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Ricardo Flores Magón




Enviado por hcetinamx



    Antología
    libertaria

    1914

    1. Tomemos la
      riqueza
    2. Dentro de la ley y el
      orden
    3. ¡Muera la
      Constitución
    4. Sin jefes
    5. Sin autoridad
    6. Sin gobierno
    7. Por la Patria
    8. La intervención y los
      presos de Texas
    9. El deber del
      revolucionario
    10. No más
      gobierno
    11. Las
      elecciones

    TOMEMOS LA RIQUEZA

    31 de Enero de 1914

    El porvenir revolucionario de México es
    más brillante cada día, Las tendencias del movimiento son
    cada vez más preciosas. Al principio, el pueblo oprimido
    se levantó en armas, cansado de
    sufrir la tiranía del cacique y del patrón: pero
    fue en la generalidad de los rebeldes un acto ciego ya que,
    sintiendo en el cuello la presión de
    una mano estranguladora, emplea puños, uñas y
    dientes para salvarse de la asfixia. Fue el movimiento del que,
    rodando por una pendiente, se aterra el primer ramaje con que
    tropiezan sus manos. El movimiento causado por
    desesperación pudo haber terminado en una nueva
    tiranía, en un vulgar cambio de
    gobernantes, si la propaganda y
    ejemplo de los revolucionarios conscientes no hubiera logrado
    concretar en una aspiración común el ansia de
    libertad y de
    bienestar que animaba al pueblo. Esa aspiración
    común es la abolición de la propiedad
    individual de la
    tierra.

    Por eso ahora el proletario que tiene un fusil en las
    manos, aunque milite bajo las banderas de Zapata, Vázquez
    Gómez o Carranza, tiene la aspiración común;
    la toma de posesión de la tierra. La
    propaganda y el ejemplo de los libertarios del Partido Liberal
    Mexicano han producido ese saludable efecto, y los
    revolucionarios sinceros debemos sentirnos satisfechos del
    resultado. LA sangre de la
    Práxedis, de Ulibarri, de Tanguma, de Pérez
    Peña. De Rincón y de tantos miles de los nuestros
    no, ha sido regada en vano. El sacrificio de los buenos no ha
    sido estéril, y esto debe servirnos de estímulo
    para redoblar nuestros esfuerzos hasta lograr que la
    aspiración común no sea solamente la toma de
    posesión de la tierra, de la maquinaria y de los medios de
    transporte.
    Sino la abolición del principio de autoridad,
    pues mientras la autoridad exista serán un sueño la
    libertad económica, política y social del
    proletariado, como lo explicamos en nuestro Manifiesto del 23 de
    septiembre de 1911.

    Debemos llevar al cerebro de todos
    los desheredados la convicción de que ningún
    Gobierno puede
    conducir al pueblo a la libertad, porque el gobierno es una
    institución necesaria para defender los intereses de la
    clase
    capitalista, por lo mismo el Gobierno e s el enemigo natural
    lógico de la clase trabajadora. El interés
    del capitalista es aumentar sus ganancias, y no puede aumentarlas
    sin robar al trabajador el producto de su
    trabajo. El
    capitalista no podría efectuar ese robo sin el auxilio de
    la autoridad, y es por eso por lo que la sostiene; pero los
    desheredados, los pobres, no tenemos necesidad alguna de
    autoridad, y debemos luchar por aniquilarla,
    considerándola como lo que en realidad es: el perro del
    capital.

    Cuando logremos llevar a la conciencia de los
    que luchan bajo las banderas políticas,
    la convicción de que la autoridad significa
    tiranía: de que los proletarios no debemos esperar nada
    del Gobierno, como no sea opresión y miseria; cuando
    al empuñar el fusil del proletario se haga el
    propósito de tomar por si mismo posesión de la
    tierra, de la maquinaria y de los medios de transporte, sin
    esperar a que un gobernante bueno le haga el favor, entonces la
    revolución
    social habrá sido consumada.

    Acerquémonos ese instante, hermanos de
    infortunios; desconozcamos a todos los jefes; hagámonos el
    propósito firmísisimo de arreglar nuestros asuntos
    por nosotros mismos; no esperemos a que nos hagan el favor de
    darnos lo que nos pertenece, y, como hombres, pongamos nuestras
    manos sobre lo que siglos de ignorancia y de cobardía
    habían permitido que estuvieran en poder de
    nuestros verdugos: la riqueza.

    (de Regeneración)

    DENTRO DE LA LEY Y EL
    ORDEN

    14 de febrero de 1914

    Proletario: si alguien, quienquiera que él sea,
    te dice que tu emancipación puede ser alcanzada dentro de
    la ley y el orden, escúpele el rostro con la seguridad de que
    habrás castigado a un embustero.

    Dentro de la ley y el orden puedes ir a la esclavitud, nunca
    a la libertad. Es practicando la ilegalidad ; es transformando lo
    que la ley llama orden como se conquista la
    emancipación.

    Y no puede ser de otra manera: la ley obliga a que
    respetemos las instituciones
    políticas y sociales que nosotros creemos malas, porque de
    ellas se derivan la pobreza, el
    crimen y la esclavitud. Si queremos, pues, cambiar esas
    instituciones políticas y sociales que nos esclavizan, por
    otras que garanticen nuestra libertad y nuestra felicidad,
    tenemos forzosamente que desobedecer el mandato de la ley que nos
    obliga a respetar las instituciones existentes, y esa
    desobediencia trastorna el orden.

    Por eso todo revolucionario sincero, honrado y valiente
    debe ser un ilegal. Y el revolucionario que proclama respetar la
    ley y el orden es un farsante.

    O se es legalista, y entonces, ya que confundirse con la
    masa de carneros que sufren con paciencia todas las humillaciones
    del actual sistema, o se es
    ilegalista, irrespetuoso, desobediente,
    revolucionario.

    Nosotros los revolucionarios vamos contra el capital,
    el gobierno y el clero que forman las instituciones
    políticas y sociales que la ley ampara;
    ¿Podríamos demoler esas instituciones sin tropezar
    siquiera con la ley? Claro está que no, porque la ley
    claramente ordena que la respetemos y, cualquier atentado que
    cometamos contra ellas es un crimen.

    Así pues, si no queremos cometer ese crimen,
    somos legalistas, pero no revolucionarios, aunque a voz en cuello
    gritemos que somos esto último. Si respetamos la ley y el
    orden seremos muy buenos borregos, pero muy malos
    revolucionarios.

    A escupir el rostro de los llamados revolucionarios que
    respetan la ley y el orden.

    (de Regeneración)

    ¡MUERA LA COSTITUCION!

    28 de febrero de 1914

    Estamos en plena efervescencia constitucionalista. Hay
    muchos, hay muchísimos constitucionalistas, y no falta
    quien se deje romper la crisma y esté dispuesto a romperla
    a su vez por defender un libraco que tiene por título:
    "Constitución política de los
    Estados Unidos
    Mexicanos".

    Este libraco fue promulgado el 5 de 1857. Para su
    promulgación corrió torrentes de sangre del
    proletario mexicano y a torrentes siguió corriendo como
    resultado de la misma promulgación. Centenares de miles de
    vidas de trabajadores consto el pueblo mexicano la
    adquisición de ese libraco no fue escrito para emancipar a
    la clase trabajadora, sino para legalizar el robo cometido por la
    clase patronal y robustecer la autoridad.

    Naturalmente que los jefes animaron a los proletarios a
    tomar las armas para tener una constitución
    diciéndoles que la constitución los iba a hacer
    libres y felices, y los proletarios lucharon como los buenos para
    remachar sus cadenas pues con su triunfo quedó legalizado
    el principio de propiedad individual que es la base de todas las
    tiranías, de todas las explotaciones, de todas las
    imposiciones. La constitución de 57 legalizó el
    robo cometido pro el conquistador español
    con perjuicio del indio y, los robos de todos los burgueses de
    todas las épocas hasta su promulgación, y
    después, siguió legalizando la explotación
    del burgués a quien autoriza para que tome para su
    beneficio parte de lo que produce el trabajador, quedando
    éste reducido a la misma condición se siempre;
    esclavo del taller, d la fábrica, de la mina, del campo, a
    pesar de la sangre derramada a torrentes, a pesar de las promesas
    de los jefes, sucediendo todo esto por la sencilla razón
    de que, como antes dije, la constitución no fue escrita
    para emancipar a la clase trabajadora, sino para garantizar a la
    burguesía el disfrute pacífico de sus
    rapiñas y dar a la autoridad el prestigio y la fuerza
    moral que
    tanto necesita ser obedecida y terminada.

    Después del triunfo de la constitución,
    triunfo que estuvo amenazado de muerte por la
    resistencia de
    los conservadores y las agresiones de la intervención
    francesa y del imperio de Maximiliano, pudo consolidarse el
    gobierno democrático de Benito Juárez, el notable
    gobernante, notable, porque él fue la encarnación
    de la buena fe y de las instituciones sanas, pues pocos hombres
    como Juárez, habrán escalado el poder con el
    corazón
    todo abierto para lo que significa libertad y bienestar del
    pueblo, y, a pesar de todas las buenas intenciones, a pesar de la
    honradez indiscutible de Benito Juárez, la clase
    trabajadora mexicana sufrió hambre, escasez, miseria
    y esclavitud bajo el gobierno de ese hombre
    excepcional y al amparo de la
    flamante constitución política.

    Preguntad a los ancianos, si comieron más pan por
    medio de su trabajo durante la sencilla democracia de
    Benito Juárez que bajo el imperio de Maximiliano o la
    dictadura de
    Santa Anna, y os dirán que para el trabajador el pan ha
    sido escaso bajo todas las formas de
    gobierno, y que, además, tan escasa fue la libertad
    bajo el imperio, como bajo la dictadura y la
    república.

    Y es que, al amparar la constitución del 57 el
    principio de la propiedad privada o individual, deja al pobre a
    merced del rico. La constitución del 57 proclama la
    libertad política del ciudadano, garantiza a éste
    su libertad política, esto es, la libertad de hablar y de
    escribir sobre cualquier materia: la
    libertad de reunión, la libertad de moverse de un lugar a
    otro; prohíbe molestar a los ciudadanos en su domicilios,
    papeles y personas; concede el derecho de votar y otras muchas
    cosas; pero descuida garantizar a todo ser humano el derecho de
    vivir, pues a nadie se le garantiza el alimento, el vestido y el
    albergue, y de ahí que tan desgraciado sea el pobre bajo
    el amparo de la constitución del 57, como bajo la
    dictadura y el imperio.

    Y a pesar de todo, miles de trabajadores extraviados por
    las palabras sin sentido de los jefecillos y oradores
    carrancistas, se rompen la crisma por ver una vez más
    triunfante el pobre libraco que legaliza la esclavitud del
    proletariado y la explotación del
    burgués.

    Trabajadores carrancistas, dejad a vuestros pastores que
    con palabras más o menos bonitas os ponen el yugo el la
    nuca. La libertad política garantizada por la
    constitución del 57 es una mentira, y seguirá
    siendo una mentira, mientras todos y cada unos de los seres
    humanos que residen en México, hombres y mujeres, no
    tengan garantizado el pan, el vestido y el albergue que son los
    bienes que
    constituyen los que se llama libertad económica,
    entendedlo bien, es la base firme de todas las libertades. Un
    burgués es un hombre libre porque tiene asegurado el
    sustento, el vestido y el albergue, mientras que un pobre es un
    esclavo, porque no tiene asegurados esos bines, que son los
    esenciales, los necesarios para la vida humana.

    No podéis disfrutar de los derechos, garantías y
    privilegios que al ciudadano concede la constitución del
    57 por la sencilla razón de que sois pobres. No
    podéis ejercitar el derecho de escribir y hablar, porque
    no habéis tenido la oportunidad de educaos y de instruiros
    como lo han tenido los hijos de la burguesía, y aun cuando
    fuerais aptos para hablar y escribir sobre cualquier materia,
    tendrías que amoldaros a los gustos de vuestros
    señores, pues que si alguna vez hablaseis en contra de las
    leyes y de las
    instituciones existentes, y vuestra palabra o vuestros escritos
    pusieran en alguna manera en peligro la tranquilidad o los bienes
    del sacerdote, del rico o del representante de la autoridad, bien
    pronto ahogarían en vuestras gargantas la palabras y
    encadenarían vuestras manos , para que no hablaseis , ni
    escribieseis. Veis pues, que esos derechos o libertades, son una
    mentira cuando los que tratan de ejercitarlos son miembros de la
    clase trabajadora. ¿Para qué demonios sirve
    entonces ese libraco que se llama constitución
    política de los Estados Unidos Mexicanos?

    ¿El derecho de reunión garantizado por la
    constitución, pudiera ser ejercitado por los pobres?
    ¡Tampoco! Podéis reuniros ciertamente y aún
    tratar en vuestras reuniones asuntos de interés
    público o simplemente gremial; más apenas
    tocáis alguna cuestión interesante para vuestra
    clase, pero que la clase capitalista considera como contraria a
    sus privilegios, vuestra reuniones son disueltas a balazos o a
    palos y los más abnegados de los vuestros fusilados,
    ahorcados o encarcelados.

    ¿Y qué me diréis del derecho de
    moveros de un lugar a otro? Como sois pobres, llegáis muy
    mal vestidos y de muy mal aspecto a cualquier lugar en busca de
    trabajo. Con lo primero que tropezáis es con ese perro
    capital que se llama Policía, gendarme o "tecolote", como
    queráis y desde luego os encontrarais abrumado por
    preguntas que con todo vuestro corazón quisierais
    contestar con una puñalada, tan impertinentes y
    ultrajantes así son, y por si por vuestra mala fortuna no
    dais alguna contestación satisfactoria para el animal que
    os interroga acerca de vuestros antecedente y de vuestros
    propósitos. Vais derechito a la cárcel como
    sospechosos o como vagos, y de ahí se os enviará al
    cuartel a las plantaciones de los burgueses como esclavos,
    mientras vuestras familias perecen hambre o se prostituyen para
    llevar a la boca un pedazo de pan. Eso si, todo esto
    ocurrirá de una manera muy constitucional u
    democrática, bajo el amparo del libraco que ha costado
    torrentes de sangre al proletariado mexicano.

    Todo esto ha ocurrido en tiempo de
    Juárez, en tiempo de Santa Anna, en tiempo de Maximiliano,
    en tiempo de Lerdo, en tiempo de Díaz. En tiempo de De la
    Barrera, en tiempo de madero, en tiempo de Huerta y
    sucederá bajo el gobierno de Venustiano Carranza si sois
    tan necios de luchar por la constitución en lugar de
    empuñar el rifle para conquistar vuestra libertad
    económica tomando posesión de la tierra, de la
    maquinaria y de los medios de transporte sin esperar a que nadie
    es dé esos bienes sino tomándolos como hombres.
    Desafiáis la muerte para
    implantar la constitución que os tiene en la esclavitud,
    ¿por qué no la desafiáis para conquistar la
    libertad económica?

    Y en cuanto al derecho electoral. ¿Qué
    bien os reporta el nombraos autoridades? ¿No sabéis
    que la autoridad tiene que respetar el odioso libraco llamado
    constitución política de los Estados Unidos
    Mexicanos, el libraco que remacha vuestra cadenas, el libraco que
    os hace esclavos?

    ¿La autoridad? Yo quisiera que me os dijerais en
    que os beneficia la autoridad, ano ser que tengáis como
    beneficio el que os tome de soldados, el que os entierre en las
    prisiones, el que auxilie a vuestros amos para que se os explote
    mejor. Yo quisiera que me dijeseis para qué os sirve el
    "tecolote" a no ser que consideréis como protección
    el acto de romperos el cráneo o las costillas de un
    garrotazo y arrearos a patadas a la cárcel pro el solo
    delito de ser
    pobres.

    Si peleáis por ganar el voto, seréis como
    dice Mirbeau más estúpidos que las reses, porque
    siquiera esos dignos animales no
    eligen el carnicero que ha de degollarlos.

    Sabedlo, proletariados carrancistas, con vuestra
    actitud
    estáis remachando vuestras cadenas. Ilusionados por las
    promesas de que se os darán las tierras "después
    del triunfo", seguís la maldita bandera del
    constitucionalismo, pero por le mismo hecho de apoyar la
    constitución, os suicidáis, porque la
    constitución es vuestro peor verdugo, la
    constitución prohíbe terminantemente que se taque
    el derecho de
    propiedad de los ricos.

    Volved los fusiles sobre vuestros jefes y oficiales,
    proletarios carrancista, y gritaos con todas las fuerzas de
    vuestros pulmones: ¡Muera la constitución!
    ¡Viva la Tierra y Libertad!

    (de Regeneración)

    SIN JEFES

    21 de marzo de 1914

    Quered jefes y querer al mismo tiempo ser libres, es
    querer un imposible. Hay que escoger de una vez una de las dos
    cosas; o ser libres; enteramente libres, negando la autoridad, o
    ser esclavos perpetuando el mando del hombre sobre el
    hombre.

    El jefe o gobiernos son necesario solamente bajo un
    sistema de desigualdad económica. Si yo tengo más
    que Pedro, temo, naturalmente, que Pedro me agarre por el cuello
    y me quite lo que él necesite. En este caso necesito que
    un gobernante o jefe me proteja contra los posibles ataques de
    Pedro, pero si Pedro y somos iguales económicamente; si
    los dos tenemos la misma oportunidad de aprovechar las riquezas
    naturales, tales como la tierra, el agua, los
    bosques, las minas y demás, así como la riqueza
    creada por la mano del hombre, como la maquinaria, las casa, los
    ferrocarriles, y los mil y objetos manufacturados, la
    razón dice que sería imposible que Pedro y yo nos
    agarráramos de los cabellos para disputarnos cosas que a
    ambos nos aprovechan por igual, y en este caso no hay necesidad
    de tener un jefe.

    Hablar de jefes entre iguales es un contrasentido, a no
    ser que se trate de iguales en servidumbre; si los dos tenemos la
    misma oportunidad de aprovechar las riquezas naturales, tales
    como la tierra, el agua, los
    bosques, las minas y demás, así como la riqueza
    creada por mano del hombre, como la maquinaria, las casa, los
    ferrocarriles, y los mil y un objetos manufacturados, la
    razón dice que sería imposible que Pedro y yo nos
    agarráramos de los cabellos para disputarnos cosas que a
    ambos nos aprovechan por igual, y en este caso no hay necesidad
    de tener un jefe.

    Hablar de jefes entre iguales es un contrasentido, a no
    ser que se trate de iguales en servidumbre, de hermanos de
    cadenas, como somos actualmente los trabajadores.

    Muchos son los que dicen que es imposible vivir sin
    jefes o gobierno; si son burgueses los que tal cosa dicen, les
    concedo razón, porque temen que los pobres de les echen al
    cuello y les arrebaten la riqueza que amansaron haciendo sudar al
    trabajador; pero ¿para qué necesitan los pobres al
    jefe o gobierno?

    En México hemos tenido y tenemos centenares de
    pruebas de que
    la humanidad no necesita de jefes o gobierno sino en los casos en
    que hay desigualdad económica. En los poblados o
    comunidades rurales, los habitantes no han sentido la necesidad
    de tener un gobierno. Las tierras, los bosques, las aguas y los
    pastos han sido, hasta fecha reciente, la propiedad común
    de los habitantes de la comarca. Cuando se hablaba de gobierno a
    esos sencillos habitantes, se echaban a temblar porque el
    gobierno, para ellos, era lo mismo que verdugo; significaba lo
    mismo que tiranía. Vivían felices en su libertad,
    sin saber en muchos casos ni siquiera el nombre el Presidente de
    la República y, solamente sabían que existía
    un Gobierno cuando los jefes militares pasaban por la comarca en
    busca de varones que convertir en soldados, o cuando el
    recaudador de rentas del Gobierno hacia sus visitas para cobrar
    los impuestos. El
    gobierno era pues, para una gran parte de la población mexicana, el tirano que arrancaba
    de sus hogares a los hombres laboriosos para convertirlos en
    soldados, o el explotador brutal que iba a arrebatarle el tributo
    en nombre del fisco.

    ¿Podrían sentir esas poblaciones la
    necesidad de tener un gobierno? Para nada lo necesitaban y,
    así pudieron vivir cientos de años, hasta que les
    fueron arrebatadas las riquezas naturales para provecho de los
    hacendados colindantes. No se comían unos a otros como
    temen que ocurra los que solamente han conocido el sistema
    capitalista en que cada ser humano tiene que competir con los
    demás APRA llevarse a la boca un pedazo de pan; no
    tiranizaban los fuertes a los débiles, como ocurre bajo la
    civilización capitalista, en que los más bribones,
    los más codiciosos y los más listos tienen
    dominados a los honrados y los buenos, todos eran hermanos en
    esas comunidades; todos se ayudaban, y sintiéndose todos
    iguales, como lo eran realmente, no necesitaban que la autoridad
    alguna vez velase por los intereses de los que tenían,
    temiendo posibles asaltos de los que ni tenían.

    En estos momentos ¿para que necesitan gobierno
    las comunidades del Yanqui, de Durango, del sur de México
    y de tantas otras regiones en que los habitantes han tomado en
    que se consideran iguales, con el mismo derecho a la madre
    Tierral, no necesitan de un jefe que proteja privilegios en
    contra de los que no tienen privilegios, pues todos son
    privilegiados.

    Desengañémonos, proletarios; el gobierno
    solamente debe existir cuando hay desigualdad económica.
    Adoptar, pues, todos, como guía moral, el Manifiesto del
    23 de septiembre de 1911.

    (de Regeneración)

    SIN
    AUTORIDAD

    28 de marzo de 1914.

    Ya hemos visto que en una sociedad de
    iguales, en que todos tengan los mismos derechos, no se necesita
    la autoridad, porque la función de
    esta es proteger intereses de los que tienen bienes que no los
    tienen.

    Sin embargo, muchas personas creen que es indispensable
    que exista la autoridad tanto para impedir como para castigar lo
    que se llama crimen. Esas personas tienen razón si se
    consideran las cosas desde el punto de vista del sistema
    capitalista, basado en la desigualdad económica; pero no
    la tienen cuando se trata de las relaciones de los seres humanos
    entre sí si en una sociedad de iguales. Lo que hoy
    llamamos crimen, no es otra cosa que el resultado directo o
    indirecto de las causas que tienen la raíz en la
    desigualdad económica que resulta del principio de
    propiedad privada o individual. La desigualdad económica
    produce la miseria, y ésta empuja, a los que no tienen
    bienes de fortuna, a tomar, de donde lo hay, lo que necesitan
    para no morir ellos de hambre ni dejar que mueran los suyos. A
    eso es alo que a ley llama robo, y ese delito, así como lo
    que la ley llama robo, y ese delito, así como el fraude. La estafa
    y todos los demás actos cometidos en contra del llamado
    derecho de propiedad, son los que le dan mayor contingente de
    prisioneros a las prisiones, pudiéndose asegurarse que
    casi el noventa por ciento de los reclusos de los presidios son
    individuos que violaron la ley empujados por circunstancias
    económicas.

    En una sociedad de iguales, como la que presenta el
    Partido Liberal Mexicano en su Manifiesto del 23 de septiembre de
    1911, dejan de existir las causas que obran para empujar al ser
    humano a cometer delitos contra
    la propiedad, y, por lo mismo, sale sobrando la autoridad, o sea
    el rey o presidente, los ministros, los soldados, los gendarmes y
    los carceleros.

    Pero, se dirá, "quedan los delitos contra las
    personas, como el homicidio, las
    lesiones, la violación, el estupro, el adulterio y
    otros. "Pues bien, el homicidio y las lesiones tienen sus
    raíces, al menos la mayor parte de su raíces, en
    causas económicas. El ser humano esta acostumbrado a ver
    en su semejante, cualquiera que sea la clase social a que
    pertenezca, un competidor que, si es burgués, puede
    arruinarle en sus empresas
    financieras, y si es proletario, puede arrebatarle el pan de la
    boca, ya alquilándose por lo menos precio o bien
    obligándose por menos precio, o bien obligándole a
    permanecer forzada la huelga porque
    hay abundancia de brazos. Por otra parte, el pobre vive en
    continua zozobra; no tiene la certidumbre de poder llevarse
    mañana un pedazo de pan a la boca, su miseria existencia
    contrasta con el lujo, los hartazgos y las fiestas de los
    señores; su condición de inferioridad social les
    irrita y les predispone a la intemperancias de carácter, y todo el ambiente
    social, preñada de injusticias y de iniquidades, de
    contrastes que lastiman sus sentimientos de justicia y
    equidad, de
    atentados cometidos a cada paso por la maquinaria gubernamental
    contra la libertad de las personas, hace que el hombre viva en
    continua sobre excitación nerviosa y esté pronto a
    la riña y a la violencia,
    contestando con una puñalada una palabra o un acto
    baladíes.

    Actos de esta clase no pueden ser efectuados en un medio
    de justicia y libertad en que el ser humano tiene satisfechas sus
    necesidades y no tiene satisfechas sus necesidades y no tiene ya
    la incertidumbre del pan de mañana ni el desmoralizador
    espectáculo de sufrir privación, miseria o
    injusticia cuando todo lo produce, y tiene derecho, por lo mismo,
    a todos los goces y de bienestar, el ser humano está
    más dispuesto a la bondad y a fraternizar con sus
    semejantes, que bajo condiciones de tiranía y de miseria.
    "Estómagos lleno, corazón contento", decían
    nuestros abuelos, y decían una verdad, pues los hombres de
    carácter más intratable son más
    benévolos y más tratables cuando se encuentran bajo
    la influencia de una grata digestión.

    Quedan solamente los casos excepcionales en que el autor
    de un acto contra sus semejantes es un individuo de
    mentalidad defectuosa; pero estos casos entran en el dominio de
    la ciencia
    médica y una sociedad de iguales no les han de faltar
    recursos para
    tratar a sus enfermos, quienes necesitan mejor de los cuidados
    paternales de médicos y nodrizas que los garrotazos el
    polizonte y la crueldad de jueces y carceleros.

    La violación de mujeres, el estupro. El llamado
    adulterio y otros actos que aterrorizan a muchas personas,
    producto son del sistema capitalista, como veremos en otro
    artículo, y por lo mismo, para evitar esos males, debemos
    acabar con la desigualdad
    social y el principio de autoridad, pues éstos son sus
    padres legítimos.

    Hemos venido viendo que la humanidad no necesita de
    jefes o gobierno; antes, por lo contrario, el jefe o gobierno,
    como sostenedor que es la desigualdad social, es el responsable
    directo de todos los males que nos aquejan, y por eso nosotros la
    expropiación de la tierra, de la maquinaria y de los
    medios de transportación, aconsejamos igualmente que no se
    deje un solo representante de la autoridad, pues ésta es
    la defensora del privilegio y el verdugo de los
    desheredados.

    (de Regeneración)

    SIN
    GOBIERNO

    4 de abril de 1914

    Ya vimos que la autoridad es necesaria solamente para
    perpetuar el sistema social basado en la desigualdad
    económica, y que el crimen es el resultado de ese sistema
    inicuo en que forzosamente el hombre tiene que ser el enemigo del
    hombre. No habría delitos contra la propiedad si todos los
    seres humanos tuvieran la misma oportunidad de aprovecharse de la
    tierra, de las maquinarias y de los medios de
    transportación, así como de todo lo que ha sido
    producido pro la mano y creado por la inteligencia
    del hombre; no habría delitos contra las personas si un
    medio de igualdad y de
    justicia dulcificará el carácter de los seres
    humanos. Haciéndolos más propensos a fraternizar
    los unos con los otros que a vivir en continua lucha,
    considerándose recíprocamente como
    enemigos.

    El estupro, la violación de mujeres, el
    adulterio, producto son igualmente del sistema social que
    combatimos, en que una falsa moral hace hipócritas a los
    hombres y mujeres en sus relaciones
    sexuales, y esa hipocresía conduce a histerismo en un
    medio de libertad y de igualdad en que el hombre y la mujer se
    unieran libremente, sin otro interés que la
    satisfacción de ese conjunto de necesidades morales y
    físicas que se llama amor. Pero
    lejos de esta satisfacción, libre de necesidades
    naturales, encontramos en la sociedad actual mil trabas al amor,
    debidas a unas preocupaciones religiosas otras y a dificultades
    económicas las más.

    Los partidos de la autoridad consideran que ésta
    es necesaria, al menos para obligar a los perezosos a trabajar.
    En una sociedad de seres humanos, libres e iguales, no
    podrá haber perezosos. La pereza es una enfermedad y pocos
    lo son, realmente, los que están atacados de ella. Lo que
    se llama actualmente pereza es más bien el discurso que
    siente el hombre de tener que deslomarse por un salario de
    mendigo, siendo, además, mal visto y despreciado por la
    clase social que los explota, mientras que los explota, mientras
    los que no hacen nada útil se dan vida de príncipes
    y son considerados y respetados por todos. Ese discurso hace que
    hombre sienta aversión por el trabajo:
    pero en una sociedad de iguales, en que el trabajador ve que su
    trabajo no es aprovechado por otro es perjuicio suyo; en que cada
    uno se sentirá amo de si mismo, en que por el solo hecho
    de no haber más parásitos y de estar todos
    obligados a producir algo útil, la producción será tan grande que
    bastarán unas tres horas de trabajo agradable diario para
    tener satisfechas todas las necesidades, ¿quién
    será aquel que deje de dar su contingente a la
    producción? Y suponiendo que lo hubiera, ¿no
    encontrarían los trabajadores la manera de deshacerse de
    semejante zángano sin necesidad de tener que pagar a un
    juez que lo juzgase y le impusiese una pena?

    ¿Para que sirve, pues la autoridad? La autoridad
    sirve, trabajadores, para humillarnos a cada paso, para
    apalearos, para ametrallarlos cuando pedís unos cuantos
    centavos de aumento en vuestro salario o la disminución de
    unos cuantos minutos de las largas horas de trabajo. La autoridad
    sirve para echaros el guante y encerraros en presidio por el
    delito de ser pobres; pues bien sabéis que vuestros amos
    pueden cometer toda clase de excesos sin pisar nunca los umbrales
    de una cárcel. La autoridad sirve para asegurar a vuestros
    verdugos el disfrute político de lo que os roban en
    vuestro trabajo.

    Entendedlo de una vez, proletarios; la autoridad es el
    perro guardián de vuestros amos y, por lo mismo, no puede
    ser jamás la protectora del débil, sino el sicario,
    el esbirro dispuesto siempre y a todas horas a hundir el
    cráneo del desheredado que en un momento de
    desesperación ose levantar la mano contra su
    opresor.

    El carrancismo quiere perpetuar el sistema que os ha
    empujado a empuñar las armas y es por eso por lo que os
    aconsejamos que disparéis vuestros fusiles contra
    carranza, contra villa, contra todos los caudillos que os hablan
    de ley, de gobierno, de propiedad privada.

    Si queréis ser libres y felices, haced vuestros
    los principios
    expresados en el Manifiesto del 23 de septiembre de 1911,
    declarando guerra a
    muerte a todo aquel que quiera hacerla de jefe e impida que la
    tierra, la maquinaria y los medios de transporte queden en poder
    de los habitantes de las regiones que visitéis. Hacedlo
    bien, si no queréis ser esclavos.

    (de Regeneración)

    POR LA
    PATRIA

    18 de abril de 1914

    Después de cada hecatombe, en que miles de
    borregos constitucionalistas pierden la vida. Carranza levanta
    los ojos al cielo y dice con voz llena de santa unción
    patriótica: "La Patria quiere sacrificios".

    Huerta, al saber que tal o cual combate han rendido su
    existencia miles de borregos federales, entorna la mirada y dice
    suspirando: "Todo por la Patria".

    Lo mismo dijo Iturbide cuando la borrachera de
    Pío Marcha lo llevó al trono; Santa Anna
    pronunció idénticas palabras cuando el
    último estertor de Guerrero se perdió en los
    jacales de Cuilapa; santiguándose como una cucaracha de
    iglesia, "todo
    por la Patria", dijo Porfirio Díaz cuando su brutal
    lugarteniente cumplió al pie de la letra, esta sentencia
    de hiena "¡Mátalos en caliente!"; invocando a los
    espíritus balbuceó algo parecido aquel pobre idiota
    que se llamó Francisco I. Madero cuando las arenas de
    Rellano y de Conejos de enrojecieron con la sangre de maderistas
    y orozquistas; las mismas palabras abrieron paso a las balas que
    cortaron la estéril existencia de Madero y Pino
    Suárez…

    ¡Todo por la Patria! ¡La Patria quiere
    sacrificios! Palabras estúpidas que han servido de
    pretexto para que legiones de brutos se rompan la
    cabeza.

    Y bien ¿Qué es Patria? La patria es una
    mezcolanza de cosas, de ideas, de tradiciones, de perjuicios que
    muy pocos entienden y, sin embargo, tal vez por ser
    incomprensibles muchos son los que ponen la panza a las balas
    enemigas por defender eso que no conocen y que ningún
    beneficio les reporta.

    "La patria, se dice, es, en primer lugar, la tierra en
    que nacimos con la añadidura de las gentes que pueblan es
    tierra, esas leyes que rigen las relaciones comunes de la raza.
    Esa es la patria, y por eso miles de hombres pierden la
    vida"

    El presidiario que consume su existencia en las
    penumbras del calabozo no puede decir que el presidio es su
    patria y los hombres que agonizan en el surco que no es suyo; los
    trabajadores que pierden la sangre en las fábricas ajenas;
    los mineros que socavan las minas de otros; todos los que
    trabajan para beneficiar al burgués, ¿qué
    patria tiene?. Si la patria es la tierra en que nacimos, esa
    tierra debería ser de todos, pero no es así; esa
    tierra es la propiedad de unos cuantos, y esos pocos son los que
    ponen el fusil en nuestras manos para defender la patria.
    ¡No sería más lógico que, siendo
    ellos los dueños de la patria, fueran sus manos las que
    empuñaran el fusil y no las manos de los que no tienen
    más tierra que la que pueden recoger sus
    zapatos?

    La patria, proletarios, es lago que no es nuestro, y,
    por lo mismo en nada nos beneficia. La patria es los
    burgueses, y, por eso, a ellos únicamente beneficia.
    La patria fue inventada por la clase parasitaria, por la clase
    que vive sin trabajar, para tener divididos a los trabajadores en
    nacionalidades y evitar, o al menos entorpecer por ese medio su
    unión en una sola organización mundial que diera por tierra
    el viejo sistema que nos oprime.

    En los libros de las
    escuelas, la burguesía fomenta el patriotismo entre la
    niñez, sembrando así en los tiernos pechos el odio
    a las demás razas que pueblan el mundo; el culto a la
    bandera raya el fanatismo en todos los países; las
    tradiciones nacionales encuentran poetas y literatos que las
    narran, inflamando en los pechos de las gentes soberbias
    insensatas, vanos orgullos de raza, pues esos literatos burgueses
    se dan mañas para hacer entender que no hay raza
    más grande, más valiente, más inteligente
    que aquella a la que se dirigen. De esa manera la
    burguesía divide en razas y en nacionalidades a los
    habitantes de la tierra, y el trabajador ruso se considera
    más valiente que su hermano el trabajador francés,
    mientras el proletario inglés
    cree que no hay en la tierra un hombre como él; y el
    español, por su parte, se jacta de ser la obra más
    perfecta del mundo; el japonés, el alemán, el
    italiano, el mexicano, los individuos de todas las razas, se
    consideran siempre mejores que los demás de las otras
    razas. De esta división profunda entre el proletariado de
    todas las razas se aprovecha la burguesía para dominar a
    sus anchas, pues la división por nacionalidades y razas
    impide que los trabajadores se pongan de acuerdo para derribar el
    sistema que nos ahoga.

    El pobre no tiene patria porque nada tiene, a no ser por
    su mísera existencia, Son los burgueses los únicos
    que pueden decir: "esta es mi patria", porque ellos son los
    dueños de todo. Los pobres son el ganado encerrado en los
    grandes corrales llamados naciones, y ¡oh ironía! A
    ese ganado se le obliga a defender la patria, esto es, la
    propiedad de los burgueses, y al caer por millares en los campos
    de batalla donde se deciden vulgares querellas de patrias de la
    política, gritan los jefes: "Todo por la
    Patria".

    Basta de comedias, hermanos proletarios. Cualquiera que
    sea la bandería política por la que
    empuñáis las armas, recordad que siempre
    habéis sido la carne de cañón sacrificada en
    aras de esa cosa que no existe para vosotros; la patria,
    ¡Basta de farsas! Matad a Huerta, a Carranza, a Villa, a
    todo aquel que os hable de patria, de ley, de gobierno paternal,
    y, como hombres, aprovechad los fusiles que tenéis en
    las manos para arrebatar del rico la tierra, las casas, las
    minas, los barcos, los ferrocarriles, haciendo de todo ello
    propiedad común para que los aprovechen por igual hombres
    y mujeres.

    (de Regeneración)

    LA
    INTERVENCIÓN Y LOS PRESOS DE TEXAS

    (discurso. 31 de mayo de 1914. Fragmento)

    CAMARADAS:

    El hombre es libre, verdaderamente libre, cuando no
    necesita alquilar sus brazos a nadie para poder llevarse a la
    boca un pedazo de pan, y esta libertad se consigue solamente de
    un modo; tomando resueltamente, sin miedo, la tierra, la
    maquinaria, y los medios de transporte para que sean propiedad de
    todos, hombres y mujeres.

    Esto no se conseguirá encumbrando a nadie a la
    presidencia de la república: pues el gobierno
    cualquiera que sea su forma –republicano o
    monárquico-, no puede estar jamás del lado del
    pueblo. El gobierno tiene por misión
    cuidar los intereses de los ricos. En miles de años no
    se ha dado un solo caso en que un gobierno haya puesto la mano
    sobre los bienes de los ricos para entregarlos a los pobres. Por
    el contrario, dondequiera se ha visto y se ve que el gobierno
    hace uso de la fuerza para reprimir cualquier intento del pobre
    para obtener una mejora en su situación. Acordaos de
    Río Blanco, acordaos de Cananea, donde las balas de los
    soldados del gobiernos ahogaron, en las gargantas de los
    proletarios, las voces que pedían pan; acordaos de
    Papantla, acordaos de Juchitán, acordaos del Yanqui, donde
    la metralla y la fusilería del gobierno diezmaron a los
    enérgicos habitantes que se negaban entregar a los ricos
    las tierras que les daban la subsistencia.

    Esto debe serviros de experiencia para no confiar a
    nadie la obra de vuestra libertad y vuestro bienestar. Aprended
    de los nobles proletarios del sur de México. Ellos no
    esperan a que se encumbre un nuevo tirano para que se mitigue el
    hambre, Valerosos y altivos, no piden: toman. Ante la
    compañera y los niños
    que piden pan, no espera que un Carranza o un Villa suban a la
    presidencia y les dé lo que necesitan, sino que valerosos
    y altivos, con el fusil en la mano y el esplendor del incendio,
    arrancan a la burguesía orgullosa la vida y la
    riqueza.

    Ellos no esperan a que un caudillo se encarame para que
    les dé de comer: inteligentes y dignos, destruyen los
    títulos de propiedad, echan abajo los cercados y ponen la
    fecunda mano sobre la tierra libre. Pedir es de cobardes; tomar
    es obra de hombres. De rodillas se puede llegar a la muerte, no a
    la vida ¡Pongámonos de pies!

    Pongámonos de pie, y con la pala que ahora sirve
    para amontonar el oro a nuestros
    patrones, abramos en cráneo en dos y con la hoz que
    troncha débiles espigas cortemos las cabezas de burgueses
    y tiranos. Y sobre los escombros de un sistema maldito, clavemos
    nuestra bandera de los pobres, el grito formidable de
    ¡Tierra y Libertad!

    Ya no elevemos a nadie: ¡subamos todos! Ya no
    colguemos medallas ni cruces del pecho de nuestros jefes: si
    ellos quieren tener adornos, adornémoslos a
    puñaladas. Quienquiera que esté una pulgada arriba
    de nosotros es un tirano: ¡derribémosle!: ¡la
    bolsa o la vida! Porque si dejamos con vida a un solo
    burgués, el sabrá arreglárselas de modo que
    ponemos tarde o temprano otra vez el pie en el
    pescuezo.

    A poner en práctica los ideales de la suprema
    justicia. Los ideales del Partido Liberal Mexicano, un grupo de
    trabajadores emprendió la marcha durante un día del
    mes de septiembre del año pasado, en territorio del
    estado de
    Texas. Esos hombres llevaban una gran misión.. iban bien
    abastecidos de ideas generosas a inyectar nueva savia al
    espíritu de rebeldía que en esa región
    genera rápidamente en espíritu de disciplina y
    subordinación hacia los jefes. Esos hombres iban a
    establecer un lazo de unión entre los elementos
    revolucionarios del sur u del centro de México, y los
    elementos que se han conservado puros en el norte. Bien
    sabéis la suerte que corrieron esos trabajadores: dos de
    ellos cayeron muertos a los disparos de los esbirros del estado
    de Texas, antes de llegar a México, y el resto, Rangel,
    Alzaldem Cisneros y once más, se encuentran presos en
    aquel estado, sentenciados unos alargas penas penitenciarias,
    otros de ellos a pasar de su vida en presido, mientras sobre
    Raquel, Alzalde, Cisneros y otros va a caer pena de
    muerte. Todos estos trabajadores honrados son inocentes del
    delito que se les imputa. Sucedió que una noche, en su
    peregrinación hacia México, resulto muerto un
    sheriff texano llamado Candelario Ortiz, y se descargada la
    culpabilidad
    de esa muerte sobre catorce revolucionarios. ¿Quién
    presencio el hecho? ¡nadie!. Nuestros compañeros se
    hallaban a gran distancia de donde se encontró el
    cadáver del esbirro. Sin embargo, sobre ellos se trata de
    echar la responsabilidad de la muerte de un perro del
    capital, por la sencilla razón de que nuestros hermanos
    presos en Texas son pobres y son rebeldes. Basta con que ellos
    sean miembros de la clase trabajadora y que hayan tenido la
    intención de cruzar la frontera para
    luchar por los intereses de su clase, para que el capitalismo
    norteamericano se les eche encima tratando de vengar en ellos la
    pérdida de sus negocios en
    México. Si nuestros compañeros fueran carrancistas
    o villistas; si ellos hubieran tenido la intención de ir a
    México a poner en la silla presidencial a Villa o a
    Carranza, para que éstos dieran negocio a los
    norteamericanos, hada se les habría hecho, y antes bien
    las mismas autoridades norteamericana los habrían
    protegido; pero como son hombres dignos que quieren ver
    completamente libre al trabajador mexicano la burguesía
    norteamericana descarga sus iras sobre ellos y pide la pena de
    muerte, como una compensación a los perjuicios que
    está sufriendo en sus negocios por la revolución de
    los proletarios.

    En cambio, los asesinos de Rincón y Lomas
    están libres. LA misma burguesía norteamericana,
    que pide la muerte de rangel y compañeros, colma de
    honores y de distinciones a los felones que arrancaron la vida de
    dos hombres honrados. He aquí, proletarios, lo que es la
    justicia burguesa. El trabajador puede morir como un perro;
    ¡pero no toquéis a un esbirro! Aquí y donde
    quiera el trabajador no vale nada; ¡los que valen son los
    que nada hacen! Las abejas dan muerte a los zánganos de
    las colmenas que comen, pero no producen; los humanos, menos
    inteligentes que las abejas, dan muerte a los trabajadores
    – que todo lo producen – para que los burgueses, los
    gobernantes, los polizontes y los soldados, que son los
    zánganos de la colmena social, puedan vivir a sus anchas,
    sin producir nada útil.

    Esa es la justicia burguesa; esa es la maldita justicia
    que los revolucionarios tenemos que destruir, pésele a
    quien le pese y caiga quien cayere.

    Mexicanos: el momento es solemne. Ha llegado es
    instante de contarnos: somos millones, mientras nuestros verdugos
    son unos cuantos. Disputemos de las manos de la justicia
    capitalista a nuestros hermanos presos en Texas. No permitamos
    que la mano del verdugo ponga en sus nobles cuellos la cuerda de
    la horca. Contribuyamos con dinero para
    los gastos de la
    defensa de esos mártires; agitemos la opinión en su
    favor.

    Basta ya de crímenes cometido en personas de
    nuestra raza. Las cenizas de Antonio Rodríguez no han sido
    esparcidas todavía por el viento; en las llanuras texanas
    se orea la sangre de los mexicanos. Que se levante nuestro brazo
    para impedir el nuevo crimen que en la sombra prepara la
    burguesía norteamericana contra Rangel y
    compañeros.

    Mexicanos: si tenéis sangre en las
    arterias, unios para salvar a nuestros hermanos presos en Texas.
    Al salvarlos no salvaréis a Rangel a Alzalde a Cisneros y
    demás trabajadores: os salvaréis vosotros mismos,
    porque vuestra acción
    servirá para que se os respete. ¿Quién se
    vosotros no ha recibido un ultraje en este país, por el
    solo hecho de ser mexicano? ¿Quién de vosotros no
    ha oído
    relatar los crímenes que a diario se cometen en personas
    de nuestra raza? ¿No sabéis que en el sur de este
    país no se permite que el mexicano se siente, en la fonda,
    al lado del norteamericano? ¿No habéis entrado a
    una barbería donde se os ha dicho, mirándonos de
    arriba abajo: "Aquí no se sirve a mexicanos" ¿No
    sabéis que los presidios de Estados Unidos están
    llenos de mexicanos? ¿Habéis contado siquiera, el
    número de mexicanos que han subido a la horca en este
    país o han perecido quemados por brutales multitudes de
    gente blanca?

    Si sabéis todo esto, ayudad a salvar a vuestros
    hermanos de raza presos en Texas. Contribuyamos con nuestro
    dinero y nuestro cerebro a salvarlos; agitemos en su favor;
    declarémonos en huelga por un día como una
    demostración de protesta contra la persecución de
    aquellos mártires, y si ni las protestas, ni defensas
    legales valen; si ni la agitación y la huelga produce el
    efecto deseado de poner a los catorce prisioneros en absoluta
    libertad, entonces insurreccionémonos, levantémonos
    en armas y a la injusticia respondamos con la barricada y la
    dinamita. Contémonos: ¡Somos millones!

    ¡Viva Tierra y Libertad"

    (de Regeneración)

    EL DEBER
    DEL REVOLUCIONARIO

    13 de junio de 1914

    "Pensemos en el porvenir: pensemos en los medios
    nuevos que nos ofrecen. Y aprovechémoslos".

    "Más, para aprovecharlos, debemos recordar que
    una revolución no se produce según la
    línea precisa trazada por un filósofo o un poeta.
    La revolución se produce de cualquier modo y se
    desarrolla en un sentido o en toro, según la fuerza que
    en ella obra".

    "Si para hacer la revolución quisiéramos
    esperar a que ella comience con un preciso programa
    anarquista o comunista, arriesgaríamos esperar en vano.
    La masa se volverá anarquista y comunista durante la
    revolución, después del comienzo de la
    revolución, no antes".

    "Nosotros debemos estar en todos los movimientos
    revolucionarios o que puedan conducir a una revolución,
    y trabajar para que los acontecimientos no tomen otro rumbo que
    el que nosotros deseamos".

    Enrique Malatesta.

    Hacemos nuestra opinión de Malasteta.
    Además los miembros del Partido Liberal Mexicano no nos
    conformamos son esperar a que comenzara la revolución
    mexicana, sino que la forzamos, la precipitamos para tener la
    oportunidad de encauzarla con la acción y con la palabra
    hacia el comunismo
    anárquico.

    El número de compañeros que han luchado
    actualmente en México es la prueba de lo que decimos. Los
    miembros del Partido Liberal Mexicano, a pesan de las
    insurrecciones de que fuimos víctimas desde 1892, y delos
    asesinatos oficiales cometidos en buen número de los
    nuestros –pues bien sabido es que Porfirio Díaz
    dominó al pueblo mexicano con mano de hierro
    venimos inyectando a las masa populares el espíritu de
    rebeldía que hot se muestra lozano y
    gallardo en México. Hicimos todo lo que pudimos por
    sacudir al pueblo, por hacerlo rebelde, e iniciamos los
    movimientos insurreccionales de septiembre de 1906 y junio de
    1908, preparatorios del tremendo movimiento que comenzó el
    2º de noviembre de 1910 y que todavía no termina, a
    pesar de que cayó un presidente, Porfirio Díaz, y
    han escalado el Poder sucesivamente otros tres: Francisco L. De
    la Barra, Francisco I. Madero y Victoriano Huerta.

    Naturalmente, como con claro talento opina Malatesta, no
    comenzamos la revolución con un preciso programa comunista
    o anarquista. Ha sido durante el grandioso Movimiento cuando los
    miembros del Partido Liberal Mexicano nos hemos esforzado y nos
    estamos esforzando, y seguiremos esforzándonos por
    encauzar al movimiento revolucionario mexicano hacia el comunismo
    anárquico, como lo demuestran los actos de
    compañeros en el campo de la acción; como lo prueba
    la propaganda que con la palabra y con los impresos hacen los
    miembros del Partido, y como lo prueba la propaganda que hace
    REGENERACIÓN. Además el manifiesto del 23 de
    septiembre de 1911, expedido por la Junta Organizadora del
    Partido Liberal Mexicano, es un programa de lucha contra el
    Capital, la Autoridad y el Clero, y de reconstrucción
    social sobre las sólidas bases del comunismo
    anarquista.

    Muchos de los nuestros han muerto en las terribles
    contiendas: Guerrero, Berthold, Pesqueira, la grande anarquista
    Margarita Ortega, Stanley Ulibarri, Jiménez, Orozco,
    Tanguma, Cardoza, Fuertes, Sánchez, Guerra Chico, Perez,
    Peña, Cortés, Rincón, Lomas, Villalobos y
    cientos más que no mencionamos para no hacer interminable
    lista de los mártires que han caído envueltos en la
    bandera Roja de Tierra y Libertad. Todos esos miembros del
    Partido Liberal Mexicano tomaron parte en el movimiento
    revolucionario que convulsiona actualmente a México, para
    poner en práctica lo que tan sabiamente aconseja
    Malatesta:

    "Nosotros debemos estar es todos los movimientos
    revolucionarios o que puedan conducir a una revolución.
    Y trabajar para que los acontecimientos no tomen otro rumbo que
    el que nosotros deseamos".

    Otros muchos compañeros siguen tomando parte en
    el movimiento revolucionario convencidos de que "la masa se
    volverá anarquista y comunista durante la
    revolución, después del comienzo de
    Revolución" como opina Malatesta, y los resultados
    obtenidos hasta el presente hacen abrigar la risueña
    esperanza de ver muy pronto derrumbarse en México el
    sistema capitalista y autoritario. Las operaciones
    actuales de los miembros del Partido Liberal Mexicano se
    extienden desde Sonora y Chihuahua, en el norte, hasta el Sur de
    México. En Sonora, Juan F. Montero encabeza el movimiento
    de la región del Yaqui, donde los habitantes
    insurreccionados se encuentran en posesión de
    Bácum, Pótam, Cócorit, Torin y otros
    pueblos, en lo que se ondea la bandera roja de Tierra y Libertad
    y han tomado posesión de las tierras comprendidas entre
    los ríos Yaqui y Mayo. El número de rebeldes
    armados es esta región es de más de seis mil. En
    Durango, Domingo y Benjamín Arrieta, siguiendo los
    principios del Partido Liberal Mexicano han entregado la tierra a
    los habitantes de las regiones que ocupan sus fuerzas, las que
    numeran no menos de cinco mil combatientes. En la región
    de Santa Rosalía, Estado de Chihuahua, los hermanos
    Epitacio y Cruz Treviño, con mil trabajadores, luchan de
    acuerdo a los principios del Partido Liberal Mexicano. En
    el Estado de
    San Luis Potosí , y extendiendo su actividad hasta el
    Estado de Zacatecas, los rebeldes, Enrique Gaitán, Alberto
    Núñez y otros, ponen en práctica los ideales
    del Partido Liberal Mexicano. En los Estado de México,
    Michoacán, Guanajuato, Guerrero, Jalisco, Colima, operan
    Enrique Ortiz, los seis hermanos Pantoja, Próspero
    Espinosa y otros, que propagan sin cesar los ideales del Partido
    Liberal Mexicano, teniendo la costumbre esos compañeros
    de llevar consigo oradores que dirigen la palabra al pueblo al
    tomar alguna población, leen al pueblo el Manifiesto del
    23 de Septiembre de 1911, y enseguida los invitan a tomar la
    tierra, la maquinaria, los medios de transportación y los
    efectos almacenados en tiendas, trojes, bodegas, etcétera,
    para beneficio de todos, hombre y mujeres. En el Estado de
    Guerrero Jesús H, Salgado practica la expropiación
    en beneficio de todos y sigue los principios del Partido Liberal
    Mexicano. En los Estados de Morelos, Puebla, Oaxaca, y en el
    resto del país, numerosas guerrillas difunden las ideas de
    emancipación económica, política y social
    del proletariado, como están expresadas en el Manifiesto
    del 23 de septiembre de 1911.

    Esta es la fuerza moral y física que obra en el
    seno del tiburón revolucionario, como el fermento que
    tendrá como resultado la destrucción definitiva del
    presente sistema, y la formación de la nueva sociedad de
    los libres y del los iguales.

    El deber de los verdaderos revolucionarios del mundo
    entero es ayudar, con todas sus fuerzas al movimiento mexicano,
    siguiendo así al pie de la letra las sabias palabras de
    Enrique Malatesta.

    ¡Adelante!

    (de Regeneración)

    NO MAS
    GOBIERNO

    Los hombres pueden tener buenas intenciones antes de ser
    gobernantes; pero es muy difícil que las conserven al
    alcanzar el Poder, y es imposible que siga teniéndolas
    mientras es gobernante.

    Para alcanzar el Poder es indispensable que el candidato
    entre en componendas con los enemigos de su partido, de manera de
    asegurar su lección, ofreciéndoles beneficios que
    solamente pueden ser otorgados sacrificando los ideales. Llega,
    pues, el hombre al Poder sin nasa de lo que le valió el
    favor de sus conciudadanos, y dispuesto a hacer simplemente todo
    aquello que le asegure la permanencia en el puesto
    codiciado.

    Si, por una mera casualidad, el hombre ha podido
    elevarse sin contraer compromisos con los contrarios, y, por lo
    mismo, conserva intactas las intenciones que tenía cuando
    ofreció hacer el bien del pueblo, esas intenciones
    morirán en su pecho una por una antes de comenzar a
    ponérselas en práctica. Una vez en el Poder se
    verá rodeado de individuos poderosos por su riqueza, su
    influencia, su talento, su sabiduría, y por
    políticos astutos que saben darse mañas por estar
    bien con todos los gobiernos, hombres que van al sol que nace,
    dispuestos a cambiar de chaqueta todos los días si es
    necesario, para sus fines egoístas.

    En un medio así, el hombre que antes se codeaba
    con el pueblo, lo olvida, mareado por el incienso de los
    aduladores, agasajado por hombres distinguidos y mujeres de alto
    rango social, en contacto continuo con diplomáticos y
    demás polilla dorada de la política internacional,
    llega a creer que es un hombre mejor que los demás
    hombres, se siente superior o se hace tirano como cualquier otro
    gobernante.

    Los proyectos que
    tenía en la cabeza para librar de la tiranía la
    pueblo le sirven de risa, los considera irrealizables,
    atentatorios a los derechos adquiridos, monstruosos, criminales.
    En que una nueva manera de ver las cosas se desarrolla ante el.
    Antes veía las cosas de abajo para arriba. Ahora ve las
    cosas de arriba para abajo. Su psicología es
    distinta; antes sentía y pensaba como parte integrante de
    la gran masa que compone la nación;
    ahora se siente desligado de esa masa, se cree mejor que esa
    masa, se imagina superior a esa masa.

    Como ya no está en contacto con el pueblo, n ose
    ve en él sino el rebaño que hay que arrear, al
    hatajo que hay que hacer marchar por los caminos trillados que
    antes combatiera con toda su fuerza y toda su energía. Sus
    nuevos amigos le parecen mejore, pues le proporcionan una mayor
    suma de placeres y de refinamientos que hacen amable la
    vida.

    La historia no registra en sus
    páginas el nombre de un gobernante que seriamente se haya
    preocupado por salvar al pueblo de la miseria y de la
    tiranía, la historia de al humanidad cuenta ya varios
    miles de años. Por ella sabemos que el gobernante, el rico
    y el sacerdote que cualquier religión han sido los
    aliados inseparables, confabulados en todos los tiempos para
    tener al pueblo en la esclavitud.

    No nos hagamos, pues, mexicanos, la ilusión de
    que un hombre barbón es mejor que un lampiño para
    gobernaros. ¡Ninguno es bueno! Lo mejor es no tener a nadie
    encima de nuestros hombros: lo mejor es guiarnos por nosotros
    mismos; pensar y resolver las cosas con nuestras propias
    cabezas.

    Si confiáis en que Carranza os hará libres
    y felices no sé ya ni que pensar de vosotros, proletarios,
    porque eso significaría que las elecciones de la
    experiencia no han podido destruir ese vicio inyectado por
    vuestros opresores y que consiste en considerar que el hombre
    solo puede vivir bajo la férula de un hombre. Comprended,
    hermanos de cadenas, que el principio de autoridad vive en el
    cerebro de los humildes, por que han sido sus mismos verdugos los
    que les han inculcado ese error.

    Ésta a la mano le momento de prueba. Huerta
    marcha hacia otros países y de nuevo ambicioso se prepara
    a ocupar su puesto. Si queréis tener más gobiernos,
    os someteréis y con vuestra sumisión la verdadera
    Revolución –la que quiere hacer tabla rasa de
    tiranos y explotadores morirá aplastada por vuestra
    indiferencia; pero si, por el contrario, obrando como verdaderos
    trabajadores, como hombres que saben que la riqueza social ha
    sido hecho por vosotros y, por lo mismo, sólo vosotros
    tenéis derecho a disfrutarla, os levantáis para
    sostener a vuestros hermanos que continúan con las armas
    en la mano, entonces mereceréis el aplauso de todos los
    hombres inteligentes del mundo y podréis decir orgulloso:
    "En México la institución llamada Autoridad es cosa
    del pasado, porque allí hay HOMBRES.

    (de Regeneración)

    LAS ELECCIONES

    1914 (sin fecha)

    Carranza ha señalado el día primero de
    Octubre próximo para la reunión de la turba de
    jefes constitucionalistas en la ciudad de México. Esa
    reunión de militares tendrá por objeto el que se
    designe una persona que funja
    de presidente provisional, para que éste convoque al
    pueblo a elecciones generales para presidente de la
    república, magistrados de la Suprema Corte de Justicia de
    la Nación,
    diputados y senadores al Congreso de la Unión, con lo que
    la maquinaria gubernamental quedará lista para continuar
    oprimiendo al pueblo de una manera legal.

    ¿Qué gana el proletariado con el hecho de
    depositar en las urnas una boleta electoral en la que ha puesto
    el nombre de la persona que ha de formar parte del gobierno? En
    su casa no habrá más pan por el mero hecho de que
    elija a Carranza o a cualquier otro hombre; ni su
    compañera, ni sus hijos podrán usar vestidos
    limpios y confortables.

    El gobierno no da pan; lo quita. El gobierno no imparte
    justicia; la niega con su sola existencia. El Gobierno no es
    garantía de paz y fraternidad, sino el sostenedor de un
    sistema que hace posible que el fuerte, el astuto, el
    inteligente, estén por encima del débil, del
    ignorante, del tonto, y por lo mismo, en lugar de ser fuente de
    paz y de fraternidad el gobierno es fuente de la injusticia, del
    odios, de la guerra entre los seres humanos.

    El trabajador que empuña una boleta electoral es
    digno de lástima, porque el mismo se nombra sus verdugos,
    él mismo fabrica el látigo que ha de cruzarle el
    rostro, él mismo permite que perdure este sistema infame
    en que, darse una vida regalada, es preciso tener bajo los pies a
    los débiles, a los ignorantes y a los tontos.

    Mexicanos: al que ofrezca una boleta electoral,
    húndele un puñal en el pecho, porque te hace objeto
    de un escarnio, porque quiere que tú mismo designes al
    verdugo que ha de tenerte en la esclavitud.

    Así pues, a afilar los
    puñales.

    (REGENERACIÓN No. 201)

    HUMBERTO ESCOBEDO CETINA

    (recopilador)

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