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El desarrollo económico en América Latina: entre la reafirmación del individualismo y la reivindicación de lo social




Enviado por ariveros



    1. Resumen
    2. Políticas neoliberales,
      derechos e igualdad de oportunidades
    3. Derecho, Estado, mercado y
      democracia en la nueva era
    4. El neoliberalismo frente al
      derecho de la vida
    5. Hacia una recuperación de
      lo social en Latinoamérica
    6. A modo de
      conclusión
    7. Bibliografía

    «Sabemos que el trabajo es
    el mejor medio para escapar de la
    pobreza.

    Pero
    nadie puede imponer por medio de la legislación que
    haya

    trabajo y que desaparezca la pobreza. Se trata
    de un proceso
    largo

    y
    complejo que exige la colaboración de todos los
    componentes de la sociedad

    La
    pobreza es el resultado de fallos estructurales y de sistemas
    económicos y

    sociales ineficaces. Es el fruto de una respuesta
    inadecuada, de políticas
    muy

    poco
    imaginativas y de un apoyo internacional insuficiente. El hecho
    de que

    siga
    aceptándose denota una pérdida de valores
    humanos fundamentales y de

    voluntad internacional»

    Juan Somavía. Director General de la
    OIT

    Septiembre del 2003

    RESUMEN:

    El presente ensayo es una
    reflexión general sobre las transformaciones
    económicas y sociales que han ocurrido en las
    últimas décadas. Parte de la idea que el neoliberalismo
    –articulado a una forma de economía global o
    globalización– es una concepción y
    un conjunto de ideas que desbordan el ámbito
    económico y que se han interiorizado tanto en los Estados
    como en la sociedad. El
    núcleo central del neoliberalismo es la libertad
    individual entendida como punto de partida para el beneficio y el
    lucro de agentes económicos que desvirtúan el papel
    intervencionista y social de los Estados, y a su vez menosprecian
    la democracia y
    los derechos. El
    neoliberalismo vulnera los derechos fundamentales, principalmente
    el de la vida. Por último, se considera la propuesta
    actual de la Cepal que reclama una recuperación de lo
    social en la agenda económica y política de los
    gobiernos latinoamericanos.

    Palabras clave: Neoliberalismo,
    globalización, ciudadanía, intervensionismo, democracia,
    libertad.

    Presentación

    La mal denominada o más bien, las
    múltiples interpretaciones de lo que se ha dado en llamar
    como globalización que es la máxima
    expresión mundial del neoliberalismo en la actualidad, ha
    implicado reconsiderar el papel de los gobiernos –en
    especial los de Latinoamérica– en la construcción e implementación de una
    estrategia
    económica que desconoce lo social y los derechos del
    ciudadano.

    Por eso, curiosamente y como una nueva oleada de
    políticas –más por moda que por un
    compromiso real- los actuales gobernantes reclaman la
    reivindicación de lo social, cuando esto fue el objeto de
    ataque de las políticas neoliberales en la última
    década en la región, un ejemplo de esto, es la
    convocatoria que hizo el presidente de Colombia Alvaro
    Uribe Vélez a finales del año 2003 cuando
    reunió a su equipo de ministros para exigirles una agenda
    social en sus propuestas políticas, situación que
    fue posterior a la elección de Lucho Garzón como
    alcalde de Bogotá, quien tuvo como bandera la
    recuperación de lo social dentro de las políticas
    del gobierno
    distrital.

    Políticas
    neoliberales, derechos e igualdad de
    oportunidades

    Pero más allá de los problemas
    locales miremos más en detalle la experiencia
    económica y social de las últimas décadas.
    El neoliberalismo como concepción del mundo no se limita
    únicamente al campo económico, sino que
    también es una concepción del hombre y la
    sociedad que tiene sus raíces en el pensamiento
    liberal que se construye dentro del proceso de ascenso de la
    burguesía como clase
    dominante.

    Como una continuación del liberalismo,
    el neoliberalismo tiene su fundamento filosófico en la
    defensa de la libertad individual y en la búsqueda del
    bienestar social a través de un orden natural asociado al
    proceso mercantil o de intercambio comercial que permite la
    eficiencia en
    la utilización de los recursos y la
    justicia en la
    distribución de los productos.

    El neoliberalismo al igual que el liberalismo considera
    que el individuo como
    ser libre, es el mejor defensor de sus propios intereses y cuyo
    fin es alcanzar ampliar sus beneficios con medios escasos
    (hoy le llamaríamos maximización de beneficios). De
    la suma de los egoísmos individuales brota la
    armonía social, que encuentra su plena realización
    en el mercado, ya que
    es un escenario impersonal que no implica rivalidad y asigna
    eficientemente los recursos y distribuye justamente los productos
    (o beneficios).

    La mano invisible de Adam Smith, es
    realmente el provecho que la sociedad deriva de esta acción
    libre de sus miembros, entonces el liberalismo reivindica la
    libertad individual en la medida en que ésta produce el
    bienestar social. Los privilegios y las discriminaciones, no se
    da por la defensa de los intereses personales, sino en la
    preservación de la sociedad, a través de la
    promoción de la libertad individual. Pero
    de esto se deduce que es imposible conciliar la libertad
    individual que persigue intereses egoístas con el
    bienestar social. La pretendida igualdad ante la ley, el
    desconocimiento de la naturaleza del
    poder, la
    inocuidad de la propiedad
    privada y neutralidad del Estado, desde
    los cuales pudiera intentarse aquella conciliación, son
    simples especulaciones (Hernández, 2000,
    octubre-noviembre: 19-20).

    En los nuevos procesos
    económicos la construcción de un modelo social
    que se corresponda a la aspiración de una realidad humana
    novedosa esta muy distante de darse. El individuo liberal es una
    ficción teórica, es la visión del individuo
    racional maximizador egoísta de utilidades, se reemplaza
    la concepción aristotélica del zoom politikon por
    la del homo oeconomicus. La experiencia histórica muestra que
    dentro de esta concepción de libertad, se busca "refinar"
    la defensa de "quienes tienen mucho que defender", mientras que
    la garantía de derechos políticos, la no
    intervención del estado es un golpe para amplios sectores
    de la población que reclaman por una vida
    digna.

    Se da la defensa del interés
    privado frente al Estado, que equivale fundamentalmente la
    defensa de quienes "tienen mucho que defender. Los únicos
    derechos para el neoliberalismo son las libertades
    políticas básicas formales, como el de
    opinión, de participación, de asociación
    entre otros. Los derechos socioeconómicos son vistos por
    esa minoría que piensa y administra los derechos, como
    reclamos inmorales de los desposeídos que penalizan la
    propiedad de aquellos que "honestamente" han alcanzado el
    éxito.

    El neoliberalismo al igual que el liberalismo
    clásico, combina la libertad con el "principio
    ético" de la igualdad de oportunidades. Los individuos
    pueden desarrollar sus capacidades a través de la competencia, que
    posibilita el pleno desarrollo de
    las potencialidades humanas (individuo + competencia = pleno
    desarrollo potencialidades humanas). La igualdad de oportunidades
    permite la creación de una estructura
    ética,
    jurídica y política que permite explotar al
    máximo las potencialidades humanas. "Se trata de crear una
    sociedad en la que todo el mundo y en especial los trabajadores y
    los miembros de los grupos menos
    favorecidos sepan que si producen más, su riqueza y su
    remuneración se elevarán"(Ibid.: 20).

    En la actualidad el incremento de la capacidad
    productiva del trabajo no va
    acompañado del aumento real de los ingresos o de las
    remuneraciones.
    Como lo señalan los expertos el retorno correspondiente a
    la formación de capital humano no
    se corresponde a la formación, es decir, a mayor estudio
    menores ingresos, aunque se esperaría que fuera lo
    contrario. Los desarrollos científicos y
    tecnológicos expresión fundamental del incremento
    de la capacidad productiva del trabajo que del capital, no
    han mejorado los ingresos reales de los trabajadores que, por el
    contrario, sufren un deterioro de su calidad vida y de
    trabajo por el crecimiento del desempleo y la
    caída del salario
    real.

    Los gobiernos y asesores neoliberales consideran que las
    desigualdades sociales y económicas son necesarias ya que
    son ventajosas para todos, y los empleos se corresponden a la
    formación de los diferentes miembros de la sociedad. Se
    trata de conciliar las desigualdades socioeconómicas
    reales con el bienestar social, argumentándose que
    sí se mejora la situación de los
    desposeídos, las desigualdades se convierten en
    "razonablemente ventajosas para todos", además se legitima
    éticamente tales desigualdades, relacionando la
    aceptación de éstas con la aparente posibilidad de
    oportunidades en la accesibilidad de puestos de empleo.

    La competencia como posibilidad de realización
    humana tiene sus limitaciones, "pues el desarrollo que se logra
    basado en la rivalidad que engendran el egoísmo, el
    individuo aislado y desmembrado de su comunidad y
    mediado fundamentalmente por el afán de lucro, la
    ganancia, la gloria y el poder, ni permite el desarrollo de la
    persona humana
    ni, por otra parte, esta búsqueda del interés
    individual egoísta conduce al bienestar de la sociedad en
    su conjunto la que, por el contrario, se torna cada vez
    más caótica y desigual" (ibid.: 21).

    El escenario y el mecanismo regulador de esta
    competencia es el mercado. En una sociedad determinada por el
    mercado, los únicos nexos sociales son aquellos que se
    derivan de la compra y venta de
    mercancías. Se existe para los demás, sólo
    en calidad de comprador y/o sólo en calidad de vendedor de
    mercancías. Sí nada puedo comprar y nada puedo
    vender, desaparece la existencia social. El mercado además
    de ser el escenario de intercambio de mercancías es el
    lugar en el que se hace abstracción de cualquier
    relación humana, ya que son impersonales, abstractas y
    limpias de toda emoción. A él concurren los
    dueños de mercancías. La relación imperante
    es la que se da a partir de las cosas – mercancías, la
    relación social es secundaria y sólo cuenta cuando
    los hombres se hacen propietarios de aquellas cosas –
    mercancías.

    Aunque la expresión y la equivalencia de todas
    las mercancías se dan a través del dinero, es por
    la competencia que se reconoce la rivalidad entre el capital y
    los propietarios. Como señalará Marx: es por
    medio de la libre competencia que se pone libre al capital y no a
    los individuos, la libre competencia es el desarrollo real del
    capital; "la libre competencia es el último desarrollo de
    la condición humana, y la negación de la libre
    competencia = negación de la libertad individual y de la
    producción social fundada en la libertad
    individual" (Ibid). La contradicción entre el capital y el
    trabajo dentro de las transformaciones actuales se descarta de
    antemano, ya que la acumulación de capital implica
    explotación de grandes contingentes de obreros, el mercado
    se considera como el espacio social de realización de la
    libertad del hombre, pero a favor de los propietarios.

    La famosa competencia y por consiguiente la eficiencia
    que promueven los tecnócratas de los gobiernos, implica
    realmente la concentración y centralización del capital, que se ha
    traducido históricamente en una monopolización
    extrema de la economía, que distancia cada vez más
    a los propietarios del capital de los pobres que venden su
    fuerza de
    trabajo. Dentro de esa competencia se señala que el
    mercado con su dimensión autoreguladora asociada a la mano
    invisible tiene la posibilidad de generar un equilibrio
    entre los que luchan por los beneficios de su inversión, pero se debe tener presente es
    que esa competencia necesariamente se da entre los
    capitales.

    Sumado a lo anterior se ha construido un discurso que
    habla de las de potencialidades humanas, la igualdad, la
    libertad, etc., cuando éstas deben sujetarse a las
    leyes del
    capital y servir a su proceso de acumulación. El capital
    es una relación social por la cual, una parte de la
    sociedad, la de los propietarios de los medios de
    producción, se apropia del trabajo de los no propietarios
    (obreros y campesinos), además la capacidad para producir
    bienes y
    servicios,
    corresponden al trabajo y no al capital. Por consiguiente, la
    acumulación de la riqueza por parte de una pequeña
    parte de la población se da a expensas del despojo del
    trabajo de la inmensa mayoría, que se dan dentro de unas
    relaciones sociales basadas en la explotación, la
    dominación y la opresión que convierten la
    libertad, la igualdad y la propia condición humana en una
    ficción ideológica.

    En efecto al mercado sólo asisten los
    dueños del capital y de la producción, entre los
    cuales es imposible la igualdad, pues ésta vendría
    dada por un igual poder mercantil, el mercado obliga que la
    igualdad social se rompa y se da una jerarquía entre los
    capitalistas, subordinándose los más débiles
    frente a los poderosos, así como sucede entre el capital y
    el trabajo. Se habla inclusive dentro de la normatividad de la
    igualdad y la libertad, pero en la realidad se da la desigualdad
    social y relaciones de dominio y
    subordinación (Ibid.: 22).

    Derecho, Estado,
    mercado y democracia en la nueva era

    Si el Estado es
    promotor de la competencia y fuente de su legitimación ética en la medida en
    que garantiza la igualdad de oportunidades, lo que en
    últimas esta haciendo es legitimar la ganancia, sea del
    orden que sea (de los grandes monopolios o de pequeños
    empresarios). Se habla en algunos escenarios que los "monopolios
    naturales" son una realidad que no se puede desconocer en las
    transformaciones sociales, pero infortunadamente sé esta
    desconociendo la compleja historia y la naturaleza de
    los procesos de concentración y centralización de
    capital; los monopolios amplían su poder a través
    de prácticas inescrupulosas para adueñarse de los
    mercados, pero
    también se alían con el poder político, que
    pone a su servicio a
    través de la corrupción
    y con la desresponsabilización del Estado que pierde su
    naturaleza comprometida parcialmente de asistencia
    social.

    El neoliberalismo convierte al mercado en el escenario
    por excelencia de la competencia, que es el marco de referencia
    para el desarrollo de las potencialidades humanas y se legitima
    en apariencia en la existencia de iguales oportunidades para
    todos. Por lo tanto, el Estado debe promover la competencia,
    siempre y cuando ese Estado sea el resultado de un acuerdo previo
    entre hombres libres y que no intervenga en la vida de los
    particulares (o sea, el sector capitalista privado). De esta
    manera, los gobiernos cumplen un papel discrecional y toda
    actividad económica y social se ampara en los acuerdos
    constitucionales y en la igualdad formal ante la ley.

    El neoliberalismo cuestiona y ataca al famoso Estado de
    Bienestar, que en América
    Latina además de reflejar las contradicciones entre las
    oligarquías y la mayoría de la población era
    más un Estado Asistencialista. Todo intento por consolidar
    un remedo de Estado democrático se vino al piso desde la
    década de los setenta del siglo XX. "El neoliberalismo con
    su ideal de Estado mínimo pero fuerte, comienza atacando
    al socialismo,
    prosigue su lucha contra el Estado de Bienestar y termina
    enfrentándose a la propia democracia"
    (Idid.:32).

    Los economistas neoliberales prefieren un Estado
    Mínimo que se reduzca a hacer cumplir los contratos y el
    respeto de los
    derechos de propiedad. Con esto se reducen las actividades del
    Estado a unas pocas funciones, pero
    el Estado no puede hacer cumplir los contratos ni la ley
    eficientemente, sino se preside una sociedad en la cual los
    ciudadanos obedezcan la ley, en razón de que entienda que
    eso es lo justo y favorece sus intereses. Pero como esa no ha
    sido la tendencia, la corrupción se generaliza y los costos de hacer
    cumplir los contratos se incrementan rápidamente
    (Bienefield, 1997, febrero – abril:20).

    De esta forma, el ataque se hace desde una crítica
    a los derechos colectivos y promueve la competencia que envuelve
    el concepto de
    responsabilidad individual. Si la sociedad, al ser
    un todo, y la acción humana al estar determinada por las
    leyes de la historia, es obvio que el individuo no tiene que
    responder por sus actos. Todo se vale porque todo puede
    justificarse en función de
    los intereses o los designios del Estado o del capital, que en la
    actualidad vendrían a ser casi lo mismo en nuestro
    medio.

    Dentro de la experiencia neoliberal, hay una fuerte
    contradicción entre los postulados liberales y la
    democracia. Un Estado democrático supone la
    participación de los ciudadanos en la toma de
    decisiones, particularmente aquellas que tienen que ver con
    el bienestar de la sociedad, esto implica decidir sobre la forma
    de producción, distribución de la riqueza social y
    como se asume el bienestar social, tanto individual como
    colectivamente. El Estado neoliberal sólo respeta la
    lógica
    del capital y a sus propietarios. Cualquier consideración
    social o política que no se ajuste a los intereses del
    capital simplemente debe ser desconocida. Como resultado de todo
    esto, el empresario
    económico busca la maximización de los beneficios
    derivados de la renta y el empresario busca la
    maximización del poder a partir del respaldo de sus
    clientelas.

    Para los neoliberales la democracia es un medio y no un
    fin, debe ser juzgada por sus logros; la democracia es un
    método
    para conseguir ciertos fines y debe generar en torno suyo
    consenso, que le dé solidez y legitimidad dentro de una
    sociedad. La democracia encuentra su justificación en la
    disparidad de criterios y por eso se plantea como método
    de resolución de posiciones contrapuestas en cuanto a
    esquemas de poder. "Pretender que representa una finalidad en
    sí, es negar su propia razón de ser. Esto, es
    válido para todo cuanto acontece en la vida social, donde
    lo central son los aspectos individuales, pues es a partir de
    ellos que se produce la colaboración" (Jaraquemada,
    1991.p.43).

    La democracia de acuerdo con lo anterior, debe ser
    siempre un marco de referencia donde el individuo pueda actuar
    libremente. Para Hayet, teórico del Neoliberalismo, los
    hombres libres, usan los medios y tienen los conocimientos para
    sus propios propósitos, no deben estar sujetos a reglas de
    lo que deban hacer, sino que se les debe indicar que no deben
    hacer. También los individuos deben someterse a la
    tradición entendida como la imposición de normas necesarias
    para todos y no como las disposiciones de la mayoría, en
    últimas debe garantizarse la libertad
    individual.

    Según el pensamiento neoliberal es necesaria la
    limitación del poder, o sea, la voluntad de la
    mayoría no se puede convertir en árbitro supremo y
    exclusivo del quehacer social. La coerción es permisible
    si asegura la obediencia a las reglas de conducta aprobada
    por una mayoría, ya que permite evitar el poder arbitrario
    y es condición esencial de la libertad. La decisión
    de las mayorías simplemente son unas formas para llegar a
    acuerdos. Dentro de este enfoque, es fundamental la democracia
    limitada porque se evita la concentración del poder, el
    Estado cumple un papel subsidiario pero se destaca la
    autonomía de la sociedad. La tarea del gobierno es
    permitir que los individuos y los grupos puedan ir exitosamente
    detrás de sus objetivos y
    usar los poderes coercitivos para aumentar la recaudación
    que les permita proporcionar servicios que antes no podían
    suministrar por los monopolios estatales
    (Ibid.:44-46).

    De todo esto se concluye inicialmente que el
    neoliberalismo es la negación de la democracia, la
    realización de la democracia implica la supresión
    del liberalismo y el de su mayor producto: el
    Estado burgués de derecho. El neoliberalismo es una
    concepción moderna de la democracia, en la medida en que
    hace una reivindicación formal de abstractas libertades
    políticas que garantizan unos supuestos derechos de todos
    los individuos incluyendo los trabajadores y los sectores
    marginados de la sociedad.

    El neoliberalismo rescata la idea del mercado
    autoregulado, que se basa en el criterio de que el valor de las
    mercancías no depende del trabajo (teoría
    histórica que señala que de acuerdo al tiempo
    corresponde determinado «valor» producto) sino en lo
    que el cliente (o
    demandante) esté dispuesto a pagar de acuerdo con las
    necesidades que él tiene. El concepto de costo de
    producción correspondiente al trabajo es reemplazado
    por el de costo de
    oportunidad. Dentro del proceso de competencia el bien o la
    mercancía será producido por el productor de menor
    costo, el costo está representado por una oportunidad que
    se ha dejado de lado, no por la cantidad de materias primas o
    insumos.

    Al desconocerse el trabajo como fuente de valor
    (teoría del valor del trabajo), se produce unos efectos en
    el mercado sobre la fuerza de trabajo que a su vez tiene unas
    implicaciones políticas: se acentúa la
    explotación de la fuerza del trabajo con la
    desregulación de las normas y de los derechos consagrados
    dentro del Estado Asistencialista (por ejemplo, el
    desconocimiento de las horas extras, de las difíciles
    condiciones de trabajo en horas nocturnas o en regiones
    cálidas); a su vez se deja a un lado la
    contradicción de clase ya que se reafirma la noción
    de una sociedad igualitaria (todos somos iguales porque viajamos
    en el metrobús –transmilenio- o por que caminamos
    por los nuevos andenes adoquinados) pero se olvida que hay
    diferencias sociales que se han marcado más en la
    última década. Todas estas transformaciones buscan
    eliminar cualquier tipo de resistencia, de
    cuestionamiento al poder y de construcción de una sociedad
    alternativa frente al capital.

    El trabajo ya no tiene esa connotación de
    "productivo" eso permite que los dueños del capital vivan
    a expensas del sector productivo. Se promueve la usura que
    corresponde a ese último estadio del capital: el
    financiero. Las transacciones que allí se originan son
    contraprestaciones entre los dueños del capital dinero y
    quienes se benefician de dichos prestamos. En apariencia dichas
    transacciones contribuyen a aumentar la producción, lo que
    se reafirma realmente es el papel de la circulación
    monetaria (a través de flujos de capital) que se distancia
    de la esfera de la producción material, esto se traduce en
    un desajuste de la economía capitalista. La noción
    del sujeto económico es la del individuo autointeresado,
    que racionalmente escoge entre diferentes alternativas la que sea
    más rentable a sus intereses.

    De esta manera, resulta difícil conciliar el
    sujeto egoísta y autointeresado con el bienestar colectivo
    y social, ya que el neoliberalismo reivindica la imagen de
    Robinson Crusoe que en medio de una isla decide maximizar sus
    beneficios con bienes escasos motivado por causas
    egoístas, además ese egoísmo se lleva a las
    relaciones interindividuales, en donde las decisiones de costo de
    oportunidad permiten alcanzar el bienestar social. La sociedad se
    reduce a relaciones interindividuales, en donde el hombre
    existe independientemente de las condiciones materiales de
    su existencia y de la sociedad misma. Es decir, que el hombre a
    pesar de ser un producto social, es reducido por el
    neoliberalismo a un sujeto asocial y ahistórico
    (Hernández: 24).

    Pero la sociedad no es simplemente un escenario de
    relaciones interindividuales, sino el tejido que une los hombres
    de manera orgánica, colectiva e interdependiente, el
    fundamento de la sociedad es el trabajo: las formas en que
    está organizado, las condiciones y los medios
    técnicos con que se realiza y que determinan su productividad y
    como se distribuyen sus resultados. Todo esto configura la
    estructura básica de la
    organización social existente, en la que se articulan
    el desarrollo de la sociedad y la naturaleza
    humana. En su proceso histórico, la sociedad atraviesa
    por diversas etapas, correspondientes a las nuevas formas de
    organización del trabajo, a la
    apropiación que hace el hombre de la ciencia y
    de la técnica y a la acumulación de experiencia y
    saber.

    Ahora bien, es casi imposible pensar en el bienestar
    social bajo el neoliberalismo ya que en este momento del capitalismo,
    se niega la condición humana y el fundamento social. La
    posibilidad de recuperar los vínculos humanos sólo
    se puede dar fuera del mercado, ya que dentro de él
    sólo tiene validez la ganancia, así se maquille con
    modelos
    matemáticos, estadísticos, psicológicos y
    con llamados a la seguridad
    democrática.

    La participación del Estado, se justifica bajo la
    argumentación de que el Estado debe asumir el papel de
    "promotor de la competencia" entre los capitales, como forma de
    legitimar éticamente tanto la competencia como los
    "monopolios naturales". Lo cierto es que en América
    Latina, las burguesías, las elites y las
    oligarquías que controlan el Estado, utilizan el poder
    para beneficiarse. Los gobiernos de la región han
    rescatado la idea del Estado de Derecho
    –en Colombia se habla del Estado Social de Derecho, que
    tendría una connotación muy similar-, que opera en
    una sociedad democrática como una gran salvaguardia del
    ámbito privado frente a los intervencionismos del Estado y
    a la expansión de los límites
    del ejercicio del poder (Jaraquemada: 52).

    Además la participación estatal en la
    economía es importante, ya que se debe mantener el
    "equilibrio presupuestario", que se expresa en nuestro medio con
    los llamados a la austeridad, al recorte del gasto, a la
    eliminación de empresas
    estatales, al aumento de desempleo, de tal forma que se reduce en
    últimas la inversión social y se fomenta la
    privatización de los activos
    nacionales. Pero ese "equilibrio presupuestario" no permite la
    crítica, ni la reducción en los gastos militares,
    mantiene la corrupción bajo nuevas formas y otorga
    garantías financieras al capital usurero. Se busca el
    equilibrio macroeconómico, especialmente el de balanza de pagos,
    el fiscal y el
    monetario, para garantizar la acumulación de capital
    olvidando el bienestar social.

    Para humanizar su rostro el neoliberalismo propugna la
    atención a los más
    desposeídos, a través de llamados a los
    capitalistas (como la propaganda
    "done su computador a
    las escuelas") y a través de subsidios directos
    financiados por el Estado (como el anuncio de que se
    amplía la cobertura para el sistema de
    salud). Este
    modelo señala que las calamidades del capitalismo se deben
    a factores fortuitos, se desconoce entonces que las causas
    fundamentales de estos males se encuentran en la estructura
    injusta del sistema social. Todo se soluciona con ajustes
    asociados con la ingeniería social o con el desmonte del
    Estado (Hernández. 25).

    No se debe olvidar que toda transformación
    política necesita articularse con una dimensión
    nacional, ya que el desarrollo social
    y económico son fundamentalmente una empresa
    social de largo aliento que exige que las sociedades
    movilicen colectivamente una enorme cantidad de recursos, con el
    fin de invertirlos en una infraestructura social y
    económica, cuyos beneficios se disfrutarán a largo
    plazo. Para que este proceso se dé, es necesario apoyarse
    en una ciudadanía dispuesta a pagar los impuestos
    necesarios, porque se siente comprometida con el futuro de la
    sociedad y porque cree que los costos y riesgos
    asociados serán equitativamente distribuidos. En nuestro
    medio esto es algo complicado ya que una forma de
    tributación regresiva en donde los que tienen más
    capital pagan medianos impuestos, mientras los obreros tributan
    altos pagos, viendo menguado su ingreso (Bienefield:
    21).

    Se puede señalar por último, que es
    absurdo afirmar que la idea de libertad tenga tan sólo una
    dimensión individual. La experiencia histórica ha
    mostrado que el orden capitalista no es un orden
    espontáneo, tampoco es una sociedad de ciudadanos libres
    que controlan el Estado, ni es tampoco un orden regulador neutro
    en beneficio de toda la sociedad. La libertad es posible
    allí donde la libertad individual sea parte de la libertad
    social, por eso un mal que ataca la existencia humana es la
    desigualdad y la concentración del poder económico
    y político.

    El neoliberalismo es la expresión de la lucha de
    los dueños del capital contra los trabajadores y contra
    los fundamentos de la sociedad. Es una nueva forma de
    explotación y dominación, en el que se establece
    una sociedad con un grado creciente de caos y con un sujeto
    social fragmentado, desconocido como ciudadano y obviamente como
    sujeto de derecho, excluido por un régimen social
    profundamente desigual y decadente. Frente a este panorama es
    importante crear una sociedad alternativa, con una verdadera
    ciudadanía incluyente y con verdaderos mecanismos de
    participación que permitan alcanzar el bienestar social y
    que rescate la condición humana y solidaria del
    hombre.

    El neoliberalismo frente
    al derecho de la vida

    Es importante considerar las implicaciones de la
    hegemonía neoliberal, que significaron un aumento
    gigantesco de los desequilibrios económicos mundiales,
    siempre a favor del capital financiero, de la
    concentración del ingreso y de la distribución de
    al renta mundial, de la exclusión
    social y del a aumento de la pobreza. América Latina y
    África fueron las regiones que se sometieron realmente a
    las políticas neoliberales. Ellas abrieron sus mercados,
    fortalecieron sus monedas (con las reservas de la
    suspensión del pago de la deuda), generaron
    déficits comerciales, que buscaron compensar el aumento de
    las tasas de
    interés "para detener la inflación y para
    atraer capitales del exterior". En consecuencia se transformaron
    en prisioneros del capital de corto plazo y debilitaron sus
    políticas públicas a favor del endeudamiento fiscal
    y del aumento del pago de intereses.

    El resultado: las políticas monetaristas
    (asociadas al neoliberalismo) llevaron a nuestros países
    al aumento de la dependencia, la concentración y la
    exclusión. América Latina perdió
    protagonismo en el comercio y en
    la economía
    mundial. Al mismo tiempo África se ahogó en el
    hambre y en la violencia
    tribal, las políticas del FMI y del
    Banco Mundial
    que la hizo retroceder a la condición de exportadora de
    materias primas y que la entregaron a los intereses del capital
    de corto plazo mientras se destruían sus primeros
    esfuerzos para la construcción de sus Estados nacionales,
    después de la victoria contra los colonizadores (Dos
    Santos: 2004).

    Al respecto, a mediados del año 2003 Pedro
    Casaldáliga, obispo de Sao Felix do Araguaia (Mato Grosso,
    Brasil)
    afirmaba que: "La palabra de orden, hoy en América Latina,
    el Caribe y el mundo es ‘neoliberalismo’, con las
    consecuencias más dramáticas para el Tercer Mundo.
    No podemos olvidar que el neoliberalismo continúa siendo
    el capitalismo. A veces se olvida esto".

    Así mismo monseñor Pedro
    Calsadáliga señala que "contra el neoliberalismo,
    la siempre nueva liberación". Para este personaje "el
    neoliberalismo es el capitalismo transnacional llevado al
    extremo. El mundo convertido en mercado al servicio del capital
    hecho dios y razón de ser. En segundo lugar, el
    neoliberalismo implica la desresponsabilización del
    Estado, que debería ser el agente representativo de la
    colectividad nacional. Y agente de servicios
    públicos" (Casaldáliga , 2003,junio:
    12).

    Pero añade que al "desresponsabilizar al Estado,
    de hecho se desresponsabiliza la sociedad. Deja de existir la
    sociedad y pasa a prevalecer lo privado, la competencia de los
    intereses privados". La privatización, es el extremo de la
    propiedad privada que de privada, pasa a privativa y que de
    privativa pasa a ser privadora de la vida de los otros, de las
    mayorías. La privatización es
    privilegización, la selección
    de una minoría privilegiada que merece vivir
    bien.

    Sólo el 15% tiene derecho de vivir bien, el
    neoliberalismo implica la marginación fría de la
    mayoría sobrante. Es decir, "salimos de la
    dominación hacia la exclusión". Y señala
    irónicamente monseñor Casaldáliga: "hoy ser
    explotado es un privilegio, porque muchos ni siquiera alcanzan la
    ‘condición’ de explotados, ya que no tienen ni
    empleo" (Casaldáliga).

    El neoliberalismo es negación de la utopía
    y de toda posible alternativa, es también la mentira
    institucionalizada, que se expresa en procesos como en la
    modernidad, de
    la técnica, de la libertad y de la democracia. Nada de lo
    que expresan son, la modernidad es postmodernidad
    en el primer mundo, en el nombre de la técnica se
    expropian los recursos
    naturales de los pueblos más pobres y se busca el
    afán de lucro, en función de una falsa libertad y
    de una aparente democracia. En América Latina pasamos de
    las dictaduras a las "democraduras", el colectivismo dictatorial
    es la degeneración de la colectividad y la negación
    de la persona; el individualismo neoliberal es la
    degeneración de la persona y la negación de la
    comunidad. El individualismo egoísta neoliberal, es la
    degeneración de la comunidad, que es participación
    y compartimiento.

    Para Pedro Casaldáliga, las tres grandes
    preocupaciones para América Latina son el nacionalismo,
    la inculturación y la ecología. Porque si
    el nacionalismo nos incomoda es porque defendemos el
    transnacionalismo; si la inculturación nos incomoda es
    porque aún defendemos el colonialismo; si la
    ecología nos incomoda, es porque defendemos el capitalismo
    depredador (Casaldáliga).

    Frente a los procesos de elección en
    América Latina, considera que estos dependen de loas
    grandes redes de
    televisión. Hay una decepción frente
    a los políticos y se pide una nueva generación. Los
    partidos están desprestigiados. Se piensa en alianzas de
    tipo popular. Pero la resistencia puede terminar en manos de las
    fuerzas que nos dominan, aquellos que tienen en sus manos
    el dinero,
    los medios de
    comunicación y los puestos políticos. Pero
    monseñor Casaldáliga precisa:

    «Pero no hay duda de que, bajo el poder del
    capital neoliberal, representado por el FMI y por el Banco Mundial,
    la alianza de esos políticos de marketing,
    al servicio del mismo neoliberalismo y ante la impotencia de
    amplios sectores de las fuerzas populares, es de temer que se
    repitan, con algunos retoques, las elecciones de años
    anteriores y hasta de siglos atrás. […] La
    táctica en todas partes es la misma. Las promesas, los
    programas
    acaban siendo los mismos. Todos los partidos
    políticos conocen muy bien las necesidades del
    pueblo y saben programar teóricamente soluciones».

    Una posible salida de la región es la integración latinoamericana de un modo
    alternativo, no hay que aceptar las formulas ya conocidas y de
    nuevos reprogramadas del Tratado de Libre
    Comercio: "México lo
    está pasando mal. Muchos empresarios tuvieron que cerrar
    sus empresas […] se puede prever cualquier tipo de
    insurrección en el país. Ya se llegó al
    extremo de importar leche de
    Australia".

    Pero no hay que olvidar que nuestros países de
    América Latina padecen un mal que llevan sobre sus hombres
    desde hace mucho tiempo:

    "la deuda externa
    continúa siendo la sangría de nuestros pueblos.
    Sigue siendo el gobierno real de nuestras democracias. No son
    nuestras constituciones las que mandan; es la deuda externa.
    Los presidentes y los ministros de hacienda de nuestros
    países son representantes del FMI. La deuda externa, con
    el pago de los intereses, es lo que condiciona los salarios,
    los servicios públicos" (Casaldáliga).

    Tal vez ese es el mayor mal que padecemos junto con los
    intereses, ya no con los gobiernos del norte sino con sus
    más dignos representantes: las empresas trasnacionales.
    Mientras no se resuelva el problema de la deuda externa es
    difícil construir una economía democrática
    en nuestros países.

    Hacia una
    recuperación de lo social en
    Latinoamérica

    Aunque las alternativas aún están por
    construir es interesante considerar las propuestas de una
    institución que por décadas trató de
    promover un desarrollo económico y político
    autónomo de la región. La Cepal (Comisión
    Económica para América Latina y el Caribe)
    dependencia de las Naciones Unidas
    ha tratado de volver un poco a las raíces que la
    distinguieron en el escenario mundial a mediados del siglo XX. Su
    nacimiento se articuló con la construcción de una
    serie de recomendaciones de política
    económica diferentes y alternativas para
    América Latina. Pero en la década de los 80 la
    Cepal se transformó en una institución regional de
    asesoramiento en política económica.

    La relativa autonomía de la Cepal se basó
    en sus estrechas relaciones con las instituciones,
    la política y la historia de América Latina y en su
    intención de influir sobre los gobiernos a través
    de los líderes políticos, pero que muchas veces no
    pudo romper con las ambiciones de las elites y las
    oligarquías regionales. Las ideas de este organismo fueron
    una alternativa latinoamericana a las propuestas de las
    instituciones globales que tienen el respaldo de los
    países más ricos y de las transnacionales
    más poderosas, tales como el Banco Mundial (BM) y el
    Fondo Monetario
    Internacional (FMI), que se alian permanentemente con los
    sectores económicos y políticos regionales que ven
    a sus países como una posibilidad de enriquecimiento y de
    beneficio particular.

    La Cepal ha tratado de incluir en su análisis la relación entre factores
    institucionales y socioestructurales y los determinantes
    generales del desarrollo macroeconómico. Dentro de los
    conceptos más valiosos aportados por este organismo
    están: «estructuralismo histórico»,
    «estructuralidad heterogénea» y
    «capacidad sistémica de competencia». La Cepal
    al igual que muchos líderes en la década de los 90
    no ofrecieron una alternativa a las propuestas y a las acciones
    derivadas del
    "Consenso de Washington", el más importante aporte fue el
    informe en el
    cual se acuño el término de la «Década
    Perdida para América Latina». En los años
    sesenta el 51% de la población de Latinoamérica
    vivía en la pobreza. Los programas de sustitución
    de importaciones
    auspiciados por la Cepal impulsaron el crecimiento
    económico; hacia 1980 la situación había
    mejorado, solo 33% de la población quedaba en la pobreza.
    Diez años después nuevamente la mitad de los
    habitantes se encuentran en la pobreza. En 1989 surgió el
    Consenso de Washington a partir de la conferencia
    "Latin American Adjustment: How Much Has Happened", que reafirma
    que el libre mercado es la clave del desarrollo económico
    (Cypher, 1997: 36).

    En el último lustro se observa una
    posición crítica de la Cepal. El BM señala
    que los ajustes estructurales fueron los que llevaron a
    América Latina nuevamente a la senda del crecimiento, por
    su parte algunos miembros de la Cepal muestran que eso no ha sido
    cierto, ya que no hay relación estadística positiva entre ajuste
    estructural y crecimiento económico. Por el contrario
    afirman, que algunas reformas, como la flexibilización
    laboral
    –que en Colombia ya va por las reformas de cuarta
    generación- y la liberalización del mercado de
    capitales llevaron a una inestabilidad económica, que
    pone en peligro el desarrollo social y amenaza la débil
    experiencia de democracia de los países de la
    región. "La «tierra
    prometida» de un desarrollo económico y social para
    las amplias masas queda cada vez más lejos"
    (Freiberg-Strauss, 2002: 5).

    En la mayoría de los países
    latinoamericanos se ha profundizado el abismo o la brecha entre
    los pocos ricos y los amplios sectores de población que
    son pobres. En el escenario social aparecen nuevos protagonistas
    provenientes de las clases medias que luchan por el cumplimiento
    de sus derechos consagrados en sus Constituciones y leyes, como
    en Argentina después de diciembre del 2001 y el
    difícil proceso político que se desarrolla en
    Venezuela.
    Grupos tradicionalmente marginados como los indígenas,
    adquieren un nuevo protagonismo en Ecuador y
    México. En pocas palabras, la inestabilidad y la inseguridad se
    han tomado a amplios grupos
    sociales.

    El descenso y la marginación sociales crean un
    clima de
    inseguridad y provocan una crisis de las
    instituciones sociales y un renacimiento de
    las exigencias de «ley y orden». El neoliberalismo
    -que no es un modelo económico como lo han tratado de
    presentar- busca eliminar el intervencionismo y la
    regulación del Estado en la economía e incluso se
    elimina como garante de los servicios públicos
    básicos, por otra parte quiere garantizar la
    supremacía del mercado, de la iniciativa particular y la
    acumulación privada de capital.

    Para lograr todo esto el neoliberalismo busca mantener
    las condiciones mínimas de cohesión de la sociedad
    que brinden seguridad a los intereses de los propietarios e
    inversionistas privados. De esta manera, aparece y se da el
    fortalecimiento del «Derecho a la Seguridad» que
    cubre sólo a las clases y elites ricas, a los gobernantes
    y a los privilegiados. Se consagra un Estado y gobierno
    mínimos pero al mismo tiempo fuertes y estables para el
    ejercicio del control social y
    del dominio político, se reafirma constantemente el orden
    y el apego a las jerarquías (Sánchez, 2001:
    12).

    Al respecto, el empresario colombiano José
    Fernando Isaza señala que en momentos en que se debaten y
    aprueban normas que vulneran los mínimos derechos
    políticos de los ciudadanos, "es bueno precisar que esos
    derechos no le pertenecen a la
    administración para que disponga de ellos, sino que,
    por el contrario son patrimonio de
    la sociedad democrática". Entre los derechos fundamentales
    e irrenunciables del ciudadano están: la presunción
    de inocencia y el derecho de la libertad. Derechos que han sido
    incorporados en la legislación de muchos países,
    pero que en nuestro medio se aprobó una reforma
    constitucional que los vulnera. Es preferible vivir en un
    país de ciudadanos y no de sospechosos. El recorte de los
    derechos al disfrute de libertad y a la intimidad, puede afectar
    una verdadera seguridad democrática. Afirma José
    Fernando Isaza.

    "La seguridad se obtiene avanzando en el proceso de
    legitimación y aceptación del Estado por parte
    del ciudadano. La política de seguridad no debe
    priorizar la seguridad para el Estado; por el contrario, la
    democracia debe privilegiar la seguridad para sus miembros"
    (Isaza Delgado, 2004).

    Para salir a la crisis de la legitimidad del Estado y de
    la política es necesario algo más que una propuesta
    que integre factores económicos, políticos y
    sociales, y que vaya más allá del lema "libertad y
    orden" presente en los membretes de las entidades oficiales del
    país. Lo que se necesita es una agenda de reformas con una
    visión realista del desarrollo de la sociedad, capaz de
    sustituir los actuales déficits de sentido por un nuevo
    consenso social. En este punto es clave el papel del Estado, a
    pesar de que puede ser un instrumento de dominación de una
    clase sobre otra, pero es el único referente
    político y social para articular la fragmentada sociedad y
    para articular las economías nacionales y
    regionales.

    Frente a esto la Cepal señaló que los
    mercados y los Estados no funcionan automáticamente, ya
    que la estrategia que se impulso en los 80 fue el de la
    combinación de liberalización de mercados y una
    estabilización apoyada sólo en políticas
    fiscal, monetaria y de comercio exterior
    esperando como resultado un desarrollo exitoso. El Estado y los
    gobiernos deben reconocer el fracaso de los mercados, la Cepal
    reivindica una activa política estatal para mejorar la
    función de los mercados
    financieros y una activa política de fomento
    económico.

    Al igual que en muchos escenarios tanto políticos
    como académicos en la Cepal se discuten hoy temas tales
    como los derechos sociales, económicos y sobre todo
    culturales y su inclusión en estrategias
    económicas y sociopolíticas, como por ejemplo, la
    reducción de la discriminación étnica, la igualdad
    de derechos de la
    mujer y hasta la vigencia de los derechos del ciudadano en un
    contexto de Estado Social de Derecho. Uno de los últimos
    documentos de
    la Cepal: "Equidad,
    desarrollo y ciudadanía", nos muestra algo muy sencillo
    que se debe dar, la articulación de la política
    económica y social con la vigencia de los derechos del
    ciudadano en un Estado Social de Derecho, al respecto se
    afirma:

    "La ciudadanía implica un compromiso
    recíproco entre el poder público y las personas.
    El primero debe respetar la autonomía individual,
    permitir y promover la participación política y brindar,
    en forma consistente con el desarrollo económico,
    posibilidades de bienestar social y oportunidades productivas.
    Las segundas deben contribuir con su participación en el
    ámbito público, haciendo aportes para
    enriquecerlo. En este sentido, la ciudadanía implica una
    ampliación del espacio público frente a la fuerza
    centrífuga que hoy tiene el espacio privado, de manera
    de crear más sociedad, una conciencia
    más difundida sobre las responsabilidades de los
    individuos y los grupos respecto del conjunto de la
    organización social, espacios de deliberación y
    formación de acuerdos entre ciudadanos, y
    participación directa de ellos en la creación y
    disfrute de "bienes públicos" y "bienes de valor social"
    (CEPAL 2000, 2004:16).

    Miremos con atención las reformas propuestas por
    la Cepal. Los hilos conductores de la agenda de reformas son: a.
    Un nuevo equilibrio entre el interés privado y el
    público, y b. Un concepto amplio de políticas
    públicas. Al igual que la Cepal el premio nobel Joseph
    Stiglitz exige que se tome más en cuenta el
    interés público en la formulación y puesta
    en práctica de reformas económicas.

    Argentina es un ejemplo de esto ya que su
    política económica en los 90 favoreció el
    pago y la amortización de la deuda externa a
    través de una política de dolarización sacrificando su industria
    nacional que fue modelo en las décadas anteriores.
    Aquí entran en choque dos elementos de la economía
    y la política, el cumplimiento del pago de los créditos [pago de deuda] y el contrato no
    escrito entre Estado y ciudadanos [contrato social]
    que busca garantizar el bienestar de los ciudadanos. Para
    Stiglitz es la política del FMI el que mina el mercado y
    la estabilidad a largo plazo de la economía y de la
    sociedad (Freiberg-Strauss: 32).

    Las recesiones profundas llevan a pérdidas a
    corto plazo como el aumento del desempleo y de la pobreza, a
    largo plazo conduce a pérdidas de conocimiento y
    de capital humano, al tiempo que hace disminuir a mediano plazo
    la disposición a asumir riesgos
    empresariales. A finales del 2003 el Director General de la
    Organización Internacional del Trabajo OIT,
    manifestó que el trabajo era el mejor medio para escapar
    de la pobreza, también señaló que casi tres
    mil millones de personas vivían con menos de dos
    dólares al día, y de ellas, cerca de mil millones
    –23% de la población de los países en
    desarrollo- vivían con un dólar al día.
    América Latina pasó de 121 a 132 millones de
    pobres. Así mismo propuso cuatro "indicadores
    del progreso": creación de empleo, derechos garantizados
    en el trabajo, protección social básica, y
    promoción del diálogo y
    solución de conflictos
    (Somavía, 2003, septiembre: 4-6).

    Un equilibrio entre el contrato (de economía
    privada) de crédito
    y el contrato social (político) implica desarrollar una
    política de estabilidad macroeconómica, o sea, una
    política por empleo y crecimiento, con una reducida tasa
    de inflación y una balanza
    comercial equilibrada. Este es el concepto keynesiano de
    estabilidad, autor que es visto por los conservadores
    neoliberales como muy revolucionario.

    Al respecto en Colombia el actual gobierno promueve la
    idea de un Estado corporativo, según el cual el
    país debe administrarse como una empresa privada.
    Pero lo cierto es que un municipio es más que la suma de
    haciendas y casas, un país es muchos más que la
    suma de los departamentos que lo componen. A esto se suman las
    interrelaciones sociales que le dan un contenido diferente a esa
    realidad política. José Fernando Isaza nos hace una
    presentación interesante del papel social del Estado en la
    actualidad:

    "El horizonte de planeación de un estadista debe ser
    diferente del de un empresario. Las tasas descuento que utiliza
    así lo demuestran. Desde el punto de vista de rentabilidad
    privada, debería preferirse la inversión en
    educación
    superior –que retribuye más en incremento
    salarial- antes que la
    educación básica, que tiene efectos de
    equidad y de bienestar en horizontes más largos. Sin
    embargo, desde el punto de vista del Estado, lo opuesto es lo
    correcto en términos de justicia y proyección
    intergeneracional. El uso de los recursos renovables y no
    renovables, desde el punto de vista de rentabilidad privada,
    puede conducir al agotamiento de estos o a la extinción
    de muchas especies, si, por ejemplo, su tasa de reproducción es inferior a la tasa de
    interés del sector privado" (Isaza).

    El territorio también tiene un fin una utilidad
    diferente, el sector privado vende los activos improductivos, es
    decir, aquellos cuyo ingreso sea menor que los gastos que
    conlleve; para un hombre de Estado, el territorio no es
    transable, así haya que invertir así no se integren
    al sector productivo. José Fernando Isaza señala
    sobre el aspecto ideológico de introducir conceptos y
    criterios del mundo empresarial al espacio ciudadano
    que:

    "No debe confundirse la eficiencia, el respeto por las
    personas –principios
    básicos del éxito empresarial, que pueden y deben
    transferirse a la administración del Estado, en particular
    al respeto a los ciudadanos- con el simple criterio de imponer
    a este los conceptos de rentabilidad, tasas de interés,
    tasas de descuento privadas que son y deben ser totalmente
    diferentes" (Ibid).

    Ahora bien, dentro de la propuesta de la Cepal se
    propone desarrollar instrumentos para una política
    anticíclica, que puede contribuir al aprovisamiento de
    capital para la región –que en muchas ocasiones es
    muy esquivo-. Entre esos instrumentos están: a. Una
    política
    monetaria y fiscal flexible, que permita evitar el
    surgimiento de deudas públicas y privadas elevadas; b. La
    introducción de funciones de control y
    regulación en los mercados de capitales con elementos
    anticíclicos, y c. Reformas institucionales que permitan
    una gestión
    de las deudas privadas y públicas.

    En la década de los 90 la Cepal ha articulado las
    anteriores reformas en tres aspectos fundamentales:

    1. Determinantes macroeconómicos de la competitividad. La preocupación central
      es buscar los factores que desatan una dinámica económica. Tanto la
      actividad industrial como la sensata explotación de los
      recursos naturales permiten una integración de
      América Latina en los mercados mundiales. También
      en la cadena de producción las condiciones
      macroinstitucionales llevan a una dinámica
      económica autónoma.
    2. La importancia de los cambios tecnológicos.
      Son importantes los «clusters» (interrelaciones
      económicas, sociales e institucionales a nivel local) y
      los sistemas de innovación. Es necesario crear un entorno
      apropiado con apoyo estatal.
    3. Distribución del ingreso y el crecimiento
      económico. América Latina tiene dos serios
      problemas: la escasa competencia tecnológica y la
      desigual distribución del ingreso. Hasta los 80 se
      creía que lo importante era la equidad distributiva,
      pero hoy se propone la reforma de los sistemas de seguridad
      social y una nueva aproximación a la política
      social, para detener la creciente marginación de
      amplias capas de la sociedad (Freiberg-Strauss:
      32-33).

    No basta con exigir una equidad económica, sino
    que es importante construir escenarios sociales muy diferentes a
    los actuales que se han inspirado bajo el neoliberalismo. Una
    sociedad socialmente justa debe garantizar a sus ciudadanos
    derechos, sociales, económicos y culturales tal como
    están descritos en la Carta de las
    Naciones Unidas.

    De este enfoque se derivan los fundamentos de la
    igualdad en el sentido de iguales posibilidades y opciones,
    solidaridad y no
    discriminación. Esos derechos son
    universales, indivisibles e independientes. Son la base de
    los valores de
    la política pública, que por ello es más que
    política estatal. La puesta en práctica de esos
    derechos implica que los ciudadanos los conciban como derechos
    civiles y exijan su cumplimiento. Una adecuada comprensión
    de los derechos civiles permite que las metas sociales y
    culturales tengan un valor propio en la
    política.

    Una dificultad en el fortalecimiento de los derechos
    ciudadanos, tiene que ver con el establecimiento de Tratados de
    Libre
    Comercio, hay una asimetría entre los convenios que
    garantizan los derechos humanos
    y los convenios que protegen el capital, los primeros son
    declaraciones de intención o compromisos que no
    están acompañados de instrumentos que garanticen su
    cumplimiento, para los segundos hay mecanismos precisos que
    garantizan severas sanciones en caso de incumplimiento. Un Estado
    puede violar el derecho a la salud, acción que no
    tendrá sanción a nivel internacional, pero si
    incumple los acuerdos referidos a patentes o propiedad
    intelectual, podrá ser sancionado a petición de
    la compañía extranjera que no pudiera colocar sus
    productos en ese mercado (Cubas, 2003, junio: 6).

    Sin considerar lo anterior, la Cepal formula una
    política de integración social con los siguientes
    componentes que resulta válida para la experiencia de los
    países de la región:

    1. Una política social, con una mayor eficiencia,
      con carácter universal y solidario, para
      articular a los pobres dentro de políticas de lucha
      contra la pobreza.
    2. Una política económica, que busca la
      estabilidad macroeconómica, la creación de
      puestos de trabajo y la reducción de la heterogeneidad
      estructural entre los sectores productivos, y
    3. Un fortalecimiento de los derechos del ciudadano,
      sobre todo para los grupos pobres y discriminados, para que
      esos protagonistas puedan participar en la formulación
      de las políticas públicas.

    A diferencia del BM y del FMI, la Cepal pone más
    preocupación en soluciones institucionalmente sostenibles,
    colocando, por ejemplo, la lucha contra la pobreza en el contexto
    de una política de reformas institucionales de mediano y
    largo plazo, la participación en torno a una vivencia de
    los derechos ciudadanos y la política
    macroeconómica en asociada con una mayor estabilidad, que
    incluye la meta de mayor
    empleo (Ibid.:33).

    A modo de
    conclusión

    En el año de 1996 el teólogo
    brasileño Leonardo Boff ofreció una entrevista, de
    la cual extractamos algunos apartes y que nos sirven de balance
    para esta reflexión:

    "Sobre los capitalistas. No hay que condenar a
    la empresa
    porque la empresa puede ser la forma organizada de producir, de
    crear empleos, bienestar, pero hay un tipo de empresas que
    vive de la explotación del trabajo, de la injusticia, de
    los salarios mínimos, de la corrupción.
    Esas
    empresas cometen crímenes y es tarea de la justicia
    social perseguirles. Pertenece a la pedagogía de la teología de la
    liberación, ayudar a los ciudadanos a ser
    críticos, a informarse de esas situaciones, para que
    ellos como ciudadanos presionen a las autoridades para que no
    siga este tipo de explotación cuyas principales
    víctimas son los pobres".

    "Democracia social. La teología de la
    liberación no acepta la humillación de los
    indígenas, los salarios de miseria, la
    marginación de millones de personas. No acepta esta
    situación y se da cuenta que uno de los factores
    principales de esta situación, no el único, es el
    sistema capitalista y a raíz de eso lo condena. Pero le
    interesan ante todo los efectos de este sistema que son
    antivida y producen sufrimiento y muerte al
    pueblo. Queremos la vida, la libertad del pueblo y el camino
    mejor, para eso es el propio pueblo.
    […] Nosotros creemos
    en una democracia de carácter popular, democracia
    social, que incluya cada vez más a toda la
    sociedad".

    "La esperanza. Yo me siento un cristiano, un
    teólogo, que despertó por el grito de los pobres,
    estando con ellos y desde ellos, e intento llevar adelante mi
    misión
    como cristiano, como ciudadano, como intelectual, apoyando,
    estando ahí. […] Tengo la alegría que la
    vida es finalmente más fuerte que la muerte;
    que como nadie puede detener la venida de la primavera, nadie
    puede detener la justicia de los pobres, el triunfo de los
    mejores deseos del ser humano,
    que quiere vida, que quiere
    compartir" (Boff, 1996, octubre – diciembre).

    Frente a los retos que esperan tanto a América
    Latina como a Colombia, José Fernando Isaza, reafirma la
    diferencia y la búsqueda permanente de los derechos
    fundamentales:

    "Ustedes tendrán que asumir el relevo de una
    generación que no conoció la paz; que
    vivió un asombroso cambio
    tecnológico y científico, que vio mejorar su
    calidad de
    vida por indicadores de cubrimiento de servicios, pero
    desmejorada en lo fundamental: el goce de vivir sin temor.
    Percibió unos atisbos de modernización de las
    costumbres políticas, cierta consolidación de la
    independencia de poderes y una mayor
    participación política en las regiones. Estos
    logros deben preservarse y servir de punto de partida a la
    inserción de nuestro país en el mundo moderno. El
    renunciar a lo adquirido en aras de un paralizante unanimismo
    nos alejará de las sociedades civilizadas. Los invito a
    que mantengan vigentes el derecho a disentir y a respetar el
    disenso" (Izasa).

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    la soberanía nacional: cambiando el eje de
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    48, septiembre.

     

     

    Axel Riveros Vera

    Rocío Rubio Borbón

    Especialistas en Pensamiento Educativo y
    Filosófico en América Latina. Convenio: Unincca
    (Colombia) – Universidad Central de Las Villas (Cuba).

    Especialistas en Economía
    Internacional. Universidad Antonio Nariño.

    Participantes de la Cátedra Latinoamericana
    «Antonio García Nossa» de la Universidad
    Nacional de Colombia. Bogotá

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