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Lider Managment




Enviado por ademazariegos



    Indice
    1.
    Introducción

    2. El líder del Siglo
    XXI


    4. Las empresas creadoras de
    valor

    5. Las empresas y la
    sociedad

    6. Crear valores para las
    personas

    7. Contrato de trabajo
    tradicional

    8. El nuevo concepto
    moral

    9. Conclusiones
    10. Bibliografía

    1. Introducción

    La palabra líder,
    es vista por todos como algo que todos queremos ser, ciertamente
    hay personas que este titulo lo traen desde niños y
    vemos como desde pequeños son los "lideres" de su grupo de
    amigos, luego lo son en la escuela y
    continúan cultivando este adjetivo en sus
    empleos.

    En este, nuestro siglo XXI, la palabra líder ha
    retomado importancia en las empresas. Se
    necesita de gente capaz de dirigir y lograr que sus subordinados
    hagan la diferencia ante tanta competencia e
    innovación que encontramos en los mercados.

    Sin duda la
    globalización ha sido una herramienta muy importante
    para todos los países, pues permite diversificar y llevar
    nuestros productos a
    limites antes no imaginados, pero exige que estemos al día
    en cuanto a la tecnología, creatividad e
    innovación y para eso se necesita de una persona capaz de
    lograr los objetivos
    planteados.

    Nuestra mentalidad al respecto es que no se trata de ser
    líder porque se heredo el poder o se
    voto para que obtuviera el liderato. Ser líder es asumir
    la responsabilidad y plantearse estrategias que
    llevaran a desarrollar la empresa,
    logrando que el equipo de trabajo pueda encaminarse a lograr los
    resultados planteados y diferenciar nuestros productos o servicios en
    este mundo de competitividad.

    2. Líder del siglo
    XXI

    La obligación de prepararse para un futuro
    digitalizado y globalizado ha puesto de manifiesto la necesidad
    de un liderazgo
    nuevo y distinto, innovador, apasionado, sensacional. Se trata de
    líderes que tienen un sueño e ideas únicas y
    que suponen una autentica ventaja competitiva. El líder
    tradicional medio no sobrevivirá en el próximo
    milenio. Si queremos ser competitivos, tenemos que adoptar
    él ultimo tabú, construir a partir de la
    emoción y la imaginación.

    Las corporaciones de nivel mundial del siglo XXI
    utilizaran colectivos de individuos con talento, apasionados y
    diversos que evolucionen constantemente. Los líderes de
    estos moldearan lo que es, en esencia, el genio colectivo. Como
    quiera que el entorno competitivo haya cambiado fundamentalmente,
    la gestión
    estratégica del talento es la clave para conseguir ventaja
    competitiva. Gestionar la adecuación al puesto y la forma
    en que los individuos trabajan en la
    organización sé esta convirtiendo
    rápidamente en el dilema fundamental del liderazgo, El
    liderazgo se ha convertido en la tarea de aprovechar
    creativamente la tensión ente fuerzas opuestas. Esto es ya
    evidente, y a medida que nos adentramos ene l nuevo milenio, las
    implicaciones de liderar y vivir en un mundo pleno de dualidad,
    dilema y paradoja se harán más obvias.

    Según Starr R. Levine, las cualidades de
    liderazgo basadas en el valor ayudaran
    a los líderes a aprender, adaptar y responder
    positivamente en el nuevo milenio. Señala motivada por
    valores
    íntimos que construye relaciones de confianza a trabes de
    la
    comunicación eficaz. El líder por la misma
    naturaleza de
    estas cualidades, se centra en impulsar hacia delante a las
    personas y a las organizaciones,
    enseñando a sus empleados e incrementando su competencia.
    En este capitulo, Levine presenta siete principios que
    definen los elementos de la transición con el éxito
    del siglo XX al siglo XXI.

    3. La creación del
    valor

    Manifiesto del management del nuevo milenio.
    Los directivos de la mayor parte de las empresas consideran a las
    demás como competidoras, y de hecho lo son. Pero en cierto
    sentido, Las empresas tratan de conseguir grandes beneficios. El
    mercado desata
    las fuerzas que hacen caer los precios hasta
    el nivel de los costes variables. Las
    empresas tratan de crecer, de diversificarse, de globalizarse de
    hacerse grandes y poderosas.

    Las fuerzas del mercado trabajan para romperlas, para
    hacerlas más insignificantes y despojarlas de todo poder.
    El competidor último de toda empresa, grande o
    pequeña, no es otra empresa, sino el mercado. Una empresa no
    sobrevive o prospera más que cuando puede batir al
    mercado, y pierde su derecho a existir cuando no es este el
    caso.

    Si todo esto le parece demasiado abstracto o
    teórico, recuerde todos los consejos que ha recibido
    recientemente: dar a sus directivos notables incentivos
    basados en el rendimiento, implantar en la empresa precios de
    trasferencia basados en el mercado. Se trata en todos estos casos
    de esfuerzos por trasladar a su organización las reglas del mercado, para
    hacer que se parezca mas al mercado. Por supuesto que debe hacer
    algunas de estas cosas si quiere adoptar hábitos
    saludables.

    Si imitar al mercado es tan malo, ¿Por qué
    se aconseja hacerlo tan insistentemente? ¿Porque
    están tan centradas las empresas en sus competidores?
    ¿Que alternativas hay? Creemos que las respuestas a estas
    preguntas están en suposiciones sobe individuos e instituciones
    que han provocado que muchos mantengan esta visión del
    managemet, los directivos adopten colectivamente una
    filosofía de la gestion muy distinta.

    Esta filosofía basada en un conjunto alternativo
    de suposiciones tanto sobre los individuos como sobre las
    instituciones, nos aporta creencias muy diferentes sobre el
    papel de la
    empresa en la sociedad, sobre
    las relaciones entre los empleadores y los empleados y sobre las
    funciones del
    management y de sus exigencias como profesión. Sobre todo
    postula un contrato moral muy
    diferente entre el individuo, la empresa y la
    sociedad.

    Las empresas se encuentran en medio de un conjunto de
    fuerzas de competencia que arrojan a cada una de ellas contra
    todas las demás. Así una empresa es vista en
    competencia no solo con sus competidores directos, sino
    también con sus proveedores,
    con sus clientes, y con
    cualquier otro competidos potencial que amenace con sobrepasar
    las barreras que le impiden entrar en los negocios de la
    empresa, o con encontrar sustitutivos de los productos o
    servicios de la empresa, de aquí sale la conclusión
    de que el

    Management es incentivar al poder de la empresa sobre
    sus proveedores y clientes y encontrar modos de mantener
    acorralados a lo competidores actuales y futuros, con el fin de
    proteger las ventajas estratégicas de la empresa y de
    obtener el máximo provecho de ellas.

    La esencia de esta teoría
    sencilla es que una empresa prospera más cuando más
    capaz es de capturar el valor inserto en sus productos y
    servicios. Su objetivo,
    entonces, es centrarse en el mejor modo de apresar todo valor
    existente en su medio. El problema es que otros, tanto clientes
    como proveedores competidores, quieren hacer lo mismo. Si hay
    competencia genuina, libre, las empresas no pueden obtener
    beneficios por encima del valor de mercado de sus recursos.

    El propósito de la estrategia, es
    por lo tanto impedir tal competencia abierta y libre: aspirar al
    trozo más grande de la tarta, al tiempo que se
    impide a los demás hacer lo mismo.

    Para la sociedad cuanto más competencia haya ente
    las empresas, mejor. Pero dado que la competencia es una batalla
    por la apropiación, la lección para la empresa
    individual es clara: restringir a la competencia para conservar
    el máximo valor para uno mismo. Pero dado que la
    competencia es una batalla por la apropiación, la
    lección para la empresa individual es clara: restringir la
    competencia para conservar el máximo valor para uno
    mismo.

    4. Las empresas como creadoras
    del valor

    El contraste ente estas dos visiones de la empresa se
    pone de manifiesto si comparamos los enfoques en torno a la
    gestión de Norton y 3M, con los de Westinghouse y ABB. Los
    directivos de Norton y Westinghouse Vivian en el mundo de suma
    cero, de perro come perro, de la teoría estratégica
    tradicional. Cuando encontraban una empresa que creaba un
    producto o una
    línea de negocios atractivos la compraban. Cuando se
    encontraban con que el mercado de un producto determinado era
    demasiado competitivo para que ellos pudieran dictar las
    condiciones a sus compradores y proveedores, vendían esos
    negocios. Su forma de gestionar se centraba fundamentalmente en
    la apropiación del valor no solo frente a sus clientes y
    proveedores, sino frente a sus propios empleados.

    En 3M y ABB, por el contrario, regia una
    filosofía diferente de la gestión. Mientras que
    Norton trataba de desarrollar modelos de
    asignación de recursos estratégicos cada vez mas
    sofisticados, toda la estrategia de 3m se basaba en la lógica
    de crear valor mediante la innovación continua. El mismo
    negocio de suministro de equipos que abandonaba Westinghouse por
    considerarlo poco atractivo, lo rejuvenecía ABB, en parte
    por sus inversiones en
    productividad
    y en nuevas
    tecnologías para mejorar la funcionalidad de sus
    productos o su adecuación a nuevos mercados.

    La diferencia entre estas empresas no consiste solo en
    que 3M y ABB se centran en la innovación y en la mejora,
    al tiempo que Norton y Westinghouse en que esta diferencia de
    objetivos procedía de creencias muy distintas sobre la
    empresa. Los directivos de Norton y Westinghouse pensaban en sus
    empresas en términos de mercado: compraban y
    vendían negocios, creaban mercados internos allí
    donde podían y trataban a las personas de acuerdo a las
    reglas del mercado. Conseguían lo que querían
    mediante incentivos conformados por el mercado. Las personas
    empezaron a comportarse como si estuvieran en un
    mercado.

    Al pensar en sus empresas en términos de mercado,
    Norton y Westinghouse se convencieron en las victimas de una
    lógica el mercado en la que todo lo que podían
    hacer era esforzarse por conseguir mas eficacia en todo.
    Su estratégica se centraba totalmente en la mejora de
    productividad y en la reducción de costes. Sus estructuras
    para controlar el comportamiento
    recompensaban la autonomía, al tiempo que perfeccionaban
    sus elaborados sistemas para
    monitorizar el rendimiento, Con el fin de eliminar los menores
    focos de desperdicio. Pero eso no podía producir
    innovaciones y no porque no quisieran que fuera así
    explícitamente, sino sencillamente porque la lógica
    del mercado que adoptaron internamente no sirve más que
    para mejorar la eficacia de las actividades
    existentes.

    A la empresa que quiera cambiar la innovación y
    nuevo valor se le pide generalmente que produzca cierto nivel de
    aminoración, es decir que sacrifique algunas eficacias,
    con el fin de asignar recursos a actividades que no producen los
    mayores beneficios inmediatos y esto es así porque hay un
    cierto conflicto
    enquistado entre el hecho de tratar de extraer la mayor
    productividad posible de las actividades existentes y la voluntad
    de realizar sacrificios de eficacia a corto plazo, con el fin de
    invertir en innovaciones. Incluso las innovaciones que abren un
    camino nuevo comienzas sus vidas a menudo con desventaja sobe las
    alternativas existentes, y solo alcanzan su potencial pasado en
    cierto tiempo. El problema es que cuando la gente actúa
    sola, y solo en su propio interés,
    la empresa pierde su autentica esencia como institución de
    la sociedad moderna.

    En un mercado en el que se ponen relativamente menos
    trabas al comportamiento, se anima a la gente a llevar a cabo
    solo y todos los intercambios económicos en los que ven
    claramente ganancias individuales. Como los mercados no tienen
    propósito ni visión por si mismos, pueden suprimir
    implacablemente las ineficacias asignando recursos entre una
    amplia fama de alternativas y ajustándolos y
    reasignándolos continuamente a nuevas alternativas, a
    medida que emergen. De hecho esta es la esencia de la fuerza del
    mercado. Pero al operar en el mercado la gente tiende a evitar
    aquellas transacciones cuyo éxito depende de la
    acción de otros, particularmente si esos otros tienen
    alternativas más atractivas y se ven animado a
    perseguirlas.

    5. Las empresas y la
    sociedad

    Durante el siglo XX, las corporaciones han ganado una
    cantidad enorme de legitimación social, que ha sido tanto
    causa como consecuencia de su éxito colectivo. En medio de
    un declive general de otras instituciones, (partidos
    políticos, iglesias, la comunidad,
    incluso la unidad familiar) las corporaciones empresariales han
    aparecido como las instituciones quizás más
    influyentes de la sociedad moderna, no solo por el hecho de crear
    y distribuir una gran parte de su riqueza, sino también
    por haber proporcionado un contexto social a la mayoría de
    las personas y haber actuado, por tanto como fuente de
    satisfacción individual y de auxilio social.

    Pero en las últimas décadas del siglo las
    corporaciones y sus directivos adolecen de una profunda
    ambivalencia social. La mayoría de directivos que hemos
    encontrado creen que su principal papel consiste en crear valor,
    y están muy lejos de pensar que sus empresas son agentes
    de destrucción del bienestar social.

    Su culpa reside en su falta de voluntad para afrontar
    explícitamente el papel que sus empresas juegan en la
    sociedad, o para articular una filosofía moral para su
    propia profesión. Y mediante este acto de omisión
    han dejado que sean economistas, científicos, periodistas
    políticos, etc., quienes definan el orden normativo que
    conforma las opiniones públicas sobe ellos mismos y sobre
    sus instrucciones. Estas percepciones, a su vez, han sucedido a
    muchos directivos a pensar en sus empresas en términos muy
    estrechos y en proceso, les
    han convertido en victimas inconscientes de la lógica
    apropiación del valor y han debilitado su capacidad para
    crear nuevo valor para la sociedad.

    Este nuevo contrato moral de crear valor para la
    sociedad no solo es más satisfactorio para los directivos
    sino también una base más eficaz para proteger y
    expansionar sus empresas. El problema de la estrategia de
    apropiación de valor es que al final es una postura de
    auto derrota. Es como una estrategia de mantenerse detrás
    de la marea, y al igual que la marea, la capacidad de otros para
    superar las defensas de una empresa no se puede mantener a raya
    siempre. Con tal estrategia la empresa se encuentra cada vez mas
    arrinconada, pues que la apropiación de valor exige mas
    esfuerzo cada vez hasta que al final no queda valor alguno el que
    apropiarse. Tales empresas al pensar en si mismas como un mercado
    acaban por sucumbir al mercado.

    6. Crear valores para las
    personas

    Las relaciones con los empleados de las empresas que se
    rigen por el concepto de ser
    entidades económicas que se apropian de valor, se fundan
    también en normas de
    apropiación. El personal se
    convierte en recurso del que la empresa puede extraer valor para
    alcanzar sus objetivos económicos, como cualesquiera otros
    de los que participan en explotación injusta de los
    trabajadores. Pero en los países que cuentan con una
    infraestructura legal en el campo del empleo y al
    menos con alguna forma externa de mercado de trabajo,
    generalmente esto se traduce en alfo más benigno. Con este
    contrato la empresa garantiza a sus empleados el puesto de
    trabajo, a cambio de la
    disposición de estos a realizar diligentemente las tareas
    asignadas y a atenerse a las estrategias, las reglas y las normas
    establecidas por la dirección.

    7. El contrato de
    trabajo tradicional

    Pensar en la oferta de
    seguridad en el
    empleo como explotadora de la gente, va en contra del sentido
    común, porque no es así como surgió este
    acuerdo, ni como la mayoría de los empleados y los
    empleadores piensan de esta relación. Pero aunque pueda
    parecer generosa, esta relación de cambiar seguridad por
    lealtad ha permitido históricamente en las empresas
    extraer el mayor valor posible de sus empleados.

    No se puede hacer objeto de propiedad a
    las personas, como a las maquinas. Pero al igual que ocurre con
    las maquinas, las personas alcanzan su máximo valor para
    la empresa cuando se especializan en sus asuntos y actividades.
    Cuando más específicos son los conocimientos y
    capacitaciones del empleado para el conjunto singular de
    clientes, tecnologías, equipos etc. De la empresa,
    más productiva y eficaz será la empresa en todo lo
    que haga.

    Cuando no hay seguridad en el empleo, los empleados
    dudan en invertir su tiempo y energía en adquirir los
    conocimientos y capacitaciones especializados que puedan ser muy
    útiles para la empresa, pero que pueden tener un valor muy
    limitado fuera de ella. Cuando no existe la seguridad de la
    asociación a largo plazo, las empresas carecen de
    incentivos para comprometer recursos en ayudar a los empleados a
    especializarse en los conocimientos específicos que le
    interesan a ella.

    La seguridad en el empleo proporciona una base viable
    para que tanto los unos como la otra hagan tales inversiones. La
    empresa se beneficia directamente de dicha
    especialización, en términos de eficacia y
    productividad. Pero también indirectamente porque cuanto
    más se especializa el empleado en las actividades
    singulares de la empresa, menos atractivo tendrá para otro
    empleador potencial. Esto no solo hace que los empleados tengan
    menos movilidad sino que reduce también su valor de
    mercado y permite a la empresa pagarle menos y exigirle
    lealtad.

    Pero sea explotador o no, este contrato difine una
    relación viable. Los empleados desarrollan el
    conocimiento y las capacidades especiales que precisa el
    negocio del empleador con lo que incrementan la eficacia de la
    empresa, pero cambien reducción sus capacitaciones y
    movilidad.

    Mientras que la empresa asume el resigo de garantizar el
    empleo de por vida, los empleados prometen lealtad y obediencia,
    l o que permite a los directivos crear estrategias y ponerlas en
    practica eficientemente.

    La relación tradicional entre la empresa y el
    empleado tiene otro problema relacionado más estrechamente
    con el impacto en la
    motivación y el comportamiento del empleado. Los
    contratos que
    cambian obediencia por empleo crean un clima de
    dependencia que es antitético de la asignación
    distribuida de responsabilidad por el rendimiento, que demanda el
    nuevo entorno competitivo, así mismo la ley de
    señores y siervos que esta implícita en el viejo
    contrato psicológico no la aceptan ya muchas personas,
    especialmente los jóvenes en un contexto social cambiante.
    Los jóvenes no están dispuestos a olvidar su
    creatividad, su iniciativa y su autonomía a cambio del
    derecho a vivir en una jaula dorada.

    8. El nuevo concepto
    moral

    La nueva filosofía del management tiene que
    fundamentarse en un contrato moral diferente con el personal, si
    quiere resolver esta tensión. En este contrato cada uno de
    los empleados asume la responsabilidad de rendir como " el mejor
    de la clase" para la empresa a la que pertenece, y se compromete
    a someterse a un proceso continuo de aprendizaje que
    es necesario poder mantener ese rendimiento en medio del cambio
    continuo. Como contrapartida, la empresa se compromete a asegurar
    no la dependencia de la seguridad en el empleo sino la libertad de
    cada individuo para emplearse como estime más
    conveniente.

    Este nuevo contrato moral es más que un giro
    sobre las antiguas políticas
    de recursos
    humanos de las empresas para justificar despidos, representa
    un cambio fundamental en la filosofía del management, que
    pasa de ver al personal como activo corporativo de cuyo valor se
    puede apropiar, a considerarle como una responsabilidad y un
    recurso a los que añadir valor. Su adopción
    implica rechazar el paternalismo e incluso la arrogancia que
    subyace en los contratos laborales de por vida. Al reconocer que
    solo el mercado puede garantizar empleo y que el rendimiento del
    mercado fluye no de la omnipotente sabiduría de alta
    dirección, sino de la iniciativa, la creatividad y las
    capacidades de los empleados.

    La responsabilidad de rendir trae aparejadas demandas
    aun más incomodas. Los que trabajan al final de la
    línea no pueden esperar ya que sea la alta
    dirección la que tome decisiones desagradables, pero
    necesarias… Son ellos los que tienen que tomar la iniciativa
    cuando hay que reducir activos, que
    recortar gastos cuando se
    disparan y que tomar la decisión de incrementar la
    productividad o de reducir efectivos cuando vean que se puede
    hacer el mismo trabajo con menos personas. La
    racionalización no puede seguir siento una
    eliminación de puestos de trabajo cada diez años,
    decidida por un programa de alta
    dirección para toda la empresa, sino una actividad
    corriente como parte del continuo proceso de mejora y llevada a
    cabo por empleados que están al final de la línea.
    Las empresas tienen que esforzarse para asumir que el hecho de
    aceptar estas duras expectativas es totalmente distinto de
    mimetizar el mercado. Estas acciones
    tienen que estar encaminadas a proteger y mejorar la
    empleabilidad de los individuos tanto a incrementar la
    productividad y la eficacia de la empresa

    El nuevo contrato moral, inversión de la asignación de
    responsabilidad.

    9. Conclusiones

    Según vayamos investigando mas sobre el tema de
    management, podemos encontrar que lo podemos aplicar a un sin
    numero de actividades.
    No importa a que tipo de negocio nos dediquemos o lugar
    geográfico de nuestra organización, inclusive al
    departamento para el cual laboremos es necesario saber
    liderar.
    Tenemos que ser capaces de hacerlo de la mejor manera posible,
    proponiendo metas superiores, no conformándose con la
    evolución de los negocios y sus productos,
    el mundo esta cada vez más cambiante y se necesita ir un
    paso adelante que la competencia.

    Para ser líder se necesitan gran cantidad de
    atributos, y no físicos, se necesita tener mucha capacidad
    y deseo de superación. Anteriormente los pueblos
    creían que sus lideres ya nacían siendo lideres,
    que lo traían en la sangre, hoy por
    hoy sabemos que ser líder es mostrarse capaz de enfrentar
    retos. Debe tener una mente abierta al cambio y ser capaz de
    proponer estrategias globales y

    totalizadoras.

    El buen líder sabe como compensar a sus
    subordinados y sabe que para lograr sus objetivos y estrategias
    no basta con tenerse a sí mismo, necesita trabajar en
    equipo, necesita comprometer a su equipo a que juntos lograran
    evolucionar y llevar a su empresa mas allá de las
    perspectivas.

    Podemos concluir diciendo que un líder acepta la
    autoridad
    porque se sabe capaz de avanzar, de presentar estrategias en los
    momentos mas difíciles de su empresa y que sabrá
    siempre apoyar y coordinar a su equipo de trabajo teniendo
    conciencia del
    mundo globalizado en el que compiten y saber llevar sus productos
    y servicios delante de la competencia.

    10. Bibliografía

    Management Siglo XXI, Subir Chowdhury
    Editorial Prentice Hall

     

     

    Autor:

    Andrea de Mazariegos

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