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Los jóvenes y la formación de una nueva cultura humana




Enviado por Emilio Velazco Gamboa



    1. Continúa la
      búsqueda
    2. El decálogo de la
      juventud

    Si algo caracteriza al espíritu
    juvenil

    es la actitud de
    pedir razones.

    Por ello, quien desarrolla un
    espíritu juvenil,

    sin importar específicamente la
    edad,

    busca en su actividad cotidiana
    y,

    al mismo tiempo a lo largo
    de su vida,

    motivos para vivir,

    razones para entregar la
    existencia.

    FIDENCIO AGUILAR
    VÍQUEZ

    1.
    Introducción

    El presente análisis tiene como antecedente un
    decálogo que elaboré a partir de una serie de
    cursos y
    conferencias que tuve oportunidad de dictar ante varias instituciones
    en el año 1998, cuando iniciaba mis estudios en Ciencias
    Políticas y avanzaba en los de
    Lingüística y Literatura
    Hispánicas.

    El decálogo en cuestión surgió tras
    observar a universitarios y activistas de diferentes partidos y
    organizaciones
    juveniles, logrando clasificarse con ello sus actitudes y
    pensamientos tanto positivos como negativos, completándose
    el proceso de
    observación y estudio en la cotidiana
    convivencia no sólo con mis discípulos y
    condiscípulos, sino con jóvenes de todas las
    edades, círculos y niveles económicos, sociales,
    académicos e incluso laborales.

    De sus actitudes
    negativas se hablará más adelante, pero puede
    afirmarse desde ahora que, por desgracia, son las mismas que se
    han venido arrastrando desde hace varias generaciones
    –indiferencia, irresponsabilidad, sumisión al
    paternalismo, escape por puertas falsas y rutas aparentemente
    fáciles, etc.– y que en la actualidad se han
    acumulado hasta derivar en dos grandes vicios: la apatía y
    la corrupción.

    Sus justificaciones son iguales a las de sus
    predecesores: la culpa es del gobierno, de los
    yanquis, del TLC, de los
    políticos, de los tecnócratas, de la falta de
    oportunidades, del dólar, de la crisis
    Después, cuando de tanto repetir estos pretextos terminan
    creyéndolos, sus talentos se pierden.

    Sin embargo, ya es significativa la cantidad de
    jóvenes –bien sea que estudien, trabajen o ambas-
    que han dejado a un lado las justificaciones y pretextos para
    sacar a relucir la casta y las agallas para enfrentarse con
    dignidad a sus problemas
    particulares y a los grandes problemas
    nacionales.

    Claro, por desgracia son muy pocos como para producir el
    cambio de
    actitud del
    pueblo mexicano en su vasta totalidad, pero así como "un
    loco hace cien", esperamos que un joven ávido de
    superación haga diez, y esos diez hagan cien, y
    así, hasta el infinito…

    Por otra parte, este trabajo es motivado por el
    interesante análisis que hizo el Maestro Fidencio
    Aguilar Víquez en la segunda edición del
    Boletín Informativo de la Comisión Especial de
    Asuntos de la Juventud de la
    LVII Legislatura de la H. Cámara de Diputados, y cuyo
    título era "Los jóvenes y la cultura
    política".
    Con esto no se intenta dar una respuesta a tan brillante exposición, sino más bien
    continuidad y complemento.

    2.
    Continúa la búsqueda

    El Maestro Aguilar, en el citado artículo, dice
    que los jóvenes se preguntan el por qué de los
    fenómenos, específicamente los de índole
    política,
    encontrando la respuesta en la observación y el estudio de éstos.
    Después, explica cómo el ser humano alcanza el
    poder y
    cómo lo maneja bien o mal, y cómo la conciencia y
    sensibilidad que el joven tiene ante esta situación se
    convierte en un ideal de remediarla.

    El especialista tiene razón en lo que dice: los
    jóvenes buscaron las causas, las conocieron y pudieron
    definirlas y explicarlas. Gracias a ello, los jóvenes
    mexicanos ya saben lo que camina bien y lo que camina mal en este
    país; ya conocen las causas de esto, ya saben
    cuáles son las piezas que deben enderezarse para que esta
    gran nave que es México
    recupere norte y vuelva a operar adecuadamente, con apego al
    derecho, con transparencia, con respeto a
    los valores
    democráticos y al principio constitucional de la soberanía popular, con verdadera eficiencia,
    eficacia y
    efectividad.

    Lo que nuestros jóvenes aún no han podido
    definir es la estrategia a
    seguir–me incluyo, pues es una labor difícil–,
    ni tampoco cuáles son los espacios que deben ocupar para
    enderezar esas piezas, pues por una parte –y en este caso
    no es pretexto– se enfrentan al difícil acceso a las
    élites que detentan el poder en
    México y,
    por otra, a la necesidad de ingresar en ellas para cumplir su
    delicada misión. No
    obstante, en el sector privado sí se ha valorado su
    talento y capacidad, con lo que, desde este reducto, pretenden
    mejorar la infraestructura industrial y comercial
    existente.

    Asimismo, se están aprovechando las cualidades
    del joven en el sector académico, enfocándose esto
    a la docencia y, con especial énfasis, a la investigación. Tal vez en un futuro no
    lejano, desde estos espacios, nuestros jóvenes logren su
    objetivo de
    acceder al poder político para solucionar los problemas
    existentes y mantener o mejorar los esquemas y estrategias que
    funcionan bien.

    Por eso, es digno de reconocimiento el hecho de que los
    jóvenes no están esperando detentar el poder para
    cambiar desde su interior hacia el mundo que los rodea; por el
    contrario, ya saben cuáles son las actitudes y cualidades
    que deben implantar, fomentar, pulir y transmitir en sí
    mismos y en sus semejantes, para que llegando a la cumbre,
    completen su labor.

    Y esos valores a los
    que se hace referencia son la base de la nueva cultura de los
    jóvenes, misma que repercute positivamente en sus
    relaciones familiares, académicas, laborales y sociales en
    general.

    3. El
    decálogo de la juventud

    1. Si se llega a tiempo, se
      trabaja –o estudia– con orden, limpieza y
      rapidez, con alegría, con respeto a los jefes,
      compañeros y subordinados, sin perder el tiempo ni
      hacer perder el tiempo y recursos a
      los demás, se producen buenas ganancias. Y entre
      más hagamos ganar a nuestros superiores, más
      nos llevamos nosotros como recompensa.

      Si por el contrario, unos hacen como que trabajan y
      los otros como que les pagan, ¿los primeros
      tendrán cara para exigir una mejoría? El
      respeto, el afecto y la confianza se ganan. En un trabajo, la
      remuneración, los reconocimientos y los
      estímulos, también.

      Alguna vez alguien dijo "unos hacen como que
      trabajan y los otros hacen como que les pagan". Hay que
      romper ya con ese círculo vicioso y
      absurdo.

    2. El sentido de la responsabilidad. Esto es lo primero que
      concientizan los jóvenes y adolescentes que trabajan y/o estudian con el
      firme propósito de superarse –repito, me
      incluyo– : ¿Cómo van a hacer que el
      sistema en
      que se desenvuelven funcione bien y dé los resultados
      óptimos deseados si nadie se aplica para lograrlo? La
      puntualidad, que por cierto al mexicano le falla mucho, el
      cumplimiento de las obligaciones con gusto y buena
      disposición, el respeto,
      la atención, la consideración, la
      eficiencia,
      la eficacia y la
      efectividad son factores que hacen del trabajo o el estudio,
      verdaderos sectores productivos.

      Quizá el más grande y difundido vicio
      nacional, la corrupción es, a la vez, nuestra
      más grande vergüenza. Los jóvenes lo
      saben, por eso ya no practican el "chayotazo", la "mordida",
      la "simulación", la "transa", según
      sea su profesión u oficio… Les da pena hacerlo. Por
      el contrario, evitan caer en estas grandes
      tentaciones.

      Asimismo, evitan la inmoralidad personal
      –la poligamia, el adulterio, la paternidad
      irresponsable– y la inmoralidad pública
      –el derroche, la fanfarronería, la
      prepotencia– y son, en cambio,
      honrados y transparentes.

      ¿Cuál es la mejor forma de honrar al
      padre y a la madre –independientemente de que se sea
      cristiano o católico, o no–, a los hermanos, a
      los amigos y a la patria? ¡Pues siendo
      honrado!

    3. El sentido de la verticalidad. Alguien me dijo alguna
      vez que en este mundo no importa si se es bueno o malo, sino
      que lo importante era parecer bueno. Grave error de la
      humanidad. Por el contrario, no sólo importa aparentar
      que se es bueno, sino ante todo, serlo. De nada sirve
      trabajar con responsabilidad si al final se es deshonesto.
      Y ello se extiende a las demás áreas de la vida
      humana.

      Los jóvenes de estos tiempos saben que tienen
      capacidad creativa para iniciar proyectos; lo
      que además están haciendo ahora es estudiar,
      investigar y desarrollar técnicas para ponerlos en
      práctica y ejecutarlos. Un claro ejemplo es esta
      Universidad y esta revista:
      este esfuerzo académico y editorial inició con
      panfletos y folletos, si no es que hasta con
      trípticos.

      Sin embargo, hoy las Universidades son
      sólidos bastiones que alcanzan lugares importantes
      dentro de la sociedad a
      través de sus egresados, pues, éstos ya ocupan
      hoy puestos clave en los poderes públicos, la
      iniciativa privada y la sociedad
      civil organizada ¿Y el esfuerzo editorial? Digno
      de imitar y de participar en él.

    4. El sentido del dinamismo y la iniciativa. Todo joven,
      por el mero hecho de serlo, tiene ilusiones, proyectos,
      sueños y fantasías: quiere crear, inventar,
      producir, conquistar… Pero ¿cómo va a
      lograrlo si sólo planea y nunca aterriza, nunca
      concreta?

      En esta carrera por ser el primero hay orden y
      respeto, y se debe implantar en todos los sectores
      productivos. En ella no hay perdedores, porque incluso
      quienes no logren un ascenso, siempre tendrán
      estímulos y recompensas por dicho esfuerzo.

      Y si hay alguien que no lo crea, pregúntele a
      un buen obrero cuánto le pagan por concepto de
      horas extras y por bonos de
      puntualidad y eficiencia, aún cuando se trate de un
      obrero general.

      Y si no existen esos estímulos, hay que
      implementarlos. Nos corresponde como jóvenes movilizar
      este logro, pero hay que hacer que reaccionen aquellos que no
      quieren proporcionarlos: los más viejos, los
      anquilosados, hay que inyectarles ese espíritu. De lo
      contrario, continúa el círculo
      vicioso.

    5. El sentido de la competitividad. Ya somos responsables,
      verticales, creativos y dinámicos, pero ¿para
      qué? Pues para ser los mejores, y en este sentido no
      se termina nunca: se estudia en colegios técnicos y
      medios, en
      instituciones superiores, por correspondencia,
      por Internet, se
      leen libros y
      revistas, se toman cursos,
      diplomados y seminarios, se analizan fallas y aciertos, se
      intenta erradicar a unos y aprovechar a otros…en
      fin.

      Además, si es libre de elegir sus gustos
      musicales, literarios, de esparcimiento, de credo, de
      realización personal,
      deportiva y ejecutiva, si es capaz de sacarse adelante a
      sí mismo, por supuesto que dejará que los suyos
      –y todos los demás– sean libres, y
      será capaz de sacarlos adelante y enseñarles a
      ser independientes.

      No obstante, se cuidan de caer en el exceso de
      libertad,
      o sea en el libertinaje. Para lograrlo, basta con no dejar de
      ser responsables, verticales, creativos y
      dinámicos.

    6. El sentido de independencia. Aquí se habla de
      independencia en toda la extensión de
      la palabra: en lo ideológico, lo moral, lo
      económico, lo cultural… Ello no implica falta de
      convicciones, sino por el contrario: si un joven no tiene
      dogmas, tampoco tiene temores ni prejuicios, pero si, en
      cambio, tiene un pensamiento libre y objetivo,
      tiene convicciones firmes y sanas. Esto no relaja su moral,
      sino que la fortalece, pues no será fiel a su pareja,
      dedicado a su trabajo, atento con sus padres o respetuoso a
      sus valores,
      por obligación o por miedo, sino por
      vocación.

      Vaya, el feminismo
      no es lo mismo que la conciencia de género
      con todo lo que engloba: equidad, sino un equivalente del
      machismo con todos sus vicios, y eso implica igualdad.
      No, la palabra es equidad, o sea, equilibrio.

      Con el machismo, la consecuencia ha sido la crisis de
      la imagen
      paterna –y de ello quiero hacer después otro
      artículo–, desintegración familiar,
      conflictos
      sociales, falta de cohesión y unidad nacional,
      explosión demográfica alarmante, apatía,
      corrupción, etc.

      Pero afortunadamente, las tres generaciones que
      aludí al principio de este apartado, se preocuparon
      por difundir entre sus sucesores el respeto a la pareja
      –y por consiguiente, a la familia
      y a la patria–, el respeto a la mujer
      en general y a sí mismos como hombres, la educación sexual y el control de
      la natalidad.

      "Entre menos burros, más olotes" dice el
      refrán, pero también más orden,
      más respeto, más equidad, más
      conciencia.

    7. La conciencia
      de género. A diferencia de las
      generaciones anteriores, las nuestras (60, 70 y 80’s)
      sí tomaron conciencia del grave daño que
      dejaron en nuestros sentimientos, ideología y economía los machismos y feminismos,
      pues tan malo es el hombre
      que tiene muchas mujeres, hijos regados y
      desobligación –válgame el
      término–, como las mujeres que tienen parejas
      ocasionales o varias parejas y que no cuidan su salud y su imagen.

      Con ello se acabarán la violencia,
      el crimen y el robo, con lo que tendrán que acabar los
      castigos, las multas, los malos tratos y la vergüenza…
      Con ello, entonces, la justicia
      jurídica y social sí podrán ser una
      realidad, dándole a cada quién lo que en verdad
      merece.

    8. El sentido de la justicia.
      Y aquí no vamos a profundizar más: el joven es
      responsable, vertical, creativo, competitivo, independiente y
      consciente para ayudar a los demás a serlo y a ser
      tolerantes, pacientes y ecuánimes.

      No es una seguridad
      absoluta que nuestros sucesores aprendan de la experiencia de
      los hombres y mujeres de hoy, pero no será por falta
      de disposición por parte nuestra: el objetivo es
      fomentar, desarrollar y perfeccionar las capacidades humanas.
      Dice un refrán que nadie escarmienta en cabeza ajena,
      y es cierto. Pero ojalá y ellos caigan en blandito o,
      cuando menos, cuando caigan lleven el casco puesto y se
      dañen menos. Ese casco, esa blandura, es la
      conciencia.

    9. El sentido de la evolución. El joven sabe que poniendo
      en práctica los
      valores citados -dicho en términos
      coloquiales–, .tiene que mejorar la especie. Por eso el
      joven se preocupa por superarse y hacer que los suyos se
      superen y así sucesivamente, de generación en
      generación hacia el futuro, con el propósito de
      que los que vengan en el futuro no padezcan los problemas que
      a ellos les tocó padecer.

      Esto no tiene nada que ver con ideologías,
      dogmas ni prejuicios de ningún tipo. Por ello el joven
      intenta conservarse como un ser responsable, vertical,
      consciente, dinámico, justo e
      independiente.

      Así, un joven con buenos valores y una
      adecuada preparación puede convertir un pequeño
      changarro en una próspera empresa, y el
      más insignificante proyecto, en
      todo un esquema o modelo de
      desarrollo. El secreto es el espíritu
      conjugado con buenas ideas.

    10. El espíritu revolucionario y transformador. Al
      estimular este espíritu, el joven, que por naturaleza es
      rebelde, dinámico y creativo, aprovecha sus buenos
      sentimientos y capacidades para buscar los procesos que
      lo conduzcan a él y a su patria hacia el desarrollo
      político y económico y, por ende, al auge y al
      progreso.
    11. El sentido y el espíritu de ser joven. Y
      hablamos de ser joven no sólo porque sí, sino
      porque el joven es combativo, audaz, dinámico, tenaz,
      entusiasta, creativo, valeroso, etc.

    Así, apelando a sus mejores valores y
    cualidades pero intentando ser responsables, conscientes y
    cautos, nuestras jóvenes generaciones –y por
    supuesto las que vienen- saben –y tendrán que
    saber– que en este espíritu radica la esencia de
    su naturaleza.

    Porque el día que se anquilose la audacia y se
    pierdan la combatividad, la tenacidad y el entusiasmo, se
    envejecerá el espíritu y a ese joven de 15, 25 o
    35 años no le quedarán más caminos que el
    rastro o el asilo. En cambio, quien conserve ese
    espíritu, aún a los 80 o 90 años
    seguirá siendo promotor de la cultura política
    del cambio y la evolución.

    * * *

    Ojalá y los pocos jóvenes conscientes que
    aún somos, podamos hacer millones de personas iguales.
    Recuerdo –fuera de toda alusión política- una
    frase del ilustre Carlos Alberto Madrazo, quien nunca dejó
    de ser joven: La vida es acción; quien no actúa es
    como si hubiera nacido muerto…

    No nos deseemos la muerte:
    mejor vivamos y actuemos, hay que sentirnos orgullosos de estar
    vivos y de dejar huella por este mundo. Hay que sentirnos
    orgullosos de dejar un testimonio de cambio y superación
    en beneficio propio y, sobre todo, de nuestros
    sucesores.

    Un refrán dice que un loco puede hacer mil. Me
    sentiré cumplidor de mi propio decálogo si
    logró hacer dos personas conscientes y, cada uno de ellos,
    dos más.

    A mis hermanos Francisco,

    Tere Inés y Víctor
    Hugo.

    EMILIO VELAZCO GAMBOA

    Mexicano, Licenciado en Ciencias
    Políticas por la Universidad del
    Desarrollo del Estado de
    Puebla (UNIDES). Tiene los Diplomados en Derecho Electoral y en
    Derecho
    Constitucional, por la Universidad Cuauhtémoc.
    Actualmente es consultor académico e investigador
    independiente.


    http://www.gratisweb.com/emilio_velazco/Investigador-Escritor

    http://www.galeon.com/emilio-velazco/

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