
    movimiento innatos. Un pinzón recién salido del
    cascarón sabe abrir el pico estirando el cuello para pedir
    comida; un polluelo puede picotear granos y un patito logra
    zambullirse y buscar alimento en el fondo cenagoso. Y ese patito
    lo seguirá haciendo aunque lo críe una gallina:
    jamás picoteará los granos, pues ha heredado de sus
    padres la "pauta fija" de filtrar el cieno. Naturalmente lo que
    se hereda no es la pauta de movimiento sino la receta sobre cuya
    base se desarrollan las estructuras y conexiones nerviosas que
    son el fundamento del comportamiento.

    El lenguaje es
    muy parecido frecuentemente en las especies animales de cercano
    parentesco, debido a que se origina por conductas innatas. En los
    vertebrados tienen lugar mediante modelos fijos en el movimiento
    de los músculos respiratorios y laríngeos y de la
    musculatura de sus apararatos auxiliares: en los insectos, por
    movimientos de las alas, extremidades y otros
    órganos.

    Estos comportamientos -repito- no son aprendidos.
    Están regidos por instrucciones de las células del
    cerebro que el código genético construye de igual
    modo que las restantes células del cuerpo de un icneumon,
    una abeja, un anade real, un vertebrado y hasta en el
    mismísimo hombre.

    En el hombre los modelos de conducta innata son
    extremadamente importantes. Ejemplo: la sonrisa y otros
    movimientos mímicos de la cara y en las "voces" tales como
    la risa y el llanto. Los niños ciegos de nacimiento saben
    sonreír, lo que demuestra que el elemento más
    importante de la sonrisa no lo aprende por imitación. El
    individuo ríe y llora con forma característica.
    Muchas de las pautas de comportamiento humano se van
    desarrollando poco a poco, a través del crecimiento y es
    difícil precisar qué se perfeccionó o
    qué ya estaba programado de antemano.

    Entre las conductas innatas podemos nombrar a: la
    deglución, la eyaculación, la realización de
    movimientos de amenaza estereotipados ante un enemigo, la
    tristeza, la agresión. Un buen ejemplo de un
    comportamiento innato es la prevención de peligros y
    enemigos: los actos de protección más sencillos
    pertenecen el sentido de dolor y las reacciones de
    prevención provocadas por el frío, el calor o por
    elementos que caracterizan situaciones de peligro. Puede
    mencionarse reacciones de distintas formas ante diferentes tipos
    de aves de rapiña. Las palomas lo hacen ante la presencia
    de un gavilán, volando en forma desorientada, en apretadas
    bandadas, a gran altura, en una huida rápida, a menudo con
    giros. Si por el contrario, las palomas descubren a un
    halcón en actitud de caza, se comportan de manera
    completamente opuesta. No vuelan elevándose, sino que
    permanecen inmóviles y casi rígidas. El
    halcón que se especializa en cazar aves en vuelo, captura
    con facilidad una paloma en el aire, mientras que el
    gavilán, difícilmente pueda alcanzar una paloma que
    ha logrado suficiente ventaja; su técnica de caza es
    aproximarse al amparo de los
    árboles u otros objetos y luego, mediante un rápido
    asalto, sorprender a la presa en vuelo o en el mismo momento de
    la partida.

    Si trasladamos esta conducta a los seres humanos veremos
    que no se acusa de miedoso al transeúnte que pega un salto
    para esquivar al colectivo que se le viene encima. Aunque damos
    por sobrentendido que un marino debe ser valeroso, no calificamos
    de cobarde al comandante de un destructor que hace virar en
    redondo a su nave para evitar una andanada de
    proyectiles.

    Los científicos han comprobado que frente al
    miedo, los seres vivos y el hombre reaccionan de una forma casi
    igual desde el punto de biológico. Los vasos
    sanguíneos se dilatan para que llegue a los
    músculos mayor cantidad de sangre, las
    pupilas se agrandan para aumentar la visión
    periférica, el sudor aumenta para mojar el cuerpo y hacer
    que éste sea más difícil de sujetar, se
    acelera el ritmo cardíaco. Si un animal actúa de la
    misma manera que un ser humano cuando está asustado, no es
    razonable llamar miedo a su estado mental? Si al enfrentarse con
    una situación insólita escoje entre varias
    alternativas complejas, igual que un Homo sapiens en las mismas
    circunstancias. Por qué no denominarlo conducta innata en
    vez de decir que es un mecanismo que se llama de otro modo aunque
    produce el mismo efecto?

    Por influencia de la cultura y del aprendizaje se
    sostiene que el hombre -si bien es un animal- no es un animal
    cualquiera. Por eso, frente al peligro, su reacción nunca
    es innata como la de los seres vivos.

    Si la cultura le indica que es mejor ocultarse que salir
    corriendo, el hombre se esconderá. También puede
    ser que la valentía se imponga a la biología y el
    ser humano decida que la única posibilidad de salir con
    vida es responder al ataque. Llegado el caso, es probable que su
    cultura, su historia personal, sus
    ideas, sus convicciones le digan que es preferible morir que
    salir corriendo.

    La conquista de la tierra firme trajo consigo una
    problemática específica. Los anfibios podían
    vivir en tierra, pero para el proceso de la reproducción
    casi todos ellos regresan al agua para poner sus huevos, donde se
    desarrollan igual que los peces. Nuestros antepasados, de los
    cuales derivan los reptiles actuales, fueron los primeros
    organismos totalmente terrestres. Ponían y ponen sus
    huevos en la tierra, creando nuevas condiciones. En primer lugar
    está el peligro de la disecasión, porque el medio
    terrestre es menos adecuado para la vida. En el agua, una
    minúscula larva puede encontrar sin dificultades su
    alimento; en tierra, el nuevo individuo debe estar muy bien
    dotado para poder conseguir alimento y defenderse de sus enemigos
    inmediatos, a poco de abandonar el huevo. La célula
    germinal debe estar dotada de mucho más material de
    construcción y combustible, es decir, vitelo, por la que
    debe ser de mayor tamaño. Debe estar envuelta en una
    cáscara que la proteja contra la disecación, donde
    pueda penetrar el suficiente aire a fin de que las células
    del organismo en desarrollo posean el oxígeno
    necesario y sean capaces de desprenderse de los gases
    residuales venenosos. A través de este obstáculo
    creado por la colonización de tierra firme, se produjo el
    desarrollo de nuestro antepasados con la ayuda de un dispositivo
    que la ciencia
    llama amnios. En la práctica, es un acuario construido en
    el interior del huevo donde el individuo en desarrollo -el
    embrión del organismo pluricelular naciente- crece. La
    colonización de la tierra pudo producirse
    únicamente llevándose el agua, que hasta entonces
    envolvía al huevo, al interior de éste. A quien
    todo esto le parezca muy curioso baste con decirle que él
    mismo, hasta el momento de su nacimiento, estuvo nadando en un
    acuario como éste. Los mamíferos ya no producen
    huevos sino que llevan al hijo en su cuerpo. Sin embargo, el
    dispositivo del amnios se conservó. El pez sólo a
    través de este camino pudo transformarse primero, en
    animal terrestre y finalmente, en ser humano,
    desarrollándose al menos durante el período
    embrionario como un ser vivo acuático. La célula
    germinal se divide de la manera indicada, pero cuando la colonia
    ha alcanzado de 3 mil a 10 mil células se forma una
    membrana a su alrededor y se llena de líquido
    amniótico. El germen crece de este modo sin estar sometido
    a la gravedad de la tierra, en el ambiente primitivo del mundo
    acuático. La formación de este acuario artificial,
    el amnios, fue uno de los momentos estelares de la
    evolución de nuestros órganos reproductores. Todos
    los reptiles actuales, así como las aves y los
    mamíferos, muestran hoy día este órgano
    auxiliar de la reproducción.

    El órgano central de la reproducción
    continua siendo el material genético, escondido en el
    núcleo de la célula huevo, que origina el cuerpo
    pluricelular y que en cada una de las divisiones celulares se
    reproduce en el núcleo de la nueva célula formada.
    Los filamentos moleculares se hacen cada vez más largos,
    su division sencilla es cada vez más complicada y las
    construcciones más complejas. Cuanto más complejos
    son los seres vivos, más larga es su cadena de ADN, ya que
    el numero de genes aumenta. El hombre posee entre 100 mil y 150
    mil, pero una bacteria simplísima, la Mycoplasma
    genitalium, sólo tiene 468. La diferencia proviene de la
    cantidad.

    La cantidad de vitelo necesario crece para crear cuerpos
    superiores y para suministrarles la cantidad de energía y
    material que necesitan. En la tierra se hace necesaria una mejor
    protección en forma de una cáscara de huevo dura.
    La unidad auxiliar más importante en este caso es una
    piscina artificial que se forma en el interior del huevo. El
    descendiente de los peces pueden crecer allí durante su
    desarrollo
    embrionario, sin ser perturbado por la gravedad de la tierra,
    lo mismo que les sucedía a sus antepasados en el
    mar.

    De todos modos, este acuario del interior del huevo no
    debe convertirse en un cubo de basura. Los
    conductos de eliminacion de la orina del embrion desembocan, a
    traves de un tubo, en una vejiga cerrada situada por fuera del
    acuario. Su hombre cientifico es alantoides. Ademas, fuera del
    acuario se uncuentra un saco vitelino a traves del cual el
    embrion, al igual que sus antepasados peces, se alimenta y al que
    se mantiene unido. Saco vitelino, alantoides y amnios estan
    envueltos por una membrana comun, la serosa, que esta sujeta al
    interior de la cascara del huevo. Cuanto mas grande se hace el
    embrion, tanto menor es el saco vitelino y tanto mas crecen al
    amnios y el alantoides. Esto es valido para los huevos de
    cualquier reptil o ave. Sin embargo, el alantoides es algo mas
    que un cubo de basura, pues tiene otra funcion importante.
    Durante la evolucion de la vida todo es posible. Su membrana es
    alimentada por vasos sanguineos y esta fija en parte a la serosa
    y a la cascara del huevo. Sin embargo, esto significa que a
    traves de la via sanguinea que atraviesa la serosa y la cascara
    porosa del huevo pueden producirse un intercambio gaseoso. El
    gas incluido
    en el huevo constituye tan solo un intermediario. El alantoides
    se convierte de este modo, en el curso del desarrollo
    embrionario, en una especie de pulmon en el que el dioxido de
    carbono es
    eliminado y penetra oxigeno desde
    el exterior. Ademas, dentro del huevo hay que distinguir tres
    unidades fundamentales aparte del propio embrion. El amnios, en
    el que el embrion descansa ingravido y que aumenta en la misma
    medida que el lo hace, el saco vitelino, que disminuye el tamano,
    y el alantoides, que se hace cargo ademas de la funcion del
    pulmon y que tambien aumenta de tamano. Finalmente ha acabado el
    desarrollo. Debido a instrucciones de comportamiento innatas, el
    individuo surgido rompe la cubierta del huevo, abandona la
    cascara y el alantoides y se lanza a la lucha por la
    vida.

    A lo largo de este camino comienzan a tener importancia
    las instrucciones instintivas. El instinto es un mecanismo
    nervioso organizado jerárquicamente, sensible a
    deteminados impulsos activantes y dirigidos, de origen tanto
    interno como externo y que reacciona a esos impulsos mediante
    movimientos coordinados que contribuye a la perpetuación
    de la especie.

    Es importante entender que los instintos están
    siempre al servicio de la
    especie, ya sea la propia, ya una especie extraña u otra
    con la cual la especie propia se encuentra en importante
    relación vital como las hormigas y sus huéspedes,
    las agallas de los vegetales, los insectos y las aves que
    fecundan las plantas. Un árbol, por ejemplo, puede
    desempeñar dentro de la Naturaleza numerosas funciones.
    Sus raíces alojan y nutren a varias clases de hongos; sus ramas
    proporcionan sombra a los seres vivos que no toleran la luz, y
    sirve de soporte a líquenes y musgos, que a su vez
    proporcionan cobijo a otros organismos. Bajo su corteza, entre
    las grietas, se desarrolla la vida de legiones de insectos. De
    sus frutos se alimentan pájaros y pequeños
    mamíferos. Las hojas constituyen el alimento de las larvas
    minadoras de ciertas mariposas y moscas, y, una vez
    caídas, son descompuestas por la acción de los
    gusanos, las setas y las bacterias.

    Los impulsos internos dan orígen al instinto
    innato que es perfecto de primera intención, anterior a
    toda experiencia individual. Posee una seguridad mecánica, funciona como una máquina.
    No se perfecciona. Si no permanece absolutamente invariable, no
    varía más que dentro de límites reducidos.
    Así es como la ardilla antes de saber lo que es el
    invierno hace provisión de avellanas. Los pollitos
    picotean en busca de alimento al salir del huevo. Los movimientos
    del picoteo como el de acumular alimento son acciones innatas.
    Todo apoya el funcionamiento del código de instrucciones.
    Si es del tipo que incita a los descendientes de las
    células a la formación de un cocodrilo, entonces
    aparece un cocodrilo. Si les ordena la formación de un
    cigueña, surgirá está.

    Durante muchos siglos el ser humano creyó que los
    instintos eran exclusivamente genéticos. Que los animales
    actuaban por ordenes predeterminadas. Que el único ser que
    tenía la capacidad de aprender era el hombre.

    El punto consiste en que no es en absoluto posible dejar
    de conceder a los instintos ciertos caracteres que los aproximan
    a las conductas adquiridas o aprendizaje. La perfecta
    aprobación de los medios que el animal emplea para
    conseguir un fin determinado nos parece como el resultado de una
    conducta aprendida. El mejor ejemplo lo podemos encontrar en los
    animales cazadores, en quienes es innato el instinto de perseguir
    una pieza determinada, más no el arte de practicar
    esta caza con éxito. Los gatos tienen una tendencia
    hereditaria a matar animales de pequeño tamaño,
    pero también es evidente que esta tendencia puede ser
    desarrollada, orientada o inhibida casi por completo mediante
    conductas aprendidas a temprana edad. En este condicionamiento
    juega un papel preponderante el comportamiento de los padres en
    presencia de sus hijos.

    El verdadero problema será descubrir si el
    aprendizaje obtenido a través de los instintos se hereda
    mediante los genes. Se cree que sí, lo que se hereda no es
    la pauta de movimiento sino la receta sobre cuya base se
    desarrollan las estructuras y conexiones nerviosas que son el
    fundamento del comportamiento.

    Con razón o sin ella, encontramos alguna
    analogía entre su conducta y la que nosotros
    tendríamos en semejantes circunstancias, entre sus actos y
    entre ciertos otros que nosotros no podemos ejecutar sino
    conscientemente.

    Los instintos son mucho más útiles al
    individuo al comienzo de su existencia, a pesar de tener una
    disposición para aprender y antes de que haya tenido una
    oportunidad para ello, Lo guía durante el difícil
    período inicial de ajuste a su medio ambiente.
    Después se convierte en pasivo más que en activo,
    porque limita la amplitud posible de la adaptación en lo
    que se refiere a conducta. Cuanto más aprenden los
    individuos durante su infancia, menor necesidad tienen de los
    instintos puesto que la conducta va dependiendo en grado
    sucesivamente creciente del aprendizaje, vemos que la conducta
    instintiva se ha reducido al mínimo.

    Podemos considerar como una conducta instintiva al acto
    de apareamiento, la emisión de una señal de
    reconocimiento, la violencia, la mentira, el igualitarismo. La
    defensa es un buen ejemplo: Si tuviéramos la oportunidad
    de observar a las hienas manchadas veríamos que
    éstas viven en clanes, llegando a contar hasta 80
    individuos, en los cuales impera una rígida
    jerarquía matriarcal. Cada clan es dueño de un
    territorio; los límites del territorio -pese a no estar
    señalados por elementos naturales como serían
    colinas o ríos- se custodian y marcan regularmente con
    heces y la secreción de las glándulas anales. Estos
    límites que no son tan fáciles de identicifar,
    parecen estar perfectamente impresos en la memoría de las
    hienas hasta el punto de que toda transgresión de tales
    límites parece deliberadamente conciente.

    Puede ocurrir que en el ardor de la caza los miembros de
    un clan abatan una presa en el territorio de un clan contiguo. Si
    los legítimos propietarios están de caza fuera de
    su territorio, no ocurre nada, pero si la transgresión de
    límites es observada comienzan las complicaciones y son
    generalmente las hembras viejas, jefes de manada, las que inician
    las hostilidades, que en la mayor parte de los casos se resuelven
    con la victoria absoluta de los propietarios del territorio. Pero
    cuando vencen los invasores, muchas veces la nueva
    situación modifica los límites territoriales y la
    correría pasa a convertirse en un auténtico "acto
    de anexión".

    A pesar de todo, acostumbran a respetarse las reglas de
    buena vecindad, incluso cuando uno o varios miembros del clan se
    han hecho con la presa. El comportamiento territorial sirve para
    dividir con equidad las posibilidades que en materia alimentaria
    pueda tener una zona.

    En el Homo sapiens los instintos parecen quedar
    reducidos a actos tales como la respiración, la alimentación y el
    agarrar con las manos, cuya necesidad es evidente a partir del
    mismo momento en que nace.

    Desde una perspectiva psíquica se considera que
    toda conducta defensiva conduce a una limitación de la
    personalidad, porque siempre reacciona contra una parte ligada a
    una situación u objeto perturbador; esta
    restricción puede ser muy amplia o de tal magnitud que la
    capacidad de aprender se reduce a un mínimo.

    Al fracasar las conductas defensivas aparece la ansiedad
    o angustia que es un estado de desorganización del
    organismo. Esta desorganización aparece frente a
    situaciones de frustración o de conflicto. La angustia no
    es la causa de la conducta ni de los síntomas, sino uno de
    los fenómenos que se producen en distintos momentos de la
    dinámica de la relación con el
    objeto o la situación. Así es como la
    pérdida de las defensas habituales, en forma total,
    conduce a una desintegración mental, dando orígen a
    una situación depresiva, de tristeza o miedo. Estos
    comportamientos no son excluyentes, sino que coexisten.
    Culturalmente, se tiene en cuenta el predominio de uno sobre los
    otros, así como su relación dinámica. Lo que
    no tiene en cuenta son los procesos fisiológicos que dan
    origen a esta conducta.

    El hombre desarrolla con rapidez conductas defensivas.
    Este fenómeno se constata muy bien, en la distribución de los asientos en torno a la mesa
    familiar. Cada miembro de la familia ocupa uno, lo retiene con un
    afán bastante conservador y al mismo tiempo respeta los
    sitios ajenos merced a un convenio tácito. Estos
    comportamientos aparecen fijados ya en niños de dos
    años, de manera que si éstos tienen que variar de
    lugar se sienten claramente perturbados.

    En determinadas circunstancias, al buscar asiento en un
    tren, generan con rapidez estas distribuciones de emplazamiento,
    que se reconocen como una reivindicación territorial del
    primer ocupante. Esto llega hasta el punto de que cada
    recién llegado, al sentarse en un asiento, pregunta con
    cortesía si hay un sitio libre, aunque esto sea
    evidente.

    La división entre conducta innata y la conducta
    instintiva implica solo el orden en que normalmente se ejecutan
    los diferentes actos parciales del comportamiento, pero no
    significa que exista una diferencia de principio entre ambas
    conductas. Tanto el comportamiento innato como el comportamiento
    instintivo están formados por modelos fijos de movimiento
    y las actitudes a todas las reacciones pueden realizarse, en
    ambos casos, por medio de motivos como mediante las reacciones
    adquiridas durante el proceso de aprendizaje.

    Tanto el miedo (conducta innata) como la defensa
    (conducta instintiva) actuan como factores limitantes en la
    Naturaleza. Si no fuese así, al encontrarse dos animales
    se matarían sin miramientos o buscarían a sus
    presas en cualquier lugar del planeta. Los seres humanos, por
    obra y gracia de la cultura, hemos quebrado esos límites,
    sabemos que imponen límites pero no sabemos por qué
    al no tener en cuenta la influencia biológica y esa
    actitud ha originado comportamientos de valentía,
    angustiantes o depresivos, por no obtener lo que
    queremos.

    Cuando nuestros antepasados dejaron de poner huevos y
    pasaron a llevar en su propio cuerpo a los descendientes fue un
    acto trascendente. En un principio, se ponían huevos, pero
    no abandonándolos a su suerte sino incubándolos en
    una bolsa ventral. El ornitorrinco aún lo hace así
    en la actualidad. O bien, los huevos quedaban dentro del cuerpo
    materno, donde eran incubados, aprovechando la homeotemia en
    desarrollo. Sucede así para todos los mamíferos. La
    cáscara del huevo se hizo superflua a lo largo de la
    evolución y por lo tanto involucionó. En lugar de
    la alimentación al embrión con ayuda del saco
    vitelino, pudo aparecer una alimentación directa a
    través del sistema
    circulatorio de la madre. De todas maneras, el embrión
    y el cuerpo materno están en un principio separados por
    varias membranas. Entre los vasos sanguíneos del
    embrión y los de la madre no existe, inicialmente, ninguna
    comunicación. Precisamente el cubo de basura, el
    alantoides, se convirtió aquí en determinante. El
    huevo actuó de pulmón, convirtiéndose en
    punto de partida para una relación íntima con la
    madre. En la actualidad los mamíferos muestran
    todavía cómo la pared del útero de la madre
    segrega primero, a través de la serosa adyacente, materias
    nutritivas que llegan al embrión a través de los
    vasos sanguíneos del alantoides. La serosa forma entonces
    papilas que penetran en la pared del útero y los vasos
    sanguíneos del alantoides crecen en ellas,
    uniéndose a los del sistema
    circulatorio de la madre. De esta forma tan curiosa
    apareció el tejido que une el germen con la madre: la
    placenta. El sistema circulatorio sanguíneo de la madre se
    encarga entonces del contenido del alantoides y suministra a
    través de sus vasos materias nutritivas directamente al
    embrión.

    Así hemos llegado al final de una larga cadena
    evolutiva. Al principio, se producía una enorme cantidad
    de huevos, en el caso del bacalao son millones, de los cuales la
    mayoría son devorados por otros animales. Más
    tarde, se producen menos huevos que se cuidan con más
    esmero. Después, se entierran huevos dotados de un acuario
    interno más desarrollado. Más adelante, aumentan el
    cuidado a los huevos, que crecen de tamaño y por
    último aparece un número menor de descendientes con
    un riesgo de
    pérdida mucho menor. Se les transporta en el interior del
    vientre, son alimentados por la sangre de la madre e incubados
    con el calor de esa sangre. Los mamíferos reducen la
    cáscara del huevo y el saco vitelino, traen al mundo a las
    crías ya desarrolladas, las protegen y las alimentan con
    leche.

    Con esto hemos llegado a nosotros mismos, a los seres
    humanos. Incubamos a nuestros descendientes en nuestro propio
    cuerpo. El amnios en el que se encuentra el embrión ya no
    está envuelto por una cáscara. Esta se ha vuelto
    innecesaria, ya que la madre cuida de él personalmente. El
    saco vitelino sigue existiendo, aunque bastante reducido y no
    contiene ya vitelo. Parece superfluo mencionar que todo esto no
    indica en modo alguno una construcción que tuviese por
    objetivo preciso al ser humano.

    Así fue como pequeños animales
    arborícolas descendieron de los árboles para
    buscarse un modo de vida en las llanuras. Se irguieron y usaron
    herramientas.
    Se comunicaron produciendo en el aire ondas de
    comprensión con sus órganos de respiración y
    nutrición.
    Descubrieron que el material orgánico a temperatura
    suficientemente alta se combinaba con el oxígeno
    atmosférico para producir el plasma ardiente y estable
    llamado fuego. Mediante una interacción social, se
    aceleró el aprendizaje post partum. Se desarrolló
    la caza comunal, se inventó la escritura, las
    estructuras políticas,
    la superstición y la ciencia, la
    religión y
    la tecnología.

    Cómo se observa tanto desde una perspectiva
    biológica como de psíquica existen límites.
    El Homo sapiens es el único ser que ha logrado quebrar los
    límites psíquicos y lo realiza cotidiamente a
    través de la cultura; lo que ha provocado una
    dicotomía entre la mente y la biología. He
    ahí, la verdadera causa de nuestro alejamiento del mundo
    natural.

    Sería bueno entender que los seres humanos no
    estamos compuestos de dos rebanadas superpuestas, una natural y
    otra psíquica. Ninguna muralla china separa
    nuestra parte mental de nuestra parte animal. Cuando los caminos
    de las conductas adquiridas se complican reviven en el hombre
    comportamientos innatos. Frente a la inseguridad,
    nuestas conductas genéticas toman la iniciativa. En
    momentos de desocupación, de empleo
    precario, cuando se tiene la impresión de vivir en una
    jungla está bien que el animal dormido que llevamos
    adentro nos proteja. Es lógico, cuando fracasan el
    gobierno, la
    policía y la escuela que
    regresemos a nuestros orígenes donde el tejido de una
    red de
    protección es más fácil. Es hora de que el
    ser humano regrese a "revuelver la sopa de avena". Este acto es
    humilde; ni excitante ni estremecedor. Representa la
    disposición de compartir la vida humana corriente y a
    encontrar significados en tareas simples: ganarse la vida, vivir
    de acuerdo con un presupuesto,
    sacar la basura, alimentar al bebe en medio de la noche.
    Significa encontrar el vínculo, el valor y hasta
    la belleza en cosas sencillas y ordinarias.

    Está bien que dejemos actuar a nuestra conducta
    innata para sobrevivir en una sociedad, puesto que ellos son una
    guía segura. Conviene aprender a tenerles confianza,
    cuando toda nuestra educación consiste
    precisamente en ponerles freno.

    Cristian Frers.

    Ciudad Autonoma de Buenos
    Aires.

    República Argentina.

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