- Un poco de
historia - Veamos en qué consisten
los dos grandes modelos de la teoría
económica - Proyecto de
Nación - ¿Cómo decidir?
¿Quién debe decidir? - México se decide por el
socialismo - México toma la
vía capitalista - ¿Qué papel
jugaría el campo mexicano? - Construir una política
de Estado para el campo - Bibliografía
Sería una pregunta totalmente
irrelevante si no fuera porque ahí, en el campo, vive
más de la cuarta parte de la población; no producen los alimentos que
México
necesita; son víctimas de los grupos de
izquierda que sueñan con crear zonas guerrilleras; los
narcotraficantes sienten ambiente
propicio para crear feudos esclavizantes; los jóvenes, que
quieren un futuro mejor, se ven obligados a emigrar arriesgando
sus vidas en la frontera norte
y, lo peor de todo, desperdicia el talento de millones de hombres
y mujeres que en otras condiciones podrían hacer grandes
contribuciones al progreso, prosperidad y felicidad, no
sólo de los mexicanos sino del mundo entero. Lo
paradójico es que nuestro campo, incluyendo costas,
montañas, selvas, ríos, etc., posee condiciones
climáticas, bellezas naturales, riquezas minerales y mucha
gente inteligente (hasta se le llegó a llamar "el cuerno
de la abundancia") que resulta casi inexplicable los niveles de
pobreza,
estancamiento, atraso y marginación que se padece. Para
los ojos de muchos extranjeros México es una tierra de
enorme potencial para construir casi el
paraíso.
Pero se se ha sabido aprovechar ese potencial. No se han
aplicado las políticas
correctas para que el campo florezca. Lejos de tener gente
próspera, se tiene allí un pueblo sin esperanzas,
en pobreza extrema, inmovilizado física y mentalmente,
manipulado y utilizado para fines electoreros, subordinado a las
limosnas gubernamentales. Cierto que hay casos particulares que a
pesar de todo el ambiente hostil, han encontrado la forma de
prosperar, sobre todo en la parte norte del
país.
Cuando Porfirio Díaz toma el poder, el
campo (y la ciudad) era un completo desorden: poca producción y pugnas internas que creaban un
ambiente de desconfianza e inseguridad.
Muy pocos se atrevían a invertir pues corrían el
riesgo de ser
materialmente saqueados por los gobiernos en turno mediante los
"préstamos forzosos" o asaltados y asesinados por
bandoleros que se sentían muy nacionalistas odiando a los
ricos y extranjeros.
Porfirio Díaz impone una política de libertad en lo
económico y dictadura en
lo político. A la gente que quería prosperar le
indicaba que tenía la libertad de producir y comerciar, no
había otro camino. Aquellos que querían prosperar
haciendo "grilla" politiquera o sindical, aspirando a
gobernaturas o la misma presidencia, eran tratados mal,
verdaderamente mal. Pero la gente aprendió. Cientos o
quizás miles aprovecharon la Ley de Deslindes
y se remontaron a tierras vírgenes para cercar lo que
pensaban trabajar. El gobierno se
dispuso a proteger sus extensiones territoriales mediante
Títulos de Propiedad.
Tenían, además un largo plazo para pagar sus
tierras. Así nacieron miles de haciendas a lo largo y
ancho del territorio mexicano. El incentivo no sólo era
para los nacionales, también para los inmigrantes que
veían a México como una esperanza de prosperar.
Chinos, alemanes, japoneses, crearon grandes plantaciones de
café,
caña de azúcar,
maíz,
etc. El comercio era
libre.
Los productores podían vender en el
territorio nacional o exportar a otras naciones sin que
encontraran obstáculos de parte del gobierno,
prácticamente no había aranceles ni
impuestos.
Además, la política
monetaria de Porfirio Díaz era sólida, pues la
producción de billetes estaba anclada a la
producción de oro y plata.
Por tanto, la inflación era prácticamente nula. El
resultado de la política
económica de Díaz se reflejó en un
crecimiento y prosperidad nunca antes
alcanzada.
Toda esta dinámica se vio frenada por la llegada de
la Revolución
Mexicana. Las ideas marxistas penetraron a territorio
mexicano y se destruyó casi todo lo que se había
construido en 30 años de capitalismo
porfiriano. Se acabaron los ranchos y las haciendas. El gobierno
destruyó el derecho de
propiedad privada tal como indicaba la filosofía
marxista. Las tierras pasaron a manos del Estado
creándose el gran monopolio
estatal de tierras. Se creó el ejido como mecanismo
perfecto de control al campo.
El agua,
subsuelo, minerales, costas, bosques, ríos, presas,
carreteras, etc., todo quedó en manos del Estado. Es
decir, México prácticamente se sumó a la
órbita socialista. No fuimos tan radicales como los
soviéticos, pero poco nos faltó. Quizás el
punto de máxima socialización se dio con el gobierno de
Lázaro
Cárdenas con la creación del monopolio estatal
del petróleo y el monopolio estatal de educación. Pero no
fue el único. Adolfo López Mateos creó el
monopolio estatal de la electricidad y
finalmente José López Portillo intentó crear
el monopolio estatal bancario, aunque lo único que
logró fue desaparecer a la banca
mexicana.
Todo este movimiento
socializante no marchaba en caminos alegres. El ciudadano
común, aún sin tener el manejo de teorías
económicas, no miraba con buenos ojos que todo lo manejara
la burocracia
estatal. Hubo empresarios que crearon sus asociaciones para
defenderse del Estado. Algunos lograron traer a prestigiosos
economistas de talla internacional que vinieron a México a
dar su diagnóstico y a señalar los peligros
que conlleva crear un orden comunista. Tal es el caso del gran
economista Ludwig von Mises, de la Escuela Austriaca
de Economía,
que en 1943 llegó a México para hacer un estudio de
la economía mexicana. Dio una serie de conferencias en las
universidades y en el gobierno. Sus ideas fueron tan impactantes,
llenas de una lógica
tan sólida, que los hombres de estado que le escucharon,
entre ellos el propio Manuel Ávila Camacho, pronto se
dispusieron a aplicar algunas de sus recomendaciones. Sólo
así es posible explicar por qué México tuvo
30 años de crecimiento sostenido. Por desgracia, nadie
tuvo el cuidado de cultivar sus ideas en las nuevas generaciones
y cuando llega Luis Echeverría se retoma el camino al
socialismo.
Miguel de la Madrid tuvo el
mérito de darle un giro de 180 grados al barco.
Había que volver a confiar en los mercados, el
capitalismo, la propiedad privada y la iniciativa de la gente.
Carlos Salinas de Gortari logra darle a la economía un
fuerte impulso en este sentido: Privatiza más de mil
empresas
burocráticas del Estado, libera a la economía de
cientos de reglamentos inútiles, firma el Tratado de Libre
Comercio con Estados Unidos y
Canadá. La reacción de la izquierda no se deja
esperar y surge el Movimiento Zapatista en Chiapas, el
EPR, en Guerrero, el PRD y cientos de partidos,
grupúsculos, organizaciones de
maestros comunistas (CNTE) con el fin de regresar al viejo
sistema
comunista.
En resumen, la historia de México,
en el campo y la ciudad, se debate entre
dos grandes fuerzas, cada una sustentada en su propia
filosofía: La que quiere hacer de México un
país socialista y la que quiere hacer una economía
de mercado.
Hoy en día, no está claro el rumbo
de la nación:
En la Presidencia de la República está un hombre que
tiene alta simpatía por la economía de mercado,
pero no sirve de mucho, pues en el gobierno del Distrito Federal
hay otro que se opone a todo, pues es proclive al socialismo; las
cámaras de diputados y senadores están conformadas
con gente que adora a Fidel Castro
(comunista); la intelectualidad, educada en las escuelas del
Estado se siguen formando con ideas marxistas. Y en cuanto al
campo, está lleno de líderes que tienen el corazón a
la izquierda. Cierto que hay algunos organismos empresariales
(como el Consejo Coordinador Empresarial) que tímidamente
promueven la economía de mercado.
Para comprender nuestra zigzagueante historia,
podemos verla en la siguiente gráfica:
Para ver el gráfico
seleccione la opción "Descargar" del menú
superior
Arriba de la línea recta se representa
nuestra vivencia capitalista y abajo la
socialista.
- La cresta A representa la
construcción del capitalismo en el
régimen de Porfirio Díaz. - El valle B representa la
socialización impuesta por la revolución mexicana. - La cresta C representa el
capitalismo de 30 años llamado desarrollo
estabilizador. - El valle D representa el
socialismo que reinicia con Echeverría y acaba con
Portillo. - La cresta E representa el
capitalismo desde Miguel de la Madrid.
Y. como puede verse, estamos en un momento de
indefinición.
¿Son sanas estas alternancias de
rumbo?
La respuesta requiere comprender las implicaciones
de seguir por una vía socialista o por una
capitalista.
- La vía socialista, que
también podemos llamar vía comunista, fascista o
nazi, tiene como objetivo la
creación de un sistema económico con base en la
eliminación de la propiedad privada. - La vía capitalista, que
también podemos llamar economía de mercado,
economía libre, economía liberal o neoliberal,
tiene como objetivo la creación de una sistema
económico con base en la propiedad
privada.
Es decir, en economía, fundamentalmente
sólo existen dos modelos
teóricos a seguir: El que se basa en la propiedad
privada y el que elimina la propiedad privada.
Es vital comprender los dos modelos
teóricos fundamentales de la economía, pues muchos
de los errores de los gobiernos y de la gente común, se
deben a que no se entienden estos dos modelos, se toman medidas
pragmáticas, lo primero que se les ocurre y, muchas veces,
ni cuenta se dan que son conducidos a verdaderos infiernos.
¿Cuántas veces hemos visto estadistas muy bien
intencionados, honrados a capa cabal, pero que crean estructuras
socialistas sin darse cuenta hasta que ven el fracaso y el odio
de los afectados?¿En qué me equivoqué? No
hallan las respuestas porque desconocen la teoría.
Veamos en
qué consisten los dos grandes modelos de la teoría
económica
He puesto en el mismo costal al socialismo,
fascismo,
nazismo,
cardenismo, comunismo,
revolución mexicana, sovietismo, etc., porque todos
ellos tienen en común la misma base económica: La
eliminación de la propiedad privada. Todos ellos tienen
en común la creencia de que es necesario tener un centro
de control (gobierno de planificación centralizada). Este centro
de control es para que organice "científica y
racionalmente" la producción y distribución. Esto es suficiente
–dicen– para lograr una sociedad
próspera, rica y llena de felicidad. Su argumento
convenció a muchos durante todo el siglo pasado.
Así pues, cualquier país que pretenda crear ese
centro de control para que decida todo lo que se debe producir,
distribuir y consumir tiene que eliminar necesariamente el
concepto de
propiedad privada. Cuando los ciudadanos ya no son
dueños de las fábricas, de sus casas ni de sus
zapatos, lo único que les queda para sobrevivir es ser
hombres dóciles y obedientes. Deben obedecer ciegamente
las directivas, decisiones o caprichos del órgano
central de gobierno a fin de recibir lo que ése
órgano central considere que tiene derecho el ciudadano.
Teóricamente ese órgano central es el que se
encarga de estudiar las necesidades de todos y cada uno de los
ciudadanos para así satisfacer los gustos y preferencias
de cada hombre, mujer o
niño. Nótese que tal era el discurso de
Lenin, Stalin, Mao, Cárdenas, Fidel Castro o Saddam
Hussein. Tal es la razón por la que el Estado
despojaba de sus propiedades a los hacendados, a los
latifundistas, a los empresarios, banqueros,
etc.
MODELO
II
En otro costal he puesto al capitalismo, al
liberalismo,
a la economía de mercado, al sistema de libre empresa, porque
todos ellos tienen en común la misma base
económica: Todos se construyen con base en el PRINCIPIO
DE RESPETO A LA
PROPIEDAD PRIVADA.
Este es un principio muy fácil de decir, pero muy
difícil de entender y más aún de llevarlo
a la práctica. En términos coloquiales el
principio dice: "Lo que es tuyo, es tuyo y nadie te lo puede
quitar". Es un principio que posiblemente nació con
el hombre
(pero no se generalizó). Se fue estableciendo de manera
espontánea, aunque quizás varios tuvieron que
perder los dientes hasta entender que tenían que
respetar al vecino.
Este principio establece que si todos los individuos
respetan la propiedad de los demás, se establece un
orden de paz progreso y bienestar. Los cristianos lo dicen en
varios de sus mandamientos: "No robarás", "No
matarás". Los turcos tenían por ley que aquel que
robara se le cortaba la mano, otras sociedades
simplemente mataban al que no respetaba la propiedad del
otro.
Si en una sociedad está prohibido robar, es decir,
utilizar algún esquema de violencia,
¿cómo es posible que yo obtenga la gallina de mi
vecino? No puedo ir bajo la oscuridad de la noche y tomar la
gallina pues eso es una violación al principio de
propiedad privada; tampoco puedo ponerle al vecino una daga en
las costillas para que me dé su gallina, pues eso
también es una violación al principio de respeto
a la propiedad privada. Entonces, lo único que me queda
por hacer es negociar con el vecino. Yo le ofreceré algo
que él necesite o desee a cambio de su
gallina. Quizás yo le pueda ofrecer grano, leña o
un hacha. Sólo puedo hacer el intercambio hasta que el
otro esté dispuesto a entregar su gallina a cambio de
algo de mi propiedad. En otras palabras, el comercio se deriva
del principio de respeto a la propiedad privada.
¿Por qué la gente se dispone a realizar el
intercambio? Porque siente o cree que en ese momento tiene
más valor lo que
va a recibir que lo que está dando, de otra manera no
haría el intercambio. Por eso, después de que se
da el intercambio, dan la vuelta y cada uno lleva una sonrisa
en los labios. Cada uno, por su parte, siente que hizo una
operación ventajosa, se siente más satisfecho,
más rico y más feliz que antes de realizar el
intercambio. Pero nótese que este intercambio o comercio
sólo es posible si los agentes están dispuestos a
respetar la propiedad del otro.
Resumiendo, los hombres pueden lograr los bienes que
quieren sólo de dos maneras: Usando la violencia, es
decir, robando, expropiando, nacionalizando… O bien mediante
intercambio libre y voluntario, es decir,
comerciando.
De hecho, la civilización surge sólo
hasta que nace el concepto de propiedad privada, en cuanto surge
la disposición de respetar la vida y las posesiones de los
demás. Y allí donde se destruye el principio de
propiedad privada regresa la barbarie. Para ejemplos, podemos
recordar a todos los países que se subieron al tren del
comunismo, del fascismo o nazismo, anularon la propiedad privada
y terminaron destruyéndose. Pero también podemos
ver ejemplo simples de gente que viola el principio de propiedad
privada. Por ejemplo, cuando nos asaltan en la esquina, roban
nuestra casa o violan a nuestras hijas. ¿Acaso no es
barbarie? Todas estas malas acciones
tienen como base la violación al principio de propiedad
privada.
El capitalismo es el único sistema
económico que se basa en el principio de respeto a la
propiedad privada. Todavía poca gente entiende esto.
Carlos Marx
nunca lo pudo comprender. Marx decía
"El capitalismo roba, saquea", lo cual es un contrasentido: Si es
capitalista, no puede robar, si roba no puede ser capitalista. Es
una de tantas ideas absurdas que produjo Marx.
El capitalismo lo entendemos como el sistema donde
los medios de
producción, las fábricas, etc., son propiedad
privada y el propietario tiene el derecho de transformar la
materia prima,
los insumos en algo que tenga la capacidad de ser vendido, es
decir en algo que por voluntad propia el comprador se
dispondrá a entregar algo de su propiedad a cambio de
determinado bien. La
motivación del productor es obtener beneficios, para
eso toma el riesgo de producir; la motivación
del comprador también es la de obtener beneficios. Ni el
comprador ni el vendedor realizan operaciones
buscando estar peor que antes, eso no sería
capitalismo.
No sólo los economistas, sino todo
ciudadano debe comprender muy bien los dos modelos básicos
de la teoría económica. Sobre todo. Es la
teoría mínima que deben tener los hombres de
Estado, los hombres que toman las decisiones que afectan a toda
una nación.
Sin estas herramientas
teóricas es imposible construir un proyecto de
nación.
Los tumbos, crisis y
caminos zigzagueantes que hemos padecido se deben a la
incomprensión de estos modelos. A veces marchamos hacia
delante, a veces hacia atrás, nos vamos a la izquierda y
luego a la derecha y no terminamos por definirnos ni por
especificar cuál es nuestro proyecto de
nación.
En realidad, elaborar un proyecto de
nación sólo significa decidir si un país
quiere hacerse comunista o capitalista. Se puede usar distintos
términos. Algunos querrán establecer la
decisión entre ser un país de planificación
centralizada o de economía centralizada; o bien, ser
neosocialista o neoliberal. Hay que comprender que es un asunto
de semántica, es decir, de lenguaje. En
realidad el fondo de la controversia está en decidir: Ser
un país donde se respete el principio de propiedad privada
o uno donde no se respete, así de
simple.
Hay quien habla de "la tercera vía"
pero en realidad es un discurso engañoso. Suponiendo que
esa tercera vía existiera, se le tendría que
preguntar cuál es su posición respecto a la
propiedad privada. Si responde que la respeta y la promueve,
entonces esa tercera vía no tiene diferencia con el
capitalismo; si dice que quiere abolirla entonces la tercera
vía es simplemente socialismo. ¿Puede haber una
posición intermedia? Desde el punto de vista
teórico creo que no. Ninguna teoría podría
decir que respeta el principio de propiedad privada a medias. No
tiene significado. ¿Acaso quiere decir que a veces
sí y a veces no? ¿O que sólo promuevo el
respeto a la propiedad privada mientras sea mi propiedad, pero no
la respeto si se trata de la propiedad del vecino? Por eso, desde
el punto de vista teórico, los dos modelos son
irreconciliables. No puede haber una explicación
teórica que justifique las medias
tintas.
Aclaro que la irreconciliabilidad se da en
el marco
teórico. En la vida práctica es otra cosa. En
realidad no hay ningún país, ninguna
economía del mundo donde se haya establecido el principio
de respeto a la propiedad privada al cien por ciento. Tampoco
hay, ni ha habido, país alguno donde se haya abolido
completamente la propiedad privada. Todos los países viven
entre estos dos polos. Hay economías más cercanas
hacia el modelo
capitalista: Hong Kong, Inglaterra,
Estados Unidos. Hay economías más pegadas al modelo
anti-propiedad privada como son Corea del Norte y Cuba. Los
demás países están en puntos intermedios.
Además, todos los países observan oscilaciones. En
ratos se dirigen más hacia el socialismo y en otros
momentos se recargan más hacia el
capitalismo.
¿Por qué se dan estas
oscilaciones? Mi respuesta es muy contundente: Porque no se ha
entendido profundamente el "principio de respeto a la propiedad
privada".
Es posible que en lugar de los voluminosos
libros que
ocupan las cartas magnas de
cada país, se redujeran a unas cuantas páginas o
unos cuantos párrafos si se comprendiera a cabalidad el
principio de propiedad privada.
Aquellos países que decidieran
hacerse comunistas, sólo tendrían que asentar en su
constitución que ningún individuo
tiene derecho a tener propiedad privada; como consecuencia,
sólo un órgano de gobierno tiene derecho a tomar
decisiones. Aquellos países que decidieran hacerse
capitalistas, sólo tendrían que poner en su
carta magna
que se rigen por el principio de respeto a la propiedad privada.
Como consecuencia, el comercio es libre, nadie puede atentar
contra la vida de otros, puedes hacer lo que se te pegue la
gana… siempre y cuando no perjudiques a nadie,
etc.
Aunque en México se ha hablado
mucho del proyecto de Nación, nunca se ha puesto en claro,
se termina con discursos
vagos, confusos que nada dicen. Por ejemplo, se habla de tener
una nación soberana, sin pobreza, libre y con un Estado
seriamente preocupado por las necesidades de la gente. Este
discurso no sólo es vago, sino contradictorio. En efecto,
si el Estado se preocupa por cubrir las necesidades de la gente,
entonces necesita impuestos, éstos se los tiene que
arrebatar a las empresas, luego las empresas ya no pueden hacer
uso de todo lo que ganan, entonces ya no es un país
libre.
Hay gobiernos de otros países que
han alcanzado el poder con la promesa de edificar el socialismo y
terminan abriendo las oportunidades de negocios,
liberan sus economías. El caso más patético
es la República Popular de China, donde
gobierna el Partido Comunista Chino, pero su economía se
está liberalizando a pasos agigantados. China tiene ahora
uno de las tasas de crecimiento más altas del mundo y todo
es por la vía capitalista que está construyendo el
Partido Comunista.
Así pues, para México es
vital resolver el proyecto de nación al que aspiramos: Uno
que se fundamente en la propiedad privada o uno que la niegue. En
otras palabras queremos hacer una economía de mercado o
una economía
socialista. Dependiendo del proyecto de Nación al que
aspiramos, los demás problemas se
resuelven como consecuencia natural.
¿Cómo decidir? ¿Quién debe
decidir?
Otro problema se presenta en el mecanismo
o proceso para
tomar la decisión. ¿Bastaría salir a la
calle y preguntar a la gente si quiere ser comunista o
capitalista? ¿Bastaría que en el Congreso de la
Unión, los diputados y senadores lo decidieran?
¿Habría que hacer una serie de mesas redondas?
¿Se le deja la decisión al Presidente de la
República en turno? En realidad, no sé
todavía cual debería ser el proceso para tomar tan
importante decisión. No tengo la solución a este
problema. Sólo sé que es urgente definirse, para no
seguir perdiendo tiempo
recursos,
talentos, etc.
México
se decide por el socialismo
Supongamos por un momento que, mediante
algún mecanismo, México toma la decisión de
hacerse socialista. ¿Qué repercusión
tendría esta decisión y qué políticas
tendrían que aplicarse?
En cuanto México declara su
proyecto de hacerse socialista, los capitales tienen que salir
inmediatamente, porque ello implica que nadie respetará su
propiedad privada. Los fabricantes que alcancen a huir antes de
que les sean confiscadas sus propiedades tienen que buscar
tierras hospitalarias, quizás se vayan a China o Hong
Kong. Las empresas que no logran huir a tiempo, tienen que ser
confiscadas, es decir, el gobierno tiene que tomar el control,
tal como se hizo en el caso de los bancos en 1982.
En cuanto a la tierra, el
gobierno tiene que expropiar todo lo que era propiedad privada.
Toda la tierra tiene que estar bajo control directo del gobierno.
Ni siquiera debe permitir ya la existencia de los ejidos, para no
permitir que el ejidatario se haga propietario de lo que produce,
pues ello fracturaría los planes centrales de gobierno.
Quizás tendría que eliminar físicamente a
los pequeños propietarios, pues es posible que presentaran
alguna resistencia tal
como lo hicieron los viejos kulaks en la Unión
Soviética. En aquel caso se tuvo que matar a cinco
millones de kulaks para que la tierra se transformara en
"propiedad del Estado".
Una vez que se logre que toda la tierra
esté bajo control del gobierno, lo único que hace
falta es organizar la producción: Decidir cuántas
hectáreas se van a dedicar a maíz, cuantas a
algodón, etc. Para tomar estas decisiones,
el gobierno contratará a buenos estadísticos de sus
propias universidades para medir el consumo humano
y determinar la distribución. Quizás el gobierno se
decida por tener algunos excedentes para comerciar con otros
países, obtener divisas y comprar
la maquinaria o los productos que
no se pueden producir en México. Para evitar
pérdidas de tiempo y recursos, México podría
contratar asesores de la Cuba de Fidel Castro o de Corea del
Norte donde gobierna el hijo de Kim Il Sung, que tienen mucha
experiencia en dirigir todo desde la oficina del gran
líder y
comandante.
México toma la vía
capitalista
Pero si elegimos el proyecto de Estado
contrario, es decir, si nuestro proyecto consistiera en hacer de
México una economía de mercado, capitalista,
abierta, libre y competitiva, es decir, si declaramos que en
nuestro país estableceremos como ley fundamental, sagrada,
la que tiene que ver con el principio de respeto a la propiedad
privada, por un período de 50 años
¿Qué consecuencias tendría
esto?
Una consecuencia dramática es que
el país se vería invadido por miles de empresarios
que no sienten seguridad en sus
países. Los Brasileños huirían del gobierno
socialista de Lula Da Silva, los empresarios de Venezuela, de
Colombia,
Ecuador –y
hasta los argentinos, si queda Kirchner en la presidencia–. Y no
sólo vendría el capital
latino, seguramente de Estados Unidos, Canadá, Inglaterra
y hasta los mismos chinos se sentirían felices invirtiendo
en México, a sabiendas de que durante cincuenta
años están protegidos de expropiaciones,
confiscaciones, nacionalizaciones, estatizaciones,
etc.
Lo que quiere el capital, es decir, los
empresarios, inversionistas y comerciantes, es llegar a un lugar
donde los gobiernos no los molesten, los dejen trabajar
libremente, sin sufrir agresiones ante su desarrollo y
crecimiento. Y este paraíso sólo se da donde hay la
decisión firme de construir una economía
capitalista.
¿Qué papel jugaría el campo
mexicano?
Tendríamos una visión
radicalmente distinta del campo: Lo veríamos como una
oportunidad de negocios más, tan importante como cualquier
otra.
En un contexto de economía abierta,
si el campo mexicano no produce maíz, los agentes privados
lo comprarían en California o en China, para surtirlo
hasta el último hogar dispuesto a pagar el precio. Igual
para los productores de carne de cerdo, si cierran sus negocios,
importaríamos de Canadá o de Singapur y
seguiríamos comiendo
chicharrones.
En una economía capitalista, el que
quiere entra al juego, nadie
le prohíbe; el que no quiere entrar puede salirse, pero no
tiene el derecho de vivir a expensas de
nadie.
Ambos proyectos de
estado, socialismo o capitalismo, tienen perdedores y ganadores.
Lo interesante consiste en determinar dónde hay más
ganadores para saber a cuál
apostarle.
Estoy convencido que no podemos mirar al
pasado. Hay que percatarnos que ya cayó el Muro de
Berlín, ya desapareció la URSS. Las
economías que prosperan es porque dejan que los individuos
pongan en juego toda su iniciativa, los gobiernos no se
constituyen en obstáculos. Rusia, Vietnam
y China están adoptando políticas liberales o
capitalistas, como queramos decirlo, y les está dando muy
buenos resultados
En realidad, hoy ya se puede demostrar
fehacientemente que las políticas anticapitalistas o
antiliberales son las que producen pobreza, violencia, atraso y
marginación. Por lo tanto, no tengo empacho alguno en
declarar mi preferencia por construir un proyecto de Estado de
carácter capitalista, es decir, basado en
la propiedad privada, liberal, economía de mercado,
abierta y competitiva.
Construir una política de Estado para el
campo
Sería deseable cerrar los ojos,
decidir que queremos una economía de mercado y que cuando
abramos los ojos ya esté construida y funcionando, como
maquinita nueva y recién aceitada. Esto sólo
podría ocurrir en un cuento de
hadas. Nuestra realidad es difícil, dado que durante siete
décadas se estuvieron construyendo estructuras
anticapitalistas y derrumbarlas no es tarea
fácil.
Es necesario un cambio de mentalidad de
toda la gente y, para empezar, de los que toman las decisiones
importantes. En otras palabras, hace falta construir una
política de Estado para el campo, que esté basada
en el proyecto de Nación consistente en hacer de
México una economía de
mercado.
En este tenor, propongo que tal
política de Estado incluya los siguientes
puntos.
Primero.- Eliminar el
paternalismo. Tendríamos que eliminar las
políticas paternalistas que tanto han dañado al
campo mexicano. El paternalismo, que consiste en ver al Estado o
gobierno como el gran padre que se preocupa por sus hijos, que
les da de comer, les brinda educación, servicios de
salud, etc., es
la concretización del socialismo a la mexicana. Este
paternalismo reduce a los campesinos a una especie de
inválidos física y mentalmente. Ya no tienen que
preocuparse por obtener alimento pues hay un padre que lo
proporcionará. En caso de algún fenómeno
meteorológico, el papá gobierno se
presentará para dar medicinas y construir nuevas casa a
los campesinos. Esto tiene que ser desterrado radicalmente. El
gobierno no debe darse el derecho de comportarse como el padre
que cuida y protege a sus hijitos. No quiere decir que estamos en
contra de que los campesinos se instruyan, ni estamos diciendo
que no deben tener servicios de salud, etc. Muy por el contrario,
deben disfrutar de instituciones
de salud, educación, carreteras, diversiones y mucho
más, pero no dado como dádivas de un
político que termina
manipulándolos.
En este sentido, naturalmente tendríamos
que eliminar programas tipo
PROCAMPO, Becas a los alumnos pobres, "servicios gratuitos de
salud" etc. que solo generan subordinación y dependencia
del campesino
hacia el gobierno.
Cuando por efecto del programa
PROCAMPO, el gobierno entrega una cantidad de dinero "como
estímulo" para que el agricultor siga produciendo, se
incurre en tres tipos de violaciones al principio de propiedad
privada.
- El campesino recibe un dinero sin dar nada a
cambio. No es un quid pro quo que se observa en el
comercio normal, donde cada agente entrega algo a cambio de
algo y todos contentos. El campesino no está entregando
algo a cambio. Esto se presta para que, a la vuelta del tiempo,
el político le cobre
mediante su voto incondicional. Mientras se generan vicios de
una dependencia e inmovilidad que terminan por anular la
voluntad y compromete la dignidad del
hombre de campo. - El dinero que recibe el campesino no cae del
cielo, a alguien se le tuvo que despojar. En efecto, proviene
de impuestos, es decir, de despojo legalizado. A algún
trabajador o a algún empresario
se le quitó una parte de sus ganancias o salarios
para que el gobierno lo manejara y parte fue a dar al
campesino. El contribuyente dio algo y no recibió nada a
cambio. Esta acción es otra violación al
principio de respeto a la propiedad privada. - Regularmente, de cada peso que sale del
contribuyente, sólo llegan 25 centavos al campesino. Lo
demás se queda en la
administración, es decir, en la burocracia
gubernamental que supuestamente se desvela para favorecer al
campesino. Mantener a esa burocracia parasitaria es otra
violación al principio de propiedad privada, en virtud
de que sus puestos de trabajo son
artificialmente creados, no son necesarios y sólo
destruyen recursos improductivamente.
Por lo tanto, el sistema de subsidio implica dos
perdedores: Campesinos y contribuyentes y un ganador: La
burocracia estatal.
Segundo.- Privatizar la tierra.
En efecto, tendríamos que resolver el problema de la
propiedad de la tierra. Todo pedazo de tierra, bosques, lagos,
desiertos, etc. debe tener dueño privado. Cuando la tierra
es de nadie, se generan conflictos
violentos que han costado ya muchas vidas. Las tierras comunales,
son "tierra de nadie" que causan más daños que
beneficios: Violencia, erosión,
deforestación, contaminación, etc. Sólo el
dueño privado es capaz de cuidar la tierra como a su
propia vida. Por fortuna se está acabando con esa figura
demagógica que significó el ejido, es decir, tierra
que el gobierno le prestaba a los campesinos pero que no la
podían vender, ni rentar ni hipotecar ni regalar. Es
decir, no eran dueños. Esto provocó que el
campesino viviera anclado a un pedazo de tierra del cual no se
podía separar pues la podía "perder". No
podía obtener créditos porque el ejido no
constituía garantía, era inembargable y
naturalmente nadie le quería prestar un
centavo.
Será necesario buscar un mecanismo para
privatizar las tierras comunales. Quizás al mejor postor
dentro del pueblo o en subasta internacional. Seguramente
habrá alguien que quiera emplear esas tierras comunales
para cultivar árboles
de madera
preciosa o cualquier otro negocio rentable.
Igualmente, las tierras federales deben pasar a
manos privadas. Un gobierno no tiene por qué poseer
tierras en absoluto, tampoco montes ni selvas. Recordemos que el
Estado o el gobierno está compuesto por hombres de paso.
Hoy están, mañana ya no, siguen otros. Luego, la
"propiedad federal" es un concepto carente de sentido y deja el
campo libre a gobernantes abusivos que al amparo de la
confusión se quedan con "terrenos federales". Lo peor es
que no lo privatizan, pues no pagan nada por ellos, simplemente
se lo roban.
En realidad, si un gobierno necesita hacer
prácticas de campo, ejercicios militares, etc. Lo que debe
hacer es alquilar el espacio a un particular, pagar por el tiempo
que usa y por los daños causados.
En fin, aunque está muy difundida la
práctica de la "propiedad federal" no encuentro una buena
justificación para su existencia.
Tercero.- Mercado libre de
tierra. Hay que permitir y ayudar a la libre
compra-venta de tierra
para que se deshaga de ella quien no tiene visión de
negocios y la compre o la alquile gente emprendedora que quiera
hacerla productiva y pueda aprovechar las oportunidades en los
mercados nacionales y extranjeros. El Estado sólo debe
sancionar los contratos a fin
de que se cumplan.
Por la llamada Revolución Mexicana se
despojó a muchos productores eficientes y se le
entregó pedazos de tierra a los peones o a gente que nada
sabía de tierras, que no tenían ni conocimiento
ni vocación para sembrar. Éstos, a su vez, fueron
repartiendo a sus descendientes pedazos más
pequeños hasta que hubo gente que tenía sólo
unos cuantos surcos de tierra. Luego, esos pedazos no los
podían vender porque no eran de ellos (eran ejidos) ni les
podían sacar el suficiente provecho como para "vivir de la
tierra". Ahora esos pedazos deben unirse para que sean capaces de
generar cultivos suficientemente rentables. Esto es posible si el
Estado quita todos los obstáculos para la libre venta de
tierra. Aquél que tenga interés en
sembrar, en cultivar, usando todo tipo de tecnologías:
Invernaderos, hidroponía, etc., podrá aumentar su
escala de
producción adquiriendo las tierras de aquellos que
prefieren dedicarse a otras actividades. El comprador, el
vendedor y toda la sociedad se verá beneficiada por este
libre mercado de tierra.
Cuarto.- Nueva filosofía
educativa. Todas las escuelas y universidades
relacionadas con la agricultura
deben cambiar de filosofía. Hasta hoy, todas estas
escuelas tienen como filosofía dar una buena
preparación técnica a los jóvenes para que
vayan a buscar trabajo. Es decir, las universidades tienen el
objetivo de formar empleados, gente con la disposición de
obedecer a un patrón. Esto tiene su origen en la vieja
escuela socialista donde se educaba a la gente para que fueran
los empleados del Estado. Por eso, lo primero que se les ocurre a
los profesionales de la agricultura que recién terminan,
es ir a tocar las puertas de SAGARPA, FIRA, BANRURAL o cualquier
otra oficina de la burocracia gubernamental. Otros trabajan en lo
que sea y otros más se van de guerrilleros, a los partidos
políticos o a organizar marchas, plantones y
manifestaciones para hundir más al país. Esto debe
cambiar radicalmente. Nuestras escuelas de agricultura deben
transformarse en un semillero de empresarios. Las escuelas deben
tener por objetivo formar gente capaz de crear empresas, gente
que genere nuevas fuentes de
empleo, que
aprovechen la oportunidad de negocios que brinda una
economía abierta y globalizada.
Sé perfectamente que no todos podrán
ser empresarios, pero esa debe ser la primera intención en
cuanto a la formación de los alumnos.
No es asunto fácil hacer que las escuelas
se dediquen a formar empresarios, pues tienen una estructura
socialista autoritaria que les hace imposible esta tarea, pero es
necesario estudiar los cambios estructurales que requiere el
sistema
educativo para que haga posible este
objetivo.
Quinto.- Eliminar subsidios. En
cuanto a los recursos dinerarios que requiere el campo,
éstos de ninguna manera deben salir de las arcas del
gobierno: Ni como subsidios ni como
créditos.
Permitir que salga un peso del erario implica
despojar a unos sectores para regalarles a otros. Implica una
política compulsiva, casi delictiva, que viola el
principio de propiedad privada. Dicha política termina por
favorecer no al contribuyente, ni al campesino, sino a los
lidercillos que se quedan con la mayor parte.
Si hablamos de los subsidios del gobierno que le
regala a los productores, éstos tienen efectos muy
negativos, ya que distorsionan los mercados, lanzan señales
equivocadas haciendo que se produzcan artículos que
quizás no tengan demanda. O
bien, si los subsidios se manejan a través de
organizaciones, éstas se transforman en verdaderas mafias
para controlar al pequeño productor
indefenso.
Hay quien alega que nuestro campo se debe
subsidiar porque así lo hacen otros países. Si el
vecino de al lado se emborracha, ¿por qué yo no?
Curiosamente estos son los viejos líderes que criticaban
el uso de modelos "económicos extranjeros". Si Estados
Unidos subsidia a sus productores de maíz y frijol y eso
genera que lo podamos comprar muy barato, la solución
inteligente es importarlo y, con el ahorro,
producir lo que les podemos vender caro. De esta manera,
aprovechamos sus errores económicos. Llegará el
momento en que los propios ciudadanos estadounidenses llamen a
cuenta a los que impusieron esas políticas destructivas;
mientras, hay que beneficiarnos de ellas.
Por otro lado, si el gobierno usa fondos
públicos para dar crédito
a los campesinos, lo que estará haciendo en el fondo es
destruir el sistema bancario. Los bancos no pueden competir
contra el gobierno y tienen que retirarse. De esta manera,
nuestra gente nunca aprenderá a manejar y desarrollar un
sistema bancario sano. El gobierno debe dejar que se desarrolle
libremente la banca privada rural, las cajas de ahorro y dar
legalidad a
los prestamistas y usureros. La tasa de
interés debe responder a condiciones de libre competencia y no
a los dictados del gobierno. El único papel que debe jugar
el Estado en cuanto a sistemas de
financiamiento
es brindar seguridad jurídica, cuidar que los contratos se
respeten y mantener la fiesta tranquila.
Sexto.- Impuestos nulos. No es
correcto subsidiar al campo, pero tampoco lo es extraerle
recursos. Por tal motivo, creo muy sano que se determine una
política de Estado tal que establezca impuestos cero para
toda empresa que se instale en el área rural. Que esta
política de cero impuestos se establezca por un
período de 50 años. Para esto, es necesario
establecer las regiones o áreas que se consideren "campo"
para que allí tenga efecto la política de "cero
impuestos". Con toda seguridad las empresas verán muy
atractivo instalarse en este lugar. Así se crearán
miles de puestos de trabajo, bienes, servicios, etc. ¿Y de
qué va a vivir el gobierno? Primeramente tienen que
ponerse a dieta. No podemos seguir manteniendo a un aparato
burocrático con más de cinco millones de empleados,
quizás bastaría tener sólo 50 mil o
menos.
Cierto que se necesitarán carreteras, sin
embargo, hay que buscar fórmulas para que los
inversionistas privados las construyan, recuperen su inversión, obtengan beneficios y no se
gaste ni un solo peso del erario; tampoco puede el gobierno
sostener el pretexto de la educación, pues
ésta se pude manejar con otros esquemas que no impliquen
gasto gubernamental, y por lo tanto, impuestos. Es necesario
procurar que la persona que gane
un peso distribuya ella misma ese peso. El efecto multiplicativo
del gasto privado es mucho más benéfico que el
gasto que hace una burocracia. Como el burócrta no es
dueño del dinero, toma decisiones con mayor ligereza e
irresponsabilidad. Por eso es que el gasto gubernamental,
generalmente representa una destrucción del capital de un
país.
Séptimo.- Apertura unilateral
total. Hay que adoptar una política agresiva de
apertura a la inversión
extranjera que quiera aprovechar el campo mexicano. No
importa si el productor es chino, ruso, estadounidense o
argentino. Mientras esté generando trabajo y produciendo
alimentos, todos salimos ganando. Además, cuando llega un
extranjero no sólo trae recursos, sino también
mucho entusiasmo por ganar dinero. Esto le lleva a aplicar las
mejores tecnologías a fin de ser competitivo. De esta
manera, nuestros paisanos van aprendiendo mejores técnicas
de producción y quizás algunos se entusiasmen para
hacerles la competencia.
Todavía hay gente que mira a los
extranjeros con cierto recelo porque se hacen ricos, millonarios.
Se compran el mejor terreno, se construyen palacios, tienen mucha
gente a su servicio,
carros, etc. Esto no es más que un trauma marxista que nos
impuso una visión equivocada de los hombres de empresa y
nos enseñaron a odiarlos de manera irreflexiva. Es un
tumor psicológico que debemos extraer pues de otra manera
actúa contra nosotros mismos. Por supuesto, si sabemos de
alguien que hace su fortuna a base de robar, debemos sentirnos
obligados a denunciarlo y meterlo a la cárcel, porque es
alguien que viola el principio de propiedad privada y por lo
tanto atenta contra el orden que queremos
establecer.
Pero si un empresario hace su fortuna comprando,
produciendo y vendiendo sin que a nadie le ponga una pistola en
la cabeza para que le compre, entonces ese empresario está
haciendo una fortuna muy legítima y mientras más
dinero haga, significa que ha beneficiado a mucha gente y que
tiene capacidad de beneficiar a más gente. De hecho, su
fortuna se transforma en una medida de la bondad de esa persona
hacia la sociedad. A este empresario se le debe proteger y cuidar
porque es una fuente de riqueza para el país. Mucha gente
piensa que ese empresario es el único beneficiado, Carlos
Marx tenía una idea tan distorsionada que casi
creía que el empresario millonario tenía un gran
fajo de billetes en su plato en lugar de un pedazo de carne. Por
eso se atrevió a lanzar su fallida teoría de las
clases
sociales. Dicha teoría no dejaba ver que el empresario
realmente consumía muy poco de todo lo que
producía. Cierto que, en libros, el empresario
"tenía" mucho dinero, pero en los hechos ese dinero
trabajaba a favor de la gente, aunque no fuera el
propósito del empresario. Esa riqueza servía para
crear nuevas empresas, contratar más gente, producir
nuevos bienes y servicios… y todo eso beneficiaba a la
sociedad. Por tal motivo, quiero llamar la atención para que se considere a los
empresarios, sean nacionales o extranjeros, como grandes
benefactores de la sociedad. De hecho, la riqueza de una sociedad
se puede medir precisamente por el número de empresarios
que tiene.
Octavo.- Privatizar el
petróleo. Aunque este punto se desprende de
aquel que dice que todas las tierras deben ser privadas, es
necesario explicitarlo. Tiene que ver con el petróleo
que se encuentra en la tierra, en el subsuelo o en la plataforma
marítima. También debe ser privado y privatizado.
Es decir, si usted compra un pedazo de tierra, rasca con la pala
y sale un chorro de petróleo, ese debe ser propiedad del
dueño de la tierra. Ahora bien, los pozos petroleros que
ya están produciendo deben privatizarse, venderse al mejor
postor sin importar si es mexicano o no. Después de todo,
quien lo compre no lo beberá, sino que lo
transformará en gasolina, plásticos,
zapatos, etc., y todos saldremos beneficiados. Con esto se
terminaría la gran demagogia que ha significado PEMEX.
Supuestamente es de los mexicanos. pero el hombre de la calle o
del campo no posee acciones que lo acrediten como dueño.
Hay gente muy confundida que se opone a la privatización, con lo que abogan
implícitamente para que el petróleo lo manejen
mafias burocráticas. Piensan que si lo compran los mismos
mexicanos, se perjudica a la patria, etc., son absurdos que
sólo significan una defensa a ultranza para que un grupito
de políticos lo manejen a su antojo.
Noveno.- Política monetaria
sana. Cualquier esfuerzo arduo de la sociedad, de los
campesinos, de los empresarios, se viene abajo si el gobierno
adopta una política monetaria irresponsable. Los gobiernos
no deben vivir de prestado y por lo tanto, se tienen que eliminar
los CETES y cualquier otro instrumento de captación del
gobierno. Tampoco debe tener permiso para contratar
créditos y dejar endeudada a generaciones enteras. No debe
usar el petróleo, como dijimos en el punto pasado, para
financiarse. Además, los impuestos deben tener un proceso
de reducción constante con la tendencia a casi
eliminarlos. Pero merece un punto especial lo que se refiere al
señoreaje, es decir, al derecho del gobierno de imprimir
tantos billetes como lo desee. Ese derecho debe eliminarse, pues
es un instrumento altamente destructivo de cualquier
economía. Para hacer esto posible, es necesario que la
administración de la moneda, es decir, del
stock monetario ya no quede en manos del gobierno. De
esta manera se elimina la tentación gubernamental de
prender la maquinita de hacer billetes cada vez que necesite
dinero. Es necesario saber que una moneda es fuerte cuando no se
le produce. La máquina de hacer dinero únicamente
debe servir para reponer los billetes deteriorados. Así es
como se mantiene firme el poder adquisitivo de la unidad
monetaria.
Si para el gobierno es muy difícil aceptar
el trago amargo de no contar con el derecho de señoreaje,
entonces lo más recomendable es dolarizar la
economía, es decir, eliminar el peso mexicano y usar el
dólar como moneda de curso legal. Esto no quiere decir que
el dólar es una moneda totalmente sana, pero comparando
con las barbaridades monetarias que hizo el gobierno el siglo
pasado, es diez veces preferible usar el
dólar.
Décimo.- Salvar al campo de sus
salvadores. Es necesario que todos los líderes
oficiales, organizaciones estatales y paraestatales, así
como organizaciones terroristas y guerrilleras y redentoras
saquen las manos del campo mexicano. En su larga
actuación, tienen que reconocer que sólo han
causado daño.
Cierto que hay redentores que tiene sinceras preocupaciones por
que los jornaleros ganen mejor, pero eso no se logra haciendo
sindicatos,
huelgas, marchas. Con esas estrategias en
lugar de beneficiar, terminan perjudicando. La razón es
porque si antes había tres patrones, digamos, ahora
sólo quedan dos, pues uno de ellos ya no está
dispuesto a arriesgar su capital. En términos
económicos, podemos decir que la demanda de trabajo se
redujo y la oferta, las
manos dispuestas a trabajar, ahora son más. Esto crea
condiciones para que los salarios bajen, en vez de subir.
Así que aquel redentor termina crucificando a los que
quería beneficiar.
Si este redentor quiere en verdad beneficiar a la
gente, tiene que aprender un poco de economía y saber que
eso se logra haciendo que haya muchos patrones, muchas empresas
deseosos de tener a los mejores trabajadores, esto genera una
competencia salvaje, de tal suerte que los empresarios tienen que
convencer mediante mejores salarios y prestaciones.
También hay gente muy bien intencionada que
se desvela por ver la forma de que los campesinos reciban mejores
precios por
sus productos. Se enfrascan en una lucha terrible contra los
"coyotes", es decir, aquellos que llegan hasta la orilla de la
milpa para comprar y luego revender en algún mercado. Les
tienen un odio enfermizo a estos hombres que han aprendido
dónde hay demanda y en qué nivel está la
oferta, son los que forman los precios. Sin estos intermediarios
mucha siembras se echan a perder. Pero los redentores creen que
los coyotes se quedan con mucha ganancia ya que "venden caro al
comprador y pagan barato al vendedor". Lo que no saben es que
esos precios reflejan el riesgo en que incurre el "coyote". Si al
redentor le pedimos que sea él quien se encargue de
colocar el producto en el
mercado y que así puede realizar su idea de pagar mejor a
los campesinos y venderle barato al consumidor,
inmediatamente dan un paso atrás y se rehúsan a
jugar ese papel. Luego, ¿por qué quieren que otros
hagan lo que ellos no están dispuestos a hacer? En ultimo
caso, si queremos que mejoren los precios a los productores, lo
que se tiene que hacer es que haya más coyotes para que
compitan en precios, o bien, lograr que la banca le dé un
crédito al productor para que ellos mismos vayan a vender
a donde crean que les pagan mejor precio.
Una tarea que ha quedado pendiente –y que
podría tener muy buen impacto en la economía
agrícola– se refiere a la bolsa agropecuaria. Allí
los productores pueden anunciar su oferta, los comerciantes su
demanda, entablar contratos y todos contentos.
Si los redentores quieren prosperar ellos y
quienes le rodean, lo que deben hacer es desarrollar el sistema
capitalista en el campo o tomar la ruta que cualquier otro
campesino puede tomar, es decir, producir fruta, semillas o poner
empresas de cualquier tipo y comerciar. No deben seguir
engañando a la gente con supuestos derecho de hace
quinientos años o cosas por el estilo. Mucho bien
haría estos redentores si son capaces de detectar los
obstáculos anti-capitalistas a que se enfrentan los
productores del campo, por ejemplo, los patrulleros que
extorsionan a los transportistas, la policía que impide
que los campesinos vendan en las calles, o para eliminar la
ignorancia de cómo se obtiene un crédito y
dónde se compran los mejores tractores,
etc.
Hemos tratado de contestar
¿Qué hacer con el campo? Pudimos haber respondido
¡déjalos trabajar, no les estorbes! Seguramente
cuando le preguntaron a Adam Smith
qué hacer con la economía inglesa,
respondió: "Laissez faire, laissez passes", dejar
hacer, dejar pasar. Al buen entendedor le habría bastado.
Pero, es muy simple de decir, difícil de entender y peor
de aplicar. Sin embargo, no hay otra
salida.
Los diez puntos señalados antes
descansan en esta filosofía y sólo son posibles si
México, es decir, todos los mexicanos, decidimos
establecer, como Proyecto de Nación, un país donde
reine el principio de respeto a la propiedad privada. Esta es la
decisión fundamental sin la cual es imposible avanzar un
buen tramo de nuestra historia. De esta manera, la gente
tendría un faro seguro, bien
definido para saber por dónde avanzar y cómo
resolver todos y cada uno de los problemas económicos,
políticos y sociales…
Está demostrado que sólo
aquellos países que confían en la iniciativa y
talento de su gente son los que pueden prosperar. En otras
palabras, sólo la economía de mercado, la
economía capitalista, puede dar solución a los
ingentes problemas de México. Estoy seguro que el campo
mexicano tendrá una transformación radical, y en
poco tiempo, si abrazamos este proyecto de
nación.
Ya perdimos mucho tiempo por caminar sin
rumbo. No podemos perder ni un minuto más. Llegó la
hora de la verdad. –
- Eicher Carl K. AGRICULTURE IN ECONOMIC
DEVELOPMENT.Mc Graw-Hill. 1964. - Hayek Friedrich von. CAMINO DE
SERVIDUMBRE. 1970. Alianza
Editorial. - Mises, Ludwig von. SOCIALISMO.
Unión Editorial. España.
1974 - Mises. Ludwig von LOS PROBLEMAS
ECONOMICOS DE MEXICO. Editado por el Instituto Cultural Ludwig
von Mises. - Smith Adam. INVESTIGACIÓN SOBRE
LA NATURALEZA Y
LAS CAUSAS DE LA RIQUEZA DE LAS NACIONES. Fondo de Cultura
Económica.
Datos del autor:
Santos Mercado Reyes
Lic. en Física y Matemáticas. IPN.
Maestría en Economía Matemática. CIDE.
México.
Doctorado en Ciencias
Económicas. Sistemas financieros.
UAM
Doctorado en Economía.
Economía de la Educación.
ESE-IPN
PhD in Economics. Tulane University, New
Orleans. Louisiana. EU.
Doctorado en Ciencias en Economía
Agrícola. Universidad
Autónoma Chapingo.
Experiencia:
Profesor-investigador Titular "B" tiempo
completo en la Universidad Autónoma Metropolitana
(1984-)
Unidad Azcapotzalco. Av. San José
180, Col. Reynosa Tamaulipas. Azc. D.F. C.P.
02200
Director del Seminario Milton
Friedman
Director del Seminario Friedrich von
Hayek