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San Martín y Bolívar en Guayaquil




Enviado por Jorge G. Paredes M.



Partes: 1, 2, 3

    1. Guayaquil frente a las
      expediciones libertadoras y a Perú y
      Colombia
    2. La entrevista de
      los libertadores
    3. La 
      entrevista  por  dentro (lo 
      tratado)
    4. Bibliografía
    5. La
      versión de San Martín:
      conclusión
    6. ¿Misivas
      entre los libertadores referentes a sus
      conferencias?
    7. La
      versión de los libertadores: la versión de
      Bolívar
    8. Testimonios de
      allegados del Libertador
    9. La
      versión de Bolívar:
      conclusión
    10. Nuestra
      visión sobre la entrevista

    INTRODUCCIÓN

    Durante mucho tiempo hablar de
    la entrevista
    de Guayaquil era referirse a un tema rodeado de mucho misterio y
    del cual habían dos posiciones totalmente contrapuestas:
    la de los bolivaristas y la de los sanmartinianos. No sólo
    eran los historiadores argentinos enfrentados a los historiadores
    venezolanos, colombianos y ecuatorianos, sino que los
    historiadores de otra nacionalidades se dejaban ganar por sus
    simpatías hacia uno u otro personaje y de ello derivaba
    una posición totalmente tendenciosa sobre lo que
    ocurrió en Guayaquil.

    Realmente ya se tiene, y desde ya hace varias
    década atrás, una visión objetiva y
    equilibrada sobre la entrevista de
    Guayaquil, toda vez que se cuenta con gran cantidad de fuentes
    primarias que permiten un acercamiento a lo que en ella
    ocurrió y lo que ella significó.

    Pretendemos hacer de conocimiento
    para un público no especializado hechos que son
    ampliamente conocidos por los especialistas desde hace ya muchos
    años atrás. Sin embargo, vemos todavía que,
    por desconocimiento de las fuentes básicas y de los
    trabajos de historiadores serios, se repiten errores ya superados
    y se pretende seguir rodeando de misterio lo que realmente es
    totalmente diáfano.

    La bibliografía es amplísima y es por
    ello que hemos preferido las notas bibliográficas
    después de cada tema.  

    PARTE PRIMERA

    GUAYAQUIL FRENTE A LAS EXPEDICIONES LIBERTADORAS Y A
    PERÚ Y COLOMBIA

          1.
    GUAYAQUIL PROCLAMA SU INDEPENDENCIA

      Los últimos días del mes de
    setiembre de 1820 llegaban a Guayaquil, procedentes de Lima, tres
    oficiales del batallón Numancia. Autores como Camilo
    Destruge, por ejemplo, afirman que los mencionados oficiales
    habían sido dados de bajas del ejército realista
    por una supuesta relación con la causa separatista. Pero,
    como lo precisa Germán Leguía, en realidad de los
    tres oficiales, dos de ellos, los capitanes Miguel Letamendi y
    Luis Urdaneta, habían pedido voluntariamente su baja. Sin
    embargo es preciso aclarar que como el   virrey Pezuela
    sentía desconfianza con relación a la fidelidad de
    gran parte de los integrantes del batallón Numancia,
    sagazmente, frente a la solicitud de baja presentadas por los
    mencionados capitanes, "se apresuró a conceder a los
    solicitantes para no dejarles espacio ni posibilidad de un
    arrepentimiento". Letamendi era natural de Panamá y
    Urdaneta lo era de Coro, Venezuela. En
    cuanto al tercer oficial del Numancia que pasó a
    Guayaquil, León Febres Cordero, lo hizo realmente
    escapando de las autoridades limeñas que lo buscaban por
    sus relaciones con los patriotas. Queda perfectamente claro que
    las simpatías de estos oficiales estaba a favor del
    grupo
    separatista.

    Llegaban a Guayaquil estos ex – oficiales del
    Numancia en los precisos momentos que en esta provincia se
    llevaban a cabo planes para rebelarse contra el dominio español y
    proclamar su independencia. El grupo separatista
    guayaquileño se puso en contacto con los mencionados
    oficiales y lograron comprometerlos en sus planes. Entre los
    principales personajes de este grupo destacaban José
    María Villamil, Juan Francisco Elizalde, José
    Joaquín Olmedo, José de Antepara, Rafael Ximena,
    Luis Fernando Vivero, Juan Illingworth, Francisco de Paula
    Lavayén, Francisco Ramón
    Roca, Francisco Marcos y Gregorio Escobedo. El último de
    los nombrados era natural de Arequipa y jugó un papel muy
    importante aunque también su actuación dejó
    mucho que desear, como tendremos oportunidad de analizar, aunque
    someramente.

    El 1 de octubre, reunidos en casa de José de
    Villamil, los revolucionarios acordaron proclamar la
    independencia de Guayaquil. El día 9 del citado mes,
    estalló el movimiento y
    aquel mismo día fue proclamada la independencia. Laureano
    Villanueva en su clásica "Vida de don Antonio José
    de Sucre", Gran Mariscal de Ayacucho", refiere
    sintéticamente estos acontecimientos: "En la noche del 9
    de octubre de 1820 subleváronse las tropas de esta ciudad
    y proclamaron la independencia de la provincia. Prendieron al
    gobernador Vivero y a su segundo, don José Elizalde, al
    Jefe de Artillería, don Miguel Torres, a los empleados
    principales y a muchos españoles notoriamente conocidos
    como enemigos de la causa americana". (1)

    De inmediato fue constituida una Junta de Guerra,
    presidida por el capitán Urdaneta y una Junta de Gobierno
    presidida por J.J. Olmedo. El teniente coronel Gregorio Escobedo,
    que era segundo jefe del batallón Granaderos de la
    Guardia, fue nombrado Jefe Militar. Al respecto debemos
    señalar que Leguía y Martínez
    documentalmente demuestra como los historiadores ecuatorianos,
    llevados por su antiperuanismo, han tratado y tratan de minimizar
    el papel de Escobedo en el proceso
    separatista de Guayaquil. Sin embargo, es el propio historiador
    peruano mencionado quien reconoce que Escobedo era un joven falto
    de todo tino, "indigno de la gratitud pública y de la
    elevación a que lo condujera las circunstancias". (2) A
    pesar de sus veleidades, lo innegable es que, como bien
    señala Félix Denegri Luna, "el impetuoso Escobedo
    encabezaría el partido peruanista en Guayaquil"
    (3)

    Constituido el Duunvirato con Olmedo como Jefe
    Político Provisional y G. Escobedo como Jefe Militar,
    pronto se produjo una crisis
    política
    al renunciar Olmedo a consecuencia de las veleidades de Escobedo.
    Esta renuncia la hizo Olmedo ante el Ayuntamiento el 14 de
    octubre y, en vista de ello, dicho organismo formó una
    Junta de Gobierno presidida por el tal Gregorio Escobedo,
    acompañado de Rafael Ximena y José Vicente
    Espantoso. Como Escobedo actuase en la forma más inmoral y
    tiránica, fue tomado preso y expulsado al Perú. En
    vista de estos sucesos se formó una segunda junta de
    gobierno, esta vez presidida por J.J. Olmedo e integrada
    también por Ximena y Francisco Toca como
    vocales.

    La junta guayaquileña deseando asegurar su
    posición, acordó solicitar la ayuda de las
    expediciones libertadoras del sur y del norte. Para este efecto,
    el día 11 de octubre fueron enviados comisionados hacia
    Perú y Colombia. Con
    destino al Perú se embarcaron, a bordo de la goleta
    Alcance, José de Villamil y Miguel de Letamendi. Rumbo al
    puerto de Cascajal (Buenaventura) se dirigió Francisco de
    Paula de Lavayén, para entrar en contacto con la
    expedición capitaneada por Bolívar.

    Esta actitud de la
    junta guayaquileña, de buscar la colaboración de
    ambas expediciones libertadoras, tenía como fin primordial
    asegurar la independencia lograda y de ninguna manera implicaba
    que buscase anexarse a uno u otro Estado, pues
    al constituirse habían acordado mantenerse en forma
    expectante sobre una decisión de anexión hasta que
    Perú y Colombia hubiesen logrado su total independencia e
    incluso se puede afirmar que manifestaban un cierto
    espíritu autonomista. Puede apreciarse lo que decimos
    leyendo la misiva que la Junta Guayaquileña dirigiera a
    Santander el 17 de marzo de 1821:

    "El tirano de Quito hace inútiles esfuerzos para
    prolongar algunos días más su bárbara
    dominación como nos ha impuesto el
    coronel Morales encargado de fijar las líneas divisorias
    de los ejércitos durante dicho armisticio, verificado lo
    cual ha pasado a esta ciudad donde se halla.

    En la copia oficial del tratado que ajustado en Quito y
    pasó a este gobierno el señor Morales,
    reclamó por el artículo 4° con arreglo a las
    instrucciones que tenía del Libertador, que cualquiera
    hostilidad contra esta provincia, ya sea de Quito o de Lima,
    será mirada por la República como una
    infracción. Esta decidida protección es la
    precursora de la felicidad con que ya contamos; pero el
    Presidente de Quito añadió a dicho artículo
    que no estaba facultado respecto a Guayaquil, que
    correspondía al Perú
    y que sabía se
    había sometido al ejército del General San
    Martín, idea rara y muy distante de la verdad, porque
    cuando esta provincia reunió sus representantes y
    formó una ley fundamental
    provisoria, se declaró independiente mientras
    resolvía agregarse a otra asociación mayor de las
    que se formaban en la América
    Meridional, por lo que el Gobierno que es fiel ejecutor de la ley
    que le dio el pueblo, se ha cuidado y cuidará mucho de
    infringir este derecho que se reservó la provincia; pero
    esta actitud es muy ventajosa a la libertad,
    porque al mismo tiempo que le proporciona los auxilios de todas
    partes la hace concurrir con todos los defensores de ella, y
    proporciona el día de combinarse con las armas de la Gran
    República para promover la libertad de las provincias
    limítrofes sin comprometer la fe del armisticio".
    (4)

    Hemos resaltado lo referente al reconocimiento realista
    de Guayaquil como parte del virreinato del Perú porque
    sobre ello volveremos más adelante.

    Villamil y Letamendi se entrevistaron con San
    Martín el 4 de noviembre. El libertador sureño
    acordó enviar hacia Guayaquil, en calidad de
    comisionados, a Tomás Guido y a Toribio Luzuriaga.
    Además con ellos envió ciento cincuenta carabinas.
    Llegaron a Guayaquil el 20 del citado mes de noviembre y
    pusiéronse de inmediato en contacto con los integrantes de
    la junta de gobierno.

    Al día siguiente, 21 de noviembre, Guido se puso
    en contacto con los miembros de la junta guayaquileña,
    primero en forma directa a través de una conferencia o
    reunión, en la mañana del citado día. Por la
    tarde envió a la junta un oficio alentando a sus
    integrantes a decidir la situación política de la
    provincia, haciéndoles ver los inconvenientes que
    causarían su constitución como Estado independiente y
    autónomo. La junta guayaquileña, siempre celosa de
    su autonomía adoptó una posición mediadora.
    Con fecha 26 de diciembre, la junta de guerra, integrada por Juan
    de Dios Araujo, Hermenegildo Campusano, José
    González y Nicolás López, decidió
    nombrar como jefe militar de Guayaquil a Toribio Luzuriaga y
    resolvió, asimismo, que para el aspecto militar Guayaquil
    se entendería exclusivamente con San Martín,
    "entendiéndose esta obediencia hasta que, libre de
    enemigos la América Meridional, se asocie los Estados de
    Colombia o del Perú la Provincia de Guayaquil"(5) Con
    fecha 30 de diciembre se suscribió un convenio entre la
    junta de gobierno y Guido, por el cual la junta mantenía
    la independencia de Guayaquil hasta que se lograse la total
    independencia de la América del Sur, (artículo
    1°) aunque se declaraba bajo la protección del
    libertador San Martín (artículo 2°), al cual se
    le reconocía como General en Jefe de las tropas de
    línea de mar y tierra de
    Guayaquil, todas las cuales se consideraban como División
    del Ejército del Perú (artículos 3° y
    4°) (6)

    Sobre la base de los documentos y
    crónicas de la época resurge en forma perfectamente
    diáfana todo lo relacionado con la situación
    política de Guayaquil. Existía, es cierto, un
    ambiente
    relativamente tenso en el cual las opiniones estaban divididas
    entre aquellos que deseaban la constitución de un Estado
    independiente y aquellos otros que propugnaban por su
    agregación ya al Perú o a Colombia. La junta de
    gobierno trataba de mantener una clara posición neutral,
    aunque se mostraba, en el fondo, partidaria del autonomismo. El
    propio A.J. de Sucre nos ha dejado testimonios valiosos donde
    refiérese a este grupo autonomista. Basta leer sus
    comunicaciones
    a Santander de 1 de agosto y 18 de setiembre de 1821, así
    como sus misivas de 2 de diciembre de 1821 y la del 15 de marzo
    de 1822 dirigidas al Ministro de Guerra. (7) Asimismo en el
    oficio del 5 de enero de 1822 enviado desde Cali por el
    Secretario de Bolívar (y por expreso encargo del
    Libertador) al Ministro de Guerra se hace mención a que
    "… No faltan quienes deseen su incorporación al
    Perú y quienes opinen por el, extravagante delirio de que
    sea un Estado independiente". (8) Es necesario señalar que
    mediante este oficio Bolívar da cuenta de su plan de pasar a
    Guayaquil y asegurar de esta manera que esta provincia se
    declare, a como diera lugar, por Colombia. De la misma manera
    debemos tener presente que la decisión política
    guayaquileña de permanecer «neutral»,
    «proseparatista» y «proautónoma»
    era conocida y reconocida en aquellos tiempos por las fuerzas
    políticas y Estados de aquel entonces. En
    carta dirigida
    por Santander a Bolívar, fechada en Bogotá el 17 de
    junio de 1822, leemos: "No quisiera el gobierno saber que V.E.
    haya resuelto trasladarse a Guayaquil, porque habiéndose
    separado aquella provincia del territorio de Colombia
    (el
    remarcado es nuestro) temo que se opongan a V.E. muchos
    obstáculos para realizar con gloria la empresa de
    liberar Quito…" (9)

    Refiriéndose a los integrantes de la junta
    guayaquileña, F. O’ Leary dice: "…Olmedo no
    amaba a Colombia, Roca la odiaba… Ximena, el tercer vocal;
    de la junta y el de menos influencia, más notable por sus
    modales cultos que por su talento, se inclinaba al Perú,
    pero mucho más a la independencia". (10) Y el General
    José Mires (enviado por Bolívar en diciembre de
    1820 para decidir la anexión de Guayaquil a territorio
    colombiano) decía de ellos que eran "tres comerciantes del
    país, ricos, llenos de conexiones… miran con alguna
    influencia el bien general pero no abandonan el particular".
    (11)

    Creemos que no está de más enfatizar, con
    estos antecedentes señalados, que en diciembre de 1820 la
    junta de Guayaquil de ninguna manera se entregó de lleno
    al Perú, pues en aquel momento el Perú libre e
    independiente era tan sólo una dulce esperanza, sino que
    en realidad se entregó, para recibir protección y
    auxilio, al ejército libertador del sur, cuyo jefe era San
    Martín. Pero ni San Martín ni el ejército
    libertador del sur eran el Perú, que aún
    seguía siendo un virreinato. El artículo 2°
    suscrito entre Guido y la junta guayaquileña,
    artículo al cual ya hemos hecho referencia, dice a le
    letra: "La provincia de Guayaquil se declara, durante la
    guerra
    (el remarcado es nuestro) bajo la protección
    del Excmo. Señor Capitán General del
    Ejército Libertador".

    El estado de tensión política reinante en
    Guayaquil vino a amenguarse y pasar a un segundo plano cuando las
    fuerzas realistas derrotaron a las patriotas comandadas por
    Urdaneta, en Huachi, el 20 de diciembre de 1820 y ocuparon
    incruentamente Guayaquil. Los comisionados de San Martín
    abandonaron Guayaquil; y se embarcaron rumbo al puerto del Callao
    a donde llegaron el 6 de enero de 1821.
    (12)

    <>

      NOTAS

    (1)      Villanueva, Laureano
    "Vida de don Antonio José de Sucre, Gran Mariscal de
    Ayacucho"(Caracas: Imprenta Nacional, 1974) 4ta. Edición;
    p. 125

    (2)      Denegri Luna,
    Félix. "Perú y Ecuador. Apuntes
    para la historia de
    una frontera" (Lima, 1996; p. 57)

    (3)      Leguía y
    Martínez, Germán. "Historia de la
    emancipación del Perú: El Protectorado"(Lima:
    Editorial Jurídica S.A. 1972) tomo VII; p. 66

    (4)      De la Rosa,
    Andrés E. "Firmas del ciclo heroico: documentos
    inéditos para la historia de América"(Lima:
    Imprenta Torres Aguirre, 1938) Documento 98; páginas 193
    – 196.

    (5)      Lecuna, Vicente. "La
    entrevista de Guayaquil: restablecimiento de la verdad
    histórica". (Caracas: 1962; cuarta edición); tomo
    II, documento N° 7.

    (6)      Lecuna, Vicente. Obra
    citada; tomo II; documento N° 8

    Leguía y Martínez, Germán. Obra
    citada; tomo VII; páginas 78 – 79.

    (7)      De la Rosa, A.E. Obra
    citada; documentos 140, 144, 156 y 170.

    (8)      De La Cruz, Ernesto.
    "La entrevista de Guayaquil: Bolívar y e General San
    Martín". (Santiago de Chile:
    Sociedad
    Imprenta y Litografía Universo,
    1914).

    (9)      Cortázar,
    Roberto. "Cartas y mensajes
    de Santander"(Bogotá: Talleres editoriales de la
    librería Voluntad Ltda. 1954) tomo IV, documento 1516;
    páginas 41 – 45.

    (10)   O’Leary, D.F. "Memorias" tomo
    II; página 144

    (11)   De la Rosa, A.E. Obra citada; documento
    109; páginas 211- 214 (Misiva de Mires a Bolívar de
    14 de abril de 1821)

    (12)   Sobre la independencia de Guayaquil
    pueden consultarse las siguientes obras bien
    documentadas:

    – Destruge, Camilo "Historia de la revolución
    de octubre y campaña libertadora: 1820 –
    1822".

    – Pino Ycaza,Gabriel. "Derecho territorial
    ecuatoriano

    – Villacrés M., Jorge W. "Historia
    diplomática de la República del
    Ecuador".

    – Leguía y Martínez, Germán. Obra
    citada, tomo VII, tercera parte: "La cuestión de
    Guayaquil: Bolívar y     el
    Protector".

    – Denegri Luna, Félix. "Perú y Ecuador.
    Apuntes para la historia de una frontera"  

    – Varillas Montenegro, Alberto "Perú y Ecuador.
    Visión actual de un antiguo conflicto"

    2. ACCIÓN CONJUNTA DE LOS
    EJÉRCITOS LIBERTADORES DEL SUR Y DEL
    NORTE

      Bolívar con fecha 11 de enero de 1821
    encargó a Sucre emprender campaña en el sur,
    dándole a su mando el ejército acantonado en
    Popayán. El 21 del mismo mes le ordenó pasar a
    Guayaquil, donde, entre otras cosas, debía buscar que
    aquella provincia se incorporase a Colombia. Sucre, al llegar a
    Trapiche percatóse que tanto el clima malsano
    como la intrincada topografía del terreno y el espíritu
    indómito de los
    pastusos haría muy difícil el paso hacia Guayaquil
    por Pasto. En vista de ello decidió utilizar la vía
    marítima. En la carta de Sucre
    a Santander de 02/04/1821, leemos: "Yo estoy como V.E. persuadido
    que la libertad de Quito se adquiere por Guayaquil, infinitamente
    más fácil que por Pasto…" (1)

    Por esta misma época habían llegado a
    Venezuela los Comisionados del gobierno español, Sartorio
    y Espelius, que venían a proponer la paz. Después
    de las negociaciones del caso, se firmó, en la ciudad de
    Trujillo, el 25 de noviembre de 1820, un armisticio de paz entre
    los plenipotenciarios de Bolívar y de Morillo. Era un
    tratado preliminar que tenía como finalidad el facilitar
    las negociaciones para un tratado de paz definitivo. Este
    armisticio es sumamente importante porque reconoce la existencia
    de Colombia como gobierno independiente, con el cual se negocia y
    pacta de igual a igual. El 26, es decir al día siguiente,
    se firmó un segundo tratado denominado de
    regularización de la guerra. El día 27,
    Bolívar y Morillo sellaron estos tratados con una
    reunión personal en el
    poblado de Santa Ana, situada, como dice Augusto Mijares, "entre
    la ciudad de Trujillo, ocupada por Bolívar y el pueblo de
    Carache, a donde había llegado Morillo". (2) El 17 de
    diciembre se embarcó Morillo para España
    dejando el gobierno de Venezuela al general Miguel de La Torre.
    Estaba pues en vigencia el armisticio de Trujillo cuando el 11 de
    enero de 1821 Bolívar encargó a Sucre emprender
    campaña en el sur. Como señala Madariaga,
    "cierto que Aymerich (se refiere a Melchor Aymerich,
    gobernador y presidente de Quito) se había negado a
    incluir en el armisticio a la provincia de Guayaquil,
    (el
    resaltado es nuestro) pero la provincia donde aquellos refuerzos
    se preparaban y de la que procedían estaba incluida".
    (3)Sucre consultó al respecto y fue Santander quien le
    respondió que el tratado no contenía ningún
    impedimento para la ayuda de Colombia a «pueblos
    extraños»,
    (el remarcado es nuestro) argumento
    deleznable e incoherente porque, como bien lo señala
    Madariaga, "toda la acción de Bolívar sobre
    Guayaquil descansaba sobre la base de que Guayaquil era parte
    integrante de Colombia y no tenía derecho a la
    secesión’. (4) (el resaltado es nuestro)
    Se
    podría afirmar que la respuesta refleja el pensamiento de
    Santander mas no el de Bolívar, pero ella en realidad no
    deja la menor duda al respecto: "En consecuencia tengo el honor
    de declarar a V.E. en nombre de S.E. el Libertador Presidente de
    Colombia que no siendo infracción del armisticio de
    Trujillo el auxilio franqueado a los patriotas de Guayaquil no se
    accede a retirarlo como V.E. solicita". (5) Debemos
    señalar que de los argumentos esgrimidos se aprecia
    claramente que las autoridades realistas no consideraban a
    Guayaquil como parte de Colombia. Y, por otro lado, la
    decisión de Bolívar de actuar a pesar del
    Armisticio de Trujillo, significa o bien que él así
    lo reconocía, lo cual sabemos que no era así, o que
    actuaba de esa manera por simple conveniencia estratégica
    política y militar. Esto último era el verdadero
    sentido de la actuación de Bolívar.

    Es necesario remarcar que Aymerich no convino incluir a
    Guayaquil en el armisticio porque argumentaba que Guayaquil no
    pertenecía a Colombia sino al Perú. (6) Esto es muy
    importante destacar para lo que más adelante
    analizaremos.

    Ya hemos señalado como Sucre hizo saber a
    Santander que la campaña por Pasto era muy difícil,
    "que estaba convencido que la libertad de Quito se adquiere por
    Guayaquil infinitamente más fácil que por Pasto".
    Santander trasladó a Bolívar esta idea el 25 de
    febrero de 1821. Recibida en marzo la autorización del
    Libertador, Sucre se embarcó con 650 efectivos a bordo de
    las goletas Alejandro I y Teodocio, el 2 de abril. No se puede
    sostener, como lo hacen algunos historiadores, que el Libertador
    temía ya en aquel momento que San Martín anexase
    Guayaquil al Perú, porque a comienzos de 1821
    todavía no se había declarado la independencia del
    Perú, lo cual recién ocurriría a fines de
    julio de dicho año.

    La travesía de Sucre al mando de su
    expedición de apenas un poco más de medio millar de
    efectivos fue muy difícil y se vio obligado a desembarcare
    en la punta de Santa Elena, a 31 leguas de Guayaquil, ciudad a la
    cual recién arribó el 7 de mayo. En oficio enviado
    por Sucre al Comandante General de Cauca, ya desde Guayaquil y
    transcrito a Santander, le informa sobre los percances del viaje:
    "Nuestra navegación ha sido desgraciada y molesta.
    Después de 28 días de viaje no pudo la corbeta
    llegar aquí, y tuvimos que desembarcarnos el 30 de abril
    en la punta de Santa Elena, 31 leguas de esta ciudad".
    (7)

    Debemos señalar que el armisticio de Trujillo se
    rompió definitivamente, reanudándose por ello la
    guerra, el 28 de abril de 1821, a consecuencia de que al
    producirse la sublevación de la ciudad de Maracaibo, el 28
    de enero de 1821, los patriotas colombianos fueron en su auxilio,
    lo cual fue considerado, y de hecho así lo era, una
    violación de lo pactado en el armisticio. En un primer
    momento Bolívar estuvo de acuerdo de acuerdo con esta
    posición, pero pronto cambió y recurriendo a una
    argucia interpretativa del armisticio pasó a sostener que
    al independizarse Maracaibo, Colombia al ocupar dicho territorio
    había ocupado un país que estaba fuera de las
    leyes
    españolas. Lo cierto es que Maracaibo quedaba dentro del
    área ocupada por los realistas al momento de la firma del
    armisticio de Trujillo.

    Sucre, a los pocos días de su llegada a
    Guayaquil, concertó un convenio con la Junta de dicha
    provincia. Debemos decir que ya con anterioridad, exactamente el
    12 de abril de 1821, se había intentado la
    suscripción de un acuerdo de ayuda mutua entre la Junta y
    el General José Mires (el cual como hemos dicho
    había sido enviado por Bolívar, en calidad de
    personero, con la misión de
    ofrecer ayuda militar y lograr su anexión a Colombia),
    pero Mires contestó, el 26 de abril, que no podía
    firmar porque no tenía poderes para hacerlo. (8) El
    convenio se firmaría el 15 de mayo de 1821 y por dicho
    acuerdo Guayaquil se declaraba bajo los auspicios y
    protección de Colombia. (Artículo 2). El
    artículo 1 estipulaba: "La Junta Superior de Guayaquil no
    estando facultada por su Constitución provisoria para
    declarar la incorporación de la provincia de la
    República de Colombia según la Ley Fundamental,
    protesta no obstante manifestar y recomendar las ventajas de la
    Ley a la Junta Electoral de la provincia luego que se
    reúna con el fin de expresar libremente su voluntad sobre
    su agregación a la forma que le convenga; para cuyo efecto
    se aprovechará la oportunidad que presente nuestra
    situación después de la próxima
    campaña en que deben quedar libres las provincias de Quito
    y Cuenca". (9)

    Ernesto de La Cruz considera este tratado "como el
    primer gran triunfo político del Libertador enfrente del
    Protector". Y en realidad así lo fue, porque
    constituyó el primer paso firme en la tarea de conseguir
    la anexión de Guayaquil a Colombia.

    Reanudemos nuestra narración sobre los sucesos
    militares en Guayaquil. Habíamos señalado que las
    fuerzas patriotas al mando de Urdaneta fueron derrotadas en
    Huachi (20 de diciembre de 1820) por los realistas capitaneados
    por Melchor Aymerich, Gobernador y Presidente de Quito. El 5 de
    enero de 1821 un nuevo revés sufrieron los patriotas al
    ser derrotado el comandante José García (quien
    había logrado reorganizar los dispersos de Huachi), en el
    combate de Tanizahua o Tanasigna, por las fuerzas realistas al
    mando del coronel Miguel de la Piedra. Habiendo llegado Sucre en
    mayo a Guayaquil., se puso al mando del ejército patriota
    con el título de Jefe de las tropas auxiliares de Colombia
    y viéndolo inferior con relación a las fuerzas
    realistas escribió a San Martín, el 13 de mayo,
    solicitándole auxilio militar. A esta situación
    crítica vino añadirse la sublevación del
    comandante Nicolás López, quien se puso en
    combinación con Aymerich y con Caamaño. Los
    rebeldes lograron apoderarse de la corbeta Alejandro I e
    intentaron bombardear Guayaquil, lo cual no pudieron llevar a
    cabo porque las tropas colombianas embarcadas por el coronel
    Luzuriaga las persiguieron y apresaron. El comandante
    López, que se encontraba en Babahoyo, al saber estos
    hechos emprendió de inmediato marcha en búsqueda de
    Aymerich. Por su parte, los patriotas al mando de Federico Rash y
    Cayetano Cestaris persiguieron a las fuerzas realistas del
    comandante López y le dieron alcance en Palo Largo, pero
    los rebeldes emprendieron la fuga. Aymerich decidió
    socorrer a López y para ello encargó que el
    comandante Francisco González, desde Cuenca, auxiliara al
    comandante López, en tanto que él mismo, desde
    Quito, decidió marchar hacia la Bodega de Babahoyo.
    González y Aymerich al reunirse, emprenderían
    campaña sobre Guayaquil.

    Sucre, conocedor de los planes realistas, decidió
    atacar por separado las fuerzas de González y Aymerich. El
    12 de agosto, Aymerich cayó sobre Babahoyo (población situada a orillas del río
    del mismo nombre, en su confluencia con Caracol y el Seco),
    donde, desde del día 7, Sucre había reunido todas
    sus fuerzas. Aymerich, en vista de que no se había reunido
    con González, prefirió no hacer frente a Sucre, el
    cual aprovechó esto para ir en búsqueda de
    González, al cual derrotó totalmente en Cone, a
    tres leguas de Yaguachi, e inmediatamente cayó sobre
    Aymerich al cual también derrotó el 19 de
    agosto.

    Mientras los patriotas confiadamente celebraban el
    triunfo, los realistas se replegaron hacia Moche, donde se
    reorganizaron. Sucre decidió atacar nuevamente al
    ejército realista, para lo cual el 11 de setiembre se
    situaba en el valle de Ambato. Los realistas, que habíanse
    desplazado de Moche a Huachi, enfrentaron en esta última
    localidad, el día 12, a las fuerzas de Sucre, a las cuales
    le infringieron una aplastante derrota. Según palabras de
    L. Villanueva, en aquel día "la mayor parte de la florida
    juventud de
    Guayaquil regó con su sangre aquel
    campo, convertido en yermo de ruinas y cadáveres". (10)
    Aymerich no supo aprovechar esta coyuntura tan favorable para
    ellos, no persiguiendo a los patriotas y en cambio
    decidió pasar a Quito, aunque debemos señalar que
    para ello debió pesar mucho la gran cantidad de bajas que
    habían sufrido los realistas. Aymerich dejó el
    grueso de su ejército en Riobamba, al mando de
    Tolrá, y el resto en Guarancha.

    En vista de esta nueva situación crítica,
    la junta guayaquileña, con fecha 17 de setiembre, se
    dirige a San Martín, solicitándole auxilio militar
    de unos mil hombres por lo menos, con mil quinientos fusiles y
    cincuenta quintales de pólvora.

    Sucre, a pesar, y por ello mismo, de la crítica
    situación, decidió actuar con gran sagacidad y
    poder
    así equilibrar un tanto la situación. Conociendo
    que Tolrá encontrábase acantonado en Riobamba,
    decidió caer sorpresivamente sobre él. Así
    lo hizo y su plan le dio magnífico resultado, tanto
    así que Tolrá decidió negociar un
    armisticio, el cual se suscribió el 19 de noviembre, en
    Babahoyo, por un periodo de noventa días y por el cual se
    acordaba que los realistas se retirarían a Riobamba,
    quedando los patriotas en Guayaquil.

    <> Sucre volvió dirigirse al gobierno
    peruano solicitando tuviese a bien enviar refuerzos militares.
    San Martín, debido a su situación precaria
    (recién hizo su ingreso a Lima en julio de 1821) no
    había podido enviar los auxilios que con tanta ansiedad le
    habían solicitado tanto Sucre como la junta
    guayaquileña. Pero habiendo ya logrado apoderarse de la
    capital e
    inclinado, en cierta medida, la balanza a su favor, por lo menos
    en lo político aunque aún no en lo militar, estaba
    en condiciones de remitir los auxilios que con tanto apremio se
    le requería. San Martín no creyó conveniente
    enviar el batallón Numancia, el cual había sido
    solicitado por Sucre, y en su lugar decidió que marchase
    la división del norte, la cual se encontraba al mando de
    J.A. Álvarez de Arenales y que estaba compuesta por los
    batallones Trujillo N° 2, Piura n° 4, Regimiento
    Cazadores a Caballo y Granaderos a Caballo, así como
    también un pequeño grupo de artillería.
    Álvarez de Arenales declinó la jefatura del
    ejército auxiliar. Sucre, para salvar este impase, se
    allanó a ceder el mando a Arenales, pero como éste
    insistiese en su negativa argumentando motivos de salud, se acordó
    nombrar en su reemplazo a don Andrés de Santa
    Cruz.

    Sucre, en vista de que se avecindaba el periodo de
    inundaciones, pensó abrir campaña por Piura y para
    ello solicitó el permiso adecuado del gobierno peruano, el
    29 de noviembre de 1821. El día 30 referíale a
    Santander sobre el particular, explicándole las ventajas
    de este plan, debido a que en Piura había "caballos,
    bagajes y víveres suficientes para dirigirnos a Cuenca, y
    ponernos en nuestro territorio". (11)

    La división peruana al mando de Santa Cruz
    reunióse con las fuerzas de Sucre el 9 de febrero de 1822,
    en Saraguro. Sucre, en oficio suscrito desde su Cuartel General
    en Saraguro el 15 de febrero, dio cuenta al Ministro de Guerra de
    Colombia sobre su encuentro con las fuerzas peruanas.
    (12)

    El plan de Sucre era apoderarse de Quito, para de esta
    manera restar fuerzas y atención sobre Pasto, donde se encontraba
    detenido Bolívar. Debemos decir que el Libertador
    había pensado, en un primer momento, pasar por mar a
    Guayaquil y de allí dirigirse en campaña sobre
    Quito, e incluso ya sus tropas y él mismo se encontraban
    en el puerto de Buenaventura, pero tuvo que cambiar estos planes
    al recibir correspondencia de Sucre donde éste
    comunicábale la llegada a Quito del nuevo virrey de Nueva
    Granada, el capitán general don Juan de La Cruz
    Mourgeón, con una expedición realista, así
    como también de que sobre las costas del Chocó,
    desde Buenaventura hasta Guayaquil, actuaban la corbeta Alejandro
    y cuatro buques de guerra, con el objetivo de
    apresar las tropas colombianas y al Libertador mismo, si entre
    ellas se encontraba. Fue por este motivo que Bolívar se
    vio en la necesidad de emprender campaña por Pasto y
    combinar con Sucre para conseguir su objetivo. (13)

    Sucre, que era el Jefe del Ejército Unido,
    ordenó pasar a Cuenca, donde llegaron el 27 de febrero y
    donde se estacionaron hasta el 28 de marzo. Todo hasta este
    momento andaba a la perfección. Nada hacía prever
    el grave problema que se desataría entre Sucre y Santa
    Cruz, es decir realmente entre Perú y Colombia.

    Para comprender mejor el problema que se desató,
    debemos retrotraernos hasta diciembre de 1821. El 16 de dicho mes
    el Ayuntamiento de Portoviejo levantó un acta por la cual
    expresaba su deseo de pertenecer a Colombia. La Junta de Gobierno
    de Guayaquil en su deseo de mantener la unidad recurrió a
    Sucre para que interviniese en el asunto. Fueron enviados
    comisionados ante el cabildo de Portoviejo para lograr que
    reservase esta ciudad sus opiniones para otra ocasión
    más adecuada. La Junta, desconfiando de lo que
    podrían lograr los comisionados, envió fuerzas a
    Portoviejo, produciendo este hecho la rebelión e
    intentóse derrocar a la Junta. Sin embargo el movimiento
    resulto fallido y la calma reapareció. Era este el primer
    acto de fuerza en la
    búsqueda de la anexión de Guayaquil a
    Colombia.

    Al poco tiempo de ocurrido lo anteriormente
    señalado, Bolívar, con fecha 2 de enero de 1822,
    comunicaba a la Junta Guayaquileña su posición
    tajante con relación al problema: "Yo me lisonjeo, Excmo.
    Señor con que la República de Colombia habrá
    sido proclamada en esa capital, antes de mi entrada en ella. V.E.
    debe de saber que Guayaquil es complemento del territorio de
    Colombia; que una provincia no tiene derecho a separarse de una
    asociación a que pertenece, y que sería faltar a
    las leyes de la naturaleza y de
    la política, permitir que un pueblo intermedio viniese a
    ser un campo de batalla entre dos fuertes Estados; y yo creo que
    Colombia no permitirá jamás que ningún poder
    de América encete su territorio. Exijo el inmediato
    reconocimiento de la república de Colombia, porque es un
    galimatías la situación de Guayaquil. Usted sabe,
    amigo (la misiva está dirigida a J.J. Olmedo, Presidente
    de la junta) que una ciudad con un río no puede formar una
    nación"
    (14) Y en la carta dirigida a Sucre, desde Cali y con la misma
    fecha (02-01-1822), leemos lo siguiente: "He llegado al fin a
    esta capital (Cali), a completar la libertad de Colombia y el
    reposo del sur. Guayaquil recibirá todos los auxilios
    necesarios para no ser más inquietado… Para preparar el
    éxito
    de la próxima campaña, autorizo a U.S. se
    pondrá de acuerdo con el gobierno de Guayaquil. Pero si
    este rehusase algo de cuanto U.S. pida, U.S. está
    autorizado para hacer por si mismo aquello que conceptúe
    preciso… Yo tomo sobre mí la responsabilidad de cuantas providencias tome
    U.DS., activas, eficaces y aun violentas. El tenor de estas
    órdenes debe U.S. comunicarlo al gobierno de Guayaquil,
    manifestándole, verbalmente, que mis intenciones son
    llevar a cabo la libertad de Colombia desde Tumbes hasta las
    bocas de Orinoco y que los sacrificios que ha hecho Colombia por
    recobrar su íntegra independencia, no serán
    frustrados por ningún poder humano de América; y,
    finalmente, que yo espero que, para cuando yo entre en esa
    ciudad, ya el gobierno de Colombia habrá sido reconocido
    por ella, no pudiendo yo hallarme, sin faltar a mi deber y a mi
    deseo, fuera del territorio de las República".
    (15)

    Como se puede apreciar a través de estos dos
    documentos, la posición de Bolívar era tajante,
    decidida e incluso francamente agresiva y chocante por el
    yoísmo imperante sobre todo en la misiva dirigida a Sucre,
    que se puede apreciar en su texto
    íntegro.

    La Junta de Gobierno quedó totalmente turbada
    ante la posición de Bolívar, posición
    ésta que ponía en serios aprietos la actitud de
    espera y en cierto sentido autonomista de la junta. En vista de
    todo ello, la Junta recurrió al Protector del Perú,
    para informarle de dicho hecho. Por otro lado, el agente
    diplomático peruano ante la junta guayaquileña,
    General Francisco Salazar y Carrillo, escribió a
    Monteagudo, el 7 de febrero, dándole cuenta de los planes
    e intenciones de Bolívar. (16) La misiva tanto de la Junta
    como la de Salazar, que contenían copia del oficio del
    Libertador del 2 de enero, llegó a manos de San
    Martín en Huanchaco, donde había tocado casualmente
    den su marcha a Guayaquil para encontrarse con Bolívar. En
    vista de estos sucesos y otros que más adelante
    analizaremos, el Protector emprendió el regreso a la
    capital del Perú, llegando a esta ciudad los
    últimos días de febrero. En la Gaceta del
    miércoles 27 de febrero se anunciaba su regreso de la
    siguiente manera: "S.E. el Protector del Perú ha regresado
    desde el puerto de Guanchaco, donde recibió noticias
    oficiales, comunicadas por el Gobierno de Guayaquil, y por el
    general Sucre, de que S.E. el Libertador de Colombia marchaba
    sobre Juanamba…" (17).

    San Martín, desde la Magdalena y con fecha 18 de
    marzo de 1822, escribió una pequeña misiva a Torre
    Tagle y que la reproduce Javier Ortiz de Zevallos en su obra
    sobre la correspondencia entre San Martín y Torre Tagle:
    "Incluyo a Usted la carta que he recibido de Roca, ella no deja
    la menor duda de que el Libertador quiere oprimir a Guayaquil as
    toda costa: este es asunto del mayor interés y
    que pende el honor del gobierno. Esta noche después de las
    oraciones me tendrá U. en esa, sin más objeto que
    el de conferenciar sobre éste y otros particulares que son
    interesantes". Esta misiva es importante porque nos habla a la
    claras de la responsabilidad de San Martín en el problema
    que se suscitó y que a la larga tuvo que reflexionarse
    sobre sus consecuencias y darse por ello marcha
    atrás.

    Estos hechos decidieron que el 2 de marzo el gobierno
    peruano (del cual estaba encargado Torre Tagle) ordenase a Santa
    Cruz retrogradar desde cualquier posición que se
    encontrase y se pusiese a órdenes de La Mar. El 3 de
    marzo, Monteagudo ofició a La Mar en el sentido de que en
    caso de que Guayaquil "solicitase sinceramente la
    protección de las armas del Perú, por ser su
    voluntad conservar la independencia de Colombia en tal caso
    emplee V.S. todas las fuerzas que están puestas a sus
    órdenes en apoyo de la espontánea liberación
    del pueblo. Pero, si por el contrario, el gobierno de Guayaquil y
    la generalidad de los habitantes de la provincia, pronunciasen su
    opinión a favor de las miras de Colombia, sin demora
    vendrá V.S. al departamento de Trujillo a tomar el mando
    de la costa norte, reunir la división del coronel Santa
    Cruz en Piura, aumentarla hasta donde alcancen los recursos del
    territorio, y obrar según lo exija la seguridad del
    departamento de Trujillo. Como no es posible prever las
    diferentes combinaciones que allí se presenten, el
    gobierno deja al arbitrio de V.E. obrar según ellas…"
    (18) Esta orden fue confirmada el día 23 del mismo
    mes.

    La orden dada a Santa Cruz con fecha 2 de marzo la
    trasmitió Arenales el día 13. Santa Cruz la
    recibió el 29 y ese mismo día se la comunicaba a
    Sucre, diciéndole: "Tengo el sentimiento de comunicar a
    V.S. que se hace necesaria e inevitable la separación de
    la División de mi mando que por ordenes expresas de mi
    gobierno debe retrogradar sobre la capital de Lima que, amenazada
    por las tropas de los generales La Serna y Ramírez, corre
    el mayor peligro". (19)

    Al día siguiente, 30 de marzo, Sucre, turbado e
    indignado, contestó el oficio de Santa Cruz,
    señalándole lo nefasto de la decisión de su
    retiro, la cual era inconcebible, pues de ser cierto el peligro
    de Lima, dicha división tardaría en llegar a Lima
    por lo menos dos meses, y por otra parte él se
    vería en la necesidad de pedir el batallón
    Numancia. Sucre se niega enfáticamente a aceptar el retiro
    y en pocas palabras sintetiza su pensamiento: "Por tanto, no
    sólo me opongo a la retirada bajo las más serias
    protestas, sino que usando de las facultades que me ha dado el
    Excmo. Señor Protector del Perú sobre la
    división de V.S. al ponerla a mis órdenes sin
    restricción alguna (como consta de las copias que tengo el
    honor de acompañarle) he dispuesto que el movimiento que
    continuaba el batallón Trujillo se lleve a efecto y que la
    marcha del escuadrón Granaderos a reforzar los puestos
    avanzados para verificar más tranquilamente nuestra
    aproximación a Riobamba a cumplir la combinación
    con el Libertador, se ejecute mañana mismo, como estaba
    prevenido. Debo observar también a V.S. que cualquier
    comunicación de estos cuerpos del
    Perú, debía dirigírseme a mí,
    teniendo el mando inmediato de ellos, por las órdenes de
    S.E. el Protector". (20)

    El mismo 30, Santa Cruz que se veía envuelto en
    tan embarazosa situación, volvió a oficiar a Sucre,
    en respuesta a la anteriormente comentada. Santa Cruz le expresa
    que lamenta no poder obedecerle por tener que cumplir en forma
    apremiante las órdenes del gobierno peruano, cuya
    responsabilidad pesa sobre él: "En mi concepto,
    después de expresar a V.S. la sinceridad y los más
    vivos sentimientos de mi Gobierno al suspender por ahora la
    cooperación a que se ha prestado de antemano, reitero a
    V.S. no sólo que debo retrogradar, sino que debo hacerlo
    con la mayor brevedad y a marchas forzadas… " (21)

    Sucre, el día 31 dio respuesta a esta
    comunicación, expresándole a Santa Cruz que los
    argumentos que esgrimía eran mezquinos, pues se abandonaba
    a Colombia, también en peligro, para ayudar al
    Perú, el cual disfrutaba de la ayuda colombiana. Le
    advierte que sólo aceptara el retiro de su división
    si es que el gobierno peruano le enviaba de inmediato el
    batallón Numancia. (22)

    Santa Cruz, el mismo 31, respondió la nota de
    Sucre, proponiéndole una medida transaccional: Que la
    división peruana se estacionase en los mismo puntos que
    ocupan o se reconcentrasen en Cuenca, sirviendo de apoyo a Sucre
    ínterin él recibía respuesta de una consulta
    que haría al gobierno peruano. (24)

    Sucre, ante la gravedad del problema surgido,
    escribió dos misivas a San Martín y una al Ministro
    de Relaciones Exteriores del Perú, las tres fechadas el 1
    de abril de 1822, desde su cuartel general en Cauca. La primera
    comunicación al Protector es un oficio en el cual le
    señala lo nefasto de la orden de retirada de la
    división peruana al mando de Santa Cruz; le manifiesta
    haber tenido que oponerse a dicho retiro y que en
    previsión de cualquier situación futura semejante
    ha solicitado que el Numancia abandone el Perú para
    integrarse al ejército colombiano. Sucre, según se
    desprende del texto de este oficio, suponía que la orden
    de retiro de las fuerzas de Santa Cruz había sido dada
    cuando aún el Protector no había llegado a la
    capital, de su regreso de la frustrada entrevista con
    Bolívar, pues leemos: "Yo me prometo que vuelto V.E. a
    Lima, asegurará los lazos que han de unir eternamente al
    Perú y Colombia". (25)

    La otra comunicación que recibió San
    Martín fue una misiva donde, en forma franca y personal le
    señala lo nefasto e impolítico de la orden
    impartida, así como la indelicadeza de dar órdenes
    directamente a Santa Cruz cuando dicho jefe había sido
    puesto bajo su mando: "Semejante medio es una relajación
    de la disciplina,
    además de una suma desconsideración". A
    continuación le expresa: "Dispense Ud. que diga, mi
    General, que nuestra conducta ha sido
    muy franca y decente, para que seamos retribuidos de una manera
    que debe juzgarse un ultraje trascendental a la República
    y pensamos que un paso inconsiderado puede resentir a hermanos
    íntimamente ligados, y que no deben tener sino un mismo
    voto". (26)

    Cuando el Protector recibió estas dos
    comunicaciones ya hacía días que el problema
    había sido solucionado por el gobierno peruano, aunque por
    la distancia se dio el caso de que dicha solución del
    gobierno llegó a manos de Santa Cruz cuando éste ya
    lo había resuelto de acuerdo a sus convicciones personales
    y en atención a la situación política y
    militar del momento.

    Decíamos que cuando San Martín
    recibió las comunicaciones de Sucre fechadas desde Cuenca
    el 1 de abril de 1822, el problema ya lo había resuelto el
    gobierno peruano desde ya relativo tiempo atrás, porque el
    12 de abril el Protector, después de estudiar el problema
    en sesión del Consejo de Gobierno resolvió dar una
    contraorden, en el sentido de que Santa Cruz continuase
    auxiliando a las fuerzas colombianas. Es importante
    señalar con relación a la problemática que
    estamos reseñando, que personajes tan prominentes como
    Álvarez de Arenales y Torre Tagle no estaban de acuerdo
    con la medida del gobierno peruano del retiro de la
    división al mando de Santa Cruz ni tampoco con la actitud
    de San Martín con relación a la problemática
    en torno a
    Guayaquil, que más adelante analizaremos con
    meticulosidad. Arenales, en carta al Protector, de fecha 29 de
    abril de 1822, le decía: "Desde que me impuse de la
    determinación contenida en la orden que se pasó a
    Santa Cruz para que se retire con su división,
    sentí no poca violencia en
    mi modo de pensar: me pareció inoportuno y algo
    imprudente, por varias consideraciones… Debo, no obstante,
    persuadirme que Uds. habrán meditado el asunto y que
    tendrán otros motivos forzosos para aquella
    disposición". (27) En cuanto a Torre Tagle sabemos que
    creía lo más conveniente, con relación al
    problema guayaquileño, no insistir en el intento de
    anexión de dicho territorio, tal como lo manifiesta en
    carta al propio San Martín, el 31 de julio de
    1821.

    Como se puede apreciar, ya desde esa fecha había
    personalidades muy cerca de San Martín que lo aconsejaban
    no insistir en cuanto a la pretensión de anexar Guayaquil.
    Cuando se suscitó el problema que venimos analizando, San
    Martín no escuchó esos consejos y prefirió
    crear una situación bastante difícil de la cual
    salió bastante mal, porque si bien es cierto que
    después de reflexionar todas las desventajas que ello
    significaba para su gobierno e incluso el daño que se
    hacía a la causa de la independencia y se decidió a
    dar la contraorden del 12 de abril, ya el problema lo
    había solucionado Santa Cruz doce días antes,
    contraviniendo órdenes ex presas del gobierno peruano.
    Santa Cruz, con fecha 1 de abril de 1822, después de tomar
    una decisión trascendental ofició a Sucre,
    expresándole: "Si la continuación de la
    cooperación de la División del Perú es tan
    necesaria para salvar al ejército de la República;
    si la situación de V.S. es tan apurada y estrecha; y si la
    causa general de América está expuesta a
    retrogradar por mi retirada; y si con estas consideraciones, y
    las más que V.E. manifiesta es preciso que yo deje obrar
    en la campaña 700 hombres en reemplazo del Numancia, es
    más conforme que disponga V.S. de la masa de la
    división de mi mando. Ya que he de detener mi movimiento
    por los tres cuerpos que V.S. cree necesarios, sea enhorabuena
    por el todo, porque no cabe mezquindades en los subalternos de un
    gobierno no ha notado V.S. por su objeto principal, sino la causa
    continental y común, y la mayor deferencia hacia los
    particulares intereses de Colombia" (28) Sucre agradecióle
    a Santa Cruz por su decisión; "… no me queda sino darle
    las gracias por su disposición a que continuemos la
    campaña con todos los cuerpos del Perú".
    (29)

    El enojoso asunto llegaba de esta manera a su fin,
    aunque aún el 5 de mayo de 1822 Sucre, al dirigirse al
    Ministro de Relaciones Exteriores del Perú y darle cuenta
    que Santa Cruz le había presentado una comunicación
    del 12 de abril que era una contraorden de la del 2 de marzo, le
    advierte de que dicho oficio se deja ver aún campo
    descubierto contra sus operaciones, por
    lo cual insiste en el retiro del Numancia.

    El 19 de abril las fuerzas patriotas se situaron en
    Punín, a diez kilómetros al sur de Riobamba. Las
    fuerzas realistas, al mando de Tolrá, se encontraban en
    sus posiciones del cerro Santa Cruz, en la quebrada del
    río San Luis, defendiendo la ciudad de Riobamba. Sucre, el
    día 20, ordenó el reconocimiento de los pasos que
    pudieran permitir rodear al enemigo, encontrándose que
    dicha maniobra se podía realizar por la quebradilla de
    Pantús. Al día siguiente, Sucre ordenó
    maniobrar por dicha quebradilla, pero los realistas al darse
    cuenta de ello se replegaron hacia Riobamba, con la
    intención de seguir más hacia el norte. Sucre, en
    vista de ello, ordenó que la caballería cortase la
    retirada realista. El 21 de abril se llevó a cabo la
    batalla de Riobamba, favoreciendo la victoria al ejército
    patriota. El día 28 el ejército unido
    reinició la marcha hacia Quito; el día 2 de mayo
    ingresaban a Latacunga y el 17 se situaban en el valle de Chillo,
    a tres leguas de Quito. El 21 se trasladaron a Chillo Gallo,
    donde Sucre se informó que, procedente de Pasto,
    legarían refuerzos para los realistas. Para adelantarse a
    esta conjunción, Sucre avanzo con su ejército hasta
    las lomas de Pichincha, donde el día 24 chocaron los
    ejércitos, favoreciendo nuevamente el triunfo al
    ejército unido libertador. Melchor de Aymerich, el
    último Presidente de la Real Audiencia de Quito, temiendo
    que los patriotas fuesen a saquear Quito recibió al
    coronel D.F. O’Leary, edecán del General Sucre y
    aceptó la capitulación aquel mismo día,
    documento por el cual las fuerzas realistas entregaban "la
    fortaleza del Panecillo, la ciudad de Quito y cuanto estaba bajo
    la dominación española con todos sus pertrechos de
    boca y guerra y almacenes
    existentes". (30) El 29 de mayo de 1822 Quito quedaba incorporado
    a la República de Colombia.

    Bolívar, que ingresa a Quito el 15 de junio,
    suscribió el 18 de aquel mes, un decreto por el cual se
    declaraba a la División del Perú a ordenes de Santa
    Cruz, benemérita de Colombia en grado eminente;
    señalaba que Santa Cruz gozaría en Colombia del
    empleo de
    General de Brigada, siempre que el gobierno del Perú se
    sirviese concederle la gracia del goce de este empleo; los
    demás jefes y oficiales de la División Peruana
    serían recomendados al gobierno peruano para que atienda a
    los méritos y servicios que
    han contraído en la presente campaña. Se le
    otorgaba a Santa Cruz y demás jefes, oficiales y tropa de
    la División Peruana una medalla (de oro para los oficiales
    y jefes y de plata de sargento a bajo), con la siguiente
    inscripción: "Libertador de Quito, en Pichincha" en el
    anverso, en tanto que en el reverso la expresión "Gratitud
    de Colombia a la División del Perú". La medalla
    pendería de un cordón o cinta tricolor, con los
    colores de
    Colombia, como ciudadanos beneméritos. El primer
    escuadrón de Granaderos Montados del Perú
    llevaría el sobrenombre de Granaderos de Riobamba, si el
    gobierno peruano se dignaba confirmarle dicho sobrenombre
    glorioso" (31)

    <>

    NOTAS

    (1)     De la Rosa, A.E. Op. Cit.;
    pp. 202 – 203

    (2)     Mijares, Augusto "El
    Libertador" (Caracas: A.N. de Historia; ediciones de la
    Presidencia, 1987) p. 389

    (3)     Madariaga, Salvador de
    "Bolívar" (Madrid: SARPE, 1985) tomo II; p. 145

    (4)     Madariaga, Salvador de Op.
    Cit. Tomo II; p. 145

    (5)     Madariaga, Salvador de Op.
    Cit. Tomo II; p. 146

    (6)     Villanueva, L. Op. Cit; p.
    130

    (7)     De la Rosa, A.E. Op. Cit.;
    documento 115

    (8)     Ver el convenio
    en:

    Leguía y Martínez, G. Op. Cit.; tomo VII;
    pp. 101 – 102

    (9)     De la Rosa, A.E.; Op. Cit.;
    documento 118

    (10) L.. Villanueva transcribe la carta de Sucre a
    Bolívar donde se refiere escuetamente al desastre de
    Ambato. Ver obra citada del mencionado autor; páginas 143
    – 144

    (11) De la Rosa, A.E. Op. Cit.; documento 154

    (12) De la Rosa, A.E. Op. Cit.; documento 167

    (13) Larrazabal, F. "Vida del Libertador Simón
    Bolívar" tomo II. También la citada obra de L.
    Villanueva; página 146

    (14) Pino Ycaza,G. "Derecho territorial ecuatoriano"
    tomo I, p. 536. También la obra de Alfonso Rumazo
    González "Bolívar" (Madrid: EDIME, 1973; p.
    171)

    (15) Leguía y Martínez, G. Op. Cit.; tomo
    VII; pp. 151 – 151

    (16) Leguía y Martínez, G. Op. Cit.; tomo
    VII; pp. 155 – 156

    (17) Gaceta del Gobierno de 27 de febrero de
    1822

    (18) Paz Soldán, Mariano Felipe. "Historia del
    Perú independiente" tomo I. También la citada obra
    de Leguía y Martínez; tomo VII, pp. 157 –
    158

    (19) De la Rosa, A.E. Op. Cit.; documento 183.
    También la citada obra de Vicente Lecuna, tomo II,
    documento 52

    (20) De la Rosa, A.E. Op. Cit.; documento 184.
    También en la citada obra de V. Lecuna, tomo II, documento
    53

    (21) De la Rosa, A.E. Op. Cit.; documento 185.
    También en la citada obr de V. Lecuna, tomo II, documento
    54

    (22) De la Rosa, A.E. Op. Cit.; documento 186.
    También en la citada obra de V. Lecuna, tomo II, documento
    55.

    (23) De la Rosa, A.E. Op. Cit.; documento 187

    Lecuna, V. Op. Cit.; documento 56

    (24) De la Rosa A.E.; Op. Cit.; documento 188

    Lecuna, V. Op. Cit; documento 57

    (25) De la Rosa, A.E. Op. Cit.; documento 189

    Lecuna, V. Op. Cit.; documento 58

    (26) De la Rosa, A.E. Op. Cit.; documento 191

    Lecuna, V. Op. Cit.; documento 60

    (27) Leguía y Martínez, G. Op. Cit.; tomo
    II pp. 170 171

    (28) De la Rosa, A.E.; Op. Cit; documento 192

    Lecuna, V. Op. Cit.; documento 61

    (29) De la Rosa, A.E. Op. Cit.; documento 197

    Lecuna, V. Op. Cit.; documento 68

    (30) Sobre la acción conjunta del Ejército
    Unido:

    Destruge, Camilo. "Historia de la revolución de
    octubre y campaña libertadora: 1820-1822"

    Pino Ycaza, G. "Derecho territorial ecuatoriano" tomo
    I.

    Ruiz Rivas, Guillermo "Simón Bolívar
    más allá del mito" tomo I

    Elías Ortiz, Sergio. "La brigada de Santa Cruz"
    (En: Boletín de la A.N. de Historia, Caracas, abril
    ‘ junio 1953, n° 142, páginas 164 –
    180)

    Dellepiane, Carlos "Historia militar del
    Perú"

    Bonilla, Manuel C. "Pichincha" (Lima: 1922). Posee un
    valioso apéndice documental entre las páginas 163 y
    317.

    Paz Soldán, M.F. "Historia del Perú
    independiente" tomo I.

    Vargas, Nemesio. "Historia del Perú
    independiente" tomo II.

    Vargas Ugarte, Rubén. "Historia general del
    Perú" tomo VI.

    Valega, J.M. "La gesta emancipadora" tomo
    III.

    Villanueva, Laureano. Obra citada; capítulo
    IV.

    (31) El decreto de 18 de junio de 1822 recompensando a
    la división auxiliar peruana apareció en la Gaceta
    del Gobierno del sábado 27 de julio de 1822.

    Lo reproducen, entre otros:

    Lecuna, V. Obra citada, tomo II, documento 85

    Blanco y Azpurua. "Documentos para la vida
    pública del Libertador…"  (Caracas: 1876) tomo
    VIII, páginas 444 – 445

    3. GUAYAQUIL, TERRITORIO
    COLOMBIANO

          A comienzos de 1822
    Bolívar había decidido actuar sobre Guayaquil y
    para ello resolvió embarcarse en Buenaventura. Con fecha 5
    de enero de dicho año, desde Cali, el secretario del
    Libertador, por encargo de éste, envió al Ministro
    de Guerra de Colombia, un oficio en el que le da cuenta de los
    planes del Libertador: "S.E. ha preferido emprender la
    próxima campaña del sur por Guayaquil, por las
    siguientes consideraciones: 1° Por asegurar a Guayaquil, y
    hacer que aquella provincia se declare por Colombia. Hasta hoy el
    manejo y las intrigas la han mantenido en una neutralidad
    incompatible con sus} verdaderos intereses, y más
    aún con los derechos de nuestro
    Gobierno. No faltan quienes desean su incorporación al
    Perú, y quienes opinen por el extravagante delirio de que
    sea un Estado independiente. Si prevaleciera esta opinión,
    Guayaquil no sería más que un campo de batalla
    entre dos Estados belicosos, y el receptáculo de los
    enemigos de uno y otro. La ley fundamental quedaría sin
    cumplirse y Colombia y El Perú jamás
    estarían seguros, estando
    confiadas a sus propias fuerzas las débiles puertas de
    Guayaquil. Más funesta aún sería a nuestros
    intereses la incorporación al Perú… Estos y otros
    males muy graves y de consecuencias de mucha trascendencia se
    evitan con el envío de tropas colombianas a Guayaquil, y
    sobre todo con la presencia del Libertador allí…"
    (1)

    La llegada del General Murgeón a Quito y el
    asalto dado por el coronel López al navío Alejandro
    I, llevó al Libertador a tener que cambiar de planes,
    decidiendo penetrar por la terrible región de Pasto. El
    avance por esta región fue harto difícil y por ende
    lento y sangriento. El 10 de mayo de 1822 recién
    sobrepasaba el Juanambú y se instalaba en el Trapiche.
    Como dice Alfonso Rumazo González, en dicha ruta "donde se
    anida lo más tozudo del realismo. Los
    pastusos son más monarquistas que los propios
    españoles y se disponen a cerrarle la marcha a la
    revolución republicana". Sin embrago, el triunfo patriota
    en las faldas del Pichincha, junto a Quito, el 24 de mayo de
    1822, vino a solucionarle el problema a Bolívar, pues
    conocedor de esta victoria así como de la rendición
    y capitulación de Aymerich, envió a José G.
    Pérez, su secretario, para ofrecerle una
    capitulación a don Basilio García, el cual la
    aceptó, sabedor también del triunfo del
    Ejército Unido en Pichincha. Pero como los pastusos no
    reconociesen dicha capitulación, Bolívar tuvo que
    penetrar violentamente. De Pasto emprendió marcha hacia
    Quito, donde llegó el 15 de junio.

    El Libertador decidió pasar a Guayaquil para
    poner fin al problema creado en esta provincia, mediante la
    anexión a Colombia. El panorama, sin embargo, no se
    mostraba totalmente favorable a Colombia, debido a que
    existía un grupo nada despreciable en cuanto a su
    número y sobre todo influencia, que ansiaba la
    autonomía y por lo tanto su constitución como
    Estado independiente y soberano. Santander, desde Bogotá,
    el 17 de junio de 1822 le escribe al Libertador: "No quisiera el
    gobierno saber que V.E. haya resuelto trasladarse a Guayaquil,
    porque habiéndose separado aquella provincia del
    territorio de Colombia (
    el resaltado es nuestro) temo que se
    opongan a V.E. muchos obstáculos para realizar con gloria
    la empresa de
    libertar a Quito, y porque cualquier desaire que a V.E. se
    infiriese, lo miraría Colombia como su injuria propia.
    Cuando las circunstancias fuercen a V.E. a cambiar la dirección de la campaña por aquella
    parte, es conveniente y necesario que V.E. prescinda de estar al
    frente del ejército, y que se venga a ejercer el poder del
    gobierno en circunstancias en que se aproximan los momentos de
    negociar la suerte futura de Colombia". (2)

    Pero liberado Quito y anexado a Colombia, el Libertador
    convencido más que de los legítimos derechos de
    Colombia (que él sabía que no lo tenía), de
    la para él imperiosa necesidad política de zanjar
    el problema de Guayaquil impidiendo a como diera lugar su
    anexión al Perú o su conformación como
    estado soberano y autónomo, decidió actuar con
    rapidez y energía. El 11 de julio ingresaba a Guayaquil y
    aquel mismo día se presentaba ante el Cabildo, donde el
    síndico José Leonardo reyes pronunció un
    discurso
    favorable a la incorporación de Guayaquil a Colombia. Al
    contestar el discurso, Bolívar reafirmó su
    posición con relación a la dependencia de Guayaquil
    como parte del territorio colombiano.

    El día 13 el Libertador zanjaba en forma
    definitiva el problema al decretar la anexión y así
    se hizo de conocimiento público mediante el siguiente
    bando:

    "1° S.E. el Libertador ha tomado la ciudad y
    provincia de Guayaquil bajo la protección de
    Colombia.

    2° El pabellón y la escarapela de Colombia
    los tomará la provincia como el resto de la
    nación.

    3° Todos los ciudadanos, de cualquier opinión
    que sean, serán igualmente protegidos y gozarán de
    una igualdad
    absoluta.

    4° Colombia será vitoreada en todos los actos
    públicos, así militares como civiles.

    5° La autoridad de
    S.E. el Libertador y sus subalternos ejercerán el mando
    político y militar de la ciudad y provincia de
    Guayaquil.

    6° Se encarga a los ciudadanos el mayor orden, a fin
    de evitar las disensiones que han ocurrido.

    7° Las antiguas autoridades han cesado en sus
    funciones
    políticas y militares; pero serán respetadas como
    hasta el presente y hasta la convocación de los
    representantes de la provincia.

    Por orden de S.E. el Libertador,
    publíquese.

    Guayaquil, 13 de julio de 1822.- Bartolomé
    Salom." (3)

    Aquel mismo 13, Bolívar dirigió al pueblo
    guayaquileño una proclama, en la cual les decía: "
    ¡Guayaquileños! Vosotros sois colombianos de
    corazón, porque todos vuestros votos y
    vuestros clamores han sido por Colombia, y porque de tiempo
    inmemorial habéis pertenecido al territorio que hoy tiene
    la dicha de llevar el nombre del padre del Nuevo Mundo; mas yo
    quiero consultaros, para que no se diga que hay un colombiano que
    no ame a su patria y leyes". (4)

    Como hemos dicho, el 13 de julio de 1822, gracias a una
    actitud decidida y enérgica de Bolívar, quien
    recurrió a todos los medios
    posibles, quedó zanjado el problema en torno a Guayaquil.
    Los hechos que se sucedieron después del 13 fue lógica
    consecuencia de la decisión tomada el día 13 y que
    concluyeron el 31 de julio de ese mismo año al suscribirse
    el acta de la anexión de dicha provincia a Colombia.
    (5)

    Es el propio Bolívar quien nos refiere la forma
    en que realmente se solucionó el problema. En misiva
    dirigida a Santander el 29 de agosto de 1822 le cuenta la
    realidad de la anexión, innegablemente manu militari: "Ya
    el negocio de Guayaquil no dará a Ud. cuidado., mas
    advierto que no he recibido comunicación del gobierno que
    manifieste su opinión sobre este particular. Yo pienso de
    diferente modo que Ud., que era necesario emplear la fuerza para
    no entregarnos, por decirlo así, al arbitrio del
    Perú y de su gobierno, que ya Ud. sabe lo que es. Si
    Guayaquil no entraba en su deber quedábamos en una
    situación lo mas inquieta y peligrosa". (6)

    Debemos señalar que producido el acto de la
    anexión del 13 de julio, J.J. Olmedo, Presidente de la
    Junta Guayaquileña, con fecha 15 de julio comunicó
    al gobierno peruano estos sucesos, según decía
    "para que en adelante sepa a quién debe dirigir sus
    comunicaciones oficiales". Como veremos mas adelante, un
    día antes, el 14 de julio, San Martín zarpaba del
    Callao rumbo a Guayaquil y por lo tanto sería en dicha
    ciudad donde el Protector se informaría de estos
    acontecimientos. Como es lógico comprender, cuando San
    Martín llegó a Guayaquil encontró que el
    Libertador había zanjado en forma definitiva el problema
    en torno a esa provincia; que los miembros de la depuesta junta y
    algunos simpatizantes de su anexión al Perú se
    habían refugiado en los barcos de la escuadra peruana
    surtos en dicho puerto y que estaba al mando del Vicealmirante
    Blanco Encalada; que a los pocos días se
    realizarían comicios para decidir, desde el punto de vista
    legal y por lo tanto meramente formal (porque de facto ya estaba
    decidido y resuelto) la suerte de Guayaquil. Este era el ambiente
    político en los días que se entrevistaron los
    libertadores de Hispanoamérica.

    No queremos dejar sin precisar que frente a lo espinoso
    del problema en torno a Guayaquil, deben los estudiosos,
    independientemente de su nacionalidad, analizar y juzgar
    considerando las Reales Órdenes dadas al respecto por la
    corona española, así como también en lo
    concerniente a la problemática que surge a raíz de
    la aplicación del principio del uti possiddetis.
    Totalmente a un lado debería quedar el chovinismo que lo
    único que hace es complicar u oscurecer aquello que
    resulta evidente, que termina por cegar a los historiadores de
    una u otra nacionalidad. Innegablemente debemos reconocer que es
    esperanzador ver análisis muy serios realizados por diversos
    especialistas en la problemática de litigios
    internacionales, concretamente del caso peruano colombiano y
    peruano ecuatoriano.

    Hasta la creación del virreinato de Nueva Granada
    (1717 – 1739) Guayaquil fue parte del virreinato del
    Perú, el cual fue creado en 1542, comprendiendo las
    audiencias de Panamá, Quito, Santa Fe, Lima, Charcas,
    Chile y Buenos
    Aires.

    El virreinato de Nueva Granada fue creado en 1717,
    comprendiendo las audiencias de Panamá, Quito, Santa Fe y
    la Comandancia General de Caracas (Decreto Real del 29 de abril
    de 1717 y Real Cédula de 27 de mayo de 1717). Por real
    Cédula de 5 de noviembre de 1723 fue suprimido este
    virreinato por no haber dado los resultados esperados, aunque a
    los pocos años se expidió la Real Cédula de
    20 de agosto de 1739 restableciendo en forma definitiva el
    virreinato mencionado, también llamado de Santa Fe, con
    los territorios de los distritos de las audiencias de Santa Fe,
    Panamá y San Francisco de Quito, las cuales
    subsistían, más el territorio de la Comandancia de
    Caracas o Provincia de Venezuela, que había dependido del
    virreinato de México y
    que al poco tiempo, en 1742, adquiría su total
    autonomía del virreinato recién creado. (7) Como
    bien señala Waldemar Espinoza, la creación de este
    virreinato se debía a la necesidad de contar, por esos
    territorios, "con una autoridad con suficiente competencia y
    jurisdicción para cortar el contrabando de
    mercaderías europeas que, en forma abundante, ingresaban
    por los puertos de Cartagena, Santa María y Maracaibo,
    inundando toda América con enorme nocividad para el
    monopolio
    comercial de España. (8)

    Por Real Orden dada el 7 de julio de 1803, expedida a
    solicitud de la Junta de Fortificaciones de América, la
    corona española ordenó la segregación de la
    Gobernación de Guayaquil del virreinato de Nueva Granada y
    su reincorporación al virreinato del Perú.
    ¿Qué motivos impulsaron a la corona española
    a tomar esta decisión? Para comprender mejor el por
    qué de esta medida debemos recordar que "voluntariamente,
    y por hostilidad hacia Inglaterra,
    dedicada desde hacía trescientos años a apoderarse
    del comercio de
    sus colonias de América, España se había
    aliado con Francia en
    1796" (9) Esta alianza permitió a Francia la
    elección, en 1810, del Papa Pío VII que no era
    hostil a la Francia revolucionaria y asimismo permitió el
    ataque, por parte de Francia a Portugal en 1801. En 1803, al
    estallar nuevamente en Europa la guerra
    entre la Francia napoleónica y los Estados opositores,
    España reanudó su alianza con Francia, "dictada, a
    la vez, por los intereses familiares del rey (el mantenimiento
    de sus parientes en los tronos de Florencia y Nápoles, la
    esperanza de reinar él mismo un día sobre Portugal)
    y por los intereses personales de Godoy, que recibía de
    Francia «douceurs», es decir subsidios personales".
    (10)

    A pesar de esta alianza, y tal vez por ella misma, que
    convertía a España en enemiga de la poderosa
    Inglaterra, la primera potencia
    marítima del mundo de aquellos tiempos, fue creada en
    Madrid la Junta de Fortificaciones de Américas, la cual al
    analizar la situación militar de Hispanoamérica se
    dio cuenta de la vulnerabilidad de Guayaquil como parte
    integrante del virreinato de Nueva Granada, por lo que
    recomendó su secesión de dicho virreinato y su
    reintegración al Perú, según consta en el
    informe –
    propuesta del 28 de marzo de 1803. El 7 de julio de ese
    año, en atención a dicha recomendación, se
    expidió la Real orden que establecía que "debe
    depender el gobierno de Guayaquil del virrey de Lima, y no del de
    Santa Fe…" (11)

    Algunos estudiosos ha reparado que no sólo tuvo
    un objetivo político – militar la reincorporación
    de Guayaquil al virreinato peruano, sino que también
    jugó un papel muy importante el factor económico,
    porque, como bien se ha señalado, con ello se
    quería fortalecer la economía del
    virreinato del Perú, que se había debilitado
    tremendamente con la pérdida de Potosí, que desde
    1776 pasó a ser parte integrante del virreinato del
    Río de la Plata, hecho que tan magistralmente ha analizado
    el historiador canadiense Timothy E. Anna, quien al respecto
    dice: "En 1776 cayó el golpe más desastroso para la
    prosperidad peruana cuando, como parte de su continuo programa de
    racionalización a través de amplias reformas
    económicas y administrativas, la monarquía borbónica creó el
    nuevo virreinato del Río de la Plata, con su capital en
    Buenos Aires. Esta medida arrebató a Lima el control de vastos
    territorios en el sur. Fue más desastroso aún que
    la región del Alto Perú (Bolivia),
    centro de las ricas minas de plata, fuese separada del virreinato
    del Perú y entregada al nuevo virreinato del Río de
    la Plata." (12)

    La R.C. de 1803 fue puesta en conocimiento de los
    virreyes del Perú y Santa Fe, quienes la recibieron y
    cumplieron. Leguía y Martínez reproduce los dos
    documentos oficiales mediante los cuales don Antonio Amar, virrey
    de Santa Fe y el marqués de Avilés virrey del
    Perú, con fechas 19 de diciembre de 1803 y 23 de enero de
    1804, respectivamente, dejan constancia de recibo de la Real
    Orden e imparten las medidas para su cumplimiento.

    La reintegración de Guayaquil al virreinato
    peruano fue general y total como se confirma en la R.O. de 10 de
    febrero de 1806, dada ante los reclamos del Tribunal del
    Consulado de Cartagena. En este documento se dice: "En vista de
    lo que consultan U.S.S. en carta de 25 de marzo del año
    próximo anterior, sobre si la provincia de Guayaquil, a
    consecuencia de la agregación al virreinato de Lima, debe
    depender, en la parte mercantil, de ese Consulado o del de dicho
    de Lima; se ha servido Su Majestad declarar que la
    agregación es absoluta
    ; (el subrayado es nuestro) y,
    por consiguiente, que la parte mercantil debe depender del
    mencionado Consulado de Lima, y no de ese". (13)

    Lo cierto es que la segregación de Guayaquil del
    virreinato de Santa Fe fue mal visto por un sector de la
    población guayaquileña. El 18 de febrero de 1808 el
    Ayuntamiento de Guayaquil, encabezado por el Gobernador de
    Guayaquil, Bartolomé Cucalón, presentó a la
    corona una solicitud pidiendo que la agregación de
    Guayaquil al virreinato del Perú no lo fuese en el aspecto
    judicial, señalándosele los inconvenientes de dicha
    agregación. El 14 de marzo Cucalón volvió a
    insistir en el mismo sentido y como pasara el tiempo y no
    recibiera atención su petición, dirigióse,
    con fecha 28 de octubre de 1815, al Secretario de Estado y del
    Despacho Universal de Indias, expresándole que "el
    vecindario de Guayaquil y de su vasta provincia sufría el
    yugo más pesado por estar esta última agregada al
    virreinato del Perú en todos los ramos". Y después
    de exponer los inconvenientes de la segregación, concluye
    suplicando que el Rey tenga a bien concederles la gracia de que
    "vuelva, sin más dilación, a agregarse esta
    provincia a la de Quito, siquiera en lo contencioso, como antes
    estaba, ya que, por la misericordia de Dios, se halla pacificado
    de sus recientes conmociones; y ojalá que Su Majestad, no
    sólo lo hiciera en esta parte, sino en todas,…"
    (14)

    Sobre la base de los documentos de la época se
    concluye claramente que la agregación de Guayaquil al
    virreinato del Perú fue total, absoluta. Pero es
    también innegable que en los hechos las autoridades y un
    sector de los habitantes de dicha provincia se resistieron a
    aceptar dicha decisión. De allí sus solicitudes
    para dejarla sin efecto. De allí también las dudas,
    vacilaciones y resistencias
    en su cumplimiento por parte de los guayaquileños. Pero,
    como hemos analizado anteriormente y tendremos oportunidad de
    incidir en ello, en Guayaquil se llegó a formar un grupo
    partidario de su anexión al Perú e incluso otro
    grupo era partidario de constituir un estado totalmente
    independiente. Sin embargo, dada la agregación, la
    reacción fue de resistencia, lo
    cual se aprecia en una serie de incidentes. Bartolomé
    Cucalón, Gobernador de Guayaquil, se negó a cumplir
    el decreto expedido por el virrey del Perú el 1 de febrero
    de 1810, con relación a una causa contenciosa seguida por
    Carlos Lagomarcino contra Cucalón, quien había
    apresado y secuestrado sus bienes,
    acusándolo de tener relaciones con los insurgentes de
    Quito. Abascal ante esta desobediencia de Cucalón
    expidió un nuevo decreto de 14 de junio de 1810 pasando el
    caso al Real Acuerdo de Lima, tribunal que dictaminó que
    debía cumplirse y efectuarse, sin causa ni pretexto alguno
    el decreto del 1 de febrero de 1810.

    Como consecuencia de la Constitución de 1812, la
    cual fue promulgada y jurada en Lima la primera semana de octubre
    de ese mismo año, se creó en 1813 la
    Diputación Provincial. Su ámbito jurisdiccional
    territorial comprendía la audiencia de Lima, es decir los
    territorios de las provincias de Trujillo, Tarma, Lima, Arequipa,
    Huancavelica, Huamanga y Guayaquil (Ver Timothy Anna, op. cit.;
    p. 118).. El virrey Abascal (1806-1816) tuvo que compartir la
    autoridad con dicha Diputación Provincial, la cual
    tenía siete diputados de las siete provincias mencionadas.
    Recordemos que este enérgico y sagaz virrey a pesar de los
    menguados recursos con los que contaba el virreinato peruano,
    supo enfrentar los movimientos separatistas que se produjeron en
    América del Sur, llevando a cabo, como lo ha
    señalado Brian R. Hamnett "una política de
    anexión que dio por resultado la extraordinaria
    expansión territorial del Perú. Quito, Charcas y
    Chile fueron anexados por la iniciativa del virrey, más
    bien que como resultado de la política metropolitana"
    (Brian R. Hamnett. "La política contrarrevolucionaria del
    virrey Abascal: Perú, 186-1826. Lima: Instituto de
    Estudios Peruanos. Documento de Trabajo N° 112, p.
    12)

    Conocemos que el Ayuntamiento de Guayaquil
    solicitó al virrey Abascal que dicha provincia dependiese
    en lo contencioso de la Audiencia de Quito. Abascal
    respondió esa solicitud el 16 de abril de 1814, en los
    siguientes términos: "Visto este expediente, con lo
    expuesto por el Sr. Fiscal,
    sáquese copia certificada de su respuesta y de la R.O. en
    que se determinó la agregación total de la
    provincia de Guayaquil a este virreinato, en lo absoluto y
    contéstese con ella el oficio de su Excmo. Ayuntamiento,
    para que, en esa inteligencia,
    evite tratar de una materia
    decidida por S.M. y que no permite, por lo mismo,
    alteración alguna".

    También apreciamos la resistencia
    guayaquileña a su agregación al virreinato del
    Perú en el siguiente hecho: Con fecha 28 de junio de 1810
    Abascal pidió noticias al virrey de Santa Fe de las
    órdenes que tuviera dadas sobre la conducción del
    correo destinado a aquella provincia, añadiendo:
    "Póngase orden al Señor Gobernador de Guayaquil,
    para que, en el concepto de ser absoluta la agregación de
    aquella provincia a este virreinato, prevenga al Administrador de
    Correos que en los asuntos de su ramo debe entenderse con este
    superior Gobierno…"

    Una lectura
    detenida y desapasionada de éstos y otros documentos
    permite apreciar en forma perfectamente clara la actitud de un
    sector del Guayaquil colonial ante su agregación al
    Perú virreinal.  Es en consideración a esta
    realidad reflejada en varias peticiones, tratando de obtener la
    modificación de la decisión real, que, con fecha 23
    de junio de 1819, la corona española mediante Real
    Cédula, dispuso que "a la audiencia de Quito tocase
    entender todas las causas, tanto civiles y criminales del
    gobierno de Guayaquil, como en los asuntos de la real hacienda,
    permaneciendo el mismo gobierno sujeto en lo militar al
    virreinato del Perú" (15)  

               
    Es necesario hacer referencia a un documento al cual
    historiadores ecuatorianos, como Tobar Donoso, recurrían
    para señalar que Guayaquil solo estuvo  sometido al
    virreinato peruano en el aspecto militar. Ese documento es la
    supuesta Real Cédula de 9 de noviembre de 1807. Decimos
    supuesta,  porque nunca se ha podido mostrar el original de
    ese documento, por lo que, al igual que la  Real
    Cédula de 1740 y el Protocolo
    Pedemonte-Mosquera, son documentos fabricados, de los cuales
    sólo se muestran copias de inexistentes documentos
    apócrifos.

    En conclusión, teniendo en consideración
    la aplicación del principio de uti possidetis para la
    fijación de los territorios de los estados que nacieron de
    la disgregación del imperio español en
    América, como consecuencia de la guerra separatista,
    Guayaquil al independizarse era parte integrante del virreinato
    del Perú, porque para la aplicación del mencionado
    principio jurídico, los nacientes estados aceptaron como
    fecha referencial los años 1809 -1810, y, porque
    además la R.C. de 23 de junio de 1819 no sólo es
    posterior a dicho año, sino, y esto es lo fundamental,
    porque no fue obedecida, guardada, cumplida ni ejecutada, por la
    simplísima razón de que apenas habían
    transcurrido 48 horas de expedida la citada R.C. cuando quedaba
    consumada la independencia de Nueva Granada.

    A pesar de todo esto, no podemos dejar de reconocer la
    actitud de un sector de la población guayaquileña
    frente a su agregación al virreinato del Perú,
    innegablemente en contra de dicho acto, de tal forma que la R.C.
    de 23 de junio de 1819 en parte venía a hacer realidad lo
    que ese sector guayaquileño anhelaba. Queda fuera de toda
    duda que por Uti Possidetis Guayaquil era del Perú. Pero
    en cierta forma (ya veremos por qué no totalmente) por
    libre determinación de los pueblos Guayaquil
    correspondía a Colombia. Esta segunda conclusión es
    sólo relativa, porque innegablemente en dicho territorio
    había un sector francamente peruanófilo y otro
    sector autonomista. El sector partidario de la anexión al
    Perú, es necesario dejar bien precisado, no había
    surgido con el proceso separatista. Se sabe que desde 1790
    algunas autoridades guayaquileñas propusieron segregarlo
    de Nueva Granada para reincorporarlo al virreinato peruano. Este
    sector pro peruanista era muy activo e importante. Un historiador
    ecuatoriano tan acucioso como es el jesuita Aurelio Espinoza
    Polit, escribe: "… aun cuando la actitud de Olmedo hubiese sido
    tan favorable a este país (Perú), como lo fue, por
    ejemplo la de sus colegas en el triunvirato, Rafael Ximena y
    Francisco María Claudio Roca, nada hubiera tenido de
    censurable, pues cualquier guayaquileño de entonces tanto
    derecho tenía para simpatizar con el Perú como con
    Colombia" (15) Como lo ha demostrado Félix Denegri Luna,
    ese grupo guayaquileño properuanista siguió
    existiendo aún en los primeros años de la vida
    independiente de Perú y Colombia (lo que sería
    Ecuador fue primero parte de lo que a veces suele denominarse
    Gran Colombia), como se puede apreciar en la guerra entre
    Perú y Colombia (1829) cuando presidente del Perú
    era don José de La Mar, natural de Cuenca, perteneciente a
    una familia
    guayaquileña muy prestigiosa, en tanto que presidente de
    Colombia lo era don Simón Bolívar, quien desde 1826
    estaba afrontando gravísimos problemas
    políticos internos y para quien la guerra fue una forma de
    tratar de paliar sus múltiples y realmente insolubles
    problemas ( el Libertador era, en la bella expresión de
    García
    Márquez, un General en su laberinto). Bolívar
    ya veía que la Gran Colombia se deshacía a
    consecuencia de los regionalismos que se habían creado a
    lo largo de la etapa colonial, así como también por
    las ambiciones de diversos personajes.

    Con todo lo anteriormente analizado queda en claro que
    las afirmaciones de historiadores peruanos de gran prestigio,
    tales como Nemesio Vargas, Rubén Vargas Ugarte,
    César García Rosell y Alayza Paz Soldán (16)
    en el sentido de que Guayaquil pertenecía a Colombia en
    virtud del principio del uti possidetis, no es exacta.

    Es necesario precisar asimismo que no es justo sostener,
    como lo hacen muchas veces en forma muy mal intencionada
    historiadores antibolivaristas, que el Libertador fuera el
    culpable de la pérdida de Guayaquil como parte del
    territorio peruano. Esto afirmado categóricamente y sin
    mayores explicaciones y comprensión de la situación
    de aquellos tiempos es, por decir lo menos, distorsionante de la
    verdad. La actitud y por ende sus acciones de
    Bolívar con relación a Guayaquil no son sino el
    simple reflejo de la actitud de un gran sector de la
    población guayaquileña y sobre todo colombiana,
    así como la forma como percibían (con los intereses
    propios de los estados nacientes) un sector de los
    políticos colombianos el problema de Guayaquil y la
    solución que había que darle para su
    anexión. Bolívar y un sector de los colombianos
    sentían que Guayaquil era parte de su territorio, aunque
    algunos eran más cautelosos al actuar, porque eran
    conscientes y honestos en reconocer que Guayaquil se había
    separado de Colombia (hemos reseñado por ejemplo la carta
    de Santander a Bolívar de 17 de junio de
    1822).

    <>

    NOTAS

    (1)     De La Cruz, Ernesto. "La
    Entrevista de Guayaquil: Bolívar y el general San
    Martín" (Santiago de Chile: 1914) p. 20

    (2)     Cortázar, Roberto.
    "Cartas y mensajes de Santander" (Bogotá: 1954) tomo IV,
    documento N° 1516; páginas 41 – 45

    (3)     Blanco y Azpurua.
    "Documentos para la vida pública del Libertador" tomo
    VIII

    Leguía y Martínez, G. "Historia de la
    Emancipación del Perú…" tomo VII; página
    201

    Pino Ycaza, Gabriel. "Derecho territorial ecuatoriano"
    tomo I; páginas 548 – 459

    (4)     Blanco y Azpurua. Obra
    citada; tomo VIII, página 459

    Pino Ycaza, G. Obra citada; tomo I; página
    547

    (5) El texto de esta acta, en:

    Blanco y Azpurua; obra citada, tomo VIII, páginas
    552 – 553

    (6) Lecuna, Vicente "Cartas del Libertador" tomo III;
    páginas 81 ‘ 84

    (7) Pons Muzzo, Gustavo "Las fronteras del Perú:
    Historia de los límites"
    página 37

    (8) Espinoza Soriano, Waldemar. "Virreinato peruano"
    (Lima: Biblioteca
    Nacional del Perú, 1997); página 51

    (9) Godechot, Jacques. "Europa y América en la
    época napoleónica (1800 – 1850) " (Barcelona:
    Editorial Labor S.A. 1969); página 70.

    (10) Godechot, J. Obra citada; página
    72.

    (11) La RealOrden de 07 de julio de 1803 es reproducida,
    entre otras, en la siguientes obras:

    Leguía y Martínez, G. Obra citada; tomo
    VII.

    Pino Ycaza, G. Obra citada; tomo I; página
    465

    Lecuna, V. "La Entrevista de Guayaquil" tomo II
    documento N° 1

    (12) Anna, Timothy E. "La caída del gobierno
    español en el Perú. El dilema de la independencia"
    (Lima: Instituto de Estudios Peruanos Ediciones, 2003) ; p.
    17)

    (13) Leguía y Martínez, G. Obra citada;
    tomo VII; página 12

    (14)   Leguía y Martínez, G.
    Obra citada; tomo VII; páginas 14 – 16.

    (15)   Leguía y Martínez, G.
    Obra citada; tomo VII; página 21.

    Lecuna, Vicente. "La Entrevista de Guayaquil"; tomo II;
    documento N° 2.

    Pino Ycaza, G. Obra citada; tomo I; páginas 471
    – 472

    (16)   Denegri Luna, Félix.
    "Perú y Ecuador. Apuntes para la historia de una frontera"
    (Lima: P.U.C., Instituto Riva Agüero y Bolsa de Valores
    de Lima; 1996) páginas 60 – 61

    (17)   Vargas, Nemesio. "Historia del
    Perú independiente"; tomo I.

    Vargas Ugarte, Rubén. "Historia general del
    Perú"; tomo VI.

    García Rosell, César. "Bolívar no
    le quitó Guayaquil al Perú" (En: Testimonios
    peruanos sobre el Libertador. Publicación de la Sociedad
    Bolivariana de Venezuela; Caracas, Imprenta Nacional, 1964;
    páginas 262 – 278)

    Alayza y Paz Soldán, L. "Unanue, San
    Martín y Bolívar"

    4. LOS LIBERTADORES Y EL
    PROBLEMA DE GUAYAQUIL

    El pensamiento de los libertadores sobre la suerte
    política de Guayaquil es un aspecto del cual se sabe con
    meridiana claridad, debido a que ellos expresaron en diversos
    documentos, e incluso intercambiaron sus opiniones, en forma
    diáfana y sincera. Dichas opiniones eran, en el fondo,
    diametralmente opuestas y por lo tanto irreconciliables. Tal vez
    en lo único en lo cual estuvieron de acuerdo era en la
    inconveniencia de que Guayaquil se constituyese como un Estado
    independiente y soberano. Bolívar estaba convencido que,
    políticamente, era lo más conveniente para Colombia
    que Guayaquil perteneciese a dicho Estado y que debía
    recurrirse a todos los medios posibles para impedir su
    anexión al Perú o su autonomía.

    San Martín en cambio no miraba con desagrado que
    Guayaquil decidiese agregarse al Perú. Demás
    está decir que no el Protector del Perú el creador
    del grupo peruanófilo, aunque es también innegable
    que al ver con simpatía dicha anexión, sus
    representantes ante la junta guayaquileña de una u otra
    manera alentaron esta actitud. Sin embrago San Martín no
    era partidario de emplear todos los medios disponibles, sino
    más bien el de respetar la voluntad libre y soberana del
    pueblo guayaquileño.

    San Martín tanto a la junta guayaquileña
    como al propio Bolívar expresaría en forma clara su
    parecer. En comunicación dirigida a la mencionada junta el
    23 de agosto de 1821, expresaba: "Desde que recibí la
    primera noticia del feliz cambiamiento que hizo esa provincia de
    su antigua forma, me anticipé a mostrar al gobierno que
    entonces existía por medio de mis diputados, el general
    Luzuriaga y el coronel Guido, cuáles eran la ideas que me
    animaban con respecto a su destino. Mi grande anhelo era entonces
    y nunca será otro que ver asegurada su independencia bajo
    aquel sistema de
    gobierno que fuese aclamado por la mayoría del pueblo,
    puesto en plena libertad de deliberara y cumplir sus votos.
    Consecuente con estos principios, debo
    repetir a V.S., en contestación a su nota oficial del 29
    del pasado, que invariable en el plan que me he propuesto, yo no
    tomaré otra parte en los negocios de
    ese país que las que convengan al cumplimiento de la
    resolución heroica que adoptó el día de su
    regeneración.

    Por lo demás, si el pueblo de Guayaquil
    espontáneamente quiere agregarse al departamento de Quito,
    o prefiere su incorporación al Perú o si en fin
    resuelve mantenerse independiente de ambos, yo no haré
    sino seguir su voluntad y considerar esa provincia en la
    posición política que ella misma se
    coloque.

    Para remover sobre este particular toda ambigüedad,
    es obvio el expediente de consultar la voluntad del pueblo,
    tomando las medidas que ese gobierno estime conveniente a fin de
    que la mayoría de los ciudadanos exprese con franqueza sus
    ideas, y sea norma que siga V.S. en sus resoluciones,
    sirviéndose en tal caso avisarme el resultado para nivelar
    las mías". (1)

    A pesar de que de este documento podríamos
    colegir que el Protector aceptaría incluso la
    autonomía de Guayaquil, sin embargo lo cierto es que
    él, al igual que Bolívar, se daba cuenta que tal
    decisión, de producirse, sería nefasta para las
    relaciones que debían entablarse entre Perú y
    Colombia. En misiva enviada a Bolívar, fechada el 3 de
    marzo de 1822, es decir concebida a su regreso de su frustrado
    viaje de febrero, cuando intentó llegar a Guayaquil a
    entrevistarse con Bolívar, y conociendo ya la
    opinión al respecto del Libertador, le expresó en
    forma directa y franca su propio parecer:

    "Por las comunicaciones que en copia me ha dirigido el
    gobierno de Guayaquil, tengo el sentimiento de ver la seria
    intimidación que le ha hecho V.E. para que aquella
    provincia se agregue al territorio de Colombia. Siempre he
    creído que en tan delicado negocio el voto
    espontáneo de Guayaquil sería el principio que
    fijase la conducta de los estados limítrofes, a ninguno de
    los cuales compete prevenir por la fuerza la deliberación
    de los pueblos…Dejemos que Guayaquil consulte su destino y
    medite sus intereses para agregarse libremente a la
    sección que le convenga, porque tampoco puede quedar
    aislado sin perjuicio de ambos…" (2)

    Bolívar expresó en varias oportunidades su
    opinión sobre la suerte de Guayaquil. Ya hemos
    señalado que el 2 de enero de 1822, desde Cali, se
    dirigió en forma franca y directa a la junta
    guayaquileña, expresándole "que Guayaquil es
    complemento del territorio de Colombia… que Colombia no
    permitirá jamás que ningún poder de
    América encete su territorio". Desde el mismo cuartel
    general en Cali, el 18 de enero del mismo año,
    volvió a dirigirse a la junta, ratificando su clara y
    tajante posición: "… ese gobierno sabe que Guayaquil no
    puede ser un estado independiente y soberano; ese gobierno sabe
    que Colombia no puede ni debe ceder sus legítimos derechos
    y ese gobierno sabe en fin que en América no hay un poder
    humano que pueda hacer perder a Colombia un palmo de la
    integridad de su territorio". (3) Y desde Quito, el 22 de junio,
    el Libertador dio respuesta a la misiva del 3 de marzo que le
    enviara el Protector. En esta carta Bolívar le dice a San
    Martín: "V.E. expresa su sentimiento que ha tenido al ver
    la intimidación que hice a la provincia de Guayaquil para
    que entrase en su deber. Yo no pienso como V.E. que el voto de
    una provincia debe ser consultado para consultar la soberanía nacional, porque no son las
    partes sino el todo del pueblo el que delibera en las asambleas
    generales reunidas libre y legalmente… Yo no creo que Guayaquil
    tenga derecho a exigir de Colombia el permiso para expresar su
    voluntad para incorporarse a la república; pero si
    consultaré al pueblo de Guayaquil, porque este pueblo es
    digno de una ilimitada consideración de Colombia, y para
    que el mundo vea que no hay un pueblo de Colombia que no quiera
    obedecer sus leyes". (4)

    Pero, ¿cuál fue la actitud del pueblo
    guayaquileño frente a esta problemática? En el
    valiosísimo libro de
    Félix Denegri Luna "Perú y Ecuador. Apuntes para la
    historia de una frontera", para el cual se ha hecho uso de una
    amplísima bibliografía ecuatoriana y colombiana,
    nos encontramos con datos muy
    importantes que es necesario enfatizar. En el mencionado trabajo
    encontramos la siguiente cita de Michael T. Hamerly: "Los
    guayaquileños nunca se lo perdonaron (se refiere a la
    anexión violenta realizada por Bolívar). La
    arbitrariedad demostrada por Bolívar en 1822 fue una de
    las razones para que un sector del pueblo guayaquileño
    apoyase a Juan José Flores, a quien le tenían
    aún menos aprecio, para destruir en 1830, la
    quimérica creación del Libertador, y establecer con
    Quito y Cuenca, el Estado del
    Ecuador en Colombia". (5) Por otro lado, Jorge Salvador Lara,
    historiador ecuatoriano, señala que Bolívar
    incorporó manu militari a Guayaquil, para poder recibir
    como dueño de casa a San Martín.

    Algo más, que Denegri Luna ha analizado con mucha
    perspicacia y meticulosidad tanto en "La República 1826
    – 1851" (tomo VI de la Historia Marítima del
    Perú; 1976) como en "Perú y Ecuador. Apuntes para
    la historia de una frontera (1996), es lo concerniente a la
    existencia de una tendencia partidaria de la
    reincorporación de Guayaquil al Perú mucho
    después de la anexión decretada por Bolívar.
    En 1827 "aún no cesaba la discusión entre las tres
    facciones que existían en dicha ciudad (Guayaquil). La que
    estaba a favor de un estado independiente; la que consideraba la
    reincorporación al Perú, y la que creía que
    era mejor continuar unidos a Colombia; las dos primeras se
    habían aliado en contra de la última" (6) Incluso
    se produjo, el 16 de abril de 1827, un movimiento dirigido por
    los hermanos Elizalde, quienes encomendaron nada menos que a
    José de La Mar el mando civil y militar de la provincia.
    Erradamente el prestigioso historiador germano G. Masur
    señala que La Mar era peruano de nacimiento (G. Masur, G.
    "Simón Bolívar" Caracas, Grijalbo S.A. 1987; p.
    523) Algunos historiadores consideran que este movimiento se
    debió a intrigas de políticos peruanos tales como
    Manuel Lorenzo de Vidaurre y José María de Pando,
    pero ello, según Denegri, no es cierto, porque como lo
    reconocen diversos historiadores, incluso ecuatorianos como
    Fermín Cevallos, los guayaquileños se hartaron de
    los abusos de las autoridades y de las tropas colombianas
    estacionadas en la ciudad. Incluso cuando se produjo la guerra
    entre Perú y Colombia, durante los gobiernos de La Mar y
    Bolívar respectivamente, el properuanismo de los pueblos
    de sur de Colombia (lo que ahora es Ecuador) era algo muy notorio
    tanto así que preocupó seriamente a Bolívar
    y a Sucre, como se puede apreciar en diversas misivas. Denegri
    Luna cita al respecto al historiador ecuatoriano Alfonso Rumazo
    González (natural de Quito): "Lo más serio era la
    aversión profunda que sentían los pueblos del Sur a
    esta guerra; en la zona costera, el Perú tenía
    grandes simpatías; el propio General La Mar había
    nacido en esos territorios (era natural de Cuenca de patricia
    familia guayaquileña). En Babahoyo, O’Leary tuvo que
    hacer frente a un grupo de asaltantes que vitoreaban al
    Perú". (7)

    <>  <>NOTAS

    (1)     Documentos del archivo de San
    Martín; tomo VII; página 432.

    (2)     Instituto Sanmartiniano.
    "Epistolario entre los libertadores"; páginas 25 –
    16. También en

    G. Leguía y Martínez, obra citada; tomo
    VII, páginas 158 – 159,

    (3)     Paz Soldán, Mariano
    Felipe. "Historia del Perú independiente"

    (4)     Lecuna, Vicente. "Cartas del
    Libertador"; tomo III; página 50. También en G.
    Leguía y Martínez; obra citada, tomo VII,
    páginas 159 – 161

    (5)     Denegri Luna, Félix.
    "Perú y Ecuador. Apuntes para la historia de una frontera"
    , página 60

    (6)     Denegri Luna, Félix.
    Obra citada; página 79.

    (7)     Denegri Luna, Félix.
    Obra citada; página 94

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