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La industria y la Argentina




Enviado por licpey



    1. Principios de la industria
      argentina
    2. 1880-1914: El despertar de la
      producción fabril
    3. 1914-1930: Consolidación
      fabril
    4. 1940-1953. Posguerra: realidades
      del mercado externo
    5. 1968: La apuesta silenciosa al
      capital local
    6. 1976…. Epoca de grandes
      cambios
    7. 1990. Atravesando tiempos
      difíciles
    8. Conclusiones
    9. Conclusiones
      finales
    10. Notas
    11. Bibliografía
      citada

    INTRODUCCION

    Hemos querido desarrollar en este trabajo la evolución de la Industria
    Nacional, a partir de sus comienzos en el siglo XIX hasta el
    presente, para poder
    comprender así el estado
    actual de la misma.

    Muchos factores han sido analizados; desde la
    participación y dependencia extranjera, políticas
    de desarrollo
    nacionales, cambios de gobierno, hasta
    privatizaciones y efectos de la
    globalización, resaltando la falta de experiencia e
    interés
    en la actividad por parte de los gobiernos de turno y de la alta
    sociedad, que
    no supieron ver a tiempo a la
    industria como fuente de desarrollo y
    riqueza.

    Distintos hechos se han repetido a lo largo del tiempo creando
    obstáculos difíciles de sortear, que como veremos a
    largo de este trabajo, fueron afectando a nuestra industria de
    tal forma que su situación paso de ser en sus principios
    prometedora, a un presente incierto y sin respuesta.

    Las sociedades
    industriales conforman un sistema social y
    económico el cual necesita instituciones,
    empresas,
    tecnologías y políticas
    específicas que aseguren su desarrollo y provoquen un
    resultado positivo en el conjunto de la sociedad, en la
    medida en que estos principios no
    sean tenidos en cuenta, no podremos lograr un país en que
    todos podamos desarrollarnos.

    1. PRINCIPIOS DE LA
    INDUSTRIA ARGENTINA

    1.1. Industria, desarrollo y sociedad

    La industria es una sola en el globo, pero adopta ritmos
    y formas propias de cada país y cada región. La
    industria Argentina se
    caracteriza por haber nacido en una comunidad que no
    fue pobre antes de entrar en la senda fabril. La Argentina fue
    rica desde fines del siglo pasado, cuando la fértil pampa
    húmeda le dio una fortuna especial, compuesta por carne y
    cereales, que superaba el consumo
    interno. Los pueblos ricos pagaban buen precio por
    estos productos, lo
    cual permitía satisfacer las demandas de productos
    manufacturados con estos ingresos,
    mediante la importación.

    Con el paso del tiempo, los precios de
    esos productos primarios tendieron a la baja y Argentina
    perdió su ventaja relativa dado que otros países
    aprendieron a producir carne y cereales en mayores cantidades y a
    menores costos.

    La solución efectiva a este problema
    consistía en pasar del sistema agrario
    al fabril, alentando la producción de nuevos bienes y
    creando mayor riqueza, imitando los planes de desarrollo de otros
    países.

    Esa salida fue trabada por varias causas y fuerzas
    sociales, internas y externas, a lo largo de los años. La
    debilidad de sus promotores se enfrentó durante mucho
    tiempo al poder de
    quienes se oponían a este cambio. La
    añoranza del paraíso pasado al que muchos
    querían volver, fuera o no posible, y la presión de
    ideas e intereses contrarios, hicieron que la transición a
    la sociedad fabril resultara un combate que todavía hoy se
    lleva a cabo con suerte adversa y poca claridad.

    Los primeros pasos industriales a escala fueron
    surcados por los saladeros, los cuales procesaban y exportaban
    carne y cueros. Estos fueron instalados a partir de 1810 en
    buenos Aires,
    Santa Fe y Entre Ríos. Los elementos y métodos de
    procesamiento eran simples y rudimentarios en sus comienzos.
    Luego del año 1830 se producen reformas en los sistemas
    productivos de la mano de inmigrantes europeos, los cuales
    aportaban conocimientos técnicos a esta sociedad
    primitiva.

    Las fábricas en la Argentina en esos años
    correspondían a emprendimientos artesanales proveedores
    del mercado interno:
    panaderías, fábricas de fideos, jabones, licores y
    cervezas.

    Con el desarrollo del ferrocarril se buscó
    desarrollar nuestro país, imitando lo sucedido con la
    industria siderúrgica en Gran Bretaña. Esto
    originó un mejoramiento del sector agrario Argentino y un
    desarrollo del sector metalúrgico Británico, dado
    que se compraban locomotoras, rieles y equipos a fábricas
    de este origen. Se creó una de las redes ferroviarias mas
    extensas del mundo sin crear la mas mínima actividad
    fabril promovida por ella.

    El gobierno de turno
    buscó generar esta actividad invirtiendo directamente en
    la construcción de ferrocarriles (ferrocarril
    del Oeste) y equipándolo con elementos de
    fabricación nacional. Esto dio auge a las primeras
    industrias
    siderúrgicas argentinas, las cuales fueron desmanteladas
    luego de que se produzca la venta de este
    ferrocarril a capitales ingleses. Estos intereses externos y la
    debilidad de los gobernantes postergó el desarrollo de
    emprendimientos locales.

    1.2. Los pioneros de la industria (1)

    Con el crecimiento de la ciudad de Buenos Aires y su
    evolución, dada la concentración de
    la riqueza, el desarrollo de importantes obras públicas y
    el flujo de inmigrantes, se produjo un incremento en la demanda de
    bienes. Si
    bien la mayoría de esa demanda era
    satisfecha por la importación, la cercanía a los
    consumidores ofrecía un factor atractivo para quienes
    osaban establecer nuevas actividades. Esto originó el
    establecimiento de numerosos pequeños emprendimientos
    dedicados a satisfacer esta demanda en aumento. Los empresarios,
    en general, eran extranjeros llagados al país portando
    conocimientos técnicos o prácticos de la rama en la
    que se instalaban, que se instalaban con un pequeño
    capital propio
    o prestado, en escalas productivas muy modestas.

    A partir del año 1860 se detacan los
    emprendimientos de Bieckert, Bagley, Noel, Peuser, Bianchetti y
    otros inmigrantes.

    Esto denota la falta de instituciones
    en el medio local para formar especialistas y visión de
    negocio, dado que estos emprendimientos debían rendir
    buenos beneficios desde el primer momento, única forma de
    permitir la rápida capitalización de la actividad
    frente a la carencia de crédito
    y otros sistemas de apoyo
    a su crecimiento.

    Estos casos fueron pocos pero significativos. Si bien
    sus negocios se
    concentraron en bienes de consumo donde
    contaban con la cercanía del mercado, como
    alimentos,
    bebidas e imprenta, hubo casos atípicos: fundiciones y
    talleres mecánicos (algunos de dimensiones considerables).
    Esto señala muchas posibilidades latentes de crecimiento
    no aprovechadas debido a la falta de políticas de promoción fabril.

    2. 1880-1914: EL
    DESPERTAR DE LA PRODUCCIÓN FABRIL (2)

    Las últimas décadas del siglo XIX
    registraron un veloz crecimiento de la economía la sociedad
    Argentina. Las exportaciones se
    expandían como si no tubieran límites y
    permitían pagar las importaciones y
    una parte de la deuda con el capital
    extranjero. La ciudad de Buenos Aires se expandía y se
    convertía en una de las Urbes mas grandes del mundo,
    ofreciendo un mercado altamente tentador y de demandando trabajo.
    Ambos fenómenos dan paso a una evolución
    productiva.

    La red ferroviaria, conectada a
    los principales puertos, promovió el desarrollo de algunos
    polos del interior del país donde actuaban La Forestal,
    los Ingenios Azucareros y las Bodegas de vinos. La campaña
    al desierto aporta grandes superficies para el desarrollo
    agrario.

    La mayor parte de las instalaciones fabriles registradas
    a finales del siglo pasado nacieron ya grandes, basadas en
    sectores protegidos y beneficiadas por causas naturales o por
    medidas oficiales. Se ubicaron en su mayoría en Buenos
    Aires, Tucumán y Mendoza. Paralelamente comenzaron a
    notarse los primeros síntomas del desarrollo fabril en
    ciudades como Córdoba y Rosario, donde se formaban
    núcleos muy incipientes.

    Los frigoríficos comenzaron a reemplazar a los
    saladeros y a exportar principalmente a Gran Bretaña.
    Pronto, un grupo de
    grandes empresas
    dominó todo el negocio frigorífico, siendo en su
    mayoría de capitales ingleses.

    El frigorífico Sansinena se instala en
    Avellaneda, siendo por un tiempo el único situado en la
    urbe. Estaba proyectado para satisfacer la demanda interna y en
    parte a la exportación.

    Su criterio de ubicación es seguido luego por
    otras empresas, lo que transforma a Avellaneda en el centro de
    procesamiento de carne y se radica una importante masa de
    trabajadores en la zona.

    La industria frigorífica en sus primeros
    años estaba formada por solo siete plantas, todas
    muy grandes, de las cuales tres estaban ubicadas sobre el
    riachuelo, tres en Zárate-Campana y la restante en La
    Plata. En Australia y en Nueva Zelanda se exportaban menores
    volúmenes que en Argentina, pero en la primera
    existían 16 plantas y en la
    segunda había 25 plantas independientes distribuidas en 25
    puertos. Esto denota una concentración de la mano de obra
    y el consiguiente desarrollo de solo pocos puertos en Argentina;
    condicionando la evolución del mercado y la
    relación con los ganaderos y los convenios de fletes
    (dominado por ingleses).

    El impulso exportador llevó a la oferta de
    carne Argentina a captar el 64 % de las importaciones
    británicas en 1912 (único mercado abierto a la
    importación de carnes), frente al mísero 5 % a
    fines del siglo XIX. (3)

    A partir de 1905 nuestras exportaciones
    lograron superar al mayor exportador del momento, Estados Unidos.
    Esto se debía a las notables ventajas de costos que se
    debían al dominio
    británico de la industria Argentina de carnes y su
    transporte.

    Esto provocó que frigoríficos de capitales
    Norteamericanos se instalaran en el país y compraran
    algunos establecimientos existentes, consolidándose como
    nuevos desafiantes en el oligopolio
    reinante. Estos fueron Swift y Armoud, los cuales generaron un
    shock y un punto de inflexión en la evolución del
    sector. Los frigoríficos norteamericanos trajeron nuevas
    técnicas productivas y de planificación de procesos.

    El ingreso de estos frigoríficos provocó
    reacciones en los medios locales
    pero ninguna propuesta real de instalar frigoríficos por
    parte de los ganaderos locales y sus socios en el país. La
    negativa de los capitalistas argentinos a entrar en ese negocio
    repetía lo ocurrido antes con los ferrocarriles. En ambos
    casos el control quedaba
    en manos externas que gozaban de elevadas tasas de beneficios
    gracias a sus actividades en Gran Bretaña.

    Las nuevas pujas internas dieron como resultado un nuevo
    reparto del negocio entre norteamericanos y británicos,
    dominando el sistema y determinando los precios.

    En el rubro textil, se instaló en Buenos Aires la
    Fábrica Argentina de Alpargatas, compuesta por capitales
    argentinos e ingleses (con mayoría de este último).
    Asombró por su tecnología y
    capacidad, dando ocupación en sus primeros años a
    530 operarios. Por su tamaño, esta empresa dominaba
    la actividad en la Argentina, primero en la fabricación de
    alpargatas y luego en otros productos en que fue
    diversificándose.

    En 1889 se instala una nueva planta textil: La
    Primitiva. Se dedicaba a la fabricación de sacos y lonas
    impermeables.

    En 1892 el ministro del interior se asombraba del
    crecimiento de la manufactura en
    los suburbios de Buenos Aires. Su informe
    señalaba 296 nuevas fábricas que ocupaban a 12.000
    operarios.

    En 1899, el señor Otto Bemberg, fundó la
    Brasserie et Cervecerie Quilmes, que desplazó a Bieckert
    del liderazgo del
    mercado. La instalación de esta planta impulsó a
    León Rigolleau, un fabricante de vidrio, a
    instalar una nueva fábrica cerca de su principal cliente, para
    proveerlo de botellas (4).

    En 1901 se fundó La Martona, dedicada a la
    elaboración de lácteos,
    dominando el mercado.

    En el mismo año se formó la Río de
    la Plata Flour Mills and Grains Elevators (Molinos Río de
    la Planta) en puerto madero, con una capacidad de molienda del
    10% del trigo cosechado en el país.

    En el rubro metalúrgico surgieron las empresas
    Tamet y La Cantábrica. Tamet nació como un
    pequeño taller y siguió creciendo hasta convertirse
    en la mayor empresa
    metalúrgica de América
    del Sur en la década de 1920.

    Un grupo no mayor
    a las 100 empresas, resultaba suficiente para cubrir lo esencial
    del mercado en esos años, en las cuales también se
    destacaban Ferrum (sanitarios), tres fábricas de bolsas de
    arpillera y la Compañía General de Fósforos.
    La empresa
    CATE, de capitales alemanes, dominó el mercado de
    generación de energía
    eléctrica de la ciudad de Buenos Aires en pocos
    años.

    Cada una de estas empresas monopolizaba el mercado en su
    rubro o se lo dividía con sus "competidores".

    2.1.Nacimiento de la elite industrial

    Un grupo de individuos muy dinámico, controlaba
    porciones decisivas del poder económico y del acceso a la
    riqueza social durante este período de análisis. Eran los principales inversores
    de capital, los propietarios de las mayores empresas, y los
    representantes del sector.

    El más sobresaliente de ellos puede ser Ernesto
    Tornquinst, socio de un frigorífico, forjador de Tamet,
    dueño de Ferrum, de la primera refinería de
    azúcar
    del país, de un grupo de seis ingenios tucumanos y de
    otras actividades fabriles que ensayó a lo largo de su
    vida. Era también dueño del Banco Tornquinst,
    uno de los pocos casos de un empresario que impuso su apellido a
    una institución financiera exitosa. La casa Torquinst era
    un holding que poseía las empresas antes mencionadas y
    controlaba una vasta gama de actividades, desde la
    explotación de varias decenas de miles de hectáreas
    hasta los negocios de
    importación. Era el nexo entre varios bancos del
    exterior y tenía la representación de Krupp para la
    venta de armas y otros
    bienes siderúrgicos producidos por aquella empresa
    poderosa alemana.

    Nació en Buenos Aires en 1842, descendiente de
    una familia de
    alemanes provenientes de Estados Unidos.
    Era activo en los negocios y en la política; era amigo
    de Rosas y de
    Pellegrini, participó con aportes de dinero al
    Banco de la
    Nación
    y fue uno de los mediadores en el conflicto con
    Chile a fines
    del siglo pasado. El afirmó que "La industria es la
    vaca lechera de la que vivimos"
    .

    La Casa Torquinst era acompañada por Bunge y
    Born, una empresa
    nacida al calor del
    comercio de
    granos en la década de 1870 y que se había
    expandido en varios tipos de actividades. La casa matriz estaba
    en Amberes, Bélgica. Los negocios entre ambas partes dio
    un impulso exportador a la filial Argentina. La estrecha
    relación entre ambas sociedades dio
    paso a una empresa
    dinámica, relativamente independiente de la
    matriz, que
    tomó impulso adicional con la incorporación de
    nuevos socios a fines del siglo pasado.

    Bunge y Born se expandió y consolidó en
    los negocios de exportación, pero muy pronto ensayó
    otras actividades entre las que se cuentan las fabriles,
    destacándose la empresa
    Molinos Río de la Plata.

    Los fundadores de Bunge y Born contaban con familiares
    poderosos en el país y sus lazos con la sociedad local se
    reforzaron cuando sus hijos se casaron con miembros de familias
    tradicionales. El grupo empresario ocupó posiciones
    importantes en la vida Argentina desde poco después de la
    fundación hasta la actualidad y actuó como uno de
    los líderes del proceso fabril
    nacional.

    Los anteriormente mencionados y otras familias y
    grupos
    extranjeros, se apropiaron y controlaron la mayor
    proporción del mercado fabril Argentino. La historia de Argentina se
    entrelaza con la historia poco contada de los
    miembros dela elite económica local y su avance sobre las
    actividades mas rentables de la época. Ellos entraban en
    la industria como en una actividad mas, exigían elevados
    beneficios buscando el control del
    mercado por medio de todos los mecanismos posibles; y nunca
    vacilaron en pedir protección arancelaria o favores. Sus
    objetivo no
    incluyeron la demanda de tecnología, ni
    tendieron a incorporar personal
    calificado. Los resultados comenzaron a cosecharse mucho tiempo
    mas tarde, pero la semilla de ese fracaso (en sentido
    histórico) fue fecundada de ese modo.

    2.2. Datos censales
    (5)

    El censo de 1887 de la ciudad de Buenos Aires lista
    4.200 establecimientos de los cuales solo 560 tenían
    fuerza motriz
    (indicador esencial de la producción fabril), el resto
    eran manufacturas o artesanías menores. La fuerza motriz
    instalada en estos 560 establecimientos era de 6.000 HP en total.
    Se destacaban la fábrica de Alpargatas, los talleres del
    arsenal militar y "La Estela", dedicada a la producción de
    aceite. Esta última abastecía un tercio del consumo
    interno de aceites.

    El censo Nacional de 1914 registra 48.000
    establecimientos en todo el país con más de 400.000
    trabajadores. La potencia
    instalada asciende a 270.000 HP. A esa cifra se le debe agregar
    los 400.000 HP instalados en las usinas de electricidad y en
    servicios
    públicos (6).

    Este censo establece que el 29% del total de las
    materias primas necesarias para el funcionamiento de las industrias
    provenía del exterior. En el rubro alimentos se
    reduce a solo el 9%, pero se eleva a un máximo en la rema
    textil del 79% y al 67% en la rema metalúrgica. Estos
    datos llevaron
    a que varios grupos
    presionaran al gobierno para realizar una sustitución de
    las importaciones de estas materias primas.

    3. 1914-1930:
    CONSOLIDACIÓN FABRIL (7)

    La evolución fabril se conmovió por los
    efectos de la Primer Guerra Mundial.
    Las consecuencias inmediatas tendieron a reducir el comercio
    exterior, ofreciendo una protección especial a la
    industria local. Esa ventaja no podía utilizarse en toda
    su amplitud por la necesidad de importar equipos productivos.
    Esta dependencia se relevó como uno de los problemas para
    el desarrollo industrial. Se dio una expansión en el rubro
    textil por el nuevo mercado abierto a causa de la guerra. Esto
    llevó a utilizar las plantas existentes a su máxima
    capacidad y exigió lavar la lana producida en el
    país. Hasta entonces se exportaba "sucia", lo cual
    aportaba menos ingresos e
    insumía mayores costos de fletes. En 1913 solo se lavaba
    en Argentina el 3% de la lana, llegando a lavarse en 1919 el 20%
    (destinada en parte al mercado externo y en parte al mercado
    externo).

    El avance de esta industria se detuvo después de
    la guerra, dado
    que las naciones europeas volvieron a proteger a su industria
    mediante aranceles.

    Las limitaciones de importar durante la guerra
    posibilitaron el avance de la producción en productos
    simples como aceite comestible y queso, o mas sofisticadas como
    química,
    cemento y
    papel.

    Las empresas norteamericanas que exploraban los mercados
    mundiales comenzaron a instalarse en algunas actividades
    frigoríficas y petroleras. Detrás de ellas llegaron
    empresas productoras de cemento,
    automotrices (Ford y General Motors), comunicaciones
    (ATT) y otras.

    La historia se repite nuevamente por el reparto de
    mercado y monopolios creados por empresas extranjeras,
    dominándolo totalmente en sus rubros.

    En cuanto a la industria azucarera podemos decir que
    marca algunos
    rasgos típicos de la conducta de los
    industriales argentinos frente a las condiciones de la
    época. La onda alcista de las primeras épocas, que
    llevó a la superproducción y a exportar,
    había desembocado en una dependencia del mercado interno
    sumada a una inactividad técnica. No había
    modificaciones sustanciales en la productividad de
    los cañaverales y los ingenios no se modificaban.
    Comenzaban a notarse problemas de
    fertilidad en la tierra
    tucumana, explotada sin miramientos. Hacia 1916 la
    situación hizo crisis, una
    plaga afectó la caña y Argentina tuvo que importar
    azúcar.
    (8)

    La Estación Experimental Agrícola de
    Tucumán introdujo una nueva variedad de caña
    traída de Java. Fue una de
    las primeras instituciones tecnología Agrícola del
    país. En 1911 creó un "Ingenio Modelo" para
    prácticas de estudiantes, el cual solo funcionó
    durante un año. Luego de una nueva tentativa frustrada,
    fue cerrado en 1919. La moraleja fue la siguiente: "Los experimentos
    fabriles se clausuraban en tanto que los del cultivo
    adquirían vuelo". (9)

    La crisis
    repercutió en el funcionamiento de los ingenios, que se
    vieron obligados a modificar sus equipos de molienda.

    La empresa SIAM, creada en 1911, dedicada al área
    metalmecánica, desarrolló una máquina para
    amasar pan en el preciso momento en que un edicto municipal
    suprimió el trabajo
    manual. Esto
    le ofrecía un mercado estimado de 700 máquinas
    en Buenos Aires y aproximadamente 5.000 en el país, las
    cuales eran dimensiones adecuadas para el rápido
    crecimiento del negocio que vio Di Tella. Pronto comenzó a
    vender entre 100 y 200 máquinas
    por año y a exportar a Brasil.

    3.1. Planteo consciente de las
    necesidades

    En 1923 firmó un acuerdo de licencias con Estados
    Unidos para fabricar surtidores de nafta y en 1926
    (gracias a su amigo el General Mosconi) logró un acuerdo
    para venderle 200 surtidores por mes a YPF.

    YPF, bajo la dirección del General Mosconi desde 1922,
    cumplió un rol impulsor de la industria local.
    Expandió la producción de petróleo y
    lanzó la destilería de La Plata, la cual fue el
    núcleo central del polo productivo durante el resto del
    siglo. Se inauguró en 1925 dando trabajo a 450 personas
    sobre una dotación total de YPF de 4800 empleados. Luego
    se creó una planta de cracking en 1928 y una
    fábrica de latas en 1929. Esta expansión fabril,
    que reemplazaba compras en el
    exterior, se pagó con los tres primeros meses de
    producción.

    Moscóni se preocupó por la
    consolidación técnica de YPF, incorporando
    profesionales de la facultad de ingeniería de Buenos Aires y de otros
    programas de
    formación a distintos niveles. Su interés
    exhibe el primer intento de forjar una gerencia
    tecnocrática en el país, cuyos resultados se vieron
    con el constante crecimiento de la empresa durante esos
    años y la disminución de sus costos.

    Los militares como Mosconi, Uriburu, Justo y otros,
    vieron la necesidad del desarrollo fabril después de la
    guerra, tanto para el desarrollo de armamentos como de otro tipo
    de productos.

    Eligieron a la provincia de Córdoba como
    posición geográfica de la industria militar. El
    1927 se creó la Fábrica Militar de Aviones. En 1937
    se crea la fábrica de pólvora y explosivos en Villa
    María (10). Esto denota la burocracia
    reinante, dado el tiempo transcurrido entre cada emprendimiento.
    Nuestra clase de uniforme no parecía más avanzada
    en esos aspectos que los civiles.

    Otros desarrollos destacables de esta época son
    los siguientes:

    Quilmes comienza a desarrollar el cultivo de cebada
    (antes se importaba), e instala la primer
    maltería.

    Se expandió la producción de
    algodón de 13.000 hectáreas a 100.000 en 7
    años, logrando el autoabastecimiento.

    Alpargatas instaló una hilandería de
    algodón en 1922. Esta planta se amplió en 1930 y en
    1935, denotando el crecimiento del mercado.

    La expansión fabril obligó la salida
    temprana al exterior de varias empresas que resultaban demasiado
    grandes para las dimensiones del mercado local. Se comenzaron a
    registrar inversiones de
    firmas argentinas en países vecinos para conquistar esos
    mercados. Los
    casos mas resonantes fueron: Bunge y Born, SIAM y
    Alpargatas.

    3.2. Balance a fin del periodo (11)

    Bunge se quejaba de que la Argentina seguía
    comprando bienes alimenticios en el exterior como huevos frescos,
    yerba, tabaco, arroz y
    otros, los cuales se podían producir en el
    país.

    A comienzos de la década del 30, los
    tranvías de San Pablo portaban un cartel afirmando que la
    ciudad era "el mayor centro industrial de América
    Latina". Era una exageración pero anticipaba la
    realidad. La industria porteña era mas poderosa y estaba
    basada en empresas muy grandes. A fines de la década del
    20 hasta la industria cervecera Argentina era mayor a la
    Brasilera. El consumo local compensaba con creces las diferencias
    de población. Buenos Aires era todavía
    el mayor centro fabril del continente. La masiva presencia de
    fábricas no las convirtió en parteras de un nuevo
    orden industrial; ellas se acomodaron a la rutina de la riqueza
    fácil en el mercado interno.

    4. 1940-1953.
    POSGUERRA: REALIDADES DEL MERCADO EXTERNO (12)

    Una de las consecuencias más sorprendentes de la
    Segunda Guerra fue la expansión vertiginosa de las
    exportaciones industriales Argentinas. Las ventas pasaron
    del 5% en 1940 al 19% al 1945. Se destacaron las ramas textiles,
    químicas y alimenticias.

    La salida fabril al exterior permitía ampliar la
    escala productiva
    y las dimensiones económicas de la producción, en
    un proceso que
    fue efímero. En cuanto terminó la guerra, esos
    mercados se perdieron. Parte de esto fue culpa del propio
    gobierno argentino que prohibió algunas exportaciones por
    temor a que se desatendiera el mercado interno y otra cuota de
    responsabilidad fue de los industriales que se
    encontraban mas cómodos en el protegido mercado local. Lo
    cierto es que la industria se replegó sin reclamos, como
    si no hubiese tenido confianza en su potencial competitivo ni en
    el posible apoyo oficial.

    4.1. El enfrentamiento con los Estados Unidos
    (13)

    La presión de
    Washington por incorporar al país a la guerra contra el
    eje, conflictos de
    intereses en temas de comercio e
    inversión, los problemas cruzados con Gran
    Bretaña y ciertas posiciones antinorteamericanas en
    Argentina, generaron un choque cuya intensidad fue en aumento
    durante el período.

    Washington prohibió el envío de diversos
    productos a Argentina: equipos de extracción petrolera
    (afectó a YPF y la producción local), locomotoras,
    artículos de acero, armas,
    combustibles y otros.

    Preocupados por el surgimiento de una potencia no
    confiable en el continente, decidieron que era esencial no
    permitir la expansión de una industria pesada
    Argentina.

    El costo que los
    Estados Unidos hicieron pagar a la Argentina por este conflicto
    resulta difícil de precisar a pesar de su magnitud. El
    país se vio obligado a producir en las peores condiciones
    de contexto, falto de energía, de insumos básicos y
    de equipos modernos.

    4.2. La apuesta a Gran Bretaña
    (14)

    Ante la inconvertibilidad de la libra luego de la
    posguerra, Argentina está obligada a comprar los bienes
    británicos en el país, como es el caso de los
    ferrocarriles. Luego de proceder con esta compra, se
    aceptó comprar rieles y equipos ferroviarios
    británicos en una magnitud que represento uno de los
    mayores contratos
    firmados por esa rama de la industria inglesa luego de la
    guerra.

    La apuesta a Gran Bretaña se refleja en los
    sucesivos contratos
    firmados en 1947 y 1949 para regular el comercio bilateral;
    Argentina lograba con ellos una cuota para la carne a cambio de
    comprar bienes británicos.

    Estas relaciones básicas, que continuaban las
    líneas trazadas desde fines del siglo pasado en el mismo
    sentido, tuvieron efectos sobre las decisiones tomadas por las
    instituciones oficiales. Por esa vía, de modo directo o no
    siempre tan directo, influyeron sobre el sendero que
    recorrió entonces la industria local.

    4.3. Las instituciones de la posguerra
    (15)

    En 1944 se creó el Banco de Crédito
    Industrial para otorgar créditos de mediano y largo plazo al sector
    fabril. La institución se organizó muy
    rápido: en un par de años llegó a contar con
    2000 empleados, de los cuales 200 eran profesionales
    universitarios que ensayaron darle un carácter
    técnico y de promoción que excediera el mero aspecto
    financiero. Los 2500 créditos otorgados en su primer año
    de vida saltaron a más de 50000 en 1954. Mediante este
    banco se apoyó el crecimiento de ACINDAR, Siderca y
    VASALLI.

    Interferencias políticas obligaron al Banco a
    conceder créditos a empresas tradicionales, por razones de
    coyuntura, y con escasa o nula relación con proyectos de
    inversión, como el caso de frigoríficos,
    ingenios azucareros y procesadoras de quebracho. Las demandas
    desde otros ámbitos del gobierno tendieron a
    desnaturalizar la función
    del banco y con el tiempo tuvo que demandar ayuda financiera al
    Banco Central, con lo cual perdió su independencia.

    En 1946 se crea el Instituto Argentino para la
    promoción del Intercambio (IAPI), para manejar buena parte
    del comercio exterior
    nacional. Vendía carne y cereales y compraba diversos
    materiales en
    el extranjero. La amplitud de esos objetivos,
    mezclada con interferencias políticas, prácticas de
    intercambio bilateral y presiones de grupos de interés,
    llevó a resultados poco felices en el largo plazo. La
    ubicación de este por sobre las demandas de las empresas
    públicas o privadas, lo llevó a decidir
    importaciones muy costosas e ineficientes. Subsidió a
    molinos harineros, refinerías de aceites y plantas de
    quebracho que eran sectores envejecidos y tradicionales, como
    así también a aumentos de sueldos en los
    ferrocarriles, en vez de abocarse a proveer de equipos a la
    primer planta siderúrgica Argentina (SOMISA).

    En el año 1956 se creó el INTI y el INTA
    para apoyar el área industrial y el área
    agropecuaria, y la Comisión Nacional de Energía
    Atómica que se convirtió en uno de los organismos
    más activos en la
    evolución técnica de la industria Argentina del
    sesenta y setenta.

    4.4. Las nuevas empresas estatales
    (16)

    Junto con la compra de los ferrocarriles también
    se produce la adquisición de teléfonos, puertos,
    electricidad y
    otros servicios.

    El Estado crea la
    DINIE (Dirección Nacional de Industrias del
    Estado), una
    especie de holding público que tomó a cargo todas
    las filiales alemanas confiscadas luego de la guerra. Bajo su
    control había empresas constructoras, plantas
    eléctricas o mecánicas y laboratorios
    farmacéuticos. La heterogeneidad de ese grupo pudo haber
    sido un factor de fuerza si su dirección hubiera intentado
    coordinarlo en ese sentido, pero esa tarea ni siquiera fue
    encarada. Al menos la tercera parte de las inversiones
    efectuados por el grupo en su década de actividad
    resultaron inútiles debido a su interferencia con otros
    intereses. Estas empresas fueron devueltas a los alemanes a
    partir del año 1953.

    En las empresas creadas por el estado
    figuran: Gas del Estado,
    Techint y Agua y
    Energía.

    Fabricaciones Militares desarrolló las
    fábricas que había comenzado a instalar durante la
    guerra e inició una serie de empresas mixtas en diversos
    ramos. Encaminó la exploración de los recursos mineros
    y del territorio argentino.

    En las empresas creadas figuran Atanor (química), Somisa
    (planta siderúrgica integrada), industria petroquímica en Zárate y la
    remodelación de la antigua fábrica de aviones de
    Córdoba.

    4.5. Empresas privadas

    SIAM fue uno de los casos más notables de
    expansión durante gran parte del período debido a
    su posición en el mercado de bienes de consumo durables,
    que demandaba con avidez la sociedad local. Su capacidad fabril
    le permitió iniciar en 1948 la producción de
    heladeras a un ritmo de 11000 anuales, para alcanzar las 70000
    unidades diez años más tarde. En lo que respecta a
    lavarropas pasó de 2000 unidades año a 38000
    unidades en 1958. En 1952 lanzó la producción de
    motonetas, que despertó una enorme demanda latente por
    este artículo. De esta forma comenzó fabricando el
    20% de la motoneta en el país e importando el 80%
    restante, a la espera de instalar el resto del equipo y
    maquinaria necesario.

    El nudo del problema en aquellos años era que el
    país no poseía una industria básica para
    proveer equipos de producción e insumos a la industria
    local, lo que originó el quebranto de muchas empresas a lo
    largo de los años.

    Los frigoríficos americanos y británicos
    fueron quebrando, así que casi la totalidad de las plantas
    fue nucleada por la CAP, asumiendo sus costos, hasta que dejaron
    de funcionar. El avance de nuevos frigoríficos de capital
    local, mas modernos y de menores costos, reflejó la
    pérdida de competitividad
    de aquellos en un mercado donde la demanda local había
    adquirido el predominio sobre los envíos al
    exterior.

    A partir de 1948 las liquidaciones, quiebras y cierres
    de plantas de distintos rubros tradicionales se hicieron
    frecuentes.

    4.6. Censo Industrial de 1954

    El censo industrial de 1954 arroja un total de un
    millón de trabajadores en el sector, equivalente a un 10%
    por encima de lo registrado en 1946. Las empresas han culminado
    ya el proceso de absorción simple de la mano de obra y
    están a la espera de crecer sobre la base de incorporar
    máquinas que no pueden obtener por la carencia de divisas.
    El valor agregado
    por la industria se mantenía prácticamente
    estancado desde 1948. La potencia instalada aumentó un 50%
    respecto del censo de 1946.

    La composición por ramas destaca algunos cambios
    ocurridos. Metales,
    vehículos y máquinas aumentó su
    participación en el producto
    fabril del 13.3% en 1946 al 20%, mientras que la actividad textil
    se mantuvo en los niveles previos y se nota una leve caída
    en alimentos, bebidas y tabacos (del 32% al 29.9% del
    total).

    El censo informa la existencia de 151.000
    establecimientos fabriles, pero la información es engañosa dado que
    muchos de ellos (73.000) no disponen de operarios. La
    concentración de la producción continúa muy
    elevada tanto por la presencia de plantas antiguas como por el
    ingreso de plantas grandes en el período intercensal: 322
    plantas fabriles disponen de la cuarta parte del total de obreros
    y otras 1.433 de un cuarto adicional.

    La concentración geográfica
    continúa, puesto que la ciudad de Buenos Aires aporta el
    64% de la producción fabril del país. Por otro lado
    se ve que varias provincias siguen sin tener establecimientos de
    importancia: Catamarca, La Rioja, Chubut y Río Negro no
    registran ninguno que opere con más de 10 millones de
    pesos de la época.

    Producto Bruto por sectores económicos

    Años

    Total

    Agricultura

    Industria y construcción

    Transporte y comunicaciones

    Comercial y Financiero

    Gobierno

    30 / 34

    100

    25.2

    24.5

    9.4

    34.6

    6.3

    35 / 39

    100

    24.3

    27.0

    9.0

    33.3

    6.4

    40 / 44

    100

    24.7

    27.5

    9.3

    31.7

    6.8

    45 / 49

    100

    18.5

    30.6

    10.3

    32.2

    8.4

    50 / 54

    100

    16.6

    30.3

    11.4

    32.1

    9.6

    Composición de las importaciones 1935 –
    1951 (en porcentaje)

    Bienes importados

    1933

    1936

    1939

    1942

    1945

    1948

    1951

    Prod. Consumo no durables

    39.0

    29.3

    25.7

    32.3

    23.3

    12.1

    7.1

    Prod. Consumo durables

    4.3

    5.8

    5.4

    2.5

    8.6

    8.9

    9.9

    Combustibles y lubricantes

    6.1

    6.0

    7.3

    3.9

    4.5

    7.2

    10.8

    Prod. Intermedios metálicos

    7.2

    7.4

    8.8

    7.4

    7.8

    10.0

    15.1

    Otros productos intermedios

    30.1

    26.8

    30.8

    40.9

    47.5

    24.5

    34.6

    Material para construcción

    4.9

    6.5

    6.1

    3.6

    3.5

    6.5

    5.5

    Máquinas agrícolas

    0.4

    1.0

    1.7

    0.5

    0.5

    3.2

    3.0

    Máquinas industriales

    6.9

    12.5

    8.4

    5.9

    3.4

    17.1

    10.2

    Transporte y comunicación

    1.1

    4.7

    5.4

    3.0

    0.9

    10.5

    3.8

    5. 1953-1968. LA
    APUESTA EUFORICA AL CAPITAL EXTRANJERO (17)

    A comienzos de la década del cincuenta se
    replanteó el proceso industrial. La producción no
    crecía por la falta de máquinas y el país no
    generaba las divisas necesarias para comprarlas,
    agravándose aún más la situación por
    la falta de crédito externo. Se pensó entonces en
    fomentar el ingreso de empresas transnacionales que estuvieran
    dispuestas a aportar equipos bajo la forma de inversiones
    directas y en sectores todavía no explotados.
    (18)

    Se firmó entonces en 1953 la ley 14122 que
    trataba de regular los flujos de fondos esperados y de otorgar
    garantías jurídicas a sus propietarios; su
    principal objetivo era
    atraer empresas a la producción metal mecánica en Córdoba en
    asociación con la Fábrica Militar de Aviones. Se
    logró la privatización de la fábrica de
    tractores que la FMA estaba instalando en ese momento, quedando a
    cargo de la Fiat, antigua proveedora de la FMA y llamada Fiat
    Concord. También en Córdoba se instaló una
    fábrica de automóviles denominada IKA. Ambas
    empresas obtuvieron créditos generosos de parte del Banco
    Industrial, garantías de reserva del mercado interno e
    instalaciones, equipos y personal
    calificado, logrando así beneficios desde el primer
    año de actividad. Estos fueron los mayores frutos de
    expansión fabril asociada con el capital externo, creando
    el primer y mayor polo metal mecánico del
    país.

    La tendencia al capital extranjero cambió en
    1958, con un nuevo gobierno, hacia la producción petrolera
    y a la expansión de las ramas metal mecánica y química. Se firmaron
    entonces una serie de decretos y se votaron dos leyes a pedido
    del ejecutivo, una de inversiones extranjeras y otra destinada a
    promover la industria local. La primera fue aplicada de
    inmediato, firmándose una serie de decretos y
    aprobándose una cantidad de proyectos que no
    hubieran podido pasar un mínimo tamiz tanto en la rama
    automotriz como en la producción de tractores, dejando que
    el mercado resolviera el problema de saturación del mismo
    y seleccionara las empresas más aptas.

    El resultado del régimen fue explosivo, la
    producción automotriz (la real más el montaje de
    piezas) pasó de 33000 unidades aportadas por IKA en 1959 a
    200000 en 1965, superando las expectativas más amplias
    sobre su evolución. La decantación llevó a
    que sobrevivieran las tres empresas grandes de los Estados Unidos
    y las mayores europeas, IKA pasó a manos de Renault y
    SIAM, luego de su exitoso ingreso inicial y siendo la
    única empresa local que había encarado un programa fabril
    (con licencia de la inglesa Morris) decidió retirarse,
    pasando su planta de armado de mano en mano en los años
    siguientes como parte de los tanteos de las transnacionales
    radicadas en el país.

    Lo mismo sucedió con la producción de
    tractores, en la que cuatro empresas se repartieron una vez
    instaladas un mercado de 12000 unidades anuales.

    La petroquímica se concentró en unos
    pocos proyectos basados
    en diversas

    ventajas ofrecidas por el sector
    público y en especial por precios bajos de los insumos
    que utilizaban, provistos por empresas estatales; surgieron
    así PASA y Duperial en la provincia de Santa Fe, Indupa en
    Cinco Saltos e Ipako en el gran Buenos Aires.

    La expansión de esta etapa tendía a
    satisfacer una demanda latente que llegaba rápidamente a
    la saturación. A partir de allí la oferta se esos
    bienes se estancaba, limitada por el lento aumento del consumo y
    la gradual reposición del stock en uso. En 1957 se
    alcanzó la máxima producción de estufas y
    lavarropas; en 1959, la de máquinas de coser; en 1960 la
    de bicicletas y motonetas; en 1961, la de receptores de televisión
    y en 1965 tendió a estabilizarse la de automóviles.
    (19)

    5.1. El apoyo al capital nacional

    Tres años más tarde, en 1961, el gobierno
    comenzó a firmar los primeros decretos necesarios para
    promover el capital local. A medida que se consolidó el
    sistema de protección y promoción, un grupo de
    empresas locales asumió el desafío de expandirse,
    en especial en las ramas fabriles modernas, que disponían
    de un mercado ávido para sus productos, como tubos de
    acero,
    máquinas herramientas,
    maquinaria agrícola, autopartistas, electrónica, y química fina y
    farmacia, nacidas a partir del avance de la química
    básica.

    Las ramas del papel, la
    celulosa y la química también mantuvieron el
    interés del Estado, debido a que sus productos
    podían reemplazar importaciones. Estas nuevas camadas
    necesitaban, y crearon, organismos gremiales para representarlas
    y defender sus intereses. Exitosas en el plano sectorial,
    necesitaban una acción global y política para
    defender sus intereses en el mediano plazo, acción que
    debían llevar a cabo en el ámbito de los partidos,
    de la difusión de ideas y de las grandes organizaciones
    empresarias. Una red informal de
    cámaras, grupos de estudio y organismos públicos y
    privados, comenzó a tejer la ideología del desarrollo industrial en la
    Argentina.

    5.2. Las ramas tradicionales

    Las ramas antiguas contaban con una caída
    contínua en la ocupación del mercado y sin
    ningún apoyo por parte del gobierno. Tanto ingenios
    azucareros y grandes frigoríficos, cerveceras, numerosas
    textiles y hasta las primeras plantas metalúrgicas
    habían llegado a un punto crítico, debido a la
    entrada de nuevas empresas locales más pequeñas y
    eficientes que ganaban mercado interno, a la antigüedad de
    sus equipos físicos y al atraso técnico de sus
    directivos y gerentes.

    Sus propietarios optaron entonces por extraer el
    máximo posible de beneficios líquidos, antes de
    dejar la planta hipotecada a sus acreedores o en manos del
    Estado, que adoptó el rol de "hospital de empresas" para
    evitar los problemas de empleo. Otras
    empresas víctimas del llamado "vaciamiento", porque sus
    dueños dejaban sólo el cascarón, fueron
    establecimientos gráficos y la SIAM, que alguna vez fue la
    mayor empresa metalmecánica de América
    Latina.

    El Estado mostró notable incapacidad para
    manejarlas debido a la gran heterogeneidad y no realizó
    inversiones ni encaró mejoras productivas en ellas; luego
    fueron vendidas a manos privadas pero su deterioro era tal que no
    servían para sus fines originales o requerían
    inversiones de enorme magnitud para recuperar sus
    posiciones.

    La siderurgia tuvo graves y continuos conflictos
    internos de intereses que impidieron el progreso de la rama,
    Somisa inauguró su primer horno cuando la demanda local
    superaba a la oferta, y la creación del segundo
    demandó trece años hasta su puesta en marcha en
    1974. La falta de materia prima
    impulsó la exploración de mineral de hierro y los
    contratos de aprovisionamiento en el exterior que provocaron
    preocupaciones en el ámbito militar sobre la posible
    pérdida del control nacional de la actividad. Sus acciones se
    tradujeron en la prohibición de vender la Fábrica
    Militar de Aviones, lo que impidió a ACINDAR seguir
    adelante con sus proyectos de asociación con
    compañías siderúrgicas de Estados Unidos,
    que se repitieron en la década del cincuenta y
    sesenta.

    Se comenzó a utilizar chatarra como materia prima,
    lo que llevó a algunos empresarios a ver a los
    ferrocarriles como una fuente de recursos para
    fundir en sus hornos y ya no como una estructura en
    el desarrollo nacional. Se realizó entonces el primer
    cierre masivo de ramales en 1961, decidido por Acevedo
    (propietario de ACINDAR), desde el cargo de ministro de Obras
    Públicas de Frondizi (con el claro objetivo de controlar
    el déficit de las empresas siderúrgicas y abastecer
    de chatarra a las mismas). La manera de impulsar las inversiones
    para el desarrollo no surgía como un problema en esa
    perspectiva. Esta decisión fue argumentada por la
    esperanza de que el complejo automotor reemplazara al ferroviario
    en la provisión de servicios de transporte,
    motorizando proyectos para impulsar la oferta local de
    vehículos y otras ramas relacionadas al complejo (como
    petróleo,
    asfalto, cemento, construcción vial), pero no resultó
    menos exigente en términos de inversiones públicas
    y subsidios cruzados que el impulso a los ferrocarriles. Las
    dificultades técnicas y
    económicas llevaron a que esa opción fuera
    abandonada a mitad de camino.

    5.3. La UIA y otras instituciones

    En este periodo la UIA ignoró el progreso que
    representaba la lógica
    productiva, hecho demostrado por la actitud de sus
    dos presidentes entre 1961 y 1974. Uno optó por vender las
    acciones de su
    empresa de cigarrillos a una transnacional; el otro dejó
    ir la suya a la quiebra. En
    ambos casos, la entidad fabril disimuló esa
    situación con el objeto de retenerlos en la
    conducción, pese a que habían dejado de ser
    patrones industriales.

    Tanto la CEPAL como los Planes Quinquenales de los
    sucesivos gobiernos centraron su atención en los problemas
    macroeconómicos, fijando metas de difícil
    concreción debido a la falta de un plan que ayudara
    a lograrlos.

    Se crearon varias instituciones como la CGE; compuesta
    por diversas instituciones de pequeños empresarios para
    actuar como órgano ideológico del desarrollo fabril
    en lo económico y del pacto social en lo político.
    Esta publicó un "Programa Conjunto
    para el Desarrollo Industrial", junto con el consejo Federal de
    Inversiones (CFI) EN 1963. El informe destaca
    los problemas de baja productividad,
    capacidad ociosa y carencia de ciertas ramas y propone
    vías para el desarrollo industrial, tanto en
    términos de protección de mercado interno como de
    formación de empresarios y apoyo para la creación
    tecnológica; destaca también que debe incluirse en
    el estancamiento del país de los últimos
    años la actitud de
    sectores del empresariado, reacio a los cambios, a los riesgos de
    innovación y al esfuerzo por iniciar la
    modificación de sistemas que por mucho tiempo han regido
    la vida de esas empresas. (20)

    Nacieron también varias asociaciones de
    ingenieros, el Centro de Productividad de la Argentina,
    institutos de estudios técnicos en las universidades,
    escuelas de gerentes y el IDEA (Instituto para el Desarrollo de
    Ejecutivos en la Argentina).

    5.4. Los resultados del periodo

    El crecimiento industrial tomó impulso a partir
    de 1953, se aceleró desde 1958 y continuó su marcha
    hasta 1974 a un ritmo del orden del 6% anual en promedio durante
    esas dos décadas. Entre 1954 y 1974 el conjunto de las
    ramas metal mecánicas pasó de aportar el 25% del
    valor agregado
    por la industria al 33%; la química en todas sus facetas
    pasó del 13% al 19%, sugiriendo que el sistema industrial
    posterior a 1954 refleja una época tecnológica
    diferente de la del periodo anterior.

    La productividad media de ramas como maquinaria y
    material de transporte creció a un ritmo superior al 10%
    anual en el periodo entre censos 1964/74, comparada con apenas 1%
    para alimentos y menos de 3% para calzados.

    La crisis que se originó en la balanza de pagos
    en 1962 permitió descubrir a las empresas fabriles
    más modernas que la exportación podía
    ofrecer una salida a sus excedentes. Las exportaciones de dichas
    ramas pasaron de cifras insignificantes en 1960 a 170 millones de
    dólares en 1969 y en 1974 pasaron a 840 millones de
    dólares, representando casi la tercera parte de las
    ventas al
    exterior. (21)

    El eje industrial argentino se trasladó de la
    capital; cuya participación cayó del 64% al 58%
    entre 1954/64, hacia las provincias de Córdoba, Santa Fe y
    Buenos Aires (sin contar el conurbano); que crecieron del 4% al
    6%, del 7% al 9% y del 10% al 13% respectivamente. Lo mismo
    sucedió en los años siguientes (hasta el censo de
    1974) aunque con menor energía.

    Los establecimientos de más de cien obreros (que
    abarcan a mediados y grandes) suben de 1341 a 1645 entre 1954 y
    1964, para saltar a 2313 en 1974.

    Puede estimarse que alrededor del 40% de los nuevos son
    filiales de empresas transnacionales que ocupan su lugar en la
    actividad fabril; el resto de los que ingresan pertenecen a
    empresas de capital nacional, concentradas en las ramas
    más modernas y formando una clase media fabril.

    La mano de obra fue pasando desde el antiguo predominio
    de los trabajadores menos calificados a una estructura
    donde comenzaban a pesar más los técnicos y el
    personal especializado. Sin embargo, la industria dejó de
    ser generadora apreciable de empleo a
    partir de mediados de la década del sesenta.

    Los grandes sindicatos
    como el de la carne fueron perdiendo vigor y dando paso a otros
    como el sindicato
    metalúrgico y otros que representaban a las ramas fabriles
    más modernas. El centro de la acción sindical
    pasó poco a poco de Avellaneda y Berisso al eje
    estratégico del Paraná, de allí llegó
    hasta la ciudad de Córdoba, donde encontraría su
    expresión más impactante en 1969.

    6. 1968: LA APUESTA
    SILENCIOSA AL CAPITAL LOCAL (22)

    La luna de miel con el capital extranjero duro menos de
    diez años desde el ensayo de
    1958. Los balances sobre sus efectos daban resultados menos
    positivos que las prometedoras esperanzas de la década
    anterior. El capital y la empresa extranjera no eran los motores del
    desarrollo, como se llevo a pensar; por otra parte, ya amenazaban
    la supervivencia misma de una industria propiedad de
    empresarios locales.

    6.1. Resultado de la apuesta a las empresas
    transnacionales

    El primer elemento decisivo era su efecto sobre el
    balance de pagos, dado que al aliviar ese déficit fue unas
    de las primeras razones para atraer las transnacionales. Ese
    aporte de capital en forma de divisas, que el país no
    encontraba como obtener de otro modo, era una razón
    decisiva de la orientación hacia ellas cuya importancia
    comenzó a ponerse en duda no bien llegaron. Primero se
    advirtió que las transnacionales no estaban dispuestas a
    correr riesgos y
    trajeron el mínimo capital posible. La mayoría
    aplicó la estrategia de
    dividir su aporte en dos partes: una menor, de inversión directa ( registrada a los
    efectos locales como una inversión a largo plazo), y otra,
    decisiva, formada por un crédito que la matriz le
    extendía a la filial local.

    El ingreso positivo de divisas al país, termino
    no bien culminaron las primeras instalaciones masivas de esas
    empresas. El flujo de inversión directa apenas fue
    positivo los primeros años del fenómeno y se hizo
    negativo desde mediados de la década del 60 porque las
    salidas de beneficios eran mayores que las que las nuevas
    entradas de capital externo.

    La única manera de obtener un balance positivo de
    divisas en esas condiciones residía en la continuidad de
    la inversión directa de las trasnacionales, cuyo aporte
    compensara la salida de las anteriores; el sistema funcionaba
    como una bicicleta que se mantiene en pie mientras se la
    pedalea.

    La masa de créditos que acompaño a las
    inversiones de las trasnacionales ofreció un respiro a los
    problemas de la balanza de pagos,
    tan breve como engañoso; muy pronto el país se vio
    afectado por la necesidad de pagarlos. A la amortización de los créditos se le
    sumaba el pago de intereses, cuyo monto equivalía por
    sí solo, a las remesas de beneficios de las
    transnacionales instaladas en la Argentina. Por otra parte, la
    mitad de los fondos comprometidos pagaba el uso de marcas con fines
    comerciales en lugar de conocimientos técnicos.

    Los contratos imponían la obligación para
    el concesionario de comprar ciertos insumos al exterior.
    Además prohibían exportar desde la filial, dado que
    la matriz se reservaba la atención del mercado mundial. Estas solo
    querían incorporarse a una estrategia de
    ventas en el mercado local (la famosa industrialización
    sustitutiva de importaciones) que conspiraba contra una
    estrategia de desarrollo hacia fuera, en consecuencia ese rumbo
    llevaba a la crisis de la balanza de pagos por que el sistema no
    producía divisas necesarias para pagar los servicios del
    capital extranjero, que había sido llamado, precisamente,
    para resolver los problemas derivados de la escasez de divisas.
    (23)

    6.2. Resultados
    técnico-productivos

    Dadas las condiciones de estancamiento productivo y
    obsolescencia de los equipos industriales de la Argentina en el
    momento del arribo masivo de las empresas transnacionales, toda
    incorporación de maquinas y técnicas
    aparecía como un progreso respecto de lo existente. El
    cambio de los sistemas productivos, el salto en la productividad,
    las demandas de personal calificado y otros procesos de
    ese carácter,
    marcaron las nuevas condiciones que se instalaban en la industria
    local. Esta nueva era, sin embargo mostró sus
    limitaciones.

    El diseño
    de las plantas que se instalaban en el país era un
    híbrido diferente del original, cuya eficiencia
    técnica y económica quedaba muy lejos del
    óptimo internacional.

    El ingreso de varias empresas en cada rama, generaba una
    elevada capacidad ociosa que era otro factor de distorsión
    de los costos productivos y de exceso de inversión en la
    economía.
    La escasa competencia
    permitía a las empresas mantener esa capacidad ociosa como
    colchón que les facilitaba aumentar la producción
    cuando el ciclo económico lo demandaba sin recurrir a
    inversiones adicionales.

    La incorporación de equipos no siempre adecuados
    se vio acompañada por el ingreso de muchos que eran
    obsoletos. La utilización de esos equipos ofrecía
    ventajas a las transnacionales pues podían registrarlos
    como una inversión a un valor muy superior al mercado ( en
    realidad cercano a cero), convertidos así en una fuente de
    beneficios adicionales.

    La actividad técnica en esas plantas se limitaba
    a la búsqueda del cambio adaptativo, por eso una vez que
    impactaron sobre el mercado local, esas filiales tendieron a
    acomodarse a la demanda sin presentar actitudes
    dinámicas y expansivas que solo las exigencias oficiales o
    la presión de la competencia
    podría crear.

    Esa tarea adaptativa, objeto de numerosos estudios,
    requería muchas veces un esfuerzo enorme sólo para
    sostener las condiciones del atraso fabril y no se limitaba a las
    filiales de las trasnacionales.

    6.3. Balance Global

    La parte decisiva de la inversión externa en la
    industria Argentina en esos años se originó en las
    mayores trasnacionales del mundo, solo un monto menor
    provenía de empresas de tamaño mediano en el
    mercado internacional.

    En 1956, las 100 mayores empresas del país
    incluían 22 extranjeras. En pocos años estas
    últimas cubrieron la mitad de ese universo debido a
    la irrupción de las nuevas trasnacionales. Hacia fines de
    la década del sesenta, su presencia se redujo levemente
    debido a la estatización, o quiebra, de
    los antiguos frigoríficos. Aun así, el capital
    extranjero era decisivo en el ámbito local: las filiales
    de las trasnacionales aportaban poco mas del 30 % del producto
    fabril, versus el 18 % que tenían a mediados de la
    década del cincuenta. (24)

    La expansión de las trasnacionales ocurrió
    muy rápido, gracias a la acumulación de beneficios,
    sin demasiada necesidad de traer divisas del exterior. En ese
    camino, comenzaron a expandirse mediante la compra de las
    empresas locales. Así comenzó la revisión
    del proceso.

    La Argentina había apelado al capital extranjero
    tomando, sin mucha conciencia, las
    propuestas de protección a dichas actividades que
    proponían los propios Estados Unidos. El país tardo
    mucho tiempo en darse cuenta, hasta que aparecieron nuevas
    orientaciones políticas que pueden resumirse en tres
    grandes líneas: la negociación con las trasnacionales
    instaladas en el país para obtener ciertos resultados, la
    reorientación de enlaces económicos hacia Europa ( para
    reducir la presión objetiva de los Estados Unidos) y el
    apoyo a la creación o el fortalecimiento de una gran
    industria local.

    6.4. La renegociación con las empresas
    trasnacionales

    Los acuerdos y las reglas emitidas buscaron lograr que
    aumentara su porcentaje de producción local (para impulsar
    la industria y reducir las importaciones), que se decidieran a
    exportar (para aumentar su escala productiva y modificar la
    estructura del comercio exterior) y que cambiaran sus relaciones
    con los proveedores y
    otros agentes locales (en los casos en que éstos mostraban
    relaciones subordinadas debido al poder económico objetivo
    de las filiales en el país). El caso automotor constituye
    el ejemplo más relevante.

    En 1973 ensayo las
    políticas de promoción de exportaciones
    industriales como parte de una estrategia de crecimiento. En ese
    entonces se firmaron acuerdos de comercio con diversos
    países a los que la Argentina ofrecía
    financiación para colocar sus productos. El Banco Central
    les pagaba (en pesos) a los exportadores locales y les
    vendía a créditos (en dólares) a los
    compradores externos.

    El envío de manufacturas tomó auge a
    partir de esas medidas que no confiaban en la espontaneidad del
    proceso. El mayor de esos acuerdos se firmó con Cuba, un
    mercado ávido para la oferta fabril Argentina.

    Las exportaciones no crecieron tanto como se esperaba.
    La demanda local absorbió toda la producción de las
    plantas, que alcanzaron el máximo de su capacidad hacia
    1974. El bienio 1973-74 marcó la máxima
    producción histórica del sector, que no
    recuperó ese nivel de actividad hasta que pasaron dos
    décadas excepto un fugaz momento de auge en
    1980.

    La crisis de 1975 provocó el derrumbe del mercado
    y freno la parte sustancial de esas exportaciones, solo quedo un
    flujo reducido de ventas al exterior como remanente inercial de
    esa experiencia, que tendía a diluirse pese a la capacidad
    ociosa de las plantas.

    En medio de la crisis de 1975, el gobierno firmo un
    nuevo acuerdo con las terminales en el que éstas
    prometían postergar la remesa de ganancias al exterior y
    gestionar ciertos créditos para aliviar la comprometida
    situación de la balanza de pagos, a cambio de que se
    eliminara el control de
    cambio y la regulación de sus precios en el mercado
    local.

    La ley
    estableció el porcentaje máximo que se podía
    pagar y obligo a registrar los contratos en un registro especial
    cuyo armado permitió los supuestos previos. De ese modo se
    pudo regular en alguna medida la carga que pesaba sobre el
    balance de pago de la Argentina.

    6.5. La reubicación internacional del
    país

    Luego de más de un siglo de dependencia de Gran
    Bretaña, el fiel de la balanza se volcaba hacia los
    Estados Unidos. La relación con esa metrópoli les
    preocupaba tanto como los temas referidos al accionar de las
    transnacionales de ese origen. La revisión del proceso
    llevó, ya desde mediados de la década del sesenta,
    a imaginar la posibilidad de una nueva vuelta de tuerca hacia
    renovadas relaciones con Europa; el
    despertar económico de esa región, asimilable a una
    Gran Bretaña ampliada, hacia soñar a muchos
    miembros de la elite tradicional con la vuelta al viejo modelo de
    exportar carne y cereales a cambio de los bienes fabriles
    deseados.

    La única manera como puede asegurar su independencia
    en medio de ese proceso es diversificando las fuentes de su
    dependencia. Es la fuerza de los débiles; no estar ligados
    a un solo señor. (25)

    En 1973 Perón hizo
    una sociedad con Italia, donde
    logro radicar mas de treinta empresas de este origen en el
    país.

    6.6. La creación de nuevas
    empresas

    El gobierno Argentino comenzó a pensar
    también en la creación de nuevas empresas. No se
    trataba de impulsar las existencias sino de crear nuevas en los
    campos donde se notaba la necesidad de tener producción
    local. El área elegida fue la de insumos básicos.
    Hierro
    primario y acero, aluminio,
    petroquímica, celulosa, papel para diario, etc. Cada una
    de las plantas para producir esos bienes debía contar una
    talla elevada para ser eficiente, tecnologías maduras,
    elevado monto de inversión, etc.; todos esos aspectos
    podían ser resultados a partir de la experiencia acumulada
    con el ingreso de las transnacionales y la nueva situación
    en el mercado mundial.

    La dimensión de cada planta podía fijarse
    buscando un acuerdo entre los requisitos técnicos y el
    objeto de mayor eficiencia, las
    posibilidades del mercado interno y las demandas de los
    empresarios interesados (cuando los había). Los equipos y
    la tecnología ya no presentaban el carácter
    mítico del periodo anterior; se verifico que estaban
    disponibles en el mercado mundial, ofrecidos por sus productores
    o por consultoras especializadas. Las divisas necesarias para su
    compra se podían obtener vía créditos
    externos, que en esa época ya otorgaban los proveedores de
    equipos o los organismos de promoción a la
    exportación de las naciones que lo producían. El
    banco Industrial, rebautizado en esa época con el nombre
    más pretencioso de "Banco Nacional de Desarrollo" (BND),
    podía aportar el resto de los fondos necesarios. Esas
    condiciones permitían asegurar la presencia de empresarios
    locales, cuyo aporte real en las primeras etapas de cada proyecto
    sería muy bajo. El Estado aportaba todo lo necesario para
    forjar empresas grandes desde la nada.

    Cada una de esas decisiones se tramito en relativo
    secreto, fue postergada y corregida a lo largo de plazos
    prolongados, se llevo a cabo en medio de enormes pujas de
    intereses creados y conflictos políticos y exigió
    el arbitraje de las
    más altas instancias del gobierno para su
    resolución. La dimensión económica y social
    de esos proyectos, la cantidad de dinero en
    juego, los
    intereses que podían ser beneficiados o afectados,
    explican esa situación que todavía hoy mantiene
    teniendo un velo de misterio sobre buena parte de sus facetas.
    Varios de esos proyectos generaron un voluminoso caudal de
    críticas y denuncias que sirvió para conocer
    detalles claves, pero muchas veces las anécdotas
    dificultaron comprender la tendencia general del
    proceso.

    6.7. Un esfuerzo gigante

    No es posible saber cuánto costaron esos
    proyectos. El sector publico no contabiliza los subsidios que
    otorgaba y no es fácil calcular los indirectos (que van
    desde los créditos a tasas negativas hasta las obras de
    infraestructura realizadas para consolidar el proceso). Por otra
    parte, los sobrecostos que se originaron, subproducto de los
    conflictos políticos y de la relativa incapacidad de
    gestión
    de algunos grupos favorecidos, aportan elementos de
    confusión en los resultados. Se estima que los subsidios
    de todo tipo representaron entre el 80 % y el 100 % de la
    inversión real en los proyectos.

    La Ley 21.608, dictada en 1977 para regular (y
    restringir) la política de promoción,
    estableció que los empresarios que quisieran acceder a sus
    beneficios debían realizar un aporte de capital "genuino"
    equivalente al menos del 5 % de la inversión total. Esa
    regla, basada en la experiencia de las anteriores, señala
    la conciencia del
    problema y un mínimo de control; los costos casos
    aprobados durante su vigencia sugieren también que esa
    exigencia fue una de las restricciones que redujo el
    interés empresario por acogerse a sus normas.

    Las inversiones eran grandes y las apuestas
    difíciles pero realizables. Los presuntos escollos de
    divisas, capital y tecnología fueron superados con
    más facilidad que las trabas de orden político y
    las presiones de los posibles perdedores. El país no solo
    instalo un conjunto de industrias básicas sino que logro
    otros objetivos. Uno
    fue lograr ciertas economías de escala y cierto grado de
    eficiencia que modifico el contexto productivo; las nuevas
    plantas aportan su oferta en el mercado interno y son hoy las
    mayores exportadoras de bienes industriales. Otro fue esparcir
    las plantas en distintas zonas, evitando su concentración
    en Bs. As. Un tercero fue la consolidación de un grupo de
    propietarios locales de fábricas contra la difundida
    impresión, a mediados de la década del sesenta, de
    que sólo había posibilidades para las empresas
    transnacionales o las estatales.

    En el pasivo se registran otros elementos, la enorme
    morosidad de gran parte de los proyectos impuso costos y
    dificultades que afronto la economía nacional.

    No pudieron convertirse en núcleos de
    diseminación de la lógica
    productiva sobre otros eslabones de la cadena fabril. Cubrieron
    los castillos vacíos, pero ahí termino el juego.

    El caos político, los conflictos de todo tipo y
    los intereses en pugna, llevaron a que los resultados no fueran
    los imaginados. Los proyectos cambiaron en el camino, igual que
    los propietarios, y se encontraron con un mercado diferente en el
    momento de comenzar a operar. Aun así, parece claro que
    sus efectos podrían haber resultado muy distintos si esa
    política hubiera continuado. No fue así; el gran
    cataclismo que acompaño el golpe de estado
    militar de 1976 fue seguido por un gran cambio de
    orientación que terminó con el régimen
    productivo anterior

    6.8. Las Actitudes
    Empresariales

    Pocos periodos como este en la historia
    Argentina exhiben del modo más desnudo el
    distanciamiento de los mayores representantes empresarios de la
    concepción y gestión
    de las políticas industriales llevadas a cabo. Hubo
    algunos que la apoyaron, y otros que la aceptaron, pero en
    general se observa que esa lógica surgió mas de
    funcionarios, técnicos y militares que de los empresarios.
    Los numerosos estudios sociológicos de la época en
    busca de esos empresarios industriales que se suponía
    responsables del cambio histórico no imaginaron que el
    problema era crear esos empresarios.

    Ese alguien no fue un partido político ni un
    equipo sino un conjunto difuso de técnicos, funcionarios,
    políticos y militares que se sumaban a una causa que
    consideraban ligada al desarrollo nacional.

    7.
    1976….Época de grandes cambios (26)

    En la década del setenta se registraron cambios
    bruscos de orientación en el mercado mundial, pero
    tuvieron enorme repercusión en la Argentina; sus efectos
    continuaron a lo largo del tiempo hasta modificar el rumbo
    nacional y la posibilidad misma de la
    industrialización.

    El primero de ellos fue el shock petrolero de 1973, que
    fue la suba de precios de todas las materias primas que
    favoreció a los bienes pampeanos. Ese aumento logró
    que las exportaciones argentinas treparan en montos inesperados
    en 1974. Por primera vez en varias décadas, el país
    registraba un saldo positivo en la balanza
    comercial.

    Otro fenómeno decisivo en el ámbito
    mundial que impacto en la Argentina, fue la expansión de
    un nuevo mercado financiero poco regulado, con excedente de
    liquidez y dispuesto a prestar dinero sobrante.

    El tercer fenómeno decisivo fue el avance de la
    ideología monetarista, que logró
    sentar sus reales en el cono sur para efectuar sus ensayos de
    política
    económica. El rumbo adoptado por Chile
    después del golpe militar de 1973 fue seguido por el
    equipo económico argentino e imitado en Uruguay un par
    de años después. Los monetaristas ignoraron la
    producción, para ellos formaba parte de una rama
    secundaria de la economía (curiosamente denominada el
    "Sector real"). La Argentina comenzó a sufrir las
    consecuencias de ese enfoque adoptado durante el gobierno
    militar, su aplicación quebró el sistema productivo
    y modificó de raíz la vida económica y
    social.

    La importación comenzó tímidamente
    en 1977, creció en 1978 y se convirtió en torrente
    en 1979-80, a medida que el gobierno fomentaba ese ingreso. El
    saldo del comercio exterior volvió a ser
    negativo.

    7.1. Navegando contra la corriente

    La industria entró en la crisis de 1975-76 en las
    mejores condiciones de su historia. Venía de varías
    décadas de crecimiento continuo, signado por algunas
    crisis coyunturales, y estaba en un proceso de expansión
    que la había llevado, hacia 1974, al uso de toda su
    capacidad instalada, mientras se lanzaban los nuevos proyectos de
    expansión de las ramas básicas.

    El ciclo de políticas sucesivas que se
    contrarrestaban mutuamente no se repitió. El
    péndulo se detuvo en un extremo; la persistencia de las
    elevadas tasas de
    interés sufridas desde 1975 y la apertura
    indiscriminada a las importaciones fueron cambiando la economía
    Argentina. Esos factores, junto con los cambios en la demanda
    local, sorprendieron a la industria y, lentamente, cobraron su
    precio.

    Algunas firmas endeudadas, las más audaces,
    optaron por la venta de activos fijos
    para pagar sus compromisos, reducir costos y contraer estructuras;
    se achicaron pero lograron sobrevivir. Otras quedaron a la espera
    de una refinanciación "blanda" que nuca llegó.
    Sobrevivir en la coyuntura resultaba más imperioso que la
    perspectiva de crecer. Fue así que, muchas empresas se
    despojaron de sus ingenieros y especialistas no ligados a la
    producción, abandonando toda visión del futuro y
    deteriorando cualquier capacidad de implementar un
    cambio.

    No todas las empresas fueron afectadas por el
    funcionamiento perverso del nuevo mercado financiero. Algunas se
    vieron beneficiaron, sea porque disponían de un cash flow
    positivo o porque podían tomar créditos a bajo
    interés en el exterior para re-prestarlo a tasas elevadas
    en el mercado local.

    Estas empresas se transformaron en agentes financieros
    que tenían una fabrica. La fabrica era un activo valioso
    en ese juego pues servia como garantía para tomar nuevos
    créditos.

    Las empresas se compraban o vendían en función de
    su capacidad para ese juego antes que para producir. Las compras y ventas
    sucesivas de plantas obsoletas con ese fin se aprecian claramente
    desde 1978 en adelante.

    Un gran número de empresas clásicas
    desapareció en ese remolino. El mercado bursátil,
    donde se podía comprar el paquete de control de algunas
    empresas a muy bajo precio, fue un ámbito privilegiado de
    esas maniobras. Lo mismo ocurrió con muchas otras; con el
    tiempo se convirtieron en depósitos, supermercados,
    shoppings, esperando caer sobre la piqueta para dejar espacio
    libre a nuevas actividades.

    El atraso cambiario sorprendió a la industria en
    un momento en que se mantenía el impulso inercial hacia la
    actividad exportadora.

    La caída de las exportaciones fabriles
    quedó disimulada en las estadísticas globales debido al ingreso de
    la oferta de las plantas promocionadas en el período
    anterior. Estas nuevas plantas entraban en producción en
    un mercado local contraído y debían salir al
    exterior para sostener su actividad. Esas plantas contaban con la
    dimensión y la eficiencia técnica necesarias para
    salir al mercado mundial, y lo hicieron rápidamente. Su
    éxito
    es una consecuencia de la promoción anterior y no de la
    apertura. La corriente de ventas de productos
    petroquímicos, aluminio y
    siderurgia generada en las plantas que se inauguraban,
    contrarrestó la decadencia de otras exportaciones
    fabriles. El predominio de bienes modernos con relativa
    complejidad técnica de la etapa anterior, dejo paso a las
    ventas de bienes manufacturados más simples.

    El atraso cambiario posibilito el ingreso de bienes
    competitivos de la industria local, que fue alentado por
    sucesivas medidas oficiales. El equipo económico
    tendió a favorecer por medios
    diversos esas importaciones que, afirmaba, servían para
    controlar el precio de la oferta local y obligarían a
    ésta a mejorar la calidad de su
    producto. En breve plazo, algunas empresas se hicieron
    importadoras. Recorriendo en sentido inverso la evolución
    seguida en la época del treinta. Otras subsistieron
    mediante acuerdos con empresas externas, que las convirtieron en
    simple armadoras de las piezas que les enviaban, dejando de lado
    su actividad productiva y tecnológica. Solo pocas
    mantuvieron sus plantas a la espera de un cambio de
    política.

    7.2. La política oficial

    El equipo que reasumió el poder en 1976 dejo
    seguir los proyectos fabriles promocionales del período
    anterior, recién después que terminaron los
    trámites formales de los casos más grandes,
    comenzó a restringir, o eliminar, los beneficios de la
    promoción para los proyectos industriales.

    Este gobierno firmó generosos subsidios para
    quienes se radicaran en algunas zonas del interior del
    país, que en los primeros años no tuvieron mayor
    efecto debido a la inexistencia de incentivos
    derivados de la situación económica del
    país. A partir de 1983 generaron un problema mayor, muy
    pronto comenzaron las empresas a trasladarse a esos lugares para
    captar dichos beneficios, dicho avance provoco el cierre de la
    empresas ya existentes en las zonas consideradas por el gobierno
    "peligrosas" por la concentración de mano de obra (Buenos
    Aires, Córdoba y Rosario).

    Los análisis mostraron que el costo de divisas
    de importar las partes era mayor que si importaran el producto
    terminado. Los gobiernos siguientes encontraron problemas para
    resolverlo debido al costo social que involucra un cambio de
    reglas.

    La política industrial, como se ve, tuvo
    importantes consecuencias en la evolución del sector
    fabril, pero el fenómeno mas impactante fue el derivado de
    la nueva estrategia financiera y, sobretodo, el endeudamiento que
    ella genero en poco
    tiempo.

    La deuda es entonces, la cuestión principal de la
    política
    económica Argentina y la causa central de una crisis
    que todavía no se ha resuelto pese a las afirmaciones
    optimistas de algunos voceros apresurados.

    En 1981 se estaba, quizás, todavía a
    tiempo de revertir la situación industrial, pero no fue
    así, la restricción perentoria impuesta por la
    deuda externa
    impidió esa reacción.

    7.3. El caso simbólico: SIAM

    El caso representativo de esta crisis es el
    protagonizado por SIAM, la empresa metal mecánica que
    había pasado a control estatal a comienzos de la
    década del setenta. SIAM era un gran complejo formadas por
    tres plantas ubicadas en el conurbanos, en el que fabricaba
    equipos electromecánicos, caños con costura y sus
    clásicos electrodomésticos para el hogar, que
    ocupaban a 10.000 trabajadores y disponían de mayor
    eficiencia que en la década del sesenta. Era una empresa
    clave por su origen y sus características aunque, debido a la crisis,
    se había desprendido de sus filiales en el exterior (
    Brasil, Chile
    y Uruguay).
    Guido Di Tella, hijo del fundador decía en 1977, poco
    antes de perder el control de la firma, que " los países
    necesitan símbolos para representar sus metas o sus
    destinos, y yo creo que SIAM es un poco eso para la Argentina,
    como ( en otros países lo son ) Ford, Fiat o Peugeot". La
    evolución de SIAM, por eso, es un símbolo del
    camino seguido por la industria Argentina. (27)

    En pocos años el grupo SIAM se convertía
    en una sombra de si mismo. En 1978 quedaban sólo 4.800
    trabajadores de los 10.000 anteriores y la actividad se
    contraía sin cesar. El gobierno había decidido
    privatizarla, tarea que se llevo a cabo en un proceso demasiado
    sinuoso para ser efectivo. La primera oferta de venta con una
    base de 96 millones de dólares, realizada en 1979, no tuvo
    eco porque no se dio a conocer el pasivo de la misma que
    debía afrontar el comprador. El año siguiente se
    fue en aprestos. El 23 de marzo de 1981, un día antes de
    entregar el cargo, el presidente de la nación
    firmó el decreto 427, que establecía la
    liquidación de la sociedad y el cese del interventor que
    había luchado por su subsistencia. El gobierno
    prefería cerrarla antes que permitir que funcionara. La
    medida era un espejo de la guerra sucia dirigida contra la
    empresa.

    La liquidación no se llevo a cabo pero el decreto
    provoco la inmovilidad comercial de SIAM, que no podía
    operar en esas condiciones. La intención de privatizarla
    continuó en 1981, pero solo se llego a la propuesta de
    dividirla en sus 3 plantas para venderlas por
    separado.

    En 1985, las tres plantas se vendieron a empresas que
    operaban en las respectivas áreas de negocios: la de
    electrodomésticos pasó a Aurora; la de equipos, a
    Sade ( del grupo de Pérez Companc), mientras que la planta
    de SIAT sufrió algunos avatares. Se vendió cuando
    estaba por decidirse la obra del gasoducto Loma De Lata-Buenos
    Aires, que podía asegurar su actividad. El gobierno
    optó por el grupo Bridas. Apenas 5 meses después,
    Bridas vendió el control a Techint, dueño de
    Siderca.

    Mas tarde SIAT cambio de nombre de modo que la marca SIAM
    quedó apenas para el uso de una línea de heladeras
    domésticas (hechas por Aurora).

    La orgullosa empresa que pretendió ser un
    símbolo del destino industrial de la Argentina
    desapareció.

    7.4. El condicionamiento de los
    empleados

    La política económica modificó el
    comportamiento
    de los empresarios locales. Su aplicación les demostraba,
    en el duro lenguaje de
    los hechos que la producción era penalizada. La
    política económica forjaba una disciplina
    perversa dado que consolidaba un mercado en el que predominaba el
    criterio especulativo y las facilidades para exportar.

    La política económica ofrecía, como
    siempre, estímulos y castigos. Quienes se adaptaban a la
    misma, asumiendo las reglas del mercado financiero y la apuesta
    importada, se beneficiaban claramente; quienes ensayaban resistir
    perdían, a menos que se mantuvieran en nichos protegidos
    del mercado o que gozaran de alguna forma de favor
    oficial.

    Poco a poco, la industria como grupo generó
    ahorros que se desplazaban hacia otros sectores de la
    economía, o bien hacia el exterior, como fuga de capital.
    Los estudios disponibles estiman que, desde fines de la
    década del setenta, la inversión neta fabril
    (entendida como la diferencia entre la inversión bruta y
    la depreciación de los equipos instalados)
    resulto negativa. (28)

    La política económica comenzó a
    ofrecer, además, opciones alternativas en negocios en
    torno del aparato
    del Estado a través de la llamada "privatización periférica". Debido a
    la las resistencias
    políticas y sociales a una privatización masiva de
    las empresas públicas, se comenzaron a desmembrar
    actividades con el objeto de otorgarlas al sector privado en
    condiciones tales que aseguraban una elevada tasa de
    ganancia.

    La casi totalidad de esas transferencias de negocios
    creaba mercados en los que no había transparencia ni
    operaba la lógica competitiva. En cada caso había
    compradores únicos, o vendedores únicos, y
    contratos a largo plazo que aseguraban ingresos con mínimo
    riesgos a sus tomadores.

    Un estudio realizado en 1981 mostró que siete
    actividades promovidas por el Estado habían atraído
    el interés de no menos de siete grupos económicos
    que se diversificaban en ellas. Esa experiencia señalo el
    camino para que esas áreas formaran el corazón de
    las privatizaciones decididas una década más tarde:
    petróleo, gas, teléfono, construcción
    pública, finanzas,
    minería y
    actividad nuclear (29). La rentabilidad
    de esas operaciones
    desplazó el interés de los empresarios, que se
    volcaron hacia ellas. Encontraban así una nueva
    vocación; en lugar de la industria, cada vez más
    riesgosa y exigente en términos de tecnología y
    organización, operarían servicios
    protegidos y amparados por un Estado que, contra lo que
    demostraban los hechos, decía que buscaba instaurar la
    competencia.

    El estudio mencionado concluyo que se estaba forjando un
    nuevo tipo de empresa, cuyos mayores trazos eran claros: grandes,
    de capital local, actuando como conglomerados diversificados y
    operando en mercados no competitivos que creaba la iniciativa
    oficial.

    Una década más tarde ese proceso
    alcanzaría su punto culminante con los cambios
    estructurales y la política de privatizaciones que
    reorganizó la economía
    Argentina y término de definir la estructura
    industrial del país en los umbrales del siglo
    XXI.

    7.5. El cambio social

    Los trabajadores fabriles fueron sometidos a una doble
    represión: la física la generada
    por el cierre de establecimientos y la eliminación de
    empleos. La primera destruía a los lideres y activistas y
    provocaba el miedo entre los restantes. La segunda les quitaba
    sus fuentes de
    ingreso y los alejaba de su grupo de referencia. El largo periodo
    de expansión del número y mejora de la calidad
    técnica de los trabajadores llegó a su fin, con
    efectos que se extendieron a lo largo del tiempo.

    En una primera etapa, la represión afecto a la
    capacidad de acción de los sindicatos. El
    despido y la persecución de los activistas contrajo el
    poder del aparato de protesta pero no redujo de igual modo la
    actividad y la fuerza de los trabajadores.

    La demanda de mano de obra especializada seguía
    siendo superior a la oferta. Con el paso del tiempo esa demanda
    se achico; el cierre de fábricas y la reducción de
    personal disperso a los trabajadores y destruyo en gran medida su
    fuerza social.

    Los mas afectados fueron los sectores donde se
    requerían mayor calificación, como la rama
    mecánica y la electrónica. Renault redujo su nomina de
    12.000 trabajadores en 1975 a 6.000 en 1980; otras plantas de
    Córdoba, y las empresas automotrices en general, aplicaron
    recortes semejantes. El cierre de las demás dejo en la
    calle a miles de obreros calificados.

    Gran parte de los cesantes encontró
    solución en el trabajo por
    cuenta propia: el manejo de autos de
    alquiler o la atención de pequeños
    comercios.

    Los fenómenos negativos eran incipientes y solo
    adelantaban el proceso que siguió y se fortaleció
    en la década del 90, pero todos ya se manifiestan en ese
    periodo: eliminación de todo estimulo a la industria igual
    que a todo sistema tecnológico; reducción
    numérica y deterioro social de los grupos interesados o
    ligados a ella, desde obreros hasta técnicos y
    empresarios; fortalecimiento del modelo primario
    rentístico y de las actividades de orden especulativo y
    financiero, desplazamiento del discurso
    dominante desde el énfasis de la producción hacia
    el elogio del consumo; apertura importadora sin esfuerzos en la
    dirección contraria. Lo opuesto de todo de lo que se lleva
    acabo en los países que realmente se desarrollan y tienden
    a ocupar un espacio en el mercado mundial.

    8. 1990: ATRAVESANDO
    TIEMPOS DIFÌCILES (30)

    La crisis de la deuda iniciada en la Argentina en 1981
    marcó el comienzo de un largo período de ajuste
    signado por la deuda externa y
    la inflación.

    La inestabilidad política se veía
    sumamente agravada por dicha crisis económica, cada
    coyuntura creaba un efecto multiplicador y disolvente del
    desequilibrio financiero. La repetición de estas
    reacciones "disciplinaron" a los sucesivos gobiernos, quienes se
    manejaban dentro de una nueva era de inestabilidad, llamada la
    era de los "golpes de mercado".

    La crisis oriento a los responsables del gobierno a
    adoptar soluciones de
    corto plazo limitadas a la atención del sistema
    financiero y de crédito quedando el sector industrial
    y productivo subordinado a esas prioridades.

    Desde junio de 1975 hasta marzo de 1981 la
    inflación se mantuvo en el orden del 300% de promedio
    anual, haciendo que el ahorro se
    volviera líquido para evitar los efectos de la
    inflación o para beneficiarse de sus oportunidades
    potenciales.

    Como consecuencia de ello, la inversión fija
    mostró una continua e intensa tendencia descendente y la
    capacidad fabril se mantuvo estancada cuando no en abierta
    caída, buscando adaptar su estructura y características al nuevo contexto
    económico.

    La inflación se contuvo en 1991 para dar lugar a
    la estabilidad, su implementación creó exigencias
    que resultaron tanto o más crueles que las sentidas
    durante la crisis inflacionaria, sin poder solucionar los
    problemas de la década del ochenta, que se presentaron
    nuevamente, sólo que en distintas formas.

    8.1. Los ciclos del desconcierto

    En la década del ochenta la actividad industrial
    se vio sometida a ciclos breves pero intensos que se agravaban a
    medida que se repetían. Su producto cayó en
    1981/82, se recuperó algo en 1983/84 para volver a caer a
    comienzos de 1985. El Plan Austral
    volvió a darle impulso hasta1987 pero enfrentó una
    nueva caída en 1988 y un derrumbe en 1989/90, antes de una
    nueva recuperación.

    La falta de incentivos de un
    mercado que no crece, y para peor oscila intensamente, fue un
    factor de desestímulo de los productores, cuya onda
    negativa se extendía a sus proveedores de partes e
    insumos, La misma preocupación se repitió en
    diversas ramas de fabricantes de bienes durables y aún en
    las de consumo.

    A lo largo de la década del ochenta, diversas
    empresas comenzaron a ofrecer parte de su producción en
    los mercados externos con la esperanza de disponer de una base
    que amortiguara los efectos negativos de esa variación,
    contando con promociones y subsidios de diverso tipo. El primer
    acuerdo de integración con Brasil firmado en 1986,
    así como otros convenios regionales que se consolidaron
    mas tarde en el MERCOSUR,
    ofrecieron un estímulo adicional a dichas exportaciones.
    Esos intentos volvieron a modificarse abruptamente hacia 1990,
    debido al nuevo valor del tipo de cambio
    que se implantó desde entonces y agregó otro factor
    de desestímulo empresario. Las condiciones negativas del
    contexto resultaban tan fuertes que frenaban cualquier intento de
    inversión a largo plazo.

    Los ensayos de
    promoción se repitieron con el mismo fervor pero el mismo
    fracaso, entre 1984 y 1988, para caer vencidos ante el torbellino
    inflacionario de 1989 y el brusco cambio de tendencia ocurrido
    entonces. A partir del cambio de gobierno se lanzó un
    intento sistemático de desarme de todo el sistema de
    promoción fabril montado desde la década del
    30.

    8.2. El desmantelamiento del sistema

    Las rebajas de aranceles
    destrozaron implacablemente el antiguo sistema proteccionista.
    Las tarifas bajas se combinaron con el nuevo valor del tipo de cambio
    para dar lugar a una avalancha de bienes importados que
    afectó las posiciones de una amplia fracción del
    espectro fabril. El gobierno suspendió los planes de
    promoción industrial y redujo beneficios ya concedidos,
    aparte de recortar sus plazos de vigencia. Por otra parte,
    eliminó el Banco Nacional de Desarrollo. Sus recortes
    presupuestarios afectaron al INTI, así como a buena parte
    del complejo oficial de ciencia y
    técnica. La suspensión definitiva de otros
    esfuerzos de desarrollo fabril de tecnología avanzada,
    como los ensayos con misiles que llevaba a cabo la
    aeronáutica, fueron acompañados por la
    suspensión de las actividades de la fábrica militar
    de aviones.

    Este cambio profundo de orientación de la
    política hacia la industria no impidió que se
    tomaran algunas medidas que continúan la trayectoria del
    pasado. Las más conocidas protegieron a un sector especial
    (el automotor) y algunas empresas grandes, cuya importancia
    económica y presencia política resultaron adecuadas
    para defender sus posiciones.

    8.3. Las respuestas fabriles

    La industria se dividió, objetivamente, en
    sectores con evoluciones distintas y hasta abiertamente
    contradictorias. Las empresas automotrices mostraron el mayor
    dinamismo del conjunto a partir de 1991, medido por sus ventas y
    sus exportaciones, que llegó a "arrastrar" hacia arriba
    las cifras del producto fabril.

    Las empresas aceiteras también expandieron sus
    operaciones
    impulsadas por la mayor oferta de oleaginosas, y fueron
    acompañadas por otras ramas específicas del sector
    alimentario, como la elaboración de cerveza y de
    leche, la cual
    se incrementó con fuerza semejante y fue apoyada por la
    demanda de Brasil posterior al Plan de Estabilidad, que puede
    absorber los excedentes creados por ese aumento de
    oferta.

    El reposicionamiento de la rama alimenticia, que ofrece
    posibilidades de avance en el MERCOSUR, atrajo
    el interés de las transnacionales, que tienden a liderar
    el proceso frente a la retirada de muchos empresarios
    locales.

    La electrónica se redujo a un mínimo, la
    producción de máquinas herramientas,
    los astilleros y la fabricación de equipos ferroviarios lo
    hicieron también.

    La mayoría de los exportadores de aquellos rubros
    fabriles que lideraban el proceso en los sesenta y setenta
    tendieron a ser desplazados; en su lugar surgieron las empresas
    promocionadas entonces, las cuales no pueden dejar de producir y
    por eso exportan el excedente, pero tampoco pueden superar su
    nivel productivo sin nuevas inversiones; en la situación
    actual, sus exportaciones encuentran un mínimo y un
    máximo que depende de la evolución de la demanda
    local.

    El precio de los bienes que ofrecen (commodities) se
    fijan en los mercados mundiales y tienden a ser mucho más
    bajos que los que obtienen los bienes más sofisticados y
    están sometidas a intensas oscilaciones
    coyunturales.

    El desplazamiento de los antiguos productos fabriles por
    estas commodities explica porqué el precio unitario de las
    exportaciones fabriles locales cayera a menos de la mitad entre
    1978 y 1988. Los posibles resultados positivos de ese esfuerzo
    exportador, medido en volúmenes, se neutraliza en buena
    medida por el bajo valor cobrado por los mismos.
    (31)

    • Evolución de las exportaciones totales del
      país, años 1984 a 2001, serie estacionalmente
      ajustada:

    • Evolución de las exportaciones de manufacturas
      de origen industrial, años 1984 a 2001:

    • Evolución de las importaciones totales del
      país, años 1991 a 2001, serie estacionalmente
      ajustada:

    (*) Datos provisorios

    El grueso de las importaciones argentinas en el
    año 2001 se concentra en los rubros Materias Primas y
    Bienes Intermedios (7340M U$S), seguido por Bienes de Capital
    (4188M U$S), bienes de consumo (3995M U$S) y Piezas y Accesorios
    para Bienes de Capital (3402M U$S).

    8.4. Los cambios en el contexto

    Los cambios en el panorama global pueden observarse en
    el camino seguido por algunas ramas respecto de las expectativas
    previas. Esos desvíos permiten esbozar un balance de los
    cambios de frente ocurridos en estos años.

    Un caso característico lo ofrece la siderurgia,
    los planes de comienzo de la década del 70 suponían
    que esa industria "madre de industrias" seguiría creciendo
    para atender al mercado interno a un monto variable entre 11 y 18
    millones de toneladas de acero para 1985. La realidad fue otra.
    La demanda de mediados de la década del 80 se mantuvo por
    debajo de la mitad del mínimo esperado por hipótesis; la oferta local tuvo que
    terminar buscando salidas en el exterior para sus
    excedentes.

    El cambio en la estructura de la industria refleja en
    parte el reemplazo de la oferta local por las importaciones. El
    estancamiento de la siderurgia debería mantenerse en el
    futuro, pues la creación del MERCOSUR favorece
    objetivamente a la oferta brasileña (que dispone de
    yacimientos de hierro y adecuadas economías de escala) y
    reduce incentivos al desarrollo local.

    Los mismos cambios se aprecian en la
    petroquímica, las ambiciosas ideas del crecimiento
    sectorial basado en la provisión a bajo costo de insumos
    del que el país dispone (petróleo y gas) terminaron
    abruptamente cuando se decidió llevar esos productos al
    precio internacional como parte de la apertura de la
    economía Argentina.

    La industria del cemento es otra de las ramas de gran
    inversión de capital que sufrió el desfasaje entre
    sus perspectivas y la realidad. Hacia fines de la década
    del ochenta las tres empresas de esa rama que concentran
    más del 90% de la producción, encararon proyectos
    que duplicaron su capacidad instalada hasta llegar a más
    de diez millones de toneladas por año. Sin embargo, la
    rama no logró operar a mucho más de la mitad de su
    capacidad productiva debido a la situación del mercado y a
    su escasa posibilidad de exportar por el elevado costo del
    transporte de ese producto.

    8.5. La estrategia defensiva

    Todos los indicadores
    señalan que la industria tendió a sostener una
    estrategia defensiva basada en el mejor aprovechamiento de los
    equipos existentes, en la tendencia a la reducción de
    personal (cuyos costos en dólares se encarecieron a
    niveles insospechados en el período anterior) y en la
    decisión de realizar sólo las inversiones
    necesarias para subsistir. Esa estrategia recorta las
    posibilidades de crecimiento global pero protege a las firmas del
    riesgo
    derivado de los cambios en el contexto.

    Cuando la capacidad instalada se colma y el mercado lo
    demanda, la firma debe asumir las inversiones mayores que
    provoquen el cambio estructural.

    Hasta ahora, la industria local sigue la primera etapa
    de la evolución mencionada (de inversión
    defensiva), y la historia relatada sugiere que ella va a encarar
    una opción en un futuro previsible: el retiro definitivo
    de la empresa del mercado (como ya ocurrió otras veces) o
    su renovación (como se espera). Ningún elemento
    indica que la suerte está echada, pero la perspectiva no
    permite demasiado optimismo.

    8.6. La inclinación hacia los
    servicios

    La industria comenzó a ser vista como una
    proveedora de bienes de mala calidad, cuyos precios se
    mantenían elevados pese a los ingentes subsidios
    recibidos. El cambio de status de dicha actividad
    coincidió con la expansión acelerada de otras
    áreas, en especial de los servicios de todo tipo. La
    creación de oportunidades en ese sector, vía las
    privatizaciones de empresas existentes o concesiones decididas
    con ese propósito, generó un efecto de
    atracción hacia el capital y los empresarios. Los
    individuos con espíritu abierto encontraron en esas
    actividades la válvula de escape a sus inquietudes, que no
    encontraban en el ámbito industrial.

    El atractivo de los servicios, incluyendo la
    importación de bienes, generó un desplazamiento del
    interés de los empresarios y del capital, que
    afectó a otras actividades en las condiciones locales que
    presentaban ambas variables. La
    rentabilidad
    de los servicios se ve fortalecida por su rápida
    rotación, que permite recuperar el capital, y los
    correspondientes beneficios, en plazos más breves que los
    típicos de las inversiones en nuevas implantaciones
    industriales. La evolución de los grandes grupos
    económicos hacia los servicios comenzó a mediados
    de la década del setenta, acorde con los cambios en la
    política económica nacional, y se fortaleció
    con la experiencia de los años siguientes. A comienzos de
    la década del ochenta se podía apreciar que varios
    de los grandes grupos locales estaban ubicados en las actividades
    de servicios periféricos a las empresas del Estado, como
    primer paso de sus avances posteriores hacia el control de las
    mismas para cuando se lanzara el cada vez más previsible,
    y demandado, programa de privatizaciones. Esas actividades
    ofrecen la ventaja de que no deben enfrentar la competencia, sea
    porque operan como monopolios naturales o por las
    características de sus mercados, factor que las diferencia
    netamente de las expectativas que ofrecen las áreas
    productivas.

    Las fábricas ya no ocupaban el centro de
    atención de sus propietarios.

    Parece una ironía que ése haya sido el
    diagnóstico del equipo económico de
    Martínez de Hoz, en el cierre de su gestión de
    cinco años, un informe oficial decía: la activa
    participación del Estado en la economía ha
    provocado distorsiones, como el progresivo aguamiento de la clase
    empresaria nacional, que ha tendido, en muchos casos, a
    desarrollar actividades complementarias o periféricas a la
    propia actividad estatal, con bajo riesgo y alto
    rendimiento. (32)

    La experiencia de los grandes se repite entre los
    medianos y pequeños, que tienden a seguir la misma
    tendencia aunque la información disponible no permite precisar
    la dimensión de esos cambios.

    El desplazamiento del empresariado nacional desde el
    sector fabril hacia otras actividades fue acompañado por
    la inversión
    extranjera que priorizó el sector de servicios local.
    Las mayores inversiones de ese carácter entraron en los
    servicios o actividades de renta como el
    petróleo. Los reducidos casos de ingreso de empresas
    transnacionales al ámbito industrial ocurrieron mediante
    compra de empresas locales, que reducen aún más las
    filas de empresarios argentinos. Esas transferencias de las
    acciones de control incluyeron a varias empresas grandes y
    líderes, y se concentraron en particular en la rama de
    alimentos, que ofrece perspectivas potenciales de
    expansión debido a las ventajas naturales del país
    y el atractivo del Mercosur. Ese renovado interés se
    explica también por la apertura política al ingreso
    de capitales externos en la rama tradicional de alimentos
    después de varias décadas de protección a
    los propietarios locales, iniciadas, de un modo u otro desde la
    propuesta de Pinedo en 1940.

    Uno de los resultados fue que las tres mayores
    fábricas de galletitas, cuyos propietarios formaban parte
    de la elite industrial desde el siglo pasado o comienzos de
    éste, cambiaron de mano en un par de
    años.

    Las facilidades para entrar en los nuevos negocios de
    servicios de elevada rentabilidad y el desplazamiento de algunos
    empresarios por el ingreso irrestricto (pero no masivo) del
    capital extranjero en nichos selectos, son elementos adicionales
    que operaron contra la decisión local de invertir en
    fábricas. El largo ciclo de ventajas de precio para la
    fabricación nacional y privilegios para sus propietarios
    llegó a su fin sin que la industria haya terminado de
    asentarse en la economía nacional.

    8.7. La pérdida de capital
    humano

    La contracción de la clase obrera industrial
    coincide con la expansión de la ocupación en las
    tareas de contenido más pobre, algunas de las cuales son
    humanamente degradantes. El avance de la pobreza y la
    desocupación contribuye a reducir el
    salario de los
    que trabajan; ese resultado, que puede resultar funcional para
    los empleadores en el corto plazo, reduce la posibilidad de
    educar a los hijos de los trabajadores actuales, que
    deberían ser el capital de la industria futura. La
    degradación social, que afecta al presente, extiende una
    amenaza sobre las posibilidades del futuro.

    La expansión relativa de algunos rubros agrarios,
    la pesca y la
    extracción de petróleo no alcanzan a compensar la
    ausencia de la industria. Su aporte no es lo suficientemente
    dinámico para crear las riquezas que el país
    necesita, ni ofrece la capacidad para generar empleo suficiente.
    La escasez de producción limita las posibilidades de
    reparto, agravando la situación de los más pobres,
    la falta de dinamismo del sector productivo reduce las
    posibilidades reales de oferta de empleo. La crisis industrial
    comienza a orientar el panorama social y económico
    argentino en la dirección de otras naciones pobres de
    América
    Latina, a las que el país siempre se sintió cercano
    en términos de cultura y
    origen pero muy distante por su nivel de desarrollo y los
    ingresos de sus habitantes.

    • Evolución del volumen
      físico de la producción industrial

    (Base índice 1993 = 100)

    • Estimador Mensual Industrial período 1994 –
      2001

    9.
    CONCLUSIONES

    9.1. La situación actual de la
    industria

    La industria sufrió en ésta última
    década un retroceso gravísimo. Sin embargo no se
    trata de un retroceso uniforme u homogéneo, hubo sectores
    que avanzaron, hubo cambios de gravitación de unas ramas
    sobre otras, cambios tecnológicos, notables cambios de
    propiedad en
    el aparato industrial a favor de las empresas extranjeras y hubo
    cambios de gran importancia en las relaciones
    laborales.

    Es importante tener conciencia del desarrollo alcanzado
    por la industria Argentina décadas atrás, con todas
    sus limitaciones, para advertir la magnitud del retroceso
    sufrido.

    "El PBI (Producto Bruto Interno Industrial) llegó
    a representar, o a superar, la tercera parte del nacional (lo que
    significa bastante más de la mitad de lo aportado por los
    sectores directamente productivos), ocupando una quinta parte, y
    más de la población económicamente activa"
    (33). A su vez "En 1990 el volumen de
    producción habría apenas recobrado los niveles de
    1970, en tanto que descendían a las dos terceras partes
    los guarismos correspondientes al personal ocupado y a las horas
    trabajadas" (34). Según publicaciones oficiales "la
    producción manufacturera en 1990 es casi un 10 % inferior
    a la de 1970. La década del 80 fue una década
    perdida para la industria" (35).

    Es decir que el proceso de desindustrialización
    se remonta mucho más atrás que esta última
    década. En 1970 los trabajadores industriales eran el 28 %
    del personal ocupado, en 1999 descendieron al 18 %, y entre 1973
    y 1993 cerraron 15000 establecimientos industriales, o sea un 15
    % del total. Por tanto es un elemento esencial a considerar
    cuando se juzgan los datos de su evolución en los 90, dado
    que el punto de referencia es uno de los escalones más
    bajos de los últimos años.

    La Argentina fue hacia la década del 50 y 60 el
    país mas avanzado en cuanto a desarrollo industrial en
    América Latina, con una industria aeronáutica y
    espacial, con un dominio avanzado
    de la tecnología nuclear, una industria automotriz propia
    en la década del 50, una industria de armamentos muy
    importante y con anterioridad a todos los demás
    países de la región una industria
    electrónica avanzada.

    De todos esos avances obtenidos por nuestro país
    en materia de
    desarrollo industrial, en la actualidad sólo queda el
    recuerdo.

    En un sentido contrario, otro elemento que no resulta
    contenido en una mera comparación estadística, lo constituye la
    desintegración del aparato industrial, que en la
    actualidad se ve obligado a aprovisionarse de bienes intermedios
    de producción en el exterior, mientras anteriormente se
    fabricaban en nuestro país.

    En cuanto a esta última década podemos
    identificar diferentes ciclos en la evolución de la
    industria

    1) Un ciclo expansivo a partir del inicio de la
    Convertibilidad en 1991, fundamentalmente a partir del
    restablecimiento del crédito interno (el "efecto cuota").
    La mayoría de los sectores industriales experimentan un
    crecimiento importante (insistimos que la base de 1990 era
    sumamente baja), siendo los más destacados, material de
    transporte (especialmente automotores), productos de plástico,
    celulosa y papel, productos de madera,
    muebles y colchones, productos de cuero y calzado, bebidas. Los
    únicos sectores que retroceden respecto de 1990 son
    textiles y metales y sus
    fundiciones. Este periodo se extiende hasta fines de 1994, en el
    cual la producción industrial global crece en un 34.6%. No
    obstante en ese periodo se profundiza notablemente la
    expulsión de trabajadores por la industria y el empleo
    Industrial disminuye un 13.5% (que venía descendiendo
    desde mediados de la década del 70). Mayor
    producción, menor ocupación, mayor
    explotación de los trabajadores.

    2) Un ciclo de estancamiento y retroceso desde fines de
    1994, como consecuencia del impacto de la llamada "crisis del
    tequila". Este periodo se extiende hasta el II trimestre de 1996.
    Las ramas más castigadas durante ese lapso son: textiles,
    prendas de vestir, productos de vidrio, productos
    de madera,
    productos de plástico,
    automotor, y materiales de
    construcción. Se profundiza la caída del empleo
    industrial, que cae otro 8.5%. Los efectos sobre la
    producción industrial se atenúan en parte por el
    inicio de una onda exportadora hacia Brasil, que ponía en
    ejecución el Plan Real. Las consecuencias más
    agudas de esta crisis duran aproximadamente un
    año.

    3) Un nuevo ciclo de recuperación desde mediados
    de 1996 hasta fines de 1998. En este periodo se produce una
    expansión importante de las exportaciones industriales. A
    partir de 1993 y hasta 1997 se incrementan en un 100%, arribando
    a una meseta, ya que en 1998 retroceden ligeramente. Uno de los
    motores
    principales de ese crecimiento es la exportación de
    automotores a Brasil, que colabora en casi el 20% en ese aumento.
    Otros sectores que contribuyen en una proporción
    significativa son la exportación de petróleo y las
    manufacturas de Origen Agropecuario (complejo oleaginoso), ambos
    de baja generación de valor agregado y ocupación de
    trabajadores (36).

    Pese al incremento de la Producción Industrial,
    continúa el proceso de disminución del
    número de trabajadores ocupados, salvo durante 1997 en que
    crece un 1.5%.

    4) Un ciclo de retroceso desde fines de 1998, como
    consecuencia de la crisis llamada "asiática" y en
    particular de la devaluación brasileña de enero de
    1999, del cual aún no hemos salido.

    La producción industrial decrece en el periodo
    1999/2000 en un 15% aproximadamente. En esa caída influye
    poderosamente el sector automotor cuyas ventas en el mercado
    interno caen un 22% durante 1999 y un 19.2% en el 2000, pese a la
    vigencia del Plan Canje. La disminución de la actividad
    industrial no solo se origina en la caída del consumo,
    sino también en la de la inversión, que hasta el
    3er trimestre del 2000 suma 8 trimestres consecutivos en
    descenso, con una reducción acumulada del 22%.

    La industria de la construcción acumula un
    descenso entre los dos años del orden del 20%, estando en
    solo un 8% por encima de su nivel de actividad de 1993.
    Sólo en el primer semestre de 1999 la industria reduce su
    dotación en 52000 trabajadores, una cifra similar a la
    reducción operada durante toda la crisis del
    "tequila".

    Las ramas que sufrieron el mayor impacto durante 1999
    son, además de vehículos automotores, la
    metalmecánica, neumáticos y textiles. Durante el
    2000 la industria estuvo estancada en términos globales
    según el INDEC y, según estimaciones privadas
    retrocedió un 2.8% (37).

    En ese marco durante el año 2000, algunas ramas
    tuvieron un comportamiento
    más dinámico respecto a 1999, como el sector
    químico (especialmente agroquímicos), automotores
    (que pese a la abrupta caída de ventas apuntada,
    aumentó su producción por la mayor demanda de
    Brasil), o el sector siderúrgico (excluido laminados
    planos y acero para la construcción).

    En una visión panorámica de la
    última década se puede advertir que, en 1999 la
    producción industrial total estaba casi en los niveles
    de1993 y a fines del 2001 no hubo recuperación. Si
    consideramos el crecimiento de la población entre estos
    años, la industria ha tenido un franco
    retroceso.

    • Estimador Mensual Industrial período 1994 –
      2001

    La "Argentina viable" era y es para algunos sectores, la
    Argentina agraria, exportadora, agroindustrial y productora de
    petróleo y gas. La Argentina productora de bienes
    industriales, intermedios o finales, es un país "del
    pasado". "Da lo mismo producir acero que caramelos, hay que
    producir lo que cuenta con ventajas comparativas" se dijo en la
    década del `70, y ese fue el concepto que
    inspiró en lo esencial la política gubernamental
    desde 1976, y particularmente en la última
    década.

    Para este proyecto es
    viable aquello que está en sintonía con la
    "Globalización", que es la manera elegante
    de decir, que no entra en conflicto con los intereses comerciales
    de las potencias mundiales y que se corresponde a las
    áreas que éstas y un reducido sector de la elite
    Argentina, están interesados en desarrollar en nuestro
    país, por la alta rentabilidad que ofrecen.

    Desde ya, que esto no tiene en cuenta si, para ese
    modelo, sobra más de un tercio de los habitantes del
    país, o si nos retrotrae a una situación
    semicolonial.

    Por consiguiente, la desindustrialización, el
    retroceso y la desarticulación de la estructura industrial
    no han sido el resultado no deseado de crisis externas que
    golpearon la economía Argentina, sino el resultado de una
    política que se aplicó, con variantes en estos
    años.

    9.2. Efectos del dominio extranjero

    La participación de las empresas formalmente
    reconocidas como extranjeras entre las 200 principales
    representaba en 1993 el 43.8% del total, ascendiendo en 1998 al
    69.2% de ese total, y se acentuó notoriamente en estos dos
    últimos años (38). Mientras en 1993 las
    empresas reconocidas como de capital nacional y las asociaciones
    de éstas con empresas extranjeras generaban el 50,7% del
    valor de éstas grandes empresas industriales, en 1997 ese
    porcentaje se había reducido al 31%, del cual solo un 20%
    corresponde a empresas de capital nacional. En alimentos, bebidas
    y tabaco las
    empresas extranjeras acrecientan su participación del
    55.3% al 65.8%; en combustibles, químicos y plásticos
    pasan del 54,4% al 85,1%; en maquinarias, equipos y
    vehículos pasa del 68,9% al 82,5%, y así sucede en
    la totalidad de las ramas fundamentales de la industria
    (39).

    Pero el avance del capital extranjero en la industria no
    es tan sólo cuantitativo. Por vía de las
    privatizaciones de empresas públicas han pasado a
    controlar ramas enteras de la industria, como Techint al adquirir
    la exSomisa. En la alimentación las
    empresas extranjeras, fundamentalmente Norteamericanas o
    Francesas, controlan todas las grandes empresas del rubro como
    Terrabusi, Bagley, Canale Tang, Milka, Toblerone; participan casi
    controlando La Serenísima, Oleaginosa Moreno, e incluso
    empresas de rubros menores como Havana, Fredo, etc.

    A su vez estos monopolios al controlar las grandes
    cadenas de comercialización (Carrefour, Wall Mart,
    Norte, Disco), y, en asociación con un reducido
    número de holdings como Pérez Companc o el grupo
    Roggio, controlan lo esencial de los servicios públicos
    privatizados, como las comunicaciones, el transporte, la
    generación y transporte de energía, los
    combustibles, los bancos y las
    finanzas,
    cierran un círculo de hierro sobre la industria y la
    producción nacional.

    La creciente extranjerización de la industria
    acentúa poderosamente la dependencia y la
    distorsión de la actividad industrial, genera inmensos
    vacíos en el "tejido" industrial que son cubiertos por
    productos importados, y ocasiona la ruina y desaparición
    de una parte muy importante de la industria nacional en este
    sector. Se reduce drásticamente la investigación y el desarrollo en favor de
    la importación de tecnologías traídas desde
    las casas matrices.
    Estas determinan, desde EE.UU o Europa, qué se debe
    producir y cómo, al margen de cual es el interés
    nacional sobre el particular.

    Así sucede en la industria automotriz, donde los
    monopolios deciden en sus países de origen, qué
    modelos
    producir en nuestro país y cuáles importar, en
    función de sus estrategias
    mundiales y regionales. En la industria petrolera, Repsol produce
    y exporta petróleo crudo y sin refinar, porque conviene a
    sus intereses. En la actividad minera, se desarrolla la
    extracción y se exporta mineral sin procesar porque
    conviene a los intereses de las empresas que explotan los
    yacimientos. Y lo mismo sucede en las distintas ramas de la
    industria.

    La integración de la cadena de
    producción fabril "para adelante" y "para atrás" no
    le interesa a estos monopolios, que se guían por sus
    intereses.

    En el área industrial, un caso notable es el de
    YPF-Repsol, que ha obtenido ganancias fabulosas con el aumento
    del precio del crudo, de las que en Argentina no quedó
    nada. "Así, mientras las tasas de utilidades sobre ventas
    de las 20 mayores petroleras en el mercado mundial
    fluctúan entre el 3,3% y el 6%, las de YPF lo hacen entre
    el 12,8% y el 17,9% "(40).

    El otro camino es la concentración de la
    producción en las grandes empresas, en todas las ramas. La
    reducción en el número de empresas afecta con mayor
    impacto a las pequeñas y medianas. En el conjunto de la
    economía crece el tamaño medio de los
    establecimientos, como consecuencia de la desaparición de
    miles de pequeñas y medianas empresas. La quiebra de
    éstas es otro factor que ayuda a la expulsión de
    trabajadores industriales. La participación de las grandes
    empresas en la industria manufacturera crece del 36% en 1993 al
    40% en 1997, y en la actualidad algunas estimaciones la colocan
    en aproximadamente el 50%. En el mismo periodo, su
    participación en la exportación pasa del 55% al
    65%.

    Incluso la versión oficial admite que" la
    concentración, la mayor presencia de las firmas
    extranjeras, plantean algunos interrogantes de cara al futuro en
    torno al tipo de
    transformaciones en la industria" (41).

    A su vez entre las grandes empresas industriales hay una
    tendencia a disminuir el tamaño medio de los
    establecimientos, como consecuencia del proceso de
    tercerización, de la mayor utilización de insumos
    intermedios importados y para disminuir el nivel de los
    conflictos laborales.

    En 1993 sobre 321 grandes empresas industriales, 85
    contaban con más de 900 trabajadores, 127 entre 400 y 900,
    y 109 tenían menos de 400 trabajadores. En 1997 las
    cantidades pasan a ser sobre un total de 322 empresas: 78 con
    más de 900, 130 entre 900 y 400, y 114 de menos de 400.
    Este fenómeno responde también al relativo
    desplazamiento de las industrias con mayor empleo de trabajadores
    por aquellas de menos ocupación y mayor empleo de capital
    fijo.

    La extranjerización, el peso inmenso de los
    monopolios y la correlativa concentración de la estructura
    industrial es el otro rasgo característico de los cambios
    operados en la última década.

    9.3. Reconfiguración de la estructura
    Industrial

    Los procesos antes apuntados han originado brutales
    cambios en el empleo industrial y en el parque industrial de
    distintas regiones. Para ello basta observar la masiva
    desaparición de industrias en el sur del Gran Buenos
    Aires, la aparición de "pueblos fantasma" como Cutral-Co o
    Tartagal, la desaparición de la industria
    metalúrgica de Rosario o de maquinaria agrícola en
    Santa Fe o la desoladora situación de San Nicolás
    (asiento de la exSomisa) en la provincia de Buenos
    Aires.

    Simultáneamente han surgido nuevas
    concentraciones industriales, principalmente vinculadas al
    procesamiento de recursos
    naturales, con elevados niveles tecnológicos en
    algunos casos, como el Polo Petroquímico de Bahía
    Blanca y el complejo oleaginoso en la Provincia de Santa Fe
    principalmente, que en 1998 participaba con un 21% del total de
    las exportaciones argentinas y que incrementó su
    producción en más de un 150% en la década, y
    ha generado a su alrededor a un número importante de
    industrias que lo abastecen de maquinarias y equipos, algunos de
    los cuales se exportan.

    Otros casos son por ejemplo, la industria lechera que ha
    tenido un crecimiento muy importante, o el sector limonero, cuya
    producción se concentra en un 80% en la Provincia de
    Tucumán. En la actualidad la Argentina es el primer
    exportador mundial de limón fresco (concentrando el 17, 9%
    de las exportaciones mundiales) y es a su vez el principal
    país industrializador del limón del mundo en
    términos relativos, contando con 16 plantas para ese fin,
    y más de 10 localizadas en la provincia de
    Tucumán.

    En estos casos, como ha sido característico en
    los últimos años, este crecimiento y estas
    "reconversiones" no han generado progreso y bienestar sino que se
    edificaron sobre la ruina de miles de productores, cañeros
    o tamberos para los casos que hemos mencionado.

    En el Gran Buenos Aires, creció la
    concentración industrial en la zona Norte, también
    afectada, como el resto del sector, por un proceso de
    expulsión de miles de trabajadores de las grandes plantas
    radicadas en la zona, como Ford, Volkswagen o Terrabusi. Se
    desarrolló el Parque Industrial de Pilar que ocupa a
    más de 3000 trabajadores.

    Conclusiones
    finales

    1) El signo principal de ésta década ha
    sido la desindustrialización. Según los datos
    disponibles, en la actualidad, la industria manufacturera se ha
    reducido al 16 % del PBI y los trabajadores industriales son
    alrededor del 18% del total de asalariados del país. A su
    vez la industria de la construcción representa
    aproximadamente el 5% del PBI y ocupa aproximadamente al 3% de
    los asalariados. La minería
    representa el 1.5% del PBI y ocupa al 0.2% de los asalariados. Es
    decir que estas actividades, actualmente, suman un cuarto del
    Producto Bruto o del total de trabajadores
    asalariados.

    2) El otro rasgo principal ha sido la
    concentración y extranjerización de la estructura
    industrial. Las industrias de capital nacional, participan con
    tan sólo el 20% del valor agregado bruto generado por las
    principales empresas, que en la actualidad concentran
    aproximadamente el 50% del valor generado por la industria. Las
    empresas de capital nacional que no forman parte de ese reducido
    círculo, pese a que son la mayoría y ocupan una
    porción muy importante de los trabajadores, han reducido
    notablemente su participación en las ventas, la
    producción y la generación de valor.

    3) La Argentina, desde el punto de vista industrial, no
    avanzó en la última década, sino que
    retrocedió enormemente. Pese a ello, sería
    erróneo considerar que retrocedió hasta volver a
    ser un país agrario como a principios de este siglo y
    hasta la década del 40, pero su perfil industrial ha sido
    gravemente desfigurado y deteriorado, y su futuro industrial
    está seriamente comprometido (42).

    4) Argentina es un país industrial, que ha venido
    adoptando un perfil esencialmente agroindustrial con un peso
    determinante en la explotación o transformación,
    con baja incorporación de valor, de recursos
    naturales, en alguna de sus formas, sea como elaboradores de
    productos del agro o proveedores de insumos para éste, en
    lo que se ha logrado un alto grado de especialización y
    modernización. Con un peso muy importante del sector de la
    energía, tanto en el
    petróleo, el gas, y la industria petroquímica.
    Existen a su vez conglomerados industriales muy gravitantes,
    fundamentalmente en la exportación, como la industria
    automotriz, la producción de caños de acero o la
    producción de aluminio. Subsiste, pero con un peso
    relativo atenuado, un importante sector de producción de
    bienes intermedios y bienes durables, de consumo y de
    producción, que aún constituyen una parte
    importante del aparato industrial y son el sector en donde
    existen en mayor medida las pequeñas y medianas empresas
    nacionales.

    Del total de las inversiones de los monopolios
    extranjeros en la industria, en la última década,
    el 70% se orientó a cinco ramas industriales: Material de
    Transporte (22.0%), Química y Petroquímica (17.1%),
    Alimentos (15.2%), Refinación de petróleo (13%) y
    Bebidas (12.8 %).

    Otro sector que creció en forma importante es la
    extracción de minerales, a
    través de yacimientos como Bajo de la Alumbrera (1997),
    Cerro Vanguardia
    (1998) y Salar del Hombre Muerto
    (1998). Es una de las pocas actividades industriales en
    crecimiento en la región del NOA, y en la que el 91% de la
    actividad está en manos extranjeras. No obstante, la
    política de estas empresas de reducirse a la
    exportación del mineral sin establecer una industria de
    transformación y la gran distancia de los yacimientos a
    los puertos de exportación va a significar un
    obstáculo importante para su crecimiento.

    5) En definitiva los sectores más favorecidos en
    estos últimos años son ramas altamente
    concentradas, de escasa generación de valor agregado y
    reducida utilización de mano de obra.

    NOTAS

    1. Dorfman (1940) y varias historias contadas en
      revistas de la UIA de la década del sesenta.
    2. Se presenta la situación general de la
      industria en el siglo pasado basados en las obras de Ferns
      (1960) y Dorfman (1940) y las demandas productivas (El
      saladero), un estudio de Montoya (1970-71).
    3. Citado por Ferns (1960), página
      79.
    4. Citado en Maludirie y Gazzano (1888).
    5. Citado por Dorfman (1970), páginas 298 –
      300.
    6. La producción de las usinas eléctricas
      se vende a las industrias que tienen motores que funcionan con
      esa energía, de modo que no es posible sumar la potencia
      instalada por unos con la consumida por los otros aunque ese
      error se repite en buena parte de la literatura
      disponible.
    7. El texto de
      este capitulo se inicia en base a las obras generales de
      historia y al trabajo de Scobie (1977) así como los
      textos de Schvarzer (1977 y 1993b).
    8. Un informe de Pablo Lavenir al Ministerio de Agricultura,
      escrito en 1901, adelantaba que no había progresos en el
      proceso fabril de los ingenios y que el "Peso del azúcar
      extraído por 100 de caña ha quedado igual (en
      décadas) si es que no ha bajado".
    9. La frase es un comentario de Rosenzvaig y Bonano
      (1993), página 68.
    10. "Clase empresaria de uniforme" es el nombre que se le
      ha dado en Schvarzer (1978-79) por su rol como empresarios
      fabriles.
    11. Citado por Wright (1981), página 160; Drosdof
      (1972), páginas 20 y 41.
    12. Las perspectivas de la posguerra se basan en los
      textos del Consejo Nacional de Posguerra (1945), la Memoria
      de 1944 del Banco Central, el trabajo de Llach (1984) y los
      análisis de Dorfman (1944) sobre las exportaciones
      industriales.
    13. El enfrentamiento con los EE.UU utiliza los trabajos
      de Escudé (1983) y Rapoport (1980).
    14. La apuesta a gran Bretaña considera en
      especial las menciones sobre las relaciones entre la Argentina
      y Gran Bretaña que surgen de los estudios de Drosdoff
      (1972) y Wright (1981) aparte de los referidos a las relaciones
      internacionales del país.
    15. Las instituciones de la posguerra se basa en el
      estudio de Schvarzer (1981a) sobre el Banco Nacional de
      Desarrollo y el trabajo de Novick (1986) sobre el
      IAPI.
    16. Citado en los informes de
      las Comisiones Investigadoras sobre los casos CADE, Italo y
      Ansec.
    17. El texto de
      este capitulo parte de tres trabajos de Schvarzer (1980a, 1987a
      y 1993b) y datos censales de 1954, 1964 y 1974.
    18. Se trata de Feueilin y Hannan (1941).
    19. Citado en Mallon y Sourrouille (1973), página
      120.
    20. La frase esta en la página 137 del segundo
      informe, tomo III, perteneciente a la CGE y el CFI
      (1963).
    21. Este proceso se trata en Mallon y Sourrouille (1973),
      páginas 130 a 137, así como en Katz (1977), que
      presentan lo esencial de lo mencionado en el texto.
    22. El texto de este capitulo incluye menciones al
      libro de
      Servan Schreiber (1968); en Katz (1974, 1976 y 1985); INTI
      (1974); FIEL (1972); Sercovich (1974-75) y Sourrouille
      (1976).
    23. Uno de los primeros que marcó con fuerza esta
      idea fue Diamand (1969).
    24. La estimación es de Sourrouille
      (1976).
    25. M. Grondona en Visión
      (27/02/1970).
    26. El texto de este capitulo sigue varias obras de
      Schvarzer sobre la política económica en el
      periodo de Martínez de Hoz, recopiladas en Schvarzer
      (1986); en análisis de la producción fabril en
      Schvarzer (1987); resultados de los censos económicos
      (1974 y 1985) y Memorias de
      SIAM presentadas en la bolsa.
    27. La frese de Di Tela está tomada de
      declaraciones a la revista
      Competencia, N° 8, Buenos Aires, Julio de 1967.
    28. Un estudio de FIDE (1988) estima que la
      inversión en equipos durables de producción ( que
      no son solo fabriles) se redujo a un mínimo en 1979-80 y
      se hizo negativa a partir de entonces; de allí que el
      stock de capital correspondiente alcanzara un máximo en
      1980 y cayera luego de modo continuo.
    29. La tabla que resume esa información sobre
      ramas y grupos esta en Schvarzer (1986), página
      446.
    30. Este capitulo resume diversos trabajos de Schvarzer
      (1990b; 1993a, b y c; 1994; 1995a, c).
    31. El cálculo
      de los precios unitarios de las exportaciones fabriles
      está en Kosacoff (1994), páginas 124-139,
      mientras que el análisis de la posible oferta de esas
      plantas se trata en Schvarzer (1993).
    32. Véase el " Informe de Política
      Industrial (1976-81)" publicado en el Boletín Semanal
      del Ministerio de Economía, de fecha
      09/02/1981,
    33. Ingeniero Adolfo Dorfman. Caracterización del
      estado actual de la industria argentina. Argentina hoy, crisis
      del modelo 1995, Ediciones Letra Buena, Página
      110.
    34. Ingeniero Adolfo Dorfman. Caracterización del
      estado actual de la industria argentina. Argentina hoy, crisis
      del modelo 1995, Ediciones Letra Buena, Página
      111.
    35. Reporte Industrial 1999- Centro de Estudios para la
      Producción- Secretaría de Industria y
      Minería- editado bajo el actual gobierno.
    36. La exportación de manufacturas, tanto de
      origen Industrial como de origen Agropecuario, crecieron de
      forma importante en todo el período 1990/1998,
      aún durante el efecto "tequila", y en el caso del
      automotor creció en un 350 %. Por el efecto "automotores
      a Brasil" las de origen industrial crecieron más que las
      de origen agropecuario.
    37. Ver Ámbito Financiero 26/01/01 "Definitivo, no
      subió producción en el 2000".
    38. Reporte Industrial 1999- Centro de Estudios para la
      Producción- Secretaría de Industria y
      Minería- editado bajo el actual gobierno. Página
      150.
    39. Reporte Industrial 1999- Centro de Estudios para la
      Producción- Secretaría de Industria y
      Minería- editado bajo el actual gobierno. Página
      150.
    40. Página 12. 12/01/01 Suplemento Cash. Mariano
      Montenegro sobre la base de datos
      de la Dirección de Cuentas
      Internacionales del Ministerio de Economía.
    41. Reporte Industrial 1999- Centro de Estudios para la
      Producción- Secretaría de Industria y
      Minería- editado bajo el actual gobierno. Página
      16.
    42. El 65 % de las exportaciones argentinas, aunque
      muchas de ellas contengan un valor agregado muy bajo, proceden
      de algún proceso manufacturero. Pese al incremento de la
      participación de la importación, la mayor parte
      de los bienes intermedios de uso industrial y de los bienes de
      consumo, aún se fabrican en nuestro país.
      Además la Argentina tiene una larga e importante
      historia industrial, que a pesar del proceso de
      desindustrialización se conserva como una fuerza
      latente, en millares de empresas y de trabajadores.
      Sería un gravísimo error entender a nuestro
      país como otros del continente de estructura
      esencialmente agraria, sobre todo a la hora de pensar en como
      romper el actual cepo estructural y encarar un camino de
      desarrollo autónomo y autosostenido.

    BIBLIOGRAFIA

    • Kosacoff. La Industria Argentina "Proceso de
      Reestructuración Desarticulada". CEPAL/Alianza Bs. As.
      1993.
    • Ferrer, Aldo. La Industria Argentina, "El Devenir de
      una Ilusión, desde 1930 hasta nuestros días".
      Ides Bs. As. 1989.
    • Kasacoff. Industria Argentina, "Desarrollo y Cambios
      Estructurales". CEPAL/Alianza Bs. As. 1989.
    • Dorfman. Historia de la Industria Argentina.
      Solar-Hachette 1970.
    • Kasacoff. La Industria Argentina en
      Transformación. CEPAL/Alianza Bs. As.1994.
    • Schvarzer, Jorge. La Industria que Supimos Conseguir.
      Planeta 1996.
    • Revista Informe Industrial. Septiembre
      1990.
    • Testa, V. La Evolución de la Industria
      Argentina. Peña 1986.
    • Censos Nacionales Industriales. 1914, 1935, 1954,
      1964, 1974. INDEC.
    • Boletines Industriales "INDEC Informa". 1990 a
      2001.
    • Boletines Estadísticos FIDE. "Coyuntura y
      Desarrollo" 1980 a 2002.
    • FIDE. Anuarios Estadísticos. 1989 a
      2001.
    • INDEC. Estadísticas de Productos Industriales.
      1990 a 2001.
    • CEPAL. Las Inversiones en la Industria Argentina en
      la Década del Noventa. 1998.

      

    Lic. Peyrú Pablo

    Lic. Verna Etcheber Roberto

    Bahía Blanca

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