- Resumen
- Tesis
- Evaluación aspectos
principales - Coexistencia entre regiones
ganadoras y perdedoras que buscan el habitar
inteligente - Factibilidad de
implementación de la propuesta - Bibliografía
El espacio geográfico se entiende como una
fuerza
productiva estratégica que no solamente incluye el
espacio geográfico per se, sino también la
totalidad del espacio social. Por lo tanto, en el sistema
capitalista de producción, el espacio es un marco
de referencia en torno al cual se
mide el margen de juego de las
contradicciones, la madurez y la caducidad del sistema, hecho en
donde sobresale el modo en que el desarrollo de las fuerzas
productivas se emplazan en el espacio globalizador,
organizándolo como una gran fuerza productiva
técnica. El actual modelo de
crecimiento
económico ha sido creado sin considerar las
restricciones ecológicas de nuestro planeta, actuando como
si éste fuera limitado. En ese mundo recreado, donde los
recursos
ambientales son abundantes, no hay ningún límite a
las actividades humanas.
Sin embargo, el mundo real es limitado, con recursos
también limitados y una población creciendo muy aceleradamente, por
lo que se necesita un modelo de crecimiento que considere
restricciones ambientales en su toma de
decisiones. De ahí que el objetivo del
presente análisis sea exponer dos de los principales
retos que el ser humano debe superar en un contexto caracterizado
por un proceso de
globalización que se desenvuelve en un
inminente capitalismo
tecnológico: los problemas
medioambientales y las desigualdades sociales donde las regiones
son agentes de desarrollo para dirigir procesos que
reviertan esta situación.
Palabras claves: Crecimiento económico,
globalización, disparidades regionales, desigualdades
sociales, desarrollo territorial sustentable.
Hipótesis:
Un territorio ganador es aquel capaz de lograr una
estructura
territorial interna de una complejidad comparable a la exhibida
por el espacio único de la
globalización, (para un acoplamiento dinámico
al núcleo de la globalización y no a su periferia),
algo que en casi todos los casos presupone intensos procesos de
reestructuración no sólo productiva, también
en el plano axiológico y ontológico de estos mismos
procesos, entonces "ganar" está más próximo
a un proceso y estado de
desarrollo que a uno de mero crecimiento.
La competitividad
de una región equivale a la capacidad de ésta para
sostener y expandir su participación en los mercados
internacionales y elevar simultáneamente el nivel de vida
de su población, lo cual exige la incorporación de
progreso técnico.
A lo largo del tiempo la
senda del crecimiento ha traído consigo inmejorables
ventajas para los seres humanos. Sin embargo, su avance no ha
sido tan idílico como pudiera parecer. Un modelo de
crecimiento pensado exclusivamente para satisfacer necesidades
humanas, que no tiene en cuenta una limitabilidad del planeta que
se acentúa por los elevados ritmos de crecimiento
demográfico y que, al mismo tiempo no considera
ningún tipo de restricción ambiental o de equidad social
en la adopción
de decisiones, no puede perdurar indefinidamente.
En el sistema económico imperante cada día
vemos aumentar la brecha existente entre los dos mundos que
"conviven" en un único planeta. El primero, con un
aceptable nivel de bienestar económico y social, es
despilfarrador, poco solidario y despreocupado. El segundo
malvive soportando todo tipo de enfermedades políticas,
económicas y sociales, así como la desidia de sus
vecinos avanzados.
Es necesario apostar por un modelo económico
compatible con el medio ambiente
y capaz de reducir las desigualdades, sin que haya existido hasta
el momento un debate social
donde se defina el modelo de sociedad que
queremos alcanzar.
EVALUACION
ASPECTOS PRINCIPALES
Nuestra pretensión es modesta, intentamos hacer
una revisión crítica
del "Bioregionalismo" desde los fundamentos del
actual modelo económico para plantear nuevos paradigmas en
los que la lógica
de la sustentabilidad racionalice la lógica de la economía de mercado y oriente
su transformación estructural. En definitiva, una ciencia
económica y una economía "de lo real" que forme
parte de la solución y que no solo sea parte del problema,
que sepa despejarse del corsé mecanicista que reduce su
visión a un proceso de producción-consumo. En la
medida que el sistema económico es un subsistema del
ecosistema
global y la "máquina económica" es entonces, un
sistema abierto que mantiene intercambios de materia,
energía e información con el medio ambiente el
concepto de
crecimiento económico se torna insuficiente como fin.
Según los especialistas el crecimiento económico de
un territorio depende de 1) acumulación de capital, 2)
acumulación de capital humano 3)
acumulación de conocimiento
4) Política
económica nacional y de la 5) demanda
externa. No obstante lo anterior pareciera que la clave es
habitar inteligentemente en un planeta único, dominando el
progreso, y no hacerlo a costa de cualquier cosa, como consumir
irresponsablemente el capital natural en lugar de los ingresos
producidos. Permanecen en el aire viejas
utopías renacentistas del dominio de la
naturaleza por
el hombre,
reforzada con dosis de modernismo
tecnocrático, hasta concepciones ecologistas variadas,
reformistas unas para integrarse en el sistema capitalista
dominante, y nostálgicas otras, que pretenden una vuelta
al Estado natural. En cualquier caso, la perspectiva del
crecimiento económico no nos permite el "habitar
inteligentemente" por lo que emerge entonces la sustentabilidad
como demanda de una cultura del
ser, del estar y del producir-consumir a largo plazo que nos
permita reconocer nuevamente nuestra morada.
Coexistencia entre
regiones? ganadoras y perdedoras que buscan el habitar
inteligente
Quiero tensar el concepto de regiones ganadoras y
perdedoras, la palabra región no construye per se un
espacio activo de transformación política,
económica y científico tecnológico que
está transversalmente contenida con una identidad
cultural. Considerando lo anterior, nos referiremos a territorio
y no a región, donde el primero busca concatenar de manera
estratégica el desarrollo y crecimiento económico
como parte de su impronta ganadora. Como bien aclara José
Manuel Naredo (1987), al hablar de crecimiento económico,
es necesario distinguir también el crecimiento de la
población y sus consumos en términos físicos
(crecimiento material), y el crecimiento económico medido
por simples agregados de naturaleza monetaria, a cuyo aumento le
corresponden diversos incrementos en el mundo físico. Si
nos referimos al primer caso, es obvio que la especie humana no
podrá mantener un proceso sostenido de crecimiento
material a largo plazo, por lo que menos podremos hablar de
desarrollo.
Ya lo decía Boisier (1994) con respecto a ocupar
posiciones ganadoras en el marco de la globalización ,
donde la velocidad para
tomar decisiones, la flexibilidad de respuesta antes variaciones
del entorno (Complejidad), identidad cultural e
identificación con su territorio y la resiliencia del
tejido productivo y del tejido social (capacidad para
autoreconstruirse frente al daño
provocado por agentes externos, son factores críticos para
declararse como tal. Yo agregaría a esto último que
los territorios desarrollan una dimensión múltiple
e integral, donde la noción de "resiliencia" no solo cruza
el aspecto productivo sino también el aspecto
ecológico y la noción social de "equidad"
donde se entrelazan incluso más que en un estilo de
desarrollo en una forma de vida sustentable. Los sistemas
económicos y sociales pueden perder resiliencia y dejar de
ser sustentables a largo plazo debido a tensiones y presiones
sobre el sistema que generen saltos bruscos e
irreversibles.
Aquí surge entonces el concepto de Desarrollo
Territorial Sustentable, factor clave en un territorio que dice
calificarse de ganador. Profundicemos aún más el
concepto, es de vital importancia colocar a un territorio en una
vía de autotransformación con equidad y
sustentabilidad, donde se construya el concepto de "morada"
entendida como el lugar donde se habita, se pertenece, se
construye activamente, donde el desarrollo
humano sea un proceso que mejore la suerte de las personas
por medio de un constructo de territorio holístico,
integrado e integrador de los elementos que conforman el
ecosistema. Boisier (1997) ha definido claramente la exogeneidad
del crecimiento económico donde la matriz
decisional se disocia de lo territorial ya que es manejada por
agentes externos y la endogeneidad del desarrollo que depende de
la capacidad del territorio para movilizar y coordinar los
recursos internos del propio territorio, recursos que tienen la
característica de ser materiales y
no materiales. Ahora bien si entendemos la competitividad de un
territorio como la capacidad de ésta para sostener y
expandir su participación en los mercados internacionales
y elevar simultáneamente el nivel de vida de su
población no será posible lograr esto último
sino se logra un desarrollo territorial sustentable que integre
las principales variables que
condicionan el bienestar de la sociedad. Gráficamente
podemos realizar la siguiente figura ilustrativa:
FIGURA 1. Ámbitos del
desarrollo sustentable
Para ver el gráfico seleccione la
opción "Descargar" del menú superior
Fuente: Jiménez Herrero
(2002).
Nota: Samb = Sostenibilidad ambiental; Ssoc =
Sostenibilidad social; Secon = Sostenibilidad
económica.
Los enfoques tradicionales de las teorías
de desarrollo
económico (crecimiento) han endiosado la idea de
acumulación de capital en su forma y expresión
tradicional. Es decir, capital físico y financiero. Se
asumía implícitamente que ambos eran elementos
limitativos que había que optimizar, mientras que todas
las demás formas de capital eran abundantes y no
representaban limitaciones importantes al crecimiento
económico. La teoría
del crecimiento tradicional se rechaza por su incapacidad para
generar desarrollo ya que no explicita cuales son las formas de
capital que deben ser realmente acumuladas y fortalecidas, y por
cuánto tiempo, aspecto que imposibilitaba a los
territorios emerger como espacios productores de crecimiento,
equidad y sustentabilidad.
La teoría económica no puede abstraerse
del más amplio aspecto en el cual se sitúa el
proceso de producción: El territorio. En
esta emergente perspectiva las interrelaciones del sistema
socioeconómico y las actividades del desarrollo humano se
concatenan con las funciones
ambientales y los ecosistemas
que soportan la vida. El desarrollo territorial sustentable no
puede cimentarse sólo sobre el crecimiento
económico donde el concepto clave es la acumulación
de capital tangible. El capital tiene una visión mucho
más amplia, Boisier (1997 y 1999) propone potencial y
articular inteligentemente un conjunto de capitales: cognitivo,
simbólico, cultural, social, institucional, humano donde
éstos estaban contenidos en el uso del capital
sinergético. Quiero rescatar que es el capital cultural el
que resulta básico en la transición hacia la
sustentabilidad global, por que se relaciona claramente con
teorías de raíces antropológicas que
consideran la cultura como "proyección de la naturaleza"
pero que viene a dar un nuevo impulso a la visión global e
interdependiente de las relaciones sociales y ambientales. Los
territorios ganadores (entendidos como desarrollo equitativo y
sustentable ) tienen un fuerte capital cultural que contiene
códigos de información referidos a expresiones
diversas de los modos de vida del lugar, esto resulta
condición primera para abordar un planteamiento
estratégico de desarrollo
sustentable. El sentido de la cultura y ésta como
proyección misma de la diversidad natural, son elementos
representativos del valor de este
tipo de capital para mantener de forma perdurable la existencia
humana.
Concluyentemente, existe una interrelación
sinérgica entre las distintas formas de capital y todas
forman parte de la ecuación de la sustentabilidad del
desarrollo. Reconocer la múltiple dimensión social,
ambiental y cultural del desarrollo en detrimento de la
visión económico, no significa otra cosa que asumir
una serie de valores
humanos y de la naturaleza para poder
armonizar las transformaciones de las estructuras
productivas con un sentido de equidad distributiva, responsabilidad ecológica e identidad
cultural. En otras palabras, un territorio ganador trata de poner
en marcha mecanismos que consigan un mejor reequilibrio entre el
sistema económico, ambiental y los estilos de vida
propios. Sobre todo, se trata de revalorizar a la persona, no solo
satisfaciendo sus necesidades de primera instancia, sino
también haciendo realidad su progreso personal y la
mejora de su calidad de
vida entendida ésta como la búsqueda de "ser
más", no únicamente "tener más" de acuerdo
con otros legítimos valores y
aspiraciones de la sociedad.
FACTIBILIDAD DE
IMPLEMENTACIÓN DE LA PROPUESTA
La noción integral de sustentabilidad y la
concepción de Desarrollo Territorial Sustentable abre una
nueva etapa en la renovación del paradigma
clásico del desarrollo, y más en concreto
aún, en las teorías convencionales de desarrollo
económico (crecimiento), tales teorías ya no son
sólo aplicables a los territorios perdedores, sino que
tambien orientan los estilos de desarrollo de los territorios
ganadores por su inevitable interdependencia de ambos ante un
destino común.
Una cuestión relevante en este aspecto es si una
adaptación progresiva del capitalismo para armonizar la
relación Hombre-Naturaleza es posible con pequeños
cambios (económicos, políticos e institucionales) y
alcanzar el equilibrio en
un Estado sustentable, pareciera que no lo es.
Como corolario, no es posible seguir definiendo las
metas del desarrollo en términos de crecimiento ilimitado
con el objetivo de logro de niveles de vida para todo el mundo
similares a los que ahora disfrutan los territorios ganadores.
Este razonamiento se puede refutar por principios
convencionales del mercado que apoyan la expansión del
sistema económico mundial. Aunque sin duda, las nuevas
teorías del desarrollo tendrán que seguir teniendo
como norte la equidad, se puede replantear especialmente el logro
de ésta en la interfase cooperativa
entre territorios ganadores y perdedores. La tradicional
teoría del goteo (tricke down) queda obsoleta ante la
contundencia argumental de la sustentabilidad a escala mundial.
Los territorios perdedores no pueden seguir dependiendo del
crecimiento del consumo de los territorios ganadores ni de los
beneficios de sus exportaciones
(fundamentalmente recursos
naturales) se filtren "gota a gota" a través de sus
élites dominantes más directas y
elementales.
La sustentabilidad de los territorios perdedores no
depende tanto de que los territorios ganadores puedan seguir
aumentando sus altos niveles de consumo sino de promover la
autosuficiencia económica y el empleo a nivel
local de estos últimos, con la finalidad de generar mayor
valor añadido y producción para satisfacer sus
necesidades internas. Estamos por lo pronto, frente a un cambio
paradigmático donde el desarrollo se basa en la
sustentabilidad que contiene la semilla de la
transformación estructural del sistema económico y,
en consecuencia, tiene la capacidad virtual de revolucionar la
esfera científica del análisis del desarrollo
humano. Estamos antes una incipiente "revolución
científica" suficiente para permitir el paradigma
económico vigente, se ha iniciado una
transformación paradigmática con la introducción de varios elementos
ecológicos, ambientales y energéticos. Los
territorios se están adoptando al fenómeno del
cambio global y a la correspondiente revisión del
funcionamiento del sistema económico como un subsistema
abierto al ecosistema global con el que intercambia materia,
energía e información. Los criterios de
asignación de recursos y los nuevos valores que la
economía tiene que otorgar a los bienes y
servicios en
función
de la escasez real,
(ejemplo de esto lo constituye la alta demanda de productos
orgánicos por parte de los países europeos)
también se verán modificados asumiendo que el
ecosistema terrestre en sí es escaso.
Afirmaba Swezzy (1972) que los cambios
paradigmáticos en las esferas de las ciencias
sociales requieren de "revoluciones políticas o
sociales". Es previsible entonces que durante bastante tiempo los
fundamentos y objetivos del
enfoque económico convencional, con décadas de
historia y
respaldo ideológico pugnen por subsistir compitiendo con
el progresivo avance de la visión del desarrollo
territorial sustentable como condición necesaria para
poder hablar de un territorio ganador.
El desafío de los territorios es converger hacia
un territorio sustentable, el concepto de bioregión surge
como una alternativa de estructura sistémica que tiene un
elemento de carácter ecológico que sobre
determina o que condiciona a la naturaleza y al funcionamiento de
los territorios. Sin embargo, el problema actual es la no
concordancia entre los límites y
la demarcación territorial de las bioregiones con la
división político administrativa vigente. Si bien
es cierto, la principal oportunidad de éstas es la
revalorización de bienes y servicios provenientes de
bioregiones son parte del cambio de paradigma ya
discutido.
Existen dos caminos: nos quedamos con la percepción
de que estamos aplastados por un mismo modelo que actúa
sin contrapeso y que no podemos hacer nada contra él por
que somos muy pocos o pensamos que este el bioregionalismo no es
la última versión del cuento del
traje del emperador.
Boisier S.
"Post-modernismo territorial y globalización:
regiones pivotales y regiones virtuales", en Ciudad y
Territorio y Estudios Territoriales, # 102, Madrid,
España,
1994
"El vuelo de una cometa.Una metáfora para una
teoría del desarrollo territorial", en Revista de
Estudios Regionales, # 48, Universidades de
Andalucía, Sevilla, España, 1997
"El desarrollo territorial a partir de la construcción de capital sinergético"
en Estudios Sociales # 99, C.P.U., Santiago de Chile,
1999
Naredo, J.M
"La economía en evolución: Historia y perspectivas de las
categorías básicas del pensamiento
económico", Siglo XXI de España Editores, Madrid,
1987.
Swezy, P.
"Crítica a la Ciencia
Económica", Ediciones Periferia, Buenos
Aires,1972.
Sandra Ríos Núñez
Ingeniero Comercial
UNIVERSIDAD DE LOS LAGOS
OSORNO CHILE