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Sobre las nomenclaturas, y la visión




Enviado por nicogiron



    Ensayo

    1. De las fuentes
      históricas, y sus categorías
    2. De los hombres americanos y sus
      grupos
    3. A modo de
      conclusión

    El presente ensayo tiene
    por objeto dar una visión personal a partir
    de críticas a los

    modelos teóricos historiográficos y
    filosóficos en el tema de la formación de los
    Estados Indígenas en la América
    Prehispánica, conteniéndome tal vez de lo riesgoso
    que resulte justificar este patrón divisioriamente
    histórico, y entendiendo como criterios de referencia
    otros acontecimientos de otras naturalezas.

    En este ensayo me
    remitiré a dos aspectos principales; el primero tiene
    relación con comentar algunas categorías
    historicistas, teóricas específicamente, desde un
    punto de vista crítico a las nomenclaturas y al foco de
    estudio y sus posteriores dictámenes de la realidad del
    tema; el segundo, ya intencionalmente detenido sobre lo que me
    corresponde como estudiante de Historia, corresponde a una
    reflexión sobre lo que me compete decir abiertamente sobre
    el tema, tomando en cuenta el contexto en que se desarrollaron
    las formas de estructura
    social en América antes de la llegada de los
    españoles, específicamente a las que atañen
    a la formación de "estados" primitivos, y los distintos
    factores que pudiesen haber tenido incidencia en la
    conformación de éstos, y la naturaleza que
    siguieron en los siglos posteriores. En este segundo punto cabe
    mencionar la adopción
    de un marco básico teórico referencial.

    Cabe considerar que este ensayo no cuenta con la
    rigurosidad metodológica que corresponde a las probables
    elucubraciones que aquí se desprendan, hecho que se
    justifica por la naturaleza de
    este ensayo, determinado por la relación entre el tiempo del
    estudio y el encargo. Sin duda, cualquier cabo suelto que de
    aquí se devele, ofrece un desafío posterior en los
    estudios venideros, en reflexiones que ameriten madurar
    ideológicamente y sustentativamente el potencial de las
    afirmaciones que puedan resultar. El tema es bastante complejo y
    ofrece a los personeros del estudio positivo, y no sólo a
    éstos, sino que a muchos otros estudiosos una gran ventana
    para adecuar sus tendencias a los conocimientos. Por eso, sin
    intentar objetivizar el trabajo, mi
    intención acá está lejos de intentar ser
    tendencioso, pues considero que orillar hacia ciertas
    determinaciones, solamente logra a lo largo del tiempo sepultar
    el trabajo que
    pueden hacer los hombres en el contexto histórico que se
    desenvuelve con ellos. Es necesario fundar ante éstos
    escritos una historia que no solamente
    sea para historiadores ni intelectuales, sino que una historia
    para los hombres comunes. También es por eso último
    que gran mayoría de mis observaciones a partir de las
    fuentes
    observadas, tienen asidero y complemento en la observación directa que se pueda hacer de
    cada hombre hoy, de
    cada ciclo, de cada estructura
    viviente.

    1. DE LAS FUENTES
    HISTORICAS, Y SUS CATEGORÍAS.
    Es necesario
    remitirme a los modos de revisionismo histórico (sin
    intentar nuevas formas de revisión pues me remitiré
    solamente a ciertas observaciones), que comunmente manejamos en
    el estudio del tema, para posteriormente referirme abiertamente
    sobre lo que nos atañe. Si bien ignoramos la gran cantidad
    de conceptualizaciones que existen referidas al tema de la
    Historia del Poder en las
    Américas, si podemos distinguir ciertos elementos que son
    de gran utilidad para las
    construcciones históricas que nos conducen a las
    resultantes exposiciones.

    En primer lugar, me interesa tomar de punto de partida,
    la conceptualización en torno al Estado. Si
    bien a veces es cómodo sostener que en América
    prehispánica se resuelve de manera casuista la
    "conformación de los estados", pienso que en
    términos de mecánica conceptual de los acontecimientos,
    hablar de Estados Primitivos resulta un poco riesgoso. Para eso,
    propongo una reminisencia sobre los anacronismos y desmesuras
    existentes en el estudio y observación del tema desde la
    aparición de los documentos
    escritos sobre América, a partir de los cronistas
    españoles y su contextualización del asunto. En un
    afán probable de contrarrestar omisiones, muchos
    historiadores, como es el caso de Osvaldo Silva, Elman Service u
    otros anteriores, en vista de la procedencia de sus fuentes
    testimoniales escritas, ocuparon la categorización
    desarrollada por los cronistas denominando ciertas divisiones
    territoriales o visiones de las civilizaciones, como el
    "señorío", el "reino", los "nobles", "principes" y
    sus "principados", entre otras. La historiografía burguesa
    occidental, posterior a estas coyunturas, ha logrado extender sin
    duda su campo semántico de la realidad hacia nuevas
    orillas. La concepción de Estado es
    indudablemente una forma moderna, nacida de las síntesis
    europeas del Siglo XVI, que tiene poco asidero en la
    condición natural de las conformaciones indígenas
    de la América antigua. Según Miguel León
    Portilla, uno de los primeros en hacer hincapié en esta
    problemática es Lewis H. Morgan, que hace una
    crítica referente a la visión prescrita por autores
    como Prescott, y Bancroft, entre otras. Para las formas de
    organización antes de la
    secularización hispánica conocidas en América
    Latina, es probable la conformación de "proto-estados"
    tradicionales, pero aún así seguiríamos
    rozando el vertiginoso límite de las imprudencias.
    Aún así, desvirtuando las categorizaciones de
    ciertos autores, cabe mencionar que no implicita que la validez
    de sus afirmaciones generales, no tengan

    cabida en la realidad dispuesta.

    El termino de esta problemática no termina
    allí, con la prescripción y consideración de
    éstos elementos europeos, sino que sigue su curso en vista
    de las posibles subjetividades acaecidas en el estudio de las
    formas estructurales americanas. El mismo Morgan, crítico
    de las categorizaciones hispánicas, fundamenta su discurso en la
    existencia de un pan-tribalismo, en lo que compete a los antiguos
    mexicanos. Esta visión aparece tranversalmente tocada por
    Tristan Platt para el caso del asentamiento aymará. Un
    lineamiento que me parece riesgoso es el sobresimbolismo que
    pueda dársele a esta situación, conceptualizada
    claramente en el desarrollo de
    sociedades
    aldeanas, es sobre la fijación de éste criterio en
    los siglos históricos posteriores, pues la visión
    del pantribalismo y de las confederaciones, a partir de entidades
    comunitarias, hacen dudar de que situaciones como el comercio
    (intercambio) o la agricultura
    hayan tenido una incidencia real en el proceso
    estructuralista primitivo. Sobre éste último punto,
    cabe desvirtuar de inmediato la existencia de una ecuación
    "sedentarismo-agricultura",
    y por sobre los teoremas históricos generales, que tienen
    como consecuencias el despeñadero de la soberbia.
    También las figuras de poder se
    experimentaron en una fase de cazadores-recolectores, fase que no
    tuvo la necesaria desaparición con la adopción
    de la agricultura por el hombre, lo
    que nos hace dudar a la vez, de la idea de "descubrimiento" de
    ésta.

    En relación a un estudio generalizado, a veces
    suelo pensar
    que el estudio de las formaciones estructurales de la
    América antigua está demasiado arraigado al estudio
    de las instituciones,
    y por tanto, sobreponderado en torno a aquellas
    áreas de existencia de construcciones monumentales; esta
    tendencia, parece tener una contrarrespuestas en la
    conceptualización materialista histórica, cuya
    visión se enfoca principalmente a los modos de
    producción del hombre
    americano, y los aspectos que se desprenden de éstas,
    visión que me parece mucho más holística.
    Según Marx, quien quiso
    interpretar las apreciaciones de Morgan respecto a las sociedades
    antiguas, existe un ciclo evolutivo de las civilizaciones
    antiguas en relación a su producción, concepción que me parece
    bastante coherente y eficaz al momento de estudiar los casos
    americanos. Como concluye Berdichewski, una escala de tres
    modos de
    producción consecutivos pre-capitalistas se
    desarrollan en América: el modo de producción de los cazadores-recolectores,
    el modo de producción agrario-tribal, y el modo de
    producción del tipo asiático, ciclo que se
    reproduce al ser éste último eslabón, un
    proceso que
    finaliza con el estancamiento, la no-consecución del
    capitalismo, y
    con la coerción y posterior choque de clases, que
    desencadena un nuevo ciclo desde el primitivo origen. Esta
    última nomenclatura
    está incluída en un foco de estudio un poco
    limitado: el de las infraestructuras de las civilizaciones, lo
    que anteriormente desprendíamos. Muchas veces la
    arqueología positivista ortodoxa ha limitado el estudio
    solamente a las facies de la civilización en
    términos de urbanización, pero creo que el asunto
    debe ir integrado además a lo que la misma nomenclatura
    dicta, el materialismo
    cristalizado en un estudio de las mentalidades humanas
    individuales y colectivas. Me parece que las apreciaciones de
    Angel Palerm con respecto al uso analítico del modelo del
    modo asiático de producción parecen ser más
    acertadas en relación a éste tema, pues sincretiza
    elementos propios del marxismo, en
    terminos del estudio de la "lucha de clases" existentes a partir
    del empoderamiento de los excedentes de la producción,
    como el análisis neoevolucionista de los
    gobernantes sobre los pueblos.

    El análisis de los modos de producción
    según Engels se traduce en aceptar que siendo la base de
    la civilización, la explotación de una clase por
    otra , su desarrollo es
    contradictorio, antinómico, lucha de contrarios entre dos
    "leyes" o dos
    lugares desde una misma ley. Cada
    progreso de la producción es al mismo tiempo, un retroceso
    para la clase oprimida, es decir, para la mayoría. Cada
    beneficio para unos es por necesidad y un perjuicio para otros,
    cada grado de emancipación por una clase es un nuevo
    elemento de opresión para otra. La prueba más
    insobornable de esto nos da la introducción del maquinismo. E modo de
    producción asiático, según Marx éste
    seguía existiendo en el siglo XIX, lo que nos da para
    pensar en qué contexto se desarrollan: "como dice el
    nombre "asiático", o como lo origina el modelo". Puede
    resultar erróneo la utilización de ésta
    nomenclatura, no así el modelo que pronostica el
    estancamiento de la sociedad
    pre-capitalista, quizás induciendo a que éstas
    formas se desarrollaron por influencia alóctona al
    continente, cuestión que no es así.

    Como consideración final en relación al
    tema de las nomenclaturas, y basándome en las
    observaciones que he desarrollado hasta ahora, ante todo prefiero
    pensar en una categorización personal, aunque
    quizás diste del rigor científico que requiera una
    aventura de ésta índole. He preferido adoptar este
    "estudio sobre la formación de los Estados" de manera
    más somera y adaptada a un contexto más real, como
    el estudio de las formas y estructuras
    socioeconómicas-materiales de
    la América Histórica (no prehistórica),
    formas anteriores al usurpamiento europeo. Sobre las fases de la
    civilización americana anterior, se admite que para la
    mención de sociedades tribales surgentes incidentalmente
    del uso del mecanismo agrícola (y la incidencia de otros
    factores) sería aducir una suerte de
    "protoanarquía", pues comparte muchos elementos en
    relación a la
    organización confederada, y la desaparatización
    del poder coercitivo, presente en formas no-institucionalizadas
    pero si en esquemas patriarcales básicos. En
    relación a la visicitud que plantea el modo de
    producción asiático, se puede inferir una cierta
    similitud a éste, pero que en terminos cronológicos
    se presenta atravezado frecuentemente por otras coyunturas.
    Más adelante intentaré plantear mi visión
    sobre éste punto, y de la contrarrespuesta que significa
    proponer un particular modo de producción del tipo
    americano.

    2. DE LOS HOMBRES
    AMERICANOS Y SUS GRUPOS.

    No es de mi absoluto interés
    hacer un manual sobre
    estos conocimientos, no podría serlo pues de este ensayo
    no se pretende realizar un compendio cronológico, pero si
    me interesa comentar mis observaciones con relación al
    desarrollo de las civilizaciones en America, basándome en
    un orden lógico intentado desde una arista
    descontextualizada del precepto que me gobierna, e intentando ser
    lo más directo posible.

    Ante todo, cabe aceptar que el orígen del hombre
    americano es multilineal, como también queda aceptar la
    posible autoctonía americana, sin desmentir la procedencia
    de varias oleadas migratorias, lo que originan en América
    un sincretismo racial, pero que en términos
    contradictorios originan una síntesis
    particular, adecuada al modo ecológico en que evolucionan.
    Es un hombre americano.
    ¿De qué manera vivió éste hombre
    americano?. Probablemente vivió de lo que los distintos
    parajes ecológicos le brindaban, además de la caza
    de animales
    salvajes. No es preciso admitir que para una época
    prístina los hombres ya hacían uso de la
    agricultura, ni por préstamos alóctonos ni por
    decisión y conocimiento
    de técnicas, existió una brecha
    temporal de ausencia de estos dotes. Este modo de
    producción fue, según la nomenclatura de Braudel,
    un acontecimiento de larga duración, tanto así que
    se extrapola hasta tiempos postrímeros. Se
    desarrolló en un contexto nómade por una
    razón en particular: no existía motivos para no
    hacerlo así, el hombre
    vivía en un mundo en el cual era dueño.
    Además trashumar les permitía explotar distintas
    áreas, correlativamente, y así contemplar el ciclo
    donde en otros lugares maduran vegetales o se agrupan animales.
    Quizás los esquivos encuentros con otras bandas no fueron
    belicosos, pues no existió un sustento de lucha. La
    barbarie, como un concepto que
    pueda parecer atingente a esta situación, es una idea muy
    manoseada por la historiografía europea, sobre todo por
    esa concepción escatológica que tiene
    relación con el choque entre las civilizaciones romana y
    germánica, los bárbaros representan la
    exención de la virtud, y el europocentrismo siempre se ha
    sentido portador de la civilización. Esta idea de
    "barbarie" puede encontrar asidero en una visión reversiva
    si se tratase de los americanos idealizando la llegada europea.
    Pero no es nuestro tema aún. En lo personal, creo que las
    bandas nómades vivieron a expensas de un modo
    ecológico que no fue fácil de dominar, los hombres
    eran adecuados para las grandes labores, y el hecho de ir
    cargando con una cauda de mujeres y niños
    no siempre habituados para los grandes riesgos del
    paraje, fue la situación que determinó el
    asentamiento temporal de estos cazadores-recolectores.
    Encontramos una referencia de ésta situación en la
    comparación etnográfica con los cazadores de
    Mistassini, Canada, los cree.
    El modo de producción en el que viven roza tangencialmente
    los elementos del mundo occidental, pues utilizan sus adelantos
    técnicos, hecho que se justifica completamente en
    razón del sustento de su propio vivir, pero además
    visualizamos que, de alguna u otra manera, del modo de los
    cazadores-recolectores desprende de sí ciertos simbolismos
    asociados a la labor de la caza, desarrollan ciertas habilidades
    en la confección de materiales,
    puntas de proyectil, condicionan su vestimenta al medio que los
    determina, etc. Los simbolismos que pueden desprenderse de
    acá originan en el hombre arcaico americano, una
    versión mítica de la realidad, sacralizan aquello
    que les parece productivamente sagrado, como el descanso, la
    observación, el fuego, y por supuesto, los animales y los
    frutos, que son el sustento propio. Si se quisiese hablar de
    totemismo y fetiche, esta es la razón y no otra, pues cada
    visión extremista del hombre no es miedo ni ignorancia, es
    en cierta medida justificar macrocósmicamente su propia
    existencia, en virtud de los beneficios personales. Estas
    regularidades no siempre son patrones exactos, pero son
    perfectamente adjetivos aleatorios de este modo de
    producción característico. ¿Quién
    dominaba esta organización?. Quizás el primer
    indicio de una clase estaba desvirtuado porque tenía que
    ver con una concepción de roles al interior de una banda,
    por tanto, todas las labores eran inequívocamente
    complementarias. El semental pudo haber tenido un papel motriz
    en la cabeza patriarcal de las bandas, y que constituye una
    proto-clase, pero resulta bastante arriesgado una
    categorización tan amplia y poco rigurosa, solamente una
    reflexión sobre la importancia de esta condición en
    la época determinada, pues la presión
    demográfica fue un problema que desencadenaba
    desequilibrios productivos, según Osvaldo Silva, muchas
    veces se recurría al infanticidio, sobre todo por parte de
    mujeres, por la prioridad productiva que significaba criar
    variones. Pero en general, es por esto que siempre se han
    visualizado como sistemas
    comunitarios de integración simbiótica.

    ¿Qué fue entonces lo que alteró
    esta "taza de leche"?. Nada
    rádical, solamente una observación de lo que estaba
    frente a sus ojos, la recolección no era un acto gratuito
    y básico, tenía consigo un complejo análisis
    de la realidad. Algunos aluden que la extinción de algunos
    tipos de especies pleistocénicas, y una pulsación
    climática determinaron el nuevo orden. El mismo
    acondicionamiento del hombre americano a este nuevo orden, como
    el progreso técnico, sin duda repercutieron en
    asentamientos que en un momento dejaron de ser temporarios y se
    volvieron permanentes, sin una pretensión que nos haga
    postular en base al imaginario. Muchas veces las condiciones
    demográficas, y el reconocimiento de algunas zonas
    predilectas por los hombres, desarrollaron la mezcla
    específica de elementos que permitieron el sedentarismo
    del hombre. Nunca podría aludírsele a una de
    éstas la implicita utilización de "la novedad": la
    agricultura. Ni viceversa. El hombre optó por la
    agricultura cuando la comprendió (si es que no la
    conocía desde mucho antes), sea en nomadismo o en
    sedentarismo. Y el hombre se sedentarizó, no por el
    beneficio que le proporcionaba la agricultura, pues se conocen
    asentamientos sedentarios que siguieron siendo cazadores, e
    incluso se atestigua de redes de bandas que
    asentadas siguieron la vieja costumbre. Esta unidad expansiva se
    basa pues en el denominado tribalismo de Morgan, aunque prefiero
    denominarlo en superbandas seminómades o sedentarias, que
    domesticaron la explotación de algunos vegetales y
    frutos.

    El uso de la agricultura no sólo trajo consigo el
    renovamiento del orden estructural en terminos culturales de
    vivienda-transhumancia, sino que además proporcionó
    a los grupos que
    optaron por esta receta, la centralización del trabajo, en ciertos
    momentos del año, y la posterior especialización
    técnica de algunos grupos en otras labores. En si, se
    funda el marco más elemental sociocultural del
    indígena en América, pues como dice Jose Carlos
    Mariategui, el índigena es esencialmente un agricultor.
    Esta situación desembocó en dos cosas que considero
    importantes: la primera es que las figuras que experimentaban la
    cristalización el proceso productivo ya no iban a la selva
    o a los bosques a hacer las labores, sino que las desarrollan
    frente a los ojos de toda la comunidad tribal;
    la segunda, un poco más trivial, tiene relación a
    que el modo de producción agrario-tribal
    desencadenó al hombre de muchas tareas, y por tanto, le
    proporcionó más tiempo libre para observar el
    mundo. Con relación a la primera observación, cobra
    real importancia cuando contemplamos que en el ideario de los
    hombres siempre se generan ídolos vivientes; según
    mi visión personal, el traslado de las labores productivas
    ante la comunidad
    desarrolla un ciclo de críticas y observaciones de la
    comunidad ante las capacidades de estos hombres, y una posterior
    calificación y cuantificación del desarrollo
    alcanzado, es una primigénica imágen del poder, en
    terminos de que son "los más capaces" los que deben asumir
    los cargos patriarcales y transmitir a las generaciones venideras
    la experiencia. En segundo lugar, sobre el tiempo libre que se
    originó en la vida de los hombres, pues estaban
    condicionados por los ciclos naturales de producción
    (cultivos-siembras-cosechas), se puede aludir a la
    especialización en otras labores y a una superación
    en terminos técnicos de los mismos desarrollados.
    Además, la inminente complejización del mundo se
    concreta en el sentido de trascendencia humana, al intentar
    reflejar el yo en sus pares y descendientes. Estas dos
    observaciones tienen alianza en un aspecto particular: el
    chamanismo. En un sitial original, el chamanismo configura una
    conceptualización educacional básica, que tiene por
    objeto la transmisión de conocimientos mediante la
    tradición oral, y la experiencia del orador.
    Además, se matiza con el hecho de que las expectativas de
    vida de los hombres se incrementaron, fue más probable la
    convivencia de un rango etareo joven con los denominados
    "ancianos", quienes propalaban toda la experiencia popular en sus
    versiones históricas, aunque a veces se les quiera tildar
    de míticas e inocentes. Cuando un viejo ya no pudo seguir
    labrando la tierra, su
    labor esta asociada a esto, a la estimulación de los
    jovenes a
    continuar con el sendero trazado. Ocuparon ciertamente un lugar
    especial en la sociedad, fueron
    venerados y escuchados por sus leyendas, por
    la sabiduría y conocimiento
    del entorno y la naturaleza. Algunos trabajadores comenzaron a
    cumplir con las expectativas del trabajo, pero en si, la propiedad
    nunca jugó una suerte de privilegio para éstos, se
    continuaba con la propiedad
    común de las aguas, la producción, los bienes
    generales. Sin duda no fueron estos "chamanes" o lo que se adecue
    a cada tipo cultural (porque resulta inexorablemente
    equívoco aludir una suerte de esquema para todas las
    tribus americanas), los que generaron la síntesis
    posterior, o que ejercieron modos coercitivos. Pero si es
    necesario tener en cuenta, que antes del eslabón
    siguiente, la existencia de clases era un hecho gradual y no
    tiene asociación al empoderamiento de los bienes
    productivos, otro teorema sin sentido de los teorizadores
    manualistas. Estos debieron ser los que de alguna manera
    concentraron a las tribus y las confederaron en algunos casos, se
    distinguieron mediante la utilizacion de prendas de vestir, y
    resolvieron en común acuerdo ciertas disputas que
    tenían carácter
    casuista, y no globales, extendieron pactos, y en virtud de las
    diferencias productivas, intercambiaron elementos.

    Fue una concepción renovada sobre el proceso
    productivo la que trajo consigo la nueva síntesis. Los
    modelos de una
    administración del trabajo no han sido
    revelados para la confección de éste ensayo, pero
    sin duda la observación de una clase que complejizó
    el tema, y que agudizó las facciones de la clase
    "chamánica" y sus ya mencionados atributos. La
    generación de un excedente productivo estaba asociado a la
    idea de resguardar la producción en caso de emergencias, u
    otras desavenencias. Para esta época ya se desarrollaban
    labores tangenciales como la domesticación de animales
    para la ganadería,
    o la extracción de minerales y su
    labración.
    ¿En qué medida se trató de una clase
    usurpadora del excedente productivo y derivados, o una suerte de
    cesión popular en virtud de un discurso
    sacerdotal exacervado? Es un desvarío para nuestros
    efectos, pero es mejor visualizar la situación concreta.
    Existió una clase, en diversos órdenes culturales,
    que fundamentaron el orígen de la clase gobernante
    posterior. Hicieron del excedente un arma para estrechar los
    lazos comerciales, y hacer mucho más intensiva la
    producción (producción para la producción),
    en una visión ideológica sacralizada del asunto, la
    clase denominada es la dueña de los cursos
    hídricos, es el empoderamiento del sustento básico
    de la agricultura, y de todas las áreas productivas.
    Según Wittfogel, se da lo que se denomina las sociedades
    hidráulicas, las que en definitiva son las características de sociedades del modo de
    producción asiático. Estas sociedades edificaron
    grandes centros urbanos, tranversales a la aldea rural en donde
    los campesinos desarrollaban las faenas productivas, mientras la
    clase dominante propiciaba un carácter
    sacerdotal.

    Pero es necesario conservar una idea sobre la religión, dada la
    proyección del fenómeno en la temática
    estudiada. Es preciso diferenciar la religión cuando se
    inicia, antes de las clases
    sociales, y de su desarrollo posterior …. y ver que la
    religión no significa lo mismo hoy; el miedo y la
    ignorancia no generan la creencia en Dios, sino que la
    religión es un producto
    social. Dios y los dioses es creencia social de los hombres, la
    religión juega un papel
    importante en la lucha de clases. Es un instrumento de presión y
    explotación al servicio de
    las clases dominantes. Según Marx, la religión es
    el opio del pueblo, y en este mismo órden, según
    Childe, la ciudad está fundamentada en el poder de Dios.
    Está configurada esencialmente a partir de elementos
    cosmogónicos; los centros ceremoniales (ciudad dispersa)
    tienen la similitud de hacer autorreferencia al centro del
    universo, pues
    las fundaciones vinieron a portar la luz civilizadora
    capaz de extinguir todo caos circundante.

    Pero ¿en qué medida es este una sociedad
    íntegramente basada en el modo de producción
    asiático?. La clase gobernante, los
    déspotas-orientales del análisis marxista, en
    América no gobiernan sobre privados, sino sobre un
    asentamiento que sigue siendo colectivo. En ese sentido, la labor
    del gobernante es la de un administrador. En
    un sentido, las entidades comunitarias convivieron medianamente
    en este nuevo órden, pero sometidos a una clase minorista
    dominante, frente a una gran mayoría oprimida. La tenencia
    personal de la tierra es un
    problema posterior, pero que sin duda comienza a sintomatizarse
    con los efectos de este nuevo clasismo. Según Mariategui,
    en lo que concierne al problema indígena, la
    subordinación al problema de la tierra
    resulta más absoluta aún, por razones especiales.
    La configuración del nuevo orden en el Perú del
    Tawantisuyo, y sobre todo sus obras más admirables, estan
    arraigadas a intereses políticos, espirituales y
    productivos. Las industrias, las
    artes, tenían un carácter doméstico y rural.
    Al comunismo inkaico
    -que no puede ser negado ni disminuido por haberse desenvuelto
    bajo el régimen autocrático de los Inkas-, se le
    designa por esto como comunismo
    agrario. Los caracteres fundamentales de la economía inkaica
    -según César Ugarte, que define en general los
    rasgos de nuestro proceso con suma ponderación-, eran los
    siguientes: "Propiedad colectiva de la tierra
    cultivable por el 'ayllu' o conjunto de familias emparentadas,
    aunque dividida en lotes individuales intransferibles; propiedad
    colectiva de las aguas, tierras de pasto y bosques por la
    marca o tribu,
    o sea la federación de ayllus establecidos alrededor de
    una misma aldea; cooperación común en el trabajo;
    apropiación individual de las cosechas y frutos" . Esta
    situación, según Mariategui, encuentra fin en el
    sistema de
    coloniaje impuesto
    posteriormente por los españoles y no por el Inka. no por
    haber constituido la destrucción de las formas
    autóctonas, sino por no haber traído consigo su
    sustitución por formas superiores. El régimen
    colonial desorganizó y aniquiló la economía agraria
    inkaica, sin reemplazarla por una economía de mayores
    rendimientos. Bajo una aristocracia indígena, los nativos
    componían una nación
    de diez millones de hombres, con un Estado eficiente y
    orgánico cuya acción arribaba a todos los
    ámbitos de su soberanía; bajo una aristocracia
    extranjera, los nativos se redujeron a una dispersa y
    anárquica masa de un millón de hombres,
    caídos en la servidumbre y el
    "felahísmo".

    3. A MODO DE
    CONCLUSION

    Aunque de manera poco aséptica he desprendido
    algunas observaciones, primeramente en lo referido a
    nomenclaturas, y categorizaciones, y posteriormente a un
    desarrollo evolutivo del florecimiento de formas estructurales en
    la América Histórica, cabe mencionar que el tema es
    mucho más complejo y requiere de una detención un
    poco más humana para comprender la funcionalidad de las
    afirmaciones aquí desprendidas. Cada cuestión
    retazada en este ensayo, sirve para componer de alguna manera, un
    pre-esquema a lo que serán posteriores estudios de la
    tierra que nos mantiene en pie.

    Muchos cabos sueltos quedan aquí, muchas
    divagaciones sin respuestas, pero sin duda la importancia de este
    acercamiento está justificado en la visión
    crítica que se puede formular de los sistemas
    pre-establecidos, renegando de alguna manera a las cuestiones
    estructurales proferidas por el positivismo
    cientificista. Es de especial atención esta situación, pues en
    nuestra experiencia como alumnos escolares muy
    extrañamente se nos invita a la crítica de los
    modelos
    diseñados, quizás por un miedo generalizado a
    reordenar este equilibrio
    inestable en posteriores abordajes del asunto
    histórico.

    En definitiva, pienso que en América se dieron
    modos particulares de culturalización y en torno al
    análisis del materialismo
    histórico, siempre nos queda una duda especial
    referida al estancamiento de la cuestión del modo
    asiático de producción, pues dicho estancamiento y
    posterior vuelta al ciclo de inicio, tendría un fin en las
    estructuras del Inka y Azteca, y un posterior advenimiento de las
    formas primitivas, ciclo que fue interrumpido por la llegada de
    los peninsulares hispánicos, y la instauración de
    una superestructura que marginó, o liquidó
    cualquier elemento anterior. Es por esto mismo que a veces se cae
    en el superficial , pero no menos importante estudio de los
    aspectos decorativos de la cultura del
    hombre americano original, evitando de frente la discusión
    sobre los aspectos de fondo que caracterizaron la vida en la
    vieja América.

    Bibliografía:

    · Toltecáyotl. Aspectos de la cultura
    náhuatl
    . México,
    Fondo de Cultura Económica (Miguel León Portilla).
    Tocante a la "Infraestructura" – Sociedad y
    Economía

    · Para una Historia del Pensamiento
    Político Aymara – Entre Ch’axwa y Muxsa
    – Tristan Platt.

    · Prehistoria de
    América. Chile,
    Editorial Universitaria (Osvaldo Silva).
    · En torno a los Orígenes del Hombre Americano.
    Editorial Universitaria (Bernardo Berdichewski).

    · El problema de la tierra. El problema del
    Indio. (Jose Carlos Mariategui). Publicado en Patriagrande,
    publicación digital mexico-cubana.
    · Historia y Poder en los Andes Centrales. Alianza
    Editorial (Luis Millones).

    · Historia del Perú Antiguo. (Luis
    Valcárcel)

    Nicolas Girón

    Para la cátedra de Historia de
    América y Chile
    I

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