- Resumen
- Nociones y conceptos
básicos - Antecedentes de la
Teoría de la Argumentación - Del argumentar y el
investigar - Técnicas y
estrategias - Conclusión
- Bibliografía
"Hallábanse dos querellantes en disputa, ante
la imposibilidad de lograr un acuerdo deciden acudir donde los
jueces. He aquí que su situación se ve
modificada, ya no importa quien tenga la razón, los
jueces se la otorgaran al que mejor argumente" Diálogos
-Platón
- RESUMEN
En el presente artículo presentaremos una
reflexión valorativa del acto de argumentar y su
importancia como factor determinante en los procesos
de la investigación formativa que se realiza
durante los primeros semestres en la universidad. Para el logro de este
propósito haremos una exploración del
término y de la teoría de la argumentación.
Precisaremos el concepto y
otros correlacionados, y finalmente expondremos, algunas
estrategias que faciliten el desarrollo
de la competencia argumentativa.- INTRODUCCION
El presente documento presenta los lineamientos para
la
meta-compresión de la teoría de la
argumentación desde la lógica
proposicional en la formación del pregrado y en especial,
para quienes realizan estudios en derecho y ciencias
políticas, constituye una
aproximación epistemológica a la teoría de
la argumentación.
Hoy es absolutamente necesario abrir espacios
académicos en torno a temas
relacionados con la teoría de la argumentación,
mucho más si admitimos que el derecho es ante todo un
sistema de
argumentación. La teoría de la Argumentación
no es en ningún caso un tema de sofisticación
meramente académico, sino una necesidad de la cual
participan por igual los teóricos, los interpretes y los
mismos litigantes del derecho.
La adopción
de metodologías de interpretación cada vez
más complejas por nuestros jueces, particularmente por
aquellos pertenecientes a la jurisdicción constitucional,
hace necesario aprender los secretos del arte de persuadir
y de convencer. La argumentación es un tipo de exposición
que tiene como finalidad defender con razones o argumentar una
tesis, es
decir una idea que se quiere probar. Luego entonces, esta es una
actividad cotidiana y necesaria en la vida de todo tipo de
profesional, aún para los no abogados.
En la actualidad la Universidad,
viene gestando un proceso fuerte
que apunta a convertirla en una de las instituciones
más importantes del país. Asunto que se encuentra
consagrado en la Ley 30 de 1.992
– que define las políticas
de la educación
superior en Colombia– reza en
uno de sus objetivos:
"profundizar en la formación integral de los colombianos,
dentro de las modalidades y calidades de la Educación
Superior, capacitándolos para cumplir las funciones
profesionales, investigativas y de servicio
social que requiere el país". De igual manera, la Ley 80 de 1980
que sitúa la investigación como "actividad fundamental
de la educación superior".Por lo tanto, el
Proyecto
Educativo institucional, y más concretamente, en forma
explícita, su misión y
visión institucional, deben consagrarse al logro del
mencionado propósito.
Situación que nos lleva a pensar seriamente, a
todos los académicos, que tal pretensión,
sólo es posible en la medida en que crean las comunidades
de indagadores desde las aulas, desde la formación del
pregrado, desde el ejercicio de la docencia con responsabilidad en la investigación y la
inserción de los postgrados a las políticas de
extensión, a la comunidad.
Todos sabemos y lo hemos repetido muchas veces, que la
forma más importante del quehacer universitario es la
docencia, la extensión y la investigación; sin
estos tres pilares no se puede avanzar en la consolidación
de una cultura
académica y mucho menos, cumplir con los estándares
de calidad, exigidos
por el Ministerio de Educación Nacional.
Por lo tanto, es un deber de todos los docentes, incorporar en el
currículo, las actividades propias de la
investigación que le permitan al estudiante universitario,
no importa el nivel que se encuentre, asumir un compromiso mayor
con sus aprendizajes y que redunde en un mejor desempeño como futuro
investigador.
De acuerdo con lo planteado hasta ahora, es preciso
recordar, que el acercamiento del hombre al
conocimiento,
consiste en un proceso que se
hace desde el lenguaje y
mediante el intercambio comunicativo con los demás seres
sociales. El hombre se
relaciona con el mundo no como una conciencia
aislada, lo hace desde una comunidad de
hablantes, que reciben saberes de otras comunidades distantes en
el tiempo y el
espacio. Por otra parte, el mundo del que se ocupa el hombre le
viene temporalizado por el lenguaje y,
por ello, todo discurso ha de
ser un ir y venir, a través del lenguaje, es
decir, un diálogo.
Tenemos, entonces, que sin el
conocimiento teórico y la sabiduría
práctica, no es posible formar una verdadera cultura de
investigadores, como lo sugiere Charles Sand
Pierce. De ahí que, la universidad no puede ser
otra cosa que una comunidad de buscadores, al
servicio de la
humanidad. En ella, por encima de todo, se debe enseñar
a investigar cooperativamente y a pensar nuestra realidad
sobre la base de encontrar soluciones a
los múltiples problemas del
entorno. Una comunidad en donde por encima de cualquiera otro
objetivo, los
otros no sean vistos como competidores que amenazan mis logros,
sino como interlocutores validos, con intereses plurales y por
qué no, legítimos, pero, muchas veces contrarios a
mis pretensiones.
La Universidad, pues, ha de enseñar a investigar,
investigando, pero ha hacerlo mediante el diálogo,
el debate
abierto, ha de educar a sus estudiantes a ser capaces de defender
sus conocimientos, creencias, presentando razones validas y
teniendo en cuenta los argumentos. Por lo tanto, es tarea
fundamental de todos los humanistas transformar la universidad,
en una comunidad alta pertinencia social, de argumentadores
éticos, en la que, cada cual se esfuerce por presentar sus
tesis, siempre
en procura de alcanzar acuerdos comunitarios a través de
la
comunicación, es decir, logrados solamente, con la
fuerza de la
sus argumentos.
Ahora bien, los académicos sabemos, que una
comunidad de alta calidad y
pertinencia institucional no se construye de la noche a la
mañana, se necesita planear a mediano y largo plazo, y
buscar alternativas viables en pertinencia que permitan superar
nuestro atraso en investigación y no con simples
seminarios improvisados como ocurre en la actualidad. Es preciso
gestar una política
académica que redunde en la capacitación de los docentes, no
sólo ofreciendo maestrías y doctorados, sino también
en la practica de la argumentación y la racionalidad
practica, o ética
profesional.
La reconstrucción del país es tarea de
todos, y contribuir a pensar una nación
distinta, a la que nos ha tocado vivir, debe ser también
una tarea colectiva. En tal sentido, las cátedras de
humanidades presentes en el currículo deben abrir el espacio para la
discusión en torno al tipo de
democracia que
necesitamos para vivir en paz y armonía. Sin eludir el
debate
abierto, la confrontación ideológica, la diversidad
crítica sobre la concepción de la democracia y
sus implicaciones sociales, que requiere la nación.
Tal currículo debe profundizar en los saberes
específicos, propias de las disciplinas del conocimiento
científico y tecnológico. Pero sin descuidar el
interés
por las humanidades y por supuesto: la racionalidad de la
práctica argumental.
Colombia es una sociedad
desgarrada por violencia, la
corrupción, la irracionalidad
ideológica y la indiferencia de la casta dirigente,
La pobreza y
lo que es peor, educada con muy bajos niveles de calidad, por
déspotas ilustrados, burócratas de la educación,
insensibles ante una realidad que es peor que la que registran
los medios como
señala Gabriel García
Márquez.
Introducir en el currículo la asignatura de
Teoría de la argumentación debe constituirse en un
propósito académico en todos los planes y programas, puesto
que debemos convencernos que es por medio del diálogo, la
acción comunicativa, la argumentación y el humanismo, como
se lograran los acuerdos básicos que harán posible
la construcción una nueva sociedad,
fundamentada en la justicia
social y el progreso económico. Por lo tanto, debemos
asumir, que el salto al futuro, sólo es posible
investigando la razón de nuestro atraso y reconociendo las
dificultades de nuestro contexto sociocultural.
Todos coincidimos, en la urgencia de crear una cultura
de investigación que desde el aula se proponga hipótesis pertinentes que contribuyan al
logro de una visión compartida: una Universidad
dialógica, constructora de paz y de progreso a
través de la investigación.
Por lo tanto, en derecho, las ingenierías, las
licenciaturas, los programas de
salud, las
económicas y administrativas, los publicistas y
comunicadores sociales, en general los planes y programas
universitarios, no es lícito centrar su objeto de estudio
sólo en las propedéuticas técnicas o
tecnológicas, es preciso centrar la atención en las diferentes dimensiones del
ser humano, y una de ellas es la formación
argumental.
3.0 NOCIONES Y
CONCEPTOS BÁSICOS
La argumentación es un tipo de exposición
que tiene como finalidad defender con razones o argumentos una
tesis, es decir, una idea que se quiere probar o sustentar una
hipótesis. Es también el arte de organizar
razones para persuadir o disuadir a un auditorio; disciplina que
estudia las técnicas
discursivas que permiten persuadir o disuadir a una o muchas
personas sobre la tesis que propone un orador o
escritor.
La argumentación es una actividad cotidiana y
necesaria en la vida de todo profesional, sea este abogado,
médico, ingeniero, administrador,
vendedor, banquero e incluso el hombre de la
calle. Todo aquel que crea que debe defender con éxito
sus ideas o refutar los de otro oponente necesita desarrollar la
destreza argumentativa. Por tanto la formación
universitaria exige el desarrollo de
tal competencia
argumentativa, desde el ingreso a los primeros semestres hasta la
culminación de estudios del postgrado, se debe capacitar
en la teoría de la argumentación y las modernas
practicas argumentativas.
"Argumentar es un juego del
lenguaje y del pensamiento,
es decir, una práctica lingüística sometida a
reglas" (Wittgestein) que se produce en un contexto comunicativo
mediante el pretendemos dar razones ante los demás o ante
nosotros. Las razones que presentamos para justificar un hecho o
dicho de otra manera, pretender tener validez intersubjetiva o
susceptible de crítica y precisamente a través de
ella llegar a cuerdos comunicativos.
Argumentar es acto de habla complejo, requiere por lo
menos de dos actos, uno que funciona como tesis y el otro que
opera como argumento o premisa para una conclusión. Un
argumento por el contrario es un micro acto de habla, por lo
tanto es menos complejo y su propósito es ilustrar,
sustentar, justificar, aclarar, explicar. Cuando un argumento es
incorrecto o sus razones son insuficientes, apresuradas o dudosas
estamos frente a una falacia.
Argumentar bien es expresar con claridad, coherencia,
precisión y pertinencia las ideas para que los
demás nos comprendan y acepten nuestras tesis. Se aprende
a argumentar bien ejercitando la lógica
informal. La argumentación, consta de tres momentos o
etapas fundamentales: la introducción de la idea que se pretende
defender, el desarrollo o argumentación global y la
conclusión, en la que se confirma la tesis.
Oratoria es el conjunto de técnicas vocales que
nos permiten expresar de manera elocuente nuestras ideas. El
recurso más importante de la oratoria es la
vocalización: énfasis de voz y fluidez en la
expresión. La argumentación en cambio, es lo
dicho, lo enunciado con forme a una lógica del pensamiento.
Según
Habermas "La argumentación es un acto de habla, es un
medio para conseguir un entendimiento lingüístico,
que es el fundamento de una comunidad intersubjetiva donde se
logra un consenso que se apoya en un saber proporcional
compartido, en un acuerdo normativo y una mutua confianza en la
sinceridad subjetiva de cada uno". Al respecto dice el mismo
autor que los sujetos capaces de lenguaje y de acción
deben estar en condiciones no sólo de comprender,
interpretar, analizar, sino también de argumentar
según sus necesidades de acción y de comunicación. Por lo tanto es urgente que
desde la escuela
básica, colegio y universidad se enseñen los
secretos de la argumentación y las reglas de la
lógica discursiva.
La argumentación es razonamiento, inferencia,
demostración y esencialmente el propósito es
convencer, hacer cambiar de ideas, actitudes,
acciones,
decisiones de un interlocutor. Ella fue cultivada en la
antigüedad por los griegos, Cicerón, Marco Tulio
(106- 43 a J.C.) refinó el arte de la composición,
la ironía, la inventiva y la argumentación en sus
discursos
políticos, lo que le proporcionó la
admiración no sólo de sus contemporáneos
sino también de los intelectuales clásicos modernos
que estudian sus tratados y sus
cartas; siendo
los Sofistas los más grandes exponentes, del arte de
argumentar, aunque su error fue su desprecio por la verdad. De
ahí las demoledoras críticas de Sócrates,
Platón
y Aristóteles.
Son incontables los eventos en los
que se discute o se cuestiona de manera imprecisa o poco clara,
donde opera el razonamiento práctico para lograr acuerdos,
aún ahí, se debe tener en cuenta que, en la
demostración, como en la deliberación
crítica se requiere de la argumentación, es decir
organizar las razones a favor o en contra del problema o tesis
que se defiende.
Educar en la argumentación para aprender a no
confundir las causas o motivos de acción con las razones
que podrían justificarlas, sólo estás son
susceptibles de crítica interpersonal. Tomemos un ejemplo:
cuando le preguntamos a un estudiante universitario por
qué no lee, este contesta que "porque no le gusta".
¿Es está una buena razón? o es, ¿Es
una razón valida?.
Será que el hecho de que no le guste, sólo
causa que no lea, y lo que es peor, viva de espaldas al mundo,
con los ojos cerrados al todo el
conocimiento del mundo. Se desea con esta pregunta que,
dé una buena razón para no leer. Es decir debe
tratar de probar que leer no es bueno. Es seguro que si lo
intenta, quienes si leen y gozan con sabiduría contenida
en los libros,
podríamos probarle que está en un error. Como
vemos, una buena razón puede en determinado momento
justificar una acción o unas creencias, aunque ésta
no se deduzca necesariamente de aquella. Por eso, la
mayoría de nuestras decisiones, aun siendo razonables
escapan de al carácter
necesario de deducibilidad lógica.
Cuando argumentamos, proferimos un conjunto de
expresiones lingüísticas conectadas en forma
lógica y de tal forma entre ellas hay una coherencia.
Argumentar es, entonces, un conjunto de razones, de proposiciones
utilizadas en un proceso comunicativo, llamadas premisas, que
justifican o apoyan otra, llamada conclusión, que se
deduce, de algún modo, de aquella. Toda
argumentación supone un grupo de
razones ordenadas en donde la conclusión se infiere de una
premisas y el nexo que hay entre éstas y aquellas se
denomina inferencia.
Sin duda esta competencia es fundamental para alcanzar
la paz en un país como el nuestro azotado por la violencia,
infectado de intolerancia, como resultado de la intolerancia
ideológica y política. No
olvidemos que la convivencia pacífica también se
puede enseñar desde el hogar, la escuela y la
universidad; siendo la argumentación el mejor mecanismo
para el diálogo civilizado en el que se expongan las
proposiciones y las tesis para la discusión y la
búsqueda de soluciones a
los graves problemas que
aquejan a la toda nación.
Hoy el uso es múltiple, se argumenta en
política para proponer la construcción de sociedades
más justas, argumenta el vendedor para promocionar sus
artículos, el jurista para ganar un pleito, líder
para conseguir seguidores, el científico para defender sus
hipótesis, el profesor para convencer a los jóvenes
de la importancia de ser agentes de una revolución
cultural y moral en
Colombia, el
padre de familia para
persuadir a su hijo de la importancia de la formación en
la universidad, etc.
Pero, para tener éxito
en la argumentación o en cualquier actividad que requiera
del buen uso del discurso o del
debate hay que leer mucho, comprender e interpretar los textos, y
en caso de los profesionales, estos deben leer y asimilar grandes
cantidades de información científica o
tecnológica, teniendo siempre una actitud
crítica.
Argumentar es una actividad imprescindible a la hora de
presentar los resultados de un trabajo de investigación.
En todos los casos una buena sustentación se aprende
leyendo esencialmente a los grandes clásicos, por ser
estos verdaderos tratados de
lógica humanista. Convencer a un jurado calificador de una
monografía, una tesis o un trabajo de
indagación resulta fácil si se ha entrenado en la
competencia argumentativa.
Convencer es el fundamento de la argumentación y
se logra por medio de la deducción o la inferencia, de
esta manera se consigue explicar unos conocimientos por medio de
otros, de tal manera que las tesis son comprobadas racionalmente
con fundamento en afirmaciones o negaciones, falseadas o
verificadas. Por eso, Tanto a Kant, como a
Popper, les preocupó el tema de la argumentación,
el buen uso de ella y recomendaron, que sí queremos
conformar una sociedad razonable es necesario que aprendamos a
distinguir con claridad lo que es un conocimiento
científico, de las simples creencias y convicciones
personales, políticas o religiosas no
fundamentadas.
A esta tarea se consagró Popper y se le ha
llamado "Problema de la demarcación", y a ella
dirigió Popper toda su atención. La demarcación implica
entender muy bien lo que es un razonamiento científico,
porque no se trata de cómo creyó el positivismo
moderno un conocimiento
verdadero, e inconmovible. Siguiendo la tradición kantiana
el hombre no está en la posibilidad de acceder a dicho
conocimiento, de ahí que el arte de organiza las razones
para convencer, aún tiene vigencia.
Razonar es un proceso mental que permite relacionar
ideas o juicios. Siempre que partimos de dos premisas o
afirmaciones que determinan una conclusión tenemos
entonces una inferencia. La conclusión puede presentarse
al comienzo, en la mitad o al final del texto. En
todos los casos las premisas son el punto de partida de la
inferencia y el fundamento para la conclusión.
El razonamiento es un proceso lógico que conduce
al conocimiento verdadero a través de razonamientos
válidos regidos por normas. Un
razonamiento es analógico cuando se basa en la
comparación y la relación existente entre los
elementos; el razonamiento deductivo, contrario al inductivo,
implica extender a casos particulares las situaciones contenidas
en un razonamiento general.
4.0 ANTECEDENTES
DE LA TEORIA DE LA ARGUMENTACIÓN
La argumentación tuvo su origen en la antigua
Grecia y en
ella que recibió el nombre de Retórica. Gracias a
las reformas democráticas de Pericles (490-429) se
creó una nueva clase de profesionales que eran llamados
"sofistas" y quienes asumieron el ejercicio de la
filosofía, la ciencia y
la política para defender ante los jueces las causas y los
reclamos del pueblo, fueron ellos cultores y detractores de la
argumentación, puesto que su finalidad no siempre fue la
búsqueda de la verdad, sino simplemente defender a como
diera lugar a sus clientes.
Aristóteles es reconocido como el padre de la
teoría de la argumentación. Pero, gracias a
Perelman: filósofo, jurista polaco-belga, nació en
Varsovia en 1912 y quien murió el 22 de enero de 1984, se
la rescata y crea la "Nueva Retórica. Perelman, testigo
ocular de las dos grandes guerras
mundiales que sacudieron a la Humanidad a comienzos y mitad del
siglo XX y a pesar de haber sufrido en carne propia la
persecución nazi, a los 28 años se dedicó a
la investigación filosófica, y con la
colaboración de la filosofa Olbrechts-Tyteca
emprendió varios proyectos de
investigación1, todos encaminados a la
elaboración de una lógica de los juicios de
valor.
Situación que los lleva a realizar una lectura con
detenimiento de Aristóteles –creador de la
lógica formal- a través del Organon,
y un riguroso estudio filosófico de las obras de los
grandes lógicos de todos los tiempos –Platón,
Agustín, Thomas de Aquino, Descartes,
Locke, Hume, Kant y
Bertrán Russell, trabajo que culmina con la
elaboración de su propia teoría de la
argumentación.
Perelman explica en El imperio
retórico, que su propósito es rescatar la
antigua retórica, la de los griegos para diferenciarla de
la retórica clásica que redujo la
retórica aristotélica al formalismo del estudio de
las figuras literarias, a aspectos preceptivos para adornar el
discurso utilizando giros que convierten la retórica en
simple teoría de la composición. Su objetivo por
lo tanto es volver al sentido primigenio que tuvo en la
antigüedad: arte de disuadir y / o persuadir con
razones.
La retórica aristotélica, con el paso del
tiempo, se la
tergiversó, hasta convertirla en simple teoría de
la composición del discurso, se la redujo a ornamentos del
lenguaje inicialmente por los sofistas, estilo de grandilocuencia
que va predominar en la edad media,
moderna y primera mitad del siglo XX.
Durante la edad media y
aún en renacimiento, la
retórica se hizo más sofisticada, y su
aplicación no era solo a nivel jurídico sino en
todo tipo de situaciones; desde las matemáticas hasta la poética y se
expresaba a través de todo tipo de técnicas orales,
gesticulares, corporales siempre con el objetivo de impresionar
al interlocutor y finalmente persuadirlo o disuadirlo. Es contra
toda esta concepción, que se levanta Perelaman y presenta
su Nueva Retórica, que aparece sistematizada en El
tratado de la Argumentación o nueva
retórica (1958), obra que recoge la teoría de
Aristóteles, los aportes de Platón y aún de
los sofistas. Esta nueva retórica considera que no todos
los discursos son
argumentativos. Los discursos pueden o no enfatizar la
argumentación, la decisión responderá a lo
que decida el orador para desarrollar su argumentación.
Por el contrario, en el discurso científico predomina el
rigor lógico de la demostración antes que la
persuasión.
Por fortuna la retórica sofistica y gesticulativa
a caído en desuso con el desarrollo de las nuevas
tecnologías y los medios masivos
de comunicación. Sin embargo, hay quienes
aún en el campo jurídico desconocen los trabajos de
Perelman y los esfuerzos del profesor Adolfo León
Gómez por difundir la Teoría de la Nueva
Retórica, y aún insisten en los viejos esquemas de
la charlatanería, la verborrea adornada pero sin
profundidad en el pensamiento.
Leyendo a Aristóteles en el Organon, Perelman,
distingue tres campos de la teoría de la lógica del
discurso: teoría de la argumentación, teoría
de la elocuencia y teoría de la composición.
También distingue, dos tipos de razonamientos:
analíticos, utilizados en la lógica formal y los
dialécticos, que tratan de establecer acuerdos sobre
los valores
que son objeto de controversia. Con referencia en lo anterior,
Perelman reivindica la importancia de la razonabilidad en la
toma de
decisiones y explica que las leyes de la
retórica y de la dialéctica son
universales.
Perelman y la señora Olbrechts-Tyteca retoman la
definición de Aristóteles, que admite que los
juicios analíticos parten de premisas indiscutiblemente
verdaderas que concluyen o conducen a inferencias validas. Por
eso, estos juicios son de utilidad en la
lógica formal y las ciencias de la
naturaleza.
Por el contrario, los razonamientos
dialécticos3, no se dirigen a establecer
demostración alguna desde el punto de vista
científico, sino guiar las deliberaciones y controversias,
porque su principal objetivo es persuadir, disuadir, convencer,
mediante el uso del discurso o criticar tesis opuestas, al tiempo
que se defienden las propias por medio de razones validas para el
interlocutor.
Tanto Perelman como Olbrechts- Tyteca, reconocen que los
razonamientos dialécticos tratan de establecer acuerdos
sobre asuntos que suscitan polémica. La verdad es
intersubjetiva se construye a través de la acción
comunicativa y se la otorgará al que mejor argumente como
señalan los diálogos de Platón. La
conclusión es que este razonamiento
–dialéctico- es de enorme utilidad en la
vida cotidiana y en las ciencias
sociales.
Las ciencias exactas se sustentan en la
demostración, las humanas tienen como propósito
esencial persuadir. Por eso la demostración se dirige a un
auditorio universal, mientras que la persuasión a
auditorios particulares. Por supuesto, uno no puede pretender
convencer por vía discursiva a todo el mundo, pero si se
puede lograr la adhesión o acuerdos sobre temas
particulares que son por naturaleza
discutible.
Las ciencias exactas señala Aristóteles,
exigen definiciones precisas debidamente demostradas por los
hechos. Son formulaciones axiomáticas ajustadas con rigor
a la lógica
matemática. Las humanas se conforman con
probabilidades, se bastan con argumentos, los que obviamente,
están sujetos a la crítica de validación
distinta a los de verificación empírica.
Podríamos decir entonces, que Perelman y
Olbrechts-Tyteca establecen claras diferencias entre
argumentar y demostrar, dos verbos, no son
sinónimos y mucho menos el uno inclusor del otro. La
demostración es un medio de prueba que se utiliza para
establecer la verdad en las ciencias exactas. La
argumentación en cambio es una
acción dialógica que permite la adhesión a
la tesis que se propone mediante razones validas.
La argumentación es razonamiento, inferencia y
esencialmente el propósito es convencer, hacer cambiar de
ideas, actitudes,
acciones,
decisiones de un interlocutor. Ella fue cultivada en la
antigüedad por los griegos, siendo los Sofistas sus
más grandes exponentes, aunque su error fue su desprecio
por la verdad. De ahí las críticas de Sócrates,
Platón y Aristóteles.
La tesis global de Perelman sostiene que el hombre tiene
la capacidad de conocer discusivamente "La razón es
esencialmente práctica y la razón teórica no
es sino el límite de la razón
práctica4".
Son las nuevas circunstancias políticas y
sociales del siglo XX, como la ampliación de la
democracia, la
comunicación , la información dentro del nuevo proceso de
globalización de la sociedad capitalista la
que genera la necesidad histórica de reivindicar la
retórica antigua, el arte de persuadir y de convencer. Los
nuevos tiempos requiere de nuevos acuerdos y de argumentos
sólidos de parte de los líderes en cualquier
profesión y no simples halagos para adular, como
ocurría con los sofistas del mundo antiguo.
Es importante precisar en este escrito, gracias al
profesor Adolfo León Gómez, máxima autoridad en
los estudios perelmanianos en el mundo hispánico, autor de
varias publicaciones sobre filosofía del lenguaje y del
libro Seis
conferencias sobre la Teoría de la
Argumentación5, cuyo objetivo fundamental
según lo expuesto por el propio autor, es servir de
introducción al pensamiento de Perelman
– El Imperio Retórico- y familiarizar a los
neófitos en el tema con la Teoría de la
Argumentación. Ensayo, que
destaca las relaciones de la teoría de la
argumentación con la retórica antigua; la
lógica, la teoría de los actos
lingüísticos y la filosofía. El profesor
Adolfo León Gómez en otra de sus publicaciones: "El
primado de la razón práctica" a través de su
tesis central defiende la razón como algo esencialmente
practico y la razón teórica como el límite
de la razón práctica, agrega que "para argumentar
se es necesario estar de acuerdo… por menos en algo en algo:
tener en lenguaje común, apreciar el consentimiento del
interlocutor y su concurso mental; se requiere cierta modestia de
parte de quien argumenta y tener conciencia de
que, si bien su propósito es persuadir, puede producirse
el efecto contrario, ser persuadido- en transacción
argumentativa".
Hoy son incontables los intelectuales que estudian todo
lo relacionado sobre los tipos de argumentos analizados por los
creadores de la teoría de la argumentación,
realizan grandes esfuerzos por definir y concretar la
teoría de la argumentación como una disciplina que
estudia las técnicas discursivas que permiten lograr o
acrecentar la adhesión a las tesis que se propone el
orador. En síntesis,
la Nueva Retórica surgió de la preocupación
por la búsqueda de una lógica de los juicios de
valor,
iniciada en 1947. Pero Perelman llega a una conclusión
inesperada, que no había una lógica
específica de los juicios sino que todos los campos donde
existe la ley de la contradicción se discute, se delibera
recurriendo a técnicas de la
argumentación.
Adolfo León citando a Perelman propone, que a la
hora de argumentar hay que tener presente que "La misión del
filósofo, es la de ser vocero de la razón, ser
defensor de los valores
universales supuestamente válidos para todos los hombres"
y que persuadir a alguien es convencerlo de que nuestra
opinión es mejor que la suya y por lo tanto debe
emplazarla. En sus escritos recomienda:
- La teoría de la argumentación se
construye en un ambiente
filosófico. - La filosofía es un intento racional -aunque no
científico-, por resolver problemas inmaduros. Es decir,
problemas para los cuales no existe un método
estándar reconocido por una comunidad de
especialistas. - La argumentación es un intento por producir
determinados efectos en el público, en la audiencia o en
un auditorio. - Para que la teoría de la argumentación
sea teoría razonablemente aceptada, requiere definir un
concepto
clave, que es el concepto de fuerza de un
argumento o fuerza de una argumentación. - La teoría de la argumentación, nos pide
"tratar a todos los seres de la misma categoría, de
manera semejante". - La primacía de la razón
práctica, por encima de la razón
instrumental. - Los argumentos se deben expresar mediante
proposiciones. - La argumentación se formula en lenguaje de la
lógica informal, la demostración lógica
fundamentalmente en el lenguaje
de la formalidad científica. - La argumentación conduce a acuerdos, la
lógica a la verdad irrefutable a través de
pruebas
demostrativas.
5.0 DEL
ARGUMENTAR Y EL INVESTIGAR EN LA UNIVERSIDAD
Desde Kant, se ha aceptado el postulado que conocimiento
es igual a ciencia, en
tal sentido los procesos
pedagógicos deben centrarse en desarrollar, potencializar
las operaciones
intelectuales y valorar los conceptos, los juicios y los
razonamientos. Puesto que el concepto y la proposición,
por su carácter
abstracto y universalizante, permiten el aprendizaje
del mundo de la realidad.
El concepto precede al juicio, aunque todo concepto
implica varias proposiciones. Hay rastro de un juicio hasta en la
simple percepción, es un juicio implícito
debido a la presencia real del objeto. Por lo tanto, si
percibimos un objeto, una persona,
afirmamos implícitamente la existencia de lo que hemos
percibido y, tenemos un verdadero juicio cuando se pasa de la
percepción, por medio de la
reflexión, al juicio explícito.
Juzgar consiste en captar en un acto de conciencia dos
percepciones, dos representaciones o relacionar dos conceptos.
Ello significa unir dos términos con una afirmación
o separarlos con una negación. Para emitir un juicio, no
es suficiente que dos términos se asocien en nuestra
conciencia por contigüidad, por semejanza o por contraste,
sino que se necesita que los dos términos se reconozcan
explícitamente y que se establezca entre ellos una
relación.
Cuando por medio de dos o más juicios
establecemos la validez de otro, realizamos un razonamiento. El
razonamiento, es pues, una serie de relaciones de juicios en un
todo y que terminan en otro juicio. De tal manera, que, de hechos
o datos
particulares pasamos por un procedimiento
inductivo a los principios
generales; o por el contrario, procedemos en forma deductiva, de
las leyes y los
principios
generales, pasamos a los datos o las
consecuencias particulares.
Todos sabemos que en la actualidad el país avanza
en una marcha forzosa hacia la implementación de una
reforma radical en las universidades y que a pesar de importancia
explícita de los tres pilares o ejes de la educación
superior: docencia, extensión e investigación,
la actual revolución
educativa sitúa la investigación como "actividad
fundamental de la educación superior. Este hecho plantea
una serie de nuevas responsabilidades tanto para los directivos
como para los docentes y los estudiantes. Situación que
cambiará a la larga las costumbres
académicas.
Dado que no es un problema de simple formalidad, sino
gestar reformas que redunden de manera radical y propicien la
creación de una cultura de indagación e
investigación, es pertinente asumir que en la medida en
que se amplíen los niveles de participación
democrática en los claustros y la comunidad
académica asume el ejercicio de una racionalidad practica
es pensable la construcción de comunidades de indagadores
como preámbulos de las comunidades de investigadores y
estas sólo se podrán fortalecer a través del
ejercicio de la argumentación. Por lo tanto en la medida
que se haga un mayor uso del debate, la discusión, el
foro, la mesa redonda,
el seminario y
como el lógico el discurso argumentado tendremos las
condiciones para el ejercicio de la investigación cualitativa.
La investigación se convierte en la tarea
específica del que hacer universitario y de está
forma la universidad se constituye en centro crítico de la
producción de conocimiento y de la
formación del espíritu científico. Por
tanto, no es prudente que se asignen elevados presupuestos a
impulsar proyectos de
investigación, sin haber iniciado los procesos de
formación de investigadores. Y es claro que un
investigador debe manejar la destreza de argumentar, competencia
absolutamente indispensable a la hora de defender un proyecto, una
hipótesis o un punto de vista.
Por lo tanto la investigación debe ir de la mano
de la formación de estructuras
lógicas en la mente del estudiante universitario. Entonces
más que aprender datos, el estudiante de la universidad
debe aprender estructurar ideas, a emplear el juicio argumentado
que le permitan manejar, enjuiciar e interpretar los datos, no
quedarnos en la aplicación de metodologías de
impacto que con contribuyen a investigar de verdad.
El estudio permanente, el debate argumentado, la
escritura
cuestionadora, la investigación contextualizada son
elementos básicos de una Universidad donde directivos,
profesores, estudiantes y trabajadores son actores de los
procesos de calidad. En ella la argumentación sobre la
realidad alimenta la investigación, el debate sobre los
saberes exige razones y no meras opiniones, los escritos circulan
en forma de carteleras, periódicos o revistas
universitarias.
Argumentar en el contexto universitario significa dar
razones coherentes desde una perspectiva lógica, basada en
realidades y sustentada. Discutir desde la argumentación,
supone reconocer en los otros, a unos interlocutores
legítimos que están dispuestos a mantener una
comunicación sincera con nosotros sobre asuntos de
interés
mutuo y sobre los cuales podemos disentir o tener
acuerdos.
En los actuales momentos, en Colombia, dada la
descomposición institucional, moral y social
se requiere de personas con criterios intelectuales y morales
claros con capacidad de analizar y producir soluciones coherentes
e innovadoras a los múltiples problemas.
Formar estudiantes investigadores requiere de
prácticas pedagógicas centradas en la
argumentación y el desarrollo de la comprensión.
Por eso es importante que el estudiante aprenda a comprender a
los otros, a valorar la diferencia, a interpretar la diferencia y
a sustentar o defender con razones sus tesis.
Frente al paradigma
vigente acritico que tiene un visión reduccionista de la
enseñanza proponemos la
ARGUMENTACIÓN como paso preliminar en la
INVESTIGACIÓN con una metodología dialógica centrada en
sustentación racional.
No se investiga cuando simplemente se realizan consultas
bibliográficas con el propósito de informar o
repetir. La acción de investigar supone actitud
crítica, el despliegue de la contra argumentación.
Y es refutando, con argumentos fuertes, reinterpretando,
reinventando como sabremos si la acción investigativa,
corresponde a los protocolos de una
argumentación veraz.
El objetivo general: familiarizar a los estudiantes en
las teorías
clásicas y nuevas de la argumentación, establecer
relaciones entre los actos lingüísticos y la
filosofía, estudiar los diferentes tipos de
argumentación, realizar aplicaciones en el ámbito
jurídico y la producción de textos de estructura
argumentativa.
En síntesis,
hemos esbozado una reflexión valorativa del acto de
argumentar y su importancia como factor determinante en los
procesos de la investigación formativa que se realiza
durante los primeros semestres en la universidad. Para el logro
de este propósito se realizó una exploración
del término y de la teoría de la
argumentación, precisamos el concepto y otros
correlacionados, y se han entregado, algunas estrategias que
permiten el desarrollo de la competencia
argumentativa.
Hemos sostenido a lo largo de este artículo que a
argumentación es una actividad social y necesaria en la
vida de todo individuo. Tanto el profesional como el hombre de la
calle necesita de los procesos argumentativos. Se argumenta para
proponer o defender tesis. Ella es un principio de convivencia
por cuanto permite dirimir conflictos
personales y colectivos. La injusticia hace su aparición
cuando se agota toda opción argumentativa y
humanista.
El resumen de las técnicas y estrategias que se
presentan a continuación, están estrechamente
relacionadas con la tesis central que hemos defendido a lo largo
de este escrito. Se trata divulgar que la argumentación es
un factor determinante en los procesos de la investigación
formativa y de hacer saber que si el alumno no despliega en forma
simultanea las habilidades que apuntan a desarrollar la
competencia argumentativa, como una de las propedéutica
fundamental, todo intento por formar investigadores será
vano y sólo contribuirá a privilegiar el
currículo tradicional.
Se sugiere, por lo tanto, intentar la
introducción paulatina de técnicas y estrategias de
trabajo argumentativo en las cátedras, a fin de potenciar
la competencia argumentativa: el pensamiento crítico y
creativo.
Pensamiento critico es la capacidad de discernimiento,
es un hábito de análisis que te lleva a discriminar lo que
es verdad y el error con apariencia de verdad. La actitud
crítica permite distinguir entre una afirmación
bien fundamentada y la gratuita o no relevante; sin actitud
crítica no es posible desarrollar la destreza del
pensamiento.
Cosas que hay que evitar y como organizar los debates
argumentativos para promover el pensamiento critico en el
ámbito académico, sugeridas por Mathew
Lipman.
- Evite obligar a los alumno a seguir un solo
orden de ideas, a partir solo, de su interés como
docente. Privilegie el interés de los
alumnos. - Evite la cátedra magistral, el uso de
conceptos abstractos y, por el contrario, dele a sus alumnos la
posibilidad de construir su razonamiento a partir del
diálogo espontáneo o el debate
abierto. - Evite dirigir el debate durante la
clase y, por el contrario, provoque e incite a la
discusión. - Estimule a sus alumnos para que
justifiquen sus propias opiniones y creencias. - Evite monopolizar la
conversación. - Evite manipular la conversación, de
modo que sus ideas (las del profesor) parezcan las más
justificables. - Evite resolver, solo, los problemas de
orden afectivo, omitiendo los de orden
cognoscitivos. - Evite que los estudiantes avancen en un solo
ritmo, recuerde, que no todos, responden y aprenden del
mismo modo. - Insista, en que los alumnos discutan sobre el
problema, hasta que sólo ellos, encuentren una o varias
"respuestas". - Aliente a los alumnos a pensar con cabeza
propia, a ser capaces de valerse de su propio
entendimiento. - Cada que inicie una clase, pregunte a sus alumnos,
¿qué aspectos de la vida tiene significado para
él?. - Siempre que enseñe, primero señale los
aspectos más simples y por último los más
complejos.
Recuerde que el gran propósito de la
práctica de la argumentación, está dirigido
hacia el desarrollo de la destreza del pensamiento
crítico, es decir ayudar a los alumnos a construir ideas
nuevas, a descubrir nuevas significaciones. "Si queremos adultos
que piensen por sí mismos, debemos educar a los niños a
que piensen por sí mismos". Mathew Lipman.
Creemos que no es posible desarrollar esta competencia
de manera aislada, es preciso crear comunidades de
indagación que de manera más precisa y exacta,
estén comprometidas con la democracia, con el debate
abierto, que admitan la diversidad crítica, que propicien
la libertad de
cátedra, la solidaridad y que
tengan la suficiente madurez para juzgar con conocimientos y
sobre todo ofrecer razones sus miembros cada que surjan
desacuerdos. Esta experiencia supone:
- Tenga siempre un esquema cuando argumente, no pase de
un punto a otro. - Formule una introducción breve y a
continuación, exponga sus argumentos uno a
uno. - Rebata las objeciones con argumentos.
- No afirme más de lo que no está en
capacidad de probar. - Distinga las premisas de las
conclusiones. - Evite el lenguaje emotivista y la
sensiblería. - Realice un estudio previo del tipo de auditorio y
adecue, su lenguaje de tal forma que se logre el
propósito: convencer. - Determine los objetivos,
la justificación y la metodología que va a seguir. - Utilice esquemas coherentes y emplee, siempre que
hable, un tono de voz grave con una velocidad
media. - Si tiene que leer, hágalo, pero sólo
utilizando frases y párrafos cortos. - Dedique la última parte de su
intervención a cerrar, resaltando su tesis o
hipótesis.
Cada que argumente:
- Despierte credibilidad en el auditorio.
- Escuchar las razones del otro.
- Muéstrese sensibilidad al contexto,
especialmente cuando sea una discusión moral o
política. - Pida y de razones, cada que sea
necesario. - Discuta los temas con imparcialidad y pensamiento
crítico. - Pregunte por los criterios que se están
utilizando en la toma de una decisión. - Reconozca las falacias.
- Haga buenos aportes y apóyese en la
opinión de personas con prestigio intelectual solo
cuando sea necesario. - Utilice buenos ejemplos, proverbios, refranes y
anécdotas para ilustrar sus ideas. - Haga analogías, establezca paralelo entre lo
que se argumenta y otro hecho. - Confronte, refute, contra argumente cada que sea
necesario o exprese contra ejemplos.
AGUDELO, R. MARTÍN. Humanismo
Jurídico. Editorial Leyer, 2001.
ARISTÓTELES. Ética
Nicomaquea. Ediciones Universales, 1987.
CALVO, JOSE. Derecho y narración. Materiales
para una teoría y critica narrativista del derecho. Ariel,
1996.
CASTILLIO, SANCHES. MAURICIO. Manual para la
formación de investigadores. Editorial, Magisterio,
1999.
GARCÍA, P. LUIS, E. La practica de la
argumentación. ICESI, 1998.
GOMEZ, ADOLFO. L y OTROS. Argumentación, actos
lingüísticos y lógica jurídica.
Universidad del Valle, 1998.
GÓMEZ, ADOLFO. L. El primado de la razón
práctica. Universidad del Valle, 1991.
GOMEZ, ADOLFO. L. Seis lecciones sobre la teoría
de la argumentación. Alego, 2001.
HABERMAS, JÜRGEN. Conciencia moral y acción
comunicativa. Editorial Península, 1991.
LOPES, V. EDUARDO. Derecho y argumentación.
Ediciones, Ecoe, 2001
MARTINEZ, M. Cristina. Comprensión y
producción de textos académicos: expositivos y
argumentativos. Universidad del Valle, 1999.
Mendez, A, Carlos E. Guia para elaborar diseños
de investigación. Mac Graw Hill, 1996.
MINA, PAZ. ALVARO. Aprende a pensar el texto. FAID,
2000.
MONSALVE, ALFONSO. Teoría de la
argumentación. Universidad de Antioquia, 1992.
PERELMAN, CHAIN. El imperio retórico.
Retórica y argumentación. Editorial Norma,
1997.
PERELMAN, CHAIN. La lógica jurídica y la
Nueva Retórica, Ediciones Civitas, 1998.
VILLA, URIBE. Claudia. Las Humanidades en la
formación universitaria. Universidad Autónoma de
Occidente, 2001.
WESTON, ANTHONY. Las claves de la argumentación.
Ariel, 2001.
Autor:
Profesor Álvaro Mina Paz
Docente Universidad Santiago de Cali-
Colombia