Ensayo
- De las fuentes
históricas, y sus categorías - De los hombres americanos y sus
grupos - A modo de
conclusión
El presente ensayo tiene
por objeto dar una visión personal a partir
de críticas a los
modelos teóricos historiográficos y
filosóficos en el tema de la formación de los
Estados Indígenas en la América
Prehispánica, conteniéndome tal vez de lo riesgoso
que resulte justificar este patrón divisioriamente
histórico, y entendiendo como criterios de referencia
otros acontecimientos de otras naturalezas.
En este ensayo me
remitiré a dos aspectos principales; el primero tiene
relación con comentar algunas categorías
historicistas, teóricas específicamente, desde un
punto de vista crítico a las nomenclaturas y al foco de
estudio y sus posteriores dictámenes de la realidad del
tema; el segundo, ya intencionalmente detenido sobre lo que me
corresponde como estudiante de Historia, corresponde a una
reflexión sobre lo que me compete decir abiertamente sobre
el tema, tomando en cuenta el contexto en que se desarrollaron
las formas de estructura
social en América antes de la llegada de los
españoles, específicamente a las que atañen
a la formación de "estados" primitivos, y los distintos
factores que pudiesen haber tenido incidencia en la
conformación de éstos, y la naturaleza que
siguieron en los siglos posteriores. En este segundo punto cabe
mencionar la adopción
de un marco básico teórico referencial.
Cabe considerar que este ensayo no cuenta con la
rigurosidad metodológica que corresponde a las probables
elucubraciones que aquí se desprendan, hecho que se
justifica por la naturaleza de
este ensayo, determinado por la relación entre el tiempo del
estudio y el encargo. Sin duda, cualquier cabo suelto que de
aquí se devele, ofrece un desafío posterior en los
estudios venideros, en reflexiones que ameriten madurar
ideológicamente y sustentativamente el potencial de las
afirmaciones que puedan resultar. El tema es bastante complejo y
ofrece a los personeros del estudio positivo, y no sólo a
éstos, sino que a muchos otros estudiosos una gran ventana
para adecuar sus tendencias a los conocimientos. Por eso, sin
intentar objetivizar el trabajo, mi
intención acá está lejos de intentar ser
tendencioso, pues considero que orillar hacia ciertas
determinaciones, solamente logra a lo largo del tiempo sepultar
el trabajo que
pueden hacer los hombres en el contexto histórico que se
desenvuelve con ellos. Es necesario fundar ante éstos
escritos una historia que no solamente
sea para historiadores ni intelectuales, sino que una historia
para los hombres comunes. También es por eso último
que gran mayoría de mis observaciones a partir de las
fuentes
observadas, tienen asidero y complemento en la observación directa que se pueda hacer de
cada hombre hoy, de
cada ciclo, de cada estructura
viviente.
1. DE LAS FUENTES
HISTORICAS, Y SUS CATEGORÍAS.
Es necesario
remitirme a los modos de revisionismo histórico (sin
intentar nuevas formas de revisión pues me remitiré
solamente a ciertas observaciones), que comunmente manejamos en
el estudio del tema, para posteriormente referirme abiertamente
sobre lo que nos atañe. Si bien ignoramos la gran cantidad
de conceptualizaciones que existen referidas al tema de la
Historia del Poder en las
Américas, si podemos distinguir ciertos elementos que son
de gran utilidad para las
construcciones históricas que nos conducen a las
resultantes exposiciones.
En primer lugar, me interesa tomar de punto de partida,
la conceptualización en torno al Estado. Si
bien a veces es cómodo sostener que en América
prehispánica se resuelve de manera casuista la
"conformación de los estados", pienso que en
términos de mecánica conceptual de los acontecimientos,
hablar de Estados Primitivos resulta un poco riesgoso. Para eso,
propongo una reminisencia sobre los anacronismos y desmesuras
existentes en el estudio y observación del tema desde la
aparición de los documentos
escritos sobre América, a partir de los cronistas
españoles y su contextualización del asunto. En un
afán probable de contrarrestar omisiones, muchos
historiadores, como es el caso de Osvaldo Silva, Elman Service u
otros anteriores, en vista de la procedencia de sus fuentes
testimoniales escritas, ocuparon la categorización
desarrollada por los cronistas denominando ciertas divisiones
territoriales o visiones de las civilizaciones, como el
"señorío", el "reino", los "nobles", "principes" y
sus "principados", entre otras. La historiografía burguesa
occidental, posterior a estas coyunturas, ha logrado extender sin
duda su campo semántico de la realidad hacia nuevas
orillas. La concepción de Estado es
indudablemente una forma moderna, nacida de las síntesis
europeas del Siglo XVI, que tiene poco asidero en la
condición natural de las conformaciones indígenas
de la América antigua. Según Miguel León
Portilla, uno de los primeros en hacer hincapié en esta
problemática es Lewis H. Morgan, que hace una
crítica referente a la visión prescrita por autores
como Prescott, y Bancroft, entre otras. Para las formas de
organización antes de la
secularización hispánica conocidas en América
Latina, es probable la conformación de "proto-estados"
tradicionales, pero aún así seguiríamos
rozando el vertiginoso límite de las imprudencias.
Aún así, desvirtuando las categorizaciones de
ciertos autores, cabe mencionar que no implicita que la validez
de sus afirmaciones generales, no tengan
cabida en la realidad dispuesta.
El termino de esta problemática no termina
allí, con la prescripción y consideración de
éstos elementos europeos, sino que sigue su curso en vista
de las posibles subjetividades acaecidas en el estudio de las
formas estructurales americanas. El mismo Morgan, crítico
de las categorizaciones hispánicas, fundamenta su discurso en la
existencia de un pan-tribalismo, en lo que compete a los antiguos
mexicanos. Esta visión aparece tranversalmente tocada por
Tristan Platt para el caso del asentamiento aymará. Un
lineamiento que me parece riesgoso es el sobresimbolismo que
pueda dársele a esta situación, conceptualizada
claramente en el desarrollo de
sociedades
aldeanas, es sobre la fijación de éste criterio en
los siglos históricos posteriores, pues la visión
del pantribalismo y de las confederaciones, a partir de entidades
comunitarias, hacen dudar de que situaciones como el comercio
(intercambio) o la agricultura
hayan tenido una incidencia real en el proceso
estructuralista primitivo. Sobre éste último punto,
cabe desvirtuar de inmediato la existencia de una ecuación
"sedentarismo-agricultura",
y por sobre los teoremas históricos generales, que tienen
como consecuencias el despeñadero de la soberbia.
También las figuras de poder se
experimentaron en una fase de cazadores-recolectores, fase que no
tuvo la necesaria desaparición con la adopción
de la agricultura por el hombre, lo
que nos hace dudar a la vez, de la idea de "descubrimiento" de
ésta.
En relación a un estudio generalizado, a veces
suelo pensar
que el estudio de las formaciones estructurales de la
América antigua está demasiado arraigado al estudio
de las instituciones,
y por tanto, sobreponderado en torno a aquellas
áreas de existencia de construcciones monumentales; esta
tendencia, parece tener una contrarrespuestas en la
conceptualización materialista histórica, cuya
visión se enfoca principalmente a los modos de
producción del hombre
americano, y los aspectos que se desprenden de éstas,
visión que me parece mucho más holística.
Según Marx, quien quiso
interpretar las apreciaciones de Morgan respecto a las sociedades
antiguas, existe un ciclo evolutivo de las civilizaciones
antiguas en relación a su producción, concepción que me parece
bastante coherente y eficaz al momento de estudiar los casos
americanos. Como concluye Berdichewski, una escala de tres
modos de
producción consecutivos pre-capitalistas se
desarrollan en América: el modo de producción de los cazadores-recolectores,
el modo de producción agrario-tribal, y el modo de
producción del tipo asiático, ciclo que se
reproduce al ser éste último eslabón, un
proceso que
finaliza con el estancamiento, la no-consecución del
capitalismo, y
con la coerción y posterior choque de clases, que
desencadena un nuevo ciclo desde el primitivo origen. Esta
última nomenclatura
está incluída en un foco de estudio un poco
limitado: el de las infraestructuras de las civilizaciones, lo
que anteriormente desprendíamos. Muchas veces la
arqueología positivista ortodoxa ha limitado el estudio
solamente a las facies de la civilización en
términos de urbanización, pero creo que el asunto
debe ir integrado además a lo que la misma nomenclatura
dicta, el materialismo
cristalizado en un estudio de las mentalidades humanas
individuales y colectivas. Me parece que las apreciaciones de
Angel Palerm con respecto al uso analítico del modelo del
modo asiático de producción parecen ser más
acertadas en relación a éste tema, pues sincretiza
elementos propios del marxismo, en
terminos del estudio de la "lucha de clases" existentes a partir
del empoderamiento de los excedentes de la producción,
como el análisis neoevolucionista de los
gobernantes sobre los pueblos.
El análisis de los modos de producción
según Engels se traduce en aceptar que siendo la base de
la civilización, la explotación de una clase por
otra , su desarrollo es
contradictorio, antinómico, lucha de contrarios entre dos
"leyes" o dos
lugares desde una misma ley. Cada
progreso de la producción es al mismo tiempo, un retroceso
para la clase oprimida, es decir, para la mayoría. Cada
beneficio para unos es por necesidad y un perjuicio para otros,
cada grado de emancipación por una clase es un nuevo
elemento de opresión para otra. La prueba más
insobornable de esto nos da la introducción del maquinismo. E modo de
producción asiático, según Marx éste
seguía existiendo en el siglo XIX, lo que nos da para
pensar en qué contexto se desarrollan: "como dice el
nombre "asiático", o como lo origina el modelo". Puede
resultar erróneo la utilización de ésta
nomenclatura, no así el modelo que pronostica el
estancamiento de la sociedad
pre-capitalista, quizás induciendo a que éstas
formas se desarrollaron por influencia alóctona al
continente, cuestión que no es así.
Como consideración final en relación al
tema de las nomenclaturas, y basándome en las
observaciones que he desarrollado hasta ahora, ante todo prefiero
pensar en una categorización personal, aunque
quizás diste del rigor científico que requiera una
aventura de ésta índole. He preferido adoptar este
"estudio sobre la formación de los Estados" de manera
más somera y adaptada a un contexto más real, como
el estudio de las formas y estructuras
socioeconómicas-materiales de
la América Histórica (no prehistórica),
formas anteriores al usurpamiento europeo. Sobre las fases de la
civilización americana anterior, se admite que para la
mención de sociedades tribales surgentes incidentalmente
del uso del mecanismo agrícola (y la incidencia de otros
factores) sería aducir una suerte de
"protoanarquía", pues comparte muchos elementos en
relación a la
organización confederada, y la desaparatización
del poder coercitivo, presente en formas no-institucionalizadas
pero si en esquemas patriarcales básicos. En
relación a la visicitud que plantea el modo de
producción asiático, se puede inferir una cierta
similitud a éste, pero que en terminos cronológicos
se presenta atravezado frecuentemente por otras coyunturas.
Más adelante intentaré plantear mi visión
sobre éste punto, y de la contrarrespuesta que significa
proponer un particular modo de producción del tipo
americano.
2. DE LOS HOMBRES
AMERICANOS Y SUS GRUPOS.
No es de mi absoluto interés
hacer un manual sobre
estos conocimientos, no podría serlo pues de este ensayo
no se pretende realizar un compendio cronológico, pero si
me interesa comentar mis observaciones con relación al
desarrollo de las civilizaciones en America, basándome en
un orden lógico intentado desde una arista
descontextualizada del precepto que me gobierna, e intentando ser
lo más directo posible.
Ante todo, cabe aceptar que el orígen del hombre
americano es multilineal, como también queda aceptar la
posible autoctonía americana, sin desmentir la procedencia
de varias oleadas migratorias, lo que originan en América
un sincretismo racial, pero que en términos
contradictorios originan una síntesis
particular, adecuada al modo ecológico en que evolucionan.
Es un hombre americano.
¿De qué manera vivió éste hombre
americano?. Probablemente vivió de lo que los distintos
parajes ecológicos le brindaban, además de la caza
de animales
salvajes. No es preciso admitir que para una época
prístina los hombres ya hacían uso de la
agricultura, ni por préstamos alóctonos ni por
decisión y conocimiento
de técnicas, existió una brecha
temporal de ausencia de estos dotes. Este modo de
producción fue, según la nomenclatura de Braudel,
un acontecimiento de larga duración, tanto así que
se extrapola hasta tiempos postrímeros. Se
desarrolló en un contexto nómade por una
razón en particular: no existía motivos para no
hacerlo así, el hombre
vivía en un mundo en el cual era dueño.
Además trashumar les permitía explotar distintas
áreas, correlativamente, y así contemplar el ciclo
donde en otros lugares maduran vegetales o se agrupan animales.
Quizás los esquivos encuentros con otras bandas no fueron
belicosos, pues no existió un sustento de lucha. La
barbarie, como un concepto que
pueda parecer atingente a esta situación, es una idea muy
manoseada por la historiografía europea, sobre todo por
esa concepción escatológica que tiene
relación con el choque entre las civilizaciones romana y
germánica, los bárbaros representan la
exención de la virtud, y el europocentrismo siempre se ha
sentido portador de la civilización. Esta idea de
"barbarie" puede encontrar asidero en una visión reversiva
si se tratase de los americanos idealizando la llegada europea.
Pero no es nuestro tema aún. En lo personal, creo que las
bandas nómades vivieron a expensas de un modo
ecológico que no fue fácil de dominar, los hombres
eran adecuados para las grandes labores, y el hecho de ir
cargando con una cauda de mujeres y niños
no siempre habituados para los grandes riesgos del
paraje, fue la situación que determinó el
asentamiento temporal de estos cazadores-recolectores.
Encontramos una referencia de ésta situación en la
comparación etnográfica con los cazadores de
Mistassini, Canada, los cree.
El modo de producción en el que viven roza tangencialmente
los elementos del mundo occidental, pues utilizan sus adelantos
técnicos, hecho que se justifica completamente en
razón del sustento de su propio vivir, pero además
visualizamos que, de alguna u otra manera, del modo de los
cazadores-recolectores desprende de sí ciertos simbolismos
asociados a la labor de la caza, desarrollan ciertas habilidades
en la confección de materiales,
puntas de proyectil, condicionan su vestimenta al medio que los
determina, etc. Los simbolismos que pueden desprenderse de
acá originan en el hombre arcaico americano, una
versión mítica de la realidad, sacralizan aquello
que les parece productivamente sagrado, como el descanso, la
observación, el fuego, y por supuesto, los animales y los
frutos, que son el sustento propio. Si se quisiese hablar de
totemismo y fetiche, esta es la razón y no otra, pues cada
visión extremista del hombre no es miedo ni ignorancia, es
en cierta medida justificar macrocósmicamente su propia
existencia, en virtud de los beneficios personales. Estas
regularidades no siempre son patrones exactos, pero son
perfectamente adjetivos aleatorios de este modo de
producción característico. ¿Quién
dominaba esta organización?. Quizás el primer
indicio de una clase estaba desvirtuado porque tenía que
ver con una concepción de roles al interior de una banda,
por tanto, todas las labores eran inequívocamente
complementarias. El semental pudo haber tenido un papel motriz
en la cabeza patriarcal de las bandas, y que constituye una
proto-clase, pero resulta bastante arriesgado una
categorización tan amplia y poco rigurosa, solamente una
reflexión sobre la importancia de esta condición en
la época determinada, pues la presión
demográfica fue un problema que desencadenaba
desequilibrios productivos, según Osvaldo Silva, muchas
veces se recurría al infanticidio, sobre todo por parte de
mujeres, por la prioridad productiva que significaba criar
variones. Pero en general, es por esto que siempre se han
visualizado como sistemas
comunitarios de integración simbiótica.
¿Qué fue entonces lo que alteró
esta "taza de leche"?. Nada
rádical, solamente una observación de lo que estaba
frente a sus ojos, la recolección no era un acto gratuito
y básico, tenía consigo un complejo análisis
de la realidad. Algunos aluden que la extinción de algunos
tipos de especies pleistocénicas, y una pulsación
climática determinaron el nuevo orden. El mismo
acondicionamiento del hombre americano a este nuevo orden, como
el progreso técnico, sin duda repercutieron en
asentamientos que en un momento dejaron de ser temporarios y se
volvieron permanentes, sin una pretensión que nos haga
postular en base al imaginario. Muchas veces las condiciones
demográficas, y el reconocimiento de algunas zonas
predilectas por los hombres, desarrollaron la mezcla
específica de elementos que permitieron el sedentarismo
del hombre. Nunca podría aludírsele a una de
éstas la implicita utilización de "la novedad": la
agricultura. Ni viceversa. El hombre optó por la
agricultura cuando la comprendió (si es que no la
conocía desde mucho antes), sea en nomadismo o en
sedentarismo. Y el hombre se sedentarizó, no por el
beneficio que le proporcionaba la agricultura, pues se conocen
asentamientos sedentarios que siguieron siendo cazadores, e
incluso se atestigua de redes de bandas que
asentadas siguieron la vieja costumbre. Esta unidad expansiva se
basa pues en el denominado tribalismo de Morgan, aunque prefiero
denominarlo en superbandas seminómades o sedentarias, que
domesticaron la explotación de algunos vegetales y
frutos.
El uso de la agricultura no sólo trajo consigo el
renovamiento del orden estructural en terminos culturales de
vivienda-transhumancia, sino que además proporcionó
a los grupos que
optaron por esta receta, la centralización del trabajo, en ciertos
momentos del año, y la posterior especialización
técnica de algunos grupos en otras labores. En si, se
funda el marco más elemental sociocultural del
indígena en América, pues como dice Jose Carlos
Mariategui, el índigena es esencialmente un agricultor.
Esta situación desembocó en dos cosas que considero
importantes: la primera es que las figuras que experimentaban la
cristalización el proceso productivo ya no iban a la selva
o a los bosques a hacer las labores, sino que las desarrollan
frente a los ojos de toda la comunidad tribal;
la segunda, un poco más trivial, tiene relación a
que el modo de producción agrario-tribal
desencadenó al hombre de muchas tareas, y por tanto, le
proporcionó más tiempo libre para observar el
mundo. Con relación a la primera observación, cobra
real importancia cuando contemplamos que en el ideario de los
hombres siempre se generan ídolos vivientes; según
mi visión personal, el traslado de las labores productivas
ante la comunidad
desarrolla un ciclo de críticas y observaciones de la
comunidad ante las capacidades de estos hombres, y una posterior
calificación y cuantificación del desarrollo
alcanzado, es una primigénica imágen del poder, en
terminos de que son "los más capaces" los que deben asumir
los cargos patriarcales y transmitir a las generaciones venideras
la experiencia. En segundo lugar, sobre el tiempo libre que se
originó en la vida de los hombres, pues estaban
condicionados por los ciclos naturales de producción
(cultivos-siembras-cosechas), se puede aludir a la
especialización en otras labores y a una superación
en terminos técnicos de los mismos desarrollados.
Además, la inminente complejización del mundo se
concreta en el sentido de trascendencia humana, al intentar
reflejar el yo en sus pares y descendientes. Estas dos
observaciones tienen alianza en un aspecto particular: el
chamanismo. En un sitial original, el chamanismo configura una
conceptualización educacional básica, que tiene por
objeto la transmisión de conocimientos mediante la
tradición oral, y la experiencia del orador.
Además, se matiza con el hecho de que las expectativas de
vida de los hombres se incrementaron, fue más probable la
convivencia de un rango etareo joven con los denominados
"ancianos", quienes propalaban toda la experiencia popular en sus
versiones históricas, aunque a veces se les quiera tildar
de míticas e inocentes. Cuando un viejo ya no pudo seguir
labrando la tierra, su
labor esta asociada a esto, a la estimulación de los
jovenes a
continuar con el sendero trazado. Ocuparon ciertamente un lugar
especial en la sociedad, fueron
venerados y escuchados por sus leyendas, por
la sabiduría y conocimiento
del entorno y la naturaleza. Algunos trabajadores comenzaron a
cumplir con las expectativas del trabajo, pero en si, la propiedad
nunca jugó una suerte de privilegio para éstos, se
continuaba con la propiedad
común de las aguas, la producción, los bienes
generales. Sin duda no fueron estos "chamanes" o lo que se adecue
a cada tipo cultural (porque resulta inexorablemente
equívoco aludir una suerte de esquema para todas las
tribus americanas), los que generaron la síntesis
posterior, o que ejercieron modos coercitivos. Pero si es
necesario tener en cuenta, que antes del eslabón
siguiente, la existencia de clases era un hecho gradual y no
tiene asociación al empoderamiento de los bienes
productivos, otro teorema sin sentido de los teorizadores
manualistas. Estos debieron ser los que de alguna manera
concentraron a las tribus y las confederaron en algunos casos, se
distinguieron mediante la utilizacion de prendas de vestir, y
resolvieron en común acuerdo ciertas disputas que
tenían carácter
casuista, y no globales, extendieron pactos, y en virtud de las
diferencias productivas, intercambiaron elementos.
Fue una concepción renovada sobre el proceso
productivo la que trajo consigo la nueva síntesis. Los
modelos de una
administración del trabajo no han sido
revelados para la confección de éste ensayo, pero
sin duda la observación de una clase que complejizó
el tema, y que agudizó las facciones de la clase
"chamánica" y sus ya mencionados atributos. La
generación de un excedente productivo estaba asociado a la
idea de resguardar la producción en caso de emergencias, u
otras desavenencias. Para esta época ya se desarrollaban
labores tangenciales como la domesticación de animales
para la ganadería,
o la extracción de minerales y su
labración.
¿En qué medida se trató de una clase
usurpadora del excedente productivo y derivados, o una suerte de
cesión popular en virtud de un discurso
sacerdotal exacervado? Es un desvarío para nuestros
efectos, pero es mejor visualizar la situación concreta.
Existió una clase, en diversos órdenes culturales,
que fundamentaron el orígen de la clase gobernante
posterior. Hicieron del excedente un arma para estrechar los
lazos comerciales, y hacer mucho más intensiva la
producción (producción para la producción),
en una visión ideológica sacralizada del asunto, la
clase denominada es la dueña de los cursos
hídricos, es el empoderamiento del sustento básico
de la agricultura, y de todas las áreas productivas.
Según Wittfogel, se da lo que se denomina las sociedades
hidráulicas, las que en definitiva son las características de sociedades del modo de
producción asiático. Estas sociedades edificaron
grandes centros urbanos, tranversales a la aldea rural en donde
los campesinos desarrollaban las faenas productivas, mientras la
clase dominante propiciaba un carácter
sacerdotal.
Pero es necesario conservar una idea sobre la religión, dada la
proyección del fenómeno en la temática
estudiada. Es preciso diferenciar la religión cuando se
inicia, antes de las clases
sociales, y de su desarrollo posterior …. y ver que la
religión no significa lo mismo hoy; el miedo y la
ignorancia no generan la creencia en Dios, sino que la
religión es un producto
social. Dios y los dioses es creencia social de los hombres, la
religión juega un papel
importante en la lucha de clases. Es un instrumento de presión y
explotación al servicio de
las clases dominantes. Según Marx, la religión es
el opio del pueblo, y en este mismo órden, según
Childe, la ciudad está fundamentada en el poder de Dios.
Está configurada esencialmente a partir de elementos
cosmogónicos; los centros ceremoniales (ciudad dispersa)
tienen la similitud de hacer autorreferencia al centro del
universo, pues
las fundaciones vinieron a portar la luz civilizadora
capaz de extinguir todo caos circundante.
Pero ¿en qué medida es este una sociedad
íntegramente basada en el modo de producción
asiático?. La clase gobernante, los
déspotas-orientales del análisis marxista, en
América no gobiernan sobre privados, sino sobre un
asentamiento que sigue siendo colectivo. En ese sentido, la labor
del gobernante es la de un administrador. En
un sentido, las entidades comunitarias convivieron medianamente
en este nuevo órden, pero sometidos a una clase minorista
dominante, frente a una gran mayoría oprimida. La tenencia
personal de la tierra es un
problema posterior, pero que sin duda comienza a sintomatizarse
con los efectos de este nuevo clasismo. Según Mariategui,
en lo que concierne al problema indígena, la
subordinación al problema de la tierra
resulta más absoluta aún, por razones especiales.
La configuración del nuevo orden en el Perú del
Tawantisuyo, y sobre todo sus obras más admirables, estan
arraigadas a intereses políticos, espirituales y
productivos. Las industrias, las
artes, tenían un carácter doméstico y rural.
Al comunismo inkaico
-que no puede ser negado ni disminuido por haberse desenvuelto
bajo el régimen autocrático de los Inkas-, se le
designa por esto como comunismo
agrario. Los caracteres fundamentales de la economía inkaica
-según César Ugarte, que define en general los
rasgos de nuestro proceso con suma ponderación-, eran los
siguientes: "Propiedad colectiva de la tierra
cultivable por el 'ayllu' o conjunto de familias emparentadas,
aunque dividida en lotes individuales intransferibles; propiedad
colectiva de las aguas, tierras de pasto y bosques por la
marca o tribu,
o sea la federación de ayllus establecidos alrededor de
una misma aldea; cooperación común en el trabajo;
apropiación individual de las cosechas y frutos" . Esta
situación, según Mariategui, encuentra fin en el
sistema de
coloniaje impuesto
posteriormente por los españoles y no por el Inka. no por
haber constituido la destrucción de las formas
autóctonas, sino por no haber traído consigo su
sustitución por formas superiores. El régimen
colonial desorganizó y aniquiló la economía agraria
inkaica, sin reemplazarla por una economía de mayores
rendimientos. Bajo una aristocracia indígena, los nativos
componían una nación
de diez millones de hombres, con un Estado eficiente y
orgánico cuya acción arribaba a todos los
ámbitos de su soberanía; bajo una aristocracia
extranjera, los nativos se redujeron a una dispersa y
anárquica masa de un millón de hombres,
caídos en la servidumbre y el
"felahísmo".
Aunque de manera poco aséptica he desprendido
algunas observaciones, primeramente en lo referido a
nomenclaturas, y categorizaciones, y posteriormente a un
desarrollo evolutivo del florecimiento de formas estructurales en
la América Histórica, cabe mencionar que el tema es
mucho más complejo y requiere de una detención un
poco más humana para comprender la funcionalidad de las
afirmaciones aquí desprendidas. Cada cuestión
retazada en este ensayo, sirve para componer de alguna manera, un
pre-esquema a lo que serán posteriores estudios de la
tierra que nos mantiene en pie.
Muchos cabos sueltos quedan aquí, muchas
divagaciones sin respuestas, pero sin duda la importancia de este
acercamiento está justificado en la visión
crítica que se puede formular de los sistemas
pre-establecidos, renegando de alguna manera a las cuestiones
estructurales proferidas por el positivismo
cientificista. Es de especial atención esta situación, pues en
nuestra experiencia como alumnos escolares muy
extrañamente se nos invita a la crítica de los
modelos
diseñados, quizás por un miedo generalizado a
reordenar este equilibrio
inestable en posteriores abordajes del asunto
histórico.
En definitiva, pienso que en América se dieron
modos particulares de culturalización y en torno al
análisis del materialismo
histórico, siempre nos queda una duda especial
referida al estancamiento de la cuestión del modo
asiático de producción, pues dicho estancamiento y
posterior vuelta al ciclo de inicio, tendría un fin en las
estructuras del Inka y Azteca, y un posterior advenimiento de las
formas primitivas, ciclo que fue interrumpido por la llegada de
los peninsulares hispánicos, y la instauración de
una superestructura que marginó, o liquidó
cualquier elemento anterior. Es por esto mismo que a veces se cae
en el superficial , pero no menos importante estudio de los
aspectos decorativos de la cultura del
hombre americano original, evitando de frente la discusión
sobre los aspectos de fondo que caracterizaron la vida en la
vieja América.
· Toltecáyotl. Aspectos de la cultura
náhuatl. México,
Fondo de Cultura Económica (Miguel León Portilla).
Tocante a la "Infraestructura" – Sociedad y
Economía
· Para una Historia del Pensamiento
Político Aymara – Entre Ch’axwa y Muxsa
– Tristan Platt.
· Prehistoria de
América. Chile,
Editorial Universitaria (Osvaldo Silva).
· En torno a los Orígenes del Hombre Americano.
Editorial Universitaria (Bernardo Berdichewski).
· El problema de la tierra. El problema del
Indio. (Jose Carlos Mariategui). Publicado en Patriagrande,
publicación digital mexico-cubana.
· Historia y Poder en los Andes Centrales. Alianza
Editorial (Luis Millones).
· Historia del Perú Antiguo. (Luis
Valcárcel)
Nicolas Girón
Para la cátedra de Historia de
América y Chile
I