Monografias.com > Historia
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Revolución Industrial




Enviado por meli_tre



Partes: 1, 2

    Índice

    2. Concepto
    3. El modelo
    inglés.

    4. Difusión de la revolución
    industrial

    5. La revolución
    agrícola

    6. Demografia
    7.
    Sociedad

    8.
    Economía

    9.
    Tecnología

    10.
    Distribución de Industrias en
    Inglaterra

    11.
    Conclusión

    12.
    Bibliografía

    1.
    Introducción

    El tema de investigación presentado en esta monografía
    es la Revolución
    Industrial o también llamada Industrialización;
    consiste en una transformación profunda, la más
    radical desde el período neolítico, de los sistemas de
    trabajo y de la estructura de
    la sociedad.
    Sucede en la segunda mitad del siglo XVIII, en Inglaterra, y se
    difunde después a otras naciones europeas.
    Se pasa del viejo mundo rural al de las ciudades tentaculares,
    del trabajo manual a la
    máquina, del taller a la fábrica. Los campesinos
    abandonan los campos y se trasladan a trabajar a las ciudades, el
    artesanado desaparece casi por completo; surge una clase de
    profesionales, promotores, ingenieros; en las concentraciones
    industriales aparece el proletariado, masa de braceros que
    trabajan con máquinas
    que no son suyas. Todo se transforma: trabajo, mentalidades,
    grupos
    sociales. No es un proceso
    súbito, como el de una revolución
    política,
    sino un proceso
    duradero; tampoco es, simplemente, un proceso de
    industrialización, ya que se producen cambios duraderos en
    la agricultura y
    en la sociedad. Se
    trata de un conjunto complejo de fenómenos. Esta revolución
    es la base del mundo contemporáneo; cualquier
    acontecimiento importante ocurrido en el mundo desde mediados del
    siglo XVIII está relacionado, en forma más o menos
    directa, con esta transformación.

    Algunos de los rasgos que se han considerado
    definitorios de la revolución industrial se encuentran
    también en períodos anteriores, así ocurre
    con el montaje de factorías o el uso de fuerza motriz
    en la fabricación. Desde la revolución
    industrial se produce un cambio
    cuantitativo: del taller con varios operarios se pasa a la gran
    fábrica con centenares de obreros, del villorrio de varias
    docenas de vecinos a la metrópoli de centenares de miles
    de habitantes. Pero los cambios definidores parecen ser
    cualitativos. La esencia de la sociedad industrial es que
    evoluciona de modo continuo; cada cambio suscita
    la necesidad de otro, es un proceso dinámico.

    Si bien la revolución industrial acarreó
    problemas como
    el empobrecimiento de los obreros y la acumulación de
    beneficios de los empresarios, estudios realizados por diversos
    historiadores llegaron a dos tipos de interpretaciones de lo
    sucedido por causa de la revolución industrial, la primer
    conclusión fue que subió el nivel de vida y los
    obreros no fueron perjudicados, inclusive algunos mejoraron su
    condición. La segunda corriente sostiene que las
    condiciones de trabajo y la vida obrera fueron
    deterioradas,

    Antecedentes
    Sociedad preindustrial:
    A fines del siglo XVIII, la mayoría de la población inglesa se encontraba distribuida
    en la zona rural. En promedio, más del ochenta por ciento
    de la población europea vivía en el
    campo.

    En general en las ciudades no se concentraba un gran
    número de población, la mayoría de las
    principales capitales y grandes ciudades europeas no superaban
    los cien mil habitantes, con excepción de Londres, que era
    la ciudad más grande; constaba con un millón de
    habitantes, mientras que el número de habitantes que
    residían en París disminuía a la
    mitad.

    En esa época tenía gran importancia el ser
    propietario de tierras, el hecho de poseer aunque sea una
    pequeña parcela de tierra
    aseguraba dignidad y respeto, por eso
    aquellos que no la poseían eran consideraba inferiores. La
    posesión de propiedades tenía mucha importancia
    porque era una sociedad cuya economía se basaba en
    la subsistencia.

    La mayoría de los países europeos
    mantenía vigente hasta el momento el régimen de
    servidumbre, con excepción de los dos países, cuyas
    capitales fueron nombradas anteriormente, se daba esta
    condición porque en Francia e
    Inglaterra los
    campesinos habían logrado superar la condición de
    servidumbre.

    Antes de la Revolución Industrial, la
    elaboración masiva de productos en
    serie y de bajo precio era
    inexistente, porque ni siquiera existían mercados donde
    colocar los productos.
    Esta situación se debía a que la gran
    mayoría de la población estaba por campesino que
    producían sus alimentos y
    tejían sus propias ropas. En las ciudades, las personas
    podían elaborar en forma rudimentaria su ropa, sus
    zapatos, o cualquier otro objeto de uso doméstico;
    también podía recurrir al taller de un maestro
    experimentado para que los confeccionara a medida de acuerdo con
    las preferencias del cliente. Los
    artesanos de un mismo oficio se agruparon en gremios, que
    tenían la función de
    defender los intereses políticos, económicos y
    sociales de sus miembros. Cada gremio regulada los precios y los
    salarios y
    tenían reglas que no podían ser violadas, porque lo
    más importante era garantizar la calidad del
    producto. Los
    gremios de artesanos textiles se encargaban de la producción de telas de lana y de lino. Los
    consumidores de estas costosas telas elaboradas en los talleres
    eran los ricos burgueses de las
    ciudades, los terratenientes y la nobleza. Todos ellos
    constituían un mercado de gran
    poder
    económico, pero numéricamente limitado. El desarrollo
    comercial de las principales potencias europeas, especialmente
    Inglaterra y Francia,
    había provocado el crecimiento de las ciudades y en
    consecuencia, el aumento de la demanda de
    productos menos costosos. Para satisfacer ese mercado, se
    organizó un sistema de
    producción domiciliaria, o también
    llamado puttin out sistem : un empresario compraba la materia prima
    y la distribuía en las casa de los trabajadores, que
    generalmente eran campesinos. También les proporcionaba
    las máquinas
    necesarias para su tarea. Como complemento del trabajo de campo,
    los campesino hilaban y tejían las prensa, que luego
    eran retiradas por el empresario para su comercialización, a cambio del pago de una
    suma fija por cada prensa
    confeccionada. Estas telas no podían competir en calidad con las
    producidas por los gremios de artesanos textiles, pero su
    precio era
    más accesible para los grupos medios
    urbanos.

    Para cambiar las formas de producción, primero
    había que disponer de mercados
    potenciales. Sin ellos nadie se arriesgaría a producir en
    serie. En Gran Bretaña, específicamente en
    Inglaterra, se dieron por primera vez las condiciones políticas
    y sociales que permitieron la aparición de esos mercados
    potenciales, un mercado interno y mercados externos, por esa
    razón Inglaterra fue la gran protagonista de la Primera
    Revolución Industrial.


    2. Concepto

    La Revolución Industrial fue una serie de cambios
    económicos y sociales, fue una profunda
    transformación del estilo de trabajo y de la forma de
    pensar que trajo como consecuencia en cambio en la estructura de
    la sociedad, acarreó grandes consecuencias. Comenzó
    en Inglaterra en el siglo XVIII, luego se extendió hacia
    otros países, como Francia, Alemania,
    Estados
    Unidos, Bélgica, y con mayor retraso, Rusia y España.

    Se inició esta revolución con la
    invención y la aplicación de la máquina a
    vapor y otros inventos,
    propagaron las fábricas y talleres, provocaron la migración
    masiva del campo a las ciudades, crearon nuevos sistemas de
    transporte,
    fomentaron las ciencias
    aplicadas y promovieron las especialización
    productiva.

    Se destacan dos grandes períodos en el desarrollo de
    esta Revolución: el primero, que será el más
    desarrollado en esta ocasión, va desde el año 1780
    y se extiende hasta fines de siglo XIX. La principal característica de este período fue
    la utilización del carbón y del hierro como
    base del trabajo y las producciones.

    El segundo período se extiende desde las
    últimas décadas del siglo XIX hasta los días
    actuales. Se destaca este último período por el uso
    del petróleo,
    la electricidad y el
    acero, que
    favorecieron tanto los medios de
    producción como los de comunicación.
    El rasgo más fácil de comprender y él
    más notable de la historia, es la
    transformación y el prodigioso desarrollo de la industria y el
    comercio, y
    por consiguiente, la transformación total de las
    condiciones materiales de
    la vida.
    La Revolución Industrial fue definida brevemente por el
    historiador Marc Baldó Lacomba como "Un cambio cualitativo
    y universal, según el cual se transformaron las
    condiciones técnicas y
    sociales de la producción".
    En 1837, J. Blanqui utilizó por primera vez el
    término que dice: "la Revolución Industrial es
    definida como el conjunto de transformaciones económicas y
    sociales que caracterizaron el proceso de la
    industrialización".

    La revolución Industrial es producto de la
    explotación de riquezas procedentes de la
    explotación de las colonias que dominaban los
    países europeos, a su vez, esta acumulación fue
    consecuencia del comercio que
    había tenido un desarrollo extraordinario
    generándose así el capitalismo
    mercantil, que pronto se transformó en capitalismo
    industrial, es decir, ya no solo basado en el comercio sino
    también en la producción industrial.

    Rápidamente la nación
    se transformó de un país tradicionalmente
    agrícola en una nación
    industrializada que dominaba el mercado mundial. Su estructura
    social cambió radicalmente dos tercios de la
    población urbana pasó a trabajar en las
    fábricas. Pero la brusca transición de la vida
    rural a la vida urbana provocó graves conflictos
    debido a la necesidad de asegurarla subsistencia a la creciente
    población de las grandes ciudades. La afluencia masiva de
    población de bajo nivel económico originó
    condiciones miserables de vida, desocupación, marginación, delincuencia y
    una explotación indiscriminada del trabajador. Las
    jornadas laborales se extendieron hasta niveles infrahumanos y
    además se incorporó a las fábricas la mano
    de obra de las mujeres y niños
    que eran doblemente explotados, pues percibían salarios
    inferiores a los de los hombres.

    Si la revolución tecnológica produjo un
    aumento impresionante de la productividad,
    provocó también un empobrecimiento notable en el
    nivel de vida de la clase trabajadora. Por otra parte, los
    salarios disminuían constantemente mientras aumentaba
    indiscriminadamente el precio de los artículos de primera
    necesidad, de modo que el poder
    adquisitivo de la familia
    obrera se vio notablemente reducido.

    Al reflexionar sobre el proceso de los pensadores
    sociales del siglo XIX, Engels en su "Situación de la
    clase trabajadora en Inglaterra" y Marx en gran
    parte de su obra, repararon especialmente en los efectos
    sociales, mientras los historiadores se ocupaban de los aspectos
    técnicos. No obstante en nuestro siglo, y a partir de la
    obra de Mantoux (1905), la atención a las repercusiones sociales
    empezó a ocupar capítulos en las monografías
    académicas, tendencia que culminó en los
    años sesenta en la obra de Landes, apertura que
    llevó a otro historiador clásico en el tema, el
    británico Ashton, a reclamar que se examinaran todas las
    vertientes: técnicas,
    sociales y financieras.

    La revolución industrial viene a ser un proceso
    de cambio constante y crecimiento continuo, en el que intervienen
    técnicas (máquinas), descubrimientos
    teóricos (ciencia),
    capitales y transformaciones sociales, acompañado por una
    renovación de la agricultura,
    que permite el desplazamiento de una parte de las masas
    campesinas a las ciudades.

    3. El modelo
    inglés.

    Inglaterra fue el adelantado de esta gran
    transformación y dio la pauta para otros países. En
    este carácter
    pionero se cimentaría su condición de primera
    potencia mundial
    hasta 1914. Podríamos resumir el modelo
    inglés
    en tres capítulos: recursos,
    sectores y técnicas.

    Entre los recursos nos
    hallamos, en primer lugar, con los humanos, un crecimiento
    acelerado de la población, que juega un papel crucial
    en el aumento del volumen de la
    demanda y en
    los flujos de mano de obra para la industria. En
    otros países se produjo un incremento de la
    población sin paralelo desarrollo industrial, casos de la
    India e
    Irlanda, pero en Inglaterra la correlación fue indudable.
    Por otra parte la isla tenía materias primas y
    energía: lana, hierro, hulla,
    proporcionaron ventajas con respecto a los países
    escasamente dotados. Finalmente disfrutó de una
    época de abundancia alimentaria, con frecuentes excedentes
    proporcionados por excelentes cosechas entre los años 1740
    y 1780.

    La industrialización se centró en varios
    sectores: tejidos en primer
    lugar, siderurgia a continuación, ferrocarriles
    después. Tras la experiencia inglesa se convirtieron en
    los clásicos sectores de desarrollo nacional. El impulso
    definitivo fue proporcionado por la construcción del ferrocarril, destino de
    los grandes capitales y estímulo para la siderurgia,
    además de posibilitar la especialización
    agrícola de las diferentes comarcas con el consiguiente
    impulso al comercio interior.

    Las innovaciones técnicas fueron constantes y
    pueden seguirse por la interminable lista de patentes, impulsadas
    en una primera fase por las universidades escocesas de Glasgow y
    Edimburgo. La máquina de vapor de Watt se convirtió
    en uno de los inventos
    más trascendentales de la historia. Las innovaciones
    deben citarse también en los sistemas de uso del dinero. Porque
    en el terreno financiero pronto descubrieron los ingleses que la
    industrialización requería un aparato financiero.
    El crédito
    público se canalizó por el Banco de
    Inglaterra, fundado en 1694, pero más decisiva fue la
    financiación privada mediante créditos. Defoe estimó que los dos
    tercios del comercio interior se realizaban a crédito. Londres se convirtió en la
    capital
    financiera no só1o de la nación sino del mundo
    hasta la primera guerra
    mundial.

    La estructura industrial del país se
    modificó desde el punto de vista geográfico. A la
    primacía del sur, Londres, Bristol, Norwich,
    sustituyó la de tierras del norte y noroeste, al
    desplazarse los centros a las comarcas carboníferas de las
    Midlands occidentales, el Lancashire y Gales del Sur. Esta
    nación, que había creado ciudades nuevas, inventado
    la máquina de vapor, construido la primera red ferroviaria, era a
    mediados del siglo XIX la soberana del mundo. Su
    supremacía en ese momento resultaba
    indiscutible.

    4. Difusión de la
    revolución industrial

    Otras naciones del continente europeo ensayaron la forma
    de civilización basada en máquinas, innovaciones
    tecnológicas y producción en gran escala; con
    excepción de Portugal, España,
    Italia, Dinamarca
    y el este de Europa, el modelo
    industrial se convirtió en meta inmediata.

    Francia
    Francia.
    Tuvo un modelo de crecimiento más anómalo, aunque,
    según CAMERON el resultado no fue peor y demuestra que el
    crecimiento
    económico moderno de Francia empezó en el siglo
    XVIII.
    Las diferencias con Inglaterra fueron:
    1) Durante el siglo XIX Francia se caracteriza por un bajo
    índice de crecimiento demográfico.
    2) No estaba muy provista de recursos, aunque, por ejemplo no
    carecía de carbón.
    3) Tecnológicamente no estaba rezagada.
    4) El factor institucional, aunque complejo, facilitó las
    cosas.

    – De las grandes naciones industriales, Francia fue la
    que contó con índices más bajos de
    urbanización.
    – A principios de
    siglo Francia era la única de las naciones industriales de
    Europa
    autosuficiente y que producía excedentes de alimentos.
    El proceso industrializador francés fue lento porque tuvo
    que vencer bastantes obstáculos. En primer lugar su
    debilidad demográfica, provocada por el descenso de la
    natalidad, de manera que su potencial poblacional se
    debilitó en relación a Gran Bretaña o
    Alemania.
    Más peculiar resultó el papel de la
    agricultura. Aportación decisiva en el caso inglés,
    como hemos visto, en Francia apenas se produjeron cambios en el
    campo antes de la revolución, perdurando una estructura
    feudal en la que los propietarios, aristócratas,
    só1o veían en la tierra una
    fuente de ingresos. La
    revolución cambió el estatuto jurídico, al
    acceder los campesinos a la propiedad,
    pero no propició la transformación técnica.
    Pero el diferencial decisivo estribó en la falta de
    carbón y en la imposibilidad de aprovechamiento del hierro
    fosforado de Lorena, hasta que en los últimos lustros del
    XIX se encontró el procedimiento. A
    pesar de ello hacia 1830 Francia disponía de una industria
    textil desarrollada. Una ley de 1842
    estimuló la construcción de la red ferroviaria, y aunque en
    1848 só1o disponía de 1800 Km. la Banca
    encontró en esta empresa su gran
    oportunidad y en la década de los cincuenta se produjo el
    auge. Como vemos, con retrasos e inconvenientes, Francia
    repitió el modelo industrial británico.

    Estados Unidos.
    Síntesis:
    – Fue el ejemplo más espectacular de un crecimiento
    económico nacional rápido.
    – Experimentó un incremento demográfico importante
    gracias al crecimiento natural y a la llegada de inmigrantes.
    – Ello favorecerá la existencia de una abundante mano de
    obra para trabajar.
    – La renta y la riqueza crecieron todavía más
    rápidamente que la población.
    – La abundancia de tierra y la
    riqueza de recursos
    naturales.
    – La mayor tasa de crecimiento se responde por el progreso
    tecnológico más rápido y la creciente
    especialización regional.
    – Ofrecía, además, un gran mercado
    doméstico, virtualmente libre de barreras comerciales
    artificiales.
    – Para sacarlo partido necesitaba una vasta red de
    transportes.
    – El ferrocarril desempeñó aquí, al igual
    que en Europa un importante papel.
    – A pesar de este desarrollo industrial, en el siglo XIX Estados Unidos
    continuaba siendo un país eminentemente rural.

    Estados Unidos se encuentra, según Niveau, con
    tres obstáculos: dominio
    económico de la antigua metrópoli, escasez de mano
    de obra y ausencia de vías de comunicación. No carece de inventores con
    talento; en 1789 Slater fabrica la primera máquina de
    hilar algodón, Fulton los primeros barcos de vapor. El
    impulso decisivo procede de la inmigración, que posibilita la
    industrialización sin éxodo rural; es el
    único caso de revolución industrial con distribución equilibrada de mano de obra y
    escasas tensiones capital-trabajo. Por tratarse de un territorio
    inmenso la industrialización se inicia en el Este, pero es
    muy tardía en el Oeste. Los ferrocarriles juegan un papel
    decisivo.
    Cuando se cierra el período de la primera
    revolución industrial, hacia 1860, Gran Bretaña,
    Francia, Alemania y Estados Unidos han forjado su predominio en
    el mundo.

    Gran Bretaña.
    – Al finalizar las guerras
    napoleónicas era el principal país industrial del
    mundo y también la primera nación comercial.
    – Hacia 1870, si bien siguió aumentando la
    producción y el comercio total, fue perdiendo su
    primacía.
    – Las bases de la primitiva prosperidad de Gran Bretaña
    (tejidos,
    carbón, hierro y mejoras técnicas) seguían
    siendo pilares fundamentales de su economía.
    – En tejidos y carbón conservó su hegemonía,
    pero en la producción metalúrgica pronto se vio
    superado por Estados Unidos y Alemania.
    – El ferrocarril se convirtió en la palanca de su
    desarrollo.
    – La necesidad interna y externa de exportar equipos y capital
    proporcionó un fuerte estímulo a su
    economía.
    – Otro estímulo importante fue el de la industria de
    construcción naval.
    – Se pasó de la vela al vapor y en lugar de emplear
    madera en la
    fabricación de barcos se comienza a utilizar hierro y
    más tarde acero.
    – Causas del ocaso inglés.

    • Técnicas:

    – Precios
    relativos de las materias primas.
    – Condiciones comerciales.
    – Porcentajes y modelos de
    inversión.

    • Dificultad de acceso a las materias primas y a los
      recursos
      naturales.
    • Fracaso empresarial.
    • Atrasado sistema
      educativo.
    • Política arancelaria de las otras
      naciones.
    • A pesar de todas estas vicisitudes, la renta real per
      cápita de los ingleses aumentó un 2'5 entre 1850
      y 1919.
    • Bélgica.
      – Fue la primera región de la Europa continental que
      adoptó plenamente el modelo de industrialización
      británico.
      – Se citan varios motivos que explican su temprana
      industrialización:
    1. Su proximidad a Inglaterra.
    2. Su larga tradición industrial.
    3. Contaba con recursos naturales semejantes a Gran
      Bretaña.
    4. Tecnología, empresarial y capital extranjeros
      y disfrutó de una situación privilegiada en
      ciertos mercados extranjeros (principalmente en
      Francia).
    5. La decisión gubernamental de construir
      una red de
      ferrocarriles a expensas del
    6. Estado.
    7. Una notable innovación institucional en el campo de
      la banca y de
      las finanzas.

    – Hacia 1840 Bélgica era claramente el
    país más industrializado de la Europa continental,
    y seguía muy cerca a Gran Bretaña.

    Alemania.
    – Fue el último de los países industrializados.
    – Nación (conjunto de pequeños estados) rural y
    agraria, aunque existían pequeñas concentraciones
    industriales (Rin, Sajonia, ciudad de Berlín)
    – Para la 1ª Guerra Mundial
    era la nación más poderosa de Europa.
    – La escasez de transportes y de vías de
    comunicación frenó el desarrollo
    económico.
    – CAMERON divide la historia política de Alemania
    en tres periodos:
    – Desde principios de
    siglo hasta la formación del Zollverein (1833).
    – Toma de contacto con lo existente en otros países
    – Se crean las condiciones jurídicas e intelectuales
    necesarias para la unidad.
    – Desde 1833 hasta 1870, en el que se ponen los auténticos
    cimientos de la industrialización, las finanzas y los
    transporte
    modernos.
    – Desde 1870, en el que se manifiesta claramente como una
    potencia.
    – La clave de la rápida industrialización alemana
    fue el veloz crecimiento de la industria del carbón,
    gracias a los importante yacimientos de Ruhr.
    – En el acero el impulso fue tan grande que en 1885 ya superaba a
    Gran Bretaña.
    – Con la creación del imperio (1871), las indemnizaciones
    de guerra y la
    victoria sobre Francia la economía se vio fortalecida.
    – Los sectores más dinámicos fueron los que
    producían bienes de
    capital o productos para el consumo
    industrial.
    – Destaca la industria química y la
    eléctrica, además del carbón, hierro y
    acero.
    – Alemania experimentó una urbanización
    extremadamente rápida.
    – Fue importante la estrecha relación entre la banca y la
    industria alemana.
    – En Gran Bretaña y Estados Unidos estaba prohibidos todo
    tipo de monopolio,
    pero en Alemania eran legales.

    – Todo ello organizó la economía alemana
    del XIX y la preparó para ser una de las principales
    potencias europeas del siglo XX.
    El caso alemán resulta más complejo aún que
    el anterior. La unificación política no se
    completó hasta 1871, de ahí que existan diferencias
    entre el Oeste y el Este y entre el Norte y el Sur. Por el
    contrario, a diferencia de Francia, los estados germánicos
    podían beneficiarse de su población en
    expansión y de la abundancia de hierro y carbón. El
    Ruhr siguió el modelo británico, con minas y
    siderurgia como sectores vertebrales, capitales franceses y
    belgas y técnicos ingleses. En las comarcas orientales se
    siguió el modelo prusiano, en el que la industria no
    devora a la agricultura. En una nación sin unidad
    política supuso un paso decisivo el Zollverein (1834),
    unión aduanera, y la construcción de la red
    ferroviaria, que en 1850 só1o en los Estados del Norte
    casi duplicaba la francesa. Los cuatro Estados del Sur (Baviera,
    Würtemberg, Baden y Hesse-Darmstadt), más alejados
    del influjo británico, retrasaron su
    industrialización hasta la segunda mitad del XIX, pero al
    aprovechar las experiencias ajenas, en un proceso similar al
    japonés, procedieron a una industrialización
    acelerada.

    Considerando el siglo como un todo las tasas de
    crecimiento, producto total, producto per cápita fueron
    parecidas a las británicas.
    – A finales de siglo Gran Bretaña experimentó una
    "revolución industrial", mientras que Francia se
    encontró atrapada en la Revolución de 89.
    – Para el autor aquí radica la diferencia que
    afectó a los rendimientos relativos de las dos
    economías durante gran parte del XIX.
    – La política y la economía van a la par en
    Francia.

    • Durante la época de la restauración
      hubo un impulso económico.
    • Las crisis
      económica y política de 1848-51 marcan una pausa
      en el ritmo del desarrollo
      económico.
    • Más tarde con la proclamación del II
      Imperio el crecimiento económico de Francia reanuda su
      curso a un ritmo acelerado.
    • La guerra del
      70-71 fue un desastre económico y militar, pero Francia
      se recobró económicamente y dejó al mundo
      asombrado.
    • La depresión que comenzó en 1882
      costó a Francia más que a cualquier otras del
      XIX.
    • Justo antes de que el siglo terminara volvió
      la prosperidad que conectó con la belle époque
      (años anteriores a la Primera Guerra
      Mundial).

    5. La revolución
    agrícola

    Consiste en la supresión de la rotación
    trienal y en la desaparición de los barbechos.
    La innovación fundamental es la alternancia de
    cereales con plantas
    destinadas en general al ganado.
    Se considera a esta revolución como la primera en orden
    cronológico. Se ubica en Gran Bretaña en la primera
    mitad del siglo XVIII.

    Antecedentes:
    La Cuna de la Revolución Industrial. (Hacia una
    economía distinta)
    La peculiar característica de la Gran Bretaña y
    la previa revolución agrícola hacia el siglo XVIII
    le permitió la referida acumulación del capital,
    base de la revolución industrial, y se manifestó en
    la aplicación de máquinas en la producción
    trayendo esto por resultado la confección de mayor numero
    de mercancías en menos tiempo, en
    general, la economía rural europea mantuvo su estructura
    tradicional, poco diferente a la estructura del siglo XVIII. El
    campesino continuó rutinariamente los sistemas antiguos, y
    una gran parte de las tierras siguieron siendo destinadas al
    cultivo del trigo. Y como las comunicaciones
    eran difíciles cada comarca procuraba producir la cosecha
    suficiente, en la mayoría de los campos europeos no
    habían mejorado sus sistemas de trabajo.
    El antiguo régimen
    La rotación trienal era la técnica
    básica.
    1701 1702 1703
    Primera hoja: Trigo Avena Barbecho
    Segunda hoja: Avena Barbecho Trigo
    Tercera hoja: Barbecho Trigo Avena
    – Lo que más se cultivaba eran cereales, pocas plantas de
    raíz, entre las cuales la patata era muy rara.
    – Había poco ganado, poco estiércol, y en
    consecuencia, bajo rendimiento agrícola.
    – A menudo se practicaba el policultivo.
    Herramientas
    de trabajo arcaicas, el arado sólo constaba de una reja de
    madera, sin
    tren delantero.

    Extensión de las superficies cultivadas
    – El segundo aspecto fue la conquista de nuevas tierras
    cultivables.
    – Se recurrió para ello a dos medios.

    1. La roturación de bosques, el drenaje de
      pantanos, el cultivo de eriales.
    2. La supresión del barbecho. En lugar de
      facilitar un descanso a la tierra producía mayor
      agotamiento, y cederá el puesto a plantas
      forrajeras.

    – Consecuencia: mejora de la calidad de las tierras y el
    rendimiento de los cereales.
    – El progreso de los forrajes permitió alimentar en
    mejores condiciones al ganado.
    – De aquí deriva un progreso en la calidad y la cantidad
    de carne productos lácteos, y
    una mayor cantidad de estiércol para abonar las
    tierras.
    – Por último se incorporan cultivos nuevos que en el siglo
    XIX tendrán un éxito
    generalizado: la remolacha azucarera y la
    patata.

    La revolución agraria
    Tiempo antes
    de que los campos europeos existieran maquinarias agrarias, en
    los campos de Inglaterra, y más tarde en los de Francia,
    se desarrollaba un importante proceso agrario. Los predios
    comenzaron a cercarse, se vieron las ventajas de la
    rotación de la tierra, se
    mejoraron las empastadas y la crianza del ganado se
    perfeccionó.

    En los años iniciales del siglo XVII se
    inició el empleo de
    nuevos métodos y
    técnicas que permitieron intensificar el cultivo y
    aumentar la productividad. A
    la vez, el transporte adquirió mayor importancia y las
    comunicaciones
    abrieron otros mercados a los productos
    agrícolas.

    El individualismo agrario
    – El cultivo continuo de los suelos, las
    nuevas roturaciones reducen mucho la trashumancia de los ganados
    y los pastos de común.
    – Todo el sistema de openfield se ve afectado, atacado y
    corroído por la concentración parcelaria.
    – Estos avances se producen a un ritmo lento ya que el procedimiento
    para conseguir un Acta de enclosure es complicado y oneroso, al
    menos hasta el año 1801.
    – La Iglesia, que
    ve disminuir sus ingresos con cada
    enclosure será directa responsable de esta
    situación.
    A principios del XVII ciertas regiones de Europa habían
    acumulado concentraciones considerables de industria rural.
    En los años 60 del presente siglo se creó un
    término que describía este proceso:
    protoindustrialización. Fue empleado por primera vez para
    referirse a la industria de lino de Flandes).

    Las características principales de esta
    protoindustria las constituyen:

    1. La existencia de trabajadores dispersos.
    2. Empresarios urbanos que les proporcionan las materias
      primas y venden su producción en mercados
      lejanos.
    3. Los trabajadores deben comprar al menos, una parte de
      sus medios de subsistencia.
    4. Suelen referirse a los bienes de
      consumo,
      especialmente textiles.

    Alrededor de 1770 se producen "revoluciones" en todos
    los sectores, dando lugar a nuevas estructuras de
    la economía.

    La transformación agraria
    Al mismo tiempo que tiene lugar en Inglaterra la
    revolución industrial, se produce en el país una
    importante transformación agrícola que favorece,
    además, la industrialización. Vamos a ver en
    qué consisten estos cambios agrarios y cómo
    influyen sobre la industria. En Inglaterra existían las
    llamadas «tierras comunales». Se trataba de fincas
    grandes no pertenecientes a persona
    determinada, sino que eran propiedad de
    alguna comunidad: aldea,
    pueblo o ciudad cuyos vecinos se aprovechaban gratuitamente de
    ellas. Estas tierras comunales solían estar dedicadas a
    pastos o a bosques, y permitían vivir a los más
    menesterosos: cualquier habitante del pueblo podía llevar
    su ganado a pastar en la tierra comunal y, de la misma manera,
    cualquier vecino, también gratuitamente, podía
    recoger leña del bosque común, bien para su uso,
    bien para convertirla en carbón y venderla
    después.

    A mediados del siglo XVIII, esta situación
    cambió. El gobierno
    publicó una ley por la que se
    suprimían las «propiedades comunales».
    Así, estas tierras, que hasta entonces habían
    pertenecido a los pueblos, fueron sacadas a pública
    subasta y compradas por los más ricos: nobles u opulentos
    burgueses. El resultado, desde el punto de vista social y humano,
    fue desastroso: los campesinos pobres y los jornaleros
    sólo podían sobrevivir gracias a las «fincas
    comunales»; como ahora han desaparecido, no tienen
    más remedio, para no morir de hambre, que dejar el campo y
    trasladarse a la ciudad para trabajar como obreros en las nuevas
    fábricas que en esos momentos se estaban
    levantando.

    El papel de la agricultura.
    Aunque no esté claro en que medida la revolución de
    la agricultura contribuyó a la industrialización
    quizás esta no se hubiera producido sin una
    modernización de aquélla. En esta línea
    deberíamos considerarla una precondición, al menos
    los datos
    demográficos así parecen demostrarlo. Entre 1751 y
    1821 se duplicó la población de Inglaterra y Gales.
    Si la agricultura no hubiera respondido al desafío, con
    déficit de alimentos hubieran faltado recursos para la
    industrialización. Así se comprueba en los
    países actuales del Tercer Mundo, cuya incapacidad para
    aumentar la producción agrícola y alimentar una
    población creciente hace imposible el despegue
    industrial.

    La denominada revolución agraria fue en gran
    medida un fenómeno de progreso técnico:
    irrigación, rotación de cultivos, abonos,
    maquinaria. El aumento de la producción, especialmente de
    los cereales con la extensión del maíz,
    permitió el abastecimiento de las grandes urbes; el
    crecimiento fantástico de Londres requería la
    potenciación de su hinterland agrícola. Sin
    excedente alimentario todas las energías se hubieran
    orientado hacia la subsistencia, como ocurre en la actualidad en
    los países subdesarrollados.

    En segundo lugar la elevación del precio de los
    cereales y el aumento de los ingresos de las familias campesinas
    generó una capacidad de compra en las regiones rurales,
    configurando un voraz mercado interior, en una época en la
    que el mercado exterior resultaba inseguro ante la serie de
    conflictos
    bélicos que se iniciaron con la independencia
    americana y continuaron con la revolución
    francesa y las guerras
    napoleónicas. Sin mercado no existe producción, y
    el mercado británico se amplió en primer lugar
    gracias a los beneficios de la revolución agrícola.
    Pero tampoco existe producción industrial sin capitales, y
    estos procedieron en gran medida del campo, de la
    acumulación generada por la coincidencia de las elevadas
    cosechas y de los precios altos. Finalmente la renovación
    de las técnicas de trabajo agrícola con la introducción de arados y trilladoras redujo
    la necesidad de personas en el campo, con lo que se
    facilitó a los centros industriales la mano de obra
    imprescindible.

    6.
    Demografia

    La demografía histórica
    A mediados del siglo XVIII la población del mundo era de
    unos 750 millones de habitantes; doscientos años
    después alcanzaba los 3.000 millones. En dos siglos su
    aumento había sido mucho más acusado que en los
    10.000 años anteriores. ¿Qué interés
    ofrece para el historiador este aumento espectacular del
    número de hombres? ¿Hubiera podido crecer de esta
    forma el censo de la humanidad de no haberse producido
    simultáneamente un incremento en la producción de
    alimentos, y en el ritmo de fabricación de utensilios y de
    vestidos mediante el uso de máquinas? La expansión
    de la población se presenta unida a la revolución
    agrícola y a la revolución industrial. Por otra
    parte, una sociedad más numerosa es una sociedad
    más complicada. Estos hombres se desplazan; las
    migraciones contemporáneas son el resultado tanto de la
    revolución del transporte como del aumento de la
    población. Incluso en la política aparecerán
    fenómenos de masas en la base de ideologías como el
    fascismo.
    Revolución industrial, colonialismo y
    descolonización, sociedad de masas, revolución de
    los transportes, procesos todos
    cardinales en la historia contemporánea, aparecen ligados
    al incremento demográfico.

    Pero no interesa sólo el número de los
    hombres al historiador; el porcentaje de los que trabajan
    (población activa), el de los jóvenes y niños,
    la intensidad de las migraciones, los índices de
    natalidad, nupcialidad y mortalidad, las causas que alteran estos
    índices, son datos que
    retratan múltiples aspectos de una sociedad. Ha nacido una
    rama de estudios históricos, la demografía histórica.

    Aunque ya en Montesquieu
    aparece la preocupación por el número de los
    hombres, la figura más destacada del pensamiento
    demográfico, cuando el incremento de población
    comienza a llamar la atención de pensadores y escritores, es el
    inglés Malthus. La primera edición de su Ensayo sobre
    la población aparece en 1798; la edición de 1803,
    tras varios viajes por
    Europa, incorpora los datos del censo inglés de 1801.
    Malthus asegura que el ritmo de aumento de la población es
    superior al de los alimentos; la población crece en
    progresión geométrica y los alimentos en
    progresión aritmética; el horizonte de la humanidad
    es el hambre. Sus juicios sociales son extremadamente
    reaccionarios: "el pobre tiene derecho a ser alimentado como el
    derecho de vivir mil años", "los obreros se casan con una
    ligereza inexcusable". Prescindiendo de este aspecto de su obra,
    su planteamiento estadístico ejerció una notable
    influencia durante todo el siglo XIX. Muchos pensadores la
    siguieron fielmente, así Ricardo y Stuart Mill; otros,
    Proudhon, Marx, Engels, la
    mayor parte de los escritores nacionalistas, y el obispo
    católico Dupanloup le criticaron con aspereza. En los
    últimos años del siglo aparecen estudios
    históricos sobre las enfermedades; se empieza a
    prestar atención sobre las causas y los frenos del
    crecimiento demográfico.

    Algunos de los grandes historiadores del siglo XX,
    Simiand, Labrousse, Goubert, han estudiado la relación
    alimentación-población; en Francia e
    Inglaterra se editan revistas dedicadas exclusivamente al tema de
    la demografía histórica, a sus fuentes y a
    sus métodos
    ("Population", "Population Studies").

    Crecimiento de la población
    7A la par con los procesos de
    industrialización, expansión del comercio y
    mejoramiento de los sistemas agrarios, en casi toda Europa
    explotó la llamada revolución demográfica o
    aumento masivo de la población, que pasó a ser uno
    de los fenómenos más interesantes de la historia
    contemporánea.

    En Inglaterra, el número de habitantes se
    elevó de cuatro millones con que contaba en 1600, a seis
    millones en 1700; a fines del siglo XVIII alcanzó nueve
    millones. La población francesa subió de 17
    millones a 26 millones entre 1700 y 1800.

    Un clérigo inglés, Thomas Malthus, que
    dedicó gran parte de su tiempo a estudiar este
    fenómeno, llegó a la conclusión, en 1798,
    que la población aumentaba en progresión
    geométrica (1, 2, 4, 8, 16, 32 …), mientras que la
    producción de los medios de subsistencia sólo
    crecía en progresión aritmética (1, 2, 3, 4,
    5 …) Como Malthus pensó que esta ley era inalterable, el
    futuro de la Humanidad estaría señalado por el
    hambre y la miseria.

    El crecimiento de la población de Europa es uno
    de los hechos capitales de la historia de los dos últimos
    siglos; la emigración de los europeos a otros continentes
    hizo surgir "nuevas Europas". Este aumento demográfico de
    Europa es claro: 187 millones en 1800, 401 millones en 1900,
    aumento conseguido a pesar de la intensidad de las migraciones.
    Crecen deprisa los continentes que reciben población
    europea –las dos Américas, Australia-, más
    despacio los otros. En Europa el aumento se señala de
    forma clara en cuatro naciones:

    • Rusia pasa de 40 a 100 millones
    • Las Islas Británicas, de 16 a 46.5
      millones
    • Alemania, de 23 a 56.4 millones
    • Italia, de 18 a 32.5 millones.

    El caso inglés es notable, porque su incremento,
    superior a la media europea, se produce a pesar de la salida de
    17 millones de emigrantes. Aumenta la producción de los
    países con cambio social (Rusia –emancipación
    de los siervos-), con revolución económica temprana
    (Inglaterra –revolución industrial-), con proceso
    político fundamental (Alemania e Italia
    –consiguen su unidad nacional). Por otra parte,
    detrás de estas cifras escuetas, se agazapan procesos
    sociopolíticos importantes. El incremento de
    población posibilita en Rusia su expansión
    territorial, que culmina en la colonización de Siberia; es
    la base de su paneslavismo, de sus reivindicaciones sobre el
    espacio balcánico; se convierte en un factor más de
    tensiones internas, mientras mantiene una estructura
    agrícola arcaica. En Inglaterra permite la
    formación de un imperio dilatado, que suaviza las posibles
    tensiones interiores que el aumento de población en un
    territorio limitado hubiera despertado. En Alemania provee de
    mano de obra abundante para una industrialización que se
    efectuó de modo rápido, y, ya en el siglo XX, es un
    argumento de expansión para los pangermanistas. En Italia,
    que llega tarde al reparto colonial del mundo, el argumento
    demográfico se esgrimirá por los nacionalistas para
    formular la necesidad de colonias. Muchos rasgos
    específicos de algunas naciones no pueden explicarse
    prescindiendo de los procesos demográficos, aunque debemos
    evitar la tentación simplificadora de otorgar al factor
    población una importancia exclusiva.

    A escala europea
    este crecimiento no es continuo a lo largo del siglo. Podemos
    distinguir cuatro fases:
    1ª Hasta 1820. Es una fase de alza, a pesar de las guerras
    napoleónicas; se produce un impulso demográfico de
    compensación, y desde 1814 la población aumenta en
    casi todas las naciones.
    2ª 1820-1850. Tendencia a la parálisis e incluso a la
    contracción, por la crisis
    económica. Es época de precios bajos y de agudas
    crisis agrícolas. Ya en los últimos años
    comienza la expansión, quizás como uno de los
    efectos de la revolución industrial.
    3ª 1850-1880. Fase de prosperidad y de cambios sociales,
    como la liberación de los siervos rusos. El incremento de
    la población es notable.
    4ª 1880-1914. Hasta 1896, aproximadamente, algunas crisis
    agrícolas y la intensidad de la emigración, frenan
    el avance; luego continúa de forma lenta, por el descenso
    de la natalidad y el consiguiente envejecimiento de la
    población.

    Causas de la revolución demográfica del
    siglo XIX
    Los historiadores consideran que esta explosión
    demográfica no fue el resultado de un cambio sustancial en
    la tasa de natalidad (índice de nacimientos). Entre 1740 y
    1830, la tasa de natalidad varió muy poco. Fue un descenso
    de la mortalidad lo que hizo que se incrementara la
    población. Muchas influencias actuaban en ese entonces
    para reducir este índice. Al introducirse el cultivo de
    tubérculos, se pudo alimentar mayor cantidad de ganado
    durante los meses de invierno y así se pudo surtir a la
    gente de carne fresca durante todo el año. La
    sustitución de algunos cereales inferiores por el trigo, y
    el aumento en el consumo de legumbres, aumentó la resistencia
    contra las enfermedades. Niveles
    más altos de limpieza personal, aunados
    a más jabón y ropa interior de algodón
    más barata, disminuyeron los peligros de infección.
    El uso de ladrillos, pizarra y piedra como materiales de
    construcción, en lugar de paja y madera de chozas y casas
    de campo, redujo el número de epidemias.

    Las ciudades más importantes, que comenzaban a
    recibir grandes cantidades de campesinos atraídos por la
    mecanización de algunas actividades, vieron sus calles
    pavimentadas, fueron dotadas de alcantarillado y de agua; se
    desarrolló la medicina,
    aumentaron los hospitales y se puso más atención a
    la destrucción de basuras y al adecuado entierro de
    difuntos.

    Factores de la revolución demográfica.
    El factor clave del crecimiento de la población europea
    parece ser el descenso muy acusado de la mortalidad, descenso que
    se percibe ya en los primeros años del siglo. Los dos
    países de los que poseemos datos más fiables son
    Inglaterra, cuyo índice de mortalidad en 1800 y 1900 es
    respectivamente 26.9 %º y 18.2%º, y Francia, cuyos
    índices se reducen del 27.7 %º a 20.1 %º. Los
    progresos en la medicina y en la
    higiene son
    las causas fundamentales, aunque no únicas de este
    descenso.

    Los jalones claves en la medicina científica se
    señalan en la invención de la vacuna contra la
    viruela por el ingles Jenner (1796), que inicia la era de la
    medicina preventiva y la lucha final contra una enfermedad
    epidémica temible. El
    conocimiento de los agentes provocadores de las enfermedades,
    con el nacimiento de la microbiología (Pasteur, Koch), y la
    introducción en la cirugía de la
    anestesia parcial (1846) y la antisepsia (1867). La higiene
    experimenta una renovación no menor con el abastecimiento
    de agua potable a
    las ciudades, los servicios de
    limpieza en las calles y la generalización del aseo
    personal (ropa
    interior, jabón, etc.).

    Pero subsisten como frenos obstáculos
    ancestrales, sin los cuales el crecimiento numérico de los
    europeos hubiera sido mucho más rápido.
    ¿Cuáles son estos frenos?

    • La mortalidad infantil sigue siendo muy elevada,
      aunque comienza a descender en el último cuarto de
      siglo. Quizás contribuyó la falta de higiene
      alimentaria; el único medio que se conocía era
      prolongar la lactancia materna. En los hospicios la mortalidad
      de los hijos naturales fue mucho mayor; un autor francés
      ha asegurado que sólo el 10% alcanzaba los 20
      años.
    • Últimas hambrunas. Fue terrible el hambre en
      Irlanda en 1846-1848 que provocó salidas en masa hacia
      Estados Unidos. La de la India en
      1900-1901 hizo desaparecer 1/5 de la población. Un
      año de escasez de cereales, o de epidemia de la patata,
      podía provocar todavía un cataclismo.
    • Epidemias. Son menos temibles que en siglos
      anteriores, pero se ha afirmado equivocadamente su
      desaparición en la Edad contemporánea. El
      cólera llega a Europa y se convierte en el enemigo
      número 1. La revolución en el transporte
      contribuyó a hacer más rápida la
      difusión del vibrión colérico, que en
      cuatro ocasiones arrasó el continente europeo. En 1832,
      primera epidemia de cólera, murieron de su embate
      sólo en París 18.000 personas. Sus últimos
      coletazos, en Rusia en los últimos años del
      siglo, provocaron decenas de miles de
      víctimas.
    • Guerras. Al mismo tiempo que los progresos
      médicos permiten salvar un mayor número de
      heridos, los progresos bélicos provocan un mayor
      número de víctimas; es el caso de la
      mortífera de 1870 en Francia.

    Para los sectores obreros fue un factor adicional, que
    mantuvo alta la mortalidad, la mala calidad de
    vida, las condiciones difíciles de trabajo y la
    alimentación insuficiente. De ahí
    que se haya hablado de "desigualdad ante la muerte";
    existe una mortalidad diferencial de cada clase
    social.

    Si todos estos obstáculos impiden que la
    mortalidad baje más acusadamente, el descenso de la
    natalidad es otro freno en la carrera demográfica. La tasa
    inglesa pasa de un 37.7 %º a un 29.9 %º. En Francia el
    descenso es más acusado, de un 32.9%º a un
    22.4%º. Factores culturales y psicológicos inciden en
    este proceso. La reducción de la natalidad se hace
    más acusada en los últimos años del siglo y
    evita un aumento todavía más espectacular de la
    población mundial.

    Las migraciones. Del campo a la ciudad – Éxodo
    rural
    El siglo XIX protagoniza intensos desplazamientos de la
    población, en relación con dos procesos: la
    revolución industrial, que provoca el trasvase del campo a
    las ciudades en primer lugar, y que permite, por la
    innovación de los transportes, los traslados intra e
    intercontinentales; y el colonialismo, que estimula la
    ocupación de nuevas tierras en otros continentes menos
    poblados y menos desarrollados.

    Nos encontramos en primer lugar con una
    disminución de la población rural. Refleja el paso
    de una economía predominantemente agrícola a una
    economía predominantemente industrial. La industria,
    concentrada en las ciudades, reclama una mano de obra abundante;
    el artesano rural no puede resistir la competencia de
    las fábricas; los artesanados se constituyen en los
    primeros emigrantes. Más tarde, la revolución
    agrícola permite, al introducir en el trabajo de
    la tierra las máquinas, reducir el número de los
    campesinos, cuyos excedentes pasan a engrosar las masas de
    obreros industriales urbanos. En el ritmo de abandono de los
    campos influyen factores geográficos, jurídicos,
    políticos. Las montañas, más pobres, se
    vacían antes que las llanuras; las regiones de
    pequeños propietarios retienen con más fuerza a los
    campesinos que las de grandes propietarios, en las que el
    campesino es simplemente un bracero que desea buscar nueva vida;
    en ocasiones, una decisión política retiene o
    incluso atrae a los campesinos, es el caso de colonización
    de las Landas francesas. El ritmo es irregular, una crisis
    agraria lo acelera, como ocurrió en el hambre irlandesa de
    los años 40.

    Los ferrocarriles ejercieron una fuerte influencia en
    estos desplazamientos. Por una parte facilitaban los retornos
    estacionales, por otra suscitaron un impacto psicológico,
    una fiebre de viajes, que
    debilitó las tradiciones de apego a la tierra. Y
    multiplicaron los puntos de destino. Sin ferrocarriles los campos
    hubieran podido retener más eficazmente a sus
    habitantes.

    Las ciudades crecieron desordenadamente a fin de dar
    cabida a la gente que emigraba de los campos y se instalaba
    allí para trabajar en las fábricas. La mayor parte
    de las calles no tenían pavimento, y la luz, el agua y los
    alimentos eran escasos. Las viviendas se amontonaban en estrechos
    y malolientes callejones, y cada barrio era un basural. No fue
    extraño, entonces, que bajo tan tristes condiciones la
    tuberculosis y
    las epidemias hicieran estragos en barrios populares. Hombres,
    mujeres y niños trabajaban de 12 a 15 horas cada
    día, en locales insalubres y con escaso salario. Algunas
    fábricas empleaban niños huérfanos, menores
    de 14 años.

    Las migraciones intercontinentales
    Entre 1800 y 1930 abandonan el continente europeo unos 40
    millones de personas; es un proceso de expatriación sin
    precedentes en la historia. Inglaterra, con 17 millones de
    emigrantes, encabeza la tabla de países proveedores de
    hombres; Italia, con nueve, y Alemania, con seis millones, la
    siguen en importancia. De los países receptores ocupa el
    primer lugar, con amplia ventaja, Estados Unidos, a donde llegan,
    desde los primeros años del siglo XIX hasta el año
    1922, 38 millones de inmigrantes, a los que hay que sumar los que
    pasan desde el Canadá. El colosal despliegue territorial y
    económico de los Estados Unidos se basa en esta constante
    aportación de europeos. Canadá, Australia, América
    del Sur, Siberia, son zonas a donde los inmigrantes acceden en
    número notable.

    La lengua
    señala en muchos casos las líneas de
    desplazamiento. Ingleses e irlandeses prefieren emigrar a
    América
    del Norte; portugueses y españoles lo hacen casi en su
    totalidad a América del Sur.

    Las causas son diversas. Se ha señalado como
    espoleta la noción de presión
    demográfica: emigran los habitantes de países
    superpoblados, como Inglaterra o Alemania, y concretamente los de
    regiones y zonas cuya densidad de
    población, en relación con el número de
    puestos de trabajo o de nivel de producción de alimentos,
    es excesiva. Pero parecen influir no sólo las
    circunstancias del país emisor sino también las del
    país receptor.

    Indudablemente las motivaciones económicas han
    jugado en todo momento un papel decisivo. Las masas rurales y
    artesanas, agobiadas en los momentos de crisis, han intentado
    buscar una nueva vida lejos de la patria. H. Jerôme ha
    demostrado la influencia de los ciclos económicos sobre la
    emigración a los Estados Unidos. En el flujo de europeos
    hacia otros continentes ha actuado unas veces una crisis
    agrícola europea, como la de 1847; otras veces una
    circunstancia excepcional, como los hallazgos de oro en
    California, en Australia o en África del Sur.
    La situación geográfica es otro factor clave. Los
    rusos emigran hacia Siberia; los latinos hacia América;
    los países marítimos del Oeste europeo, Portugal,
    España, Inglaterra, encuentran muchos estímulos
    para lanzarse a través del océano.
    Los factores políticos no deben ser olvidados. Algunos
    estados pusieron trabas a la emigración de sus hombres;
    otros, ansiosos de establecer un imperio colonial, lo
    estimularon. A finales del siglo salían 300.000 ingleses
    cada año, hacia las colonias. Los habitantes de
    Alsacia-Lorena que en 1871 optaron por la nacionalidad francesa,
    al ser ocupados estos territorios por Alemania se trasladaron en
    masa a Argelia. En cambio no han influido apenas los motivos
    religiosos, con la excepción de los judíos de
    Europa central, que, al ser perseguidos, pasaron a Inglaterra y
    después a los Estados Unidos, para constituir la poderosa
    comunidad
    judía norteamericana.

    Para los países europeos las consecuencias no
    fueron visibles más que en casos especiales. Irlanda
    tenía en 1835 ocho millones de habitantes; entre 1845-50
    perdió casi dos millones, de los cuales más de la
    mitad emigraron a Norteamérica. Al ser los emigrantes
    jóvenes y varones, se produce un envejecimiento de la
    población y una superpoblación femenina, doble
    obstáculo en los años siguientes para la
    recuperación demográfica del país. Para
    Irlanda la emigración fue una sangría; en cambio
    para Inglaterra fue la base de su poder mundial.

    La intensidad de la emigración europea fue
    creciente a lo largo del siglo. Proceso poco acusado hasta 1845,
    comenzó a adquirir volumen a partir
    de las crisis económicas y políticas
    de los años 1846 a 1848, aumentó notablemente desde
    1880, cuando se intensifica la emigración alemana y se
    reparte el continente africano, y adquiere un volumen
    espectacular en los primeros años del siglo XX, hasta
    1914. La Primera Guerra Mundial
    pone un freno casi definitivo a esta difusión europea por
    todos los continentes.

    Partes: 1, 2

    Página siguiente 

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter