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La libertad




Enviado por paulgilbert79



    Índice
    1.
    Introducción

    2. La libertad: ¿qué
    es?

    3. La libertad y la
    ética

    4. La libertad y
    persona

    5. La libertad y
    educación

    6. La libertad y ley
    7. Libertad positiva y
    negativa

    8. Conclusiones

    9.
    Bibliografía

    1. Introducción

    ¿Realmente existe la libertad? Sin duda, el
    desentrañamiento de este tema ha sido motivo de
    discusión entre filósofos de todos los tiempos, motivo por
    el cual –aún no sabemos si libremente- decidimos
    plasmar en estas líneas nuestro respectivo análisis, el cual, reconocemos, es
    demasiado endeble comparándolo con los profundos estudios
    de Sartre, de
    Hegel, de
    Kant, de Leibniz,
    del Barón d’Holbach o de Hartmann, por mencionar
    algunos.

    No obstante ello, la complejidad de abordar este tema no
    debe ser motivo de susto o declinación para quien desee
    hacerlo, pues para cualquiera que lo intente resultará
    provechoso tratar de sumergirse, aunque sea superficialmente, en
    las profundidades del mismo. Seguros estamos
    que al terminar de leer este trabajo se tendrá la
    suficiente información como para poder formarse
    una opinión propia al respecto, por lo menos.

    Así, conocer si somos libres o no, o mejor dicho,
    conocer si podemos ser libres o no, creo que es lo menos que como
    individuos pensantes podemos hacer. Saber si lo que hemos
    realizado desde que usamos la razón o lo que tenemos
    planeado realizar como proyecto de vida,
    fue o será producto del
    ejercicio de nuestra libertad o tristemente resultado del
    movimiento de
    los hilos que Dios, el destino, la naturaleza o como
    suela llamársele haga de nuestra vida marioneta. He
    aquí la importancia de saber si existe la
    libertad.

    Para estudiar la libertad creímos necesario
    establecer o delimitar los puntos sobre los que nos vamos a
    enfocar. Es decir, en vista de las muchas concepciones,
    enfocaremos nuestro estudio en los puntos más importantes
    y resaltantes, no sin antes establecer una pequeña, pero
    fructuosa comparación de ideas a modo de marco conceptual
    para facilitar la comprensión del lector y nuestro
    desarrollo del
    tema. En este sentido, este trabajo monográfico,
    estará segmentado en tres capítulos: en el primero
    nos avocaremos a los conceptos tocando temas históricos y
    religiosos; el segundo decidimos por unanimidad
    concedérselo al campo de la ética y la
    filosofía debido a la relevancia que estos conocimientos
    aportan a su estudio y que nos servirá de guía para
    la posterior racionalización de nuestras ideas a cerca de
    lo que para nosotros representa el término libertad en su
    sentido más amplio, y que estarán plasmados en el
    tercer y último capítulo.
    Lo invitamos a un paseo por el mundo de las ideas, el que
    esperamos sea de su completo agrado.
    Los autores.

    2. La libertad:
    ¿qué es?

    1. Sobre la libertad se ha dicho y se seguirá
      diciendo mucho. Se argumenta, por ejemplo, en algunas
      concepciones, que siendo el hombre
      libre no lo es del todo pues tiene toda actividad regulada
      por pautas de conducta
      que le dicen lo que debe y lo que no debe hacer. A estas se
      suma la contradicción que sostiene que aún
      teniendo la conducta regulada por normas existe
      la disyuntiva de lo que el individuo decide o no decide
      hacer, otorgándole otra acepción a la palabra
      libertad, libre albedrío.

      Guillermo Cabanellas al respecto nos dice: se trata
      de la "facultad humana de dirigir el pensamiento o la conducta según los
      dictados de la propia razón y de la voluntad del
      individuo, sin determinismo superior ni sujeción a
      influencia del prójimo o del mundo exterior", a lo que
      podemos agregar que, siendo así, el ser humano es
      libre independientemente de la existencia de las normas que
      rigen su conducta y de las sanciones que, como resultado de
      la priorización optada, se deriven.

      Pero este hecho tiene un antecedente nacido de una
      relación de dependencia, si nos remontamos a los
      tiempos primeros de la existencia del hombre,
      como nos dice Juan Monroy: –la única posibilidad
      que tuvo el animal humano para subsistir dependió de
      la formación de grupos
      (clanes, tribus, gangs). Lo que explica un rasgo del hombre
      tan antiguo como su existencia: su sociabilidad"–. Si a
      esto le sumamos lo venido después, desde las viejas
      Concepciones Estatales, Platónicas como
      Aristotélicas, Rousseau y
      su Social Contract, el nacimiento del Constitucionalismo,
      Montesquieu y la Teoría de la Separación de
      Poderes y el reconocimiento de los Derecho Fundamentales de
      las Personas, concluiremos –inobjetablemente– que
      la libertad forma parte de la evolución del hombre y que ha sido tema
      de discusión y polémica durante toda nuestra
      existencia y que además se denota una gran
      dependencia, o necesidad, del hombre a vivir con otros en
      sociedad para
      facilitar la respuesta a sus necesidades. Siendo así y
      dando cuenta que al fin el hombre es libre y que en medio de
      tanta libertad depende de otros para poder aplacar su
      necesidad de bienes que
      le aseguren la subsistencia; la misma relación de
      dependencia, ¿no constriñe la
      libertad?

      A continuación enfocaremos el tema
      según algunos autores.

      Volviendo a Guillermo Cabanellas define a la
      libertad en una forma genérica como: "Facultad natural
      que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no
      obrar, por lo cual es responsable de sus actos", sin embargo
      este mismo autor asigna, en el campo jurídico, la
      siguiente sentencia: "Entendida la libertad como
      autonomía individual, absoluta en el pensamiento, y
      mayor o menor según las relaciones surgidas de la
      convivencia social, ha movido a definiciones de juristas y
      legisladores. Envuelta en la anonimia, pero aureolada por
      notable perspicacia jurídica, los romanos
      decían: "Libertas est potestas faciendi id quod Jure
      licet" (La libertad es la facultad de hacer lo que el derecho
      permite)".

      Justiniano transcribió en el Digesto el
      concepto y
      las palabras similares de Florentino: la libertad es la
      facultad de hacer cada uno lo que le plazca, salvo
      impedírselo la fuerza o
      el derecho.

      Aún encadenada así en algo la
      libertad, su valor es
      tan grande que Gayo la consideraba como el mayor de los
      bienes: "Libertas omnibus rebus favorabilior est" (La
      libertad es la más preciada de las cosas). Y tan
      elevado es su precio
      que, ratificando a su colega Ulpiano, exclamaba: "Libertas
      pecunia lui non potest" (la libertad no se puede pagar con
      dinero).
      Los piratas sarracenos, con los cristianos medioevales y los
      guerrilleros morunos con los prisioneros de guerra del
      siglo XX, demostrarían que aquel insigne jurista no
      siempre estaba en lo cierto.

      Paulo, a su vez, expresaba: "Libertas ad tempus dari
      non potest" (La libertad no se puede conceder temporalmente).
      Por que esa amenaza de retornar a la esclavitud
      amarga, como simple condena a la libertad, la transitoria
      liberación. No obstante, en la realidad procesal y
      como atenuación penitenciaria, se conoce esa libertad
      revocable o en cuotas que representan instituciones como la libertad provisional de
      los procesados y la libertad condicional de los condenados de
      ejemplar comportamiento ulterior.

      Las Partidas, inspiradas en el Digesto,
      caracterizaban la libertad cual "poderío que ha todo
      hombre naturalmente de hacer lo que quisiese, sólo que
      fuerza o derecho de ley o de
      fuero se lo embargue".

      En Francia,
      en la Declaración de los Derechos del
      Hombre y del Ciudadano, la libertad se consagra como Derecho
      Fundamental en el artículo 2° y se define en el
      4° en estos términos: "La facultad de hacer todo
      aquello que no perjudique a otro".

      Como conducta personal, la
      libertad se entiende en el sentido más amplio y a la
      vez ingenuo. En el Anarquismo Puro, como aquella potestad de
      hacer lo que se quiere, imposible por carecer de omnipotencia
      y por el respeto
      que infunden los demás en su individualidad y en su
      conjunto. Con sentido más moral, la
      libertad se circunscribe a hacer cuanto no daña a
      otro, con la imprecisión consiguiente al daño y
      a la autoridad
      para apreciarlo. En aspecto más jurídico, la
      libertad consiste en el derecho de hacer cuanto las leyes
      permiten y todo lo que no prohíben.

      Desaparecida la esclavitud, al menos en sus formas
      más groseras, la libertad personal está
      garantizada en el orden civil, y es irrenunciable e
      inalienable. No sucedía así en el Derecho
      Romano, donde dada la extensión de las facultades
      individuales, el mayor de 20 años podía vender
      su propia libertad y transformarse en esclavo,
      condición digna del capaz de tal suicido
      moral.

      El propio Escriche, partícipe del entusiasmo
      que la libertad suscitaba en todos sus aspectos y más
      en la España
      del siglo XIX, luego de su calvario constitucional y de la
      primera de las guerras
      civiles ganada bajo su signo, declara que la libertad
      –en su sentido natural y verdadero– es la
      facultad que tiene el hombre de obrar o de no obrar en todo,
      como crea convenirle. Por eso toda la ley le es contraria,
      por que toda la ley le ataca y disminuye. Pero no llega a una
      conclusión anarquista, como buen jurista.

      Por eso agrega que la ley que nos quita una parte de
      nuestra libertad nos asegura la porción que nos queda,
      confiriéndonos los derechos de seguridad
      personal, de protección para el honor y de
      prosperidad; de modo que el sacrificio que hacemos para
      adquirir tan preciosos bienes es mucho más
      pequeño que la adquisición. La libertad, pues,
      de los ciudadanos, será mayor o menor según la
      mayor o menor gravedad de los obstáculos que la ley
      oponga a sus acciones o
      actos; y tales pueden ser las leyes de un estado que
      absorban casi enteramente la libertad de los individuos que
      lo componen.

      La libertad, por la que se luchaba
      empeñosamente en Europa en
      el curso del siglo XIX, se ha convertido en el siglo XX en
      divisa de carácter internacional. Con el lema de
      la "Libertad de los Pueblos" hicieron los luego vencedores de
      la Primera Guerra
      Mundial; pero a ello siguió una ola de dictaduras
      en Europa, como nunca se había conocido desde el
      destruido Absolutismo Real. Por la aspiración de
      la "Libertad del Iindividuo", oprimido en los sistemas
      totalitarios, se anunció que se batallaría en
      la Segunda contienda universal; y también los
      triunfadores –a tanta distancia ya de su
      victoria– tienen mucho que cumplir.

      El ansia de libertad, inextinguible en los
      individuos y en los pueblos por larga que la opresión
      se muestre e insaciable por mayor tolerancia
      que se logre o consienta, se manifiesta en la vida de los
      países coloniales como sentimiento de
      emancipación e independencia.

    2. Generalidades

      Hay tantas respuestas de libertad como hombres en el
      mundo. Para unos libertad significa la ausencia de ataduras
      humanas; otros encuentran la libertad en la democracia; para muchos, la libertad es poder
      decir y hacer lo que mejor les parece; para otros es no estar
      esclavizado.

      Según el Diccionario Enciclopédico Ilustrado de
      la Lengua
      Española: "la libertad es la facultad que tiene el ser
      humano de obrar o no obrar según su inteligencia y antojo; es el estado
      o condición del que no está prisionero o sujeto
      a otro; es la falta de coacción y
      subordinación; es la facultad que se disfruta en las
      naciones bien gobernadas, de hacer y decir cuanto no se
      oponga a las leyes ni a las buenas costumbres". En fin, de
      libertad encontraremos infinidades de acepciones y conceptos;
      pero  para enfocarnos en los aspectos más
      resaltantes de éste significado tendríamos que
      penetrar en los puntos de vista histórico, religioso y
      ético.

      Desde el punto de vista histórico, al igual
      que toda especie viviente procede por evolución de toda una cadena de
      especies sin que se produzcan nunca saltos espectaculares,
      así también toda conducta
      humana procede por evolución de toda una cadena
      continua de conductas anteriores, sin saltos espectaculares
      (y si los hay es preciso buscar los eslabones perdidos en vez
      de diseñar modernas mitologías). De lo cual es
      preciso inferir que lo que hoy denominamos
      LIBERTAD procede por evolución de la
      ESCLAVITUD, es decir que la realidad que hoy
      llamamos libertad es una forma evolucionada de una realidad
      antigua, ya extinguida, que denominamos
      esclavitud.

      Para muchos libertad es el contrario de esclavitud
      (y no a la inversa). De manera que si no hubiese existido la
      esclavitud, ni siquiera se hubiera percibido ni definido la
      libertad, de la misma manera que si no hubiese oscuridad,
      nunca hubiéramos percibido y definido la luz, tan
      esquiva por lo demás a ser definida.

      Esclava es la persona que
      no es dueña de sí misma, sino que es propiedad
      de otra persona, física o
      jurídicamente. Por consiguiente, libre sería la
      persona sobre la cual nadie ejerce derecho de dominio, es
      decir de amo.

      Y la primera duda que nos asalta es si no existe la
      barrera natural, el límite (finis) de la libertad:
      ¿qué es la esclavitud? ¿Cómo
      podemos definir esa realidad? Al no tener límites se nos convierte en
      indefinible, es decir en in-finita, con lo cual a cualquier
      cosa se le llama libertad.

      Ahora bien, encontramos también que desde la
      perspectiva religiosa, la libertad es simplemente la verdad
      de Jesús. Para los religiosos, él es el
      modelo y
      el ejemplo de lo que realmente significa ser libre. Sobre
      todo, Jesús estaba libre del pecado Su vida entera era
      una expresión perfecta de la justicia
      de Dios en todos los sentidos.
      Este hecho es tan conocido que no es necesario entrar en
      más detalles. También estaba libre de
      Satanás y de los poderes de las tinieblas.
      Podía decir de Satanás, "Nada tiene en
      mí" (Juan 14:30). Estaba libre del temor. Podía
      denunciar el pecado en los líderes religiosos. No
      temía a las multitudes que le querían matar.
      Podía fijar su rostro hacia Jerusalén e ir al
      encuentro de su muerte.
      Estaba libre de toda enfermedad. No hay testimonio escrito
      que indique que su salud fuera menos que
      perfecta en ningún momento. Estaba libre de la
      tradición religiosa. No tenía ningún
      respeto para nada por la religión que no procediera de Dios.
      Estaba libre de todas estas cosas y muchas más. Pero
      no sólo estaba libre de sino libre para. Estaba libre
      para hacer la voluntad de su Padre en todo y todos los
      días. Estaba libre para ser la perfecta
      expresión de su padre celestial en todo lo que
      decía y hacía. Estaba libre para dar su vida
      por nosotros.

      La libertad que disfrutaba Jesús es la
      libertad que ofrece a todos aquellos quienes creen en
      él. En Romanos 8: 19-22 Pablo escribió: "Porque
      el anhelo ardiente de la creación es el de aguardar la
      manifestación de los hijos de Dios. Porque la
      creación fue sujetada a vanidad, no por su propia
      voluntad, sino por causa del que la sujetó en
      esperanza; porque también la creación misma
      será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de
      los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación
      gime a una, y a una está con dolores de parto
      hasta ahora" ¿Cómo se ha de entrar en esta
      libertad que predican las religiones
      cristianas? Encontramos la respuesta en el versículo
      que ya hemos citado "Si vosotros permaneciereis en mi
      palabra, seréis verdaderamente mis discípulos;
      conoceréis la verdad, y la verdad os hará
      libres". En la religión, la verdad que entra en los
      corazones de todos los seres humanos, es la que traerá
      la verdadera libertad a todos. No es la doctrina del hombre
      que entra en nuestras mentes lo que nos hará libres;
      si no la verdad que proviene de Dios.

      "Dijo entonces Jesús a los judíos que
      habían creído en él: Si vosotros
      permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente
      mis discípulos, y conoceréis la verdad, y la
      verdad os hará libres" (Jn 8.31-32). De acuerdo con
      las palabras del Maestro, la libertad del hombre se encuentra
      en la verdad de su evangelio.

      La mentira es el antónimo de la verdad. A
      través de los tiempos, la debilidad del hombre lo ha
      llevado a mentir Los mentirosos tendrán su parte en el
      lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte
      segunda (Apoc. 21.8). La libertad es sinónimo de
      verdad en toda su esencia. La verdad a medias, no libera al
      hombre de sus pecados.

      Muchos se convierten en esclavos de los vicios. El
      licor, el tabaco,
      las
      drogas, etc., una vez se posesionan del ser humano se le
      hace muy difícil liberarse de ellos. En Romanos
      7:15-25 el Apóstol Pablo, todo un apóstol,
      confiesa lo difícil que se le hace vencer la carne. El
      verso 19 dice: "Porque no hago el bien que quiero, sino el
      mal que no quiero, eso hago, y si hago lo que no quiero, ya
      no lo hago yo, sino el pecado que mora en mi." Lo que es
      imposible para los hombres es posible para Cristo. "De
      cierto, de cierto os digo que todo aquel que hace pecado,
      esclavo es del pecado" (Jn. 8.34). "Así que si el Hijo
      os libertare seréis verdaderamente libres." (Jn.
      8.36).

      La libertad es Cristo, porque el vino a romper las
      cadenas con que nos tenía atados Satanás.
      Cristo vino a dar la libertad a los presos que estaban
      encadenados a sus delitos y
      pecados. La libertad en Cristo no compara con ninguna otra
      cosa a que pueda aspirar el ser humano. Todo lo que tenemos
      que hacer es escuchar su voz, aceptar su invitación, y
      obedecer su palabra. Conocer la verdad no es suficiente para
      alcanzar la libertad. Sin la obediencia al Evangelio, nadie
      tiene libertad completa

      En conclusión la libertad necesita de la
      verdad. La libertad requiere del entendimiento (facultad que
      busca la verdad) y de la voluntad (facultad que busca el
      bien). Usando ambas el hombre puede determinar dónde
      está el bien verdadero y escogerlo. La libertad puede
      aumentar en el sentido de adquirir mayor facilidad de conocer
      y escoger el bien. Mejorará a base de realizar buenas
      elecciones, pues se crea el hábito de optar por el
      bien. La libertad disminuye con los pecados, pues los vicios
      dificultan elegir bien. "El que peca es esclavo del pecado".
      Por ejemplo, la persona que se deja vencer por la pereza cada
      vez se vuelve más perezosa y le cuesta escoger bien en
      asuntos que supongan esfuerzo. Los que ayudan a ser libres
      son los que difunden la verdad –"la verdad os
      hará libres"–, y ayudan a escoger el bien. Por
      ejemplo, quien invita a un amigo a drogarse le dificulta la
      libertad atándole a ese defecto; en cambio,
      quien anima a trabajar, rezar o comportarse bien facilita el
      buen ejercicio de la libertad.

      Quien hace el mal adquiere un vicio y si ejerce un
      acto bueno adquiere una virtud. ¿Por qué?
      Según los grandes socráticos, es imposible que
      un hombre ejerza un acto libre sin que en su misma
      índole de hombre adquiera una profunda
      reconfiguración intrínseca. La vida humana
      está entretejida de multitud de actos, pero no es
      indiferente actuar bien o mal, porque cada acto tiene
      consecuencias externas, pero también –y sobre
      todo– consecuencias internas.

      Los vicios nos encadenan, las virtudes contribuyen a
      hacernos más libres. La libertad es un valor que a
      menudo está oscurecido. A veces se escucha
      ¡déjame hacer mi vida! Aquí está
      la oportunidad para hacerlo. ¿Por qué? Primero,
      porque en el paso al acto el ser humano no puede ser
      sustituido. El hombre está en sus propias manos, dice
      la Antropología Clásica; nadie
      puede sustituir su iniciativa. Este hallazgo clásico
      lleva a formular la libertad como Causa Sibi, ser causa en
      orden a actos, ser causa para sí en orden a actos:
      desarrollarse, actualizar sus facultades corre a cargo de
      cada cual.

      Los actos virtuosos los ejercitamos desde la
      libertad y sólo así podemos progresar en esa
      libertad. Por eso, la gran tradición clásica
      hasta Tomás de Aquino, sostiene que el invalorable don
      de la libertad radica en controlar la propia conducta, es ser
      Causa Sibi. La libertad ante todo es el autodominio. Es
      dueño de sí el que tiene virtudes y no es
      dueño de sí el que no las tiene porque tiene
      vicios. Por eso, la alternativa ética es
      ontológica, afecta al ser mismo del hombre: uno se
      hace bueno o se hace malo. ¿Cómo se hace bueno
      o se hace malo? A través de sus actos, por esto es por
      lo que son importantes puesto que el origen de la moralidad
      está en los actos y éstos se determinan por sus
      objetos.

      Libertad no es hacer lo que nos da la gana
      –eso es el libertinaje, corrupción de la
      libertad– sino hacer lo que hay que hacer, es decir,
      realizar las cosas según el querer de Dios no forzosa
      o necesariamente sino libremente, porque nos da la gana de
      hacerlo.

      La mayor libertad se da en el
      donde la inteligencia y voluntad alcanzan su mayor
      perfección, descubren con toda facilidad donde
      está el bien verdadero y eligen siempre con
      acierto.

    3. Libertad en lo religioso, moral y ético

      Libertad de Expresión es la libertad de
      expresar pensamientos, ideas o creencias a través de
      la palabra (escrita u oral), la expresión
      artística, científica, etc. Por supuesto que
      esta libertad tiene sus límites lógicos. Uno de
      esos límites es el derecho al honor. Otro es el
      respeto a los sentimientos religiosos de la persona. Por otro
      lado, no habría que olvidar tampoco, que el Derecho a
      la Libertad de
      Expresión es también un derecho importante
      en una sociedad democrática.

      Considerado lo anterior, surge ahora una
      reflexión interesante: si el Derecho es capaz de
      establecer unas pautas éticas tan elevadas cuando
      regula la libertad de expresión y el derecho al honor,
      ¿debería ser inferior la norma para los que se
      rigen además por principios
      cristianos? Si se acepta que el espíritu de las
      enseñanzas de Jesucristo es mucho más excelso
      que las simples leyes humanas, ¿habría alguna
      justificación para que alguien usara el "lenguaje
      del odio" o la "vejación gratuita"? No parece que
      debiera ser así, sobre todo si se tiene en cuenta el
      espíritu de las admoniciones
      apostólicas:

      Es triste reconocer que en mucho de lo que se
      publica, incluido Internet,
      aparecen expresiones no sólo de crítica o de
      cuestionamiento de doctrinas religiosas, sino también
      de "lenguaje del odio" o "vejación gratuita" cuando se
      denuncia a los Testigos de Jehová o a otras
      confesiones. Se olvida muy a menudo que la inmensa
      mayoría de las personas que los componen son personas
      de fe que desean hacer la voluntad de Dios y vivir vidas
      pacíficas.

      Pero en otras ocasiones ocurre que son los mismos
      dirigentes religiosos de algunas confesiones religiosas los
      que inculcan en sus seguidores el desprecio a otros. Un
      ejemplo ilustrativo es el de los Testigos de Jehová.
      Sus dirigentes quizá podrían reflexionar en si
      es ético, desde el punto de vista del espíritu
      de las enseñanzas de Jesús, usar un "lenguaje
      del odio" o de "vejación gratuita" para con los que ya
      no están entre sus filas o a los que con todo
      desprecio llaman una y otra vez en sus publicaciones
      "apóstatas". Manipular incluso las Escrituras para
      inculcar odio y decir lo que en realidad éstas no
      dicen, puede verse en este ejemplo, según se
      publicó en La Atalaya 1 de octubre de 1993: "Los
      apóstatas están entre los que odian a
      Jehová y se sublevan contra él. La
      apostasía es, en realidad, una rebelión contra
      Jehová."

      El tema es extremadamente sutil, pues el campo de la
      religión puede ser muy sinuoso y se escapa muchas
      veces al Derecho
      Positivo. La falta de ética por parte de los que
      permiten y enseñan esa política de "aborrecimiento"
      sólo recuerda al mismísimo Espíritu de
      la Inquisición que despreciaba absolutamente todos los
      derechos y libertades de la persona humana.

      De modo que, ¿quién tiene derecho de
      usar su libertad de expresión para "odiar", "vejar" o
      "mancillar" a otros? Puede tratarse de los ataques
      desmesurados o llenos de odio de personas particulares contra
      alguna confesión religiosa, o al revés, que sea
      una confesión religiosa la que a través de la
      propaganda
      de sus líderes mancille o veje el honor y buen nombre
      de personas. Pero según lo considerado hasta ahora,
      habría que llegar a la conclusión de que
      ninguna ley, jurídica o moral, podría
      justificar semejante conducta. Al fin y al cabo, ¿no
      es Dios el Padre de todos y el verdadero Juez de toda
      la tierra?
      (Santiago 4:12)

      Sin de los derechos
      humanos o la falsedad. Pero parece también
      necesario tener en cuenta que, tanto desde la perspectiva del
      Derecho como desde los altos valores
      cristianos, no todos los modos tienen por qué ser
      lícitos, sobre todo si lo que se desea como meta final
      es rectificar las cosas para lo que es verdadero, educar en
      la justicia o contribuir para la edificación de los
      demás.

    4. Libertad De Expresión
    5. ¿Existen clases de libertad?

    De acuerdo a Ortega y Gaset, el hombre se encuentra
    inmergido en el mundo y actúa en diferentes planos: en el
    plano material o mundo de la naturaleza, y en el espiritual o
    mundo de la cultura.

    El mundo de la naturaleza es el mundo de la necesidad,
    pues está regido por la ley de casualidad, mediante la
    cual –de un modo ineluctable– a todo efecto
    corresponde una causa. En cambio, el mundo de la cultura es el
    mundo de la libertad, porque dicho mundo es creado por acciones
    humanas que son realizadas por el hombre no casualmente, sino
    obedeciendo aun principio teológico finalista. Una piedra
    debe caer necesariamente, de acuerdo con las leyes de la
    gravedad; un hombre puede o no realizar un acto, aceptando las
    consecuencias de su acción u omisión.

    Siendo así, la libertad tiene un concepto
    amplísimo ya que puede referirse a las cosas del mundo de
    la naturaleza o bien a la del mundo de la cultura. Según
    Soler "si algún concepto hay cuyos atributos sean
    infinitos, inagotables, ese concepto es el de
    libertad".

    La libertad absoluta no existe pues aún los
    cuerpos en el espacio se hallan sometido a las leyes de la
    gravedad universal de Newton o a las
    del campo unificado de Einstein.

    En el mundo de la cultura tampoco existe la libertad
    absoluta, por cuanto ella debe detenerse ante la esfera de la
    libertad de los otros hombres con quienes convivimos.

    De allí que la libertad sea una entidad relativa
    y podríamos conceptuarla como la no sujeción a
    algo. Pero esta concepción, vaga y generalizada, debe
    delimitarse; así decimos: libertad física, o sea no
    sujeción a algo material; libertad biológica, o sea
    vida independiente de otros organismos; libertad política,
    o sea gobierno propio
    que es independencia con respecto a lo externo y posibilidad de
    elegir gobernantes o de ser elegido en lo interno; libertades
    públicas; libertades civiles; libertades
    económicas; etc.

    En el mundo de la cultura, la libertad puede ser
    individual o colectiva. La libertad colectiva consiste en la
    independencia con respecto a otros Estados.

    La libertad individual puede ser pública o
    privada, o sea libertad política y libertad civil, dentro
    de la vieja denominación de Aristóteles.

    Así tendremos que una aproximación al
    concepto de libertad nos la hace mostrar como un derecho, como un
    derecho imprescindible e inalienable de la persona humana, insito
    a ella y por ende perteneciente indisolublemente a su
    naturaleza.

    Esto nos conduce a la concepción de la libertad
    como un derecho
    natural, un derecho natural fundamental y
    primordial.

    De acuerdo a la Enciclopedia Jurídica Omeba,
    tendremos que Libertad en el sentido de la Filosofía del
    Espíritu, "es el estado existencial del hombre en el cual
    éste es dueño de sus actos y puede autodeterminarse
    conscientemente sin sujeción a ninguna fuerza o
    coacción psicofísica interior o exterior.
    Opónese así este concepto al de determinismo causal
    que, en la medida en que implica forzosidad, es y constituye una
    limitación a la posibilidad de obrar."

    Lo que nos indica esta definición es que se debe
    entender por acto libre aquel que se ejecuta con dominio y
    propiedad en la decisión; esto es, con pleno conocimiento y
    facultad para realizar otro distinto o, cuando menos, para
    omitirlo.

    La existencia de la libertad es un hecho de experiencia
    inmediata y universal en la vida humana; un hecho que es, a la
    vez, el de la coexistencia social del hombre. Y si la
    coexistencia social implica la vigencia de uno o más
    sistemas normativos, resulta que el hombre es libre en tanto
    posee una inteligencia capaz de comprender el sentido normativo
    de sus actos y una voluntad capaz de decidir la
    realización e éstos.

    La libertad humana opera así, tanto en la esfera
    de la razón como en la de la voluntad. De ahí que
    todo ejercicio de aquélla signifique una volición
    no ciega ni absoluta ni instintiva, sino racional. Y de
    ahí también que el grado de libertad interior
    depende proporcionalmente del conocimiento del sentido de una
    acción.

    Sobre todo lo anteriormente dicho, podríamos
    decir que la libertad es un derecho que otorga el Estado al
    individuo y no es una norma jurídica sino que es el poder
    del individuo de realizarse a sí mismo, de resistir a la
    opresión del Estado y las Leyes, a la esclavitud de las
    cosas, a fin de desarrollar su íntima personalidad y
    erigirse en el creador de su propio destino.

    3. La libertad y la
    ética

    Desde un punto de vista ético la libertad humana
    se puede definir como la "autodeterminación
    axiológica." Esto significa que una persona libre se
    convierte, por ese mismo hecho, en el verdadero autor de su
    conducta, pues él mismo la determina en función de
    los valores
    que previamente ha asimilado.

    Cuando no se da la libertad –o se da en forma
    disminuida– entonces el sujeto actúa impedido por
    otros factores, circunstancias y personas, de modo que ya no
    puede decirse que es el verdadero autor de su propia conducta. De
    acuerdo con esto se dice que la condición previa de la
    libertad en un individuo es la captación y
    asimilación de los valores. En la medida en que un
    individuo amplía su horizonte axiológico
    podrá ampliar paralelamente el campo de su propia
    libertad. Y en la medida en que una persona permanezca ciega a
    ciertos valores, se puede decir que posee una limitación
    en su libertad.

    La libertad humana tiene que ir paralela con el sentido
    axiológico y el sentido de responsabilidad, de no ser así se convierte
    en libertinaje.

    Uno de los aspectos más importantes en la vida de
    una persona es su proceso de
    liberación. La libertad puede aumentar o disminuir a lo
    largo de la vida. Los primeros factores que limitan la libertad
    del hombre son los condicionamientos, el Súper Yo, las
    manipulaciones ajenas, las emociones
    sofocantes y las ataduras de una filosofía
    pesimista.

    El tipo de libertad del que estamos hablando es la
    libertad interior, ésta se rige por valores captados,
    también es llamada libertad axiológica una vez que
    se asimilan los valores. El hombre elige realizar algún
    valor o rechazarlo. La Libertad no existe cuando una persona es
    ciega para los valores. Actuar libremente significa inclinarse,
    adoptar y realizar un valor, o rechazarlo. Cuando no existe uno o
    varios valores en la mente del individuo, su conducta va a estar
    orientada, no por valores, sino por instintos, reflejos,
    condicionamientos, hábitos, inclinaciones surgidas del
    inconsciente, presiones externas, etc. La percepción
    de los valores es indispensable para que exista un acto libre.
    Existen dos modos de percibir lo valores:

    1. En forma conceptual: Es la que se logra por medio de
      explicaciones teóricas o descripciones más o
      menos distantes del objeto valioso.
    2. En forma intuitiva: Es la que se logra por medio de
      una vivencia en la cual se capta, se aprecia y se adopta ese
      valor como tal dentro del mundo personal del sujeto
      cognoscente.

    Para que la libertad axiológica se pueda dar debe
    existir la posibilidad de un conocimiento holístico o
    intuitivo de uno o varios valores. Sin este tipo de conocimiento,
    muy diferente al conocimiento conceptual, no es posible que se
    dé la libertad que nos lleva al valor moral. En otras
    palabras: para elegir un valor primero hay que conocerlo y
    apreciarlo en cuanto a tal.

    Para un manejo sencillo de las clasificaciones de la
    libertad, esta se ha divido en dos muy sencillas:

    1. Libertad–de: Significa libertad de
      obstáculos, de vínculos o de restricciones, sean
      estos de orden físico o de orden moral.
    2. Libertad–para: Significa libertad para alcanzar
      un objetivo o
      para realizar un valor o para llegar a una meta, es de tipo
      interna y reside en la voluntad.

    La postura que niega la libertad humana es el
    "determinismo", postura propuesta por Skinner que ha
    cobrado auge. Este psicólogo conductista rechaza la
    libertad en función de un fenómeno también
    real: los condicionamientos en que vive inmersa la mayoría
    de la gente.

    La tesis central
    del determinismo dice que el hombre ya está fijado o
    "determinado" en cierta dirección por diferentes causas que
    desconoce en el momento mismo y que, por tanto, su
    decisión "libre" sólo sigue siendo de nombre. Los
    principales expositores de esta corriente fueron: Leibniz,
    Spinoza, Freud y Skinner,
    cada uno con su tesis sobre el comportamiento del
    hombre.

    Julián Marías, citando a Leibniz, nos
    dice, por ejemplo, cuando se refiere a la libertad: "Todas las
    mónadas son espontáneas, por que nada externo puede
    coaccionarlas ni obligarlas a nada; pero no basta esto para que
    sean libres. La libertad supone, además de la
    espontaneidad, la deliberación y la decisión. El
    hombre es libre por que escoge entre lo posible después de
    deliberar. Pero tenemos, como dificultad, la presencia divina;
    Dios, desde un comienzo, ve el ser de las mónadas, y estas
    encierran en sí todo lo que les ha de acontecer y han de
    hacer. ¿Cómo es posible la libertad?"

    Leibniz echa mano de algunas agudas distinciones de la
    teología católica, especialmente del español
    Molina, para interpretar la ciencia de
    Dios. Dios tiene tres tipos de ciencia: 1.
    Ciencia de Pura Intelección; 2. Ciencia de Visión,
    3. Ciencia Media. Por la primera, Dios conoce todas las cosas
    posibles; por la Ciencia de Visión conoce las cosas reales
    o futuras; por la Ciencia Media Dios conoce los futuribles, es
    decir, los futuros condicionados, las cosas que serán si
    se pone una condición, pero sin que esta condición
    esté puesta. Dios conoce lo que haría la voluntad
    libre, sin que esté determinado que esto haya de ser
    así, ni se trate, por tanto, de futuros, como Cristo sabe
    que si en Tiro y Sidón se hubieran hecho milagros, las
    gentes hubieran hecho penitencia. Las cosas contingentes no son
    necesarias; su necesidad sólo viene dada a posteriori,
    después de un decreto de la voluntad divina, posterior a
    la ciencia de libre intelección y a la ciencia
    media.

    Dios crea a los hombres y los crea libres. Esto quiere
    decir que se determina libremente a obrar, aunque han sido
    determinados por Dios a existir. Dios quiere que los hombres sean
    libres, y permite que puedan pecar, por que es mejor esa libertad
    que la falta de ella. El pecado aparece, pues, como un mal
    posible que condiciona un bien superior: a saber, la libertad
    humana.

    Existen otros tipos de Determinismo además de los
    expuestos por los pensadores mencionados anteriormente;
    éstos son el Determinismo Biológico y el
    Sociológico que sostienen la existencia de otras fuerzas
    rectoras de la conducta humana como pueden ser la programación genética y
    la coerción social.

    Sin embargo, frente al Determinismo Absoluto que es al
    que hicimos referencia en los párrafos anteriores, se
    levanta una postura contraria denominada Libertarismo.

    ¿En qué creen los libertarios? En pocas
    palabras, creen que la libertad individual es el valor
    fundamental que debe subyacer a todas las relaciones sociales,
    intercambios económicos y al sistema
    político.

    Los libertarios esencialmente predican la libertad en
    todos los campos, incluyendo el derecho a lo que uno quiera con
    su propio cuerpo mientras esto no infrinja la propiedad e igual
    libertad de otros. En este sentido, creen que la gente que quiere
    tomar drogas, ver
    pornografía, prostituirse o pagar por una
    prostituta, o comprometerse en cualquier clase de actividad
    sexual consensual, debería poder hacerlo sin ser
    importunada por la ley y asediada por la policía.
    Prescribe entonces, que ser libre significa elegir y actuar de la
    forma que se quiera, es decir, poder comportarse de manera
    distinta de cómo se ha hecho si así se hubiese
    querido o elegido. Ello significa que se tiene una libertad de
    decisión y de acción que escapa a toda
    determinación causal.

    Analicemos ahora la postura media, una posición
    que deja al margen los extremos y que más allá de
    postulados incompatibles entre libertad y causa, concilia a
    ambas, es decir, se reconoce que la conducta del hombre se
    encuentra determinada, pero que dicha determinación,
    más que impedir la libertad, es la condición
    necesaria para ella.

    Esta última postura distingue entre Determinismo
    Universal, el cual reconoce y acepta; y Determinismo Absoluto, el
    cual objeta, dado que niega la libertad humana la cual presupone
    la existencia de varias formas posibles de comportamiento y la
    posibilidad de decidir libremente entre cualesquiera de
    ellas.

    La libertad humana no es absoluta. Existen varios
    obstáculos que disminuyen y, a veces, nulifican la
    libertad de la conducta humana. El Estudio de ellos proporciona
    mayor claridad para la comprensión de los actos humanos en
    la vida real. En la medida en que falta libertad, el acto humano
    pierde su calidad de humano
    y llega a convertirse en un simple acto del hombre. A pesar de
    esto, la libertad puede conquistarse e incrementarse a partir del
    nivel de desarrollo y madurez propio de cada uno. Afortunadamente
    existen procedimientos
    psicológicos que fomentan este gradual crecimiento de la
    libertad personal.

    1. Factores Que Ayudan A La Busqueda De La
      Libertad

    La Ignorancia consiste en la ausencia de conocimientos,
    es un obstáculo ya que para elegir algo es preciso
    conocerlo. El mejor consejo para obtener la libertad es abrir
    horizontes, ilustrar acerca de nuevas posibilidades. Muchos
    fracasos en las carreras profesionales se deben a una
    elección incorrecta de ella por ignorar otras
    especialidades que estarían más de acorde con las
    cualidades del sujeto.

    El Miedo consiste en la perturbación emocional
    producida por la amenaza de un peligro inminente y es un
    obstáculo ya que en casos extremos (pavor), puede producir
    una ofuscación completa de las facultades superiores y
    todo lo que se ejecuta en esos momentos pierde el carácter
    de acto humano pues el sujeto no puede responder de
    ello.

    La Cólera y Otras Pasiones son factores
    importantes para encontrar la libertad. La cólera,
    también llamada ira, enojo o coraje, al igual que otras
    emociones y pasiones producen una fuerte limitación en
    nuestra capacidad de elegir libremente. Las emociones como el
    odio, la tristeza, la alegría, los celos, la envidia y el
    enamoramiento son respuestas orgánicas (de
    adecuación o de inadecuación, de aceptación
    o de rechazo) por parte del sujeto cuando percibe un objeto
    afín o discordante. La emoción llevada a los
    extremos recibe el nombre de pasión.

    La Violencia es
    una fuerza externa, física o psíquica, ante la cual
    es difícil o imposible resistirse. Ésta puede
    debilitar la libertad del sujeto hasta el grado de suprimir toda
    responsabilidad en lo que se refiere a la conducta realizada en
    esos momentos.

    Los Desajustes Psíquicos entre los cuales
    sobresale la neurosis,
    debilitan la libertad debido a que la persona se siente atada a
    ciertos patrones de conducta, a mecanismos de defensa, a lo que
    le dicta el auto concepto o el Súper Yo, a las emociones
    exageradas, como la ansiedad y la angustia.

    4. La libertad y
    persona

    Es difícil aceptar la libertad pues tenemos
    muchos y grandes condicionamientos, obstáculos,
    impedimentos. Además, como la libertad no es objetivable,
    no la podemos demostrar.

    El hombre no sólo es sino que también se
    hace; es fruto de sí mismo, de su libertad, de sus
    opciones libres. Es hombre en búsqueda de verdad. Pero
    además, jerarquiza y realiza los valores según su
    proyecto personal de vida.

    Es por ello que la sociedad y la comunidad deben
    dar al niño que nace, las condiciones para que encuentre
    lo necesario para realizarse como persona en vistas a una
    integral realización.

    Para la Antropología, el hombre además de
    individuo es persona, es sujeto, es uno, es único. El
    hombre se manifiesta, se revela como persona en su
    relación con los otros. Es un Yo en relación con un
    Tú. Existe en el mundo con los demás para
    realizarse personal y comunitariamente.

    Su perfeccionamiento como persona se realiza en
    relación con el otro. El hombre es un ser responsable de
    otro. Esto supone responder a la llamada del otro, de otra
    persona que exige tu atención, respeto y poder vivir en
    plenitud. Todo esto implica responsabilidad.

    1. La Libertad Y Sus Límites

    Como es lógico, el reconocimiento de una libertad
    ilimitada haría imposible la convivencia humana, por lo
    que son necesarias e inevitables las restricciones a la libertad
    individual. La libertad se define como el derecho de la persona a
    actuar sin restricciones siempre que sus actos no interfieran con
    los derechos equivalentes de otras personas.

    La naturaleza y extensión de las restricciones a
    la libertad, así como los medios para
    procurarlas, han creado importantes problemas a
    los filósofos y juristas de todos los tiempos. Casi todas
    las soluciones han
    pasado por el reconocimiento tradicional de la necesidad de que
    exista un gobierno, en cuanto grupo de
    personas investidas de autoridad para imponer las restricciones
    que se consideren necesarias. Más reciente es la tendencia
    que ha subrayado la conveniencia de definir legalmente la
    naturaleza de las limitaciones y su extensión.

    El anarquismo representa la excepción a todo
    esto, al considerar que los gobiernos son perversos por su propia
    naturaleza, y sostener que es preferible su sustitución
    por una sociedad ideal donde cada individuo observe los
    elementales principios éticos.

    El equilibrio
    perfecto entre el derecho del individuo a actuar sin
    interferencias ajenas y la necesidad de la comunidad a restringir
    la libertad ha sido buscado en todas las épocas, sin que
    se haya logrado alcanzar una solución ideal al problema.
    Las restricciones son en no pocas ocasiones opresivas. La
    historia
    demuestra que las sociedades han
    conocido situaciones de anarquía junto a periodos de
    despotismo en los que la libertad era algo inexistente o
    reservado a grupos privilegiados.

    Desde estas situaciones hasta su evolución hacia
    los estados de libertad individual cristalizados en los gobiernos
    democráticos, conocidos en algunos círculos como
    ‘la menos mala de las soluciones’ respecto a ese
    deseo natural del hombre por ser libre

    5. La libertad y
    educación

    Es importante mencionar también a la educación. La
    educación
    es un factor también muy importante para conocer la
    libertad. Y es que solo a través del aprendizaje
    propio del individuo es como este llegara a su independencia
    ideológica, económica; bajo ciertas circunstancias;
    y podrá evitar a los "enemigos de la libertad", que no son
    otra cosa que aquellos factores que no hacen posible la
    libertad.

    Una educación libre es aquella en la cual se
    permite la libre expresión de ideas, aunque sean
    incorrectas para el contexto sobre el que esta trabajando. En vez
    de regañar se orienta a los educandos para que ellos
    mismos decidan su libertad.

    En el proceso de educar toman parte los profesores, los
    alumnos, la familia, la
    institución educativa, la sociedad, etc. Cada una de estas
    esferas debe posibilitar un clima de respeto
    y tolerancia, de autonomía e independencia para la
    educación en libertad.
    El educador debe tener respeto a su ideología, a su persona, a su
    concepción política, a sus iniciativas y al
    ejercicio profesional.
    El educando debe cumplir dos condiciones: respeto al docente y
    autonomía propia. Debe ser tolerante con las opiniones del
    profesor, siempre que éste no quebrante conscientemente
    los derechos del alumno.
    La institución escolar debe estar libre de opresiones y
    manipulaciones, tanto de la política educativa de la
    nación,
    como de presiones sociales, de intolerancia del equipo docente,
    de intransigencias del alumnado o de los padres de familia.
    La sociedad en la que está inserta la institución
    escolar favorece o dificulta también la educación
    en libertad, ya que no es lo mismo un centro educativo en
    sociedades totalitarias que en sociedades democráticas. La
    sociedad proyecta en la escuela su
    cosmovisión y según sea más o menos
    respetuosa con la dignidad de la persona humana, resultará
    fácil o incómodo educar en libertad.

    La educación es correcta, si es una
    educación de la libertad de o de la libertad para. Con la
    expresión "libertad de" se habla de la liberación
    de prejuicios, estereotipos, esquemas mentales de los adultos,
    que es preciso operar, como terapia, en la mente del educando y
    del educador. Un docente no liberado es incapaz de educar en
    libertad a sus alumnos. Sólo el profesor "libre de" puede
    producir un tipo de educación semejante a la que él
    ha recibido o se ha auto impuesto.

    Al estar "libres de" el educando y el educador
    están preparados para auto realizarse como libres para
    juzgar a los demás entregarse sin prejuicios, dominar la
    naturaleza, ejercer el mando y otras funciones
    necesarias en la vida personal y social de los
    individuos.

    El compromiso del maestro es doble: asistir y ayudar al
    alumno a que corra su riesgo y
    arriesgarse él mismo ante sí y ante el alumno. Este
    compromiso ha de ser liberador y no manipulador; el docente ha de
    buscar la independencia de juicio y acción, porque cuanto
    menos necesite el alumno su apoyo, a medida que progresa
    cronológica y escolarmente, tanto mayor ha sido el
    provecho obtenido en el proceso educativo.

    6. La libertad y
    ley

    1. El Derecho De Ser Libre

    Existe un marco legal donde se encuentra la libertad. Es
    decir, la libertad esta encerrada dentro de la ley,
    aparentemente. Esta marco comienza con la declaración
    universal de los derechos humanos.

    La ley toma a la libertad como un derecho que esta
    otorga. . Lo correcto sería decir que la libertad permite
    que existan los derechos de la ley. La libertad es una facultad
    natural de la humanidad. Contamos con ella desde nuestro
    nacimiento.

    El problema es que debido a nuestra dependencia,
    también natural, hacia nuestros padres nos es imposible
    practicar esta facultad. Con el tiempo se nos
    trata de enseñar lo que es libertad, cuando nosotros ya la
    poseemos. Esta escrita en nuestro cuerpo. Es la educación
    que se nos da; la que nos dice que es nuestra libertad o, mas
    correctamente, como vivirla . Necesitamos entonces una
    educación liberal para poder conocerla a fondo.

    7. Libertad positiva y
    negativa

    Coaccionar a un hombre es privarle de la libertad:
    libertad, ¿de qué? Casi todos los moralistas que ha
    habido en la historia de la humanidad han enlazado la libertad.
    Igual que la felicidad y la bondad, y que la naturaleza y la
    realidad, el significado de este termino se prestan a tantas
    posibilidades que parece que haya pocas interpretaciones que no
    le convengan. No pretendo comentar la historia ni los
    muchísimos sentidos que de esta palabra han sido
    consignados por los historiadores de las ideas. Propongo examinar
    nada mas que dos de los sentidos que tiene esta palabra, sentidos
    que son, sin embargo, fundamentales, que tienen a sus espaldas
    una gran parte de la historia de la humanidad, y me
    atrevería a decir, que la van a tener todavía. El
    primero de estos sentidos que tienen en política las
    palabras freedom o liberty que empleare con el mismo significado-
    y que siguiendo muchos precedentes, llamare su sentido negativo,
    es el que esta implicado en la respuesta que contesta a la
    pregunta de que cual es el ámbito en que al sujeto
    –una persona o un grupo de personas- se le deja o se le
    deja hacer o ser lo que es capaz de hacer o ser, sin que en ello
    interfieran otras personas. El segundo sentido, que llamare
    positivo, es el que esta implicado en la respuesta que contesta a
    la pregunta de que que o quien es la causa de control o
    interferencia que puede determinar que alguien haga o sea una
    cosa u otra. Estas dos cuestiones son claramente diferentes,
    incluso aunque las soluciones que son deán ellas puedan
    mezclarse mutuamente.

    1. La Idea De Libertad Negativa
    2. Normalmente se dice que soy libre en la medida en
      que ningún hombre ni ningún grupo de hombres
      interfieren en mi actividad. En este sentido, la libertad
      política es simplemente el ámbito en el que un
      hombre puede activar, sin ser obstáculo por otros. Yo
      no soy libre en la medida en que otros me impiden hacer lo
      que yo podría hacer si no me lo impidieran, y si a
      consecuencia de lo que me hagan otros hombres, este
      ámbito de mi actividad se contrae hasta un cierto
      limite mínimo, puede decirse que estoy coaccionado a
      quizás oprimido. Sin embargo él termino
      coacción no se aplica a toda forma de incapacidad. Si
      yo digo que no puedo saltar mas de diez metros o que no puedo
      leer por que soy ciego, o que no puedo entender las paginas
      más oscuras de Hegel, seria una excentricidad decir
      que en estos sentidos estoy oprimido o coaccionado. La
      coacción implica la intervención deliberada de
      otros seres humanos dentro del ámbito en que
      podría actuar si no intervinieran. Solo se carece de
      libertad política si algunos seres humanos le impiden
      a uno conseguir un fin. La mera incapacidad de conseguir un
      fin no es falta de libertad política. Esto se ha hecho
      ver por el uso de expresiones modernas, tales como libertad
      económica y su compartida opresión
      económica. Se dice, muy plausiblemente que si un
      hombre es tan pobre que no puede permitirse algo respecto a
      lo cual no hay ningún impedimento legal – una
      barra de pan, un viaje alrededor del mundo, o recurrir a los
      tribunales de la misma manera que la cojera mas impide correr
      naturalmente no se diría que esta incapacidad es falta
      de libertad y mucho menos falta de libertad política.
      Solo porque creo que mi incapacidad de conseguir una
      determinada cosa se debe al hecho de que otros seres humanos
      han actuado de tal manera que a mí, a diferencia de lo
      que pasa con otros, se me impide tener suficiente dinero para
      poder pagarla, es por lo que me considero victima de
      coacción u opresión. En otras palabras, este
      uso de este termino depende de una especial teoría
      social y económica acerca de las causas de mi pobreza o
      debilidad. Si mi falta de medios materiales
      se debe a mi falta de capacidad mental, o física,
      diré que me han quitado la libertad (y no meramente
      hablaré de pobreza) solo en el caso de que acepte esta
      teoría. Si además creo que no me satisfacen mis
      necesidades como consecuencia de determinadas situaciones que
      yo considero injustas e ilegitimas, hablará de
      opresión o represión eco Mónica.
      Rousseau dijo: La naturaleza de las cosas no nos enoja, lo
      que nos enoja es la mala voluntad. El criterio de
      opresión es el papel que
      yo creo que representan otros hombres en la
      frustración de mis deseos, lo hagan directa o
      indirectamente y con intención o sin intención
      de hacerlo. Ser libre en este sentido quiere decir para
      mí que de esta ausencia de interposición,
      más amplia es mi libertad.

      Esto es lo que querían decir los
      filósofos políticos ingleses clásicos
      cuando usaban esta palabra5. No estaban de acuerdo sobre cual
      podían o debía ser la extensión del
      ámbito de esa libertad. Suponían que tal como
      eran las cosas, no podían ser ilimitadas porque si lo
      fuera, ello llevaría consigo una situación en
      la que todos los hombres podrían interferirse
      mutuamente de manera ilimitada, y una clase tal de libertad
      natural conducirá al caos social en que las
      mínimas necesidades de los hombres no estarían
      satisfechas, o si no las libertades de los débiles
      serian suprimidas por los fuertes. Como veían que los
      fines y actividades de los hombres no se armonizan mutuamente
      de manera automática, y como (cualesquiera que fuesen
      sus doctrinas oficiales) valoraban mucho otros fines como la
      justicia, la felicidad, la cultura, la seguridad o la
      igualdad
      en diferentes grados estaban dispuestos a reducir la libertad
      en aras de otros valores y, por supuesto en aras de la
      libertad misma. Pues sin esto era imposible crear el tipo de
      asociación que ellos creían que era deseable
      por consiguiente, estos pensadores presumían que el
      ámbito de las acciones libres de los hombres debe ser
      limitado por la ley. Mill, en Inglaterra
      y Constant y Tocqueville en Francia, que debía existir
      un cierto ámbito mínimo de libertad personal
      que no podía ser violado bajo ningún concepto,
      pues si tal ámbito se traspasaba, el individuo mismo
      se encontraría en una situación demasiado
      restringida incluso para ese mínimo desarrollo de sus
      facultades naturales, que es lo único que hace posible
      perseguir e inclusivo concebir los diversos fines que los
      hombres consideran buenos, justos o sagrados. De aquí
      se sigue que ha que trazar una frontera entre el
      ámbito de la vida y el de la autoridad publica. Donde
      haya que trazarla es una cuestión a discutir y, desde
      luego a regatear. Los hombre dependen en gran medida los unos
      de los otros, y ninguna actividad humana es tan completamente
      privada, como para no obstaculizar nunca en ningún
      sentido la vida de los demás. La libertad del pez
      grande es la muerte del pez chico, la libertad de algunos
      tiene que depender de las restricciones de otros. Y se sabe
      que otros han añadido: La libertad de un profesor de
      Oxford e suna cosa muy diferente de la libertad de un
      campesino egipcio.

      Esta proporción cobra su fuerza en algo que
      al mismo tiempo verdadero e importante, pero la frase misma
      sigue siendo una engañifa política. Es verdad
      que ofrecer derechos políticos y salvaguardias contra
      la intervención del Estado a hombres que están
      medio desnudos, mal alimentados, enfermos y que son
      analfabetos, es reírse de su condición,
      necesitan ayuda medica y educación antes de que puedan
      entender que significa un aumento de su libertad o que puedan
      hacer uso de ella. ¿Qué es la libertad para
      aquellos que no puedan usarla? Sin las condiciones adecuadas
      para el uso d e la libertad. ¿Cuál es el valor
      de esta? Lo primero es lo primero. Como dijo un escritor
      radical ruso del siglo XIX, hay situaciones en las que las
      botas son superiores a las obras de Shakespeare,
      la libertad individual no es la primera necesidad de todo el
      mundo. Pues la libertad no es la mera ausencia de
      frustración de cualquier clase, esto hincharía
      la significación de esta palabra hasta querer decir
      demasiado o querer decir muy poco. El campesino egipcio
      necesita ropa y medicinas antes que libertad personal, pero
      la mínima libertad que él necesita hoy y la
      mayor cantidad de la misma que puede que necesite
      mañana no es ninguna clase de libertad que le sea
      peculiar a él, sino que es idéntica a la de los
      profesores, artistas y millonarios.

      A mí me parece que lo que preocupa a la
      conciencia
      de los liberales occidentales no es que la libertad que
      buscan los hombres sea diferente en función de las
      condiciones sociales y económicas que estos tengan,
      sino que la minoría que la tiene la haya conseguido
      explotando a la gran mayoría que no la tiene, por lo
      menos, despreocupándose de ella. Creen, con
      razón que si la libertad individual es una ultimo fin
      del ser humano, nadie puede privar a nadie de ella, y mucho
      menos aun deben disfrutarla algunos a expensas de otros.
      Igualdad de libertad, no tratar a los demás como yo no
      quisiera que ellos me trataran a mí, resarcimiento de
      mi deuda a los únicos que han hecho posible mi
      libertad, mi prosperidad y mi cultura, justicia en su sentido
      más simple y más universal; Estos son los
      fundamentos de la moral
      liberal. La libertad no es el único fin del hombre.
      Igual que el critico ruso Belinsky, y yo puedo decir que si
      otros han de estar privados de ella –si mis hermanos
      han de seguir en la pobreza,
      en la miseria y en la esclavitud-, entonces no la quiero para
      mí, la rechazo con las dos manos, y prefiero
      infinitamente compartir su destino, pero con una
      confusión de términos no se gana nada. Yo estoy
      dispuesto a sacrificar parte de mi libertad, o toada ella,
      para evitar que brille la desigualdad o que se extienda la
      miseria. Yo puedo hacer esto de buena gana y libremente pero
      téngase en cuenta que al hacerlo es libertad lo que
      estoy cediendo, en aras de la justicia, la igualdad o
      el amor a
      mis semejantes.

      Debo sentirme culpable, y con razón si en
      determinadas circunstancias no estoy dispuesto a hacer este
      sacrificio. Pero un sacrificio no es ningún aumento de
      aquello que se sacrifica (es decir, la libertad), por, muy
      grande que sea su necesidad moral o su compensación.
      Cada cosa es lo que es: la libertad es libertad, y no
      igualdad, honradez, justicia, cultura, felicidad humana, o
      conciencia tranquila. Si mi libertad, la de mi clase o
      nación, depende de la miseria de un gran numero de
      otros seres humanos, el sistema que promueve esto es injusto
      e inmoral. Pero si yo reduzco o pierdo mi libertad con el fin
      de aminorar la vergüenza de tal desigualdad, y con ello
      no aumento materialmente la libertad individual de otros, se
      produce de manera absoluta una perdida de libertad. Puede ser
      que esta se compense con que se gane justicia, felicidad o
      paz, pero esa perdida queda y es una confusión de
      valores decir, que aunque vaya por la borda mi libertad
      económica. Sin embargo, sigue siendo verdad que a
      veces hay que reducir la libertad de algunos para asegurar la
      libertad de otros. ¿A base de qué
      propósito debe hacerse esto? si la libertad es un
      valor sagrado e intocable, no puede haber tal principio. Una
      u otra de estas normas –o principios- conflictivas
      entre si tienen que ceder, por lo menos en la practica, no en
      normas o máximas universales. Sin embargo hay que
      encontrar un compromiso practico.

      Los filósofos que tenían una idea
      optimista de la naturaleza humana u que creían en la
      posibilidad de armonizar los intereses humanos,
      filósofos tales como Locke o Adam Smith
      y, en algunos respectos, Mill, creían que la
      armonía social y el progreso eran compatibles con la
      reserva de una ámbito amplio de vida privada, al que
      no había que permitir que lo violase ni el Estado ni
      ninguna otra autoridad.- Hobbes y
      los que comulgaban con él, especialmente los
      pensadores conservadores y reaccionarios, defendían
      que si había que evitar que los hombres se destruyesen
      los unos a los otros e hicieran de la vida social una jungla
      o una selva, había que instruir mayores salvaguardas
      para mantenerlos en su sitio y, por tanto, deseaban aumentar
      el ámbito del poder central y disminuir el del poder
      del individuo. Pero ambos grupos estaban de acuerdo en que
      una cierta parte de la vida humana debía quedar
      independiente de la esfera del control social. Invadir este
      vedado, por muy pequeño que fuese, seria despotismo.
      Benjamín Constant, el más elocuente de todos
      los defensores de la libertad y la intimidad, que no
      había olvidado la dictadura
      jacobina, declaraba que por lo menos la libertad de
      religión, de opinión, de expresión, y de
      propiedad debía estar garantizadas freneta cualquier
      ataque arbitrario. Jefferson, Burke, Paine, y Mill
      recopilaron diferentes catálogos de las libertades
      individuales, pero el argumento que empleaban para tener a
      raya a la autoridad era siempre sustancialmente el mismo.
      Tenemos que preservar un ámbito mínimo de
      libertad personal, si no hemos de degradar o negar nuestra
      naturaleza .

      No podemos ser absolutamente libres y debemos ceder
      algo de nuestra libertad para preservar el resto de ella.
      Pero cederla toda es destruirnos a nosotros mismos.
      ¿Cuál debe ser pues ese mínimo? El que
      un hombre no puede ceder sin ofender a la esencia de su
      naturaleza humana. ¿Y cual es esta esencia?
      ¿Cuáles son las normas que ella implica? Esto
      ha sido, y quizás será siempre, tema de
      discusiones interminables. Pero sea cual sea el principio con
      arreglo al cual haya que determinar la extensión de la
      no interferencia en nuestra actividad, sea este el principio
      de la ley natural o de los derechos naturales, el principio
      de utilidad o
      los pronunciamientos de un imperativo categórico, la
      santidad del contrato
      social, o cualquiera otro concepto con el que el hombre
      ha intentado poner en claro y justificar sus convicciones,
      libertad en este sentido significa estar libre de: que no
      interfieran en mi actividad mas allá de un limite, que
      es cambiante, pero siempre reconocida. La única
      libertad que merece este nombre es la de realizar mi propio
      bien a nuestra manera", dijo el que es el mas celebrado de
      sus campeones.

      Y si esto es así, ¿puede justificarse
      jamás la compulsión? Mill no tuvo ninguna duda
      de que si se podía. Puesto que la justicia exige que
      todos los individuos tengan derecho a un mínimo de
      libertad, respecto a cada uno de ellos, a todos los
      demás había que restringirla y si eran
      necesario, por la fuerza privarles de ella. El efecto la
      única función de la ley era prevenir estos
      conflictos
      y el Estado se reducía a ejercitar las funciones de un
      sereno o de un guardia de trafico, como desdeñosamente
      las describía Lasalle.

      Según Mill, ¿qué es lo que
      hacia que fuese tan sagrada la protección de la
      libertad individual?. En su famoso ensayo nos
      dice que, a menos que se deje a los hombres vivir como
      quieran, de manera que si vida sola concierna a ellos mismos,
      la civilización no podrá avanzar la verdad no
      podrá salir a la luz por faltar comunicación libre de ideas, y no abr
      ninguna oportunidad para la espontaneidad la originalidad, el
      genio, la energía mental y el valor moral. Todo lo que
      es sustancioso muy diverso será aplastado por el peso
      de la costumbre y de la constante tendencia que tienen los
      hombres hacia la conformidad que solo da pábulo a
      capacidades marchitas y a seres humanos limitados y
      dogmáticos y restringidos y pervertidos. La
      autoafirmación pagana tiene valor como la auto
      negación cristiana.

      Todos los errores que probablemente puede cometer un
      hombre contra los buenos consejos y advertencias están
      sobrepasados, con mucho, por el mal que representa permitir a
      otros que le reduzcan a lo que ellos creen que es lo
      bueno".

      La defensa de -la libertad consiste en el fin
      negativo de prevenir la interferencia de los demás.
      Amenazar a un hombre con perseguirle, a menos que se someta a
      una vida en la que él no elige sus fines, y cerrarle
      todas las, puertas menos una -y no importa lo noble que sea
      el futuro que ésta va a hacer posible, ni lo bueno que
      sean los motivos que rigen a los que dirigen esto-, es pecar
      contra la verdad de que 1 es un hombre y un ser que tiene una
      vida que ha de vivir por su cuenta. Esta es la libertad tal
      como ha sido concebida por los liberales del, mundo moderno,
      desde la época de Erasmo (algunos dirían desde
      la época de Occam) hasta la nuestra. Toda defensa de
      las libertades civiles y de los derechos individuales, y toda
      protesta contra la explotación y la
      humillación, contra el abuso de la autoridad
      pública, 'la hipnotización masiva de las
      costumbres, o la propaganda organizada, surge de esta
      concepción individualista del hombre, que es muy
      discutida.

      Sobre esta posición pueden hacerse notar tres
      hechos. En primer lugar, Mill confunde dos ideas distintas.
      Una es que toda coacción, en tanto que frustra los
      deseos humanos, es mala en cuanto tal, aunque puede que tenga
      que ser aplicada para prevenir otros males mayores; mientras
      que la no interferencia, que es lo opuesto a la
      coacción, es buena en cuanto tal, aunque no, es lo
      único que es bueno. Esta es la concepción
      negativa de la libertad en su forma clásica. La otra
      idea es que los hombres deben intentar descubrir la verdad y
      desarrollar un cierto tipo de carácter que Mill
      aprobaba -crítico, original, imaginativo,
      independiente, no conformista hasta el extremo de la
      excentricidad, etc.~, que la verdad puede encontrarse, y que
      este carácter sólo puede desarrollarse en
      condiciones de libertad.

      Estas dos ideas son ideas liberales, pero no son
      idénticas, y la conexión que existe entre ellas
      es, en el mejor de los casos, empírica. Nadie
      defendería que la verdad, la libertad y la
      expresión puedan florecer donde el dogma aplaste todo
      pensamiento. Pero las pruebas
      que proporcionara historia tienden a mostrar (como en efecto,
      sostuvo James Stephen en el formidable ataque que hizo a Mill
      en su libro
      Libertad Igualdad, Fraternidad que la integridad), el
      amor a la
      verdad y el ardiente individualismo se desarrollan por lo
      menos con la misma frecuencia en comunidades que están
      regidas por una severa disciplina, como, por ejemplo, los calvinistas
      puritanos de Escocia o de Nueva Inglaterra, o que
      están bajo la disciplina militar, que en sociedades
      que son más tolerantes o indiferentes; y si esto es
      así, el argumento de Mill en favor de la libertad como
      condición necesaria para el desarrollo del genio
      humano cae por su base. Si sus dos metas resultasen ser
      incompatibles, Mill se encontraría frente a un cruel
      dilema, además de las otras dificultades originadas
      nada por la inconsecuencia que guardan sus doctrinas con el
      utilitarismo estricto, incluso en la propia versión
      humanista que tiene de él.

      En segundo lugar, la doctrina de Mill es
      relativamente moderna. Parece que en el mundo antiguo casi no
      hay ninguna discusión sobre la libertad como ideal
      político consciente (a diferencia del mundo actual en
      que sí la hay). Ya había hecho notar Condorcet
      que la idea de los derechos individuales estaba ausente de
      las ideas jurídicas de los griegos y romanos, y esto
      parece ser igualmente válido para los judíos,
      los chinos y otras civilizaciones antiguas que han salido a
      la luz desde entonces. La dominación de este ideal ha
      sido más bien la excepción que la regla,
      incluso en la reciente historia de Occidente. Ni tampoco la
      libertad considerada en este sentido ha constituido con
      frecuencia el gran grito de las manifestaciones de las
      grandes masas de la humanidad. El deseo de que no se metan
      con uno y le dejen en paz ha sido el distintivo de una
      elevada civilización, tanto por parte de los
      individuos como por parte de las comunidades. El sentido de
      la intimidad misma, del ámbito de las relaciones
      personales como algo sagrado por derecho propio, se deriva de
      una concepción de la libertad que, por lodos sus
      orígenes religiosos, en su estado desarrollado apenas
      es más antigua que el
      Renacimiento o la Reforma. Sin embargo, su decadencia
      marcaría la muerte de una civilización y de
      toda una concepción moral.

      La tercera característica de esta idea de libertad
      tiene mayor importancia. Consiste en que la libertad,
      considerada en este sentido, no es incompatible con ciertos
      tipos de autocracia o, en todo caso, con que la gente no se
      gobierne a sí misma. La libertad, tomada en este
      sentido, se refiere al ámbito que haya de tener el
      control y no a su origen. De la misma manera que una
      democracia puede, de hecho, privar al ciudadano individual de
      muchas libertades que pudiera tener en otro tipo de sociedad,
      igualmente se puede concebir perfectamente que un
      déspota liberal permita a sus súbditos una gran
      medida de libertad personal. El déspota que deja a sus
      súbditos un amplio margen de libertad puede ser
      injusto, dar pábulo a las desigualdades, más
      salvajes o interesarse muy poco por el orden, la virtud o
      el
      conocimiento; pero, supuesto que no disminuya la libertad
      de dichos súbditos o que, por lo menos, la disminuya
      menos que otros muchos regímenes, concuerda con la
      idea de libertad que ha especificado Mill. La libertad,
      considerada en este sentido, no tiene conexión, por lo
      menos lógicamente, con la democracia o el
      autogobierno.

      Este, en general, puede dar una mejor
      garantía de la preservación de las libertades
      civiles que la que dan otros regímenes, y como tal ha
      sido defendido por los libertarlos. Pero no hay una necesaria
      conexión entre la libertad individual y el gobierno
      democrático. La respuesta a la pregunta de que
      quién me gobierna es lógicamente diferente de
      la pregunta de que en qué medida interviene en
      mí el gobierno. En ¿Esta diferencia es en lo
      que consiste en último termino el gran contraste que
      hay entre los dos conceptos de libertad negativa y libertad
      positiva. Pues el sentido positivo de la libertad sale a
      relucir, no si intentamos responder a la pregunta de que
      qué soy libre de hacer o de ser, sino si intentamos
      responder a la de que por quién estoy gobernado o
      quién tiene que decir lo que yo tengo y lo que no
      tengo que ser o hacer. La conexión que hay entre la
      democracia la libertad individual es mucho más
      débil que lo que les parece a muchos defensores de
      ambas. El deseo de ser gobernado por mí mismo o, en
      todo caso, de participar en el proceso por el que ha de ser
      controlada mi vida, puede ser un deseo tan profundo como el
      deseo de un ámbito libre de acción y,
      quizá históricamente, más antiguo. Pero
      no es el deseo de la misma cosa. En efecto, es tan diferente
      que ha llevado en último término al gran
      conflicto
      ideológico que domina nuestro mundo. Pues esta
      concepción positiva de la libertad '-no el estar libre
      de algo, sino el ser libre para algo, para llevar una
      determinada forma prescrita de vida-, es la que los
      defensores de la idea de libertad negativa consideran como
      algo que no es mejor a veces que el disfraz engañoso
      en pro de una brutal tiranía.

    3. La Idea De Libertad Positiva

    El sentido positivo de la palabra libertad se deriva del
    deseo por parte del individuo de ser su propio dueño.
    Quiero que mi vida y mis decisiones dependan de mí mismo,
    y no de fuerzas exteriores, sean éstas del tipo que sean.
    Quiero ser el instrumento de mí mismo y no de los actos de
    voluntad de otros hombres. Quiero ser sujeto y no objeto, ser
    movido por razones y por propósitos conscientes que son
    míos, y no por causas que me afectan,'. por decirlo
    así, desde fuera. Quiero ser alguien, no nadie; quiero
    actuar, decidir, no que decidan por mí dirigirme a
    mí mismo y no ser movido por la naturaleza exterior, o por
    otros hombres como si fuera una cosa, un animal o un esclavo
    incapaz de representar un papel humano; es decir, concebir fines
    y medios propios y realizarlos. Esto es, por lo menos, parte de
    lo que quiero decir cuando digo que soy racional y que ni¡
    razón es lo que me distingue como ser humano del resto del
    mundo. Sobre todo, quiero ser consciente de mí mismo como
    ser activo que piensa y que quiere, que tiene responsabilidad por
    sus, propias decisiones, que es capaz de explicarlas en
    función de sus propias ideas y propósitos. Yo me
    siento libre en la medida en que creo que esto es verdad y me
    siento esclavizado, en la medida en que me hacen darme cuenta de
    que no lo es.

    La libertad que consiste en ser dueño de
    sí mismo y la libertad que consiste en que otros hombres
    no me impidan decidir como quiera, pueden parecer a primera vista
    conceptos que lógicamente no distan mucho uno del otro y
    que no son más que las formas negativa y positiva de decir
    la misma cosa. Sin embargo, las ideas positiva y negativa de
    libertad se desarrollaron históricamente en direcciones
    divergentes, no siempre por pasos lógicamente aceptables,
    hasta que al final entraron en conflicto directo la una con la
    otra.

    Una manera de aclarar esto es hacer referencia al
    carácter de independencia que adquirió la
    metáfora del ser dueño de uno mismo, que en sus
    comienzos fue, quizá, inofensiva. Yo soy mi propio
    dueño; no soy esclavo de ningún hombre; pero
    ¿no pudiera ser (como tienden a decir los
    platónicos o los hegelianos) que fuese esclavo de la
    Naturaleza, o de mis propias desenfrenadas pasiones? ¿No
    son éstas especies del mismo género
    esclavo,. unas políticas
    o legales y otras morales o espirituales? ¿No han tenido
    los hombres la experiencia de liberarse de la esclavitud del
    espíritu o de la Naturaleza y no se dan cuenta en el
    transcurso de esta liberación de un yo que les domina, por
    una parte, y por otra, de algo de ellos que desaparece? Este yo
    dominador se identifica entonces de diversas maneras con la
    razón, con mi naturaleza superior, con el yo que calcula y
    se dirige a lo que satisfará a largo plazo, con mi yo
    verdadero, ideal o autónomo, o con mi yo mejor, que se
    contrapone por tanto al impulso raciona a los deseos no
    controlados, a mi naturaleza inferior, a la consecución de
    los placeres inmediatos, a mi yo empírico o
    heterónomo, arrastrado por todos los arrebatos de los
    deseos y las pasiones que tiene que ser castigado
    rígidamente si alguna vez surge en toda su Verdadera
    naturaleza. Posteriormente estos dos pueden estar -representados
    como separados por una distancia aún mayor: puede
    concebirse al verdadero yo como algo que es más que el
    individuo (tal como-se entiende este término normalmente),
    como un todo social del que el individuo es un elemento o
    aspecto: una tribu, una raza una iglesia, un
    estado, o la gran sociedad de los vivos, de los muertos y de los
    que todavía no han nacido. Esta entidad se identifica
    entonces como el verdadero yo, que imponiendo su única
    voluntad colectiva u orgánica A sus recalcitrantes
    miembros, logra la suya propia y por tanto una libertad superior
    para estos miembros. Frecuentemente se han señalado los
    peligros que lleva consigo usar metáforas orgánicas
    para justificar la coacción ejercida por algunos hombres
    sobre otros con el fin de elevarlos a un nivel superior de
    libertad. Pero lo que le da la plausibilidad que tiene a cable,
    coaccionar a los hombres en nombre de algún fin (digamos
    p.e. la justicia o la salud públicas) que ellos mismos
    perseguirían, si fueran más cultos, pero que no
    persiguen porque son ciegos, ignorantes o están
    corrompidos. Esto facilita que yo conciba coaccionar a otros por
    su propio bien, por su propio interés, y
    no por el mío. Entonces pretendo que yo sé lo que
    ellos verdaderamente necesitan mejor que lo saben ellos mismos.
    Cuando más,, lo que esto lleva consigo es que ellos no se
    me opondrían si fueran racionales, tan sabios como yo, y
    comprendiesen sus propios intereses como yo los comprendo. Pero
    puedo pretender aun mucho más que esto. Puedo decir que en
    realidad tienden a lo que conscientemente se oponen en su estado
    de ignorancia porque existe en ellos una entidad oculta -su
    voluntad racional latente, o su fin verdadero-, que esta entidad,
    aunque falsamente representada por lo que manifiestamente
    sienten, hacen y dicen, es su verdadero yo, del que el pobre yo
    empírico que está en el espacio y en el tiempo
    puede que no sepa nada o que sepa muy poco, y que este
    espíritu interior es el único yo que merece que se
    tengan en cuenta sus deseos 11. En el momento en que adopto esta
    manera de pensar, ya puedo ignorar los deseos reales de los
    hombres y de las sociedades, intimidarlos, oprimirles y
    torturarlos en nombre y en virtud de sus verdaderos los, con la
    conciencia cierta de que cualquiera que sea el verdadero fin del
    hombre (la felicidad, el ejercicio del deber, la
    sabiduría, una sociedad justa, la autorrealización)
    dicho fin tiene que identificarse con su libertad, la libre
    decisión de su verdadero yo, aunque frecuentemente
    esté oculto y desarticulado.

    Esta paradoja se ha desenmascarado frecuentemente. Una
    cosa es decir que yo sé lo que es bueno para X, mientras
    que él mismo no lo sabe, e incluso ignorar sus deseos por
    el bien mismo y por él bien de él, y otra cosa muy
    diferente es decir que eo ipso lo ha. elegido, por supuesto no
    concientemente, no como parece en la vida ordinaria, sino en su
    papel de yo racional que puede que no conozca su yo
    empírico, el verdadero yo, que discierne lo bueno y no
    puede por menos de elegirlo una vez que se ha revelado. Esta
    monstruosa personificación que consiste en equiparar lo
    que X decidiría si fuese algo que no es, o por lo menos no
    es aún, con lo que realmente quiere y decide, está
    en el centro mismo de todas las teorías
    políticas de la autorrealización. Una cosa es decir
    que yo pueda ser coaccionado por mi propio bien, para ver el cual
    yo estoy demasiado ciego; en algunas ocasiones puede que esto sea
    para mi propio beneficio y desde luego, puede que aumente el
    ámbito de mi libertad. Pero otra cosa es decir que, si es
    mi bien, yo no soy coaccionado, porque lo he querido, lo sepa o
    no lo sepa, y soy libre (o verdaderamente libre) incluso cuando
    mi pobre cuerpo terrenal y mi pobre estúpida inteligencia
    lo rechazan encarnizadamente y luchan con la máxima
    desesperación contra aquellos que, por muy
    benévolamente que sea, tratan de imponerlo.

    Esta transformación mágica o juego de manos
    (por el que con tanta razón, se rió William James
    de los hegelianos) sin duda alguna puede también
    perpetrarse tan fácilmente con el concepto negativo de
    libertad en el que yo, que no debiera ser violentado ya no es el
    individuo con sus deseos y necesidades reales tal como se
    conciben, sino el verdadero hombre por dentro, identificado con
    la persecución de algún fin ideal, no soñado
    por su yo empírico. E igual que en el caso del yo
    positivamente libre, esta entidad puede ser hinchada hasta
    convertirla en alguna entidad superpersonal -un estado, una
    clase, una nación o la marcha misma de la historia-,
    considerada cómo sujeto de atributos más verdadero
    que el yo empírico. Pero la concepción positiva de
    la libertad como autodominio, con la sugerencia que lleva consigo
    de un hombre dividido que lucha contra sí mismo, se ha
    prestado de hecho en la historia, en la teoría y en
    la práctica, a esta división de la
    personalidad en dos: el que tiene el control dominante y
    trascendente y el manojo empírico de deseos y pasiones que
    han de ser castigados y reducidos. Este hecho histórico es
    el que ha tenido influencia. Esto demuestra (si es que se
    necesita demostración para una verdad tan evidente) que
    las concepciones que se tengan de la libertad se derivan
    directamente de las ideas que se tengan sobre lo que construye al
    yo, a la persona al hombre y de libertad para que signifique todo
    lo que quiera el manipulador. La historia reciente ha puesto muy
    en claro que esta cuestión es meramente
    académica.

    Las consecuencias que lleva consigo distinguir dos yos
    se harán incluso mas claras si se consideran las dos
    formas mas importantes que históricamente ha tomado el
    deseo de auto dirigirse – dirigirse por el verdadero yo de
    uno mismo- la primera, de la segunda, la de la
    autorrealización o total auto identificación con un
    principio o ideal especifico con el fin de conseguir el propio
    fin.

    8. Conclusiones

    Por Miguel Tamanaja

    Conocer si somos libres o no, o mejor dicho, conocer si
    podemos ser libres o no, creo que es lo menos que como individuos
    pensantes podemos hacer. Saber si lo que hemos realizado desde
    que usamos la razón o lo que tenemos planeado realizar
    como proyecto de vida, fue o será producto del ejercicio
    de nuestra libertad o tristemente resultado del movimiento de los
    hilos que Dios, el destino, la naturaleza o como suela
    llamársele haga de nuestra vida – marioneta. He
    aquí la importancia de saber si existe la
    libertad.

    Y precisamente, en la búsqueda de tal
    conocimiento, uno se habrá de topar siempre con un
    principio llamado "de causalidad", postulado que por siglos se
    había aplicado a las ciencias
    naturales y que en estos días se ha extendido al campo
    de las ciencias
    sociales para poner sobre relieve que la
    actividad humana, ya sea su modo de pensar, de sentir, de actuar,
    de organizarse política y socialmente, de comportarse
    moralmente, de todo cuanto haga se halla sujeto a
    causas.

    Porque sinceramente sería muy fácil decir
    que la libertad existe en cuanto que no sufrimos coacción
    externa o interna de alguna clase y San se acabó. No. La
    libertad es mucho más que eso. Hasta este punto lo
    único cierto es que se vive en un mundo causalmente
    determinado y la incógnita por descifrar es si la libertad
    y su existencia es compatible o no con este infinito causalismo:
    Si me gustara la medicina no
    hubiera estudiado derecho, y si no hubiera estudiado derecho tal
    vez me preocuparan más otros temas, y si me preocuparan
    más otros temas quizá nunca hubiera elegido este
    trabajo de investigación, etcétera,
    etcétera. Por algo sigo creyendo que mi conducta si
    está causalmente determinada en cierto grado.

    Ojeando un poco las distintas corrientes
    filosóficas, sobresalen tres posturas fundamentales que
    tratan de esclarecer cómo en un mundo sujeto a relaciones
    de causa – efecto, existe la libertad. Dichas posiciones
    son las siguientes: un determinismo absoluto, un libertarismo
    absoluto y por último, un determinismo compatible con
    cierta libertad, con la cual estoy de acuerdo.

    Luego de un estudio al tema buenamente recopilado por
    mis compañeros, y quien suscribe, seguro estoy que
    la libertad existe. Negar su existencia sería tanto como
    afirmar que nuestra vida es el vivo retrato de una obra de
    teatro en la cual
    el guión y el desenlace ya están escritos. Esto no
    es así.

    Creo firmemente en la posibilidad de que el hombre y la
    sociedad sean los arquitectos de su destino, al existir la
    libertad de elegir concientemente entre el actuar en una o en
    otra dirección. Sin dicha conciencia de los móviles
    o causas que lo impulsan a comportarse de cierta forma, si
    insinuaría que la conducta humana es inmediata e
    irreflexiva. Esto tampoco es así.

    Independientemente del grado de conciencia de los
    motivos, fines o carácter que llevan al hombre a realizar
    una acción, no puede existir libertad al margen del
    causalismo.

    Asimismo, el hecho de que la libertad implique cierta
    autodeterminación del sujeto para decidirse por la forma
    de comportamiento más adecuada elegida de entre varias,
    tampoco significa que dicha autodeterminación se realice
    al margen de una conexión causal.

    En pocas palabras, el hombre es libre de decidir y de
    actuar sin que su decisión y acción dejen de estar
    causadas. Es imposible que nos sustraigamos al contexto
    histórico – social imperante, generalmente se va a actuar
    o decidir conforme a ciertas pautas, influencias o posibilidades
    de acción que nos ofrece el entorno.
    Después de todo sigo pensando que la libertad es
    ilimitada, pero dentro de ciertos límites.

    Por Spencer Zapata :
    Bueno en conclusión, yo diría, que la libertad es
    la capacidad exclusiva de todo hombre. ¿y porque? Porque
    el hombre es el único con la capacidad de elegir haciendo
    uso de su razón e inteligencia; esta razón e
    inteligencia es lo que nos hace libres porque a través de
    ella nosotros podemos elegir entre lo que se consideramos bueno o
    dentro de lo que se consideramos malo, obviamente y
    lógicamente lo hacemos en función a ciertos valores
    que se han interiorizado, que se han asimilado previamente.
    A mi parecer, la libertad si existe pues mi posición es
    totalmente contraria a los deterministas que niegan la existencia
    de la libertad.

    Si bien es cierto muchas veces, y en eso coincido con
    los deterministas, el hombre ignora las causas ocultas de su
    propia conducta por consiguiente se cree que elegimos libremente
    cuando no se tiene conciencia de las causas más profundas
    de nuestra conducta. Pero no todas las conductas son
    condicionadas o inclinaciones sugeridas por el inconsciente,
    existen también conductas que está libres de todo
    condicionamiento, por tanto, el hombre es libre cuando
    actúa o elige en función a sus valores,
    éticos y morales, y no en función a sus instintos,
    condicionamientos, hábitos, reflejos, pasiones externas,
    etc.

    Libre no es quien hace lo que quiere si no quien hace lo
    que debe hacer. Muchas veces la libertad suele ser confundida con
    un " yo hago lo que quiero" pues esta es una confusión
    entre el uso de la libertad y el libertinaje. No es libre quien
    hace lo que quiere pues la auténtica libertad se
    manifiesta en aquel que hace lo que debe hacer, haciendo uso de
    valores
    morales y éticos.

    Por Janeth Rubio
    Por Suray Cortina
    No es difícil definir la libertad. Lo difícil es
    entenderla. Entender que mi libertad no termina donde comienza la
    de los demás, sino que todos tienen una libertad propia y
    en conjunto tal vez. Y estas dos debe de funcionar en
    armonía para existir. Si yo deseo hacer algo que
    dañaría la libertad de alguien mas, debo evitar
    hacerlo y buscar una alternativa a esa acción. O bien
    negociar con ese individuo para no dañar su
    libertad.

    Es fácil definir la "no libertad", es decir
    aquellas cosas que se hacen no por voluntad propia y que nos
    desagradan. Pensemos entonces que para ser libre se tiene que
    tener conciencia de uno mismo y voluntad para realizar las
    acciones que queremos.

    Existe algo denominado el libertinaje. Esto es el
    "exceso de libertad". Eso no existe. El libertinaje mas
    correctamente lo definiría como el usar de pretexto la
    libertad para aprovecharse de uno mismo y los demás. Para
    permitirse hacer lo que sea sin importar nada, ni uno mismo ni
    los demás. Es el poner el placer personal sobre todo lo
    demás omitiendo así ideas propias y ajenas. El
    hombre necesita hacer una redefinición de sus valores
    morales, principalmente de la libertad, para poder así
    llegar al avance evolutivo como raza del que tanto presume. Es
    deprimente y penosos el saber que hay países donde
    aún existe la esclavitud, donde no se pueden expresar loas
    personas sin sentir miedo, donde ni siquiera existe la
    posibilidad de saber el significado de libertad. Señores,
    damas, hablo de México, no
    de un país africano o sudamericano. En nuestro país
    se siguen vendiendo a las mujeres. Se siguen reprimiendo a
    escritores y comunicadores en general. Hay censura donde ni
    siquiera debería de existir. Aun hay gente que por no
    saber leer y escribir no puede trabajar y tener una vida digna.
    Ese es el mejor modo de coartar la libertad de alguien
    Haciéndolo ignorante de lo que es la libertad. Es
    importante que sepan que es la libertad, pero es imposible o
    inútil decir que es a un nivel diferente del personal. Lo
    anterior solo es una opinión y unas ideas propias bajo las
    que yo me rijo. Solo el yo puede decir que es su libertad. Es
    indispensable que busquemos dentro de nosotros mismos ser libres,
    pues solo a través de esta búsqueda personal es
    como llegaremos juntos al valor humano del que mas nos sentimos
    orgullosos:

    LA LIBERTAD.
    Por Jonathan Cock

    9. Bibliografía

    • Cabanellas, Guillermo (1996) Diccionario
      Enciclopédico de Derecho Usual.24ª.Ed. Buenos Aires.
      Editorial Heliasta. Vol V.
    • DICCIONARIO ENCICLOPÉDICO ILUSTRADO DE LA
      LENGUA ESPAÑOLA (1954) Barcelona. Editorial Ramón
      Sopena, S.A. Tomo II. 2064 p.
    • Monroy Gálvez, Juan (1996) Introducción al Proceso Civil. Santa Fe
      de Bogotá. Editorial Temis S.A.
    • Petit, Eugene (2001) Tratado Elemental De Derecho
      Romano. 17ª. Ed. México. Editorial
      Porrúa.
    • Giovanni Sartori (XXXX) Elementos de la Teoría
      Política.
    • Bassadre Ayulo, Jorge (1996) Historia del
      Derecho.2ª.Ed. Lima. Editorial San Marcos. Vol.
      II.
    • DE WHITE , ELENA G (1988)Exaltad a
      Jesús.1ª. Ed. Buenos Aires, 388 pp.
    • Papini,Giovanni (1993) Historia de Cristo. Buenos
      Aires, Editorial "El Ombú"Esmeralda 494. 366
      pp.
    • LA ATALAYA. Anunciando el reino de Jehová.
      31pp
    • Julián Marías (1979) Historia de la
      Filosofía. 31ª.Ed. Madrid. Revista de
      Occidente, 237p.

     

     

    Autor:

    Zapata Salinas, Spencer

    Edad 21
    Fecha : lunes 17 de noviembre de 2003

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