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Aspectos comparativos en la obra novelística de Ernesto Sábato




Enviado por conchisarmiento



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    Aspectos comparativos en la obra
    novelística de Ernesto Sábato.

    1. Simbología en las novelas
      de Ernesto Sábato
    2. Personajes.-
    3. Estructura de
      las novelas.-
    4. Sobre informe
      sobre ciegos.-

    1.SIMBOLOGÍA EN LAS NOVELAS DE
    ERNESTO SÁBATO

    El estudio de la obra novelística de Ernesto
    Sábato, tradicionalmente catalogada en tres novelas [(El
    túnel (1.948), Sobre héroes y tumbas (1.961) y
    Abaddón el exterminador(1.974)], demuestra formar un solo
    sistema de
    significación en el que se emplean los mismos
    códigos y se presentan similares estructuras.
    Como diría el propio Sábato, "todas son formas de
    los mismos fantasmas".

    Así pues, al analizar el conjunto de la obra de
    Sábato desde la perspectiva del discurso, es
    posible ver una seria de representaciones convertidas en signos
    semióticos, bien sean personajes, ideas o conceptos.
    Cuando se relacionan los diferentes textos de forma independiente
    a la perspectiva de la teoría
    de los géneros, es posible estudiar las semejanzas entre
    ellos, con lo que queda patente el hecho de que a nivel de
    actualización del texto, estos
    discursos
    funcionan de manera semejante, hasta tal punto , que casi
    podríamos decir que sus tres títulos no son sino
    aspectos de una sola novela, tales son
    sus conexiones, ya que huelga
    señalar que las tres forman una especie de ciclo, con
    personajes que transitan de uno a otro libro,
    ampliaciones de motivos antes presentados y reiteraciones de
    paradigmas y
    símbolos éticos. Entre éstos últimos
    se incluyen el carácter
    morbosos de la pasión amorosa; la obsesión con la
    ceguera física
    tratado como emblema de la moral; la
    naturaleza
    impenetrable y oscura del mundo; la estéril lucidez de la
    conciencia que
    solo agrava la sospecha de que la vida carece de sentido alguno;
    la omnipresencia del mal; el extraño lenguaje de
    los sueños, etc..

    Por lo tanto, no es factible la total
    comprensión, por parte del lector, de Abbadón el
    exterminador sin haber leído con anterioridad Sobre
    héroes y tumbas y, con todo, en ésta última,
    Sábato, en su inclinación hacía las
    disgresiones, realiza una larga referencia metaliteraria a El
    tunel 9, donde analiza el
    "caso Castel".

    Por otro lado, es esencial la adhesión al
    surrealismo y
    al psicoanálisis en Sábato , ya que los
    usa como el camino más firme para penetrara en el misterio
    del mundo. Hay una fuerte unión entre el psicoanálisis y el concepto de
    inconsciente, porque el inconsciente sirve de mediador entre el
    mundo sensible y el inteligble. Y el incosnciente se puso en
    relación con la enfermedad nerviosa y mental (la que
    parecen adolecer Juan Pablo Castel, Fernando Vidal…inclusive
    cabría decir la familia
    Vidal Olmos en general).

    9 Sobre héroes y tumbas, ed. Seix
    Barral, 2.001, en Informe sobre
    ciegos, capitulo XX, págs. 342 y ss.

    Probablemente el texto que
    más corresponda a este aspecto sea Informe sobre
    ciegos (capítulo III de Sobre héroes y tumbas). La
    que más destaca, en tanto que afectó notoriamente
    al autor en su vida privada (todo novela guarda
    algo de autobiográfico) o sea la simbología de la
    maternidad, de la madre. Ésta aparece claramente evidente
    en sus textos, aunque presentada de diversas maneras, y
    así, el cuadro que pinta Juan Pablo Castel y que tanto
    llama la atención de María Iribarne, se
    titula "Maternidad", y dentro del psicoanálisis, la
    matriz de una
    madre es comparada con un túnel del que, por otra parte,
    nunca saldrá Castel. Por tanto, al matar a María
    (nombre de la mujer– madre por
    antonomasia), el protagonista también está matando
    a su propia madre, y en cierta medida, a sí mismo. En
    Sobre héroes y tumbas la relación incestuosa entre
    Fernando Vidal y su hija Alejandra no resulta tan destructiva
    como la que mantiene ésta última con Martín
    de Castillo (merece señalar la similitud entre los
    apellidos de Juan Pablo Castel y Martín del
    Castillo , y aparte que para los psicoanalistas el
    castillo es símbolo de la madre protectora, como en la
    vida real y a su vez, lo fue la del propio Ernesto
    Sábato). Martín sabe que su madre trató
    de evitar que él naciera, razón por la cual la
    llama "madre- cloaca", y estas referencias edípicas
    remiten nuevamente a El tunel, e
    incluso a Informe sobre ciegos, ya que Fernando sí
    acabó en las cloacas buonarenses…y tb hace referencia a
    la maternidad, representada en Alejandra.

    Tanto la relación que mantienen Martín y
    su madre como la de Alejandra con su padre, son
    destructivas.

    La referencia al mito de Edipo
    (Sófocles) es directa, y ya no solo por la relación
    incestuosa entre padre e hija, sino porque Fernando Vidal, una
    vez que ha penetrado en la verdad de su propia existencia (cap.
    XXXV) , pierde los ojos materiales con
    los que ve, para verse a así mismo, al igual que al
    héroe clásico. También en el capítulo
    V del Informe sobre ciegos, se cita uno de los sueños de
    Fernando, un sueño que le estuvo persiguiendo durante toda
    su vida. En él, se veía a sí mismo. Y se
    suele decir que verse a sí mismo en sueños es
    señal de malos augurios.

    El autor de Informe sobre ciegos declara incluso que "en
    aquel viaje supe, como Edipo lo supo en manos de Tiresías
    (…)". Hay que considerar el hecho de que Tiresías
    también fue uno de los ciegos míticos de la
    tradición grecorromana, porque había observado a
    Atenea desnuda, y la diosa le castigó. El tema
    edípico es una clave de lectura.
    Fernando por su propia voluntad penetra en los laberíntos
    de su propio destino: el incesto. La ciega que tanto le aterra en
    sus alucinaciones no es otra sino que la misma Alejandra, y es
    ahí donde reside el sentido trágico de destino del
    héroe. Básicamente , Fernando, quien en su locura
    cree firmemente en la Secta del Mal, es guiado por su propia
    voluntad a penetrar en el reino de lo distinto, de lo impensable
    para la mayoría de los hombres y mujeres, es decir, el
    incesto o la unión sexual entre padre e hija, en aquello
    que

    Nietzche denomina el "uno primordial", que es la
    unión del uno con el otro y con su propia naturaleza. Como
    en Edipo Rey de
    Sófocles, Edipo no tiene más remedio que seguir con
    su destino fatal, de la misma forma que Fernando lo declara. Por
    ello será asesinado por su propia hija, quien luego
    prenderá fuego a la casa familiar y se quemará ella
    misma a fin de redimir la tragedia a través del fuego
    purificador y eterno. No obstante, Sábato no esplicita si
    este acto se destina exactamente a la depuración a
    través del fuego después de haber sucumbido ante un
    amor
    incestuoso con su padre. El complejo de Edipo ha sido un aspecto
    clave en la obra se Sábato. El incesto, uno de los motivos
    básicos, aparece en El tunel como
    parte del conflicto en
    la relación entre Castel y María, se encuentra en
    la base de la tragedia de Sobre héroes y tumbas, ya que
    este parece ser el origen de la problemática de Alejandra
    quien ha tenido relaciones sexuales con su padre. A la vez, la
    relación de Fernando con Georgina – madre de
    Alejandra y prima, a su vez, de Fernando- es un reflejo de la
    atracción que éste sentía por su propia
    madre. Algo semejante le ocurre a Bruno, quien en un momento se
    da cuenta que su atracción por Alejandra no es más
    que una extensión de su amor por
    Georgina, y eso es justo lo mismo que le pasa a Fernando, porque
    Alejandra es un vivo retrato de su madre. En Abaddón no
    faltan tampoco las relaciones incestuosas. El complejo de Edipo y
    los problemas de
    la líbido, siendo un punto básico de la teoría
    freudiana, han pasado a ser herramienta de trabajo en la
    interpretación de los textos sabatianos.

    Con todo, no queda del todo claro el porqué
    Alejandra mata a su padre. En realidad, obviamente cabria pensar
    que el móvil es el incesto y la causa la venganza, pero en
    ningún momento se deja translucir que se trate de una
    violación a Alejandra, – aunque Martín
    señalara en un momento dado que eran dos seres que
    parecía odiarse – , sino que ella lo permite. El
    porqué es un enigma.

    Y ella no parece tener miedo, quien verdaderamente tiene
    miedo el Fernando (la ciega del sótano es la
    representación de Alejandra). Hasta es muy posible que
    Alejandra, harta de la situación, amenazara de muerte a su
    padre, ya que éste está muy convencido de que su
    muerte es
    inminente y que será de mano de "la ciega".

    Queda demostrado pues, que la imagen de la
    madre tiene una importancia primordial en Sábato. Esto de
    debe a varios motivos de la vida personal de
    Sábato, que poco más o menos deja translucir en el
    capítulo II de su libro de
    memorias Antes
    del fin (1.998): La madre de Sábato perdió a su
    madre con solo 8 años y a su vez, ella perdió a un
    hijo de 2 años de edad, Ernestito, mientras estaba
    embarazada de Ernesto. También el propio Sábato
    perdió a un hijo cuando tenía 83 u 84 años
    (aproximadamente en 1.994). La madre de Sábato, por tanto,
    estando nuevamente embarazada de él, se siente triste,
    afligida y sacudida por fuertes sentimientos ambivalentes ante
    la muerte de
    su otro hijo. Esto afecta al feto, pues desde e
    psicoanálisis se han aportado valiosos estudios relativos
    a la importancia de la relación madre- hijo en la
    estructuración del psiquismo. Así, los
    vínculos con el recién nacido se mantienen, pero
    con sufrimiento. Lo peor es que en función de
    duelo, el nuevo hijo es identificado al nacer con el mismo nombre
    del que hacía poco había fallecido, y entonces ya
    no es otro el hijo que nace, sino que es el hijo que
    murió. Por ello una madre, así, deprimida y en
    relación a la natural simbiosis inicial entre madre e
    hijo, transforma al recién nacido en vector de sus propias
    ansiedades sufrientes y persecutorias. Sábato acusa a su
    madre de aislarlo del mundo, de convertirlo en un niño
    solo, que vive una especie de infancia
    prestada, que se siente en el mundo en sustitución de
    otro, porque para Sábato es como si la matriz o el
    seno de la madre es donde se halla la regón
    enigmática donde se hacen y se deshacen los destinos.
    Así Sábato sufría alucinaciones de
    pequeño, e incluso alteraciones en su conducta, como
    pincharles los ojos con alfileres a los pájaros y a los
    gatos (como Fernando Vidal) y padecía
    sonambulismo.

    Las referencias a la maternidad, por tanto, son
    continuas. No es casualidad que, al principio de Sobre
    héroes y tumbas, Martín se sitúe en el
    parque Lezama justo enfrente de la estatua de Ceres, diosa de la
    fertilidad, y por ende, representante también de la
    maternidad y eso, inconscientemente, haga reflexionar a
    Martín sobre su madre.

    Sin embargo, uno de los pasajes más cargados de
    simbología, es el que compone los capítulos XXXV y
    XXXVI de la tercera parte de Sobre héroes y tumbas, de
    Informe sobre ciegos, cuando Fernando Vidal, en su
    persecución de los ciegos pierde el
    conocimiento ante la visión de la ciega. Pasemos a un
    somero análisis del texto atendiendo a su
    simbología:

    En cada una de las obras , cada protagonista se
    "transforma" en un animal, de tal suerte que Juan Pablo Castel se
    convierte en un pájaro en uno de sus sueños
    (capitulo XXII) – a lo largo de El túnel solo se
    relatan tres sueños, a cual más simbólico- ,
    Fernando Vidal Olmos se transforma en pez (capítulo XXVI)
    y Sabato (sin acento, el alter ego del autor en Abaddón el
    exterminador) se metamorsea en murciélago (un animal
    nocturno y ciego).

    En general, Sábato se refiere a los
    símbolos en el contexto de la tradición literaria,
    la herencia
    mítica o el conocimiento
    esotérico, extrayendo analogías de diversa
    cosmogonías y tradiciones, principalmente de la
    clásica helénica y la judeo- cristiana.

    En el capítulo XXXVI, en primer lugar Fernando
    sale de una caverna guado por una relativa luminosidad opaca, una
    luz como de
    crepúsculo, "rojiza y violácea". Para los
    psicoanalistas – doctrina que jamás dejó
    indiferente a Ernesto Sábato-, la caverna o gruta es
    símbolo de genitales femeninos. Hay numerosos
    símbolos que remiten al claustro materno y a los genitales
    femeninos, como la habitación – donde
    encontró a la ciega, donde perdió el sentido, de
    donde salió hacia las cloacas- , la puerta – de la
    habitación anterior- y la de la estatua de páramo-
    y el túnel, de sobradas referencias. La imagen del
    crepúsculo es muy utilizada en la obra sabatiana, es un
    momento especial del día, que induce a la
    reflexión. Prácticamente todos los personajes,
    Bruno, Martín, Alejandra, Castel , Fernando… se mueven
    en esas horas del día. El crepúsculo es observado
    como un proceso
    psíquico o algún asunto de la vida que llaga a su
    término. En Sobre héroes y tumbas hay una breve
    reflexión sobre el atardecer en Buenos Aires, al
    igual que en Abaddón el exterminador, realizadas por Bruno
    y Sabato respectivamente. Da cierta sensación de que estos
    personajes no se mueven ni de día ni de noche, sino en los
    atardeceres, hacia la noche, la bruma. Es un momento intermedio
    que se podría llegar a relacionar con la
    contradicción en Sábato entre razón e
    intuición. Como la justa medida. O como el ocaso de la
    civilización. por eso viene la venida del fin de los
    tiempos, el apocalipsis anunciado por el ángel
    exterminador, por Abbadón.

    De hecho, cuando Fernando alcanza el páramo donde
    va a encontrar a la estatua del Ojo Fosforescente (nueva
    alusión a la vista) parece haber encontrado la
    solución a problemas, el
    fin ansiado.

    "El comienzo y el fin".

    Curiosamente, la enorme estatua es una Gran Deidad con
    cuerpo de mujer y su famoso
    "Ojo Fosforescente" no se encuentra en su cabeza, sino en el
    ombligo. El ombligo es una cicatriz, la marca que deja el
    cordón umbilical , lo que une a un recién nacido
    con su madre. Por lo tanto, aquí nos encontramos con dos
    claras referencias a la ceguera (vista- Ojo Fosforescente) y a la
    madre (ombligo). Dos símbolos obsesivos para
    Sábato, porque, como dice en su ensayo El
    escritor y sus fantasmas: " La ceguera es una metáfora de
    las tinieblas, un descenso a los infiernos o un descenso al
    tenebroso mundo del inconsciente, es la vuelta a la madre o al
    útero, es la noche".

    También es bastante significativo que se trate de
    un ídolo femenino. En su significación
    arquetípica, la Mater se relaciona con la materia; es la
    diosa de la naturaleza, de las criaturas, del mundo intermedio.
    El cristianismo
    destruye el sentido negativo que puede atriburse a estas
    categorías para incorporarlas al impulso de la
    salvación. Lilith, Eva, Helena, Pandora son las figuras-
    símbolos que el mito antiguo
    presenta como desencadenantes del Mal. Para el
    psicoanálisis vendría a significar la inmadurez en
    tanto que implica cierta dependencia materna (en caso de ser un
    dios masculino, sería paterna). Las estatuas representan
    la soledad, la frigidez (

    Martín suele ir al parque Lezama, ya sea solo o
    con Alejandra, y gusta de observar a las estatuas, le dan
    qué pensar). La de Fernando es una estatua con cuerpo de
    mujer, con alas y cabeza de vampiro, y con manos y pies en forma
    de garras. Y "con poder sobre la
    vida y la muerte", un
    ser con forma de mujer que implica maternidad, vida y muerte en
    tanto que a través de su forma vampírica remite a
    la sangre, y la
    sangre es
    vida. Y los vampiros la absorben, arrebatando esa vida. A pesar
    de hallarse en un paraje tan inhóspito, terrible y
    crepuscular, y de su aterrador aspecto, ésta estatua
    representa la vida, probablemente en mayor medida que a la
    muerte. Además la gigantesca estatua carece de rostro, con
    lo cual pierde el sentido de la identidad, lo
    es todo, lo abarca todo porque también es lo
    desconocido.

    De nuevo aparece el símbolo del fuego en la
    alucinación de Fernando Vidal. Se trata del gran Ojo de la
    estatua, cuya fosforescencia se debía al reflejo de un
    fuego interior que vacila, crece y disminuye. El fuego dentro del
    psicoanálisis, es uno de los símbolos
    oníricos más importantes. Viene a ser la fuerza
    instintiva, el poder del
    espíritu, pero sobre todo, la excitación sexual. Es
    una visión purificadora, por ello Alejandra se quema a
    sí misma, y el Loco Barragán (Natalicio
    Barragán, personaje que aparece en Sobre héroes y
    tumbas y en Abaddón el exterminador) profetiza que el
    mundo arderá cuando llegue el inminente apocalipsis. Esa
    fuerza
    intuitiva hace que Fernando sepa con certeza lo que tiene que
    hacer, adonde ir. Así, se acerca a la estatua y sabe que
    tiene que entrar en ella: "YO SABÍA que debía haber
    una entrada para que yo pudiese pasar, y quizá solo para
    eso. En ese momento mi espíritu estaba dominado por la
    certeza de que todo aquello había estado
    esperando mi llegada y es unicamente por eso no se había
    derrumbado ya hacia la nada (Informe sobre ciegos, capitulo XX,
    pág. 378).

    Dentro encuentra una escalera de piedra que conduce al
    Ojo (fuego interno) de miles de escalones. El hecho de subir
    denota ansias de renovación y la escalera es un
    inequívoco símbolo de contenido sexual para los
    psicoanalistas. Podría decirse que esta estatua es una
    alusión misma a la propia Alejandra.

    Después de muchos desfallecimientos, Fernando
    consigue llegar a Él (Sábato no especifica, pero se
    esclarece que se trata de un tramo que va a conducir directamente
    al centro de la estatua, justo al Ojo Fosforescente, al ombligo,
    donde se halla el fuego interior), y todo se transforma en un
    estrechísimo túnel de carne, en que me fue preciso
    trepar reptando sobre mi vientre, es como una matriz. Es una
    gruta submarina, pero seguramente no se trata de agua, sino del
    líquido amniótico. Poco a poco, Fernando, a medida
    que avanza hacia el epicentro (vientre) por el túnel
    (matriz), va retrocediendo en sus recuerdos: "(…) algo que me
    recordaba, como en un sueño, hechos remotísimos que
    no podría precisar (…)", hasta que se metamorsea en pez:
    " Algo me sucedió a medda que ascendía en aquel
    resbaladizo y sofocante túnel de carne: mi cuerpo se iba
    convirtiendo en pez, mis extremidades se transformaban
    repugnantemente en aletas, mi piel se
    cubría de escamas" (Ambas citas en capítulo XXXVI
    de Informe sobre ciegos).

    Finalmente alcanza la "caverna" (que sería el
    vientre materno), "hundiéndose en un líquido
    caliente y gelatinoso" (liquido amniótico). Partiendo de
    esta línea, sería interesante ver la
    interpretación simbólica del ritual erótico
    en Abbadón, ya que, partiendo de los antiguos rituales
    cátaros se podría decir que el simbólico ojo
    sexual de Abaddón el exterminador (casi todos los ojos
    simbólicos en las novelas de Sábato en general) es
    un ojo maligno, enjuiciador, objetivamente que desnuda a quien
    mira. El hecho de que el ojo esté situado en una
    posición genital implica además una inversión profunda del simbolismo
    tradicional metafísico del órgano óptico,
    penetrando en el sexo ocular de
    la mujer se entra
    así en el insondable mundo de los ciegos, por eso Fernando
    se acuesta con la ciega. Tras esto, Fernando pierde el
    conocimiento, es decir, regresa a su estado inicial
    de vida, el vientre de su madre, como feto e incluso como
    embrión. Es su principio y su fin. Esta idea remite en
    cierta medida a Señas de identidad, de
    Juan Goytisolo, ya que trata también el tema del retroceso
    hacia el vientre materno.

    Otro de los símbolos que huelga
    destacar y que aparecen en esta tenebrosa
    ensoñación de Vidal (capítulo XXXVI) es el
    de las torres. Hay exactamente 21 torres de colosal altura
    construidas en piedra negra, parcialmente derruidas y formando un
    polígono en cuyo centro se yerge la Gran Deidad, tan alta
    como las torres mismas. Y es que Sábato, para quien la
    oposición establecida entre pensamiento
    intuitivo y pensamiento
    racional representa otra de sus grandes obsesiones, considera la
    simbología de las "altas torres" como una metáfora
    del conocimiento,
    el cual se divide en dos grandes axiomas: por un lado
    estaría el conocimiento
    científico o la razón, representado por las
    "altas torres" ( en El túnel, Sobre héroes y tumbas
    y Abaddón el exterminador estarían representadas
    por los rascacielos de la capital
    buonarense) , y por otro, el conocimiento intuitivo, representado
    tanto por el agua y
    la tierra como
    en su forma aleatoria, el barro (no hay que olvidar que gran
    parte del suelo del gran
    páramo sobre el que se alzan las torres y la estatua es
    barro…y que muchas mitologías creían que los
    primeros hombres fueron hechos con barro). Es hacía esto,
    hacia la mentalidad intuitiva, donde Juan Pablo Castel se resiste
    a vivir, el que asquea a Alejandra hasta la muerte, el que casi
    ahoga a seres como Martín o Bruno y donde Fernando Vidal
    Olmos tiene que sumergirse como un anfibio. Por ello
    Sábato presenta unas torres negras y derruidas, porque
    representan a una razón que ya no puede sostenerse. Esta
    dicotomía entre la razón y la intuición
    también las encontramos en el cuadro de Juan Pablo Castel,
    titulado "Maternidad". Las referencias descriptivas a esta obra
    pictórica dentro de la novela de El
    tunel, son las siguientes:

    "(…) un cuadro llamado "Maternidad Era del estilo de
    muchos otros anteriores: (…) sólido y bien
    arquitecturado. Tenía los atributos que esos
    charlatanes [los críticos] encontraban siempre en mis
    telas, incluyendo "cierta cosa profunda e intelectual". Pero
    arriba, a la izquierda, a través de una ventanita, se
    veía una escena pequeña y remota: una playa
    solitaria y una mujer que miraba al mar (…) , como esperando
    algo, quizás algún llamado distante y apagado. La
    escena sugería, en m opinión, una soledad ansiosa y
    absoluta". (capitulo III, pág.16).

    Y al romper la tela que contenía la pintura, es
    cuando cita algunos elementos que forman el resto del cuadro
    (aparte de "la ventanita"):

    "(…) columnas en pedazos, estas estatuas mutiladas,
    estas ruinas humeantes, estas escaleras infernales!" (capitulo
    XXXIV, pág.118).

    Es posible postular una relación en cuanto a la
    impresión visual que provoca el signo "torre" y la
    posición de la "ventanita" en el cuadro. La imagen visual
    de las "altas torres" se reedita en el lienzo representando dos
    mundos, dos formas de sentir y de pensar. LA escena de la
    "ventanita" está tan separada del mundo de las madres,
    como lo están las "torres" donde domina el azar y la
    conjetura. Así, los críticos consideran que es un
    cuadro "bien arquitecturado", donde predomina la razón y
    ni siquiera ven en la esquina superior izquierda a la mujer que
    espera junto al mar, porque ya escapa a los límites de
    la razón para entrar de lleno en el arte, en lo
    intuitivo, en lo espiritual.

    En el contexto de Sobre héroes y tumbas, el
    representamen "altas torres" se transmite en diversas
    manifestaciones. Así, el mirador de la Casa de Barracas,
    donde duerme Alejandra, es una de ellas, porque allí se ha
    detenido el tiempo en un
    doble aspecto: primero cuando escolástica se
    enclaustró durante decenas de años allí,
    enloquecida guardiana de la cabeza de su padre, y después,
    porque es allí donde se consuma el incesto, años
    después.-

    2.PERSONAJES.-

    Los personajes de Sábato son doblemente
    ficticios, por se de otras novelas de Sábato. S se
    partiera del protagonista de El túnel, Juan Pablo Castel,
    y se acabara en Martín del Castillo, personaje de Sobre
    héroes y tumbas, podemos trazar un eje horizontal
    compuesto por cinco personajes, que definen cada uno a su manera,
    una posición ante la vida, una forma de ser, un fantasma
    sabatiano. En el epicentro de este eje se situaría a
    Ernesto Sabato, personaje de Abaddón, y a ambos lados
    Fernando Vidal Olmos y Bruno Bassán. Castel se caracteriza
    por la intensidad de sus pasiones, por su carácter
    impulsivo y su indagación constante, características que también definen
    a Fernando Vidal Olmos, pero éste a su vez comparte con
    Ernesto Sabato su lucha contra las potencias del mal, su
    teoría sobre el demonio y los sueños, sus creencias
    en el espiritismo y la magia, etc. Al otro lado encontramos a
    Bruno Bassán y al final del eje a Martín del
    Castillo. Junto con Martín podemos situar a toda una
    constelación de jóvenes como Nacho Izaguirre,
    Marcelo Carranzas y Jorge Ledesma; jóvenes a menudo
    tímidos e inseguros (casi todos los personajes de
    Sábato lo son, a esta lista habría que
    añadir a Martín, a Bruno y a Castel ) que luchan
    por encontrarse en esta vida, que tratan de salvarse de la
    corrupción
    y el espanto, que sufren por ser auténticos, por amar y
    ser amados, por soñar y tratar de vivir sus sueños.
    Por otro lado tenemos a los seres humildes y pobres pero de una
    grandeza infinita, entre ellos podemos mencionar a Natalicio
    Barragán (el Loco Barragán), Carlucho,
    Chichín, Quique, Wanda, Norma Gladys Pugliese, Gonzalez
    Iturriat, Hortensia Paz, Bucich, Umberto J. D'Arcángelo,
    más conocido como Tito, su padre de origen italiano, etc.
    Y curiosamente son personajes a los que relativamente se les da
    poco importancia, peor que resultan esenciales. También
    debe destacarse a los seres clarividentes, pobres diablos que en
    su borrachera preveen la catástrofe, tal es el caso de
    Natalicio Barragán. Huelga señalar que en 1.955, en
    Sobre héroes y tumbas, al Loco Barragán nadie le
    hace caso. El Loco Barragán, "que tomaba aguardiente sin
    dejar, como siempre, de predicar, diciendo "vienen tiempos de
    sangre y fuego, muchachos", amenazando, admonitorio y
    profético con el dedo índice de la mano derecha a
    los grandullones que lo farreaban, incapaces de tomar en serio
    nada que no fuera Perón e el
    partido del domingo del Ferrocarril Oeste (…)" (capítulo
    XXVIII), era un ser despreciable – porque vivía de
    su mujer- y despreciado- porque lo farreaban, es decir, que se
    divertían a su costa. Pero cuando en la madrugada del 6 de
    enero de 1.973, en Abaddón el exterminador, Natalicio
    Barragán ve a la Bestia del Apocalipsis, el Ángel
    Vengador, a Abaddón en forma de dragón de siete
    cabezas ya deja de ser un ser despreciado. Sin embargo, nunca
    deja de ser "el Loco", continua siendo un ser
    despreciable.

    Finalmente, podemos mencionar a los que representan a
    los poderes del mal, el mundo de los Ciegos, la Secta, seres como
    Schneider o Schnitzler, como R., cuya presencia es símbolo
    del mal. Entre los personajes femeninos quiero mencionar a los
    dos personajes más importantes, y que considero
    representativos de la idea de Sabato sobre la mujer: María
    Iribarne y Alejandra Vidal. Ambas mujeres se caracterizan por su
    fuerza, su intensidad y su profundidad, son misteriosas y
    conflictivas, atractivas y vigorosas, y su personalidad
    es mucho más decidida y determinada que la de los
    personajes masculinos. Así, cuando María le
    advierte a su obseso perseguidor: "No sé qué
    ganará con verme Hago mal a todos los que se me acercan"
    (capitulo IX, pag. 41), parece situarse como un borroso
    precedente de la compleja y torturada Alejandra. Sin embargo, en
    strictu sensu, la última descendente de la familia Olmos, en
    la que se conjugan ruina y abolengo, pertenece a la misma
    estructura
    actancial que el pintor Castel. El peso de las gloriosas
    tradiciones y las lacras de la decadencia incide en ella
    abrumadoramente. Al igual que Castel, la desesperada necesidad
    que tiene Alejandra por la pureza y la
    comunicación difícilmente se abre paso a
    través de los demonios interiores que finalmente la
    destruyen. Martín sería entonces su oponente, en
    tanto que representa justamente esa pureza que podría
    salvarla y que ella a la vez desea y rechaza, porque es incapaz
    de asumirla, hasta el punto de que el verdadero eje central de
    Sobre héroes y tumbas es el largo duelo entre la
    incontaminada simplicidad de Martín y el caos interior de
    Alejandra.

    Precisamente los personajes más impactantes en
    toda la novelística sabatiana son Juan Pablo Castel y
    Fernando Vidal Olmos. Son personajes que encarnan de una u otra
    manera el hombre
    racional, el ser humano regido por el orden lógico e
    inflexible, que se cree más allá de toda
    contradicción, y para quien la intuición y el
    pensamiento mágico son meras supercherías, entre
    otras cosas, Castel se incluye en los defectos que le atribuye a
    los demás, al igual que Fernando, quien tampoco
    pretendía engañar a nadie y afirma que e un canalla
    consciente de que lo es.

    En la famosa escena del correo en El túnel,
    cuando la empleada apela al reglamento para justificar el que no
    pueda devolverle la carta, Castel
    contesta: "El reglamento, como Ud. comprenderá, debe estar
    de acuerdo con la lógica…"(capitulo XXX, pag.106). Esa
    lógica
    es la misma que llevará a Castel en una serie de
    razonamientos rectilíneos a caer en conclusiones
    totalmente falsas, tal y como lo demuestra la siguiente igualdad:
    "María y la prostituta han tenido una expresión
    semejante; la prostituta simulaba placer; María, pues,
    simulaba placer; María es una prostituta."(capitulo XXXII,
    pag. 113). Y es justamente esta lógica la que guarda el
    mismo rigor absurdo que llevará a Castel al crimen, porque
    en realidad él no toma libremente la decisión de
    matar a María, no llega a esa determinación
    deliberadamente, sino compelido por un proceso
    mental. Por eso le dice, "Tengo que matarte, María.".
    Seguramente, , Sabato desarrolló en Castel una
    crítica de la razón pura, un comentario desgarrado
    de las consecuencias a las que puede llevar el culto de la ciencia y
    la razón. Claro que la situación de Castel es
    irónica, sobre todo cuando el lector recuerda aquella
    frase de Castel sobre "la manía de querer encontrar
    explicación a todos los actos de la vida", cuando
    precisamente es él el que quiere encontrar
    explicación a cada frase de María, a cada sonrisa,
    a cada mirada.

    Fernando Vidal Olmos es un caso bastante parecido. Su
    forma de vida y de acción están determinadas por
    una razón inflexible, por una lógica rigurosa,
    científica, supuestamente objetiva y desprovista de
    emoción, porque como dice en el "Informe": "Es probable,
    en efecto, que la emoción sea propicia para crear un poema
    o componer una partitura musical, pero es desastroza para las
    tareas de la razón pura."(pag. 321). El culto a la
    razón pura que demuestran personajes como Castel y Vidal
    Olmos es precísamente lo que Sabato denuncia de manera
    directa en numerosos de sus textos. Todo parte de la profunda
    escisión que se produjo en el hombre a
    partir del renacimiento,
    donde la razón se ha puesto por encima de la
    pasión. Fernando, así, cree conducir su investigación basándose en la
    lógica y la razón. Cuando va siguiendo al ciego de
    las ballenitas y éste dobla de nuevo a la izquierda, hacia
    el Luna Park, casi volviendo sobre sus pasos, Fernando dice: "Y
    digo que me atemorizó porque no era
    lógico…"(capitulo II, pag. 254). Y más adelante,
    cuando la casa de la plaza de Belgrano resulta ser un apartamento
    vacío, concluye diciendo: "Por lo tanto, el mantenimiento
    de una casa desocupada que sirviera de entrada era un hecho
    razonable."(capitulo XIX , pag.317). La lógica y la
    razón son instrumentos que seres como Fernando aplican
    aún cuando la situación resiste cualquier
    explicación racional. Así sucede cuando atraviesa
    aquel lago pantanoso y dice: "Mi situación era tal que no
    tenía ninguna otra solución que marchar hacia el
    poniente, y dentro de aquella realidad demencial yo veía
    eso como una lógica y razonable
    conclusión."(capitulo XXII, pag. 329).

    Las similitudes entre estos dos personajes se dan
    también en el nivel morfológico y retórico
    del discurso.
    Entre el discurso de El túnel y el del "Informe" hay
    muchas características comunes. Las continuas
    disgresiones que llevan al narrador a apartarse de su tema,
    desarrollando un asunto tangencial, para luego volver al tema
    central. Otra semejanza entre ambos narradores- personajes es que
    comparten la necesidad de senar un precedente, de dar una
    axplicacín de sus actos y de hallar a una persona que los
    entienda. La discusión de una premisa y la
    estipulación de las posibles alternativas, discutidas en
    forma ordenada, simulando un razonamiento científico,
    enumerando las hipótesis y presentando las conclusiones.
    Para Fernando lo importante son los HECHOS, y las
    mayúsculas nos revelan la superioridad que le confiere a
    los mismos, como una verdad más valiosa e importante.
    "Este Informe" nos dice, "está destinado, a un instituto
    que crea de interés
    proseguir las investigaciones
    sobre este mundo que hasta hoy ha permanecido inexplorado. Como
    tal, se limita a los HECHOS como me han sucedido. El
    mérito que tiene, a mi juicio, es el de su absoluta
    objetividad."(capitulo VI, pag. 265) y también "(…) No
    soy teólogo y no estoy en condiciones de creer que estos
    poderes infernales puedan tener explicación en alguna
    retorcida teoría o esperanza. En todo caso, eso
    sería teoría o esperanza. Lo otro, lo que he visto
    y sufrido, eso son "hechos" (capitulo III , pag.257). De forma
    análoga, Castel promete relatar los hechos que lo llevaron
    a cometer el crimen: "Todos saben que maté a María
    Iribarne Hunter. Pero nadie sabe cómo la conocí,
    qué relaciones hubo exactamente entre nosotros y
    cómo fui haciéndome a la idea de matarla.
    Trataré de relatar todo imparcialmente porque, aunque
    sufrí mucho por su culpa, no tengo la necia
    pretensión de ser perfecto."(capitulo III
    pag.16).

    Como puede observarse, tanto Vidal como Castel
    representan de muchas maneras, e incluso llegan a encarnar al
    hombre
    racional del que habla Sabato, el hombre
    cosificado por la ciencia y la
    razón, divorciado de sus emociones y sus
    pasiones. Fernando Vidal Olmos sin embargo comparte ciertas
    características con Ernesto Sabato, personaje de
    Abaddón el exterminador, personaje que hemos colocado al
    centro de este eje. A pesar de su culto por la lógica y la
    razón, Fernando acepta la existencia de los poderes
    sobrenaturales, de la magia y el espiritismo. Su lucha contra las
    potencias del mal se basa precisamente en esta certeza. Numerosas
    de las teorías
    presentadas por Fernando en el "Informe" aparecen luego en boca
    de Sabato en Abaddón. El mejor ejemplo de esto es
    quizás su teoría sobre el sueño y la
    separación del alma y el cuerpo durante el sueño,
    expuesta por Fernando en el "Informe"(pags. 261 y ss.) y por
    Ernesto Sabato en Abaddón (pags 143 y ss.). Otro ejemplo
    importante es la teoría sobre el demonio y su dominio de la
    Tierra. Esta
    teoría presentada por Fernando en el capítulo III
    del "Informe", se encuentra también en Abaddón
    presentada por el profesor Alberto J. Gandulfo y luego
    corroborada por Sabato (pag. 328-341).

    Otras características comunes a ambos personajes
    son sus fobias por las ratas, los murciélagos, las
    serpientes, los sapos y otros animales de
    sangre fría, su constante preocupación por el mal y
    la indagación del mundo de las tinieblas, los Ciegos y las
    Sectas del mal. Vemos de esta manera, una serie de personajes que
    se sitúan a lo largo de un eje que representa las ideas y
    las teorías
    expuestas por el autor Ernesto Sabato. La dualidad de estos
    personajes se encuentra lúcidamente explicada en
    Apologías y rechazos, donde hablando de Leonardo da
    Vinci dice: "Ya cuando era estudiante de física me
    subyugó el enigma de este frecuentador de salones y
    morgues, por parecerme que revelaba el desgarramiento del hombre
    que pasa de las tinieblas a la luz más
    deslumbrante, del mundo nocturnal de los sueños al de las
    ideas claras, de la metafísica
    a la física; y recíprocamente."(pag.
    14).

    Al otro lado de este eje encontramos la otra
    dimensión del personaje Ernesto Sabato, su aspecto
    nostálgico y melancólico, sus hondas depresiones,
    su necesidad de amor y comprensión, su búsqueda
    desesperada de un aliciente en la vida, de una esperanza. Es el
    aspecto intuitivo del ser humano del que habla el autor a lo
    largo de toda su obra, el mundo de los sentimientos y las
    pasiones, de la ansiedad metafísica, porque como dice en
    Apologías y rechazos, "Al incorporarse sobre las dos patas
    traseras, un extraño animal abandona para siempre la
    felicidad zoológica para inaugurar la infelicidad
    metafísica: descabellada ansia de eternidad de un
    miserable cuerpo destinado a la muerte."(pag. 15). Es ese aspecto
    del ser humano el que va a encarnar personajes como Bruno
    Bassán y Martín del Castillo, seres
    bucólicos y contemplativos, angustiados por la complejidad
    de los sentimientos, por la descarnada crueldad del mundo y la
    sucia frigidez de los sistemas. Seres
    solitarios, retraídos, tímidos, seres inseguros y
    dudosos, enormemente sensibles y afectivos, pero destinados a
    sufrir mucho en esta vida, seres que a menudo se sienten como le
    diría Martín a Bruno: "Como un bote a la deriva en
    un gran lago aparentemente tranquilo pero agitado por corrientes
    profundas."(pag. 13). Todo lo contrario del hombre de
    acción, estos personajes son hombres de proyectos,
    soñadores que acaso no logren hacer nada en la vida, que
    viven mirando hacia el pasado, tratando de entender la
    significación de unos cuantos hechos, tratando de revivir
    la felicidad que algún día sintieron, o creyeron
    sentir. Como le dice Bruno a Martín: "En cambio yo…
    ¿qué soy, yo? Una especie de contemplativo
    solitario, un inutil. No siquiera sé si alguna vez
    lograré escribir una novela o un drama."(pag. 234). Estos
    son personajes claves en la obra de Sabato, personajes que
    representan toda una serie de valores que el
    autor defiende con vehemencia. En este extremo del eje
    también se agrupan adolecentes como Nacho Izaguirre y
    Marcelo Carranza, muchachos como Jorge Ledesma decididos a
    desafiar los límites de
    la ley y cuestionar
    los principios de la
    sociedad; u
    otros puros e ingenuos como Carlos de Sobre héroes y
    tumbas.

    Otro grupo de
    fantasmas sabatianos está formado por los personajes
    diabólicos, los personajes que de una forma u otra
    encarnan el mal. Encabezando esta constelación de
    personajes está la Secta de los ciegos, organización mundial que desde sus reductos
    subterráneos y su mundo de tinieblas, controla el mundo.
    Como dice Fernando en el "Informe": "Si, como dicen, Dios tiene
    el poder sobre el cielo, la Secta tiene el dominio sobre
    la tierra y
    sobre la carne. Ignoro si, en última instancia, esta
    organización tiene que rendir cuentas, tarde o
    temprano, a lo que podría denominarse Potencia
    Luminosa; pero, mientras tanto, lo obvio es que el universo
    está bajo su poder absoluto, poder de vida y muerte, que
    se ejerce mediante la peste o la revolución, la enfermedad o la tortura, el
    engaño o la falsa compasión, la
    mistificación o el anónimo, las maestritas o los
    inquisidores."(pag. 298-299). Conectados con la Secta
    están un sinnúmero de personajes, los diversos
    ciegos y ciegas que aparecen a lo largo de los diferentes textos.
    Alejandra parece tener conecciones con la Secta, como lo
    demuestra su entrada en la casa de la Plaza de Belgrano, la noche
    en que Martín estaba por casualidad, sentado en una de las
    bancas. Otros ejemplos de este tipo de personaje son los doctores
    Schneider y Schnitzler, R. y el Nene Acosta "con su cuerpo
    cartilaginoso, como un bebé maligno…"(pag. 33). Todos
    ellos representan a las Potencias del Mal. Schneider expresa
    desde el primer momento un empecinado interés en
    la ceguera de Allende y su apariencia física tiene algo de
    diabólico: "En fin, sólo le faltaba el toro
    alado"(pag. 66), dice el personaje Ernesto Sabato. El Dr.
    Schnitzler también representa muchas de las obsesiones de
    Sabato. Físicamente parece condensar todos los rasgos que
    Sabato asocia con el mal. Su cabeza "obtenida mediande el
    cruzamiento de un pájaro y un ratón"(322); "la
    astuta sonrisa de un pájaro que perteneciera a la
    masonería"(324); y el parecido con Hermann Hesse, "la
    misma cara de criminal ascético retenido al borde del
    asesinato por la filosofía, la literatura y probablemente
    cierta invencible, aunque secreta, responsabilidad profesional."(323). Y claro
    también su interés sobre los Ciegos, su
    opinión de las mujeres, del mal, de lo ilógico y lo
    subjetivo. R. es otro personaje importante de este núcleo
    diabólico. R. ya había aparecido en el "Informe"
    cuando le prestó un auto a Fernando para seguir a
    Celestino Iglesias.En Abaddón aparece como una sombra,
    como una presencia que obliga a Sabato a visitar la casa de la
    calle Arcos y tener relaciones sexuales con Soledad. "Más
    de una vez había pensado que R. trataba de forzarlo a
    entrar en el universo de las
    tinieblas, a investigarlo, como en otro tiempo con Vidal
    Olmos; y que Schneider trataba de impedirlo, o, en caso de
    permitirlo, de modo que resultase el castigo largamente
    preparado."(pag. 413). Pero Sabato en realidad lo conocía
    desde antes. "Pronto pudo ver su rostro duro y sus ojos de
    nictálope: era R.! No lo había vuelto a ver desde
    que se había ido de Rojas a estudiar en La Plata,
    recordaba siempre el tormento del gorrión enceguecido, y
    ahora lo encontraba ante él, cuando imaginó (y
    deseó) que jamás volvería a cruzarse en su
    camino."(pag. 418).

    De esta forma tenemos las lineas principales de la
    distribución de personajes sabatianos.
    Personajes que responden a las ideas y caracterizaciones de las
    que el autor ha hablado en sus sucesivos discursos.
    Sólo nos falta aquí dos núcleos importantes
    que me limitaré a presentar someramente. Los personajes
    femeninos por un lado: María Iribarne de El túnel y
    Alejandra de Sobre héroes y tumbas. En Abaddón
    aparecen algunas mujeres, pero sus papeles no son
    protagónicos. Por el otro lado tenemos a los hombres
    humildes y pobres, un poco ignorantes desde el punto de vista
    intelectual, pero poseedores de una gran sabiduría humana,
    portadores de una esperanza pristina y positiva, personajes que
    encarnan lo mejor de la humanidad, la generosidad y la
    compasión, entre éstos podemos mencionar a
    Carlucho, Umberto J. D'Arcángelo (Tito), Bucich y el loco
    Natalicio Barragán. Con todo esto podemos ver como hay en
    Sabato una correspondencia bastante estrecha, entre las ideas y
    categorías expuestas en sus novelas y ensayos, y sus
    personajes. Estos fantasmas que se realizan en los textos de
    maneras diversas, constituyen el centro del pensamiento
    sabatiano.

    Hasta el momento hemos analizado las posibles relaciones
    entre Juan Pablo Castel y Fernando Vidal, entre éste
    último y Sabato, entre Alejandra y María. Pero no
    podríamos olvidar la tormentosa relación entre
    Castel y María. Es un tanto similar a la de Fernando y su
    hija Alejandra, porque son relaciones tormentosas y uno de ellos
    siempre se convierte en el asesino de otro (Juan Pablo mata a
    María y Alejandra asesina a su padre). Ambas relaciones
    amorosas se inician cuando sus componentes descubren que se
    sienten solos y desesperados (a este respecto, también
    habría que añadir la relación de
    Martín con Alejandra y de Nacho y Agustina
    Izaguirre).

    María Iribarne está casada y desde el
    primer momento decide no eludir sus reponsabilidades para con su
    esposo. Juan Pablo Castel y María Iribarne inician una
    relación amorosa cuando descubren que ambos se sienten
    solos y desesperados. Ella está casada y desde el primer
    momento decide no eludir sus responsabilidades para con su esposo
    ciego, y manifiesta su certeza de que la relación no
    será fácil. Pero, a pesar de que los celos son una
    obsesión para él, esto no es la causa de la
    incomunicación entre ellos. Ambos se encuentran en un
    estado emocional difícil y doloroso, por lo tanto la
    relación también será difícil, pero
    hay una diferencia entre ellos. María sí es capaz
    de comunicarse y lo intenta con Juan Pablo, incluso toma un
    papel
    maternal; se podría decir que da de ella misma lo mejor
    que puede dar (del que recibe queda la función de
    valorarlo). Esto queda patente con la reacción del marido
    ciego cuando Castel le comunica el asesinato de María y su
    posterior suicidio: a pesar
    de todo, hay algo en María que le compensa; justamente a
    un ciego, el símbolo del sabio y el visionario. Al
    contrario que María, Castel toma una actitud del
    todo destructiva.

    Castel descubre a alguien que sufre como él, que
    es como él, y siente una atracción irreprimible.
    Él es quien se lanza en su búsqueda necesariamente.
    La encuentra y se reconoce en ella, pero tal vez equivoca el
    grado de similitud que existe entre los dos: a pesar de su
    esquizofrenia
    y sus desvaríos, de su soberbia y de su orgullo, Castel se
    conoce a si mismo, conoce su mezquindad, y piensa que
    María es igual; la juzga con los mismos patrones que se
    juzga a él. La ama y la odia porque se parece a él,
    odia lo que reconoce de sí mismo en ella.

    Castel no odia a María, sino que se odia a
    sí mismo, o bien la odia porque se odia. Juzga y rechaza
    aquello que al mismo tiempo admira y desea. Pero él
    está sumido en la soberbia de la razón (solo en su
    túnel) y no puede alcanzar la humildad del
    espíritu, como tampoco puede alcanzar el goce de una
    relación apasionada con María. Ella se convierte en
    motivo de su definitiva autodestrucción:
    destruyéndola a ella se destruye a si mismo. Se convierte
    en una suerte de justificación o de vehículo hacia
    la autodestrucción.

    La crueldad, o violencia, que
    Castel ejerce sobre María surge de la vertiente instintiva
    y espiritual de él, que rápidamente la vertiente
    racional analiza, juzga y justifica (éste desdoblamiento
    del personaje es referido por él mismo en diferentes
    puntos de la novela). Al
    mismo tiempo, María padece en silencio e intenta
    reconducir las situaciones. El capítulo XXVII, en el que
    juntos miran el mar es significativo e ilustrativo, como muestran
    los siguientes ejemplos:

    • «El cielo, tormentoso, me hizo recordar el del
      Tintoretto en el salvamento del sarraceno» en
      algún lugar de su conciencia
      Castel reconoce su condición de náufrago y su
      posibilidad de superación.
    • «Yo no decía nada. Hermosos sentimientos
      y sombrías ideas daban vueltas en mi cabeza, mientras
      oía su voz, su maravillosa voz. Fui cayendo en una
      especie de encantamiento. La caída del sol iba
      encendiendo una fundición gigantesca entre las nubes del
      poniente. Sentí que ese momento mágico no se
      volvería a repetir nunca. "Nunca más, nunca
      más" pensé, mientras empecé a experimentar
      el vértigo del acantilado y a pensar qué
      fácil sería arrastrarla al abismo,
      conmigo.» Mientras María habla de ellos: la doble
      dimensión de la psicología de
      él, la admiración por ella, la convicción
      de que su plena relación es imposible y la
      reacción violenta hacia ella; el no la escucha,
      está encerrado en si mismo, en su
      túnel.
    • «… pero, aunque yo sabía hasta que
      punto era yo mismo capaz de cosas innobles, me desolaba el
      pensamiento de que también ella podía serlo, que
      seguramente lo era.» Castel juzga a María con sus
      mismos patrones.
    • «Y un sordo deseo de precipitarme sobre ella y
      destrozarla con las uñas y de apretar su cuello hasta
      ahogarla y arrojarla al mar iba creciendo en mí.»
      Violencia
      arraigada en la parte no racional que no puede
      controlar.
    • «Me pareció que María me
      había estado haciendo una preciosa confesión y
      que yo, como un estúpido, la había perdido»
      Solo Castel no es comunicativo. Si se toma las últimas
      palabras «yo, como un estúpido, la había
      perdido» se podría deducir que no es la
      confesión lo que se ha perdido, si no que ha perdido a
      María. Más adelante dice: «…
      también ella parecía estar
      sola.»
    • «Después sentí que acariciaba mi
      cara, como lo había hecho en otros momentos
      parecidos.» A pesar de su dolor, María le ofrece
      su cara más amable.

    Sábato subraya nunca y seguramente por lo que
    parece ser una voluntad del autor de resaltar el equívoco
    de los juicios que hace Castel sobre María. Un
    equívoco que vuelve a subrayarse con el grito de
    ¡Insensato! del ciego al final de la novela. La lucha entre
    opuestos de "El túnel", aunque se hace tangible entre Juan
    Pablo y María, de hecho se da dentro de Juan Pablo, entre
    las dos vertientes de su personalidad.
    Lo que parecía ser la misma cosa (Juan Pablo y
    María, por un lado, y Juan Pablo, por otro) resulta ser
    dos cosas distintas.

    Juan Pablo casi sempre forzaba a María a hacer
    el amor, como
    unión no solo física sino mística,
    espiritual. Como si a través del acto físico se
    fuera a consolidar ese amor. Igual pasa con Martín y
    Alejandra, y en esto , Martín y Castel guardan un punto en
    común. Alejandra no siempre (casi nunca) quiere mantener
    relaciones sexuales , de hecho la mayoría de las veces lo
    hace como una concesión a Martín.-

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