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Religión moral y valores




Enviado por yanellanieto



    1. Evangelización en
      Africa
    2. Situación
      presente
    3. Problemas actuales de la
      iglesia en Arica.
    4. Evangelización de la
      familia africana
    5. Bibliografía
    6. Anexos

    INTRODUCCION

    África es un gran continente que ha vivido y
    vive momentos históricos difíciles, pero que a
    pesar de ello ofrece también al mundo signos de
    esperanza. 

    Los países del norte de África, en los
    primeros siglos antes de la llegada de los musulmanes, fueron la
    patria de los fundadores del monaquismo, de grandes
    teólogos y escritores como Orígenes, San Atanasio,
    Tertuliano, San Cipriano, San
    Agustín, además de tres papas. Los escritos de
    estos autores africanos pertenecen al patrimonio
    universal de la Iglesia.
    Actualmente nos encontramos allí con países
    musulmanes con fuertes grupos
    fundamentalistas como Argelia y Libia.

    El centro y el sur del continente africano
    permanecieron inexplorados hasta la mitad del siglo XVIII. A
    fines del mismo, empezó una intensa actividad misionera
    con resultados sorprendentes. La Iglesia de Africa es la
    más joven y creciente de todas las Iglesias. Este
    crecimiento se realizó muchas veces en medio de luchas y
    persecuciones. Muchos cristianos testimoniaron su fe con el
    sacrificio de la vida.

    En el siglo XIX, las grandes potencias coloniales
    europeas se «repartieron» el continente africano como
    se reparte un pastel. Cada uno escogió la parte que
    más le interesaba sin importarle nada de las situaciones
    geográficas, raciales, tribales y culturales de los
    pueblos africanos. De esta manera los africanos se vieron
    subyugados por «dueños» que buscaban
    exclusivamente sus intereses estratégicos y
    económicos.

    Pero Dios miró con amor a los
    africanos y precisamente en el siglo pasado suscitó
    grandes misioneros, quienes vieron en los habitantes de
    África a personas redimidas por la cruz de Cristo,
    hermanos a quienes había que llevar la luz del
    Evangelio.  

    Entre ellos destaca Daniel Comboni. El intuyó
    que «la hora de África» había llegado;
    es decir, la hora en que también los negros tenían
    que llegar a ser miembros de la Iglesia católica por la fe
    en Cristo y por el bautismo. 

    Comboni escribía en 1864: «Salvar a
    África por medio de África» y el Papa Pablo
    VI durante su visita a Uganda en 1969 gritaba:
    «África, sé evangelizadora de ti misma.
    Irradia la luz del Evangelio sobre todos tus
    hijos».

    El Sínodo africano celebrado en Roma ha sido un
    signo de la gran vitalidad de la Iglesia africana que trata de
    responder de una manera evangélica a los grandes
    desafíos que presenta hoy este continente: guerras
    fratricidas con la secuela de refugiados y desplazados, modelos de
    desarrollo
    impuestos por
    intereses extranjeros con la complicidad de las clases africanas
    dominantes, la inculturación en los ámbitos de la
    liturgia, los estudios bíblicos, el matrimonio, etc.;
    los pobres, los enfermos de SIDA, el aborto, etc.,
    etc.

    Actualmente, la Iglesia Católica es minoritaria en
    Africa. De los 700 millones de habitantes del continente, tan
    sólo 112 millones son católicos (un 14,9%). Es el
    continente que menor porcentaje de sacerdote tiene: hay un
    sacerdote por cada 4.406 católicos, mientras que en el
    resto del mundo hay, en promedio, un sacerdote por cada 2.342
    católicos.

    Hay muchos obispos, sacerdotes y religiosos
    autóctonos; también hay un gran número de
    laicos comprometidos y catequistas que son los principales
    animadores de las comunidades cristianas.

    Estas últimas viven con fervor y entusiasmo la fe
    recibida y no faltan los que testimonian su fidelidad a Cristo
    hasta con el martirio.

    África tiene mucho que aportar a la Iglesia
    universal desde su peculiaridad con su eclesiología
    llamada «Iglesia familia»;
    y, aunque todavía hay extensas zonas de primera
    evangelización, el Papa Juan Pablo II, vislumbrando esa
    «nueva época misionera», exhorta a los
    africanos diciendo: «No solamente salvar a África
    con África, sino también evangelizar otros pueblos
    con misioneros africanos.

    EVANGELIZACIÓN EN
    AFRICA

    La primera ola

    La cristiandad en Africa no es una experiencia reciente ni
    tampoco un producto del
    colonialismo: sus raíces se ahondan en la era
    Apostólica.

    La Iglesia floreció en el norte de este continente
    600 años antes que naciera el Islam. En
    aquellos tiempos Egipto y el
    Norte de Africa con sus grandes teólogos, como Atanasio y
    Agustín, fueron las figuras mas importantes de la Iglesia
    Universal. Desafortunadamente, debido a las invasiones de los
    Arabes que comenzaron en el 640 dC, la expansión del
    cristianismo
    se la llevó el viento. Llegó a extinguirse en el
    Norte de Africa, pero ha sobrevivido hasta hoy en Egipto, con una
    minoría oprimida pero significante.

    La segunda ola

    La historia que sigue a la
    presencia cristiana en Africa fue por muchos siglos como un
    pequeño riachuelo que atravesaba el desierto. La Divina
    Providencia, sin embargo, no ha permitido que se seque, y hoy en
    día se ha transformado en un río que fluye por todo
    el continente.

    Cuando Cartago, que fue el último bastión
    cristiano en el Norte de Africa, cayó en un ataque de los
    Árabes en el año 697, el Rey Mercurio asentó
    su autoridad en
    Nubia estableciendo un reino cristiano que se extendió
    desde Assuán al Nilo Azul. Cuando este reino
    sucumbió a los ataques de los turcos islamitas en 1270,
    hubo un renacimiento de
    la Iglesia Etíope, ya con 900 años de existencia.
    La restauración de la dinastía de Salomón
    bajo Ykumo Amlak y las reformas religiosas de Takla Haymanot, el
    gran padre del monaquismo Copto, trajo nueva vida a este singular
    reino cristiano. Hubo una cultura
    cristiana floreciente en las montañas de Etiopía,
    semejante a la de la Europa medieval,
    hasta que una gran parte fue destruida en la guerra santa
    del Islam, en 1527.

    Pero a partir de esta fecha ya hubo otro rey que llevo la
    antorcha de la fe: Alfonso, rey del Congo, el primer cristiano al
    sur del Sahara. Durante 20 años, trabajó
    incansablemente por crear un reino cristiano, y en 1526, junto
    con su hijo, el Obispo Henry, organizó un programa de
    evangelización, para llevarlo a todas las provincias de su
    reino. Durante más de 300 años, sus sucesores
    tuvieron contactos con Roma; durante siglo y medio, llamaron a
    450 capuchinos a su país.

    Los Reyes del Congo estaban pidiendo a Roma
    desesperadamente más misioneros, cuando en 1792 se
    construyó la primera misión
    permanente en Sur Africa por los Moravianos, y en Africa
    Occidental, se estableció la primera iglesia de esclavos
    libres que regresaban de América. Lo que pasó en realidad fue
    que en muchos lugares los que regresaban y los esclavos libres
    echaron los cimientos de la actual Iglesia Africana. A partir de
    su establecimiento, reunieron los esfuerzos para traer la Buena
    Noticia de la salvación a las comunidades tribales y al
    corazón
    del continente.

    La tercera ola

    El período pre-colonial -desde alrededor 1800 hasta
    1880- fue realmente el período heroico de las modernas
    misiones. Como prueba, es suficiente recordar los 100 misioneros
    austríacos, quienes, del 1852 al 1862, penetraron el Nilo
    hasta Gondokoro, al sur de Sudan. Todos murieron por ataques de
    fiebre, excepto
    el famoso Comboni. Luego, vinieron los Padres Blancos, quienes
    trataron, varias veces, de cruzar el Sahara con la esperanza de
    alcanzar la misteriosa ciudad de Timbuktu, pero en el camino, les
    mataron sus propios guías. Una influencia más
    duradera fue reservada a las muchas misiones protestantes quienes
    siguieron las huellas del gran explorador Livingstone, cuya
    actividad abrió el paso para que otros misioneros, en la
    región de los Grandes Lagos y en el Zaire, tuvieran una
    influencia mayor.

    Durante estos primeros intentos, a pesar de que tuvieron
    muchos obstáculos y la mayoría de las misiones se
    establecieron con esclavos liberados, algunas comunidades
    cristianas reunieron a los habitantes de la floreciente Africa
    Occidental. En Africa Oriental el núcleo del reino
    cristiano estaba en la corte de Kabaka.

    La mayoría de las iglesias africanas, sin embargo,
    se desarrollaron durante el período colonial (1880/1960).
    Este período trajo a Africa mucha infraestructura moderna
    que ha facilitado el trabajo de
    evangelización. Lo que el hombre
    blanco no entendió en aquél tiempo, era
    cuanto sufría Africa por esta invasión europea que
    puso a todo el continente en una condición de
    inferioridad. Aquellos que sabían la historia se
    encontraron en el momento de la independencia
    con serias dudas: ¿se acabaría la cristiandad al
    irse el colonialismo?

    La situación
    presente

    Hoy, después de treinta años de
    independencia, dos hechos han salido a relucir abiertamente. Los
    cristianos africanos han sido capaces de distinguir la sustancia
    del cristianismo de su aspecto europeo externo. Los que
    descartaron ambos y abrazaron el Islam, o se pasaron a la
    religión
    de sus antepasados, fue una pequeña minoría. La
    desaparición de los misioneros ha sido un fenómeno
    transitorio que ha tocado sólo a unos pocos países.
    Es un hecho incuestionable que, estadísticamente, desde
    1990 la cristiandad se ha transformado en la religión
    más difundida en la mayor parte de Africa, excepto en
    Africa Occidental. Pero incluso aquí la cristiandad se ha
    establecido fuertemente.

    El segundo punto es que, a pesar de que se ha
    consolidado, la cristiandad en Africa tiene serios problemas. Un
    problema es la infiltración del secularismo, especialmente
    evidente en los centros urbanos.

    El segundo problema es la división entre las
    muchas denominaciones cristianas que han heredado de las iglesias
    madres. Aquí, más que en cualquier otro
    país, este proceso
    fragmentario, aparentemente sin fin, continúa, y es
    alimentado con el constante influjo de nuevas sectas y la
    tendencia africana de juntarse en pequeñas comunidades.
    Esto es más evidente en las iglesias cristianas
    independientes.

    La atracción que estos grupos están
    comenzando a tener entre los habitantes con un mejor nivel de
    educación
    tiene algo que ver con un tercer problema, que es la
    inculturización. A pesar de que muchos cristianos se
    sienten en casa con los aspectos europeos de su Iglesia y se
    consideran como una parte integrante de la tradición
    cristiana, un creciente número de creyentes siente la
    necesidad de una encarnación mas profunda de su propia fe
    dentro de la
    personalidad africana. La gran parte de los líderes de
    las iglesias han entendido la necesidad de
    inculturización, pero no su urgencia. Solamente un
    pequeño grupo
    está buscando soluciones
    convenientes, que vayan más allá de la introducción de canciones locales en la
    liturgia.

    Un asunto, sin embargo, es cierto: La cristiandad
    africana ha hecho suya la Biblia, y al menos, en lo que se
    refiere a los católicos, está preocupada por
    valorar más los Sacramentos. Hay una esperanza muy bien
    fundada, que Africa pronto se transformará no sólo
    en un Continente del Tercer Mundo, sino en el tercer poder entre la
    cristiandad del Este y del Oeste, o como dijo un profeta africano
    (Blyden): "La reserva espiritual del mundo".

    PROBLEMAS ACTUALES
    DE LA IGLESIA EN ÁFRICA

    Los Obispos de África se encuentran frente a
    dos interrogantes fundamentales: La Iglesia, ¿cómo
    debe desarrollar su misión evangelizadora al aproximarse
    el año 2000? Los cristianos africanos, ¿cómo
    podrán ser testigos cada vez más fieles del
    Señor Jesús? Para ofrecer adecuadas respuestas a
    estos interrogantes los obispos, antes y durante la Asamblea
    especial, han examinado los principales desafíos que debe
    afrontar hoy la comunidad
    eclesial africana.

    Evangelización en
    profundidad

    El primer y fundamental dato puesto de relieve por
    los Padres sinodales es la sed de Dios de los pueblos africanos.
    Para no defraudar esta expectativa, los miembros de la Iglesia
    deben ante todo profundizar su fe. En efecto, la Iglesia,
    precisamente porque es evangelizadora, debe comenzar "por
    evangelizarse a sí misma". Es necesario que afronte el
    desafío derivado de "este tema de la Iglesia que se
    evangeliza, a través de una conversión y una
    renovación constantes, para evangelizar el mundo de manera
    creíble".

    El Sínodo ha visto la urgencia de proclamar en
    África la Buena Nueva a millones de personas
    todavía no evangelizadas. La Iglesia respeta y estima
    ciertamente las religiones no -cristianas
    profesadas por numerosísimas personas en el continente
    africano, porque constituyen la expresión viva del
    espíritu de amplios sectores de la población, aunque "ni el respeto ni la
    estima hacia estas religiones, ni
    la complejidad de las cuestiones planteadas implican para la
    Iglesia una invitación a silenciar ante los no cristianos
    el anuncio de Jesucristo. Al contrario, la Iglesia piensa que
    estas multitudes tienen derecho a conocer la riqueza del misterio
    de Cristo (cf Ef 3,8) dentro del cual creemos que toda la
    humanidad puede encontrar, con insospechada plenitud, todo lo que
    busca a tientas acerca de dios, del hombre y de su
    destino, de la vida y de la muerte, de
    la verdad".

    El primer y fundamental dato puesto de relieve por los
    Padres sinodales es la sed de Dios de los pueblos africanos. Para
    no defraudar esta expectativa, los miembros de la Iglesia deben
    ante todo profundizar su fe. En efecto, la Iglesia, precisamente
    porque es evangelizadora, debe comenzar "por evangelizarse a
    sí misma". Es necesario que afronte el desafío
    derivado de "este tema de la Iglesia que se evangeliza, a
    través de una conversión y una renovación
    constantes, para evangelizar el mundo de manera
    creíble".

    El Sínodo ha visto la urgencia de proclamar en
    África la Buena Nueva a millones de personas
    todavía no evangelizadas. La Iglesia respeta y estima
    ciertamente las religiones no -cristianas profesadas por
    numerosísimas personas en el continente africano, porque
    constituyen la expresión viva del espíritu de
    amplios sectores de la población, aunque "ni el respeto ni
    la estima hacia estas religiones, ni la complejidad de las
    cuestiones planteadas implican para la Iglesia una
    invitación a silenciar ante los no cristianos el anuncio
    de Jesucristo. Al contrario, la Iglesia piensa que estas
    multitudes tienen derecho a conocer la riqueza del misterio de
    Cristo (cf Ef 3,8) dentro del cual creemos que toda la humanidad
    puede encontrar, con insospechada plenitud, todo lo que busca a
    tientas acerca de dios, del hombre y de su destino, de la vida y
    de la muerte, de la
    verdad".

    Otro desafío señalado por los Padres
    sinodales se refiere a las diversas formas de división que
    es necesario superar gracias a una sincera práctica del
    diálogo.
    Con razón se ha puesto de relieve que, dentro de las
    fronteras heredadas de las potencias coloniales, la coexistencia
    de grupos étnicos, tradiciones, lenguas e incluso
    religiones diversas, a menudo encuentra obstáculos debido
    a graves hostilidades recíprocas. "Las oposiciones
    tribales ponen a veces en peligro, si no la paz, al menos la
    búsqueda del bien común para el conjunto de la
    sociedad,
    creando así dificultades a la vida de las Iglesias y a la
    acogida de pastores de otro origen étnico". Por esto la
    Iglesia en África se siente interpelada por el deber
    preciso de superar dichas divisiones. También desde este
    punto de vista, la Asamblea especial ha subrayado la importancia
    del diálogo ecuménico con las otras Iglesias y
    Comunidades eclesiales, así como del diálogo con la
    religión tradicional africana y con el Islam.
    Además, los Padres se han preguntado con qué
    medios se
    puede alcanzar dicha meta.

    Un desafío importante, subrayado casi
    unánimemente por las Conferencias Episcopales de
    África en las respuestas a los Lineamenta, es el
    matrimonio cristiano y la vida familiar. Lo que está en
    juego es
    mucho: en efecto, "el futuro del mundo y de la Iglesia pasa a
    través de la
    familia".

    Otro tema fundamental que la Asamblea especial ha puesto de
    relieve es la atención de las vocaciones al sacerdocio y
    a la vida consagrada: es necesario discernirlas con
    sabiduría, acompañarlas con formadores capaces y
    controlar la calidad de la
    formación que se les ofrece. De la solicitud puesta en la
    solución de este problema depende que se realice la
    esperanza de un florecimiento de vocaciones misioneras africanas,
    como requiere el anuncio del evangelio en cualquier parte del
    continente e incluso más allá de sus
    confines.

    En África se siente muy vivamente esta exigencia de
    aplicación del evangelio a la vida concreta.
    ¿Cómo se podría anunciar a Cristo en ese
    inmenso continente, olvidando que coincide con una de las zonas
    más pobres del mundo? ¿Cómo se podría
    no tener en cuenta la historia, tejida de sufrimientos, de una
    tierra donde
    muchas naciones luchan aún contra el hambre, la guerra,
    las rivalidades raciales y tribales, la inestabilidad política y la
    violación de los derechos humanos?
    Todo ello constituye un desafío a la
    evangelización".

    Todos los documentos
    preparatorios, así como las discusiones durante la
    Asamblea, han puesto ampliamente de relieve el hecho de que
    cuestiones como la pobreza
    creciente en África, la urbanización, la deuda
    internacional, el comercio de
    armas el
    problema de los refugiados y los prófugos, los problemas
    demográficos y las amenazas que pesan sobre la familia, la
    emancipación de las mujeres, la propagación del
    sida, la supervivencia en algunos lugares de la práctica
    de la esclavitud, el
    etnocentrismo y la oposición tribal, son parte de lo
    desafíos fundamentales examinados por el
    Sínodo.

    Con qué recursos la
    Iglesia en África logrará superar los
    desafíos antes mencionados

    Con qué recursos la Iglesia en África
    logrará superar los desafíos apenas mencionados?
    "El más importante, después de la gracia de Cristo,
    es el pueblo. El Pueblo de Dios-entendido en el sentido
    teológico de la Lumen gentium, un pueblo que abarca a los
    miembros del Cuerpo de Cristo en su totalidad-ha recibido el
    mandato, que es al mismo tiempo un honor y un deber, de proclamar
    el mensaje evangélico (…). Es preciso preparar, motivar
    y fortalecer a toda la comunidad para la evangelización, a
    cada uno según su función
    específica dentro de la Iglesia". Por esto, el
    Sínodo ha puesto fuertemente el acento en la
    formación de los agentes de la evangelización en
    África. Ya he recordado la necesidad de la
    formación apropiada de los candidatos al sacerdocio y de
    quienes son llamados a la vida consagrada. La Asamblea ha
    prestado igualmente debida atención a la formación
    de los fiel es laicos, reconociendo su papel insustituible en la
    evangelización de África. En particular, se ha
    puesto justamente el acento en la formación de los
    catequistas laicos.

    Se impone una última pregunta: la Iglesia en
    África ¿ha formado suficientemente a los laicos
    para que asuman con competencia sus
    responsabilidades civiles y consideren los problemas de orden
    sociopolítico a la luz del evangelio y de la fe en Dios?
    Esto es seguramente un cometido que interpela a los cristianos:
    ejercer en el tejido social un influjo dirigido a transformar no
    solamente las mentalidades, sino las mismas estructuras de
    la sociedad, de modo que se reflejen mejor los designios de Dios
    sobre la familia humana. Precisamente por esto he propuesto para
    los laicos una formación completa que les ayude a llevar
    una vida plenamente coherente. La fe, la esperanza y la caridad
    no pueden dejar de orientar el comportamiento
    del auténtico discípulo de Cristo en cualquier
    actividad, situación y responsabilidad. Puesto que "evangelizar significa
    para la Iglesia llevar la Buena Nueva a todos los ambientes de la
    humanidad y, con su influjo, transformar desde dentro, renovar a
    la misma humanidad", los cristianos deben ser formados para que
    vivan las exigencias sociales del evangelio, de modo que su
    testimonio se convierta en un desafío profético
    ante todo lo que perjudica el verdadero bien de los hombres y de
    las mujeres de África, como de cualquier otro
    continente.

    Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la
    creación" (Mc 16,15).

    Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la
    creación" (Mc 16,15). Este es el mandato que, antes de
    subir al Padre, Cristo resucitado dejó a los
    apóstoles: "Ellos salieron a predicar por todas partes…"
    (Mc 16,20).

    "La tarea de la evangelización de todos los hombres,
    constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la
    Iglesia, su identidad
    más profunda. Ella existe para evangelizar". La Iglesia,
    nacida de la acción
    evangelizadora de Jesús y de los Doce, es a su vez
    enviada, "depositaria de la Buena Nueva que debe ser anunciada
    (…). La Iglesia comienza por evangelizarse a sí misma".
    En lo sucesivo, "la Iglesia misma envía a los
    evangelizadores. Ella pone en su boca la Palabra que salva". Como
    el Apóstol de los gentiles, la
    Iglesia puede decir: "Predicar el evangelio (…) es un deber que
    me incumbe. Y, !ay de mí si no predicara el evangelio!"
    (1Cor 9, 16).

    La Iglesia anuncia la Buena Nueva no sólo a
    través de la proclamación de la palabra que ha
    recibido del Señor, sino también mediante el
    testimonio de la vida, gracias al cual los discípulos de
    Cristo dan razón de la fe, de la esperanza y del amor que
    hay en ellos (cf 1Pe 3,15).

    Este testimonio que el cristiano da de Cristo y del evangelio
    puede llegar hasta el sacrificio supremo: el martirio (cf Mc
    8,35). En efecto, la Iglesia y el cristiano anuncian a Aquel que
    es "señal de contradicción"(Lc 2,34). Proclaman a
    "un Cristo crucificado: escándalo para los judíos,
    necedad para los gentiles" (1Cor 1,23). Como he dicho antes,
    además de los ilustres mártires de los primeros
    siglos, África puede gloriarse de sus mártires y
    santos de la época moderna.

    La evangelización tiene por objeto "transformar desde
    dentro, renovar a la misma humanidad". En el Hijo único, y
    por medio de Él, se renovarán las relaciones de los
    hombres con Dios, con los demás hombres, con la
    creación entera. Por eso el anuncio del evangelio puede
    contribuir a la transformación interior de todas las
    personas de buena voluntad que tienen el corazón abierto a
    la acción del Espíritu
    Santo.

    Evangelización de la familia

    El futuro del mundo y de la Iglesia pasa a través de la
    familia". En efecto, la familia no solamente es la primera
    célula de
    la comunidad eclesial viva sino que lo es también de la
    sociedad. En África, particularmente, la familia
    representa el pilar sobre el cual está construido el
    edificio de la sociedad. Por esto el Sínodo considera la
    evangelización de la familia africana como una de las
    mayores prioridades, si se quiere que asuma, a su vez, el papel
    de sujeto activo en la perspectiva de la evangelización de
    las familias por medio de las familias.

    Desde el punto de vista pastoral, esto es un verdadero
    desafío, dadas las dificultades de orden político,
    económico, social y cultural que los núcleos
    familiares en África deben afrontar en el contexto de los
    grandes cambios de la sociedad contemporánea. Aun
    adoptando los valores
    positivos de la modernidad, la
    familia africana debe, por tanto, salvaguardar sus propios
    valores
    esenciales.

    CONCLUSIÓN

    Con la elaboración de este trabajo he
    podido aprender mas acerca de cómo se desenvuelve la
    religión en el África como a sido su proceso de
    evangelización ya que en muchos países practicaban
    otros cultos y tradiciones religiosas muy diferentes a las
    nuestras, y como se ha llevado acabo la tarea de llevar la
    palabra de nuestro Señor Jesucristo a ese continente que
    también tiene esa hambre y sed de justicia.
    Cumpliéndose la palabra de nuestro Señor Jesucristo
    que dijo id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda
    criatura.

    Es bueno saber que en lugares tan remotos hay personas
    llenas de amor y con esa disposición de dar a conocer el
    nombre que es sobre todo nombre el nombre de Cristo Jesús
    nuestro salvador. Realmente ha sido una experiencia enriquecedora
    la realización de este trabajo.

     

    BIBLIOGRAFÍA

    http://www.conferenciaepiscopal.es

    www.encuentra.com

    20documentos/africa.htm

    www.misiones.catholic.net/africa.htm

    http://www.ciofs.org

    ANEXOS

    Información
    Importante
    :

    Cantidad de países: 53

    Superficie: 30.272.922 km2

    Población: 765.800.000

    Población urbana: 37%

    Lenguas: 2.011 (30% de las lenguas del
    mundo)

    Expectativa de vida: 50,7 años

    Mortalidad Infantil: 98,6 de cada mil nacidos
    vivos.

    Sin agua
    potable: 46,6%

    Adultos alfabetizados: 57,9%

    Producto Bruo Interno: 537.247 millones de
    dólares

    Renta per cápita: 722
    dólares

    Panorama
    Religioso

    Cristianos

    * Católicos:
    112.871.000

    * Protestantes:
    176.098.000

    * Ortodoxos:
    32.880.000

    352.538.000

     

    14,9%

    23,2%

    4,3%

    46,50%

    Musulmanes

    306.606.000

     

    40,50%

    Religiones Tradicionales

    90.365.000

     

    11,90%

    Hinduistas

    2.378.000

     

    0,30%

    Judíos

    290.000

     

    0,03%

    Budistas

    136.000

     

    0,01%

    Otros

    4.587.999

     

    0,70%

    Para ver el gráfico seleccione la
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    Monjas en visita evangelista a Kenia
    (África)

    Para ver el gráfico seleccione la
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    Grupo de niños
    africanos recibiendo la palabra del Evangelio

     

    Yanella Nieto

    MINISTERIO DE EDUCACION

    COLEGIO ELENA CHAVEZ DE PINATE

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