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Diablos Danzantes de Corpus Christi




Enviado por rusvel50



    1. Origen y Significado de la Fiesta
      Tradicional de Corpus Christi
    2. Personajes que Intervienen en
      la Danza Festiva
    3. Funciones de los Diablos
      Danzantes de Corpus Christi..
    4. Música, Danza y Drama
      Utilizados Durante el Ritual
    5. Coreografía
      Típica y Danza..
    6. Precursores de la Danza en la
      Localidad Estudiada.
    7. Trajes
    8. Máscaras
    9. Protecciones y
      Accesorios
    10. Escenarios donde se manifiesta
      la Expresión Cultural
    11. Escenografía para
      la Difusión de la Manifestación
      Cultural
    12. Cofradías y Grupos
      Culturales que Existen en la Comunidad
      Cultural
    13. Apoyo Institucional
      Público y Privado para fomentar la difusión de
      estas manifestaciones
    14. Conclusiones
    15. Bibliografía
    16. Anexos

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    INTRODUCCIÓN

    La Cultura es la
    totalidad de las formas de ser, de pensar y de actuar, se expresa
    en los modos de vida, creencias, valores,
    hábitos y capacidades de los actores que
    interactúan en sociedad, esto
    implica que todas las culturas tienen el mismo valor,
    solamente existen diversas maneras de manifestarse o
    representarse de acuerdo a un contexto histórico
    determinado. La cultura es
    dinámica y cambiante.

     La memoria
    colectiva es el motor y sustento
    de la historia, es
    lo que cohesiona a un grupo social,
    permite auto reconocerse e identificarse con un destino
    común. El Patrimonio
    Oral permite que los saberes y conocimientos adquiridos a lo
    largo del tiempo se
    transmitan de generación en generación, se
    revitalicen y le den sentido a la existencia

    Los Diablos Danzantes de Corpus Christi, Venezuela,
    constituyen uno de las fiestas rituales más arraigadas,
    expresión del mestizaje cultural, vale decir, la
    diversidad cultural que caracteriza la conformación del
    pueblo venezolano y que perdura hasta nuestros días. Se
    manifiesta en distintas localidades de la región central
    del país con sus particularidades y semejanzas en cada una
    de ellas. Los participantes de la danza ritual
    pertenecen casi en su totalidad a cofradías religiosas que
    cumplen promesas, para lo cual se atavían con indumentaria
    especial, utilizan máscaras y tocados, así como
    diversos accesorios que identifican la manifestación
    localmente.

    En el presente trabajo trataremos de recalcar todos
    y cada uno de los aspectos que involucran tanto la
    celebración del día de Corpus Christi como de
    la
    organización y diferentes aspectos de los Diablos
    Danzantes.

     Origen y
    Significado de la Fiesta Tradicional de Corpus
    Christi.

    La imposición de la cultura europea sobre las
    ricas y variadas configuraciones culturales prehispánicas
    existentes en los países americanos, fue el principal
    propósito de los colonizadores quienes pretendieron
    reproducir en ellos, realidades existentes en su país de
    origen. Uno de los objetivos mas
    importantes fue el de difundir la religión
    católica entre los pobladores de los territorios
    recién conquistados y a los contingentes de esclavos que
    fueron traídos desde África.

    Es por eso que hoy, el calendario festivo
    iberoamericanas figuran como fechas de asueto las mas destacadas
    del calendario católico: Navidad,
    Cuaresma, Semana Santa, Corpus Christi y los onomásticos
    de vírgenes y santos patronos que rigen el ciclo de cada
    uno de los países.

    En estas fiestas se incorporaron rasgos de las
    culturas preexistentes en cada nación.
    En Venezuela se
    adoptaron, además, aportes culturales de la población africana que, en condición
    de esclava, fue introducida durante el periodo colonial para
    integrarse con su fuerza y
    experiencia en las labores agrícolas y mineras que
    emprendieron en estos territorios. El núcleo fundamental
    de la cultura tradicional venezolana se constituyo así,
    con los aportes de los grupos
    indígenas, europeo y africano que están presentes,
    en diverso grado, en todas las expresiones culturales de
    raíz tradicional.

    Existen claras disposiciones en las leyes Indias que
    trataron de reglamentar las fiestas cristianas, en especial las
    realizadas en honor al santísimo sacramento. Felipe III
    ordeno que se efectuaran misas en todos los pueblos para que
    creciera la devoción de los fieles, procesiones, uso de
    instrumentos
    musicales, colocación de altares y empleo de
    figuras alegóricas aparecen en estas disposiciones. Puede
    afirmarse que ya a comienzos del siglo XVII se conmemoraba esta
    fiesta en Hispanoamérica.

    La primera celebración de hábeas
    Christi en Venezuela tuvo lugar en la Ciudad de Coro en el
    año 1582, con procesiones dentro de la iglesia que
    estaba alfombrada, como en España,
    con hierbas aromáticas. Siguiendo las reglamentaciones de
    las leyes de indias,
    se ordeno que en esta localidad que figuraba, en ese entonces,
    como capital de la
    provincia de Venezuela, se realizasen ceremonias en honor al
    altísimo todos los días jueves del
    año.

    Las fiestas de hábeas Christi en Caracas se
    realizo desde el año 1590 y a partir de esta fecha sus
    características dependieron de las
    disposiciones de fondos públicos para costear la
    celebración en la que participaban todos los sectores de
    la población: Indígenas, europeos,
    africanos y sus descendientes que constituyeron hermandades y
    cofradías para dar brillo a los actos de homenaje a sus
    santos patronos. Estas fueron la únicas formas permitidas
    de asociación de indígenas y africanos, por lo que
    en ellas se desarrollaron lazos de solidaridad.

    Mas adelante, cuando se constituyeron los gremios
    profesionales activamente a las celebraciones religiosas y con
    sus trajes coloridos y estandartes distintivos dieron vistosidad
    a las procesiones en honor al santísimo Sacramento.
    Altares callejeos, adornos con palma, flores e imágenes
    religiosas se ubican en la ruta de las procesiones. Se notificaba
    con anterioridad a los vecinos las disposiciones para colocar los
    altares, participaban en las procesiones danzas de indios, de
    negros y mulatos, personajes enmascarados caracterizados de
    diablos, tarascas, gigantes, dragones representativo del mal que
    con intención didáctica, se veían sojuzgados ante
    el poder del
    santísimo.

    En algunas épocas, se organizaron obras
    teatrales de comedias "con tema moral"
    posteriormente suspendidas por trabas en la censura o por falta
    de fondos. Durante largos años desfilaron en las
    procesiones de Corpus por las calles caraqueñas los
    gigantes, la tarasca y los diablos enmascarados. A fines del
    siglo XVIII, los gigantes, la tarasca y los diablos fueron
    desapareciendo en la capital al
    haber sido prohibidos en Europa, donde se
    considero que habían perdido su significado
    simbólico.

    Las comunidades que actualmente celebran en Venezuela
    la fiesta de Corpus Christi con danza de
    diablos están ubicadas en la zona centro norte del
    país, inmediatos a desarrollos
    industriales.

    En su mayoría, fueron fundadas durante el
    período colonial contiguos a asentamientos
    indígenas, donde se establecieron haciendas para la
    explotación del cacao y otros cultivos como la caña
    de azúcar,
    el café y
    el añil. En muchos de ellos se desarrolló,
    además, la cría de ganado vacuno y caballar, en los
    costeros las actividades pesqueras ya tradicionales en las
    localidades. Para reforzar el trabajo
    indígena, fueron traídos pobladores africanos que
    aportaron su experiencia en labores agrícolas e hicieron
    prosperar significativamente las plantaciones.

    La mano de obra indígena y africana
    debía ser conversa. Le fue impuesto
    además del bautismo, la obligatoria asistencia a los
    servicios
    religiosos dominicales, el
    conocimiento de la doctrina cristiana y oraciones; así
    como su participación en las celebraciones devocionales
    públicas que establecieron las nuevas autoridades políticas
    y religiosas.

    Indígenas, morenos libres y esclavos, pudieron
    integrarse a las hermandades y cofradías religiosas. Bajo
    la atenta mirada de misioneros y amos, la población no
    europea pudo incorporarse a la cofradía del
    Santísimo Sacramento, Corpus Christi, estimulada durante
    el período colonial por los misioneros de las diferentes
    órdenes religiosas que dedicaron sus esfuerzos a la
    evangelización de las diferentes regiones del país,
    siguiendo las disposiciones de las Leyes de
    Indias.

    El eje del poder
    económico, político y religioso se
    estableció en la zona central del país, y tuvo como
    área de influencia los importantes núcleos de
    explotación cacaotera base de la economía colonial,
    por muchos años el principal rubro de exportación. Allí una mayoritaria
    población no europea comenzó tempranamente a
    celebrar actos en honor a la imagen
    emblemática del catolicismo: el Corpus
    Christi.

    Venerada en toda Venezuela, con los más ricos
    altares y nutridas procesiones, adquirió en numerosas
    localidades centrales carácter
    especial: grupos de
    creyentes interpretaron el papel del
    más encarnizado enemigo de la religión
    católica, danzaron en el interior y fuera de los templos
    para demostrar su humillación ante el supremo
    símbolo cristiano.

    Habían probado la fortaleza y eficacia del
    poder del Santísimo a través de infinidad de
    milagros: prodigiosas curaciones, salvación ante graves
    peligros, entre otras demostraciones. Los diablos, desde entonces
    danzaron por devoción y cumplimiento de promesas hechas al
    Corpus Christi, por ellos mismos, o por persona
    interpuesta, en una demostración pública de
    gratitud y de fe.

    Las restricciones impuestas por la Iglesia, en
    las principales ciudades, no alcanzaron con la misma intensidad a
    comunidades vecinas de las haciendas cacaoteras u otros
    núcleos de producción agrícola y pecuario en la
    región central. El aislamiento, favoreció la
    continuidad del rito, apuntalado por una devoción
    inquebrantable.

    Personajes que
    Intervienen en la Danza Festiva

    Primer capataz y segundo capataz: encabeza el
    grupo de
    diablos, en algunas poblaciones los cuentan varias veces antes de
    entregarlos al "perrero", personaje encargado de velar por su
    número, orden y evitar la interrupción de personas
    ajenas, apartándoles con gestos a veces cómicos,
    como rasgo de diferenciación de estos se puede
    señalar que el primero de estos cuenta con cuatro cuernos
    a diferencia del segundo que solamente posee tres.

    Diablos: representan el cuerpo de baile subordinado a
    las ordenes de los capataces, estos se caracterizan y diferencian
    por solo contar con dos cuernos en su mascara.

    Función Social
    de los Diablos Danzantes de Corpus Christi.

    Las hermandades de Corpus Christi, además de
    su actividad devocional pública, despliegan una serie de
    misiones de solidaridad
    especialmente con los miembros de su asociación que les
    destaca como ejemplo de cooperación comunitaria. La
    atención a enfermos, apoyo a las familias
    de cofrades fallecidos y a obras de interés
    colectivo, las convierten en referencia positiva aceptada por los
    integrantes de sus comunidades. Promueven el respeto a las
    personas mayores, a las jerarquías y al trabajo en
    conjunto. En sintonía con los nuevos tiempos y con las
    necesidades de apoyo económico participan en
    representaciones públicas para dar a conocer directamente
    su danza; así como su firme creencia en los poderes
    milagrosos del Santísimo Sacramento. Varias sociedades
    ofrecen talleres para la enseñanza de la danza, fabricación
    de máscaras y trajes. Las personas que integran la
    directiva de la hermandad gozan del respeto
    público. Algunas de ellas han recibido reconocimientos
    honoríficos de parte de las autoridades locales.
    También las agrupaciones han sido objeto de distinciones
    semejantes. La fundación de la Cofradía de Diablos
    Danzantes de Venezuela ha contribuido, en corto tiempo, a
    propiciar su propia estima como representantes de una
    tradición que es factor de identidad y
    cohesión.

    Función Simbólica de los Diablos
    Danzantes de Corpus Christi.

    "Nos disfrazamos de Diablos y entonces vamos humillados
    ante el Cuerpo de Cristo que es la Santa Custodia, vamos
    humillados a pagar una promesa, pagamos y salimos
    humillados…"

    La danza de diablos encarnados por devotos del
    Santísimo Sacramento se realiza para demostrar,
    públicamente, la sumisión ante el supremo emblema
    del cristianismo.
    Cobra trascendencia hoy, la heterogeneidad simbólica
    producto de un
    proceso
    histórico integrador, manifiesto en un ritual
    dinámico que desde hace siglos se repite anualmente como
    interpretación de la eterna lucha entre el bien y el mal.
    La indumentaria especial que oculta la identidad y
    apenas deja ver las manos de los danzantes adquiere con la
    máscara, misterio y carácter.
    Ella otorga a los diablos rostros fabulosos y terribles,
    alegorías de animales
    fantásticos secularmente asociados a los deseos impuros,
    como el cerdo; a la perversidad como los dragones; monstruosos
    seres marinos y otras tantas imágenes
    producto de la
    inspiración de sus creadores. Las máscaras,
    mágicas y solemnes exhiben expresiones malvadas, asombro o
    burlonas sonrisas, ostentan cuernos y fieros colmillos, emblema
    de fuerza y
    primitivo poderío. Refuerza la imagen
    prepotente, el uso de bastones o látigos que pueden ser
    asociados tanto a la figura de los capataces de esclavos, como a
    los flagelantes que desfilaban en el medioevo. Los
    símbolos cristianos protegen a los danzantes de ser
    poseídos por el demonio: pequeñas cruces
    confeccionadas de palma bendita, de tela o cintas cosidas al
    traje, medias y calzado; medallas, rosarios, oraciones,
    escapularios y estampas, no siempre visibles y según las
    creencias compartidas plenas de un poder incuestionable. La
    participación en la danza como pago de promesas exige
    ceremonias de iniciación y generalmente la
    exclusión femenina, que adquiere importancia en otros
    aspectos del ceremonial. Una maraca en la mano derecha,
    tradicionalmente usada por chamanes de sociedades
    indígenas, en ritos para conjurar el mal y la enfermedad,
    es empleada en casi todas las comunidades de danzantes;
    así como sonajas metálicas de diverso tipo que
    según antiguas creencias de culturas orientales y
    africanas, poseen la facultad de ahuyentar los malos
    espíritus. El más importante es el cascabel, que
    tiene en su superficie una hendidura en forma de cruz. Con esta
    misma finalidad se hacen los pasos y formaciones en cruz, bajo la
    atenta observación de las órdenes de los
    guías o capataces, durante el tiempo sagrado de la
    acción de gracias que posibilita la salvación y el
    beneficio personal o
    colectivo.

    Función Cultural de los Diablos Danzantes de Corpus
    Christi.

    La manifestación de los Diablos Danzantes de Corpus
    Christi es ejemplo de la integración histórica de las
    configuraciones culturales de los diferentes grupos que
    contribuyeron a la constitución del núcleo de la
    cultura popular tradicional venezolana. Indudablemente el aporte
    europeo, determinado por la creencia religiosa impuesta, durante
    el período colonial, ha dado paso a elementos de evidente
    procedencia indígena y africana. Buena parte de las
    poblaciones fueron haciendas cacaoteras en las cuales se
    establecieron núcleos de esclavos, procedentes de
    diferentes regiones de África. Sus contribuciones en el
    curso histórico están fuera de discusión.
    Como en otras expresiones de la tradición popular
    venezolana, bajo el aparente predominio de lo europeo, existen
    una serie de elementos culturales subyacentes que cobran en
    diverso grado importancia en los rituales. La pesquisa sobre este
    tema, deberá ser motivo de estudios particulares.

    Música, Danza y Drama
    Utilizados Durante el Ritual.

    "La danza se acompaña con el ritmo de la maraca y el
    movimiento de
    las campanas, el cencerro y las sonajas que se llevan en la
    cintura."

    La música que
    acompaña la celebración de los Diablos Danzantes de
    Corpus Christi, es de tipo instrumental. Las diferentes
    fórmulas rítmicas están ligadas
    estrechamente a la secuencia de actos y figuras representados a
    lo largo del ceremonial.

    En cada una de las localidades tiene rasgos particulares en
    cuanto al uso de los instrumentos
    musicales y a los llamados toques o repiques
    instrumentales. Aún cuando poseen variadas designaciones y
    características, pudieran identificarse
    así: fórmulas de llamada, para la convocatoria;
    para las diferentes etapas de la ofrenda o rinde; las
    fórmulas que sirven de enlace, e indican el paso a otra
    etapa del ritual; y también para la diversión, que
    se efectúan por petición y debe ser remunerada.
    Este tipo de música, exclusivo de
    la celebración, sólo se realiza el jueves de Corpus
    y en la Octavita.

    Los instrumentos empleados son: el tambor o "caja",
    que se ejecuta como redoblante a la usanza tradicional que
    acompaña las procesiones en España.
    Este instrumento, en Naiguatá, estado Vargas,
    es un tambor de barril, llamado "pipa"; en San Francisco
    de Yare, Chuao y San Rafael de Orituco es un membranófono
    de doble parche, tipo granadero.

    El cuatro, o guitarrilla de cuatro órdenes simples,
    es un instrumento de amplia difusión en Venezuela y es
    utilizado por los danzantes en Cata, Cuyagua, Ocumare de la
    Costa, Turiamo, Patanemo y San Millán. Vale destacar que
    en Patanemo se practica la inversión o cruzado de las cuerdas,
    para conjurar las malas influencias.

    En Chuao y San Rafael de Orituco se emplean separadamente
    tanto el cuatro como el tambor.

    La maraca es un idiófono de sacudimiento utilizado
    por las etnias indígenas históricas y actuales, se
    ejecuta en la mayoría de las celebraciones rituales
    populares venezolanas, en la mano derecha del mismo modo en que
    ha sido empleada secularmente por la población
    indígena en sus actos ceremoniales.

    Un conjunto de cencerros, campanas y cascabeles atados a un
    cordel colocado en la cintura, ofrece un sonido abarcante
    que identifica al grupo de danzantes. El sacudimiento y
    entrechoque se acentúa con el desplazamiento y los
    constantes giros y saltos de la danza.

    Todos estos instrumentos, de diversa procedencia, se han
    integrado históricamente en la ceremonia.

    Coreografía
    Típica y Danza

    Ante el toque de llamada, se produce la impactante llegada
    de los diablos a las puertas del templo; allí se da
    comienzo a una serie de actuaciones que abarcan
    iniciación, pago individual de promesas y ofrendas. El
    grupo seguirá atento y disciplinado al desarrollo de
    la misa en el interior del templo y dará dramáticas
    demostraciones de humillación.

    Puede señalarse como rasgo general la
    condición libre de la danza; sin embargo durante el ritual
    de la misa se atiende a una coreografía de formaciones en
    cruz y en doble hilera que se entrecruza, desplazamientos en
    espiral, en figura de ocho, en círculo con uno o
    más danzantes en medio. También la danza en
    retroceso, propia de los momentos en que se retiran o
    están ante algún símbolo religioso.
    Desplazamientos rítmicos hacia adelante y atrás,
    acostados sobre el piso, de rodillas, que pueden estar
    acompañados por silenciosas oraciones o aterradores
    quejidos y gritos como en San Francisco de Yare, donde al igual
    que en Naiguatá, la danza es libre y tumultosa.

    Es típico el paso cruzado. Cada danzante realiza con
    su pie sobre el piso el símbolo de la cruz, giros, medias
    vueltas, saltos variados, algunos apoyados sobre los brazos,
    elevando alternativa y rápidamente las piernas;
    también se llevan a cabo giros, con los brazos desplegando
    la máscara como si la dotaran de vida, o bien
    dejándola caer en señal de derrota.

    En los saltos, por lo común, se sacude con vigor la
    maraca y emiten su sonido las
    sonajas atadas a la cintura, se despliega la capa o el lienzo al
    que va unido la máscara.

    En Yare, son propios los llamados pasos del escobillao y el
    cuatro, que se ejecuta con una pierna cruzada a la altura de la
    rodilla opuesta, dando elásticos saltos y movimientos
    convulsos del cuerpo. En todos los lugares puede apreciarse que
    en algún momento de la danza los participantes
    actúan libremente como si estuviesen poseídos por
    una fuerza sobrehumana, para luego caer en una especie de
    letargo.

    En Chuao, los danzantes se presentan en grupos llamados
    regiones o legiones, pero su actuación es conjunta. Cada
    uno lleva en su mano izquierda un látigo de vara larga que
    al apoyarla sobre el piso subrayan determinados momentos del
    ritual.

    Todo transcurre bajo la mirada vigilante del perrero, a
    veces ayudado en esta dura tarea por una mujer, que
    atiende las necesidades de los danzantes, o corrige si
    algún elemento de la indumentaria se encuentra fuera de su
    sitio.

    Los momentos de enlace que indican el inicio de una nueva
    etapa del ritual; así como algunos toques, son
    aprovechados para recuperar fuerzas durante la agotadora
    jornada.

    Precursores de la Danza
    en la Localidad Estudiada.

    Citar una fecha exacta de la conformación del primer
    Grupo de Diablos en Tinaquillo es una tarea más que
    difícil; ya que no existen testimonios escritos de la
    misma, lo que si se puede asegurar en forma aproximada,
    considerando algunos relatos de personas de la población,
    es que a principios del
    siglo XIX ya existía un grupo de personas que se dedicaban
    a esta actividad en forma parcial. Otro aspecto que no se ha
    aclarado totalmente es como, quién y de donde se trajo la
    idea de crear una manifestación de esta naturaleza.

    Tenemos que resaltar un hecho de trascendental importancia,
    y es que independientemente de donde sea el origen, las personas
    que se encargaron de darle cuerpo a esta idea, utilizaron al
    máximo la creatividad
    para conjugar una serie de elementos tantos Españoles,
    Africanos e Indígenas y así fundamentar una
    manifestación con características propias sin
    prescindir de lo sagrado y religioso.

    Es en el año de 1.920, cuando esta
    manifestación toma mayor relevancia, guiados de la mano
    del Sr. Luis Roche una serie de personas en las que se
    encontraban: Virgilio Valera, Melquíades Valera, Dimas
    Aponte, El negro Castellano,
    José Betancourt, entre otros; se encargan de dar a
    conocer, no solamente en Tinaquillo, sino además en otras
    regiones aledañas, dicha manifestación y esta pasa
    a formar parte de la identidad del pueblo. De esta fase en
    adelante la historia de los Diablitos de
    Tinaquillo se puede decir que se ha dividido en etapas enmarcadas
    por sus capataces.

    Al producirse la muerte del
    Sr. Luis Roche, en el año de 1.935, toma las riendas del
    grupo como capataz el Sr. Virgilio Valera.

    La presencia del Sr. Valera como capataz de los Diablos fue
    corta, se estima que su permanencia fue de aproximadamente 10
    años; se puede decir que con la salida de él se
    cierra la segunda etapa de la Manifestación,
    dándole paso a la tercera generación. En el
    año de 1.945, con la salida del Sr. Valera toma las
    riendas de la agrupación el Sr. Dimas Aponte; con el se
    suman, como integrantes, las siguientes personas: Juan Flores
    (Perico), Pablo Flores, Félix Acuña, Tito Machado
    (Cuatrista), Félix Monsalve, Virgilio Franco, Emiliano
    Reyes, Ramón
    Pérez, Mariano Peralta, José Camacho (Camachito),
    José L. Cabrera (el catire), etc. En esta etapa se
    acentúa la participación de la manifestación
    y se exploran nuevos lugares de proyección como : El Pao,
    El Baúl, San Carlos, Tinaco, Guacara, Yagua, etc. El Sr.
    Dimas Aponte se mantuvo como capataz durante aproximadamente 15
    años, siendo separado de ese rango, por voluntad del resto
    de los integrantes, en la población de Yagua Edo. Carabobo
    en el año de 1.960, aquí se cumple la tercera etapa
    dando paso a la cuarta generación. Con la salida abrupta
    del Sr. Dimas Aponte se decide nombrar como capataz al Sr.
    Ramón
    Pérez, a quién lo secundaba el Sr. Mariano Peralta;
    en esta etapa se suman las siguientes personas: José
    Aponte, Víctor Aponte, Elio Romero, José
    López, Luis Cabrera, Elio Machado, Zoilo Pérez,
    Víctor Castro, etc. Además se iniciaron como
    niños:
    José L. Cabrera (hijo) y Servideo Pérez (El Negro).
    En esta etapa sucede un acontecimiento tan importante que
    vendría a garantizar la permanencia de la
    manifestación en el pueblo, la idea impulsada por la
    maestra Cristina de Bocaney y por el maestro Leopoldo Molina en
    el Grupo Escolar "General José Antonio Anzoategüi",
    de ensayar a un grupo de niños
    para formar el Grupo de Diablitos del Anzoategüi, esta
    iniciativa fue seguida por el resto de las escuelas del pueblo,
    siendo dentro del plano cultural materia
    obligada para las instituciones.
    Esta semilla permitió el rescate de la
    manifestación, al haberse extinguido años
    más adelante. Debido al fallecimiento de algunos de los
    integrantes del grupo y por enfermedad de otros los Diablitos
    dejan de salir en el año de 1.973, cerrando así la
    cuarta etapa de la Manifestación. Luego de 10 años
    de inactividad un grupo de personas impulsados por el
    cumplimiento de un compromiso adquirido, decidieron iniciar los
    ensayos con
    la meta de
    reiniciar las actividades, de salir a la calle y así
    eliminar la nostalgia que les infundía el recuerdo del
    pasado; sabían que el camino era largo y duro, pero les
    impulsaba la Fé en lo que estaban emprendiendo. Así
    luego de una serie de ensayos, el
    santo día jueves de Corpus Christi del año 1.983,
    salen de nuevo a la calle en el reinició de las
    actividades; en este importante día se inicia la quinta
    generación; la agrupación la conformaban las
    siguientes personas: Elio Romero (capataz), Carlos Cabrera
    (segundo capataz), José Cabrera (hijo), Servideo
    Pérez (el negro), Pablo Hernández, José
    López, Domingo Rumbos (el muerto), Pedro Gonzáles,
    Carlos Hernández (paraparo), José Pérez
    (cuatrista), José Morales, Israel
    Martínez, etc.

    En el segundo año ocurre un acontecimiento
    importante para la evolución de la manifestación, como
    lo fué la incorporación de la mujer en la
    danza, este hecho no fué ocasionado por una simple
    decisión sino que la mujer estaba
    reclamando el derecho adquirido al participar en la Escuela como
    parte de la semilla que permitió garantizar la
    permanencia. Citaremos algunos nombres: Ana Mercedes
    Martínez, Nelida Cabrera, Isbelia Cabrera, Maria Ronci,
    Carolina Carballo, etc.

    En el año de 1.987, por ausencia del Sr. Elio Romero
    y por ser el Segundo Capataz, le correspondió asumir la
    responsabilidad al Sr. Carlos Cabrera, quien
    dirige la Agrupación actualmente.

    Trajes

     "…En un siglo pasado, como no había el
    modernismo de
    lo que es la tela, no había ese colorido, entonces lo
    pintaban …Hoy en día no, porque se consiguen telas
    más floreadas y la cosa tiene más
    colorido."

    Probablemente los primeros trajes de diablos de Corpus
    fueron pintados a mano, tal como fueron las armazones
    correspondientes a las figuras de tarascas y gigantones.
    Testimonios de antiguos cofrades, aseguran que en San Francisco
    de Yare y Patanemo la decoración del traje se realizaba
    como, hasta hoy, se hace en Naiguatá: un pantalón y
    camisa blancos. Se dibujan completamente a mano, con predominio
    de diseños geométricos, coloreados con tintes
    vegetales, más tarde se usaron creyones y marcadores de
    tinta de colores vivos.
    Cada uno de estos trajes es en sí mismo una obra de
    arte, que en
    conjunto ofrecen una imagen de belleza considerable. Existen
    referencias del uso de sellos de madera con
    motivos diversos que eran humedecidos en tinturas y estampados a
    la tela blanca de camisas y pantalones.

    Esta labor, realizada generalmente en las casas de los
    principales miembros de la hermandad de Corpus, requiere una
    anticipación mayor que cuando se emplean telas estampadas
    de fabricación industrial. Como en todas las comunidades
    donde se realiza la celebración, los trajes son retocados
    o renovados previamente, en esta labor cooperan activamente las
    mujeres vinculadas a la hermandad.

    En las poblaciones aragueñas de Ocumare de la Costa,
    Cata, Cuyagua, Turiamo y Chuao; así como en las
    carabobeñas de San Millán y Patanemo, existe
    afinidad en cuanto al uso de pantalones a media pierna, camisas
    de mangas largas y amplias capas rematadas con faralás,
    flecos, madroños y volantes de colores
    contrastantes. En ocasiones llevan aplicaciones, bordados de
    pedrería con el motivo de la cruz, tan adornadas como sean
    las posibilidades económicas de cada uno.

    Las telas que emplean para la confección son
    generalmente estampadas de colores brillantes y alegres
    combinaciones. Utilizan medias largas y casi siempre calzan
    alpargatas, de modo que puedan coser sobre el tejido
    pequeñas cruces de palma, de tela o cintas.

    Los diablos danzantes de San Francisco de Yare, llevan
    vestimenta roja, las mangas y el pantalón son largos, la
    capucha, del mismo material es amplia y durante el baile la
    despliegan como si fuese una capa.

    En Tinaquillo, estado
    Cojedes, el traje se confecciona con telas satinadas que combinan
    los colores rojo y negro, opuestos al modo de los arlequines: los
    blusones son de manga larga y pantalones bombachos a media
    pierna. En San Rafael de Orituco, la indumentaria es semejante.
    Lleva además, cruces cosidas en el lado izquierdo del
    pecho y suelen poner cascabeles en sus alpargatas. Puede
    apreciarse entre ellos, el uso de indumentaria corriente a la
    cual cosen listones de tela en los laterales del pantalón
    y cruces como se acostumbra.

    Máscaras

    "Las máscaras varían, cada uno elige el
    animal que le gusta. Las hago de distintas formas: de perro, de
    ganado, caras diabólicas; el que viene escoge la que
    más le gusta, a gusto del que va a pagar la
    promesa…"

    Símbolo de la celebración, el diseño
    de la máscara de los danzantes de Corpus Christi es
    igualmente diverso en cada localidad. Coloridas y vistosas, cada
    una es obra individual cuyas características corresponden
    en algunos lugares a la jerarquía de quien la porta;
    así como a los recursos y a la
    creatividad de
    su autor. Es frecuente que cada danzante confeccione su
    máscara, pero también hay personas especializadas
    en esta tarea. En numerosas comunidades, existe el testimonio del
    uso anterior de la corteza del fruto del taparo, la
    adaptación de cuernos hechos con corteza de coco y
    también cuernos de vacuno.

    En Naiguatá y San Francisco de Yare, las
    máscaras tienen aspecto de animales
    fantásticos. Son confeccionadas con técnica de
    papier maché o capas superpuestas de papel engomado
    sobre un molde de madera o de
    barro, sobre el cual suelen utilizar una mezcla de yeso. La pieza
    puede ser unida a una estructura de
    alambre, y debe someterse a un proceso de
    secado previo al acabado de detalles, como incorporar orejas,
    cuernos, dientes o lenguas. Luego se hace la decoración al
    óleo. En Naiguatá, las máscaras llevan en la
    parte superior un aro metálico forrado, -como si fuesen
    cuernos unidos- del que cuelgan cintas de colores. Los motivos
    son diversos: cabezas de toro, de perro, de caimán, pero
    predominan las de monstruosos animales marinos.

    Las máscaras de San Francisco de Yare tienen
    cuernos, cuyo número varía según la
    jerarquía de los danzantes: la del primer capataz, posee
    cuatro cuernos; la del segundo capataz, tres y las de los
    demás diablos llevan dos. Hace unos cincuenta años,
    casi todas las máscaras simbolizaban la "cara de cochino".
    En la actualidad predominan las de cabeza de vaca o de toro y las
    inspiradas en dragones.

    En Chuao las máscaras son elaboradas mediante la
    colocación de capas superpuestas de arcilla, retazos de
    telas rústicas y papel de periódicos. En la arcilla
    se incrustan los cuernos rectos inclinados hacia adelante que
    luego son unidos con un tejido de cintas que llevan los colores
    de la bandera nacional.

     La decoración pintada principalmente en negro
    y rojo, lleva resaltantes trazados blancos que ofrecen un aspecto
    espectral y sonriente.

    Las máscaras en Ocumare de la Costa, Patanemo, San
    Millán, Turiamo, Cata y Cuyagua presentan variedad no
    sólo por los materiales
    utilizados, sino por los patrones del diseño
    y fabricación. Se emplean desde la corteza del fruto del
    taparo, la malla metálica o plástica, con sencillos
    arreglos o cuidadosamente policromadas; también conocen la
    técnica del papier maché, con colorida
    decoración al óleo. De los cuernos, cuelgan cintas
    o van entretejidas y sueltas en los extremos. Son notables las
    grandes trompas con bocas abiertas a las que asoman fieras
    dentaduras y lenguas colgantes de cartón.

    Todas las máscaras llevan unido en el borde superior
    un trozo de tela suficientemente largo como para mantener
    cubierto el rostro cuando llevan la máscara sujeta en la
    mano extendida. El tipo de tela es variable, en San Francisco de
    Yare, es confeccionada con la misma del traje. En
    Naiguatá, Ocumare, Cata, Cuyagua, Patanemo, y San
    Millán suele ser de malla ligera. En Chuao, usan
    pañuelos o trozos de diversos lienzos multicolores y en
    San Rafael de Orituco, de satén rojo.

    En Tinaquillo se emplea un pañuelo rojo al cual se
    sujeta la máscara con una técnica que evoca el
    tocado tradicional de algunos pueblos árabes.

    Protecciones y
    Accesorios

    "Yo trato de darles una buena protección contra del
    diablo, y les rocío agua bendita
    en el camino hacia la cruz del perdón. (…)La gente
    piensa que eso es mentira, pero no es." 

    Las palmas benditas, colectadas durante la Semana Santa el
    Domingo de Ramos, según una arraigada tradición del
    pueblo venezolano, son empleadas como protección ante
    diversos peligros. La palma, secular emblema de la victoria,
    bendita y en forma de cruz representa un valioso talismán
    en la lucha contra las fuerzas misteriosas y malignas.

    Ante la firme creencia de que el demonio puede incorporarse
    a través de quienes los representan en la ceremonia de los
    diablos danzantes, estos utilizan pequeñas cruces de palma
    o de tela de colores contrastantes, cosidas en su indumentaria.
    Se pueden ver sobre el pecho, en la espalda, extremidades y
    aún en el calzado. Usan también cruces de tela
    aplicadas sobre el traje.

    Otros símbolos religiosos son la medalla del
    Santísimo y el rosario, sarta de cuentas con un
    crucifijo bendito, testimonio del pago de promesas por persona
    interpuesta, casi siempre mujeres que como sabemos tienen
    limitaciones para incorporarse a la danza. Cada participante
    lleva oculto, o a la vista, escapularios, estampas y oraciones
    para su protección personal.

    Igualmente, se efectúan actos privados de
    oración, en los cuales tienen papel preponderante las
    personas de más alta jerarquía en las hermandades,
    y mujeres reconocidas por su positivo poder benéfico en la
    formulación de oraciones para conjurar los riesgos de la
    tentación. El rocío con agua bendita
    es también parte de estas medidas espirituales.

    Escenarios Donde se
    Manifiesta la Expresión Cultural.

    En cada una de las localidades se da una danza
    complementaria de carácter festivo que generalmente se
    realiza a petición de los presentes, en la calle o en
    algún hogar, donde recibirán una limosna o donativo
    que los gratifica. Así encontramos en Cata la llamada
    Danza del Mono Quitumbo; el Galerón en Patanemo y Turiamo;
    la Mojiganga y el Calabarí o Carabalí, en Chuao; el
    Baile del Vaso, en Naiguatá; en Tinaquillo, el
    Sebucán o Palo de Cintas y el Pañuelo. Estas
    actuaciones, de contenido burlesco o diversional, son realizadas
    luego del servicio
    religioso y a distancia del templo.

    Los diablos de Chuao y Turiamo, además de realizar
    su danza en la procesión cumplen un ritual en el interior
    de la iglesia, después de la misa de Corpus. Ordenados en
    fila doble van pasando por parejas y se prosternan ante la
    custodia que contiene la hostia, depositan la limosna
    prosternados ante el altar haciendo el signo de la cruz sobre una
    bandeja, colocada para tal fin. Luego se colocan nuevamente en
    las filas. Se retiran del recinto danzando al compás de
    música de cuatro sin darle nunca la espalda al
    altar.

    También se hacen ceremonias danzarías en las
    visitas rituales al cementerio y a las tumba de cofrades
    desaparecidos; a hogares de miembros de la hermandad, enfermos o
    fallecidos. Antes de penetrar al recinto simulan tener dificultad
    para acceder, con reiterados movimientos hacia adelante y
    atrás, como si les empujaran rechazando su presencia desde
    el interior del lugar.

    Escenografía para la Difusión de la
    Manifestación Cultural

    Los preparativos de la conmemoración de Corpus se
    inician varias semanas antes de la fecha que es esperada por toda
    la comunidad. La
    actividad se multiplica entre los miembros de la hermandad: la
    confección y retoque de trajes, máscaras y
    accesorios, van aunadas a los ensayos de la ceremonia que, como
    es debido, se realizan bajo la dirección de capataces y de los miembros
    más antiguos. En casi todas las comunidades la diablada se
    reúne para ultimar detalles y también para cumplir
    con algunos rituales. Muchos suelen ataviarse como lo
    harán el día de la fiesta, hacen visitas al
    cementerio, a altares y a casas de miembros de la hermandad. En
    algunos sitios, como San Francisco de Yare, el nicho de la
    custodia vacío es paseado por las calles y llevado hasta
    la puerta de la iglesia. Durante el recorrido se suman a la
    comitiva numerosos fieles. En el transcurso de la noche, hacen
    oración colectiva y privada, guardan sumo recogimiento y
    no deben consumir bebidas alcohólicas. Existe la
    convicción que para la fecha, el demonio anda suelto y es
    muy alto el riesgo de recibir
    malas influencias y tentaciones. Con frecuencia se realiza un
    velorio, en honor al Corpus Christi. Los miembros de la hermandad
    y los pagadores de promesas que están residenciados en
    otras localidades, llegan para integrarse a la preparación
    de la ceremonia.

    Comienzan a verse por las calles diablos ataviados con sus
    máscaras, mujeres con niños en brazos, que llevan
    símbolos cristianos o propios de la celebración
    popular. Muchos de ellos asisten a pagar promesas. El templo,
    generosamente adornado tiene plena asistencia y en las afueras se
    reúnen los devotos para escuchar desde allí la misa
    y seguir la demostración de fe que realizarán los
    diablos danzantes. Se inicia el estallido de los fuegos
    artificiales y el repicar de las campanas de la iglesia. Aumenta
    la expectación ante el comienzo de la misa y de la llegada
    de los danzantes. El sonido de toque de llamada, se une al de las
    maracas y el tintineo de las sonajas atadas en la cintura, y
    vestimenta. Impactante y solemne, su presencia llena de colorido.
    Es el centro de las miradas. Se ubican en el atrio de la iglesia
    y desde allí siguen respetuosamente el desarrollo del
    servicio,
    mientras cumplen con su propio ritual: pasan ordenadamente de
    rodillas a hacer su ofrenda de estricto cumplimiento. En los
    momentos cruciales de la misa, como la consagración, los
    diablos se postran en el piso, sumisos y vencidos. Al concluir la
    misa, en medio del repicar de campanas y de los fuegos
    artificiales, los pobladores se preparan para la procesión
    con la custodia, a la cual se suma el conjunto de danzantes,
    quienes demostraran diferentes coreografías y pasos en
    danzas colectivas y libres. En algunas comunidades el recorrido
    se efectúa en horas vespertinas y se prolonga hasta la
    noche. La procesión que encabeza el sacerdote con la
    custodia, conducida bajo palio, cuenta con la presencia de las
    autoridades de la comunidad y de
    las hermandades religiosas, que llevan estandartes distintivos.
    Habrá parada y bendición en cada uno de los altares
    ubicados en la ruta; allí también tendrá
    lugar una ceremonia con oración y danza por parte de los
    diablos. Al finalizar el recorrido y producirse el retorno de la
    custodia al templo, los danzantes harán nuevas figuras en
    el atrio, antes de reunirse en casa de algún miembro de la
    hermandad o en la calle misma, para hacer las danzas de
    diversión. Se habrá preparado una comida para ser
    compartida con la comunidad, muchas veces patrocinada por un
    devoto como pago de promesa. En algunas poblaciones se celebra la
    llamada Octavita de Corpus, en la cual se repiten actos
    semejantes a los del día principal de la fiesta.

    Cofradías y Grupos
    Culturales que Existen en la Comunidad Cultural

    En el estado
    Aragua, las poblaciones de Cata, Cuyagua, Chuao, Ocumare de la
    Costa y Turiamo, todas señaladas desde el período
    colonial como sitios de explotación cacaotera, vecinas al
    mar y separadas entre sí por cortas distancias y
    accidentadas vías terrestres, celebran Corpus Christi con
    danza de diablos que "rinden" ante el Santísimo en
    señal de sumisión. De las que se tienen
    referencias más antiguas son Ocumare de la Costa y Chuao,
    reseñadas por cronistas y viajeros en los años 1621
    y 1649, respectivamente. Cata, Cuyagua y Turiamo, se mencionan
    por primera vez en el año 1773, aunque se presume que
    desde mucho antes también conmemoraron la fecha.

    En el estado
    Vargas, inmediata al principal puerto del país y
    aproximadamente a una hora de la capital, se halla
    Naiguatá, conocida desde 1628 como antiguo pueblo de
    indios y productor de cacao, caña azucarera y maíz;
    allí la conmemoración de Corpus se remonta a una
    fecha imprecisa, con danza de diablos.

    En el estado Miranda, destaca San Francisco de Yare,
    mencionada por los cronistas desde 1624, como sitio de
    sementeras, cría de ganado vacuno y caballar. Es el sitio
    emblemático de la celebración. Fue durante la
    colonia sede del Curato Rural de la región, y a ella
    acuden habitantes de todas las poblaciones cercanas a cumplir las
    promesas formuladas al Santísimo.

    Diablos de Corpus danzan en San Millán (Puerto
    Cabello) y Patanemo en el estado Carabobo. En el estado Cojedes,
    la danza ritual se efectúa en el pueblo de Tinaquillo
    (1781), y en el estado Guárico, en San Rafael de Orituco,
    citado desde 1783 como centro productor de cacao y cría de
    vacuno y caballar.

    Probablemente la presencia de diablos danzantes en la
    fiesta del Santísimo pudo haberse realizado,
    también, en muchas otras localidades: Borburata, Canoabo y
    Guacara en el estado Carabobo; Nirgua y San Felipe, en el estado
    Yaracuy; y San Hipólito en el estado Barinas, donde se han
    hecho esfuerzos para reestablecer la tradición de otros
    tiempos.

    Apoyo Institucional
    Público y Privado para Fomentar la Difusión de
    Estas Manifestaciones.

    El Instituto del Patrimonio
    Cultural como ente rector de la protección y defensa del
    patrimonio cultural en Venezuela financia conjuntamente con la
    Fundación de Etnomusicología y Folklore el 10
    % de este tipo de manifestaciones culturales, apoyándose
    en la Constitución Nacional y en la ley de Defensa y
    Protección que insta a los gobiernos regionales, con
    competencia en la
    materia, a
    asumir su responsabilidad, en este caso se trata de los
    estados en donde existen Hermandades o Cofradías de
    Diablos Danzantes de Corpus Christi ( Aragua, Carabobo, Cojedes,
    Guárico, Miranda, Vargas) para poder cumplir con el
    Plan de
    Acción para la Salvaguarda, Protección y
    Revitalización de los Diablos Danzantes de Corpus Christi
    de Venezuela. El resto de los recursos
    necesariamente deberán de ser gestionados a través
    de organismos internacionales y privadas.

    CONCLUSIONES

    La festividad que durante los siglos XV y XVI fue
    símbolo del catolicismo en España, comenzó a
    practicarse en Venezuela aproximadamente a finales del siglo XVI.
    Por la solemnidad de sus procesiones y altares de rico adorno, la
    vistosa indumentaria y elaboradas máscaras, la vigorosa
    danza y peculiares muestras de fervor, convocan la presencia
    entera de las comunidades, a vecinos y visitantes.

    Esta celebración, cuyos orígenes se remontan
    al teatro
    litúrgico medieval, se integró a la
    tradición popular venezolana, sumándole elementos
    indígenas y afrovenezolanos propios y ha mantenido su
    carácter impregnado de profundo sentimiento religioso. Su
    permanencia es sostenida por grupos de cofrades que en su
    mayoría cumplen promesas de por vida; ellos son
    vehículo fundamental de la transmisión oral de
    todos los aspectos del rito que cuenta con la aceptación
    mayoritaria de las comunidades donde se efectúa.

    Los Diablos Danzantes de Corpus Christi de Venezuela son
    unas de las expresiones del patrimonio oral venezolano que por su
    riqueza, significación y tradición refleja
    fielmente la identidad y diversidad cultural de nuestro
    país, allí se expresa la influencia
    indígena, europea y africana. Gracias a la memoria colectiva
    de sus miembros y al conocimiento
    asociado a esta manifestación cultural, transmitida en
    forma oral de generación en generación, esta
    tradición se mantiene y revitaliza hasta la actualidad. En
    tal sentido debemos enfatizar que ésta
    manifestación cultural se expresa no sólo en la
    población de Yare, estado Miranda, sino también en
    Cata, Cuyagua, Chuao, Ocumare de la Costa y Turiamo, en el estado
    Aragua; San Millán y Patanemo en el estado Carabobo;
    Tinaquillo en el estado Cojedes; San Rafael de Orinoco en el
    estado Guárico y Naiguatá en el estado Vargas. En
    estos lugares existen cofradías o hermandades que se han
    organizado, esta Sociedad de
    Diablos Danzantes de Corpus Christi de Venezuela, actualmente.
     

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     Anexos

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    Diablos Danzantes de Tinaquillo

    Cofradía de la Hermandad de Yare

    Cofradía de la Hermandad de Naiguata

    Cofradía de la Hermandad de Ocumare

    Cofradía de la Hermandad de Turiamo

    Cofradía de la Hermandad de Chuao

     

    González Maria

    Rodríguez Zammy

    Silva Omaira

    Suárez de P. Yajaira

     Valencia,

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