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Áreas Clave de Análisis y Toma de Decisiones en la función de Producción / Operaciones




Enviado por sibarra



    1. Áreas
      Clave
    2. Decisiones sobre
      instalaciones
    3. Decisiones sobre
      capacidad
    4. Decisiones sobre
      tecnología de producto
    5. Decisiones sobre
      aprovisionamiento e integración
      vertical
    6. Decisiones sobre gestión
      y organización
    7. Decisiones sobre fuerza de
      trabajo
    8. Decisiones sobre
      gestión y control de la calidad

     Palabras clave: Äreas
    estratégicas clave de decisiones; función de
    Producción & Operaciones;

    Tipo de trabajo: Teórico
    (Journalistic)

    1. Áreas Clave
    de Análisis y Toma de
    Decisiones en la función de Producción /
    Operaciones.

    Para poder cumplir
    con los objetivos y
    misión
    competitiva, es necesario establecer una serie de políticas
    que desemboquen en un patrón coherente para la toma de
    decisiones. Estas políticas
    se formulan para las distintas áreas de decisión en
    que esté dividido el departamento de producción. A
    pesar de que las decisiones que se toman en el ámbito de
    las operaciones son básicamente las mismas en todas las
    empresas (con
    las peculiaridades lógicas de cada sistema
    productivo) no ocurre lo mismo con la clasificación que
    cada una hace de las áreas de decisión. Así,
    según Fernández Sánchez y Fernández
    Casariego (1988), "…la clasificación de las áreas
    de decisión no es única, ya que cada empresa tiene su
    propia organización interna".

    Algunos autores han desarrollado diferentes listas de
    áreas de decisión estratégicas en
    fabricación
    . En la Tabla 1.1. se muestran cuatro de
    las listas más conocidas y divulgadas en la literatura. Varios estudios
    demuestran que hay una estrecha correspondencia entre estas
    listas y las áreas de decisión usadas por los
    directivos de fabricación en las empresas
    (Schroeder, Anderson y Cleveland, 1986); (Ward, Miller y
    Vollmann, 1988).

    Tabla 1.1. Áreas o
    categorías de decisión estratégicas en
    fabricación.

    Naturaleza de la
    decisión

    W. Skinner (1974)

    Buffa (1984)

    Hayes, Wheelwright y Clark
    (1984, 1988)

    Fine y Hax

    (1985)

    Estructural

    • Planta y equipo
    • Capacidad
    • Instalaciones
    • Tecnología
    • Integración vertical
    • Capacidad
    • Instalaciones
    • Procesos y tecnología

    Infraestructural

    • Planificación y control de producción
    • Gestión y organización
    • Personal y staff
    • Diseño e ingeniería de
      producto
    • Implicaciones estratégicas de
      decisiones operativas
    • Fuerza laboral y diseño de trabajos
    • Posición del sistema de producción
    • Planificación y control de la
      producción
    • Calidad
    • Organización
    • Fuerza de trabajo
    • Desarrollo de nuevos productos
    • Sistemas de medición de
      rendimientos.
    • Calidad del producto
    • Recursos humanos
    • Perfil de nuevos productos

    Fuente: Leong, Snyder y Ward (1990; pág.
    113).

    Las áreas de decisión se han subdividido
    en dos grupos:
    áreas de decisiones estructurales y áreas de
    decisiones infraestructurales, según la taxonomía
    sugerida por Hayes y Wheelwright (1984) para diferenciar en
    alguna medida su impacto sobre el sistema de producción.
    Ambos tipos de decisiones son iguales de importantes y juntas
    conformarán la estructura de
    la estrategia de
    producción que efectivamente está siguiendo
    la
    empresa.

    Las decisiones de naturaleza
    estructural se caracterizan fundamentalmente por tener un impacto
    a largo plazo, por la dificultad en retroceder o deshacerlas una
    vez que se han iniciado y estén en ejecución y, al
    hecho de que precisan un monto de inversión importante en capital para
    llevarlas a cabo, modificarlas y/o ampliarlas. Están
    relacionadas con la tecnología de los procesos, las
    instalaciones y su capacidad productiva; y se vinculan a cambios
    más bien radicales. En cambio las de
    naturaleza
    infraestructural, son consideradas decisiones más
    tácticas que abarcan muchas decisiones cotidianas,
    están relacionadas con aspectos operativos
    específicos de las empresas y no precisan grandes inversiones en
    bienes de
    capital. Estas
    últimas están relacionadas con los sistemas y
    procedimientos
    que se utilizan en la
    organización y se asocian a cambios más bien
    incrementales.

    Ahora bien, cualquiera que sea el tipo de
    decisión, tanto estructural como infraestructural, tienen
    impactos acumulativos de similar trascendencia para la estrategia de
    producción; incluso las infraestructurales que son
    consideradas de menos impacto financiero para el sistema, pueden
    ser tan difíciles y costosas de cambiar como las
    estructurales. Todas estas áreas de decisión
    están muy interrelacionadas y con el tiempo la
    dirección ha de adoptar decisiones en todas
    ellas (ver tabla arriba) cada una de las cuales presenta una
    variedad de opciones y puede tener un impacto importante en la
    capacidad de la función de producción para
    implantar y apoyar la estrategia de negocio de la empresa. A
    continuación, y sin ánimo de ser exhaustivos, se
    comentan brevemente algunas de estas áreas claves de
    decisión estratégicas.

    1.1. Decisiones
    sobre instalaciones.

    Las políticas relacionadas con las instalaciones
    afectan al tamaño y la localización de las
    fábricas. Tamaño y localización son
    decisiones que se deben tomar conjuntamente, ya que los costes de
    fabricación están relacionados con el tamaño
    – a través de las economías de escala y de
    alcance – y los costes de transporte con
    la localización (Schmenner, 1979). Ambos configuran el
    costo total del
    producto en el
    mercado. Respecto
    al tamaño, la dirección puede optar entre fábricas
    grandes y fábricas pequeñas.

    Las empresas mantienen fábricas integradas, de
    gran tamaño, con el fin de alcanzar economías de
    escala y obtener
    así elevados volúmenes de componentes y productos a
    costes muy bajos. Por el contrario, al limitar el tamaño
    de las fábricas (por ejemplo, subcontratando en el
    exterior componentes que se fabrican internamente) es posible
    disminuir el número de niveles jerárquicos y
    obtener una estructura
    organizativa más plana, con objeto de desarrollar una
    estructura flexible que fomente la innovación y permita reaccionar
    rápidamente antes cambios en el entorno. Esta tendencia a
    la reducción en la dimensión de la fábrica
    se ve favorecida por la introducción de nuevas
    tecnologías.

    La localización, en ocasiones, es una alternativa
    al tamaño, ya que la empresa puede
    optar entre crecer en el mismo lugar o a través de
    localizar nuevas plantas
    (Schmenner, 1982). Existen diferentes estrategias de
    localización, siendo la más frecuente la
    fábrica de producto: las plantas
    productivas, separadas entre sí, fabrican distintos
    productos o líneas de producto, atendiendo cada planta a
    un mercado
    específico de la empresa.

    Las fábricas de proceso,
    actúan como suministradoras de una o más
    fábricas de montaje final. Las fábricas
    multiproducto, atienden un mercado determinado con la oferta total
    de productos de la empresa. Las fábricas de aplicaciones
    generalizadas, mantienen una alta flexibilidad para adaptarse a
    los cambios constantes, según necesidades del producto.
    Por otra parte, la creciente globalización económica provoca que
    las empresas tiendan a la formación de redes de fábricas
    internacionales situadas en diversos países principalmente
    con tres propósitos: 1) acceder a los factores de
    producción de bajo coste, 2) acceder a nuevos mercados y, 3)
    para acceder a los recursos
    tecnológicos locales.

    1.2.
    Decisiones sobre capacidad.

    La capacidad se define como el máximo
    output por periodo que puede obtenerse con los recursos actuales
    en condiciones de operación normales; está, por
    tanto, relacionada con la cantidad y variedad de productos
    fabricados. La dirección debe elegir entre fabricar una
    gran variedad de productos en pequeños volúmenes
    para satisfacer a la mayoría de los segmentos del mercado
    o, por el contrario, fabricar una pequeña variedad en
    volúmenes considerables para atender segmentos de mayor
    dimensión. Es preciso que el volumen previsto
    de output supere la capacidad de equilibrio con
    vistas a rentabilizar la producción y que las
    fábricas se diseñen de acuerdo a un óptimo
    de explotación. Las decisiones de capacidad, influyen en
    el tamaño y la localización de las plantas, a
    través de las estrategias de
    expansión y/o contracción de la
    capacidad.

    1.3. Decisiones sobre tecnología de
    proceso.

    En relación con la tecnología de proceso,
    las empresas pueden optar entre alcanzar una elevada eficiencia o una
    alta flexibilidad, dos objetivos que
    se han considerado incompatibles durante mucho tiempo. La
    máxima eficiencia se
    alcanza fabricando elevados volúmenes de productos
    homogéneos, favoreciendo el empleo
    intensivo de capital y trabajo. Este enfoque de la
    producción fomenta – o está fomentado –
    por el uso de capital y trabajo altamente especializado, factores
    que carecen prácticamente de utilidad si no se
    emplean en la tarea a la que están destinados,
    desarrollando una forma de concebir la producción en la
    que se trata de minimizar los tiempos improductivos en el uso del
    capital. La alta flexibilidad, por el contrario, se logra con la
    utilización de máquinas
    de propósito general (versátiles) y personal
    cualificado que actúa con cierto grado de autonomía
    (Hayes y Wheelwright, 1984; Utterback, 1994).

    1.4.
    Decisiones sobre tecnología de producto.

    En relación con el desarrollo de
    nuevos productos, algunas empresas consideran que el área
    de producción no tiene nada que aportar al proceso de
    investigación y desarrollo
    (I+D). No obstante, muchas empresas actualmente tienden a adoptar
    un nuevo enfoque para el desarrollo de los productos denominado
    ingeniería simultánea o concurrente
    (o también paralela). La ingeniería
    simultánea utiliza un equipo multidisciplinar formado por
    especialistas en todas las actividades necesarias para el
    desarrollo, fabricación y comercialización de un nuevo producto,
    incluyendo asesores legales, expertos en finanzas,
    controladores de costes y de elaboración de presupuestos
    (De Meyer et al., 1994). Estos trabajan
    simultáneamente en todas las etapas del proyecto y
    actúan conjuntamente de forma continua. Una parte del
    personal
    involucrado en el proyecto
    permanece estable desde el inicio hasta el final de éste,
    compartiendo habilidades, experiencia y conocimientos durante el
    periodo de desarrollo (Takeuchi y Nonaka, 1986). Otros programas que
    también involucran al área de producción en
    el desarrollo de productos son la formación de equipos de
    diseño
    para fabricabilidad (Design for manufacturability:
    DFM), equipos de diseño para el montaje (Design
    for Assemble
    : DFA) y los equipos de análisis
    del valor y
    rediseño del producto.

    Por otra parte, la fabricación modular,
    también altera la filosofía del diseño del
    producto: en lugar de diseñar cada producto de forma
    separada, se trata de aprovechar los componentes, estandarizando
    módulos que sirvan para otros productos. De esta forma, es
    posible lograr reducciones de costes al fabricar elevados
    volúmenes de partes o componentes básicos que
    serán utilizados en el ensamblaje posterior de una gran
    diversidad de productos, también se facilita el proceso de
    diferenciación retardada (personalización al
    final de la fabricación
    ) y se reduce el time to
    market
    , de los nuevos productos.

    1.5. Decisiones
    sobre aprovisionamiento e integración vertical.

    Muchas empresas han perseguido la integración
    vertical, desarrollando internamente el mayor número
    posible de actividades con el fin de alcanzar economías de
    escala y minimizar costes de transacción. Asimismo, han
    mantenido relaciones de oposición con sus proveedores o
    subcontratistas, en la medida en que negocian la reducción
    de los precios,
    adquiriendo los componentes suministrados por un gran
    número de proveedores y fomentando la competencia entre
    ellos (Stuckey y White, 1993). Por otra parte, las empresas
    también tienden a subcontratar cada vez más
    actividades (outsourcing), de forma que sólo
    realizan internamente aquellas actividades de su cadena de
    valor (Porter, 1985) que proporcionan alguna ventaja
    competitiva, es decir, un valor fuera de
    lo común a sus clientes (Quinn y
    Hillmer, 1994).

    En este sentido, se observan las siguientes tendencias:
    a) incremento de la actividad industrial subcontratada al
    exterior, o lo que es lo mismo, reducción de los niveles
    de integración vertical; b) reducción del
    número de proveedores directos de cada materia prima
    o componente; c) establecimiento de relaciones de
    colaboración /asociación a largo plazo con
    proveedores (comakership); d) recepción de los
    pedidos de forma frecuente, en pequeñas cantidades y en el
    momento que se requiere su incorporación en el proceso de
    fabricación; y e) colaboración con los proveedores
    en el diseño y mejora de la calidad de los
    componentes (Burt, 1989; García, 1995).

    1.6. Decisiones
    sobre gestión
    y organización.

    En algunas fábricas, las tareas están
    altamente fraccionadas y especializadas, definidas de forma
    rígida y realizadas de manera independiente (sin la
    perspectiva del todo). En ellas, predomina la delimitación
    estrecha de las actividades a realizar por los trabajadores,
    quienes repiten constantemente un número ilimitado de
    tareas rutinarias y permanecen en un mismo puesto de trabajo el
    mayor tiempo posible, con el fin de conseguir las ventajas
    derivadas de la
    experiencia y la especialización. Se definen de forma
    precisa las competencias del
    puesto y existe una estructuración jerárquica de
    control, autoridad y
    comunicación. Se supone que la
    jerarquía posee la información y los conocimientos, y se
    valora más la especialización que los conocimientos
    generales. Bajo estas pautas, las fábricas se organizan de
    manera burocrática, con gran número de normas y procedimientos
    que deben ser cumplidos de forma estricta; asimismo, se mantienen
    numerosos niveles jerárquicos, fluyendo las decisiones de
    arriba abajo (top-down), por lo que los trabajadores
    tienen poca autonomía en sus puestos de trabajo. En este
    tipo de fábricas, de considera al sistema de
    producción como un centro de costes y se mantiene un
    estilo directivo autocrático, apoyado en la autoridad y la
    sanción, que utiliza personal de apoyo para que le asesore
    en las actividades de planificación y programación.

    Por el contrario, la estructura organizativa de
    determinadas fábricas se caracteriza por la escasa
    formalización, con una redefinición constante de
    las tareas y una alta interdependencia entre ellas. Se trata de
    plantas y/o fábricas poco jerárquicas, que asumen
    que los conocimientos para solucionar problemas
    están repartidos por toda la
    organización, por lo que están escasamente
    centralizadas y favorecen la
    comunicación tanto horizontal como vertical. Se
    aprovecha intensamente la «expertise» de los
    niveles inferiores de la estructura. Tienen una alta complejidad
    y conceden a los compromisos con las tareas y los objetivos de la
    organización un valor mayor que a la lealtad y la
    obediencia. Estas fábricas consideran al sistema de
    producción como un centro de beneficios y tienen un estilo
    de dirección participativo y motivador. Así mismo,
    la estructura organizativa orgánica favorece y sustenta la
    puesta en marcha de la reingeniería
    de procesos, tal como describen Hammer y Champy
    (1993).

    1.7. Decisiones
    sobre fuerza de
    trabajo.

    En algunas fábricas las políticas de
    recursos
    humanos tienden a fragmentar el puesto de trabajo, separando
    el hacer del pensar, definen las tareas con exactitud y asignan
    una responsabilidad individual (Niebel, 1982). Los
    salarios se
    estructuran en función del puesto de trabajo, son
    principalmente fijos y contemplan la antigüedad. Se utilizan
    procedimientos uniformes de evaluación
    con objeto de controlar el desempeño del trabajador. Las relaciones
    entre empresario y trabajador son de enfrentamiento y los
    contratos son
    explícitos, rígidos y a corto plazo. Sólo se
    transmite al personal la información estrictamente necesaria; las
    sugerencias de los empleados tienen escasa repercusión. A
    los trabajadores se les considera como un coste variable y son
    susceptibles de ser despedidos sin ningún reparo cuando
    las circunstancias así lo requieran y exijan
    (down-sizing) (Bruton et al., 1996). Las
    contrataciones se realizan según las necesidades, sin que
    haya trato preferencial para ex-empleados. La selección
    del personal la realiza de forma centralizada el departamento de
    recursos
    humanos, atendiendo a procedimientos técnicos y
    valorando exclusivamente las calificaciones y los conocimientos
    profesionales. La formación es de tipo individual y
    específica para el puesto de trabajo. En suma, la gestión
    del personal se basa en la sumisión del trabajador a la
    empresa y no tiene en cuenta estrategias más integradas y
    basadas en aspectos socio-sicológicos (Avella et
    al.
    , 1999).

    Otras empresas, optan por implementar una política de personal
    muy diferente a la anterior, la que incluye, entre otras, las
    siguientes peculiaridades. Los trabajadores desempeñan una
    amplia variedad de tareas y trabajos y están dotados de la
    necesaria polivalencia y multioficio (ampliación
    del trabajo). Los trabajadores rotan por diferentes
    puestos y operaciones, de forma tal, que adquieren
    «expertise» y aprendizaje en
    varias actividades distintas. Se hace énfasis en las
    acciones
    preventivas para reducir y evitar errores. La toma de decisiones
    es mayormente descentralizada, dotando a los operarios de mayor
    autonomía y responsabilidad, no sólo en la
    ejecución de las operaciones, sino también en su
    diseño (enriquecimiento del trabajo). Se hace
    énfasis en los programas de
    formación convirtiéndose el personal en el
    verdadero activo fijo de la empresa.

    Asimismo se enfatiza el trabajo en equipo
    en detrimento del individual. Los sueldos tienden a ser variables y en
    función de las calificaciones que posea el personal y del
    rendimiento obtenido. No sólo existen incentivos
    individuales, sino que también se incentiva el rendimiento
    del trabajo en
    equipo. Existe un compromiso serio de evitar el despido y hay
    un apoyo continuado a los empleados cesados. La selección
    del personal es atendiendo a la adecuación del candidato a
    la cultura de la
    organización, y participan activamente el supervisor y el
    equipo de trabajo al cual se incorporará. Predomina una
    gestión orientada hacia las personas y el proceso, y los
    contratos
    laborales son implícitos, flexibles con perspectiva a
    largo plazo. Estas políticas, que afectan a la
    gestión de los recursos humanos y, en consecuencia, a la
    estructura organizativa de las empresas, subrayan la importancia
    de la cultura de la
    empresa en la creación de una ventaja competitiva a
    través del desarrollo del conocimiento,
    a la par que hacen hincapié en los mecanismos que aumentan
    el compromiso del trabajador con la organización; estas
    prácticas se suelen denominar "empowerment"
    (Robinson, 1997; Gómez, Balkin y Cardy, 1998).

    1.8.
    Decisiones sobre gestión y control de la calidad.

    En algunos sistemas de
    producción, el control y la garantía de la
    calidad se centran en la reducción de los defectos que
    incorporan los productos que llegan al cliente final. En
    este sentido, la dirección se centra en la
    producción y el control de la calidad, y tiene por
    objetivo
    inspeccionar los productos y reducir los defectos. La
    responsabilidad de la calidad es de tipo funcional y recae
    básicamente en el departamento de calidad (Stuart et
    al.,
    1996), que depende invariablemente del director de
    producción o de ingeniería, por lo que tiene escaso
    poder dentro
    de la organización (Garvin, 1993).

    Sin embargo, las fábricas tienen la opción
    de adoptar un enfoque de la calidad centrado en la empresa y con
    base en el proceso; se trata de evitar los defectos reduciendo al
    máximo todo tipo de errores en la ejecución de las
    tareas. Este planteamiento atiende tanto a las necesidades del
    cliente externo
    como a las del cliente interno (Ishikawa, 1987). Para ello se
    delega en el operario la responsabilidad del control de la
    calidad de los productos que transforma y del mantenimiento
    de los equipos que están bajo su control.

    El departamento de control de la calidad se ocupa
    fundamentalmente de las tareas de apoyo y de la formación,
    y su director puede tener el rango de vicepresidente o al menos
    depender directamente del director de fábrica (Garvin,
    1993). Esta gestión se basa en la inspección
    preventiva, y se hace igualmente hincapié en la mejora
    continua para perfeccionar las características técnicas
    de los productos actuales, reducir los costes de
    producción, y en general, incrementar la productividad
    (Bessant et al., 1994). La dirección valora las
    aportaciones del personal en la solución de problemas de
    calidad; para ello, facilita su participación a
    través de los círculos de calidad y los buzones de
    sugerencia. También tiende a considerar que la calidad es
    más una función del buen diseño que del
    control en la línea de producción (Taguchi y
    Clausing, 1990).

    Decisiones sobre planificación y control de la
    producción.

    Respecto a la planificación y control de la
    producción se puede optar entre la descentralización y la centralización. Con la descentralización, la alta dirección
    emite una directriz inicial indicando qué productos
    habrán de fabricarse en cada lugar y delega en los
    directores de fábrica la planificación de las
    existencias necesarias para atender los pedidos de los clientes y de
    otras fábricas. En la centralización, la alta dirección
    toma decisiones utilizando datos agregados,
    decisiones que orientan y limitan las que se adoptan en el
    siguiente nivel. Estas, a su vez, orientan y limitan las
    decisiones, aún más detalladas, del nivel inferior,
    hasta llegar a los capataces y/o supervisores, que
    efectúan la asignación de las tareas concretas y se
    ocupan de su realización.

    En la planificación y control, la fábrica
    puede optar entre un sistema de empuje (push) o un sistema
    de arrastre (pull). El «sistema
    push» más empleado en la actualidad es el
    sistema de planificación de las necesidades de materiales
    (Material Requirement Planning: MRP), el cual es un
    sistema de empuje que inicia la producción
    anticipándose a la demanda
    futura. El sistema MRP desintegra
    todo el proceso de fabricación de los productos en sus
    operaciones componentes formando la ruta de procesamiento. Luego
    prevé la demanda a
    medio y largo plazo, el tiempo necesario para satisfacerla y los
    materiales
    requeridos. El MRP ordena
    fabricar de acuerdo con la entrega programada del producto final,
    por lo que es necesario disponer de una previsión de la
    demanda de cada producto, y que el número de todos y cada
    uno de los productos o componentes sea exacto (Vollmann et
    al.
    , 1995).

    Un sistema más completo e integrador, que
    incorpora las limitaciones de capacidad, es el nuevo MRPII. El
    «sistema pull», en cambio, opera
    en función de la demanda en cada momento del tiempo. Es
    una producción donde la demanda tira o arrastra el sistema
    de producción, de tal forma, que se tiende a no fabricar
    nada sin existir previamente un requerimiento expreso del cliente
    (bien sea el cliente externo o consumidor final,
    ó el proceso siguiente en la cadena de operaciones). La
    producción se planifica para un corto periodo de tiempo y
    se tiende a reducir, y/o a eliminar de ser posible, los inventarios de
    materiales iniciales, en curso, y de productos terminados
    (Shingo, 1989; Ohno, 1991). El sistema pull más
    conocido es el sistema just-in-time o la producción
    ajustada
    como también se le conoce. Es preciso
    destacar, que en fin, el sistema de planificación y
    control
    de la producción que se decida
    implementar dependerá, fundamentalmente, del tipo de
    sistema o configuración productiva que se adopte en la
    fábrica.

    Bibliografía

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    Santiago Ibarra Mirón


    ,

    Ingeniero Industrial por la Universidad
    Central de Las Villas (UCLV).

    Diplomado en Administración y Dirección de
    Empresas.

    Magíster (MSc) en Creación, Estrategia y
    Gestión de Empresas por la Universidad
    Autónoma de Barcelona, España.

    Doctor (PhD) en Ciencias
    Técnicas por la Universidad Central de Las
    Villas (UCLV).

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