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Modelos estratégicos actuales de investigación respecto al paradigma de estrategia de fabricación




Enviado por sibarra



    Modelos de Contenido

    1. Modelos estratégicos
      actuales de investigación
    2. Contenido de la estrategia de
      producción. Modelos de contenido
    3. Prioridades
      competitivas
    4. Las áreas
      estratégicas clave de análisis y
      decisiones

     Palabras clave: Modelos;
    Contenido de la estrategia; función de
    Producción & Operaciones;

    Tipo de trabajo: Teórico
    (Journalistic)

    1. Modelos
    estratégicos actuales de investigación respecto al
    paradigma de estrategia de fabricación.

    Los estudios acerca del carácter estratégico de la
    fabricación tienen su origen en los trabajos iniciales de
    Wickham Skinner a
    partir de 1969 con su primer título "Manufacturing
    – missing link in corporate strategy
    ". A partir de
    este trabajo
    seminal, proliferaron las investigaciones y
    la literatura
    acerca del tema, con un propósito común – la
    gestión
    de la producción no tiene que reducirse a neutralizar los
    efectos negativos que esta función podría ocasionar
    en la puesta en práctica de la estrategia global, sino que
    debe contribuir a formularla y apoyarla, al menos en igualdad de
    condiciones que los restantes departamentos.

    Los trabajos de Skinner y sus seguidores (entre los que
    podemos citar a Hayes, R.H.; Wheelwright, S.C. y Clark, K.B.;
    profesores de administración de empresas de Harvard
    Business School) se centraron sobre todo en el propio contenido
    de la estrategia de producción siendo prácticamente
    unánimes en considerar dos grupos de
    cuestiones, las prioridades competitivas, que orientarán
    la gestión de la producción, y las principales
    políticas propuestas, agregadas en ciertas
    categorías de decisión. Respecto al proceso por
    medio del cual se formulan dichas estrategias, no
    ha sido tratado con mucha profundidad, y aunque estaba latente en
    el texto de
    dichos trabajos, no se puede afirmar que se haya analizado de
    forma explícita. Esto está motivado a que
    tradicionalmente no se ha reconocido de forma explícita la
    diferencia entre el proceso y el contenido de la estrategia de
    producción, y a que las investigaciones se hayan centrado
    sólo en el contenido de la misma.

    Algunos autores como Adam & Swamidass (1992), Voss
    (1992) y Anderson, Cleveland & Schroeder (1989), han llamado
    la atención sobre este aspecto, y plantean la
    necesidad de que, de la misma forma que la literatura sobre
    estrategia empresarial diferencia claramente ambos aspectos de la
    estrategia (proceso y contenido), se haga lo propio en el caso de
    la producción. De esta forma, la investigación
    sobre el tema podría adaptarse mejor al nivel de desarrollo de
    cada paradigma, centrándose en las cuestiones y métodos de
    investigación más apropiados para cada caso
    (Leong, Snyder & Ward, 1990). Esto contribuiría
    además a que, en el terreno práctico, no se
    descuidasen las cuestiones relativas al proceso – integración, interactividad,
    implementación y medición del rendimiento – dotando
    así al modelo de
    estrategia de producción del necesario movimiento y
    dinamismo, ausente en los modelos de contenido (Stonebraker &
    Leong, 1994).

    La distinción teórica entre contenido y
    proceso ha sido destacada por los autores en las últimas
    investigaciones y de cierta manera su aplicación a la
    función de producción ha generado cierta
    confusión. Por ejemplo, Swamidass & Newell (1987),
    consideran que el contenido de la estrategia de
    fabricación hace referencia al empleo de los
    recursos
    productivos para alcanzar ventajas competitivas, mientras que el
    proceso se refiere a la formulación, desarrollo e
    implementación de la estrategia de producción en
    relación a la estrategia competitiva.

    Por su parte Anderson et al. (1989 entienden que
    el contenido es el qué de la estrategia de
    producción, y abarca los objetivos, las
    decisiones y el resultado final de la misma, mientras que el
    proceso es el cómo; es decir, las cuestiones
    relativas al análisis, organización y puesta en práctica de
    la estrategia de fabricación. En el mismo sentido,
    Marucheck et al. (1990) diferencian la utilización
    de herramientas
    conceptuales para formular e implementar una hipotética
    estrategia de producción de su definición y
    contenido. A pesar de la interacciones existentes entre el
    contenido y el proceso, Leong, et al. (1990) justifican
    esta distinción por la existencia de necesidades y
    métodos
    de investigación distintos para cada una de las partes, y
    por los diferentes estados de desarrollo en que se encuentran. De
    hecho (Avella et al., 1999), apenas existe
    investigación descriptiva en relación con el
    proceso, mientras que respecto al contenido, si bien abunda la
    investigación conceptual y descriptiva, es necesario
    avanzar a formas de investigación más sofisticadas.
    Teniendo en cuenta estas premisas, que actualmente existe
    bastante acuerdo entre los investigadores en cuanto al proceso y
    al contenido y, partiendo de reconocer que esta distinción
    es sólo necesaria para su estudio, a continuación
    se exponen ambos modelos de investigación de la estrategia
    de fabricación.

    2. Contenido de la
    estrategia de producción. Modelos de
    contenido.

    En este apartado se tratan los principales puntos a
    considerar en la elaboración de una estrategia de
    producción, esto es, el contenido de la estrategia de
    producción. Algunos autores advierten que en ocasiones no
    se distingue un grupo de
    elementos que claramente se puedan considerar de manera
    unívoca como pertenecientes, exclusivamente a la
    estrategia de producción. Por una parte, se considera que
    cada empresa posee una
    determinada estructura
    organizativa particular de manera que las distintas funciones pueden
    incorporar o no ciertas responsabilidades. Si a ello se le suma
    la necesidad de adoptar una visión holística de
    la empresa, el
    especial solapamiento de la función de producción
    con otras áreas de la empresa, así como las
    limitaciones que suponen las estrategias de ámbito
    superior (e incluso del mismo nivel), la conclusión es que
    no existe acuerdo total sobre los puntos a decidir por el equipo
    encargado de elaborar la estrategia (Conca & Molina,
    1998).

    En cambio parece
    estar más claro, sin embargo, qué tipo de
    cuestiones deben quedar resueltas al final del proceso,
    independientemente del ámbito estratégico en el que
    se halla tomado la decisión, y que conformarán el
    contenido de la estrategia de fabricación. Así
    Leong et al. (1990), plantean que han encontrado mucho
    más acuerdo en las investigaciones y trabajos publicados
    sobre lo que debe abarcar el contenido de la estrategia de
    manufactura
    que sobre los aspectos del proceso de formulación.
    Así los distintos autores coinciden que el contenido de la
    estrategia de fabricación se puede agrupar en dos grandes
    categorías (Leong, Snyder & Ward, 1990):

    a) Las prioridades competitivas basadas en las metas
    de la corporación o unidad de negocio.

    b) Las áreas de decisiones estratégicas
    de la función de producción

    Los principales autores, tales como Buffa (1984), Fine
    & Hax (1985), Hayes & Wheelwright (1984), Hill
    (1989,1993), Schroeder et al. (1986) y Skinner (1974),
    describen el contenido de la estrategia de fabricación en
    sus investigaciones. La Figura 1 es una síntesis
    de estas descripciones dónde la terminología se ha
    cambiado un tanto para ser consistente con la usada por Hayes y
    Wheelwright (1984). Como Adam & Swamidass (1989) y Anderson
    et al. (1989) han señalado, la terminología
    incoherente continúa siendo un problema en la literatura
    de estrategia de producción. Salvo la terminología,
    el modelo de contenido presentado en la Figura 1 es el modelo
    predominante y generalmente aceptado.

     Para ver el
    gráfico seleccione la opción "Descargar" del
    menú superior 

    Figura 1. Modelo de contenido
    predominante en la literatura sobre estrategia de
    producción.

    Fuente: Leong, Snyder & Ward
    (1990).

    2.
    Prioridades competitivas basadas en las metas de la
    corporación / unidad de negocio.

    Antes de abordar este tema, es preciso destacar que se
    utilizan diversas denominaciones para referirse a las prioridades
    competitivas de la producción. En la literatura sobre el
    tema se utilizan indistintamente los términos
    prioridades competitivas (Leong et al.,1990; Hayes
    & Wheelwright, 1984); objetivos de producción
    (Anderson et al.,1989); tareas de producción
    (Skinner, 1974); criterios de gestión (Wheelwright,
    1978); metas de fabricación (Miller, 1983);
    variables competitivas (Marucheck et al.,
    1990); criterios ganadores de pedidos (Hill, 1989);
    outputs de fabricación (Miltenburg, 1995);
    criterios mercadológicos para el éxito (Voss, 1992; Adam & Ebert,
    1991); dimensiones competitivas (Swamidass &
    Newell, 1987); dimensiones de competencia
    (Corbett & Wassenhove, 1993) y misiones de
    fabricación
    (De Meyer et al., 1994).

    Aunque todas son correctas en el sentido en el que se
    utilizan, nos inclinamos más por el término de
    misiones de fabricación ya que este concepto
    tradicionalmente se ha usado en producción para describir
    su contribución a la estrategia corporativa y al valor para el
    cliente. La
    misión
    de fabricación no es más que lo que la
    función de producción debe proveer y facilitar a
    sus clientes, es la
    respuesta productiva al comportamiento
    estratégico deseado por el nivel corporativo. Así,
    la verdadera cuestión subyace en el hecho de definir –
    cuál de las distintas «misiones» que
    puede desempeñar la función productiva –
    poseerá la mayor preferencia en el orden de satisfacer los
    requerimientos, necesidades y expectativas actuales y futuras de
    los clientes y el mercado en
    general y que, a la vez, refleje consistentemente la estrategia
    de negocio. Entendemos que, sólo una vez que se ha
    asignado ese orden de preferencia, de unas en detrimento de
    otras, se podrá hablar de «prioridades
    competitivas» en la estrategia productiva. No
    obstante a esta observación, el término que
    mayormente se utiliza (ver Fig. 1 anterior) es el de prioridades
    competitivas. Sin ánimo de entrar en detalles conceptuales
    y no contribuir más a la incoherencia terminológica
    de que adolece este paradigma, emplearemos indistintamente los
    términos misiones y prioridades competitivas.

    Al iniciar este apartado, es de justicia
    referirse una vez más al trabajo de Skinner de 1969, donde
    hace notar que la producción puede contribuir al
    éxito de la estrategia empresarial de manera distinta a la
    tradicional de la eficiencia, esto
    es, la minimización de costes. Hoy día se considera
    que existen otras dimensiones, además del coste, las
    cuales adecuadamente gestionadas pueden transformar la
    producción en una verdadera arma competitiva.

    2.1. Nivel de agregación de las misiones /
    prioridades competitivas.

    Atendiendo a su nivel de agregación, las
    prioridades competitivas desempeñan fundamentalmente dos
    papeles. Desde un punto de vista agregado, señalan la
    orientación dominante de la producción, al objeto
    de alinear su actuación con la estrategia empresarial. El
    resultado es lo que Skinner (1985) denomina la tarea de
    producción, donde se pone de manifiesto qué
    es lo que la producción debe hacer especialmente bien para
    el éxito de la estrategia de negocio. La tarea
    – también llamada misión o meta
    – se deriva directamente de la estrategia empresarial y con
    frecuencia será un volver a expresar la
    misión de la empresa en términos de
    operaciones (Schroeder, 1992; p. 31). Sin embargo, para que las
    prioridades competitivas sirvan de guía para la
    fijación de políticas en las distintas áreas
    de decisión, así como para la toma de
    decisiones a largo y corto plazo, es conveniente su
    disgregación cualitativa (Garvin, 1993), así como
    su expresión en términos cuantitativos y
    mensurables (Schroeder, 1992; Fernández Sánchez,
    1993).

    2.2. Dimensión externa e interna de las
    misiones / prioridades competitivas.

    Corbett & Wassenhove (1993, p.108), identifican dos
    dimensiones en las prioridades competitivas, al ser utilizadas:
    a) como indicador externo de la competitividad
    de la empresa
    , y b) como indicador interno del saber hacer
    en fabricación
    (o sea de las capacidades de
    fabricación
    ). Ambas dimensiones están
    estrechamente interrelacionadas, puesto que la competitividad
    depende de la eficacia de los
    atributos de los productos para
    satisfacer las necesidades del mercado y, a su vez, estos
    atributos tienen su origen en el modo en que se hacen las cosas
    en el área de producción. Estas dos dimensiones en
    realidad están muy relacionadas; se puede decir que
    constituyen las dos caras de la misma moneda según se las
    observe con el prisma del márketing o de la
    producción. Así, los atributos del producto que
    son visibles para el cliente – básicamente variables de
    márketing (tales como precio,
    producto o lugar) – constituyen la dimensión externa
    de las prioridades, mientras que las medidas de las capacidades
    de producción (como el coste, la calidad y el
    tiempo)
    podrían ser la dimensión interna de los anteriores
    criterios de competitividad.

    A pesar de esta interrelación, es necesario
    diferenciarlas, ya que desde el punto de vista de la estrategia
    de producción, la dimensión más relevante es
    la interna. Así, la estrategia de negocio suele estar
    expresada por medio de medidas externas, que realmente, son poco
    significativas para la producción; por tal razón es
    necesario traducirla en términos que tengan significado
    para los directivos de producción, en un lenguaje
    claro, que les permita distinguir cuales son las verdaderas
    prioridades y comprender cómo deben medirse frente a estas
    prioridades (Schmenner, 1990). La definición de una
    acertada tarea o misión de la producción es el
    punto de partida para el desarrollo de esta traducción.

    Por otra parte, se ha visto la fuerza que
    están tomando los planteamientos de la nueva teoría
    de los recursos y capacidades en la formulación de
    estrategias; la competitividad de las empresas a largo
    plazo está más vinculada a las capacidades internas
    que al posicionamiento
    en el mercado. De esta forma Corbett & Wassenhove (1993,
    p.110) señalan que si bien en el corto plazo las
    capacidades de producción no son una condición
    suficiente, y ni siquiera son una condición necesaria para
    la competitividad, en el largo plazo, sin embargo, la construcción de capacidades se convierte en
    una condición necesaria para mantener la
    competitividad.

    2.3. Necesidad de prioridades competitivas concretas
    y comprensibles.

    Las prioridades competitivas de fabricación deben
    ser significativas, realizables y duraderas. Un error bastante
    común consiste en formular objetivos de tipo financieros,
    como pueden ser el beneficio o la rentabilidad
    económica, que sólo tienen sentido para la alta
    dirección, pero no guían a los
    trabajadores en el desarrollo de su labor. La prioridad
    competitiva proporciona un sentido de orientación a los
    directivos y trabajadores, estableciendo las directrices para su
    comportamiento diario. Así pues, debe absorber a la
    totalidad de la
    organización, orientando cada micro y macro
    decisión dentro de la fábrica y sistema
    productivo. Para ser realizable, la prioridad competitiva ha de
    tener sentido para todas las secciones y departamentos de la
    fábrica; en caso contrario, no podrá compartirse ni
    permitirá unificar e integrar las tareas de
    producción (Hayes, 1985). La formulación y comunicación de la prioridad competitiva no
    puede tener éxito a menos que cada uno de los empleados la
    comprenda, la acepte y sea capaz de aplicarla en su área
    de responsabilidad. Por otra parte, una prioridad
    común produce un efecto sinérgico y evita posibles
    conflictos y
    luchas de poder internas
    entre las distintas secciones departamentales (Skinner,
    1974).

    La prioridad competitiva no ha de ser inestable (el
    año pasado el énfasis recaía en la calidad,
    pero este año recae en la eficiencia), pues se
    debilitaría el compromiso de los directivos y
    trabajadores, pero debe tener una orientación dinámica. Las prioridades estáticas
    sirven de normas y, en ese
    caso, los directivos sólo se concentran en el control, es
    decir, en minimizar las variaciones respecto al valor objetivo. Sin
    embargo, una prioridad con un marcado carácter
    dinámico persigue siempre el hábito de mejorar
    (Schonberger, 1991).

    2.4. Misiones / prioridades competitivas
    genéricas o agregadas.

    Los autores, tales como Leong et al. (1990),
    definen las misiones y/o prioridades competitivas como un
    "…conjunto concreto de
    objetivos o metas para la manufactura". Una revisión de la
    literatura y de los principales trabajos, entre los que destacan
    los de Hayes & Schmenner (1977), Skinner (1969, 1974), Mayer
    & Moore (1983), Buffa (1984), Hayes (1985), Romano (1983),
    Hayes & Wheelwright (1984), Fine & Hax (1985), Hayes
    et al. (1988), Leong et al. (1990), Schroeder &
    Lahr (1990), Corbett & Wassenhove (1993), Tunc & Gupta
    (1993), Wheelwright (1984) y De Burgos (1999), revela que existe
    un alto nivel de acuerdo en cuanto al conjunto apropiado de
    prioridades competitivas para fabricación, similarmente al
    encontrado en lo relacionado a las diferentes categorías o
    áreas de decisión. Una visión conjunta nos
    permite constatar la existencia de siete misiones o prioridades
    competitivas en la función de Producción:
    costes, flexibilidad, calidad, entregas,,
    servicio al
    cliente, innovación e impacto
    ambiental
    .

    En la literatura más reciente se ha estado
    reconociendo, y cada vez con más fuerza, la responsabilidad
    social del área de Producción respecto a la
    generación de agentes contaminantes, ya sea por las
    materias primas que se emplean, el tratamiento y administración de sustancias residuales, la
    eficiencia en la gestión de los contaminantes emitidos por
    los procesos, la
    seguridad y
    sanidad de los trabajadores, etc. Kleiner (1991) sugiere que el
    área de operaciones ha de estar implicada en la
    protección del medio ambiente
    porque es ahí, en la fabricación, donde tiene su
    origen la mayor parte de la
    contaminación.

    2.5. Desagregación de las misiones /
    prioridades competitivas.

    Las misiones agregadas o prioridades estratégicas
    de fabricación se descomponen /desagregan en unos
    objetivos detallados (prioridades desagregadas u objetivos
    operativos de manufactura) susceptibles de ser cuantificados, lo
    que facilita su medición, evaluación
    y el control de los resultados de los diferentes centros de
    responsabilidad del departamento de producción. Esta
    desagregación consiste en el desarrollo de una lista de
    acciones que
    podrían conducir a la consecución de los objetivos
    superiores deseados. Esto constituye una descomposición y
    refinamiento de cada prioridad en sus elementos causales.
    Aquí deben identificarse procesos y prácticas
    específicas. Conceptualmente, este proceso de
    descomposición es sencillo: no requiere nada más
    que un listado de causas y relaciones de efecto. (Garvin, 1993;
    p. 93)

    La prioridad o meta abstracta, que configura la
    estrategia de producción, se vuelve más concreta a
    medida que se comunica a los distintos niveles jerárquicos
    y áreas de decisiones. Según se transmite hacia
    abajo se describe de una forma más específica y
    orientada a la acción,
    reflejándose al final, en valores
    cuantitativos específicos, explícitos y mensurables
    (Garvin, 1993); estos valores (o medidas) dependerán
    ciertamente de la empresa considerada y del sector donde
    ésta compite. La prioridad necesita, por tanto, adquirir
    un carácter operativo; y a menos que se cuantifique de
    alguna manera, será imposible medir la realización
    de las diferentes actividades. En otras palabras, no se puede
    afirmar con exactitud hasta qué punto se están
    cumpliendo las prioridades competitivas si no se dispone de
    alguna medida objetiva de las actividades que se están
    llevando a cabo en las plantas de
    producción. Es necesario tener en cuenta que aunque los
    objetivos se expresen en «números» para medir
    las diferentes actividades del departamento de producción,
    éstos sólo representan medidas y no la actividad
    misma, se utilizan como una especie de termómetro que mide la salud y el bienestar de la
    fábrica, son la primera línea de
    comunicación que informa a la dirección de lo que
    está aconteciendo y, cuánto más exactos
    sean, más se funden en «datos
    incontrovertibles», más diáfana será
    la
    comunicación (Geneen & Moscow, 1984).

    2.6. El problema de las incompatibilidades vs.
    complementariedades entre las prioridades
    competitivas.

    En la mayor parte de la literatura, subyace el modelo de
    incompatibilidades entre las prioridades competitivas de
    fabricación (o trade-offs). Un trade-offs significa
    conceder a una misión /objetivo de producción un
    tratamiento preferencial sobre las demás. El principio
    básico radica en que se ha de evitar que un mismo sistema
    de producción posea más de una misión
    (Miller, 1983). Esta idea tal y como se desprende del trabajo de
    Skinner (1969), es que rara vez es posible que una planta consiga
    mejoras significativas en más de una o dos de las
    prioridades competitivas al mismo tiempo, pues requerirían
    políticas de producción radicalmente distintas.
    Así las empresas que sueñan con derrotar a la
    competencia en todas las misiones posibles, les será
    difícil (o más imposible) a causa de las actuales
    limitaciones tecnológicas y de otro tipo. Muchas empresas
    intentan hacer demasiadas cosas en la misma fábrica; el
    resultado se traduce en una planta que no hace nada
    particularmente bien. Esto es tolerable siempre y cuando los
    competidores se comporten de la misma forma. Sin embargo cuando
    estos últimos centran sus plantas en misiones concretas,
    las grandes plantas «no centradas» no pueden competir
    durante mucho tiempo (Miltenburg, 1995).

    Tradicionalmente se ha reconocido que existe un cierto
    compromiso, ponderación o intercambio (trade-offs)
    entre las prioridades, de forma que mejorar significativamente en
    una de ellas supone renunciar o dejar de progresar en las
    restantes. Por ello Skinner (1974) sugiere la necesidad de
    enfocar los sistemas de
    producción (plantas) de forma que permitan
    concentrarse en la consecución de altos niveles en una de
    las mencionadas misiones competitivas. Los beneficios de la
    fabricación centrada como estrategia productiva incluyen,
    entre otros, el uso de capacidades dedicadas y el mejor sistema
    de producción en cada caso, la cooperación efectiva
    entre áreas funcionales, mejora del flujo de materiales,
    reacción mejorada antes problemas,
    conexión más estrecha con el mercado, mayores
    oportunidades de mejora, y mejor seguimiento de los costes
    (Miltenburg, 1995). Estos planteamientos de Skinner dieron lugar
    a la línea de pensamiento
    más importante en la actualidad. Este modelo ha
    permanecido vigente durante muchos años y en cierta forma
    ha inspirado la labor de los directivos.

    Sin embargo, no refleja adecuadamente la realidad y
    tendencias actuales del mundo de la competencia (Conca &
    Molina, 1998). La ruptura más significativa con el
    modelo trade-offs se produjo a mediados de los 80´s,
    al analizar los investigadores el éxito competitivo de las
    empresas japonesas y el nivel de rendimiento que
    conseguían en las diferentes misiones planteadas. Estas
    empresas han demostrado y el mercado así lo está
    exigiendo, que las mejoras asociadas a la calidad no
    necesariamente deben ir acompañadas de incrementos en el
    coste. Por otra parte, se suma la presión
    que según McCutcheon, Raturi & Meredith (1994)
    están recibiendo las empresas en muchos mercados que
    demandan cada vez productos más personalizados sin
    renunciar a la rapidez de respuesta, surgiendo de nuevo la
    necesidad de mejorar simultáneamente en otras dos
    dimensiones tradicionalmente contrapuestas: la entrega y
    la flexibilidad. Obviamente las anteriores afirmaciones y
    sugerencias sólo pueden hacerse en la medida en que se ha
    comprobado que hay organizaciones
    capaces de destacar en múltiples dimensiones a la vez.
    Desde luego son empresas que se han apartado de la diagonal
    principal de la matriz
    producto-proceso con la ayuda de las nuevas
    tecnologías flexibles y nuevos enfoques organizativos,
    logrando sistemas de
    producción capaces de mejorar y de responder en varias
    prioridades competitivas de una manera conjunta y compatible en
    lugar de contrapuesta.

    Así Hill (1989) y Miltenburg (1995), en un claro
    avance, sugieren que la fábrica puede seguir al mismo
    tiempo más de un criterio competitivo, lo que debe hacer
    elecciones entre aquellos que permitirán a la empresa
    ganar pedidos y cuales se servirán a un nivel
    sólo de aprobación (cualificados) en el
    mercado que le permita seguir siendo competitivo. Otros autores
    se desmarcan del modelo de trade-offs y abogan por
    alcanzar un equilibrio
    entre los objetivos contrapuestos, con objeto de maximizar la
    utilidad total
    del sistema a construir y/o operar. De esta forma Hass (1987),
    plantea que con mucha frecuencia se puede lograr una mejora
    sustancial en dos o tres objetivos al mismo tiempo. Banks &
    Wheelwright (1979) reconocen la existencia de una relación
    y no un conflicto
    entre objetivos a largo y corto plazo. De acuerdo con esta
    línea argumental Huge & Anderson (1988) abogan por
    mejorar simultáneamente los diversos objetivos de
    competencia, ya que como apunta igualmente Schonberger (1991) no
    son antagónicos y es posible alcanzarlos de forma
    concertada. Schonberger sugiere que es posible, realista y
    necesario mejorar continuamente la calidad, los costes, el tiempo
    de producción y el servicio a los
    clientes e igualmente importante potenciar la
    flexibilidad.

    Lo anterior parece poner entredicho la idea de
    incompatibilidad o compromiso entre las diversas prioridades.
    ¿Querrá ello decir que el conflicto entre objetivos
    ya no existe, y por tanto, ya no tiene sentido definir una tarea
    para la producción?. Reflexionando sobre estas ideas,
    Skinner (1992; pág. 20) llega a la conclusión de
    que "es absurdo suponer que una planta u operación de
    servicio puedan funcionar sin trade-offs". Lo que
    ocurre es que "conforme las tecnologías se desarrollan y
    ello incluye, tanto las tecnologías directivas como las
    físicas, las relaciones pueden cambiar". Por tanto, tan
    erróneo es considerar que las prioridades siempre se
    contraponen, como que siempre se apoyan; en realidad, las
    distintas variables pueden evolucionar en paralelo u opuestamente
    para distintos niveles o amplitudes.

    2.7. Dinámica de las prioridades
    ¿Intercambio vs. acumulación de
    capacidades?.

    Respecto a estos planteamientos algunos autores optan
    por seguir un proceso secuencial para el logro de los objetivos
    competitivos. Ferdows et al. (1986), Miller & Roth
    (1988), De Meyer et al. (1989), Ferdows & De Meyer
    (1990) y De Meyer & Wittenberg-Cox (1994), a diferencia con
    el punto de vista tradicional, afirman que las prioridades
    competitivas no son sólo misiones posibles, sino que
    también describen grupos de destrezas que se convierten en
    acumulativas y que pueden ser desarrolladas y usadas para crear
    ventajas competitivas sostenibles. Es preciso considerar la
    calidad, el plazo, el coste, la flexibilidad, e innovación
    como "prioridades que la empresa alcanza secuencialmente a lo
    largo del tiempo", más que como objetivos puntuales
    incompatibles entre los que se debe elegir (De Meyer, Nakane,
    Miller & Ferdows; 1989).

    Así, De Meyer & Wittenberg-Cox (1994)
    proponen un enfoque diferente denominado modelo secuencial de
    creación y aprovechamiento de las habilidades y destrezas
    en fabricación o modelo del «cono de
    arena
    ». Este enfoque considera adecuado que cada
    fabrica debe centrarse en una única prioridad competitiva
    en cada momento del tiempo, existiendo una secuencia lógica
    acerca de las sucesivas prioridades que es necesario desarrollar
    con el fin de obtener mejoras sustanciales en todas ellas. En
    concreto, el énfasis inicial debe realizarse en el
    objetivo calidad, para conseguir una producción de alta
    calidad y someter los procesos bajo control – y,
    sólo cuando el cono de arena haya crecido lo
    suficiente (calidad a niveles satisfactorios) se puede empezar la
    inversión en el segundo estrato:
    regularidad en la producción y entregas fiables. Pero al
    invertir en entregas – y de este modo incrementarse el
    tamaño del cono – se debe ensanchar la base
    simultáneamente, o sea, la mejora en las entregas
    (regularidad de la producción) no puede mejorarse sin
    mejorar en paralelo las habilidades y destrezas alcanzadas en la
    calidad (objetivo precedente); esto es lo que describe la
    naturaleza
    acumulativa de la creación de habilidades y mejoras
    productivas. Alcanzado un nivel satisfactorio en el objetivo
    entregas, se inicia la mejora en la flexibilidad, al tiempo que
    se perfeccionan los otros dos objetivos anteriores. Sólo
    cuando las habilidades en calidad, regularidad y velocidad de
    reacción son lo bastante fuertes, la empresa puede
    invertir en la fase final que es la reducción del coste. A
    criterio de De Meyer et al. (1994), esto es extremadamente
    importante ya que como destacan estos autores "las mejoras
    duraderas en costes son la consecuencia, no la plataforma de
    lanzamiento, de otras mejoras y de la creación de
    destrezas y habilidades en fabricación".

    Este modelo, implica que la caída de arena
    ensancha la base a medida que se eleva la altura. De hecho, el
    ensanchamiento de la base (objetivos precedentes) para poder
    mejorar los estratos superiores, está relacionado con la
    mejora continua, ya que se trata de ir perfeccionando los
    objetivos alcanzados a medida que se intenta lograr el siguiente
    objetivo previsto. Dado que las prioridades competitivas tienen
    un carácter acumulativo y se apoyan en las adquiridas
    previamente, no se presentan incompatibilidades manifiestas que
    dificulten su logro. Las prioridades desarrolladas con esta
    secuencia (o enfoque) se convierten en formidables
    armas
    competitivas, al surgir de prácticas de gestión
    coherentes y eficaces; por tanto, no pueden ser replicadas con
    facilidad y rapidez por los competidores, y tendrán un
    carácter estable y duradero.

    Corbett & Wassenhove (1993) coinciden con la
    naturaleza dinámica de este enfoque de cono de
    arena
    , el que consideran como la vía por la cual las
    empresas podrían dirigir sus programas de
    mejoramiento continuo. La secuencia
    «calidad-entregas-flexibilidad-coste» fue construida
    sobre la evidencia empírica. No obstante estos autores
    reconocen que aunque la calidad puede ser una potente conductora
    del proceso, similar papel podría desempeñar el
    tiempo. Gestionando el tiempo puede de hecho enfocar la
    atención sobre problemas de calidad (pe. re-procesos,
    re-trabajos) y reducción de costes. Las capacidades de
    tiempo de ciclo-rápido mejoran obviamente la flexibilidad
    y la innovación. Así el tiempo y la calidad son dos
    caras de la misma moneda. Ambas pueden ser poderosas conductoras
    de los procesos de mejora competitiva. La elección entre
    ellas dependerá de la situación particular. Coste,
    por otra parte, es visto cada vez más como un resultado,
    no como conductor del proceso (Corbett & Wassenhove,
    1993).

    3. Las áreas estratégicas clave de
    análisis y decisiones en la función de
    Producción.

    Para cumplir con los objetivos y la misión
    competitiva, se hace necesario establecer una serie de
    políticas que desemboquen en un patrón consistente
    de toma de decisiones. Estas políticas se formulan para
    las distintas áreas (o categorías) de
    decisión del sistema de producción y especifican la
    manera en que se lograrán las prioridades competitivas. De
    forma general, estas áreas o categorías de
    decisión se refieren a las decisiones de capacidad,
    instalaciones, tecnología de procesos e
    integración vertical
    , así como a aquellas de
    gestión de calidad, fuerza de
    trabajo
    , planeación y control de
    producción
    , desarrollo de productos y la
    organización (Skinner, 1974; Buffa, 1984; Hayes
    et al., 1984, 1988; Fine & Hax, 1985; Hill, 1985,
    1994; Leong et al., 1990; Conca & Molina, 1998; Hax
    & Majluf, 1999; Avella Camarero (1999) y Avella Camarero
    et al. (1999a,b,c).

    Dichas áreas de decisión se suelen dividir
    en dos grupos: las decisiones estructurales y las
    decisiones infraestructurales, de acuerdo con la taxonomía
    realizada por Hayes & Wheelwright (1984) para diferenciar su
    impacto sobre el sistema de producción. Ambos tipos de
    decisiones son igual de importantes y juntas, conforman la
    estructura de la estrategia de producción. Su mayor
    diferencia, es que las primeras se caracterizan por un mayor
    impacto en el largo plazo, son difíciles de deshacer una
    vez en ejecución, involucran un importante volumen de
    capital en su
    realización, modificación y/o ampliación y
    se asocian más bien a cambios radicales. En cambio, las
    infraestructurales tienen un impacto a más corto plazo,
    abarcando muchas decisiones cotidianas, no precisan de grandes
    inversiones en
    bienes de
    capital, se relacionan con sistemas y procedimientos
    utilizados en la empresa y con cambios más bien
    incrementales.

    A pesar de que las decisiones que se toman en el
    ámbito de la producción son básicamente las
    mismas en las empresas (con las peculiaridades lógicas de
    cada sistema productivo) no ocurre lo mismo con la
    clasificación que cada una hace de las áreas de
    decisión. Según Fernández Sánchez
    & Fernández Casariego (1988), la clasificación
    de las áreas de decisión no es única, ya que
    cada empresa tiene su propia organización interna.
    Asimismo, unos autores establecen más categorías
    que otros, pero en cualquier caso, todas están
    implícitas en sus listas. En la Tabla 1 se muestra la
    clasificación más aceptada sobre las
    áreas estratégicas de decisión en
    producción
    . El conjunto conveniente de decisiones que
    se adoptan en el marco de la estrategia de producción se
    traducen en diversos cursos de acción, programas y
    proyectos de
    mejora, que juntos hacen posible el logro de las prioridades
    competitivas. Asimismo, en la Tabla 1 se muestran varias
    políticas y programas de mejora en
    Producción utilizados por empresas a escala global,
    las cuales están agrupadas según el área de
    decisión con la cual está más
    relacionada.

    Tabla 1. Políticas,
    acciones y/o programas de mejora típicos en
    Producción

    Naturaleza de las
    decisiones

    Categorías o
    áreas claves de decisión

    Políticas y programas
    generales de acción

    Políticas y/o
    decisiones de producción de naturaleza
    estructural

    Capacidad

    Reconfiguración de la distribución en planta de la
    fábrica

    Reacondicionamiento y reorganización de
    la fábrica

    Inversiones en nuevas plantas, equipos e
    I+D

    Expansión de la capacidad de la
    fábrica

    Reducción del tamaño de la
    fábrica

    Localización

    Localización y reubicación de la
    fábrica

    Tecnología

    Diseño asistido por computador (CAD)

    Fabricación asistida por computador
    (CAM)

    Robots

    Fabricación integrada por ordenador
    (CIM)

    Sistemas flexibles de fabricación
    (FMS)

    Tecnología de grupo (TG) /
    fabricación celular

    Integración vertical /
    relaciones con proveedores

    Subcontratación de procesos de
    manufactura (outsourcing)

    Relaciones de cooperación /
    asociación con proveedores

    Integración y coordinación de sistemas con los
    proveedores

    Programas de evaluación y
    certificación de proveedores

     

     

    Políticas y/o
    decisiones de producción de naturaleza
    infraestructural

    Fuerza de
    trabajo

    Ampliación del rango de tareas a realizar
    por los trabajadores

    Formación y entrenamiento de trabajadores de
    producción

    Formación de supervisores y mandos
    intermedios

    Formación de directivos del departamento
    de producción

    Trabajo en equipo (team-work)

    Desarrollo de programas de formación
    continuada

    Gestión de
    calidad

    Gestión y Control de la Calidad
    Total (TQM) / (TQC)

    Implementación de Programas «Cero
    Defectos»

    Implementación de Círculos de
    Calidad

    Control Estadístico de la Calidad
    (SQC) / Proceso (SPC)

    Inspección automatizada /
    testing

    Despliegue (profundización) de la
    función de Calidad (QFD)

    Programas de certificación serie ISO
    9000

    Sistemas de costo
    de la Calidad (quality-cost accounting)

    Planificación y control
    de la producción

    y los
    inventarios

    Mejora de los sistemas de planificación y control de
    producción

    Programas de reducción de los tiempos de
    cambio de útiles

    Programas de reducción del plazo de
    entrega (Lead time)

    Gestión de materiales e inventarios enfoque just in
    time

    Gestión de mantenimiento
    preventivo y predictivo

    Mantenimiento Productivo Total
    (TPM)

    Programas de fabricación Just-in-time
    /MRP
    /OPT

    Desarrollo de

    nuevos
    productos

    Análisis de valor y rediseño del
    producto

    Implementación de la ingeniería simultánea (o
    concurrente)

    Desarrollo de nuevos productos

    Desarrollo de nuevos procesos para nuevos
    productos

    Desarrollo de nuevos procesos para los productos
    actuales

    Equipos de diseño para fabricabilidad
    (DFM) y montaje (DFA). Equipos de
    desarrollo de productos.

    Inversión y desarrollo en actividades de
    I+D

    Gestión y
    Organización

    Definición y/o desarrollo de una
    estrategia de fabricación

    Descentralización de la toma de
    decisiones de fabricación

    Mejora y cambio en las relaciones
    dirección – personal

    Equipos de trabajo plurifuncionales
    inter-departamentales

    Integración de los sistemas
    de información de producción

    Integración de sistemas de información entre los diferentes
    departamentos o áreas funcionales

    Contabilidad de costos
    basada en la actividad (ABC)

    Nuevos sistemas
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    Definición de nuevas medidas de desempeño
    /actuación

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    DATOS DEL AUTOR

    Santiago Ibarra Mirón

    Ingeniero Industrial por la Universidad
    Central de Las Villas (UCLV).

    Diploma Europeo en Administración y
    Dirección de Empresas.

    Magíster (MSc) en Creación, Estrategia y
    Gestión de Empresas por la Universidad Autónoma de
    Barcelona, España.

    Doctor (PhD) en Ciencias
    Técnicas por la Universidad Central de Las
    Villas (UCLV).

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