Evolución
histórica de las concepciones filosóficas sobre el
Antropologismo.
El problema filosófico central que ha preocupado
a los pensadores de todas las épocas ha girado en torno al ser
humano: su actitud ante
la naturaleza, el
principio natural que contiene hacia sus ascendientes y
descendientes; los limites de la libertad del
individuo, el
sentido de la vida, la muerte y la
inmortalidad, etc. El pensamiento
filosófico apunta hacia éstas como cuestiones que
constituyen lo que llamamos: "problema del ser
humano".
El término antropología proviene de la raíz
griega antropos (hombre) y la
terminación nominal logía (ciencia). Su
significado etimológico es por tanto, el de ciencia del
hombre, aunque desde una perspectiva más amplia la
definición adecuada seria ciencia de la humanidad. Se
sabe, sin embargo, que la antropología no es la
única ciencia cuyo objeto son los seres humanos, ya que la
naturaleza animal, por ejemplo, es estudiada por las ciencias
biológicas. La antropología se constituye en una
disciplina
integradora y más amplia, ya que se combinan en ella las
dos grandes divisiones de las ciencias: las ciencias
biológicas y las ciencias humanísticas o sociales,
ya que no se limita a un grupo
particular de individuos ni a un periodo determinado de la
historia, sino,
que se orienta tanto a la formación pretérita de la
constitución del hombre y la evolución estructural de la humanidad, como
al desarrollo de
sus civilizaciones o pueblos, enfocando este proceso desde
una perspectiva filosófica.
Afirma Carlos Marx:, en
su célebre Tesis 6 sobre
Feuerbach "… la esencia humana no es algo abstracto
inherente a cada individuo. Es, en realidad, el conjunto de
relaciones sociales". Ello implica que la concepción
científica del hombre como sujeto histórico
trasciende a un individuo humano concreto, que
tiene sus particularidades biológicas, sus rasgos
exteriores individuales determinada posición en la
sociedad y una
carrera propia de él; para afirmarse en el marco de la
socialidad donde los hombres se realizan en el sistema de sus
relaciones; lo que nos señala los principios
esenciales que lo diferencian de la naturaleza, el carácter de sus relaciones con la sociedad,
la base objetiva de la subjetividad humana y la esfera en que se
desarrolla su actividad.
La historia de la antropología nos muestra
brillantes ejemplos de cómo se forma una nueva actitud del
hombre hacia sus semejantes y hacia sí mismo, algo que
evoluciona desde las sociedades
esclavistas de la antigua Grecia y
Roma.
Sófocles, el gran trágico griego, expresó:
"Muchas cosas hay admirables, pero ninguna es más
admirable que el hombre". Es
en este contexto de búsqueda de lo esencial humano, que
aparece una nueva etapa de desarrollo del individuo humano, una
nueva valoración social del hombre, con nuevos valores como
libertad, responsabilidad, valentía, heroísmo,
vergüenza; todos desconocidos en la sociedad primitiva. El
mundo griego antiguo no es tan directo como el del hombre
primitivo. El griego ya no puede centrarse en la armonía
de lo inconsciente, en el tiempo y el
espacio ilusorios, es decir, no puede encontrarse en las
condiciones en que ha vivido el individuo de la sociedad
primitiva. Por un lado siente más las relaciones con el
cosmos, con sus semejantes, comienza a sentirse parte de un todo
único. Por primera vez comienza a darse cuenta del
dramatismo de su ser, reflejado en las relaciones contradictorias
de la muerte y la
inmortalidad, de lo finito y lo infinito, la necesidad y la
libertad, la casualidad y la ley.
En el mundo antiguo el comercio cada
vez más intenso, las guerras
intestinas y contra los estados vecinos, el dinamismo de la vida
política,
el ambiente de
debates políticos, de libre discusión de complejos
problemas
estatales, hacían más estrecha las relaciones entre
la gente, que no eran desde luego las relaciones existentes en la
comunidad
primitiva, pues ahora se organiza la vida social y el papel del
hombre en la misma, a partir de un interés
particularmente económico que estimula los intensos y
variados contactos contactos entre grupos de
hombres. Es decir, el hombre ya reconoce la existencia de un
tiempo único para todos los seres humanos y de un universo
único. No obstante sigue siendo un hombre dominado por el
miedo y la confusión, en el cual la percepción
del futuro desconocido se personificaba en la imagen del hado.
En el pensamiento filosófico ya no se trata de un
principio irracional, ciego y oscuro en que se basaba el mundo,
sino que en la base del mundo actúa el logos como
fundamento racional de lo existente, como lo deja sentado
Heráclito, al abordarlo como un principio
racional absoluto, es decir, como una ley objetiva.
En el pensamiento socrático encontramos
también un punto de avance de la doctrina
antropológica. Sócrates
fue el fundador de la concepción antropológica que
situó al hombre en el centro de sus intereses, y
utilizó como punto de partida al problema moral, a la
autoconciencia: "Conócete a ti mismo" sería su
máxima para organizar la actividad racional y la
comprensión integral del papel y la significación
del hombre en la realidad. A partir de esta idea, los problemas
éticos como lo justo, lo bueno y lo bello, serían
indicadores
del papel del hombre en la realidad y prueba de su existencia
intervinculada con el macrocosmos. Sus indagaciones revisten la
forma de preguntas sobre conceptos generales de carácter
moral: ¿Qué es la piedad? ¿Qué es el
valor?
¿Qué es el autodominio? Para la doctrina
socrática, el
conocimiento auténtico no es el saber por el saber, es
decir, el saber teórico; sino el saber práctico que
tiene cierta utilidad para el
hombre. Al decir de Sócrates, el hombre puede llamarse
hombre únicamente cuando aspira a comprender las leyes universales
en su unidad con el medio y no sólo cuando conoce las
leyes del estado. En la
obra socrática también hay un conocimiento
profundo del pensamiento de los antiguos filósofos de la naturaleza, pero
concentró su interés en el ser humano.
Pretendió fundamentar un conocimiento riguroso y convertir
a la filosofía en una ciencia. A pesar de su
condición de ágrafo, ejerció una influencia
decisiva en el pensamiento occidental, cuyo racionalismo
fue uno de los primeros en configurar.
El sofismo influyó también en la
conformación de la teoría
antropológica. Protágoras como el más
importante de los sofistas, ocupa un lugar destacado en esta
contribución. Aunque los investigadores burgueses han
interpretado a Protágoras como si fuera un
escéptico absoluto, haciendo una traducción lineal de uno de sus fragmentos
más conocidos, hay un error metodológico en ello:
"El hombre es la medida de todas las cosas: de las que son en
cuanto son, de las que no son en cuanto no son". Sucede que la
expresión griega correspondiente a "en cuanto" puede ser
traducida de otro modo, a saber: "de las cosas que son porque
son". Interpretando de este modo el fragmento, Protágoras
no es subjestivista ni escéptico y su tesis contiene un
elemento de Antropologismo que presenta un matiz materialista.
Esto concuerda con la caracterización hecha por Sexto el
Empírico, según la cual, para Protágoras, la
materia es
fluida y las causas fundamentales(los logos) de todas las cosas,
se encuentran en la materia.
De conformidad con Platón,
por encima de todo está la idea del bien, la
superación del principio sensual, ciego y oscuro en el
hombre, el descubrimiento y el desarrollo de la parte razonable
del alma triunfa
sobre la parte sensitiva. Para los antiguos griegos, el hombre ha
de tomar conciencia de
sí mismo, de lo claro y lo oscuro que hay en él y
sólo después rechazar lo que corresponde a la
verdadera medida humana. La doctrina filosófica de
Platón
comprende una temática muy amplia: el ser, el mundo y su
origen, el alma, la sociedad, la división del trabajo,
la
educación, el arte y otros;
esta doctrina es idealismo
objetivo, pues
la materia es considerada como algo derivado de las "especies" o
"ideas", inmateriales, que anteceden a la materia y existen fuera
e independientemente de la conciencia de los hombres.
Platón afirmaba que la mayoría de los hombres son
incapaces de acercarse con sus esfuerzos personales a la
percepción, de ahí la necesidad del Estado y las
leyes.
La doctrina de Platón ejerció excepcional
influencia sobre todo al desarrollo posterior del pensamiento
filosófico, en particular del idealista.
Esta mirada al pensamiento filosófico en torno al
hombre en la antigüedad clásica griega nos indica
cómo se va vertebrando un gran paso de avance, pues el
individuo obtiene el derecho a actuar de manera independiente y
se concibe a la razón como medio de autocontrol de su
actividad.
En el arte griego se perciben estos elementos de
cambio en
cuanto a la concepción y el papel del hombre en la
realidad, a partir de la gran influencia que recibe de las
concepciones filosóficas de la época. Por ejemplo,
en la escultura, los primeros años del conocido como
período arcaico constituyen una fase de tanteos de la
anatomía
humana por parte del escultor, de ahí que las obras
presenten una total limitación de los movimientos,
observándose una marcada rigidez, por ejemplo en: "La
Diosa Sentada". Sin embargo, ya en el siglo V ane, el llamado
Siglo de Oro de Atenas,
indudablemente el ser humano era el tema más digno de
estudio. De ahí que la interpretación de la figura humana se
basase en la representación anatómica del hombre en
su conjunto. Se aprecia una tendencia a la idealización
del hombre. Por esta razón, los temas que más
escogían los artistas eran el amor a la
naturaleza, el amor a la
pareja, a la belleza del cuerpo humano,
el deporte y por
supuesto, pasajes de la mitología
griega. Ello hace que modelen a hombres jóvenes y
maduros, no viejos, porque para ellos la vejez es
sinónimo de decadencia física. La más
famosa de las esculturas de esta época es el
"Discóbolo" de Mirón, que es una figura
atlética reproducida en un conjunto de acentuada
tensión de sus músculos, donde el movimiento no
tiene antes ni después, es decir, que no se sabe de donde
viene ni hacia donde va.
En la arquitectura, lo
que más se destaca es la construcción de templos, concebidos como la
casa de los dioses, tal es el caso de la "Acrópolis" y el
"Partenón", que por su belleza, perfección y
tamaño van a reflejar el anhelo de grandiosidad del pueblo
griego, pues sus dimensiones no hacen sentir al hombre
empequeñecido ante la obra, sino todo lo contrario, se
siente un hombre magnánimo que ha logrado cierto
desarrollo de las fuerzas productivas, prosperidad material de
las ciudades, cuyas construcciones deslumbrantes son la prueba de
su poder. En la
literatura
también el hombre es el centro de su interés, pues
aparecen muchos poemas
dedicados al amor y la naturaleza, comenzando con los poemas
épicos de Homero y
Hesíodo. Del primero "La Iliada",
que es un canto en torno a la cólera
de Aquiles y del segundo es un poema del retorno de Ulises, que
si bien está cargado de mitología, en sus paradojas exalta la
condición mortal de la vida humana y sus aspectos morales
como el amor, la paciencia y el destino.
El teatro, vinculado
directamente con el dios Dionisio, el más popular de la
mitología de Grecia Antigua, al representar el principio
fecundador de la vida, que desarrolla la armonía en
la tierra y
contribuye a la civilización, para lo que regala a los
hombres la vid, riqueza básica de la economía griega. Fue
un teatro muy popular que refleja la vida de la ciudad, sobre
todo la política, destacándose las comedias y las
tragedias de Esquilo que nos reflejan un ideal humano moralizador
y una democracia
teocrática, donde los hombres tienen responsabilidad
dentro del marco religioso del estado; ello sucede, por ejemplo,
en la obra "Prometeo Encadenado". En Sófocles se
representa a un hombre esencialmente religioso, pues no
está de acuerdo con el humanismo
laico que se desarrolla en el pensamiento filosófico:
él mantiene que el hombre no puede formar su propio
destino, sino que son los dioses los que rigen el destino humano,
lo que expone por ejemplo en "Edipo Rey".
Otros de los grandes trágicos fue Eurípides, que
representó en sus obras a los mitos, pero
con un espíritu crítico y racionalista, influido
por las ideas de los sofistas Protágoras y
Geórgicas. Sus obras se convierten en un instrumento de
lucha que denunció la crisis de
la familia y
la sumisión de la mujer como
motivo de males insuperables., como sucede en su clásico
"Medea".
Podemos afirmar que si bien la filosofía griega
configuró una imagen liberadora del hombre como sustento
de su antropología, fue el arte el que mejor
expresó sus tesis al brindar una imagen humana plena de
significados y autenticidad para la
civilización.
En el medioevo, el feudalismo
significa en la práctica una nueva concepción del
papel del hombre en el mundo real, pues todos los problemas que
preocupaban a la humanidad se reducían a uno solo, el de
las relaciones entre el hombre y Dios. Es la época de
dominación de la ideología cristiana: los problemas
referentes a la lucha del hombre contra el destino, que ni los
dioses podían cambiar, parecían estar resueltos: la
ciega suerte cedió lugar a la Divina Providencia. En el
mundo no hay nada casual, todo está subordinado a un solo
principio regulador, que es Dios, que personifica al conocimiento
absoluto, la perfección absoluta y el bien supremo.
Según ellos el hombre no sólo existe, vive y
siente, sino también es capaz de comprender y reflexionar
y en ese sentido está emparentado con los ángeles.
Si el hombre desarrolla ese don concedido por Dios,
cumplirá su misión en
el mundo y se "salvará". Es la catedral medieval, con sus
formas arquitectónicas, el modelo del
mundo tendiente a elevarse por los aires, a alcanzar la
bienaventuranza. Para ellos, el mundo es cognoscible en su
calidad de
mundo creado, finito en el espacio y en el tiempo. De ahí
que las posibilidades de perfeccionamiento del hombre en ese
mundo finito sean limitadas. Las creaciones de Dios las puede
conocer solamente la razón movida por la fe.
También el método
para conocer el mundo estaba lejos de ser científico. Por
cuanto, el mundo no existe de por sí, parece ser escrito
por Dios y el conocimiento de cualquier elemento de ese mundo
sólo es posible si se aclara el lugar que en la idea
general del creador corresponde a la idea creada. Por ello el
objetivo del conocimiento consiste en descubrir las relaciones
jerárquicas entre los protocolos
divinos y sus manifestaciones terrenales.
El individuo humano existe como una integridad
sólo su relación con el servicio a
Dios. Por eso todas sus manifestaciones exteriores individuales
son censuradas. Por esto que la autobiografía como
género
casi no está presente en la literatura, solo se muestran
vidas de santos que solo reflejan los rasgos típicos, pues
el hombre ha de ser la encarnación de las virtudes
típicas, comunes para todos. Para ellos el centro real del
universo resulta ser Dios y no el hombre, en la práctica
el antropocentrismo, concepción según la cual el
hombre es el centro y el objetivo final del universo que surge en
la antigüedad, se transforma en teocentrismo, según
la cual Dios es el centro del universo. Por una parte, el hombre
debe ser dueño del mundo, por otra depende enteramente de
la gracia de Dios. Este dualismo se cernía sobre el
hombre, pues en él estaban en pugna el alma y la carne, el
pecado y la virtud, lo finito y lo infinito, lo general y lo
singular.
Uno de los máximos representantes fue Santo Tomas
de Aquino, filósofo de la Edad Media, en
cuya doctrina trató de explicar la armonía entre la
fe y la razón. Consideraba que el entendimiento es capaz
de demostrar racionalmente la existencia de Dios y de rechazar
las objeciones a las verdades de la fe. Situaba todo cuanto
existe en un orden jerárquico creado por Dios.
Desarrolló la teoría de las cinco vías para
demostrar la existencia de Dios.
El hombre de la Edad Media se rechaza a sí mismo
como hombre y considera que su meta es la vida totalmente
espiritual. La muerte y la eternidad constituyen los valores
más altos. La naturaleza en el arte tiene un
carácter pecaminoso. Como resultado de la ruina
económica, producida por el descenso del comercio, la
crisis monetaria y el carácter agrario que fue tomando la
vida, trae como resultado la decadencia de las ciudades y de la
cultura en la
región occidental. No obstante Oriente mantiene su
estabilidad económica y se convierte en el continuador de
la cultura romana.
Los procesos
económico-sociales de cambio en el antiguo mundo
románico y la influencia del cristianismo
producen un cambio en la forma de ver el mundo el artista, dando
lugar al arte
bizantino, en el que las imágenes
de santos se multiplicaron considerablemente, revelándose
no solo en los templos, sino también en las casas, en los
centros de peregrinaje y en los monasterios. Es evidente la
puesta en escena de las concepciones filosóficas y el
pensamiento que sobre el hombre se tenía en la
época. En esta etapa la forma resulta opacada por el
contenido que subyace en ella. El bizantino es un arte religioso
y monárquico, que responde a una autoridad que
centraliza el poder eclesiástico, civil y militar, en la
figura del emperador, exaltado hasta la altura de divinidad; que
expresa el absolutismo
autocrático y la grandeza sobrehumana de un imperio donde
el hombre simple desaparece. La arquitectura dio lugar a la
construcción de lugares especialmente ideados para el
culto cristiano.
En Europa
Occidental, la iglesia se va
a convertir en el mayor señor feudal y la principal
potencia
financiera, que rige la vida espiritual de señores y
vasallos, posee el control de la
cultura concentrada en los monasterios, donde se guardan
celosamente las obras de la antigüedad y sólo en
ellos es posible aprender a leer y a escribir. La
proliferación de los monasterios, junto a los cuales se
erigían los templos, es la tónica predominante en
la edad media. Cada monasterio se caracterizaba, al igual que el
castillo feudal, por estar rodeado de murallas. Los capiteles de
las columnas, los dinteles y témpanos de las iglesias se
cubren de figuras que narran pasajes de la historia sagrada o de
la Biblia. Es característico de esta arquitectura la
verticalidad, que posee un sentido simbólico, pues
mientras más alto sea, así el hombre deberá
elevarse a Dios. Las imágenes católicas se adaptan
al gusto popular ambiental, que el hombre medieval comprende y
asimila. La escultura representa las imágenes de Cristo en
la cruz o de la Virgen con el niño, de una simplicidad
extraordinaria. Algo significativo en esta etapa es que aparece
el arte de la vidriera, con el fin de disminuir la penumbra de la
iglesia románica, además de servir como elemento
decorativo.
Desde el punto de vista literario se desarrolla la
cultura caballeresca, formada por grandes obras épicas, en
que se reflejan los ideales de los caballeros. Un ejemplo de
epopeya medieval es la "Canción de Roldán", que es
un canto de gesta que simboliza la imagen del caballero perfecto.
Entre las novelas
caballerescas la más conocida es "Tristán e
Isolda", que celebra la fidelidad y la abnegación en el
amor. Paralelamente aparece la literatura ciudadana, entre la que
adquirió fama "El Romance del Zong", en lque se utilizan
algunos animales como
símbolo para burlarse de los señores feudales, los
curas y las representaciones religiosas. Por ejemplo: El
león (rey), el lobo (caballero), el burro (cura) y el
ciudadano astuto que era simbolizado por el zorro. En la música va a
predominar el canto eclesiástico.
En los albores de las relaciones capitalistas
parecía llegar un nuevo "siglo de oro" para el hombre
activo, terrenal, que había sacudido las cadenas del
escolasticismo medieval, liberándose de la tiranía
del autoritarismo. La evocación de la cultura antigua,
prohibida en la Edad Media, era casi siempre una forma de luchar
contra las contradicciones, normas sociales y
valores del medioevo. Este período comprendido entre el
siglo XIV y el XVII es conocido como Renacimiento.
Durante el Renacimiento,
el desarrollo de las relaciones monetarias–mercantiles, la
urbanización y la ampliación de la producción, hicieron surgir un personaje
típico: el hombre práctico, jefe, usurero,
diplomático; distintas formas de contacto social que son
para el individuo más que una necesidad exterior, un medio
para alcanzar sus objetivos
particulares. Cambian los límites
espaciales de la vida del hombre, aumenta el campo de su
actividad, pues es una nueva época caracterizada por el
desarrollo de las nuevas relaciones comerciales, la época
de grandes descubrimientos geográficos que abre ante el
hombre mares y tierras incógnitas y lo hace superar
enormes distancias. El hombre comienza a sentirse conquistador de
nuevas tierras. Cambian asimismo las relaciones del hombre con el
tiempo, pues con el desarrollo de la industria
surge la necesidad de conocer el tiempo en precisión, de
ahorrarlo, de economizarlo, ya que es un importante factor de la
producción y de la intensa actividad qure caracteriza a
esta época de titanes.
La aparición de nuevos valores, el espacio que es
posible dominar y el tiempo rápido que obliga al hombre a
darse prisa para hacer más obras buenas y útiles,
evidencia que la posición del hombre en el mundo se ha
modificado. El hombre ante todo es un ser activo, capaz de
convertir cualquier parte del espacio en objeto de su actividad,
oponerse al mundo circundante, enfocar de manera crítica
las tradiciones y normas existentes. El contenido de la actividad
humana en esta nueva época es contrario al teocentrismo
cristiano, que coloca a Dios en el centro de todo lo existente,
ahora el hombre llega a ser el centro real del universo y el
teocentrismo cede lugar al antropocentrismo. El antiguo modelo
dualista del hombre: alma divina y carne mortal, se derrumba.
Todo en el hombre es digno de admiración, todo es divino
-tanto el espíritu como la envoltura material-, incluso el
miedo a la muerte resulta ser estimulo para una vida activa y
creadora en la tierra.
En esta etapa se desarrolla la tesis humanista de: "Has
lo que quieras", como expresión de la libertad creadora
del hombre, que resulta transformada en la exhortación
maquiavélica de: "El fin justifica los medios", por
lo que el individualismo humanista cede lugar al egoísmo
mezquino. El representante máximo de esta
transformación de las concepciones humanistas burguesas
fue Nicolás Maquiavelo,
uno de los primeros ideólogos políticos burgueses,
que planteaba: "La gente olvidara primero la muerte de sus
padres, que la perdida de sus bienes". De
esta forma estaba representando los rasgos fundamentales del
individualismo burgués, que se iba estructurando y que
expresaba la necesidad de liberar al hombre absolutamente de las
trabas feudales. Por ello se opone a la concepción
teocrática de que el estado
dependa de la iglesia. Para el logro de este fin, plantea que hay
que acudir a todos los medios incluso a los inmorales: el
soborno, el asesinato, el envenenamiento, la perfidia y
otros.
El arte renacentista se caracteriza por el amplio legado
de la utilización de la cultura clásica
greco-romana de la antigüedad, pues la cultura pagana de los
antiguos era más afin y comprensible para la
burguesía, que la de la sociedad feudal; ello explica el
nombre de Renacimiento que tiene esta época, indicando un
renacer, un retorno a la antigüedad clásica. En esta
etapa el humanismo se convierte en la nueva ideología de
las relaciones de producción capitalistas. El
término no va a ser utilizado para reflejar condiciones
humanas relativas a la bondad y el desarrollo pleno del hombre,
sino que da nombre a una ideología que convierte al hombre
en el arquetipo, en el centro del mundo y de la vida terrena, a
diferencia de la Edad Media, que lo rechaza a sí mismo
como hombre y que consideraba como única meta la vida
espiritual, donde Dios constituía el valor más
alto.
Lo primero que hace el Renacimiento es crear un
humanismo concreto, transformando la vida material del hombre en
la sociedad, porque entiende que el hombre tiene que vivir mejor
en la tierra; a diferencia del hombre medieval que lucha por
prepararse para vivir mejor en el cielo. Esto trajo como
resultado que comenzara una modernización de las ciudades,
desarrollo del alumbrado público, los acueductos, la
higienización, la forma de vestir se hace más
ligera. En la arquitectura se pone de manifiesto el poder de la
burguesía, que necesitaba de construcciones especiales
para discutir sus problemas públicos, dando origen a los
palacios como expresión arquitectónica de los
grandes cambios, comienzan a utilizarse más las
dimensiones porque son más funcionales.
El hombre renacentista aspira a eternizarse en memoria de la
posteridad; los términos "fama" y "gloria" serán
muy importantes en este período. Toda la vida del hombre
estará consagrada tanto a la acción
como al pensamiento. El hombre de letras será a su vez
hombre práctico.
En la pintura, la
naturaleza va a perder su carácter pecaminoso que se le
había conferido en el medioevo; lográndose una
simbiosis de lo cristiano y lo pagano, pues se trasmite un
mensaje religioso a través del intelecto y la razón
pura, los santos son traídos a la tierra, a la naturaleza
terrena y no son ya tan divinos, sino vivos y palpables. En la
Edad Media era un pecado enseñar las carnes y los
personajes se representan siempre vestidos, mostrando solo el
rostro que representa el espíritu. El desnudo se inicia
con Donatello a través de la escultura.
El artista típico del Renacimiento fue Leonardo Da
Vinci, que fue un verdadero hombre universal y
práctico que aspiraba a dominar todo el saber. No
sólo fue pintor, sino también fue poeta,
músico, ingeniero y bebió en las fuentes de los
humanistas de su época. Ejemplo su famosa "Mona Lisa".
Rafael a través de sus "Madonnas" refleja la idea
platónica de la perfección humana y el orden de la
naturaleza. La escultura se preocupó por restaurar la
belleza y la fuerza del
cuerpo humano, la vivacidad del espíritu, que deben
caracterizar al hombre renacentista. Por ejemplo: Donatello con
el "San Jorge" y Miguel Ángel, que fue un titán que
dominó a la vez la arquitectura, la escultura y la pintura
de su tiempo y en las tres artes creó obras maravillosas,
entre las que tenemos su famoso "David", que parece tener vida y
movimiento; expresa la vigilancia, la fortaleza y la ira, sus
músculos están en tensión como esperando al
enemigo y su rostro denota la seguridad en
sí mismo y la seguridad por el tiempo. También en
esta etapa aparece una nueva función
del arte, pues estas obras no solo se crearon para deleitar
los sentidos,
sino que comienzan a convertirse poco a poco en una
mercancía; las familias aristocráticas dominantes,
que acumularon en sus mansiones obras de artes dando origen a lo
que hoy conocemos por museos y a partir de estos momentos
llevará la firma del autor.
Esta nueva concepción sobre la cultura
también influyó en la literatura,
destacándose Dante, Petrarca y Bocaccio, pero quien
más va a reflejar en su obra los rasgos
característicos de la nueva clase burguesa
que se iba gestando fue William Shakespeare, con
sus extraordinarias tragedias: "Hamlet",
"Macbeth" y "Otelo", cuyos héroes son hombres de
pensamiento poderoso y de firme voluntad, agitados por grandes
pasiones, que no se detienen ante ningún
peligro.
El desarrollo de las relaciones capitalistas en Europa y
la transformación de la burguesía en clase
dominante conducían a la modificación de todos los
aspectos de la vida social. Cambiaban asimismo las exigencias que
la sociedad presentaba a sus miembros. A diferencia del hombre
del Renacimiento, que tiene abierto todos los caminos, a partir
del siglo XVII se va conformando en modelo más preciso,
determinado y racionalista del ser humano. Se inicia la
Ilustración, la época de inauditas ilusiones y
grandes descubrimientos, periodo en que la nueva sociedad y la
nueva clase social burguesa toman conciencia de sí misma,
dando lugar a que no solo en la base económica, sino
también en la superestructura se establezcan las
relaciones burguesas.
Los descubrimientos e invenciones técnicas
de este periodo influían directamente en la
autovaloración del hombre. La aparición de las
nuevas realidades tales como la pólvora, la brújula,
el horno de fundición de hierro, la
transmisión mecánica y la imprenta,
evidenciaba las enormes posibilidades del hombre. Los
descubrimientos astronómicos de Copérnico, Galileo
y Keppler, que acabaron con las viejas nociones sobre el espacio,
sobre la
organización y el carácter finito del universo,
el descubrimiento de la circulación de la sangre por
Harvey, la aparición de la mecánica newtoniana, que explica y
sistematiza los descubrimientos hechos en la astronomía, la física y
mecánica el desarrollo de la teoría de los métodos de
conocimientos en los trabajos de Francis Bacon y René
Descartes y
otros. Todo eso conforma de manera patente la fuerza y las
posibilidades ilimitadas de la razón humana. René
Descartes en su concepción sobre el hombre asume una
posición dualista, plantea: en el hombre, el alma y el
cuerpo heterogéneos, ejercen entre sí una
acción recíproca, donde el mecanismo
corpóreo se concatena al alma.
En la época de la Ilustración, el optimismo cognoscitivo del
hombre era ilimitado. La razón permite conocer el mundo
circundante y a sí mismo. Al aprender a contar, a
economizar el tiempo, medir el espacio y penetrar los misterios
de la naturaleza, el hombre se sintió dueño de sus
capacidades, costumbres y deseos; se sintió dueño
de sí mismo. Rompió las trabas familiares,
religiosas, negándose a reconocer ningún poder,
ninguna coerción que no fuera la voz de su propia
conciencia, el sentido de su propia dignidad. El
joven capitalismo
era la sociedad que necesitaba de una personalidad
activa y consciente de sí misma, con derecho a la libre
opción.
Una forma de tomar conciencia de esas necesidades
objetivas del capitalismo en su desarrollo fue la llamada
concepción antropológica que tenia una
visión del hombre abstracta, al margen de la historia, que
en vez de explicar la esencia humana por las relaciones sociales,
deduce las características de la vida social, las
cualidades humanas naturales y permanentes. Desde posiciones del
antropologismo, la "naturaleza
humana" no se basa en la sociedad, al contrario, la sociedad
entendida como simple multitud de individuos, funciona
según las leyes dependientes de la "esencia natural
humana". Esta esencia natural significa que el hombre es la
razón, el corazón y
los sentimientos en acción.
El filósofo alemán Ludwig Feuerbach,
partidario del Antropologismo, define la esencia humana
así: "En el hombre perfecto se encuentran reunidos la
fuerza del pensamiento, la fuerza de le voluntad y la fuerza del
corazón. La fuerza del pensamiento es la luz del
conocimiento; la fuerza de la voluntad, la energía del
carácter y la fuerza del corazón, el amor".
Feuerbach, como representante de la filosofía
clásica alemana y una de las fuentes teóricas
inmediatas de las cuales se nutrió el marxismo,
concibe al hombre solamente como un individuo abstracto, como un
ser plenamente biológico, descontextualizándolo de
las relaciones sociales. Sin embargo su antropologismo encierra
gérmenes de la concepción materialista de la
historia, pues trató de dar una explicación desde
una base materialista a la religión. No obstante
su antropologismo se halla al margen de determinadas relaciones
sociales, porque al igual que los filósofos anteriores ve
al hombre como un ser contemplativo, al no incluir la
práctica como núcleo de la actividad
humana.
La crítica del antropologismo de Feuerbach,
realizada por Marx, se expresa
en su obra "Tesis sobre Feuerbach", al señalarse que:
"Feuerbach diluye la esencia humana en la esencia religiosa, pero
la esencia humana no es algo abstracto inherente a cada
individuo. Es en realidad el conjunto de las relaciones
sociales"; con lo que se revela su error metodológico
fundamental: ver al hombre como un ser contemplativo, pues no
incluyen a la práctica como el núcleo de la
actividad humana.
El Antropologismo del siglo XVIII y parcialmente del
siglo XIX tiene un carácter racionalista. La inteligencia
se consideraba como una de las facultades maestras naturales del
hombre. Los representantes principales de este pensamiento
planteaban: "Si la razón es el mando supremo de la esencia
natural humana, todas las desgracias del hombre y de la humanidad
se deben a la falta o al desarrollo insuficiente de esa
facultad". Se concibe entonces que la ilustración sea una
condición indispensable para "dulcificar las costumbres"
de la sociedad y cambiarla sobre principios juiciosos, pues
educar al hombre significaba en realidad protegerlo de las
influencias exteriores de carácter coercitivo
Jean-Jacques Rousseau,
partidario apasionado de la igualdad
social y enciclopedista francés del siglo XVIII, opinaba
que en la sociedad primitiva existía el llamado estado
natural del hombre, cuando todos eran iguales, libres o
independientes unos de otros. Concebía el ideal de la
sociedad del futuro en el establecimiento de la igualdad natural
de los hombres, violada por el desarrollo de la capacidad humana
de perfeccionarse, cuando unos habían comenzado a
adelantarse a los otros en su desarrollo. Es célebre su
tesis de que la igualdad establecida es la igualdad del "contrato social".
Para que el hombre que se une a sus semejantes continúe
siendo libre, es necesaria la enajenación de una parte de sus derechos a favor de un todo
social, sentenciaba Rousseau. Pero, perdiendo su estado natural,
el hombre conserva lo más preciso: la libertad y el
derecho de
propiedad.
En esa teoría, que con su sencillez, racionalismo
y humanismo había provocado tanta admiración entre
los hombres progresistas de aquella época; ya apuntaban
los antagonismos de la sociedad capitalista. Ante todo porque
él no separa los conceptos de libertad y de derecho de
propiedad, es
decir, que el hombre puede renunciar a muchas cosas menos a ese
sagrado derecho de "Ser" y "Poseer". Ser (libre, feliz, iguales);
Poseer (de propiedad). Estos dos conceptos van juntos en la
concepción antropológica del hombre de la
época de la ilustración, que no tardó en
manifestar su falsedad.
En esta etapa, después de afirmarse en las
ciencias
naturales estas ideas atomistas, éstas se extendieron
a la esfera de la vida social. Por consiguiente el hombre
también era un "átomo
social", en el que se reunían cualidades eternas e
inolvidables. Por un parte esta concepción era muy
progresiva para su tiempo, porque fundamentaba la igualdad y daba
impulso ideológico para destruir los tabiques sociales y
por otra parte, tal concepción evidenciaba la falsedad en
interpretar la relación hombre-sociedad, pues se supone
que no debe de haber un divorcio entre
el hombre y la sociedad y esto se afirmaba cuando era evidente la
inminencia de la ruptura como resultado del proceso de
enajenación.
El Antropologismo fundamentó la
justificación ideológica de la cada vez mayor
discrepancia de intereses del individuo y la sociedad, la
justificación de los procesos de enajenación en la
sociedad capitalista. La concepción antropológica
del hombre contenía no sólo la afirmación
optimista acerca de la identidad del
individuo en la sociedad, sino también la
justificación teórica de su ruptura.
Los enciclopedistas franceses Voltaire,
Diderot, Rousseau, inspiradores ideológicos de la Gran
Revolución
Francesa del siglo XVIII, no se daban cuenta de esa profunda
contradicción en su concepción del hombre. El curso
de la historia, la actividad de los continuadores
prácticos de los enciclopedistas que trataban de plasmar
en la vida las ideas de la ilustración, puso de manifiesto
dicha contradicción, pues hacia 1794 la República
francesa eliminó el peligro de intervención,
derrotó la contrarrevolución, eliminó los
fenómenos residuales del feudalismo y al parecer
abordó la construcción del reino de la libertad,
igualdad y fraternidad. Pero sus guías pronto se
percataron que la gente no se hacia mejor, pues aumentó la
especulación, se acumula el capital y
aparece la corrupción. Sus elevados principios eran
utilizados por muchos para obtener bienes materiales.
Sin querer, los líderes de la revolución
abrieron el camino para el desarrollo impetuoso de la
burguesía.
La filosofía clásica alemana, cuyos
representantes fundamentales fueron Luwing Fouerbach y Federico
Hegel,
también abordó la problemática
antropológica, pero en nuevas condiciones
históricas.
El Marxismo supera las concepciones
antropológicas de los filósofos anteriores
introduciendo un nuevo contenido de lo humano, como producto
superior de la evolución biológica: lo social, lo
cual no puede ser comprendida en abstracto como algo externo al
hombre, visto como un individuo acabado. El marxismo, al
descubrir la esencia de la Concepción Materialista de la
Historia, parte del hecho de que el núcleo de la actividad
humana es la práctica y que el ser social es ante todo la
vida material de la sociedad y la producción de bienes
materiales. Se concibe al hombre como una compleja
interrelación dialéctica entre lo biológico
y lo social, como el valor supremo de la sociedad, pues ubica al
hombre no como centro sino como un polo en su relación
activa con la naturaleza, la sociedad y el
pensamiento.
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Autor:
Lic. Virginia Porta Cosme
Lic. Marisela Pérez Escalona
Lic. Daniel Moreno González
M. Sc. Lic. Rafael Izaguirre
Remón
MINISTERIO DE SALUD
PÚBLICA
FACULTAD DE CIENCIAS MÉDICAS "CELIA
SÁNCHEZ MANDULEY"
GRANMA.
Manzanillo, junio del 2004.