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Cetoacidosis diabética




Enviado por eduardo



    Cetoacidosis
    diabética

    1. Factores
      precipitantes
    2. Diagnóstico
    3. Diagnóstico
      diferencial
    4. Criterios de ingreso en
      UCI
    5. Tratamiento
    6. Tratamiento de las
      alteraciones electrolíticas
    7. Tratamiento
      adjunto
    8. Complicaciones
    9. Bibliografía

    Introducción

    La cetoacidosis diabética (CAD) representa una de
    las más serias complicaciones metabólicas agudas de
    la diabetes mellitus
    causada por un déficit relativo o absoluto de insulina, y
    un incremento concomitante de las hormonas
    contrainsulares. Se caracteriza por un marcado disturbio
    catabólico en el metabolismo de
    los carbohidratos,
    las proteínas
    y los lípidos,
    presentándose clásicamente con la tríada:
    hiperglicemia, cetosis y acidosis.

    Esta emergencia hiperglicémica constituye una
    causa importante de morbilidad y mortalidad entre los pacientes
    diabéticos a pesar de los avances significativos en
    el
    conocimiento de su fisiopatología y a los acuerdos
    más uniformes sobre su diagnóstico y tratamiento.

    Ocurre con una frecuencia de 4 a 8 casos por cada 1 000
    diabéticos por año; del 20% al 30% de los episodios
    se producen en los que debutan con la enfermedad. Se presenta con
    mayor frecuencia en los diabéticos tipo I y en los
    adultos, típicamente entre los más jóvenes
    (28 a 38 años), sin que exista predilección por
    algún sexo.

    Desde su descripción original en 1886 por Dreschfeld
    hasta el descubrimiento de la insulina en 1922, la tasa de
    mortalidad por esta complicación era cercana al 100%,
    constituyendo en aquel momento la primera causa de muerte entre
    los diabéticos. En 1932 la tasa disminuyó a 29% y
    actualmente se estima la mortalidad entre 2% y 14%;
    ensombreciéndose el pronóstico en pacientes con
    edades extremas y con la presencia de signos como el coma y la
    hipotensión.

    En gestantes la tasa de mortalidad fetal es tan alta
    como 30%, la que asciende hasta 60% en pacientes con CAD en
    coma.

    Debido a que un episodio de CAD requiere habitualmente
    la hospitalización, con frecuencia en una unidad de
    cuidados intensivos (UCI), se encarecen significativamente los
    costos por esta
    causa, llegándose a estimar en más de un
    billón de dólares por año en los EE
    UU.

    En los últimos años el perfil del paciente
    cetoacidótico se ha modificado, no solo por su menor
    frecuencia, sino porque su gravedad es menos extrema. Estos
    cambios traducen un indiscutible progreso en el nivel educativo
    de los pacientes y en la calidad
    médica de la asistencia primaria.

    Factores
    precipitantes

    Los factores precipitantes más comunes por orden
    de frecuencia son: (1) la infección (30% a 39%), (2) la
    omisión o la
    administración de una dosis inadecuada de insulina
    (21% a 49%) y (3) la diabetes de debut
    (20% a 30%). Otros factores incluyen: el infarto agudo de
    miocardio, la enfermedad cerebrovascular, la pancreatitis aguda,
    las drogas (el
    alcohol, los
    esteroides, las tiacidas, los simpaticomiméticos y
    los b
    -bloqueadores), el trauma, la cirugía y el embarazo. En
    2% al 10% de los casos no es posible identificar el evento
    precipitante.

    Las infecciones más frecuentes son la
    neumonía y la infección urinaria, que se presentan
    en 30% a 50% de los casos.

    Las causas de omisión de las dosis de insulina
    son los factores sicológicos, que incluyen el miedo a la
    ganancia de peso con la mejoría del control
    metabólico, el miedo a la hipoglucemia, la rebelión
    a la autoridad y el
    estrés de
    las enfermedades
    crónicas, así como un pobre cumplimiento del
    tratamiento.

    • Fisiopatogénesis

    De manera general, los desórdenes
    metabólicos de la CAD resultan de una reducción de
    la concentración circulante efectiva de insulina, asociada
    con una elevación concomitante de las hormonas
    contrainsulares del estrés
    (glucagón, catecolamina, cortisol y hormona del
    crecimiento). El déficit insulínico puede ser
    absoluto, o relativo a un exceso de hormonas contra-reguladoras.
    También contribuye al estado
    hiperglicémico una disminución en la actividad de
    la insulina y una resistencia
    parcial a ella al disminuir la utilización
    periférica de la glucosa.

    • Metabolismo de los
      lípidos

    La producción de cuerpos cetónicos en
    la CAD es el resultado de la combinación del
    déficit de insulina con el aumento de las hormonas
    contrarreguladoras.

    La insulina inhibe la lipasa que cataboliza a los
    triglicéridos y estimula la proteinlipasa, lo que favorece
    el almacenamiento de
    los triglicérido (TG) transportados en las
    lipoproteínas de muy baja densidad;
    además, inhibe la producción de prostanglandinas (PG)
    I2 y E2 en el tejido adiposo, que provocan
    vasodilatación y promueven la liberación de
    ácidos
    grasos libres (AGL), a la circulación
    sistémica.

    A la vez las catecolaminas, especialmente la epinefrina,
    estimulan la lipasa del tejido adiposo, lo que trae como
    consecuencia que los TG se metabolicen a glicerol y AGL. El
    glicerol es utilizado en el hígado y el
    riñón como sustrato para la gluconeogénesis,
    mientras que los AGL sirven de precursores a los
    cetoácidos.

    En el hígado los AGL son oxidados a cuerpos
    cetónicos en un proceso
    estimulado principalmente por el glucagón, pues los altos
    niveles de este último inhiben la acetil CoA carboxilasa
    que bloquea la conversión de piruvato a acetil CoA, que a
    su vez produce disminución en los niveles de malonil CoA.
    Esta última inhibe la carnitin-palmitoil-transferasa-1
    (CPT-1), necesaria para el transporte de
    los AGL al interior de las mitocondrias donde son oxidados hasta
    cetoácidos; o sea, que el incremento de la actividad de la
    CPT-1 por disminución de los niveles de malonil CoA es
    responsable de la cetogénesis.

    • Metabolismo proteico

    La ausencia de insulina, sola o en combinación
    con un aumento de las hormonas contrarreguladoras, incrementa la
    proteolisis, lo que produce aminoácidos que sirven de
    substrato para la gluconeogénesis.

    • Metabolismo hidroelectrolítico y
      acidobásico

    Como consecuencia de la hiperglicemia se produce
    glucosuria al superarse el umbral renal de reabsorción de
    la glucosa (aproximadamente de 240 mg/dL), lo que determina la
    aparición de diuresis osmótica y pérdida de
    agua y
    electrólitos que puede llegar a la hipovolemia y esta, a
    su vez, disminución del filtrado glomerular con lo que se
    exacerba aun más la hiperglicemia y la cetonemia al
    disminuir su eliminación. Por otro lado la
    deshidratación refuerza los mecanismos patogénicos
    cetoacidóticos al incrementar la liberación de
    hormonas contrainsulares.

    Producto de la diuresis osmótica se produce un
    déficit de líquidos de aproximadamente 100 mL/kg de
    peso corporal, asociado a un déficit de 7 a 10 mmol de
    Na+, de 5 a 7 mmol de Cl- y de 5 a 10 mmol
    de K+ por cada kilogramo de peso.

    El déficit de insulina per se puede contribuir
    también a las pérdidas renales de agua y
    electrólitos, ya que ella estimula la reabsorción
    de sal y agua en el túbulo proximal y de los fosfatos en
    el túbulo distal. Otros mecanismos que conducen a las
    pérdidas hídricas y de electrólitos son la
    hiperventilación y los vómitos.

    La hiperglicemia aumenta la tonicidad plasmática
    ocasionando deshidratación celular, por salida del agua de
    las células al
    espacio intravascular, acompañada de potasio y fosfatos,
    lo que acentúa la acidosis y el catabolismo proteico
    intracelular; además, la entrada de potasio a la célula
    se ve entorpecida por la insulinopenia. Esto explica el hecho de
    que a pesar de las pérdidas urinarias de potasio y de su
    déficit corporal, muchos pacientes presentan en la
    evaluación inicial el potasio sérico
    normal o alto.

    Los cetoácidos (acetona, ácido
    acetoacético y ácido b -hidroxibutírico), son ácidos
    fuertes que se encuentran completamente disociados al pH
    fisiológico, lo que ocasiona con su aumento la
    aparición de una acidosis metabólica con brecha
    aniónica incrementada. La cetonuria produce
    pérdidas electrolíticas adicionales.

    La acetona, producto de la
    descarboxilación espontánea del ácido
    acético, se acumula en sangre y se
    elimina lentamente por la respiración y aunque no es responsable del
    descenso del pH, sí
    lo es del olor característico (a manzanas) del aire espirado (la
    acetona es un anestésico para el SNC, pero la causa del
    coma en la CAD se desconoce).

    La Figura 1 resume la fisiopatología de la
    CAD.

    Diagnóstico

    • Interrogatorio y examen
      físico

    Aunque los síntomas de una diabetes mellitus
    pobremente controlada pueden estar presentes desde varios
    días antes, las alteraciones metabólicas
    típicas de la CAD usualmente se desarrollan
    rápidamente (generalmente en menos de 24
    horas).

    El cuadro clínico incluye una historia de poliuria,
    polidipsia, pérdida de peso, nauseas, vómitos y
    disminución del apetito. Esta anorexia
    relativa reviste importancia ya que es la primera
    manifestación del paso de la hiperglicemia simple a la
    cetosis. En el adulto ocasionalmente aparece dolor abdominal (es
    más común en los niños),
    que puede simular un abdomen agudo quirúrgico; la causa de
    este dolor no esta del todo elucidada y se atribuye a
    deshidratación del tejido muscular, dilatación
    gástrica y a un íleo paralítico (secundario
    a los trastornos electrolíticos y a la acidosis
    metabólica). Otra teoría
    lo relaciona con alteraciones de las PG.

    El diagnóstico del abdomen agudo
    metabólico solo se puede admitir cuando no exista otra
    causa razonable de dolor abdominal, el pH es bajo y los
    síntomas mejoran con la corrección de la acidosis;
    pues si no ocurre mejoría del dolor, deben descartarse
    otras posibilidades diagnósticas como la trombosis
    mesentérica y la pancreatitis aguda (secundaria a una
    hipertrigliceridemia grave que puede acompañar a la
    CAD).

    Las alteraciones del estado de
    conciencia,
    principalmente el letargo y la somnolencia, son frecuentemente de
    aparición más tardía y pueden progresar al
    coma en el paciente no tratado. Un número pequeño
    de casos se presenta en coma. Otros síntomas incluyen:
    debilidad general, astenia y cansancio fácil.

    La exploración física muestra signos de
    deshidratación (pérdida de la turgencia de la
    piel, mucosas
    secas, taquicardia e hipotensión) que pueden llegar al
    shock hipovolémico. Se puede ver un patrón
    respiratorio característico (respiración de Kussmaul) con respiraciones
    profundas, regulares y lentas y percibirse un olor típico,
    a manzanas podridas, en el aire espirado. La
    respiración de Kussmaul aparece cuando el pH es inferior a
    7,20–7,10, por tanto constituye el signo clínico que
    aparece cuando el paciente ha pasado de un estado de cetosis a
    uno de cetoacidosis. Cuando el pH es muy bajo (£ 6,9) puede desaparecer por
    afectación del centro bulbar, lo que constituye un signo
    de mal pronóstico.

    Aunque la infección es un factor desencadenante
    común para la CAD, los pacientes pueden estar
    normotérmicos e incluso hipotérmicos debido a la
    presencia de una vasodilatación periférica
    importante secundaria a los altos niveles circulantes de PG. La
    presencia de hipotermia es un signo de mal
    pronóstico.

    • Exámenes complementarios

    Cuando se sospecha una CAD los exámenes
    complementarios deben incluir: hemogasometria arterial, glicemia,
    cetonemia y cetonuria, ionograma (con cálculo de
    brecha aniónica y de sodio corregido), creatinina y
    osmolaridad (total y efectiva).

    Adicionalmente deben realizarse hemograma completo con
    diferencial, parcial de orina, urocultivo, Rx de tórax,
    ECG y test de embarazo
    cuando estén indicados para identificar el factor
    precipitante.

    Los criterios diagnósticos más ampliamente
    utilizados para la CAD son:

    • Glicemia > 250 mg/dL (13,9 mmol/dL)
    • pH arterial < 7,30
    • Bicarbonato sérico < 15 mmol/L
    • Grado moderado de cetonemia y cetonuria

    Sin embargo, está justificado un
    diagnóstico presuntivo a la cabecera del lecho del
    paciente ante un individuo deshidratado, con respiración
    profunda y rápida que presenta glucosuria, cetonuria y
    cetonemia.

    La glicemia suele encontrarse en un rango entre 300 y
    800 mg/dL (16,7 a 44,4 mmol/L), y los valores
    superiores a los 1 000 mg/dL (55,5 mmol/L) son excepcionales.
    Puede ser normal o estar mínimamente elevada en el 15% de
    los pacientes con CAD (< 300 mg/dL o 16,7 mmol/L)
    principalmente en los sujetos alcohólicos o en los que
    reciben insulina.

    La valoración de la cetonuria y cetonemia se
    realiza usualmente mediante la reacción con nitroprusiato,
    la cual provee una estimación semicuantitativa de los
    niveles de ácido acetoacético y acetona, aunque
    pudiera subestimarse la severidad de la CAD al no reconocerse la
    presencia del ácido b -hidroxibutírico (principal
    cetoácido en la CAD). Si es posible la medición directa de este ácido,
    disponible en muchos hospitales, es preferible para establecer el
    diagnóstico de CAD (niveles > 3 mmol/L).

    La proporción plasmática normal entre el
    ácido b
    hidroxibutírico y el acetoacético es de 3:1
    alcanzando a veces una proporción de 8:1 en la
    CAD.

    La acumulación de cetoácidos produce
    usualmente una acidosis metabólica con incremento de la
    brecha aniónica. Esta última tiene un valor normal
    de 12 ± 4 mmol/L, pero si el laboratorio
    utiliza electrodos específicos para determinar
    Na+ y Cl-, entonces se considera normal el
    rango de 7 a 9 mmol/L. (el Cuadro 1 muestra las
    formulas usadas en los cálculos de
    laboratorios).

    En el momento del ingreso las concentraciones
    séricas de sodio normalmente están disminuidas
    debido al flujo osmótico de agua del espacio intracelular
    al extracelular producido por la hiperglicemia, por lo que para
    valorar la severidad del déficit de sodio y agua se debe
    calcular la corrección para el sodio (Cuadro
    1).

    Las concentraciones séricas de potasio usualmente
    están elevadas debido al movimiento del
    potasio intracelular al espacio extracelular causado por la
    acidemia, la hipertonicidad y la deficiencia de insulina. Debe
    monitorizarse estrechamente porque con el tratamiento su valor cae
    rápidamente (niveles iniciales < 4,5 mmol/L indican una
    intensa depleción y la necesidad de tratamiento
    rápido y una estrecha monitorización cardiovascular
    ya que el tratamiento puede disminuirlo aun más y causar
    arritmias cardíacas).

    Es necesario recordar que en la CAD puede apreciarse una
    hiperlipidemia severa que puede falsear los resultados de la
    glicemia y la natremia (apareciendo una seudo hipo- o
    normoglicemia y una seudohiponatremia) y hacer que el plasma se
    vea lechoso.

    El pH y la concentración de bicarbonato en plasma
    están usualmente disminuidos y no son excepcionales cifras
    de bicarbonato < 3 mmol/L y pH < 6,8. La intensidad de la
    acidosis guarda relación con el tiempo
    transcurrido entre los primeros síntomas y el momento de
    la asistencia; por lo que cuando el tiempo
    transcurrido es corto, el pH puede estar moderadamente descendido
    aunque el descenso del bicarbonato sea importante (CAD
    parcialmente compensada), pero si este periodo es prolongado, se
    consume todo el bicarbonato disponible lo que disminuye
    notablemente el pH (CAD descompensada).

    Cuadro 1. Fórmulas
    frecuentemente utilizadas en el manejo de la
    CAD

    Brecha aniónica = Na+ –
    (Cl- + HCO3-)

    Valor normal: 12 ± 4 mmol/L

    Sodio corregido:

    Añadir al Na+ medido 1,6
    mmol/L por cada 100 mg/dL (5,4 mmol/L) de glucosa sobre
    los 100 mg/dL de glicemia (el Na+ desciende 1
    mmol/L por cada 3 mmol/L que aumenta la
    glucosa).

    Osmolaridad sérica:

    • Total:

    2 [Na+ sérico medido (mmol/L)]
    + glucosa (mg/dL)/18 + BUN(mg/dL)/2,8

    ó

    2 [Na+ sérico medido (mmol/L)]
    + glucosa (mmol/dL) + Urea (mmol/dL)

    Valor Normal: 290 ± 5 mOsm/L

    • Efectiva:

    2 [Na+ sérico medido (mmol/L)]
    + glucosa (mg/dL) / 18

    Valor normal: 285 ± 5 mOsm/L

    En algunos casos el diagnóstico de CAD puede
    confundirse por la coexistencia de otros desórdenes
    acidobásicos. El pH puede ser normal o incluso elevado
    dependiendo del grado de compensación respiratoria o de la
    presencia de una alcalosis metabólica causada por
    vómitos frecuentes o por el uso de
    diuréticos.

    En raras ocasiones, y con una constelación
    parecida a la CAD, los diabéticos insulinodependientes
    pueden presentar una situación clínica aguda
    caracterizada por vómitos importantes,
    deshidratación moderada o ligera, hiperglicemia ligera y
    alcalosis metabólica con cetonuria marcada. Este estado se
    denomina cetoalcalosis diabética y no es aceptado por
    muchos como una entidad aislada, sino como una cetoacidosis
    diabética asociada a una alcalosis metabólica
    debida a los vómitos, la ingesta de álcalis o de
    ambos.

    Es de señalar que el bicarbonato desciende
    habitualmente en igual grado en que aumenta la brecha
    aniónica. Algunos sujetos pueden presentar una "acidosis
    metabólica hiperclorémica sin una brecha
    aniónica significativamente alta, lo que puede presentarse
    durante la fase de recuperación.

    Los pacientes con CAD que están en coma tienen
    una osmolaridad plasmática alrededor de 330 mOsm/L, y si
    esta es menor, debe buscarse otra causa del trastorno de la
    conciencia.

    La mayoría de los pacientes se presentan con
    leucocitosis por lo que este dato es rara vez de utilidad en la
    investigación etiológica del
    proceso.

    La creatinina medida por un método
    colorimétrico, puede estar falsamente elevada como
    resultado de la interferencia del ácido
    acetoacético.

    Es característica la elevación de la
    amilasa sérica, aunque es raro que la CAD se asocie con
    pancreatitis. Se debe medir la lipasa sérica para el
    diagnóstico diferencial, aunque esta también puede
    estar elevada.

    DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL

    No todos los pacientes con cetoacidosis tienen una CAD.
    La cetosis de ayuno y la alcohólica (CAA) se pueden
    diferenciar por el interrogatorio y el examen físico
    asociados a los niveles de glicemia, que varían de una
    hiperglicemia ligera (rara vez > 250 mg/dL – 13,9
    mmol/L) a la hipoglucemia. La CAA puede causar una acidosis
    intensa, sin embargo, los niveles de bicarbonato en la cetosis de
    ayuno rara vez están por debajo de 18 mmol/L.

    La CAD debe distinguirse de otras causas de acidosis
    metabólica con incremento del hiato aniónico, lo
    que incluye la insuficiencia renal crónica, la acidosis
    láctica y la ingestión de drogas como
    los salicilatos, el metanol, el etilenglicol y el
    paraldehido.

    CRITERIOS DE INGRESO
    EN UCI

    La mayoría de los pacientes admitidos con el
    diagnóstico de CAD tienen una acidosis metabólica
    ligera, con niveles elevados de glicemia y cuerpos
    cetónicos, muchos están alertas y pueden manejarse
    en el departamento de emergencias y pasar, de ser necesario, a
    una sala general. Por otro lado los pacientes con una CAD severa
    típicamente presentan un nivel de bicarbonato inferior a
    10 mmol/L y / o un pH , 7,0, con una osmolaridad sérica
    total mayor de 330 mOsm/kg y, usualmente, alteraciones de
    conciencia y deben ser tratados en una
    UCI.

    Se sugiere clasificar a los pacientes con CAD
    según su severidad (Tabla 1), lo que facilita su manejo
    terapéutico.

    Tabla 1.
    Clasificación de la CAD según su
    severidad

     

    Ligera

    Moderada

    Severa

    CHO

    Estado mixto

    Glicemia

    >250 mg/dL

    (13,9 mmol/L)

    >250 mg/dL

    (13,9 mmol/L)

    >250 mg/dL

    (13,9 mmol/L)

    >600 mg/dL

    (33,3 mmol/L)

    >600 mg/dL

    (33,3 mmol/L)

    pH arterial

    7,25 – 7,30

    7,0 – 7,24

    < 7,0

    > 7,3

    < 7,3

    Bicarbonato

    15 – 18

    10 – 15

    < 10

    > 15

    < 15

    Brecha aniónica

    > 10

    > 12

    > 12

    < 12

    >10

    Estado de conciencia

    Alerta

    Alerta / somnoliento

    Estupor / Coma

    Estupor /

    Coma

    Estupor / Coma

    Cetonemia / cetonuria

    ++

    ++

    ++

    +

    ++

    Osmolaridad efectiva

    Variable

    Variable

    Variable

    > 320

    > 320

    Se ingresan en la UCI aquellos pacientes con CAD severa
    y aquellos que estén bajo las circunstancias
    siguientes:

    • Inestabilidad hemodinámica
    • Necesidad de proteger la vía
      aérea
    • Obnubilación / Coma
    • Imposibilidad de administrar una infusión de
      insulina en sala abierta
    • Necesidad de monitorización frecuente (cada 1
      – 2 horas)

    Tratamiento

    Las metas terapéuticas para el tratamiento de la
    CAD consisten en: 1) mejorar el volumen
    circulante y la perfusión hística, 2) disminuir la
    hiperglicemia, la hipercetonemia y la osmolaridad
    plasmática, 3) corregir los trastornos
    electrolíticos e 4) identificar y tratar el evento
    precipitante.

    Los tres elementos terapéuticos principales son:
    1) la fluidoterapia, 2) el tratamiento insulínico y 3) la
    reposición electrolítica.

    • Fluidoterapia

    Debido a que un paciente con una CAD esta
    invariablemente deshidratado con un déficit importante de
    sodio y cloro y que la hipovolemia puede contribuir a la
    producción de acidosis láctica, así como a
    una disminución en el aclaramiento plasmático de
    ácidos orgánicos e inorgánicos y de la
    glucosa (contribuyendo a la hiperglicemia y a la hipercetonemia)
    y si es significativa y causa hipoperfusión
    periférica produce resistencia a la
    acción de la insulina (al estimular la liberación
    de hormonas contrainsulares), la reposición del
    déficit hidroelectrolítico es de primera prioridad.
    Este déficit está determinado por la
    duración de la hiperglicemia, el nivel de función
    renal y la ingestión por el paciente de solutos y agua.
    Puede estimarse mediante las reglas reflejadas en la tabla 2, a
    menos que el paciente sufra una neuropatía con
    afectación de los reflejos cardiovasculares:

    Tabla 2

    Manifestación

    Déficit en el volumen extracelular

    Volumen para la
    corrección

    Incremento del pulso con el ortostatismo sin
    variaciones de la TA

    ± 10%

    ± 2 L

    Hipotensión ortostática

    (Disminución TA > 15/10
    mmHg)

    15% a 20%

    ± 3 a 4 L

    Hipotensión supina

    > 20%

    > 4 L

    El estado de hidratación también puede
    estimarse calculando el sodio corregido y la osmolaridad
    sérica total y efectiva pues una concentración del
    sodio corregido > 140 mmol/L y una osmolaridad sérica
    total calculada > 340 mOsm/L están asociadas con una
    gran pérdida de agua.

    El déficit en litros de agua corporal total (ACT)
    puede calcularse mediante las formulas:

    ACT = 0,6 x peso (kg) x [1 – (140 /
    Sodio sérico corregido)]

    ACT = 0,6 x peso (kg) x [(Sodio
    sérico corregido / 140) – 1]

    La meta inicial en el tratamiento de
    rehidratación es la repleción del volumen del
    espacio extracelular para restaurar el volumen intravascular, lo
    que mejora la perfusión, disminuye los niveles de hormonas
    contrainsulares y la hiperglicemia, y aumenta la sensibilidad a
    la insulina.

    La solución inicial de elección es la
    solución salina isotónica al 0,9%, aun en pacientes
    con marcada hipertonicidad, y particularmente en aquellos con
    evidencias de déficit marcado de sodio; pues esta
    solución es hipotónica con respecto al
    líquido extracelular del paciente y permanece limitada a
    este compartimiento.

    La velocidad
    inicial de infusión será de 15 a 20 ml/kg de peso
    durante la primera hora (aproximadamente 1 a 2 litros en el
    adulto) en ausencia de compromiso cardiovascular,
    disminuyéndose la velocidad
    entre 4 a 14 ml/kg de peso ((250 a 1 000 ml / hora) en
    dependencia del estado de hidratación, hemodinámico
    y del ritmo diurético. Si la hipotensión es severa,
    con evidencias clínicas de hipoperfusión, y no
    responde a los cristaloides; debe considerarse el uso de coloides
    y de realizar una monitorización hemodinámica
    invasora. Cuando se estabiliza la TA y el ritmo diurético
    es adecuado, se cambia a solución salina al 0,45% con
    igual velocidad de infusión (esta conducta
    también se sigue si aparece hipernatremia). Esta
    solución tiene una composición similar a los
    líquidos perdidos con la diuresis osmótica, lo que
    permite una reposición gradual del déficit tanto
    del compartimiento líquido extracelular como del
    intracelular. La cantidad promedio de líquido a
    administrar durante las primeras 6 a 8 horas es de 5
    litros.

    La dextrosa debe añadirse a los líquidos
    administrados cuando la glicemia descienda de 250 mg/dL (13,9
    mmol/L), lo que permite continuar la administración de insulina hasta que se
    controle la cetogénesis y evita una corrección
    rápida de la hiperglicemia; que puede estar asociada al
    desarrollo de
    edema cerebral.

    Se sugiere que los cambios en la osmolaridad
    sérica no excedan los 3 mOsm/kg de agua/hora.

    En pacientes con compromiso renal o cardiovascular, la
    monitorización de la osmolaridad sérica y la
    valoración frecuente del estado cardiovascular, renal y de
    la conciencia, debe realizarse durante la reposición
    hídrica para evitar una sobrecarga de volumen
    iatrogénica, que puede ser causante de edema pulmonar y
    acidosis metabólica hiperclorémica.

    Un elemento importante a monitorizar durante el
    tratamiento hídrico son las pérdidas urinarias, ya
    que a medida que disminuyen las concentraciones de glucosa y de
    cetoácidos disminuye la diuresis osmótica, lo que
    permite reducir la velocidad de las infusiones endovenosas, lo
    que a su vez reduce el riesgo de retener
    un exceso de agua libre que puede contribuir al desarrollo de
    edema cerebral, particularmente en los niños.

    La duración de la reposición de los
    fluidos endovenosos es de aproximadamente 48 horas, en
    dependencia de la respuesta clínica

    • Tratamiento insulínico

    La hiperglicemia, la cetosis y la acidosis que se
    producen durante la CAD mejoran con el tratamiento
    insulínico al inhibirse la gluconeogénesis, la
    síntesis hepática de
    cetoácidos y la lipólisis en el tejido adiposo. Su
    inicio está contraindicado en el paciente con
    hipotensión e hiperglicemia severa hasta que la TA se
    estabilice con la
    administración de líquidos, con lo que se evita
    precipitar el colapso vascular debido al movimiento de
    líquido del espacio extracelular al intracelular por
    caída rápida de los niveles de glicemia como
    resultado de la administración de insulina. De igual manera
    debe evitarse en el paciente hipopotasémico (< 3,3
    mmol/L) hasta que se inicie la reposición de potasio, para
    evitar un agravamiento de la hipopotasemia secundaria al
    movimiento del potasio al espacio intracelular por la
    acción de la insulina. En general, se recomienda iniciar
    la administración de insulina una hora después de
    comenzar la fluidoterapia, momento en el que ya tenemos el
    resultado del ionograma (permite descartar la hipopotasemia) y se
    ha infundido un litro de solución salina
    isotónica.

    A menos que el paciente tenga una CAD ligera, la
    infusión endovenosa continua de insulina regular
    constituye el tratamiento de elección (diluyendo la
    insulina en solución salina al 0,9% en una
    proporción aproximada de 1 U/ml). Se sugiere dar un bolo
    endovenoso inicial de 0,15 U/kg de peso (aunque algunos lo
    consideran opcional debido a lo breve de la vida media de la
    insulina por esta vía) y continuar con una infusión
    de 0,1 U/kg/por hora (5 a 7 U/hora) con lo que se logran niveles
    séricos de insulina cercanos a lo fisiológicos
    (100 m U/ml).
    Esta dosis usualmente produce una disminución gradual de
    los niveles de glicemia a un ritmo de 50 a 75 mg/dL (2,8 a 4,2
    mmol/L) por hora; pero si esta disminución no se produce,
    debe evaluarse el estado de
    hidratación y si éste es aceptable, se
    duplicará la velocidad de la infusión cada hora
    hasta que se alcance ese ritmo de descenso. La glicemia no debe
    disminuir a una velocidad mayor de 100 mg/dL (5,6 mmol/L) por
    hora, ya que su corrección rápida incrementa los
    riesgos de que se
    produzca edema cerebral. Cuando la glicemia alcanza el valor de
    250 mg/dL (13,9 mmol/L) debe disminuirse la velocidad de la
    infusión a 0,05 a 0,1 U/kg por hora (3 a 6 U/hora) y se
    añadirá dextrosa a los líquidos de
    hidratación ajustándose la velocidad de
    infusión y la concentración de la glucosa para
    mantener los niveles de glicemia sobre este valor, hasta que la
    cetoacidosis se resuelva.

    Usualmente la cetonemia demora más tiempo en
    resolverse que la hiperglicemia, pues se estima que para que el
    bicarbonato y el pH alcancen los niveles control (15
    mmol/L y 7,3), generalmente se requiere el doble del tiempo que
    para que la glicemia alcance los 200 mg/dL (11,1 mmol/L). Durante
    el tratamiento el ácido b -hidroxibutírico disminuye
    transformándose en ácido acetoacético, lo
    cual puede hacer creer al médico que la cetonemia empeora
    cuando se monitoriza con los métodos
    convencionales (recordar que estos métodos no
    determinan el ácido b -hidroxibutírico); y es por eso que los
    niveles de cetonemia y cetonuria no se deben utilizar para
    evaluar la efectividad de la respuesta terapéutica y solo
    para el diagnóstico y para comprobar su total
    resolución.

    El paciente con alteración de la conciencia y
    osmolaridad elevada requiere aproximadamente el mismo
    número de horas para normalizar el sensorio que el
    requerido para normalizar el bicarbonato y el pH. En este caso se
    pretende mantener la glicemia alrededor de 300 mg/dL (16,7
    mmol/L) hasta que el paciente esté alerta y
    orientado.

    En un paciente con una CAD ligera se puede administrar
    la insulina regular por vía SC o IM cada una hora ya que
    tienen igual tasa de absorción, aunque es menos dolorosa
    la primera; y resultan tan efectivas como la vía EV en la
    reducción de la glicemia y la cetonemia. En estos caso se
    debe administrar una dosis inicial de 0,4 a 0,6 U/kg de peso
    fraccionándola en dos y administrando ½ de la dosis
    por vía EV para lograr un efecto inmediato, y el resto por
    vía SC o IM; continuando con una dosis de 0,1 U/kg/hora SC
    o IM.

    El tratamiento insulínico no debe descontinuarse
    hasta que la acidosis y la cetonemia mejoren significativamente y
    la brecha aniónica se normalice o esté cercana a lo
    normal. La continuación del tratamiento por
    aproximadamente 7 horas después de alcanzar la
    normoglicemia permite usualmente la resolución completa de
    la cetoacidosis.

    Una vez controlado el episodio de CAD y el paciente sea
    capaz de alimentarse por vía oral se pasará a un
    régimen insulínico de multidosis basado en el
    tratamiento previo, o si es un diabético de debut la dosis
    total de insulina se calculará a 0,6 a 0,7 U/kg por
    día modificándose según la glicemia (Tabla
    3).

    Debido a lo breve de la vida media de la insulina cuando
    se administra por vía EV (7 a 8 minutos) y a que el inicio
    de su acción cuando se administra por vía SC es de
    30 a 45 minutos (si es regular) y de 2 a 3 horas (si es de
    acción intermedia), es importante que se mantenga la
    infusión hasta que se estime que estén actuando
    para evitar una rápida caída de la
    concentración sérica de insulina que ocasione una
    recaída de la CAD (la infusión no debe suspenderse
    hasta, por lo menos, una hora después del cambio en la
    vía de administración). Lo mismo ocurre tras
    cualquier omisión del tratamiento durante las primeras 24
    horas.

    Tabla 3. Dosis de insulina a
    administrar según niveles de glicemia.

    Glucosa (mg/dL)

    Glucosa (mmol/L)

    Insulina (unidades)

    < 150

    < 8,3

    Ninguna

    150 a 200

    8,3 a 11,1

    5

    201 a 250

    11,1 a 13,8

    10

    251 a 300

    13,8 a 16,6

    15

    > 300

    > 16,6

    20

    Tratamiento de las alteraciones
    electrolíticas

    • Potasio 

    El potasio es el electrólito que más se
    pierde durante la CAD con un déficit total en un rango de
    300 a 1 000 mmol/L que se sigue acentuando durante el tratamiento
    hasta que se logra controlar la diuresis osmótica. A pesar
    de esta depleción no es raro que el paciente se presente
    con una hiperpotasemia de ligera a moderada; pero sus
    concentraciones séricas disminuyen a consecuencia del
    tratamiento insulínico, la corrección de la
    acidosis y la expansión de volumen. Es por ello que
    el desarrollo de una hipopotasemia severa constituye el trastorno
    electrolítico más grave que ocurre durante el
    tratamiento. Para prevenirlo se deben reponer las pérdidas
    teniendo como meta alcanzar una concentración
    sérica entre 4 y 5 mmol/L. La cantidad de potasio a
    administrar dependerá de sus niveles séricos (Tabla
    4). Se recomienda administrar un tercio de la dosis en forma de
    fosfato para evitar un exceso de cloruros y prevenir una
    hipofosfatemia severa. En la mayoría de los casos el
    comienzo de la reposición puede retardarse 2 horas,
    utilizando como guía las determinaciones séricas
    horarias. En los pacientes con un potasio sérico < 4,5
    mmol/L la reposición debe iniciarse tan pronto como la
    diuresis sea suficiente. La cantidad total que se repone en las
    primeras 24 horas es, por lo común, de unos 200 a 300
    mmol/L recomendándose mantener un aporte oral
    suplementario, por lo menos durante una semana para corregir el
    total de las pérdidas.

    Tabla 4. Cantidad de potasio
    a infundir según sus concentraciones
    séricas.

    Nivel inicial de
    Potasio

    Dosis de
    reposición

    > 5 mmol/L

    Ninguna

    4 a 5 mmol/L

    20 mmol/L

    3 a 4 mmol/L

    30 – 40 mmol/L

    < 3 mmol/L

    40 – 60 mmol/L

    El tratamiento insulínico no debe iniciarse hasta
    no conocerse los niveles séricos de potasio y se
    pospondrá hasta que sus valores sean
    mayores de 3,3 mmol/L para evitar las arritmias, la parada
    cardiaca y la debilidad de los músculos respiratorios (los
    pacientes que en le momento de la admisión tengan un
    potasio normal o bajo se estima que tienen un déficit
    total mucho mayor). El potasio no se añadirá al
    primer litro de solución salina, usado para mejorar la
    volemia, ya que el uso de potasio sin insulina en un paciente
    hiperpotasémico puede incrementar peligrosamente las
    concentraciones extracelulares de potasio y precipitar arritmias
    mortales.

    Inicialmente se realizará ionograma cada 1 o 2
    horas, ya que los cambios más importantes en las
    concentraciones de potasio se producen en las primeras horas del
    tratamiento, continuándose luego cada 4 a 6 horas en
    dependencia de la situación clínica. Se recomienda
    la monitorización electrocardiográfica de los
    pacientes con hipopotasemia en el momento del ingreso y en
    aquellos con una arritmia diferente a la taquicardia
    sinusal.

    • Fosfato 

    El fosfato es una sustancia primordialmente intracelular
    que al igual que el potasio es desplazado al espacio extracelular
    en respuesta a la hiperglicemia y a la hiperosmolaridad, a la vez
    que se producen pérdidas importantes por la diuresis
    osmótica (aproximadamente de 1 mOsm/kg de peso). Su
    re-entrada a las células
    con el tratamiento insulínico produce una
    disminución significativa de sus concentraciones
    séricas.

    Los efectos adversos derivados de la hipofosfatemia
    severa (< 1 mg/dL) incluyen la depresión
    respiratoria, debilidad de los músculos
    esqueléticos, anemia hemolítica y depresión
    cardiaca. Teóricamente la reposición de fosfato
    debe prevenir estas complicaciones y adicionalmente
    aumentarían los 2,3 difosfoglicéridos que
    están disminuidos en la CAD, lo que debe mejorar la
    oxigenación hística. La reducción de los
    niveles de fosfato junto al efecto inhibidor que tiene la
    acidosis sobre la glucólisis, determina una
    disminución del contenido intraeritrocitario de la enzima
    2,3-difosfogliceromutasa (2,3-DPG); cuyo déficit es
    responsable, junto con la posible hipotermia y la hemoglobina
    glucosilada elevada, del aumento de la afinidad de la hemoglobina
    por el oxígeno
    (desplazamiento de la curva de disociación hacia la
    izquierda) y, en consecuencia, de una menor oxigenación
    hística. Este efecto está compensado por la propia
    acidosis, que desplaza la curva en sentido contrario, de modo que
    el efecto resultante es un aporte normal de oxígeno
    a los tejidos. Durante
    el tratamiento, no obstante, la corrección del pH suele
    ser rápida, mientras que las concentraciones bajas de
    2,3-DPG tardan varios días en normalizarse, de modo que
    puede alterarse de nuevo la oxigenación hística;
    sin embargo, hasta ahora los estudios controlados y aleatorizados
    no han podido demostrar beneficios con la reposición
    rutinaria de este electrólito, pudiendo aparecer efectos
    adversos derivados de este tratamiento como hipocalcemia, tetania
    y calcificaciones hísticas metastáticas.

    La reposición de fosfato, por tanto, debe
    limitarse a pacientes con fosfato sérico < 1 mg/dL y en
    aquellos con hipofosfatemia moderada e hipoxia concomitante,
    anemia o compromiso cardiorrespiratorio.

    • Magnesio y calcio

    También están disminuidos en la CAD. Si
    los niveles de magnesio son menores de 1,8 mmol/L o existe
    tetania se debe administrar 5 g de sulfato de magnesio en 500 ml
    de solución salina al 0,45% en 5 horas. La hipocalcemia
    sintomática se trata con 1 a 2 g de gluconato de calcio EV
    (10 a 20 ml de una solución al 10%) en un período
    de 10 minutos.

    • Bicarbonato

    La administración de insulina inhibe la
    lipólisis y la producción de cetoácidos,
    promoviendo su metabolismo.
    Ya que los protones se consumen durante el metabolismo de los
    cetoácidos, se favorece la regeneración del
    bicarbonato y esto permite una corrección parcial de la
    acidosis metabólica.

    Varios estudios prospectivos han fallado en demostrar
    cambios en la evolución clínica, la morbilidad y
    la mortalidad con la administración de bicarbonato,
    además de que el tratamiento con bicarbonato acarrea
    riesgos como
    irritación local, hipopotasemia, desvía la curva de
    disociación de la hemoglobina a la izquierda y puede
    provocar alcalosis por sobrecorrección.

    Si la acidosis es severa (pH < 7,0) se puede utilizar
    para contrarrestar los posibles efectos hemodinámicos
    adversos de una acidosis intensa que incluyen el inotropismo
    negativo y la vasodilatación periférica junto a la
    depresión del SNC y una mayor resistencia a la
    insulina.

    Se recomienda en el adulto, administrar 200 ml por hora
    de una solución de 400 ml de agua para inyección
    con 100 mmol de bicarbonato de sodio si el pH es < 6,9; si el
    pH está entre 6,9 a 7,0 la solución se prepara con
    solo 50 moles de bicarbonato y se administra a igual velocidad.
    Con un pH > 7,0 no se recomienda administrar
    bicarbonato.

    Debe monitorizarse el pH venoso cada 2 horas hasta que
    sea mayor de 7,0. El tratamiento puede repetirse cada 2 horas si
    es necesario vigilando los nivele séricos de potasio
    durante el tratamiento por el riesgo de
    alcalosis hipopotasémica. Se sugiere administrar un
    suplemento de 20 mmol de potasio cada vez que se infunda
    bicarbonato.

    Tratamiento adjunto

    Se ajustará acorde a la situación
    clínica específica, lo que incluye el uso de
    antibióticos de amplio espectro para el tratamiento de la
    infección o de heparina de bajo peso molecular para
    prevenir la enfermedad tromboembólica.

    La identificación y el tratamiento de factor
    precipitante de la CAD es imperativo.

    La figura 2 resume el algoritmo
    terapéutico propuesto para el manejo de la CAD en el
    adulto.

    • Monitorización

    Se necesita de una monitorización estrecha debido
    a los cambios hidroelectrolíticos que se producen durante
    la atención de un paciente con CAD y a las
    complicaciones potenciales derivadas del
    tratamiento, por lo que muchos pacientes con cuadros graves deben
    ingresarse en una UCI.

    La glicemia debe monitorizarse a la hora de iniciado el
    tratamiento y una hora después de realizar cualquier
    cambio en la
    dosis de insulina; cada dos horas después de dos
    seguimientos horarios y si el descenso se mantiene en un ritmo
    adecuado después de dos nuevos chequeos se evalúa
    cada 4 horas. Esto permite identificar a los pacientes con
    insulinoresistencia y ajustar esta terapéutica, controlar
    la velocidad de descenso de la glicemia y decidir el momento de
    introducción de soluciones
    glucosadas para evitar la hipoglucemia mientras se
    continúa con el tratamiento insulínico hasta que se
    controle la cetoacidosis.

    Los electrólitos y el pH venoso (mucho más
    fácil de obtener y menos doloroso, usualmente 0,03 menor
    que el pH arterial) junto con la brecha aniónica (estos
    dos últimos para definir la resolución de la
    acidosis) se valoran cada 2 a 6 horas en dependencia de la
    respuesta clínica, recomendándose realizarlos cada
    2 horas hasta que el potasio y el bicarbonato se normalicen y
    luego cada 4 ó 6 horas hasta la completa
    recuperación.

    La urea, la creatinina y el ácido úrico se
    evalúan cada 6 horas.

    En pacientes con una situación
    hemodinámica inestable o en los que presentan problemas
    cardiovasculares, la monitorización invasora de
    parámetros hemodinámicos puede ser útil para
    el manejo óptimo de los líquidos.

    Debe realizarse un estricto balance hidromineral por lo
    que resulta necesario controlar de forma precisa todos y cada uno
    de los ingresos y
    egresos del paciente.

    En la figura 3 se muestran los elementos a monitorizar
    durante el tratamiento de la CAD.

    Los criterios de resolución de la CAD se resumen
    en la tabla 5

    Tabla 5. Criterios de
    resolución de la CAD

    Glicemia

    < 200 mg/dL (11,1
    mmol/L)

    CO3H-

    ³ 18 mmol/L

    pH venoso

    > 7,3

    Brecha aniónica

    £ 12 mmol/L

    La medida de los cetoácidos por los
    métodos habituales no se recomienda como elemento para
    evaluar la respuesta a la terapéutica ya que no nos
    permiten evaluar las concentraciones del ácido
    b
    -hidroxibutírico, por lo que se debe cuantificar
    este último (valor normal < 1,5 mmol/L) en los
    pacientes con acidosis metabólica prolongada, con
    desórdenes ácido básicos mixtos o con la
    asociación de diabetes y acidosis
    láctica.

    Un aspecto adicional de la monitorización es la
    evaluación continua de los factores
    precipitantes conocidos de la CAD, por lo que se recomienda
    repetir una exploración completa en aquellos pacientes que
    no respondan al tratamiento estándar con bajas dosis de
    insulina, haciendo énfasis en la búsqueda de los
    sitios de infección habitualmente no investigados, como
    abscesos en mamas y región peri-rectal, cervicitis,
    prostatitis, ulcera de decúbito; además debe
    realizarse un screening urinario para drogas y
    descartar un infarto agudo del miocardio silente. Resulta
    conveniente recordar que en los momentos iniciales una
    neumonía puede no ser reconocida, pues la intensa
    deshidratación reducir la detección de los
    crepitantes a la auscultación y disminuir la
    condensación radiológica.

    Complicaciones

    Las complicaciones más comunes de la CAD
    incluyen: 1) hipoglucemia: debida a un tratamiento exagerado con
    insulina, 2) hipopotasemia: causada por la administración
    de insulina y el tratamiento con bicarbonato de la acidosis y 3)
    hiperglicemia: secundaria a un tratamiento insulínico
    insuficiente (las dos primeras se han reducido significativamente
    con el uso de dosis bajas de insulina).

    Frecuentemente los pacientes que se recuperan de una CAD
    desarrollan una hipercloremia causada por el uso excesivo de
    solución salina isotónica, lo que puede llevar a
    una acidosis metabólica con brecha aniónica normal.
    Estas anormalidades bioquímicas son transitorias,
    autolimitadas y sin ningún significado clínico;
    excepto en los pacientes con insuficiencia renal aguda o con
    oliguria extrema. Se corrige gradualmente en 24 a 48
    horas.

    El edema cerebral es una complicación rara pero
    casi siempre fatal. El asintomático no es raro entre
    niños y adultos jóvenes, mientras que resulta
    extremadamente raro el desarrollo de síntomas en el
    adulto. Entre los niños ocurre entre un 0,7 a un 1% de los
    casos con CAD, principalmente entre los que debutan con la
    enfermedad y aparece generalmente entre las 2 y 24 horas
    después de iniciado el tratamiento. Su
    fisiopatología es poco comprendida, creyéndose que
    está relacionada al menos parcialmente, con los "osmoles
    idiógenos". Clínicamente se caracteriza por
    deterioro del nivel de conciencia y cefalea, pueden aparecer
    convulsiones, cambios pulmonares, bradicardia y parada
    respiratoria (los síntomas y signos progresan como si se
    produjera una herniación). Algunos pacientes tienen signos
    premonitorios (cefalea de aparición brusca o
    disminución rápida del nivel de conciencia), pero
    en otros la manifestación inicial es la parada
    respiratoria. La mortalidad es elevada (> 70%). Se han
    utilizado la hiperventilación, los esteroides y el
    manitol, pero suelen ser ineficaces tras la parada
    respiratoria.

    La aparición de hipoxemia y del síndrome
    de distress respiratorio agudo, ambos raros, están
    relacionados con un mal manejo de los líquidos; lo que
    también pueden precipitar una insuficiencia cardiaca
    congestiva.

    La CAD es un estado de hipercoagulabilidad,
    predisponente a la aparición de complicaciones
    tromboembólicas por factores como la deshidratación
    y la inmovilidad que favorecen el éstasis, la
    hipercoagulabilidad y el daño endotelial.

    La dilatación gástrica aguda aunque
    infrecuente puede estar presente.

    Cuadro 2. Complicaciones de
    la cetoacidosis diabética

    1. Dilatación gástrica aguda o
      gastritis erosiva
    • Edema cerebral
    • Hiperpotasemia o hipopotasemia
    • Hipoglicemia
    • Infección
    • Resistencia insulínica
    • Infarto del miocardio
    • Lesión pulmonar aguda o
      síndrome de distress respiratorio
      agudo
    • Trombosis vascular (extremidades, cerebral,
      visceral)
    • Mucormicosis

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    Autor:

    Dra. Nadia Labaut Arevalo

    Especialista de I Grado en Medicina Interna.

    Diplomado en Cuidados Intensivos y Emergencias
    Medicas.Unidad de Cuidados Intensivos Hospital Provincial Clinico
    Quirurgico Docente " Saturnino Lora ". Santiago de Cuba.

    Dr. Eduardo Márquez Capote

    Especialista de I Grado en Medicina Interna.

    Especialista de II Grado en Cuidados Intensivos y
    Emergencias Medicas. Unidad de Cuidados Intensivos Hospital
    Provincial Clinico Quirurgico Docente "Saturnino Lora
    ".

    Dra. Oneiris Cobas Martin

    Especialista de I Grado en Anestesiologia y
    Reanimacion.

    Diplomado en Cuidados Intensivos y Emergencias Medicas.
    Unidad de Cuidados Intensivos Hospital General
    Santiago.

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