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Breve Historia de la Provincia de Misiones



Partes: 1, 2

    1. Primeras culturas en
      Misiones
    2. Conquista y Colonización de
      Misiones
    3. Las Misiones
      Jesuíticas
    4. El arte del fecundo pueblo
      guaraní
    5. Aportaciones indígenas a
      la corona
    6. Las
      Reducciones
    7. La Compañía
      de Jesús
    8. El Gobierno Civil y
      Eclesiástico de las Reducciones
    9. Reducción
      Jesuítica de San Ignacio Miní
    10. Reducción
      Jesuítica Nuestra Señora de
      Loreto
    11. Reducción
      Jesuítica Santa María la
      Mayor
    12. San
      Roque González de Santa Cruz
    13. Andrés
      Guacurari
    14. Campañas
    15. La
      Federalización
    16. Los
      gobernadores del Territorio Nacional de
      Misiones
    17. Los
      inmigrantes y la construcción de una sociedad
      plural
    18. Provincialización
      de Misiones
    19. Constitución
      de la Provincia de Misiones

     Primeras culturas en Misiones

    Según los estudios resultantes de las
    búsquedas, excavaciones y rescates arqueológicos
    realizadas en zonas como: San Ignacio, Eldorado,
    Apóstoles, San Pedro, etc., se estima que el territorio
    misionero fue habitado desde unos 10.000 años
    atrás. De acuerdo con las investigaciones
    de la arqueóloga Ruth Adela Poujade, podemos realizar el
    siguiente cuadro de las culturas:

    • Altoparanaense –
      Humaitá.

    (Altoparanaense en Misiones, Humaitá en Brasil) 9950 A.P.
    – 3950 A.P.

    Cazadores recolectores de floresta
    subtropical.

    Intima relación con la naturaleza (caza,
    pesca,
    recolección) Nomadismo estacional. Asentamientos
    temporarios donde fabricaban herramientas a
    100 m. sobre el nivel del mar, en lomas de laterita y a lo largo
    de los valles del Paraná y Uruguay, y
    afluentes. Artefactos: herramientas
    líticas: clavas rectas y curvas (hachas), raspadores
    gruesos (cepillos), cuñas hechas a partir de
    nódulos (canto rodado) o las lascas gruesas, trabajos por
    percusión simple. Materia prima:
    basalto y cuarcita.

    • Umbú

    (Común a Argentina,
    Brasil,
    Paraguay y
    Uruguay) 5950
    A.P. – 2450 A.P.

    Cazadores recolectores.

    Sitios: talleres-cantera y talleres-campamento; a 74m.
    sobre el nivel del mar, en valles del Paraná y sus
    afluentes y zona de campo muy herborizado. Artefactos:
    instrumentos sobre lascas, mono y bifaciales retocadas a presión.
    Formas: puntas de proyectil triangulares; con y sin
    pedúnculo y con pedúnculo y aletas, cuchillos,
    raspadores. Materia prima:
    cuarcita, basalto, ágata y ópalo.

    • Eldoradense-Tacuara

    (Común a Argentina y
    Brasil) 2000 A.P. – 450 A.P.

    Cazadores -recolectores – agricultores (incipientes)
    Tres tipos de asentamientos: casas-pozo y terraplenes
    complementados con montículos funerarios, campamentos y
    campamentos temporarios en cuevas. Lugares aptos para agricultura.
    Cultura
    material: a) Cerámica simple (cuencos y ollas de bases
    redondeadas, y vasos cónicos y cilíndricos, con
    diámetros de 8 a 20 cm). Los tiestos, pulidos, son lisos
    de color
    castaño rojizo oscuro y decorados con motivos
    geométricos (líneas paralelas, horizontales y
    transversales). b) Grandes hachas líticas alisadas con y
    sin cuello para enmangue, manos de mortero, y lascas. Materia prima:
    basalto y cuarcita. Caza pesca;
    recolección de moluscos y vegetales, y agricultura
    incipiente.

    • Tupiguaraní

    (Común a Argentina,Brasil y Uruguay) 1.200 A.P. –
    290 A.P.

    Agricultores de floresta subtropical. Sitios
    guaraníes: aldeas, cementerios, campamentos en cuevas en
    aleros y al aire libre.
    Distan entre 200 y 700 m. sobre el nivel del mar. Artefactos: a)
    Cerámica: pintada en negro y rojo sobre
    mate o sobre blanco, con diseños geométricos;
    monocroma roja ; corrugada,unguicular y escobada. Formas: cuencos
    simples y complejos de bases redondeadas urnas funerarias con
    tapa, b) Material lítico asociado: afiladores, manos de
    mortero, hachas pulidas petaloides, bolas con y sin surco
    perimetraI, bolas lenticulares, lascas trabajadas por
    percusión directa de distintos tamaños y tipo,
    tembetás (adornos labiales), pectorales (colgantes).
    Materia prima:
    basalto, cuarcita, cuarzo hialino y lechoso, arenisca para
    afiladores.
    Estrategias
    económicas: caza, pesca, recolección de moluscos,
    agricultura (maíz,
    mandioca, batatas, zapallos, porotos, maní, etc) y
    recolección de vegetales , frutos y semillas.

    Por convención la cronología
    arqueológica toma como referencia el año 1950 ;
    A.P.  significa antes del presente, en relación con
    dicho año. Por ejemplo, 9950 A-P- expresa 9.950
    años antes de 1950 (en nuestro caso, con un margen de
    error de más o menos 100 años.)

    • Los Kaingang

    (hombres del bosque)

      Este grupo humano
    fue el que encontraron los conquistadores a su llegada a la
    mesopotamia. Al
    poco tiempo este
    grupo
    desapareció como entidad étnica al ser absorvida
    por los Charrúas y los Guaraníes.

    Su organización económica estaba basada
    en la recolección, la caza y la pesca.
    Utilizaban como vivienda paravientos de vegetal trenzado, que se
    unían para formar chozas de dos aguas, sin paredes.
    Grupos de
    estas construcciones fomaban las poblaciones que eran gobernadas
    por un cacique.

    • Los
      Guaraníes

    (guerreros)

     Más allá de la dificultad que
    aún hoy representa determinar con precisión el
    origen del pueblo Guaraní, es importante destacar, la
    trascendencia que culturalmente tuvo en el territorio misionero y
    la región.

    Es indiscutida la influencia de su legado cultural en la
    formación de la identidad del
    "Misionero Guaraní", al decir del poeta.

    Además su influencia perdura, abarcando cuatro
    países: Argentina, Paraguay, Brasil
    y Bolivia. Desde
    el punto de vista histórico, este grupo al parecer formaba
    una "Gran Nación"
    con los Tupimbá, Amaguá, Amoiripá,
    Tupirapé, entre otros.

    Las investigaciones
    realizadas hasta el presente, pudieron establecer que en el
    Paraguay existían tres subgrupos de Guaraníes: Los
    Mbyá, los Pai-tavytera, los Chiripá o
    Ava-Katú-Eté. Este último es el que
    participó en el proceso
    evangelizador llevado a cabo por los Jesuitas.

    Organización política de los
    Guaraníes: Vivían en aldeas, en los claros que
    formaba naturalmente la selva y constituyendo una verdadera
    unidad tribal por ser entidades económicas independientes
    una de otra y, por lo tanto, autosuficientes.

    Las viviendas estaban dispuestas en torno a una Plaza
    Grande de forma cuadrangular, donde se desenvolvía una
    gran actividad cotidiana esencialmente de índole social.
    Los lazos de parentesco eran el eje de la
    organización social.  Determinaban las unidades
    habitacionales, políticas
    y hasta los intercambios económicos.
    El "Teii", linaje o familia extensa
    comprendía a los descendientes de un antepasado
    común, que vivían en una misma casa y se ayudaban
    mutuamente en todas las actividades y también en las
    guerras con
    otros grupos. El "Teii"
    podía existir en forma autónoma o como parte de una
    estructura
    más grande: el "Teko'a" o pueblo (dentro del cual
    podían encontrarse de 3 a 8 casas o linajes).

    Cada "Teii" o familia extensa
    vivían en la casa comunal (de hasta 60 metros de largo y
    de 8 a 10 metros de ancho sin divisoria), donde habitaban entre
    60 y 120 personas presidida por un jefe quien ocupaba la parte
    del centro. A su vez la Aldea o "Teko'a" estaba dirigida por un
    jefe político llamado Mburubicha, y un jefe religioso
    llamado Shamán.

    Régimen familiar: El matrimonio y
    la familia
    constituían el núcleo familiar básico. La
    poligamia representaba un status social preponderante, por lo que
    su práctica era propia de jefes y guerreros reconocidos,
    quienes hacían una distinción entre esposa
    principal "Cherembicó", y secundarias
    "Cheaguazú".

    La costumbre generalizada, practicada por los
    demás integrantes de la comunidad tribal
    era la monogamia. Las uniones no eran muy estables, por ello el
    divorcio era
    común.

    Organización económica: Los
    guaraníes eran básicamente agricultores, las
    familias poseían un lote exclusivo en las plantaciones
    comunitarias y a su vez cada esposa tenía una huerta
    personal.

    Las plantaciones más comunes eran la mandioca, el
    maíz,
    la calabaza, el poroto, el algodón, etc.

    Para plantar previamente quemaban el monte produciendo
    "el rozado", en el que mujeres y niños
    sembraban bajo la supervisión de los ancianos.

    Los hombres se dedicaban especialmente a la caza y la
    pesca, utilizando como armas arcos,
    flechas, pequeñas hachas, maza y algunos grupos llegaron a
    emplear lanzas.

    Organización religiosa: Es un pueblo
    profundamente religioso, con alto grado de espiritualidad.
    Fundamentaron el origen y la existencia de los dioses, los
    hombres y la naturaleza,
    mediante mitos. Creen
    en la continuidad de la vida después de la muerte. Por
    eso a sus muertos le proveen de todo lo necesario para que puedan
    realizar sin carencias, el largo y peligroso viaje a la tierra sin
    males. Creen con firmeza que son muchos los peligros que asechan
    al viajero. Los niños
    gozan de protección divina quedando exceptuados de todo
    peligro.

    El alma proviene del paraíso de Tupá Ru
    Eté, Dios de la lluvia. Al morir, el espíritu del
    muerto vuelve a su lugar de origen.

    Los entierros se realizan en un pozo, o en urnas de
    barro y el túmulo en la misma casa del muerto. Quien
    además, lleva consigo sus armas, ropas y
    trofeos.

    La costumbre obliga a una práctica rígida
    del culto permanente a los antepasados, manteniendo una
    relación estrecha y continua entre la comunidad de los
    vivos y los muertos que se traducen en ayuda recíproca.
    Estas relaciones implicaban prácticamente derechos y obligaciones
    recíprocas: por ejemplo los muertos proveen de alimentos a sus
    deudos, les envían la lluvia que favorece las
    plantaciones, velan constantemente por su bienestar. Los deudos,
    a su vez, deben tributarles ofrendas;
    además celebran en honor a los muertos una gran fiesta
    cada año. Los espíritus se mantienen vivos en el
    corazón
    de la comunidad.

    La práctica espiritual: El "Shamán"
    o "Page", posee poderes sobrenaturales y desempeña una
    función
    directriz – conductor de su pueblo en todos los actos
    comunitarios.

    El Shamán mediante su gran poder entra en
    comunicación con los espíritus
    buenos y con los malignos, defendiendo a su comunidad contra
    estos últimos. El intermedia entre el hombre y
    Dios; además de ser adivino, hechicero, médico,
    sabio, profeta, jefe espiritual, director de danzas y ceremonias
    de su comunidad.

    Se detalla todo lo relacionado a la
    organización religiosa y la práctica espiritual
    en presente y no en pasado, debido a que aún hoy se siguen
    manteniendo dichas tradiciones.

    Conquista y
    Colonización de Misiones

    La inserción del actual territorio de la
    Provincia de Misiones de la República Argentina entre las
    naciones hermanas del Paraguay y Brasil, introducida a modo de
    cuña, nos informan acerca de los avatares de su particular
    historia y, a su
    vez, su natural conformación geográfica pareciera
    le hubiese señalado su destino final, es decir su actual
    conformación geopolítica que la enmarca entre
    ríos casi totalmente. La corriente colonizadora del este,
    enviada directamente por España,
    fue la encargada de revelar la existencia de los pueblos que la
    habitaban, entrevistos por los primeros navegantes que se
    internaron siguiendo la ruta de Juan Díaz de Solís.
    La búsqueda de un paso hacia los países del Oriente
    entre los dos grandes mares, llevó a los portugueses en
    1514 a descubrir el Paraná, quienes consideraron a este
    río como un canal hacia el Oriente, lo que movió a
    la corono de Aragón a firmar con Juan Días de
    Solís las capitulaciones para llegar a las Islas Molucas y
    otros puntos del "Oriente".

    Solís penetró en el río de la Plata
    y lo llamó río de Santa María, y algunos
    geógrafos de la
    época –según mapas– río
    de Solís o Jordán. Solís al internarse y
    observar su extensión y suponer por sus aguas su
    naturaleza fluvial y por ello lo denominó en un primer
    momento "mar dulce". Fueron los portugueses y sus viajes
    clandestinos –ya que por el tratado de Tordesillas España era
    la dueña de todas estas tierras- quienes lo llamaron
    Río de la Plata.

    Las Misiones
    Jesuíticas

    Lo que no se pudo conseguir con la fuerza de la
    espada ni el gobierno propio
    de la Reducción, lo conseguirá la
    Compañía de Jesús (Jesuitas). La
    Compañía de Jesús, brazo armado de la
    reforma católica, no por la ostentación de armas
    sino por la fuerza de sus
    convicciones se había instalado en Europa y en
    América
    dispuesta a cumplir su obra evangelizadora, a la vez que imponer
    los principios del
    dogma católico, duramente atacados durante la época
    de la reforma religiosa de los protestantes.

    En el año 1608 a instancias de Hernandarias el
    Rey autorizó un nuevo sistema, el
    misional, para los padres dominicos, franciscanos y jesuitas. Es
    así como llega desde el Perú el director provincia
    del la orden de estos últimos a Asunción para
    organizar desde allí la conquista espiritual de tan
    dilatado territorio. Se trataba del padre Diego de
    Torres.

    Previamente desde San Vicente, en el territorio del
    Brasil habían partido jesuitas que se instalaron en la
    zona del Guayrá, donde fundaran las importantes
    localidades de ciudad Real y Villa Rica del Espíritu
    Santo. Esto ocurriría a fines del siglo XV. Luego de 1607
    se organizaría la Provincia Jesuítica del Paraguay
    bajo la gobernación del padre Diego de Torres.
    Éste, sabedor de la tirantez existente entre los blancos
    de la ciudad Real y los indios, envió desde
    Asunción tres contingentes de jesuitas para la zona del
    Paraná y Guayrá. Los jesuitas brasileños
    fracasaron, como habrían de fracasar los franciscanos en
    su intento de poblar la zona de la Guaycurúes.

    La primera misión se
    estableció en la zona del Guayrá, pero la
    hostilidad los hizo emigrar hacia el sur a la zona del
    Paraná.

    La segunda pasó por la actual provincia de
    Misiones y cruzó al Brasil, actual estado de
    Río Grande del Sur en la zona del Tapé.

    La tercera se instala en Paraguay en la zona del
    Itatín, la que fundó la primera población, San Ignacio Guazú, en
    territorio paraguayo.

    La primera expedición de los padres Cataldino y
    Maceta funda en el Guayrá las localidades de San Ignacio
    Miní y Nuestra Señora de Loreto, pero ambas fueron
    destruidas y luego de un éxodo casi milagroso aguas abajo,
    las refundaron en la zona de Paraná –actual
    Misiones- .

    La segunda funda siete pueblos en Brasil como Santo
    Ángelo, San Borja, San Luis, San Francisco, San Miguel,
    San Juan, San Lorenzo.

    Estos siete pueblos los perdería Misiones
    definitivamente en 1803, producto de la
    mala diplomacia española frente a la hábil política
    diplomática portuguesa.

    En general casi todas terminaron reunificándose
    en Misiones, debido a la hostilidad de los mamelucos (indios
    mestizos al servicio de
    los bandeirantes portugueses) que incursionaba para llevarse
    esclavos al Brasil. El sistema misional
    les había hecho perder mano de obra y estaban dispuestos a
    recuperarla por la fuerza.

    Debido a estos problemas
    terminaron por concertarse en Misiones sobre dos franjas, una
    sobre el Paraná y otra sobre el río Uruguay.
    Así los pueblos del Guayrá fueron refundados en
    Misiones, como Loreto, San Ignacio Miní, Corpus,
    Candelaria, Santa Ana, Mártires; los de Itatín
    dirigidos por el padre González de Santa Cruz fundan
    Concepción, Santa María la mayor, San Javier,
    Yapeyú, San Carlos, Santo Tomé, La Cruz,
    Apóstoles y San José. Se fundaron en total 48
    pueblos con sus fundaciones y refundaciones, siendo 30 el
    número que quedaba a mitad del siglo XVII con una población de 60.000 almas y unos 54.000 km
    cuadrados de sup. Mientras España se había
    apoderado de Portugal por la vacancia del trono y el acto de
    fuerza de Felipe II (1580-1640) no hubo problemas,
    pero a partir de 1640 comenzaron nuevamente las incursiones de
    paulistas y mamelucos. Insistían en llevar hacia el oeste,
    la línea del tratado de Tordesillas que cortaba al Brasil
    desde Perú hasta San Vicente. Era evidente el interés de
    Portugal de extender sus dominios hacia el río de la
    Plata. En efecto en 1640 los portugueses fundan la colonia del
    Sacramente. El gobernador de Buenos Aires,
    Garro, sitió y rindió la plaza el mismo año.
    Sin embargo, Portugal, diplomáticamente obtuvo la
    devolución de la misma en las condiciones anteriores al
    conflicto. En
    1703 debido a un nuevo conflicto el
    Rey Felipe V ordena al gobernador Juan Valdez Inclán a
    desalojar a los Portugueses de la colonia. Baltazar
    García, después de seis meses de lucha, vence a los
    portugueses. Los portugueses consiguen sin embargo, la
    devolución, esta vez limitada a un área a tiro de
    cañón. Sin embargo, no dispuestos a cumplir sus
    compromisos fundan una colonia en la bahía de Montevideo y
    es entonces cuando el gobernador Bruno de Zabala, con 10.000
    guaraníes los ataca y vence por completo, fundando la
    ciudad de San Felipe de Montevideo en homenaje a su rey Felipe V
    en 1726.

    La Guerra
    Guaranítica

    En 1750 los reyes de España y Portugal firman el
    tratado de Permuta por el cual los Portugueses renuncian a lo que
    no les pertenecía a cambio de
    inmensas tierras sobre el río Uruguay y hasta cerca de
    Sacramento. En virtud del mismo reciben los siete pueblos
    orientales jesuíticos, por lo que los portugueses ordenan
    la expulsión de los jesuitas, quienes se resisten, salvo
    indemnización compensatoria por los que estalla la
    guerra
    guaranítica en la que los indios defienden a Misiones
    contra las armas portuguesas y españolas
    juntas.

    Se libra así la famosa batalla de Mbororé,
    la que pone freno definitivo a los portugueses en sus
    pretensiones sobre Misiones. Recién en la batalla de
    Caybaté (1756) triunfarán las armas portuguesas y
    españolas por lo que Misiones pierde la Banda Oriental del
    río Uruguay.

    Sin embargo, al asumir el nuevo Rey Carlos III anula el
    tratado de Permuta y vuelve las cosas al estado
    anterior. Sin embargo, en la práctica sus disposiciones no
    serán cumplidas y producido el conflicto entre jesuitas y
    la corona, Carlos III decretaría la expulsión de
    los mismos del territorio de América
    y en consecuencia de las misiones.

    Una nueva guerra estalla entre Portugal y España
    y repercute en Colonia, donde el gobernador Cevallos toma la
    ciudad y derrota a los portugueses, pero al firmarse la paz, la
    Colonia nuevamente pasa a manos de Portugal.

    Los portugueses inician un lento avance imperialista y
    el Gobernador Vértiz sale a la descubierta y es vencido.
    Resuelto el rey a terminar con este estado de cosas, decide crear
    el Virreinato del río de la Plata (1776).

    Cronología
    Jesuítica

    Hemos visto que una nueva guerra europea insta a Carlos
    III a desconocer lo actuado por su antecesor Felipe V volviendo a
    los límites
    anteriores al tratado de Permuta. En América un poderoso
    ejército posibilita el cumplimiento de la orden real.
    Compuesto de 90 buques de guerra de transporte
    para 9000 soldados; 20 buques artillados con tripulación
    de guerra y tropas de desembarco y en forma combinada por
    aguatierra, atacan
    la isla Santa Catalina al mando de Vértiz. Mientras
    Cevallos, el virrey recientemente designado, sitia con 12.000
    indios la colonia de Sacramento y la toma, apoderándose de
    nuevo del estado de río Grande hasta encontrarse con
    Vértiz. El éxito
    fue total. Sin embargo, se firmará el tratado de San
    Ildefonso, donde una vez más se entrega la colonia a
    España pero exigen que se cumpla con consecuencia el
    tratado de Permuta, perdiéndose Río Grande
    definitivamente. Esto permitió a Misiones retener la
    franja del Tapé en Brasil y la franja este del Paraguay,
    la provincia de Misiones y Provincia de Montevideo, esto en
    1782-83, años después de la creación del
    Virreinato en 1776.

    De esta manera se cierra un ciclo institucional y
    jurisdiccional en la vida de Misiones.

    El Imperio Jesuita de Misiones duró desde 1608
    hasta 1767. La primera fundación fue en territorio
    paraguayo llamada San Ignacio Guazú (1609) en la zona de
    los guaycurúes por el padre Lorenzo, a quien sucede el
    Beato Roque González de Santa Cruz desde 1611. En 1615
    funda sobre la banda izquierda del Paraná, Nuestra
    señora de la Anunciación de Itapúa, la que
    se emplazó, sobre la zona de la actual ciudad de Posadas,
    pero años después ante la hostilidad de los
    indígenas fue trasladada a la banda derecha con el nombre
    de la Encarnación de Itapúa (actual ciudad de
    Encarnación del Paraguay). El mismo Beato funda
    Concepción (1620) y San Nicolás de
    Concepción de San Javier y Yapeyú en
    1625.

    Entre 1626 y 1628, estalbecen los pueblos de Candelaria
    de Gazpa Miní, Asunción de Iyuí y Todos los
    Santos del Caaré. Allí fue muerto un 15 de
    noviembre por los indígenas en el año 1628; entre
    tanto surgía al sur en la zona del Guayrá, en el
    cuadrilátero formado por los ríos
    Paraná-Iguazú-Paraná-Panemá en 1610,
    San Ignacio Miní y Loreto. Fue el padre Antonio Ruiz de
    Montoya quien con gran dedicación y energía se
    dedicó a la fundación de los pueblos, naciendo
    así San Javier de Teayatí, San José de
    Tucutí, Concepción y San Pedro de Gualacos, Siete
    Angeles de Tayaloa o Tayaboa, Santo Tomás y Jesús
    María. Desde 1627 a 1630 los paulistas destruyeron nueve
    pueblos, llevándose 80.000 indios cautivos para la
    venta como
    esclavos y por ello, desde 1631 en adelante, Ruiz de Montoya
    bajando el Paraná emigró hacia el Sur
    acompañado por los indios en balsas y canoas,
    llevándose todo cuanto pudieran. Allí fundan en las
    márgenes del Paraná-Uruguay, las localidades de San
    Ignacio Miní, Santa Ana, Corpus, quedando concentrado en
    las cercanías de los ya fundados de Candelaria, San
    Ignacio y San Miguel. Los pueblos Itaquines de los
    guaycurúes fundados como Angeles, San José, San
    Benito y Natividad fueron destruidos por los paulista en 1633 y
    con sus ruinas se fundaron Santiago y Santa María de la
    Fe. En síntesis,
    en Misiones, cronológicamente fueron fundados, dentro del
    actual territorio y en las siguientes fechas: San Ignacio
    Miní (1632), la más importante de las ruinas
    halladas y conservadas, Concepción (1618); Candelaria
    (1628); San Javier (1629); Loreto (1632); Apóstoles
    (1633); San José (1633); Santa María La Mayor
    (1637); Santa Ana (1637); Mártires (1639) y Corpus
    (1633).

    La vida en una
    Misión

    El hecho de que los jesuitas fueran tan minuciosos en la
    descripción de sus hechos y en las
    referencias administrativas, no informan con absoluta claridad
    sobre el gobierno de cada
    pueblo o misión.

    Constituían la Provincia de Jesuítica de
    las Misiones con capital a los
    fines administrativos en Candelaria donde residía el Padre
    Provincial Director. Cada misión era gobernada por un
    sacerdote llamado Rector, quien era el ejefe de la
    administración y un sacerdote maestro, jefe espiritual
    encargado de la catequesis y de la instrucción.
    También existía un cabildo de indios como
    órgano consultivo.

    El trazado de los pueblos era casi idéntico,
    dependiendo del número de habitantes su tamaño.
    Todos tenían una plaza central encuadrada por la iglesia, el
    cementerio, el convento (residencia de los jesuitas, taller,
    escuela y
    depósito) y las habitaciones de los indios, separadas por
    estrechas calles divididas en casa-habitación para
    matrimonios y casas para indios e indias solteros por separado.
    Las casas eran de piedra y adobe, techos de tejas a dos aguas con
    salientes (galerías) sostenidas por pilares de madera con
    base de piedra o enteramente de piedra, algunas de las cuales se
    conservan en las ruinas de Misiones.

    La vida estaba reglamentada en sus menores detalles,
    salvo las excepciones de los días festivos o domingos.
    después de oír misa, los hombres marchaban al
    trabajo en procesión, regresando de igual modo por las
    tardes. Los niños aprendían a leer y escribir (casi
    no había analfabetos) y luego un oficio manual y rural;
    los jóvenes más capaces eran destinados al aprendizaje de
    las artes, como la escultura, tallado en madera o
    piedra, cincelado, herrería y herrajería,
    cerámica o trabajos de imprenta (se dictaban
    periódicos y libros, siendo
    famosa la imprenta por ser la primera en América, aunque
    se discute si la misma era volante y transportable como afirma
    Bartolomé Mitre o si era fija por los numerosos pies de
    imprenta hallados en libros con
    lugar de impresión en Santa María La
    Mayor).

    Los que tenían aptitudes estudiaban música, canto y
    teatro. Los
    feriados, después de misa, se realizaban
    espectáculos al aire libre con
    representación teatral, festivales de música o coro,
    etc.

    El régimen de distribución de la riqueza estaba dividido
    en partes iguales, exactamente en tres; una parte para el
    sostenimiento del gobierno central y pago de tributos; la
    otra parte para la misión y sus gastos generales
    (tasas municipales de servicios),
    importación de metales y otros
    productos
    necesarios para la comunidad y la última parte para las
    familias, mujer u hombre
    solteros del cual se deducía una parte para el mantenimiento
    de ancianos, viudas y huérfanos.

    Una de las principales riquezas era la
    explotación de los bosques, venta de muebles
    y maderas, productos que
    eran muy cotizados en otros centros del país. Otro de los
    productos exportables era la yerba mate, pero contrariamente a lo
    que se supone, según el historiador R.P. Don Guillermo
    Furlong, los molineros de Buenos Aires
    –como ahora- estaban organizados para explotarla. Se criaba
    ganado exclusivamente para el consumo en
    grandes estancias o potreros cercanos a los pueblos. En las
    hilanderías y desmotadoras de algodón de
    obtenía una fina lana para la confección de
    vestidos. Los objetos artesanales eran comunitarias, como
    vajillas, libros e instrumentos de labranza.

    El arte del fecundo
    pueblo guaraní.

    "El indio no creaba, pero su capacidad de copiar era
    insustituible, reproduciendo a la vista con absoluta fidelidad y
    exactitud todo cuanto se le ponía como modelo".
    Así nos dice el R.P. Furlong en su libro sobre
    las Misiones Jesuíticas cuando se refiere a las artes y la
    mecánica.

    En esta región se desarrolló un arte
    misionero-guaraní que se extendió al resto del
    Virreinato y sobre todo a los demás focos jesuitas del
    interior del país. En arquitectura
    sobresales el barroco
    español,
    pero con aportaciones puramente americanas, sobre todo en los
    templos. La Iglesia de San
    Francisco de Asís de Buenos Aires posee una talla de
    regular tamaño que el artista denominó:
    "Señor de la humildad y de la paciencia". Se trata del
    escultor José El Indio, que realizó su obra a fines
    de 1780. Es que extinguida la Provincia jesuítica no pudo
    destruirse la influencia que ejercieron los sacerdotes como
    maestros de las letras y las artes. Podemos decir parafraseando a
    Churchill: "Nunca tan pocos, hicieron tanto", 170 padres para
    100.000 misioneros realizaron el milagro y bien dice el Padre
    Furlong para explicar este fenómeno: "El jesuítico
    arquitecto y albañil; músico, poeta y pintor;
    escultor y tallista; ebanista, orfebre y carpintero; relojero,
    zapatero y toda la gama de artesanía que imaginarse pueda,
    pues construían y enseñaban, desde un
    violín, guitarra hasta la joya más exquisita de un
    libro…".

    Destacáronse el Padre José Braselli,
    pintor, escultor y arquitecto, a quien se debe la construcción y decorado de las iglesias de
    Itapúa, Loreto y San Borja . esta última, el
    patrono San Francisco Borja, fue tallado por Braselli en actitud de
    adorar la Eucaristía, según referencias del Padre
    Hernández.

    El otro, en orden de importancia fue el padre Juan
    Bautista Pirmoli que construyó seis santos que se
    conservaron hasta fines del siglo XIX en la Iglesia de
    Concepción.

    En imprenta varios libros se destacan y entre ellos, un
    diccionario
    castellano-guaraní y una Biblia en
    guaraní, así como tratados de
    historia, geografía y descripción de la naturaleza de la
    región.

    Aportaciones
    indígenas a la corona

    Desde 1644 hasta 1766, los indígenas tuvieron
    activa y decisiva participación en más de cien
    expediciones militares. Varias veces concurrieron en defensa de
    la integridad del río de la Plata al sitio y toma de la
    colonia de Sacramento y en diversas ocasiones contribuyeron en el
    sometimiento de indios díscolos e incivilizados como los
    payaguás y los calchaquíes así como
    también en la defensa de Buenos Aires contra las
    incursiones de piratas y contrabandistas. El valor del
    guaraní, su resistencia y su
    espíritu de sacrificio para la guerra lo hicieron de
    fama.

    Defendieron a Misiones contra la entrega de su patrimonio,
    hábilmente dirigido por los jesuitas en la triunfal
    batalla de Mbororé contra España y Portugal
    dispuestos a cumplir el tratado de Permuta. Integraron el
    ejército de Belgrano y Rocamora para cumplir los objetivos
    políticos de la Junta de Mayo y sirvieron a Artigas y a
    Misiones bajo su égida, luchando contra Chagas y Francia, y en
    célebre episodio histórico tomaron la ciudad de
    Corrientes.

    Las
    Reducciones

    "Llamamos Reducciones a los pueblos de indios, que
    viviendo a su antigua usanza en montes, sierras y valles, en
    escondidos arroyos, en tres , cuatro o seis casas solas,
    separadas a legua, dos, tres y más, unos de otros, los
    redujo la diligencia de los padres a poblaciones grandes y a vida
    política y humana, a beneficiar el algodón con que
    se vistan…" (Antonio Ruiz de Montoya, La Conquista Espiritual,
    1639).

    La Reducción era un pueblo integrado por
    comunidades indígenas reunidas para ser
    evangelizadas.  Se trata de una institución religiosa
    y socio-cultural a la vez, que no fue específica de la
    Provincia del Paraguay, sino de las regiones periféricas
    del Imperio Español en
    América.

    Casi todas las reducciones fueron creadas y
    administradas por los jesuitas o franciscanos. 
    Cronológicamente las del Paraguay fueron las primeras de
    América del Sur.

    El Concilio Mexicano I (1555), considerando que la
    dispersión en que vivían los aborígenes era
    un obstáculo para la evangelización,
    determinó que "fueran congregados y reducidos en pueblos
    en lugares cómodos y convenientes".

    El Rey Felipe II en las Instrucciones al tercer
    adelantado del Río de la Plata en 1571, recomendaba el
    establecimiento de reducciones. Según el sacerdote jesuita
    Antonio González Dorado, tres eran los objetivos del
    sistema de reducciones: 1) La conversión al cristianismo
    de los infieles; 2) La salvación de los aborígenes;
    3) La pacificación entre españoles y
    aborígenes.

    Concluye este autor González Dorado, que el
    éxito
    de las reducciones dependió de cuatro acciones
    fundamentales: a) La separación espacial con
    relación a los poblados españoles. b) La promoción técnica de las comunidades
    indígenas: se organizan las nuevas ciudades con todos los
    servicios
    necesarios para la población. c) La implementación
    progresiva de un sistema jurídico que garantizara los
    derechos de los
    aborígenes. d) La predicación continua del
    Evangelio.

    La Compañía de
    Jesús

    Fue fundada en 1534 por Iñigo López de
    Recalde de Oñaz y Oyola (San Ignacio de Loyola) y aprobada
    por el Papa Paulo III, como orden religiosa en 1540.

    El Padre Ignacio de Loyola fallece en 1566.  En
    1609 el Papa Paulo V lo beatifica y en 1622, el Papa Gregorio XV
    lo canoniza. Era una organización internacional que tenía
    carácter vertical, cuya máxima
    autoridad era
    el General.

    Este elegía a los distintos provinciales; quienes
    estaban al frente de las diferentes provincias religiosas.
    Figuraba el superior de las misiones, que eran una especie de
    lugartenientes del provincial. A mediados del siglo XVI, llegaron
    los primeros jesuitas a Sudamérica, radicándose en
    Brasil en 1549, donde el Padre Manuel de Nóbrega
    estableció la Provincia Jesuítica del Brasil,
    primera provincia religiosa de la Compañía de
    Jesús, en América y luego en Perú en 1568
    donde se estableció  la Provincia Jesuítica
    del Perú.

    El Padre General de la Compañía de
    Jesús, Claudio Acquaviva, creó desde su sede en
    Roma la Provincia
    Jesuítica del Paraguay, el 9 de febrero de 1604, nombrando
    como primer Provincial al Padre Diego de Torres Bollo.  Esta
    provincia comprendía vastos territorios, los actuales:
    Argentina, Paraguay, Uruguay, parte de Bolivia,
    Chile y todo
    el sur del Brasil.  El Provincial tenía su sede en
    Córdoba.

     Los
    pueblos Jesuíticos Guaraníes

    Para evangelizar a los guaraníes de nuestra
    región, el provincial decidió enviar  
    misioneros desde Asunción.

    Los primeros misioneros remontaron el Paraná,
    llegando hasta la región del Guayrá (1610-1630)
    donde consiguieron formar doce pueblos.

    Simultáneamente otros jesuitas crearon en la
    región del Paraná, comprendido por los ríos
    Paraná, Paraguay y Tebicuary (actual Paraguay) otros
    pueblos que serán completados por las fundaciones del
    Itatín ( al norte de Asunción) y del Tapé (
    en el estado de
    Río Grande de Sul, Brasil).

    A partir de 1628 se producen las invasiones de los
    bandeirantes o mamelucos, que provenían de la ciudad de
    San Paulo (Brasil) y cuyo propósito era capturar indios
    para venderlos como esclavos en las "Fazendas" e ingenios de la
    Costa Atlántica.  En estos ataques (bandeira), se
    cometían todo tipo de atrocidades que terminaban con la
    muerte o
    esclavitud de
    sus pobladores y la quema y destrucción de los
    pueblos.  Luego de la destrucción de once pueblos, y
    ante la falta de seguridad, los
    religiosos optaron por trasladar los pueblos aún
    existentes hacia el sur.

    Los Guaraníes del Guayrá reunidos en un
    éxodo de más de 12.000 almas y conducidos por
    Antonio Ruiz de Montoya, llegan a las proximidades del arroyo
    Yabebirí (Misiones) donde se refundan Loreto y San Ignacio
    Miní.

    Los Treinta Pueblos

    Más de 60 fueron las reducciones fundadas pero no
    todas perduraron.  Principalmente los ataques bandeirantes
    motivaron el traslado de muchas, el abandono de otras o la
    fusión
    de dos o más en una sola reducción.

    Hacia mediados del siglo XVII, encontramos 30
    reducciones de guaraníes asentados definitivamente en el
    área comprendida entre los ríos Paraguay,
    Paraná y Uruguay.  En lo que hoy es la
    República del Paraguay, hubo ocho reducciones:

    San Ignacio Guazú, fundada en el año 1610
    por Marcelo de Lorenzana;
    Nuestra Señora de Encarnación de Itapúa en
    1615 por  Roque González; San Cosme y San
    Damián en 1632 por Adriano Formosa;  Santa
    María de  Fé en 1647 por Manuel
    Berthod; Santiago en 1651; Jesús en 1685 por
    Jerónimo Delfín; Santa Rosa de Lima  en
    1698 y Santísima Trinidad en 1706  por Juan de
    Anaya.

    Nuestra actual provincia de Misiones fue el centro de
    esta región y en ella se ubicaron 11
    reducciones:

    San Ignacio Miní fundada en el año 1610
    por Simón Masseta; Nuestra Señora de Loreto en
    1610 por José Cataldino; Concepción en 1619
    por Roque González; 
    Corpus Christi en 1622 por Pedro Romero; Santa María
    La Mayor en 1626 por Diego de Boroa; Nuestra Señora
    de Candelaria en 1627 por Roque González; 
    San (Francisco) Javier en 1629 por José
    Ordoñez; Santos (Apóstoles) Pedro y Paulo en
    1631 por Diego de Alfaro; Santa Ana en 1633 por Pedro
    Romero; 
    San José en 1633 por José Cataldino; Santos
    Mártires del Japón
    en 1639 por Agustín Contreras.

    En la actual provincia de Corrientes, hubo cuatro
    reducciones:

    Nuestra Señora de los Tres Reyes de Yapeyú
    fundada en el año 1627 por Pedro Romero; La (Santa)
    Cruz en 1628 por Cristóbal Altamirano; San Carlos
    (Borromeo) en 1631 por Pedro Molas y Santo Tomé
    (Apóstol) en 1633 por Luis Ernot.

    Y por último en la actual República del
    Brasil, hubo siete reducciones:

    San Nicolás fundada en el año 1626 por
    Roque González; San Miguel (Arcángel) en 1632
    por Cristóbal Mendoza; San Francisco Borja en 1682 por
    Francisco García; San Luis Gonzaga en 1687 por Miguel
    Fernández; San Lorenzo (Mártir) en 1690 por
    Bernardo de la Vega; San Juan Bautista en 1697 por Antonio
    Sepp Von Reineg y 
    Santo Angel Custodio en 1707 por Diego García.

    El Gobierno
    Civil y Eclesiástico de las Reducciones

    En cada pueblo había un cura y un
    compañero de cura, que dependían directamente del
    Superior de las Misiones que residía en Candelaria, e
    indirectamente del Provincial que residía en
    Córdoba.  Con el Superior colaboraban 2
    Vicesuperiores, ésto desde 1724; uno se encargaba de los
    pueblos del Paraná y el otro de los del
    Uruguay.

    Para los pequeños pleitos en los pueblos los
    jueces eran los curas, pero en caso de apelación y en los
    pleitos entre indígenas y curas, o entre unos y otros
    pueblos, había jueces oficiales.

    Los pueblos eran distribuidos en 4 grupos y cada uno
    tenía un Superintendente de guerra, asistido por
    consultores.

    Para proteger los intereses económicos de las
    reducciones había en Procurador de las Misiones, donde
    residían los Vice-Superiores, ayudado por los otros
    curas.  A su vez se ligaban con los procuradores que
    residían en Buenos Aires, Asunción y Santa
    Fe.

    Los curas eran los administradores de los bienes de los
    indios y atendían todo lo concerniente a lo espiritual,
    temporal, económico, cultural, social y
    militar.

    El Cabildo era la autoridad
    máxima en cada reducción.  Contaba con un
    Corregidor y un Teniente de Corregidor, dos Alcaldes de la
    Hermandad, un Alferez Real, 4 Regidores, uno ó dos
    Aguaciles, un Mayordomo y un Secretario. El Cabildo saliente
    elegía al entrante.

    El tercer factor de poder en el
    pueblo eran los Caciques, ellos componían el Cabildo.
    Constituían la nobleza del pueblo.  Eran los
    Tubichá.  El cacigazgo era una institución
    tradicional guaraní que se mantuvo en las
    reducciones.  En algunos pueblos había hasta 50
    caciques.  Cada uno velaba por sus súbditos,
    convirtiéndose esta tarea en noble competencia para
    mejorar cada grupo.  La reducción se dividía
    en barrios y cada barrio era uno o varios Cacigazgos.

    Las reducciones, en su conjunto, estaban bajo la
    efectiva dependencia del Gobernador de Buenos Aires, de la Real
    Audiencia de Charcas, del Virrey del Perú y del Rey de
    España.  A éste último estaban sujetos
    como vasallos y, por lo tanto debían pagar su tributo
    anualmente, consistente en 1$ por familia.  El pago se
    hacía en Buenos Aires a la tesorería real, en
    moneda.  El dinero se
    obtenía de la venta de la yerba mate en Buenos Aires o
    Santa Fe.  Los indios recién convertidos estaban
    liberados del tributo por diez años, como también
    lo estaban los caciques y sus
    primogénitos. 

    Desde 1654, de los 30 pueblos, 21 pertenecían al
    Obispado del Río de la Plata y 9 al del
    Paraguay.

    Trazado
    Urbanístico de las Reducciones

    Cada ciudad se organiza conforme a un cuidado proyecto
    urbanístico.

    Los elementos constitutivos básicos de la trama
    urbana jesuítica son: el núcleo, las
    viviendas-manzanas, la plaza, las calles, la huerta y otras
    estructuras
    arquitectónicas.

    a) La Plaza: Constituye el elemento ordenador del
    espacio urbano.  Sus dimensiones superan las habituales
    cuadras de las ciudades españolas.Algunas tienen tendencia
    hacia formas cuadradas, pero en general se localiza un lado mayor
    en un 25% respecto del otro. La plaza de San Ignacio Miní
    mide 125 x 108 metros.  En la plaza se concentraban las
    actividades cívicas y religiosas, era el gran escenario
    donde se aseguraba la participación y la persuasión
    (juegos,
    cantos, danzas, representaciones teatrales, prácticas
    militares).

    b) El Núcleo Principal: (templo, colegio,
    cementerio).  El conjunto de fachadas de la iglesia,
    portadas del colegio y cementerio, se subordinan
    jerárquicamente para lo cual se recurre al recurso
    barroco de
    formar una avenida axial que conduce al eje del frontispicio del
    templo. La disposición de los tres elementos del
    núcleo no siempre fue igual, si bien la iglesia
    está en el centro, el cementerio o el colegio pueden
    aparecer indistintamente a la derecha o izquierda de
    ésta.  Así como la iglesia puede aparecer
    sobre una plataforma elevada que la jerarquiza, hay ejemplos
    donde hay un doble atrio, o el templo avanza nítidamente
    sobre la plaza fragmentando el espacio del núcleo. 
    Hacia atrás del núcleo siempre aparece la Huerta
    con diferentes extensiones. El colegio y los talleres no tienen
    siempre la misma disposición de patios en similares
    dimensiones.  Tampoco el cementerio es igual y sí en
    algunos casos aparece dividido en cuarteles ( hombres, mujeres,
    niños y niñas) en otros incluye una exótica
    capilla o se proyecta hacia la plaza con capillas de
    velatorio.
    En varias de las casas junto al núcleo, pero separado del
    mismo, se ubica la Casa de la Misericordia, donde se alojan a las
    viudas o mujeres cuyos maridos estaban fuera del
    pueblo.

    c) Las Viviendas Indígenas:  La unidad de
    vivienda constituía el módulo de amanzanamiento del
    pueblo.  Organizada como un elemento cerrado, rodeado de
    galerías perimetrales, las viviendas varían de
    dimensión entre los diversos pueblos y aún dentro
    del mismo pueblo. Las Manzanas: comprendían entre 6 y 12
    unidades, siendo habitual en varios pueblos las de siete
    habitaciones.  En algunos casos las manzanas se ubicaban de
    manera paralela a los lados de la plaza y las demás
    detrás de las primeras con cierta autonomía,
    ciertas características unitarias hacen pensar en
    la existencia de agrupamientos según parcialidad
    indígena.

    d) Otros elementos arquitectónicos:

    • Los tambos aparecen ubicados libremente.
    • Los hospitales, eran un buen número de
      cabañas fuera del pueblo en sus
      cercanías. 

    Luego de que estuviera algún enfermo se quemaba
    la cabaña y se construía otra.

    • Las carnicerías o "rastros" estaban en general
      junto a la huerta.  Frecuentemente se repartía la
      carne a los indígenas en el segundo patio del
      colegio.
    • Otras edificaciones como las tahonas, olerías,
      tejerías, galpones de depósito, trapiche, estaban
      ubicados en la periferia de los pueblos.
    • Otros elementos: (capillas, posas o ermitas)
      tenían libre ubicación.  Generalmente
      encontramos cruces en los extremos de la plaza
      (posas).

    Expulsión de los
    Jesuitas

    La brillante labor evangelizadora, social y cultural
    llevada a cabo por los jesuitas hasta el siglo XVII no estuvo
    exenta de enemigos, celos y rivalidades.  Su acción
    en las universidades y colegios, el éxito obtenido en las
    misiones indígenas en diversas regiones de América,
    el intenso tráfico comercial que desarrollaron con
    criterios de organización, más la influencia que
    ejercían con  todos los sectores de la sociedad,
    despertaron opositores por doquier y desataron intrigas
    internacionales.

    Durante el siglo XVII, con el avance del Iluminismo y la
    difusión de la Masonería, se acentúan los
    ataques ideológicos contra la Iglesia Católica y
    por ende contra la Compañía de
    Jesús.

    La expulsión de los Jesuitas de los dominios
    portugueses se produce en el año 1757, siete años
    después, sacerdotes de la misma compañía
    corren igual suerte, pero esta vez, de los territorios franceses
    y finalmente Carlos III, rey de la Corona Española,
    perteneciente a la familia
    Borbónica, por Real Cédula del 27 de febrero de
    1767 firma la expulsión de los Jesuitas de España y
    de todos sus dominios del mundo, cuya ejecución fue hecha
    por Bucarelli, por ese entonces gobernador de Buenos Aires
    (Agosto 1768). Los Jesuitas y Guaraníes acataron
    pacíficamente dicha ejecución, para resignar sus
    destinos y el de los treinta pueblos.

    Decadencia y
    Destrucción de los Pueblos

    Realizada la expulsión, el gobierno
    español trató de conservar el sistema en las
    reducciones pero estableciendo una nueva organización
    política y administrativa en las misiones.  Para
    organizar el nuevo sistema, el gobernador de Buenos Aires,
    Francisco de Paula Bucarelli y Ursúa, dictó una
    serie de Instrucciones cuyas disposiciones más importantes
    fueron:

    • Separación de los poderes; los sacerdotes
      (mercedarios, dominicos y franciscanos, que hablaban
      guaraní) se encargarían de la atención espiritual, y el Gobernador y
      los Administradores, de lo temporal.
    • La rendición de cuentas que
      debían hacer los administradores, sus facultades y
      obligaciones
      en relación a la "conservación y perpetuidad
      material de los pueblos".
    • La obligatoriedad de la enseñanza del castellano.
    • Se permitía la presencia y relación con
      los españoles para facilitar la difusión del
      idioma y el adiestramiento de los indígenas en las
      prácticas comerciales libres y dinerarias.

    Todas estas disposiciones, de acuerdo con la
    política del momento, condenaban la actuación de
    los jesuitas en las reducciones y se proponían modificar
    ese régimen que consideraban perjudicial, por uno de mayor
    libertad que
    permitiera al indígena integrarse a la sociedad
    colonial, para lo cual resultaba imprescindible el uso del idioma
    español. (En este contexto se ubican sus disposiciones
    sobre el abandono de la vestimenta tradicional, el tipoy en las
    mujeres, y la obligatoriedad de usar calzado).

    El objetivo era
    integrar los 30 pueblos al sistema colonial, dependiendo su
    prosperidad del idioma castellano, el cultivo de la tierra y la
    actividad comercial.  Las ventajas de la producción y el comercio
    permitirían al indígena adquirir gradualmente su
    libertad.  El régimen de comunidad se
    mantenía, pero se recomendaba estimular el trabajo en
    las chacras particulares.

     A pesar de los proclamados objetivos de libertad,
    en la práctica la producción y el comercio
    estuvieron bajo el control de los
    administradores y a su vez, los grandes gastos
    ocasionados por el complicado aparato administrativo obligaron a
    incrementar excesivamente el trabajo
    comunitario, descuidándose las propiedades
    particulares.

    Según las Ordenanzas de Bucarelli, Misiones
    debía solventar sus propios gastos administrativos. 
    Pero no fue posible porque la carga presupuestaria de la administración se tronaba cada vez
    más pesada por el aumento de funcionarios, y al mismo
    tiempo la
    recaudación fiscal
    disminuía por la merma de población, y el balance
    del comercio resultaba desfavorable.  Todo lo cual evidencia
    la decadencia económica de los pueblos.

    La disminución poblacional se debió
    principalmente a dos factores: La alta tasa de mortandad y la
    deserción permanente.

    Entre las causas de mortandad mencionamos la desnutrición, exceso de trabajo, las
    epidemias de viruela, las guerras
    suscitadas en el área misionera después de 1810,
    las estructuras de
    los pueblos que tenían mayoría de mujeres y pocos
    hombres en edad de trabajar, otras enfermedades.

    Es significativa la cantidad de guaraníes que, a
    partir de 1768, abandonaron los pueblos, emigración que
    fue aumentando de manera alarmante.  Esto se debió al
    brusco descenso de la calidad de
    vida: hambre, miseria, expoliación, desamparo, que los
    obligó a buscar otros lugares con mejores
    posibilidades.

    Las migraciones estuvieron orientadas hacia Corrientes,
    los pueblos de Entre Ríos, Río Grande, Buenos Aires
    y Paraguay.  Lugares donde eran muy requeridos por su
    capacidad laboral en tareas
    domésticas, rurales y artesanales.  Otros se
    mezclaron con charrúas y minuanos.

    Con la dispersión de la población
    guaraní se inició también un lento proceso de
    mestizaje en los propios pueblos, donde quedaron mayoría
    de mujeres y se instalaron españoles, y también en
    el caso de los que abandonaban los pueblos y se ubicaban en
    regiones vecinas.  Una característica importante de señalar
    fue que los guaraníes que emigraron españolizaron
    sus apellidos, confundiéndose así con la
    población blanca.

    Reducción Jesuítica
    de San Ignacio Miní

    http://www.misiones.gov.ar/turismo/fotos/ruinas.htm

    Nombre: San Ignacio de
    Ipaumbucú ó Miní (recibió este nombre
    por haberse fundado después de la otra San Ignacio,
    Guazú). 

    Ubicación: Departamento Candelaria-Provincia de
    Misiones-Argentina-Latitud S 27° 20' – Longitud O 55°
    32'.

    Acceso: a 50 km. de Posadas, 2.500 metros de la Ruta
    Nacional 12.

    Situación dominal: 100% fiscal.

    Status legal: Monumento Histórico nacional (
    1.983) – Decreto N° 2210. Monumento Histórico
    Provincial ( 1.969) – Ley N° 510.
    Patrimonio de
    la Humanidad ( 1.984 ) – UNESCO.

    Fundación y traslados: fundada a mediados
    de 1610 por los Padres José Cataldino y Simón
    Masseta en la rivera izquierda del río
    Paranápanema, en el Guairá, emigra con Loreto en
    1631 y otros pobladores de las reducciones guaireñas
    asoladas por los paulistas bandeirantes, a las riberas del arroyo
    Yabebirí de la actual provincia de Misiones.  En 1696
    después de algunos asientos provisionales, se establece
    donde hoy se aprecia los valiosos restos de sus ruinas, en una
    pequeña reserva fiscal del actual pueblo de San
    Ignacio.

    Gobierno Civil y Eclesiástico: los curas
    eran los administradores de los bienes de los
    indios y atendían todo lo concerniente a lo espiritual,
    temporal, económico, cultural, social y
    militar.

    El Cabildo era la autoridad máxima en cada
    reducción y estaba compuesto por los caciques.  Los
    curas mantuvieron la institución tradicional
    guaraní del cacigazgo.

    En conjunto, la reducción dependía: del
    Gobernador de Buenos Aires, de la Real Audiencia de Charcas, del
    Virrey del Perú y del Rey de España.  El cura
    y un compañero de cura dependían: directamente del
    Superior de las Misiones que residía en Candelaria, e
    indirectamente del Padre Provincial que residía en
    Córdoba.


    http://www.misiones.gov.ar/historia/imagenes/CroquisSanIgnacio.jpg

    Trazado Urbanístico de la
    Reducción
    : en la etapa de
    fundación y traslados, los pueblos se construían
    sin una definición muy precisa en lo urbano; la construcción fue precaria y simple, en
    adobe, tapia y paja.  Recién a fines del siglo XVII,
    luego de la derrota de los bandeirantes en la batalla de
    Mbororé en 1641, comienzan tiempos de seguridad y
    estabilidad.  Es la etapa de los asentamientos definitivos
    donde cada ciudad se organiza conforme a un cuidadoso proyecto
    urbanístico, donde las edificaciones son de piedra y
    maderas de ley.  Los
    elementos constitutivos de la trama urbana son: la plaza, el
    núcleo principal (templo, colegio, cementerio), las
    viviendas indígenas, las calles y otras
    edificaciones.

    La plaza constituye el elemento ordenador del espacio
    urbano.  Su forma es rectangular: 125 metros por 108
    metros.  Cercada por tres de sus lados por las tiras de
    viviendas indígenas y el cabildo, mientras que el cuarto
    lado define sus límites
    con el núcleo principal.  El suelo era de
    tierra (no de
    césped), era el gran escenario donde se aseguraba la
    participación y la persuasión.  Allí se
    concentraban todas las celebraciones cívicas y
    religiosas.

    Las calles estaban ornamentadas con naranjos y
    limoneros.  Dos de ellos tenían una relevancia
    fundamental.  Una era la que accedía al pueblo y
    terminaba frente a la fachada del templo; la otra cruzaba frente
    al cementerio, templo, colegio, talleres.

    El núcleo principal compuesto por el templo, a la
    derecha del mismo, en San Ignacio Miní, la residencia o
    colegio y los talleres, se disponían en una sola
    línea de edificación consecutiva en el lado sur de
    la plaza.

    El templo era la primera edificación que se
    levantaba en la reducción.

    La Iglesia: en 1724 la iglesia estaba o muy
    adelantada o casi concluida, cuando el entonces Provincial de los
    jesuitas ordenó ese mismo año, que el Hermano
    José Brasanelli se trasladara a ese pueblo y terminara su
    construcción.  Este medía 63 metros de largo
    por 30 de ancho, con tres grandes puertas de entrada.  La
    puerta principal tenía 3,37 metros de luz con varias
    columnas a cada lado, en cuyos capiteles había
    relieves.  En el piso inmediato al altar mayor, entre otros,
    yacen los restos mortales de sus primeros fundadores los Padres
    José Cataldino y Simón  Masseta.

    El inventario de la
    expulsión (1768) describe "una Iglesia de tres naves, con
    media naranja en todo cumplida, toda pintada y a trechos dorada,
    con su púlpito dorado, con cuatro confesionarios, los dos
    con adornos de escultura y los otros dos de obra
    común".

    "Su altar mayor con su retablo grande dorado" (Retablo:
    adorno de piedra o madera esculpida en que se apoya un
    altar).

    "Al lado derecho de dicha Iglesia tres altares: el
    primero de Resurrección del Señor, con su retablo
    dorado; el segundo de San José, con retablo menor, medio
    dorado; y el tercero del mismo Santo, sin retablo".

    "La capilla del Baptisterio con su altar y retablo medio
    dorado, y pila bautismal, uno de piedra y la otra de
    estaño".

    "La sacristía y contrasacristía, y en
    ellas y en la iglesia y retablos las estatuas, cuadros,
    láminas, ornamnetos, plata labrada y demás adornos
    y utensilios del servicio de la
    iglesia…".

    El campanario de madera que sustituyó a las
    viejas torres demolidas por orden del Provincial Querini de 1749,
    situado en el patio de la residencia, tenía en 1768 "once
    campanas grandes".

    La residencia o colegio se componía de un
    refectorio (habitación destinada para comedor) con su
    enterrefectorio, seis aposentos y una biblioteca junto
    a la sacristía y su correspondiente patio
    interno.

    Los talleres contaban con cocina, panadería,
    carpintería, herrería, platería y
    presumiblemente en el más extenso local, los telares y su
    correspondiente patio de los talleres.

    Detrás del colegio, el templo y el cementerio se
    hallaba una extensa huerta orientada al sur.

    En esta reducción existían dos edificios
    de cotyguazú (para las viudas o mujeres con esposos
    ausentes) y una posada, situadas al lado este de la
    plaza.

    Las viviendas de los indios se ubicaban de manera
    paralela a los lados de la plaza y en hileras hacia la
    periferia.

    Siete a doce unidades o habitaciones constituían
    una "manzana", que organizada como un elemento cerrado estaba
    rodeada de galerías perimetrales.

    Como otras edificaciones nombramos: los tambos, ubicados
    libremente.  Las carnicerías o "rastros" junto a la
    huerta.  Frecuentemente se repartía la carne a
    los indígenas en el segundo patio del colegio. 
    Olerías y galpones, ubicados en la periferia del
    pueblo.  Había ermitas y capillas de libre
    ubicación.

    La economía: se sustentaba en la
    agricultura, la recolección de miel, la cría de
    ganado, la industria, las
    artesanías y el comercio.

    Se cultivaba maíz, mandioca, batata dulce,
    caña de azúcar,
    legumbres con destino a la alimentación.
    Algodón para obtener el hilo y el lienzo. Tabaco.

    Muy importante pasó a ser el cultivo de la yerba
    mate, que en un principio se cosechaba de los yerbales silvestres
    muy apartados de las reducciones.  La yerba era el producto de
    venta necesario para sufragar los impuestos anuales
    al Rey.  Existía en la reducción un
    régimen agrícola-mixto.  A cada familia
    indígena se le otorgaba una parcela de tierra para el
    cultivo que era denominada abá-mbaé o "propiedad del
    indio", la explotación de la misma era controlada por los
    misioneros quienes vigilaban que los indios sembrasen y
    cosechasen sus productos.

    La parte de tierras pertenecientes a la colectividad era
    llamada Tupá-mbaé o "propiedad de
    Dios".  Los indios cultivaban por turnos en estos terrenos
    comunales y se les pagaba en especie.  Los productos eran
    destinados para cubrir necesidades de la comunidad, pagar el
    tributo al Rey, sostener a los misioneros, incapacitados,
    enfermos, viudas, huérfanos, socorrer a los pueblos
    vecinos en dificultades.

    El producto de la ganadería,
    la yerba, cosechas comunitarias y trabajos manuales
    ingresaba al Tupambaé, que se encargaba de la exportación y venta.

    Del inventario de la
    expulsión (1768) tenemos información sobre el ganado de la estancia:
    33.400 vacas, 1.409 caballos, 122 mulas mansas,  382 yeguas
    mansas, 7.356 ovejas , etc.

    Ante la necesidad de una serie de artículos para
    uso y consumo
    interno de los pueblos, los jesuitas establecieron los talleres,
    donde los guaraníes aprendieron una serie de oficios:
    carpintería, fabricación de vajilla, hornos para
    cocer tierra, fundición de metales,
    tejeduría de algodón, confección de
    sombreros, instrumentos
    musicales.

    En las reducciones no circulaba dinero, por lo
    que los jesuitas fijaron el valor de
    cambio para
    cada producto en el interior de la Provincia, era una unidad
    monetaria ficticia, el peso hueco (vacío); en base a
    él se cotizaban los productos.  La unidad de peso era
    la arroba (10.50 kg. aproximadamente) y la unidad lineal era la
    vara (83 cm.).

    Educación y Arte: Como el objeto de las
    reducciones era enseñar la doctrina cristiana, la educación, la
    catequización, la enseñanza en las escuelas y el arte
    estuvieron orientados hacia esa finalidad. Iniciar a los
    guaraníes en los valores
    cristianos no fue sencillo para los padres misioneros, ya que
    debieron desterrar la hechicería y la poligamia,
    prácticas ancestrales de la cultura
    guaraní. Con mucho ingenio, los curas, para hacer
    comprensible sus enseñanzas se valieron del canto, la
    pintura, el
    teatro, la
    escultura y la danza. A la
    escuela de
    primeras letras acudían los niños desde los 6
    años. Aprendían a leer y escribir en
    guaraní. A los hijos de los caciques y autoridades
    comunales se les enseñaba además castellano y
    latín. La enseñanza se completaba con nociones de
    religión,
    urbanidad, aritmética y música. Las niñas
    aprendían costura, tejido y bordado. En los primeros
    tiempos los maestros fueron los curas, hasta que se formaron los
    maestros indígenas. En el arte
    jesuítico-guaraní prevaleció el tema
    religioso-cristiano. Los modelos que
    llegaban eran europeos. Los guaraníes fueron excelentes
    copistas de las estampas, dibujos,
    grabados e imágenes
    que llegaban. Para las tallas en madera utilizaban el cedro,
    jacarandá y otras maderas nobles de la región. Todo
    el arte se inscribió dentro de la corriente general de la
    época: el barroco.

    Los guaraníes poseían una
    inclinación natural hacia la música, que junto con
    el rezo y la danza formaba
    parte del ritual religioso. Todas las iglesias tenían de
    30 a 40 músicos. Los que no tenían buena voz,
    aprendían algún instrumento y los tocaban con mucha
    destreza: arpas, violines, espinetas, bajones, chirimías,
    clarines; al principio por enseñanza de los padres y luego
    con maestros indios.
    La expulsión de los Jesuítas y Decadencia:
    El Rey Carlos III de España, firmó el Decreto de
    expulsión de los Jesuítas de los dominios
    españoles en 1767, pero recién se ejecutó en
    las Misiones en 1768.A partir de esa fecha, el sistema se
    quebró abruptamente. Las Ordenanzas del Gobernador de
    Buenos Aires Bucarelli separaban la atención espiritual de lo temporal. La
    primera a cargo de sacerdotes mercedarios, dominicos y
    franciscanos que hablaban la lengua
    guaraní. Lo temporal a cargo de administradores laicos que
    introdujeron el comercio con el exterior y liberaron
    progresivamente a los naturales del régimen de comunidad
    de bienes.
    La decadencia demográfica estuvo íntimamente
    vinculada con la ruina material. Con la nueva administración se notaba la impericia de
    los administradores locales; "la mayoría ignoraba el
    manejo de caudales, desconocían lo que era la agricultura
    y las fábricas y no sabían ajustar una cuenta,
    todos requisitos escenciales para el cargo".
    A esto se sumaba el despilfarro de los productos acumulados en
    los almacenes. Lo
    poco que se lograba exportar, apenas daba para impuestos y
    salarios de los
    administradores y sacerdotes; no quedaba nada para provecho de
    los indios. Éstos, disconformes desertaban de las
    reducciones y el trabajo se volvía excesivo para los que
    permanecían. Otros factores de disminución
    poblacional fueron la desnutrición y las epidemias de viruela.
    Con poca gente, las casas quedaban desocupadas. Los techos de
    tejas no se reparaban y la lluvia infiltrada pudría el
    maderamen y los tejados no tardaban en derrumbarse. El año
    más funesto para ésta reducción y otras
    (Candelaria, Santa Ana, San Ignacio y Corpus) fue 1817, cuando
    tropas paraguayas invadieron, saquearon y quemaron estas
    reducciones, llevándose en carretas, dice el P.
    Hernández, "cuanto objeto de valor pudieran hallar" al
    Paraguay.
    A pesar de esta destrucción, un grupo de guaraníes
    volvió a asentarse en el pueblo acaudillados por el indio
    Christaldo y permanecieron hasta 1821, año en el que los
    paraguayos asolaron nuevamente los cinco pueblos paranaenses.
    Lentamente la vegetación fue avanzando sobre todo el
    conjunto abandonado.

    Situación actual de los vestigios: es la
    más completa de todas las reducciones.  El monumento
    está totalmente cercado y resguardado.  Estos restos
    han sido reconstruidos durante el período 1940-1950. 
    Ello otorgó un carácter
    diferencial a San Ignacio Miní, respecto a las
    demás ruinas.

    Iglesia: sus muros laterales alcanzan la altura total,
    sus solados (revestimiento de un piso con ladrillos, losas etc.)
    están decorados y presenta gran cantidad de piedras
    labradas, sobre todo el majestuoso portal de entrada y el portal
    de acceso al Baptisterio, pero en ellas se nota el paso del
    tiempo y de los cambios climáticos.

    Colegio: con aulas, refectorio, cocina, despensa,
    solados trabajados, rodeados de galerías con
    balaustradas.  En la parte posterior es notable la
    decoración de todos los pisos que va cambiando delante de
    cada  aula, presentando combinaciones de líneas
    curvas y elementos vegetales que se van complicando a medida que
    avanza.

    Talleres: con sus muros, ventanas, puertas,
    galerías, ocupan una gran extensión junto a su
    patio.

    Viviendas: Cotyguazú y casa de los indios:
    más de una veintena de bloques donde se pueden observar
    detalles constructivos empleados.

    Partes: 1, 2

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