- Evangelización en
Africa - Situación
presente - Problemas actuales de la
iglesia en Arica. - Evangelización de la
familia africana - Bibliografía
- Anexos
África es un gran continente que ha vivido y
vive momentos históricos difíciles, pero que a
pesar de ello ofrece también al mundo signos de
esperanza.
Los países del norte de África, en los
primeros siglos antes de la llegada de los musulmanes, fueron la
patria de los fundadores del monaquismo, de grandes
teólogos y escritores como Orígenes, San Atanasio,
Tertuliano, San Cipriano, San
Agustín, además de tres papas. Los escritos de
estos autores africanos pertenecen al patrimonio
universal de la Iglesia.
Actualmente nos encontramos allí con países
musulmanes con fuertes grupos
fundamentalistas como Argelia y Libia.
El centro y el sur del continente africano
permanecieron inexplorados hasta la mitad del siglo XVIII. A
fines del mismo, empezó una intensa actividad misionera
con resultados sorprendentes. La Iglesia de Africa es la
más joven y creciente de todas las Iglesias. Este
crecimiento se realizó muchas veces en medio de luchas y
persecuciones. Muchos cristianos testimoniaron su fe con el
sacrificio de la vida.
En el siglo XIX, las grandes potencias coloniales
europeas se «repartieron» el continente africano como
se reparte un pastel. Cada uno escogió la parte que
más le interesaba sin importarle nada de las situaciones
geográficas, raciales, tribales y culturales de los
pueblos africanos. De esta manera los africanos se vieron
subyugados por «dueños» que buscaban
exclusivamente sus intereses estratégicos y
económicos.
Pero Dios miró con amor a los
africanos y precisamente en el siglo pasado suscitó
grandes misioneros, quienes vieron en los habitantes de
África a personas redimidas por la cruz de Cristo,
hermanos a quienes había que llevar la luz del
Evangelio.
Entre ellos destaca Daniel Comboni. El intuyó
que «la hora de África» había llegado;
es decir, la hora en que también los negros tenían
que llegar a ser miembros de la Iglesia católica por la fe
en Cristo y por el bautismo.
Comboni escribía en 1864: «Salvar a
África por medio de África» y el Papa Pablo
VI durante su visita a Uganda en 1969 gritaba:
«África, sé evangelizadora de ti misma.
Irradia la luz del Evangelio sobre todos tus
hijos».
El Sínodo africano celebrado en Roma ha sido un
signo de la gran vitalidad de la Iglesia africana que trata de
responder de una manera evangélica a los grandes
desafíos que presenta hoy este continente: guerras
fratricidas con la secuela de refugiados y desplazados, modelos de
desarrollo
impuestos por
intereses extranjeros con la complicidad de las clases africanas
dominantes, la inculturación en los ámbitos de la
liturgia, los estudios bíblicos, el matrimonio, etc.;
los pobres, los enfermos de SIDA, el aborto, etc.,
etc.
Actualmente, la Iglesia Católica es minoritaria en
Africa. De los 700 millones de habitantes del continente, tan
sólo 112 millones son católicos (un 14,9%). Es el
continente que menor porcentaje de sacerdote tiene: hay un
sacerdote por cada 4.406 católicos, mientras que en el
resto del mundo hay, en promedio, un sacerdote por cada 2.342
católicos.
Hay muchos obispos, sacerdotes y religiosos
autóctonos; también hay un gran número de
laicos comprometidos y catequistas que son los principales
animadores de las comunidades cristianas.
Estas últimas viven con fervor y entusiasmo la fe
recibida y no faltan los que testimonian su fidelidad a Cristo
hasta con el martirio.
África tiene mucho que aportar a la Iglesia
universal desde su peculiaridad con su eclesiología
llamada «Iglesia familia»;
y, aunque todavía hay extensas zonas de primera
evangelización, el Papa Juan Pablo II, vislumbrando esa
«nueva época misionera», exhorta a los
africanos diciendo: «No solamente salvar a África
con África, sino también evangelizar otros pueblos
con misioneros africanos.
La primera ola
La cristiandad en Africa no es una experiencia reciente ni
tampoco un producto del
colonialismo: sus raíces se ahondan en la era
Apostólica.
La Iglesia floreció en el norte de este continente
600 años antes que naciera el Islam. En
aquellos tiempos Egipto y el
Norte de Africa con sus grandes teólogos, como Atanasio y
Agustín, fueron las figuras mas importantes de la Iglesia
Universal. Desafortunadamente, debido a las invasiones de los
Arabes que comenzaron en el 640 dC, la expansión del
cristianismo
se la llevó el viento. Llegó a extinguirse en el
Norte de Africa, pero ha sobrevivido hasta hoy en Egipto, con una
minoría oprimida pero significante.
La segunda ola
La historia que sigue a la
presencia cristiana en Africa fue por muchos siglos como un
pequeño riachuelo que atravesaba el desierto. La Divina
Providencia, sin embargo, no ha permitido que se seque, y hoy en
día se ha transformado en un río que fluye por todo
el continente.
Cuando Cartago, que fue el último bastión
cristiano en el Norte de Africa, cayó en un ataque de los
Árabes en el año 697, el Rey Mercurio asentó
su autoridad en
Nubia estableciendo un reino cristiano que se extendió
desde Assuán al Nilo Azul. Cuando este reino
sucumbió a los ataques de los turcos islamitas en 1270,
hubo un renacimiento de
la Iglesia Etíope, ya con 900 años de existencia.
La restauración de la dinastía de Salomón
bajo Ykumo Amlak y las reformas religiosas de Takla Haymanot, el
gran padre del monaquismo Copto, trajo nueva vida a este singular
reino cristiano. Hubo una cultura
cristiana floreciente en las montañas de Etiopía,
semejante a la de la Europa medieval,
hasta que una gran parte fue destruida en la guerra santa
del Islam, en 1527.
Pero a partir de esta fecha ya hubo otro rey que llevo la
antorcha de la fe: Alfonso, rey del Congo, el primer cristiano al
sur del Sahara. Durante 20 años, trabajó
incansablemente por crear un reino cristiano, y en 1526, junto
con su hijo, el Obispo Henry, organizó un programa de
evangelización, para llevarlo a todas las provincias de su
reino. Durante más de 300 años, sus sucesores
tuvieron contactos con Roma; durante siglo y medio, llamaron a
450 capuchinos a su país.
Los Reyes del Congo estaban pidiendo a Roma
desesperadamente más misioneros, cuando en 1792 se
construyó la primera misión
permanente en Sur Africa por los Moravianos, y en Africa
Occidental, se estableció la primera iglesia de esclavos
libres que regresaban de América. Lo que pasó en realidad fue
que en muchos lugares los que regresaban y los esclavos libres
echaron los cimientos de la actual Iglesia Africana. A partir de
su establecimiento, reunieron los esfuerzos para traer la Buena
Noticia de la salvación a las comunidades tribales y al
corazón
del continente.
La tercera ola
El período pre-colonial -desde alrededor 1800 hasta
1880- fue realmente el período heroico de las modernas
misiones. Como prueba, es suficiente recordar los 100 misioneros
austríacos, quienes, del 1852 al 1862, penetraron el Nilo
hasta Gondokoro, al sur de Sudan. Todos murieron por ataques de
fiebre, excepto
el famoso Comboni. Luego, vinieron los Padres Blancos, quienes
trataron, varias veces, de cruzar el Sahara con la esperanza de
alcanzar la misteriosa ciudad de Timbuktu, pero en el camino, les
mataron sus propios guías. Una influencia más
duradera fue reservada a las muchas misiones protestantes quienes
siguieron las huellas del gran explorador Livingstone, cuya
actividad abrió el paso para que otros misioneros, en la
región de los Grandes Lagos y en el Zaire, tuvieran una
influencia mayor.
Durante estos primeros intentos, a pesar de que tuvieron
muchos obstáculos y la mayoría de las misiones se
establecieron con esclavos liberados, algunas comunidades
cristianas reunieron a los habitantes de la floreciente Africa
Occidental. En Africa Oriental el núcleo del reino
cristiano estaba en la corte de Kabaka.
La mayoría de las iglesias africanas, sin embargo,
se desarrollaron durante el período colonial (1880/1960).
Este período trajo a Africa mucha infraestructura moderna
que ha facilitado el trabajo de
evangelización. Lo que el hombre
blanco no entendió en aquél tiempo, era
cuanto sufría Africa por esta invasión europea que
puso a todo el continente en una condición de
inferioridad. Aquellos que sabían la historia se
encontraron en el momento de la independencia
con serias dudas: ¿se acabaría la cristiandad al
irse el colonialismo?
Hoy, después de treinta años de
independencia, dos hechos han salido a relucir abiertamente. Los
cristianos africanos han sido capaces de distinguir la sustancia
del cristianismo de su aspecto europeo externo. Los que
descartaron ambos y abrazaron el Islam, o se pasaron a la
religión
de sus antepasados, fue una pequeña minoría. La
desaparición de los misioneros ha sido un fenómeno
transitorio que ha tocado sólo a unos pocos países.
Es un hecho incuestionable que, estadísticamente, desde
1990 la cristiandad se ha transformado en la religión
más difundida en la mayor parte de Africa, excepto en
Africa Occidental. Pero incluso aquí la cristiandad se ha
establecido fuertemente.
El segundo punto es que, a pesar de que se ha
consolidado, la cristiandad en Africa tiene serios problemas. Un
problema es la infiltración del secularismo, especialmente
evidente en los centros urbanos.
El segundo problema es la división entre las
muchas denominaciones cristianas que han heredado de las iglesias
madres. Aquí, más que en cualquier otro
país, este proceso
fragmentario, aparentemente sin fin, continúa, y es
alimentado con el constante influjo de nuevas sectas y la
tendencia africana de juntarse en pequeñas comunidades.
Esto es más evidente en las iglesias cristianas
independientes.
La atracción que estos grupos están
comenzando a tener entre los habitantes con un mejor nivel de
educación
tiene algo que ver con un tercer problema, que es la
inculturización. A pesar de que muchos cristianos se
sienten en casa con los aspectos europeos de su Iglesia y se
consideran como una parte integrante de la tradición
cristiana, un creciente número de creyentes siente la
necesidad de una encarnación mas profunda de su propia fe
dentro de la
personalidad africana. La gran parte de los líderes de
las iglesias han entendido la necesidad de
inculturización, pero no su urgencia. Solamente un
pequeño grupo
está buscando soluciones
convenientes, que vayan más allá de la introducción de canciones locales en la
liturgia.
Un asunto, sin embargo, es cierto: La cristiandad
africana ha hecho suya la Biblia, y al menos, en lo que se
refiere a los católicos, está preocupada por
valorar más los Sacramentos. Hay una esperanza muy bien
fundada, que Africa pronto se transformará no sólo
en un Continente del Tercer Mundo, sino en el tercer poder entre la
cristiandad del Este y del Oeste, o como dijo un profeta africano
(Blyden): "La reserva espiritual del mundo".
PROBLEMAS ACTUALES
DE LA IGLESIA EN ÁFRICA
Los Obispos de África se encuentran frente a
dos interrogantes fundamentales: La Iglesia, ¿cómo
debe desarrollar su misión evangelizadora al aproximarse
el año 2000? Los cristianos africanos, ¿cómo
podrán ser testigos cada vez más fieles del
Señor Jesús? Para ofrecer adecuadas respuestas a
estos interrogantes los obispos, antes y durante la Asamblea
especial, han examinado los principales desafíos que debe
afrontar hoy la comunidad
eclesial africana.
Evangelización en
profundidad
El primer y fundamental dato puesto de relieve por
los Padres sinodales es la sed de Dios de los pueblos africanos.
Para no defraudar esta expectativa, los miembros de la Iglesia
deben ante todo profundizar su fe. En efecto, la Iglesia,
precisamente porque es evangelizadora, debe comenzar "por
evangelizarse a sí misma". Es necesario que afronte el
desafío derivado de "este tema de la Iglesia que se
evangeliza, a través de una conversión y una
renovación constantes, para evangelizar el mundo de manera
creíble".
El Sínodo ha visto la urgencia de proclamar en
África la Buena Nueva a millones de personas
todavía no evangelizadas. La Iglesia respeta y estima
ciertamente las religiones no -cristianas
profesadas por numerosísimas personas en el continente
africano, porque constituyen la expresión viva del
espíritu de amplios sectores de la población, aunque "ni el respeto ni la
estima hacia estas religiones, ni
la complejidad de las cuestiones planteadas implican para la
Iglesia una invitación a silenciar ante los no cristianos
el anuncio de Jesucristo. Al contrario, la Iglesia piensa que
estas multitudes tienen derecho a conocer la riqueza del misterio
de Cristo (cf Ef 3,8) dentro del cual creemos que toda la
humanidad puede encontrar, con insospechada plenitud, todo lo que
busca a tientas acerca de dios, del hombre y de su
destino, de la vida y de la muerte, de
la verdad".
El primer y fundamental dato puesto de relieve por los
Padres sinodales es la sed de Dios de los pueblos africanos. Para
no defraudar esta expectativa, los miembros de la Iglesia deben
ante todo profundizar su fe. En efecto, la Iglesia, precisamente
porque es evangelizadora, debe comenzar "por evangelizarse a
sí misma". Es necesario que afronte el desafío
derivado de "este tema de la Iglesia que se evangeliza, a
través de una conversión y una renovación
constantes, para evangelizar el mundo de manera
creíble".
El Sínodo ha visto la urgencia de proclamar en
África la Buena Nueva a millones de personas
todavía no evangelizadas. La Iglesia respeta y estima
ciertamente las religiones no -cristianas profesadas por
numerosísimas personas en el continente africano, porque
constituyen la expresión viva del espíritu de
amplios sectores de la población, aunque "ni el respeto ni
la estima hacia estas religiones, ni la complejidad de las
cuestiones planteadas implican para la Iglesia una
invitación a silenciar ante los no cristianos el anuncio
de Jesucristo. Al contrario, la Iglesia piensa que estas
multitudes tienen derecho a conocer la riqueza del misterio de
Cristo (cf Ef 3,8) dentro del cual creemos que toda la humanidad
puede encontrar, con insospechada plenitud, todo lo que busca a
tientas acerca de dios, del hombre y de su destino, de la vida y
de la muerte, de la
verdad".
Otro desafío señalado por los Padres
sinodales se refiere a las diversas formas de división que
es necesario superar gracias a una sincera práctica del
diálogo.
Con razón se ha puesto de relieve que, dentro de las
fronteras heredadas de las potencias coloniales, la coexistencia
de grupos étnicos, tradiciones, lenguas e incluso
religiones diversas, a menudo encuentra obstáculos debido
a graves hostilidades recíprocas. "Las oposiciones
tribales ponen a veces en peligro, si no la paz, al menos la
búsqueda del bien común para el conjunto de la
sociedad,
creando así dificultades a la vida de las Iglesias y a la
acogida de pastores de otro origen étnico". Por esto la
Iglesia en África se siente interpelada por el deber
preciso de superar dichas divisiones. También desde este
punto de vista, la Asamblea especial ha subrayado la importancia
del diálogo ecuménico con las otras Iglesias y
Comunidades eclesiales, así como del diálogo con la
religión tradicional africana y con el Islam.
Además, los Padres se han preguntado con qué
medios se
puede alcanzar dicha meta.
Un desafío importante, subrayado casi
unánimemente por las Conferencias Episcopales de
África en las respuestas a los Lineamenta, es el
matrimonio cristiano y la vida familiar. Lo que está en
juego es
mucho: en efecto, "el futuro del mundo y de la Iglesia pasa a
través de la
familia".
Otro tema fundamental que la Asamblea especial ha puesto de
relieve es la atención de las vocaciones al sacerdocio y
a la vida consagrada: es necesario discernirlas con
sabiduría, acompañarlas con formadores capaces y
controlar la calidad de la
formación que se les ofrece. De la solicitud puesta en la
solución de este problema depende que se realice la
esperanza de un florecimiento de vocaciones misioneras africanas,
como requiere el anuncio del evangelio en cualquier parte del
continente e incluso más allá de sus
confines.
En África se siente muy vivamente esta exigencia de
aplicación del evangelio a la vida concreta.
¿Cómo se podría anunciar a Cristo en ese
inmenso continente, olvidando que coincide con una de las zonas
más pobres del mundo? ¿Cómo se podría
no tener en cuenta la historia, tejida de sufrimientos, de una
tierra donde
muchas naciones luchan aún contra el hambre, la guerra,
las rivalidades raciales y tribales, la inestabilidad política y la
violación de los derechos humanos?
Todo ello constituye un desafío a la
evangelización".
Todos los documentos
preparatorios, así como las discusiones durante la
Asamblea, han puesto ampliamente de relieve el hecho de que
cuestiones como la pobreza
creciente en África, la urbanización, la deuda
internacional, el comercio de
armas el
problema de los refugiados y los prófugos, los problemas
demográficos y las amenazas que pesan sobre la familia, la
emancipación de las mujeres, la propagación del
sida, la supervivencia en algunos lugares de la práctica
de la esclavitud, el
etnocentrismo y la oposición tribal, son parte de lo
desafíos fundamentales examinados por el
Sínodo.
Con qué recursos la
Iglesia en África logrará superar los
desafíos antes mencionados
Con qué recursos la Iglesia en África
logrará superar los desafíos apenas mencionados?
"El más importante, después de la gracia de Cristo,
es el pueblo. El Pueblo de Dios-entendido en el sentido
teológico de la Lumen gentium, un pueblo que abarca a los
miembros del Cuerpo de Cristo en su totalidad-ha recibido el
mandato, que es al mismo tiempo un honor y un deber, de proclamar
el mensaje evangélico (…). Es preciso preparar, motivar
y fortalecer a toda la comunidad para la evangelización, a
cada uno según su función
específica dentro de la Iglesia". Por esto, el
Sínodo ha puesto fuertemente el acento en la
formación de los agentes de la evangelización en
África. Ya he recordado la necesidad de la
formación apropiada de los candidatos al sacerdocio y de
quienes son llamados a la vida consagrada. La Asamblea ha
prestado igualmente debida atención a la formación
de los fiel es laicos, reconociendo su papel insustituible en la
evangelización de África. En particular, se ha
puesto justamente el acento en la formación de los
catequistas laicos.
Se impone una última pregunta: la Iglesia en
África ¿ha formado suficientemente a los laicos
para que asuman con competencia sus
responsabilidades civiles y consideren los problemas de orden
sociopolítico a la luz del evangelio y de la fe en Dios?
Esto es seguramente un cometido que interpela a los cristianos:
ejercer en el tejido social un influjo dirigido a transformar no
solamente las mentalidades, sino las mismas estructuras de
la sociedad, de modo que se reflejen mejor los designios de Dios
sobre la familia humana. Precisamente por esto he propuesto para
los laicos una formación completa que les ayude a llevar
una vida plenamente coherente. La fe, la esperanza y la caridad
no pueden dejar de orientar el comportamiento
del auténtico discípulo de Cristo en cualquier
actividad, situación y responsabilidad. Puesto que "evangelizar significa
para la Iglesia llevar la Buena Nueva a todos los ambientes de la
humanidad y, con su influjo, transformar desde dentro, renovar a
la misma humanidad", los cristianos deben ser formados para que
vivan las exigencias sociales del evangelio, de modo que su
testimonio se convierta en un desafío profético
ante todo lo que perjudica el verdadero bien de los hombres y de
las mujeres de África, como de cualquier otro
continente.
Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la
creación" (Mc 16,15).
Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la
creación" (Mc 16,15). Este es el mandato que, antes de
subir al Padre, Cristo resucitado dejó a los
apóstoles: "Ellos salieron a predicar por todas partes…"
(Mc 16,20).
"La tarea de la evangelización de todos los hombres,
constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la
Iglesia, su identidad
más profunda. Ella existe para evangelizar". La Iglesia,
nacida de la acción
evangelizadora de Jesús y de los Doce, es a su vez
enviada, "depositaria de la Buena Nueva que debe ser anunciada
(…). La Iglesia comienza por evangelizarse a sí misma".
En lo sucesivo, "la Iglesia misma envía a los
evangelizadores. Ella pone en su boca la Palabra que salva". Como
el Apóstol de los gentiles, la
Iglesia puede decir: "Predicar el evangelio (…) es un deber que
me incumbe. Y, !ay de mí si no predicara el evangelio!"
(1Cor 9, 16).
La Iglesia anuncia la Buena Nueva no sólo a
través de la proclamación de la palabra que ha
recibido del Señor, sino también mediante el
testimonio de la vida, gracias al cual los discípulos de
Cristo dan razón de la fe, de la esperanza y del amor que
hay en ellos (cf 1Pe 3,15).
Este testimonio que el cristiano da de Cristo y del evangelio
puede llegar hasta el sacrificio supremo: el martirio (cf Mc
8,35). En efecto, la Iglesia y el cristiano anuncian a Aquel que
es "señal de contradicción"(Lc 2,34). Proclaman a
"un Cristo crucificado: escándalo para los judíos,
necedad para los gentiles" (1Cor 1,23). Como he dicho antes,
además de los ilustres mártires de los primeros
siglos, África puede gloriarse de sus mártires y
santos de la época moderna.
La evangelización tiene por objeto "transformar desde
dentro, renovar a la misma humanidad". En el Hijo único, y
por medio de Él, se renovarán las relaciones de los
hombres con Dios, con los demás hombres, con la
creación entera. Por eso el anuncio del evangelio puede
contribuir a la transformación interior de todas las
personas de buena voluntad que tienen el corazón abierto a
la acción del Espíritu
Santo.
Evangelización de la familia
El futuro del mundo y de la Iglesia pasa a través de la
familia". En efecto, la familia no solamente es la primera
célula de
la comunidad eclesial viva sino que lo es también de la
sociedad. En África, particularmente, la familia
representa el pilar sobre el cual está construido el
edificio de la sociedad. Por esto el Sínodo considera la
evangelización de la familia africana como una de las
mayores prioridades, si se quiere que asuma, a su vez, el papel
de sujeto activo en la perspectiva de la evangelización de
las familias por medio de las familias.
Desde el punto de vista pastoral, esto es un verdadero
desafío, dadas las dificultades de orden político,
económico, social y cultural que los núcleos
familiares en África deben afrontar en el contexto de los
grandes cambios de la sociedad contemporánea. Aun
adoptando los valores
positivos de la modernidad, la
familia africana debe, por tanto, salvaguardar sus propios
valores
esenciales.
Con la elaboración de este trabajo he
podido aprender mas acerca de cómo se desenvuelve la
religión en el África como a sido su proceso de
evangelización ya que en muchos países practicaban
otros cultos y tradiciones religiosas muy diferentes a las
nuestras, y como se ha llevado acabo la tarea de llevar la
palabra de nuestro Señor Jesucristo a ese continente que
también tiene esa hambre y sed de justicia.
Cumpliéndose la palabra de nuestro Señor Jesucristo
que dijo id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda
criatura.
Es bueno saber que en lugares tan remotos hay personas
llenas de amor y con esa disposición de dar a conocer el
nombre que es sobre todo nombre el nombre de Cristo Jesús
nuestro salvador. Realmente ha sido una experiencia enriquecedora
la realización de este trabajo.
http://www.conferenciaepiscopal.es
20documentos/africa.htm
www.misiones.catholic.net/africa.htm
http://www.ciofs.org
Información
Importante:
Cantidad de países: 53 Superficie: 30.272.922 km2 Población: 765.800.000 Población urbana: 37% Lenguas: 2.011 (30% de las lenguas del Expectativa de vida: 50,7 años Mortalidad Infantil: 98,6 de cada mil nacidos Sin agua Adultos alfabetizados: 57,9% Producto Bruo Interno: 537.247 millones de Renta per cápita: 722 |
Panorama
Religioso
Cristianos * Católicos: * Protestantes: * Ortodoxos: | 352.538.000 |
14,9% 23,2% 4,3% | 46,50% |
Musulmanes | 306.606.000 |
| 40,50% |
Religiones Tradicionales | 90.365.000 |
| 11,90% |
Hinduistas | 2.378.000 |
| 0,30% |
Judíos | 290.000 |
| 0,03% |
Budistas | 136.000 |
| 0,01% |
Otros | 4.587.999 |
| 0,70% |
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Monjas en visita evangelista a Kenia
(África)
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Grupo de niños
africanos recibiendo la palabra del Evangelio
Yanella Nieto
MINISTERIO DE EDUCACION
COLEGIO ELENA CHAVEZ DE PINATE