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Crónica de una crisis largamente anunciada, vivida y padecida




Enviado por Trabajos _



    1. Resumen
    2. La crisis como sensación
      epidérmica
    3. Actores de primera línea
      a considerar
    4. Aproximación al
      concepto de crisis
    5. Consideraciones en torno a la
      construcción del problema
    6. Enfoques generales del concepto
      de crisis educativa
    7. Definición de un modelo
      de análisis

    Resumen

    Desde hace tiempo se viene
    hablando de la existencia de una crisis dentro
    del campo educativo. Por muchos años la consideramos a
    partir de determinadas coordenadas teóricas como un hecho
    en la enseñanza. Un problema que se gestaba
    dentro de la institución a la que había que
    transformar para que los actores obtuvieran los mejores
    resultados. Así el péndulo de los trabajos llevaron
    a una psicologización de los proceso
    educativos. No se cuestionaba la estructura la
    cual se consideraba capaz de procesar los necesarios cambios a
    efectos de dar respuesta. No puede extrañarnos entonces
    que permanecieran estructuras
    piramidales de carácter
    nacional.

    Sin embargo, hoy la insatisfacción
    permea a todos los actores y los centros educativos se muestran,
    más allá de las excepciones, incapaces de construir
    respuestas a una realidad social y cultural diferente. Se
    continúa apostando a una determinada forma de ver la
    sociedad y de
    definir el rol escolar. Todo ello más allá de los
    discursos que
    se elaboran y promueven. ¿Qué significa en este
    contexto hablar de crisis educativa? ¿Cómo
    abordarla? ¿Es posible construir un modelo de
    análisis que nos posibilite avanzar? Estas
    son algunas de las respuestas que buscamos responder en este
    trabajo que a pesar de ser parte de un trabajo más extenso
    en elaboración, hemos querido adelantar

    1. La crisis como
    sensación epidérmica.

    A lo largo de casi medio siglo se viene hablando
    insistentemente en círculos académicos de la
    existencia de una crisis educativa que se inserta dentro de una
    espiral de profundización y agravamiento. Los análisis se suceden unos a otros a lo largo
    de estos años señalando causas y culpables e
    insumiendo miles de horas de esfuerzos, de recursos y por
    sobre todo un extenso capital de
    esperanzas. Hemos buscado insistentemente caminos de
    solución para un problema que se nos instala a diario
    dentro de las aulas, sembrando en todos los actores
    insatisfacción y frustraciones. ¿Por qué no
    hemos sido capaces de construir soluciones
    satisfactorias? ¿Existen estas o todo se reduce a la
    búsqueda de un mítico "dorado"? No pretendo
    construirme en un iluminado pero creo que hemos buscado en el
    rumbo equivocado. Ya son varias las voces que comienzan a
    levantarse orientando la discusión hacia la
    aceptación de que el estrecho relacionamiento de educación y sociedad, los
    cambios de esta, el gran salto cualitativo que vivimos, obliga a
    que la primera deba recorrer los mismos pasos. Esto es clave para
    colarnos a la defensiva frente a muchas propuestas que
    ampliamente auspiciadas no hacen sino plantear más de
    lo mismo.

    Mientras se multiplican las voces, que en los más
    diversos tonos, manifiestan insatisfacción, lo prolongado
    de la presencia de este fenómeno ha creado una
    sensación de familiaridad. A la larga, esto se transforma
    en uno de los obstáculos a superar a la hora de proceder a
    una búsqueda. Vivimos una suerte de acostumbramiento que
    no conduce sino a considerar normal lo que no lo es. Por
    otra parte, la escuela
    está tan firmemente afincada en el imaginario colectivo
    que cuando proponemos transformar este en problema, no son pocas
    las resistencias
    internas que hemos de vencer. Nos sentimos atacando las vacas
    sagradas
    del templo. La reacción inmediata es atribuir
    las deficiencias percibidas como incapacidad de los que transitan
    por las aulas de incorporar conocimientos, tanto por desidia como
    por factores externos; los docentes son profesionalmente
    inhábiles para la labor; faltan recursos
    esenciales, aunque no se evalúa la rentabilidad los
    que se dispone. Tampoco falta la referencia directa a la herencia dejada
    por la dictadura
    cívica – militar del 73-85. También se hace
    presente la referencia a los niveles salariales que buscan
    explicar de modo amplio el fracaso que se está
    viendo.

    Volviendo a la insatisfacción que cruza la
    sociedad, podemos encontrar un indicio en la proliferación
    de cursos paralelos, que han creado un mercado paralelo
    que ha pasado a ocupar un espacio en el sistema
    educativo. Atendiendo al número de horas clases que
    brindan al cabo del año, su presencia no es para nada
    despreciable. Pero la significación del hecho está
    en que demuestra una tendencia a buscar salidas individuales,
    aceptando las carencias de los centros formales tanto
    públicos como privados. Coincidiendo con esta
    visión hace ya casi tres lustros Ettore Gelpi afirmaba:
    "La falta de confianza en el sistema de
    educación
    formal, estimula muchas veces a los padres, a los jóvenes
    y a los adultos a buscar soluciones
    particulares para satisfacer a sus necesidades educativas. Las
    sociedades
    parecen preferir inversiones
    públicas en servicios
    sociales, médicos y sanitarios que en educación,
    pero esta tendencia puede ser peligrosa para la democracia
    educativa de cada país como a nivel internacional"
    Hay
    autores que buscan explicar este comportamiento
    analizando la fuerte presencia del Estado dentro
    de la creación y difusión de los sistemas
    públicos, los que fuertemente centralizados, impidieron
    que la sociedad civil
    madurara mecanismos de intervención en el hacer de la
    institución escolar. Esto en parte explicaría la
    conducta de quien
    no encuentra plenamente satisfactoria la oferta,
    elaborada sin su intervención, y busca complementarla en
    otro ámbito. La consecuencia inmediata de este hecho es
    que agudiza la segmentación social. Los diferenciadores
    pasan a estar fuera de los sistemas
    educativos instituidos y a los que se garantiza, como en Uruguay, por
    lo menos en lo formal, el acceso de todos. Se devalúa la
    formación básica recibida y pesan cada vez
    más elementos que circulan en ese mercado paralelo
    que señaláramos. Tener finalizado el Ciclo
    Básico debe ser complementado por créditos en idiomas, capacitación laboral, computación, etc para adquirir valor en el
    terreno ocupacional.

    Volviendo a la insatisfacción y las
    múltiples formas que adopta en la cotidianidad de los
    diferentes actores, es evidente que estamos ante un
    relacionamiento distorsionado entre la institución escolar
    y los diferentes grupos que
    conforman la sociedad. Tal como lo afirma J. C. Tedesco en un
    trabajo relativamente reciente: "La concertación
    educativa supone, en consecuencia, reconocer al otro y negociar
    formas de trabajo común. La concertación no elimina
    el conflicto, ni
    las tensiones, ni las diferencias. No significa
    uniformidad. Es evidente que seguirá habiendo
    intereses distintos y tensiones entre, por ejemplo, las demandas
    del mercado de trabajo y la formación integral de la
    personalidad, entre los valores
    particulares de las familias y el universalismo de la cultura
    escolar, entre la autonomía local y la necesidad de
    coordinar a nivel regional o nacional. Pero la
    concertación crea un mecanismo a través del cual
    esos conflictos y
    tensiones son resueltos mediante el diálogo y
    los acuerdos para la acción."
    En la medida en que la
    institución fracasa en la construcción de un equilibrio, si
    bien precario y perecedero, entre las diferentes líneas de
    poder que
    cruzan la sociedad, el aislamiento se profundiza y todo el
    mensaje comienza a perder pertinencia frente a amplios sectores.
    Se alimentan por este camino las quejas que agudizan la
    insatisfacción. En la gran mayoría de casos quienes
    manifiestan críticas, no edifican su reflexión
    sobre la base del conocimiento
    de la institución real, sino a través de una
    imagen donde
    lo mítico se mezcla con lo emotivo. Por otra parte,
    también de modo frecuente, las escuelas basan el
    relacionamiento con los padres a partir de una concepción
    autoritaria e idealista. Autoritaria porque no admite negociación, posee la razón y no
    cabe sino aceptarlo, no es admisible el menor cuestionamiento. El
    idealismo es
    que se parte de una estructura y
    funcionamiento familiar, así como un capital
    cultural, que ha cambiado sustancialmente, hecho que no es tomado
    en cuenta.

    El resultado no es sino un auténtico diálogo de
    sordos. Este virtual divorcio entre
    lo que la comunidad
    reclama, lo que necesita y lo que proporciona la
    institución escolar, es lo suficientemente grave como para
    justificar la afirmación de que estamos ante una
    auténtica crisis del sistema educativo
    estructurado.

    "Con respecto a la baja calidad de los
    resultados educativos, el punto que aquí nos interesa
    enfatizar es que el empobrecimiento de las propuestas
    curriculares y de los criterios de evaluación
    de los resultados de la acción pedagógica escolar
    es un producto de la
    débil conectividad entre sociedad y sistema escolar. El
    correlato de este fenómeno, desde el punto de vista de
    la
    administración y la gestión, ha sido el fortalecimiento de un
    estilo de acción fuertemente disociado de los resultados
    de la acción pedagógica."

    Hay autores que, teniendo ante sí la realidad de
    la escuela de los
    Estados Unidos
    señalan que la expresión definitoria de este
    divorcio
    está en el hecho de que mientras la escuela se mantiene
    dentro de las coordenadas de la modernidad, los
    alumnos se mueven en el mundo posmoderno. Si bien, la validez
    estricta de esta manifestación puede relativizarse, es
    evidente que fuera de los límites
    escolares se maneja un discurso que
    tiene escasos puntos de contacto con los que se manifiestan
    dentro. Una prueba de lo que afirmáramos lo encontramos en
    los mensajes difundidos a través de los medios masivos
    de comunicación. Los valores
    involucrados poco o nada tienen que ver con los que son
    privilegiados por los centros educativos. Sea como parte de la
    cultura del ocio o como vehículo para promover
    consumos de la más variada naturaleza, se
    proyectan modelos de
    comportamiento
    y de pensar que deben ser tomados en cuenta a la hora de
    pretender modificar los sistemas educativos. Este es uno de los
    tantos aspectos que no hemos sabido resolver, no por la
    vía de rechazar o ignorar la acción de los medios, sino
    siendo capaces de alfabetizar en estos nuevos
    códigos.

    Dejando de lado, por el momento, las formulaciones que
    genéricamente podemos agrupar como de naturaleza
    académica, encontramos otras que no hacen sino traslucir
    el manejo de la imagen
    mítica a que hiciéramos referencia.

    Todos los problemas que
    son juzgados importantes en el terreno social, se transforman
    automáticamente en reclamos hacia la institución.
    El alcoholismo de
    los jóvenes, la
    drogadicción, el tránsito desordenado, la
    conservación del medio
    ambiente, las llamadas buenas costumbres, todo ello
    presiona simultáneamente sobre la labor cotidiana de las
    aulas. Asistimos así a múltiples líneas que
    se cruzan con un currículo que no las contempla. El
    resultado es una aguda deformación de estos últimos
    y grados crecientes de incoherencia de los mensajes
    vertidos.

    Más allá de lo señalado
    anteriormente ese conjunto de reclamos muestran una esperanza
    depositada en la escuela y su hacer. Se espera que la misma a
    través de la consideración de esos tópicos
    pueda instrumentar soluciones por si misma. Se le exige a
    la
    educación que de modo aislado y muchas veces en
    confrontación con mensajes muy fuertes que circula por los
    medios, sea capaz de levantar resultados positivos. Consciente o
    inconscientemente esa actitud
    sitúa a las personas en una posición de
    espectadores y no de actores de la labor. Un ejemplo más
    de la debilidad de la sociedad civil de
    intervenir en la determinación de rumbos. Esta
    situación, permite señalar que aquellos que se ven
    limitados a la intervención en los destinos de la enseñanza, están condenados a no
    asumir la edificación de la historia sino a
    padecerla.

    A esta altura recordamos un cuento corto
    de Javier de Viana que lleva por título La
    vencedora.
    En el mismo dos paisanos que llegan a un
    determinado rincón de nuestro campo, comienzan a verlo
    cambiado, los símbolos de la modernización
    están presentes por todos lados. Como remate de ese
    cúmulo de asombros, aparece ante ellos la escuela, la
    vencedora. Todo el relato no hace sino reflejar una confianza,
    una fe ilimitada en la capacidad de la escuela de introducir
    modificaciones en la sociedad, impulsándola hacia cada vez
    mejores niveles de civilización y cultura. Esa
    pérdida de fe no responde a una construcción racional, sino más bien
    un sentimiento con componentes contradictorios. Tiene la virtud
    de constituir una acumulación de visiones parciales que
    tiene la particularidad de alimentar resistencias
    pero ser impotente para generar cambios reales y efectivos. La
    visión elaborada a partir de la insatisfacción,
    está formada por una serie de puntos inconexos y responde
    a intereses muy específicos de personas y grupos.

    Esa particular combinación de elementos
    racionales, emotivos y míticos, la no
    diferenciación entre causas y consecuencias, así
    como una no jerarquización de los problemas que
    se asocian en este hecho, conforman un cuadro poblado de
    obstáculos. Se impone entonces proceder a un salto
    cualitativo en el abordaje de la crisis. Superar, mediante una
    construcción teórica alternativa, ese sentimiento
    epidérmico.

    Antes de comenzar a poner las bases de una imagen del
    problema educativo, quiero hacer referencia a algunas
    manifestaciones que se procesan en la epidermis de la propia
    institución. Se destaca en este terreno todo lo que se
    deriva de la situación salarial de los docentes y
    administrativos. La retribución, tiene la particularidad
    de involucrar a todos los funcionarios y se refleja en el hacer
    cotidiano de los mismos. Las consecuencias que nos interesa
    señalar se relacionan con los conflictos
    generalizados que se desencadenan cada tanto y que implican una
    distorsión en el desarrollo de
    los años lectivos. En el continente hemos asistido en los
    últimos años a conflictos prolongados que han
    dejado heridas más que importantes. Esos enfrentamientos
    dificultan la creación de ámbitos de
    colaboración con los proyectos
    reformistas y por el contrario alimentan un sentimiento
    inmediatita de rechazo a toda propuesta que emane de las
    autoridades. Combinado esto con las presiones que llegan hasta
    los docentes desde otros planos de la cotidianidad llegamos a una
    situación como la que describe H. Gardner: "La
    mayoría de los maestros, sin embargo, conseguirán
    una incómoda tregua
    tanto con sus superiores como con los estudiantes, adoptando
    una
    enseñanza defensiva. Observando las normativas,
    no planteando demasiadas exigencias a nadie (incluyendo a ellos
    mismos), pidiendo a los alumnos principalmente que memoricen
    definiciones y listas en vez de abordar los problemas arduos.
    Mantendrán el control sobre sus
    aulas pero al precio de
    abandonar la inspiración educativa. Como dice McNeil
    ,
    ‘cuando la
    organización de la escuela en la administración y el control los
    maestros y los alumnos se toman la escuela menos en serio. Caen
    en un ritual de enseñar y aprender que tiende hacia los
    estándares mínimos y al mínimo
    esfuerzo’
    "

    Pero lo salarial no sólo desencadena problemas en
    los docentes. Los sistemas educativos cuentan con índices
    de burocratización con dimensiones kafkaianas. Considero
    que más que burocratización tendríamos que
    emplear la expresión funcionarización a pesar de
    constituir un neologismo. Con ello apuntamos a señalar la
    perversión del modelo
    burocrático descrito por M. Weber.

    En Uruguay
    tenemos un indicador indirecto del nivel de
    funcioarización está dado por la relación
    entre el monto de las retribuciones de docentes y no docentes. Al
    respecto analizando lo que es posible registrar a lo largo de la
    década de los noventa surge la siguiente situación:
    De acuerdo con ello en Primaria, 1 de cada 7 pesos van destinados
    a servicios no
    docentes, en Secundaria la relación es también del
    orden de 1 a 7. En Educación Técnica encontramos
    una situación que escapa al promedio general,
    ubicándose la relación en una proporción de
    1 a 4,5. Por último la ANEP, la cual concentrara en el
    período considerado una serie de servicios que estaban
    distribuidos en los diferentes Consejos, muestra una
    relación de 1 a 6. Si bien resultaría lógico
    que la Anep tenga una relación alta, en tanto que integra
    actividades claramente administrativas, la proporción
    dominante en Educación Técnica no encuentra
    sentido.

    La funcionarización combinada con un modelo
    burocrático de funcionamiento, determina la existencia de
    múltiples nichos de resistencias al cambio. En
    este especial reino del expediente, del informe escrito,
    de los cientos de papeles y ríos de tinta, quien tiene el
    sello maneja una cuota parte de poder al que
    no está dispuesto a renunciar. En ese laberinto en donde
    el cuerpo de normas vigentes
    asume una imagen caótica similar al recordado Código
    de Indias, se procesa un hecho curioso. Quienes se mueven lo
    hacen guiados por el instinto más que por el
    conocimiento del conjunto de resoluciones y normas que los
    rigen. Casi me atrevo a afirmar que dentro del sistema educativo
    no hay un docente que tenga un conocimiento
    total de las normas vigentes.

    A docentes y funcionarios insatisfechos debemos sumar la
    pérdida de pertinencia del mensaje de amplias franjas del
    alumnado, lo que lleva a priorizar los rituales escolares en
    detrimento del aprendizaje en el
    marco de una alfabetización en sentido
    contemporáneo.

    2. Actores de
    primera línea a considerar.

    Hablar de crisis significa hacer referencia a la
    actuación de actores concretos que se mueven en un
    determinado momento, en circunstancias socio históricas
    concretas.

    Por lo general cuando se aborda este tema se toman en
    consideración el Estado, el
    sector político, los técnicos, la burocracia
    institucional y los docentes. El relacionamiento mutuo entre los
    mismos ha sido considerado como una de las claves a tomar en
    cuenta a efectos de evaluar y prever la evolución de los sistemas educativos. Tal
    consideración no resulta errónea pero es
    insuficiente para abarcar el problema.

    Los enfoques tradicionales se han edificado a partir de
    la oferta, pero
    aún así dejar fuera de la consideración a
    los medios de
    comunicación de masas, los medios electrónicos
    y los organismos financieros internacionales, resulta imposible.
    De esta manera hemos de incorporar a tres nuevos actores: los
    padres, organizados o no, los propios estudiantes y formas
    surgidas de la sociedad civil como las ONG.

    La forma en que canalizan y vehiculizan sus intereses y
    aquellos que representan estos actores se relacionan con redes de poder presentes en
    el entramado social general y particular.

    Ahora bien, las reformas educativas se han concentrado
    en el sistema formal de educación y han adoptado sus
    propias fronteras como límites
    para su acción. Incluso muchas de ellas se han limitado
    aún más centrándose en el ámbito
    público, como es el caso uruguayo. Esto en sí mismo
    encierra un doble error. Por una parte, por reducir el campo de
    acción sobre el que pretende actuar y el segundo por dejar
    fuera los demás canales educativos que se han consolidado
    en la sociedad. La escuela que se impusiera en un modelo surgido
    en el siglo XVIII y XIX, hoy ya no ocupa el espacio que tuviera.
    Este enfoque no hace sino reiterar la anemia teórica que
    sacude a los llamados a materializar los cambios educativos. Lo
    anterior le confiere una debilidad importante porque deja fuera
    todo un universo de
    canales que ejercen una labor educativa más que
    significativa. En la medida en que no se tracen puentes entre
    ambos espacios es evidente que no podrá ser resuelto el
    problema de fondo que se pretende afrontar: la crisis educativa
    que nos afecta a todos. No se trata entonces de, siguiendo el
    modelo tradicional, pensar la educación
    exclusivamente a partir del plano formal de la misma, sino por el
    contrario, ver a esta como parte de una trama mucho más
    compleja.

    Si no procuramos abarcar en un proyecto
    educativo macro las diferentes formas que se han desarrollado de
    nuestros días, estaremos adoptando ángulos
    parciales que no nos posibilitará solucionar la
    raíz del problema. Simplemente entraremos en un nuevo
    plano pero manteniendo la persistencia de la crisis.

    La evaluación
    del rol que juega en la actualidad cada uno de los actores del
    proceso
    educativo desde sus posiciones, es una de las tareas esenciales a
    efectos de explorar caminos de salida a la presente
    situación.

    El Estado ha sido
    y es uno de los actores fundamentales a tomar en
    consideración. En nuestros días se procesa una
    profunda discusión sobre la naturaleza, dimensión y
    roles del mismo. Quizás sea este el aspecto
    ideológico más importante que cruza a la
    sociedad.

    Podríamos trazar un cuadro de síntesis
    sobre los grandes ejes en torno a los
    cuales se despliega su accionar, en los siguientes
    términos:

    • Limitación de su esfera de actividad. Propicia
      la lógica de mercado extendida a todas las
      actividades. El ciudadano aparece sustituido por el cliente.
      El Estado
      Moderno Periférico (EMP), adopta por una parte una
      actitud
      prescindente en aquellos sectores en donde rige el mercado y
      marcadamente intervencionista en todo lo que tiene que ver con
      el desmontaje de la esfera pública.
    • Verticaliza la toma de decisión y limita los
      mecanismos de participación y control. La sociedad civil
      ve dificultada su relacionamiento con el funcionamiento de
      diferentes instituciones públicas las que muchas
      veces aparecen como cotos privados de sectores y líderes
      político – partidarios. Un en el caso en que se
      transfieren responsabilidades a organizaciones
      de base, se hace a partir de designaciones arbitrarias o por el
      mecanismo del abandono de la presencia del Estado.
    • Es gestor ideológico y administrador
      de la crisis. Ante el convencimiento íntimo de no poder
      solucionarla, procura mantenerla dentro de los
      parámetros manejables.
    • Existe un proceso inocultable de transferencia real
      de decisiones hacia los organismos internacionales, dejando de
      lado para ello los mecanismos democráticos instituidos.
      Se crean mecanismos transversales que vacían de
      significado la tarea de organismos conformados de acuerdo al
      ordenamiento jurídico vigente.
    • Sustenta y legitima una fórmula de distribución de la renta que lleva a la
      segmentación social.
    • Aparece como tomador de situaciones y no como gestor
      de políticas generales y particulares que
      favorezcan los mecanismos de integración que rigieran en el pasado y
      que dotaran a la sociedad de un grado importante de
      estabilidad. Desenvuelve su acción cotidiana en medio de
      equilibrios precarios fruto de las oscilaciones que se producen
      en el bloque hegemónico, cuyo principal integrante son
      entidades extranjeras, multinacionales y organismos
      financieros.

    Con referencia a la educación este punto tiene
    una trascendencia de primera línea dado que nuestro SEN
    nace dentro de la fórmula del Estado Docente Esto
    significa que desde el surgimiento mismo se estableció la
    responsabilidad estatal de proporcionar la base
    física y
    los recursos materiales,
    definir los contenidos y proveer los docentes encargados de
    llevar adelante la labor. Este modelo de Estado Docente
    descansaba y descansa sobre premisas esenciales que a la vez de
    servir de base al mismo marcan una determinada orientación
    macro del sistema educativo.

    1. La educación formal, con la escuela como su
      representante genérica, es considerada como el canal,
      prácticamente único, a través del cual
      se canaliza la cultura y el
      conocimiento. Esta premisa se ha heredado de
      generación en generación y hoy es adoptada
      acríticamente en los hechos, más allá
      que el discurso,
      plantee sus contradicciones.
    2. Se produce una apropiación por parte de lo
      público de una parte de las labores tradicionalmente,
      hasta entonces, desempeñadas por la
      familia. Era necesario formar el ciudadano lo cual
      descansaba en la asimilación de un conjunto de
      conocimientos y actitudes
      que desembocaran en la aceptación y
      participación dentro de determinadas reglas de
      juego que
      señalaban a su vez el campo de
      legitimidad.

    Ahora bien, más allá de la
    dimensión que se le confiera a la esfera de lo
    público "…las escuelas han sido tradicionalmente
    consideradas como parte del Estado, debido a que se les supone
    estar comprometidas en ayudar a los estudiantes a obtener los
    conocimientos y las habilidades necesarias para ejercer la
    ciudadanía".

    Las premisas enunciadas se muestran en nuestros
    días limitadas en su validez por las transformaciones
    producidas en el escenario global, lo que obliga a plantearse una
    nueva base político-ideológica, a partir de la cual
    transformar los sistemas de enseñanza.

    J. Habermas contribuye, sin dudas a fijar las grandes
    coordenadas a partir de las cuales hemos de reconstruir la
    historicidad de este particular momento. En un trabajo que lleva
    el subjetivo nombre de ¿Aprendemos de las
    catástrofes?, leído en la Universidad de
    Magdeburgo establece: "La liquidación del Estado de
    bienestar social tuvo, sin dudas, una consecuencia directa: las
    crisis que habían logrado detener resurgieron con
    más fuerza. Esos
    costos sociales
    dañaron la capacidad política de integración de una sociedad liberal. Los
    indicadores
    revelan de modo inequívoco un aumento de la pobreza, de la
    inseguridad
    social, de desigualdad de los salarios, todo
    esto resume las tendencias de desintegración
    social"

    Todo apunta entonces a interpretar la crisis educativa
    como parte de una manifestación mayor que la engloba. Esto
    coincide con la verificación de que las escuelas ya no
    pueden ser consideradas como las únicas fuentes de
    conocimientos en la sociedad moderna, ni siquiera en la
    más importante. Por otra parte la graduación y
    certificación que acompaña el modelo descrito,
    pierden su validez entre otras razones por la necesidad de
    abordar una educación permanente.

    Somos conscientes que no hemos sino rozado una compleja
    realidad encerrada bajo la denominación de reforma
    educativa. El discurso pedagógico contemporáneo,
    pretende presentarse como único, intérprete de una
    realidad singular. Lo que sale a la luz a poco de
    ponernos a reflexionar es que si limitamos nuestra visión
    al ámbito del aula y su contexto inmediato, corremos el
    riesgo de caer
    en simplificaciones extremas. La educación deberá
    ser siempre pensada como fenómeno social situada en las
    tormentas de la vida.

    Las acciones de
    las ONG(s), que
    ganan espacio rápidamente en las últimas tres
    décadas, constituyen respuestas elaboradas que llenan
    vacíos institucionales. El sistema estatal no penetra
    dentro de determinados sectores y es allí donde se
    concentra la labor de aquellas. Lo más revelador, a poco
    que analizamos cómo han surgido y con qué población se nutren, se hace evidente que
    responden ante el fracaso del sistema público el cual en
    muchos casos aparece como el que expulsara por variados
    mecanismos a los jóvenes.

    Las ONG son una continuación de un impulso que se
    fortaleciera en los años sesenta y en el que jugara un
    papel de
    primer orden la acción social de la Iglesia. Ante
    el fenómeno del analfabetismo
    extendido nacen organizaciones
    que comienzan a atender puntualmente a determinados sectores
    populares. Esa será la matriz donde
    se forjará nada menos que el pensamiento de
    Paulo Freire el cual propone una visión madura,
    intelectualmente hablando, que pretende impregnar el conjunto del
    sistema formal. Ya no son colegios privados que siguen más
    o menos fielmente la propuesta pública, sino
    organizaciones de base amplia que impulsan su propio modelo
    educativo con un claro énfasis en el desarrollo de
    la conciencia
    política
    como paso previo a la liberación del individuo. Freire no
    fue el único. En Méjico surge la Crefal que en sus
    inicios no tuvo participación oficial y que fue un gestor
    de primer orden de teorías
    alternativas.

    En la actualidad, con un origen diverso, con
    vinculaciones con formas organizativas más amplias como
    fundaciones y ramas de diversas iglesias y aquellas que no
    superan el marco nacional y guardan un grado amplio de independencia,
    las ONG(s) ocupan un espacio estratégico. Son capaces de
    mostrar resultados positivos allí donde han fracasado los
    sistemas formales, en especial el sistema público. Por
    esta razón no pueden ser dejados de lado a la hora de
    trazar modelos
    alternativos. Al contrario, las mismas han consolidado un capital
    de experiencias que debe ser volcado e integrado de manera de
    elevar el nivel de calidad real del
    total del conjunto.

    Señalados los principales actores que se mueven
    en el escenario construido es necesario ver como sus acciones
    interactúan entre sí y con los elementos de este.
    Si concebimos la educación como resultado de una
    política exclusivamente trazada por el bloque
    histórico hegemónico, cometemos un error
    considerable. Precisamente las corrientes reproductivistas de
    diferente origen caen en esta visión errónea.
    Sólo tomando en consideración los diferentes
    actores es posible construir el hecho de modo que muestre toda su
    riqueza de pliegues, continuidades y discontinuidades,
    contradicciones y conflictos, su racionalidad e irracionalidad.
    Todo ello con una mirada simultánea de lo ofrecido y lo
    demandado, o como gustan expresarse algunos: desde la "oferta" y
    la "demanda"

    3.
    Aproximación al concepto de
    crisis.

    Todo docente, como lo hemos señalado, experimenta
    a poco de integrarse al sistema educativo que como popularmente
    se dice hay cosas que no andan bien. Casi como una
    sensación que recoge su epidermis comienza a apreciar
    disfunciones en diversos planos. Comienza a impactar entonces
    sobre él los juegos
    perversos de circulación de culpabilidad. Eso contribuye a
    que en su interior todos los docentes nos sentimos en el fondo
    inseguros con respecto a nuestra labor. Inseguridad
    que buscamos muchas veces superar con el empleo de
    recetas. Esas fórmulas para desempeñarnos
    mejor en este o aquel plano, léase constructivismo o
    todos los ismos que hemos encontrado en nuestro tránsito,
    no desembocan sino en sentimientos de desencanto al ver que los
    resultados son más o menos los mismos. Se impone entonces
    buscar otro camino para comprender el problema. Al decir de
    Popper, hay "…algo no está en el orden de
    nuestro presunto saber"
    Esa situación es de tal
    amplitud y profundidad que no cabe sino considerarla como una
    crisis de la forma actual que nos coloca ante la necesidad de
    encontrar otra cualitativamente superior.

    El empleo de la
    palabra crisis para caracterizar la situación por la que
    atraviesa la educación en nuestros días, resulta
    bastante frecuente. Lo paradójico radica a que dicho uso
    se ha difundido sin que se defina adecuadamente su propio
    contenido y dimensión. La masificación produce una
    falsa sensación de familiaridad que no es tomada
    debidamente en cuenta y que puede, y de hecho lo hace, presentar
    falsos acuerdos. Casi podríamos afirmar que hay un
    concepto de
    crisis particular detrás de cada uno de los trabajos que
    procuran explicarlo. Ello constituye un flanco importante desde
    el punto de vista teórico ya que señala la
    existencia de concepciones muy diferentes de la propia
    educación, con la consecuente ausencia de un consenso
    mínimo. Considero que la familiaridad, derivada de la
    masificación del empleo del término crisis nos
    lleva a que hablemos de cosas totalmente diferentes. Ello se
    transforma en un obstáculo desde el momento en que
    muestra
    supuestos acuerdos, allí donde no los hay. Las
    polémicas sucesivas que se desatan llevan a que se
    enfoquen aspectos parciales del problema,
    absolutizándolos, y perdiendo de vista la raíz
    misma de aquel. Paralelamente dado que dichas polémicas
    surgen de posicionamientos que se vinculan con situaciones de
    poder, se llega a la congelación de posiciones cerrando,
    por ende, las puertas a aportes provenientes desde diferentes
    ángulos.

    Sobre lo que sí existe un acuerdo básico
    es que en el terreno de la educación, sea en un sentido
    amplio o reducido al sistema escolar, hay una serie de
    situaciones instaladas que la apartan de los objetivos
    declarados. En lo que podríamos definir como una primera
    aproximación, es posible observar un alejamiento entre el
    plano discursivo y el de la práctica, al menos en la
    percepción de cada vez más amplios
    sectores sociales. A efectos de avanzar recurramos en primer
    término a determinar el significado del término
    crisis, tanto en el plano cotidiano como en el cristalizado en
    diccionarios
    de uso corriente.

    De modo genérico el empleo del término
    crisis es como calificación global de una situación
    en donde se conjugan agudización de conflictos,
    insatisfacciones, inseguridad, sentimientos de riesgos,
    ansiedad. Todo esto derivado de una inestabilidad grave en donde
    lo previo muestra señales inocultables de agotamiento,
    pero que lo nuevo aún no se ha articulado de manera de
    transformarse en las nuevas reglas de juego. Cuando
    en el habla corriente se expresa el término crisis se lo
    hace para calificar algo no deseable, algo que rompe con la
    estabilidad.

    Con una presencia de más de tres décadas
    dentro de la problemática pedagógica, aún
    estamos distantes de alcanzar un nivel de construcción
    teórica suficiente. Aún se hace referencia a un
    sentimiento generalizado de insatisfacción. No existen
    acuerdos en cuanto a que se pretende definir al emplear esta
    expresión, así como tampoco en lo que se refiere a
    la extensión del mismo. Volvamos ahora la vista hacia la
    otra fuente.

    Al recurrir a diccionarios
    corrientes en procura del significado de la expresión nos
    encontramos como primera acepción, una referencia concreta
    a un momento dentro de una enfermedad. Un punto de
    inflexión. "Mutación considerable que acaece en
    una enfermedad, ya sea para mejorarse, ya para agravarse el
    enfermo. Mutación importante en el desarrollo de otros
    procesos, ya
    de orden físico, ya históricos o espirituales." "
    Cambio
    considerable que acaece en una enfermedad. Ya para mejorarse ya
    para agravarse. Por et, momento culminante y decisivo de un
    negocio grave"

    Fernando Calderón Gutiérrez (1987) aporta
    un punto de vista mucho más interesante a los efectos de
    considerar los aspectos que están involucrados en nuestro
    problema. La crisis "…es sobre todo un estado donde
    afloran contradicciones que permanecieron rezagadas por mucho
    tiempo, un
    momento de rupturas, desacuerdos, desconciertos, perplejidades y
    paradojas y muy especialmente de ambigüedades, pues las
    relaciones de poder y las acciones institucionales vacilan frente
    a sus propias conductas; en la crisis la normalidad queda en
    suspenso y la certeza de las políticas
    es inconcebible."

    Umberto Eco (1988), en una de sus obras comentando el
    pensamiento de
    Hobbes,
    Condillac, Vico y Leibniz nos proporciona algunas claves para
    poder llevar a una relectura de las definiciones citadas. Con
    referencia al primero recoge la idea de que "…cada lengua es un
    modo de ver el mundo"
    y apelando al pensamiento de Leibniz
    establece, "…cada lengua no
    solamente refleja la historia de un pueblo, sino
    que condiciona su mentalidad y sus costumbres."
    Pierre
    Bourdieu (1980) también contribuye a fijarnos un norte en
    la búsqueda emprendida. Sostiene al respecto: "La
    sociología sólo puede liberarse de
    las formas de dominación que la lingüística y
    sus conceptos ejercen todavía hoy sobre las ciencias
    sociales a condición de hacer patentes las operaciones de
    construcción del objeto en que esta ciencia se ha
    fundado, y las condiciones sociales de producción y circulación de sus
    conceptos fundamentales."

    A partir de la consideración de los pensamientos
    expuestos, es clara la necesidad de poner en evidencia los
    procesos de
    producción y circulación conceptual
    que se manifiestan en torno a la
    crisis. En el mismo sentido al desnudar los supuestos en que se
    basan las diferentes acepciones en que es manejado el
    término avanzamos en la construcción de una imagen
    del propio objeto que nos servirá de norte al desarrollo
    del presente trabajo.

    Tomando en cuenta, pues, lo establecido precedentemente
    la visión de la crisis como una etapa de una enfermedad,
    no puede ser sólo obra de una casualidad. Asumirla como
    parte de una enfermedad, nos conduce a una visión que se
    vincula con el funcionalismo. Un
    cuerpo sano entra en un período de enfermedad que deriva
    en caso extremo en la muerte del
    sujeto o retorna al estado de salud. Una concepción
    un tanto mecánica se desprende de esa
    dimensión del concepto. Todo está bien, estado de
    salud, hasta que
    aparece la enfermedad, estado anormal, dentro de esta se vive un
    momento específico donde se define la salida o el fin, en
    el primer caso se vuelve al estado de salud, con o sin secuelas
    de aquella. Esto constituye una peculiar forma de concebir la
    historia y su movimiento. El
    punto de partida es una situación de equilibrio y
    funcional que sufre una desestabilización, fruto de
    disfunciones que se producen en su interior, lo cual puede llevar
    a la muerte o la
    superación de la misma, pero sin que se altere la
    naturaleza misma del cuerpo afectado. Pero no es la única
    visión posible. ¿Qué pasa si por un momento
    dejamos de imaginar una continuidad para asumir que la historia
    misma constituye un conjunto de discontinuidades, donde importan
    tanto las "voces" como los "silencios"? ¿Qué
    consecuencias podemos extraer de considerar la "muerte o la
    enfermedad" como parte de la vida misma? El concepto mismo de
    enfermedad ¿no traduce acaso una construcción
    social que marca
    determinados límites para la "normalidad?. Considero que a
    partir de los diferentes trabajos de M. Foucault, esto
    debe ser tomado en cuenta. "La historia será efectiva
    en la medida en que introduzca lo discontinuo en nuestro mismo
    ser… El saber no ha sido hecho para comprender, ha sido hecho
    para hacer tajos".

    La asociación entre crisis y enfermedad, no es un
    producto
    natural, sino uno de esos tajos a que se refiere el autor. Esto
    introduce otra óptica
    al conjunto. Los conceptos dejan de ser absolutos para
    transformarse en "posibles" dentro de un abanico de
    posibilidades, dejan de ser portadores de la certeza. Este giro
    epistemológico es clave a los efectos de concebir la
    sociedad misma como un espacio cruzado de conflictos y por
    líneas de poder. Dos de los elementos que consideramos
    fundamentales en la búsqueda planteada. La crisis pasa a
    ser parte misma del proceso de vida. No como un período
    anómalo, sino integrada al proceso "vital" de la sociedad
    y de cada institución.

    Otra visión de crisis la encontramos en el propio
    campo pedagógico y es expuesta por M.A. Santos (1999).
    Este autor considera que la crisis, el estar en una encrucijada
    es propia de la naturaleza de la escuela (y por ende de la
    sociedad misma) agregando. "Afortunadamente. Porque las crisis
    permiten (y exigen) una reflexión que obliga a salir de la
    situación creada. Las crisis son el crisol de las instituciones.
    " En este caso la crisis pierde
    su connotación negativa para transformarse en parte misma
    del proceso.

    En definitiva equivale a concebir la vida misma de las
    instituciones como enmarcada en contradicciones y conflictos que
    es necesario procesar. Cuando una forma de equilibración
    adoptada no resulta suficiente, se produce una agudización
    de aquellos fenómenos y es necesario introducir nuevos
    mecanismos de modo de fundar un nuevo equilibrio. Este
    será siempre precario y condenado a ser
    sustituido.

    En este punto debemos tener en cuenta que ninguna forma
    es sustituida históricamente por otra antes de agotar sus
    posibilidades. Además el simple hecho de plantearnos esta
    posibilidad, señala que estamos cercanos, al menos de
    dicha situación. La crisis, entonces, más que
    señalar conflictos o insuficiencias en uno o más
    puntos de una estructura o institución, señala la
    necesidad de favorecer el alumbramiento de nuevas formas que ya
    se encuentran en gestación.

    Tenemos propuestas dos visiones básicas con
    respecto al concepto de crisis aplicado a la educación: a)
    como una situación anómala a partir de un
    desequilibrio de una forma que reunía las características de funcionalidad y eficiencia en su
    desenvolvimiento. Superada la misma e introducidos ajustes, la
    forma recobra su equilibrio sobre las mismas bases sobre la que
    fuera edificada. b) La crisis como integrada naturalmente a la
    vida misma de las instituciones, nos abre la puerta a la finitud
    de las instituciones y su refundación sobre bases
    diferentes.

    Si bien puede resultar tentador adoptar
    rápidamente esta última posición, ello
    obliga a plantearse una definición del carácter
    mismo de la crisis en función de
    su profundidad y extensión. En efecto, hemos de reconocer
    la existencia de diferentes niveles críticos que pueden
    desembocar en ajustes, más o menos extensos, o determinar
    cambios radicales, transformaciones de fondo que hagan cambiar
    los cimientos mismos sobre los que se elevara el edificio
    institucional.

    4.
    Consideraciones en torno a la construcción del
    problema

    Transformar la reforma educativa en problema de nuestra
    reflexión impone la necesidad de construir lo que
    será objeto de nuestro pensamiento. El blanco del
    conocimiento nunca puede ser un fenómeno inerte y
    totalmente separado de cada uno de nosotros. En este punto
    considero que hemos de adoptar la definición de
    hecho que nos proporciona Piaget en uno
    de sus últimos trabajos. "… un hecho es siempre,
    el producto de la composición entre una parte provista por
    los objetos y otra construida por el sujeto…Se puede,
    pues, considerar al objeto como una síntesis
    de hechos referidos a un mismo sustrato, y los hechos como la
    expresión de relaciones o de acciones entre objetos, o
    interiores a uno de ellos…"
    Lo anterior supone que no
    hay una separación de objeto y sujeto, sino que uno y otro
    se construyen a medida que maduran, uno de ellos o ambos. Toda
    decisión metodológica se despliega dentro de un
    determinado marco epistemológico que orienta el conjunto
    de la reflexión. Impone una determinada "lógica"
    y un determinado ángulo de consideración de los
    hechos, así como normas respecto a cómo proceder a
    la elaboración de los mismos. La teoría
    de T. Khun respecto a los paradigmas no
    hace sino tomar en consideración estos aspectos,
    señalando el poder que los mismos tienen en cuanto a la
    orientación del conjunto de la ciencia en
    un determinado momento histórico. Entonces, se hace
    necesario poner en claro ante nosotros mismos, en primer lugar,
    cuál es el marco genérico en que desenvolveremos
    el trabajo. A
    su vez, es menester analizar cómo combinar de modo
    válido ángulos particulares que se han consolidado
    en torno al problema que nos ocupa a lo largo del
    tiempo.

    Haciendo referencia a la lógica de las ciencias
    sociales, Karl Popper propone una línea de acción a
    tomar en consideración. "…el conocimiento no
    comienza con percepciones u observación o con la recopilación de
    datos o de
    hechos, sino con problemas. No hay conocimientos sin problemas
    – pero tampoco hay ningún problema sin
    conocimiento."
    En las palabras anteriores se establecen una
    serie de elementos importantes que es necesario
    abordar.

    El colocar al problema en el centro de la
    construcción de conocimiento introduce un factor
    significativo. A su vez nos obliga a definir el propio concepto
    de problema. K. Popper propone la existencia de un problema
    cuando existe un desacuerdo entre lo que hemos construido en el
    plano de la reflexión con la información proporcionada por el propio
    hecho. Con sus propias palabras el problema es definido en estos
    términos: "… todo problema surge del
    descubrimiento de que algo no está en el orden de nuestro
    presunto saber; o, lógicamente considerado, en el
    descubrimiento de una contradicción interna entre nuestro
    supuesto conocimiento y los hechos; o expresado quizás
    más adecuadamente, en el descubrimiento de una posible
    contradicción entre nuestro supuesto conocimiento y los
    supuestos hechos."

    Esta postura con la cual establecemos un acuerdo de
    carácter general nos conduce a dos aspectos que hemos de
    interrelacionarlos directamente con el tema que nos ocupa. En
    primer lugar, tenemos el plano de lo concreto en
    donde debemos evaluar el comportamiento de determinadas variables en
    el escenario social considerado. En segundo lugar, y vinculado
    con lo anterior, encontramos que el cuerpo explicativo que se ha
    desarrollado no es suficiente para dar cuenta de determinados
    comportamientos de los hechos. Además, la forma de
    construir los mismos también se ven afectadas ante la
    consideración de ángulos y valoraciones diversas.
    Es decir, que un problema se produce cuando una determinada
    estructura explicativa es desbordada por la aparición de
    nuevos elementos o cuando el marco explicativo se muestra
    débil como para comprender nuevos ángulos de la
    situación en cuestión.

    La epistemología genética
    de raíz piagetiana apunta a ordenar los problemas en tres
    grandes estructuras en
    tanto son capaces de afectar las estructuras cognitivas de los
    sujetos. El primer nivel estaría constituido por aquellos
    problemas derivados del crecimiento cuantitativo de la información comprendida dentro de una
    teoría.
    Un segundo nivel estaría constituido por aquellas
    situaciones que obligan a reestructuraciones parciales hacia el
    interior del cuerpo teorético como fruto de la
    consideración de otros hechos que no pueden ser explicados
    satisfactoriamente. Por último, tendríamos la
    situación en que los nuevos hechos, tanto cuantitativos
    como cualitativos, obligan a "fundar" un nuevo cuerpo
    teórico. Es el caso de las revoluciones que
    señalara el propio Khun donde se procedería al
    pasaje de una forma paradigmática a otra.

    Es clara la insuficiencia teórica general,
    aceptada como cuerpo explicativo central en la temática
    que nos ocupa. El volumen de la
    información ha crecido, el nivel de complejidad ha seguido
    el mismo camino, todo lo que conduce a la necesidad de reformular
    el conjunto de la teoría. Por otra parte, hay una marcada
    presencia de los elementos ideológicos en los diferentes
    planteos que se asocian con la aplicación de modelos
    globales en el terreno de la economía. Muchas de
    las propuestas que circulan en los ámbitos directrices no
    son en el fondo sino expresiones ideológicas que responden
    a determinadas constelaciones de poderes.

    Una construcción teórica del problema
    educativo no puede considerarse completo a mi juicio sin atender
    a determinados aportes realizados por M. Foucault bajo la
    forma de dos grandes conceptos que actúan como
    estructurantes: procedencia y emergencia.

    Al hablar del primero, Foucault, señala la
    importancia de "… encontrar bajo el aspecto
    único de un carácter, o de un concepto, la
    proliferación de sucesos a través de los cuales
    (gracias a los que, contra los que) se ha formado"
    El
    conocimiento consolidado no puede ser concebido como un logro
    definitivo independiente de toda referencia espacio temporal. Por
    el contrario es un posible que permite elaborar una serie,
    más o menos extensa, con referentes concretos.

    La procedencia apunta, pues, a mostrar cómo los
    conceptos y las cosas presentan una gama muy grande de pliegues y
    fisuras que los transforman en construcciones inestables,
    transmitiendo dicho carácter a todo lo que sobre ella se
    apoye. En nuestro caso particular, a la inestabilidad de nuestra
    construcción teórica del problema del gasto
    educativo debe sumarse el hecho de que los complejos procesos
    históricos no son sino otras elaboraciones igualmente
    inestables. ¿Invalida esto los resultados alcanzados?
    Considero que no. Toda edificación teórica debe
    estar abierta a reconstrucciones fruto de la crítica. Pero
    la postura de Foucault y su aporte, nos pone en guardia ante otro
    fenómeno de no menor importancia. No resulta válido
    proceder a extrapolaciones y comparaciones mecánicas dado
    que cada elaboración ha sido creada en coordenadas
    específicas que no son absolutamente transferibles a otros
    entornos. Al no existir la pretendida esencia dentro de los
    fenómenos, más allá de las palabras que
    identifican dos o más hechos, son en buena medida
    además de inestables con una alta dosis de
    artificiosidad.

    El segundo concepto, la emergencia, podría
    definirse como el punto de surgimiento de cada
    construcción teórica. Constituye un escenario
    cruzado por fuerzas que se combinan y oponen
    dialécticamente y dan como resultado concreto, la
    posibilidad de que emerjan determinados conceptos y hechos. Estas
    no surgen en cualquier unidad espacio – temporal, sino en
    aquella donde la constelación de fuerzas en
    juego lo posibilitan

    5. Enfoques generales
    del concepto de crisis educativa
    .

    Hemos seleccionado dos formas básicas para
    señalar sus enfoques sobre la crisis educativa, lo que
    posibilita mostrar el proceso histórico de
    construcción del concepto mismo.

    a) El enfoque de Philip H. Coombs

    La razón por la que iniciaremos las referencias
    pedagógicas por los planteos de P. Coombs es su
    relativamente temprana aparición y por ser una matriz de
    razonamiento sobre la cual se han edificado otras líneas
    interpretativas. El 1967 en un adelanto de lo que fuera luego su
    obra más madura, el autor propone cinco puntos en los que
    el desfasaje producido en el campo educativo y que constituyen la
    clave, la razón del estado crítico de la
    enseñanza en aquel momento. Los ítems considerados
    son los siguientes:

    ÍTEMS DEFINITORIOS DE LA
    CRISIS

    • Creciente envejecimiento y obsolescencia de los
      programas de
      estudio.
    • No contribución de la educación a los
      procesos de progreso social.
    • Profundas desigualdades educativas entre los diversos
      grupos
      sociales.
    • No correspondencia entre educación y
      empleo.
    • Elevación de los costos de la
      educación y capacidad de financiación de los
      países.

    Estos puntos se proponían en momentos en que a
    través de organizaciones mundiales como UNESCO, y
    múltiples reuniones internacionales se hablaba
    insistentemente sobre la necesidad de democratizar el acceso a
    los servicios educativos. Todos los países participaban de
    la idea de extender los niveles educativos y poner fin al
    analfabetismo
    el cual se consideraba como uno de las razones que explicaban el
    atraso. Por otra parte, el análisis surgido en la sociedad
    norteamericana, sintetiza una preocupación creciente que
    se desata a partir del "fenómeno sputnik". El impacto que
    significó el éxito
    soviético, hizo volver la vista hacia la enseñanza
    exigiendo a ésta mayores niveles académicos y
    excelencia. No puede extrañarnos entonces que los dos
    primeros elementos. Los contenidos pasarán a ser uno de
    los campos de trabajo principales. Era necesario adecuarlos a los
    nuevos adelantos de las ciencias, con
    el claro predominio de las físico – naturales, propender a
    "producir" un mayor numero de científicos y
    técnicos medios capaces de servir de cadena transmisora de
    los trabajos de aquellos. Paralelamente el inicio de una
    tecnificación acelerada de la producción estaba
    replanteando la relación educación empleo. Los
    planes, puestos en marcha hasta entonces, no se
    correspondían con la demanda del
    mundo del trabajo. Ese fue un centro de preocupación de
    instituciones como la mencionada UNESCO la que dedicó
    investigaciones sobre el desempleo de los
    egresados de los sistemas educativos y sobre la relación
    entre trabajo y educación.

    Otro de los planos que ha calado muy profundamente en
    las visiones de las disfunciones que se observan dentro de la
    educación y es referente al encarecimiento del servicio. En
    general en países como el nuestro, con un claro predominio
    de la prestación estatal, pone el tema en las coordenadas
    de las finanzas
    públicas y los esquemas de redistribución de la
    renta en el seno de la sociedad misma. Agotadas las
    circunstancias extraordinarias que permitieran el desarrollo de
    procesos de crecimiento
    económico basadas en la sustitución de importaciones,
    los países de la región, habiendo desarrollado
    pautas muy firmes identificadas con el Estado de Bienestar, se
    encuentran sumidos en crisis agudas que llevan a enfrentamientos
    entre diferentes sectores. Extender y profundizar los sistemas
    educativos implicaba e implica necesariamente la
    adjudicación de nuevos recursos con los que solventarlos.
    Se manifestaba en las diferentes propuestas la necesidad de
    atender a la educación, se estimulaba la demanda por parte
    del propio Estado, mientras no se atendía debidamente a la
    oferta. Cuando analicemos la evolución de los recursos asignados a
    través de diferentes períodos recientes podremos
    ver que se materializa un rezago considerable en lo referente a
    la creación de una base de infraestructura mínima,
    así como en equipamiento esencial.

    Se instala en este plano una visión economicista
    de la enseñanza que oficia de limitante de primer orden a
    la hora de definir la globalidad del problema. Es indiscutible
    que los factores económicos referidos estrictamente a la
    asignación de recursos al sistema educativo es un factor
    de primer orden pero para nada el único. Pese a toda su
    significación, la crisis educativa se nos muestra como
    mucho más compleja. La consolidación se esta
    visión economicista ha regido buena parte de los
    desarrollos teóricos y son la raíz de una
    extrapolación de terminología económica
    hacia el terreno pedagógico.

    En el informe original
    emanado de la Conferencia de
    Williamsburg (1967) se expresaba textualmente: " A partir de
    1945, todos los países experimentaron cambios ambientales
    de ritmo vertiginoso, originados por una serie de revoluciones
    concurrentes a lo largo y ancho del mundo, en la ciencia y
    la tecnología, en la política y en la
    economía,
    en las estructuras demográficas y sociales. También
    los sistemas educativos se desarrollaron y cambiaron con mayor
    rapidez que en cualquier época anterior. Pero su
    adaptación ha sido demasiado lenta en relación con
    el ritmo más rápido de los acontecimientos que se
    producían a su alrededor. El consiguiente desfase –
    plasmado en muchas formas – entre los sistemas educativos y sus
    entornos constituye la esencia de la crisis mundial de la
    educación"

    Lo que nos importa destacar es el abordaje que se
    efectúa del propio concepto de crisis educativa. Domina
    aún el horizonte, la base discursiva y conceptual
    originada en la
    ilustración. Los sistemas formales aún se
    conciben como los instrumentos para la consolidación de la
    racionalidad en la sociedad. Una racionalidad que se consideraba
    imprescindible para alcanzar el desarrollo, tema
    hegemónico en la época, y para el mantenimiento
    de un funcionamiento democrático. Desde las propias
    palabras del autor al que nos referimos se deduce una
    ubicación paralela entre la sociedad y la
    educación, donde la primera emite reclamos a la segunda
    para solucionar sus propios problemas. La educación, sin
    considerarse parte misma de los diferentes conflictos sociales,
    se revierte sobre la sociedad aportando las herramientas
    para que los individuos encaren la realidad compleja.

    Tal como es planteado en la figura siguiente, hemos de
    concebir la crisis como situada en la escuela. Ello
    significa en definitiva que esta tiene una autonomía total
    con respecto a los conflictos y pugnas que se registran en el
    terreno social. Es un espacio neutro con relación a los
    conflictos dado que se maneja con una materia prima
    constituida por valores y
    elementos de la cultura universal y trascendente. De ahí
    que pueda hablarse de una crisis en la escuela. No
    se trata de cuestionar las funciones
    efectivas desplegadas por la institución, no se trata de
    cuestionar la validez misma en su forma actual, sino de poner el
    acento en sus dificultades para transmitir eficientemente un
    determinado mensaje. Ello es coincidente con los planteos
    heredados de la escuela nueva que adoptan como supuesto
    básico que se había encontrado una herramienta
    idónea que sólo restaba ajustarla
    periódicamente. La respuesta estuvo acorde, manteniendo
    los principios
    heredados de la ilustración y de la modernidad, era
    necesario introducir modificaciones en el sistema educativo de
    manera que su accionar se acompase a las transformaciones que se
    producen fuera de ella. No puede extrañarnos entonces que
    bajo esta óptica
    la primera mitad del siglo XX estuviera dominada por una
    psicologización de la problemática educativa.
    Recién en las últimas décadas y
    fundamentalmente a partir de los planteos de la corriente
    reproductivista, es que el enfoque social ha ganado terreno. El
    mensaje, en su forma entonces hegemónica, tendría
    carácter único y deberá alcanzar a todos los
    sectores sociales de manera que se produzca una
    transformación global a través de la
    transformación de los individuos. La estrategia
    adoptada fue el trazar campañas de alfabetización,
    que contribuían a dotar al país de una buena imagen
    internacional, y elaborar grandes planes centrales que se
    consolidaban en forma de "libro".
    Documento elaborado por expertos que establecía cada unos
    de los aspectos a considerar, desde las opciones
    estratégicas hasta las medidas concretas a adoptar en el
    aula. Esta especie de reino de la planificación, será característica de un extenso
    período, casi tres décadas, y ha dejado secuelas
    importantes en cada uno de los sistemas educativos nacionales. La
    creación de oficinas de planificación y evaluación lleva a
    las mismas a integrarse dentro de cada una de las estructuras
    burocráticas. .

    Posicionamiento de Sociedad y
    educación en las

    propuestas analizadas

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    Un aspecto destacable es la importancia que comienza a
    asignársele a la educación no formal.
    Progresivamente se abre paso la idea de que la
    problemática pedagógica no debe limitarse a las
    fronteras de las instituciones formales, sino que es parte de un
    proceso permanente que abarca la totalidad de la vida del
    individuo. Se define la existencia de una red de
    aprendizaje
    presente en toda nación
    que puede y debe ser puesta al servicio de
    los grandes planes educativos, lo que permite abatir en parte los
    costos directos de la enseñanza planteando las siguientes
    ventajas:

    • Ofrece oportunidades de aprendizajes a todos los
      individuos pertenecientes a una sociedad particular. Toma en
      cuenta las particularidades de cada segmento social y las
      necesidades de los mismos. Así encontramos, por ejemplo,
      grandes campañas de sensibilización y
      educación en cuanto a temas relacionados con la salud.
      "Una red de
      estas características puede responder, además a
      las necesidades crecientes y cambiantes de aprendizaje, a
      las exigencias de recursos humanos de cada
      sociedad"
    • La segunda ventaja planteada por el autor citado,
      consiste en poner el acento sobre el universo
      real de la educación. Mostrar la presencia de estas
      redes presentes
      en todas las sociedades
      con independencia de su nivel de riqueza. La clave
      consiste en armonizar cada una de estas fuerzas
      educativas

    Como podemos apreciar este aspecto es parte de una
    visión que comienza a materializarse a partir de la
    Conferencia de
    Jomtien en1990, donde se reclama la participación de todos
    los potenciales agentes en la tarea de la enseñanza
    básica. En la declaración final de dicha
    Conferencia se establece: "Si las necesidades básicas
    de aprendizaje para todos se han de satisfacer a través de
    acciones de alcance mucho más amplio que en el pasado,
    será esencial movilizar tanto los recursos financieros y
    humanos existentes como los nuevos recursos, públicos,
    privados o voluntarios. Todos los miembros de la sociedad tienen
    una contribución que aportar, teniendo presente que el
    tiempo, la energía y los fondos consagrados a la
    educación básica constituyen quizás la
    inversión humana más importante que
    pueda hacerse para el futuro de un país"
    Este
    pensamiento, verdadera piedra angular de muchos de los proyectos,
    más allá del peaje retórico que conlleva, es
    una continuidad del pensamiento que estamos examinando. En efecto
    ya no se trata de un sistema escolar sino de una compleja trama
    de instituciones y esfuerzos, pero sin cambiar la esencia de la
    propuesta anterior. La enseñanza continúa
    viéndose como independizada de los enfrentamientos que
    rigen el hacer cotidiano dentro de una sociedad. Incluso se
    apuesta a que todos se encaminarán en un mismo sentido;
    las contradicciones no tienen lugar en este escenario. Volviendo
    al esquema trazado en la figura 1, lo único que cambia es
    el nombre. Ahora no hablaremos de sistema educativo sino de redes
    integradas por diferentes actores.

    En definitiva la crisis de la enseñanza se deriva
    de la acción de los factores que señalábamos
    y en la no articulación de los diferentes tramos de la
    red de
    enseñanza que se encuentra presente en la sociedad. Es
    necesario remarcar que estas posturas no han sido sistematizadas
    en una obra determinada pero están presentes de un modo u
    otro, en los enfoques de muchas de las propuestas que hoy
    debaten, más allá de matices y ajustes
    coyunturales.

    Otra de las visiones de la crisis deviene de la
    corriente que se denomina Educación Popular. Al igual que
    en el caso anterior, encontramos bajo esa denominación una
    gama muy importante de posturas particulares, pero nos
    remitiremos a aquellos aspectos que nos permiten
    agruparlas

    1. Enfoques derivados de las posiciones de la
      Educación Popular y las corrientes
      reproductivitas.

    Los movimientos de Educación Popular comienzan a
    ganar espacio en la década de los sesenta, cuando ya se
    hacen evidentes los síntomas de agotamiento de un modelo
    económico y dónde el tema del desarrollo ocupa los
    primeros planos. Para alcanzar un desarrollo en el terreno
    económico, era necesario introducir una serie importante
    de modificaciones en la estructura social, dentro de la cual se
    reservaba a la educación un papel de
    primer orden. A través de la misma se debería
    integrar a poblaciones que hasta entonces permanecían al
    margen del funcionamiento económico global. Superar el
    atraso de esas poblaciones pasa a ser uno de los objetivos.
    Conjuntamente con la consideración de la pobreza lo
    anterior se convierte en la contingencia que hace aflorar este
    movimiento.

    A lo anterior se debe agregar un reclamo muy fuerte
    desde el punto de vista ético. La igualdad de
    posibilidades, efectiva y funcionante, perdóneseme el
    neologismo, se ubica junto al discurso de esta corriente. Se
    traza así una línea de comunicación directa entre los reclamos
    socio – políticos y las posturas de esta corriente.
    Ello determina una adhesión primaria muy fuerte en
    determinados sectores, mientras las instituciones procuraban
    cerrar todos los caminos de posible ingreso de tales planteos.
    Mientras se mantuvieran en el discurso, mientras se tomaran
    sólo los aspectos didácticos del pensamiento
    freireano, no pasaba nada. Pero cuando se procuraba introducir la
    discusión política afloraban inmediatamente los
    conflictos.

    La Educación Popular adopta desde el inicio mismo
    un ángulo de análisis totalmente diferente al que
    hasta entonces fuera hegemónico. Sin negar par nada la
    importancia de la educación para el desarrollo de los
    individuos, se cuestiona la acción misma de los sistemas
    escolares. En este contexto "la educación aparece como
    un bien desigualmente distribuido existiendo una
    segregación de grandes sectores de la población que se traduce en in escolaridad,
    deserción y bajos niveles de instrucción y
    calificación para los grupos que se ubican en los tramos
    más bajos de la estructura social y productiva."
    Ello
    es fruto de la existencia de una determinada estructura de poder
    que se hace manifiesta tanto en la selectividad del sistema
    escolar, como también en el contenido del mismo. Esto
    último nos conduce a otro de los rasgos
    característicos del enfoque de estas corrientes y es el
    consistente en la revalorización del saber popular. Carlos
    Brandao (!980) al respecto sostiene "aunque la cultura actual
    del campesinado sea, en parte, producto de la
    transformación de culturas colonizadoras, aunque en la
    cultura popular se entrecrucen y mezclen normas y elementos no
    son de la propia clase, no se puede negar que la
    producción material y simbólica del campesinado y,
    en general, de los sectores populares, expresan también,
    su propia vida y poseen una lógica que les es propia…
    Cualquiera de los tipos culturales concretos de pueblos en que el
    pueblo se divide, posee su arte y su
    ciencia"

    A partir de estas dos premisas la visión de la
    crisis educativa no puede ser definida. En efecto, los resultados
    alcanzados por los sistemas escolares no harían otra cosa
    que dar cumplimiento a su propia naturaleza. La exclusión,
    los bajos niveles de aprendizaje, y toda una gama de elementos
    que señalan la disfunción de aquel, deben ser
    vistos en cambio como indicadores
    del éxito
    de proyecto
    original. Esta imagen es la adoptada por ejemplo por Adriana
    Puiggrós (1994) al afirmar: " Lo familiar, lo
    espectral, lo oculto, intercambiables y reductibles, son los
    atributos de un sistema que, porque triunfó, se devora a
    sí mismo. La razón amamantada por el sistema
    educativo occidental creó formas que anulan los principios
    fundantes de ese sistema. La igualdad, la
    libertad de
    pensamiento y el racionalismo
    humanista, embalsamados, ocultan que la eficiencia del
    sistema educativo se plasma finalmente en la selectividad, la
    tecnocracia elitista y los intentos de ensamble definitivo de
    saber y poder. La creciente tendencia a establecer dos vertientes
    dentro de cada sistema educativo, una dirigida a instruir a la
    gran masa y otra a instruir – educar a la elite intelectual
    dirigente, no expresa la crisis sino el éxito de la idea
    educativa moderna."
    La conclusión entonces es que la
    raíz del problema deber ser buscada en otro lado, en el
    mismo trabajo citado, se sostiene que la misma está en el
    fin de una forma cultural que hasta ahora ha resultado
    hegemónica. Esto nos lleva otra de las dimensiones de las
    diferentes líneas posibles de encontrar dentro de la
    Educación Popular. La educación debe estar
    orientada a transformar la sociedad. Al respecto toda la obra de
    Paulo Freire pondrá especial énfasis en este
    punto.

    La educación debe ser entendida como praxis,
    reflexión y acción del hombre sobre
    su medio para transformarlo a partir de la comprensión de
    que la historia no es estática
    sino un permanente fluir. "En Paulo Freire, el diálogo
    de los oprimidos, orientado por una conciencia
    crítica de la realidad, apunta a la superación del
    conflicto
    entre estos y sus opresores."
    Una superación que no
    puede verificarse sino en el terreno de la liberación, de
    la transformación de las claves que definen la
    sociedad.

    Siguiendo las mismas líneas de reflexión
    que expone esta corriente, consideramos que se debe superar la
    contradicción que encierra cuando se aborda realidad como
    la nuestra. En primer lugar no se puede desconocer que,
    más allá de todas las connotaciones selectivas,
    elitista y domesticador con que se cargue la imagen de nuestro
    sistema educativo, no se puede negar que el mismo ha jugado un
    rol esencial en la democratización del país. Su
    rápida expansión inicial y el alcanzar a
    prácticamente toda la población, al punto de ser la
    institución más representativa del propio Estado,
    no resulta válido dejar de lado.

    Aplicando el ángulo político que se
    resalta en los planteos de la Educación Popular, el
    problema consiste en la democratización de la
    institución misma. Democratización que pasa por la
    construcción del mensaje educativo, los niveles de
    participación de los diferentes actores involucrados,
    democratizar no tanto el ingreso sino la permanencia provechosa
    dentro del sistema escolar, todo lo que puede ser resumido por
    una elevación de la calidad del servicio, en general. Esto
    nos coloca en una posición diferente a la matriz original
    edificada por las teorías
    de la Educación Popular. No se trata de crear un sistema
    paralelo al ya existente, destinado a los sectores más
    vulnerables de nuestra población sino en conjuntar los
    esfuerzos de todos en un modelo de sistema escolar diferente. La
    crisis de acuerdo a lo expresado resulta mucho más
    compleja que una simple relación asimétrica de
    poder que resulta desfavorable para los sectores populares, o de
    los oprimidos como los denomina Freire. Necesariamente hemos de
    reconocer que el problema es mucho más complejo y que no
    admite una simplificación artificial como la que
    surgiría de la consideración de una estructura
    formal que reproduce las relaciones de poder y otro que apunta a
    la liberación. El sistema educativo y el escolar en
    particular son portadores y reproductores de relaciones de poder,
    eso no se puede negar, pero no todos los poderes presentes
    responden exclusivamente a factores socio – políticos,
    también hay líneas de poder, como por ejemplo el
    tratamiento del género,
    que tienen raíces más profundas. Pero
    también reproduce formas de resistencia, que
    están presentes en la práctica cotidiana, en el
    hacer diario de los centros educativos. Más allá de
    lo que establecen los documentos que
    organizan el funcionamiento, hay mensajes paralelos que juegan
    también su papel dentro del conjunto. Una visión
    basada en "buenos" y "malos" es evidentemente un error de
    consideración.

    Como es posible apreciar, a partir de las propias
    premisas de la corriente de Educación Popular, llegamos a
    un puerto diferente. La crisis está situada en la
    necesidad de reestructurar el sistema escolar globalmente para
    que sea capaz de responder a las exigencias propuestas por un
    funcionamiento social totalmente diferente al que rigiera hasta
    la mitad del siglo XX.

    Las corrientes reproductivitas difundidas a partir de la
    década de los sesenta, demoran en llegar a nuestro
    país, como consecuencia del aislamiento a que nos
    sometiera la dictadura. De
    ahí que cuando ingresan masivamente ya se encontraban en
    retirada en el resto del mundo de la teoría
    educativa.

    c) Un ángulo alternativo de concebir la crisis
    educativa.

    En la siguiente figura se representa un modelo que nos
    permitirá construir el concepto de crisis. Lo primero que
    debemos marcar es la necesidad de diferenciar las expresiones
    sistema educativo y sistema escolar, lo que no cabe manejarlos
    como sinónimos. El primero está conformado por las
    múltiples redes que permiten la
    comunicación de una determinada cultura. El segundo
    por el contrario queda reducido a lo que se denomina
    educación formal y tiene a la escuela como su
    representante genérica. Esta distinción posibilita
    comprender que la problemática educativa excede en mucho a
    las escuelas y su funcionamiento transformándose en un
    auténtico problema social en el que diferentes redes
    compiten entre sí aportando elementos destinados a la
    formación de los individuos que las componen. De ambos, el
    primero es el que tiene mayor capacidad de respuesta a las nuevas
    circunstancias, mientras el segundo, el sistema escolar, muestra
    mayores resistencias al cambio. La presencia de un cuerpo de
    normas, ritos y tradiciones, así como también su
    mayor "visibilidad" hacen que esté "condenado" a caminar
    algunos pasos detrás. De ahí que sus fronteras en
    el esquema se coloquen ligeramente fuera del propio sistema que
    lo alberga, con una relativa autonomía con respecto al
    conjunto general.

    .

    Un modo alternativo de visualizar el
    problema

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     Cuando las asintonías entre sistema
    educativo y sistema escolar, alcanzan determinados niveles, se
    produce una situación crítica. Esta no debe ser
    vista como una instancia angustiante, sino como el modo
    natural
    en que avanza el segundo de los nombrados Los
    sistemas escolares no habrían cambiado en absoluto desde
    su aparición hasta nuestros días si no hubieran
    sido rebasados por las diferentes redes conformadas más
    allá de sus puertas. La presión
    generada a partir de su rezago en determinado momento es lo que
    produce el salto cualitativo que los lleva al cambio. Tomemos
    cualquiera de las instituciones que conforman el sistema escolar,
    la escuela, propiamente dicha, las universidades o los liceos y
    veremos cómo han cambiado a lo largo de la historia, fruto
    de grandes transformaciones globales que han

    hecho blanco en su interior. Sólo si dejamos de
    lado por un momento componentes afectivos o tradicionales de los
    sistemas escolares, podremos captar su historicidad. Hemos
    incorporado de tal modo a nuestra cotidianidad la escuela, que
    verla como producto histórico y por tanto casi condenado a
    cambiar no nos resulta fácil. Mas en esta particular
    visión no podemos dejar de lado el reconocimiento de la
    relativa autonomía de que goza el sistema escolar, aspecto
    este que importa y mucho en el caso uruguayo. Autonomía
    que más allá de las normas establecidas esta
    sustentado en el amplio consenso que rodeara a la
    educación.

    Un segundo aspecto de nuestro esquema consiste en
    concebir a la educación dentro de la sociedad misma y no
    separada de la misma. Eso significa ponerla dentro de las
    coordenadas de la "tormenta de la vida" que agita a aquella. La
    extensión que le hemos conferido dentro de la figura
    responde a la gran cantidad de actos educativos que se registran
    en el hacer cotidiano y que deben ser integrados a la
    teoría de la crisis que adoptemos. Por otra parte los
    impactos sociales serán diferentes según se dirijan
    directamente hacia el sistema educativo o impactan a este a
    través del sistema escolar. Las respuestas también
    son cualitativamente diferentes según sigan uno u otro de
    los grandes canales señalados. La necesidad de considerar
    simultáneamente en todos los casos ambas redes está
    avalada por las nuevas teorías del conocimiento que se han
    difundido en las últimas dos décadas. Lo que ha
    significado una muerte de las concepciones empiristas y
    conductistas, sólo puede ser superado en la
    práctica cotidiana del aula a partir de un cambio radical
    en la visualización del universo
    educativo en su conjunto. Por otra parte las transformaciones que
    se le exigen a la educación sólo podrán
    materializarse en nuevas formas efectivas de respuesta en la
    medida en que exista una armonización de las redes que la
    conforman y por otra parte para que dentro del sistema escolar,
    en su intimidad, en las aulas, esté presente esa nueva
    concepción de la educación misma. Consideramos que
    este es un aspecto que aún no ha sido abordado hasta la
    fecha. Cuando se hace referencia a reformas educativas
    sólo se hace alusión a sectores más o menos
    amplios del propio problema. En general se refieren al rol que
    deben cumplir los elementos integrantes del sistema escolar, pero
    dejando de lado los otros componentes que definen un escenario
    complejo.

    Si admitimos que en todos los casos la acción
    educativa va indisolublemente ligada al aprender, tomar aquellos
    elementos aportados por las teorías del
    aprendizaje. En general las posturas tradicionales partieron
    de la base de que todos los individuos procesaban de un mismo
    modo una determinada experiencia que se transformaba en
    conocimiento adquirido. Lev Vygotski (1979) introdujo la primera
    gran modificación conceptual al definir la zona de
    desarrollo próximo
    que no hace sino señalar las
    posibilidades que se le abren al individuo, más
    allá de sus fronteras propias, como consecuencia de la
    interacción social con su entorno. El siguiente paso lo
    introduce a partir del camino abierto por Vygotski, J. Bruner (
    1988) el cual construye el concepto self transaccional, de
    negociación que se verifica entre el
    individuo, desde su más tierna infancia y el
    mundo signico y concreto que le rodea. "Esta definición
    se aleja del estructuralismo estricto, según el cual la
    cultura es una serie de reglas interconectadas de las cuales las
    personas derivan determinadas conductas para ajustarse a
    determinadas situaciones, y se acerca a la idea de la cultura
    como conocimiento del mundo implícito pero sólo
    semiconectado a partir del cual, mediante la negociación,
    las personas alcanzan modos de actuar satisfactorios en contextos
    dados.

    El tercer aporte surge de los escritos de H. Gardner
    (1995), el cual con sus planteos sobre las inteligencias
    múltiples y sobre todo con los juicios contenidos en
    la mente no escolarizada (1993), nos ubica sobre un escenario
    totalmente diferente al que definiera el empirismo.

    Tanto desde la propia corriente del conocimiento, como
    desde las esferas de la producción, de la política,
    de las relaciones sociales, de la ciencia y
    tecnología, todo plantea nuevas exigencias a la
    educación para lo cual el sistema educativo en general ya
    se ha adaptado, pero el sistema escolar aún no responde
    adecuadamente, preso en su concepción derivada de la
    modernidad. Esta asintonía es como la que dijéramos
    la que define la presente crisis. Pero esta debe ser definida a
    través de sus manifestaciones concretas, este es el
    objetivo que
    nos trazamos en esta primera parte y a la cual nos abocaremos en
    los capítulos siguientes.

    6.
    Definición de un modelo de análisis.

    A partir de concebir la crisis educativa como una
    compleja trama en la que se combinan tanto factores externos como
    internos al propio sistema, nos obliga a buscar un camino que nos
    permita construir una imagen conceptual de la misma. La primera
    condición a cumplir consiste en no dejar fuera los
    diferentes factores que se han expuestos hasta ahora. Ubicando el
    problema en las coordenadas de conflictos que cruzan la sociedad
    de nuestros días, cada uno de ellos debe ser sopesado
    adecuadamente de manera de evaluar las dimensiones de su impacto.
    Este debe ser juzgado tanto por el efecto que provocan en la
    actualidad como se proyectan en el futuro al cambiar elementos
    claves del escenario.

    En tanto un fenómeno social, con las
    consecuencias que se derivan de ello, el modelo no puede ser
    planteado bajo la forma algorítmica, sino por el
    contrario, como una red en donde se
    ínter penetran los diferentes factores. Ello pone sobre el
    tapete la necesidad de proceder a un enfoque interdisciplinario
    con carácter integral. No es suficiente sumar aportes de
    diferentes disciplinas y por una suerte de yuxtaposición
    componer un cuadro del problema, sino que cada una de aquellas
    debe diluirse abandonar su especificidad para integrarse
    en una nueva estructura conceptual construida a partir del propio
    objeto a estudio. Adicionalmente es menester evitar las
    traspolaciones mecánicas de construcciones de unas y
    otras

    Como primer elemento de esta crisis hemos de tomar en
    cuenta lo que podemos denominar como el fin de la
    modernidad
    , en cuanto significa un cambio significativo de
    condiciones materiales y
    subjetivas que predominaran claramente hasta un pasado muy
    próximo. Tal como ya lo expresáramos en la introducción del presente trabajo, la
    escuela como institución nace conjuntamente con el
    proyecto de Estado moderno. Es la última gran
    institución ligada al mismo y en la región tiene un
    rol destacado en la consolidación del mismo. Basados en
    ello es importante ver como los cambios que se producen en el
    ámbito estatal, tanto en lo referente a sus
    políticas, como a la propia concepción de sí
    mismo, propician desafíos al sistema educativo en general
    y al sistema escolar en particular y en que medida éstos
    son capaces de edificar respuestas adecuadas a las nuevas
    circunstancias. Temas como las áreas esenciales, la
    globalización de la economía y de las comunicaciones, proponen desafíos que hemos
    de evaluar en qué medida son respondidos adecuadamente a
    partir de las medidas elaboradas. En sus orígenes el
    sistema escolar pudo desarrollarse sumando al impulso del
    naciente Estado un amplio consenso social. ¿En qué
    medida los cambios que se materializan progresivamente en el
    terreno que nos ocupa, afectan el consenso en torno a las
    funciones del
    sistema escolar?

    En segundo lugar tenemos toda una gama de factores que
    se derivan de lo estrictamente económico. Sin lugar a
    dudas este es uno de los puntos que más interés ha
    concitado a lo largo del tiempo. En medio de procesos de
    reinserción de las economías como la nuestra en una
    realidad internacional, cuando se procesan cambios en las pautas
    de redistribución de la renta heredadas del Estado de
    bienestar, en una redimensión de los sistemas productivos
    de la región, todo ello pone a la educación frente
    a una serie de problemas cruciales. El costo creciente
    de los sistemas escolares y la demanda de inversiones
    que pesan fuertemente en los presupuestos
    de las diferentes naciones, contrapuesto a un sentimiento
    generalizado de insatisfacción con referencia a los
    resultados alcanzados, es toda un área a
    analizar.

    Un tercer grupo de
    factores son los que se derivan de la organización misma de la institución
    educativa. Las metáforas predominantes, la lógica
    interna, los niveles de burocratización y normalización imperantes, son cada uno de
    ellos componentes del problema que deben ser valorados muy
    especialmente. Contribuyen al trazado de las fronteras de lo
    posible de inmediato y de las posibilidades reales de introducir
    políticas de cambio que ataquen las causas profundas de la
    crisis.

    Estos tres subconjuntos de factores seleccionados a
    efectos de definir el problema y sus dimensiones deberán
    ser proyectados en su historicidad. Esta a su vez, se
    compondrá de tres ejes complementarios. El primero de
    ellos estará definido por la línea general. En un
    mundo con un impactante desarrollo de las comunicaciones, los modelos educativos y las
    estrategias
    trascienden las fronteras nacionales. Desde luego que ello se
    produce a partir de relaciones asimétricas de poder
    existentes a escala general y
    de la capacidad de lo que podríamos denominar industria
    cultural instalada. Un ejemplo de esto último lo
    constituye España, la
    cual a través de una industria
    editorial de primer orden ha difundido en la región una
    multitud de trabajos que nos hablan de investigaciones,
    reflexiones y experiencias realizadas en otras regiones. Incluso
    se ha transformado en buena medida en el intermediario entre la
    bibliografía
    internacional y los hispanos parlantes en particular.
    Además hay que tomar en cuenta que la necesidad de
    incorporar nuevas fuentes de
    financiamiento ha posibilitado la participación de
    organismos internacionales tales como el Banco Mundial.
    A lo expresado se debe añadir el hecho de que el
    desarrollo de los medios de
    comunicación ha introducido una nueva dimensión
    en las elaboraciones, conservación y transmisión de
    los elementos culturales. Tradicionalmente la cultura era una
    construcción que se elaboraba a escala de cada
    uno de los grandes agrupamientos humanos, al punto tal que ese
    universo material y sígnico, definían identidades
    propias, claramente identificables. Si nos detenemos a observar
    las fotografías de comienzos de siglo, a través de
    la vestimenta, podemos identificar a determinados grupos humanos.
    Hoy todos aparecen vestidos de modo muy similar, escuchan la
    misma consumen una masa sígnica común, etc. La
    cultura ha dejado de procesarse exclusivamente dentro de las
    fronteras geográficas. No significa lo anterior que antes
    no se produjeran "exportaciones" de
    elementos culturales de una organización a otra, bastaría ver el
    sombrero que identifica a determinados sectores populares
    bolivianos, por ejemplo, para darnos cuenta del error. Pero las
    organizaciones anteriores empleaban un período extenso de
    tiempo en el cual se procesaba la incorporación.
    Existía un tiempo de adaptación, de procesamiento
    interno de lo nuevo. Hoy ese tiempo se ha acortado. A
    través de los grandes medios se masifican mensajes que
    llevan a difundirse en todos los estratos sociales antes de
    poderlos confrontar. Además los grandes medios con su
    poder de crear focos de atención y de manejar el universo
    sígnico como una mercancía, rompen con la
    linealidad, con la continuidad que tenía el pensamiento de
    las diferentes poblaciones. Quizás el ejemplo más
    acabado y más trágico lo constituyó la
    pasada Guerra del
    Golfo, la cual transmitida en directo hizo que todo el mundo,
    aún en los rincones más apartados, centrara su
    atención allí. Esto para la
    educación tiene una trascendencia que va más
    allá aún. Las diferencias en el pasado
    perfectamente marcadas entre lo vivido y lo percibido ahora
    tienen a transformarse en difusas. Esto repercute directamente en
    la base de las estrategias
    puestas en funcionamiento por los diferentes sistemas escolares
    que pretenden seguir una ruta desde lo primero a lo
    segundo.

    Pero si la línea histórica general es
    importante por las razones expuestas y todas las que se quieran
    agregar, no lo es menos la que se refiere a la historia
    particular. Desde el momento en que la región ocupa
    determinada posición en el mapa de poder mundial, se tiene
    una determinada lengua, los hechos no se perciben de igual modo.
    En este espacio adquieren matices propios que tienen que ser
    tomados en consideración ya que incluso pueden explicarnos
    determinadas situaciones que nos puedan parecer
    paradójicas. Problemas generales como los derivados de
    la pobreza no
    se viven de igual modo en las diferentes regiones, ni siquiera
    dentro de un mismo país pequeño como es el caso de
    Uruguay. La percepción
    de la pobreza en el
    interior, difiere sustancialmente de la que se tiene en el
    área metropolitana. Si bien en uno y otro caso podemos
    describirla a partir de la ausencia de determinados elementos, su
    percepción será claramente diferente.

    Pero si bien lo anterior traza un cuadro más
    completo, y más complejo a la vez, aún resulta
    insuficiente para describir el objeto, es necesario penetrar
    dentro de la dimensión individual en cada caso adopta.
    Pensemos en una escuela cualquiera. Ella también ha
    generado su propia historia a través de los años y
    que aporta elementos esenciales a través de los cuales
    procede a la decodificación de los mensajes que recibe.
    Esta dimensión individual de la historia también es
    válida para el caso de los países. Si bien
    compartimos muchos de los elementos definitorios con
    países de la región, y a pesar de un modelo de
    discurso que pretende homogeneizar, cada uno de ellos tiene una
    percepción diferente fruto de su propia vida
    pasada.

    Sólo en la medida en que seamos capaces de
    articular debidamente estos tres planos históricos que se
    procesan simultáneamente, esteremos alcanzando una
    construcción de nuestro objeto de estudio en las
    coordenadas que juzgamos correctas.

     

    Mtro Insp. Magíster Douglas
    Ifrán

    Uruguay

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