- La literatura es para interpretar
la vida, afirma Ricardo Clark - Peregrino a los 21
años - Encuentro con Donald
Borsella - Entrevista por
telefax - En Argentina sobra
talento - La barricada es un
absurdo. - Ricardo Clark, Ganador del
Concurso de "La Revue Francaise" - Clark: Narrador de
Primera
LA LITERATURA ES PARA
INTERPRETAR LA VIDA, AFIRMA RICARDO CLARK
Ricardo Clark nació en La Plata. Argentina.
Estudio en la Escuela normal 3,
pero algo salió mal justo al terminar el segundo
año, es decir "no daba el perfil académico
requerido", que era (afirma Clark)… "la necesidad de un
grupo de
maestros ciruela de basar su relación con los alumnos
difíciles en gritos, amonestaciones y poco aliento para
los que simplemente no eran balas memoristas, algo muy apreciado
en esa época…".
Así, este nuevo prototipo de alumno de secundaria
del 54 tuvo que pasar de urgencia a la Escuela Normal
No. 2, donde con suerte variada casi termino la
secundaria.
Pero la adolescencia
de Clark no fue tiempo perdido.
Durante ese periodo fundo La Gaceta Estudiantil, un periódico
que se edito tres veces. Entre otras actividades
extracurriculares y que nunca fueron apreciadas, tuvo durante
esos años un programa en LU8
Radio
Bariloche, interrumpido por tener que emigrar nuevamente ya que
el clima escolar de
Bariloche simplemente no le sentó (tuvo algunas
diferencias con la directora del plantel y gano el pleito la
señora), aunque antes de partir alcanzo a meter alguna
critica de teatro en un
periódico del pueblo de los
laguitos.
Finalmente y como ninguna Escuela de La Plata se interesaba
por él, aterrizo en un simpático Instituto en
Sarandi, muy cerca de la ciudad de Avellaneda un suburbio de
Buenos Aires.
Se trataba del José Hernandez, una especie de
legión extranjera para estudiantes de su perfil
académico, con profesores que estaba ahí porque en
realidad no encontraban trabajo en ningún otro lado, pero
eran gente amable, afirma Clark explicando que todos merecieron
destino mejor.
Era una escuela nocturna para trabajadores (en ese tiempo Clark no
trabajaba pero aprovechaba su tiempo libre para dormir hasta la
una de la tarde, almorzaba y de inmediato se recostaba para una
ligera siesta, cosa de llegar fresco a la escuela, a la que
viajaba todos los días desde La Plata, una ciudad que no
figuraba en los planes futuros del escritor.
Cuando tenía 21 años tomo un tren a La Quiaca
en la frontera boliviana, desde donde inicio un peregrinar por
varios paises de America Latina, viajando a dedo, y durmiendo al
costado del camino, algunas veces en Universidades como fue el
caso de la de Lima. Este lugar tenía un magnifico albergue
para cualquiera que llegara con una buena historia que fuera
creíble . Clark fue uno de los que pudo convencer al
rector Luis Alberto Sánchez con una excelente
versión.
Después de un recorrido de ocho meses llego
finalmente hasta California, donde estuvo concurriendo durante
dos años como oyente al San Francisco Cita College,
consiguiendo un ingles impecable.
Eran los años sesenta y asistió al nacimiento
del movimiento
hippy en San Francisco (vivió en una pequeña comuna
muy brevemente) aunque como la residencia en Estados Unidos
implicaba un viaje de cortesía pagado por ejercito
norteamericano a Vietnam, y no precisamente de turista, a los dos
años regreso al país que le había llamado la
atencion en todo ese largo viaje: México.
Bien aceptado comenzó una carrera como escritor que
alternando con mil trabajos diferentes, continua hoy en
día.
Toda la obra de Clark fue publicada por primera vez en
México.
Pero nunca se olvido de Argentina. Fundo
el Instituto Mexicano Argentino de Relaciones Culturales, que se
mantuvo a flote hasta que en Argentina todo se hundió en
los setenta, aunque presento en el teatro General
San Martín (1974) una magna exposición
sobre la prensa mexicana
con la novedad de que todos los temas a los que se hacía
alusión eran sobre Argentina y a color, sistema que
aún no se implantaba en el país.
Consiguió donaciones de textos de escritores
mexicanos para la biblioteca de la
Universidad
Nacional de La Plata y publico en el
periódico El Día reportajes sobre Erich From,
Carlos Fuentes y
otros personajes del entorno mexicano. Precisamente con el
director de ese periódico, David Kraiserbuld editor a los
dieciséis años un periódico que no pudieron
sacar de la imprenta porque no se reunieron los mil pesos que en
aquella época costaba la publicación. El pintor
Edgardo Antonio Vigo intento el rescate del material, pero fue
inútil: el imprentero, un anarquista hispano quería
efectivo o nada.
Presento ademas en el D.F. al inolvidable Donald Borsella
(1926-1986), en los círculos literarios de la capital azteca
donde Clark trabajo durante cuatro años en la Presidencia
de la República como analista de información. Fue reportero en Televisa,
hizo programas
especiales en el canal 11 y en la Confederación Patronal
(el sindicato de
los patrones mexicanos), colaboro en varios periodicos sobre
temas culturales y en ultimas fechas es el cronista de opera en
El Financiero, un periódico, que ademas de los temas
bancarios curiosamente le da importancia a los
culturales.
Clark gano en 1984 El Premio Nacional de Cuento que
otorga el Instituto Nacional de Bellas Artes, por "entre la opera
y los motores diesel"
obra que a recorrido con suerte diversa, con buena critica y
mucho silencio por parte de quienes consideran este tipo de
trabajos una molestia.
Uno de los premios (entre otros) pero que vale la pena
mencionar es el de la Revue Francaise, galardón que en su
oportunidad gano Mario Vargas
Llosa. Este premio incluyo la traducción del trabajo
en la misma revista, mas
una estancia de quince días con todos los gastos pagados en
París.
Y esta es una mini biografía del
escritor platense compuesta con la información que le sacamos en una larga (y
cara) conversación telefónica desde la ciudad de
México, incluyendo faxes para componer la entrevista
que sigue:
– Miguel Angel Guereña: ¿Cuál fue la
ultima imagen que acude
a tu mente al irte de Argentina
– Ricardo Clark: Frondizzi. La foto del presidente subiendo
al avión que lo llevaba a la isla Martín
Gracia
MAG: Estuviste en febrero de este año. A mas de
treinta años de tu partida ¿cómo encontraste
Argentina?
RC: Aclaremos que estuve varias veces. Hace dos años
con la gente de la SADE (Sociedad
Argentina de Escritores) de Azul y por invitación de la
poetisa Marita Moreno, una mujer notable
realizamos una expo titulada "Prensa Mexicana
Contemporánea". Puedo decir que encontré al
país con notables adelantos por ejemplo en el campo de la
ecología
algo impensable en otros tiempos.
MAG: No entiendo que significa eso exactamente…
RC: Si, vemos la noticia de que en la Patagonia se
logro reducir la existencia de ovejas de seis a dos millones…
esto indica que existe una fuerte conciencia
ecológica, la de volver a la naturaleza,
aunque, observe con sorpresa que ese no es el único lugar
de Argentina donde se protege con celo el medio
ambiente. La zona cañera es otro ejemplo. Es
increíble que se haya podido hacer funcionar maquinas que
cortan 140 toneladas de caña por hora, con lo cual los
miles de gentes que dependían de esos trabajos ahora
tienen tiempo para escuchar el disco de Palito Ortega, leer
revistas del corazón,
estudiar computación y gozar de las telenovelas
frente a un buen aparato taiwanes.
MAG: Paso de largo la ironía y te pregunto como
sentís al país en este momento como hombre de
letras.
RC: Argentina es el sueño de un novelista…
MAG: ¿Podes ser mas especifico?
RC: Sí claro, fácil. La esposa de un
presidente muere. Su cadáver viaja por todo el mundo
durante años. Una señorita sale a trabajar como
folclorista y regresa como presidenta de la República. Un
joven medico sale a dedo por Latinoamérica y termina muerto a los 37.
Tres décadas después es un icono de camiseta
playera, que da la vuelta al mundo, en lugar de haber ejercido en
forma normal en el barrio norte de Buenos Aires y
estar ahora decentemente jubilado, paseando nietitos por los
parques, esos parques que recorren ahora los fantasmas-personajes
de Sabato. Veo Argentina como un país asfixiado por el
pasado, donde la ambición no descansa, la pesadilla de los
excesos, el aprendizaje
del aprendiz de brujo y sin embargo…
MAG: Tu síntesis
es un poco emocional, pero ¿qué mas?
RC: Digo que sin embargo Argentina es un país donde
sobra talento, donde pasan cosas que después se adoptan en
otros lugares. Por ejemplo, mucha gente tiene una
preparación que asombra. Recuerdo que en México
hace seis años se tuvo que solicitar permiso al congreso
para que un argentino pudiera ser asesor del Secretario
(Ministro) de economía, algo jamas
visto en este país, lugar donde por otra parte hay quince
mil argentinos residiendo. Estan en las universidades, el
deporte, los
bancos, la
industria,
etc.
Pero ademas de eso sorprende que en Argentina los locos y
los presos tengan estaciones de radio y en
algunos casos desde hace mas de veinte años. Para terminar
menciono el sistema de
autofinanciamiento, la publicación "Segunda Mano", etc.
Todas creaciones argentinas como lo son Mario Bunge, Milstein, y
otros en el campo de la
ciencia.
MAG: ¿En que se parecen lo argentinos y los
mexicanos?
RC: En nada. Los mexicanos tienen el toque oriental en su
forma de ser. Tienen potrero político, se manejan con
cautela, en primer lugar porque saben que estan en esas tierras
desde hace dos mil años y que seguirán estando
otros dos mil. En segundo lugar porque toda la experiencia
histórica, desde sus luchas por la independencia-lucha mas amarga que la nuestra-
sumada a la revolución
de 1910, demuestra que la violencia debe
evitarse a cualquier precio.
A los argentinos en cambio, les
falta precisamente eso: Potrero político. En la Argentina
de los últimos treinta años la violencia les
pareció a todos muy fácil, s hizo sencillo matar
adolescentes
de 19 años por la espalda, desaparecer monjas francesas,
torturar chicos de secundaria, tirar opositores políticos
desde los aviones, robar como si fueran piratas del
mediterráneo, niños
recién nacidos y ejecutar a su madre. Todo en un
orgía de sangre sin el
menor sentido político, orgía que será muy
difícil de olvidar y que estuvo en las primeras planas de
todos los periodicos del mundo. Todo esto sin contar las vidas
destrozadas, las carreras truncadas, el dolor y la miseria que
vivió el país. Muchas veces se me ocurre que los
argentinos carecen del sentido del ridículo
político.
Ahora que leí las declaraciones del exquisito
maestro Bianciotti, antes de ir a ocupar un apolillado sillon de
la academia francesa…
MAG: ¿Qué decían…?
RC: Si, en el sentido de que creía que "algo muy
frágil estaba en peligro", es decir la cultura
argentina. No pude menos que sonreír, creo que todo esta
en peligro y que lo frágil son las instituciones
argentinas, cosa que ignorábamos. Nadie pudo preveer que
los demonios se soltarían de esa manera en la
década de 1970, arruinando la vida de una
generación y de la que devino también, que la
necesitaba como modelo.
MAG: ¿ Entonces…?
RC: estoy seguro que
será necesario perdonar, así lo piden los
espíritus superiores, pero creo que jamas debemos
olvidar… y la cultura
argentina no esta en peligro, viene detrás gente capaz que
dará la medida de su tiempo. Pienso que Guicciardini tiene
razón cuando afirma en su discurso
político que no hay que afligirse por lo que le ocurre a
un país en su natural devenir. Ay que afligirse porque a
uno lo toco estar en ese horno.
MAG: Me da la impresión por tus palabras que la
literatura debe
ser comprometida, de barricada.
RC: Aclaremos. Existen dos tipos de escritores. Los
académicos tipo Bianciotti, que juntan palabras, son
maestros de su idioma o del de otros. Son arquitectos de lo
aparente. En ellos no hay nada visceral. Nada que huela a vida si
no es perfumada. Se los cita, son respetados pero también
olvidables. Otros escritores estan en un mano a mano con la vida.
En una permanente pulseada, sufriendo sus rigores, explicando los
otros lo que es el sentido de vivir. La barricada hoy en
día esta demás. Si lo que la gente hace esta bien o
mal esa no es tarea para el escritor.
Así la barricada es un absurdo. Opino que el
escritor no debe juzgar, solo mostrar lo que él siente
acerca de la vida, porque para eso siento que es la literatura,
para interpretar la vida, para bucear en ella. Algunas gentes
nacieron para brincar en la superficie del agua, otras
para remontarse a las profundidades. Me considero de estas
ultimas, pero no soy juez de nadie.
MAG: Para finalizar: publicaste en 1979 un libro de
cuentos
"Días de Acecho"; en 1992 un libro de
cuentos "Entre
la Opera y los Motores Diesel".
Tengo entendido que un sello mexicano publica este año tu
primera novela titulada
"Intersmog" ¿Cuál es el tema?.
RC: Bueno, no es mi primera novela. Tengo dos
mas que escribí antes
(Rumbo a Cálida Región y Patrullas
Nocturnas). Intersmog es una historia urbana, del
México de lo 80 y una especie de "evangelio" según
la clase media, o al menos eso afirma el corrector de la
editorial. Veremos que dice la critica, esperemos que
guste.
( Periódico Jornada. Suplemento de Cultura. Trelew,
Rawson y Puerto Madryn. 25 de mayo de 1997. Pagina 4 y 5
).|
ENTRE LA OPERA Y LOS MOTORES DIESEL …la mordacidad la
ironía….
hay rasgos poéticos en la narración de
Ricardo Clark…
La mordacidad, la ironía, el hábil manejo de
los tiempos y las circunstancias concatenantes, el profundo
conocimiento
de lo que habla, son algunos de los elementos del libro de
Ricardo Clark, entre la ópera y los motores diesel,
ganador con éste del Premio de Cuento San
Luis Potosí en 1984 y que apenas hace unos meses pudo
circular comercialmente, editado por "Joaquín
Mortiz".
Mundo tan opuesto y tan lleno de similitudes, el ambiente de la
ópera y la vida de los choferes de camiones de carga, son
los mundos que Ricardo Clark maneja con amplio sentido del
cuento, del narrar unas vivencias que envuelven a los personajes,
uno que viaja solitario por las carreteras, deteniéndose
de vez en vez en algún punto de su monótono caminar
y otra que, solitaria también, asiste a funciones
operísticas, con su mundo interno confuso y
opresivo.
Sin embargo, en cierto momento de la historia el lector se
entera que mucho tienen que ver entre sí, ambos viven
vidas de conflictos
intensos, y de alguna manera buscan refugio en sus
ensoñaciones, en sus fantasías para no ver la
cotidianidad.
Hay rasgos poéticos en la narración de
Ricardo Clark, de manera casi imperceptible lleva al lector de la
descripción lírica de los motores
diesel al mundo interno del chofer; paralelamente explica
hábilmente tramas y decorados del mundo de la ópera
y ya estamos metidos en la vida sentimental de una meretriz de
alta categoría, de ésas que sólo se alquilan
a un hombre
poderoso y por tiempos definidos.
Ricardo Clark, quien vive en México desde hace ya
varios años, aunque nacido en Argentina, conoce
profundamente la vida cotidiana y de la alta cultura de nuestro
país, por ello se abroga intentos de criticar la cultura
nacional, y también a los hacedores y disfrutadores de la
cultura misma y eso se nota en la narración del cuento,
cada asunto, cada mención de Clark tiene mordacidad en sus
palabras y la ironía en sus conceptos.
Entre la ópera y los motores diesel , se lee
fácil por lo bien escrito, sin embargo no es fácil
de entender mucho de lo que ahí dice, por ello se tiene
que leer otra vez y a veces una tercera vez, con lo que la
narración adquiere mejor significado y se disfruta bien;
pocas narraciones aguantan más de una lectura y
ésta es de ésas, sus varios niveles de escritura
merecen mejor destino que el olvido en el que la editorial la
tiene.
El autor ha sido ganador de varios premios: Punto de Partida,
1973; y el de La Revue Francaise en 1972, además de ser
autor del libro de cuentos Días de acecho editado por la
Comunidad
Latinoamericana de Escritores (1978). Nacido en La Plata en 1940,
Clark ha ejercido el periodismo
desde hace muchos años. De ahí su oficio, su
certeza y visión crítica de la realidad. (FA)
Entre la ópera y los motores diesel; Ricardo
Clark: Premio de Cuento San Luis Potosí, 1984. Editorial
Joaquín Mortiz /Consejo Nacional para la Cultura y las
Artes, 1992. (Columna Morral de Libros. Nota
de Fernando Allier. El Universal, 31 de julio de 1993.
México, D.F.).
Ricardo Clark, Ganador
del Concurso de "La Revue Francaise"
El joven escritor Ricardo Clark resultó ganador
del concurso organizado por la revista La
Revue Francaise, cuyo premio consiste en un viaje a París
con todos los gastos
cubiertos.
Isabelle F. Fassy la conocida crítica gala,
informó, al otorgar la mención en la embajada
francesa de esta capital, que
el trabajo
premiado fue seleccionado entre 200 novelas cortas
presentadas por escritores mexicanos. El jurado (compuesto por
tres miembros anónimos) adjudicó el premio a
Ricardo Clark por su obra intitulada Un día en la Vida de
Guimares.
"Un premio es un estímulo", declaró el novel
escritor, "por él en sí, y porque ayuda a algo tan
difícil como es darse a conocer, sobre todo en un medio
como el nuestro, donde abunda el talento y no sobran las
oportunidades…"
El cuento premiado, que trata del exilio político de
un brasileño, forma parte de un libro en trámites
de publicación titulado Días de Acecho.
Ricardo Clark fue ganador también del concurso de
cuento de la revista Punto de Partida, de la UNAM, en 1970. (El
Día, 12 de mayo de 1972).
Días de acecho,
por Ricardo Clark (edición Comunidad
Latinoamericana de Escritores), es un libro lleno de
sorpresas.
Clark es oriundo del Cono Sur y sus cuentos tienen un ambiente
cosmopolita irreprochable; su autor ha visto publicados sus
relatos en las principales revistas literarias de
Hispanoamérica y en París. Uno de ellos titulado
"Madre hay una sola", provocó escándalo por su
publicación en un suplemento dominical de esta ciudad, lo
que provocó que el director de dicho suplemento estuviera
a punto de perder la chamba. Anteriormente, ese cuento
había sido rechazado por la revista Nacional de Cultura
Venezolana, así como por la revista colombiana Vivencias.
Hasta la Patagonia
llegó el disturbio, pues un pintor, Miguel Angel
Guereña, abrió una exposición
con pinturas inspiradas en el mencionado cuento. Un
crítico, de apellido Borjas por más señas,
no pudo resistir la vista de tales cuadros.
Dentro de un humor negrisimo es el relato titulado "Mister
Pentágono", que consiste en una serie de cartas de
solicitud precisamente al Pentágono en Washington, en las
que diversos tipos quieren enrolarse en un experimento de tipo
militar. Esos solicitantes fueron un teniente argentino, un
pederasta, un político brasileño exilado, un
geólogo de Santiago de Baracoa y un agente haitiano de
"Papá" Duvalier. Los cuerpos de todos ellos, en proceso de
hibernación, se encuentran en una nave espacial rumbo a
Alfa-Centauro.
Algunas de estas historias son sobre la lucha clandestina y
guerrillera en diversos países de América: son como aguafuertes, tintas o
grabados de Goya: sus personajes, no siempre heroicos, son vivos,
vivaces, vibrantes. Clark es un narrador de primera. (Columna
Multilibros. Francisco Zendejas. Viernes 10 de octubre de
1980).