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De neoliberalismo, la vida, el por-venir y la educación




Enviado por walimay



    1. Resumen
    2. Desarrollo

    Resumen

    La siguiente reflexión invita a pensar la educación de un
    modo otro en éste contexto epocal. Mirar de otro modo
    requiere del horizonte de comprensión de su devenir y de
    la expresión de las condiciones que muestran una humanidad
    "des-humanizada". ¿Cómo oponerse a la
    "inexorabilidad" del mandato del modo de vida éste?
    ¿servirá la Educación para
    reinventar al hombre en ese
    contexto?. Es tarea pensar y reinventar la escuela; esa
    escuela–otra, ante las condiciones
    histórico culturales del mundo del presente.

    Desarrollo

    Pensar la educación, motivo
    esencial que nos sitúa en escenarios como el que hoy
    compartimos, supone mirar de un modo otro la realidad desde la
    que emerge, en la que se inscribe, para dibujar las condiciones
    de posibilidad del sueño de encontrar el lugar donde los
    diferentes podamos realizar modos de convivencia, trazar los
    horizontes de justicia.

    Pero mirar de otro modo requiere además, la
    conciencia de la
    mirada, del horizonte de comprensión de su devenir y de la
    expresión de las condiciones que exhiben una humanidad
    "des-humanizada", desestructurada, descentrada. Una humanidad
    constituida por sujetos solitarios, individuales, que terminan
    siendo muchos, sin llegar a ser si mismos.

    Tales condiciones epocales que caracterizan al mundo de
    hoy, promueven la pérdida de la distancia entre la
    realidad y la ficción, con la velocidad que
    ostentan las expresiones mass-mediáticas, la
    seducción que ejercen y se instauran como formas sutiles
    que legitiman el poder. La
    sempiterna historia que remite al
    esfuerzo por occidentalizar América
    Latina; no quiero excluir con esta afirmación las
    manifestaciones perversas y objetivas sufridas por otros
    países, comunidades y culturas, pero asumimos mirar desde
    aquí, apoyados en las singularidades que distinguen a los
    pueblos latinoamericanos.

    América
    Latina hoy, plena de la riqueza cultural–étnica, se
    debate en la
    tensión entre las tradiciones y el mundo del mercado, de los
    medios. Ese
    mundo del mercado, de la
    información, mediatiza la visión de
    realidad, la enmascara, constituyéndose en un nuevo modo
    de dominación, de explotación.

    El mundo del consumo crea
    mecanismos para satisfacer las "necesidades" y genera nuevas
    necesidades constantemente; ello promueve un
    extrañamiento, en este caso, del hombre
    latinoamericano, de las verdaderas condiciones de su realidad
    cotidiana; totalmente distinta a la otra realidad que le imponen
    vivir.

    En tiempos convulsionados como los actuales donde, en
    una amarga historia para los sectores
    sociales más vulnerables y subyugados, pareciera exponerse
    el máximum de condiciones para la manipulación de
    la vida según los mandatos del Mercado. Este señor
    Mercado que dispone de multiplicidad de mecanismos reguladores y
    mediadores para justificarse, instaurarse y
    legitimarse.

    El discurso de la
    Economía
    es uno de esos instrumentos claves, viabilizado en la
    configuración de cifras vacías de contenido
    político y social en sus interpretaciones. Números
    que no expresan los pesares, los avatares, los infortunios y
    carencias ahí representados.

    Cifras rígidas que desestiman las historias que
    acontecen entre los paréntesis de los espacios de tiempo y
    márgenes referenciales para el análisis de los indicadores de
    la "macroeconomía". Todo hacia fuera, muy poco hacia
    dentro; poco interesan las fuerzas que habitan alma
    adentro.

    Así encontramos diagnósticos que registran
    cuántas veces son más ricos, los ricos, que los
    pobres; cuántos niños
    deambulan dejados a su suerte en las calles de diversos confines
    del mundo; cuántos seres des–humanizados "viven" en
    condiciones "amenazantes" de marginalidad;
    cuáles y cuántos regímenes políticos
    "perversos", ponen en riesgo el
    florecimiento de las negociaciones o cuántos muchos otros
    "datos" que se
    constituyen en los obstáculos para la realización
    de un modo de vida que se enmascara en promesas ilusorias puestas
    como un espejo que sirve para distorsionar la vocación
    ontológica del ser humano.

    Esos números cuentan otras historias; aquellas
    que impiden el pleno y definitivo establecimiento del
    señor Mercado; aquellas que exponen las condiciones de
    realidad que requieren ser manipuladas para garantizar el
    cumplimiento de una imposición que pretende erigirse como
    inexorable, inevitable, como destino.

    Pero lo que no cuentan esas cifras son las historias
    otras. Las que guardan los sueños rotos, lo sufrires, las
    desilusiones, la desesperanza, las luchas cotidianas por la
    sobrevivencia. Tampoco cuentan cómo se discrimina y
    excluye, no dicen, más bien disfrazan y ocultan, las
    razones de donde devienen las desigualdades y las injusticias.
    Sólo cuentan lo que conviene y se emplean para dirigir los
    esfuerzos en atacar todos aquellos factores sociales que emergen
    como obstáculo para el cumplimiento de los fines de la
    acumulación del capital,
    constituido éste en pesadas masas o cortinas que ocultan
    la luz que brilla
    del otro lado de la historia.

    Es ya un lugar común que las cifras denotadoras
    de disminución, minusvalía, carencias,
    ineficiencia, improductividad, sean altamente representativas de
    los países latinoamericanos.

    Pareciera que ser latino es un desafío de lucha
    por la vida, es permanecer en el esfuerzo constante por salvarse
    de ser sobrepasado por las imposiciones e injusticias del mundo
    de hoy, cuyas condiciones, a la postre, concluyen
    registrándonos fríamente en aquellos números
    que muestran la ineficacia en el espacio de la productividad, la
    rentabilidad y
    la competitividad.

    Acude y surge la necesidad de entender cómo
    oponerse a la supuesta inexorabilidad del mandato del modo de
    vida éste, que encuentra las condiciones más
    expeditas para su realización.

    Qué hacer ante una manera de vivir que dispone de
    la telemática, de los mass–media, que se
    sustenta en lo instantáneo, en los actos inconexos; vida
    adecuada para la subjetivación humana, vida que
    desmoviliza, paraliza, que impone condiciones de vida en el marco
    de la provisoriedad y la conduce a recorrer un presente perpetuo,
    pleno de necesidades vendidas y compradas.

    Cómo hacer frente a ese monstruo, cómo
    batallar contra él y vencerlo; cómo deslizar los
    cristales de colores que
    cubren los ojos y distorsionan el mundo externo, pero el interno
    también.

    Si en estos tiempos lo que vale es garantizarlas
    condiciones para el libre mercado – no tan libre – y
    el estrangulamiento del EstadoNación,
    entonces todo lo demás poco importa.
    Paradójicamente, no vale la justicia, no
    importa el derecho humano, ni vale la dignidad en el mundo del
    "vale todo".

    Esa realidad, la oculta, la negada, la soslayada, la
    sufrida y gozada, se supedita a otra: la ficticia, la creada, la
    que se nos acerca más en el acortamiento progresivo de la
    distancia entre lo real y lo ficticio.

    Un ser humano subsumido en una situación de vida
    como la descrita, se debilita en el mundo de la instantaneidad,
    se conforma, queda neutralizado, negado en su diversidad,
    marginado, segregado, desmovilizado. ¿La salida? Realmente
    no se cuál es, pero lo que si podría apuntar es que
    el situamiento consciente, a ojos abiertos ante los signos, las
    trampas, las falsas promesas y tentaciones, posibilitarían
    un acercamiento, superado de ingenuidad y cargado de sentidos y
    significados, para desenmascarar y reconocer los intersticios por
    donde entrar para salir del entuerto.

    ¿Acaso la configuración de un sujeto
    solitario remite a encontrar la vía para un mundo donde
    puedan convivir los diferentes? ¿Será la Educación el camino
    para reinventar al hombre en el contexto cultural y
    político–económico de hoy?
    ¿Cómo repensar lo pedagógico situados en
    este marco o cuál es el reclamo que le hacemos a la
    Pedagogía? ¿Es la escuela el lugar
    que nos acerca a la constitución de las posibilidades del
    futuro?. Podríamos continuar formulándonos
    interrogantes desde las cuales vislumbrar claves e intersticios
    desde donde recorrer.

    Me permito considerar brevemente, en esta entrega, la
    inquietud vinculada con el espacio de la Escuela. Sostengo que la
    escuela que tenemos, nos impide superar al sujeto vacilante, cuya
    vida la deciden otros. Esa escuela que se concentra en configurar
    el vínculo social como medio de reproducción de las condiciones de la
    sociedad;
    aquella que vehiculiza la codificación de la homogeneidad
    social mediante el saber válido para el capital. Esta
    escuela que configura al sujeto en sujeto epistémico cuyos
    puentes con el mundo sólo es capaz de encontrarlo por
    medio del "conocimiento".
    Un sujeto que de este modo queda desvestido de su propio cuerpo y
    de su sensibilidad.

    Esa escuela no creo que permita las condiciones de lo
    posible, las condiciones de convivencia de los diferentes en el
    mundo, no en el anonimato, no privados de su rostro, de su
    mirada, de sus sentires y de su dignidad. Desde el mismo momento
    en que el hombre dio
    supremacía a la técnica por sobre los valores de
    la vida, se supeditó a los preceptos de un progreso
    sometido a los intereses de muy pocos a quienes les
    importaba ― e importa ― muy poco el destino de
    muchos, en el momento que histσricamente el hombre
    requiriσ establecer controles y manipular la
    acción humana, en ese mismo instante se dictó la
    sentencia de la imposibilidad. Podemos reconocer los elementos
    para emprender un proyecto
    educativo diferente, un proyecto
    educativo otro, que permita dirigir otras miradas, escuchar otras
    palabras, percibir nuevas sensibilidades, reinventar

    Es tarea pues pensar y reinventar la escuela; esa
    escuela – otra, situados conscientes y no ingenuamente,
    ante las condiciones histórico – culturales del
    mundo del presente.

     

    Sandra Moreno González

    Licenciada en Educación, mención
    Biología

    Magíster en Educación Ambiental

    Doctoranda en Educación. Universidad de
    Oriente – Venezuela

    Categoría Docente: Agregado

    Escuela de Humanidades y Educación –
    Universidad de
    Oriente.

    Cumaná – Venezuela

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