- Resumen
- Aspectos psicológicos de
la Inteligencia Emocional - Aspectos
Neuroanatómicos de la Inteligencia
Emocional - Conclusiones
- Referencias
Bibliográficas
La inteligencia
emocional se refiere a la capacidad de reconocer los propios
sentimientos, los sentimientos de los demás, motivarlos y
manejar adecuadamente las relaciones que se sostienen con los
demás y con las personas mismas. Es un concepto muy
amplio, que implica la capacidad del individuo para
llevar a término exitosamente una empresa, e
incluye la Inteligencia Cognitiva (IC) y la Inteligencia
Emocional (IE). La IC se compone de facultades como la atención, la memoria,
el lenguaje,
la abstracción, etc., mientras que la IE incluye elementos
sociales y emocionales. Estos últimos no son mensurables
con los test de
inteligencia habituales. En el presente trabajo
exponemos un bosquejo por los laberintos neuroanatómicos
de la inteligencia emocional, su sustrato fisiológico y
morfológico imbricando lo psicológico con la unidad
estructural y funcional que constituye el cerebro.
Palabras Claves: inteligencia emocional, aspectos
neurobiológicos, aptitud emocional, emociones,
aprendizaje
emocional básico, toma de
decisiones, habilidades de la inteligencia emocional,
aplicaciones de la inteligencia emocional.
Key words: emotional intelligence,
neurobiological aspects, emotional aptitude, move, basic
emotional learning, taking of decisions, abilities of the
emotional intelligence, applications of the emotional
intelligence.
I.- Introducción.
La irrupción del libro
"Inteligencia Emocional" con los vaiosos y brillantes aportes de
Daniel Goleman hizo posible que la difusión de este tema
gozara de cierta popularidad, la lectura de
este libro se puede disfrutar ya que cuenta con un estilo
divulgativo, didáctico y muy ameno, logra llegar a un gran
número de lectores, que pronto empiezan a interesarse por
conocer más de este concepto y, especialmente, en
encontrar una herramienta o instrumento de evaluación
de la inteligencia emocional. Todo el mundo quiere saber de este
tema, es una avidez creciente no solo de la
intelectualidad.
En el entorno científico se ha
convertido en una necesidad creciente el estudio de la
emoción, de la creatividad,
la inteligencia, las competencias
sociopersonales y como mayor novedad la Inteligencia Emocional
(IE).
Según Goleman la IE es el factor clave para una
adaptación exitosa en las diferentes contingencias de la
vida, y que esta es en definitiva un conjunto de metahabilidades
que pueden ser aprendidas. Así que con este énfasis
en una mejor adaptación personal, social
e incluso laboral el
interés
en la IE es evidente con la consiguiente proliferación de
documentos
sobre la IE y de escalas de evaluación de la IE. Considero
que este incremento tiene como consecuencia una mala
utilización del concepto original propuesto por Salovey y
Mayer (1990)
Para Daniel Goleman, la inteligencia emocional se
refiere a la capacidad de reconocer los propios sentimientos, los
sentimientos de los demás, motivarlos y manejar
adecuadamente las relaciones que se sostienen con los
demás y con las personas mismas.
El concepto de "inteligencia" es difícil de definir dado
que hay múltiples enfoques entre los distintos autores.
Etimológicamente deriva del latín "intellegere",
que significa "recolectar de entre", lo que le atribuye una
connotación relacionada al discernimiento o toma de
decisiones.
Se deriva entonces una nueva división desde el
punto de vista conceptual y didáctico de la inteligencia
planteándose la existencia de dos tipos: la intelectual y
la emocional, cada una de ellas expresa la actividad de regiones
diferentes del cerebro. El intelecto se basa en el funcionamiento
del neocortex, la parte que recubre la superficie del cerebro,
mientras que los centros emocionales están en una
región más antigua
De esta forma, podemos deducir que la inteligencia es un
concepto muy amplio, que implica la capacidad del individuo para
llevar a término exitosamente una empresa, e
incluye la Inteligencia Cognitiva (IC) y la Inteligencia
Emocional (IE). La IC se compone de facultades como la
atención, la memoria, el
lenguaje, la
abstracción, etc., mientras que la IE incluye elementos
sociales y emocionales. Estos últimos no son mensurables
con los test de inteligencia habituales.
El desarrollo de
la IE es crucial para alcanzar el éxito
en la vida, incluso más que la IC, y a diferencia de
ésta, tendría una mayor carga ambiental que
genética. Es por esto que, pese a su
reciente descripción, la IE se ha convertido en uno
de los temas más debatidos en psicología y
más estudiados en neurología conductual, amenazando
con crear una verdadera revolución
en los métodos de
enseñanza tradicionales, los que
están enfocados principalmente al desarrollo de la
IC.
II.- Aspectos
psicológicos de la Inteligencia Emocional
Los sentimientos no sólo son los hontanares del
saber intuitivo. También nos suministran, a cada instante,
durante todo el día, datos
potencialmente aprovechables. Pero no basta con tener los
sentimientos. Es necesario saber reconocerlos y apreciarlos,
tanto en uno mismo como en los demás, así como
reaccionar a ellos correctamente. Las personas que saben hacerlo
utilizan la inteligencia emocional, que es la capacidad para
sentir, entender y aplicar eficientemente el poder de aquel
cúmulo de emociones del cual mana parte de la fuerza, de las
informaciones, de la confianza, creatividad e influencia sobre
los demás que anima al hombre.
La medida de la inteligencia emocional se expresa con un
cociente, el EQ. Los investigadores sugieren que las personas que
tienen el EQ alto tienen mejores resultados en su vida
profesional, entablan relaciones personales más estrechas,
desempeñan funciones
directivas más hábilmente y gozan de mejor salud que las personas con
un EQ bajo.
El EQ Map Profiles y el Organizational
EQ Map Profiles son dos instrumentos homologados según
las normas
norteamericanas y válidas a los efectos
estadísticos, que sirven para medir la inteligencia
emocional y otras dimensiones de la inteligencia humana en
el
trabajo.
A medida que el sujeto va desarrollando las distintas
características de su inteligencia emocional, lo
más probable es que observe que, al mismo tiempo, va
aumentando su capacidad en los siguientes aspectos:
- La intuición.
- La disposición para confiar en los
demás y la capacidad para inspirar
confianza. - Un talante sólido y de auténtica
personalidad. - El aprecio por la insatisfacción
constructiva. - La capacidad para encontrar soluciones
acertadas en situaciones difíciles y para tomar
decisiones inteligentes. - Liderazgo eficiente.
La inteligencia emocional no sólo es una fuerza
potente en sí misma, sino que también es
indispensable para poder llevar a buen término ciertas
iniciativas relacionadas con la mente, tales como control de
calidad, desarrollo de las competencias fundamentales y
aplicación de las disciplinas correspondientes a la
valoración. La rentabilidad
de las organizaciones
está relacionada en gran medida con la calidad de la
vida profesional, la cual depende mucho de la confianza y de la
lealtad, tanto dentro de la
organización como para con las personas externas. La
rentabilidad también tiene cierta relación con lo
que sienten los empleados respecto a su trabajo, a sus
compañeros y a la
empresa.
Tres factores que determinan la ventaja
competitiva:
- La consecución de la confianza en las
relaciones con las personas. - El aumento del impulso de la eficiencia
- La construcción del futuro
La consecución de la confianza en las
relaciones con las personas: Se trata de desarrollar
métodos concretos para construir un radio de
confianza que abarque a los clientes actuales
y potenciales, a los equipo propios y a toda la organización.
El aumento del impulso y de la eficiencia en
situaciones de presión: Este factor tiene
relación con la preparación de unos dispositivos,
que se puedan accionar para alertar la mente, cuando sea
necesario aumentar la fortaleza de las personas y de las
relaciones entre ellas.
La creación del futuro: Este factor
desarrolla las habilidades fundamentales que sirven para
aprovechar el poder de los puntos de vista divergentes y del
potencial más importante, el de los talentos y fuerzas
esenciales de cada persona,
incluidos aquellos aspectos que no suele aprovecharse como
ventajas competitivas. Esas habilidades pueden aumentar la
capacidad de los equipos y trabajadores individuales para
encontrar oportunidades, solucionar problemas e
introducir avances reveladores en el campo estratégico,
técnico y de servicios.
Esas manifestaciones de la capacidad esencial se
concentran y movilizan en el lugar de trabajo a través de
un modelo
llamado: modelo de las cuatro piedras angulares de la
inteligencia emocional. Las citadas cuatro piedras angulares
son:
- El reconocimiento de las emociones.
- La aptitud emocional.
- La profundidad emocional.
- La alquimia de las emociones.
Es importante comenzar por mencionar la honestidad. La
construcción o el enriquecimiento de la inteligencia
emocional comienzan cuando nos dejamos guiar sinceramente por los
sentimientos y nos mantenemos fieles a nosotros mismos,
respetando la sabiduría del corazón y
de la mente.
Es indudable que, a los trabajadores de todos los
niveles de cualquier organización les gustaría que
las relaciones fueran directas y sinceras. La
comunicación desprovista de sinceridad es denigrante
para todos, porque implica que somos casi infinitamente
manipulables mientas los que mandan sepan darle el matiz que les
convenga. Existe, sin embargo, un antídoto contra esa deshumanización
del lenguaje. Consiste en conocer aquellas cualidades de nuestra
fortaleza gracias a las cuales se nos respeta y no cesar en la
lucha por ellas.
Durante muchas décadas, los estudiosos más
prestigiosos del liderazgo
vienen recomendando que cuidemos las emociones en la vida de las
organizaciones y que aprendamos a valorarlas y a controlarlas
correctamente, tanto las nuestras como las de los
demás.
El reconocimiento de las emociones implica la
adaptación de un glosario claro y
útil para referirse a ellas y el respeto y aprecio
de la sabiduría que encierran los sentimientos. La
honestidad emocional, la energía emocional, el
feedback emocional y la intuición práctica
son algunas de las nociones que contribuyen a ello.
Para comprobar personalmente el dinamismo de la
honestidad emocional en algunos aspectos, usted mismo puede
escudriñar su propia inteligencia emocional durante varios
días. Observe sus pensamientos y sentimientos. Basta
contactar con nuestras voces interiores y mantenernos atentos a
ellas para desarrollar la facultad de surtirnos de las profundas
fuentes del
saber que viene más allá de nuestro pensamiento,
desde dónde reina la inteligencia emocional.
La confianza es una de las principales
característica de la aptitud emocional, que es la segunda
piedra angular de la inteligencia emocional. Se compone de
autenticidad, resistencia,
renovación e insatisfacción constructiva. Esas
cualidades enriquecen nuestras facultades personales y nuestro
carácter, así como los sentimientos
que los animan y orientan. Es con ellas que cada uno de nosotros
forja su auténtico destino en la vida y en el trabajo:
Para un buen profesional o líder,
hay pocas cosas que tengan más importancia que la
confianza.
La confianza, que muchas veces se pierde víctima
de nuestra propia falta de voluntad o de capacidad para
aceptar los sentimientos, se ha convertido en el principal factor
de la competitividad, no sólo para las empresas sino
incluso para los países.
La confianza es más que una buena opinión
o actitud. Es
una fuerza de las emociones que se puede movilizar. Es algo en
que debemos basar nuestros sentimientos y acciones.
Cuando tenemos confianza en nosotros mismos, la depositamos en
los demás y, a cambio ganamos
la suya. Entonces, ese sentimiento se convierte en el aglomerante
que cimienta esas relaciones. Además abre el camino para
un diálogo
franco. En cambio, la falta de confianza nos hace perder mucho
tiempo y esfuerzo en salvaguardar, inspeccionar, dudar, verificar
y medir cosas, en lugar de dedicarnos al trabajo que sea creativo
y cooperativo y que genere valor
añadido.
La confianza que infunden y de la cual luego gozan las
personas, equipo u organizaciones, se construye sobre la forma
honrada y apropiada en que éstos la manifiestan,
así como sobre la verosimilitud de estas manifestaciones y
la credibilidad que infunden. Está probado que la
confianza en los negocios
depende sobre todo del contacto emocional entre las personas. Sin
ella, la innovación es tímida y desaparece,
los líderes tienen que ocuparse de muchos pormenores al
preparar cualquier procedimiento,
incluso una transacción sencilla.
A menos que hagamos algo concreto para
que la confianza sea más profunda y se extienda, abarcando
nuestras relaciones de trabajo y organizaciones, nos quedaremos
solos, sin una auténtica comunidad. Eso
podría inhibir a los trabajadores de perseguir las
oportunidades económicas. El coste económico de
este fenómeno es la perdida de la capitalización
social o radio de
confianza que, en este contexto, se refiere a las condiciones que
permiten a unas personas confiar en otras y trabajar juntas en
grupos u
organizaciones, compartiendo los mismos
propósitos.
Si usted demuestra que su disponibilidad y
atención son sinceras, la gente confiará en usted y
pensará que usted no es igual que lo otros jefes. Esa
opinión es vital para los líderes con alto
rendimiento. Sin ella se formaría una incesante corriente
de resentimientos, con el resultado de que ambas partes se
volverían tensas, desconfiadas y menos
productivas.
La profundidad emocional, tiene que ver con:
- Destacar el rasgo fundamental del carácter del
sujeto. - Descubrir y fomentar el potencial y el
propósito que le son propios y que definen su
destino. - Manifestar el compromiso, el impulso, la iniciativa,
la conciencia y
la responsabilidad. - Aprovechar la solidez de un talante.
- Aumentar la influencia que ejerce el sujeto
más allá de su autoridad,
posición y cargo.
El saber, que es la herramienta más eficaz para
influir sobre los demás sin tener que aprovechar
ningún ascendente ni ejercer ningún control sobre
ellos, constituye uno de los principales retos para las
organizaciones de nuestra década. Se trata de percibir,
aprender, relacionar, crear, ordenar por prioridades y actuar de
tal manera que el proceder dependa más del elemento
emocional que del mero dominio y
control, lógica
e intelecto o análisis técnico.
Las emociones invaden nuestra identidad y se
extienden al sistema que
formamos los humanos a modo de la fuente que irradia y transmite
energía; son las corrientes de energía que manan en
nuestro interior, vitalizan nuestros valores y
orientan nuestras percepciones y conductas. Luego, fluye hacia el
exterior y afectan a los demás.
La inteligencia emocional es transferida durante un
continuo proceso,
primero de compresión y aplicación de las dos
primeras piedras angulares (reconocimiento de las emociones y
aptitud emocional) y luego, de exploración del nivel
profundo de las emociones mediante toda una serie de
prácticas. Entre éstas, se encuentra aquella
clase de
programas de
adiestrados y asistencia de mentores.
Por más que nos esforcemos, es imposible que
podamos sobresalir en todo, pero cada uno de nosotros es capaz de
hacer algunas cosas mejor que otras cien mil personas. Es
necesario que busquemos y desarrollemos nuestros lados fuertes y
habilidades mientras vamos reorientando y controlando los puntos
débiles, en lugar de intentar subsanarlos. Lo esencial de
la profundidad emocional es lo siguiente: La vida y el trabajo
del hombre representan más de lo que admiten las
rígidas teorías
ya superadas. Lo que sentimos y las imágenes
del potencial único que llevamos en el corazón
calan mucho más hondo.
El trabajo es una oportunidad de transferir al mundo
exterior aquello que nos identifica como únicos. El hombre
tiene una necesidad compulsiva de dejar su huella personal en el
mundo.
Al aplicar las tres piedras angulares de la inteligencia
emocional ya citadas, es decir, el reconocimiento, la aptitud y
la profundidad de las emociones, se podrá experimentar
superación y progreso. Uno podrá volverse
más enérgico, más eficaz y más
confiado en sus relaciones con los demás. Y, qué
duda cabe, se sentirá más a gusto con su verdadero
talante.
La alquimia se trata de una convergencia de aquellas
fuerzas que nos permiten descubrir oportunidades creativas y
transformar ideas menores en algo más
importante.
Por lo general, cuando hablamos del cambio, pensamos en
un cambio para más o mejor, que resulta de un
análisis racional y ordenado y de una planificación rigurosa, producto de un
esfuerzo intelectual sobre todo. Por el cambio para más o
mejor dura poco, tiene una envergadura limitada y tiende a ser
reversible.
En cambio, muchos buenos directores no están
dispuestos a competir en el futuro, introduciendo
únicamente los cambios para más o mejor, con todas
las previsiones y limitaciones que ello implica, sino se proponen
un cambio transformacional y se dedican a efectuarlo. Tienen
valor para asumir los riesgos de la
creatividad. Toleran el error propio o ajeno y, aunque alguien se
equivoque, le permiten seguir explorando nuevos territorios.
Saben que el futuro no es algo que basta esperarlo y ya
vendrá, sino algo a cuya construcción debemos
contribuir activa y apasionadamente. La inteligencia emocional
juega un papel vital en esa construcción.
El síndrome de Zeigarnik, descubierto hace
treinta años, se refiere a que la creatividad se extingue
tan pronto como llegamos al término de un proyecto o
eliminamos un problema. Cuando un trabajador está haciendo
algo excepcional, casi siempre deja de ser administrador.
Hay algo que absorbe toda su atención y dirige su
interés hacia la naturaleza
misma del proyecto o problema. Se siente animando y fuerte y
empieza a exigirse a sí mismo y a los demás aportes
creativos y máximo esfuerzo. Casi siempre termina creando
algo extraordinario o aprendiendo algo muy
útil.
Todos podemos saber hacer frente a las mismas cosas que
cualquier otra persona, pero debemos estar mejor preparados,
nuestro instinto debe ser más agudo y nuestra
dedicación, más creativa. Entonces, sabremos
reaccionar de un modo diferente e innovador, porque no estaremos
atascados en el tiempo. Sabremos ser excepcionalmente tolerantes
con la ambigüedad y dejar que el juego de las
cosas siga su curso creativo.
En realidad, muchas cosas que buscamos, tanto en el
quehacer empresarial como en la vida, no están en ninguna
parte. No vienen con la última tendencia ni con la
tecnología
más avanzada, sino las llevamos dentro. Siempre han
estado
allí, pero muchos de nosotros no hemos sabido valorarlas
ni responder a ellas o no las hemos utilizado todo lo bien que
somos capaces de hacerlo.
En síntesis,
para que la vida tenga un sentido y una realización
satisfactoria es necesario sintonizar con lo que está
detrás de los análisis mentales, de las
apariencias, del control y de la retórica para ejercitar
la parte del ser que emite sentimientos, que anima nuestras
facultades más preciadas y la capacidad para aprender y
crear, transformado esas facultades e ideas, para convertir los
pensamientos en vivencias.
III.-
Aspectos Neuroanatómicos de la Inteligencia
Emocional.
Para los antropólogos el cerebro orgánico
se divide en tres partes: el cerebro externo, el cerebro medio o
mamífero inferior, y el cerebro antiguo llamado
también reptil por su forma anatómica.
De todos ellos, el que más se relaciona con la
mente es el cerebro reptil, porque contiene las emociones
primitivas y los instintos de supervivencia y conquista;
además se encuentran en él, entre otras, las
funciones primarias vitales como la respiración y la regulación del
calor
corporal.
El cerebro externo o neo-cortex tiene a su cargo la
importante función
del pensamiento y el razonamiento intelectual. Pero, aunque
muchos saben que este cerebro está compuesto de dos
hemisferios cerebrales, muchos también ignoran que el
hemisferio izquierdo maneja la lógica y todo lo
relacionado con ella, mientras que el hemisferio derecho tiene
que ver con la emoción y también con los
sentimientos negativos como los miedos, las culpas y el
resentimiento.
Sin embargo, esto no significa que una persona con
hemisferio izquierdo dominante -la lógica- no tenga
emociones negativas como miedos o culpas. Es necesario aclarar
esto, porque se tiende a pensar que las personas "lógicas"
sólo tienen sentimientos y emociones en permanente
equilibrio.
Todas las personas tienen un hemisferio dominante; algunas pueden
ser extremadamente lógicas (hemisferio izquierdo), y otras
por el contrario pueden ser extremadamente emocionales
(hemisferio derecho).
Por supuesto que el equilibrio pasa por la función
conjunta de ambos hemisferios, pero -y éste es el
problema- casi todos "manejan" inconscientemente, todo el tiempo,
el hemisferio izquierdo o el hemisferio derecho.
Antes de determinar si una persona es hemisferio
izquierdo o derecho, es necesario conocer brevemente las
cualidades de cada uno.
Las personas con predominio del hemisferio izquierdo son
lógicas, razonan todo paso a paso, se informan
exhaustivamente antes de actuar, y muchas veces no concretan lo
que quieren por exceso de razonamiento.
Las personas con predominio del hemisferio derecho son
emocionales, intuitivas, poco dadas a razonar, en algunos casos
extremadamente sensibles y perceptivos. Estas personas suelen
sacar conclusiones por lo que sienten y no por lo que piensan;
pese a ello, cuando siguen la voz de su intuición,
generalmente no se equivocan.
En oriente llaman al hemisferio izquierdo "El día", porque
para las personas con este hemisferio dominante, todo es claro
bajo la luz de la
razón; en cambio al hemisferio derecho lo llaman "La
noche", porque tiene que ver con la intuición, con lo que
se siente, y no se puede explicar a la luz de la razón.
Sin embargo, para la educación
occidental, las personas con hemisferio izquierdo dominante han
sido hasta hace muy poco tiempo valorizadas como
genios.
Del mismo modo las personas con hemisferio derecho
dominante, donde están presentes emociones y sentimientos,
han sido desvalorizadas.
Por ejemplo: es frecuente que entre dos hermanos, que
están cursando la escuela primaria,
se destaque la lógica como un aspecto sumamente brillante
de la
personalidad de uno de ellos; mientras que el otro, con el
hemisferio derecho dominante, es desvalorizado por sentir
más emoción que razonamiento.
A la luz de recientes estudios e investigaciones,
se sabe que una persona con hemisferio derecho dominante, y por
lo tanto con una personalidad tendiente a demostrar sus
emociones, tiene más posibilidades en áreas que
requieren gran creatividad. Los ejecutivos de grandes empresas en
el mundo son personas con dominio de ambos hemisferios; es decir
son lógicos y emocionales, y la emoción -no hay que
olvidarlo- complementa perfectamente a la razón. El
trabajo sincronizado de ambos hemisferios logra una
perfección que permite a las personas vivir mejor, con
experiencias positivas de gran plenitud.
La frecuente comparación del cerebro humano con
una computadora es
totalmente equivocada; las computadoras
conocen dos estados posibles: 0 – 1; sí o
no.
El cerebro humano conoce, acepta, y sobre todo resuelve, cientos
de estados en miles de situaciones diferentes. Es mucho
más asombroso, impresionante y perfecto que la más
sofisticada computadora: es una lástima que sólo
una minoría conozca la maravilla que tiene a su
disposición, para aprovechar mejor la vida.
Anatomía del aprendizaje emocional
básico.
La mayoría del conocimiento
con que contamos respecto a la memoria emocional proviene de
estudios en animales
sometidos al clásico "reflejo condicionado al miedo", el
que está presente en todas las especies estudiadas, desde
los insectos al hombre. Esto hace pensar que los circuitos
neuronales que lo sustentan forman la base sobre la cual se
desarrolla toda la vida emocional en especies más
evolucionadas.
En estos estudios se ha determinado que cuando el animal
se enfrenta a un estímulo sensorial potencialmente
dañino, reacciona con una respuesta autonómica,
endocrina y somática que lo prepara para enfrentar en
mejor forma este peligro.
El tipo de estímulo al que responde es en parte
innato y en parte aprendido. Luego que el estímulo
sensorial impresiona al receptor correspondiente, la señal
llega al tálamo y desde allí a la
"amígdala", principal núcleo involucrado en la
adquisición de la "respuesta emocional básica"
(REB) y el almacenaje de la información primitiva. La amígdala,
a su vez, tiene conexiones con las áreas del tronco
cerebral comprometidas en el control del gasto cardíaco,
la respiración, la vasodilatación y la
reacción de miedo.
Por estudios de lesión se ha determinado que la
corteza cerebral primaria sensorial no es necesaria para la
adquisición de esta REB, aunque colabora en el
procesamiento de estímulos complejos.
El "hipocampo", área comprometida en la "memoria
declarativa", no es importante en la identificación del
estímulo; sólo colabora en la identificación
del entorno en que este ocurre. De este modo, el aprendizaje
emocional es mediado por un sistema que puede operar
independientemente de nuestra conciencia.
Este sistema, subcortical, madura precozmente en el
desarrollo, antes que el hipocampo, por lo que eventos
traumáticos infantiles pueden generar conductas
emocionales en la adultez, sin que tengamos conciencia de su
origen.
El ahorro de
tiempo puede ser la razón por la cual el aprendizaje
emocional se genera especialmente a nivel subcortical. Una falla
en la respuesta al peligro es más costosa que responder
inapropiadamente a un estímulo benigno. Posteriormente la
corteza participa en la confirmación o cambio de la
respuesta inicial.
Una vez adquirido, el condicionamiento al miedo es
relativamente permanente; sin embargo, luego de repetidos
estímulos que no se acompañan de daño,
la respuesta disminuye, fenómeno denominado
"extinción". Las "áreas prefrontales" controlan la
expresión de la respuesta emocional evitándola una
vez que no es útil (probablemente actuando sobre la
amígdala). De este modo, la extinción sería
un proceso activo.
Variaciones funcionales en la vía
prefrontal-amigdalina podrían hacer más
difícil para algunas personas cambiar su conducta
emocional.
En concordancia con los hallazgos en animales, el
daño bilateral de la amígdala en el ser humano
provoca un defecto significativo en el control ejecutivo y una
conducta social inapropiada (desinhibida). El coeficiente
intelectual no se altera mayormente.
Dado que muchas psicopatías humanas -incluyendo
la ansiedad, fobias, síndrome de estrés
postraumático y crisis de
pánico–
comprometen la capacidad del cerebro para controlar el miedo,
el
conocimiento de sus bases neurales puede ayudar a una mejor
comprensión y tratamiento de estos
trastornos.
Conciencia de emociones.
Como vimos anteriormente, el circuito básico de
las emociones puede aprender y funcionar en forma
prácticamente automática, teniendo por objetivo
preparar al organismo, a través de una respuesta visceral
y somática, para enfrentar una situación nueva (Ej.
agresión).
¿Cuál es el mecanismo que permite a
especies más evolucionadas tener conciencia de las
emociones?
Por estudios en pacientes con lesiones cerebrales, se ha
determinado que la corteza parietal e insular sería clave
en la percepción
de los estados emocionales, siendo el hemisferio cerebral derecho
dominante en este sentido. Estas regiones procesan la
información que llega de las diferentes regiones del
cuerpo (incluso visceral), completándose el
ciclo:
Para ver el gráfico seleccione la
opción "Descargar" del menú superior
Los pacientes anosognósicos, por lesión
parietal derecha, presentan emociones y sentimientos inapropiados
sobre su estado de salud, ofreciéndonos el
espectáculo de una mente privada de la posibilidad de
sentir el estado
corporal actual.
En forma muy acertada el médico y filósofo
norteamericano William James (1842-1910), refiriéndose a
la corporalidad de las emociones, expuso: "Si sentimos una fuerte
emoción e intentamos abstraer de nuestra conciencia todos
los sentimientos de sus síntomas corporales, nos
encontramos con que no queda nada, ningún "material
mental" que la pueda constituir; lo único que resta es un
estado neutral y frío de percepción
intelectual".
¿Qué tipo de emoción de miedo
quedaría si estuviera ausente la sensación de pulso
acelerado, respiro afanoso, labios trémulos, extremidades
débiles, carne de gallina y ruidos
intestinales?
¿Cómo puedo imaginar un estado de rabia y
no sentir la ebullición del pecho, el enrojecimiento
facial, la dilatación de las narices, los dientes
trabados? Me resulta imposible pensarlo".
Aunque los cambios corporales son fundamentales en la
percepción de la emoción, en numerosas instancias
el cerebro aprende a urdir la imagen difusa de
un estado corporal "emocional", sin tener que reactuarla en el
cuerpo mismo. Esta representación, que Damasio llama "como
si", se gatilla en dispositivos neurales presentes en el tronco
cerebral.
La integración de las emociones al
ámbito conciencial tiene la ventaja de permitir modular la
REB, agregándole elementos cognitivos.
Las emociones y la toma de
decisiones.
La adecuada toma de decisiones es un elemento
fundamental para la supervivencia.
Existe información experimental y lesionar acerca
de la influencia que tienen los impulsos emocionales en la toma
de decisiones.
Se ha determinado que en los segundos previos a la toma
de una decisión en el ámbito personal o social, se
produce una descarga autonómica leve, probablemente
gatillada por la "corteza prefrontal", que alerta al individuo y
sugiere un curso de acción,
que posteriormente se complementa con la
cognición.
Esta pulsión, de proceso subconsciente, se genera
en regiones que almacenan información acerca de
situaciones similares vividas en el pasado.
Pacientes con daño en regiones prefrontales
ventromediales evolucionan con una dificultad importante en la
toma de decisiones en el ámbito social y personal, siendo
los test de inteligencia normales. Por estudios de
dermoconducción se ha determinado que presentan una
disfunción en la generación de la descarga
autonómica previa a la decisión. Además se
observa el fenómeno que se ha denominado "miopía
ante el futuro", esto es, son controlados sobre todo por
perspectivas inmediatas, pareciendo insensibles al porvenir. La
evolución social es hacia un deterioro
progresivo en la vida laboral y familiar, siendo frecuentemente
catalogados como simuladores, dada la normalidad de los test
neuropsicológicos corrientes.
Filogenéticamente el sistema nervioso
se ha estructurado como un sistema que permite a la especie
responder en forma más compleja y adaptativa a las
exigencias del medio.
Inicialmente se configuró como una red de reflejos
elementales, posteriormente se agregaron elementos
autonómicos, emocionales y finalmente cognitivos. En cada
etapa, más que cambiar totalmente su estructura, se
ha ido agregando nuevas funciones tomando como base las
preexistentes.
Aunque la cognición ha aportado una gran
plasticidad adaptativa al ser humano, lo que le ha permitido
sobrevivir prácticamente en cualquier ambiente sobre
la tierra,
sigue siendo la vida emocional el cimiento sobre el cual se
sustenta el psiquismo. La emotividad es fundamental incluso en
procesos en
los cuales se le ha creído tradicionalmente perjudicial,
como es la toma adecuada de decisiones.
La disfunción del aparato emocional, ya sea por
déficit (aplanamiento afectivo) o por una respuesta
inapropiada a las circunstancias, se traduce en una considerable
desventaja biológica y social.
La clave para una elección adecuada es estar en
sintonía con nuestros sentimientos.
Habilidades de la inteligencia
emocional.
Conciencia de sí mismo. Es la capacidad de
saber lo que se siente en cada momento, de reconocer las propias
preferencias y guiar según éstas la toma de
decisiones, teniendo en cuenta las capacidades de la propia
persona y confiando en ella.
Autorregulación. Consiste en manejar las
emociones para que faciliten la tarea que se está llevando
a cabo y no interfieran en ella. También hace referencia a
ser capaces de recuperarse rápidamente del estrés
emocional.
Motivación. Se trata de perseguir los
objetivos de
la propia persona teniendo en cuenta las preferencias de
ésta, ayudando a tomar iniciativas, ser eficaces, y seguir
adelante a pesar de los contratiempos y frustraciones que se
puedan presentar.
Empatía. Hace referencia a darse cuenta de
lo que sienten las demás personas, ser capaces de
empatizar con ellas y cultivar las relaciones con una amplia
diversidad de personas.
Habilidades sociales. Ayudan a manejar con
éxito las emociones en las relaciones, interpretando de
manera adecuada las situaciones y relaciones sociales, haciendo
que se interactúe positivamente con los
demás.
Aplicaciones de la inteligencia
emocional.
Es importante utilizar estas habilidades sociales para
dirigir y resolver disputas, cooperar y trabajar en equipo. La
inteligencia emocional es una forma de interactuar con el mundo
que tiene muy en cuenta los sentimientos, y engloba muchas
habilidades. Éstas configuran rasgos de carácter
como la autodisciplina, la compasión o el altruismo, que
resultan indispensables para una buena adaptación
social.
El déficit de inteligencia emocional repercute en
numerosos aspectos de la vida cotidiana: desde problemas
matrimoniales hasta trastornos de salud. El descuido de la
inteligencia emocional puede arruinar muchas carreras y en el
caso de niños y
adolescentes,
conducir a la depresión,
trastornos alimentarios, agresividad o delincuencia.
Cómo mejorar la inteligencia
emocional.
En los últimos años, la inteligencia
emocional ha ido tomando cada vez más importancia. Se
habla de que las personas emocionalmente inteligentes son
más capaces para triunfar en la vida, por tanto,
¿significa eso que sólo unos pocos pueden tener
éxito en aquello que lleven a cabo?
La respuesta es que no, ya que la inteligencia emocional
puede ir mejorando a lo largo de la vida, y esa es precisamente
la gran diferencia con la inteligencia cognitiva. De hecho,
tiende a ir desarrollándose según se va madurando y
aprendiendo a ser más conscientes de los estados de
ánimo, a manejar emociones angustiosas y a escuchar a los
demás.
Las personas emocionalmente inteligentes se plantean
unas expectativas desafiantes, pero que saben que pueden
alcanzar, ya que no se dejan llevar por un excesivo optimismo ni
por expectativas irreales. Son personas constructivas, es decir,
son capaces de aprovechar lo que se les ofrece, y lo más
importante, hacerlo bien.
Orientaciones para mejorar la Inteligencia Emocional
Intentar descubrir cómo se siente uno, y
qué le ha llevado a sentirse de esta manera. Por ejemplo:
"hoy estoy enojado porque alguien me ha tratado mal y me he
sentido humillado".
La búsqueda de la causa de los estados de
ánimo es útil si lo que se pretende es un cambio en
la persona, ya que debe estar dispuesta a cambiar la
situación, salir de ella y mejorar. " No volveré
a dejar que alguien me trate mal y me humille, porque soy una
persona igual que ella. Le diré que no me trate
así".
Aceptar las críticas de los demás, ya que
son una manera de lograr información sobre uno mismo, y
descubrir facetas a desarrollar y potenciar o evitar.
Para evitar preocuparse en exceso, es recomendable
procurar pensar en otras cosas. Cuando aparezcan las
preocupaciones, se debe tratar de hallar el motivo que las
causan, identificando las situaciones o pensamientos para
intentar controlarlas.
Para mejorar la automotivación, es pensar que se
es capaz para encontrar distintas salidas a un problema, sentir
que se posee la capacidad y energía necesaria para
realizar una determinada tarea. Hay que estar seguros de las
propias posibilidades y pensar que lo que se está haciendo
supone un desarrollo
personal y un afán de superación.
La empatía puede desarrollarse si se pone
especial interés en comprender e interpretar los canales
de comunicación no verbal que acompañan
a toda comunicación. Fijarse en el tono de voz, en
los gestos, en las expresiones corporales y faciales de los
demás ayuda a intuir cómo se sienten
realmente.
Todas las personas necesitan sentirse parte de un
grupo, pero
para muchas, el hecho de entrar en contacto con otros es un
verdadero problema. Para tener éxito en el intento, lo
primero es observar al grupo. Conocer sus aficiones, lo que les
une, cómo se comportan cuando están juntos y
procurar imitarlo, para no quedar fuera de lugar. Hablando con
los demás y disfrutando con las mismas actividades se van
creando lazos.
En las discusiones, la inteligencia emocional
también es importante para no perder los papeles. El
enfado puede hacer que se digan cosas que no se piensan
realmente. Por tanto, si se llega a esta situación, hay
que ser responsable y ser capaz de pedir perdón o de
retractarse si se comete una equivocación. Para resolver
un problema, también es útil hacerle ver a la otra
persona que se comprende su punto de vista, pero que hay que
llegar a un consenso.
Por tanto, la inteligencia emocional potencia las
capacidades de las personas, y mejora todas las áreas de
la vida: personal, de pareja, de amistad, laboral,
la salud, el rendimiento académico. Porque cuando uno se
siente mejor consigo mismo, realiza las cosas con mayor agrado y
se consiguen resultados más positivos.
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Investigación y postgrado. Caracas: Autor.
Autor:
Dr. Msc. Ariel Calderón
Rodríguez
Doctor en Medicina,
graduado en 1996.
Especialista de Primer Grado en Medicina General
Integral, graduado en 2001.
Diplomado en Salud Mental,
graduado en 2002.
Master en Psiquiatría Social, graduado en
2003.
Yanelis Calderón
Rodríguez
Estudiante de Psicología II
año.