Artículo publicado en la
revista "EL
OTRO" (periódico
del ámbito "Psi")
"Al fin y al cabo, somos lo que
hacemos para cambiar lo que somos. La identidad no
es una pieza de museo, quietecita en la vitrina, sino la siempre
asombrosa síntesis
de las contradicciones nuestras de cada
día".
(Eduardo GALEANO, "El libro de los
abrazos")
Hace aproximadamente un año y medio se acercaba
la vigencia de la ley de
mediación obligatoria previa al juicio (Nº 24.573).
Eran tiempos de entrenamientos intensivos, pasantías
aceleradas, voraz lectura de
toda la bibliografía disponible, mucha
movilización interior, grandes expectativas, ofertas de
cursos
aquí y en el exterior, urgencias por montar la
infraestructura, COMENZAR A MEDIAR…PREPARADOS, LISTOS,
YA…!
Y DE PRONTO NOS ENCONTRAMOS "MEDIANDO".
DEMASIADO PRONTO, TAL VEZ. Casi sin tiempo interior
para articular los nuevos conocimientos, para internalizar el rol
mediador ni para pensar/nos como mediadores. Carentes de modelos
identificatorios, por tratarse de una disciplina
nueva, – tan nueva – que varias ciencias del
hombre se
disputan su paternidad. Los casos asignados desde Tribunales
comenzaron a llegar inmediatamente y nos encontramos haciendo
experiencia a un ritmo más veloz del que
imaginábamos. Nos encontramos, de pronto, en la necesidad
de explicar quiénes éramos los mediadores y
qué hacíamos. Tuvimos que explicar más de
una vez que la mediación no era ni:
¨ La privatización de la justicia.
¨ Una
consejería.
¨ Una terapia
familiar.
¨ Algo similar
al tele – arbitraje que
realiza Luis Moreno Ocampo en el programa
Forum.
¨ Una actividad
de intercesión religiosa.(sí, aunque parezca
mentira).-
Ahora bien, explicar en qué consiste la
mediación o qué es ser mediador, es más
difícil que decir lo que no es.¿ A qué se
deberán las dificultades para definirnos en
términos no académicos?
Quienes ejercemos como Mediadores, venimos de otra
profesión de base (en mi caso Abogacía y Psicología
Social; en otros, Psicología
Clínica). Llegamos a la mediación con una identidad
profesional conocida, por venir de carreras incorporadas hace
mucho tiempo a la
cultura.
Partimos desde nuestra profesión de origen, para contruir
una nueva actividad y transcenderla. Sin embargo, todo ese bagaje
cultural está en nosotros, también es nosotros.
Así se producen ciertos entrecruzamientos entre
todo lo que fuimos aprendiendo, trabajando y siendo durante
nuestra vida, un proceso
interior que nos permite hoy en día ser también
mediadores.
En una ocasión le preguntaron a Pavlovsky
(médico psiquiatra, psicodramatista,dramaturgo y
demás vocaciones) por qué siendo un profesional
"Psi" era actor. – Porque puedo,
contestó.
En el caso de los mediadores que venimos del
ámbito jurídico, es frecuente encontrarnos con
colegas que desde hace tiempo nos fuimos corriendo del rol del
"abogado típico" (netamente litigante) pasando a
privilegiar un rol más "negociador". Quienes trabajamos en
Derecho de Familia, hace
tiempo que fuimos ampliando nuestra formación,
incorporando elementos de psicología de
distintas orientaciones (sistémica, psicoanalítica,
social).
Hace aproximadamente diez años una psicoanalista
que intentaba hacernos pensar acerca de nuestra identidad
profesional en el Colegio de Abogados de San Isidro, dijo que
"dos abogados litigando son como dos hermanos que se pelean
por el amor del
padre" (El Juez, a quien hay que convencer que uno es quien
tiene razón).(Mami, mi hermano empezó, yo no
fui…- recordé.)
Todavía recuerdo el impacto que me produjeron
esas palabras. Tal vez, casi sin darme cuenta, allí haya
empezado el corrimiento del que hablaba más
arriba.
La urgencia de los primeros tiempos de la
mediación pasó. Ahora tenemos más tiempo
para pensar en nuestra tarea y en nosotros mismos
realizándola/realizándonos en ella.Entonces surge
la pregunta:
¿Quiénes somos los
mediadores? ¿Cuál es nuestra
identidad?
¿Por qué algunos abogados y
psicólogos elegimos ser mediadores? ¿Qué
significa mediar? ¿Cuál es – en esencia –
nuestro rol profesiónal ? ¿Qué características en común tenemos los
mediadores?
Los interrogantes comenzaron a exigirme algunas
respuestas el día en que Agustín – mi sobrino de 8
años – al escucharme hablar de mi nueva actividad, me
preguntó ingenuamente:
TIA: SER MEDIADOR QUIERE DECIR "ESTAR
EN EL MEDIO"?
Le respondí que esa no era la definición
exacta de mi trabajo, pero que en esencia se le asemejaba
bastante… Bastante más de lo que hubiera querido.Y
aquí sufrí otro impacto como aquel de hace tantos
años.
ESTAR EN EL MEDIO DE QUE O DE
QUIEN…?
Cada mediador sabrá, de acuerdo a su historia, en qué
lugar se está poniendo… (¿ no
pretenderá, estimado lector, que publique mi respuesta,
verdad? )
Acudo al diccionario
para buscar la definción más común de
mediación.Allí se dice que mediar es "llegar a la
mitad. Interceder, rogar por alguien. Interponerse
entre los contendientes, procurando
reconciliarlos".
Acaso no es eso "estar en el medio"?
ESTAR EN EL MEDIOCON UN ANHELO
PROFUNDO DE REPARAR SITUACIONES Y RELACIONES
Esta característica que no es exclusiva del rol
mediador, sino común a otros roles profesionales
asistenciales: Psicoterapeuta, Psicólogo Social, Asistente
Social.-
ESTAR EN EL MEDIO PARA ESCUCHAR,
PREGUNTAR, CONTENER, PACIFICAR, FACILITAR…
El mediador se propone para esto y mucho
más.
Es aquí donde me pregunto, si la actividad del
mediador (comparable – en mi opinión – a la coordinación de grupo
operativo centrado en la tarea de resolver un conflicto sin
litigio) tiene algo (o mucho) de omnipotencia…
Encuentro un autor que lo explica perfectamente, por eso
tomo prestado su texto en este
artículo.
Dice Nicolás CAPARROS que "…el hecho de
que un individuo o un pequeño grupo de
individuos se dirija con ambiciones de control,
ordenación, redistribución, saber, o se ofrezca
como lugar de acomodo, parapeto, orientación, descanso,
etc. a un grupo que se presenta o se diseña en el lugar de
la necesidad, la demanda o el
deseo, implica y eso parece obvio, una cierta "vocación",
dígase inclinación, impelida por una cierta
personalidad
de base. A esa tendencia quiero llamarle
omnipotencia…Sucede después, que como
todo rasgo del carácter o
como con cada tendencia de la conducta, esta
omnipotencia tiene su faceta intrumental y por lo tanto
fomentable y al mismo tiempo, su lado oculto incluso a los ojos
del propio sujeto, lo que Freud
habría llamado latente y que justamente se ejerce y se
actúa en el sentido antiinstrumental del término en
la contratransferencia.No quiere decir esto que lo
contratansferencial sea negativo per se.Lo único peligroso
y por lo tanto potencialmente negativo de este proceso, es la
inadvertencia del mismo.Poder "estar
ahí", es la condición sine qua non…Tal vez,
entonces, sea necesaria una cierta dosis de omnipotencia para
acceder al "estar ahí" grupal."(CONTRATRANSFERENCIA Y
GRUPOS", autor
citado, publicado en "Lo grupal 6", Ediciones
Búsqueda).
Somos mediadores porque podemos serlo … o porque
no podemos dejar de serlo. Qué más da.
DRA. MIRTA SUSANA NUÑEZ
Mediadora – Abogada (U.B.A.) – Psicóloga
Social
Especialista en Psicología Familiar
Sistémica y Mediación Familiar.
Posgrado Psicodrama Psicoanalítico
(U.B.A.)
Autora de los arts. "MEDIACION: entre el pesimismo y la
euforia" y "Breve manual de
autoayuda para fracasar en mediación", publicados en EL
OTRO