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La naturaleza del hombre en la teoría política




Enviado por noldinjj




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    Indice
    1.
    Introducción

    2. La naturaleza del hombre en la
    teoría política de
    Aristóteles

    3. La naturaleza del hombre para la
    escuela iusnaturalista

    4. Conclusión
    5. Referencias
    Bibliográficas

    1.
    Introducción

    Toda teoría
    política
    está construida sobre una concepción
    específica de hombre. El
    principal objetivo de
    esta monografía
    será contraponer, a través de este concepto, el
    modelo
    propuesto por Aristóteles al de los iusnaturalistas,
    para, de esta manera, poder
    vislumbrar cómo se construye sobre este principio la
    estructura que
    constituye a una teoría de este tipo. Asimismo, para
    lograr un mejor entendimiento y poder
    puntualizar las diferencias más importantes, existentes
    entre las teorías
    de las épocas representadas por estos autores, se
    estudiara rápidamente cada teoría desde su contexto
    respectivo, teniendo siempre en cuenta la coyuntura política – social que
    constituía al entorno de cada una de ellas.

    Antes de empezar con el estudio en cuestión es
    verdaderamente adecuado que dejemos sentadas algunas hipótesis, las que servirán no
    sólo como instrumentos estilísticos, sino que
    además constituirán una buena guía para
    mostrar factiblemente cual es la dirección que debe tomar la lectura del
    trabajo aquí presente.

    En primer lugar se preguntará: ¿tiene
    Aristóteles como objetivo
    argumentar la esclavitud o
    simplemente defender la estructura
    social de su época a través de su teoría
    política?

    La segunda hipótesis que se
    propondrá será: ¿son los modelos
    teóricos iusnaturalistas únicamente una calculada
    forma de negación del modelo
    aristotélico?

    Ya especificadas estas hipótesis, las cuales, es necesario
    recordar, toman como referencia axiológica la naturaleza del
    hombre; estamos en condiciones de empezar a examinar los modelos
    teóricos designados.

    2. La naturaleza del
    hombre en la teoría política de
    Aristóteles

    Previamente al estudio de la teoría
    aristotélica es cabal examinar algunos de los asuntos
    pertenecientes a las circunstancias históricas que forman
    parte de su contexto. Se puede notar, ya desde la época en
    que Aristóteles era discípulo de Platón,
    que parte del ambiente
    intelectual de Atenas había percibido la decadencia
    progresiva en la que estaba inmersa la pólis. El mismo
    Platón,
    a través de la figura de Sócrates,
    había efectuado un gran intento por marcar un horizonte
    político, horizonte que se encontraba difuso en medio de
    la creciente influencia sofistica.

    El lógos que antaño había
    pertenecido a los dioses, el lógos de Apolo que es
    manifestación de la verdad absoluta, en la Atenas de
    Platón ya no es divino, pertenece a los hombres, quienes
    lo utilizan ya no como sendero a la verdad, sino como un simple
    instrumento de persuasión. Los sofistas habían
    terminado por desbaratar todo criterio de verdad
    categórico. En tal ámbito es que Platón
    intenta una vuelta a los ‘verdaderos valores’. Intento por un lado formidable,
    que dio como resultado una de las obras más excepcional de
    la filosofía: La República, pero que por otro lado
    no logra salvar la pólis.

    Asimismo, Aristóteles asume al lógos como
    mero lenguaje
    humano, residuo de la quiebra,
    operada por la sofistica. De este modo continúa con lo que
    su maestro se había propuesto: salvar a la pólis,
    tarea que le resultaría todavía más
    difícil que a éste, ya que a la
    ‘decadencia’ de ésta se le sumarán las
    incursiones de los masedónicos. Y aunque tanto Filipo como
    su hijo Alejandro respetaban en demasía a la cultura
    ateniense (no hace falta recordar quien fue el maestro de este
    último) fueron éstos quienes marcaron el final
    político de la pólis como se conoció en su
    mayor esplendor.

    La formidable obra La Política, es en cierto
    aspecto, interpretada desde su contexto, el proyecto
    aristotélico de salvar a la pólis; esto, como se
    verá, no significa que Aristóteles haya realizado
    una defensa retórica del statu quo a la manera de los
    abogados, sino que, muy por el contrario, lo que este pensador se
    propone es despejar filosóficamente un ámbito
    teórico político.

    Recordadas estas breves pero primordiales reseñas
    pasamos a estudiar como construye Aristóteles su
    teoría política sobre su pilar fundamental, la
    naturaleza del hombre, concebida como social.

    Es imperioso ver como se forma progresivamente, a
    través de sus partes, la pólis si se quiere lograr
    una entera compresión de la función
    que cumple la naturaleza del hombre en la teoría
    aristotélica. Aristóteles entiende que los hombres,
    en un principio sólo se reúnen en familias; luego,
    por necesidad, muchas de estas familias conformarán
    aldeas; y por ultimo, del mismo modo, muchas aldeas la
    pólis. Pero en este recorrido desde la familia a
    la pólis la teoría aristotélica deja
    entrever que la evolución lograda no es cualitativa, sino
    que simplemente es cuantitativa. Esto implica que la pólis
    no es sino la prolongación de la naturaleza que en un
    principio fue artífice de la formación de la
    familia. No
    hay una ruptura, el proceso que
    une la familia a
    la pólis es continuo. Y tal continuidad muestra de
    ineludible manera que el desarrollo es
    único y circunscrito por la naturaleza. Por esta
    razón, para la teoría aristotélica, la
    naturaleza logra su fin en el fin del camino: la
    pólis.

    Lo antedicho trae implícito que
    Aristóteles entiende que lo que caracteriza de manera suma
    a la naturaleza del hombre es el existir de manera gregaria.
    Escribe: "…se colige claramente que la ciudad es una de las
    cosas más naturales, y que el hombre, por
    su naturaleza, es animal político o civil…". En otras
    palabras, Aristóteles nos está dejando entrever a
    través de esta afirmación que tan sólo en la
    pólis la naturaleza fundamental del hombre se expresa de
    manera plena. Asimismo, refiriéndose a la pólis,
    manifiesta: "…aquello por cuya causa es lo demás y que
    es su fin, es lo mejor de todo, pues la bastante suficiencia es
    el fin y lo mejor". Dicho de otro modo, todas relaciones llevadas
    a cabo entre los hombres tienden, de manera teleológica, a
    su estado de
    mayor naturaleza: la ciudad; lo que significa que
    carecerán de sentido de suprimir a esta ultima. Si
    recordamos la metafísica
    de Aristóteles el fin forma parte de la causa. La
    naturaleza que en un principio da como resultado la familia y logra
    su fin en la pólis, es la razón de que la
    pólis, interpretada como un todo, sea la causa de cada una
    de sus partes.

    Pero esto no es todo, por esta razón todas las
    relaciones que se den quedan justificadas como naturales bajo la
    unidad orgánica de la pólis, en consecuencia, de
    esta manera, se puede aseverar que es algo natural que algunos
    hombres queden sometidos bajo otros hombres. Comprender esto no
    es tarea complicada siguiendo el próximo esquema: la
    ciudad es la manifestación máxima de la naturaleza
    del hombre, por ende cada una de sus partes, del mismo modo,
    también lo es; y ya que la realidad de la familia
    sólo se justifica desde la pólis, y por eso es
    manifestación de la naturaleza del hombre, todas las
    relaciones que en ésta se dan son del mismo modo. Como
    resultante de esto se tiene que es totalmente pertinente a la
    naturaleza del hombre la relación entre el amo y el
    esclavo. Aristóteles no puede comprender otra manera de
    funcionamiento de la familia, pues recordando sus propias
    palabras podemos decir que si los peines por sí mismos
    tejiesen y la pluma por sí misma tocase la cítara,
    como los instrumentos de Dédalos, los señores, y
    por ende las familias, no tendrían necesidad de siervos. O
    sea, el esclavo es funcionalmente imprescindible para la familia
    y, en consecuencia, imprescindible para pólis.

    Por consiguiente desde la naturaleza gregaria del
    hombre, que llega a su fin en la pólis, quedan entendidas
    como totalmente idóneas las diferentes jerarquías.
    En otras palabras, si entendemos esta cuestión como
    Aristóteles lo hace, entre los hombres hay unos que nacen
    para ser amos y otros que nacen para ser esclavos, y esto se debe
    a que la naturaleza provee a unos de las cualidades necesarias
    para la obediencia y a otros de las necesarias para el
    mando.

    La naturaleza en esta teoría divide a los hombres
    en dos tipos, unos libres y aptos para la vida social, los otros
    simplemente esclavos. Aristóteles lo explica de la manera
    siguiente: "Porque el regir y el ser regidos no solamente es cosa
    que la necesidad requiera, sino también cosa conveniente;
    y ya desde el nacimiento de cada uno salen unos para ser mandados
    y otros para mandar". Entendido de esta manera la celebre
    naturaleza política de los hombres formulada por esta
    teoría sólo abarcaría a los libres. O
    también puede resultar que Aristóteles no considere
    hombres a los siervos, sino sólo un artefacto del oikos
    (esta cuestión es muy discutible). Una manera más
    simple de explicarlo, y la que elegiremos aquí,
    será que esta naturaleza del hombre, que es ser animal
    político o civil, es la que da como resultado las
    jerarquías, y que por esta razón quienes consten de
    ésta serán divididos en amos y esclavos; de
    ahí que Aristóteles entienda no sólo como
    necesario, sino también como conveniente, que algunos
    obedezcan.

    Aristóteles justifica la esclavitud
    (aunque en rigor no concibe otra posibilidad y por lo tanto
    formular justifica es inadecuado) entendiendo al siervo como un
    instrumento del que el amo puede valerse, y no porque haya una
    ley que
    así lo disponga, o una convención, sino que el
    siervo es de su señor porque su condición natural
    lo requiere de esa manera. Aristóteles escribe: "Todo
    aquel que puede ser de otro es naturalmente siervo, y por esto se
    dice ser de otro el que hasta tanto alcanza razón que
    pueda percibirla, mas no la tiene en sí". La naturaleza
    aquí claramente juega un doble papel, los
    cuales derivarán naturalmente en las jerarquías;
    por un lado a todos los hombres los hace gregarios, y por otro
    lado les entrega diferentes capacidades intelectuales y
    físicas.

    La base de la que parte Aristóteles, el hombre como
    animal político, no solamente se reduce a una simple
    argumentación teórica de la esclavitud o de las
    jerarquías, verlo de esa manera es pecar gravemente de
    descuido. Aunque bien, este fundamento es la base de la que parte
    Aristóteles para poder concebir que hay naturalmente
    algunos hombres libres y otros siervos, diferencia crucial e
    indispensable para el funcionamiento de la pólis griega;
    tal pilar es una categoría absoluta propia del grado de
    abstracción vital para la filosofía.
    Aristóteles, en otras palabras, no hace más que
    tomar como ente de su episteme a la pólis, hace una
    hermenéutica formidable de lo social, y tal labor
    finalmente lo lleva a concebir que la esencia de ésta se
    encuentra en la naturaleza del hombre, hombre que evidentemente
    es entendido como político.

    3. La naturaleza del hombre
    para la escuela
    iusnaturalista

    Vale recordar que la teoría Aristotélica
    fue desde su comienzo hasta la
    ilustración el punto de referencia más
    importante, e indiscutible, en lo referente a las teorías
    políticas. La escuela del
    derecho
    natural o iusnaturalista, por primera vez, después de
    tanto tiempo, viene a
    establecer un nuevo modelo en el ámbito teórico
    político, el cual se construye, podría decirse,
    objetando al modelo aristotélico. Por esta razón a
    estos pensadores se los puede contraponer a la teoría
    clásica, pues desde Hobbes en
    adelante desaprueban justamente el principio fúndante
    propuesto por Aristóteles: el animal
    político.

    Bobbio explica: "… Hobbes suprime
    la autoridad de
    Aristóteles, contra el que toma posición desde las
    primera páginas de De cive, contraponiendo al hombre
    naturaliter social, aceptada ciegamente hasta Gorcio, la
    hipótesis del homo
    hominis lupus,…". Es claro que deja ver desde el principio de
    su pensamiento
    que no es natural al hombre el ser social, sino que,
    contrariamente a esto, lo que es propio del hombre es ser el lobo
    de sí mismo. En otras palabras, los hombres, entendidos
    desde la postura este de gran pensador, tienden, debido a sus
    pasiones, a destruirse a sí mismos antes que a lograr una
    vida social, la cual se logrará no como producto de la
    naturaleza humana, sino como artificio de la
    razón.

    Hobbes propone por primera vez que los hombres son
    libres e iguales a comienzos del siglo XVII, en medio de la
    Ilustración de Descartes,
    Locke, Bacon, Bayle, Galileo, Leibniz, Spinoza, Newton, etc.;
    hasta Rousseau
    inclusive. En medio de un movimiento
    social, en el que estaba incluido el factor intelectual, donde
    las realidades sociales no serían aceptadas tan
    fácilmente. La
    Ilustración trajo con sigo un espíritu muy
    critico. Todo ha de someterse a un examen minucioso. "Todo ha de
    ser puesto en duda" a la manera de Descartes en
    su Discurso del
    Método,
    así como a la manera de los empiristas ingleses, y a
    partir de ahí se han de revisar todos los principios que
    hasta ese momento se creían inalienables, desde la
    metafísica a las leyes arbitrarias
    de los príncipes y de los pueblos. Tal critica
    llevará, al final, a proponer que todos los hombres son
    libres e iguales.

    Es cabal que hagamos, desde nuestra postura, un ligero
    análisis de este principio. Y que,
    necesariamente a este fin, aclaremos que la libertad
    natural del hombre, propuesta por estos filósofos, no es la libertad
    civil, sino una libertad pre-civil, innata y perteneciente a
    todos los hombres. Por otro lado, el concepto iguales
    declara que los hombres están todos a la misma altura, que
    naturalmente no hay jerarquías de ningún tipo.
    Ahora bien, tanto la libertad como la igualdad no se
    pueden dar por separado. No es tarea complicada ver que si
    algunos hombres fueran no libres la igualdad se
    desvanece súbitamente, y si por el contrario hubiera
    diferencias naturales entre éstos llevaría a que
    unos dominen a otros de forma natural (como lo entiende
    Aristóteles), lo cual termina en una perdida inevitable de
    la libertad de algunos.

    Queda cuestionarnos, aunque indirectamente ya aludimos a
    este asunto, qué es lo que hace a un hombre libre e igual
    para estos pensadores. Hobbes propone la Naturaleza, todos los
    demás iusnaturalistas siguen sus pasos. Escribe al
    principio del capitulo XIII del Leviatan: "La Naturaleza ha hecho
    a los hombres tan iguales en las facultades del cuerpo y del
    espíritu que, […] cuando se considera en conjunto, la
    diferencia no es tan importante que uno pueda reclamar, a base de
    ella, para sí un beneficio cualquiera al que otro no pueda
    aspirar como él". Junto con esto explica qué es la
    libertad o derecho
    natural, haciendo notar la diferencia que existe entre
    ésta y la libertad civil. Refiriéndose a la
    libertad natural manifiesta: "…es la libertad que hombre tiene
    de usar su propio poder como quiera, para la conservación
    de su propia naturaleza, es decir su propia vida;
    …".

    Más tarde, respecto de la libertad Rousseau
    escribe: "El hombre ha nacido libre, y sin embargo en todas
    partes se encuentra encadenado".

    Pero si por Naturaleza los hombres son libres e iguales,
    al contrario el régimen establecido en la época,
    que se basaba en el modelo aristotélico, obviamente los
    había llevado a no ser ni libres ni iguales; no queremos
    decir con esto que la situación política de la
    Europa del siglo
    XVII era la puesta en practica de la teoría
    política aristotélica ya que no es así, lo
    que podemos señalar es que este régimen la
    utilizaba, en gran medida, como un alegato al que hacia
    referencia cada vez que lo creía conveniente.

    Es necesario escribirlo en tiempo
    pretérito, porque aquí no hacemos referencia a lo
    puramente teórico atemporal, sino a lo empírico, a
    lo propio de la época en que se funda esta teoría.
    Teoría que es justamente el proyecto de la
    sociedad
    burguesa en formación y, por este motivo, debe
    contraponerse a lo dado, al sistema de
    jerarquías feudales.

    Si nos referimos a lo puro teórico encontramos
    muy adecuada la explicación que Bobbio nos da en las
    siguientes palabras: "De la misma manera que en el estado de
    naturaleza son naturales la libertad y la igualdad, en el estado
    social del modelo aristotélico son naturales la
    dependencia y la desigualdad". Efectivamente, aceptar la
    naturaleza de las relaciones entre los hombres es aceptar las
    jerarquías dadas entre los hombres (esta cuestión
    está explicada en la primera parte). Por esta razón
    cuando un iusnaturalista propone al Estado,
    más allá de las diferencias entre éstos, no
    lo concibe jamás como una prolongación de un estado
    natural, sino, que por el contrario, como un corte a la
    naturaleza, como un artificio producto de la
    suma de las voluntades individuales.

    Del mismo modo Hobbes y Rousseau construyen su
    teoría sobre la concepción de un estado de
    naturaleza. En el primero el estado de naturaleza es un estado de
    guerra de
    todos contra todos, en el segundo, contrariamente, el estado
    natural es un estado de paz.

    Hobbes asevera: "…durante el tiempo en que los hombres
    viven sin un poder común que lo atemorice a todos, se
    hallan en condición o estado que se denomina guerra; una
    guerra tal que es la de todos contra todos". Esta razón es
    la que implica que no puede haber seguridad en este
    período y de la que parte este autor para construir todas
    sus leyes naturales.
    Es necesario explicar más detenidamente en qué
    ámbito radica a las leyes naturales y cuál es la
    función
    que cumplen. En el estado de naturaleza entendido por Hobbes el
    hombre no está totalmente librado a sus pasiones, sino que
    existe, y es necesario que así sea, la posibilidad de
    salir del estado violento; esta posibilidad es la razón.
    En está razón se apuntalan las leyes naturales.
    Leyes que deben entenderse no como las leyes civiles, sino que
    como la forma natural que tienen los hombres de obtener lo
    necesario para preservar, de la mejor manera posible, su
    vida.

    El estado de naturaleza hobbesiano es hipotético
    al igual que el de Locke, pero en Hobbes no proviene solamente de
    su imaginación, sino que, si bien por un lado deja claro
    que es hipotético, hay que reconocer que lo construye
    mirando a su alrededor.

    Rousseau contrariamente considera al estado de
    naturaleza como posible en algún tiempo precedente, y a
    diferencia del estado de naturaleza hobbesiano, Rousseau lo
    concibe como un estado de paz. Pero no reprueba de ninguna manera
    que Hobbes tenga la idea de un estado de guerra total, lo que
    descalifica es que lo haya atribuido al hombre de naturaleza en
    vez de al hombre civil. Pues en el modelo propuesto por Rousseau
    no entran en juego
    solamente el estado de naturaleza contrapuesto al civil (como
    vimos en el modelo hobbesiano), esta teoría plantea un
    modelo tricotómico donde el estado de naturaleza es
    proseguido, después del primer pacto, el pacto inicuo, por
    un estado civil ciertamente infame el cual debe ser superado con
    un nuevo pacto, el contrato, que
    dará como resultado la legítima
    República.

    Pese a las diferencias hay algo que une a estos filósofos, es el intento de tratar los
    problemas
    políticos a la manera de los geómetras. Lo que
    debemos dejar claro es el hecho de que lo más destacable
    de este movimiento en
    su conjunto no es tanto el objeto que toman como pilar de su
    teoría: la Naturaleza, sino la manera de tratarlo, que es
    la razón. En ultima instancia la Naturaleza no constituye
    un principio ontológico, sino, solamente, un principio
    metódico. Bobbio explica brevemente: "Si hay un lazo que
    mantiene unido a los iusnaturalistas y permite captar una cierta
    unidad en autores que son en muchos aspectos diferentes, es
    precisamente la idea de que sea verdaderamente posible una
    ‘verdadera’ ciencia de
    la
    moral".

    Ahora bien, es indispensable destacar que la
    discontinuidad estipulada entre el estado de naturaleza y, la
    sociedad civil
    (en Hobbes y Locke), o la República (en Rousseau), no es
    solamente la elucubración por quitar la columna que
    sostiene al modelo aristotélico. Aunque, si bien en ultima
    instancia las teorías de los filósofos del derecho
    natural son, de inevitable manera, parte del agitado ambiente
    social, que reclamaba un nuevo modelo
    teórico-político en que afirmarse, reducir las
    teorías iusnaturalistas a una simple contestación o
    ataque al modelo aristotélico es un desacierto. Puesto que
    estas teorías son la muestra de un
    nuevo modo de pensar, son un claro ejemplar de la modernidad donde
    la filosofía cede parte de la participación a
    la ciencia, o
    bien podría entenderse como un intento por lograr una
    filosofía más científica. Hobbes es el mejor
    ejemplo de esta nueva manera de pensar, sólo hace falta
    ver como construye su teoría. Lo primero para destacar es
    que Hobbes no hace metafísica, lo que propone más
    bien es un modelo axiomático, en otras palabras, construye
    toda su teoría sobre un principio hipotético. La
    gran diferencia que existe entre el modelo clásico y el
    moderno, es metódica; pues la concepción del hombre
    como animal civil que Aristóteles formula, pensador de la
    ontología de más largo alcance
    histórico que haya conocido Occidente, juega un papel de
    verdad absoluta en su sistema, es una
    verdad metafísica; en Hobbes en cambio lo que
    juega el papel de absoluto y ineludible no es algún
    principio ontológico, sino la forma de proponer y tratar
    preceptos, en palabras más claras: la
    razón.

    4.
    Conclusión

    Queda poco por destacar, refiriendo a las
    hipótesis planteadas, como ya se ha manifestado, se
    entiende que la teoría de Aristóteles no es un
    intento por justificar la esclavitud ni las jerarquías,
    sino que, al contrario, es una interpretación
    filosófica de la política y del ámbito
    social, interpretación que tiene como fin definir y
    aclarar el terreno teórico-político.

    Por otro lado, las teorías iusnaturalistas, si
    bien tienen el mismo fin, no pueden lograrlo limitándose a
    interpretar lo dado, ya que el trasfondo social en el que se dan
    exige urgentemente un cambio. Por
    este motivo, si bien, no pudiendo ser de otra manera, concibe que
    el ámbito de su acción es el hombre de su
    época, es, en otras palabras, lo fáctico dado; lo
    hace estableciendo un quiebre donde se lo entenderá como
    un estado negativo que debe ser superado. Esta superación
    se da a partir del pacto o contrato y
    sólo a partir de éste puede desarrollarse todo lo
    propuesto por la teoría.

    Por ultimo manifestaremos que no es menos trascendental,
    más allá de lo que proponen los diferentes modelos
    teóricos, el método por
    el que opta el moderno modo de pensar. Las concepciones modernas
    de la política implantan, de esta manera, una
    transformación epistemológica admirable, que
    constituye un quiebre del que, podemos manifestar al presente, no
    hay vuelta atrás. Esta nueva forma de tratar a lo
    político constituye una considerable diferencia que
    existe, y no puede ser obviada, entre Aristóteles y los
    filósofos de la escuela iusnaturalista.

    5. Referencias
    Bibliográficas

    • ARISTÓTELES, La Política, Folio S.A.,
      Navarra, 1999.
    • ROUSSEAU, Jean – Jacques, El contrato
      Social, Edicomunicación s. a., España,
      1998.
    • HOBBES, Thomas, Leviatan, Fondo de cultura
      económica, México, 1997.
    • BOBBIO/BOVERO, Sociedad y
      Estado en la filosofía
      moderna. El modelo iusnaturalista y el modelo
      hegeliano-marxista, Fondo de cultura, México, 1986.
    • PORATTI, Armando R., El pensamiento
      Antiguo y su sombra, Eudeba, Bs. As. , 2000.

     

     

    Autor:

    Juan José Noldin

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