- Resumen
- "El pañuelo del
desconsuelo" - El Área de Libre Comercio
para las Américas - La verdadera América
Latina - El ALCA al
desnudo
Con la presente investigación pretendemos demostrar como el
Área de Libre Comercio
para las Américas no es más que otra de las
vías que ha esgrimido el imperio para lograr sus objetivos
anexionistas, partiendo de su deseo de adueñarse y dominar
la región latinoamericana, presente desde el siglo XIX en
su política
expansionista. Al hacerlo propugna un esquema de "felicidad" para
la América
Latina, que es preciso desmentir, para así mostrar a
este engendro neocolonialista en su ilimitada labor de favorecer
una amplia crisis en la
región y lograr someternos a los deseos del amo
norteamericano.
Para alcanzar esta dominación, encontramos otros
procesos junto
al ALCA, como es la
dolarización, al parecer separados, pero
muy unidos en su propósito de dominación
económica en nuestra área emergente.
Muchas voces se levantan hoy en contra de tan viciado
acuerdo, solo es necesario que se hagan más fuertes y
duraderas. La situación de la América
Latina nos exige una salida más decorosa, justa e
igualitaria, en la que se logre la plena concreción de los
derechos
humanos, y constituya una verdadera alternativa hacia un
mundo mejor, que es posible.
"El pañuelo del
desconsuelo"
La fórmula de la nueva "panacea" americana, se
viste con un traje moderno dentro de un cuerpo y un
espíritu de vetusto camuflaje, más a pesar de
seguir existiendo hilos y marionetas, hay muchos más ojos,
antes dormidos y hoy abiertos, en caras tan disímiles,
como las etnias, los diferentes estratos sociales y en las
propias transformaciones gubernamentales. Por eso, como malos
guiones para teatro, las
versiones se agotan pero no convencen.
Desde 1889, cuando el movimiento
panamericanista se encontraba en sus albores, el Secretario de
Estado
Norteamericano, James Blaine, presentó la propuesta a sus
colegas del hemisferio sobre la creación de una
unión aduanera que abarcara todo el territorio
continental, pero en esa oportunidad la iniciativa no
prosperó, debido, en su mayoría, a la
oposición de los países del Cono Sur, que
veían en dicho proyecto una gran
amenaza para el florecimiento de sus nacientes industrias
manufactureras, y un instrumento para perpetuar una injusta
división del trabajo.2
A partir de entonces se han sucedido varios intentos de
anexión de Latinoamérica a los Estados Unidos,
siendo uno de esos momentos cumbres la guerra
hispano-cubano-norteamericana y en la cual se auto premian con
Cuba, Islas
Guam y Puerto Rico y se
convierten en los barones del carbón, el
petróleo y el acero, dominando
económicamente la región. Así, el
último engaño que han podido engendrar es el que
conocemos como Área de Libre Comercio para
las Américas (ALCA).
1. El Área de
Libre Comercio
para las Américas.
Los orígenes del ALCA, vista esta última
como proceso de
diálogo
hemisférico tendiente a la negociación de un tratado de libre
comercio continental antes del año 2005, se remontan a
junio de 1990. Fue en ese momento que el entonces presidente
George Bush lanzó su "iniciativa para las
Américas". Ciertamente, el ALCA no es sino la
continuación de dicha propuesta norteamericana, por lo que
sería casi imposible concebirlo sin relacionarlo con la
misma.
Luego, con la caída del muro de Berlín y
la implosión de la Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas, el liberalismo
salvaje tomó nuevos aires, y el escenario político
internacional se vio modificado por el surgimiento de bloques
económicos regionales interdependientes, dando paso al
proceso
denominado globalización.
Si bien es cierto que la
globalización3 significó la
informatización planetaria, la expansión
exponencial de los intercambios comerciales y la
aceleración del cambio
tecnológico, no fue la panacea ni el fin de la historia que el discurso
ultraliberal profetizó. Las diferencias entre los
países del centro y la periferia, lejos de achicarse, se
agrandaron. La concentración empresarial reforzó
esa tendencia, aumentó la desigualdad y la
exclusión, tanto en los países centrales como en
los periféricos, la desaceleración del
crecimiento
económico y la hipertrofia financiera provocaron la
crisis del
estado moderno
como tal.
La nueva confrontación imperialista que surge
entre la Unión
Europea, el Bloque del Pacífico y los Estados Unidos de
América
(los dos primeros, bloques regionales de gran importancia) es lo
que motiva a este último a impulsar el Tratado de Libre
Comercio de América del Norte, TLCAN o
NAFTA, en
inglés
(North America Free Trade Agreement), primero con Canadá
en 1990, luego acordando el ingreso de México en
1994, y finalmente, en diciembre del mismo año, en la
Primera Cumbre de las Américas realizada en Florida, al
plantear como objetivo la
creación del ALCA.
El ALCA sería el acuerdo de comercio
más grande del mundo. Integrado por 34 países de
América
Latina -menos Cuba- con unos
800 millones de habitantes y un PIB de 11
billones de dólares, con una asimetría entre los
Estados Unidos y el resto de los países de América
enorme, toda vez que el PIB
estadounidense representa más del 75% de todo el
hemisferio. La diferencia de escala de las
economías es alarmante: el PIB de los Estados Unidos es 16
veces mayor que el brasileño y 25 veces mayor que el
mexicano. Este acuerdo prevé la liberalización
progresiva de aranceles a
partir del 2005 y eliminar todas las barreras aduaneras y
proteccionistas.
La decisión de crear el ALCA se planteó en
la Primera Cumbre de las Américas –auspiciada por
la
Organización de Estados Americanos- celebrada en
Miami, Florida en 1994 y contó con la aprobación de
los treinta y cuatro jefes de Estado y de Gobierno
participantes. En esa ocasión se firmó un acuerdo
que proyectaba la formación de un mercado
único para todo el continente, con el objetivo
central de eliminar progresivamente las barreras arancelarias que
obstaculizan el comercio y las inversiones.
En la Segunda Cumbre de las Américas efectuada en
Chile en 1998
se tomó la decisión de poner en marcha las
negociaciones del ALCA, conforme a lo aprobado en la Cumbre de
Miami.
Durante la primera y la segunda reuniones de ministros
de los países firmantes del ALCA, efectuadas en 1995 y
1996 respectivamente, se acordó establecer un total de
doce grupos de
trabajo, los cuales recibieron las denominaciones siguientes:
acceso al mercado; procedimientos
aduaneros y reglas de origen; inversión; subsidios, derechos anti-dumping y
compensatorios; normas y
barrearas técnicas
al comercio; medidas sanitarias y fitosanitarias;
economías más pequeñas; servicios;
política
de competencia;
derechos de
propiedad
intelectual; compras del
sector
público; solución de controversias.
Además se estimó necesaria la creación de
grupos de
estudios sobre la protección del medio ambiente
y los derechos de los trabajadores.
En la cuarta reunión celebrada en San José
de Costa Rica en
1998, la tarea esencial fue elaborar las recomendaciones que
delimitaran los objetivos de
la estructura y
organización para el proceso de las
negociaciones del ALCA. Se decidió que los principios
rectores en las negociaciones del ALCA estarían regidos
por las reglas siguientes:
1.- Las decisiones se aprueban por consenso, lo cual
crea una situación de desventaja para los países
más atrasados o para los que queden en
minorías.
2.- Las negociaciones tienen que cumplir con el
principio de transparencia (esta cuestión se encuentra en
un nivel muy bajo de cumplimiento).
3.- Los acuerdos a que se arriben sobre el ALCA no
pueden contradecir ni violar las normas y
disciplinas establecidas por la
Organización Mundial del Comercio.
4.- Se instituye que el ALCA constituirá un
compromiso único, o sea, no se llegará a un acuerdo
final sin la aprobación de todos y cada uno de los
participantes.
5.- Se define que el ALCA no impedirá a los
países contraer otros acuerdos bilaterales y subregionales
del continente siempre que no sobrepasen los derechos y obligaciones
del acuerdo.
6.- Se plantea que se brindará especial atención a las economías más
pequeñas para asegurar su participación plena en el
acuerdo. Sin embargo, en septiembre del 2001, los Estados Unidos
plantearon que no era necesario darles trato preferencial
alguno.
En el año 2005 los gendarmes prevén que el
ALCA alcanzará 34 países, de ellos, 26 son
pequeñas naciones que, de lograrse el acuerdo, se
verán con serias dificultades para defender sus intereses
nacionales. Las ofertas son aparentemente halagüeñas
pero el desigual desarrollo
económico de los signatarios, sobre todo del promotor,
hace notablemente diferentes los beneficios y la
inclinación de la balanza a favor de la primera potencia
económica del mundo. Así, en la medida en que se
avanza en las negociaciones que darán paso a la
aceptación del acuerdo, la América Latina se sume
toda en desesperación y olvido.
2. La verdadera
América Latina.
En los últimos 20 años la situación
de la región se ha agudizado de manera sorprendente, si
tomamos en cuenta que para los inicios de la década de los
80 del siglo pasado, según estadísticas oficiales de la Organización de las Naciones Unidas,
el 39% de los latinoamericanos eran pobres, cuando apenas el
neoliberalismo
comenzaba a tomar fuerza en esos
países, y a sentirse sus políticas
de abstencionismo estatal en las diferentes esferas de su vida
socioeconómica.
Sin embargo, en los inicios del nuevo siglo XXI, el 44%
de la población del subcontinente pasó a
formar parte de la lista negra de la pobreza. Las
cifras anteriores se traducen en que 224 millones de personas son
pobres, y de estos, 90 millones se encuentran en el extremo
mínimo de la pobreza, o sea,
en la indigencia. Luego de dos décadas de políticas
neoliberales encontramos en la región la distribución más injusta y desigual
de los ingresos, si se
tiene en cuenta que el 20% más rico de la población latinoamericana recibe un ingreso
que es 19 veces mayor que el 20% más pobre.
El 9% de la población de la región sufre
el desempleo. De 100
empleos, 85 se ubican en el sector informal del trabajo, del que
se obtiene muy escasos beneficios, debido a los bajos salarios, a la
nula protección de los derechos laborales y a la
inexistencia de sistemas de
seguridad
social. En la salud repercute con fuerza la
crisis neoliberal, si analizamos que las elevadas cifras de
mortalidad infantil alcanzadas en la región ascienden a la
de 35 por mil nacidos vivos. En cuanto a la educación, es de
significar que el 13% de la población latinoamericana
(más de 70 millones de personas) es analfabeta, más
de 40 millones de niños
se encuentran en estos momentos sin posibilidades de asistir a
las escuelas, y 150 millones de latinoamericanos no pasan del
tercer grado como nivel de escolaridad. A todo esto se suman lo
altos niveles de trabajo
infantil, violencia,
discriminación, delincuencia
juvenil, prostitución y el consumo de
drogas.
La aplicación de políticas neoliberales ha
sido, como se ha dicho antes, la causa fundamental de que la
América Latina haya desembocado en la problemática
sociopolítica que estamos abordando, como consecuencias,
entre otros factores, del debilitamiento del papel de
Estado como eslabón fundamental del sistema
político de la sociedad
encargado de las principales decisiones políticas, de la
ola de privatizaciones que afectan a sectores importantes como
son los de abastecimiento de agua, gas, electricidad y
otros, a cuyos servicios no
todos pueden acceder al no poseer recursos para
abonar las tarifas correspondientes, afectándose en gran
medida las condiciones primarias de vida de la
población.
De lo anterior se infiere que en la actualidad se
vislumbre un sombrío panorama en materia de
práctica, protección y defensa de los derechos humanos
en la región, los que se encuentran en una
situación generalizada de franco y conmovedor deterioro,
aún cuando se regulan y amparan en las diversas
Constituciones latinoamericanas, poniéndose de manifiesto
una vez más las diferencias abismales derivadas de la
existencia entre la constitución formal y la
material.
No se garantiza la tutela legal de los Derechos Humanos
debido a la falta de la correspondiente legislación
complementaria, ni se aplican los contenidos normativos de la
Declaración Universal de los Derechos Humanos del 10 de
diciembre de 1948, de la Convención Internacional de los
Derechos del
Niño (ambas aprobadas por la Asamblea General de la
Organización de Naciones Unidas)
ni de otros tantos instrumentos jurídicos internacionales
adoptados sobre el tema.
El ALCA nos recuerda al viejo cuento
infantil del lobo disfrazado de oveja, al presentársenos
como la mesiánica oportunidad que impulsaría un
desarrollo
integral y vertiginoso para las naciones latinoamericanas, con
vistas a facilitar amplias relaciones comerciales y de
intercambio entre nuestros países, sin exhibir que tras su
máscara se esconden verdaderas y marcadas pretensiones
anexionistas sobre las débiles economías del
área por parte de los Estados Unidos de
América.
Podría parecer el ALCA, la vía a
través de la cual los países de América
Latina verían abiertas sus puertas a la comercialización de sus productos; sin
embargo persigue en lo fundamental, afrontar la crisis
energética que ya se cierne sobre los EE.UU., si tomamos
en cuenta que sus reservas petroleras están calculadas
hasta el año 2010. De esa forma trataría de
asegurarse de la tercera reserva de petróleo
del mundo (Venezuela) y
el 11% de las reservas mundiales donde se produce cerca del 15%
del crudo que se extrae en el planeta, y contar con los grandes
yacimientos de recursos
naturales localizados en la región, esto es, cerca del
6% de las reservas internacionales de gas natural,
grandes reservas de carbón mineral –suficientes para
unos 288 años de explotación- y abundantes recursos
hidroenergéticos, calculados en el 20% del potencial
mundial de trascendental importancia para el desarrollo de
su industria.
El ALCA fue diseñada para crear un ambiente de
ganancias para las corporaciones e inversionistas, mientras que
se ignoran los problemas
críticos que confrontan hoy las
Américas.
No es este acuerdo otra cosa que la extensión del
NAFTA a toda
América. Si en México
hubo que hipotecar el
petróleo y otros recursos ante el agobio de la
descomunal deuda externa,
multiplicada por los descalabros financieros que han provocado
los especuladores de Wall Street, las consecuencias en
América Latina serían aún más
devastadoras, pues se agudizaría la competencia entre
las regiones pobres del continente.
Es obvio que uno de los pilares del ALCA promovida por
los Estados Unidos, aunque se oculte en las negociaciones, es el
avance, sin límite alguno, en la privatización y desregulación de los
sectores energéticos, y en el desplazamiento total de los
estados nacionales en el manejo de este sector.
Con el ALCA habría que olvidar cualquier proyecto de
cooperación energética regional, que ayude a paliar
agudos problemas
socioeconómicos que se relacionan con el encarecimiento
del petróleo,
como por ejemplo el hecho de que el 30% de la población
latinoamericana carezca de servicios de electricidad.
Si el proceso privatizador que el ALCA llevará a
sus extremos, concentrara al máximo en manos
norteamericanas el control de la
exploración, explotación y distribución de la energía
latinoamericana y caribeña, la vulnerabilidad
energética se convertiría por sí misma en
otro instrumento decisivo para que el imperio asegure la
recolonización de toda la región.
Además, este acuerdo de libre comercio parte de
dos premisas falsas: la ficción del acuerdo entre "estados
iguales", en su industria,
tecnología, ciencia, etc,
cuando en realidad es evidente que los estados latinoamericanos
no presentan las mismas condiciones de desarrollo; y el "libre
comercio", ya que el acuerdo solo será libre para los
grandes capitales. Es importante resaltar que el ALCA está
presidido por los principios
teóricos del neoliberalismo
vigente, el cual establece que el libre comercio proporciona el
crecimiento de los ingresos, del
empleo y de la
productividad.
Cuando se analizan los requerimientos y las condiciones
básicas que deben existir para que fructifiquen tales
principios se observan serias contradicciones, como por ejemplo
el hecho de que se afirme que el libre comercio permite ampliar
los mercados, los
hace más competitivos, libre de regulaciones, sin
distorsiones en los precios e
incentivos,
etc., lo que debería manifestarse en un aumento de los
flujos del comercio
exterior.
Pero la práctica ha demostrado que no siempre a
mayor apertura comercial habrá un aumento en el crecimiento
económico, porque las diferencias en los niveles de
desarrollo entre los países industrializados y atrasados
son abismales y el intercambio desigual anula el poder de
compra de las exportaciones.
También se plantea que el crecimiento de la
demanda del
mercado, acompañado de una mayor apertura comercial,
promoverá un fuerte incentivo para fomentar y ampliar la
base productiva, lo que se traduciría en incrementos de la
demanda de
fuerza de trabajo. Pero las empresas
trasnacionales han absorbido la producción industrial local y no han creado
efecto de arrastre en la infraestructura económica, lo que
unido a la invasión de los productos
industriales y agropecuarios a bajo costo, han
arruinado a los productores nacionales, provocado desempleo a gran
escala y, por
ende, miseria.
No podemos dejar que se nos proyecte el mismo espejismo
de las fórmulas neoliberales. Se erguían como la
salvación de las economías latinoamericanas y sus
nefastas consecuencias sociales, ni siquiera proporcionales a los
restrictivos resultados económicos, las han hecho
insostenibles.
Es evidente que el ALCA no se proyecta como un
instrumento al servicio de la
prosperidad y el mejoramiento de los niveles de vida de los
pueblos que viven en la miseria, sino para favorecer
exclusivamente al capital
transnacional. Sin embargo, y pudiera decirse que con verdadera
prisa, los gobiernos centroamericanos negocian un Tratado de
Libre Comercio con Estados Unidos, CAFTA, por su sigla en
inglés
(Central American Free Trade Agreement), en lo que para
Washington constituye la antesala y prototipo deseado del
ALCA.
Aderezado ante sus pueblos como meta imprescindible para
resolver los acuciantes problemas nacionales, el proyecto
ganó en aceleración luego de que el Congreso
estadounidense aprobara en agosto del año 2002 el fast
track, facultad otorgada al presidente George W. Bush para
establecer acuerdos comerciales con terceros países. El
sentido de este Tratado de Libre Comercio con
Centroamérica es el de apresurar las discusiones y sentar
un precedente al ALCA, cuando crecen en el continente las voces
que alertan o se oponen a este proyecto neocolonizador. Ya se
había dicho que, respecto al ALCA, Estados Unidos no abre
completamente sus mercados, sigue
subsidiando la agricultura y
mantiene tarifas arancelarias que inhiben futuras incursiones en
sus mercados, lo que sirve para ilustrar lo que se avecina en
América Latina respecto a la nueva vinculación que
se establecerá. La asimetría es tal entre las
partes que difícilmente América Central
tendrá real capacidad competitiva.
Voces costarricenses cuestionan la velocidad con
que tienen lugar las negociaciones, con vistas a su firma para
fines de este año (2003), y han criticado el hecho de que
este Tratado esté discutiéndose sin que haya un
mandato del pueblo. Es evidente que este hecho limita
todavía más a los estados nacionales en su
capacidad y prerrogativas de establecer políticas con
sentido social.
El hecho de que las autoridades del istmo se adelanten
al resto del continente, lejos de mostrar unidad o fortaleza,
pudiera ser o es un indicio de que Washington se abalanzó
sobre el eslabón más débil, y alista para
Latinoamérica un futuro de gran atadura y
subordinación, que luego con el ALCA y la
dolarización4, intentará extender a toda
América Latina.
Aunque la dolarización5 no figura como
uno de los objetivos explícitos del ALCA, sí es
otra amenaza que pende sobre toda la América, y es un
proceso que favorece y cataliza la aceptación del
proyecto. El ALCA va más allá de la
actualización de la Doctrina Monroe…"América para
los (norte) americanos"…, e incluye la intervención
militar directa con el Plan
Colombia6 y la dolarización7 de
América Latina y el Caribe para garantizar la estabilidad
económica y la gobernabilidad de la
región.
El ALCA no es la vía capaz de garantizar el
desarrollo
sostenible en América latina y el Caribe, si no un
catalizador, que junto a su hermano proceso de dolarización, tributa a las pérdidas
de las soberanías nacionales.
Con la imposición de medidas de corte neoliberal,
propugnadas por los "más fieles" defensores del ALCA, que
incidirían en un plazo corto e inmediato en los recortes
de los gastos sociales
(salud, educación, seguro social,
alimentación, etc.) así como la
renuncia de funciones vitales
para la sociedad por
parte de los estados. Los sectores más vulnerables de
América Latina – y nos referimos a más de la
mitad de su población- verán reducidas sus
posibilidades para potenciar una vida plenamente digna,
sueño aún irrealizable para muchos.
En esta compleja situación, los gobiernos
latinoamericanos están a punto de contraer una
trascendental responsabilidad con sus respectivos pueblos, al
firmar acuerdos inconsistentes, sin garantías para
impulsar el desarrollo y eliminar el intercambio desigual,
arrastrados por presiones políticas y falsos compromisos
que están muy lejos de cumplirse. En consecuencia esto
implicará una entrega incondicional de sus respectivas
economías al capital
transnacional, lo cual conducirá a una creciente
depauperación de la economía interna y
dependencia total externa y, por tanto, debilitará el
poder de las
naciones hasta su depauperación.8
El proyecto del Área de Libre Comercio para las
Américas está presidido por los principios
teóricos del neoliberalismo vigente, por lo que su
aceptación traería consigo varios efectos de
índole social, a saber:
- Las crisis económico-financieras y sus
impactos recesivos intensifican el desempleo y el
subempleo. - La transformación operada en la industria
incide de forma negativa en la formación y
consolidación de las relaciones
laborales. - Eliminación de la seguridad
social, por el impacto recesivo de las crisis
económico-financieras y el aumento del déficit
fiscal. - El desempleo y el subempleo y la eliminación
de los subsidios condicionan el nivel de vida de la
población. - Al fomentarse la propiedad
privada, su consecuencia fundamental, la distribución
desigual de los ingresos, deviene en aceleración de los
niveles de pobreza. - Al imponer el neoliberalismo económico,
amenaza con destruir el medio
ambiente. Todo el bio-sistema
latinoamericano corre ya grave peligro, los proyectos como
la privatización del agua, o la
disposición de las riquezas minerales,
implican un verdadero riesgo para la
población.
Estas inhibiciones por parte de los poderes
públicos no son más que una negación en la
concreción efectiva de los derechos humanos, y la
conversión en letra muerta de los postulados
constitucionales.
Mientras se amplíen los derechos de los
inversionistas de corporaciones y se restringen los derechos
democráticos de los individuos y el poder del gobierno de
legislar en contraste con los intereses del pueblo, se ponen en
grave peligro la democracia, la
soberanía, la justicia
social y la paz de Latinoamérica.
La propia naturaleza
transnacional de este proceso implica la desregulación de
las instituciones
financieras reconocidas en cada nación
y al propugnarse la dolarización de las economías
como la receta mágica que elimine todos los achaques del
pueblo latinoamericano, perderíamos nuestra soberanía monetaria, nuestras monedas y una
gran parte de nuestra identidad
nacional.
Habiendo analizado los postulados que sirven de base al
ALCA y la situación de América Latina,
podríamos preguntarnos: ¿se garantizan realmente,
como aseguran los defensores del ALCA, la democracia, la
transparencia, la participación y la aprobación
popular? ¿Bajo cuál mandato popular han suscrito
los gobiernos de América Latina los acuerdos de
formación y desarrollo del ALCA, cuando basados en la
democracia representativa, que despoja a los pueblos de la
verdadera participación en la toma de
decisiones políticas que conciernen a su
soberanía, han sido los gobernantes quienes han decidido
esta cuestión sin consulta popular alguna, máxime
teniendo en cuenta que son los sectores frágiles de la
sociedad –la gran mayoría- quienes verían
afectados sus intereses? ¿Dónde quedaron entonces
los presupuestos
de supremacía constitucional, igualdad,
soberanía y legalidad?
El "Área" en sí atenta directamente contra
los derechos económicos, sociales y culturales, más
conocidos como de la segunda generación. Viola los
derechos laborales, pues bajo la divisa de la "libre competencia"
no habrá condiciones mínimas de trabajo, un
salario
mínimo y no contarían los trabajadores con un
derecho de sindicalización. Además, la
eliminación de aranceles, que
no son más que una forma de protección de la
producción nacional, tanto de la industria
como de los productores nacionales, solo provocaría la
quiebra de
muchos medianos y pequeños productores, y el consiguiente
aumento del desempleo y la pobreza, lo
que tendrá graves afectaciones en los derechos de salud,
educación,
vivienda y alimentación.
En el mundo post ALCA, los Estados tratarán de
reducir el salario de los
trabajadores y la protección en el puesto de trabajo,
para, de esta manera, atraer a los inversionistas extranjeros y
asegurar así la competitividad
y efectividad de sus exportaciones.
Así, el acuerdo también promoverá y
facilitará la venta de los
recursos
naturales latinoamericanos a las compañías
transnacionales, facilitando la explotación ilimitada de
los mismos y una gran afectación al ecosistema y
al medioambiente.
El ALCA significaría la liberalización de
los aranceles, provocando por ende una desregulación
legislativa en ese punto del Derecho Financiero. Del mismo modo
se puede hablar de una desnacionalización de la ley en este
sentido, pues la normativa nacional en materia de
aranceles se dejaría sin efecto, instrumentándose
otra de carácter
internacional, que implicaría, en algunos casos, serias
complicaciones para el equilibrio
jurídico-normativo y para la soberanía del
país.
Visto desde un ángulo más
analítico, pudiéramos decir que al desregularse la
legislación de orden interno, y ponerse en función de
las inclinaciones o tendencias impositivas, y no conciliadoras
como debiera ser, por parte de los centros de poder y ejercicio
hegemónico, se va perdiendo la esencia de autonomía
jurídica por parte del órgano legislativo nacional,
que se hace dependiente de los pronunciamientos foráneos
en esta materia. Se trata de un proceso complejo, por las
implicaciones que tiene en todo el contexto de
conformación a una economía global,
cuyos cánones de expansionismo se reflejan también
de la manera antes consignada.
La cuestión de ALCA se presenta con ciertas
prerrogativas para los países latinoamericanos que se ven
abocados por la regionalización que representa establecer
una zona de comercio para el área de las
Américas.
Visto de esta manera pudiera contradecirse con los
esfuerzos integracionistas de algunos grupos del área para
impulsar el desarrollo de la región. Sin embargo, la
línea proteccionista del gobierno de los Estados Unidos
esta proyectada esencialmente a hacer depender las
economías nacionales implicadas en este supuesto acuerdo
voluntario de su anexión y puesta en función de
su economía recesionada, sobre todo por la falta de
salidas exportadoras, y que data ya de varios años, de
forma tal que se establecería una vez mas su papel
hegemónico y a la vez se desdoblarían las
economías nacionales en función de la
economía norteamericana, originándose un
estancamiento e inmovilismo a las producciones latinoamericanas,
algo que ha sido identificado por los teóricos de la
temática como una nueva forma de neocolonización,
más allá de la concepción
clásica.
Nos brindan un pañuelo para que continuemos
enjugando las lágrimas de resignación que nos
corresponden por pertenecer al "lado oscuro" del hemisferio,
agradeciendo el favor de poder negociar que nos concede Mister
Dollar.
Solo nos resta seguir denunciando la verdadera naturaleza de
este engendro: devorar, absorber y saquear la América
nuestra, sometiéndola y avasallándola desde el
plano económico para luego reducirla en el
político.
- Benítez, José A.; Bolívar y
Martí en la integración de América Latina.
Editorial Pablo de la Torriente. Unión de Periodistas de
Cuba, La Habana, 2002. - Colectivo de Autores; Economía Mundial. Los
últimos 20 años. Colección
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Contemporáneo. Editorial Félix Varela. La Habana.
2002. - Francisco Soberón Valdés: Finanzas,
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2000. - Lizaso, Félix; Martí y la utopía
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1942. - Manuel Castro Formento: La dolarización, el
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Ed. Ciencias
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Habana, 2002. - Marx, Carlos; El Capital. Editorial de Ciencias
Sociales. Instituto Cubano del Libro. La
Habana. 1973.
Publicaciones Periódicas
- Revista Finanzas y
Desarrollo. No. 3. Junio 1964-1965. - Revista Finanzas y
Desarrollo. No. 6. Diciembre 1966 - Tabloide especial No. 23. dolarización en
América Latina, coloniaje financiero y anexionismo
monetario. Contiene el texto
íntegro de la mesa redonda
instructiva sobre la dolarización de la economía
en América Latina, efectuada el 4 de septiembre del
2000. - Periódico Juventud
Rebelde. Viernes 7 de febrero del 2002. - Periódico Trabajadores. Lunes 11 de noviembre
del 2002. - Periódico Trabajadores. Lunes 18 de noviembre
del 2002. - Periódico Trabajadores. Lunes 25 de noviembre
del 2002.
.
Autoras:
Lic. Elena Polo Maceira
Profesora Asistente de la Facultad de Derecho de la
Universidad de
Oriente.
Lic. Yalenni Pérez Urquiza
Profesora de la Facultad de Derecho de la Universidad de
Oriente.