- Presentación
- La relación lenguaje
identidad y cultura - Acerca de los conceptos
básicos de los términos en
desarrollo - Definiciones conceptuales a las
relaciones funcionales - El hombre, el lenguaje y la
cultura - Identidad, ética,
economía y moral - Identidad y conflicto
cultural - Nuevo orden económico y
cultural - Identidad y competencia
moral - Componente formativo de la
Constitución Colombiana - Constitución de 1991,
una revolución inconclusa. - Bibliografía
Desde su presentación inicial, el presente
ensayo
especifica hipótesis de trabajo que se desenvuelve a
través del proceso de
exposición. Para tal efecto se recuperan
algunos marcos conceptuales referentes de la teoría
lingüística y se identifica en la propia síntesis
del autor. En este sentido se relacionan y se desarrollan de
manera coherente y argumentada los planteamientos plasmados
tendientes a establecer la relación entre lenguaje,
identidad y
cultura.
Se tienen en cuenta aspectos históricos,
estructurales y funcionales. Al tiempo que se
indaga en el origen, la estructura, la
aplicación y el impacto del lenguaje, se
esclarece el fenómeno de la cultura como pilar fundamental
en el ascenso del hombre, pero
también se sugiere que el lenguaje es
producto del
contexto cultural. El texto que
aquí se presenta reconoce que el lenguaje es
básicamente un desarrollo
interlocutivo, uno que habla y uno que escucha. Por lo tanto,
para que haya lenguaje se necesitan dos o más enunciadores
o receptores asumiendo alternativamente una y otra
posición, es en ésta posición dialectal que
fluyen los conceptos y pensamientos que permiten tal
relación.
El encuentro del lenguaje y la cultura constituyen lo
que Halliday llama una semiótica cultural, es decir una
codificación de signos y símbolos derivados tanto
del pensamiento
lógico como del imaginario mental. Desde este punto de
vista, el sistema social es
un sistema de
significados. Los hablantes se comunican entre sí información del sistema social. El lenguaje
termina siendo sólo un medio en el que la gente representa
los significados inherentes al sistema social. En cierto sentido,
estos también están representados –es decir
expresados- por el modo de andar de la gente; en otro sentido,
están representados -es decir, hechos metáforas-
por el modo en que la gente clasifica las cosas, por las normas que
establece y por otros modos de pensar diría
Halliday.
El lenguaje y la cultura encuentran su mediación
en los sistemas
educativos. En la escuela el sujeto
aprende semiótica social y cultural ,y el lugar que
le corresponde al lenguaje en la construcción de la cultura. En la escuela se conoce
la estructura del
lenguaje y se hace consciente el rol o los roles del sujeto en la
cultura, mejor, en las subculturas. Pero también puede
considerarse la actividad cotidiana como una escuela sin
muros.
El lenguaje es el modo de configuración de la
identidad y la cultura. Con él se perfilan las normas y se idean
las estrategias para
escapar de ellas. Las reglas del lenguaje serían
manifestaciones de las reglas culturales, de las normas que
prescriben lo correcto y lo incorrecto, lo permitido y lo
prohibido. Este ensayo
–Lenguaje, identidad y cultura- constituyen una profunda
reflexión sobre la identidad colombiana y la necesidad de
hilar pertenencias que permitan reconstruir el tejido
ético desde el humanismo, que
haga posible la solución pacífica de nuestras
diferencias y genere estrategias para
superar nuestro atraso ancestral.
Podría decirse que una buena parte de los hechos
que enmarcan nuestra vida social son tangibles a partir de sus
determinaciones funcionales. Tal es el caso de los elementos de
análisis que ocupan estas líneas, en
las cuales se establece un acercamiento, en el sentido de sus
usos.
Los hechos del lenguaje, entendidos en una
relación de doble vía con los hechos de la
identidad cultural, son visualizados en esta perspectiva. Es
decir, el valor de uso
como posibilidad de apreciar los términos en sus contextos
y ambientes de acción.
Es esa la intención primaria del presente
escrito. De ahí que se procuren inicialmente unas
consideraciones generales acerca de los términos en
referencia, siempre articulados en sus dinámicas. Luego se
establecen unas pautas definitorias, con el ánimo de
visualizar las partes e integrarlas a un todo, comprendido en el
espacio escolar y en la estructura social más
compleja.
Todos estos componentes del texto
funcionan como soportes de la hipótesis general,
en los cuales los ejemplos citados acuden con propósitos
orientados a ilustrar dos fases contrapuestas: la no
funcional—la funcionalidad y sus implicaciones.
El abordamiento temático, si bien puede ser
enriquecido con nuevos elementos
teórico—experienciales, permite sopesar de manera
positiva las hipótesis que regulan las ideas centrales
del texto.
La
relación lenguaje-identidad y cultura
"La vida en función
del lenguaje
es la conciencia
de vivir, la voluntad de vivir". Bally
CONSIDERACIONES GENERALES
El lenguaje como creación cultural
establece los principios
constitutivos de la identidad del individuo y de los
grupos
sociales, mediante las formas particulares en que se
desarrollan los idiolectos, los dialectos y las lenguas,
principalmente. Estas variantes lingüísticas dan
forma contextual y conceptual al carácter
funcional del lenguaje.
En el ámbito de lo contextual se relacionan los
componentes socioculturales, en los cuales se dinamizan los
lenguajes. Así como en el terreno de lo conceptual se
establecen los sentidos que
comportan su estructura y función
interna. Como se observa, la aproximación desde lo
funcional a la relación lenguaje – identidad y
cultura señala una línea que se articula a la
comprensión de la lengua en sus
usos y en sus posibilidades dinamizadoras de los procesos
socioculturales, en los cuales adquiere sentido de identidad el
individuo y el grupo social,
del cual es componente.
La configuración temática así
esbozada, propone la búsqueda de una apropiación
conceptual básica para comprender sus elementos, como
insumos necesarios para visualizar el desarrollo del
trabajo que aquí se aborda. Para el efecto se acude, en
primer término, a los documentos de
autores de mayor relevancia en este campo y a los aportes
experienciales que puedan tener sentido práctico y
teórico. Por circunstancias de orden práctico y
operativo en el trabajo, se
utilizan indistintamente los conceptos de lenguaje y de lengua. Lo que
no implica desestimar los usos específicos que en
algún momento se le puedan dar a los términos
lenguaje y lengua. El primero visto en un sentido abarcador de
los sistemas de las
lenguas y el segundo asociado a los idiomas: español,
inglés,
francés, etc.
Para efectos más prácticos, el lenguaje,
es entendido como el objetivo
particular del estudio de la lingüística. Es decir,
el lenguaje, es un objeto del conocimiento,
asumido en su funcionalidad. El lenguaje en situación
(Ducrot, 1981.)
Al respecto André Martinet en su obra "El
lenguaje desde el punto de vista funcional" muestra el
recorrido, no menos problemático, que la
lingüística ha tenido que llevar a cabo desde sus
primeros intentos, por superar los obstáculos
epistemilógicos y conquistar el carácter
de disciplina
científica, con su objeto particular de estudio: el
lenguaje.
En esta trayectoria, el lenguaje se descubre en su
funcionalidad y en sus usos, que adquieren sentidos a partir de
sus relaciones internas (lo intrínseco) y con otras
áreas del comportamiento
(lo extrínseco). La funcionalidad interna corresponde a lo
que podría denominarse, un lenguaje hablando de sí
mismo, reconociéndose en sus componentes; en tanto que la
funcionalidad externa responde a un lenguaje vehiculizando
saberes, reconociéndose en la actividad
comunicadora.
La perspectiva funcional del lenguaje, objeto de estudio
de la lingüística, permite establecer su
carácter dinamizador de los procesos
culturales de la comunidad en la
cual interviene. Los sentidos
culturales se dinamizan proyectivamente mediante la
intervención del lenguaje de la
comunicación y del lenguaje del
conocimiento. Ambos términos: comunicación y conocimiento,
están implicados en el desarrollo y optimización de
los recursos
lingüísticos con que cuentan el individuo o una
comunidad
determinada.
En esta interconexión del lenguaje
comunicacional, que socializa saberes y prácticas, y
del lenguaje del conocimiento que comporta saberes,
se estructura la identidad cultural con sus rasgos
individuales y colectivos. Los usuarios del lenguaje establecen
su relación cultural, en la medida de sus roles y
posibilidades.
La dinámica funcional del lenguaje,
asumida en su carácter cognoscitivo y comunicacional,
propone variados enfoques multidisciplinarios para su estudio.
Estos enfoques se articulan o se distancian del objeto, en la
medida de sus implicaciones comunicantes de las cuales el
lenguaje es su punto de referencia más importante. Es
decir, la relevancia, en un momento dado, de los acercamientos al
lenguaje funcional, determinada por los intereses de estudio
particular de cada disciplina,
responde al carácter que se le imprime en momentos y en
circunstancias dadas.
Así, disciplinas de estudio como la
sociolingüística, la neurolingüística, la
geolingüística, entre otras, reclaman para sí
aproximaciones al lenguaje funcional, desde sus áreas. Y
por supuesto, en cada área el lenguaje es reconocido en su
acción dinámica, de manera interactuante.
Además, ésta variedad de enfoques, lejos de
desintegrar la visión funcional del lenguaje, fortalece el
acopio teórico–práctico para su
estudio.
La referencia a los estudios particulares (enfoques
disciplinarios), reconoce en el lenguaje la particularidad de ser
objeto de estudio de disciplinas distintas a la
lingüística, estableciendo, además, la
distinción entre el lenguaje como medio (instrumento) y el
lenguaje como referente de los estudios disciplinarios
(objeto).
El enfoque desde lo funcional, mediante el cual se asume
el presente trabajo, tiene su fundamento en el reconocimiento y
comprensión de la actividad mediadora, la cual cumple el
lenguaje, a través del tejido de redes interactuantes en el
contexto de una cultura determinada. En este tejido se pueden
identificar los rasgos lingüísticos particulares que
distinguen los individuos y los grupos sociales
que la componen.
Dentro de las funciones, la
función instrumental (mediadora) y cognoscitiva (saberes),
cumple roles culturales, en la medida en que ponen en evidencia
elementos del saber social, incluyendo los ideológicos,
mediatizados por los sentidos propios de la comunidad. Esta
capacidad de producir sentidos guarda estrecha relación
con los intereses de los usuarios y sus niveles de desarrollo
lingüísticos.
Con estos planteamientos, al asumir el estudio del
lenguaje, la identidad y la cultura, desde una
aproximación funcional, se pretende reconocer la estrecha
relación entre los términos, materializada en las
prácticas cotidianas y, principalmente en el desarrollo de
patrones culturales y lingüísticos de las sociedades
actuales.
ACERCA DE LOS
CONCEPTOS BÁSICOS DE LOS TÉRMINOS EN
DESARROLLO
Resulta indispensable, de esta manera, partir de los
conceptos previos, básicos de los términos, para
una mejor comprensión del tema en referencia.
El término lenguaje presenta varias
acepciones, aunque sin variaciones significativas. Estas
obedecen, principalmente, al ámbito particular de cada
estudio, en concordancia con las necesidades propias de cada
enfoque. Se cita aquí una definición generalizada
que proporciona el diccionario
Enciclopédico Espasa, en su edición española
de 1985.
"Lenguaje. Conjunto de sonidos articulados
con que el hombre
manifiesta lo que piensa o siente – Idioma hablado por un
pueblo o nación, o por parte de ella – Manera de
expresarse – Estilo y modo de hablar y de escribir de cada uno
– Uso del habla o facultad de hablar – Conjunto de
señales que dan a entender una cosa – Conjunto de
caracteres, símbolos, representaciones y reglas que
permiten introducir y tratar la información en un
ordenador".
En cuanto al término cultura, se presentan
igualmente varias definiciones concurrentes, por su pertinencia
temática, en el planteamiento de I. Savranski, en su
libro "La
cultura y sus funciones":
"La cultura es un sistema complejo que funciona con
determinada integridad y dinamismo. Incluye un conjunto de
diversos subsistemas, los cuales desempeñan un
papel
esencial en la creación y difusión de los valores
espirituales".
Buena parte de los subsistemas de la cultura tiene que
ver con los códigos lingüísticos que circulan,
merced a las interacciones comunicantes entre los usuarios
pertenecientes a una cultura determinada. En esta
dinámica, la comunidad crea sus sentidos culturales y
difunde sus valores
espirituales.
Como se observa en esta definición de cultura, se
muestra una
mayor susceptibilidad a ser estudiada, como objeto, desde el
campo de la filosofía y la sociología. Condición ésta
que no rechaza intervenciones desde los estudios de los
folclorólogos, con una disciplina que ha venido copando
espacios de la antropología (Motta, 1985) y de la literatura (Olivella,
1982).
Asumiendo relacionalmente los concepto del
lenguaje y de la cultura, se advierte la necesidad de reconocer
los hilos funcionales que los trascienden de manera
recíproca. Es decir, el lenguaje como subsistema del
sistema cultural, portador de sentidos e instrumento, a la vez,
de la
comunicación de los valores
espirituales de una comunidad dada. La cultura, a su vez,
creadora de los lenguajes y vehiculizada por éstos. En
este marco se configuran los elementos que le dan identidad a los
usuarios de una comunidad.
La identidad podría considerarse,
entonces, como producto de la
relación funcional entre lenguaje y cultura,
o bien como el grado de intervención de los individuos en
este proceso.
Intervención que no puede ser pasiva (por el sólo
hecho de pertenecer a la comunidad) sino activa (en la medida de
los usos de los códigos lingüísticos y de los
valores
espirituales de la cultura).
Entendido así, el término identidad debe
ser definido, superando su forma literal proporcionada por los
diccionarios
de la lengua española:
"Identidad / Calidad de
idéntico, hecho de ser una persona o cosa,
la misma que se supone o se busca, igualdad que
se verifica siempre, sea cualquiera el valor de las
variables
que su expresión contiene…" (Espasa 1,
1985).
Una manera de superar esta definición consiste en
aprovechar las interpretaciones que suscita la expresión
"el valor de las variables", de
donde se pueden inferir connotaciones de orden
antropológico, ontológico, político, o bien,
lingüístico. Son las que, por sus características, permiten un mejor
acercamiento a los propósitos de este trabajo. Tenemos,
entonces, con estas variables interpretativas que el
término identidad se define:
Como una serie de atributos congénitos,
diferenciables marcadamente de los "otros". Otros que no
necesariamente deben responder a las caracterizaciones
estandarizadas de los grupos
sociales. (Ruiz, 1987).
- Se desprenden así dos identidades que no se
descartan y actúan correlativamente:
Ontológicamente, el individuo en su psicología, como
una particularidad "asignada" por el grupo, con
unos rasgos que lo semejan a los demás y lo diferencian
entre ellos; políticamente, los individuos, con sus
códigos lingüísticos, sus ideas y sus formas
de vida que enmarcan su pertenencia a determinado territorio,
en el esquema social-antropológico, y en cuyas
prácticas se expresa su filosofía de la vida: de
lo cotidiano y lo trascendente funcional.
DEFINICIONES
CONCEPTUALES A LAS RELACIONES FUNCIONALES
- Implicados en esta trascendencia funcional, los
términos lenguaje, identidad y cultura asumen roles, que
adquieren vigor práctico en la medida de su capacidad de
intervención en los procesos sociales que dinamizan la
vida de una comunidad. Estas intervenciones, generalmente, van
coimplicadas, en donde las evidencias culturales son puestas en
escena por el lenguaje mismo, de acuerdo a sus ritmos internos
y a la correlación con otros elementos del sistema de la
cultura en general. - De esta manera, la aproximación funcional a
los conceptos de lenguaje, identidad y cultura, es una manera
de comprenderlos en su dimensión operativa. No es
posible reconocer el lenguaje en sí mismo, se distingue
en sus relaciones que le dan sentido a la vida en comunidad y
se nutre de esos sentidos para implicar otros, a su vez. De
igual manera la cultura es comprendida y puede ser explicada en
sus manifestaciones funcionales. La funcionalidad es
expresión de los sentidos que le dan vida al lenguaje y
a la cultura. Lo funcional expresa y reconoce la
identidad, la hace manifiesta. - Vistos en su integridad, los términos
lenguaje, identidad y cultura se expresan conceptualmente, a
partir de sus relaciones solidarias y se materializan en sus
prácticas, que pueden en un momento dado, determinar la
preponderancia de los roles de cada término,
según los ambientes sean o no favorables. El contexto
socio-cultural es muy importante para el desarrollo funcional
de los elementos en cuestión.
Se abre así un marco de referencia para la
formulación de una de las posibles hipótesis que
pueden suscitar las aproximaciones funcionales al tema del
trabajo:
- Un ambiente
socio-cultural favorable, posibilita en sus individuos
desarrollar inmejorables niveles del lenguaje.
El orden de los términos en la formulación
de esta hipótesis puede ser cambiado, sin que con ello se
alteren los sentidos que se pretenden demostrar. Es decir, la
aproximación funcional al estudio de la relación
lenguaje, identidad y cultura, no puede ser alterada en su
ordenamiento, dado que se trata de darle sentido operacional a
los términos, implicándose entre sí
solidariamente, en un contexto socio-cultural
determinado.
Lo que sí es posible señalar es el
papel del
lenguaje, entendido como subsistema del sistema cultura.
Una función que se define fundamentalmente de
carácter instrumental, cuyas implicaciones en la vida
social de los individuos y en el desarrollo del pensamiento,
son cada vez más elocuentes, a partir de los estudios
sociolingüísticos (Labov, 1983),
psicolingüísticos (Grene, 1980),
neurolingüísticos (Luria, 1995), entre
otros.
Por las características del estudio, así
como por la variada información que proporciona para dar
respuesta a algunos de los indicios que se vienen esbozando, se
recurre a un ejemplo clásico. Una historia real citada por M.
Sídorov en su libro
"¿Cómo el hombre
llegó a pensar?"
Se trata del hallazgo hecho por el misionero Singj, su
esposa y un grupo de expedicionarios en una de las selvas de la
India.
Impulsado por la curiosidad de descifrar historias de "fantasmas"
en una madriguera de lobos, contadas por asustados aldeanos, el
misionero descubre que se trata de dos niñas de año
y medio y ocho años aproximadamente. Llevadas a su casa
(centro de observaciones), para efectos de los estudios del caso,
se dan los nombres de Amala a la pequeña y de
Kamala a la mayor.
Los años de vida de éstas dos niñas
transcurridos con los lobos, produjeron cambios considerables en
su estructura ósea y muscular. En los desplazamientos
permanentes con la manada, ponían en actividad las cuatro
extremidades, imitando el caminar de los lobos; así mismo,
la conformación de los maxilares les permitían
desgarrar la carne cruda, ayudadas por las manos un poco
más alargadas para su movilidad. Siempre comían con
las manos, en el tiempo de la
observación no fue posible que aprendieran
a manejar los utensilios domésticos.
Dentro de estos cambios, el más sorprendente
observado por el misionero y su grupo, consistió en el
deterioro irreversible de la capacidad de habla de las
niñas, determinado, entre otros, por la temprana edad en
la que presumiblemente fueron adoptadas por la manada de lobos y
el tiempo de convivencia en un ambiente de
mínimos requerimientos para la
comunicación. En el tiempo de observación las niñas emitían
leves gemidos, imitando los aullidos de los animales en
circunstancias de hambre, frío o peligro.
Estas exigencias mínimas en materia de
comunicación dieron al traste con el
desarrollo del lenguaje, correspondiente a sus edades, lo que
presume un sensible atrofiamiento de los centros cerebrales,
destinados a tal fin y de los órganos fonológicos
articulatorios del lenguaje hablado.
Desde el punto de vista del desarrollo del pensamiento
(Luria, 1993), la casi imperceptible manifestación del
lenguaje interior que constituye la base del acto intelectual del
niño, en estas edades, muestra exiguas posibilidades
mentales. El desarrollo de la actividad práctica del
niño, dice el mencionado autor, tiene lugar con la
participación de su lenguaje activo. Ese lenguaje
activo (funcional) en Amala y Kamala no está presente,
porque no es requerido entre los animales. Es una
facultad humana, hasta donde se conoce.
"Gracias al lenguaje el pensamiento permite elaborar
conceptos abstractos y formular conclusiones lógicas que
rebasan los marcos de la percepción sensorial…" (Luria,1993,
p.25).
Atendiendo a la concepción de Luria, con respecto
a la importancia y función del lenguaje en relación
con el desarrollo del pensamiento, se puede inferir que esta
actividad mental no puede rebasar los marcos de la percepción
sensorial, dado que no existe el lenguaje como
soporte.
En el supuesto de un "lenguaje animal", se puede
establecer una distinción con el lenguaje humano, por
cuanto el primero sólo se expresa en los sonidos que
emiten ciertos rasgos de afectividad, no logrando superar la
designación de los objetos concretos.
La designación de objetos concretos son funciones
de las palabras, que a juicio de Luria se cumplen en tres frases:
a) la catalogación objetiva o función concesiva, b)
la función abstracta o sintetizadora y c) la
función generalizadora.
Al no existir evidencias del lenguaje humano en
desarrollo, la fase de conceptualización con sus tres
tipos de funcionalidad, está ausente en las niñas
de la historia. No
hay actividad lingüística, porque el lenguaje, como
se recuerda, no existe en sí, sino en su
funcionalidad. Y esta no aparece, en tanto no se puede
desarrollar sin un ambiente cultural adecuado, que le dé
identidad a las niñas con relación al grupo. No hay
una estructura del lenguaje que posibilite el desarrollo del
pensamiento. La manifestación funcional del lenguaje no es
posible sin un ambiente apropiado para el desarrollo del
pensamiento.
Desde el punto de vista social, la funcionalidad del
lenguaje está determinada por el ambiente socio-cultural,
en el cual se relacionan los usuarios (Halliday, 1994). Hay una
estrecha correlación entre el lenguaje y la vida social
(Bally, 1941). En el caso de las niñas de la historia,
esta correlación representa un nuevo ingrediente para
reconocer que la ausencia del lenguaje, funcionalmente hablando,
guarda relación con la ausencia de la vida cultural y
social.
Podría pensarse en un entendimiento
mínimo, lingüísticamente hablando, entre Amala
y Kamala; sin embargo, el hecho de haber sido adoptadas, desde
sus primeros años de vida, se supone, no permitió
el desarrollo en su primera fase de los fundamentos del lenguaje
humano, más sí de adaptarse a los rudimentos
sonoros de los lobos. Justamente lo imprescindible para
sobrevivir en la manada.
Sin la presencia de interlocutores de la misma especie
(humana) no hay funcionamiento del lenguaje, y sin esa
funcionalidad el lenguaje no existe como tal. Este no puede
desarrollarse, teniendo como materia prima
los aullidos de los lobos, quienes los usan para cumplir
requerimientos mínimos, frente a situaciones especificas:
hambre, frío, peligro. Además, las expresiones
afectivas mínimas que se traducen en algunos sonidos, no
pueden responder a toda la carga valorativa que circula, mediante
el lenguaje, en condiciones culturales favorables.
Funcionalmente la identidad no encuentra
razón de ser en circunstancias tan desfavorables. Perdida
la noción del ser, interaccionante, autónomo
y proyectivo, desaparecen los rasgos que pueden hacer semejantes
y diferenciables los individuos. Aunque, según el grado
observador, los rasgos de afectividad entre Amala y Kamala son
instintivamente fuertes. Cuando fueron encontradas Amala tenia
dos años y Kamala ocho; la muerte de
una de las niñas -la menor- provoca una crisis en la
otra (Kamala la mayor logró sobrevivir diez años),
crisis que se
manifiesta en un mayor aislamiento del nuevo grupo familiar
(equipo de trabajo del Dr. Singj).
En esta precaria condición humana al principio
Kamala se negó a usar ropa, no pronunciaba palabra,
mordía y arañaba al que se le acercara. Con los
años, aprendió un vocabulario reducido de palabras
del idioma Bengali, a llorar, a mantenerse en pie. También
confirmaría ésta experiencia que el pensar y el
lenguaje están estrechamente ligados. Mann
1987.
En esta misma dinámica de la "vida" de las
niñas en el hábitat de los lobos, confirma que
también desaparecen los vestigios de la vida cultural. Con
una mínima relación interpersonal, los elementos
básicos para la proyección de los valores
espirituales no funcionan, dado que la manada de lobos no puede
ser interlocutor para la dinamización de los sentidos
culturales. No son necesarios.
Vista la funcionalidad de los términos lenguaje,
identidad y cultura a la luz de la
historia de Amala y Kamala, se puede aventurar otra
hipótesis que no difiere mucho del planteamiento inicial,
pero que sí da cuenta de las múltiples
posibilidades que se mueven en este campo.
- Los niveles de utilización del lenguaje por
parte de sus usuarios, determinan el grado de desarrollo del
ambiente sociocultural en el cual viven.
Con la formulación de esta hipótesis se
pueden canalizar nuevos elementos que permiten ampliar el
panorama conceptual y contextual de los términos lenguaje,
identidad y cultura, en el sentido de su funcionalidad. Genera
además otras hipótesis, proporcionando espacios
para el ejercicio de nuevas lecturas interpretativas de los
casos. Por ejemplo, si la historia de las dos niñas
muestra la correspondencia entre el "incipiente" entorno cultural
y el apenas perceptible "lenguaje animal" sonoro. Otros casos
pueden mostrar la correspondencia entre un espacio cultural
favorable con el desarrollo del lenguaje.
El pobre desarrollo del lenguaje, del cual
disponían las dos niñas de la historia, sólo
puede explicarse por su incipiente relación social. El
hombre es un
animal social: el lenguaje es el producto de ese instinto de
sociabilidad, señala Aristóteles (citado por Bally p.28, 1941).
En la manada de lobos, las niñas seguían sus
comportamientos, adaptándose a sus prácticas
alimenticias y formas de comunicación, caracterizadas por
aullidos, como respuestas a los estímulos externos. Por
fuera de la manada, la actividad social era nula.
El medio cultural, al no existir, plantea pocas o casi
nulas exigencias comunicativas a las niñas, lo que se
traducía en el no uso de los códigos
lingüísticos, agravado por la atrofia de los
órganos productores de la voz humana. En estas
condiciones, el desarrollo de los principios de
identidad carecería de la más elemental
conciencia de vivir, a la manera de Bally, cuando plantea
que "la vida en función del lenguaje es la conciencia de
vivir, la voluntad de vivir". Por lo tanto, el hecho
trágico es la no existencia de identidad en las dos
niñas.
Según Sídorov (1966), el ejercicio del
pensamiento libre y autónomo no puede desarrollarse en
circunstancias tan precarias. Por lo tanto, Amala y Kamala
sólo viven un presente. Entonces el acercamiento del
hombre al conocimiento consiste en un proceso se hace desde el
lenguaje y mediante el intercambio comunicativo con los
demás seres sociales. El hombre se encuentra y se
relaciona con el mundo nunca como una conciencia aislada, sino
desde una comunidad de hablantes, que reciben saberes de otras
comunidades distintas en el tiempo y en el espacio. Por ello,
todo conocimiento ha de ser un ir a través del lenguaje,
es decir un diálogo
permanente.
Los usos y funciones de los términos:
lenguaje, identidad, cultura y sus implicaciones en la vida
escolar
En un ejemplo inverso a la historia de las niñas,
se podría citar la vida de la escuela. Lo que muchos
denominan "la cultura escolar". En ésta, las condiciones
relacionales de la comunidad educativa se manifiestan en espacios
que brindan las mejores condiciones para el desarrollo de una
cultura, que si bien es estandarizada, sus componentes
interactúan en sentido dinámico
proyectivo.
El empleo del
término "cultura escolar" tendrá un tratamiento
preferencial, en este caso, por cuanto permite globalizar un
conjunto de ideas entorno a considerar la escuela como la
institución que cumple el papel de sintetizador de la
cultura y de contacto con el desarrollo de la sociedad. La
escuela estandariza y racionaliza los saberes.
En relación con la cultura, la escuela es
un espacio que la promueve en sus prácticas. La
convivencia de los individuos, mediante las redes de interacción
cotidiana con sus interlocutores en la comunidad educativa,
genera un marco ideal para la construcción de un nuevo contexto de
cultura. Un contexto de cultura en el cual se asumen nuevos
paradigmas en
el sistema valorativo. Los sistemas tradicionales de valores
particulares socializan y dan vida a uno nuevo. Es el sistema
escolar distinto al sistema familiar.
Además, aparte de que los individuos al
socializar sus culturas particulares, establecen valores comunes
entre sí, la escuela superpone su sistema valorativo
institucional, cuyo carácter arbitrario es aceptado por la
mayoría de los miembros de la comunidad escolar. La
síntesis normativa de este marco de
transacciones e imposiciones está materializada en el
llamado "Manual de
Convivencia", que se asume como el regulador de los sistemas
valorativos enunciados.
Se señalan así los ingredientes que
permiten construir el enramado de prácticas de una cultura
predominante, pero que contienen elementos de las culturas
particulares. Los indicios arrojados por estudios realizados en
1993 por la FES, en torno a la
cultura escolar, muestran que con o a pesar
de ésta, subsisten los subsistemas de otras culturas,
estimulados por las presencia de lenguajes subyacentes al
estandarizado de la escuela (Bally, 1941).
En cuanto al lenguaje, los cimientos de una cultura
fuerte estandarizada, ligada
a otras particulares que circulan el medio escolar,
desarrolla un rol de primer orden en la aprehensión
conceptual y en la difusión de los sistemas de valores,
mediante la puesta en escena de códigos y símbolos
que los usuarios de la comunidad emplean en sus relaciones
cotidianas.
Aquí es posible establecer los patrones de la
identidad que colocan a los individuos del grupo escolar
en ambientes de interacción con los valores espirituales
de la cultura, circulando en el lenguaje escolar de lo
académico y lo común. La identidad como proceso
tendría otras connotaciones en la escuela, por ejemplo, lo
relacionado con el proceso de identidad profesional (el perfil
del estudiante), lo relacionado con el proceso de identidad
personal
(formación ciudadana ) y la identidad, en cuanto a rasgos
lingüísticos, culturales, sociales…
La circulación de saberes culturales y la
interacción lingüística median sobre las
estructuras de
la identidad del joven estudiante, materializándose en los
niveles de desarrollo de la
personalidad, incluyendo su desarrollo del pensamiento. Desde
luego, éstos son procesos que implican ritmos de una
funcionalidad creciente de los lenguajes y la cultura o culturas
de la escuela. Esta es una cadena que se involucra en estructuras
más complejas.
Lo funcional en niveles más complejos de la
vida social.
Las culturas en las sociedades son
dinámicas gracias a la vida funcional de los lenguajes. No
hay otra forma de trascender la cultura en sí y de
proyectar al individuo en sus procesos de identidad, ya que deben
ser igualmente funcionales.
El movimiento de
lenguaje como medio de propagación de los valores
espirituales de la cultura y como conocimiento en sí, es
lo que Jacobo Grimberg, en su obra "más allá de los
lenguajes" ha dado en llamar los segundos y los terceros
lenguajes. En autores como William y M. Halliday aparecen como
los sentidos culturales.
Lo humano en el hombre, o mejor, la distinción
más importante entre el hombre y los animales, radica
fundamentalmente en la capacidad de abstraer, de pensar, en
ejercitar la memoria de
manera proyectiva. En esta distinción, el lenguaje
interviene de manera determinante en la puesta en funcionamiento
de sus códigos y símbolos. En el desarrollo de la
mediación del lenguaje circulan los productos de
la cultura, de los cuales se apropian los usuarios, de acuerdo
con sus necesidades, con sus conocimientos (saberes) e intereses
particulares y con la capacidad de asimilación.
En esta concurrencia funcional de elementos culturales y
lingüísticos, el individuo va estructurando su
identidad. Al respecto se pueden establecer dos componentes
básicos:
- La identidad individual, que presupone
además de los rasgos físicos y espirituales,
niveles de dominio de las
estructuras del lenguaje, de sus códigos y de la
producción de sentidos (Labov,
1983).
Este último aspecto es muy importante tenerlo en
cuenta, puesto que constituye el eje de los encadenamientos
funcionales del lenguaje, mediados por los códigos
lingüísticos y la simbología popular, de los
cuales se apropian los usuarios para caracterizar sus
prácticas sociales y culturales. Articulado a este primer
componente, aparece un segundo relacionado con:
- La identidad social (o de grupo), cuyo mejor
indicador es la capacidad expresiva de la cultura de la
colectividad social, a través de los códigos que
funcionan convencionalmente, desde el interior hacia fuera,
para comunicarla.
Con la puesta en evidencia de dos situaciones inversas:
la historia de Amala y Kamala y la cultura escolar,
se puede inferir un elemento común en torno a mostrar
que la trascendencia de lo funcional es un síntoma
inequívoco de la existencia del lenguaje, la identidad y
la cultura. Que sus manifestaciones más tangibles se dan
en los vínculos relacionales dinámicos que cada
término imprime en su desarrollo. Esta condición de
lo funcional puede ser aplicable en las diferentes
situaciones, de las cuales participan los referidos
componentes.
La aproximación desde el enfoque funcional
enmarca nuevas posibilidades de estudio para comprender los
cambios que se vienen operando al interior de las sociedades y
sus incidencias en el entorno, del cual se nutre solidariamente.
En esta dinámica entran en juego nuevos
elementos de las culturas, signadas por los nuevos hechos
sociales, políticos, económicos,
tecnocientíficos y lingüísticos.
En todos estos hechos, el lenguaje se integra con
significativos aportes, en términos de nuevas
elaboraciones de la codificación lingüística,
en consonancia con los requerimientos de la técnica y
la ciencia, en
desarrollo. Los dominios que adquieren las lenguas, el amparo de las
condiciones que generan el desarrollo de las economías,
principalmente, se explican en la medida en que se comprenden y
asimilan los nuevos paradigmas de
los sentidos culturales.
Esto explica el hecho, cada vez más elocuente, de
la expansión de ciertas lenguas, en desmedro de otras,
cuyas áreas de influencia son estables o van perdiendo el
espacio común que tenían. Recientemente se escuchan
voces autorizadas reconociendo la fuerza con que
viene irrumpiendo la lengua inglesa de los Estados Unidos de
América
a través de los mercados
mundiales y del desarrollo técnico-científico,
principalmente.
Antes de continuar con esta reflexión es preciso
aclarar un cambio que se
viene introduciendo. Se trata del término lenguaje
por el término lengua. La alusión que se
viene haciendo, en esta última parte, indistintamente,
obedece a la necesidad temática de establecer ciertas
precisiones, distinguiendo las lenguas dominantes de otras no
dominantes, y entre sí mismas.
A propósito de esta aclaración, en el
Diccionario
Enciclopédico de la Ciencias del
Lenguaje (Ducrot, 1981) se plantea:
" la palabra lenguaje se asume en el sentido
preciso de lengua natural". Esta restricción
conceptual se fundamenta en los siguientes aspectos:
- La necesidad de precisión del objeto de
conocimiento, frente a la variedad de sentido
tradicional. - La extensión de la palabra lenguaje
implica el tratamiento de diferentes sistemas de signos, cuyos
estudios pueden darse por separado.
Superado este escollo conceptual, es pertinente indicar
además que el concepto de
lengua predominante se aplica preferentemente a aquellas,
cuyo dispositivo lingüístico (códigos), ha
permitido sobrepasar otras barreras idiomáticas, merced a
la estructura económica que las respalda.
El panorama geopolítico del mundo ofrece
situaciones significativas a este respecto que deben ser
valoradas en su justa dimensión. Los nuevos rumbos
lingüísticos proponen nuevos paradigmas en los
sentidos culturales de las comunidades humanas, cada vez
más cerca comunicativamente.
Esta nueva correlación en el desarrollo de las
lenguas, tienen un marco de funcionalidad, en el cual intervienen
factores diversos, en cuanto a la difusión y
propagación de políticas
económicas, en relación con los mercados
mundiales. Intervienen además factores de orden
tecnológico-científico en el campo de las comunicaciones, específicamente. Estos
elementos condicionan un nuevo orden en el plano del desarrollo
de las culturas, y en donde el individuo se inscribe en un
proceso de identidad más colectivo.
Como puede colegirse, este nuevo esquema del desarrollo
de las lenguas, en el cual se enmarcan las nuevas circunstancias
relacionales del lenguaje, la identidad y la cultura, tiene su
explicación en los cambios que se vienen operando de
manera acelerada para no perder el ritmo del desarrollo material
de las sociedades. Pero estos cambios no pueden ser operativos,
sino descansan en la funcionalidad interactuante de estos tres
componentes. El lenguaje aparece como el hilo conductor para su
función comunicativa.
Los últimos registros acerca
de las lenguas más habladas del mundo, señalan en
primer término al mandarín, inglés,
al francés, español,
ruso, y el alemán. Aunque se aclara que no se miden por el
número de hablantes, sino por sus niveles de
difusión en el mundo. Dentro de estas lenguas ocupa lugar
preeminente la inglesa, cuyo crecimiento progresivo la hace
lengua oficial en muchas regiones, y en casos también
crecientes, la segunda lengua en importancia, especialmente en
los países europeos más avanzados.
Tomando para el caso la lengua inglesa, dentro del
contexto lenguaje, se establecen, en primer lugar sus
fuentes
culturales originarias, la Gran Bretaña y los Estados Unidos de
América. Esto con el fin de identificar los
rasgos de su estructura social, para comprender su proceso
evolutivo funcional. Ya ubicados en el contexto
geopolítico norteamericano; por cuanto es el que
mayormente interesa para el caso, se advierte un marcado nacionalismo
en defensa de la lengua.
Esta particularidad se constituye en un primer
ingrediente, favorable por razones de una cultura
nacionalista muy arraigada por los medios
propagandísticos. Sin embargo, la defensa de la lengua no
basta por sí sola, por muy fuerte que sea el trabajo
propagandístico. Es necesario que ésta se potencie
en un campo socio-cultural favorable a su vida funcional.
Aquí entran en juego las
condiciones políticas
y económicas, mediante las cuales, el mercado de la
tecnología
por su capacidad de movilización se constituye en el
segundo ingrediente de dinamización de la lengua
inglesa.
Este caso particular puede ser el de otras lenguas, lo
que llama la atención es que se trata de una cultura (la
norteamericana) trascendiendo sus propios espacios para
determinar cambios en otras culturas. Cambios que se fundamentan
en el consumismo como punto de entrada en sociedades que lo
adoptan en muchas áreas de la vida de los
individuos.
La relación funcional lenguaje – identidad
y cultura entra, así, en un nuevo plano, merced a los
dominios económicos y políticos que pueden
desarrollar determinadas culturas. Ya no se trata de identificar
y reconocer los rasgos funcionales de la relación
planteada, en términos de las culturas hacia adentro, en
sus dinámicas particulares; ahora se trata de reconocer
otras dimensiones, en las cuales el lenguaje, la identidad y la
cultura, superan sus dinámicas internas para influenciar
sobre otras.
En este plano, el carácter funcional tiene
expresiones más refinadas y contundentes. No otra cosa
explica el hecho de que la lengua inglesa se acepte y adopte en
otras culturas, distintas a la norteamericana, como segunda
opción, sustentada en una necesidad, generalmente
artificiosa del mercado y de
la
globalización de los valores anglosajones.
La lengua inglesa funciona así como
mediación en un proceso de expansión
económica, sin que se desestimen factores de orden
académico, científico, tecnológico. Esto
tiene relación con los intereses y las finalidades con que
se adoptan en otras culturas. El caso Colombiano registra la
implementación del inglés en áreas
académicas, traducciones, tecnológicas y de
mercadeo,
principalmente.
Aunque en mucho menor grado, la lengua francesa se
presenta funcionalmente con otros matices, específicamente
en áreas de las ciencias, los
derechos
humanos, la pedagogía, la filosofía, proponiendo
cambios culturales en sectores mínimos de la población internacional.
Un análisis detenido de este nuevo plano del
desarrollo funcional del lenguaje, la identidad y la cultura,
permite inferir grados de funcionalidad, indescartables en
cualquier proceso, bien sea interno y externo. Sólo que el
funcionamiento tiene sentido en áreas específicas,
según las posibilidades proyectivas de la cultura que se
expande.
Si se observan las condiciones particulares en que se
desarrollan la relación lenguaje, identidad y cultura en
los contextos internos de las sociedades, así como en su
trascendencia a otras culturas, se puede advertir un punto en
común: todo este desarrollo relacional tiene sentido en la
medida en que se aborde desde la funcionalidad de los tres
elementos interactuantes.
EL HOMBRE, EL
LENGUAJE Y LA CULTURA
El hombre es un ser transgresor, se hace a partir de las
prohibiciones iniciales. La evolución biológica no fue un factor
suficiente, es claro que el hombre evolucionó, pero el
factor que lo hizo hombre es el lenguaje y sólo con el
lenguaje fue posible la prohibición, y éste, en
últimas, dio forma y sentido a la cultura.
Inicialmente conviene distinguir con Saussure (1978)
algunos conceptos de la lingüística que ayudaran a
despejar el meollo de este asunto, la relación lenguaje y
cultura, como determinantes en la formación del hombre.
Saussure distingue y establece diferencia entre lengua y habla.
Lengua la define como un sistema de signos y patrón de uso
y habla como realización o uso.
La normatividad es expresión de la cultura y al
mismo tiempo una transgresión del mundo natural; por eso
la ambivalencia; el hombre se prohibe y se humaniza, pero es
él, el primero en violar, en transgredir las normas que
él mismo establece. Ahora bien, si no fuera así, el
hombre sería un esclavo del mundo natural o de su propia
normatividad.
El encuentro del lenguaje y la cultura constituyen lo
que Halliday (1994) llama semiótica social o
semiótica cultural. Es decir, una codificación de
signos y símbolos derivados tanto del pensamiento
lógico como del imaginario mental. Desde este punto de
vista, el sistema social es un sistema de significados. Los
hablantes se comunican entre sí formando un sistema
social.
"El lenguaje es sólo uno de los medios aunque
la gente representa los significados inherentes al sistema
social. En cierto sentido , estos también están
representados (es decir, expresados) por el modo de andar de la
gente, la ropa que usa, sus hábitos alimentarios y las
demás pautas de comportamiento; en otro sentido, están
representados (es decir, hechos metáforas) por el modo en
que la gente clasifica las cosas, por las normas que establece y
por otros modos de pensar" Halliday 1994.
El lenguaje es un sistema de signos que cumple una
función cognoscitiva y de comunicación entre los
seres humanos, surgió en algún momento de la era
Antropozoíca y ha evolucionado a la par con el hombre. Sin
el lenguaje es impensable cualquier actividad humana, aún
la de pensar, porque lenguaje y pensamiento están
estrechamente relacionados.
Las herramientas
en sí conforman un lenguaje son un código,
independientemente del hombre, el lenguaje se levanta entonces
como un lenguaje de lenguajes, como un nivel superior capaz de
reducirlo todo a un sistema de signos realizados en el
habla.
En otras palabras, las herramientas
son signos, y el lenguaje humano es un signo de signos, un
universo
metafórico y simbólico. Por ello se ha definido la
lingüística, la ciencia del
lenguaje, como un sistema de signos, pero no solamente signos del
habla o del lenguaje sino de los diversos modos de significar y
comunicar, como las modas, el arte, el deporte etc.
El verbo en el ser humano es un mecanismo de
acción y de comunicación, es el acto más
creativo del ser humano en el que se puede conjugar la
acción con la prohibición. Sin duda el lenguaje es
un producto social y al mismo tiempo un instrumento de la
psique.
Ahora bien, " si yo fuera el único en el mundo no
tendría lenguaje, ni habla y ni siquiera mi habla", dice
Karl Vossler. El lenguaje es un sistema de signos que tiene sus
propias reglas, por lo tanto, es extensivo a la cultura. Y con el
nombre de cultura designamos todas las producciones materiales y
espirituales del hombre.
Los seres humanos somos lo que somos en el lenguaje,
somos en la medida que reflexionamos sobre lo que nos sucede. Sin
lenguaje no hay pensamiento, no hay reflexión, ni
conciencia, no hay discurso. El
hombre desde el inicio de los tiempos se ha preguntado por la
esencia de las cosas, ha tratado de relacionarse con la naturaleza,
inicialmente por medio del mito, el
arte y la
religión;
posteriormente por medio de la filosofía y la
ciencia.
Comprender, explicar, interpretar y penetrar los
secretos de las cosas desde una perspectiva racional sólo
es posible mediante el lenguaje. Fueron las prohibiciones las que
originaron la cultura y fueron dichas prohibiciones las que
dieron origen al lenguaje.
Ahora bien, los seres humanos en su interés
por relacionarse con la naturaleza y
conocer sus secretos ha "elaborado" diferentes lenguajes que
posibilitan acceder a la esencia de las cosas para de esta manera
conocer, aprovechar y transformarla para su beneficio. Son ellos
los que nos permiten construir cultura y el logro de la
identidad.
Hay muchos lenguajes: auditivos, visuales,
táctiles, etc. Estos mecanismos de comunicación
entre los hombres, de utilidad
creadora, indispensables para el contacto social con el uso de
los signos se convierten en elementos simbólicos de la
cultura humana.
En síntesis, todo esta atravesado por el
lenguaje, lo simbólico rige nuestro ser, no hay nada
social que no este bajo el imperio del lenguaje. Recordemos que
el primer uso del lenguaje fue la prohibición por tal
motivo el lenguaje debe usarse con fines pacificadores, los seres
humanos somos en la medida que reprimimos nuestra agresividad, es
por medio del lenguaje que el hombre reprime su sexualidad y
la primer prohibición antropológica fue la
prohibición del sexo con los
parientes más próximos. El hombre es un ser libre
de prohibirse y de realizar acciones por
tal razón debe darle al lenguaje un uso especial que le
permita su crecimiento moral y
ético.
IDENTIDAD,
ÉTICA,
ECONOMÍA Y
MORAL
Se pretende con este unidad establecer relación
entre: economía, identidad, ética y
moral; identificar las posibles causas del vacío
ético que atraviesa la sociedad
Colombiana. Se propone desarrollar una reflexión acerca
del principio de la Comprensión en sus posibilidades de
tejer pertenencias, identidades y valores fundamentales en la
convivencia de los seres humanos.
Esta aproximación a la comprensión de
nuestra realidad, exige analizar la problemática desde
distintos referentes: económico, ético, moral,
histórico, social y cultural. Por lo tanto los realistas
tienen razón: violencia,
corrupción, insolidaridad, poca confianza
en las instituciones,
cultura mafiosa, clientelismo, desigualdad, exclusión,
marginalidad,
pobreza y
falta de propósitos nacionales; son la consecuencia de
referentes históricos, culturales y económicos con
que hemos construido la colombianidad.
Los optimistas también están en lo cierto:
los colombianos somos emprendedores, rebuscadores,
soñadores, dispuestos a darlo todo a cambio de
nada, pero en esta gran paradoja lo más grave es que no
hayamos diferencia entre lo ético y lo moral, y
confundimos los valores con los antívalores. Una
comprensión cabal de nuestra sociedad no puede quedarse en
lamentar el lado malo o en exaltar lo bueno de nuestra
condición colombiana.
Ante todo, es trascendental que entendemos la "ética"
como la reflexión de lo que se considera valido y "moral"
el conjunto de creencias, comportamientos y valores que gobiernan
la vida de un individuo o de una comunidad. Por otro lado los
valores son categorías axiológicas que nos permiten
acondicionar el mundo y hacerlo habitable, ellos pueden ser
positivos o negativos.
Empecemos por afirmar, que la falta de una identidad
nacional es un problema de carácter histórico.
Colombia a
diferencia de países como México,
Perú y Guatemala
-donde la existencia de fuertes culturas ancestrales hilaron los
espacios para una identidad- no ha logrado crear referentes
serios de identidad porque sus aborígenes, los Muiscas y
Tayronas no lograron crear los referentes previos para una sana
convivencia e identidad.
De hecho, fueron las condiciones geográficas las
que obstaculizaron los procesos de cohesión entre los
grupos
étnicos ubicados en el territorio colombiano; más
adelante son las condiciones políticas impuestas por la
corona española las que imposibilitan la creación
de una cultura nacional.
Colombia tiene en la actualidad elementos que permiten
hablar de cohesionadores o premisas de identidad como son: el
café,
la caña de azúcar,
flores, el
petróleo, las artesanías, el banano, las
esmeraldas. En el lado humano los deportistas: Juan Pablo
Montoya, Antonio Cervantes, María Isabel Urrutia, Faustino
Asprilla, Carlos Valderrama, Fredy Rincón. En el campo
intelectual García
Márquez, Alvaro Mutis; el escultor Fernando Botero;
los científicos Manuel Elkin Patarroyo, Rodolfo Llinas; el
pintor Omar Rayo; los cantantes Shakira, Carlos Vives; el
compositor Kike Santander, entre otros. Personalidades que con
esmero y con sus obras han tejido la identidad Colombiana y se
han convertido en modelos de lo
bueno, lo bello y útil de nuestra nacionalidad.
El país es consciente, se requiere de referentes
más fuertes y encontrarlos sólo es posible, si
aceptamos primero nuestras diferencias, segundo si comprendemos
que somos una cultura híbrida y sobre todo, en tercer
lugar si reconocemos que hasta nuestra realidad geográfica
nos diferencia por la existencia de regiones cuyas
topografías son casi irreconciliables.
El problema está en que sí no construimos
fuertes referentes que permitan hilar el tejido para las
múltiples identidades, nos veremos eternizados en conflictos
irresolubles como consecuencia de la incomprensión.
Problemas
como: narcotráfico, subversión, corrupción, drogadicción, pobreza,
exclusión, marginalidad,
improductividad; son resultado de la falta de VISION por
la no-existencia de un proyecto
económico y político nacional.
La carencia de una MISION es una de las peores
lacras culturales que tiene Colombia; resulta
paradójico que después de muchos años de
terminado el Frente Nacional se produce el ingreso tímido
del país a la modernidad,
Colombia empieza a presentar características que la
diferencian del resto de los países del mundo, cuando se
presenta en forma dramática la crisis de su identidad, por
las marcas negativas
de la cultura del narcotráfico, de la violencia ypor
los estigmas que desde el exterior se etiquetan contra la
colombianidad.
Narcotráfico, droga,
delincuencia,
corrupción, violencia, irrespeto a los derechos humanos; problemas que
existen en muchas partes del mundo, pero no con los niveles de
refinamiento y descaro, que nos a convertido en los campeones
mundiales en corrupción, violencia, intolerancia e
incomprensión.
No podemos negarlo, esta desgracia es estructural; ha
corroído instituciones
como la familia
pilar de la sociedad, hasta llegar al Estado,
máxima institución de control
económico, político, militar y moral de un pueblo.
Desde luego, no es justo la mala prensa y la
imagen
negativa que se fabrica desde el exterior por estar construida
sobre prejuicios y alimentada por la perversidad de los
monopolios responsables indirectos en la modernidad de la
crisis moral, económica y política del
país.
El hecho de que Colombia este catalogada como uno de los
países más violentos del mundo, con noventa y dos
asesinatos en promedio por año, en el país hay
más de 7000 niños
empuñando las armas de la
guerra lo que
refleja el profundo vacío ético de la sociedad
colombiana. Pero aún mucho más grave es la
corrupción en todos sus niveles que ubican al país
entre las diez naciones más corruptas del
planeta.
La vida colombiana refleja una cierta ética y una
moral del canibalismo en la política, en los
negocios, en
la estructura del estado y en
las luchas sociales, en la amistad, en el
deporte, en la
ilegalidad y en legalidad. La gran pregunta es como enfrentar los
grandes desafíos que señala Jorge Luis Garay:
Construcción de una nueva Sociedad, sin superar la
violencia política, sin erradicar la cultura del
narcotráfico, sin rescatar la credibilidad institucional,
sin inserción productiva en la economía global. La
superación de la pobreza, el
logro del equilibrio
regional, la preservación del medio
ambiente, desarrollar una política
social, la creación de una amplia cultura de producción agro-industrial, la superar la
corrupción, la exclusión y la marginalidad, son
tareas inaplazables.
Según Luis Carlos Restrepo, Colombia es un
país de extraño: existe una extremada violencia que
se refleja en el desangre continuo de la sociedad, sin ternura y
con un alto nivel de analfabetismo
emocional, dado a la incomprensión, la intolerancia. Por
eso, para el escritor Gabriel García
Márquez, la educación es un
órgano maestro que nos permitirá superar el atraso,
hilar nuestra identidad y comprender realmente quienes somos y
cual es el papel conque debemos ser reconocidos en el presente
milenio.
Paradójicamente, la constitución reza en uno de sus
párrafos la erradicación del analfabetismo
cómo una obligación moral del Estado; la realidad
dice lo contrario tan solo 30 de cada 100 niños
en edad preescolar
pueden ingresar al grado 0; que sólo 60 de cada 100
menores que ingresan a la educación
básica primaria terminan el quinto grado. Por otra parte,
sólo el 47 por ciento de los niños entre 12 y 17
años ingresan a la secundaria, y tan solo 30 por ciento de
ellos termina el noveno grado.
Colombia en los últimos años ha invertido
importantes recursos en
la
educación pública con el propósito de
formar colombianos de alto nivel técnico y profesional,
pero todos sus esfuerzos han sido en vano el nivel educativo
sigue siendo bajo, los educadores mal remunerados, los programas
educativos están totalmente desarticulados y hay una
dramática escasez de investigadores.
Se hace cada vez más urgente que la educación en
Colombia, sin descuidar lo urgente y lo científico, se
fundamente en principios y valores éticos. Es imperativo
formar seres humanos, educar en humanismo,
enseñar a pensar el país y el mundo. Es en este
sentido que hay que comprender que todo proyecto
pedagógico debe estar centrado en defender la vida, la
convivencia y sobre todo en la fe en la construcción de un
mundo mejor, tallado por humanistas al servicio de la
humanidad.
Debe ser una tarea de todos superar las raíces
del odio, realizar acciones para.
la reconciliación entre los actores del conflicto
armado, eliminar los antagonismos irreconciliables, eliminar el
abuso del poder, la
iniquidad económica. Es necesario como lo plantea
Estanislao Zuleta crear una sociedad con mejores conflictos;
capaz de construir una verdadera reforma
agraria, que recupere la fe y la confianza en el
establecimiento publico; una sociedad capaz de defender
los bienes
comunes, que supere las lacras de la corrupción, el
clientelismo, el amiguismo y sobro todo recupere el orgullo por
nuestros patrones culturales.
El escritor francés Albert Camus dijo "patria es
selección de fútbol"; sin duda este
deporte se ha convertido en principal referente de nuestra
identidad. El fútbol es una versión sublimada de la
guerra; en
Colombia pocas cosas como el seleccionado nacional hacen que el
país salga del regionalismo provinciano, y se acorten las
diferencias clasistas, se lime las asperezas políticas y
elimine los antagonismos ideológicos.
El fútbol congrega a las mayorías
nacionales, produce las más agudas emociones,
alimenta altas y bajas pasiones; es en el fútbol donde se
ve con mayor claridad nuestra incomprensión por el
estrecho fanatismo y por la irracionalidad y el deseo de
eliminación del otro y que casi siempre termina siendo el
elemento detonador que justifica nuestra violencia para celebrar
un triunfo o para superar el guayabo de una derrota.
Colombia es un país de identidades; en ella
existen 88 comunidades indígenas con 60 lenguas
diferentes. También hacen parte del tejido étnico
colombiano las comunidades negras -afro-descendientes- con sus
dialectos y costumbres propias; los mestizos representan las
mayorías étnicas y finalmente una pregunta
quedará sin resolver: ¿cómo unir estas
comunidades sin que pierdan su esencia dichas
identidades?
Este fenómeno nos debe convocar a la
construcción de una nueva identidad que llene el
vacío de las diferencias, una identidad que éste
atravesada por lo más importante de nuestra
condición de colombianos, que haga frente a los antivalore
y cuyo fundamento sea la solidaridad, la
pluralidad, la generosidad y la disciplina.
No es posible reconstruir el tejido ético de la
sociedad Colombiana si antes no comprendemos sus manifestaciones;
las que evidencian que el país se desintegra por la
perdida de elementales principios como el de la
comprensión, la solidaridad y la
tolerancia.
Visto estos principios sin profundizar en ellos, podemos
caer en el cinismo y sobre todo cuando la violencia y la
descomposición de los distintos estamentos de la sociedad
colombiana han alcanzado niveles insospechados e incontrolables.
No nos podemos acostumbrar y aceptar esta violencia demencial; y
menos aún, perder la capacidad de asombro o simpatizar con
acciones que transgreden los valores
morales.
La violencia en Colombia tiene sus orígenes en
asuntos económicos, políticos y sociales, y es el
acelerado proceso de desmoralización que sufre el
país su principal combustible. El narcotráfico es
otra lacra que tiene sus orígenes en el cerrado monopolio del
poder de las
oligarquías tradicionales que cerraron las oportunidades
de crecimiento
económico para las clases medias y éstas,
desesperadas -ante esta exclusión- decidieron transitar el
camino de la ilegalidad.
Es el enriquecimiento rápido y fácil lo
que reemplazó los valores del trabajo honesto y con
esfuerzo por el contrabando, el secuestro, el
chantaje, el pillaje con los recursos del estado, y fueron
éstas las principales practicas crear la codicia y el
afán desaforado de fortuna. Pero no todo esta perdido, hay
importantes sectores que hoy están dispuestos a trabajar
en la construcción de una nueva sociedad que moralice las
relaciones sociales, económicas y
políticas.
. Una nueva sociedad centrada en el interés
general por encima del particular, porque sin una
reconstrucción moral y ética no será posible
avanzar por el camino del desarrollo.
Para la reconstrucción del tejido ético de
la sociedad colombiana se necesita:
- Reconstruir las costumbres y crear nuevas normas que
afecten el comportamiento de las comunidades
colombianas. - Construir un nuevo inconsciente colectivo que
produzca un cambio actitudinal en el individuo
colombiano. - Cambiar nuestra forma de pensar, sentir y de expresar
emociones e
ideas. - Construir una racionalidad humanista en el que prime
la sensibilidad por lo bello y el respeto por
lo bueno del hombre y el mundo. - Construir un tejido social y cultural que permita
unir las diferencias culturales y que se fundamente en la
pluralidad y el respeto por
la diferencia. - Diseñar una educación orientada a la
solución de problemas cotidianos, centrada en la
persona y
para el crecimiento de la persona. - Ampliar la democracia,
no olvidar que es el único sistema que nos permite vivir
aceptando las diferencias, una democracia
que rescate el valor de lo público, que garantice la
construcción de escenarios para la participación
de las mayorías y sobro todo, que rescate el orgullo por
los valores del país. - Rescatar el valor de la solidaridad, propiciar el
desarrollo
económico, fomentar el liderazgo
empresarial, impulsar la tecnología, desarrollar la ciencia y
colocar la investigación como pilar fundamental al
servicio del
hombre. - Que los principios de la generosidad, consistencia,
disciplina, justicia,
honestidad,
lealtad, equidad, tolerancia, fe,
comprensión, esperanza, responsabilidad, honradez y el amor no
sean simples proposiciones conceptuales en las universidades y
colegios, sino principios que rijan el obrar del ciudadano
colombiano. - Adoptar una nueva política en el diseño de planes de desarrollo local, que
propenda por el mejoramiento de las condiciones de vida en la
región y preserve los recursos
naturales. - Reforzar la participación de la sociedad civil,
ampliar la democracia en el terreno económico, a
través de la reforma
agraria, fomento de la propiedad
privada con sentido social. - Respeto por la sociedad civil,
construir redes de solidaridad ciudadana para la
superación de la exclusión, la marginalidad y el
fraccionamiento social. - Que el fundamento de la nueva ética este en la
relación lenguaje, identidad y cultura, es decir una
ética del pluralismo y la democracia, una ética
que admita que nuestra cultura es sincrética en todas
sus manifestaciones del pensar y del sentir.
Manfred Max Neef, el economista chileno en "El acto
creativo" nos recuerda que el mundo necesita de ser comprendido,
más que de ser conocido. El comprender es algo profundo y
esta relacionado con la percepción, y sólo podemos
comprender aquello de lo cual somos parte y penetrar en la
realidad. En tal sentido, si Colombia no supera el aberrante
individualismo que degeneró en la ética de la
supervivencia que ha puesto en peligro la convivencia y el valor
supremo de la vida humana; no podrá comprenderse, ni
reconstruir su tejido ético, y mucho menos construir una
identidad por encima de las identidades regionales, por lo tanto
no podrá tener un proyecto de vida para sus
ciudadanos.
Es aquí, donde cobra vigencia los argumentos del
economista chileno que nos invita a comprender, a penetrar en la
realidad nacional y de esta manera evitar el desastre moral,
cultural y social de la colombianidad.
IDENTIDAD Y CONFLICTO
CULTURAL
El mapa político que divide a los pobladores
del mundo en unos 200 Estados territorios, no refleja la
realidad conflictiva que se vive al interior de las naciones.
Las fronteras internacionales suelen ser líneas
artificiales que confinan pero no siempre definen la gran
contradicción que existe por la variedad de grupos
étnicos que hay dentro de cada territorio.
Una de las grandes características del siglo
que terminó, fue el desvertebramiento del País-
Estado, por estados conformados con base y referencia en la
unidad-étnica y cultural; para muchos analistas este
hecho, es un verdadero retroceso social que sólo
contribuye a un mayor fraccionamiento de la humanidad y un
factor para exacerbar los conflictos nacionales.
El mundo moderno es considerado una aldea global por
la presencia de fuertes sentimientos étnicos que hoy
identifican a sus pueblos.
Siempre han existido poderosas tribus globales -como las
anglosajonas- que en su expansión no sólo se han
apoderado de importantes valores culturales de otros pueblos,
sino que han impuesto a otros
sus valores éticos, económicos, tecnológicos
y científicos. Fueron los anglosajones los pioneros del
industrialismo y del desarrollo científico moderno, hoy
son los principales protagonistas de la globalización de los mercados
capitalistas.
Pero, cada vez es más fuerte la expresión
de fuertes sentimientos étnicos que reclaman una mayor
participación en la redistribución de la riqueza
global. Ellos son protagonistas del resurgir de los nacionalismos
culturales; su consigna hoy es: levantarse en contra de la
globalización y de las políticas aperturistas
por considerar que esta atenta contra sus valores
culturales.
Si hacemos un poco de historia y recordamos cómo
África en el siglo XIX era un continente
prácticamente desconocido para los europeos. Fue a finales
de ese siglo cuando se intensificó la guerra imperialista
por la búsqueda de las materias primas cuando se
despertó el interés por explorar este
continente.
Cuando el rey de Bélgica obtuvo para sí un
gran territorio en la cuenca del Congo, las potencias coloniales
decidieron que había llegado el momento para dividir y
apoderarse del continente negro. En noviembre de 1884, los
representantes de 13 países europeos y Estados Unidos, se
reunieron en Berlín. Allí se produjo el reparto y
se pusieron de acuerdo en respetar sus "áreas de
influencia". Sólo Etiopía y Liberia permanecieron
como naciones independientes.
Las potencias colonialistas también acordaron no
"explotar" a los nativos y en llevarles los beneficios de la
"civilización". La tragedia está en que, para
efectos de la nueva división territorial las potencias
colonialistas no tuvieron en cuenta las intrincadas estructuras
tribales, religiosas, lingüísticas y culturales
existentes en África. Los negociadores no conocían
y mucho menos les importó la historia de estas
comunidades.
Muchas tribus amigas quedaron separadas por las nuevas
fronteras políticas y muchos rivales de antaño
quedaron agrupados en un solo territorio, lo que de hecho se ha
convertido en caldo de cultivo de guerras
tribales que aún hoy en día existen.
Los "civilizadores" no previeron los conflictos que hoy
amenazan con la destrucción de pueblos enteros. Hoy,
África cuenta con 51 Estados independientes en los cuales
el nacionalismo y
los conflictos étnicos son el pan de cada día como
herencia
maléfica de un pasado colonial. Lo peor de todo es que,
algunos países son demasiado grandes para ser gobernados;
otros son muy pequeños y aislados para sostenerse como
Estados.
Algunos están en medio del desierto; otros
heredaron un inmenso potencial de riqueza mineral, pero carentes
de medios y recursos para aprovecharlos; otros han sufrido tanta
devastación a causa de las guerras
civiles que han perdido toda su infraestructura administrativa y
productiva. Por tal razón son muchos los Estados ubicados
al sur del Sahara cuyo nivel de vida es de miseria
absoluta.
Otro ejemplo lo constituyen los turcos: La
república de Turquía es una nación
del medio oriente que tiene territorio en Asia y Europa, en la
cual viven 55 millones de los 128 millones que constituyen la
etnia turca. Las tribus turcas emigraron hacia lo que hoy es
Turquía en el siglo décimo de nuestra era, quedando
la mayoría de ellos atrapados como minorías
étnicas en la inmensa región de Eurasia llamada el
Turquestan.
El Turquestan no se encuentra en el mapa
político, pero si apareciera como tal sería de uno
de los Estados más grandes del mundo. Porque se
extendería desde Siberia hasta la India, y desde
China hasta el
mar Caspio.
Los turcos que se encuentran en lo que hoy es
Turquía crearon un imperio (Otomano) que en su apogeo
dominó la mayor parte del sudeste europeo, África
del norte y el medio oriente; entraron en franca decadencia en el
siglo XVIII y se derrumbó totalmente después de la
derrota de Turquía en la primera guerra
mundial.
En el tratado de Lausana 1923 se estableció las
fronteras de lo que hoy es Turquía, y el país fue
proclamado república el 29 de octubre del mismo
año. El extinto imperio dejó tras de sí
muchas minorías turcas entre los pueblos que antes
dominaba; entre estos se encuentran Iraq,
Irán, Siria, Bulgaria, Grecia y
Chipre.
Los turcos que viven en la república de
Turquía son un ejemplo clásico de un Estado-
Nación. Mientras que los turcos pobladores del Turquestan
o minorías étnicas que habitan el
Mediterráneo hasta China son un
conflicto permanente y luchan por el reconocimiento e independencia
política.
Este insólito panorama, también tiene su
manifestación en Europa. Con la
aparición de la URSS, a comienzos del siglo XX, fueron
muchos los pueblos y comunidades étnicas que quedaron
atrapadas dentro de este colosal imperio dominado por Rusia y que
finalmente reventó en 1988, por las luchas de comunidades
enteras que no se resignaron a ser víctimas de una moderna
forma de explotación neocolonial disfrazada de socialismo.
Recodemos también que al finalizar la segunda guerra
mundial, las potencias (Aliadas) victoriosas se dividieron el
continente. La Europa Occidental, bajo el dominio de
Estados Unidos; Inglaterra y el
imperio del capitalismo
por un lado. Por otro lado la Europa Oriental bajo el dominio de
la "cortina de hierro"
impuesta por la URSS; Nación que se convirtió en
una moderna "cárcel de pueblos", para las
repúblicas socialistas de oriente europeo.
Con la caída del muro de Berlín y de la
Unión Soviética, se escenificó en estos
países la peor de todas las confrontaciones: las guerras
entre comunidades étnicas, unos por independencia
política, otros por crear su propio espacio
político y lograr la supervivencia de su comunidad
étnica amenazada que lucha para no ser eliminadas por una
mayoría dominante.
Igual suerte podría ocurrir en Colombia, sino no
se produce un gran acuerdo nacional entre los protagonistas del
conflicto armado que desangran el país desde hace mas de
50 años. Preguntemos ¿qué va a pasar en los
territorios ("repúblicas") de los "paras", de los
guerrilleros o de los "narcos"; una vez que "termine el conflicto
armado"?, ¿Se producirán las negociaciones?,
¿seguirán las guerras internas de liberación
el dominio territorial, en los dominios de Castaño o en
las republiquitas de los narco o en los santuarios de las Farc?,
¿Seguirá el desangre y la persecución contra
las facciones contrarias atrapadas en la intolerancia de la nueva
geografía
de la ex Colombia?, ¿Seguirán las campañas
de "limpieza" en nuestro caso ideológica y
política, en los nuevos Estados en los que seguramente
quedará dividido el actual país?.
Es atroz que en momentos en que la razón y la
inteligencia
sé presentan como el nuevo paradigma
global del nuevo siglo, la barbarie siga en Colombia
imponiéndose sin esperanza. Porque las mayorías
colombianas no hemos madurado en el dialogo y en la
posibilidad de concertar la paz.
NUEVO
ORDEN ECONOMICO Y CULTURAL
"¿Y se sabe algo de lo que allí ocurre?
Algo se filtra. Pero, junto a los que saben –que saben
más de la cuenta-, están los que prefieren
ignorar- sabiendo. En todo caso es un tema de
conversación que se evita…"perro en fin, no me
dirás que todo el mundo aquí está de
acuerdo con…" – Evidentemente que no. Pero están
los del laissez-faire, los del "yo no tengo la culpa", que son
una enorme mayoría. Si saben lo que ocurre detrás
de las alambradas, fingen que no lo saben…"
la Consagración de la
primavera
Alejo Carpentier
"Da la impresión que estamos viviendo el mejor de
los tiempos", decía el señor Ronald Reagan
después del colapso de las economías socialistas.
Porque, se terminaron las utopías comunitaristas; los
modelos de
bienestar entraron en crisis; las sobrevivientes economías
socialistas (China, Vietnam) abrazaron las economías de
mercado. Los gobiernos latinoamericanos abandonaron los viejos
modelos cepalistas de desarrollo proteccionista por los nuevos
modelos aperturistas, caracterizados por el desmonte del estado
benefactor. Convencidos que el estado
nunca fue un buen administrador las
naciones Latinoamericanas, se abrieron a los empresarios privados
locales e inversionistas extranjeros.
El objetivo
supremo de este modelo
–neoconservador- es reducir el estado, el
déficit fiscal, pagar
la deuda externa,
privatizar empresas
estatales, lograr la eficiencia en el
uso de los recursos. En muchos países este proceso fue
doloroso, generó de desempleo,
aumentó la pobreza,
incrementó la marginalidad y la
exclusión.
Se ha querido presentar el nuevo credo aperturista como
el motor de
desarrollo, de crecimiento
económico al generar condiciones ideales para la
acumulación de capital,
ahorro y
libertad para
la iniciativa privada.
La iniciativa privada, libre de la tenaza del
estado-interventor permitió a empresarios e inversionistas
extranjeros llegar a América
Latina. Chile fue el
primero en aplicar el nuevo modelo
aperturista, de las 500 empresas
estatales existentes durante el gobierno de la
Unidad Popular, hoy sólo hay 30.
Este modelo económico se ha convertido en
fuerza global.
Inicialmente fue experimentado en Inglaterra y
EE.UU; es la concretización del pensamiento
filosófico y económico de las escuelas de Viena, en
las que sobresalen Friedrich Von Hayek quién con su
gigantesco aporte intelectual hace renacer el pensamiento liberal
clásico, pensamiento que ha sido calificado de
Neo-conservadurismo, y que es una reafirmación de la fe
individualista, fe en el mercado como orden espontaneo y un
rechazo a toda forma de racionalidad y planificación económica del mercado,
la política y la sociedad.
El Neoliberalismo, a demás de ser una teoría
que contra argumenta las tesis del keynesianismo, forjador del
modelo cepalino, surge como un desafío al socialismo
triunfante y contra los Estados del Bienestar
capitalistas.
Las naciones industrializadas con el derrumbe de la URSS
se liberaron de la onerosa carga económica de la guerra
estratégica; (guerra de las galaxias) fenómeno
político que fue bautizado por el expresidente George Bush
como el "Nuevo Orden Mundial" fundamentado en el conservadurismo
político y que le ha permitido al capitalismo
imponerse como doctrina económica global por encima de la
democracia, los derechos humanos,
las libertades civiles y los valores intrínsecos de la
convivencia social.
El Neo –Liberalismo o
renacimiento
liberal se impuso en casi todos los países y gobiernos del
mundo capitalista como la expresión renovadora ante un
sistema que parecía agonizar en los años sesenta.
Son considerados precursores de la aplicación de esta
nueva política la señora Margaret Tacher y el
señor Ronald Reagan, cuyo credo neoliberal es: apertura,
integración, privatización, fe en el individuo, rechazo
al paternalismo estatal, limitación del intervencionismo
estatal, modernización de las empresas, competencia en
los mercados mundiales y productividad sin
limites.
Sin embargo, este inesperado escenario global, tiene sus
paradojas, buenas noticias para algunos países
tercermundistas que se han visto favorecidos por la presencia de
capitalistas extranjeros, lo que ha permitido que sus
economías crezcan a ritmos vertiginosos; el caso de los
llamados "tigres asiáticos" y en el caso de América
Latina: Chile. Lo que
refleja un desplazamiento de la riqueza de ciertas naciones ricas
hacia países pobres a través de las inversiones
que aprovechan mano de obra barata y abundancia de recursos (un
obrero Alemán gana cinco veces más que un
trabajador de Taiwan) eso explica el interés de ciertos
países por invertir en algunas naciones del tercer
mundo.
Pero curiosamente este "nuevo orden mundial" no trae
consigo el paraíso terrenal y en muchas naciones hay
escepticismo; economías como la Japonesa, la Alemana, la
Norteamericana, las mismas que cantaban el himno de la
prosperidad están experimentando recesión.
Situación que no parece ser la mejor para la
mayoría de los países capitalistas de segunda fila
y menos para las naciones pobres que han visto agravar sus
problemas
sociales, económicos y culturales gracias al modelo de
desarrollo Neo-liberal.
Con el colapso del socialismo real, se favoreció
la correlación de fuerzas a favor del capitalismo. Su
"triunfo" es incontestable y en ello radica el optimismo del
Neoliberalismo, pensamiento económico que
hoy es sometido a la más dura crítica por parte de
muchos defensores del sistema capitalista como George Soros
temerosos del derrumbe y de la crisis del capitalismo global.
El Neoliberalismo ha demostrado ser un rotundo fracaso
en materia social
en lo que hace referencia a las naciones tercermundistas pero al
mismo tiempo un gran triunfo ideológico en materia de
negación de los derechos sociales. No hay un
solo economista riguroso y competente que pueda afirmar que la
reestructuración Neoliberal en América Latina ha
sido fuente y factor de desarrollo, entendido este como la
posibilidad de ampliar los niveles de vida de una
comunidad.
Hay dos modelos capitalistas en el mundo, ambos son
triunfadores con el derrumbe del socialismo y de la crisis de los
modelos de bienestar. Recordemos que el capitalismo por esencia
es ganador, sólo invierte donde puede ganar; uno es el
modelo Anglosajón, constituyéndose en una
civilización comenzó a formarse en el siglo XVII
con Hobbes, Locke,
Adam Smith,
Bentham, Darwin, y el otro
es el ingles, quienes le trasmitieron a sus descendientes de
Estados Unidos los principios y valores del mercantilismo
y las audacias en el mundo del mercado.
El modelo Anglosajón tiene su expresión
más desarrollada en las políticas de Estados
Unidos, país que consolidó su hegemonía con
el fracaso de la URSS, hecho que no sólo le ha permitido
convertirse en potencia global,
sino también ser promotor del aperturismo de las
políticas neoconservadoras a gran escala. El otro
modelo también ganador; es el capitalismo Renano o modelo
intervencionista, que hoy se aplica en general en los
países de Europa continental.
Es en este escenario global, que los países
industrializados entonan los himnos del progreso mientras
América Latina se reduce a la pobreza, y tan solo ha
logrado convertirse en fuente de materias primas para el mercado
interno mientras que el comercio
mundial cada depende menos de ella.
Hayek el teórico del Neoliberalismo es, sin duda
un pensador coherente, riguroso y sistemático. Fue
declarado premio Nobel de economía
política. Su propuesta parte, de la crítica al
construtivismo de René Descartes y
termina proponiendo la eliminación (de la razón)
del racionalismo
como forma para ordenar la sociedad y la
economía.
Recordemos, con Descartes se
da inicio a lo moderno, él representa el punto de partida
de una nueva época, en la cual el mundo gira alrededor del
sujeto hombre creador con su subjetividad de un mundo distinto al
mundo creado por la naturaleza o al mundo metafísico
creado por Dios. Lo moderno es Antropocentrico.
Descartes, en su célebre "Discurso del
método"
empieza dudando de sí mismo y de todas las verdades de la
época, su propósito era encontrar nuevas verdades
claras y distintas. Para lograrlo utiliza la razón como
tribunal de verificación, concluye afirmando que la
única verdad de la que no es posible dudar es la
existencia del sujeto que tiene la duda, de ella nace su
máxima "pienso luego existo". Es con esa subjetividad que
se va ha construir el nuevo mundo, es decir bajo las premisas de
la racionalidad cartesiana.
El estado deja de ser un producto divino a partir de
Descartes y se convierte en una construcción humana,
producto de un contrato de
voluntades, el gobierno deja de
ser una representación celestial y se convierte en un
asunto de normas, leyes reguladas
por hombres y para el beneficio del hombre.
Hayek critica el construvismo cartesiano y señala
que es una simple pretensión del racionalismo
el querer ordenar el mundo bajo los parámetros de la
razón y plantea su eliminación por medio de su
tesis de la existencia de un orden espontaneo, que existe sin la
premeditación humana, en dicho orden no interviene la
voluntad humana y tampoco responde a la razón. Por tal
razón el mercado opera de manera abierta, libre, sin la
intervención del estado. Él piensa que el objetivo
supremo de ese mercado libre, es el "beneficio" de todos los que
concurren a él.
Constructivismo en el lenguaje de Hayek, es creer que se
puede ordenar el mundo a partir de un gran proyecto de sociedad
teórico. No es posible la existencia de ese ordenador
según él. Por eso su filosofía declara la
superioridad de las economías de mercado y el orden
espontáneo, en que la iniciativa individual y libre es el
motor del
progreso. Criticando la democracia y toda forma de planificación, de centralización y, no cree en la justicia
social.
Lo novedoso de su proyecto es la reducción del
estado al mínimo, en los asuntos sociales y limitarlo al
máximo en lo referente de los asuntos económicos.
Este modelo económico se denomina Capitalismo Salvaje, por
su esencia excluyente de las políticas sociales, y por que
preconiza abandonar la democracia. Por fortuna, contra de este
modelo, hoy en el mundo son muchas las voces que claman por un
verdadero y Nuevo Orden Económico Mundial, eso sí,
un orden económico distinto al que pregona el exmandatario
norteamericano Ronald Reagan que sólo beneficia al gran
capital a
costa de ampliar la pobreza y eliminar la asistencia social de
los trabajadores en los países pobres.
Capitalismo Salvaje, neoliberalismo, una ideología que se convirtió en una
práctica que genera prosperidad en términos
económicos para los ricos, facilita los avances
técnicos y científicos para el gran capital al
tiempo que margina, desplaza y crea profundas rupturas sociales
aumentando la miseria, la pobreza en niveles nunca antes
registrados en los países del tercer mundo.
Colombia durante el gobierno del presidente César
Gaviria introdujo en forma forzosa el Neoliberalismo a
través de políticas aperturistas, sistema ha
generado la ruina de importantes sectores de la economía
nacional por su in competitividad
en los mercados nacionales e internacionales. Este modelo
aumentó la pobreza – el 70% de la población- elevó la deuda externa, el
desempleo
subió al 20 % , el campo está totalmente deprimido
y la industria no
se reactiva, lo que confirma que nuestra crisis no sólo es
de identidad cultural es también de oportunidades
económicas y sociales.
IDENTIDAD NACIONAL Y PROYECTO
NACIÓN
Existe la tendencia a utilizar las palabras
Nación y Estado como si fueran sinónimo; por Estado
entendemos además del aparato de gobierno, las
instituciones y el orden jerárquico de un pueblo
políticamente organizado, que ocupa un territorio. Una
Nación, es un pueblo que tiene en común lenguaje,
identidad, cultura, historia, religión,
sentimientos de unidad nacional y vida económica. Lo que
nos lleva a pensar que una Nación no necesariamente es un
Estado independiente.
Si una Nación y un Estado comparten las mismas
fronteras, constituyen una entidad política administrativa
que se llama Nación-Estado. Hay que señalar que
este concepto – Nación- Estado- se emplea en la
actualidad para hacer referencia a cualquier país
independiente.
Son relativamente pocos los Estados en los que
encontramos una Nación que ocupa un territorio y
políticamente se reconoce como estado; ejemplos que
podemos mencionar Islandia, Japón y
algunas islas del caribe.
Las poblaciones de lo que hoy llamamos "Naciones-Estado"
suelen ser una mezcla de varios grupos étnicos que
están reunidos bajo una sola bandera por razones
históricas y en algunos casos esta unión es
arbitraria y conflictiva.
Las fronteras internacionales son simples líneas
imaginarias y artificiales que definen en la actualidad una
estructura política, económica y
cultural.
Existe en el interior de muchos países
diferencias culturales que de no converger amenazan con la
división territorial; ya sea a través de la
separación administrativa o la liberación total.
Son muchos los ejemplos de esta frágil situación,
uno lo constituye la provincia canadiense se Québec con
85% de hablantes franceses que han convocado varios plebiscitos
para separarse de Canadá.
Los Kurdos en Irak han
desafiado el estado en una prolongada guerra de
liberación, los hechos de Bosnia, el de Irlanda del norte
con el Reino Unido, el caso del país Vasco en España
constituyen algunos ejemplos de los conflictos que se dan al
interior de los países por la carencia de una cultura
nacional incluyente.
Las fronteras fueron trazadas de hecho, respondiendo a
intereses económicos sin tener en cuenta los intereses
culturales de las comunidades étnicamente organizadas.
Esta situación es generadora de conflictos, sobre todo, si
algunas culturas o grupos étnicos son segregados o
marginados dentro de la misma nación.
Las naciones surgen con el desarrollo del capitalismo y
fue la expansión industrial lo que movió la
necesidad de controlar los recursos
naturales y lo que hizo necesario definir las fronteras. Con
el paso del tiempo y el desarrollo del comercio las
fronteras se hicieron más firmes y se fortalecieron los
conceptos de Nación y Nacionalismo.
Nacionalismo o amor por la
patria puede ser una fuerza muy positiva e inspirar a sus gentes
a hacer lo máximo por el bienestar de un país. Pero
cuando la búsqueda de la grandeza de una nación
está motivada por el interés egoísta, esta
se logra a expensas de las minorías culturales. Ahora bien
cuando el nacionalismo prospera en una nación cuyo grupo
líder
es mayoritario, las minorías que están dentro de la
frontera son perseguidas, discriminadas y en muchos casos
consideradas enemigas; se prohíbe su idioma, sus
tradiciones, su religión, su forma de pensar con el
propósito de ser absorbidas por el grupo
dominante.
En todos los casos en los que las minorías no
logran ser transculturizadas y es derrotada, la única
alternativa que le queda a estas comunidades es emigrar. Una de
las grandes tragedias de este final de siglo son los desplazados
por causas del prejuicio de la xenofobia, el racismo y la
intolerancia ideológica.
Muchos países cuyas economías son
prósperas viven el drama del ciudadano que no quiere
compartir con extranjeros o con minorías nacionales las
ventajas económicas y sociales de su
país.
Las cifras demuestran que la fiebre anti-inmigrante
crece fundamentalmente en Europa y Estados Unidos, también
en las prosperas economías asiáticas, lo que ha
creado en muchos países considerados Estado de Derecho
se empiece a legislar en contra de los extranjeros o
minorías nacionales. Resulta paradójico que este
ocurra en países civilizados donde se pregonan los
derechos humanos.
Para confirmar anterior, encontramos que la gran mega
tendencia del mundo es la globalización de la cultura del
industrialismo, del comercio y de la cultura occidental, en
detrimento de lo regional y de las minorías culturales.
Por eso, es imprescindible reforzar la tolerancia, el valor de la
pluralidad, el respeto por la diferencia como únicas
garantías para el equilibrio en
esta nueva correlación de fuerzas económicas. Es
también importante recordar que no existen culturas
superiores ni inferiores, sólo existen culturas
diferentes.
Si bien es cierto, existen culturas
tecnológicamente más avanzadas; también es
cierto que ninguna nación o cultura debe actuar como juez
frente a otras, ni pretender imponer a ultranzas sus valores o
principios. Sin duda el mundo es cada vez más global en
cuanto a los intercambios de estilo de vida, el respeto por la
diferencia debe ser la garantía para un nuevo equilibrio
en cuanto lo cultural y político.
No se puede negar la identidad cultural se ha convertido
en elemento jalonador de los procesos de supervivencia de muchas
naciones y de minorías culturales que reaccionan para no
desaparecer. Por tal motivo, es preocupante la situación
de Colombia, un país tejido con frágiles argumentos
de unidad nacional, sin un proyecto nación. Recordemos que
un país que no es autónomo, que no tiene su propio
proyecto de vida fácilmente cae en los proyectos de
otros.
Los colombianos no podemos renunciar a fortalecer
nuestra identidad. Porque el país que sabe para donde va,
no puede perderse. Por tal razón se debe luchar por elevar
el nivel educacional, hilar pertenencias, reafirmarse su
identidad en la diversidad, en la democracia, reconocerse en la
pluralidad y su multiculturalismo, no en la fragilidad sino en la
oportunidad de fortalecer la diferencia por medio de una
democracia más amplia y profunda.
La discusión sobre el vacío ético
de la colombianidad está a la orden del día, con
sólo ojear la prensa, escuchar
la radio o ver
los noticieros de la
televisión, nos damos cuenta de que las cosas andan
mal en el país. Todos sabemos que la economía
siempre ha estado mal, que la violencia siempre ha existido y que
el desempleo es una variable normal del sistema capitalista y que
la pobreza es su principal producto… pero ¿ qué
es lo normal y qué es lo que está mal?, es posible
que nunca haya acuerdo, un consenso en referencia al anterior
interrogante, porque cada cual responde desde la orilla de sus
sentimientos morales.
Los paramilitares dirán que está mal
negociar con la guerrilla, que no está bien adjudicarle al
E.L.N una zona de distinción y que esta mal realizar una
reforma agraria que beneficie a los campesinos pobres del
país. Los guerrilleros dirán que está mal
realizar aperturas, globalizar, neoliberalizar la economía
colombiana; que está mal la explotación de la
burguesía. Los dirigentes de los partidos tradicionales
dirán que está mal, inculparlos de corruptos y de
responsables de la quiebra de la
institucionalidad. La iglesia
dirá que está mal el secuestro, los
asesinatos, la pérdida de los valores católicos.
Los sindicalistas dirán que está mal que despidan a
los empleados públicos, que está mal que el estado
no tenga un amplio compromiso social. Los gremios
económicos dirán que está mal que les
aumenten los impuestos, de
industria y
comercio, y el ciudadano común dirá que está
mal cerrar hospitales, escuelas y fábricas.
Será posible establecer un gran acuerdo nacional
sobre lo que debe realmente mejorar en el país. Por otro
lado los docentes dirán que está mal que sus
alumnos no comprendan lo que leen, que sean incapaces de realizar
operaciones
elementales de matemáticas. Los estudiantes dirán
que está mal que los obliguen a leer, a estudiar, a
memorizar y a escuchar las clases. El padre de familia
dirá que está mal que eliminen los presupuestos
para escuelas, colegios, hospitales y centros de salud.
Antes de dar respuestas a estos interrogantes,
recordemos:
Las guerrillas son el producto de la inconformidad civil
convertida en rebelión contra el Estado. Estado que cada
día es más inoperante. Los paramilitares y grupos
de autodefensa son el resultado de la más clara
demostración de intolerancia ciudadana. La violencia es
una forma de solucionar los conflictos y las diferencias
ideológicas. La corrupción es la forma más
eficaz en Colombia de enriquecimiento. El Estado en Colombia es
un aparato burocrático, paquidermico, incapaz de cumplir
funciones elementales como: garantizar seguridad,
brindar educación, salud, vivienda, empleo y
bienestar para el pueblo.
Los partidos
políticos o las llamadas colectividades
históricas han sido inferiores al gran compromiso nacional
de presentar y ejecutar un proyecto de salvación nacional,
sólo les ha preocupado enriquecer a sus camarillas y
directivas corruptas. Por tal motivo, es urgente su
renovación del Estado. Porque falta de liderazgo,
Colombia es un país que no ha podido sostenerse en el
mercado mundial, ni como agricultor, ni como exportador de
manufacturas y, sólo ha vivido de bonanzas milagrosas y
pasajeras.
Finalizando el siglo XX Colombia se ubicó como la
séptima nación más corrupta del planeta,
sólo superada por Camerún, Paraguay,
Honduras, Tanzania, Nigeria, Indonesia, y sólo superada
por Venezuela y
Ecuador
respectivamente. Colombia es una nación donde el 45% de
sus empresarios ignoran los más elementales principios
éticos cuando se trata de alcanzar sus egoístas y
mezquinos intereses empresariales. Este país no
sólo es el más violento del mundo sino el de mayor
impunidad, aquí se comete un homicidio cada 18
minutos y un secuestro cada seis horas.
Lograr consenso y acuerdo de todos los colombianos
acerca de lo que está mal requiere no sólo
profundos estudios sociológicos, antropológicos,
psiquiátricos y económicos, sino también
sentido común para saber ¿para donde va Colombia?.
Son siete los grandes desafíos que debe enfrentar la
colombianidad, siete sus grandes males: pobreza, violencia,
narcotráfico, deuda externa, degradación del
medio
ambiente, corrupción estatal y desequilibrio regional.
Si la mayoría de los colombianos compartimos ésta
tesis tendremos claridad en torno a las cosas que andan mal y
podremos presentar nuestras hipótesis como alternativas de
solución.
Colombia es un país ampliamente rico en recursos
naturales, pero estos por si solos no producen bienestar en la
población; se requiere de una cultura ampliamente
productiva como lo precisa el economista Jorge Luis Garay en su
propuesta de "Construcción de una nueva sociedad"; es
preciso explotar en forma racional y desarrollar un sistema
sostenido. Una nación es calificada de rica cuando suple
ampliamente las necesidades básicas, sociales, culturales
y de realización de su pueblo, y es pobre cuando es
incapaz de generar felicidad en sus habitantes y cuandi no
satisface las necesidades básicas de sus
pobladores.
Estamos de acuerdo en que este país es rico en
ingenio, creatividad y
talento; sus habitantes son inteligentes pero carentes de
proyectos de
vida y como consecuencia el país carece de un proyecto
nación. Nuestro problema no es de lucidez intelectual; la
causa del mal está en que hemos convertido las diferencias
en algo negativo. El país será próspero,
pacífico y modelo, el día que todos y cada uno de
los proyectos de los ciudadanos visionen en la misma dirección del proyecto nación.
Sólo reconociendo nuestras diferencias y
aceptándolas como un valor seremos capaces de superar
nuestros males.
El país tendrá un alto nivel de vida
cuando los proyectos de vida de cada ciudadano estén
expresados en valores como el trabajo honesto, la solidaridad, la
tolerancia, la disciplina, el esfuerzo, la frugalidad, la
productividad;
no es sólo exportando flores, petróleo,
carbón, etc.; porque no sólo la acumulación
de capital es lo que permite superar la pobreza, se requiere
voluntad y compromiso con el país y entendido este como
una gran familia con
diferencias pero con ideales comunes
El país tendrá una mejor calidad de
vida el día que empecemos a invertir en mejorar la
calidad humana
, y esto se logra sólo invirtiendo en educación,
sólo con una educación de calidad comprometida con
la academia, la investigación y la ciencia daremos los
primeros pasos para salir de la miseria moral y la pobreza
material del país.
Mario Vargas Llosa, uno de los grandes escritores
latinoamericanos sostenía: "Un gran libro es para mi aquel
que me obliga a revisar mis opiniones, que de alguna manera me
contradice. Eso me sucedió releyendo El hombre rebelde de
Albert Camus, hace cinco años. En ese entonces pensaba que
no había más remedio que aceptar en ciertas
circunstancias, de la historia que el fin justifica los medios.
El admirable ensayo de Camus sobre la violencia me
convenció de que la única moral histórica
aceptable es la opuesta: la de que son los medios los que deben
justificar los fines. De este planteamiento del escritor peruano
podemos inferir que hay una innegable relación entre
lenguaje la identidad y la cultura.
EL COMPONENTE
EDUCACIONAL Y FORMATIVO DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE
1991
Poco más de una década de vida ciudadana
bajo el mandato de la Constitución Política de
1991, permite disponer de elementos
teórico-prácticos para evaluar sus aciertos y
debilidades, en función de su conocimiento y acción
operativa. Con estos referentes, el presente trabajo focaliza su
aproximación reflexiva a los dos componentes formativos,
en tanto sujeto educable y sujeto de la relación
ética con otros.
Al particularizar el componente educacional-formativo de
la constitución, esta reflexión se estructura
mediante dos hipótesis de trabajo, correlacionadas entre
sí: el carácter de ciudadano conocedor del
contenido social y visión práctica, y el sujeto que
se hace en la aplicación de ese conocer. El saber y el
hacer. Con éstas se hace alusión al concepto de
ciudadano sujeto comprendido y al concepto de ciudadano sujeto de
la comprensión.
Esta correlación se alimenta en los procesos
participativos, en los cuales los sujetos experimentan unos
aprendizajes, con especial énfasis en la vida escolar. En
el contexto de la escuela se comprende la instrumentación de la Ley General de la
Educación como ámbito de la
organización de su vida participativa. Aquí se
articulan lo intelectual-humano, dentro del contenido social de
la constitución.
Con todo, este estudio aproximativo a la Carta
Política, sólo pretende explorar una parte de su
compleja propuesta social de la construcción valorativa de
un nuevo ciudadano.
LA
CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE 1991
UNA APROXIMACIÓN VALORATIVA
DESDE LA CONCEPCIÓN
HUMANÍSTICA E
INTELECTUAL
Al abordar la Carta
Política, sancionada el 7 de Julio de 1991, mediante una
lectura
globalizada de sus 380 artículos, es preciso reconocer su
gran avance en materia de desarrollo
social. Situación que la coloca como una de las
más modernas y adaptadas a las exigencias del mundo
contemporáneo. Por lo menos en su espíritu muestra
una gran sensibilidad social, en el sentido de la
valoración humanística del ser ciudadano Colombiano
y en el contenido implícito de su concepción
democrática manifiesta en sus
propósitos.
En este aspecto, el tratamiento de los deberes y
derechos ciudadanos, así como los mecanismos para la
protección, individuales y colectivos, son su punto
medular.
Para efectos del desarrollo de la presente
reflexión, la referencia al contenido social, es
precisamente el factor motivante del acercamiento particular a
nuestra Constitución Política de 1991. asunto que
se asume en función del concepto de ciudadano, como ser de
derechos y deberes, capaz de percibir y de vivir los nuevos retos
de la comunidad humana. Un sujeto comprendido, y a la vez
implicado en las dos comprensiones: la intelectual u objetiva y
la humana intersubjetiva.
En el reconocimiento constitucional del nuevo concepto
de ciudadano participativo, o bien del sujeto comprendido, es
preciso implicar, además al sujeto explícito en la
comprensión. De esta manera se pueden observar la
dimensión operativa, es decir, las acciones que le dan
sentido práctico al componente axiológico del
sujeto en sus relaciones éticas (relación humana
intersubjetiva) y la dimensión cognoscitiva
(relación humana intelectual). Son dos elementos
complementarios entre sí: El Saber y el Hacer, los que
conforman al sujeto educable.
Asumir estos dos elementos presupone el ejercicio
coherente de dos lecturas. Por un lado, una lectura de su
semántica, por el otro, una lectura de su expresión
operativa. En cuento a
la lectura de
su semántica, interesa y es suficiente para el caso de
esta reflexión, realizar un acercamiento comprensivo e
interpretativo del articulo 41 de la Constitución
Política del 91, en el cual se advierten las dos variantes
relacionadas con el sujeto, en cuanto a lo
intelectual-organizativo y a lo
relacional-ético.
En cuanto a su expresión operativa, se pretende
dar cuenta de los procesos de interpretación particular y
de operatividad en los contextos específicos de la vida
escolar, fundamento social del aprendizaje de
los valores ciudadanos y de su puesta en acción, a
través de las relaciones de la convivencia
cotidiana.
En el entendido de que el aspecto educativo es
sólo un punto de referencia para señalar el
contenido social-humanístico de nuestra
constitución, se asume como una mirada altamente
significativa para dimensionar sus alcances y deficiencias,
además de sus posibilidades para el logro de un sujeto
mejor dotado, en una sociedad con un desarrollo equilibrado. De
hecho, los indicios que se perciben en sus más de diez
años del nuevo espíritu constitucional, no son
alentadores.
Ese sujeto dotado de los elementos éticos para la
participación ciudadana, es el propósito, entre
líneas, del articulo 41 de la Constitución
Política, que aparece como cierre del capítulo I
relacionado en los derechos fundamentales. El cual plantea
que…
"En todas las instituciones de educación,
oficiales o privadas, serán obligatorios el estudio de
la Constitución y la Instrucción cívica.
Así mismo se fomentarán prácticas
democráticas para el aprendizaje
de los principios y valores de la participación
ciudadana. El estado divulgará la
constitución".
Si bien el énfasis está puesto en la
formación de individuos éticamente capaces de
interactuar como ciudadanos participativos, admite una lectura
integrada del objeto de la intervención: un sujeto
integrado en su dimensión humana e intelectual. Esta
conceptualización permite disgregar
metodológicamente estos dos componentes para efectos de
análisis.
Desde el punto de vista de las prácticas
escolares, el sujeto ético se construye mediante el aprendizaje
constitucional y de los fundamentos de la cívica,
además del fomento de las prácticas
democráticas. El estado (puede leerse), a través de
sus representantes educativos, es el encargado de difundir la
Constitución. Se aprecia así la relación de
dos términos que ayudarán a discurrir entre lo
intelectual y lo humano: el aprendizaje y las
prácticas. Aunados a estos términos, los mecanismos
de participación ciudadana (Art.103) constituyen parte
consubstancial al ejercicio de la democracia en la
escuela.
El sujeto (estudiante) debe aprender la
Constitución Política a lo largo de su proceso
académico, en la educación formal.
ARTICULO PRIMERO. – Para poder obtener el titulo de
bachiller en cualquiera de sus modalidades, todo estudiante,
deberá haber cursado cincuenta horas de estudios
Constitucionales.
PARÁGRAFO: Autorizase AL Ministro de
Educación Nacional para que reglamente la forma como la
asignatura debe ser cursada.
Esta asignatura hace parte del área de las
ciencias
sociales, componente obligatorio consignado en el articulo 23
de la Ley 115 de 1994.
De esta manera, se convierte en asignatura fundamental del
Plan de
Estudios de cada institución educativa, en relación
con los requerimientos particulares del Proyecto Educativo
Institucional correspondiente.
El aprendizaje de la Constitución
Política, es así una manera de dar a conocer al
estudiante (ciudadano en potencia), e
informarle, que existe una normatividad, por encima de todo,
estructurada con base a unos requerimientos
socio-antropológicos, orientada a la creación de un
clima de
convivencia humana más propicio para el desarrollo en
todos sus aspectos. Son espacios proporcionados por la
Constitución y que comienzan a formar parte de la
conciencia social de las jóvenes generaciones, merced a la
intermediación del maestro, quien a su vez interpreta y
pone en funcionamiento su divulgación, contenida en el
Plan de
Estudios de cada institución educativa.
En este proceso primario se puede reconocer una
intención social-humanística, generada a partir de
la concepción misma de la Carta
Política. Educar en la Constitución es un acto
humano que se materializa en la relación
pedagógica, por cuanto ubica al estudiante como centro del
proceso, confiriéndole las bases para su crecimiento
integral. Estas bases del conocimiento constitucional integran en
su estructura informática un amplio articulado, en el
cual se incluyen las distintas alternativas para la
participación ciudadana. Con esto se abre un panorama
mejor dispuesto para el desarrollo
humano.
La perspectiva que se abre en este proceso de
difusión del contenido de la Constitución tiene
especial sentido, toda vez que proyecta al hombre (estudiante), a
niveles de la acción, componente básico del hacer
humano. En la acción y en hacer con otros, el hombre se
humaniza, imagina, sueña, crea… Ésta
acción pedagógico-social, encuentra un campo
favorable en los mecanismos para el ejercicio participativo del
ciudadano (Art. 103 de la C.N.C.), tales como las acciones de
petición, de tutela, las veedurías ciudadanas,
entre otras.
Ejercitar estos mecanismos implica poner en
acción todas las funciones de la actividad humana. En el
saber los mecanismos, abstraer sus conceptos, comprenderlos,
interpretarlos, ejecutarlos, se ponen en alerta todo un cuerpo
pensante y físico. Además, estas actividades se
ponen en relación con otras, dándole así una
autentica dimensión social. Los procesos del desarrollo de
la autonomía son tangibles, y el concepto de la libertad
adquiere sentido en sus prácticas.
Es preciso señalar que el uso adecuado de esta
apertura constitucional, tiene su máxima expresión
en el estado de receptibilidad, de quienes se erigen como sus
referentes inmediatos. Es decir, si los mecanismos participativos
están abiertos para la acción, éstos deben
ser utilizados por seres propósitivos, ciudadanos
actuantes que no esperan ser representados. Sujetos
participantes. La realidad nacional en este campo, nos muestra
una situación distinta, en cuanto al concepto ciudadano.
Hay avances, pero no los esperados.
Se asiste así a la puesta en escena de una
segunda etapa correlacionada a la anterior. A la letra
constitucional y su proceso de difusión, el estudiante
aprende las normas y las aprende en función de los usos
que hace de los mecanismos de participación. Para el caso
concreto de la
escuela, estos mecanismos aparecen materializados en la
construcción de los Proyectos Educativos, en el marco de
la ley 115 de 1994.
Esta ley General de la Educación, su
denominación más usual con la cual se conoce, es,
al igual que la Constitución Política, el producto
de un proceso democrático de discusión en la
Asamblea Nacional Constituyente y aprobación final en el
Congreso de la República. Y como tal sus propósitos
son altamente progresistas en materia de autonomía
escolar, al lado de la ley 60 de 1993. por su estructura,
características y fines propuestos es el más
elocuente mecanismo de participación ciudadana,
específicamente relacionado con la comunidad
educativa.
El sólo hecho de proporcionar los espacios para
la construcción de los proyectos educativos, de acuerdo a
las condiciones particulares de cada institución educativa
(Art 73), la Ley General de la Educación, activa muchas
energías e involucra a los estamentos más
directamente relacionados con la escuela. Estos estamentos
adquieren particular sentido, al ser agrupados bajo el
término de Comunidad Educativa, ampliamente definida y
caracterizada en sus funciones. La participación ciudadana
en aspectos relacionados con la formación educativa
está abierta.
El Estado bajo el mandato de la Constitución
sigue ejerciendo la función social de educar, con una
acción menos pasiva por parte de la comunidad educativa.
Con esta apertura al ejercicio de la participación
directa, los miembros de la comunidad asumen un poder decisorio
sin precedentes en asuntos que competen a la escuela, incluyendo
la concepción y elaboración de los Planes de
Estudio. El poder decisorio es limitado, pero lo suficiente para
activar todo un potencial humano, físico y material, en
torno a la escuela que se desea construir.
La movilización de las distintas condiciones y
capacidades humanas es un hecho tan real y tangible como la
propia escuela. Se ponen en escena niveles participativos, cuya
gradación depende en gran medida del aprestamiento de los
miembros en cada comunidad educativa. Éste aprestamiento
tiene que ver con el
conocimiento de la Ley General de Educación y su
disposición operativa (Ley 60 de 1993), así como de
las condiciones particulares en cada
institución.
Asumiendo estas particularidades, es bueno destacar todo
el conjunto operacional que se pone en juego mediante el
ejercicio participativo:
- El conocimiento se despliega en todas sus formas,
niveles y características. Los miembros de la comunidad
asumen sus roles con lo mejor de sus inteligencias. Deben
conocer las normas, la comunidad, sus espacios sociales y
geográficos, sus necesidades de desarrollo, su ecología… en fin,
muchas cosas para comprender el entorno. Es una puesta en
escena de su intelecto. - El mundo afectivo también se ve altamente
comprometido, toda vez que el ejercicio de la
participación, pone a prueba requerimientos, cada vez
mayores, en la medida en que se socializan los saberes, se
identifican y resuelven los problemas, y se toman las
decisiones. Es una interacción permanente con el otro,
en la cual la ética ciudadana individual se fortalece en
la acción educativa.
Fundamentos de la convivencia social como el disenso y
el consenso, entran en el juego de las dinámicas de la
tolerancia. Es un juego, en el cual los saberes y las
éticas individuales fortalecen lo colectivo, en cada
identificación y búsqueda de solución a los
problemas. La construcción de Proyectos Educativos propios
son formas de resolver situaciones problemáticas,
problemas particulares y generales del quehacer de una comunidad
educativa. Los miembros de la comunidad, más que ser
representados son participativos.
En la participación ciudadana como parte
operativa y en el
conocimiento, ligado a los saberes (incluido el saber
participar), se conjugan dos fases interactuantes en la
acción humana. Y es en esta actividad recíproca
donde cobran sentido el contenido social y la visión
humanística del desarrollo, fundamentos de la actual
Constitución Política. Como se puede entrever, la
constatación que se hace en estas líneas es, desde
una mirada a la concepción educativa, materializada en la
Ley General de la Educación, quizás la más
ejemplarizante de los tópicos constitucionales, objetos de
estudio.
El hecho citado, por sí mismo no explica todo el
referente de estudio en este trabajo, pero tiene la
particularidad de abrir compuertas a un mundo que precisa de
hombres dotados de amplios conocimientos, con afincados valores
éticos y con una visión social propositiva para el
desarrollo
humano. No se puede negar, la Constitución
Política plantea, en este sentido, bases que se pueden
hacer sólidas en nuevos intentos. El ciudadano de hoy
participativo, no es el mismo ciudadano de ayer representado.
Algo ha cambiado favorablemente.
Con todo, las distancias entre éstas dos
concepciones no son aún altamente significativas, por lo
menos desde el punto de vista práctico. El pleno ejercicio
del sujeto (ciudadano), en virtud a su comprensión
intelectiva y humana se muestra incoherente con su nueva
historia. Obstáculos que van desde la ambigüedad en
la parte operativa las resistencias
connaturales a lo nuevo, hasta el desconocimiento y la
apatía, no permiten maximizar las conquistas encaminadas a
un desarrollo humano como ideal de progreso. Ya están los
cimientos. Sólo falta que la conjugación de muchas
voluntades posibiliten el avance en la construcción de
estructuras sociales más sólidas y humanas. La
educación en el saber y en el hacer, es una
buena perspectiva.
CONSTITUCIÓN DE 1991, UNA REVOLUCIÓN
INCONCLUSA
"la democracia participativa y la economía de
mercado son ingredientes esenciales en una sociedad abierta"
George Soros.
Con la Constitución Política de 1.991, en
Colombia se abre un nuevo proceso de participación
ciudadana y, más concretamente un nuevo marco
democrático fundamentado en el reconocimiento legal de los
derechos fundamentales para todos los colombianos. En tal sentido
la carta
constitucional es considerada como una de las más
avanzadas del mundo.
La constitución incorpora como derechos
fundamentales los consagrados en el título II y
CapÍtulo I, que reconoce para todos los colombianos unos
derechos primarios como son: la vida, la integridad física, la salud y la
seguridad
social, el reconocimiento jurídico, la
educación, libertad de culto, de conciencia, de
expresión, el trabajo y la participación entre
otros.
La carta abrió los espacios y facilitó una
apertura democrática, superando el estrecho marco de la
democracia representativa; apertura que tuvo como fundamento el
reconocimiento de nuevas libertades e igualdad que
refleja la nueva concepción pluralista con que se pretende
confeccionar el pensamiento político de la nueva
nacionalidad.
La Constitución abrió nuevos espacios de
participación ciudadana, rompió el estrecho marco
de llamada democracia representativa, avanzó al definir el
Estado como una Democracia Participativa; pero no ha podido
superar el formalismo retórico. En tal sentido, la
convivencia pacífica, la tolerancia ideológica, el
respeto mutuo, el pleno reconocimiento de las libertades, la
igualdad jurídica sigue siendo un ideal, a pesar de estar
consagrados en la norma. Lo que hace pensar en la necesidad de un
nuevo pacto social que incorpore nuevos elementos a la carta
fundamental.
Hoy se afirma, después de diez años, que
la Constitución de 1.991 no es una obra perfecta, pero sin
duda ella ha significado un avance formidable en la
modernización del Estado. Porque de poco sirven las
reformas legales si no hay profundos cambios en la conducta de
nuestras comunidades. Ella es una Constitución
eminentemente social que busca eliminar los privilegios, las
injusticias, y los atropellos, por tal motivo, fue elaborada bajo
los preceptos del respeto de la dignidad humana y en la
convivencia pacífica.
Para el profesor Alcibíades Paredes
2 La posibilidad de
convocar una Constituyente como resultado de eventuales
negociaciones de paz -en referencia al actual conflicto armado
que se libra en Colombia es un hecho porque a pocos años
de vigencia del estatuto de 1.991, ha demostrado que, lejos de
ser un medio efectivo para canalizar y profundizar una verdadera
democracia avanzada, ha sido instrumento legitimador del
autoritarismo presidencial, de la hegemonía bipartidista,
de la corrupción oficial generalizada, de la
discriminalización de la protesta social.
Si nos guiamos por las agudas críticas que se
escuchan en torno a la carta de 1.991, lo más sensato es
-antes de realizar dicha convocatoria- ponernos de acuerdo sobre
lo que queremos para el país, sobre la filosofía
que debe guiar nuestras actuaciones e implementar una
Constitución con nuevas reglas, más claras que
posibiliten el desmonte de la hegemonía bipartidista,
elimine el presidencialismo, se creen nuevos órganos de
control, facilite
la participación de las minorías, establezca una
lucha frontal contra la corrupción, reduzca los miembros
del congreso y que el estado sea declarado como Estado
Democrático Pluralista e Incluyente.
Entre los muchos cambios que introdujo la
Constitución de 1.991 se cuentan los mecanismos de
participación como la tutela, en la defensa de los
derechos fundamentales, se facilitó la doble nacionalidad,
la vida de los colombianos en el exterior; la
participación comunitaria; endurecimiento de las
inhabilidades de los congresistas; la elección popular
alcaldes y gobernadores, la introducción del sistema acusatorio y la
Fiscalía.
A pesar de tan notables realizaciones, la actual
Constitución de 1.991 es una revolución
inconclusa. A pesar de que bajo su vigencia se han realizado las
grandes transformaciones, antes mencionadas, también se ha
fortalecido la violencia, la corrupción política,
la impunidad. En tal sentido, es urgente crear una nueva cultura
ciudadana que defienda la público y los intereses
generales de la comunidad nacional.
Hay preocupación por lo ineficaz del aparato
judicial, no hay confianza en los tribunales, el país
registra los más altos índices de homicidios,
secuestros, el narcotráfico se ha fortalecido, la
insurgencia es más activa, al tiempo que el
paramilitarismo se ha consolidado como principal agente de
violencia en el país. Es en este panorama, que se hace
necesario pensar si lo que quiere en el país es una mera
reforma o una nueva carta constitucional.
La actual crisis estructural, confirma los vacíos
presentes en la carta; el conflicto armado que lacera nuestra
sociedad nos lleva a reflexionar sobre la urgencia de construir
una nueva sociedad3
cuyas bases deben estar fundadas a partir del trabajo de
"desarrollar una cultura productiva y política con la
abolición de prácticas y lógicas de
comportamiento arraigadas, como la rentística y la ilegal,
enmarcada dentro de un verdadero ordenamiento democrático
e incluyente socialmente, en el contexto de la
globalización comprendidas las esferas económica,
política, social y cultural". Garay, 1999.
Una nueva Constitución debe garantizar que los
ciudadanos en el país tengan derecho a las mismas opciones
con el fin de contar con una sociedad verdaderamente avanzada y
democrática; incluyente y participativa. En tal sentido
cada uno de los colombianos debe ser un defensor del
interés colectivo y un constructor de lo público,
porque de la legitimidad del Estado depende la superación
de los vacíos normativos expresados en la actual
constitución.
Resulta paradójico, que la Constitución de
1991 a pesar de haber sido presentada como un nuevo proyecto
político, en esencia, conserva la vieja estructura de la
Constitución de 1886: tres poderes, república
unitaria, sistema de gobierno presidencialista, congreso
bicameral, régimen político liberal, régimen
económico propiedad
privada, derechos individuales y libertades públicas. El
mayor obstáculo que tiene la carta de 1991 es la
reglamentación económica neoliberal a la que ha
sido sometida desde su implementación por el Presidente
César Gaviria.
El país, en el marco jurídico de la
Constitución de 1886 sortea con relativo éxito y
progreso la época comprendida entre los años de
1930 y 1970 con la ayuda de la concepción keynesiana; la
teoría de la demanda,
movida por la necesidad de ampliar el consumo social
y encontrar incentivos para
el fortalecimiento de la inversión y la búsqueda de la
utopía del "pleno empleo" lo que ayudo en la
construcción de una teoría política que se
fundamentaba en la intervención progresiva del Estado y
que se expresó en la ampliación del gasto
público.
El keynesianismo colombiano creyó encontrar la
piedra filosofal que le permitiría resolver la vieja
discusión entre los peligros del liberalismo
clásico y la concepción marxista, en aquel
entonces, cada vez más creciente en los ambientes
académicos e intelectuales; de todos modos las recetas del
keynesianismo entraron en crisis en los años setenta,
cuando la inflación aniquiló todas las
posibilidades de financiación del gasto
público por parte del Estado.
En estas nuevas condiciones tanto neoconservadores como
neoliberales entraron en franca alianza – los primeros
defendiendo la iniciativa privada y los segundos el mercado- se
dieron a la tarea de desmontar el esquema keynesiano y su
inevitable consecuencia: la liquidación del Estado
interventor y con ello eliminar las políticas de
planificación e inversión social en salud y
educación.
Paradójicamente es a partir de la existencia de
la Constitución la de 1991 y que es profundamente social
cuando se da inicio a las privatizaciones a gran escala y con ello
se amplían los niveles de pobreza y desempleo. Ante este
panorama los colombianos han empezado a dudar de las bondades del
Estado Social de Derecho.
"Colombia es un Estado social de derecho, organizado
en forma de República unitaria, con autonomía de
sus entidades territoriales, democrática, participativa
y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana, en
el trabajo y la solidaridad de las personas que integran la
prevalencía del interés
general".4
Antes de este panorama a los colombianos se nos ha
presentado el concepto de "Estado Social de Derecho" como
sinónimo de país de leyes, en el cual
existe división de poderes que son garantes para la
existencia del "imperio de la ley". En tal sentido el
Artículo 2º; reza:
"Son fines esenciales del Estado: servir a la
comunidad, promover la prosperidad general y garantizar la
efectividad de los principios, derechos y deberes consagrados
en la constitución…"
Pero, el Estado Social de Derecho consagrado en la carta
de 1991 ha terminado tristemente identificado con el Estado
Liberal y que sólo reconoce libertades ciudadanas, respeto
por la vida privada, la sacrosanta propiedad privada y todo el
lastre positivo que se fundamenta en la explotación por
parte de una clase social dueña de los medios producción al resto de la población,
y en esencia es la negación de la democracia.
Con respecto a este problema resulta esencial pensar en
la modificación de la actual carta. Se debe partir
cambiando la concepción de Estado. Porque el Estado Social
de Derecho es un constructo teórico formal, que en la
realidad no responde a la defensa del patrimonio
social de la ciudadanía ni es garante de lo que se propone
en la misma carta. Ella, a pesar de ser una constitución
eminentemente social no ha logrado en diez años eliminar
los privilegios, las injusticias, los atropellos. Los preceptos
de respeto de la dignidad humana y convivencia son sólo
formalismo jurídico.
La Constitución de 1991 consagra a Colombia como
un Estado Social de Derecho a diferencia de la
Constitución de 1886 en la que se concibe el Estado como
Estado de
Derecho. Sin duda se introdujo el concepto de Social porque
no bastaba la visión de Estado Positivo de los derechos
humanos sino la garantía de los mismos. Pero este giro
jurídico no resolvió el problema. El actual modelo
económico imperante en Colombia -Neoliberal- está
en absoluta contravía de las necesidades de progreso
social -en materia de derechos humanos- de los sectores populares
y se ha convertido en una poderosa tenaza que amplia los niveles
de marginalidad, de pobreza, inequidad, injusticia e
intolerancia; factores que determinan la violación de los
derechos humanos a gran escala.
Terminada una década de vigencia de la
constitución de 1991, es urgente reflexionar en torno a
los aspectos que no se concluyeron y que origina inconformidad
con la carta, y pensar como lo están haciendo un
número cada vez mayor de colombianos: modificar la actual
carta sobre la base de fundar un nuevo estado que permita la
reconstrucción de lo público, lo ético. Y en
todos los casos este debe ser esencialmente democrático
pluralista e incluyente.
"Lo público debe ser inseparable de una
democracia incluyente y participativa" como lo señala el
economista e investigador, Luis Jorge Garay. Defender lo
público es condición fundamental para garantizar en
forma real no sólo la democracia sino también los
derechos humanos y el tejido ético.
Derechos humanos son todos aquellos atributos y
facultades que permiten a una persona a la comunidad reclamar
lo que necesita para vivir dignamente y cumplir los fines
propios de la vida en comunidad5 . Vivir dignamente implica tener acceso a
los bienes
materiales,
culturales y sociales para el disfrute pleno de la misma. A
pesar de estar consagrado en la constitución la defensa
de los derechos humanos Colombia junto con China, Indonesia,
Turquía y Argelia son considerados los países
más violadores de los derechos en el mundo.
Giddens, se pregunta: ¿Qué es la
democracia? Y responde: "la democracia es un sistema que implica
competencia efectiva entre partidos
políticos que buscan puestos de poder. En una
democracia hay elecciones regulares y limpias, en la que toman
parte todos los miembros de la población. Estos derechos
de participación democrática van acompañados
de libertades civiles: libertad de
expresión y discusión, junto con la libertad de
formar y afiliarse a grupos o asociaciones
políticas".6
Así como sin participación no hay
democracia, tampoco ella puede existir sin oposición, de
la misma manera como sin democracia no funcionan los partidos.
Por lo tanto la base de cualquier proyecto político
constitucional fundamentado en la democracia debe empezar por
reconocer el pluralismo y ofrecer garantías para la
participación. La existencia de múltiples partidos
que se disputan la dirección del gobierno configura la esencia
de la participación; contrario a lo que existe en la
actualidad. El gobierno no tiene oposición sino
subversión por parte de grupos alzados en armas, por la
imposibilidad de participar políticamente con programas
distintos a los expresados por los partidos llamados
tradicionales.
La Constitución política de Colombia
consagra la participación democrática de los
partidos y movimientos políticos. Establece los mecanismos
de participación: el voto, el plebiscito, el referendo, la
consulta popular, el cabildo abierto, la iniciativa legislativa y
la revocatoria del mandato. Contempla un estatuto de
oposición para los movimientos y partidos que no
participen del gobierno puedan ejercer libremente la
función crítica y presentar alternativas
políticas. Pero el país conoce la suerte de muchos
movimientos políticos que han sido sistemáticamente
eliminados y sus miembros desaparecidos por representar intereses
contrarios a los consagrados por las fuerzas que tradicionalmente
dirigen el gobierno de turno. Hace falta por lo tanto avanzar,
profundizar la democracia es decir realizar lo que Anthony
Giddens llama "democratizar la democracia" y para esto es preciso
modificar o transformar en forma profunda la actual carta
política.
Todos los demócratas sabemos de la incapacidad
del actual Estado para ofrecer canales democráticos en la
solución de graves problemas nacionales, lo que se
evidencia en las protestas generalizadas y permanentes paros
cívicos, movilización de la insurgencia, el
narcotráfico y los grupos de autodefensa los cuales
pretenden suplir la ausencia del estado. Fue por eso que, en el
año de 1990 se desarrolla y se consolida en Colombia un
amplio movimiento de
opinión en él coinciden diversos sectores
políticos, económicos, étnicos y sociales en
la necesidad de transformar las estructuras políticas y
administrativas existentes. Se convoca a la elección de
una asamblea nacional constituyente que estuvo integrada por
representantes de los partidos políticos tradicionales,
los movimientos guerrilleros desmovilizados, los
indígenas, los trabajadores, campesinos y grupos
religiosos
Son los constituyentes los que van a confeccionar la
carta del 91. la que hemos calificado de revolucionaria pero
inconclusa, diez años después, por diversos
factores, antes mencionados, y los que a continuación
anunciamos para ampliar nuestra argumentación respecto a
la necesidad imperiosa de renovarla o cambiarla.
Mediante el artículo 7 se reconoce a Colombia
como un estado diverso en lo Cultural y en lo Étnico y se
le asigna al estado la responsabilidad de proteger esa diversidad. El
Artículo 13 establece:
"Todas las personas nacen libre e iguales ante la ley,
recibirán la misma protección y trato de las
autoridades y gozará de los mismos derechos, libertades
y oportunidades sin ninguna discriminación por razones de sexo, raza,
origen nacional o familiar, lengua, religión,
opinión o filosófica".
Lo anterior significa, que no puede haber en Colombia
exclusiones, restricciones o preferencias de motivación
política, religiosa o racista y, las autoridades tienen la
obligación de impedir que el principio Constitucional de
igualdad sea vulnerado o amenazado por conductas inspiradas en la
exclusión. Pero en el país siguen existiendo
instituciones públicas y privadas que no garantizan ni
permiten la participación de minorías
políticas, sociales y étnicas. Se requiere no
sólo del enunciado formal jurídico sino
también de la correspondiente reglamentación. En
tal sentido las comunidades negras, indígenas y las
minorías políticas siguen reclamando entre otros
sus derechos.
Hoy en el país son muchos los juristas, e
intelectuales de todas las disciplinas los que discuten sobre el
modelo de Estado que debe imperar en Colombia. Al respeto dice un
editorial del tiempo:7
"No se trata de defender el capitalismo salvaje ni el
socialismo a ultranza, al fin y al cabo en el mundo entero se
está imponiendo la democracia como modelo
político y la economía de mercado como base del
modelo económico… se habla entonces de un modelo
económico "a la criolla", lo cual es perfectamente
lógico si con ello se pretende diseñar un esquema
apropiado a nuestras necesidades y posibilidades".
La reflexión sobre un nuevo modelo
económico, democrático y
alternativo8
debe partir del análisis de que el libre mercado
base del neoliberalismo conduce al capitalismo salvaje al crear
políticas económicas que sólo favorecen al
gran capital y la iniciativa privada en detrimento de las
políticas sociales, al limitar la intervención
estatal. Así como la propiedad privada sin restricciones
base del capitalismo individualista, conduce a una lucha desigual
en la que la libertad y la riqueza en manos de unos pocos coarta
y limita las posibilidades de progreso de las mayorías
asalariados.
La actual carta emprendió una revolución
que se quedó inconclusa. Porque, Revolución es un
cambio fundamental que se presenta en cualquier actividad humana,
ya sea dentro de lo económico, lo social, lo
político. El propósito de una revolución es
cambiar de forma radical las estructuras económicas, el
sistema de gobierno y las instituciones de gobierno. Hemos
argumentado en este ensayo que la Constitución de 1991 es
una revolución inconclusa de tal manera que la sociedad
sigue esperando cambios fundamentales que deben expresarse en una
nueva carta fundamental con nuevas instituciones que interpreten
una nueva forma de gobierno centrado en mayor nivel de
democracia, más participación y sobre todo plural e
incluyente.
Una revolución profunda que genere una reforma
del estado9 y
cuya única forma de gobierno sea una democracia avanzada
participativa e incluyente y para el logro de tal
propósito es preciso: reformar la justicia, el sistema
judicial, los órganos de control, creación de
instrumentos eficaces para combatir la corrupción, el
narcotráfico, reforma política que legitime el
pluralismo, reforma de los movimientos políticos y
movimientos, reformas al sistema electoral, dar garantías
plenas a la oposición y las minorías, ampliar los
mecanismos de participación, reformar el congreso,
modernizar el aparto administrativo, descentralizar y generar
poder local, crear nuevas políticas de servicios
públicos, eliminar el presidencialismo y sobre todo lograr
la convivencia pacífica en todo el territorio nacional a
través de firmar acuerdos serios con los actuales grupos
armados.
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Por:
Álvaro Mina Paz