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Evaluación de competencias laborales




Enviado por hgordillo



    1. Síntesis
    2. Competencias
      laborales
    3. Evaluación
      tradicional
    4. Evaluación de
      competencias laborales
    5. La evaluación de
      competencias durante el proceso de
      capacitación
    6. Conclusiones

    SÍNTESIS

    La evaluación
    de competencias es
    un proceso
    complejo, que requiere como pasos previos la definición de
    perfiles ocupacionales, estructurados en torno a
    conocimientos, habilidades y conductas individuales y sociales.
    Enseguida, es necesario establecer los instrumentos de
    medición que den cuenta de las demostraciones o
    evidencias de cada una de estas competencias, pero vistas desde
    una perspectiva balanceada e integral.

    El articulo entrega el marco
    teórico general en el cual se insertan los procesos de
    evaluación de competencias y esboza las
    proyecciones que tiene para efectos de determinar las necesidades
    de capacitación de una
    empresa.

    1. Competencias
      laborales

    Existe abundante literatura
    acerca de las competencias laborales, tanta que en verdad,
    podríamos afirmar que en este tema los árboles no dejan ver el bosque.
    Significativamente, este enredo recién se está
    despejando en los países europeos. Lo curioso es que
    casi todos definen a las competencias con distintas palabras,
    pero un mismo fondo. Para comprobarlo, basta con un
    pequeño tour por la Web para
    toparse con cientos de sitios, todos llenos de
    definiciones.

    Pero veamos el fondo: las competencias son aquellos
    conocimientos, habilidades prácticas y actitudes
    que se requieren para ejercer en propiedad un
    oficio o una actividad laboral.

    Al momento de clasificar los diferentes tipos de
    competencias, también existe una gran variedad. Sin
    embargo, a mi entender no existe mejor tipificación que
    la de la empresa
    Mannesmann, de Alemania.

    En 1998, cuando tuve la oportunidad de visitarla y
    compartir con sus ejecutivos, se me entregó la siguiente
    clasificación, que deseo compartir:

    • Las Competencias Metodológicas
      corresponden a los niveles precisos de conocimientos y de
      información requeridos para desarrollar
      una o más tareas.
    • Las Competencias Técnicas se refieren a las
      aplicaciones prácticas precisas para ejecutar una o
      más tareas.
    • Las competencias sociales responden a la integración fluida y positiva del
      individuo a grupos de
      trabajo y a su respuesta al desafío social que ello
      implica, aunque siempre vivenciadas desde la perspectiva
      laboral.
    • Finalmente las competencias individuales tienen
      relación con aspectos como la responsabilidad, la puntualidad, la honradez,
      etc.

    La integración de estas 4 competencias
    relacionadas con un oficio o actividad laboral corresponde al
    Perfil Ocupacional de éste.

    Pues bien, cuando nos referimos a la evaluación de las
    competencias laborales de una persona, estamos
    diciendo qué sabe hacer, cuánto sabe, por
    qué lo sabe, cómo lo aplica y cómo se
    comporta en su puesto de trabajo… y todo ello, además,
    dimensionando en qué medida.

    1. Sin el ánimo
      de aburrir a nadie, es evidente que antes de tratar el tema
      de la evaluación de competencias, echemos un somero
      vistazo a la evaluación tradicional.

      Como es de suponer casi todos hemos pasado por la
      escuela
      y muchos por educación superior. Tenemos por lo
      tanto experiencias de evaluación que, para la
      mayoría, deben haber sido angustiantes.

      Si analizamos el tipo de evaluaciones, la mayor parte de
      estas medían nuestros conocimientos, es decir, las
      competencias metodológicas.

      Sólo en contados casos, nos medían las
      competencias prácticas, y, casi nunca, para no caer
      en la exageración de decir "nunca", fuimos evaluados
      por las competencias sociales e individuales.

      Este dato no es menor, ya que según un reciente
      estudio efectuado entre las empresas
      suecas, estas asignan a las competencias individuales y
      sociales un peso del 70% respecto de las otras que
      conforman el perfil ocupacional para un puesto de trabajo.
      Cabe destacar que las sociedades modernas generan en el sector
      terciario, o sea, en el ámbito de los servicios, la mayor oferta
      de empleos (sobre un 65% de los cargos disponibles). Luego,
      la evaluación de competencias conductuales tiene,
      para estas sociedades y empresas, una importancia vital.

      Lo malo es que nadie evalúa las conductas, si no,
      como está expresado, la mayor parte de las
      evaluaciones se compone de aplicaciones de instrumentos que
      miden exclusivamente conocimientos.

      En síntesis, esa es la evaluación
      tradicional: aquella que mide conocimientos (80%) y
      habilidades (20%). En otras palabras, se trata de procesos
      de evaluación que dan la espalda a lo que le
      interesa conocer de las personas a la empresa.
      Pensemos que, en el mundo actual, la información y la tecnología cambian
      rápidamente, pero la esencia de una persona,
      referida a sus facilidades de interrelacionarse, de hacerse
      responsable de sus actos, de ser cooperativo en su puesto
      de trabajo y de interesarse por su propio crecimiento
      profesional, tienen un carácter más permanente y son
      el eje que hace la verdadera diferencia entre un trabajador
      competente de un trabajador incompetente.

    2. Evaluación
      tradicional
    3. Evaluación de
      competencias laborales

    Una de las primeras
    preguntas que debemos hacernos es para qué evaluar las
    competencias.

    Tenemos dos respuestas para esto: una, para saber qué
    tipo de trabajador estamos contratando y, dos, para saber
    cuál es el nivel de los trabajadores en cuanto a sus
    competencias de desempeño.

    Normalmente, en el primer caso, el resultado de la
    evaluación de las competencias de un postulante nos va
    ayudar a tomar la decisión de si conviene o no
    contratarlo.

    La evaluación
    de desempeño, en cambio, es
    bastante más compleja y permite detectar falencias y
    carencias en las personas que ocupan determinados puestos de
    trabajo, las cuales pueden ser sujetas de un proceso de
    capacitación posterior.

    Sumando y restando, el objetivo de
    evaluar las competencias laborales es sacar una especie de
    fotografía
    de la situación laboral de los trabajadores, referida al
    nivel de sus conocimientos, habilidades y conductas en sus
    respectivos puestos de trabajo. Y es que la evaluación de
    competencias, no se aplica durante los procesos de enseñanzaaprendizaje que
    experimenta una persona, sino que se usa en sus procesos
    laborales.

    El concepto moderno
    de evaluación de competencias, se refiere a la necesidad
    de aplicar los respectivos instrumentos antes de contratar
    personal,
    durante las actividades laborales de los trabajadores (evaluación
    de desempeño) y después de haberlos sometido a
    procesos de capacitación, para efectos de saber en
    qué medida ésta ha favorecido el desarrollo de
    la
    empresa.

    • Evaluación de competencias previas

    Para tener una información acerca de las competencias
    previas de un postulante, podemos recurrir al modelo de
    evaluación PLAR, Prior Learning Assessment Recognition,
    que bien puede interpretarse como Reconocimiento de Competencias
    Relevantes.

    Originalmente, el PLAR ha sido diseñado para que la
    persona certifique sus competencias ante un organismo autorizado.
    Así, con la certificación de un oficio la persona
    puede emplearse en su rubro. Desgraciadamente, este modelo pasa
    por el diseño
    de una cantidad de perfiles ocupacionales, reconocidos y
    aceptados por las diversas organizaciones
    empresariales y gubernamentales, situación que rara vez,
    para ser generosos, se da en Latinoamérica.

    Ciertamente el PLAR, y otros modelos
    similares, pertenecen a los países desarrollados, que
    reciben oleadas de inmigrantes… que pertenecen a nuestros
    pueblos. En otras palabras, más exportamos mano de obra
    que la que importamos, luego, nuestras necesidades de homologar
    trabajadores de diferentes latitudes pero que dicen ejercer un
    determinado oficio, son muy bajas.

    Otra razón para no invertir en un plan nacional de
    perfiles ocupacionales es que requiere una alta inversión y una mayor capacidad de
    acuerdos, que en nuestros países dificultan el intento…
    aunque ya hay positivas experiencias al respecto.

    Sin embargo, el modelo PLAR puede tener una buena dosis de
    importancia para las empresas que quieren contratar personal
    competente. El PLAR exige instrumentos de evaluación y
    validación bastante específicos, basados –por
    supuesto- en la existencia de un Perfil Ocupacional para el
    oficio que ejerce la persona a la cual se va a evaluar, perfil
    que la empresa ha de
    tener claramente definido

    El PLAR contempla variados instrumentos, a saber:

    1. Pautas de cotejo, basadas en las subcompetencias (en
      especial prácticas y actitudinales) que debe observar
      el evaluador en el evaluado
    2. Pruebas de opciones múltiples para evaluar
      conocimientos
    3. Cartas de respaldo (de empleadores anteriores, por
      ejemplo.) No se trata de una carta de
      recomendación, a las cuales somos tan dados en
      América
      Latina, sino a una especie de certificado que emite el
      empleador donde se especifica, a manera de lista de chequeo,
      las competencias del evaluado.
    4. Aporte de pruebas,
      basadas en el producto
      del trabajo del evaluado.
    5. También, según la complejidad, se puede
      acompañar una entrevista
      con el evaluado y/o sus empleadores.
    • Evaluaciones de desempeño

    La evaluación de desempeño procura identificar los
    déficit que los trabajadores pueden tener en la
    ejecución de sus funciones y
    tareas. Por cierto, debe existir un perfil ocupacional definido
    para los puestos de trabajo. Este es el medio de contraste, por
    así llamarlo, que nos permite detectar las falencias o
    carencias del trabajador.

    Naturalmente, no todos los aspectos deficitarios tienen el
    mismo nivel de importancia para la
    organización. De allí que antes de efectuar
    cualquier evaluación de desempeño, es necesario que
    la empresa haya definido sus procedimientos
    productivos o de servicio. El
    análisis funcional permitirá luego
    graduar los niveles de importancia de las diferentes competencias
    involucradas en los puestos de trabajo.

    • Condiciones de la Evaluación de
      Desempeño

    Aquí vale la pena hacer un paréntesis para que
    tengamos presente las condiciones básicas de todo proceso
    de evaluación de competencias laborales, las que se
    refieren a su:

    1. Validez : que debe responder a la pregunta,
    ¿puede el instrumento que voy a aplicar captar realmente
    si la persona es competente o no? Por ejemplo, qué es
    mejor observar al evaluado en su puesto de trabajo o en un
    proceso de simulación.

    Además, el instrumento es válido cuando es
    confiable, esto es, que permite su aplicación en
    diferentes situaciones y a diferentes personas.

    2. Autenticidad : esto es, que establezca con certeza
    que el evaluado es quien desarrolló tal o cual
    demostración o prueba. El punto es importante cuando se
    trata de evaluar el trabajo
    de un fotógrafo, por ejemplo, que aporta como prueba
    algunas fotografías. ¿Cómo se certifica
    que el autor de las muestras es efectivamente el evaluado?

    3. Suficiencia : ¿cuántas veces debemos
    observar un proceso para estar seguros de que
    el evaluado efectivamente demuestra la competencia que
    estamos evaluando? El principio a aplicar en este caso es que
    el sector productivo y el consejo de la unidad administrador
    del sistema de
    acreditación de competencias laborales definen la
    cantidad de veces exigidas y la cantidad de experiencia
    necesaria para ser considerado competente.

    4. Justicia : donde todos las personas que aspiran al
    reconocimiento de sus competencias laborales son evaluadas con
    estándares, criterios e instrumentos similares.

    5. Aceptación : donde las personas que se van
    a someter al proceso de evaluación de competencias
    laborales para un nivel X, aceptan y reconocen que los
    estándares, criterios e instrumentos de
    evaluación aplicables son los correctos y justos.
    Naturalmente, esta aceptación se extiende también
    a los empresarios y a quienes contratan, en general.

    IV. La evaluación
    de competencias durante el proceso de
    capacitación

    El diseñador del programa de
    capacitación debe considerar aspectos tales como: la
    extensión y naturaleza de
    cada módulo (su nivel y ubicación dentro de la
    malla curricular) y los momentos de la evaluación.

    En general no hay más evaluación que la
    diagnóstica en las primeras sesiones de un módulo.
    No obstante, ya hacia la mitad del tiempo asignado
    resulta prudente aplicar algún instrumento de
    evaluación formativa que permita observar el grado de
    avance e internalización de las competencias
    implícitas y explicitas del módulo.

    Al término del módulo es necesario aplicar
    una evaluación cuantitativa o sumativa que nos permita
    cotejar el grado de internalización en el participante de
    los objetivos y
    contenidos del módulo.

    En general los instrumentos serán: tests,
    cuestionarios, pautas de cotejo (escala Likert) y,
    para medir competencias conductuales, se puede aplicar la
    evaluación en 360 grados.

    • Qué hacer con los resultados

    Los resultados de una evaluación tienen diferentes
    grados de importancia, según el momento en que se les
    considera como indicadores.

    Por ejemplo, una evaluación negativa a comienzos o
    mediados de un módulo, ya sea del profesor, de la metodología aplicada, de los recursos
    disponibles, de los niveles de internalización de
    competencias, etc. permite hacer correcciones o, en casos
    extremos, replantear todo el módulo.

    La misma evaluación negativa al término del
    módulo no deja margen a la reacción… salvo
    facturar y tratar de olvidar el bochorno.

    Por último, la evaluación de impacto aplica
    instrumentos ya conocidos, especialmente las pautas de cotejo, y
    se efectúa algunas semanas o meses (2 ó 3)
    después de terminada la capacitación. El resultado,
    como es lógico, amerita un informe que debe
    ser entregado a la institución interesada, que normalmente
    es la empresa contratante.

    El corte entre la insuficiencia y la suficiencia es del orden
    del 60% de aprobación, naturalmente, mientras más
    cerca del 100% mejor habrá sido el impacto del entrenamiento
    laboral.

    Para estos efectos, es decir, para cotejar el impacto de un
    proceso de capacitación ocurrido tiempo
    atrás, se pueden aplicar también instrumentos que
    evalúen las competencias metodológicas o
    conductuales, Por ejemplo, tests, entrevistas
    con supervisores, análisis de productividad,
    etc.

    Conclusiones

    Como se puede observar, la evaluación de
    competencias es un proceso complejo, que requiere como pasos
    previos la definición de perfiles ocupacionales,
    estructurados en torno a
    conocimientos, habilidades y conductas individuales y sociales.
    Enseguida, es necesario establecer los instrumentos de medición que den cuenta de las
    demostraciones o evidencias de cada una de estas competencias,
    pero vistas desde una perspectiva balanceada e integral.

    Esta visión es, talvez, la parte más
    difícil de lograr. Si bien no resulta complejo encontrar
    evidencias de habilidades y conocimientos, a través de
    tests y pautas de cotejo, sí lo es definir las
    competencias actitudinales de las personas. Estas se pueden
    detectar aplicando encuestas y
    pautas de observación en donde se involucre tanto al
    evaluado como a quienes se interrelacionan con él durante
    su trabajo. Delimitado ello, es necesario efectuar una nueva
    acotación: los instrumentos deben entregar demostraciones
    de competencias conductuales relacionadas exclusivamente con las
    funciones y
    tareas que el evaluado ejecuta. Esto es, no basta preguntarse si
    el trabajador es puntual al ingresar a la fábrica, si no
    cuán puntual es al entregar sus productos; no
    es suficiente la facilidad de la persona por mantener la
    armonía en su puesto de trabajo, si no cuánto
    beneficia esto al desempeño del equipo.

    Dar cuenta de las competencias que se poseen versus las
    requeridas para ejecutar adecuadamente las funciones y tareas
    encomendadas para el trabajo dan
    como resultado las necesidades de capacitación del
    personal. Por cierto, existen otros métodos de
    Detección de Necesidades, sin embargo, finalmente todos
    los que se usen deben confluir en un punto que permita, entre
    otras cosas, definir prioridades, grupos
    seleccionados, programas y
    secuencias de capacitación, entre otros aspectos.

     

    Hector Gordillo

     

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