Europa es un continente más pequeño que
América
latina, aún así, en su territorio están
ubicados algunos de los países más avanzados del
mundo, desde el punto de vista científico y
tecnológico, de hecho, se destacan Alemania,
Francia,
Inglaterra e
Italia como
grandes potencias de primera fila, seguidos de países
industrializados o potencias de segunda fila como Portugal,
España,
los países nórdicos y bajos; en una tercera
categoría se puede incluir a las naciones que estuvieron
bajo la cortina de hierro,
países que hoy hacen grandes esfuerzos para competir y
situarse en los niveles de desarrollo
medio del capitalismo
global.
Debido a su posición geoestratégica, sus
regiones son altamente desarrolladas e industrializadas. Europa posee
altas montañas, que le posibilitan todos los climas;
grandes y fértiles llanuras, que favorecen el desarrollo de
la industria
ganadera y agrícola a gran escala
-representa el 65 % del área total del continente-,
elemento que hace de este continente el mayor productor de
agroindustria del mundo. Siendo Francia la
segunda potencia en este
ramo, la primera es EEUU.
La combinación relieve–clima ha
favorecido en forma notable que haya una gran densidad
poblacional, casi la cuarta parte de la población mundial vive en Europa. Tiene la
mayor cantidad de golfos, penínsulas y por supuesto el
mayor número de puertos sobre los mares. Hecho que
favorece la navegación y el contacto con todo el resto del
mundo.
Europa no es el continente que posee el mayor volumen de
recursos minerales,
obviamente no supera en estos recursos a
América
Latina ni al África, y mucho menos a Asia. Pero,
contó con los suficientes para convertirse en el pionero
en la explotación de los mismos. La industria
minera de Europa, hoy es, el mayor símbolo del mundo
moderno. La revolución
industrial iniciada en Inglaterra no
habría sido posible sin estos recursos.
En el aspecto humano, Europa es un continente que
representa la pluralidad por la enorme variedad étnica,
cultural que tiene; aún así, ha sido escenario de
dos grandes confrontaciones bélicas, ha tenido todas las
formas y sistemas de
gobierno, y a
través, del colonialismo se apoderó de buena parte
del resto del mundo. Como resultado de sus ambiciones imperiales
desencadenó dos terribles guerras
mundiales que arruinaron su propia economía. Como
resultado de este conflicto, se
consolidó a mediados del siglo XX, un nuevo orden
económico, orientado por los Estados Unidos, y
disputado por la ex Unión Soviética.
Con esta nueva correlaciones de fuerzas, Europa
perdió el liderazgo
económico y político frente a el mundo, y en estas
nuevas condiciones, quedo postrada en el centro de un nuevo
escenario determinado por dos grandes superpotencias militares:
por un lado los Estados Unidos de
Norte América
y por el otro Rusia, cabeza visible del bloque de países
de economía
socialista o social imperialismo
soviético, que va ha colapsar a finales de los 80 como
consecuencia del burocratismo y la incompetitividad, de un
sistema que no
fue capaz de asumir los retos de la tecnología de punta y
mucho menos los adelantos de la
globalización capitalista.
Terminada la Segunda Guerra
mundial, los europeos tuvieron que enfrentar la tarea de la
reconstrucción, en estas nuevas condiciones, se propuso la
fusión
política,
económica y organizativa, un sistema de
defensa conjunto en caso de una agresión soviética.
El proyecto se
inicia un 18 de abril de 1951 cuando los países miembros
de la
organización Benelux (Bélgica, Luxemburgo y
Holanda) junto con Francia, Inglaterra y Alemania,
deciden crear una nueva organización internacional que se encargue
de producir, comercializar las materias primas fundamentales de
la industria: el acero y el
carbón.
Nació de esta manera, la Comunidad Europea
del Carbón y el Acero, (CECA) que
integró a las naciones antes mencionadas e Italia, de esta
forma, el acero y el carbón, minerales que
antes habían sido el motivo de la discordia y razón
para la guerra, se
convertiría en el símbolo de unión y paz, al
permitir que Francia y Alemania, tradicionales rivales, unirse en
torno a un
propósito distinto de la confrontación y la
guerra: la
reconstrucción de Europa.
Esta nueva comunidad, es el
punto de referencia para la primera unión
económica. Los países que integran la CECA, se
reunirán posteriormente para firmar el tratado de Roma que
dará origen a dos nuevas comunidades: la Comunidad
Económica Europea (C.E.E) y la comunidad de la
Energía Atómica (Tratado de Roma)
1965.
Los objetivos de
la Comunidad Económica Europea, eran la creación de
un mercado
común a largo plazo, que permitiría la integración de Europa, el desarrollo
comercial, industrial, económico y sobre todo elevar el
nivel de vida de los europeos; crecimiento que se va a lograr
mediante la ampliación del empleo. Otro
propósito de la C.E.E, era abolir en forma paulatina las
barreras arancelarias, permitir el libre transito de los
ciudadanos europeos por todo el territorio continental; la libre
circulación de capitales, y las mercancías, dentro
de reglas y normas claras que
garanticen la solidaridad con
las regiones menos desarrolladas, y de esta forma, construir el
gran sueño: la casa europea.
Con la entrada en rigor del Tratado de Maastrich, el 1
de Noviembre de 1993 el nombre de C.E.E es reemplazado por el de
Unión
Europea (UE) y es bajo este tratado que hoy Europa se
presenta ante el mundo como un gran bloque monolítico, con
finalidades económicas y políticas
claras, en cuatro aspectos básicos: prosperidad
económica para todos, unión monetaria,
eliminación de todo tipo de barreras fiscales y seguridad
democrática en toda la unión. Claro está,
que, sin descuidar la defensa y la preservación del
medio
ambiente, la salud y la educación para el
beneficio de europeos.
El éxito
de este proyecto es
contundente, tanto que hoy, Europa es desde luego uno de los
protagonistas del mundo, postmoderno, gracias a su enorme
crecimiento
económico ha permitido el resurgimiento del
"europeismo", del narcisismo europeo. La Unión Europea, es
sin duda el mayor esfuerzo tecnológico, político,
económico del nuevo mundo, alinderado en
"bloques".
En América, México,
Canadá y Estados Unidos constituyen el Tratado de Libre
Comercio, otra gigantesca "rosca" o bloque, económico
con similares propósitos de la UE. Pero fundamentalmente,
centrado, en el aprovechamiento al máximo de la competitividad
de los mercados sin que
ello, implique desarrollo social
para los millones de pobres que habitan en el país del
comandante Marcos, en el sur del río Bravo. Esto explica
las razones de la rebelión del indio mexicano en contra de
la globalización forzosa que genera altos
dividendos para los más ricos al tiempo que amplia
la pobreza la
miseria y el exterminio de toda una raza que no es competitiva en
los mercados de una
globalización excluyente que crea "roscas"
del poder o
bloques
económicos para el beneficio de los más ricos
del continente de Washington, Bolivar y Martí.
El Tratado de Libre Comercio de
América del Norte, constituye una importante "rosca"
económica que, por una parte, reconoce la
globalización creciente y la interdependencia
económica al vincular el intercambio de bienes, el
comercio de
servicios y la
circulación de capitales de los países firmantes
del tratado y por otra parte, fortalece los grandes monopolios de
Estados Unidos como nación
Hegemónica y global. Es decir, que este bloque
económico, no tiene los propósitos altruistas que
sí tiene la Unión Europea.
Mientras en Europa y en América anglosajona se
entona el himno de la prosperidad, en América Latina el
panorama es sombrío, después de la puesta en marcha
del plan
norteamericano de desarrollo para América Latina,
más conocido como el Área de Libre Comercio
para América Latina (ALCA). Contrario
al fenómeno de la Unión Europea, en Latinoamérica no es posible ser optimista,
en este hemisferio el panorama es desolador, con las políticas
integracionistas inspiradas desde Norteamérica,
sólo se busca de hecho, convertir en filosofía la
política
del egoísmo que inspira al Fondo Monetario
Internacional, de endurecer sus recomendaciones en torno a reformas
tributarias que garanticen como factor primordial el pago de la
deuda contraída con la banca
multilateral, disminuir el gasto social en los países como
Colombia, lo que
de hecho, frena cualquier expectativa de progreso en las regiones
en América Latina.
Integrarse a la economía norteamericana, la
más desarrollada y prospera del mundo, es una vana
ilusión para un país pobre que le hacen este
ofrecimiento. Unirse a la economía del Imperio, siendo una
economía atrasada, subdesarrolla y dependiente como las
que existen en América Latina bajo el señuelo de
provocar o favorecer el desarrollo de estos países es una
falacia del neoliberalismo
global, que sólo busca eliminar todas las fronteras y
barreras arancelarias para permitir el ingreso y salida de sus
capitales dentro de un nuevo orden internacional que privilegia
la exclusión, la pobreza siempre
que estas faciliten el monopolio y
den mayores privilegios a las multinacionales.
El Área de Libre comercio de
las Américas (ALCA) es el
resultado lógico de la madures de las políticas del
capitalismo
global y que en Estados Unidos se consolidaron a través
del neoliberalismo
y cuyo plan maestro es
la apropiación jurídica de todo el hemisferio a
través de una integración que sólo dará
ventajas y beneficios a los grandes capitales norteamericanos sin
importar que el hambre, la pobreza y el
neoanalfabestimos arrase por todo el continente
Sudamericano.
América latina si requiere de una
integración, pero esta debe tener como principio no
sólo ampliar la cobertura económica, comercial y
productiva de esta parte del mundo sino también eliminar
la pobreza, la
indigencia, la desigualdad y la violencia en
todas sus manifestaciones."Formar en América la más
grande nación
del mundo por su extensión y riquezas que por su libertad y
gloria" Simón Bolívar, sentenciaba el libertador en
1815. Para él era absolutamente claro, que sólo la
unión cultural y de raza haría posible esa gran
nación latinoamericana.
Alvaro Mina Paz