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Apuntes para una doble mirada a los problemas de la guerra y la paz




Enviado por humbertovelez



    Uribe 2003: prisionero

    Entre los tiempos de las guerras.

    Apuntes para una doble mirada a los
    problemas de
    la guerra y la
    paz

    1. Construyendo
      hipótesis.
    2. La del Caguán, una
      experiencia histórica reveladora.
    3. La de la cohesión
      político militar de la sociedad contra la
      guerra
    4. La gran contradicción de
      Uribe: el tiempo de la re-guerra contra el tiempo de su
      final.

    1.
    Construyendo
    hipótesis.

    Apenas a un año de iniciada, en la coyuntura de
    mediados del 2003 la Política de Seguridad
    democrática ha encontrado su mayor contradicción en
    la tensión existente entre los tiempos de la re-guerra y los
    tiempos de su final; los límites
    cronológicos entre ellos no son otros que los de la
    capacidad efectiva del gobierno de Uribe
    de mantener, mejorar y acrecentar los recursos
    sicosociales, políticos y, sobre todo y ante todo,
    financieros requeridos para derrotar a la insurgencia
    izquierdista hasta obligarla a firmar su capitulación. No
    se podrá oscurecer que ésta, la de la Seguridad
    democrática, es la estrategia de
    orden público más compleja, costosa y ambiciosa que
    ha habido en la historia del Estado
    colombiano. Para el año 2004, no obstante el billonario
    impuesto al
    patrimonio, ya
    consumado y consumido, del 2 por mil, en el presupuesto de la
    Fuerzas armadas se ha abierto un boquete de un billón de
    pesos sin referenciar por ahora el impacto de la aparente fase
    crítica en que ha entrado la cooperación militar
    norteamericana, situación ésta que, como paradoja
    digna de mayor escrutinio analítico, ha llevado al
    Presidente Uribe a calificar de "mezquino" a su "norte"
    político natural.(1) Si hasta la fecha y las
    circunstancias en que se consolide el proceso de
    cierre definitivo de las fuentes de
    captación de recursos frescos,
    y todo indica que a esa fase se va a llegar más temprano
    que tarde, el gobierno no ha
    logrado debilitar militarmente a la insurgencia de manera notoria
    y notable, entrarán a jugar e imponerse las leyes de esta
    guerra, asociadas a los avances militares objetivos
    alcanzados por las Farc en la década del 90. Al ser ello
    así, la guerra que se desarrolla en los campos de batalla,
    exacerbada, se trasvasará a la guerra virtual desplegada
    en los corazones de la ciudadanía media hasta sumergir al
    país en un estado de
    desazón colectiva más agudo que el vivido en los
    días de la experiencia del Caguán. Para entonces,
    la envergadura alcanzada por el ya internamente inmanejable
    fenómeno del desplazamiento forzado y la casi segura
    elevación de la tasa de secuestros no harán otra
    cosa que vaciarle más petróleo a
    la fogata belicista.

    2. La del
    Caguán, una experiencia histórica

    reveladora.

    Al cumplir su primer año, y de manera muy clara,
    lo acaba de asentar el alto gobierno: "El eje de la política de
    seguridad democrática consiste en lograr el completo
    control del
    territorio para asegurar el pleno imperio de la ley, la
    gobernabilidad y el consecuente fortalecimiento del Estado de
    derecho"(2); y al ritmo de la derrota de los violentos,
    también lo acaba de afirmar el presidente en entrevista
    del pasado 29 de junio, habrá "mayores posibilidades de
    empujar esas políticas simultáneas, seguridad,
    incremento de los ingresos del
    Estado, reactivación económica y
    reactivación social".(3).Como decir, en medida
    significativa el despegue y la reproducción ampliada e integral de la
    sociedad, la
    de la economía incluida, dependerán de
    la celeridad con que se logre derrotar a la insurgencia
    guerrillera.

    Una mirada, más serena ahora, sobre lo que
    acaeció en la Caquetania de manera importante puede
    ayudar a desenredar un poco este importante pero complejo
    presente de la historia nacional.

    En la historia de las sociedades
    humanas de tiempo en
    tiempo
    afloran a su superficie social, mental y virtual ciertos
    eventos
    altamente reveladores de sus problemas
    centrales; funcionan ellos como una especie de
    hechos-condensación de una etapa dada de su
    historia. En la historia contemporánea de Colombia de esa
    índole o talante fue, por ejemplo, el llamado bogotazo
    del 9 de abril de 1948; algo similar podría afirmarse
    del suceso del Palacio de Justicia en
    1985. Observados en el corto horizonte de cinco años, y
    todavía sin la suficiente distancia histórica
    para fijarlos con mayor precisión, fenómenos
    como el del Cagúan, así como el de la
    cohesión político simbólica de la sociedad frente
    a la guerra,
    arrojan ya fuerza y
    calidad
    empíricas suficientes como para ingresarlos a la
    condición de eventos
    altamente reveladores de esta fase de la historia del
    país. De entre sus notas destacadas se puede resaltar la
    capacidad de ambos fenómenos para colocar sobre el
    tapete nacional algunos de los problemas centrales muy
    asociados, ante todo y sobre todo, a la cuestión del
    Estado.

    En idea de algunos analistas, así como de Atisbos
    Analíticos(4), nada, como el Caguán, tan alejado
    del sentimiento colectivo pero, al mismo tiempo, nada, como
    él, tan cercano a los grandes problemas de la nación colombiana.

    Tres importantes referencias documentales pueden abrir
    algunas puertas de entrada a la compleja pluridimensionalidad
    del suceso. La primera está asociada a los determinantes
    de la declaratoria del Caguán como zona de
    distensión; al referirse a los alcances de las acciones
    militares de las Farc en el período comprendido entre el
    segundo semestre de 1997 y el primero de 1998, declaró
    el General Rangel :"A finales de 1997 y principios de
    1998 en el Estado
    había una gran preocupación
    porque se
    habían presentado los hechos de Miraflores, del Billar y
    otros, y temíamos que se repitieran a mayor escala y se
    fuera generando un efecto de ‘castillo de
    naipes’
    similar al que sucedió en Irán
    cuando se entregó un batallón y, poco a poco, se
    fueron entregando los demás…Nuestra
    posición era difícil
    porque contábamos
    con muy pocos recursos para atender a los ataques guerrilleros.
    Por eso cuando se presentó la primera entrevista
    con representantes del gobierno…varios dirigentes de
    las Farc no estuvieron de acuerdo con iniciar un proceso de
    paz en ese momento porque, en su concepto, la
    guerra estaba ganada en la práctica".(
    5) . La
    segunda referencia, en cambio,
    recoge la afirmación de un literato, Enrique Serrano,
    acerca del impacto del circunstancial protagonismo de las
    guerrillas sobre el conjunto de la vida social: "Si hay algo,
    dijo, que se le pueda agradecer a la guerrilla es que ha
    sacudido a la sociedad".
    (6). La tercera referencia,
    finalmente, es una autocita asociada a los determinantes de la
    clausura oficial del experimento del Caguán en febrero
    del 2002: Nada hundió tanto moralmente a esta sociedad,
    se dijo en Atisbos Analíticos No 25, como la
    constatación experimental colectiva de que "su Estado
    no era Estado donde siempre había afirmado que era
    Estado".
    (7) ( Subrayados del autor)

    Cada una de estas citas sugiere un horizonte de preguntas y
    posibles respuestas.

    Primera pregunta: ¿Cuáles fueron los
    determinantes de la experiencia del Caguán como zona de
    distensión?

    El General Rangel no hizo referencia explícita al
    golpe militar en lo táctico más duro y humillante
    entre los recibidos por lo soldados en esos meses como fue el
    de la Base militar de las Delicias; la arremetida militar de
    las Farc contra esa importante base constituyó una
    acción con visos de ofensiva estratégica,
    indicativa de una notable y notoria elevación del
    poder
    militar de esa organización Entonces, en el marco de
    esta confrontación militar concreta ni la oferta
    gubernamental de una posible negociación ni la formalización
    por parte de Pastrana de un despeje- facilitador de la
    distensión,- de más de cuarenta y dos mil
    kilómetros pueden interpretarse, como tantos lo han
    hecho hasta ahora, como una oferta
    "magnánima" y "bondadosa" del Estado. Ocurre que en la
    coyuntura del segundo semestre de 1998, época en la que
    Pastrana acababa de acceder al gobierno, la relación
    militar de fuerzas en lo táctico había comenzado
    a jugar a favor del movimiento
    farquiano; entonces, como ley
    sociológica de la guerra,
    valida mientras no variase
    en profundidad esa superioridad militar táctica, fue esa
    situación la que determinó que el Caguán-
    en esa fase histórica de la guerra la más
    representativa realidad paraestatal guerrillera existente en el
    país- fuese reconocido y formalizado por el gobierno de
    Pastrana como zona de distensión. Fue así como
    las Farc no sólo sobreimpusieron la negociación si no, además, el
    espacio geopolítico en el que se desenvolvería. A
    partir de esta situación de objetivo
    desborde táctico de poder de las
    Farc sobre el
    Estado,
    la proyectada y nacionalmente esperada
    negociación se vio transformada en un mero proceso de
    conversaciones en las que el gobierno siempre estuvo a la zaga.
    En realidad de verdad que allí, no obstante la
    importancia que continúa evidenciando la plataforma de
    discusión acordada, no se desencadenó proceso
    objetivo
    alguno de negociación; en la zona, tras treinta y cinco
    meses de no inútil conversatorio, cada dos o tres
    meses interrumpido, al final ni siquiera se alcanzó a
    llegar a la culminación de la primera fase de todo
    proceso negociador: la negociación de la
    negociación,
    vale decir, el acuerdo bilateral de los
    términos explícitos y precisos de una
    negociación.

    Se deberá escarbar en la naturaleza
    geopolítica de esta región la
    explicación de esta histórica desviación;
    según estudios históricosociológicos
    realizados, para finales de la década del 70 las Farc ya
    habían hecho allí el tránsito "del poder
    como fuerza al
    poder como autoridad".(8) Fue por eso por lo que, concebido
    en un principio como un mero procedimiento,
    como una herramienta o instrumento, como zona de
    distensión para…el Caguán en el
    proceso se transformó en algo más sustantivo,
    vale decir, en una región geopolítica altamente reveladora de las
    históricas profundidad y complejidad de la crisis del
    poder socio-territorial del Estado. (9)
    Por eso el
    Caguán no pudo funcionar como efectiva zona de
    distensión, por la razón sencilla de que
    ilusoriamente el gobierno pretendió adelantar una
    negociación militarmente impuesta por las Farc en una
    zona donde éstas habían construido
    históricas ventajas tácticas de poder; así
    tenía que suceder, pues la Caquetania era la
    sub-región colombiana más comprometida y
    representativa de los problemas asociados al origen, la
    evolución y las consecuencias del
    conflicto
    armado.(10)

    Pero si el Caguán no logró funcionar como
    espacio de negociación, en otros ámbitos de la
    vida social, en cambio,
    operó de manera altamente reveladora para el conjunto
    del país. En este sentido se trató de una
    provechosa, aunque socialmente traumática,
    operación pedagógica
    , que le alumbró a
    los colombianos asuntos muy importantes hasta entonces
    escondidos mediante las ya clásicas estrategias de
    mentiras- bondadosas medias mentiras las denominan algunos
    benignos- que han subyacido a las procesos de
    conducción de la vida nacional. Pastrana, a quien le
    tocó fungir como trágico partero, no pudo ocultar
    ya los alcances militares de la guerra ni mucho menos sus
    perversas consecuencias. Alguien, desde el poder institucional,
    algún día lo tendría que haber hecho hasta
    desembotellar en algo el frustrado `proceso de revelaciones
    iniciado en la década del 80 por el gobierno de
    Belisario Betancur cuando, al nacionalizar los conflictos,
    señaló que las violencias que vivíamos no
    eran "importaciones
    malintencionadas" sino producto de
    las formas estructurales e institucionales como esta sociedad
    económica, social y políticamente estaba
    organizada. Fue así como la ciudadanía en su
    conjunto, la niñez incluida, así se inició
    la cadena de revelaciones, supo que en el país
    había habido y continuaba habiendo una guerra interna y
    que producto de
    ella su Estado no era Estado en muchas regiones donde afirmaba
    que lo era y que muchos de los problemas del país, no
    todos por cierto como han pretendido algunos, se asociaban a
    ella.

    Fue así como las lógicas geopolíticas
    de una región a la que forzadamente se quiso hacer
    funcionar como zona de disensión, terminaron desbordando
    a todo el mundo. En primer lugar al Estado, que se metió
    a negociar en la región del país donde eran
    más fuertes y evidentes los obstáculos de todo
    tipo al pleno ejercicio de su soberanía interna; en esas condiciones de
    ya histórica inferioridad política
    táctica, incrementada ahora por el despeje militar, se
    fue quedando a la zaga del proceso, así como al
    vaivén de las iniciativas de las Farc. Pero
    éstas, no obstante la soberbia armada asociada a las
    originarias victorias político militares
    tácticas, también se vieron desbordadas por y en
    el proceso. En un principio, cuando constataron que el gobierno
    les había concedido "su zona histórica" como
    ámbito completamente des-estatizado de
    negociación, engolosinadas en sus imaginarios estatales
    a futuro, se dedicaron preferencialmente a tratar de
    evidenciarle al país y al mundo que en Colombia eran
    una alternativa real de Estado. Al final, al clausurarse la
    experiencia, aunque también se habían
    remilitarizado tal como además lo habían hecho
    soldados y paramilitares, se vieron obligadas a retornar a su
    anterior status paraestatal con la desventaja ahora de que la
    clase dirigente experimentalmente ya había probado que,
    en términos del estatuto práctico del Estado, la
    existencia de para-estados había sido la más
    perversa disfuncional consecuencia de la guerra. Y finalmente
    la llamada sociedad civil
    también vio desbordadas sus originarias expectativas de
    negociación; sin embargo, más por pánico y
    susto colectivos que por acción y presión
    políticas, logró desbaratar la
    experiencia político militar del Caguán.

    Para efectos de este análisis tres cosas requieren ser
    destacadas:

    *** Una de las grandes fallas de la experiencia del
    Caguán, fuera de las ya señaladas,
    consistió en haber dejado por fuera de la plataforma de
    negociación el que, con mucho, era el resultado
    más contundente de la confrontación armada: la
    existencia de para-estados y la necesidad de reconstruir con
    imaginación la ya fracturada unidad territorial del
    país. Al no haber sido éste un asunto central de
    la Estrategia de
    negociación, lo resulto siendo de la de la
    re-guerra.

    ***Importa también fijar aquí que el candidato
    Uribe Vélez, certero o errado, fue, dentro del
    establecimiento, la voz más tenaz, coherente y
    persistente de oposición a la Estrategia seguida en el
    caso del Caguán.

    ***Esta forma de examinar el caso del Caguán apunta a
    la intención de mirar la guerra como proceso real
    buscando fijar sus leyes
    sociológicas asociadas a la evolución de las relaciones militares de
    fuerza entre el Estado y las guerrillas.

    3. La de
    la cohesión político militar de la sociedad
    contra la guerra:

    otra
    experiencia histórica reveladora.

    Las leyes sociológicas o sociales, relativas por
    cierto, se encuentran, sobre todo, asociadas a las formas
    estructurales, institucionales o no, de organización de la vida
    sociohistórica; los imaginarios colectivos, en cambio,
    son las formas sociocognitivas como los individuos concretos,
    sociales también, desde ámbitos virtuales
    interpretan subjetivamente los fenómenos de la
    cotidianidad destacándose la importancia práctica
    de éstos en la enorme capacidad que ostentan para
    determinar actitudes,
    opiniones y conductas individuales, fenómeno que se
    reproduce a escala cuando
    intervienen los Medios de
    Comunicación. (11)

    Fue por esta vía, sobre todo, por donde en
    Colombia en la primera mitad del año 2002 se
    construyó una cartografía político electoral
    (12) en cuya determinación los estados anímicos
    colectivos fueron más poderosos y eficaces que las
    acciones
    partidistas y que las movilizaciones
    sociopolíticas.

    Al intentar una especie de periodización de la
    rápida evolución histórica de los estados
    anímicos colectivos en los seis años comprendidos
    entre los mediados de 1997 y del 2003, podrían
    distinguirse cinco grandes momentos con eficacia
    sobredeterminados por imaginarios colectivos más o menos
    precisos(13):

    Primer momento: segundo semestre de 1997-primer
    semestre de 1998: Imaginario de Derrotabilidad de las
    Fuerzas Armadas del Estado:
    a raíz de los reiterados
    y humillantes golpes tácticos recibidos por los soldados
    de manos de las Farc, y en el marco de una aguda crisis
    económica soportada por las clases medias, sobre todo,
    el país entró en un estado de progresivamente
    aguda desazón colectiva. En ese marco sicosocial de
    cultivo se profundizó la tradicional desconfianza
    ciudadana en las instituciones políticas, realimentada
    ahora por la representación colectiva de casi segura
    derrotabilidad de las fuerzas del Estado.

    Segundo momento: segundo semestre de 1998-segundo
    semestre de 1999: Imaginario de casi segura Negociabilidad
    del conflicto
    armado:
    con la elección de Pastrana y durante su
    primer año y medio de gobierno circunstancias ligadas a
    la decisión gubernamental de encontrarle una salida
    política a la guerra, al proyecto de
    reingenierización de la institución militar, a la
    publicitada "química" entre
    Pastrana y Marulanda Vélez, así como las
    expectativas creadas alrededor de un Plan Colombia
    sobrecargado de dólares, levantaron el ánimo
    colectivo que, tonificado, le entregó a Pastrana un
    claro "Mandato de Negociación" rubricado por diez
    millones de votos.

    Tercer momento: primer semestre del 2000-febrero del
    2002: Imaginario de Fracturación de la unidad
    territorial del país:
    durante este momento, corto en
    lo cronológico pero, para muchos, largísimo como
    tiempo sicosocial, la imagen de que
    la nación colombiana se iba a fracturar en
    dos o tres Estados, uno de los cuales sería el Estado
    farquiano del Caguán, fue la que se sobreimpuso;
    así aconteció cuando la ciudadanía media,
    la urbana, sobre todo, tomó conciencia
    de que en el país se desarrollaba una intensa guerra
    interna y que, producto de ella y de la debilidad
    política y falta de autoridad
    del gobierno de Pastrana, sobre todo, las Farc estaban
    cogobernado el país encontrándose éste ad
    portas de una casi segura y definitiva fractura de su
    territorio.

    Cuarto momento: febrero del 2002-mayo del 2002:
    Imaginario de Salvabilidad nacional: apenas si el
    país sobreaguaba en el proceloso mar del Caguán,
    cuando, en la percepción de muchos, como lucecita faro,
    emergió en el horizonte la figura de Alvaro Uribe
    Vélez; dentro del establecimiento había sido el
    más tenaz, persistente y coherente crítico del
    proceso del Caguán. Sintonizado, con la más
    proactiva ayuda de los Medios, con
    el estado de desazón y de incertidumbre colectivas
    reinante en el país, ofertó una Propuesta de
    manejo unipersonal y autoritario de la autoridad del Estado
    orientada a construirle seguridad
    "sicosocialfamiliarpatrimonial" a la ciudadanía
    vía la más rápida derrota posible de los
    violentos.
    Fue ése el espacio virtual desde el que
    un amplio sector de colombianos, esperanzado, configuró
    un cuadro político electoral altamente favorable a un
    Uribe rodeado del halo de redentor nacional. Fue así
    como el 54 por ciento de los votantes construyó un
    cerrado "yo" ciudadano uribista a partir de la
    reconstrucción social del otro como peligroso "enemigo"
    proguerrillero por la razón sencilla de no votar por su
    salvivífico candidato.. De esta manera, cuando cuatro
    meses antes apenas si rozaba el 5% del electorado, Uribe
    salió elegido en la primera vuelta más que por
    determinantes sociopolíticos, como había sido la
    constante en la historia electoral colombiana, por razones
    sicosociales ligadas a los imaginarios colectivos
    bélicos. En ese proceso, los medios
    cumplieron un papel de
    primer orden. Inédita resultó, entonces, esta
    experiencia electoral colombiana de mayo del 2002.

    Quinto momento: mayo del 2002-julio del 2003:
    Imaginario de definitiva salvación nacional,
    así como de casi última posibilidad de salvar a
    Colombia:
    apenas elegido presidente, de inmediato Uribe
    empezó a gobernar tres meses antes de su
    posesión. Algunos afirman que lo había venido
    haciendo desde febrero del 2002 cuando Pastrana le dio entierro
    de tercera al revelador evento del Caguán. En el caso de
    los apoyos a Uribe el tradicional reacomodo de los oportunistas
    no es suficiente para explicar el casi inmediato incremento de
    las simpatías ciudadanas a más de 65 puntos; al
    cumplir los primeros seis meses de gobierno, y tras algunos
    altibajos en el comportamiento de las cifras, en el año
    2003 se han mantenido alrededor de los 70 puntos.

    Ahora, comenzado ya el segundo semestre del 2003, el
    país continúa convencido de que si no es Uribe,
    nadie podrá terminar la guerra.
    Entonces, y dado que
    ponerle punto final a la guerra no es tan fácil como se
    pensaba, son muchos los que ya están pensando en su
    reelección; pero para Uribe y su equipo los tiempos del
    final de la guerra por la vía militarista no son los
    tiempos de sus cuatro años de gobierno si no, más
    bien, los asociados a su más rápido final. La
    razón es clara, sencilla y contundente: no existen
    recursos, sobre todo financieros, para una confrontación
    armada radical larga;
    por otra parte, la obtención
    de nuevos y frescos recursos encuentra un límite
    estructural objetivo en las dificultades para reactivar la
    economía, así como en la deprimida
    y angustiante situación social de la media social del
    país.

    Uribe, por lo tanto, ha comenzado ya a jugar contra el
    tiempo
    en una coyuntura, la de julio del 2003, en la que no
    obstante el reacomodo de los recursos fiscales y la reingeniería realizada a las Fuerzas
    Armadas y el ya casi cualitativo sacrificio de democracia
    realizado en aras de levantar una normatividad de guerra, y
    todo ello en función
    de golpear militarmente, "lo más que se pudiese" a los
    violentos , sin embargo, hasta ahora no ha habido resultados
    contundentes en materia del
    manejo del orden público, es decir, el gobierno no ha
    podido revertir los progresos militares de las guerrillas,
    logrados, sobre todo, en la década de los 90.

    4. La gran
    contradicción de Uribe: el tiempo de la
    re-guerra

    contra el tiempo
    de su final.

    En materia de
    re-guerra hasta donde quiere ir el gobierno? Todo parece indicar
    que

    pretende ir hasta donde objetivamente no podría
    llegar.

    Con frecuencia con la observación sistemática de ciertos
    personajes, por ejemplo, comparando sus discursos
    olvidados con los autocensurados en la circunstancia o
    leyéndolos entre líneas o haciéndoles
    pesquisas a sus alter ego o simplemente interrogando sus
    miradas, sus guiños, sus gestos y sus ansias o
    descifrando sus exabruptos, el analista encuentra puertas
    abiertas para deslizárseles hasta su intimidad
    susurrándoles sin aspavientos,¿al otro lado de
    sus palabras, actos y ventrilocuos formales, qué es lo
    que usted en realidad está buscando?

    Como el 99% de los colombianos Uribe anhela el final de
    esta guerra, pero sufriría hasta lo infinito,
    vergüenza pública incluida, si cierto día
    tuviese que sentarse a negociar con unas guerrillas que
    continuasen ostentando y , en la práctica, desplegando
    el poder militar que evidenciaron, por ejemplo, cuando atacaron
    la base militar de las Delicias. Movido por este deseo
    íntimo, coherente quizás con sus convicciones
    políticas y experiencias vitales, se ha propuesto no
    descansar un solo día (14) hasta verlas militarmente
    disminuidas bajándoles de esa forma la soberbia militar,
    así como el nivel de exigencias. Puestas en condiciones
    militares tales, serían ellas mismas las que
    tendrían que demandar una capitulación. Entonces,
    continúa deseando el Presidente, las Farc
    carecerían del poder suficiente para imponer algo
    careciendo, al mismo tiempo, del requerido para rechazar las
    imposiciones del Estado. Lo que en plata"antioqueña" el
    presidente paisa en lo más íntimo anhela es
    una especie del más redondo negocio antioqueño
    graficado en un Caguán "patas arriba" en el que se
    negocie con una moneda con la que con la cara gana el gobierno
    y con el sello pierde la guerrilla.

    El gobierno podrá viabilizar sus sueños si
    logra construir condiciones de poder cada vez más
    sólidas tanto en lo interno como en lo externo
    encontrándose en ello con terquedad empeñado; de
    no ser así, estaría haciendo la guerra con los
    deseos, así como sobre la mera base de los volubles
    estados anímicos colectivos por muy fuertes y favorables
    al presidente que en la actualidad éstos sean. Esto no
    obstante, ya en el nivel de las realidades Uribe sabe, primero,
    que razones internas y externas tornan utópica la
    tesis de un
    sector de sus amigos sobre una guerra total, segundo, que no
    obstante todos los esfuerzos y publicitadas declaraciones
    oficiales el poder militar de las Farc no ha sido revertido de
    manera importante, tercero, que los recursos, sobre todo,
    financieros para derrotar a los violentos se le están
    terminando y cuarto, que al ser todo ello así, el final
    de la re-guerra presenta límites
    temporales muy cortos. Esto no obstante, por razones más
    simbólicas, publicitarias y sicosociasles que
    político militares, ha venido adoptando el lenguaje,
    los estilos y hasta algunas de las prácticas propias del
    más avezado y radical guerrerista. Es por eso por lo que
    en la coyuntura para él, contra toda realidad(15), en
    Colombia ya no hay una guerra interna y tampoco
    distinción válida entre combatientes y sociedad civil
    y todos los ciudadanos son o deberían ser combatientes
    (16) y, por lo tanto, el DIH ya no es aplicable para el caso
    colombiano y la ONU es irreal e
    irrespetuosa al pretender hacer de las guerrillas una
    contraparte del Estado (17) y, finalmente, los jueces no deben
    meter las narices en esta pelea del Estado y la sociedad
    democrática contra los terroristas y delincuentes.

    En un marco sicosocial tan cohesionado y presionante en
    torno al
    más rápido final posible de la guerra, el
    gobierno se está acostumbrando a manipular la
    virtualidad mientras que la ciudadanía se ha mostrado
    manguiancha y tolerante y comprensiva como con ningún
    gobierno; mientras no se remueva esa intensa
    representación colectiva según la cual nadie
    más que Uribe podrá salvar Colombia del drama de
    la guerra, la ciudadanía, dentro de ciertos
    límites, le perdonará al presidente lo que
    sea.
    Sintomático es a este respecto el caso del
    manejo de la economía. Como lo ha señalado el
    economista Diego Fernando Otero " en el país se
    está creando virtualidad por todas partes: crecimiento
    virtual, empleo
    virtual y seguridad virtual"; al destacar el vulgar manipuleo
    que se está haciendo de las estadísticas económicas, dice que
    los economistas saben que metodológicamente las
    variaciones trimestrales del PIB, por ser
    coyunturales, no deciden nada; por otra parte, también
    saben, señala, que no se puede comparar el primer
    trimestre del 2003 con el primero del 2002, trimestre
    atípico en el que el PIB
    cayó 0.85 con respecto al cuarto trimestre del 2001. Si
    la comparación se hace, enfatiza Otero, entre el primer
    trimestre del 2003 y el cuarto del 2002, el PBI sólo
    creció el 0.87%, pero esta comparación tampoco
    dice nada.(18)

    Ha sido así como sobre la base del manipuleo
    sistemático de los imaginarios bélicos
    colectivos; del manejo descardo de mentiras y de medias
    mentiras; contando siempre con el unanimismo
    antidemocrático y acrítico de algunos
    intelectuales y de muchos Medios; y solazándose con los
    controles sociales ejercidos por la propia población acostumbrada ya a cuestionar
    como proguerillera y apátrida a toda forma de disidencia
    democrática, se ha pretendido regresar a tiempos idos
    cuando los dioses, para facilitar la magia y los milagros,
    habitaban entre los seres humanos. Y por todo ello y por muchas
    razones más, sobre la base de metodologías
    quizá poco técnicas
    y ortodoxas, por no decir investigativamente antiéticas,
    pueden presentar a la economía creciendo en cuatro
    puntos y todo el mundo aplaude y al desempleo
    decreciendo en dos puntos mensuales y hasta los desempleados se
    regocijan y al presidente actuar como subvertor potencial del
    orden jurídico y todo el mundo se queda callado.

    La gran limitación de la Estrategia de reguerra ha
    saltado, pues, desde el espacio de los recursos financieros
    cuando el gobierno, al no haber logrado todavía revertir
    el poder militar de las Farc, apenas se encuentra en la primera
    fase de ella: mientras los previstos se han agotado y ya se
    manejan a déficit, los que podrían venir,
    recursos frescos, son difíciles de captar en una
    coyuntura en la que la reactivación económica no
    es asunto de un trimestre si no que sigue siendo un deseo y una
    meta y en la que la situación social del país es
    explosiva. Las Farc mientras tanto han pasado a una fase de
    defensiva tanto estratégica como táctica y
    están ahí, "a la espera", manejando muy bien su
    tiempo campesino, racionalizando el uso de los recursos
    acumulados y obligando al gobierno a hacer el gasto. Con la
    reforma política convertida en un hecho de casi "doble
    derrota"( en la promesa electoral y en el Congreso), al
    gobierno el Referendo,
    todavía en vilo político, solo le interesa como
    fuente de nuevos recursos para financiar la guerra, y coma
    siempre en los últimos años, para acomodar sobre
    la marcha el pago de la ya casi impagable deuda externa.
    Como lo ha señalado el profesor Oscar Delgado, Uribe,
    por otras razones podría pasar a las historia, mas no
    por ésta asociada a la reforma politica.(19) La otra
    esperanza es la de universalización del IVA para
    enero del 2005, medida que ya se ha anunciado que se
    adelantará para el 2004. Por otra parte, para destrabar
    la crisis que ha cruzado la ayuda militar norteamericana, el
    gobierno ha anunciado que ya envió a Washington el
    borrador de Acuerdo bilateral, que inmuniza contra las
    intervenciones de la CPI a los norteamericanos que en Colombia
    cometan crímenes de lesa humanidad. Al ser todo ello
    así, todas las anteriores medidas son insuficientes
    cuando en el Ministerio de Defensa ya existe un déficit
    por un billón de pesos, al gobierno no le quedará
    otra salida que la fiscalista; para intentarla y justificarla
    todavía tiene espacio político, pero del que
    carece es del espacio chequera: en la situación
    social en que se encuentra el país, una nueva reforma
    tributaria "pesada", es decir, con capacidad real de generar,
    sostenida en el mediano plazo, nuevos y abundantes recursos
    para la guerra, podría ser un acto de suicido
    político, sobre todo cuando el eficientismo
    neoinstitucionalista todavía no ha hecho su
    aparición en el manejo de los recursos militares y
    cuando el gobierno no ha logrado revertir el poder militar de
    la insurgencia. Por esa vía, por otra parte,
    podría empezar a desmoronarse el que hasta ahora ha sido
    el mayor y casi único triunfo político de
    Uribe, logrado por cierto arrasando principios y
    prácticas sociales ligadas a la democracia y
    a los derecho humanos, el de haber logrado darle formas
    institucionales a la alianza
    soldados-gobierno-sociedad.

    De ser ello así, adquiere fundamentos
    empíricos la hipótesis con que se inició esta
    reflexión: si hasta el momento y las circunstancias en
    que se agote por completo la posibilidad de generar recursos
    frescos para financiar la guerra, el gobierno no ha logrado
    revertir de manera notoria y notable el poder militar de las
    Farc, entrarán a jugar y a imponerse las leyes de
    esta guerra;
    es sabido que éstas se encuentran
    ligadas a los progresos militares de las Farc, logrados durante
    la década del 90, sobre todo. Si así llegase a
    acontecer, la guerra que se desarrolla en los campos de
    batalla, exacerbada, se trasvasará a la guerra
    virtual desplegada en los corazones y en las verdades
    subjetivas de la ciudadanía hasta sumergir al
    país en un estado de desazón colectiva más
    intenso e incierto y doloroso que el vivido durante los meses
    de la experiencia del Caguán.

    BIBLIOGRAFÍA

    1. En "Mosca" No 26, 4 de julio del 2003, Fernando Garavito
      levanta varias hipótesis al
      repecto.
    2. Gobierno de Uribe." Fundamentos de la Política de
      Seguridad democrática" ( último documento para
      ser presentado en La Mesa de Cooperación y Donantes de
      Londres), en Vásquez Patricia, Colombia en Perspectiva,
      1 de julio de 2003.
    3. Santamaría Ricardo y otros. Entrevista al Presidente
      Uribe, El Espectador, 30 de junio de 2003.
    4. La significación histórica de la experiencia
      del Caguán al margen de lo que significó como
      frustración de negociación, ha sido una
      hipótesis reiterada a lo largo de los 34 números
      de Atisbos Analíticos.
    5. Entrevista al General Rangel, en , El Tiempo, Lecturas
      Dominicales
    6. Serrano, Enrique."El Hombre
      contemporáneo es un bárbaro", Entrevista, en, El
      Tiempo, Lecturas Dominicales, 15 de junio de 2003.
    7. Atisbos Analíticos No 25
    8. Cubiles Fernando y Otros. "La Violencia y
      el Municipio colombiano" 1980-1997.

    Facultad de Ciencias
    Humanas, 1998.

    …..9. Vélez R, Humberto."Pastrana, la Ciudad y
    la Guerra", Cali, 2000.

    10.Cubides Fernando, op.cit.

    11. Atisbos Analíticos, Nos. 20 a 33.

    13. idem

    14. Entrevista citada al Presidente Uribe

    15. ONU."Colombia
    sí atraviesa por un conflicto interno y debe aplicarse
    el DIH".

    16. El Tiempo, 6 de julio del 2003, p.2ª.

    17.Entrevista citada.

    18.Otero, Diego Fernando." El Manejo de las cifras del PIB",
    en, Llano Rodrigo,

    Boletín Virtual, No 2003-21.

    19. Delgado Alvaro ,Observatorio Político, junio de
    2003( Documento borrador)

      

    HUMBERO VÉLEZ

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