I. Introducción.
Fortalecer las relaciones con su mandante que es la
Comunidad, es
un tema central, al cual nos dedicaremos muy especialmente. Por
ello, veremos algunos aspectos a tenerse en cuenta, que
representan las bases de la Policía Comunitaria, una
propuesta y práctica necesarias, que en términos
generales no son nuevas en Latinoamérica, sino olvidadas y/o relegadas
a un segundo plano.
Pero esta Policía Comunitaria, para no quedar
fuera de contexto, aislada y fracasar; debe accionar en el marco
de toda una Gestión
Comunitaria en Seguridad, que
implica la integración de su personal como la
disposición de sus medios, en los
programas de
trabajo con participación (que no necesariamente son los
foros o consejos vecinales), tendientes a la reducción de
la vulnerabilidad social de la población, fundamentalmente aquélla
en especial y delicada situación de riesgo. Esto es
muy importante para el cumplimiento eficaz y eficiente de su
misión,
pues le brindará una progresiva asociación con el
grupo
sociocomunitario de pertenencia que le da origen, legitimidad y
sustento.
Se:
• Acercará la Institución policial a
los barrios.
• Fortalecerá la confianza del vecino con la
Policía.
• Facilitará la llegada del vecino a la
autoridad
policial.
• Receptarán las inquietudes vecinales
para el futuro accionar policial. Unidades de
asesoramiento.
• Construirán modelos de
prevención del delito, acordes
con cada barrio.
• Cumplirán tareas de supervisión y no exclusivamente de
represión.
• Transformará el Perfil del Policía
Típico real en ideal. Persona
situada.
Las relaciones con la comunidad es una
de las principales funciones que la
policía debe llevar a cabo para la prevención del
delito y la
protección ciudadana. Por ello estarán
convenientemente programadas y formando parte importante de la
planificación general de cada agencia
policial.
La Policía debe abandonar su tradicional
aislamiento y abrirse a la Comunidad, desde una
modificación edilicia de sus bases operativas,
transformándolas en dependencias más receptivas a
la concurrencia de los vecinos y no exclusivamente para la
entrada y salida de delincuentes, hasta una fluida vida de
relación entre los vecinos y sus funcionarios. Y esto se
logra, caminando por los barrios, conversando con la gente,
conocerla y demostrarle que una de las formas de
prevención del delito es también reconocerse como
parte, y estar para velar por ella.
Los titulares de estas dependencias, responsables de la
protección ciudadana, se apoyarán en las diferentes
entidades, asociaciones, clubes, etc., de cada barrio, llegando
inclusive a considerar la posibilidad o necesidad de fijar
periódicamente su despacho en las mismas para escuchar y
receptar las inquietudes y opiniones vecinales, respecto al
accionar policial como para la ejecución de
medidas.
En su condición de operador de contacto y
referencial, la policía, representada por sus funcionarios
que cumplen servicios en
las diferentes dependencias, participará inexcusablemente
de las actividades escolares, sanitarias y/o vecinales en general
como parte misma e importante de su función
policial cotidiana. Recíprocamente, tiene necesariamente
que compartir y hacer conocer algunos aspectos de su vida y labor
institucional con los escolares; autoridades de educación, de la
salud, de las
organizaciones
no gubernamentales como de los vecinos en general, mediante
reuniones regulares de carácter
social.
De esta manera, se irá construyendo el despliegue
policial barrial que ya no será de diseño
policial exclusivo sino producto de la
interacción con los vecinos e instituciones
intermedias, permitiendo la puesta en marcha de un modelo
diferente de prevención, en función de
cada área, flexible y sustentable.
Entonces, los vecinos, per se o, a través de sus
distintas asociaciones barriales o profesionales, además
de comprobar el fácil acceso a la Policía, se
constituirán en sus potenciales unidades de asesoramiento
con lo cual, fortalecerán también su
confianza.
Recuerdo que a fines de 1993, un colega de
Policía me solicita al menos un ejemplo de cómo
llevar a la práctica la tan aparentemente teórica
relación Policía-Comunidad. La respuesta fue
inmediata y le dije entre otras alternativas:
1) ¨… se puede comenzar con la elección de
una escuela primaria
del área de responsabilidad; tomando contacto con su autoridad y
para su próximo festejo escolar, enviar la bandera con el
abanderado y la escolta de la dependencia policial a los actos
que correspondan.¨;
2) ¨… se selecciona personal de la
dependencia para que periódicamente tome contacto en aula
con los chicos de la escuela y en
conjunto conversen sobre temas de seguridad.¨;
3) ¨… nada impide que al menos una vez por semana
o mes, o periódicamente, el titular de la dependencia
policial constituya despacho en diferentes sociedades de
fomento de su ámbito de responsabilidad para atender a la gente y resolver
desde el mismo terreno o al menos contener, los problemas que
se le planteen y/o la realización de trámites
varios con el propósito de evitar su concurrencia a la
dependencia policial.¨;
4) ¨… indicarle al personal policial que en
oportunidad de patrullar los barrios, se detengan con frecuencia
a conversar con la gente y responder sus
preguntas.¨;
5) ¨… concientizarse que el lugar del funcionario
policial es preponderantemente en la vía pública y
en permanente contacto con la comunidad y no en los despachos u
oficinas de las dependencias policiales.¨.
Cada dependencia policial conocerá su real Perfil
del Policía Típico, elaborado profesionalmente y
que en la mayoría de los casos no se ajusta a las
necesidades comunitarias ni a las institucionales pero que es
remediable. A partir de lo señalado, la interacción
con los vecinos dará pautas de orientación que
permitirá convertir ese perfil real, en el ideal para que
los funcionarios policiales sean verdaderamente personas
situadas, es decir, quienes están compenetradas con el
espíritu comunitario, brindándoles una eficaz y
eficiente protección a la vez que colaborando en su
desarrollo y
progreso. Tradicionalmente ha imperado un perfil policial, que
nos muestra a un
funcionario recio y duro como osadamente agresivo; claro, tiene
que responder al modelo
hegemónico, donde el ciudadano común, o es
delincuente o puede serlo con lo cual le permitirá actuar
en un espectro de permanente desconfianza (que por supuesto; fue,
es y será recíproca); pero en realidad necesitamos
y pretendemos que nuestro agente policial, sea una persona de
notable sensibilidad y receptiva, para actuar fácil y
convenientemente en un tejido social, donde la población en general puede ser
víctima del delito, o si lo es, responder con suficiente
capacidad de contención para reconfortarla.
Muchos barrios en América
Latina se han organizado en torno a su
necesidad de seguridad integral y ante la persistente conducta
delictual y la desidia oficial, en particular, la policial.
Aunque no sea novedosa, la constitución de foros, asambleas o consejos
barriales, orientados a la seguridad y conformados a nivel
ciudad, es sin lugar a duda una medida necesaria que el Estado debe
fomentar pero sin desgastar, como instrumento independiente y de
apoyo a la gestión
legislativa, a la vez que permite el
conocimiento de la realidad criminológica y de las
posibilidades del sistema policial.
Muchas experiencias de esta clase, no tuvieron éxito
pues manifestaron un componente ideológico muy fuerte y
emparentado con las fuerzas políticas
locales de cada país, tanto del oficialismo como de la
oposición que desvirtuaron su cometido pues se dedicaron a
lograr espacios de poder,
llevándolas al fracaso.
Ahora bien, debe tenerse también en cuenta, que
nada impide, mediante un pensamiento
analógico, la constitución de foros de asistencia a la
gestión gubernamental con incumbencia en diferentes
áreas de interés de
la sociedad, como
foros de salud, foros
de educación,
foros de trabajo, foros de acción social, etc.
Cuando la gente se agrupa alrededor de un tema de
interés, mediante un foro, asamblea o consejo por
ejemplo, es fundamentalmente porque no tiene respuesta oficial
que la satisfaga acerca del mismo, y consecuentemente, existe
algún sector del Estado que no
esta funcionando como debiera. Esto quiere decir, que el
ciudadano no está recibiendo respuestas ni representado
convenientemente por quienes integran los cuerpos legislativos de
nivel local, provincial-estatal o nacional; por lo cual, amerita
un compromiso oficial de seriedad donde no cabe la mentira o el
juego con la
comunidad, a la vez que cumplirse con las pautas que ésta
fije, a través de tales consejos o foros y que
éstos, no sean convertidos en la excusa estatal, ante su
ineficacia de combatir el delito, de pretender que el vecino,
además de llevar a cabo estos trabajos adicionales que
implican el sacrificio de su descanso y tranquilidad, se haga
cargo de una cuota importante de responsabilidad que no le
corresponde. Entonces, los requerimientos formulados
objetivamente por los vecinos como por ejemplo, en materia de
personal policial, medios
logísticos, etc., no deberán sufrir demoras bajo la
excusa de no contarse con las partidas presupuestarias, porque en
ello debió pensarse antes de haberlos convocado. Promover
una convocatoria y constitución de foros o consejos
comunitarios, ya sea por el tema de la seguridad o por cualquier
otro, para luego no cumplirse con las exigencias y requerimientos
que éstos formulen, provocará una situación
por demás frustrante y de peores dimensiones que
aquélla por la cual los convocara.
Tampoco se propondrán y alentarán
fáciles medidas salvadoras, sobre todo en períodos
preelectorales como son las innecesarias creaciones de nuevas
dependencias policiales, en cuyos funcionamientos se citan
sentimientos e intereses comunitarios, pero que en la realidad y
generalidad, no van más allá de la letra de la
norma que las contempla, debido a la carencia de recursos que en
el mejor de los casos, se obtienen segregándolos de otros
elementos policiales. Por otra parte, estas creaciones por
corresponderse con el perimido esquema de la eliminación
de oportunidades por saturación de objetivos, no
guardan relación con la disminución de la delincuencia
con lo cual sostenemos que podrán construirse todos los
elementos policiales que el presupuesto
oficial y/o la ayuda comunitaria permitan; pero, si no se atacan
las causas generadoras del delito, virtud a un sistema integrado
de seguridad, además de una mala inversión financiera, el sentimiento de
inseguridad de
la población será incontenible. Muchas agencias se
encuentran colapsadas en virtud de sostener un despliegue
operativo estático y atomizado por la cantidad innecesaria
de elementos policiales, cuando el futuro accionar policial no
pasa por estos asientos fijos sino por la dinámica planificada de sus potencialidades
humanas, logísticas y tecnológicas.
Ahora bien, en este esquema, es conveniente que los
funcionarios policiales cumplan preponderantemente tareas de
supervisión social, además de las
tradicionales tareas de represión del delito; y en esto,
la estética cumple un papel
preponderante. El funcionario policial, en sus relaciones con la
comunidad para la prevención del delito, mantiene un
cotidiano contacto, que lo convierte en su referente; su
presencia y porte, su manera de pararse y caminar en la
vía pública, su forma de contestar preguntas o de
dirigirse por señas o palabras a las personas, su uniforme
en cuanto a diseño,
conservación y uso como el colorido, estado y
mantenimiento
de sus auxiliares logísticos (vehículos
patrulleros, por ejemplo); es decir, su conducta y equipo
en general; son partes fundamentales de tales actividades. El
funcionario policial debe ser ante todo una persona con corazón y
sentir a la gente y que ésta lo sienta a él como su
protector, debe ganar su confianza y dejar de ser alguien
inalcanzable o misterioso de quien se tiene reservas o temor al
contacto. Por ello, la
organización policial resguardará celosamente,
mediante una adecuada capacitación y contralor, el manejo
integral de la estética y las formas de relación
pública, personal e institucional, por parte de sus
agentes en todo momento y circunstancia del devenir comunitario,
a la vez que evitará el deterioro o mal estado, la
multiplicidad y diversidad de colores tanto en
los uniformes como en los auxiliares logísticos, dado que
inciden negativamente en la opinión de la
población, la cual construye y define la imagen personal
del profesional policial como la institucional, en función
de tales presupuestos.
Asimismo, esta diversidad en el vestir profesional, produce
algunos inconvenientes en la rapidez que los administrados tienen
que poseer para la identificación de quienes son sus
servidores
policiales y por otra parte, se pierde el concepto de
uniformidad.
Las relaciones Policía y Comunidad se apoyan
necesariamente en las relaciones existentes entre Estado y
Comunidad. En vano sería, promover y aún llevar a
la práctica, políticas
institucionales para mejorar la proyección comunitaria de
la Policía; dentro de un espectro social deteriorado y en
donde los diferentes gobiernos, impulsan y/o carecen de
políticas de desarrollo o
fomentan modelos de
exclusión que, además de generar reclamos y
conflictos,
los mismos se dirimen y concluyen generalmente con la
solución estatal de enfrentar en la vía
pública, a la policía con su gente.
Dicho esto, deben constituirse en el pilar fundamental
en toda Planificación Policial y orientadas a
evitar que desde ningún concepto, los
vecinos ante su desesperación por estar o considerarse
desprotegidos, adopten actitudes o
ejecuten acciones de
índole policial de impredecibles consecuencias. Estas
acciones, van
conformando una política criminal
informal y de hecho sumamente perjudicial para el bienestar
social, dentro del cual se ubica la seguridad. Una típica
medida es la compra de armas de fuego
por los particulares que deriva en su portación,
exhibición y uso, circunstancia que debe neutralizarse
severamente a la vez que generar un programa de
recuperación del armamento en poder de la
ciudadanía.
Cheves, Raúl Marcelo; Policía en naciones Unidas
II, Segunda Edición Actualizada (2000).
Por
Raúl Marcelo Cheves