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El asesinato del alma




Enviado por hcetinamx



    1. Desarrollo

    PROLOGO

    La realidad social, ámbito de la reproducción de la sumisión política, se nos
    manifiesta en forma caótica; un todo aparentemente
    desarticulado y desordenado. Al penetrar hasta la esencia de la
    mencionada realidad, descubrimos la inexistencia de tal caos
    social, apreciando un funcionamiento casi perfecto, de la
    mecanomegalia; la MAQUINA SOCIONEURATICA
    CAPITALISTICA.

    El funcionamiento del sistema
    capitalista lo comparamos, fenoménicamente, al de una
    máquina que funciona dialécticamente, pues la vida
    de la sociedad
    burguesa, la concebimos como un armazón
    arquitectónico, en donde los cimientos corresponden a la
    intitulada infraestructura económica: cimentación
    sobre la que se levanta la superestructura ideológica, con
    finalidad encubridora y apologista de la base
    económica.

    Este basamento económico se encuentra
    constituido por las relaciones de producción que contraen los hombres en la
    producción social de su existencia, relaciones que
    corresponden a un grado determinado de desarrollo de
    sus fuerzas productivas materiales.

    Mientras que el cimiento económico de la
    sociedad burguesa, tiene como función
    esencial la producción de plusvalía (tiempo de
    trabajo no
    pagado a los asalariados), que se utiliza para agregar a la
    inversión capitalista, cada vez mayor; por
    su parte la superestructura ideológica tiene como
    finalidad reproducir, por medio de las instituciones
    sociales, a toda la sociedad burguesa en su conjunto. La
    función verdadera, nos dice Marx
    específica del capital en
    cuanto capital, es la producción de plusvalor, y
    esta… no es otra cosa que producción de
    plustrabajo, apropiación en el curso real del proceso de
    producción real de trabajo no pagado, que se ofrece a la
    vista y objetiva como plusvalía.

    Para que la superestructura ideológica pueda
    reproducir a toda la sociedad y, en especial, actúe sobre
    el proceso económico, es preciso que antes se haya
    convertido en un poder
    material.

    La ideología de cada formación social
    no solamente tiene como función reflejar el proceso
    económico, sino también enraizarlo en las estructuras
    psíquicas de los hombres de esa sociedad.

    Como quiera que una ideología social modifica
    la estructura
    psíquica de los hombres, no se reproduce solamente en esos
    hombres, sino lo que es más importante, la
    ideología toma en la forma de esos hombres concretamente
    modificados y contradictorios, el carácter de una fuerza activa,
    de un poder material. Así, y solamente así, se
    explica el efecto de reacción de la ideología de
    una sociedad sobre la base social de la que ha
    surgido.

    Si bien la superestructura ideológica se
    introduce en la mente de cada uno de los individuos, para que
    éstos, con su actuación enajenada, reproduzcan toda
    la sociedad en conjunto, esta superestructura de hecho,
    económico capitalista: No sólo las condiciones
    objetivas del proceso de producción se presentan como
    resultado de éste, sino igualmente el carácter
    específicamente social de los agentes de la
    producción entre sí, las relaciones de
    producción mismas son producidas, son resultado,
    incesantemente renovado, del proceso.

    Denominados máquina socioneurótica a la
    sociedad burguesa, debido esencialmente, al hecho de que para su
    funcionamiento, tal sociedad burguesa produce, predominantemente,
    por medio de la institución familiar, individuos
    neuróticos, que con su actuación enajenada a la
    ideología dominante, produzcan plusvalía y acepten
    sumisamente toda la estructura económica social y
    política del capitalismo.

    Afirmamos que la sociedad es neurótica pues
    produce individuos neuróticos, que con su actividad
    laboral
    compulsiva y enajenada a la ideología de la clase
    dominante , reproducen, a su vez, toda la estructura
    social capitalista.

    La obtención de excedente económico,
    plusvalía, está en estrecha relación con la
    neurosis humana:
    hay algo en el alma humana
    que estimula al hombre al no
    gozo, al trabajo (negotium, no ocio). De este modo el resultado
    aquí es el mismo del trabajo enajenado 8compulsivo).
    Postular una íntima compulsión al trabajo, no
    externamente impuesta, es postular una necesidad interior de
    producir un excedente.

    De los principales obstáculos que impiden
    estudiar la citada mecanomegalia, destaca la traba
    ideológica, barrera cuya tarea es la de ocultar y
    justificar todo el aparato social capitalista.

    La ideología, y su instrumento el
    ideólogo, no sólo deforman y ocultan la realidad
    burguesa, sino que ante todo defienden la existencia de toda la
    estructura social de esa realidad.

    El ideólogo se caracteriza por hacer pasar por
    estructura de la realidad social, aquello que no es sino una mera
    apariencia fenoménica.

    La realidad social tiene una apariencia, una "fachada
    ideológica", que es preciso no confundir con la estructura
    social. Es característico del ideólogo practica, a
    veces deliberadamente, esa confusión, y presentar
    así como la verdad o fundamento estructural de la
    sociedad, la apariencia ideológica.

    En fin, la ideología no es, pues, una
    andamiaje ideal encargado sobre la estructura social para
    justificarla desde arriba; es fundamental y esencialmente un modo
    de manifestarse exteriormente, y oculta – sabiéndolo
    o no, el carácter profundo, estructural del
    proceso.

    Otra forma de ocultar y distorsionar la realidad
    social burguesa, es invirtiendo dicha realidad: la
    ideología es necesariamente una distorsión de la
    realidad, pero aún más, es la realidad puesta de
    cabeza. Porque la ideología no es simplemente ignorancia o
    falta de conocimiento,
    es más bien, un disfraz en el que la realidad es
    presentada por su negación, su "inversión". Los
    instrumentos que utiliza el aparato estatal burgués para
    introducir su ideología en la mente de los individuos, son
    los Aparatos Ideológicos del Estado. (A. I.
    E.)

    La función de los A. I. E. Es la
    reproducción de las relaciones de producción, es
    decir, de las relaciones de explotación
    capitalistas.

    Hemos visto que el proceso económico
    capitalista no sólo se reproduce a sí mismo, sino
    que también reproduce a toda la superestructura
    ideológica, que, a su vez, utiliza los A. I. E. para
    domesticar a los proletariados, quienes con su actuación
    sumisa revitalizan a toda la sociedad en su conjunto: La
    reproducción de su calificación, sino
    también una reproducción de su sumisión a
    las reglas del orden establecido, es decir, a la ideología
    dominante para los obreros y una reproducción de la
    capacidad del buen manejo de la ideología dominante para
    los agentes de la explotación y la
    represión.

    Una vez que los proletariados asimilan en su pensamiento la
    ideología dominante, con su práctica
    neurótica y sumisa (existencia cotidiana), legitiman la
    sociedad neurótica burguesa, sociedad al servicio de la
    clase dominante que los exprime en lo económico, los
    oprime en lo político y los reprime en lo sexual. Estos A.
    I. E. tiene como pilares la ideología sexual conservadora
    y su producto
    inhumano: la ideología machista.

    Los A.I. E. predominantes son: el familiar, el
    escolar, el jurídico, el religioso, el político, el
    sindical, el de información, el cultural, el médico,
    el deportivo, el pseudo-marxista y el extranjero: el A. I. E. de
    Estados Unidos
    de Norteamérica.

    De la anterior relación sobresalen, por su
    importancia sociopolítica, el A. I. E. familiar y el A. I.
    E. escolar, instituciones claves para la sociedad burguesa, pues
    ellas, utilizando la represión sexual, domestican y
    condicionan al individuo,
    mental y prácticamente, para que acepte, con obediencia y
    resignadamente, todo el orden social existente. La familia y
    la escuela son
    fundamentalmente instrumentos de represión sexual,
    fábricas de individuos neuróticos, esclavos
    dóciles, que con su disciplina
    cotidiana, reproducen la existencia de es máquina
    socioneurótica que los convierte desde la cuna hasta
    la muerte, en
    neuróticos enajenados a la ideología
    dominante.

    Si los individuos se rebelan y no aceptan ser
    castrados por la familia y por la
    escuela, la sociedad burguesa actual cuenta con cárceles
    apropiadas (manicomios), donde serán reeducados,
    rehabilitados y readaptados a la sociedad que los intenta
    domesticar y convertir en esclavos sumisos, productores de
    plusvalía, se les aplicarán terapias, de
    fármacos o eléctricas, que los convertirán
    en guiñapos humanos, zombis, residuos de los que fueron
    humanamente.

    Resumiendo: la sociedad burguesa, de esencia
    neurótica, produce, por medio de su ideología, su
    moral sexual
    conservadora y sus A. I. E., individuos neuróticos, que
    con su actividad obediente y sumisa, enajenada a la
    ideología dominante reproducen a la misma sociedad que los
    explota pluvalísticamente, los tiraniza en los
    político y los reprime sexualmente,
    transformándolos en neuróticos.

    EL ASESINATO DEL
    ALMA

    En 1973 son tres libros
    radicales contra el sistema capitalista, los que ven la luz
    pública: "Marx, Freud y la
    crítica
    a la vida cotidiana" de Bruce Brown, "Neurosis y
    Civilización" de Schneider y "El Asesinato del Alma, la
    persecución del Niño en la familia Autoritaria" de
    Morton Schatzman. Sobre este último trataremos
    aquí.

    Después de "La carta al
    Padre", de Kafka, no se había escrito otra
    acusación contra la sociedad burguesa Paternalista
    Autoritaria. Es precisamente Schatzman quien, tomando el caso del
    eminente juez alemán Daniel Paul Schereber, cuestiona: los
    métodos
    pedagógicos autoritarios, el papel domesticador de la
    Autoridad
    paterna, la psiquiatría oficial autoritaria y, en genera,
    toda la moral del
    sistema capitalista, la sociedad burguesa y la ideología
    dominante, preservadora de los intereses
    económico-políticos y sociales de la clase
    dominante.

    Daniel P. Schreber, enloqueció a los cuarenta
    y dos años de edad, recuperándose luego y volviendo
    a enloquecer ocho años y medio después. Los
    psiquiatras y psicoanalistas lo consideran como un caso
    clásico de paranoia y esquizofrenia. Su
    padre, que supervisó su educación, fue un
    destacado médico y pedagogo alemán. La influencia
    del padre sobre la vida de su hijo fue grande ante la
    época normalmente "blanda" y "decadente", según el
    padre, debido a la laxitud de la educación y la
    disciplina de los niños
    en el hogar y en la escuela, propuso combatir la "flojera" de su
    época, mediante un complejo sistema de educación
    infantil cuyo fin era hacer a los niños obedientes y
    sumisos a los adultos. Pensaba que la aplicación de sus
    preceptos redundaría en una sociedad y en una "raza"
    mejores. Aplicó a la educación de los niños
    los mismos principios
    básicos que los regimenes totalitarios, seculares y
    religiosos. Igual que ellos creía que la obediencia y la
    disciplina en un niño eran más importantes que
    cualquier otra cosa. Tuvo dos hijos; el mayor, Daniel, y Gustavo,
    que enloqueció, suicidándose
    después.

    Las ideas del Dr. Schreber, padre, acerca de la vida
    familiar reflejan como una caricatura, en miniatura, las
    ideologías ampliamente difundidas en el sistema
    capitalista, en su actual etapa de decadencia: los varones
    adultos tienen que ser dominada; los padres, por ignorantes,
    fanáticos o intolerantes que sean, tienen que supervisar
    la moral de sus vástagos hasta por lo menos al final de la
    adolescencia;
    y los niños tienen que aprender pronto a someterse, a
    menudo sin críticas, a la voluntad de sus padres, con el
    fin de adaptarse a la sociedad actual, donde también
    deberán someterse sumisamente, a la autoridad de la clase
    dominante.

    Hasta hace poco las psiquiatras se han dedicado a
    estudiar solamente al paciente, sin considerar su contexto
    social. Se estudia al paciente, no la conducta
    patológica de la gente que lo rodea.

    Las personas consideradas como esquizofrénicas
    describen durante su "enfermedad", mediante símbolos, situaciones sociales pasadas y
    presentes. Cuanto más se sabe acerca de sus vidas,
    más auténticas son su palabras y actos. Ni sus
    familiares, ni los médicos quieren comprender lo que dicen
    y hacen los pacientes.

    Trece años de su vida los pasó Daniel
    P. Schreber, en hospitales mentales y a los 71 años de
    edad público "Memorias de mi
    enfermedad nerviosa".

    El psiquiatra famoso Belnder, así como todos
    los demás que atendieron y han conocido el caso del juez
    alemán que nos ocupa, lo han considerado paranoico y
    esquizofrénico, sin tratar de comprender las palabras de
    Shreber, sin imaginarse que en las mencionadas memorias se
    encuentran el mensaje familiar y social de un individuo
    víctima de la sociedad autoritaria actual y su
    institución más importante: la
    familia.

    Es Sigmund Freud, el
    primero que intentó comprender lo que decían los
    pacientes y de ligar sus experiencias a hechos sucedidos durante
    la infancia.
    Freud no conoció a Shreber, pero basándose en las
    memorias, escribió un análisis sobre él. Cabe
    señalar que, así como el complejo de Edipo,
    tesis
    básica del psicoanálisis, no fue relacionado con la
    culpa de Layo, también el caso Schereber, no fue
    articulado con la culpa del padre, del juez alemán, por el
    fundador de la teoría
    psicoanalítica.

    Al estudiar el caso Schreber en relación con
    la Conducta pedagógica de su parte, de hecho, este estudio
    ayuda a comprender a la mayoría de los individuos
    considerados como paranoicos o
    esquizofrénicos.

    La ironía envuelve muchos actos sociales,
    aparentemente dominados por la razón. Un pedagogo famoso
    tiene dos hijos psicóticos y uno de ellos se suicida sin
    que su reputación se vea afectada. Freud, fundador del
    psicoanálisis, basado en el estudio del inconsciente, se
    olvida o pasa desapercibido los libros de pedagogía que publicó el padre del
    juez Schereber. Los padres alemanes educan a sus hijos, con las
    ideas de un hombre, al que mucha gente consideraría ahora
    un sádico o un enfermo mental.

    El padre de Schereber afirmaba que, un plan
    pedagógico deberá ser llevado por el padre de
    familia, quien deberá inculcar en la mente de sus hijos.
    El amor hacia
    Dios, padre de la humanidad, y el amor al padre
    Dios de los hijos.

    El Dr. Schreber pensaba que los padres debían
    restringir la libertad de
    sus hijos mediante severas disciplinas en aras de la salud: moral, mental y
    física.
    Parecía creer que los niños son criminales o
    enfermos desde el principio, o que con seguridad
    llegarían a serlo si ni se les rescataba a tiempo.
    Proponía, por ejemplo, que maestros y padres se reuniesen
    constantemente con el fin de controlar mejor las consecuencias de
    los niños.

    El pedagogo Schreber pretendía saber, como los
    neoconductistas, lo que es bueno, noble, elevado, correcto y fino
    y lo que no lo es, pero no dice cómo lo
    sabe,

    La lucha del Dr. y Pedagogo Schreber,
    consistía en arrancar de raíz y exterminar
    violentamente los elementos malos de la mente, las "malas
    hierbas".

    Luchaba: Contra la mala conducta infantil que
    consistía en las manifestaciones naturales del
    niño; contra la sensualidad, la indolencia, la blandura y
    la cobardía, pues según el llevaban a los
    individuos a las depresiones, enfermedades mentales y
    suicidios. Aplicando sus métodos
    inquisitorios-pedagógicos, parecidos a los métodos
    de tortura fascistas, logró lo que quería
    erradicar: la locura hizo presa de sus dos hijos y el suicidio fue la
    salida de uno de ellos.

    Pensaba, y lo aplicó a sus hijos, que el padre
    debe acostumbrarlos, desde temprana edad, a lo que es bueno y
    justo; los buenos hábitos infantiles, deben ser producidos
    y controlados por el padre. Acostumbrar a un niño,
    significa, programarlo para que obedezca, sumisamente, las
    ordenes de los padres, maestros y clase dominante.

    Educar a un niño, pensaba el pedagogo
    Schreber, significa imponer una regla sobre cada detalle de su
    vida, sobre cada pensamiento y actividad cotidiana del futuro
    individuo, preparándolo así para que la
    ideología dominante, los "más media" y las figuras
    paternas- autoridades, determinen su existencia, alineada y
    neurótica.

    El Dr. Schreber al solicitar la ayuda de los padres y
    la parte noble de los niños contra la parte mala que se
    encuentra en el interior de los pequeños, de hecho la
    derrota, para estos, en forma de alineación, no puede
    faltar.

    Para lograr el desarrollo y consolidación de
    la fuerza moral y el carácter, el pedagogo alemán
    proponía, como condición necesaria, la obediencia
    incondicional del niño.

    Si desde los primeros meses, nos dice el Dr.
    Schreber, se ha conducido al niño por el camino de la
    habitación a la obediencia, inconsciente, es necesario que
    este hábito se transforme en consciente.

    La educación integral que requiere el pedagogo
    citado debe ser, esencialmente obediencia, pues si llega a
    convertirse en desobediencia tiene que ser aplastada, hasta
    convertirla en una total sumisión, empleando, si fuera
    necesario, castigos corporales.

    La educación (domesticación) de los
    niños, en el seno familiar, según el pedagogo
    alemán, debe estar sometida a la autoridad paterna desde
    que nace el niño hasta los 20 años de
    edad.

    Con este pensamiento y con las torturas
    pedagógicas a las que sometió a sus hijos,
    fácilmente se comprende como los empujó a la locura
    y al suicidio.

    Daniel Paul, el hijo que solamente enloqueció
    y no llegó al suicidio como su hermano, manifestó
    en sus memorias todo ese infierno familiar, cambiando
    simbólicamente los nombres de las torturas y nombrando a
    Dios en lugar de su padre. El simbolismo, en este caso, oculto
    patológicamente, la realidad, en beneficio de la
    pedagogía autoritaria.

    Los padres y educadores, según el Dr.
    Schreber, deberán programar la mente y la vida de los
    niños, consiente y deliberadamente, para que obedezcan a
    sus padres, a sus maestros y a todas las autoridades que
    representen y defiendan los intereses económicamente
    sociales y políticos de la clase dominante.

    El psicoanálisis ha demostrado que los
    modelos de
    relaciones personales grabados en la mente de los niños,
    desde su tierna infancia, suelen permanecer para toda la vida.
    Los individuos tienden a repetir, inconscientemente, a lo largo
    de su vida, formas de relaciones sociales de sumisión a la
    autoridad, que le fueren programados desde sus primeros
    años de vida. Reich denomina " coraza
    caracterológica" a la exhibición del propio cuerpo,
    los programas de
    represión sexual grabados
    somáticamente.

    Existe la paradójica situación que este
    tipo de pedagogía, divide (Alinea) la mente del
    niño, al procurar que éste considere que su
    programación para la sumisión, no le
    fue impuesta por sus padres, sino que él conscientemente,
    en "libertad" se programó a si mismo.

    El Dios ( el padre) de Schreber, vigiló, y
    después de muerto, en la conciencia del
    hijo, vigila, dicta y condena cada uno de sus movimientos al
    sentir la vigilancia divina (paterna) sin poder tomar conciencia
    de su realidad. Habla de la realidad en forma simbólica y
    debido a que su mensaje no es comprendido, ni captado, por las
    demás sus padres, maestros, psiquiatras y toda la sociedad
    quienes lo denomina, loco para poder castigarlo en un
    manicomio.

    El pedagogo-padre Schreber, propone vigilar los
    estados de ánimo de los pequeños que gritan y
    lloran sin motivo, si lo hacen por capricho y terquedad, es
    necesario distraerlos con palabras autoritarias, ademanes
    amenazante, golpes sobre la mesa y así esto no surte
    efecto, aplicarles castigos corporales, relativamente suaves,
    repetidos en forma intermitente, hasta que se logre el objetivo
    deseado y el niño se calme o se duerma. A la segunda vez,
    el padre se convierte en dueño del niño para
    siempre. "A partir de entonces, una mirada, una palabras, un
    simple gesto amenazante son suficientes para gobernar al
    niño".

    El Dr. Schreber justifica su actuación
    autoritaria, aduciendo que de esa forma salva al niño de
    "espíritus internos atormentadores", no ve que esos
    espíritus se encuentran dentro del pedagogo autoritario,
    quien simplemente proyecta en los niños sus propios
    tormentos de culpabilidad.

    El autoritarismo de esa pedagogía n o permite
    aprender de los niños, sino que solamente los niños
    deben aprender de sus padres maestros.

    Para el Dr. Schreber, un bebé debe solicitar
    sus alimentos y su
    cambio de ropa
    en forma calmada y paciente con este hábito está
    maduro, el niño, para adquirir el arte de la
    abnegación. Cada deseo prohibido deberá rechazarse
    firme y tenazmente con una negativa incondicional. El
    niño, a su vez, deberá recibir esta negativa con
    calma, con tranquila aceptación, para que adquiera "el
    hábito saludable e indispensable de la
    subordinación y el control de su
    voluntad".

    Para el pedagogo Schreber los actos de los
    niños, así como también sus sentimientos y
    móviles. Piensa que el niño no debe obedecer para
    obtener parabienes o recompensas, opina que desear premios es un
    sentimiento "bajo" o "impuro". No tampoco debe obedecer por temor
    al castigo, ni menos desee secretamente desobedecer, tiene que
    obedecer por que sabe que es bueno obedecer, por muy caprichoso
    que sea el deseo de sus padres.

    El pedagogo Schreber propone un sistema inquisitorial
    para enseñar a escribir a los niños: un
    pizarrón en el que se anotarán los nombres de los
    niños con las faltas
    cometidas, así como los casos de insubordinación.
    Al final de cada mes se castigará o felicitará a
    cada niño de acuerdo con los resultados que se encuentren
    en el pizarrón.

    En esencia, la filosofía pedagógica del
    Dr. Schreber, tiene como finalidad hipnotizar a los niños
    con el fin de asesinar su alma, es decir, apoderarse del alma de
    los niños para poder dominarlos en forma absoluta.
    Quedando los niños hipnotizados (psicotizados) para todo
    el resto de su existencia.

    Desde muy temprana edad, el Dr. Schreber recomienda
    baños de agua
    fría, y a los cuartos infantiles deberán ser
    fríos, con el objeto de endurecer físicamente a los
    niños.

    La educación espartana que propone el Dr.
    Schreber atiende minuciosamente cada detalle, procurando que el
    niño no logre alcanzar goces, placeres. El pretexto para
    evitar dichos goces consiste en afirmar que los padres deben
    procurar que los niños estén siempre derechos y en posiciones
    bien adecuadas, para que no se deformen las partes de sus
    cuerpos.

    El pedagogo Schreber inventó para la salud del
    cuerpo de los niños, lo siguiente:

    1. Un sujetador de clavícula para que los
      niños se sienten derechos cuando estén
      escribiendo.
    2. Un correo para los hombros para que los
      pequeños no inclinen su cuerpo para
      adelante.
    3. Una correa para el niño durmiendo para que
      los niños no se muevan al dormir.
    4. Una sujeta – Cabezas para que los
      pequeños caminen derechos.
    5. Una barbillera para que los niños tengan
      "un adecuado crecimiento de la mandíbula inferior y de
      los dientes.

    En una palabra, con estos instrumentos de
    represión sexual, el Dr. Schreber, estaba acorazando a los
    niños, convirtiéndolos en zombis sumisos a toso
    tipo de autoridad.

    A diferencia de J.J. Rosseau que afirmaba la naturaleza
    innata de los niños y en especial su alimentación natural,
    el Dr. Schreber pensaba que los niños deben comer lo que
    el pedagogo padre considere necesario y a la hora que
    estén programados los alimentos y si no lo quieren,
    dárselos a la fuerza.

    En relación con los juegos
    infantiles, los padres deberán vigilar,
    inquisitorialmente, a fin de prohibir todos aquellos actos y
    conductas inmorales. Los padres eligirán qué juegos
    practicarán sus hijos, a fin de poder manipular y
    controlar sus vidas.

    En cuento a las
    lecturas, el teatro,
    deberán los padres seleccionar qué deberán
    leer y ver los niños.

    Los niños serán bañados,
    siguiendo paso a paso las indicaciones del pedagogo autoritario
    con el objeto de que no adquieran hábitos malos y
    perniciosos para su salud.

    El pretexto de corregir todas las anormalidades que
    pueda adquirir el cuerpo de los niños, tiene como
    finalidad, controlar, fascinadamente, cada acto y conducta de los
    pequeños, regulando de esa forma, cada detalle cotidiano
    de la existencia sumisa infantil. Más adelante, cuando no
    se encuentren bajo la tiranía familiar, serán
    controladas. Sus existencias cotidianas, por la ideología
    de la clase dominante y sus instituciones como los medios masivos
    de domesticación (comunicación) permanentes: la radio,
    la
    televisión, los periódicos, las revistas, el
    cine,
    etc.

    En relación con la sexualidad, el
    Dr. Schreber, planteaba, al igual que los religiosos, que su
    sistema de educación infantil estaba dirigido al triunfo
    del espíritu sobre la materia.

    El pedagogo schreber, acorde con el pensamiento de su
    tiempo, reforzaba la moral sexual con ideas sobre salud
    física y mental. En la vestimenta, por ejemplo, se
    oponía a que los vestidos de las niñas estuvieran
    escotados. Planteaba que todas las emociones
    innobles e inmorales deberían ser sofocadas antes de que
    se desarrollaran. Para evitar las "poluciones" nocturnas
    recomendaciones el ejercicio muscular como remedio y cura. Si
    persistían las poluciones deberán lavarse los
    órganos sexuales con agua fría. Aquí la
    magia cumple el papel negativo, antinatural e
    inhumano.

    Con el fin de que el niño no tenga oportunidad
    para masturbarse, el pedagogo alemán. Planteaba que los
    padres deben vigilar todo el tiempo a sus hijos.

    En la medida que la sociedad burguesa actual utiliza
    la represión sexual para dominar a los trabajadores, esta
    represión posibilita el surgimiento de los homosexuales,
    los cuales al ser perseguidos moral y policiacamente, los hace
    caer en la paranoia, la sociedad genera paranoia y esta refuerza,
    revitalizando a esta misma sociedad.

    El Dr. Schreber pensaba que los que no estaban de
    acuerdo con él, estaban enfermos. Sus ideas
    pedagógicas autoritarias influyeron en los nazis, quienes
    mataban a la gente en nombre de la higiene y de la
    "salud" de la "raza". Hitler y sus
    seguidores se educaron cuando los libros del Dr. Schreber eran
    los más populares y postulaban un autoritarismo (fascista)
    hogareño.

    Ritter, un biógrafo del Dr. Schreber,
    veía su biografiado como un precursor espiritual del
    nacismo. Muchos pasajes de "Mi lucha" de Hitler expresan ideas
    parecidas a las del Dr. Schreber.

    La actitud de
    Hitler con respecto a las "masas" es simular a los sentimientos
    que el Dr. Schreber abriga respecto a los niños, solo que
    los del primero son mas cínicos.

    Según Reich, el estado
    autoritario tiene un representante en la familia; el
    padre.

    El despotismo en cualquier nivel- estado,
    fábrica, escuela, iglesia,
    familia, individuo – propicia y requiere el autoritarismo
    en la totalidad social. la sociedad autoritaria – burguesa
    produce en todas sus instituciones, individuos sumisos que con su
    resignación cotidiana, reproducen y revitalizan a todo el
    sistema social en su conjunto.

    La educación infantil autoritaria, basada en
    los ejercicios de obediencia y posturas, rígidas,
    propuestas por el Dr. Schreber, prepararon a los soldados
    alemanes fascistas, quienes utilizaron la violencia
    burguesa para implantar descarada y cínicamente la
    dictadura de
    la clase industrial alemana.

    Otro producto de esta pedagogía autoritaria ha
    sido el "enloquecimiento" de individuos que se rebelaron y han
    sido encerrados en muros psiquiátricos, donde se les
    castiga con electrochoks y lobotomía, como si fueran
    niños desobedientes a los que se les debe reducir a
    guiñapos, como a Murphi, el personaje de "Alguien
    voló sobre el nido del Cuco". Denominada "Atrapado sin
    Salida" en su versión
    cinematográfica.

    La filosofía pedagógica- autoritaria
    del Dr. Schreber no solo fue aplicada por los espartanos, la
    iglesia cristiana y los fascistas, sino también por la
    sociedad burguesa decadente del presente siglo XX.

    La psiquiatría oficial rusa consideran como
    síntoma de enfermedad mental a todo desidente inconforme
    con el gobierno
    burocrático, con el fin de poder justificar legal y
    médicamente su encierro en los hospitales
    psiquiátricos donde se les aplicarán "terapias" que
    los destruían comos seres humanos. La novela de
    ficción- política de Orwell, 1984, es una clara
    advertencia del peligro que la humanidad puede sufrir de triunfar
    una burocracia, como
    la rusa, en todo el globo terráqueo.

    "El Mundo Feliz" de Huxley y "Walden Dos" de Skinner, por
    el lado capitalista, son amenazas para la libertad del ser
    humano, pues en dichos modelos la programación de la
    existencia es, en lo esencial, semejante al modelo
    pedagógico del Dr. Schreber.

    "En la sociedad planificada que plantea Skinner, el
    control de los seres humanos, desde la infancia, sería tan
    "científico" que no se producirían disidencias con
    el orden establecido.

    FIN

    Humberto Escobedo

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