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Los valores organizacionales: Reflexiones necesarias




Enviado por robertojavier_90



    1. Las subculturas dentro de la
      empresa: una oportunidad
    2. Lo estático y lo
      dinámico en la conformación de los valores
      organizacionales
    3. Integración y
      congruencia
    4. Bibliografía
      revisada

    Cuando pensamos en los valores
    organizacionales todavía resulta algo difícil
    representárselos como valores
    morales. Y esto sucede porque tradicionalmente este
    último concepto se deja
    para explicar las conductas que tienen que ver con la
    expresión del "bien" y el "mal" desde un ámbito
    más general en el contexto social. A nivel individual las
    personas usualmente reconocen cualidades tales como honesto,
    fiel, la amistad como
    valor, sentido
    de compañerismo, altruismo, etc., para describir de
    algún modo las particularidades del comportamiento
    de una persona en
    relación con un grupo o como
    expresión de su actitud
    general hacia la sociedad en que
    se encuentra.

    Cuando tratamos de pensar la
    organización como entidad social y buscamos aquellos
    valores que
    nos puedan describir su "personalidad"
    diferenciadora de otras entidades sociales, incluso explicar su
    comportamiento
    organizacional, nos resulta sin dudas algo más
    trabajoso. Sin embargo, es un hecho el papel
    educativo que juegan organizaciones en
    la formación de un conjunto de valores que permiten el
    desarrollo y
    la competitividad
    de la misma.

    Las organizaciones
    fomentan una serie de valores que componen la moral de
    las mismas y que cumplen aquellas funciones que se
    le reconocen a la moral
    tradicionalmente: reguladora, educativa, cognoscitiva,
    orientadora, motivacional, comunicativa y
    pronosticadora.

    Estas funciones se
    articulan de tal manera en la práctica que aparece como un
    todo interactivo.

    Los valores en este sentido operan como puntos de
    referencia o "luces de señal" que le permiten al individuo
    actuar debidamente en la organización. Para Marx, el valor, en
    cualquiera de sus acepciones no puede ser visto fuera de la
    dimensión subjetiva, es esencialmente una relación
    cuyo significado se potencia a
    través del sentido que encarne, como objeto o
    fenómeno, en la vida del sujeto.

    La moral de
    la
    organización esta conformada no solo por los valores,
    que constituyen su expresión más trascendental,
    sino también por aquellas normas,
    estatutos, procedimientos,
    creencias y actitudes
    generalizadas que aprendemos en nuestra relación con la
    sociedad, es
    decir a lo largo del proceso de
    culturalización o socialización.

    Se puede precisar en la literatura una diversa nube
    de conceptos que intentan definir, enmarcar, desarrollar un
    referente común para entender esta realidad
    socio-psicológica. Algunos como Dolan y Salvador
    García los definen como palabras que tienen una
    especial potencia para dar
    sentido y encauzar los esfuerzos humanos,
    Díaz Llorca apunta que son fuerzas impulsoras del modo
    como hacemos nuestro trabajo y marchan unidos con nuestras
    creencias, Ramírez y
    Cabello señalan que estos son un conjunto de enunciados
    que reflejan los principios
    fundamentales bajo los cuales debe operar la
    empresa.

    Estos son solo algunas de estos conceptos. Nuestro
    interés
    no es precisamente hacer una valoración exhaustiva del
    concepto de
    valor organizacional.

    Esencialmente se destacan elementos que sobre todo
    describen, ofrecen características de los valores pero no
    ofrecen una dimensión diferenciada de los mismos. En la
    práctica, muchas veces las personas con que trabajamos nos
    plantean la dificultad para entenderlos y así poder pensar
    sobre ellos. Por este motivo decidimos aportar un subrayado que a
    nuestro parecer ofrece claridad al respecto:

    Los valores organizacionales esencialmente son
    cualidades de la cultura de las
    empresas,

    que son jerarquizados o asumidos de preferencia porque son
    percibidos (en mayor o menor grado de conciencia), como
    elementos indispensables para alcanzar logros
    colectivos.

    Sin duda son aprendizajes estratégicos, componen
    la base de principios de la
    empresa, que
    se pueden resumir en palabras entre otras características pero mi intención es
    ubicar un recipiente, que para nada es estático, puede
    estar sujeto a modificaciones, siempre y cuando ofrezcan nuevas
    oportunidades para la comprensión del fenómeno que
    estudiamos

    La empresa como ente
    tiene un ideal que se expresa en la visión pero que no es
    suficiente, se hace necesario determinar cual es el ideal de
    empresa que a usted le gustaría tener, en función de
    los valores organizacionales, entonces se identifica cuales son
    aquellos valores que se acercan y cuales se alejan de este
    ideal.

    Por otra parte es importante saber cual es la
    imagen que
    tienen los empleados de su empresa y cual desearían
    tener, la diferencia es la zona desajuste o
    contradicción que debe ser aprovechada para lograr un
    avance en la satisfacción de los empleados. Esta zona nos
    dice que hacia donde debemos trabajar para lograrlo.

    Las subculturas son una forma de diferencia y riqueza en
    la cultura
    organizacional, pueden ser percibidas como amenazas
    precisamente por los retos que plantean a la integración de la empresa. Sin
    embargo, estas representan una oportunidad: solo hay que
    encontrar el modo de aprovecharla.

    Las subculturas
    dentro de la empresa: una oportunidad

    Las subculturas de la disidencia han sido
    históricamente ubicadas en los márgenes de las
    sociedades,
    solo cuando han representado una ganancia para industria
    capitalista es que se ha retomado su discurso,
    aprovechándolo en función
    del mercado. Lo mismo
    que el pelo largo en la década de los 60 y 70 otros
    símbolos de rebeldía e inconformismo se han
    producido en serie, despojando así el mensaje original de
    estas subculturas.

    Dentro del ámbito de las empresas ha
    sucedido parecido en algún sentido. Los planteamientos
    discursivos de determinados departamentos, sectores, unidades
    básicas, brigadas etc., han sido suprimidos imponiendo los
    aspectos culturales que representan el pensar
    mayoritario.

    No se trata asumir una policromía cultural de
    una empresa
    que impida establecer modos comunes de hacer, de pensar sobre
    determinados aspectos, de evaluar comportamientos colectivos,
    sino más bien de ver en las diferencias una oportunidad
    constante de cambio de
    adaptarse al entorno, de actualizar la cultura de la
    empresa.

    Muchos de los planteamientos que pueden leerse en el
    comportamiento
    de las subculturas poseen ideas, valores, actitudes ante
    determinadas realidades, que pueden reorientarnos en nuestra
    proyección estratégica. Cuando de plantea que la
    estrategia de una
    organización debe constituirse teniendo en
    cuenta los aspectos o variables
    culturales, no se refiere un acto de planificación enmarcado en un lapsos corto
    de tiempo sino a
    un proceso de
    revisión y reajustes que implica mirar a nuestro interno,
    analizar como reacciona la organización y aprender para el
    cambio.

    Luis Britto García en su libro El
    imperio contracultural: del rock a la
    postmodernidad nos ofrece una visión extraordinaria de los
    mecanismos que se implementan en el capitalismo
    para homogeneizar las culturas y las incidencias del consumismo.
    En este trabajo Britto García nos plantea que las
    subculturas representan un momento de desarrollo:

    "La generación de subculturas y contraculturas
    nos permite el desarrollo y adaptación de las culturas,
    cuando estas primeras son aplastadas entonces se pierde la
    posibilidad de desarrollo" (1996, p6, citado por Pérez
    Palacios 2001)

    Más adelante continua:

    "La capacidad de supervivencia de una cultura se define
    por su habilidad aprender de sus subculturas, sin destruirlas ni
    ser destruidas" (ídem, pag.21)

    Entiéndase en las citas anteriores los conceptos
    de subculturas y contraculturas del siguiente modo: La primera
    significa un análisis de un aspecto parcial de la
    realidad ambiental o social y se expresa como un conjunto de
    proposiciones para relacionarse con este aspecto. El segundo como
    un conflicto
    irreconciliable entre una subcultura y la cultura madre. Esto
    según Britto García.

    Cuando analizamos los diferentes procesos
    grupales que se desarrollan en la organización
    necesariamente pensamos en el término de subcultura,
    porque esta es una realidad que se expresa como
    característica de cualquier cultura.

    En el desarrollo de la misión y
    la visión de la organización como dos componentes
    importantes para su proyección estratégica, lo
    cuales deben reflejar o recoger un sentido colectivo de la
    actividad que se realiza, el análisis de las subculturas de nuestra
    organización nos debe llevar por el camino de establecer
    criterios para conformar el sentido compartido de los valores, no
    para suprimir las diferencias.

    Lo estático y lo dinámico en la
    conformación de los valores
    organizacionales.

    La consideración de este tópico en este
    trabajo se debe a la necesidad de lo poco abordado que ha sido en
    la literatura, al
    menos por los máximos exponentes del tema en la dirección por valores (Michael O´
    Connor, Dolan y García S.).

    Desde la práctica en las empresas, asesorando los
    procesos de
    cambio que se quieren implementar he podido apreciar que no
    están muy clara estas ideas a las que intento hacer
    referencia: otra razón para que las introduzca en este
    trabajo.

    Los valores organizacionales como otras tantas
    realidades socio-psicológicas presuponen una
    dimensión dinámica en su creación y
    desarrollo. Me atrevería a decir que la idea de lo
    estático es mucho más engañosa de lo que
    realmente reconocemos. Pensemos en un niño, por ejemplo,
    que ha crecido en un ambiente
    familiar donde la honestidad es un
    valor que se difunde, se defiende y se coloca en un lugar
    prioritario en la moral de
    la familia.
    Este niño aprende a discernir entre las formas de lo
    "bueno"y lo "malo" a través del lente: honestidad. Se
    comienza a enfrentar a un mundo de aprendizajes y situaciones
    donde le resultará muy difícil establecer criterios
    comparativos, encontrar congruencia entre lo que vivencia y lo
    que piensa. Comienza entonces la elasticidad
    conceptual de los valores, el movimiento
    hacia la transformación y enriquecimiento. Lo que
    significa el grupo de
    coetáneos, los medios de
    comunicación masiva, opiniones de los adultos,
    historietas y lecturas, proceso educativo escolar, etc.,
    esencialmente es la experiencia como una fuente constante de
    ajustes, modificaciones, adquisiciones que imprimen nuevas
    cualidades a las realidades que nos conforman. Mediante la
    reflexión como herramienta fundamental del pensamiento
    para el desarrollo el individuo hace suyo el entorno. La
    honestidad se mantiene como valor (en este sentido lo
    estático) pero ¿es la misma?

    El hecho de que constantemente nuestros valores se
    actualizan en función de los escenarios interactivos en
    que nos movemos, llama la atención sobre las posibilidades que esto
    representa en la conducción del proceso de dirección por valores en una empresa. No
    se trata de pensarlos como algo caótico e imprevisibles,
    se trata de que las influencias que puede ejercer la alta
    dirección en función de la creación de un
    contexto de ética e
    integridad* debe estar guiados por el ejemplo, la retroalimentación, la sistematicidad y la
    tolerancia; lo
    cual implica conocimiento y
    dominio de la
    complejidad de este proceso.

    Para no quedarnos en el plano discursivo ilustraremos lo
    que intentamos decir.

    Supongamos que en nuestra empresa se reconocen algunos
    valores como pueden ser: orientación al cliente, calidad en
    el trabajo,
    organización y profesionalidad. Esos valores deben
    reflejarse en comportamiento de los trabajadores en la
    organización.

    La dimensión dinámica no se agota con lo expuesto hasta
    aquí, es decir, no solo implica una constante
    reconceptualización como expresión de cambio al
    interno de los valores sino también como expresión
    de la movilidad en una jerarquía de valores. Del mismo
    modo que las necesidades psicológicas de las personas se
    organizan jerárquicamente así ocurre con los
    valores. Existen valores que se agrupan en la cima y otros que
    pueden ser subordinados ( esto solo significa que existe
    más tolerancia en
    esta zona ).

    Los valores que se encuentran en la cima, aquello que
    han sido priorizados por el individuo en función del
    contexto auténtico, real en que se desenvuelve pueden
    variar, precisamente en dependencia de la situación, del
    momento experiencial. Viéndolo de este modo estamos
    realizando un análisis horizontal, como si le
    hiciéramos un corte transversal a la vida del sujeto. Este
    se mueve en diferentes contextos y así actualiza su
    escala de
    valores; ya no solo porque sean aprendizajes estratégicos*
    en si mismos sino porque resulta estratégico esta
    adecuación al contexto. Permite esencialmente que en
    individuo se ajuste, se adapte y pueda sobrevivir.

    .Si nos situamos a lo largo del desarrollo
    ontogenético del individuo, realizando ahora un corte
    diagonal de su vida, entonces vemos como el mismo crecimiento o
    no, de la esfera moral se produce en relación con la
    concepción de la vida que se va desarrollando. Esto
    necesariamente implica cambios, modificaciones en la escala de valores
    del individuo.

    Cuando nos llega un nuevo empleado a la
    organización, nos llega su universo
    experiencial, expresado en su historia real-concreta,
    donde sus valores e representan el modo en que ha asumido y
    resuelto un complejo conglomerado de vivencias significativas y
    contradictorias. Nos llega además una superposición
    única de culturas, que tienen el reto de integrarse a una
    más: la nuestra. En este proceso el directivo debe asumir
    un rol de conductor, guía, facilitador, etc., donde el
    ejemplo, la estimulación constante, la retroalimentación y la tolerancia son
    factores claves del éxito.

    Cuando muchos investigadores y teóricos que han
    desarrollado la cuestión de los valores desde cualquier
    ámbito, han apuntado con mucha certeza que estos tienen un
    carácter histórico – social, y
    por supuesto se moldean desde las relaciones
    interpersonales en los diferentes escenarios concretos y
    simbólicos en que se mueve el individuo, no solo se puede
    ver en el sentido de su génesis y desarrollo sino para
    comprender además esta dimensión o carácter
    dinámico que hemos estado
    presenciando en nuestro trabajo.

    Los valores no representan una camisa de fuerza. Una
    persona que
    perciba la imposición de un valor por muy importante que
    este sea pero que sencillamente no le resulta atractivo puede
    reaccionar de varias formas ante esta situación. Dos de
    esto salidas pueden ser: 1) rechazar abiertamente este valor, 2)
    comportarse engañosamente, lo que equivale a la puesta en
    escena de la doble moral.

    Estas opciones comportamentales dependen de diversos
    factores pero sobre todo del estado de sus
    necesidades fundamentales.

    García, S y Dolan L.; La dirección por
    valores. Estos autores reconocen los valores como aprendizajes
    estratégicos en función de los intercambios del
    individuo con el medio en que se encuentre insertado.

    Por ejemplo si estamos situados en una persona que tiene
    una fuerte necesidad de reconocimiento social o
    aprobación, o sea, le interesa mucho lo que piensen los
    demás de si, y depende de esta aprobación para
    sentirse feliz, pero no logra asimilar la imposición de un
    valor entonces su conducta
    probablemente tenderá a la implementación de la
    doble moral. Esta última es uno de los canceres sociales
    que afecta terriblemente a cualquier sociedad en desarrollo y la
    vida de las organizaciones en particular.

    Para cualquier empresa conocer no solo sus valores,
    aquellos que se estimulan y se defienden con más fuerza, sino,
    además, características o peculiaridades de los
    mismos, estructuración jerárquica, es muy
    importante ya que desde este conocimiento
    se puede actuar a favor de su desarrollo con más
    acierto.

    Integración y
    congruencia
    .

    La necesidad de una congruencia en el comportamiento del
    individuo está asociada a la necesidad de una identidad. El
    mismo Balzac apuntó " Cada hombre ha
    sentido la necesidad de procurarse como una bandera de su
    poder, un
    signo encargado de instruir a los viandantes del lugar que ocupa
    en la cucaña, en cuya cima realizan ejercicios los
    reyes" (Tratado de la vida Elegante en Balzac por
    Baudelaire y Barbey D´ Aureville, 1974).Y no existe dudas
    al respecto, el individuo a través de su comportamiento
    trata de mantener una especie de congruencia con lo que piensa de
    si mismo, esta necesidad organiza la salida de muchos
    comportamientos que conforman la esfera moral del individuo. Los
    valores a igual que otros componentes de la
    personalidad representan un filtro a través del cual
    el individuo regula su comportamiento y evalúa el de los
    demás. El nivel de conciencia y
    elaboración que tenga de sus valores le permitirán
    una mejor regulación y autocontrol.

    La importancia de entender este elemento de la conducta de las
    personas para cualquier empresario radica en que puede
    identificar en el comportamiento de sus empleados el nivel de
    congruencia
    como un elemento clave para establecer criterios
    en el desempeño de la dirección por
    valores. Cuando este nivel se presente de manera pobre
    sería entonces una cuestión a valorar por parte de
    los directivos.

    Una de las razones por las cuales el nivel de
    congruencia puede aparecer pobre es porque los valores funcionan
    a nivel de estereotipos o existe poca labor reflexiva al
    respecto, dentro de la empresa. No existe una
    interiorización de estos valores, por lo tanto
    habría que revisar qué valores se divulgan,
    cómo se realizó el proceso de identificación
    de estos valores y qué seguimiento se les ha
    dado.

    Los valores, además, integran, resumen,
    significan un intento constante de "tener a mano" aquello a lo
    que realmente le otorgamos importancia en la vida. Nuestras
    necesidades psicológicas se expresan en nuestros valores,
    principios y éticas de actuación por lo tanto le
    imprimen una fuerza y dinámica, se actualizan en
    función de las demandas de estas necesidades.

    El sistema de
    creencias del individuo sobre diferentes aspectos de la realidad
    social se integra en valores, muchas creencias congruentes entre
    si pueden resumirse en un valor. Si usted considera, tiene la
    creencia que las personas deben retribuirle con una acción
    de agradecimiento cuando hace algo a favor de ellos, y,
    además, se molesta tremendamente cuando esto no sucede
    así, entonces usted defiende el valor reciprocidad en las
    relaciones
    interpersonales.

    De igual modo se precisan los valores organizacionales
    si usted entiende que el trabajo es
    importante para la formación del hombre porque
    le permite enfrentar el sacrificio, el resultado devenido del
    sudor y el esfuerzo, además contribuye a establecer una
    disciplina en
    la vida, compromisos, responsabilidades entre muchos otros
    aspectos, entonces probablemente usted defienda el trabajo como
    un valor en si, unido a otros derivados de las relaciones
    laborales. Por lo tanto cuando pensamos en los valores de un
    trabajador necesariamente hay que pensar en su sistema de
    creencias.

    Bibliografía revisada

    • Britto García L.; 1996; "El
      imperio contracultural: del rock a la
      postmodernidad"; Ed. Caracas
    • Colectivo de autores; 1986; " Ética";
      Ed. Progreso
    • Cloke, K. y Goldsmith, J.; 2001¨ El fin
      del managament y el surgimiento de la democracia
      organizacional ¨
    • Díaz, C. 2000; "Dirección por
      valores. Algunas reflexiones para la acción". Folletos
      gerenciales No 9. MES
    • García, S. y Dolan S.L.; 1997, ¨ La
      dirección por valores; Ed. MacGraw- Hill.
    • Gómez, R., 1999, "Ética
      empresarial: teoría y casos", Rialp, Madrid.
    • Pérez Palacios R. J.; Tesis de
      diploma; 2001; "Tan cubano como el que más: un
      estudio de identidad
      nacional en un grupo de delincuentes habaneros"
    • Pérez López, J. A., 1998,
      "Liderazgo y
      ética
      en la dirección de empresas. La nueva empresa del siglo
      XXI", Deusto, Bilbao
    • Ramírez, D. y Cabello, M.; 1997;
      "
      Empresas competitivas; Ed MacGraw-Hill
      interamericana.

    Robbins, S. P. 1999. Comportamiento
    Organizacional.
    Conceptos, Controversias. Aplicaciones.
    Octava Edición. Prentice Hall Hispanoamericana S.A.,
    México

     

     

     

    Autor:

    Lic. Roberto Javier Pérez
    Palacios

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