El mensaje
Para todas las personas que desean
trabajar por la Verdad, la Justicia y la
Paz en nuestra casa, la
Tierra.
- Jamás la vendas ni la
compres - Alguien como tú: el
autor - El camino
andado - Parábola de la isla
diminuta - Comprensión
forzada - Si no crees en Dios,
demuestra que crees en ti - Si crees en Dios, trabaja para
él - Millones
asediados - Sobre la
felicidad - Parábola del
agricultor - Hay que decirle basta a la
guerra - Yo te invito
- Yo haré, tú
harás, nosotros haremos - Hay mucha confusión en
el mundo. Que no te confundan - ¿Bienestar o
armamentos? - No sueñes,
piensa - Reflexión sobre una
casa - Mensaje a quien
corresponda - Todo cambio se enfrentará a
resistencia - Sinónimo tierra
hogar - Queridas niñas y
niños - Expuestos y
esperando - Unas palabras
más - Hiparco
- El milagro se llama: "tomar
conciencia y trabajar por un mundo para
todos" - Léalo, le
interesará
JAMÁS LA
VENDAS NI LA COMPRES.
Deseo que comencemos a pensar y a trabajar en la
construcción pacífica de un planeta
Tierra
(nuestra única casa) para todos, donde prospere el
interés
por la Verdad y por la Justicia. Esa
es mi utopía. Para ello nació este escrito. Es lo
que deseo, realmente, desde lo más hondo de mi corazón y
de mi razón. Por eso, todos tienen derecho a leer esta
obra titulada "El Mensaje", sin pagar nada por ella. Es
gratis. Todos tienen derecho a publicarla y a
entregársela a otros pero sin cobrar nada por ello, en
forma totalmente gratuita. El Amor a la
Verdad y a la Justicia es el único precio de esta
obra, para siempre, en cualquier lugar de la Tierra
donde la encuentres. Nunca la vendas. Y si alguien, alguna
vez desea vendértela, entonces: Nunca la
compres.
Yo, el autor de este relato, me llamo Daniel
Adrián Madeiro.
No soy ni me siento un ser especial. Nunca te permitas
considerarme un ser especial.
No soy un mesías, no soy un elegido, no soy un
salvador.
No busco ser tu líder.
Deseo profundamente que Tú seas tu propio
líder.
Quiero que escuches todas las opiniones pero que seas la
persona que
realmente decide. Que no actúes por impulso. Que medites
tu acción.
Sólo soy un hombre
común que desea exponer lo que piensa.
Mi nacimiento fue el simple resultado de una ley de la vida:
Que hombres y mujeres se enamoran, se casan y tienen hijos, en
procura de hacer más feliz su existencia.
Por ese medio DIOS hizo que naciera el seis de junio del
año mil novecientos cincuenta y siete.
Crecí y estudié, viviendo una infancia y
juventud por
las que estoy agradecido.
Leí cuanto pude y observé la vida,
deseando aprender lo suficiente como para ser un poco mejor cada
día.
Pasado ya mucho tiempo, y
habiendo visto el estado
general del mundo; con cuarenta y algo de años; convencido
que es hora de hacer lo que desde siempre supe que debía;
comprendiendo que DIOS es ineludible; desde entonces yo, Madeiro,
decidí exponer este mensaje.
Seguramente, los cuestionamientos sobre la verdad y la
vida forman parte de tu existencia, tanto como de la mía.
En nuestra tarea de meditar las cosas nos enfrentamos a dudas y
obtenemos respuesta para unas y olvido para otras.
Tomé por costumbre destejer el devenir, escrutar
lo afirmado hasta hoy.
Perdí el miedo a descubrir una falsedad en lo
sostenido por siglos y encontré que siendo sincero con uno
mismo se comprende mejor el mundo.
Desde nuestros orígenes, los hombres dimos rienda
suelta al temor de enfrentar conocimientos nuevos, al
aplazamiento de los pensadores, a la dilación de la
superación personal.
Aferrados a una actitud
indulgente, llegamos hasta el momento actual con una carga de
problemas sin
resolver, agravados por la escasez del tiempo
disponible.
Una lectura
parcial de la historia imputa como
únicos culpables a los poderes e ideas religiosas que
predominaron en las distintas épocas; a las políticas
gubernamentales; a las culturas militaristas; al creciente
interés
mercantilista desarrollado desde tiempos antiguos.
Esto es sólo una parte de la verdad y, más
aún, un velo que disfraza a los verdaderos responsables de
nuestra demora: NOSOTROS, y a sus fuerzas motoras: el MIEDO y la
NEGLIGENCIA.
Tomamos por costumbre simplificar el análisis de nuestro pasado culpando a los
que nos precedieron.
Resolvemos nuestra situación frente al porvenir
poniendo en manos de las nuevas generaciones el compromiso con el
futuro.
Hallados los culpables de ayer y los responsables del
mañana, inspeccionamos desde el televisor o el diario,
reclinados en nuestro sillón, cómo se suceden los
hechos.
Siempre se tuvo la oportunidad de hacer algo que nos
permita crecer, afirmarnos en nuestra calidad de
racionales, convertirnos en una pieza importante de este mundo y
tener acceso a una mediana igualdad.
Una marcada falta de interés por ascender a lo
más alto de nuestro espíritu postergó el
nacimiento de una humanidad más sabia y comprometida con
el bien común.
Todos nosotros tenemos que ver con lo que hoy pasa en la
Tierra. Si, es
verdad: unos más y otros menos. Pienso que queda muy
escaso tiempo como para permitirnos un debate. En
él se nos pueden ir los últimos minutos, la
oportunidad final. Hoy, todos tendremos que hacer mucho
más que mirar y hablar de lo que pasa.
En una isla diminuta hasta el extremo, rodeada por un
océano interminable que la separaba de otras quizá
habitadas, existieron varias razas de hormigas -rojas, negras y
demás-, de tamaño realmente
insignificante.
En sus comienzos, la escasa cantidad de estos insectos
permitió una vida placentera para todas. Las unas poblaron
los márgenes de un río, las otras las
cercanías de un lago.
Con el paso del tiempo crecieron y se multiplicaron en
tal forma, que grandes grupos, de
distintos bandos, se vieron obligados a emigrar en busca de
nuevos asentamientos.
Así comenzaron las primeras batallas.
Carentes de la capacidad de razonar adecuadamente y
llegar a un acuerdo (al menos eso es lo que desprendo de los
hechos) disputaron a muerte la
propiedad de
la tierra y sus riquezas. Las más fuertes ganaron la
posición mientras que las más débiles
huyeron a terrenos inhóspitos.
No tardaron mucho en reiterarse los enfrentamientos pues
las comunidades volvían a crecer.
A todo esto se sumó la prepotencia de grupos
intrínsecamente belicistas que arremetían contra
pacíficos pobladores de otras zonas.
Hubo muchas guerras y
muchas muertes; pero llegó a aceptarse como una parte de
la vida.
Crecieron así, en la isla, millones y millones de
hormigas de todo tipo, sin otra preocupación que cuidarse
de sus enemigos y recolectar para sí la mayor cantidad
posible de alimentos.
Pero las cosas no acabaron allí. También
en el tema de la alimentación
creció diariamente la cuota de insensatez.
En las comunidades que llevaban una vida signada por los
enfrentamientos la preocupación por la comida las
llevó a almacenar toneladas de vegetación,
previniendo largos sitios.
Todos los lugares cercanos quedaron transformados en
desiertos y los almacenes
subterráneos no fueron otra cosa que simples
pudrideros.
En tanto, las hormigas que vivían en regiones
pacíficas también fueron atacadas por el estado de
cosas en aquellas regiones y asoladas por hordas hambrientas que
sembraban la devastación.
Paulatinamente, el caos creció en toda la isla
con guerras
totales y arrasamiento voraz.
Pocas sobrevivieron al holocausto; tan sólo para
terminar devorándose unas a otras, pues era tarde para
cualquier intento de solución.
Hoy aquella isla diminuta, es un páramo rodeado
por un océano interminable, aislado de otros lugares en
los que espero que no haya acontecido lo mismo.
HORMIGAS: los hombres. ISLA: la Tierra. OCEANO: el
Cosmos. VEGETACION: los recursos
naturales.
Era un pueblo con una particularidad: todos eran
"tuertos".
No se trataba de una cuestión natural. Era una
costumbre. Alguna vez, alguien comenzó a cerrar un ojo y
le gustó, después se sumó otro y otro
más, hasta que todos siguieron haciéndolo
así por siempre.
Ya veían su hábito como algo "natural".
Un día uno de sus pobladores, convencido de que
no se estaban viendo las cosas tal cual eran, levantó por
primera vez el párpado de su ojo "tuerto".
Tenía razón. Vio con sus dos ojos y
conoció las ventajas de ver algo más del mundo que
lo rodeaba.
Cargado de felicidad, salió a la plaza y le dijo
a sus vecinos: "¡Señores, mírenme!. Veo por
ambos ojos. Mi visión es más amplia que la que tuve
hasta ahora. Puedo defenderme con mayor facilidad de los peligros
visibles que me rodean. Con los dos ojos a nuestro servicio, ya
no uno solo, nuestra capacidad visual se duplica".
Cada habitante fijó su ojo sobre
él.
Se miraron los unos a los otros.
Su mono visión no les impidió ponerse de
acuerdo y gritaron: "¡Este hombre
está enfermo!".
Comprendían la verdad de sus palabras pero el
miedo paraliza a las personas y termina por retrasar los cambios
necesarios y, lo que es peor, los encuentros con la
razón.
Enrojecidos pero con la cabeza erguida, todos se
retiraron de la plaza.
Triste, rechazado, el hombre
comprendió: Si no te cuidas, los que tienen por costumbre
ver con un solo ojo, te harán llorar por los
dos.
Pero no se dio por vencido. Agradecido por su nueva
visión de las cosas y consciente de su responsabilidad, se dijo: "¡Fuerza!. Tal
vez es hora de empezar a llorar".
SI NO CREES
EN DIOS, DEMUESTRA QUE CREES EN TI
Yo no veo que la Justicia sea moneda corriente en el
mundo.
El valor de la
Verdad fue puesto en duda desde que se dijo: ¿Qué
es la verdad?.
La falta de actos de Amor, en sus
muchas formas, causan cada día mayor incomprensión,
soledad y destrucción.
Desde niño, observando esta situación,
siento una profunda tristeza. Desde ese tiempo, pienso que
tenemos que cambiarlo. Y estoy convencido que podemos.
Te puede parecer pura palabrería romántica
de soñador.
Respeto tu opinión, pero: Hay gente corrupta,
estafadora, etcétera, que arruina el bienestar
común, porque si la Justicia falta o se malogra,
jamás recibe castigo. Hay gente que logra engañar a
otros con propagandas, discursos o
promesas, porque no nos preocupamos en profundizar qué es
Verdad y qué no lo es. Hay gente que, apoyada en la falta
de Amor, finge
que te ama para sacarte todo lo que pueda.
Si te amas ¿Por qué te ofreces como
víctima de la injusticia, la mentira o el
desamor?.
Si amas a alguien ¿Por qué lo dejas
indefenso?.
Si estás viva o vivo y sabes que la vida es corta
¿Por qué eliges vivir en constante peligro de
extinción o de ruina?
¿Te gusta cómo están las cosas por
aquí?. ¿Crees que podrás ir a otro planeta
si esto empeora?.
Si tienes cónyuge, hijos, nietos, padres, amigos
del alma, o quien fuera que ames: ¿No te importan?. O me
dirás que tú: Estás esperando un
milagro.
No podrás salvarte solo. Toda ambición
egoísta provoca muerte.
Millones de personas están sujetas a este
error.
La Tierra será buena sin: hambre, miseria,
injusticia, mentira, opresión, guerra,
discriminación, enfermedad. Este es un
trabajo por hacer.
Muchas vidas se perdieron en la ilusión de creer
que se podía solos.
Debes comprenderlo definitivamente: Los que destruyen
la Tierra trabajan unidos.
Nosotros debemos aprender a trabajar juntos para el
bien común.
¿Estás esperando que llegue alguien con
carisma para que te dé las instrucciones?. ¿Y si te
engaña?.
Hay mucho para pensar, para hacer, para cambiar, para
transformar definitivamente.
Todos podemos tener buenas ideas y podemos
aportar.
Tenemos que estar unidos. Sin predominio de unos sobre
otros.
No hacen falta líderes. Hace falta trabajar en
común, aportando cada uno lo suyo.
No hay uno que pueda saberlo todo.
Todos debemos aprender a trabajar juntos como si
fuéramos uno.
Yo sé que se puede. Muchos no dudarán en
demostrar que pueden.
En donde estés, tengo la esperanza de que
estarás trabajando por el bien definitivo de la
Tierra.
Lo repito: En donde estés, tengo la esperanza
de que estarás trabajando por el bien definitivo de la
Tierra.
Si entendiste mis palabras y la importancia de tu
compromiso, lo juro: Yo creo en Ti.
SI CREES EN DIOS,
TRABAJA PARA ÉL
DIOS se agotó de tanta falta de Amor a la Verdad
y a la Justicia.
¿Tú también estás cansado?,
Que DIOS vea tu cansancio.
DIOS está al lado de aquellos que asumen su
responsabilidad frente al futuro de la
Tierra.
No podrás salvarte solo. Toda ambición
egoísta provoca muerte. Millones de personas están
sujetas a este error.
La Tierra será buena sin: hambre, miseria,
injusticia, mentira, opresión, guerra,
discriminación, enfermedad. Este es un
trabajo por hacer.
Muchas vidas se perdieron en la ilusión de creer
que se podía solos.
Debes comprenderlo definitivamente: Los que destruyen
la Tierra trabajan unidos.
Nosotros debemos aprender a trabajar juntos para el
bien común.
DIOS quiere que nos unamos. Si lo hacemos, ÉL
hará crecer la Verdad y la Justicia en todo el
planeta.
Tus ojos verán la caída de los
destructores.
DIOS puede contra todo mal si nosotros trabajamos para
todo bien.
Lo repito: DIOS puede contra todo mal si nosotros
trabajamos para todo bien.
Un mismo suelo se dispuso
para sostener a todos los hombres. ¿Por qué no
sostendrás tú a un hermano que siente o piensa
distinto?. ¿Por qué te enojas y pones tan mala cara
porque tu hermano piensa diferente?. Si aprendes a acercarte,
serás aceptado. De otra manera sólo el mal
dará su fruto.
DIOS quiere que nos unamos. Hay que transformar la
Tierra.
Tienes que elegir ahora desde que lado verás la
transformación.
A ti, que preguntas: "¿cuándo vienes a
ayudarnos?"; DIOS te contesta: "No haré nada hasta que
aprendas a tomar en tus manos lo que creías que
sólo era trabajo mío".
Por las mañanas, de lunes a viernes, mi
despertador suena a las siete y media.
Mi esposa ya está levantada y terminando de
preparar a mis dos hijos menores para ir a la escuela.
Yo me cambio y estoy
con ellos unos minutos hasta que se marchan.
Al rato vuelve mi esposa, desayunamos y salgo a tomar el
colectivo hacia mi trabajo.
Regreso a casa pasadas las siete de la tarde.
Un amigo mío tiene menos suerte. Él entra
a su trabajo a las siete para salir doce horas después. En
las mañanas, mientras desayuna, sus hijos todavía
duermen.
Hace muchos años, yo vivía con mis padres
en Longchamps, un pueblo distante aproximadamente 20
kilómetros de la ciudad de Buenos Aires. En
aquel tiempo el tren no era eléctrico y era lento. A las
seis de la mañana, en la estación yo abordaba
alguno de los vagones que llegaban repletos de obreros y
empleados. Muchos de los que allí estaban vivían
aun más lejos. Esto representaba hasta una hora más
de viaje.
Seguramente, mi relato te resulta familiar. Tú
mismo debes salir todos los días a una hora determinada
hacia el trabajo
para regresar con la puesta de sol.
Si tu labor se desarrolla en alguna ciudad capital y
tienes la "suerte" de contar con algunos minutos para salir al
mediodía, ves a cientos y cientos de personas atestando
las casas de comidas, o sentados en las plazas consumiendo su
vianda. Quizá nos hemos visto alguna vez.
"Imagínate que todos compartiéramos el
mundo", escribió John Lennon en su canción Imagine.
Tú ¿Estás en la lista de los que imaginan y
desean eso?. Si es así, entonces estoy seguro que
"pueden decir que soy un soñador, pero NO SOY EL
ÚNICO".
Yo, al regresar a casa, tomo algo mientras converso con
mi mujer y mis
hijos. Un par de horas después estamos cenando. Antes de
eso, suelo hacerme un
espacio para escribir. No siempre puedo, no siempre tengo
ánimo o inspiración; con frecuencia, el agotamiento
de un día de trabajo no me permite hacer
demasiado.
Pero siempre, desde que me levanto por las
mañanas hasta que me acuesto en las noches, pienso en lo
necesario que es trabajar por un mundo mejor; para mis hijos,
para mi mujer, para
mí y también para ti. Porque si TÚ no
estás incluído en mi proyecto de
bienestar, ahora que comprendemos mejor la interrelación
entre todos los organismos de la Tierra, que sabemos que globalización es un sinónimo de
"estamos todos en el mismo barco", si TÚ no estás
incluído en mi proyecto de
bienestar, sólo estoy respondiendo a un interés
egoísta. Y ¿No es eso lo que solemos criticarle a
tantos que andan por allí abandonando a su suerte a los
pobres, desatendiendo las miserias humanas que podrían
ayudar a reparar?; ¿No despierta nuestra repugnancia el
desenfrenado interés egoísta de algunos por
acumular cada día más y más?.
Confío en que Tú también, cuando
piensas en la construcción de un mundo mejor, no dejas de
sumar al lado de tus seres amados a aquellos a quienes no
conoces.
Pero lo cierto es que nuestros trabajos, nuestros
diarios quehaceres, nos obligan a dedicar cada día
más horas a ellos y menos a nosotros y nuestros proyectos.
"Hombres y mujeres rehuyen las dificultades ajenas a sus
trabajos e, inmersos en los requerimientos concretos del quehacer
cotidiano, rehúsan reflexionar sobre el sentido de sus
vidas y su vocación fundamental" (El silencio de DIOS,
José Manuel Saravia, Emecé Editores,
Pág.129).
Necesitamos un mundo mejor, debemos ocuparnos en la
creación de un mundo mejor. Pero, tras doce horas de
trabajo, ¿Qué fuerza
tendrá mi amigo para sumarse a ese proyecto?;
¿Cómo hará para hacer lo que quisiera si
además siempre hay labores pendientes en la casa?;
¿Quién forma para un mundo mejor a los niños
cuyos ambos padres tienen que salir a ganarse el pan?;
¿Qué liberación femenina disfruta la mujer que se
ve obligada a ejercer labores fuera de su casa cuando
desearía estar con sus pequeños?;
¿Qué ideales anidan los niños
que tienen que trabajar?.
Necesitamos hacer un mundo mejor pero nos agobian cada
día con más horas de trabajo, con menos tiempo
familiar, con una creciente escasez de comunicación.
No estoy exaltando a alguna ideología.
Simplemente, estoy preguntando ¿Hacia
dónde vamos casi seis mil millones de habitantes del
planeta?. ¿Cuándo comenzamos a hacer el mundo que
queremos?.
Es tiempo de rever todas las actitudes
egoístas y fomentar la diaria ejecución del
altruismo, de la solidaridad, de
la justicia y de la vocación por la verdad.
Debiera haber no sólo trabajadores interesados en
esto. También deberían sumarse sus empleadores. Los
dirigidos y los dirigentes, los estudiantes y los maestros, los
que gozan del arte y los
artistas, los que reciben el beneficio de la ciencia y
los científicos, los gobernados y los gobernantes. Todos
deben comprender la necesidad de terminar con un materialismo que
sólo logrará la extinción del concepto de
familia, de
amistad, de
prójimo, de humano.
En el escaso tiempo que nos queda, todavía es
posible que juntos, con resolución y constancia, podamos
alcanzar un mundo para todos.
"Podrán decir que soy un soñador"… Por
favor, demuéstrame que no soy el único.
A través de la pantalla del televisor vi a una
madre anunciándole a su hija que había sido
seleccionada para formar parte de un grupo de
cantantes. Ambas lloraban de felicidad. La madre porque estaba
orgullosa de su hija y de ser la encargada de darle la novedad.
La hija porque no sabía aun el resultado y no lo esperaba
dicho por su propia madre.
Como yo, muchos se enternecieron con esas escenas y con
otras similares que reflejaban la experiencia vivida por los
elegidos.
Suele sucedernos que nos ponemos felices cuando
observamos cualquier situación donde se aprecia el amor
familiar, conyugal, de amistad, o un
emotivo festejo tras el triunfo en una competencia,
etcétera.
Nos emociona ver a los padres despidiendo a sus hijos
que van solos por primera vez de vacaciones. O la pareja
recién casada que es agasajada por sus seres
queridos.
En definitiva, solemos acompañar con nuestra
propia felicidad la de aquellos que, a veces por los medios o
frente a nuestro camino, nos muestran la suya.
Hay un sólo motivo para que esto pase: DESEAMOS Y
AMAMOS, PROFUNDAMENTE, LA FELICIDAD. Y no tan sólo la
nuestra.
Todos amamos y deseamos cosas similares.
Nos gusta ver seres humanos felices porque sabemos lo
hermoso que es la felicidad.
Por nuestra propia experiencia, somos conscientes del
gran esfuerzo que representan muchos logros ajenos. Sabemos
valorar cuanto tesón e ilusiones se ponen en la vida para
tener: un estudio, un trabajo, un hogar, una pareja, una
distinción o una mera valoración positiva hacia
nosotros.
¿Qué pasa entonces que no siempre
trabajamos para la felicidad?.
Todos tenemos deberes y derechos, pero si cumplimos
con nuestros deberes ¿Por qué en ocasiones vulneran
nuestros derechos?.
¿Por qué lo permitimos?.
¿Es nuestra única salida quedarnos
esperando que alguien decida no frustrarnos
más?.
Saldríamos enloquecidos a enfrentar a quien
molestara cruelmente a nuestro ser querido. Te pregunto
¿Qué crees que pasa cuando vulneran tu derecho?.
¿Crees que no vendrán más tarde a vulnerar
el de tu ser amado?. ¿Piensas que lo que empieza en ti
también terminará en ti?.
Es cierto que amamos la felicidad. Pero para tenerla
realmente, no debemos permitir que la manipulen a su antojo. No
sólo tu felicidad, también la del desconocido
aquel. Porque tarde o temprano, el abusador vendrá a
derribar tu puerta.
Sin respeto y aprecio
por la felicidad de unos y otros es imposible la
felicidad.
Sin unión de los unos con los otros es imposible
alcanzar y trabajar para la felicidad verdadera.
Aquel anciano se presentó ante mí y me
dijo: "Soy un agricultor y quiero que recuerdes mis palabras. Si
aprendes de mi arte, todo
cambiará para siempre.
Primero: no debemos depender de la suerte para acceder
al buen fruto de la tierra.
Segundo: está en nuestras manos cuidar el suelo y
ayudarlo a desarrollar lo bueno que sembramos.
Tercero: no te descuides. Toda maleza matará tu
semilla, toda plaga la devorará.
Cuarto: no hay fruto donde hay maleza; no hay
crecimiento donde hay plaga. No te equivoques, en un campo
sembrado con buena semilla, no tendrás
contemplación frente a la maleza y la plaga.
Quinto: Ninguna semilla crece sin cuidado permanente.
Dale el sol, el
aire y el agua
justos. Cuida siempre tu cultivo.
Sexto: Para un fruto excelente, trabaja todos los
días hasta el último.
Séptimo: Cuéntale a todos los hombres que
sólo serán felices cuando se transformen en
agricultores comprometidos con la buena semilla".
HAY QUE DECIRLE BASTA A
LA GUERRA
¿Por qué vas a la guerra?. ¿Desde
cuándo te gusta matar gente?.
¿Te dieron tan buenas razones que desde hoy te
alegra exponerte?.
¿Sientes que tu nuevo rol te tornó
poderoso?.
¿Acaso prefieres perecer en un combate al que se
opone tu conciencia?.
Cuando entreguen tus restos… ¡Papá y
mamá no estarán felices de tu entrega!.
¿Acaso alguien puede reemplazar a un hijo o una
hija, por una medalla que no crece, ni se casa, ni da
nietos?.
Escuché decir que atrás de cada guerra hay
intereses económicos. ¿Será
verdad?.
¿Qué valor se le da
a tu vida en ese caso?.
Son muchos los que van a la guerra.
Son pocos los que son exceptuados de ir.
Queremos un mundo sin dolor, entonces necesitamos un
mundo sin guerra.
Queremos países que convivan en paz, entonces
necesitamos países sin guerra.
Queremos que la humanidad resuelva sus conflictos
racionalmente, sin incitar al odio y al exterminio; entonces
necesitamos tomar la firme resolución de consensuar un
verdadero desarme.
Queremos que para siempre la barbarie pase a formar
parte del pasado; ha habido millones de muertos por la codicia,
por enfrentamientos religiosos, por discriminación racial;
entonces debemos aprender a respetar nuestra diversidad, reprimir
los instintos sanguinarios y trabajar cada día, cada hora,
por un planeta Tierra sin guerras.
En las guerras de siglo XX murieron más de ciento
cincuenta millones de seres humanos. Un número enorme.
Imagínate 150.000.000 de tumbas. Sí,
¡Horroroso!.
¿Cuántas guerras pudieron ser evitadas?, Y
con ello ¿Cuántas muertes?.
Hagamos el mejor de los esfuerzos para evitar todas las
formas de la guerra.
Sé, sabemos, que no es un objetivo
sencillo. Por eso, debemos convocarnos unánimemente para
comenzar a dar los primeros pasos firmes hacia la paz en el
planeta.
Cuando pienso en cementerios militares,
en los millones de muertos por la guerra,
en las víctimas civiles indefensas,
en sus cuerpos bajo el polvo de la tierra;
en la pobreza y la
ruina que provoca
tanta violencia
mortal sobre el planeta,
tanto odio incontenible, tanta saña,
tantas guerrillas, atentados y revueltas,
y veo que las fábricas de armas
no se trocaron en hospitales o escuelas,
que aun quedan miles de ojivas nucleares,
ángel de muerte, sobre todas las
cabezas;
y siguen los ensayos
belicistas
y enfrentamientos en los puestos de
frontera;
me pregunto hasta cuándo sigue esto,
y aunque parezca una pregunta sin
respuesta,
pueden pasarnos tan sólo dos cosas
y es preciso atender a la advertencia,
porque: o morimos todos sin remedio
o cambiamos el sentido a la existencia.
Yo te invito a cambiar y a sumarnos,
más de seis mil millones da la
cuenta;
a unirnos por la paz contra la
muerte,
planificando un mundo sin violencia,
todos los días, desde todos los
lugares,
sin descansar hasta alcanzar la
meta;
siempre tenaces, siempre trabajando,
para la Paz de nuestro Hogar, la Tierra.
YO HARÉ,
TÚ HARÁS, NOSOTROS HAREMOS
-Yo escribiré este artículo. Tú lo
leerás. Ambos estaremos momentáneamente unidos por
él, pensando y sintiendo las palabras que lo
forman-.
Aceptamos sin dificultad el enunciado anterior como si
se tratara del más firme axioma.
Sin embargo, dar esto por cierto es basarnos en espuria
futurología.
¿Puedo asegurar que no dejaré inconcluso
este escrito?.
¿Puedes afirmar que lo leerás pase lo que
pase?.
¿Podemos garantizar que lograremos
compartirlo?.
No. No podemos.
¿Por qué?. Porque una profunda
incertidumbre ante lo que sucederá en el próximo
segundo, es la única certeza que tenemos por
delante.
-Así que yo también tendré que
morir como Enkidu. ¡La desesperación me inunda el
corazón!-. Esas son las palabras de
Gilgamés quien, ante la muerte de
su amigo, toma conciencia de su
propio e irremediable futuro.
Sus palabras reflejan lo que con frecuencia observamos
en nuestra experiencia infantil.
Camila, mi hija menor, hace un tiempo atrás,
solía despertarse temerosa algunas noches pensando que
podía morirse. Como el héroe sumerio, ella
también tomó conciencia de su
mortalidad.
Quizá este abrumador descubrimiento sobrevino,
principalmente, a raíz de la pérdida de una de sus
abuelas; sin duda la proximidad afectiva fue el desencadenante de
su alarma que se venía gestando desde antes por la
visión de escenas en televisión
o por la escucha de conversaciones de adultos.
Como sea, para todos, hay un punto en nuestra infancia donde
nos percatamos que moriremos y… los adultos que nos tutelan
también.
Y la angustia se tornaría inmanejable si no
pudiéramos abrigarnos bajo las alas de un ser inmortal y
omnipotente al que llamamos DIOS.
Poco a poco, vamos incorporándonos a un juego entre la
conciencia de finitud y la esperanza de eternidad.
Las más de las veces, y aun cuando nuestro deseo
de objetividad en el asunto sea el más fuerte y sincero,
todos queremos que sea verdad que la muerte no existe.
No nos afligen del mismo modo la matanza de gallinas o
vacas, el envenenamiento de cucarachas u hormigas, ni las flores
marchitas o las hojas secas de los árboles. Todas formas de vida que perecen
como nosotros. Para ellas no hay eternidad.
¿Para nosotros, sí?.
Una de las plegarias que los egipcios anotaron en el
Libro de los
Muertos dice: "¡Salve, Osiris, padre mío divino!. Lo
mismo que tú, cuya vida es imperecedera, mis miembros
conocerán la vida eterna. No me pudriré. No
seré comido por los gusanos. No pereceré. No
seré pasto de la miseria. Viviré,
viviré".
No está de más recordar que citas
similares, más lejanas o cercanas a nosotros, se pueden
encontrar en todas las religiones, incluso en las
actuales.
Somos los únicos seres de este planeta que
reniegan de su destino final. Los únicos que no admiten la
definitiva desaparición de su rostro en los
espejos.
La pérdida de un ser querido cambia todos
nuestros planes, toda nuestra visión del futuro, ahora sin
él.
Ante ello, iba a decir que "no es fácil aceptar"
que nuestros padres, hijos o cónyuges, por ejemplo, ya no
existen, ya no son. Pero la expresión "no es fácil
aceptar" es inapropiada. Lo que realmente creo es que es
imposible dejar de pensar que están vivos de algún
modo. El más racional de los seres, debe admitir
esto.
Sus voces resuenan en nuestra mente; su ropa, sus
muebles, sus fotos, nos
ilusionan haciéndonos pensar que regresarán como lo
hace un viajero.
No nos resignamos a aceptar que la muerte sea más
poderosa que nosotros.
"El sentimiento de la unidad indestructible de la vida
es tan fuerte e inconmovible que repugna y niega el hecho de la
muerte. En el pensamiento
primitivo jamás se considera la muerte como un
fenómeno natural que obedece a leyes generales;
su acaecimiento no es necesario sino accidental. Depende,
siempre, de causas singulares y fortuitas; es obra de
hechicería o de magia o de alguna otra influencia personal hostil"
(Antropología filosófica – Ernst
Cassirer).
Esta ancestral creencia en la invulnerabilidad de la
vida es lo que llevó a los hombres primitivos a enterrar a
los muertos con sus bienes, a
veces con sus familias y esclavos, para que les sirvan en esa
"otra vida" a la que iban.
Es el mismo sentimiento que moviliza a personas como el
Dr. Raymond Moody a escribir libros como
"La vida después de la vida" o al periodista Víctor
Sueiro a realizar el ciclo televisivo "Misterios y Milagros", a
partir de su experiencia personal tras haber sido declarado
clínicamente muerto.
Y es posible que la vida después de la muerte
exista. No es un hecho que yo esté en condiciones de
demostrar. De igual modo, también es probable que no la
haya. Cualquiera de ambas posibilidades, al menos hasta hoy, no
pueden ser probadas de manera irrefutable.
Sí podemos asegurar que la muerte existe. Nada
sobre el después.
De todos modos, seguiremos planificando día a
día, hora a hora, nuestras acciones.
Planearemos las vacaciones venideras, la fecha de nuestro
casamiento, la reunión con amigos, el próximo
libro por
leer.
Nos olvidaremos, naturalmente, que la muerte está
delante nuestro, quizá sentada al lado. Que no discrimina
entre chicos y grandes, ricos o pobres, sanos o enfermos, negros
o blancos, mujeres u hombres, sabios o burros.
Con su actitud
imparcial puede que nos esté diciendo que nos dejemos de
perder el tiempo en segregaciones, en conflictos, en
disputas que ella no hace y que atendamos debidamente a nuestro
único propósito: ENALTECER LA VIDA.
Uno de los versos de "La aldea de Kiang", del poeta Tu
Fu, dice: "El sino respetó mi juramento de volver vivo".
También a mí me permitió terminar este
escrito. Es mi mayor deseo que te permita a ti leerlo y a ambos
sentirnos momentáneamente unidos.
HAY MUCHA
CONFUSION EN EL MUNDO. QUE NO TE CONFUNDAN
Cualquiera sea tu edad, te pido que me acompañes
a realizar un ejercicio con la imaginación.
Esto nos compete a grandes y a chicos.
Me permito decirte que será maravilloso si lo
lees en familia.
Supón que te invitan a una reunión o
charla.
Llegas a un lugar que puede ser grande o pequeño,
con mucha gente o con poca. No importa.
Al llegar alguno o algunos de los presentes te reciben
con un cálido saludo y una sonrisa.
Observas a los que están allí y ves que
sus rostros se fijan en ti y adviertes cierta dulzura en su
mirada.
Puedes ver en ellos que están felices de que te
encuentres allí.
Quizá haya otros junto a ti que por primera vez
visitan el lugar.
En pocos minutos se iniciará alguna forma de
disertación. Quizá breve, quizá
extensa…
Comienzan a hablar hacia todos los presentes en general,
o específicamente a ti y a otros como tú, sobre
cosas que te resultan gratificantes, simples de entender,
alentadoras hacia el futuro y dignas de ser escuchadas por
todos.
También pudiera ser en cambio que
hablen de una forma especial, a veces un poco incomprensible,
misteriosa, como si se tratara de un secreto, confidencialmente,
como si fuera una información clasificada para
pocos.
Puede que los integrantes habituales de la
reunión intervengan en la exposición
con alguna pregunta o con alguna respuesta.
Si alguien del lugar se encuentra a tu lado, es probable
que cada tanto te aclare, con dos o tres palabras, algo de lo que
se está exponiendo si advierte o considera que puedes
tener alguna duda. O tal vez tan sólo te hable movido por
el entusiasmo del discurso y de
tu presencia.
Es importante que te des cuenta que, normalmente,
estás en el lugar por tu propia voluntad. Por el fruto de
una invitación de un ser querido o conocido, o motivado
por un anuncio muy interesante sobre un tema que te atrae, o por
la necesidad de escuchar algo que te saque de alguna forma de
dolor personal.
Como sea, no estás allí contra tu
voluntad.
No es extraño entonces que encuentres atrayente
la reunión, la gente y los enunciados
expuestos.
Si ello no sucediera, esperarás a que termine o
te retirarás pronto, sin más demoras. No te
interesó y entonces vuelves a lo tuyo.
Pero si la charla te atrae, si la gente del lugar te
resulta particularmente afectuosa, si los enunciados, las
propuestas, las ideas que se exponen tienen alguna semejanza con
tus actuales puntos de vista, y más aún: si el
mensaje escuchado toca tu corazón en un momento muy
particular de tu vida (una pérdida, una separación,
una enfermedad, un fracaso, etc.), si estás pasando por un
momento difícil, entonces es muy posible que vuelvas al
lugar, que te vincules con su gente, que sientas que allí
encontraste lo que necesitabas.
Seguramente, estarás pensando que sería
maravilloso que algo así nos suceda cada vez que
necesitamos ayuda, comprensión, guía, amor
genuino.
No te diré que sea imposible.
Hay grupos de personas verdaderamente solidarias hacia
otras, sin ningún interés económico ni
segundas intenciones ocultas. Pongamos por caso: los bomberos
voluntarios; los grupos de autoayuda para drogadictos, suicidas,
alcohólicos, enfermos terminales; grupos comunales que
organizan comedores para niños o grandes indigentes; e
importantes comunidades religiosas que brindan su solidaridad no
sólo entre ellos mismos sino también hacia otros
ajenos a su fe.
Pero debes tener presente que también hay quienes
se aprovechan de nuestra necesidad de amor,
compañía, identidad,
sólo para su propio interés
materialista.
Entonces, en este mundo tan necesitado de amor, donde
tenemos que estar tanto tiempo separados de nuestros seres
queridos, donde la lucha por la subsistencia nos agota, no
podemos darnos el lujo de dejar de pensar en hacer lo mejor para
nosotros.
¿Y de qué forma podemos hacer lo mejor
para nosotros?. Pensando lo que hacemos, lo que hicimos y lo que
vamos a hacer.
En medio de tanta confusión que suele invadirnos,
no podemos permitirnos estar confundidos.
Tenemos que aprender a reconocer lo verdadero de lo
falso.
Hay señales que delatan a los que pretenden
defraudarnos y debemos prestarles toda nuestra atención.
Sus características, habitualmente, no se hacen
visibles en los primeros contactos; pero a poco de asistir con
cierta frecuencia comenzaremos a entrever algunas de las
siguientes particularidades:
- Hay un líder que sustenta una autoridad
especial. - El líder acostumbra tener la última
palabra. - Es visto como alguien que está por encima de
los miembros de la
organización, sin posibilidad de discrepar con sus
criterios. - Quizá hay una elite de personas en los que se
depositan todas las decisiones del grupo. - Se pregona que el grupo está por sobre el
individuo. - Se procura obtener bienes
materiales
de los miembros del grupo. - Se determina qué es una buena
compañía y qué una mala, llegando al
extremo de pensar que cualquiera que no es del grupo es
peligroso. - Se determinan las lecturas, los espectáculos,
los gustos y las formas de vestimenta y comportamiento general de los integrantes del
grupo. - Se dictamina que uno de los objetivos
principales es buscar nuevos adeptos. - Se incita a los miembros a considerar su misión
como la más importante, al extremo de representar un
elemento vital para la salvación del mundo. - Se tiende a separar. Si hace falta se invitará
a dejarlo todo para salvarse dentro del grupo, porque la verdad
y la salvación están allí.
Hay más cosas posibles.
Imaginemos que nos dan una publicación que
utilizan los integrantes del grupo para el estudio de sus ideas o
creencias:
- ¿Están sus párrafos
identificados con números o letras que se corresponden
con preguntas impresas al pie para que luego de leer,
respondamos?. - ¿Acaso, sin que estén numerados los
párrafos, se advierte que tras cada uno de ellos se
inserta una pregunta vinculada a la oración
precedente?. - ¿Suelen estar diagramados los textos y el
cuestionario
de tal manera que no haya otra posibilidad que una sola
respuesta?. Por ejemplo: "Nuestro Líder, con la claridad
de sus palabras y constante ejemplo de vida, nos invita a
sumarnos a su misión,
y nosotros siempre somos conscientes que esa es nuestra
obligación". Preguntas: "¿Qué caracteriza
a nuestro líder?; ¿Cuál es nuestra
obligación frente a las palabras y el ejemplo de nuestro
líder?; ¿De qué debemos ser siempre
concientes?".
Otro elemento a considerar: La organización vende a sus integrantes
material bibliográfico (libros,
revistas, folletos) a un precio
levemente inferior a los del mercado. Sin
embargo, dispone de locales propios o cedidos sin cargo (no
alquila); tiene subsidios otorgados por el estado o
aportes de sus propios miembros para enfrentar gastos de
mantenimiento;
la mano de obra para la elaboración del material es
brindada por algunos adeptos sin cargo, como una
contribución voluntaria; la cadena de distribución es gratuita ya que la
efectúan los propios seguidores; todo lo que se imprime se
vende porque todo lo compran los integrantes que lo
revenderán o lo regalarán a personas interesadas
que quizá se sumen mañana.
Entonces, hay una ganancia sustancialmente mayor que la
que acompaña a una editorial de libros o de revistas que
paga alquileres, operarios, mantenimiento,
distribuidores, publicidad y no
vende todo lo que imprime. ¿Quién rinde cuentas de lo que
se hace con lo que puede significar una monumental ganancia?; Si
esa ganancia es derivada para ayuda a la comunidad
¿Quién y cómo verifica y da fe de este acto
altruista?.
Hay mucha confusión en el mundo. Que no te
confundan.
Todos debemos encolumnarnos atrás de la
búsqueda de la Verdad no de personas que digan
tenerla.
Las ideas están para ser escuchadas o
leídas, pero todas deben ser: meditadas, pensadas,
razonadas. No podemos dejar librado al azar nuestro
destino.
Tenemos todas las neuronas que necesitamos para pensar
con seriedad, con responsabilidad, haciéndonos cargo de
nuestros pensamientos y resoluciones.
No debemos permitir que se aprovechen de nosotros.
Debemos ayudar a que este sea un criterio general.
Por eso, debemos trabajar juntos para favorecer el
crecimiento de la Verdad y de la Justicia sobre la base de
nuestro abnegado esfuerzo personal y conjunto, respetando la
diversidad de ideas, trabajando sobre los acuerdos alcanzados,
respetándonos los unos a los otros sinceramente, con actos
concretos de entendimiento y de convivencia.
Otro mundo mejor para todos es posible y no depende de
unos pocos iluminados o unos genios o un milagro. Un mundo mejor
para todos es el fruto del trabajo de todos, interesados siempre
en la Verdad y en la Justicia.
En una nota elaborada por el Sr. Enrique Valiente
Noailles, para el
periódico argentino La Nación,
leí las palabras del ex presidente de Costa Rica y
Premio Nobel de la Paz, Sr. Oscar Arias Sánchez, en
alusión a los gastos en la
industria
armamentista.
Él pregunta: -Cuando llora de hambre un
niño en medio de la noche, ¿En vez de leche habremos
de darle armas?-.
Luego, se dirige al presidente del Banco Mundial,
Sr. James Wolfensohn, presente en el lugar, y lo exhorta a que
los organismos de financiamiento
internacional vean la posibilidad de analizar cuánto
destinan al presupuesto
militar aquellos países que piden créditos.
El Sr. Wolfensohn, al subir al estrado, abraza con
complacencia la idea expuesta por Arias, y lo invita a
presentarla ante los cinco países más poderosos del
planeta.
¿Se habrán reunido?. Cuando eso suceda,
¿Tendrá éxito
la idea de Arias?. ¿Se reducirá el financiamiento
otorgable a los países que tienen enormes gastos en
industria
armamentista?.
Luego, el necesario desmantelamiento de la producción de armas ¿Es
un elemento suficiente para erradicar la pobreza?.
Todos comprendemos que la respuesta es
compleja.
Hace algún tiempo leí un sucinto informe de Thalif
Deen, Naciones Unidas,
de Enero de 2002, para IPS (Inter Press Service). Da cuenta que,
según el Banco Mundial,
"aproximadamente 1200 millones de personas viven con menos de un
dólar por día, y casi 3000 millones viven con menos
de dos dólares diarios".
Esto significa que alrededor de tres cuartas partes de
la humanidad vive muy mal, si es que se puede llamar "vivir" a
ese cotidiano padecer.
Como indica un estudio de la
Organización de las Naciones Unidas:
"La pobreza es una
razón importante de que los bebés no sean
vacunados, de que no haya agua potable
ni saneamiento, de la escasez de fármacos y otros
tratamientos y de que las madres mueran durante el parto".
Los problemas de
desigualdad, marginación, pobreza, y a
raíz de ello de enfermedad, desnutrición, falta de educación, muerte
prematura, etc., no son nuevos. Acompañan a la humanidad
desde su origen.
Los seres humanos somos mucho más voraces de lo
que sospechamos.
Si tenemos presente que, como señalan algunas
teorías
científicas, los dinosaurios
podrían haber desaparecido como consecuencia de la
aparición en escena del hombre, tenemos una vaga idea
sobre nuestra capacidad de dominio y de
destrucción.
De hecho podemos ver que, siendo seres tan
débiles y desprotegidos durante los primeros años
de vida, llegamos hasta aquí prevaleciendo sobre las
demás especies.
El desarrollo del
cerebro ha tenido
mucho, muchísimo que ver en ello.
Pero la inteligencia
ha sido una herramienta ocupada en buscar la forma de prevalecer
los unos sobre los otros.
En cambio, la inteligencia
debe ser una herramienta para buscar el bien
común.
Somos altamente inteligentes. Podemos lograr ser
altamente felices.
Oscar Arias Sánchez preguntó: -Cuando
llora de hambre un niño en medio de la noche, ¿En
vez de leche habremos
de darle armas?-.
James Wolfensohn se mostró interesado en
encontrar una respuesta.
Todos debemos empezar a buscar respuestas a tantas
preguntas dolorosas que asolan este planeta.
Estoy totalmente seguro que hay
muchos oídos que comenzarán a escucharnos
complacidos.
No se trata de querer cambiar todo de golpe. Se trata de
tener presente las cosas a cambiar y trabajar metódica y
persistentemente sobre ello.
No se trata de soñar un mundo mejor. Se trata de
planificarlo y realizar, en forma sistemática, todos los
pasos necesarios para crearlo, para hacerlo real.
No es suficiente desear que todos nos unamos. Tenemos
que empezar a convertirnos en personas que se acercan unas a
otras para trabajar unidas.
Mi empleo de los
términos "metódico", "sistemático",
"persistente", no es casual. Es imposible, repito imposible,
alcanzar un objetivo sin
esos elementos.
Resumidamente puedo decir que: Sólo luego de
haber determinado un objetivo preciso, fijado una forma ordenada
de proceder y trabajado constantemente, se logra lo que se desea
alcanzar.
Para hacer una casa se diseña un plano, se
construye una base firme, se levantan paredes y techos, se
colocan puertas y ventanas. Todo controlando que cada paso se
realice de forma correcta para asegurar el resultado
final.
Además, en la construcción de una casa,
cada cual realiza la tarea que le es propia: Los albañiles
levantan paredes, el electricista instala la luz, el plomero
el agua, el
gasista el gas, el pintor
embellece las paredes, etcétera. Si no fuera así el
resultado podría ser catastrófico.
Del mismo modo se procede con la transformación
del planeta: Cada cual trabajando especialmente en lo que sabe
sin perder de vista el objetivo común.
Toda esta planificación, cuidados y trabajos, son
aplicables para el objetivo de transformación de la
Tierra.
Se deben realizar reuniones periódicas para
establecer puntos en común y trabajar sobre
ellos.
Las reuniones tienen que ser de dos tipos: Unas formadas
por personas con un propósito específico atinente a
su ocupación y al tema que mejor dominan. Otras con la
unión de grupos diferentes para ver avances y renovar el
objetivo común que es transformar la Tierra en un lugar
para todos, con Verdad y con Justicia.
Debe procurarse la construcción de grupos donde
cada integrante comprenda que todos tenemos que pensar y trabajar
y "no hay un líder por sobre el resto".
Esto último es muy importante: "no hay un
líder por sobre el resto". Esto es una
prevención contra cualquier intención de dominio de un
grupo de personas para fines egoístas; esto ayuda a evitar
la formación de una secta o sea de un conjunto de personas
obedeciendo los dichos de alguien considerado por encima del
resto.
Siempre habrá quien sobresalga; nunca
deberá ser considerado por sobre los
demás.
Todos deben ser valorados por igual.
En todo grupo hay diversidad. Esto no debe permitir que
aquel o aquellos que sobresalgan por algún talento en
especial pretendan transformarse en conductores
autorizados.
El que sea más inteligente o capaz que ayude al
resto a mejorar sus capacidades.
Que aquel que sea más capaz se maneje con
humildad recordando que es tan sólo una persona
más en el grupo y en la Tierra.
Que todos estén siempre atentos para no permitir
que alguien intente ponerse por encima del resto.
Todos debemos liderar este cambio, "para siempre", en
nuestro planeta. Todos, absolutamente TODOS.
El autor del presente trabajo también está
sujeto a estas premisas.
No hay nadie especial entre nosotros. Todos somos
uno.
Se afirmó sobre la parcela
más sólida del terreno,
plantando allí sus pies
Desde entonces se irguió despacio,
con ladrillos y argamasa
cabalmente tejidos,
hasta alcanzar la altura
que su función
prescribe.
Se cubrió de tejas
contra el sol y la
lluvia,
y amplió su propio espacio
con puertas y ventanas.
Puedes verla maciza,
inamovible,
fuerte.
Así debiera obrarse
en la hechura de un hombre:
trabajar sobre firme,
de abajo para arriba;
dejaríamos de ser
tolderías temblorosas.
Me imagino a DIOS preguntando:
-¿Cuándo oiré decir que ya no
quieren trabajar a favor de la injusticia?.
¿Cuándo se devolverá aquello que
fue robado aprovechándose de la miseria o la ignorancia
humanas?.
¿Cuándo termina para siempre la
asociación de los que causan dolor?.
Es ahora, es inminente-.
TODO CAMBIO SE
ENFRENTARÁ A RESISTENCIA.
En el capítulo 8 del libro "Los dragones del
Edén", de Carl Sagan, puede leerse esta maravillosa
reflexión: "Por regla general, las sociedades
humanas no son innovadoras, sino más bien
jerárquicas y ritualistas. Cualquier sugerencia de cambio
se acoge con recelo, ya que implica la incómoda
transformación futura del ritual y la jerarquía
imperantes (…). Sin embargo, llega un momento en que es preciso
que las sociedades
cambien".
Carl Sagan veía dos alternativas respecto del
futuro de la humanidad: o cambiamos todo lo necesario o la
humanidad dejará de existir como fruto de su
inacción.
Cualquier persona que haya tomado conciencia respecto
del enorme potencial de destrucción que implica, por
ejemplo, el armamento nuclear que hay en la Tierra, sabe
perfectamente que todo puede terminar mal. No podemos permitirlo
y no debemos permitirlo.
Pero no es lo único malo que pasa.
Ahora estamos más informados sobre los graves
daños ecológicos que se produjeron a lo largo de
las últimas décadas y que aún
continúan: contaminación del agua y del aire,
disminución de la capa de ozono,
efecto
invernadero, tala indiscriminada de árboles, desinterés por aumentar las
áreas verdes en el planeta, accidentes
nucleares, etcétera.
Muchos gobiernos se desentienden de su obligación
de ponerle límites a
las empresas que nos
destruyen nuestra única casa, la Tierra.
¿Acostumbra Usted permitir que alguien defeque en
el medio de su dormitorio?. Seguro que no. Frente a estos temas,
tiene que llegar a ser una costumbre diaria impedir esta
destrucción.
¿Ha tenido Usted conocimiento o
intuye que se instigan revueltas y guerras terribles, por amor al
poder, por
comercio, para
apoderarse de lo que los pueblos tienen y hasta por abominables
interpretaciones de supuestas profecías
divinas?.
Si algo de esto es así, debemos
oponernos.
Estas cosas y muchas más pasan en nuestro
planeta. Seguirán pasando si no hacemos algo ahora mismo,
de manera rápida pero también organizada,
inteligente e "incorruptible".
Hay muchos intereses en juego. Los
cambios son difíciles no sólo porque las
mayorías se acostumbran a vivir como las dejan vivir sino
porque, además, afectan muchos
intereses.
Si hay dirigentes, empresas y
personas en general que obtienen poder y
ganancias gracias a la continuidad de estos procesos
destructivos del planeta: ¿Cómo entenderán
que es necesario acabar con ellos en beneficio de la
humanidad?.
Yo no apoyo procesos
violentos. Lo repito: Yo no apoyo procesos
violentos.
Yo no aliento la violencia como camino hacia el
cambio.
Decía Gandhi, y lo comparto: "La no-violencia es
el primero y el último artículo de mi
fe"
Pido a todos que pensemos unidos métodos
inteligentes, pacíficos, constantes, incorruptibles,
organizados, simultáneos y globales para modificar el
actual estado de
situación.
Los seres humanos, a lo largo de nuestra evolución, nos sobrepusimos a muchas
catástrofes.
Nuestra sed de permanecer, de vivir, no nos dejó
caer los brazos. Pero si no hubiéramos utilizado nuestra
inteligencia a pleno, nuestro deseo de supervivencia no
habría bastado.
Sólo el uso adecuado de nuestra inteligencia nos
permitirá sobrevivir a este siglo. Y cuando digo
inteligencia no me refiero exclusivamente a una cuestión
racional. Hablo de ser inteligentes para planificar, organizar y
también para fortalecernos en la práctica de
valores
éticos al servicio de la
humanidad.
Cada uno de nosotros, cada mujer y cada hombre, debemos
llegar a ser todas las mujeres y hombres del planeta. Ser UNO.
Sin duda, no todos serán parte del UNO pero… la
unión de miles de millones de habitantes de la Tierra
hará posible el cambio.
Recuerda: No hay líderes.
La consigna es: todos unidos cumpliendo cada uno su
papel.
Contaminaron con petróleo
los mares, los océanos
y arrojaron inmundicias a los
ríos;
de haber sucedido
en el tanque de agua de
nuestra casa
gritaríamos furiosos.
Arrojaron gases
invisibles,
ponzoñosos, en el aire,
y dañaron el ozono,
y elevaron el calor
global;
de haber sucedido
en nuestras propias habitaciones
reaccionaríamos
enérgicamente.
Talaron sin medida,
sin reparo, sin amor,
los árboles, los bosques;
de haber sucedido en nuestro
jardín
preguntaríamos: -¿Con qué
derecho?-.
Pusieron en peligro de extinción
a decenas de peces, de
pájaros,
de animales
terrestres;
de haber lastimado a nuestra mascota
conocerían nuestro enojo.
Almacenaron centenares
de explosivos nucleares
por distintos continentes,
poniendo en peligro la tierra;
de haber pretendido minar
nuestra propia casa,
los obligaríamos a erradicar
hasta la última bomba.
Quiera DIOS y quieras Tú que falte
poco
para que Tierra y Hogar sean
sinónimos,
y empecemos a gritar furiosos,
reaccionemos enérgicamente,
preguntemos: -¿Con qué
derecho?-,
mostremos nuestro enojo,
y los obliguemos a erradicar
hasta la última bomba.
Aunque, probablemente, por su corta edad no logren
entenderlo por completo, compuse este trabajo pensando en
Ustedes: las Niñas y los Niños de este planeta
Tierra.
Lo que deseo decirles, está dicho en cada
enunciado.
Lo que pienso sobre la responsabilidad de los adultos,
también.
Nosotros, los mayores, siempre estamos vinculados de
alguna forma con Ustedes. No solamente siendo sus padres.
También siendo sus: hermanos, abuelos, tíos,
primos, vecinos, maestros, científicos, artistas,
militares, gobernantes, y muchos roles más.
En cualquier lugar que ocupemos, lo que hagamos y lo que
dejemos de hacer, influirá en Ustedes.
Sepan que no nos estamos ocupando de muchos temas
urgentes, dolorosos, preocupantes, fruto algunos del
egoísmo, otros de la sinrazón, otros de la
incapacidad… Y ¡Quién sabe cuantas razones
más!.
Y se amontonan pilas de
problemas sin resolver en esta única casa que tenemos y
que se llama Tierra.
Permitimos la destrucción de los recursos
naturales del planeta donde Ustedes viven y vivirán;
arruinamos la tierra, el agua y el aire.
No encontramos el modo de desterrar la guerra; y mueren
muchos por la irresponsabilidad de unos pocos.
Dejamos que nos obliguen a dedicarle más horas a
la producción que a los hijos.
El alcoholismo y
la
drogadicción avanzan sobre nuestras
comunidades.
Tal como camina el mundo, les dejaremos: guerras,
sobre-población, índices altísimos
de pobreza, analfabetismo
y enfermedad, selvas arruinadas, efecto
invernadero, capa de ozono
dañada, más y más horas de trabajo cada
día hasta que ya no recuerden qué es la familia;
drogas y
alcohol con un
letrero informando que es perjudicial.
Los adultos, tenemos que construirles un mundo
mejor.
Un mundo mejor "para todas las niñas y
niños de la Tierra"; ese debe ser nuestro
objetivo.
No pretendo, ni me parece necesario, un desenfrenado
aluvión de marchas y protestas. No.
Sí me parece necesario empezar, urgentemente, a
trabajar unidos y convencidos, por una Tierra mejor. Aprender a
convivir, compartir, dialogar, escuchar, respetar, amar con
inteligencia.
En el Informe Anual
2002 del UNICEF, pueden leerse unas breves y elogiables palabras
del Sr. Kofi A. Annan, Secretario General de las Naciones Unidas.
Quiero transcribir una pequeña parte de ellas: "Nuestra
misión en el siglo XXI es colocar a los seres humanos en
el centro de todo lo que hacemos; es preciso comenzar con los
niños y las niñas, quienes tomarán el relevo
más adelante… Sólo así podremos lograr un
mundo en paz y más equilibrado".
Quiera DIOS que este humilde trabajo pueda
ayudar.
Reciban mi más fuerte y cálido
abrazo.
(*) Este texto ha sido
adaptado para el presente trabajo. Corresponde al prólogo
para un trabajo integrado por un conjunto de poemas y un
cuento
infantil, titulado "POEMAS PARA
TODAS LAS NIÑAS Y LOS NIÑOS DE LA TIERRA",
publicado en Internet y de libre distribución.
Esa niña tendrá
alrededor de once años.
Su rostro todavía es puro,
su cuerpo se ve delgado.
La miro desde el autobús,
su pelo es castaño y lacio;
viste campera de nylon
y un jean azul despintado.
Vaga errante por la acera
y a aquel que pasa a su lado
le pide alguna moneda.
La niña está mendigando.
Si, esa niña tendrá
alrededor de once años.
Su rostro todavía es puro,
su cuerpo parece intacto.
¿Cuánto le queda al pimpollo
de su rosa, aún cerrado,
para que a humillarlo vengan
perversas y sucias manos?;
¿Cuánto tiempo pasará
pobre y sin perder su encanto?;
¿Cuánto tardará en
venderle
a un chacal su cuerpo santo?.
¿Perderá el mundo a una
niña
inocente de once años
porque hay pobreza, señores,
y nadie se está ocupando?.
Veo muchas niñas y niños
por las calles suplicando
por míseras moneditas
o por un magro bocado.
Sucede esto en mi país
y en el tuyo, en muchos lados.
Esto que pasa en la Tierra
no debiera estar pasando.
Si me estás oyendo, piensa:
es momento de hacer algo,
que hay niñas y niños pobres
sedientos de nuestros brazos.
Este trabajo no pretende ser una obra
acabada.
No lo concebí como un manual donde
recabar información sobre lo que hay que
hacer.
No soy el maestro de nadie; nadie lo es. Tengo mucho que
aprender; todos tenemos.
El objetivo de esta obra es: Invitar a los lectores a
reflexionar sobre la importancia de buscar la Verdad y trabajar
por ella en todas las cosas.
La Verdad sobre nosotros mismos, individualmente, sobre
nuestros deberes y derechos, sobre el uso que damos a nuestra
capacidad intelectual y sobre nuestras acciones con
vistas al futuro de la humanidad.
Una invitación a revisar la Verdad sobre nuestros
valores,
creencias, ideales, filosofías; no para la anarquía
o el caos, sino para ajustarnos lo más posible a la
realidad y cuestionarnos si en algunas cosas no es hora de
empezar de nuevo, alejándonos de toda fantasía y
apostando a la Verdad aunque duela.
A tomarse el trabajo de
pensar y distinguir entre lo verdadero y lo falso; en otras
palabras, a reconocer cuando nos mienten o nos mentimos, como un
paso fundamental para ser realmente adultos
responsables.
Luego, si ese camino hacia la Verdad es andado con
constancia, con humildad, combinado con un necesario respeto a la
diversidad y un trabajar juntos aunque estemos separados, se
podrá aspirar a un segundo propósito: la
Justicia.
Habiendo repensado adecuadamente nuestros valores,
nuestras ideas, nuestras necesidades, nuestro futuro, nuestro
accionar conjunto como habitantes de un único país
llamado "Tierra", podremos alcanzar mayor eficacia en la
práctica de la Justicia. Tendremos mejores herramientas
para la construcción definitiva de un mundo con mejor
distribución de las riquezas, erradicando la pobreza, el
hambre, las enfermedades, el analfabetismo,
la guerra.
Podremos entender que ser distintos, pensar diferente,
suele ser una cuestión a veces momentánea, a veces
de lugar, de culturas, pero nunca una razón suficiente
para vivir separados, desunidos, fragmentados.
Y si aprendemos a amar la Verdad y la Justicia, entonces
y sólo entonces, habrá verdadera Paz en nuestra
única casa, la Tierra.
Quiero reiterar algunas cosas que expresé
anteriormente pues no quiero correr el riesgo de
algún malentendido.
Yo, Daniel Adrián Madeiro, que DIOS sabrá
por qué tuve desde siempre tantos deseos de poder escribir
todo esto; yo, que corro el peligro de ser considerado por toda
esta exposición
como un tonto soñador, un idiota, un embaucador, un
delirante, un vanidoso, o mil cosas más;
yo deseo que se sepa que:
- No escribí esto porque me considere a
mí mismo un iluminado, un mesías o cualquier otra
exaltación de la figura humana a un lugar ajeno al
sentido común. Quien pudiera pensar eso se equivoca
rotundamente. Yo no puedo cambiar el mundo, Tú no puedes
cambiar el mundo; pero todos juntos podemos cambiar el mundo.
Esa es mi idea. Yo creo profundamente en que lograremos ser
rescatados de la destrucción tomando conciencia de la
unidad que debemos ser. - Sólo soy una persona como cualquier otra que
desea aprovechar su modesta habilidad para escribir, con el
objeto de prestar su aporte a la sociedad
humana, utilizando también para ello el maravilloso
vehículo de comunicación que representa la Internet. - No apoyo, bajo ningún concepto,
movimientos violentos, no pacíficos. Sólo la
no-violencia, el constante ejercicio de la inteligencia,
apoyada en la búsqueda de la Verdad y de la Justicia es
el camino hacia la Paz. - No creo en la necesidad de gestar nuevas organizaciones.
Con eso estoy diciendo que este escrito no está pensado
para que alguien venga a decir que hace falta crear alguna
institución que dirija o supervise esta utopía
mía. Hay suficientes organizaciones
en el planeta y cada día surgen otras nuevas. Me parece
mejor camino el "uno mismo". "Uno mismo" siendo el
representante de esta búsqueda de la Verdad. "Uno mismo"
siendo como una organización que trabaja todo el tiempo
por la Verdad y la Justicia desde su propio lugar. "Uno mismo"
colaborando con las organizaciones mundiales que considere
más serias para sumarse a sus propuestas de erradicar la
injusticia, el hambre, la pobreza, la enfermedad, el
analfabetismo, la guerra. "Uno mismo" aprendiendo día a
día a unirse a otros "uno mismo", con respeto mutuo,
para ver el modo de aplicar sus inteligencias a favor de la
concreción de un planeta Tierra para todos, con personas
Veraces, Justas, Pacíficas y disfrutando de
Paz. - No persigo fines económicos con este trabajo
ni busco favorecerme personalmente logrando alguna forma de
fama o publicidad. De
todos modos, si esto último sucediera sería un
posible indicio de que este trabajo puede ser de utilidad. Por
ello mismo, hice la aclaración al principio (ver
"Léalo le interesará" y "Jamás la vendas
ni la compres") para que esos faltos de honra y vergüenza
que siempre andan hurgando por allí, se abstengan de
aprovecharse de otros y para que todos sepan que esto es Gratis
para siempre. En tal sentido quiero invitar a aquellos que
encuentren provechoso para sí mismos y otros este
escrito que se cuiden constantemente para no corromperse y no
vincularse a los corruptos. Donde hay corrupción no prosperan la Verdad ni la
Justicia. - Finalmente, y vinculado al punto anterior, no puedo
dejar que este escrito sea anónimo. No porque me
entusiasme la aparición de mi nombre sino porque, como
todas aquellas cosas que bien o mal se hacen en pos de un
humilde fin altruista, se corre el riesgo, si
tiene éxito, de ser tomado por algún
inescrupuloso para su propia ganancia personal. Y así,
lo que pudiera ser algo provechoso resulta una puerta abierta a
los profanadores de los ideales humanos.
Alejandría me guardó
el saber de sus hijos
y sus anaqueles me mostraron
el cielo de Babilonia.
¿Cómo crecería un hombre
nuevo
si los viejos ocultaran su saber? ;
¿Cuántas veces habría que
empezar
si los de ayer no dejaran huellas?.
Comprendí mi deuda
de hombre con los hombres:
Soy por lo que otros del ayer
hoy me enseñaron.
Trazaré un mapa
con un millar de estrellas
y se sabrá mañana
su lugar, brillo y tamaño.
La finitud es nuestra,
mas la obra continúa;
quizá sirva al futuro
saber de nuestros pasos.
(*) Hiparco de Nicea (-190 al -120 aprox.). Es
considerado por muchos como el mayor de los astrónomos
antiguos. Consciente de haber tenido acceso a la ciencia
gracias al trabajo de sus predecesores, entendió la
importancia de hacer las cosas en interés de la
posteridad.
EL MILAGRO SE
LLAMA: "TOMAR CONCIENCIA Y TRABAJAR POR UN MUNDO PARA
TODOS"
¿Quieres saber qué deseo que pase con este
mensaje?.
Que su divulgación tenga un crecimiento
exponencial. Dicho en otras palabras, que su difusión por
todo el mundo aumente a un ritmo cada vez más
rápido.
Por ejemplo, tú lo transmites a dos personas,
ellos a su vez a otros dos cada uno, haciendo un total de cuatro
destinatarios; estos a su vez igual sumando ocho nuevos, y de esa
forma duplicándose constantemente.
A simple vista, este parece un método
suficiente para llegar con este mensaje a todo el planeta. Pero
no es así, y es mejor tener una visión lo
más objetiva posible sobre la realidad. No debe
desanimarnos. Por el contrario debe ser un elemento de
ayuda.
El entusiasmo sin fundamento es malo. Sólo se
puede cambiar la realidad cuando se la conoce.
Decía que no es tan simple llegar a todos.
Veamos: Alrededor de una quinta parte de la humanidad es
analfabeta; están imposibilitados de leer el mensaje. Esta
es una barrera a vencer, pues si se demora su
alfabetización se atrasa el proyecto del
mensaje.
Es necesario trabajar juntos para superar esta
limitación y encontrar formas alternativas de
comunicación apropiadas para estas personas.
Por otro lado, muchos de los que leen y escriben no
tienen acceso a la información (vía Internet,
libros, televisión, radio, diarios,
folletos, etcétera) por razones económicas o de
falta de desarrollo
tecnológico en su país, o porque sufren gobiernos
que censuran mensajes que consideran inconvenientes a sus propios
fines.
¿Qué harás en estos casos?.
Aún falta ver algo más.
Entre quienes pueden recibir y leer la
información, también habrá un alto
porcentaje que necesite ayuda para comprenderla y ponerla en
práctica, y otros a los cuales no le
interesará.
Como puedes ver, no se trata solamente de divulgar el
mensaje. También hay que enseñarlo, repetirlo,
vivirlo. Hacerlo parte de la vida diaria hasta transformar sus
propuestas en realidad permanente y generalizada, con el trabajo
persistente de todos.
A esto debes sumarle, que debemos imprimirle la mayor
velocidad
posible a este objetivo de cambio mundial de la mentalidad: todos
al servicio de todos.
Conclusión: Después de leer este trabajo
debes tener muy claro que está en tus manos la
transformación.
El valor de este escrito está sujeto a lo que
cada mujer y cada hombre hagamos.
Tenemos que cambiar para que todo cambie.
Es razonable que durante tu infancia te gustara
más jugar que cumplir tus obligaciones;
también que alguien se hiciera responsable por
ti.
Si ya eres una mujer, si ya eres un hombre, te invito a
hacerte cargo de tus obligaciones
contigo y con la Tierra.
¿Cuánto tiempo llevará?. Depende de
cuánto logremos desarrollar una inteligencia respetuosa y
solidaria, y del empeño que pongamos cada
día.
No descanses ni permitas que tu ánimo decaiga,
hasta lograr que el trabajo diario a favor de la Verdad y de la
Justicia en la Tierra sea un Interés de todos, por un
planeta para todos.
El autor da su consentimiento a toda persona física o
jurídica que lo desee, para: publicar, difundir, copiar,
citar total o parcialmente, imprimir o traducir a cualquier
idioma los textos incluidos en este escrito titulado "EL
MENSAJE", por cualquier medio, siempre que lo haga sin fines de
lucro, motivado por el objetivo de ayuda al prójimo. En
todos los casos deberá respetar fielmente el texto, citar
al autor e incluir: A) Esta cláusula para que otros puedan
tomar conocimiento
de este permiso y B) Transcribir el texto completo titulado
"Jamás la vendas ni la compres".
Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra
por cualquier medio o procedimiento,
comprendidos la reprografía y el tratamiento
informático, o cualquier otro método de
difusión, cuando su objeto, directo o indirecto, sea fines
de lucro de cualquier tipo. El autor no autoriza su
publicación para la venta.
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Dedicado a: mi DIOS, mi Esposa, mis Hijos
y mis Padres.
Autor:
Daniel Adrián Madeiro
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*** Este material puede ser copiado, impreso, difundido etc. sin
cargo, libremente. El autor no autoriza su uso comercial. —
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