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Caciques de Venezuela




Enviado por camacaroorlando



    1. Saúl Rivas Rivas.
      Coordinador del proyecto Guaicaipuro al Panteón
      Nacional.
    2. Los Caciques

     Las tribus indígenas, sostuvieron una tenaz
    lucha contra el invasor español,
    donde el
    conocimiento de materiales
    bélicos de la época jugo papel
    importante en el exterminio de los grupos
    aborígenes.

    Los caribes, al igual que otras tribus, mostraron una
    resistencia
    implacable contra quienes buscaban someterlos en su propia
    tierra. Los
    caballos, perros
    amaestrados, arcabuces, fuerte vestidura y una gran experiencia
    en el arte de la
    guerra no lograron extinguir el grito de libertad que
    retumbaba en las montañas venezolanas, con flechas y
    lanzas combatieron con tenacidad regando los campos de batalla
    con su sangre
    americana.

    Esta lucha encarnizada duró varios años de
    enfrentamientos; hubo episodios de heroísmo, destacando el
    ímpetu y gallardía de valientes caciques como:
    Guaicaipuro, Baruta, Chacao, Tamanaco, entre otros.

    Aramaipuro

    Este cacique fue uno de los jefes de los temibles
    mariches. Formó parte de la coalición de caciques
    que se enfrentó a Losada en Maracapana. Bajo su mando
    actuaron los caciques Chacao y Baruta, y como una especie de jefe
    de estado mayor
    participó el cacique Aricabuto.

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    Según Oviedo y Baños, Aramaipuro se
    presentó con un ejército integrado por tres mil
    flecheros. Fue la más grande concentración
    indígena en un batalla concebida para destruir al invasor.
    La estrategia fue
    tan bien planeada que Diego de Losada sólo se
    enteró del peligro cuando ya la mayor parte de las tribus
    se había reunido.

    Aramaipuro y sus hombres esperaron a Guaicaipuro, pero
    al no llegar éste tomaron la decisión de retirarse
    sin presentar batalla. Sólo Tiuna y sus bravos se
    quedaron, pelearon y murieron.

    Aramaipuro siguió peleando muchos años y
    ya viejo se retiró con sus hombres hacia la costa
    oriental, en donde se enfrentó a Sir Walter Raleigh, que
    en 1595 asaltó Cumaná, donde murió. Los
    piratas atraparon a su hija Urimare que fue destinada como trofeo
    de guerra para
    Raleigh, pero la agilidad y coraje de la muchacha la ayudaron a
    fugarse del bergantín inglés,
    ganando a nado la costa, pero al llegar a la playa los
    españoles la hicieron prisionera. Varios meses estuvo
    Urimare esclavizada por los íberos, hasta que un
    día, ante el intento de violación de uno de los
    soldados, Urimare lo hiere mortalmente y huye. Llega a las
    tierras de Guaicamacuto. El viejo cacique la hace su hija
    adoptiva. Cuenta la leyenda que Urimare, la hija del gran
    Aramaipuro, consiguió que la tribu de su padre la
    obedeciera y se convirtió en la primera mujer en gobernar
    en este territorio. Al principio, combatió a los
    españoles, pero aconsejada por su padre adoptivo decide
    hacer la paz.

    Arichuna

    Arichuna pertenecía a la tribu de los jiraharas,
    ubicando su radio de
    acción en la región de lo que hoy es Lara y parte
    de Yaracuy. Se formó bajo las órdenes del cacique
    Queipa y a la muerte de
    éste, fue seleccionado para dirigir la tribu con el rango
    de cacique. Luchó al mismo tiempo contra los
    españoles y contra otra tribu enemiga dirigida por el
    cacique Guaratarí.

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    Fue el primer cacique que tuvo que ver con la Santa
    Inquisición, debido a su amistad con Juan
    Fernández, de origen morisco-portugués, quien fue
    acusado de herejía por el Tribunal Inquisidor y condenado
    a muerte.
    Arichuna, que había aceptado la paz, y que se dedicaba al
    comercio de
    especias con los españoles, no pudo creer que aquel
    hombre, de
    buenos sentimientos pudiera ser un hereje. Trata de interceder en
    su favor. El Gobernador Juan de Leiva no quiso tomar cartas en el
    asunto y Arichuna decide salvarle la vida a su amigo, ataca la
    prisión, en Valencia, y logra liberar a Juan
    Fernández. Este hecho ocurrió a finales de 1556.
    Pasado cierto tiempo, obtuvo el
    perdón, pero su agradecimiento por Arichuna fue tal que
    jamás abandonó la tribu.

    Arichuna vivió muchos años comerciando con
    los españoles y éstos lo tuvieron siempre en alta
    estima.

    Baruta

    Hijo de Guaicaipuro y de Urquía, Baruta recibe de
    manos de su madre el penacho con plumas rojas, que había
    usado su padre, al tiempo que le decía:

    "Sean estas plumas rojas el símbolo de la
    sangre de tu
    padre y de tu pueblo derramadas por el invasor que viene a
    arrebatarnos nuestra tierra.
    Defiéndelas con honor."

    Baruta no solo atacaba al enemigo, sino que con
    frecuencia establecía pactos y alianzas con otras tribus
    rebeldes y obtenía grandes victorias. Sin embargo, en un
    enfrentamiento contra los españoles es hecho prisionero y
    conducido ante Garci González de Silva, que para ese
    momento era el Regidor del Cabildo, y le explica el plan que tiene
    España
    para desarrollar la zona y darle mayor bienestar a sus
    pobladores. Le ofrece la libertad a
    cambio de la
    firma de un tratado de paz aceptado por el cacique.

    Baruta fue un gran jefe en la paz, gozó de la
    máxima consideración de los españoles,
    respetaron su autoridad y
    sus tradiciones, cooperaron con él,
    enseñándole nuevas técnicas
    ganaderas y de cultivos.

    Al morir Baruta fue enterrado con su rito. Más
    tarde, en 1620, el Gobernador Francisco de La Hoz Berríos,
    constituyó en su honor, en el sitio donde vivió el
    cacique, una parroquia con el nombre de San Francisco de Paula de
    Baruta.

    Catia

    El cacique Catia ejercía su mando en el
    territorio ubicado desde la fila que ocupaban los mariches,
    siguiendo toda la serranía que circunda a Caracas, hasta
    el litoral. Le gustaba enseñar a los jóvenes
    guerreros y entre sus alumnos estaba el inmortal cacique Tiuna.
    Supo ganarse la amistad de
    numerosos caciques y jefes de tribus. Fueron sus aliados, entre
    otros, Guaicaipuro, Mamacuri, Guaicamacuto, Naiguatá,
    Chacao, Baruta y Prepocunate, con cuya colaboración obtuvo
    significativas victorias. Derrotó a las huestes de Garci
    González en el valle de Los Guayabos. Era gran estratega,
    fue piache, con grandes conocimientos de hechicería, magia
    y artes curativas.

    Cuando murió Guaicaipuro, quiso recomenzar sus
    proyectos para
    enfrentar al enemigo y se entrevistó con sus caciques
    amigos, pero cansados de combatir, desmoralizados por la muerte de
    Guaicaipuro y después de la batalla de Maracapana, ninguno
    de ellos quiso volver a los enfrentamientos
    aborígenes.

    Muere en Los Teques, en 1568, luchando contra las tropas
    de Diego de Losada.

    Cayaurima

    Cacique cumanagoto de formidables atributos para la
    lucha, logró que numerosas tribus vecinas e incluso
    lejanas se unieran a la suya en la contienda a muerte contra
    el invasor.

    En 1520, hace frente a los españoles asentados en
    Nueva Andalucía, hoy Cumaná. En una de esas
    batallas dan muerte al gobernador, capitán Diego
    Fernández de Zerpa, primer mandatario español en
    esa población.

    Cayaurima se caracterizó por su cojera, producto de
    una estocada de lanza recibida en combate. Cae muerto en una
    celada que los españoles le tendieron, cuando merodeaba un
    campamento castellano.

    Chacao

    Chacao, llamado el Hércules americano, de raza
    caribe, gobernaba justamente en la región caraqueña
    que hoy lleva su nombre, pero su dominio iba mucho
    más allá, acercándose a Los Teques. Su
    aspecto físico era impresionante, era de gran
    tamaño, tenía audacia y una capacidad muy especial
    para preparar ataques tipo comando.

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    Su cacicazgo lo ejercía con sentido
    democrático y no se recuerda ninguna injusticia cometida
    contra su gente. Era respetuoso de las normas y de las
    tradiciones que regían a su pueblo, inclinándose
    fuertemente por la ayuda a los más débiles,
    especialmente niños y
    mujeres.

    Su territorio lo defendió con tesón y
    empuje. Se alió con Guaicaipuro y participó en la
    coalición de jefes que durante siete años
    mantuvieron el control sobre
    todo el valle de los Caracas y la región montañosa
    de los indios Teques. En 1567 el indio Chacao se enfrenta a Juan
    de Gámez, oficial de Diego de Losada, quien lo reduce a
    prisión. Al saber Losada que el bravo Chacao es su
    prisionero, decide dialogar con él y recobró su
    libertad. En 1568 renueva su alianza con Guaicaipuro y con sus
    hombres acude al sitio de Maracapana, serranía adyacente a
    Caracas.

    Conocida su inclinación a ayudar a los
    débiles, especialmente a los niños y
    mujeres, se le hace saber que un capitán llamado Catario
    había secuestrado a dos indiecitos y que los tenía
    esclavizados, juró rescatarlos y devolverlos sanos y
    salvos a su familia. Chacao
    fue a rescatar a los niños, entró con gran destreza
    al campamento español y los liberó. Los hombres de
    Chacao observaron que su jefe estaba gravemente herido, fue
    atendido de inmediato por su piache, pero ya no había nada
    que hacer, el cacique había perdido mucha sangre. Su
    muerte causó un profundo dolor en su pueblo.

    Chicuramay -Cuaicurián

    Chicuramay fue uno de los veintitrés caciques que
    fueron condenados a muerte después de la
    desaparición de Guaicaipuro, por una cruel decisión
    de la Alcaldía de Caracas, que deseaba alcanzar
    rápidamente la pacificación del valle. El alcalde
    los hizo aprisionar, los juzgó sin pruebas y los
    condenó a muerte. Chicuramay era un cacique muy joven,
    valiente y amado por su gente, lo que motivó que uno de
    sus guerreros, el bravo Cuaicurián, se presentara a los
    jueces, que eran Pedro Ponce de León y Martín
    Fernández de Antequera y les afirmara que estaban en un
    error y que el verdadero cacique Chicuramay era él.
    Sorprendidos los dos funcionarios por la aseveración,
    procedieron a interrogarlo y quedaron convencidos, ya que
    Cuaicurián era un joven fuerte con dotes de mando y con
    conocimientos de las operaciones de su
    tribu.

    Cuando Chicuramay recibió la noticia de que
    estaba en libertad, no imaginó nunca la dolorosa
    razón que la causaba.

    Cuaicurián fue torturado por indios mercenarios,
    al igual que los otros 22 caciques, y al despuntar el alba fue
    salvajemente asesinado. Era el año 1569. Chicuramay
    tembló de ira al saber toda la verdad y buscó
    venganza. Averiguó que el asesino había sido un
    hombre de
    apellido Portolés, que trabajaba como asistente de
    Fernández de Antequera y le quitó la
    vida.

    Conopaima

    Hombre de confianza de Guaicaipuro, alcanza el cacicazgo
    después de la muerte de éste. Se cree que fue de
    origen caribe, procedente de lejanas tierras. Llegó a las
    proximidades de Los Teques y se radicó en El
    Peñón.

    Venció en muchas peleas al lado de Guaicaipuro y
    una de sus más sonadas victorias fue la de Las
    Adjuntas.

    En enfrentamiento con Garci González de Silva, en
    el sitio de Los Carrizales, en 1572, donde al bravo Sorocaima le
    es amputada la mano, el cacique Conopaima decide buscar la paz
    con el invasor y se retira de la lucha. Más tarde se
    arrepiente de su determinación y vuelve a la lucha contra
    el enemigo. Una noche, estando con su esposa a orillas del
    río Macarao los españoles los emboscaron y les
    dispararon para matarlos. La mujer del
    cacique resultó herida. Conopaima la tomó en sus
    brazos y ya en la curiara decidió hundirse con ella para
    morir juntos, pero no fue necesario, un soldado acabó con
    la vida del cacique.
    Guaicaipuro

    Nacido en Caracas en 1530 y guerrero de confianza del
    gran Cacique Catuche, asume el cacicazgo a los 20 años de
    edad, cuando este cacique muere. Guaicaipuro gobernaba a los
    Caracas y los Teques, ejerciendo directo control sobre los
    seis caseríos que circundaban su cuartel general en
    Suruapo.

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    En 1560 el Gobernador Pablo Collado nombra a Juan
    Rodríguez Suárez, Teniente General de la Provincia
    de Caracas y le ordena pacificar a Guaicaipuro. Rodríguez
    se alía con el mestizo Francisco Fajardo y vence al
    Cacique de los Teques en las batallas de San Pedro y La
    Quebrada.

    Fajardo intenta fundar un caserío en lo que hoy
    es Catia. Sin embargo, ante un ataque ordenado por Guaicaipuro y
    ejecutado por Paramaconi, el recién fundado caserío
    (1560) es arrasado. El año siguiente, en 1561, Juan
    Rodríguez Suárez refunda el caserío con el
    nombre de Villa de San Francisco, pero corre la misma suerte que
    el anterior.

    En enero de 1562, Guaicaipuro y Terepaima enfrentan y
    matan al Capitán Luis de Narváez. Guaicaipuro
    convoca entonces a una alianza estratégica de todos los
    caciques de la región, aceptan el pacto los jefes Baruta,
    Naiguatá, Chacao, Aramaipuro, Guaicamacuto, Paramaconi,
    Terepaima y Chicuramay. Durante años esta alianza se
    mostró triunfadora, pero Guaicaipuro perdió su
    oportunidad en Maracapana, en 1568, batalla clave en la que
    participaron todas las tribus aliadas. Derrotados por el
    ejército conquistador en forma contundente, la
    coalición se disuelve y los jefes regresan a sus tierras.
    Guaicaipuro se refugió en Suruapo. Ese mismo año
    ataca a Diego de Losada, esté ordena al Alcalde Francisco
    Infante que ataque a Guaicaipuro en el propio sitio de Suruapo,
    Infante buscó indios pacificados y fieles a España que
    conocian el modo de llegar a la vivienda del cacique. En Suruapo
    penetraron hacia el caney del jefe indio, Guaicaipuro tomó
    la espada y dio muerte a los que lo atacaron. Se guareció
    luego en su choza, pero los españoles le prendieron fuego
    y conminado a rendirse el cacique no aceptó y
    prefirió morir atrapado por las llamas.

    Guaicamacuto

    Este cacique de la tribu de los caribes se
    caracterizó no sólo por ser calculador y astuto,
    sino también, por ser negociador con sus homólogos
    y jefes indígenas Comandaba la costa litoral venezolana,
    desde La Guaira hasta Oriente.

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    En 1555 inicia su entrada en la historia al recibir al
    mestizo Francisco Fajardo en forma pacífica.

    En 1558, Guaicamacuto en unión con el indio
    Paisana, dirigió la rebelión contra los
    españoles.

    Promovió la Alianza de Uvero con Terepaima, Catia
    y Paramacay. Atacó a Rodríguez Suárez, unido
    a Terepaima y Guaicaipuro en el sitio de Las Lagunas, donde
    perdió la vida el capitán
    español.

    En 1568 se unió a Guaicaipuro en la batalla de
    Maracapana.

    Más tarde decide pactar con Losada lo que le
    permitió regir en paz los designios de su pueblo hasta que
    le sobrevino la muerte a edad avanzada.

    Guaratarí – Queipa –
    Mamacurri

    En 1555 Alonso Díaz de Moreno funda la ciudad de
    Valencia del Rey e inicia tratos con los caciques, con el fin de
    pacificar la región. Queipa, uno de los caciques
    más influyentes de la zona, pacta la paz con el
    conquistador, pero el Cacique Guaratarí no le perdona lo
    que considera una traición y le declara la guerra a
    ambos.

    Guaratarí enamorado de la princesa Tibaire, hija
    de Queipa, envía a el Piache El Tiznado a negociar la
    boda, lo que fracasa y Guaratarí, lleno de furor, inicia
    una terrible guerra contra el cacique Queipa y su tribu; en ese
    enfrentamiento el jefe jirahara muere en las manos de El Tiznado.
    Guaratarí también elimina al cacique Mamacurri y
    sigue la guerra contra España, sin coordinar con otros
    caciques, hasta que un día murió su fiel Tiznado y
    más tarde, él pierde la vida al enfrentarse a los
    arcabuces españoles, en una batalla cercana a
    Valencia.

    Guarauguta

    Este cacique intensificó sus ataques contra el
    Capitán Diego García de Paredes en 1562 quien es
    llamado a España y designado gobernador de la provincia de
    Popayán y cuando venía a tomar posesión de
    su cargo, en 1563, decide descender en Cabo Blanco, Venezuela, y
    es atacado por el cacique Guarauguta y pierde la vida al lado de
    sus lugartenientes Alonso Zapata y Francisco de Las Casas. Pocos
    hombres pudieron salvar sus vidas. Huyen en su barco y viajan
    hacia Borburata, esto le dio fama al cacique Guarauguta, quien
    intensificó sus ataques contra los invasores. El
    capitán Gómez de La Peña, vence al guerrero,
    quien muere acribillado en los alrededores de Catia La
    Mar.

    Manaure

    Manaure hombre pacífico y negociante apreciaba la
    paz como sistema de vida.
    Su relación con los españoles se complicaba en
    ocasiones, pero no por su culpa. Los conquistadores irrespetaban
    la autoridad de
    los caciques y ni siquiera consideran a aquellos jefes que se
    convertían en sus aliados.

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    Fue jefe de la nación
    caquetía o caiquetía, la cual estaba ubicada en la
    zona que hoy ocupa el estado
    Falcón.

    Era un hombre valeroso, pero prudente, que ostentaba un
    cacicazgo muy al estilo de las cortes europeas. A diferencia de
    Guaicaipuro y, en general, los jefes caribes, no sufrió
    penurias y pruebas antes
    de ser designado cacique. Representaba a una nación
    que tenía como principio servir al jefe,
    brindándole toda clase de comodidades. En sus recorridos,
    el jefe caquetio era transportado en hamaca o en andas, cargado
    por sirvientes de su propia tribu. Su área de influencia
    abarcaba además las islas circunvecinas, hoy llamadas
    Aruba y Curazao. Su centro de poder lo
    tenía ubicado en el poblado de Todariquiba, cerca de la
    actual Sabaneta. Luego de la fundación de Coro, en 1527,
    se traslada a esa ciudad. Entró en contacto con los
    españoles a través de sus guerreros Baracuyra y
    Baltasar. En principio, negociaron la paz con Gonzalo de Sevilla,
    asistente de Juan de Ampíes, hacia el año 1522. En
    1525 un grupo de
    traficantes de esclavos asaltan la zona y toman prisioneros a
    varios parientes de Manaure. Ampíes los socorre y los
    rescata de sus captores, que los habían llevado a Santo
    Domingo para venderlos, y Manaure quedó para siempre
    agradecido de Ampíes, quien lo bautiza en 1528 con el
    nombre de Martín. Cuando Ambrosio Alfinger asume el
    poder, procede
    a expulsar a Ampíes y apresa a Manaure. Luego de su
    liberación, Manaure se retira a unos 300 kilómetros
    de Coro.

    A Manaure le fue conferido señorío sobre
    tierras y vasallos, pero este trato se rompe y el viejo cacique
    se refugia con sus bravos en las tierras de Yaracuy, que le da
    protección, y allí muere en un enfrentamiento con
    los hispánicos en el sitio de El Tocuyo.

    Mara

    Este cacique de trato firme y autoritario, asumía
    toda la figura autocrática de quien gobierna asistido por
    poderes sobrenaturales.

    Fue caudillo de una vasta región occidental que
    se extendía desde las orillas del lago conocido como
    Maracaibo y el río Magdalena, en el límite con lo
    que hoy día es Cartagena. Los fieros indios motilones
    conocieron las incursiones de este cacique que consiguió
    someter a muchas tribus de la región, con las cuales hizo
    frente al invasor. Perfecto conocedor de la geografía guajira,
    Mara consiguió ejercer una prolongada resistencia al
    invasor español.

    Muere luchando contra un capitán español,
    que lo captura malherido y lo deja sumirse en su agonía,
    tratando de negociarle un trato de libertad a cambio de su
    riqueza. A la muerte de Mara no le sucede ningún otro
    cacique de su talla, por lo que la región fue
    prácticamente pacificada.

    Maracay

    Maracay fue un valiente guerrero, perteneciente a la
    tribu de los araguas, cuyo nombre serviría luego para
    denominar una nueva tribu descendiente de la que él era
    originario.

    Dominó sobre la extensión que hoy ocupa
    el estado
    Aragua y parte de otros estados colindantes, especialmente hacia
    la costa por los predios del cacique Turiamo, quien fuera su
    aliado en muchas batallas.

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    La fama de Maracay se sustenta en la derrota de
    Rodríguez Suárez. La batalla sostenida contra los
    soldados del mencionado capitán degeneró en duelo
    entre cacique y conquistador. La destreza y fortaleza de Maracay
    acabó pronto con su contrincante, quien debió
    retirarse vencido a su campamento.

    La muerte de Maracay le sobreviene a temprana edad, como
    consecuencia de la traición de uno de los suyos, lo que
    permite que el conquistador español lo ejecute mientras
    descansaba.

    Meregote

    Cacique sucesor de Maracay, le correspondió la
    difícil tarea de dirigir a sus hombres en contra de los
    invasores, después de la muerte de Maracay. Gracias al
    tesón, liderazgo y
    estrategia,
    consigue reagrupar a los indios araguas y los convoca a un
    juramento en el que se comprometieron, en honor de su antiguo
    jefe Maracay, a luchar hasta la muerte.

    Por su parte, los españoles no titubeaban ya para
    alcanzar su objetivo.
    La tierra
    ocupada por el cacique Meregote y sus indios araguas debía
    ser rendida a la bandera española a la mayor
    brevedad.

    Los dos bandos se enfrentaron en una batalla definitiva
    en el sitio denominado La Colina de La Cruz. Allí murieron
    los hombres de Meregote. Ninguno se rindió. Meregote fue
    un digno heredero de Maracay.

    Murachí

    Con este nombre se conoce al bravo cacique
    mocotíe, que habitaba en la sierra merideña, en un
    lugar de muy difícil acceso cercano al río Chama.
    El sitio era denominado Murrupuy por los indígenas. Eran
    indios laboriosos, que producían algodón con el que
    tejían bellas cobijas y ruanas, que les servían
    para protegerse de las inclemencias del tiempo. También
    producían otras artesanías y se dice que llegaron a
    poseer minas de oro en Acequías y Aricagua.
    Enfrentó las tropas de Juan de Maldonado, que fundó
    Mérida en el año 1559. Su esposa era la princesa
    Tibisay, hija del cacique de Las Vegas del
    Mucujún.

    Eran adoradores del sol, al cual llamaban Ches. En la
    medida en que la guerra avanzaba, Murachí se dio cuenta de
    que la gran belleza de su amada la ponía en peligro y para
    protegerla la envió hacia el interior de su territorio, en
    el sitio más recóndito y secreto, en
    compañía de sus guerreros más leales. Sus
    hombres fueron diezmados y su tierra conquistada por el hombre
    blanco, pero Murachí nunca se rindió. Murió
    peleando contra el invasor en el año de gracia de
    1560.

    Naiguatá

    Naiguatá, cacique de la familia
    caribe, ejercía su dominio a lo
    largo de una extensa zona costera que partía del
    río Anare, en los predios del Cacique Guaicamacuto, hasta
    las costas anzoatiguenses de lo que hoy se conoce como Puerto La
    Cruz.

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    Naiguatá, tenia como huéspedes a los
    soldados de Rodríguez Suárez y uno de ellos,
    queriendo lucir sus dotes de cazador, hirió de muerte a
    una gaviota, hecho que encolerizó a Naiquatá,
    exigiendo la ejecución del agresor y no consiguiendo tal
    solicitud con Rodríguez Suárez, tomó por
    asalto el campamento de los soldados y sometió a sentencia
    al inculpado. Al momento de dar muerte al reo, una bandada de
    gaviotas hizo acto de presencia Naiguatá interpretó
    como el perdón de las aves hacia el
    agresor y lo soltó.

    Naiguatá vivió muchos años y pudo
    conocer muchos de los cambios culturales que impuso el
    colonizador.

    Paisana

    En 1555 el cacique Paisana estableció amistad con
    el mestizo Francisco Fajardo, hijo de una princesa
    guaiquerí y de un español de su mismo nombre.
    Fajardo solicitó paso libre por la tierra de
    los Caracas, a lo que accede el jefe indio. Fajardo entró
    al valle en compañía de sus hermanos Alonso y Juan
    Carreño, que también eran mestizos y de 20 indios
    de confianza. En 1557 regresa al valle de los Caracas, esta vez
    acompañado de su madre y de unos 100 indios
    guaiqueríes. Llevaba autorización del gobernador
    Gutiérrez de La Peña para gobernar y poblar la
    costa desde Borburata hasta Maracapana. Paisana no aceptó
    la fundación del Hato de San Francisco que hizo Fajardo en
    1560, envenenó las aguas, causando la muerte a mucha
    gente, incluyendo la madre de Fajardo y éste lo
    condenó a morir en la horca.

    Paramacay

    Cacique de origen cumanagoto, gobernó su tribu
    hacia el año 1569. Su territorio estaba ubicado en la
    región de Mamo, entre la costa barloventeña y el
    valle de Los Guayabos.

    Tocó a Paramacay un tiempo difícil en la
    lucha contra el colonizador, por cuanto debió reiniciar
    los enfrentamientos a raíz de la instauración de un
    encomendero, el capitán Julián Mendoza, quien quiso
    imponer el trabajo
    gratuito y obligar a los menores de 20 años para que se
    convirtieran en servidumbre suya o de sus familiares.

    Paramacay enfrenta en diversas escaramuzas a su tribu
    contra el encomendero y sus seguidores. En una de ellas captura y
    secuestra a Dolores Ruiz, la esposa de Julián Mendoza y a
    sus dos menores hijos, por quienes exige rescate al comendador y
    pide trato justo y conciliatorio para los suyos, logrando su
    objetivo
    mediante la presión
    del plagio.

    Paramaconi

    Su nombre significa caimán pequeño.
    Habitaba en la zona centro-norte-costera del país. Los
    españoles lo llamaban el cacique-caballero. Se unió
    a Guaicaipuro al iniciarse la década de los sesenta y
    presentó dura oposición a las tropas invasoras. Su
    origen cumanagoto lo ubica en la raza caribe.

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    En 1561 Guaicaipuro atacó las minas de la
    región de Los Teques, en donde murieron todos los
    españoles, incluyendo los hijos de Rodríguez
    Suárez y Paramaconi también arrasó con sus
    guerreros la Villa San Francisco, levantada por Rodríguez,
    en el mismo lugar donde Losada fundará a Caracas seis
    años más tarde. Cuando ya tenía ganada la
    batalla, ocurrió que una estampida de ganado
    destrozó a sus bravos toromainas y se vio obligado a
    retirarse.

    Paramaconi atacó más tarde, unido a la
    coalición de caciques, el sitio del Collado (hoy
    Caraballeda) en donde vencieron a Fajardo y éste se
    retiró a Margarita con sus hombres. En 1567 llegó
    Diego de Losada y realizó la fundación de Caracas.
    En 1568 concurre a la gran coalición convocada por el gran
    jefe Guaicaipuro, pero la operación no tuvo éxito.

    A comienzos de 1570, Garci González
    decidió exterminar al enemigo y lo atacó de noche
    en su caney. Paramaconi en la lucha fue herido y González
    le mando a curar las heridas y a partir de ese momento hubo paz
    entre ambos hombres y fueron amigos.

    Pariata – Maiquetía

    A mediados del Siglo XVI, se encontraban liderando a los
    indios del litoral central los caciques Pariata y
    Maiquetía. Se dice que Maiquetía era el verdadero
    cacique y que Pariata era uno de sus guerreros de mayor
    confianza, al lado de hombres de la calidad de
    Curucutí y Guracarumbo.

    Pariata tenia su residencia en el lugar denominado Los
    Guayabos, en lo que hoy es Catia La Mar, pero su territorio
    abarcaba todo el sitio de lo que aún hoy se llama Pariata
    en el litoral central venezolano. Su vecino más cercano
    era el cacique Maiquetía, quien muy pronto decidió
    pactar la paz con los españoles. Pariata no se
    doblegó. Una de sus mas recordadas hazañas fue la
    del ataque al bergantín español El Pelayo, el cual
    incendió y destruyó por completo.

    Pariata decidió pelear al lado de Guaicaipuro y
    cuando éste muere sirvió en las tropas de Tamanaco,
    una vez liquidada la resistencia y pacificados la mayor parte de
    los grandes jefes se retira con sus familiares y allegados a un
    sitio apartado.

    Murió en edad avanzada pero pudo ver la
    fundación de La Guaira por Diego de Osorio el año
    de 1589.

    Prepocunate

    Formado entre los guerreros de confianza de Guarauguta,
    al lado de quien luchó hasta su muerte, Prepocunate recibe
    el cacicazgo de los indios guaraúnos, entre quienes se
    destaca por su ferocidad. Era hombre de poco hablar, de extrema
    exigencia con sus hombres y consigo mismo. Esta conducta ejemplar
    le dio un halo carismático entre las tribus caribes y eso
    le permitió acometer con valor y
    éxito
    cientos de empresas en
    contra de las tropas españolas.

    Para doblegarlo, el gobierno
    español seleccionó a los capitanes Hurtado y
    Carrizo, quienes lo apresaron y para que no escapara lo amarraron
    alrededor de un árbol, custodiado por un pelotón
    que debía escoltarlo hasta el momento de su
    ejecución.

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    Al día siguiente al amanecer, Hurtado fue a
    buscar al prisionero para conducirlo al lugar de su
    ejecución, al llegar al árbol sólo
    encontraron las sogas rotas, tiradas en el suelo, junto a
    una rosa de montaña que el fiero guerrero caribe
    acostumbraba usar en su larga cabellera negra.

    Prepocunate no apareció. Se desvaneció,
    sin que los españoles pudieran encontrar una
    explicación racional. Sin embargo, a los pocos días
    volvieron a saber del cacique. Prepocunate comenzó
    entonces una guerra devastadora, golpeando duramente al
    adversario, sin darle tiempo para reaccionar, y desapareciendo
    con toda rapidez del campo de batalla. Un día del
    año 1570 al tratar de atacar por sorpresa en el sitio
    donde hoy se levanta la ciudad de Los Teques, fue nuevamente
    cercado y luchó hasta la muerte.

    Sorocaima

    Algunos historiadores afirman que era guajiro o
    tequeño de clase guerrera y que llegó a la
    región de los indios Teques por problemas que
    tuvo en su propia tribu. Llegò a convertirse en hombre de
    confianza y uno de los lugartenientes del gran Guaicaipuro y a la
    muerte de éste, quedó como jefe guerrero bajo el
    mando de Conopoima

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    En 1570 participó en los ataques contra la
    recién fundada Santiago de León de Caracas, bajo el
    mando de Conopaima y Terepaima. En 1572, Garci González de
    Silva apresó a Sorocaima, Conopaima seguía
    resistiendo. Ante este hecho y deseoso de terminar la batalla
    rápidamente, González decide utilizar a Sorocaima
    como carnada y dice en alta voz, para que lo escuchen los otros
    guerreros, que el jefe indio perdería su mano derecha, que
    le sería amputada, a menos que se rindieran. En este
    último caso, se perdonaría la vida a todos. Es
    allí cuando el Jefe Sorocaima, le dice a los
    guerreros:

    Ataquen con fuerza, mis
    valientes, que los españoles no tienen mucha
    gente.

    Y luego, sin vacilar, estira el brazo para que le
    amputen la mano derecha, lo cual fue llevado a cabo por oficiales
    al servicio de
    Garci González. Sorocaima, en un gesto que reflejaba por
    igual el valor y la
    grandeza de su raza, tomó con su izquierda la derecha y,
    levantándola la ondeó en señal de triunfo.
    Luego, avanzó hacia sus hombres. Garci González
    había ordenado su libertad. Sin embargo, al dar la espalda
    al enemigo uno de los soldados le disparó a
    traición, quitándole la vida.

    Tamanaco

    Dos años después de la muerte del gran
    Cacique Guaicaipuro, surge Tamanaco, cacique de los indios
    mariches y de los quiriquires.

    Su misión, al
    igual que Guaicaipuro, era la de propiciar una alianza entre las
    diferentes tribus. El 5 de diciembre de 1570, llegó a
    Coro, capital de la
    provincia de Venezuela, el
    gobernador y capitán general Diego de Mazariegos, pacta
    con los enemigos de Tamanaco. Nombra al avanzado Francisco
    Calderón para pacificar el valle de Caracas y lo designa
    teniente general de la recién fundada ciudad de Santiago
    de León de Caracas.

    Calderón envía al capitán Pedro
    Alonso Galeas a rendir a Tamanaco. Galeas lo persigue y entra en
    tratos con el cacique Tapiaracay, enemigo de Tamanaco y del
    pacificado cacique Aricabuto, quien le ofrece ayuda a cambio de
    que le entregue a este último. El trato no se consolida y
    Galeas se mide con Tamanaco en una pelea en la que participa
    Garci González de Silva y el indio Aricabuto, que les
    sirve de guía. El combate no tuvo vencedor. Tamanaco
    decide atacar a Caracas, los españoles retroceden hasta
    las orillas del río Guaire. El capitán Hernando de
    la Cerda, se enfrenta con Tamanaco y este vence. Los indios no
    advirtieron la llegada de una caballería española,
    Tamanaco y sus hombres quedaron atrapados y fueron hechos
    prisioneros. Guaicaipuro fue condenado a morir en la horca, luego
    su cabeza sería exhibida para que sirviera de escarmiento
    a los rebeldes. Garci González, que había sido
    elegido Regidor del Cabildo de Caracas en 1573, estuvo en
    desacuerdo con la medida, ya que admiraba el valor, el temple y
    la dignidad demostrada por el guerrero. En el medio de estas
    consideraciones intervino un capitán de apellido Mendoza,
    que era propietario de un perro y sugirió que le dieran a
    Tamanaco la oportunidad de escoger entre la muerte en la horca o
    la posibilidad de salvar su vida si vencía al perro. Garci
    González estuvo de acuerdo, al igual que el resto de los
    miembros del Consejo de Guerra, Tamanaco acepto.

    Tamanaco fue desatado y colocado en la Plaza Mayor (hoy
    Plaza Bolívar) Mendoza, soltó el perro, Tamanaco
    recibió varias mordeduras que le causaron la
    muerte.

    Terepaima

    Terepaima, cacique de araucos y meregotos, dueño
    del territorio que limitaba con los Teques, era tenaz como
    guerrero, ágil y preciso en las conquistas, alcanzó
    éxito en las batallas contra Rodríguez
    Suárez. Su dominio alcanzaba el Tuy, San Pedro, Mariches,
    hasta el territorio que hoy ocupan los estados Miranda, Aragua,
    parte de Carabobo, Cojedes y parte de Lara.

    Terepaima, sabiendo que el español
    Rodríguez Suárez lo tenía sentenciado a
    muerte, reunió los indios Paracotos y en un feroz ataque
    contra los españoles, extinguió la vida de
    Rodríguez Suárez.

    La victoria y el hecho de que Terepaima fuera el que
    diera muerte a Rodríguez, le creó una aureola de
    leyenda. Hasta ese momento, había actuado como jefe sin
    que los piaches de su tribu aprobaran su ascenso a la
    categoría de cacique. El triunfo de Terepaima sobre el
    español que mató a Yoraco, le dio argumentos para
    adquirir el liderazgo que
    ambicionaba.

    La historia de este hombre
    demuestra que no sólo fue hábil como guerrero, sino
    que también tenía dotes para la política y para la
    diplomacia. De hecho, en 1559 negocia con Francisco Fajardo
    permitiéndole paso por su territorio después de
    habérselo negado. En 1561 vence a Luis Narváez, que
    había penetrado en su territorio con propósitos
    belicosos. Losada se enfrentó con Terepaima en el 67 y no
    pudo someterlo.

    Fue Garci González de Silva quien logró
    establecer la paz con él, pero el indio muy pronto
    volvió a la guerra, a defender lo que creía que era
    suyo y en una cruenta pelea encontró la muerte a mediados
    de la década del 70.

    Tiuna

    Intrépido guerrero, nacido en la tribu de los
    Caracas, creció bajo la tutela del Cacique Catia y se
    caracterizó por su rigidez y valentía. Su poder lo
    ejercía en el valle de Los Guayabos, territorio que hoy
    día es conocido con el nombre de Catia La Mar.

     Su dominio se extendió a través de
    las montañas, limitando con Filas de Mariches y los Valles
    del Tuy, incluyendo parte del valle de Caracas. Uno de sus
    hombres de confianza era el guerrero Aramaipuro, conocido como
    "ponzoña de abeja". Entre sus éxitos se recuerda el
    de Villa del Collado, hoy Caraballeda, así como el de
    Cayapa, donde derrota al legendario y cruel Rodríguez
    Carpio. En 1568 Tiuna reunió casi cuatro mil hombres,
    unido a los caciques Guaicamacuto y Aricabuto, para dar una pelea
    decisiva en Maracapana, sabana cercana a Caracas. Para destruir
    al invasor, estaban los caciques Naiguatá, Uripatá,
    Anarigua, Mamacuri, Querequemare, Prepocunate, Araguaire,
    Guarauguta, con siete mil guerreros; Aricabuto y Aramaipuro
    representaron a la nación mariche al mando de tres mil
    flecheros.

    El gran cacique Guaicaipuro, que debía acudir con
    dos mil guerreros, no llego al sitio a causa del mal tiempo.
    Algunos caciques se retiraron, pero otros, motivados a la lucha
    por el cacique Tiuna decidieron combatir, Losada los
    enfrentó. La batalla fue desastrosa, los caciques
    decidieron retirarse.

    Tiempo después, Tiuna se dedicó a hostigar
    implacablemente a todo conquistador. Los exasperados
    españoles pusieron precio a su
    cabeza. Y, según algún cronista, un indio traidor,
    lo atacó con una flecha causándole la
    muerte.

    Yaracuy

    Hijo del cacique Chilúa y nieto del
    indómito Yare,
    comandaba un imperio de más de 500 poblaciones
    indígenas, conocida como Guadabacoa.

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    En el momento del Descubrimiento, el inmenso imperio
    central estaba integrado por otras tribus, tales como, tarananas,
    yaritagua, acharigua, torondoyes, y zararas.

    Otras tribus, entre ellas los macaures y los caripes se
    aliaron con los españoles para hacerle frente a
    Yaracuy.

    El conquistador Diego García de Paredes, junto
    con el capitán Juan de Vargas, intentaron tomar tierra
    firme e instalarse en el bastión de El Tocuyo, pero
    Yaracuy los venció en la batalla de Cuyucutúa, en
    1552.

    Luego es capturado y condenado a muerte, pero consigue
    desarmar y poner fuera de combate a varios soldados y al fin
    sucumbió bajo el fuego de los arcabuces.

    Yare

    Yare, cacique de cumanagotos, quiriquires, charagotos y
    araucos, gobernante de las tierras que hoy comprenden los estados
    Miranda, Anzoátegui y parte de Monagas, fue además
    Piache y sumo sacerdote y uno de los guerreros más fieros
    entre todos los que se enfrentaron al conquistador
    español. Derrotó en Maturín al
    capitán Zerpa, unido a Terepaima; en Barquisimeto,
    hicieron morder el polvo a Juan Rodríguez
    Suárez.

    Al enterarse de la muerte de Tamanaco, Yare
    tembló de ira y juró vengarse del capitán
    Mendoza, dueño de la fiera que dió muerte al
    cacique, lo persiguió hasta que consiguió
    acorralarlo en Aragûita. Al tenerlo prisionero lo hizo
    degollar, junto con su perro, y la cabeza de ambos las
    envió a los familiares de Tamanaco. Yare siguió su
    guerra sin cuartel, venciendo y siendo vencido, hasta que un
    día de 1575 los arcabuces españoles acabaron con la
    vida del guerrero.

    Yavire – Paramaiboa – Pariaguán

    Yavire fue uno de los grandes caciques caribes de la
    región guayanesa. Se le atribuye la unificación de
    las tribus que moraban en la región del Caroní y
    extiende su influencia hacia el norte, en lo que hoy son los
    estados Sucre, Monagas y Anzoátegui. En las batallas
    causaba muerte y terror entre sus adversarios. En una de sus
    más cruentas batallas contra el invasor, Yavire descuida
    su retaguardia y muere bajo el fuego ibérico en la batalla
    que sostuvo contra ellos en el sitio conocido hoy como Caicara de
    Maturín.

    Poco tiempo antes de morir peleó en Cumaná
    y allí recibió una fuerte herida en el brazo
    derecho, que lo dejó semi inútil.

    Varios de sus guerreros obtuvieron el grado de cacique o
    de jefe. Lucharon bajo sus órdenes los legendarios
    Paramaiboa y Pariaguán, que si bien se enfrentaron por el
    mando a la muerte de su jefe, muy pronto unieron fuerzas
    nuevamente para combatir al extranjero.

    Paramaiboa, fiel a las enseñanzas de su jefe,
    funda una coalición de pequeñas tribus hacia el
    norte de lo que muy pronto sería la nación
    venezolana.

    Su adversario fue el gran capitán español
    Gonzalo de Ocampo, quien actuando con extrema crueldad quiso dar
    un escarmiento definitivo a los caribes, para lo cual
    apresó y ahorcó a varios renombrados caciques; y a
    otros los envió como esclavos a Santo Domingo. Sin
    embargo, Paramaiboa en el norte de oriente y Pariaguán en
    el sur, seguirían fíeles al juramento que le
    hicieran a Yavire. Unen sus fuerzas y presentan batalla en Guanta
    (Anzoátegui), pero el militar español les propina
    una fuerte derrota. Paramiaiboa ataca de nuevo a Ocampo,
    obligándolo a retirarse hacia Nueva Andalucía
    (Cumaná). El cacique cobra venganza y somete a juicio
    militar a veinte soldados y cinco oficiales españoles, los
    condena a muerte y no los ejecuta gracias a la oportuna
    intervención de Fray Bartolomé de Las Casas,
    sacerdote defensor de los indios. El guerrero caribe
    escuchó los ruegos del padre de Las Casas, a pesar del
    odio que sentía por Ocampo.

    Paramaiboa muy pronto se enfrentó al nuevo jefe
    español, Alonso de Vera y Aragón, al que
    también derrotó. Cuando se marchó Vera,
    conocido en la historia con el apodo de "Tupí",
    regresó de nuevo Ocampo, pero esta vez traía la
    diplomacia como arma y un oficial de gran temple de apellido
    Monsalve. Sus primeras medidas fueron las de apresar a los indios
    y luego liberarlos, no sin antes entregarles regalos. Al
    enterarse, Paramaiboa dio la orden de regresar los regalos y de
    advertir al invasor que debía abandonar sus predios.
    Ocampo colgó a los emisarios y esto dio inicio a una nueva
    guerra. Acorraló entonces a Paramaiboa y Pariaguán
    en el sitio denominado La Zapoara, hoy El Chaparro
    (Anzoátegui), pero fue vencido por Pariaguán,
    aunque en la batalla muere valerosamente el cacique Paramaiboa.
    Pariaguán era un cacique respetado y admirado por sus
    hombres. La noche de la batalla de La Zapoara, Pariaguán
    preparó su estrategia sigilosamente, con Paramaiboa, pero
    cuando comenzaron las acciones,
    él personalmente dirigió la batalla al frente de
    sus hombres, Paramaiboa, por su parte, lucha con fiereza y muere
    en la batalla. Pocos españoles sobrevivieron. El
    capitán Monsalve, que dirigió a los
    españoles, no pudo soportar la derrota y se
    suicidó.

    Luego de la batalla, Pariaguán dirigió las
    exequias de su amigo Paramaiboa y de inmediato se dedicó a
    consolidar su triunfo, reunificando el antiguo dominio de Yavire.
    Se preparó para la destrucción final del
    adversario. Por su parte, los españoles reordenaron sus
    fuerzas y emprendieron una acción globalizante.

    Ocampo decidió entonces unir todas sus tropas y
    atrapó a Pariaguán en el sitio de Los Cardones
    (Monagas). Su lugarteniente Castellanos atacó por un lado
    y Ocampo en persona lo hizo
    por el otro. Pariaguán fue diezmado y sus tropas
    aniquiladas. Con los pocos sobrevivientes se internó en
    las selvas de Guayana y no se supo más de
    él.

    Yoraco

    Yoraco en la etimología indígena chama
    significa zorro o diablo. Este indio nació en el valle de
    Tácata, siendo aún muy joven, visitó a sus
    parientes quiriquires ubicados en la costa de lo que hoy se
    conoce como estado Sucre,
    en Cariaco.

    Allí vio las naves españolas llegando a
    las playas y descargando productos por
    hombres de una piel
    pálida, con armas que nunca
    antes había imaginado, supo entonces, que su tierra ya no
    era suya y sintió un deseo obsesivo de luchar para
    reconquistar sus tierras y la dignidad de su pueblo.

    Yoraco comenzó a formarse para el liderazgo.
    Volvió a Tácata y allí fue protegido y
    educado por los piaches.

    Combatió ferozmente al agresor español. Su
    objetivo era expulsar a los invasores. Creció su fama de
    hombre valiente, amparado por el poder sobrenatural que le dieron
    los piaches. Se supo que tenía un amuleto, especialmente
    ensalmado para él, que lo protegía de todos los
    males y peligros.

    Los españoles enviaron al capitán Juan
    Rodríguez Suárez para vencerlo, partió con
    200 hombres bien armados y un pelotón de
    caballería. Yoraco lo esperó en su territorio, la
    batalla fue dura, sin reglas, sin descanso. Un día ganaba
    Yoraco y el otro le tocaba la victoria a Rodríguez. Cuando
    llevaban varios días de enfrentamiento, decidieron los dos
    líderes resolver la contienda ellos mismos.

    La pelea comenzó una mañana de 1561, la
    lucha fue agotadora hasta que decidieron estrecharse las manos en
    señal de mutuo respeto y
    admiración, y luego cada bando se retiró a su
    respectivo cuartel.

    Yoraco, enfrentó nuevamente a Rodríguez
    Suárez y en el combate murió atravesado por la
    lanza de un soldado ibérico

    Saúl Rivas
    Rivas:

    Coordinador del proyecto
    Guaicaipuro al Panteón Nacional.

    Por Freddy Ñañez 

     Hablemos de los antecedentes de
    este proyecto,
    ¿en qué año se remonta esta lucha por la
    reivindicación de semejante símbolo
    popular?

     Los antecedentes datan de unos 26 o 27 años
    aproximadamente. Principios de los
    años setenta para ser más claros. Qué
    ocurre, nosotros nos trasladamos a los Teques a mediados del 69 y
    el primer impacto lo recibimos con la imagen de
    Guaicaipuro en la plaza de su mismo nombre. Nos llamó
    poderosamente la atención el respeto y la
    veneración de parte del pueblo y particularmente de aquel
    pueblo marginado quien se sentía protegido por la
    presencia de Guaicaipuro. Aquella plaza con la figura del Indio
    era, y siempre ha sido en los Teques, una suerte de punto de
    encuentro de los marginados. Mientras más marginado estaba
    alguien, mayor era el nivel de identificación que
    íbamos encontrando con la figura de Guaicaipuro: como
    indio, como Cacique. La gente tenía pues la percepción
    de que era un Libertador y sobre todo la gente olfateaba la
    existencia del racismo contra el
    indígena, pero aparte de olfatear el racismo
    disfrazado que hay en el país, la gente es víctima
    de ese racismo. Entonces nosotros comenzamos por preguntarle a la
    comunidad si
    Guaicaipuro era una figura que podía estar al lado de
    Bolívar, al lado de los Libertadores, y la gente
    decía: "…Pues claro, ese es el primero que
    debería estar ahí junto a Bolívar…" -y
    nosotros insistíamos- pero en el Panteón Nacional y
    todo mundo decía " …Sí sí, junto a
    Bolívar…" Ajá… y por qué no está
    en el Panteón -preguntamos- la gente coincidía: "No
    está en el Panteón porque es un Indio" Y qué
    con eso, " bueno es que el indio está discriminado" y por
    qué está discriminado. Así nos fuimos
    adentrando en una conversación íntima con la gente,
    pero una conversación íntima desde el punto de
    vista de la nacionalidad, la nacionalidad venezolana y americana,
    entonces venía a colación todo el problema colonial
    y neo-colonial, el problema de la discriminación no superado, porque el
    proceso de
    independencia
    fue un proceso de
    independencia
    política
    formal que no estuvo acompañado por una conciencia de
    descolonización de fondo y allí está el
    problema. No hubo descolonización porque quienes hicieron
    la independencia eran parte del proceso colonizador.
    Guaicaipuro es la
    figura heroica de los marginados (negros, indios y pobres) por
    excelencia, bien lo dijiste, una figura que a pesar de un fuerte
    soslayamiento histórico, de una penetración
    cultural alienante, de siglos de humillación
    política, ha perdurado intacta en el inconsciente, no
    sólo de la población mirandina sino en la de todos los
    venezolanos; como elemento mágico-religioso, como
    símbolo de dignidad y resistencia, como fortaleza de una
    identidad
    regional y nacional casi perdida. Ahora bien, ¿por
    qué elevarlo a la oficialidad, en este caso hasta el
    Panteón Nacional, que se supone es el monumento mayor de
    una historia narrada por los vencedores, consagrada por ello al
    poder, una historia oficial que precisamente ha ido y va en
    detrimento de nuestras culturas aborígenes y
    populares?

     Porque nosotros nos negamos a ver la historia oficial de
    una manera estática,
    de una manera inmutable, inmodificable. Nosotros pensamos que esa
    historia se puede cambiar, subvertir. Creemos que la
    relación del Estado con los pueblos indígenas no
    puede permanecer así…¡ no somos tan conformistas!.
    La  relación de la sociedad nacional
    con los pueblos indígenas se puede y tiene que modificar y
    que de paso el planteamiento de llevar los restos
    simbólicos de Guaicaipuro al Panteón Nacional, si
    se puede plantear así, está entre uno de los
    antecedentes de una revolución
    cultural en este país y particularmente en los
    antecedentes del mismo proceso constituyente, porque la presencia
    indígena en el Panteón Nacional, la presencia de
    los primeros poblamientos, la presencia colectiva de nuestros
    Caciques, a través de la individualidad de Guaicaipuro
    como símbolo representativo, viene precisamente a cambiar
    no sólo el concepto que
    tenía Guzmán Blanco del Panteón Nacional o
    su mismo proyecto Nacional, sino que replantea la cuestión
    en términos de interculturación, en términos
    de pluriculturalidad, en términos de la pluralidad de
    raza, de etnias, de pueblos, de culturas, de racionalidad, de
    modelos de
    ciencia, de
    modelos de
    tecnología, de modelos civilizatorios, de
    historias vistas pues, no ya en singular, dentro de la unidad del
    género
    humano y dentro de la unidad de la nacionalidad
    venezolana.

    El sistema tiene por
    estrategia absorber los símbolos de las minorías,
    de las periferias, sobre todo cuando éstos son de carácter
    combativo y representan cierto peligro desde el punto de vista
    político, esta absorción consiste, según
    Brito García, en la usurpación,
    universalización y desfiguración del contenido de
    aquellos símbolos –descontextualizándolos,
    despolitizándolos, frivolizándolos – en virtud de
    restarles importancia, distinción y sobre todo peligro a
    los abanderados para incorporarlos orgánicamente a su
    juego de
    poder. ¿No temen ustedes que esto suceda con el Cacique,
    no temen que en vez de una reivindicación lo encaminen al
    perfecto anonimato, a ser una figura en verdad invisible
    ?

     No. De ninguna manera, porque de lo que se trata es
    precisamente de darle al Panteón Nacional otro contenido,
    de hacerlo representativo de los diferentes componentes de la
    nacionalidad venezolana y americana. Este es un Panteón
    que es el máximo monumento, no sólo de la
    nacionalidad venezolana sino de todos los países
    bolivarianos donde el componente de la población
    indígena es fundamental en muchos casos determinantes,
    como lo es el caso de Bolivia,
    Perú, Ecuador, en la
    misma Colombia, en
    Panamá.
    De manera que la presencia indígena en el Panteón
    Nacional no es petrificante por cuanto esta presencia va unida a
    un conjunto de luchas, a una red de movimientos, va
    acompañada de un Proyecto Nacional y latinoamericano, va
    enmarcado dentro de una identidad
    indígena bolivariana porque alude a todos estos
    países mencionados, pero también alude todo lo que
    es el área circunscaribe. Más bien lo que hace es
    replantear, desenterrar, poner de manifiesto siglos y milenios de
    culturas que han estado taguadas por el proceso colonizador. No
    se trata entonces de oficializar simplemente una presencia sino
    de hacerla eficaz en el Panteón Nacional y de buscar un
    replanteamiento de los fundamentos del estado nacional, pero
    también de la sociedad
    nacional. Entonces, esto nos involucra nuevamente en el
    replanteamiento de una revolución
    cultural en profundidad, como te decía, que por supuesto
    nunca está del todo descontextuada de las revoluciones
    políticas y sociales.
     Reflexionando un poco sobre lo que dices, ustedes
    tienen más de dos décadas trabajando en este
    proyecto, es decir, han visto desfilar cuando menos cinco
    presidentes en línea que, por lo visto, han hecho caso
    omiso a las reivindicaciones de los pueblos indígenas,
    incluso sus políticas
    han evidenciado un alto contenido racista y etnista. El proyecto
    tiene cabida según comentas, en este período
    político conocido como la Quinta República que
    supone una nueva concepción del Estado. Hasta ahora la
    reforma de la Constitución Nacional es la mayor evidencia
    de un cambio en este sentido. Allí la teoría
    nos dice que las culturas de los aborígenes están
    homologadas a nuestra cultura
    post-hispánica, que cada una de esas culturas es soberana
    y digna; por otro lado vemos que las políticas del
    gobierno son
    contradictorias, en cuanto favorecen la idea de la
    globalización, recordemos el tan cuestionado caso del
    tendido eléctrico que no sólo desplazará de
    sus territorios a muchos pueblos aborígenes sino que
    además atenta contra la riqueza territorial de lo que
    llamamos país. Me gustaría que indagaras en
    esto.

     Bueno, el consenso político de este proyecto se
    logra en 1992, primero en la cámara de diputados, luego en
    el cenado y aparece en gaceta oficial el 2 de agosto del 93.
    Ahora, en la cuarta República no hubo voluntad
    política ni para reestablecer los derechos históricos
    de los pueblos indígenas ni para llevar a Guaicaipuro al
    Panteón Nacional. Indudablemente mientras exista el
    Estado, sea cual sea el gobierno, por muy progresista que sea ese
    gobierno, siempre existirán contradicciones entre las
    políticas de Estado y las políticas de los pueblos
    indígenas, de allí que la ampliación de
    derechos tiene
    mucho que ver con estas contradicciones, porque cualquier Estado
    de América
    latina no es el Estado del presente nada más sino que
    es un Estado con una herencia colonial
    de cinco siglos y esa herencia colonial
    es una carga pesada de la cual los estados no pueden deshacerse,
    menos en esta fase en la cual esa globalización apunta con sus
    políticas neoliberales no sólo con el peligro de
    que ese avance globalizador se coma los derechos de los pueblos
    indígenas, sino que también se coma sus propios
    derechos institucionales. De manera que esto no obedece a una
    contradicción exclusiva con los pueblos indígenas
    sino con todos los pueblos y eso es precisamente una de las
    razones por las cuales las minorías terminan
    aliándose como minorías y terminan
    reconociéndose, encontrándose como mayorías,
    como pueblos-pueblos. Entonces habrá cada vez más
    una distancia entre las jerarquías y los pueblos, sean
    éstas oficiales, de Estado, Religiosas, Culturales,
    Militares. Sean jerarquías del tipo que sean. Hay una
    tendencia a separar esas jerarquías pero hay una tendencia
    también de los mismos pueblos que buscan una acercamiento
    de ciertos sectores de esas jerarquías con sus propios
    pueblos. Entonces, es una tensión dialéctica la que
    hay allí y esa tensión dialéctica entre las
    mismas jerarquías y entre los mismos pueblos de
    jerarquía-pueblo pueblo-jerarquía le da al proceso
    una dinámica interna muy interesante. Los
    símbolos indígenas son mucho más
    difíciles de petrificarse por que son símbolos que
    desentierran un pasado-presente de treinta mil, cuarenta mil
    años a cincuenta mil años, según la
    arqueología, y a su vez esos símbolos no
    sólo son arqueologías sino que responden a una
    realidad muy convulsionada del presente y que existiendo unos
    Estados ya comprometidos en lo que es la hipoteca de las nuevas
    generaciones producto de
    políticas desarrollistas es de esperar que los pueblos
    tengan cada vez más la necesidad de apelar a sus propios
    símbolos y hacer que éstos se conviertan en
    irreductibles con relación a las políticas de
    Estado. Fíjate que Guaicaipuro como símbolo, como
    símbolo individual y genérico en este caso ha
    tenido la suerte de contar con el más firme consenso a
    nivel de pueblo y la desgracia de ser enfrentado por un sector de
    la dirigencia racista, incluso un sector de la intelectualidad
    racista y yendo más lejos de un sector de la izquierda que
    también es racista. Aparte no podemos olvidar de que
    ningún sector de la sociedad venezolana o latinoamericana
    pueda considerarse que esta fuera del problema del racismo o
    mejor en la formación racista, etnista, machista, clasista
    y muchas otras formas de discriminación social.
     Dentro del sector intelectual encontramos hartos
    elementos de esa ideología racista a la que haces
    referencia, Arturo Uslar Pietri, por nombrar alguno, no
    contemplaba al Cacique Guaicaipuro dentro de lo que para
    él era la venezolanidad. No obstante en vida siempre fue
    él un icono de la intelectualidad nacional. Estos son
    elementos claros del endorracismo que se perpetúa a
    través de la escuela y la
    cultura.

     Mira, cuando uno revisa la literatura venezolana y
    latinoamericana, las obras de arte, uno se
    encuentra precisamente con la discriminación racial y
    étnica. En la novela
    latinoamericana desde Doña Bárbara de Rómulo
    Gallegos hasta Cien años
    de Soledad de García Márquez, son obras que
    están atravesadas por esa dicotomía
    Civilización o barbarie. Lo mismo la novela Pobre
    Negro, en fin. Aún cuando hay individualidades
    lúcidas dentro de la intelectualidad, ayer y hoy, que han
    intentado superar esa óptica
    racista que ha marcado nuestra literatura, incluso hoy
    mismo nosotros nos encontramos con que algunos intelectuales
    convierten la literatura en racismo, lo hacen sublime incluso con
    el caso concreto del
    Proyecto Guaicaipuro al Panteón Nacional, entonces, como
    expresan de manera muy simple: "bueno y por qué vamos a
    meter a Guaicaipuro al Panteón Nacional si los indios no
    tuvieron Panteón … el Panteón de los indios es la
    boca de piaches , está en las piedras escritas , en las
    altas montañas … por qué no lo dejamos libre como
    un pajarito,¡ no le cortemos su capacidad de vuelo…!" . Y
    es que esa intelectualidad tiene una concepción errada, no
    sólo de Guaicaipuro, sino también de lo que es el
    Panteón Nacional. No tienen una visión ni siquiera
    de la nacionalidad venezolana, a menos no una visión
    dinámica. Son sectores profundamente
    desnacionalizados, sectores que no tienen identificación
    con la tierra , que no tienen arraigo , carecen de perspectiva
    local, perspectiva regional y pretenden en cambio una perspectiva
    universal falsa , en el vacío, sin tren de aterrizaje.
    Esto es importante señalarlo. Por eso nosotros sostenemos
    que la imagen de
    Guaicaipuro tiene un a eficacia
    simbólica por toda la carga histórica que trae y
    por todo el acompañamiento que han tenido esta lucha lo
    mismo que el nivel de aceptación de todo lo que son las
    raíces y la orientación del Panteón Nacional
    de Venezuela hasta hoy.
     Al entender que el
    Panteón Nacional venezolano es único también
    para el resto de los países bolivarianos, me interesa
    saber ¿cómo será entonces la
    participación de éstos, y sobre todo de aquellos
    otros pueblos indios que aún se resisten a las nuevas
    colonias. El movimiento
    indianista se leerá antes y después de "Guaicaipuro
    al Panteón Nacional"?

     La presencia del Cacique Guaicaipuro en el Panteón,
    es la apertura de un escenario, del mismo escenario de los
    excluidos, de los que algunos llaman los invisibles, la voz de
    los sin voz. Hay, por ejemplo, un movimiento
    mundial que trata de reivindicar aquellos símbolos de los
    cuales los pueblos han sido expropiados. Por otro lado, el caso
    de la reivindicación de Guaicaipuro con su presencia en el
    Panteón Nacional, se conecta, sin haberse puesto
    previamente de acuerdo, con toda una serie de movimientos
    mundiales tales como "el Altar de la Tierra" que se está
    construyendo en un pueblo de Alemania
    –se me escapa el nombre en este momento- que consiste en
    que cada pueblo del mundo está llevando un puñado
    de su tierra en una lucha por la paz y la justicia. Y
    ocurre que el planteamiento nuestro a través de lo que
    formuló el profesor Edgar Corrales, un escultor indianista
    de acá, de los Teques, hemos decidido que queremos un
    Guaicaipuro de cuerpo presente ilustrado con un puñado de
    tierra del sitio Suruapo Suruapai (montañas de San Diego
    de los Altos, Edo. Miranda) que fue el lugar donde estaba el
    principal asentamiento de los indios Teques y donde mataron al
    Cacique, como depositario de las cenizas de Guaicaipuro. Pero
    además de eso hay un añadido de la tierra misma que
    será el puñado de tierra que llevará cada
    pueblo indígena de la Venezuela actual. Si viene Rigoberta
    Menchú por supuesto traerá una porción de
    tierra representativa de los pueblos indígenas de todo el
    mundo. Pero además de esta lucha, desde un inicio se ha
    vinculado por un lado los derechos de los pueblos
    indígenas de América
    y de Venezuela en particular, estuvo vinculado a lo que llamamos
    el proyecto de programas
    mínimo de los Pueblos Indios de América
    para el quinto centenario, está entre los antecedentes de
    lo que hoy es el decenio de los pueblos indígenas
    declarado por la ONU. Aparte de
    todo esto varios congresos internacionales de la indianidad como
    la cuarta, quinta y sexta conferencia
    mundial de pueblos indígenas, la sexta, en Noruega ,se ha
    pronunciado a favor de esta reivindicación
    histórica, además el proyecto Guaicaipuro al
    Panteón Nacional en 1992, estuvo marcado por una serie de
    planteamientos que llevaron incluso a nuestro Congreso Nacional a
    pronunciarse en unos términos distintos en relación
    con la fecha histórica de la conquista a como se
    pronunciaron todos los demás parlamentos de
    América. Qué quiere decir ésto, que el
    Parlamento venezolano asumió el quinto centenario en
    términos de balance críticos alternativos y no de
    fiesta, y eso fue un planteamiento nuestro. Asumió el
    convenio 169 de la OIT que es el instrumento internacional de
    mayor relevancia y de mayor apoyo con el que cuentan los pueblos
    indígenas, no sólo de América sino del mundo
    entero. Pero además, hemos notado que este movimiento
    despierta cierta simpatía en las redes de mujeres, por
    ejemplo, en el último congreso de mujeres bolivarianas
    desde la vice-presidencia de la República, Dina Bastidas,
    pasando por todas mujeres que estaban presentes, firmaron dando
    su apoyo al Proyecto, y pidiéndole al presidente
    Chávez un pronunciamiento. Los Palestinos también
    han visto con aprobación este tipo de luchas
    simbólicas y así los Guanches Canarios, es decir,
    esta lucha va más allá de nuestras fronteras, es
    una lucha de la humanidad misma.
     Detrás de esta reivindicación de los
    pueblos pre-hispánicos a través de la figura de
    Guaicaipuro, debe existir un proyecto de fondo desde le punto de
    vista educativo, para redimensionar esos conceptos colonialistas
    que a fin de cuentas reproduce
    la escuela ,
    hablemos de eso.

     Ésto es muy importante, hay una serie de manifiestos
    y de talleres concretos que se han dado para replantearnos las
    líneas rectoras del proceso histórico,
    específicamente americano. Lo que son las variantes
    ideológicas del quinto centenario y de identidad
    nacional y los aspectos fundamentales de lo que
    podríamos llamar la filosofía, ideología y política de la
    indianidad, para aludir el mundo indígena en su
    especificidad. Sobre la filosofía, ideología y
    política de la indianidad, nosotros fuimos promotores en
    la ciudad de Costín , en Argentina en el
    año 1986, en un seminario
    auspiciado por el Consejo Indio de Sudamérica y el Consejo
    Mundial de Pueblos Indígenas. Esto con la idea de sentar
    las bases teóricas y prácticas de la resistencia
    política y cultural de los pueblos indígenas y
    fundamentalmente para garantizar el paso de la resistencia al
    papel
    protagónico de su propia historia, protagónico de
    su papel en sus sociedades y
    como parte de las otras sociedades
    nacionales de los Estados americanos.
     Es frecuente escuchar tanto por la gente común,
    como por algunos peritos en la materia, que
    los venezolanos y venezolanas adolecemos de identidad propia,
    ¿qué tan real es esto?

     En cuanto a la crisis de
    identidad, nosotros entendemos que no hay pueblos sin ellas,
    cualquiera puede identificar a un venezolano en Paris , en Nueva
    York, lo mismo que se identifica a un colombiano o a un
    argentino. De manera que es mentira que nuestro país
    carezca de identidad. Ese no es el problema de fondo. La
    identidad es una especie de huella digital colectiva de los
    pueblos que les permite afianzar su personalidad,
    tanto individual como colectiva. Entonces tendríamos que
    hablar de la identidad a distintos niveles: la identidad
    familiar, personal,
    comunal, local, regional, nacional, continental, la identidad
    específicamente cultural. Dentro del mundo de pluralidades
    en el cual nos debatimos tenemos que buscar la unidad dentro de
    la diversidad.  Una serie de nombres como Indo-
    América, Latinoamérica, Hispanoamérica,
    Ibero- América, Afro- América, son denominaciones,
    que vistas por sí solas, tomadas aisladamente, no dan
    cuenta de la complejidad multiétnica y pluricultural de
    este continente, muchos hablan de que somos un continente
    mestizo. El mestizaje biológico tiene su importancia
    histórica, pero no es el Alfa y el Omega de nuestra
    identidad y mucho menos de nuestra existencia histórica.
    La identidad biológica solamente permite a la gente
    afianzar una identidad racial para no caer en el endorracismo o
    auto rechazo del colectivo por su propia configuración
    racial ,por ejemplo, el negro que no quiere ver en el espejo su
    cara de negro o el indio que se disfraza para no ser reconocido
    como tal. En Brasil, es
    común que los mulatos escondan en la cocina de su casa el
    retrato de la madre negra y presenten en la sala de su casa el
    del padre blanco de descendencia portuguesa. De manera que el
    problema de la identidad es muy complejo, ahora el problema de
    fondo de nuestro continente, como lo apuntaba antes, es que el
    período independentista nunca estuvo acompañado por
    una descolonialización de fondo, fue una independencia que
    se quedó, si se quiere, en lo político-formal,
    aunque la conciencia
    límite, la conciencia posible de la clase política
    que dirigió, gestó y fundamentó el proceso
    de la independencia –porque sí había un
    proyecto nacional , no era sólo una escaramuza- no estaba
    históricamente en condiciones de afianzar, de plantear o
    de auto retarse con una descolonización porque se estaban,
    en ese momento, sacudiendo las cadenas de la esclavitud y de
    la semiesclavitud y por su puesto la nueva clase, que se
    perfilaba como clase dirigente, era prácticamente el
    sector comprometido en la explotación, eran parte de los
    terratenientes, de los explotadores de esclavos en la Andina, en
    las plantaciones y por estas razones, como ves, era casi
    imposible que se gestara un proceso libertario desde todo punto
    de vista. Entonces aquellos mantuanos como el caso de
    Bolívar que se rastrean con la esclavitud fueron
    aislados por sus propias clases, no en vano un Simón
    Bolívar muere prácticamente en el exilio,
    así como otros próceres, sobre todo los más
    lúcidos como Simón Rodríguez ,entre otros ,
    mueren también en el exilio y en la pobreza toda,
    esto no es casual, esto tiene que ver con un espaldarazo que el
    propio mantuanaje le da a las figuras más comprometidas
    con nuestra independencia. Por otro lado, el problema colonial en
    relación con la identidad arrastró la
    confusión en que siempre estuvo el mundo Hispánico
    entre raza y étnia, confusión que se arrastra
    todavía. Entonces esto vino a dar lugar a lo que nosotros
    llamamos una ideología mestiza en la cual se ponía
    la figura del blanco como el modelo y su
    vez la figura de la cultura dominante como el paradigma,
    generando una especie de colonialismo estético o la
    pretensión del dominador de turno de imponernos su
    modelo de
    hombre, de mujer, de cultura
    de belleza. Ayer el español, luego el inglés,
    hoy el gringo. Lo grave es que este colonialismo no sólo
    hizo mella en la parte estética propiamente dicha, sino que
    además afectó la propia estructura
    física y
    espiritual de la venezolanidad y del sentido americanista por
    cuanto al generar vergüenza racial –endorracismo-, al
    generar vergüenza étnica, al generar vergüenza
    de clases, donde precisamente la sociedad de castas se auto
    defiende dentro de la misma estructura de
    la naciente República y trata de perdurar en forma
    disfrazada hasta hoy, generando un gran complejo entre los
    dominantes y los dominados. No hay sociedades ni pueblos, ni
    hombres con complejos de superioridad o inferioridad, simplemente
    existen complejos.
     Para terminar,
    ¿cómo era que decía aquella hermosa frase de
    Martí ¡el poeta!?

     Je ,je,je… él decía: " Con Guaicaipuro,
    Paramaconi, con los desnudos y heroicos Caracas hemos de estar y
    no con las cuerdas que los ataron y los aceros que los degollaron
    y los perros que los
    mordieron."

    Los
    Caciques

    La palabra cacique es un vocablo de
    origen taíno (lengua de
    filiación arawak hablada en las Antillas para el momento
    de la ) que se
    incorporó al caudal léxico español para
    designar al individuo que representaba la autoridad en una

    comunidad
    indígena
    .
    El término, por extensión semántica, ha
    pasado a denominar al individuo que ejerce un liderazgo local
    despótico (el caciquismo). Ahora bien, posiblemente la
    palabra "cacique" llegó a ser
    sinónimo de autoridad omnímoda y
    despótica debido a la tendencia de los
    conquistadores
    de
    buscar instituciones
    equivalentes a las europeas entre los pueblos indígenas
    americanos.
    Al no encontrarlas, por tratarse de realidades culturales
    diferentes, los europeos mal interpretaron las
    culturas
    indígenas
    e incluso, en
    algunos casos, llegaron a negar la existencia de un orden
    social.

    Importantes dirigentes indígenas defendieron sus
    tierras y sus culturas frente a
    los conquistadores
    . Se los
    llamó jefes, diaos, guerreros o caciques y por lo menos
    uno de ellos –Manaure– dirigía un importante
    cacicazgo en el área del actual estado
    Falcón
    durante las primeras
    décadas del siglo XVI. Conocemos nombres y hazañas
    de muchos de estos dirigentes para el momento de la conquista,
    pero desconocemos sus ascendencias.
    Suponemos que éstas se remontan a fechas anteriores, como
    parece revelarlo el plan de ataque
    de
    Guaicaipuro
    y la
    resistencia que encabeza en la zona centronorte de Venezuela
    hacia la segunda mitad del siglo XVI. Guaicaipuro convoca a un
    levantamiento de las sociedades gobernadas por
    Baruta

    –su hijo mayor–
    Naiguatá
    ,
    Aricabacuto,
    Guaicamacuto
    ,

    Chacao

    y el guerrero taramaima Caracaipa, entre otros. Del
    área nororiental se menciona a Cayaurima, cacique de los
    cumanagoto, y sus alianzas con otros caciques de
    la zona de Cumaná para enfrentar a los conquistadores, y a
    otros como Doaca, con quien se identifica la actual zona larense
    de Duaca; a Nigale, jefe zapara en el Zulia; a Huyapari, con cuyo
    nombre los españoles identificaron al
    río Orinoco
    y su
    área en 1531, y a muchos otros jefes, caciques, guerreros,
    como Acaprapocón y Conopoima –quienes comandan la
    lucha una vez muerto Guaicaipuro–, Caricuao, el cacique
    oriental Maturín, Morequito, Paryauta, Parnamacay,
    Pitijay, Sorocaima,
    Tiuna
    , Tamanaco y
    Terepaima.

    A continuación presentamos algunos de
    estos caciques, que han sobrevivido a el olvido de la historia,
    estos son unos cuantos de estos personajes que orientaron a las
    comunidades indígenas del pasado en las tierras
    venezolanas.

    Guaicaipuro

    Cacique de
    los
    indio
    s
    Teques y Caracas, que acaudilló la
    resistencia a la penetración europea en la zona norcentral
    de Venezuela durante la década de 1560. La región
    de Los Teques estaba poblada por muchos indígenas que
    formaban grupos
    independientes con sus jefes o caciques propios.
    El principal de estos grupos era el del cacique
    Guacaipuro, cuyo asiento era Suruapo o Suruapay, situado en las
    vecindades del actual San José de los Altos, en la
    vertiente de la quebrada Paracoto. Aunque la grafía
    "Guaicaipuro" se ha popularizado, debe tenerse en cuenta que su
    verdadero nombre era Guacaipuro, y así es mencionado en
    los documentos
    coetáneos.
    Baruta era el nombre del hijo mayor de Guacaipuro, y Tiaora y
    Caycape el nombre de 2 hermanas suyas y se anotan también
    los nombres de sus 6 hermanos que vivían con él,
    así como también Pariamanaco, hijo de su hermana
    Tiaora, y Quetemne, también hija de esta última; se
    anotan también 6 sobrinos suyos y un nieto. Además
    de Suruapo o Suruapay como pueblo muy importante de su
    jurisdicción, figuran 6 caseríos más, cuyos
    pobladores eran también de su gobierno. Descubiertas unas
    minas de oro en tierras de los Teques, al comenzar Pedro de
    Miranda su explotación, fue atacado por Guacaipuro y tuvo
    que abandonarlas.
    El gobernador Pablo Collado nombró a Juan Rodríguez
    Suárez en sustitución de Miranda, el cual
    venció a Guacaipuro en varios encuentros y creyendo haber
    pacificado la región, dejó en las minas unos
    obreros para trabajarlas con 3 hijos suyos menores de edad.
    Ausente Juan Rodríguez Suárez, Guacaipuro
    asaltó las minas mató a todos los trabajadores,
    incluso a los hijos de Juan Rodríguez Suárez, y
    tras haber incitado a la rebelión a Paramaconi,
    cacique de los taramainas, pasó al hato
    de San Francisco, dio muerte a los pastores, quemó las
    viviendas y dispersó las reses.
    Enterado Juan Rodríguez Suárez del desembarco del
    Tirano Lope de Aguirre, se dirigió hacia Valencia con
    sólo 6 soldados para combatirlo; en el trayecto,
    sorprendido por Terepaima y Guacaipuro, fue muerto tras una
    heroica resistencia. Guacaipuro impulsó entonces un
    levantamiento de todas las tribus y los
    caciques
    Naiguatá
    ,

    Guaicamacuto
    ,
    Aramaipuro,
    Chacao
    ,

    Baruta
    ,

    Paramaconi
    y
    Chicuramay reconocieron a
    Guacaipuro
    por su
    jefe supremo.
    Sabedor Diego de Losada de que Guacaipuro era quien había
    promovido un frustrado asalto a la recién fundada ciudad
    de Caracas (1568), ordenó su aprisionamiento;
    confió este delicado encargo al alcalde Francisco Infante,
    quien, con indios fieles que conocían el paradero del
    cacique, salió de Caracas cierta tarde,
    al ponerse el sol, con 80
    hombres. A la media noche llegaron al alto de una fila, en cuya
    falda estaba el pueblo de Suruapo donde Guacaipuro tenía
    su vivienda; Infante con 25 hombres se quedó allí
    para proteger la retaguardia y retirada en caso de una derrota,
    mientras Sancho del Villar con los demás bajaba a ejecutar
    la prisión del indio.
    Conducidos por los guías llegaron a la puerta del inmenso
    bohío o caney de Guacaipuro los 5 primeros que formaban la
    delantera, pero como acababan de ser descubiertos, con sus
    armas en las
    manos, esperaban la llegada de los compañeros y fue
    entonces cuando intentaron franquear la entrada, pero Guacaipuro,
    que manejaba la espada que había sido de Juan
    Rodríguez Suárez, hirió a cuantos intentaron
    entrar.
    A los gritos de la pelea, se alborotó el pueblo y todos
    acudieron a defender a su cacique, pero nada
    podían contra los filos de las espadas; y los lamentos y
    gritos de las mujeres y niños, en la noche oscura,
    aumentaban la confusión general. Viendo los
    españoles la imposibilidad de rendir al
    cacique, resolvieron quemar el gran bohío
    o caney en el cual estaba guarecido. Como su techo era de paja y
    madera,
    arrojaron una bomba de fuego sobre el tejado, que comenzó
    a arder vorazmente. Viéndose en trance de perecer,
    Guacaipuro saltó fuera, dando estocadas a diestra y
    siniestra contra los asaltantes, pero todo fue en vano pues las
    espadas de éstos lo dejaron muy pronto muerto en el
    suelo; la
    misma suerte tuvieron sus acompañantes.

    Naiguatá

    Naiguatá fue un Cacique de la
    región costera central. Tenía parentesco cercano
    con la cacica Isabel, madre del
    conquistador
    mestizo
    margariteño Francisco Fajardo, a quien favoreció
    cuando éste llegó en 1555 al litoral y
    también en las 2 oportunidades siguientes, de 1557 a 1562.
    Fue uno de los caciques que acudieron con sus hombres al llamado
    de
    Guacaipuro
    cuando
    a fines de 1567 o comienzos del año siguiente se propuso
    destruir la ciudad de Caracas. Pero Naiguatá y los
    demás caciques fueron derrotados por una hueste
    española salida de la ciudad, mientras aguardaban la
    incorporación de Guacaipuro. Su nombre distingue hoy al
    pico más elevado de la cordillera de la Costa.

    Guaicamacuto

    Uno de los caciques del Litoral Central, establecido
    cerca de la actual población de Macuto, fue uno de los que
    recibieron pacíficamente a Francisco Fajardo cuando
    éste llegó a la región por primera vez en
    abril de 1555 y también la segunda, alrededor de 1557.
    Pero los abusos cometidos por la gente de Fajardo asentada en El
    Panecillo, irritaron a los Aborígenes, y Guaicamacuto,
    junto con Paisana y otros, fue uno de los caciques dirigentes de
    la rebelión que estalló en 1558 contra los
    españoles. Valiéndose de una estratagema,
    logró atraer fuera de las empalizadas de la
    población al capitán Jorge Juan Quiñones y a
    un destacamento, que fue atacado y casi totalmente destruido
    por
    los
    indígenas
    , resultando
    Quiñones mortalmente herido.
    A raíz de estos sucesos, Fajardo se retiró de El
    Panecillo ese mismo año. Después del fracaso de un
    tercer intento de Fajardo en 1562, los indígenas del
    litoral se mantuvieron libres del dominio español. En
    1567, llegó a la zona donde vivían Guaicamacuto y
    su tribu, un buque español, que yendo hacia Cartagena de
    Indias, fue perseguido por un corsario francés y
    buscó refugio en la costa. Los de Guaicamacuto se apoderaron del buque,
    mataron a sus tripulantes y lo quemaron, después de
    haberlo saqueado; entre el botín obtenido había
    algunos objetos del culto destinados al obispado de Charcas, en
    el Alto Perú (Bolivia).
    Hacia fines del mismo año, bajando de Caracas,
    llegó al territorio de Guaicamacuto el
    conquistador
    Diego de
    Losada, fundó allí la ciudad de Caraballeda. Cuando
    Guacaipuro convocó, poco después, una gran alianza
    de caciques para atacar y destruir la ciudad de Caracas;
    Guaicamacuto fue de los que acudieron a su llamado, pero al
    fracasar ese intento, decidió rendirse a Losada junto con
    otros caciques y sus respectivas tribus.

    Baruta

    Actualmente Baruta es la Capital del
    municipio de su denominación en el estado Miranda. Situada
    en una hondonada de las montañas al S del valle de
    Caracas, a orillas de la quebrada Baruta pero anteriormente este
    nombre aparece mencionado por vez primera como el de uno de los
    caciques que integraron la coalición que, al mando de
    Guacaipuro, intentó atacar en 1568 la recién
    fundada ciudad de Santiago de León de Caracas.
    Para el 12 de mayo de ese año, este
    cacique y sus indios le fueron encomendados al
    capitán Alonso Andrea de Ledesma, uno de los fundadores;
    encomienda que le fue confirmada en 1582 y 1593. Ledesma
    tenía en el sitio, al parecer, 20 fanegadas de tierra y un
    molino de tribu. El 21 de mayo de 1594, el gobernador Diego de
    Osorio volvió a confirmar dicha encomienda, pero
    asignándoles tierras separadas a los indios.
    El 17 de enero de 1609, el gobernador Sancho de Alquiza dio
    posesión al capitán Onofre Carrasquel de otra
    encomienda, entre cuyos
    indios

    se contaba el cacique don Diego, mariche,
    principal que gobernaba los indios de la cacica Isabel del valle
    de Baruta. Los litigios por las tierras y los indios de Baruta
    entre los descendientes de Ledesma y Carrasquel, durarían
    hasta el siglo XVIII.

    Chacao

    Cacique indígena que habitaba en
    el valle de San Francisco (actual ciudad de Caracas). Hacia 1567,
    Chacao fue hecho prisionero por Juan de Gámez, a quien
    Diego de Losada había ordenado realizar una "entrada" para
    capturar indígenas. Sin embargo, fue puesto en libertad
    por Losada, hecho que permite suponer el interés de
    éste en granjearse la confianza y amistad del jefe
    indígena para facilitar así la pacificación
    de la región. No obstante, su intento resultó
    fallido pues en 1568 Chacao se alió con
    Guacaipuro
    y otros jefes
    indígenas para hacer frente al avance de la

    conquista
    española
    , siendo enfrentados
    y derrotados por el propio Losada en la llamada Batalla de
    Maracapana. Su nombre se conservó como un poblado al E de
    Caracas, incorporado hoy al área metropolitana.

    Paramaconi

    Cacique de
    los
    indio
    s
    taramainas
    (llamados también toromainas) que habitaban en la zona
    nor-central de Venezuela. Después de haberse establecido
    los españoles en el valle de Caracas, Paramaconi, aliado
    con Guacaipuro, fue uno de los jefes de la sublevación
    general de
    indígenas

    de esa zona que estalló a mediados de 1561. Mientras
    Guacaipuro atacaba las minas de la región de Los Teques,
    Paramaconi asaltaba con sus guerreros el hato de San Francisco,
    fundado por Francisco Fajardo en el valle, cerca del río
    Guaire. Durante este combate, una estampida del ganado vacuno que
    tenían los españoles desbarató a los
    taramainas y los obligó a retirarse. Poco más
    tarde, Paramaconi y otro indígena de nombre Toconai se
    enfrentaron en un encuentro personal con Juan
    Rodríguez Suárez y Juan Jorge Quiñones,
    logrando herir al primero de éstos; el compañero de
    Paramaconi resultó muerto, pero el
    cacique se salvó adentrándose en
    el monte.
    A comienzos de 1562 participó en la destrucción del
    hato de San Francisco, que fue definitivamente abandonado por los
    españoles; es probable que poco después tomara
    parte con otros caciques en el asalto a la villa del Collado,
    obligando a Fajardo y sus gentes a retirarse del litoral y
    regresar a la isla de Margarita. Después de estos
    éxitos, los indígenas continuaron por algunos
    años en posesión de sus tierras, pero en 1567 no
    pudieron impedir que Diego de Losada penetrase en la zona y
    fundase las ciudades de Santiago de León de Caracas y de
    Caraballeda. Hacia 1568, Paramaconi y sus hombres concurrieron a
    la gran concentración convocada por Guacaipuro para atacar
    la ciudad de Caracas, pero la operación fracasó por
    falta de coordinación entre las diversas
    parcialidades indígenas; Paramaconi y los suyos fueron
    rechazados por Losada y su hueste.
    A comienzos de la década de 1570, Garci González de
    Silva asaltó de noche el bohío del
    cacique, con quien se trabó en combate
    personal; ambos rodaron por un barranco, y el español
    dejó al
    indígena

    en el fondo, creyéndolo muerto. Paramaconi se
    recuperó de sus heridas y meses más tarde, se
    sometió a los españoles y mantuvo estrecha amistad
    con Garci González de Silva.

    Tiuna

    Indio de la región de Curucutí, que se
    enfrentó a Diego de Losada en la batalla de Maracapana en
    1568. Cuando la concentración indígena reunida en
    Maracapana decide, ante la ausencia del
    Guacaipuro
    ,una parte dispersarse y la otra
    avanzar hacia la recién fundada ciudad de Santiago de
    León de Caracas, Losada logró poner en retirada a
    ésta última luego de un sangriento combate;
    sólo quedó Tiuna en el campo y desafió a
    Losada con una media espada enastada en palo de
    guaica.

    Losada delegó en Francisco Maldonado la
    contestación al reto, pero éste fue herido por un
    lanzazo de Tiuna; en socorro del herido intervinieron Juan
    Gallegos, Gaspar Pinto y Juan de San Juan; Tiuna logró
    herir a Gallegos y San Juan y fue muerto de un flechazo disparado
    a traición por un
    indio

    criado de Maldonado

     

    Orlando Camacaro

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