A menudo se piensa que los jóvenes no tienen
un norte que seguir, es más, siempre se escucha
expresiones como "La Juventud de
hoy ya no es la misma de ayer" "Esta juventud no sirve para
nada", es lógico pensar que en esta sociedad de constantes
cambios, los jóvenes también cambien en su forma de
actuar y de ver las cosas. La misión de
nosotros como educadores es lograr desarrollar en ellos un
cambio de
actitud, que
los conduzca a desterrar el conformismo y se de paso al pensamiento
crítico y creativo y a las producción intelectual, afortunadamente el
nuevo currículo de educación secundaria
apunta a este objetivo al
pretender desarrollar en los jóvenes capacidades intelectuales
que sintonizan con las requeridas para esta sociedad del Siglo
XXI, cuyo perfil principal es el de preparar personas competentes
acordes con las exigencias del mundo empresarial.
El tema de los jóvenes es hoy fuente de
preocupación de buena parte de los gobiernos y de los
miembros de la
Organización Mundial de las Naciones Unidas.
La primera acción
global que definió esta actitud fue la declaración
de 1985 como el "Año Internacional de la Juventud", en
aquella ocasión, la ONU buscaba
dirigir la atención hacia tres temas que estaban
vinculados a los jóvenes: La participación, el
desarrollo y
la paz; una década después la Comisión
Económica para América
Latina y el Caribe (CEPAL) llamó la atención
sobre la necesidad de incrementar las oportunidades de los
jóvenes, sobretodo de aquellos más postergados de
las zonas rurales y urbanas. Según la información proporcionada por la ONU, en
América
Latina existen 86 millones de personas entre los 15 y 24
años de edad, y por las grandes diferencias producto de
la
globalización, los jóvenes de las zonas menos
desarrolladas – como la nuestra – están
más expuestos que cualquier otro grupo etario a
los más altos índices de desempleo y
subempleo. El Perú es un país con alta
proporción de población joven, se calcula que está
por encima de los cinco millones de personas lo que representa el
22,6% de la población total nacional.
Actualmente, la mayoría de los jóvenes
peruanos vive en condiciones de precariedad. Existe una
proporción importante de jóvenes que no estudia, y
tampoco trabaja, que no tiene una calificación laboral, ni
destrezas declaradas, que no disponen de aparataos de
intermediación de sus expectativas y demandas. Estas
tristes características denotan la pobreza en la
peor de sus formas, la pobreza de
horizonte y de capacidad para formar un plan de
vida.
En medio de todas las limitaciones que se presentan,
los jóvenes deben ser líderes y emprendedores
– desde la escuela –
que sean capaces de buscar alternativas de solución ante
la diversidad de problemas que
se les presentan a lo largo de su vida, es por ello que en este
contexto del Siglo XXI, la educación exige el
desarrollo de capacidades como: de pensamiento sistémico,
de trabajo en
equipo, de abstracción y de aprender a experimentar,
lo cual prepara al joven para tener la facilidad de encontrar
salidas adecuadas y pertinentes. Los jóvenes deben estar
en condiciones de generar medios para
poder vivir
aprovechando al máximo el potencial de recursos
naturales con que cuenta el país. Pensar en los
jóvenes como las personas que dinamizaran el aparato
productivo no es una utopía, si nosotros verdaderamente
logramos desarrollar en ellos además de las capacidades
señaladas, valores y
actitudes como
la responsabilidad y la superación constante.
Desde esta perspectiva debemos revisar la forma como venimos
trabajando en las aulas, que procesos
cognitivos estamos generando en ellos y si verdaderamente los
estamos preparando para desempeñarse en el mundo
productivo ya sea desde el sector primario hasta el de
última generación.
Desde nuestro papel como formadores tenemos el gran
reto de ayudar a descubrir en ellos la capacidad o
vocación de generar ingresos que les
permitan vivir dignamente como seres humanos. No es necesario
tener fuertes capitales para salir adelante sino que basta un
poco de ingenio e iniciativa para plantear algún proyecto de
negocio encaminado a buscar su desarrollo
personal y social desarrollando en ellos su visión
empresarial – claro – utilizando la tecnología e informática que les permitan difundir sus
productos o
servicios.
Al pretender formar jóvenes empresariales se
va lograr desarrollar en ellos una independencia
económica, que les ayudará a liberarse de esa
presión
de inutilidad ante la sociedad. Esto demuestra que si hay medios
que les pueden ayudar a mejorar su calidad de
vida y contribuir de mejor manera al progreso de la Nación.
Al tener éxito
en nuestro ideal, ya no es necesario que lo jóvenes que
egresan de las instituciones
educativas estén desesperadamente buscando trabajo, sino
que serán capaces ellos mismos de crear su propia fuente
de trabajo, formar su propia empresa;
convirtiéndose en verdaderos líderes sociales y
sobretodo en líderes empresariales.
Los cambios y el incremento previsible de la misma
velocidad de
dichos cambios que observamos en el mundo globalizado, nos hace
pensar que la educación debe ser el eje dinamizador de
este proceso. Es
más, exige que pensemos en construir un Proyecto Educativo
Nacional en donde consideremos a los jóvenes como
prioridad. De cumplir con una verdadera labor docente,
estaríamos asentando bases sólidas para alcanzar
los retos de ésta sociedad económica del siglo XXI
en la que se exige formar jóvenes acordes con las
necesidades de un mercado mundial y
no sólo nacional.
La educación, como bien se sabe, reconoce y
respeta la identidad
peculiar de las personas y de las sociedades; es
más, nuestra ley de
educación N° 28044 considera a la interculturalidad
como uno de los principios de la
educación peruana. Por lo tanto, en un contexto
histórico de subordinación cultural, propia de esta
sociedad globalizada y neocapitalista, no puede seguir la
tendencia espontánea a volver invisible y minusvalorar las
identidades sociales de las minorías. Por el contrario,
para ser fiel a su misión, el promover el desarrollo de
capacidades y actitudes en las personas, debe prestar sumamente
atención al profundo impacto de la subordinación
cultural en los procesos de construcción de la identidad, y actuar en
sintonía con ello. El autentico desarrollo de las
sociedades implica el reconocimiento y valoración de la
diversidad cultural, encontrando el enfoque y los procesos
educativos que la respeten y cultiven en la
práctica.
Lamentablemente, el desarrollo no siempre es
comprendido de este modo cuando no visualiza la diversidad
cultural y las asimetrías reales del mundo
contemporáneo, se convierte en una acción de
asimilación de las sociedades periféricas a la
cultura
hegemónica de la modernidad o
cyber-cultura que es obviamente manipulada por los grandes
grupos de
poder capitalista que lideran en el mundo.
Esta actitud y conducta de
asimilación, constituye una tradición profundamente
arraigada en occidente. Siguiendo el enfoque de la evolución histórica unilineal, parte
de suponer "a trazadas" e "inferiores" a las culturas de las
sociedades periféricas y, por lo tanto, propone la
necesidad de su superación, diseñando para tal fin
procedimientos
instructivos en las formas culturales típicas del centro.
El desarrollo, entonces, deviene de homogenización
cultural; y, su promoción, en diferentes formas de violencia
simbólica como la muy conocida "transferencia de
tecnología".
En América Latina, la Educación
intercultural tiene sus antecedentes en las primeras experiencias
de educación de pueblos indígenas que a partir de
los años 30, se centraron en el problema de la lengua
indígena y el rendimiento escolar, en el contexto de una
nueva visualización de la importancia de los pueblos
indígenas en nuestro continente. Pese a todos las
insuficiencias y contradicciones, se ha pasado, en la segunda
mitad de los 80, de la Educación Bilingüe a la
educación Bilingüe Intercultural y, después, a
la Educación Intercultural Bilingüe, si bien dirigido
solamente a pueblos indígenas; pero queda pendiente por
realizar en la práctica, el planteamiento de la universidad de la
Educación Intercultural. Por la información que se
dispone, América Latina posee cerca de 500 millones de
indígenas y casi 400 pueblos indígenas diferentes,
y un número mayor de idiomas, dialectos y culturas
diversas tanto ancestrales como producto de las diversas
migraciones que a sufrido a lo largo de su historia; por lo tanto la
interculturalidad es un asunto de todos, sobre todo de nosotros
que tenemos la gran responsabilidad de promover el aprendizaje
dentro de una diversidad cultural que a veces poco entendemos o
no queremos entender.
En el Perú, el tema tiene también como
antecedente la educación bilingüe para pueblos
indígenas, siendo muy importante la política nacional de
Educación Bilingüe de 1972. Posteriormente, ya
introducido el tema de la Educación Intercultural desde
mediados de los 80, se da la Política de la
Educación Bilingüe Intercultural en 1989, siempre
dirigida a la población de habla vernácula. En
1991, se avanza hasta la Educación Intercultural para toda
la sociedad, con la política Nacional de Educación
Intercultural y Educación Bilingüe Intercultural. En
el 2003 al Promulgarse la ley de Educación N° 28044,
en su artículo 8, inciso f, se considera a la
interculturalidad como uno de los principios de la
educación peruana; bajo los siguiente términos: "la
interculturalidad, que asume como riqueza la diversidad cultural,
étnica y lingüística del país, y
encuentra en el reconocimiento y respeto a las
diferencias, así como en el mutuo conocimiento y
actitud de aprendizaje del
otro sustento, para la convivencia armónica y el
intercambio entre las diversas culturas del mundo". Esta
concepción asumida desde la ley encuentra eco en los
lineamientos de Política Educativa 2001-2006,
especialmente en el marco del acuerdo social y político
por un Proyecto Educativo Nacional, que entre sus medidas
principales plantea la idea de fortalecer la educación
rural y expandir la educación bilingüe intercultural,
asumiendo para ello al Estado el
compromiso de una inversión de 800 millones de dólares
provenientes de fuentes
internacionales como del tesoro público.
En la Región Piura, son muy escasas las
experiencias sobre Educación Intercultural según
los antecedentes revisados, sólo existe un trabajo
relacionado al tema, que fue realizado el año 1999 por la
Central Peruana de Servicios (CEPESER) en los ámbitos de
los distritos de Tambogrande (Valle de los Incas, El
Carmen y Algarrobo – Papayo), Morropón
(Morroón y Franco), Santo Domingo (Santo Domingo, Comunidad de
Simirís, Quinchayo, Ñoma y El Palto), Chalaco
(Chalaco y santiago), Santa catalina de Mossa (Pueblo Nuevo de
Maray y Linderos de Maray), Yamango (Coca y Nueva Esperanza) y
Frías (Altos de Frías). El hecho que no se haya
trabajado mucho la Educación Intercultural en Piura,
obedece quizás a la inexistencia tanto del
bilingüísmo como de pueblos propiamente
indígenas. Ni las comunidades campesinas ni las sociedades
de pescadores constituyen pueblos indígenas, pero es
innegable, sobre todo en las segundas, la presencia de una clara
tradición cultural de origen pre hispánico.
Además se hace cada vez más evidente que nuestra
Región es multicultural y que vive importantes procesos de
interacción cultural local, regional,
nacional y mundial, como producto de la globalización y del Internet que hace que los
estudiantes estén en contacto con personas de otras
latitudes. Por los considerandos expuestos se hace urgente la
necesidad de plantear el tema de la interculturalidad en Piura,
pues no es una casualidad que el Ministerio de Educación a
través de su Diseño
Curricular Básico de Educación Secundaria lo
esté proponiendo dentro de sus temas transversales, es
más, en el documento en mención, se considera el
aspecto de la identidad personal y Social
como una de las características deseables en los adolescentes;
por tanto el tema de la educación Intercultural debe estar
presente al momento de la formulación del Proyecto
educativo Regional.
LA
EDUCACIÓN DE LOS JÓVENES EN LA
Profesora: Jesús Elena Saucedo
Sandoval
A menudo se piensa que los jóvenes no tienen
un norte que seguir, es más, siempre se escucha
expresiones como "La Juventud de hoy ya no es la misma de ayer"
"Esta juventud no sirve para nada", es lógico pensar que
en esta sociedad de constantes cambios, los jóvenes
también cambien en su forma de actuar y de ver las cosas.
La misión de nosotros como educadores es lograr
desarrollar en ellos un cambio de actitud, que los conduzca a
desterrar el conformismo y se de paso al pensamiento
crítico y creativo y a las producción intelectual,
afortunadamente el nuevo currículo de educación
secundaria apunta a este objetivo al pretender desarrollar en los
jóvenes capacidades intelectuales que sintonizan con las
requeridas para esta sociedad del Siglo XXI, cuyo perfil
principal es el de preparar personas competentes acordes con las
exigencias del mundo empresarial.
El tema de los jóvenes es hoy fuente de
preocupación de buena parte de los gobiernos y de los
miembros de la Organización Mundial de las Naciones
Unidas. La primera acción global que definió esta
actitud fue la declaración de 1985 como el "Año
Internacional de la Juventud", en aquella ocasión, la ONU
buscaba dirigir la atención hacia tres temas que estaban
vinculados a los jóvenes: La participación, el
desarrollo y la paz; una década después la
Comisión Económica para América Latina y el
Caribe (CEPAL) llamó la atención sobre la necesidad
de incrementar las oportunidades de los jóvenes, sobretodo
de aquellos más postergados de las zonas rurales y
urbanas. Según la información proporcionada por la
ONU, en América Latina existen 86 millones de personas
entre los 15 y 24 años de edad, y por las grandes
diferencias producto de la globalización, los
jóvenes de las zonas menos desarrolladas – como la
nuestra – están más expuestos que cualquier
otro grupo etario a los más altos índices de
desempleo y subempleo. El Perú es un país con alta
proporción de población joven, se calcula que
está por encima de los cinco millones de personas lo que
representa el 22,6% de la población total
nacional.
Actualmente, la mayoría de los jóvenes
peruanos vive en condiciones de precariedad. Existe una
proporción importante de jóvenes que no estudia, y
tampoco trabaja, que no tiene una calificación laboral, ni
destrezas declaradas, que no disponen de aparataos de
intermediación de sus expectativas y demandas. Estas
tristes características denotan la pobreza en la peor de
sus formas, la pobreza de horizonte y de capacidad para formar un
plan de vida.
En medio de todas las limitaciones que se presentan,
los jóvenes deben ser líderes y emprendedores
– desde la escuela – que sean capaces de buscar
alternativas de solución ante la diversidad de problemas
que se les presentan a lo largo de su vida, es por ello que en
este contexto del Siglo XXI, la educación exige el
desarrollo de capacidades como: de pensamiento sistémico,
de trabajo en equipo, de abstracción y de aprender a
experimentar, lo cual prepara al joven para tener la facilidad de
encontrar salidas adecuadas y pertinentes. Los jóvenes
deben estar en condiciones de generar medios para poder vivir
aprovechando al máximo el potencial de recursos
naturales con que cuenta el país. Pensar en los
jóvenes como las personas que dinamizaran el aparato
productivo no es una utopía, si nosotros verdaderamente
logramos desarrollar en ellos además de las capacidades
señaladas, valores y actitudes como la responsabilidad y
la superación constante. Desde esta perspectiva debemos
revisar la forma como venimos trabajando en las aulas, que
procesos cognitivos estamos generando en ellos y si
verdaderamente los estamos preparando para desempeñarse en
el mundo productivo ya sea desde el sector primario hasta el de
última generación.
Desde nuestro papel como formadores tenemos el gran
reto de ayudar a descubrir en ellos la capacidad o
vocación de generar ingresos que les permitan vivir
dignamente como seres humanos. No es necesario tener fuertes
capitales para salir adelante sino que basta un poco de ingenio e
iniciativa para plantear algún proyecto de negocio
encaminado a buscar su desarrollo personal y social desarrollando
en ellos su visión empresarial – claro –
utilizando la tecnología e informática que les
permitan difundir sus productos o servicios.
Al pretender formar jóvenes empresariales se
va lograr desarrollar en ellos una independencia
económica, que les ayudará a liberarse de esa
presión de inutilidad ante la sociedad. Esto demuestra que
si hay medios que les pueden ayudar a mejorar su calidad de vida y
contribuir de mejor manera al progreso de la Nación.
Al tener éxito en nuestro ideal, ya no es
necesario que lo jóvenes que egresan de las instituciones
educativas estén desesperadamente buscando trabajo, sino
que serán capaces ellos mismos de crear su propia fuente
de trabajo, formar su propia empresa; convirtiéndose en
verdaderos líderes sociales y sobretodo en líderes
empresariales.
Los cambios y el incremento previsible de la misma
velocidad de dichos cambios que observamos en el mundo
globalizado, nos hace pensar que la educación debe ser el
eje dinamizador de este proceso. Es más, exige que
pensemos en construir un Proyecto Educativo Nacional en donde
consideremos a los jóvenes como prioridad. De cumplir con
una verdadera labor docente, estaríamos asentando bases
sólidas para alcanzar los retos de ésta sociedad
económica del siglo XXI en la que se exige formar
jóvenes acordes con las necesidades de un mercado mundial
y no sólo nacional.
Willian Humberto Carrasco