El exceso de la pesca no
sólo reduce la existencias de especies, sean o no objeto
de pesca, sino que también causa un fuerte impacto en el
ecosistema
marino. Más aún, una mala administración sumada a esta actividad le
hace perder a la industria
pesquera miles de millones de dólares de ingresos
potenciales.
En la última década se hizo evidente que
los recursos
pesqueros que se creían prácticamente inagotables,
han comenzado a declinar de una manera inimaginable. Durante las
décadas que se desarrollaron entre los años de 1960
y 1970, la producción de las flotas de alta mar y
aguas interiores aumento significativamente, alrededor de un 6%
anual en promedio. En la década de 1980, la tasa de
crecimiento disminuyó y en la década de 1990, la
cosecha se nivelo, la curva de producción mundial de pescado se
volvió horizontal al alcanzar los 100 millones de
toneladas anuales, y no se ha modificado en los años
posteriores.
Sin embargo, el problema continua siendo evidente,
mientras el producto de
acuacultura crece, los rendimientos de las pesquerías que
capturan especies no cultivadas en los océanos y aguas
interiores es desparejo. Abundantes pesquerías de especies
de mares profundos como el bacalao de Nueva Inglaterra y el
Canadá oriental empezaron a desaparecer, las del especies
del atún gigante del océano Atlántico se
redujeron a niveles que ponían en peligro su capacidad de
reproducción y varias especies del
salmón del océano Pacífico y
Atlántico fueron colocadas en la lista de especies en
peligro.
La pesca sin control se ha
extendido tanto en el mundo desarrollado como en el mundo en
desarrollo.
Este tipo de pesca tiene efectos perjudiciales obvios en las
especies que son objeto de capturas y al mismo tiempo, se afecta
el ecosistema en
el cual viven esas especies causando perjuicios a los pescadores
y sus comunidades.
La Organización de las Naciones Unidas,
a través de la FAO, considera que las especies marinas de
las que se dispone información, del 47 al 50% están
explotadas a plenitud, del 15 al 18% se explotan excesivamente y
del 9 al 10% se han agotado o se recuperan del
agotamiento.
Las consecuencias ambientales de esta actividad son
muchas, entre las cuales se pueden enumerar:
-Cosecha no intencional excesiva de especies que no son
objeto de pesca.
-Cosechas reducidas de los peces objeto
de pesca.
-Cosecha de especies protegidas.
-Modificaciones en los ecosistemas.
Si tomamos el caso de peces que no
se pretende pescar o la denominada pesca colateral, se estima que
representa cerca de una cuarta parte del total de la pesca
mundial. La pesca colateral comprende todos los peces que son
capturados pero no se desea retener o utilizar, o que se debe
descartar debido a la regulación de su manejo. Pueden
incluir especies especialmente protegidas como mamíferos marinos, o especies en peligro de
extinción, o individuos jóvenes demasiado
pequeños para comercializarlos, u otras especies de peces
sin el valor que se
busca o recreativo para el pescador. Es común, que las
especies no deseadas se descarten en el mar o en la costa, cuando
ya han perdido la vida.
Varios tipos de aparejos de pesca no son selectivos y
pueden capturar pesca no deseada. Las redes verticales sostenidas
por dos embarcaciones pueden capturar peces jóvenes y
mamíferos marinos como los delfines. Los
sedales largos capturan aves marinas,
tortugas de mar y peces que no se desea comercializar, junto con
la pesca que se busca recoger. Las redes verticales que
capturan a los peces atrapándolos por las agallas pueden
atrapar también aves marinas,
y ese tipo de redes, una vez descartadas, pueden seguir
capturando y matando animales marinos,
lo que es conocido como pesca fantasma. Las redes de arrastre son
un tipo de aparejo particularmente no selectivo y pueden realizar
una pesca colateral de muchas especie diferentes. Además,
aumenta la preocupación respecto de los problemas que
las redes de arrastre pueden causar en los ecosistemas
marinos.
La pesca persistente puede llevar a la
eliminación de los ejemplares más grandes y viejos
de una población o especie. Las poblaciones que
sufren esta actividad se caracterizan por individuos menos
productivos, lo que finalmente lleva a una declinación de
las existencias. Sin embargo, si la pesca excesiva se contiene y
los recursos de las
pesquerías se administran de una manera sostenible, el
costo del pescado
capturado declina y las cosechas aumentan a pasos
importantes.
Además de los numerosos costos
ambientales, esta actividad implica costos
económicos de gran importancia. Si los recursos de las
pesquerías se administran de una forma adecuada, la
cosecha total podría aumentar unos 10 millones de
toneladas métricas, sumando 16.000 millones de
dólares anuales a los ingresos brutos a
nivel mundial.
La mala administración y la pesca excesiva han
hecho que la industria
pesquera se maneje deficientemente. En 1992, la FAO estimó
que los ingresos mundiales por ventas de
primera mano eran de 70.000 millones de dólares, en tanto
que el costo operativo
total de la flota pesquera mundial fue de 85.000 millones, lo que
significa que la flota opera con un déficit anual de
15.000 millones de dólares.
El déficit operativo puede atribuirse al
crecimiento notable de la flota pesquera mundial entre los
años 1979 y 1989 que la FAO estima que había
aumentado un 322%, sin un aumento concominante de los recursos
pesqueros. De hecho, durante este período la cosecha de
las pesquerías mundiales creció tan sólo la
mitad, aproximadamente, de la tasa de aumento de las flotas, lo
que es causa de exceso de la capacidad de la flota pesquera
mundial. En las pesquerías, donde cualquiera puede
participar, el exceso de capacidad lleva a menudo a la competencia de
pesca, en la que todos los pescadores tratan de capturar tanto
como pueden, tan rápido como pueden, antes de colmar la
cuota. Esto crea a menudo una oferta
excesiva en el mercado y reduce
los precios para
los pescadores, mientras da origen a problemas de abastecimiento
a largo plazo para los consumidores.
La pesca colateral excesiva, que con frecuencia
acompaña a esta actividad, representa costos
económicos para el sector. Estos costos incluyen
producción reducida de alimentos en
pesquerías que se especializan en peces adultos de
especies cuyos ejemplares jóvenes son descartados en otras
pesquerías, provocando una reducción de empleos en
las plantas de
procesamiento como en los locales de venta. El sector
de la pesca no es el único que experimenta costos
económicos relacionados con la pesca excesiva. Hay
también costos significativos para el
público.
Evidentemente, la pesca excesiva implica costos
ambientales y económicos importantes. Detener la pesca
excesiva y permitir que las existencias se reconstruyan
aumentaría la productividad y
maximizaría los ingresos de la industria a largo plazo.
Tal acción, es necesaria para estabilizar tanto los
recursos como la industria.
Cristian Frers
Técnico Superior en Gestión
Ambiental.
Técnico Superior en Comunicación
Social.
Ciudad Autónoma de Buenos
Aires.
República Argentina.