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El impacto de los Medios de Comunicación en la opinión pública




Enviado por mulato_77



     

    1. La influencia de los
      mass–media en la opinión
      pública
    2. Los medios masivos de
      comunicación y su correlato en la política: el
      caso del ARI
    3. Bibliografía
      citada

    El objetivo del
    presente trabajo es dar
    cuenta de la relación existente entre los medios de
    comunicación de masas, la opinión
    pública y las actividades políticas.
    Para este fin, se intentará describir el modo en que los
    mass–media inciden, en ocasiones, en los temas en que la
    audiencia se interesará y que, a su vez, éstos son
    explotados por las prácticas políticas para captar
    la atención del público. Es decir, si
    los medios de
    comunicación contribuyen –como
    veremos más adelante–, en la construcción de las realidades sociales y,
    a partir de éstas últimas, los políticos
    diseñan parte de su agenda de actividades; como corolario
    de lo dicho, es posible dilucidar una relación indirecta
    –aunque perceptible– entre los mass–media y la
    práctica política, donde la
    segunda tiende a amoldarse a aquella realidad que los medios
    producen e introducen en la población, en general.
    En este sentido y como ejemplificación concreta, nos
    proponemos describir el modo en que uno de los partidos
    políticos argentinos –el ARI (Argentina por una
    República de Iguales)–, y su principal referente
    –Elisa Carrió– han sufrido una serie de
    cambios en su imagen y en el
    diseño
    de sus

    actividades políticas durante los últimos
    meses, como consecuencia de lo que creyeron sería
    más eficaz para captar la adhesión de un mayor
    número de ciudadanos.
    Es menester aclarar que las modificaciones a las cuales nos
    referiremos, lejos de ser la totalidad de los implementados por
    el ARI, no fueron promovidas por una voluntad emanada del
    interior del partido, ni por los asesores políticos y
    económicos de Carrió, sino que los cambios se
    basaron en pautas que se difundían, cada vez con mayor
    frecuencia, en los medios masivos de comunicación .
    La realización de este paper representa un gran
    desafío debido a que, al momento de explicar la
    relación planteada entre los mass–media y la
    política, es posible caer en cierto determinismo o en el
    establecimiento de una relación monocausal que pudiera
    explicar el fenómeno. Por tal motivo, hemos realizado un
    amplio relevamiento bibliográfico con el objetivo de
    rastrear distintas teorías
    que, bajo ciertos puntos de vista –y también
    salvedades– dan cuenta de dicha relación.
    A tal efecto, la estructura del
    mismo estará dividida en dos partes. En la primera, se
    dará cuenta de la influencia de los medios masivos de
    comunicación en la construcción de la realidad
    social y en la opinión pública que se conforma en
    torno a la misma.
    En el segundo tramo, se analizará el modo en que la agenda
    de actividades políticas está, en gran medida,
    condicionada por las pautas impuestas en la opinión
    pública desde los medios, a la vez que, intercalaremos la
    descripción de los cuatro casos
    empíricos seleccionados sobre los cambios llevados a cabo
    en el ARI y que dan cuenta de dichos fenómenos.

    La influencia de los
    mass–media en la opinión
    pública
    "Los media, como
    comunicación pública, determinan las formas de
    orientación de la atención pública, la
    agenda de temas predominantes que reclaman dicha atención
    y su discusión pública posterior, la
    jerarquización de la relevancia de dichos temas y la
    capacidad de discriminación temática que
    manifiestan los individuos."
    Enric Saperas
    Para comprender este fenómeno, es necesario comenzar por
    explicar cómo los medios influyen en la opinión
    pública. En tal sentido, es menester puntualizar
    qué entendemos por dicho concepto. La
    expresión "opinión pública" fue
    acuñada tan sólo en las décadas anteriores a
    la Revolución
    Francesa y se puede decir que fue precedida por la vox populi
    romana, por la teoría
    medieval del consentimiento y por la voluntad general de Rousseau.
    Desde entonces, han surgido numerosas interpretaciones sobre su
    significado y resulta imposible encontrar alguna que englobe la
    totalidad de ellas.
    A nuestro entender, la definición más pertinente
    para describir el fenómeno planteado es la que
    realizó Niklas
    Luhmann. La perspectiva luhmanniana permite cerrar un
    triángulo fundamental en las teorizaciones
    contemporáneas sobre la opinión pública
    puesto que utiliza rasgos señalados por otros dos
    importantes teóricos sobre el tema: Jürgen Habermas y
    Elizabeth Noelle–Neumann. Con el primero, Luhmann coincide
    en que los medios de comunicación son los principales
    directores de orquesta de la construcción del espacio
    público y analizan el fenómeno de la opinión
    pública de una sociedad
    moderna y su repercusión política. Y, con
    Noelle–Neumann, concuerda en la detección de
    mecanismos psicosociales básicos en la generación
    de procesos de
    opinión pública.
    Sin embargo, fue Luhmann quien ha logrado la paradoja de reducir
    a una cuestión bien simple un fenómeno tan complejo
    como el de opinión pública. Tal simplicidad va
    permitir disponer, en lo sucesivo, de una primera acepción
    universalmente irreprochable sobre opinión pública,
    a la que superponer, más adelante, otros rasgos más
    profundos y variados, en consonancia con otras

    interpretaciones.
    En pocas palabras, la opinión pública es, para
    Luhmann, algo tan básico e inmenso como la "estructura
    temática de la
    comunicación pública" . En este sentido, es tan
    sólo la coincidencia social efímera que considera
    algún asunto más relevante que el resto. Lo
    importante de esta idea es que, tanto para Luhmann como para
    otros autores, los medios de comunicación
    social son los que normalmente crean y sostienen la
    atención y el diálogo de
    la gente en torno a unos temas. Enric Saperas, por ejemplo,
    dirá que "es posible comprender la relación
    existente entre las agendas de los media y del público a
    partir del modelo de
    prioridades. Éste parte de la hipótesis de que el orden de prioridades
    establecidos por los medios de comunicación determinan la
    capacidad de discriminación temática en el
    público por cuanto éste responde a los mismos
    criterios de prioridades presentes en los medios de
    comunicación de masas."
    Incluso –y a título ilustrativo– vale decir
    que los distintos autores también consideran a los
    mass–media como los responsables de la finalización
    de un estado
    determinado de opinión pública: "Cuando todo se ha
    dicho en torno a un tema, tal cuestión se convierte en
    obsoleta, es solo un sombrero viejo" .
    En este sentido, los medios, en general, y la
    televisión, en particular, –debido a su
    condición de medio de comunicación de masas
    hegemónico–, serían causantes, en gran
    medida, de la fijación de esos lugares comunes de
    concentración de la atención, mediante el proceso de
    selección de temas o "tematización".
    Este proceso de tematización remite al efecto de
    "Agenda–Setting" que constituye, actualmente, uno de los
    sectores de investigación con una mayor capacidad de
    renovación de los estudios sobre los efectos de
    comunicación de masas. Esta modalidad parte de la
    constatación del poder
    (mediante su capacidad simbólica) que ejercen los medios
    de comunicación de masas para influir y determinar el
    grado de atención que el público otorga a ciertos
    temas, los cuales quedan sometidos a la atención y el
    interés
    colectivo. Como sostienen Maxwell McCombs y D. Shaw, cuanto mayor
    es el énfasis de los media sobre un tema, mayor es el
    incremento de la importancia que los miembros de una audiencia
    ofrecen a estos temas como orientadores de la atención
    pública. Es decir, la "Agenda–Setting", afirma la
    existencia de una relación directa y causal entre el
    contenido de la agenda de los mass–media y la subsiguiente
    percepción pública de cuáles
    son los ítems importantes del día. "Existe, pues,
    una relación entre la agenda de los media y la agenda
    pública, siendo la primera la que inicia el proceso." En
    la actualidad, la creciente autonomía política de
    los medios locales y regionales, que utilizan las nuevas
    tecnologías flexibles de la comunicación, como
    también el proceso de globalización de los medios, dan lugar a
    una tendencia de los mass-media que tiene relación directa
    con la conformación de las opiniones y actitudes
    públicas.
    Para poder entender más gráficamente esta idea de
    la opinión pública creemos que la metáfora
    empleada por José Luis Dader, en Opinión
    pública y comunicación política: las
    teorías contemporáneas, nos permite comprender
    más fácilmente el fenómeno. El autor hace
    referencia a la comparación de la opinión
    pública con un haz luminoso del cañón de
    luz de una
    sala de espectáculos. La opinión pública
    sería, en ese caso, el haz de luz que, caprichosa se
    desplaza por diferentes lugares de la sala. Durante un tiempo breve,
    el cañón de luz ilumina –sacando del
    anonimato– unos aspectos de la sala o de las personas.
    Así, pues, la opinión pública sería,
    en cada momento, esa imagen recortada sobre la que eventualmente
    converge toda la atención lumínica. Y cada momento
    representaría sólo un insignificante
    capítulo de todo lo que en el conjunto del sistema social
    viene sucediendo. Manuel Castells incorpora esta idea en su
    estudio de los medios de comunicación en los Estados Unidos al
    indicar que, ya a comienzos de los ochenta, las principales
    cadenas de televisión
    encuadraban, sino moldeaban la opinión pública.
    En Teoría de la democracia,
    Giovanni Sartori afirma que, en las democracias actuales, el
    papel principal en la formación de la opinión
    pública lo desempeñan los medios de
    comunicación. Ciertas nociones, como las de
    selección de noticias,
    establecimiento del orden de prioridades y términos de
    referencia en la transmisión de noticias
    ("Agenda–Setting"), de la función de
    custodia para evitar la corrupción
    y el abuso, y otras similares, se aplican fundamentalmente a la
    actuación de los medios de comunicación y su
    impacto. "El mundo es –para el público en
    general– el mensaje de los medios de
    comunicación."
    Por otra parte, tanto Luhmann como McCombs, consideran que la
    atención del público es limitada y que, por lo
    tanto, los medios de comunicación implican los grados de
    discriminación temática y el índice
    temático actual que forma parte de la opinión
    pública. Herbert Blumler, por su parte, advierte que la
    televisión actúa como el media
    más eficaz para el desarrollo de
    la influencia sobre la construcción del ambiente; por
    cuanto no dispone de excesivo espacio para las informaciones, con
    lo que determina una mayor concentración de algunas
    noticias y acompaña la información con imágenes
    que suscitan la emoción y dramatizan los conflictos. Se
    produce una influencia indirecta –pero eficaz– sobre
    la audiencia, al formar la percepción del ambiente en
    mayor medida que las otras instituciones
    del sistema social.
    Queda claro, entonces, que hay un consenso bastante amplio entre
    los teóricos que tratan el tema, en que los
    mass–media condicionan la orientación de la
    atención pública mediante su influencia directa en
    la construcción del ambiente. Podríamos concluir
    esta idea, citando a Eliseo Verón, quien deposita en los
    medios de comunicación un poder, casi total, en la
    construcción del acontecimiento social:
    "La actualidad como realidad social en devenir existe en y por
    los medios informativos. Esto quiere decir que los hechos que
    componen esta realidad social no existen en tanto tales (en tanto
    hechos sociales) antes de que los medios los construyan.
    Después que los medios los han producido, en cambio, estos
    hechos tienen todo tipo de efectos."

    Los medios masivos de
    comunicación y su correlato en la política: el caso
    del ARI
    "Poco a poco, el papel central que en todas
    partes han adquirido los mass–media en la
    competición política, comienza a desplegar sus
    poderosos efectos sobre la
    organización de los partidos."
    A. Panebianco
    Teniendo en cuenta, como se analizó anteriormente, que los
    medios masivos de comunicación son responsables, en una
    medida considerable, de la formación de la opinión
    pública, es posible afirmar que dicha opinión
    determina, en gran extensión y a través de sus
    demandas, la agenda de

    actividades de los políticos. Como sostiene Blumer:

    "Por opinión pública ha de entenderse la parte
    de esta opinión global que es conocida o tenida en cuenta
    por quienes deben actuar en respuesta a ella. La expresión
    de la opinión pública es una forma de influencia
    directa sobre los políticos que actúan en respuesta
    a esa opinión."
    Sin embargo, lo interesante de dicho proceso es que, si los
    mass–media construyen la realidad social –y, por
    ende, la opinión pública–; y esta
    última determina, en cierta medida, la agenda de
    actividades políticas; entonces, podría sostenerse
    que los medios de comunicación de masas inciden, de forma
    indirecta, en los políticos y el diseño de su
    agenda de actividades. La opinión pública que
    converge en ocuparse de unos asuntos en lugar de otros asume la
    función de mecanismo guía del subsistema
    político democrático, fijando los límites
    temáticos o problemáticos en los que habrá
    de concentrarse la acción
    del gobierno y de
    todos los actores políticos que luchan por alcanzar el
    poder.
    En Homo Videns: la sociedad teledirigida, Sartori considera que
    "los políticos cada vez tienen menos relación con
    acontecimientos genuinos y cada vez se relacionan más con
    acontecimientos mediáticos, es decir acontecimientos
    seleccionados por la video-visibilidad
    y que después son agrandados o distorsionados por la
    cámara." , y aclara que la denominada voz del pueblo es en
    gran medida la voz de los media sobre el pueblo. Otros autores
    como Iyengar y Kinder distinguen entre el poder de los
    noticiarios televisivos para dirigir la atención del
    público (Agenda–Setting) y el poder de definir los
    criterios que informan la capacidad de las personas de enjuiciar
    (priming) y para ambos casos concluyen que "las noticias
    televisivas influyen de un modo decisivo en las prioridades
    atribuidas por las personas a los problemas
    nacionales y las consideraciones según las cuales valoran
    a los dirigentes políticos". Es indudable que los
    políticos no harán "oídos sordos" a las
    tendencias que se observan en los medios de
    comunicación.
    La opinión pública simplifica y encubre la
    verdadera complejidad del sistema social y lo reduce a una
    útil –aunque falsificadora– síntesis
    que puede ser muy bien utilizada por el sistema
    político quien de esta forma conoce hacia donde
    orientar su atención. La política sólo puede
    divisarse a sí misma en el "espejo" de la opinión
    pública, el cual cumple la función de reflejar al
    propio observador. La política de esta forma no puede
    sólo desarrollarse como identidad
    impuesta, sino que comienza a confirmarse al nivel de observar
    observadores, tomando de esta observación aquellos elementos que le
    provean mayores beneficios en términos de popularidad. En
    las ocasiones de campañas electorales, como la que se
    está observando en Argentina en la actualidad, el posicionamiento
    frente al público adquiere mayor importancia porque las
    formaciones políticas están obligadas a definirse
    sobre aquellos temas relevantes para el ciudadano y que forman el
    conjunto de propuestas sometidas a su aprobación.
    A partir de estas consideraciones teóricas analizaremos 3
    transformaciones que el ARI y su líder,
    Elisa Carrió, sufrieron durante este año, de cara a
    las elecciones presidenciales previstas para el 2003. El cuarto
    caso seleccionado, si bien no está estrictamente
    relacionado con las elecciones, es de gran utilidad para
    comprender el fenómeno que en este trabajo se plantea.
    Examinemos el primer caso: la postura que adoptó Elisa
    Carrió, luego del 20 de diciembre de 2001, frente al
    pedido de la opinión pública de la constitución de una alianza de izquierda.
    Durante buena parte de 2002, el ARI se estuvo encargando de la
    creación de un nuevo frente de izquierda, que reuniera a
    distintas figuras de la política "progre" o de izquierda.
    El punto central que queremos destacar, es que con anterioridad
    al "Argentinazo" producido el 20–21 de diciembre de 2001
    este punto no había sido tocado por ninguno de los
    miembros más importantes del ARI. ¿Qué fue
    lo que produjo el cambio entonces? ¿Por qué la
    premura en formar una nueva coalición? La respuesta es
    simple. Tras la amplia repercusión mediática
    producida por la renuncia del presidente De la Rúa, la
    opinión pública reclamó la
    conformación de una nueva alternativa política
    alejada de todo resabio de la vieja camada, asentada en los dos
    partidos tradicionales: UCR y PJ. Los nombres más
    requeridos fueron Elisa Carrió (ARI) y Luis Zamora
    (Autodeterminación y Libertad),
    quienes frente a las demandas públicas pactaron una
    efímera y fugaz alianza –junto con el secretario de
    la CTA, Víctor De Gennaro– denominada "Espacio
    ciudadano" que abogaba por la "caducidad de todos los
    mandatos".

    Entendemos que una de las razones principales por las cuales
    esta alianza se quebró rápidamente se debe a que,
    en verdad, nunca existió una sincera voluntad
    política –como lo ha confirmado una asesora
    política del ARI– sino que se realizo como respuesta
    a las crecientes presiones por parte de la opinión
    pública para la conformación de dicha unión.
    Tras la ruptura, Carrió consideró pertinente
    recurrir a otra alianza para intentar acercarse los pedidos
    exigidos por el pueblo, es así como poco tiempo
    después se dio a conocer la nueva alianza entre
    Carrió, Kirchner e Ibarra. Esta última tuvo el
    mismo final que la anterior. Es evidente que dichas alianzas no
    estaban motivadas por una confluencia de intereses
    ideológicos y políticos compartidos por los
    miembros que conformaban las distintas alianzas. Desde nuestro
    punto de vista, Carrió recurrió a la
    conformación de dichas coaliciones impulsada por las
    exigencias de la población y difundidas por medios de
    comunicación como simple objetivo de incrementar la
    cantidad de adeptos en vista a la próxima
    elección.
    Un segundo aspecto que analizaremos es el relacionado al cambio
    de look de Carrió. Vale aclarar que podría parecer
    banal referirse a algo tan superficial como la imagen de una
    persona. Pero
    dos razones nos motivan a ello. La primera tiene que ver con la
    televisión y con su condición de medio de
    comunicación de masas más hegemónico y
    efectivo para mostrar y construir en la opinión
    pública un perfil determinado de los políticos. Un
    estudio piloto sugiere que la televisión tiene un
    atractivo especialmente vigoroso para los votantes. "Como
    miembros de la audiencia, [los individuos] están
    dispuestos a creer lo que ‘ven por su cuenta’. La
    televisión es, por tanto, el más auténtico
    de los medios de comunicación. La experiencia inmediata y
    aparentemente ‘de primera mano’ de la
    televisión hace ver como experiencia directa lo que puede
    ser producto final
    de un cuidadoso montaje." En ese sentido, podría afirmarse
    que la imagen –un cuidadoso montaje– resulta esencial
    para captar la adhesión de los ciudadanos. No es en vano
    profundizar en los efectos de la televisión en momentos
    decisivos del escenario político En la actualidad, hay una
    marcada tendencia a que las campañas electorales se
    transformen más luchas de imágenes que ideas o
    programas. Al
    respecto, Sartori afirma que "los efectos de la
    video-política tienen un amplio alcance. Uno de estos
    efectos es, seguramente, que la televisión personaliza las
    elecciones, en la pantalla vemos personas y no programas de
    partido, la televisión nos propone personas en lugar de
    discursos."
    En segundo lugar, nos motiva el hecho de que Carrió ha
    experimentado ciertos cambios visibles en su apariencia y, por lo
    tanto, su análisis resulta un claro y sencillo
    ejemplo para dar cuenta del fenómeno que pretendemos
    describir. En ese caso, es posible conformar una pequeña
    lista de los cambios adoptados por la líder del ARI no sin
    antes reforzar esta descripción –que, por sí
    sola, podría parecer arbitraria– con la
    declaración de la misma Carrió, aparecida en el
    diario Página 12 el día 20/10/2002, en la que
    sostenía que estaba "entablando conversaciones con algunos
    dirigentes cercanos sobre la necesidad de repensar el aspecto
    comunicacional de la campaña y buscar un marketing
    más efectivo para llegar a más cantidad de
    sectores." Además, concordamos con el matrimonio Lang
    en que "si los políticos utilizan los mass–media y,
    especialmente, la televisión, encuentran un medio por
    demás efectivo para canalizar la confianza de las personas
    con respecto a la política" .
    Es bien conocido que una de las cosas que la opinión
    pública cuestionaba de Carrió era su imagen un
    tanto descuidada y poco femenina. Incluso, hasta algunos
    mass–media han utilizado su perfil para hacer ‘humor
    político’. Por tal motivo, y de acuerdo a lo
    asegurado por fuentes
    cercanas a la candidata por el ARI, Carrió entendió
    que debía someterse a algunos cambios. Así, pues,
    el pelo atado y desprolijo dio paso a una cabellera más
    corta, rubia y juvenil; el característico crucifijo se
    combinó con otros collares más delicados; el brillo
    labial revitalizó su femineidad; y la ropa holgada y con
    colores apagados
    dio paso a un look más moderno y casual. Es evidente que,
    aunque triviales, las transformaciones tuvieron como objetivo
    quebrar esa opinión pública que tildaba a
    Carrió de ser una persona de aspecto desaliñado.
    Una breve cita periodística podría dar cuenta del
    éxito
    del ARI y de la conversión de la opinión
    pública: "Carrió saludaba con los brazos
    levantados. Camisa blanca con flores celestes, pantalón
    del mismo color y un
    saquito combinado, la diputaba estrenaba imagen mientras el
    público la ovacionaba."
    Para cerrar esta idea, podríamos citar al filósofo
    Oscar Landi:
    "La primacía de una "cultura de la
    imagen", que la televisión lleva hasta los últimos
    rincones del país, reemplaza el razonamiento trabajoso de
    la palabra por el intento instantáneo de la mirada. Por
    tal motivo, el protagonismo de la imagen modifica (más por
    su lógica
    interna que por intenciones manipuladoras) tanto el ritmo y el
    ámbito de la política (…) hasta el criterio
    estético con que se contempla el espectáculo
    político."
    Analicemos, entonces, el tercer punto: la elección del
    compañero de fórmula de Carrió, que
    también implica la conformación de esa identidad
    política buscada por el ARI y, en gran medida, determinada
    por la opinión pública. Los miembros del
    círculo cercano a Carrió manejan posibles
    candidatos de acuerdo a lo que marcan las encuestas.
    Con cada elección, las encuestas vuelven a ocupar un lugar
    importante en la agenda de los medios de comunicación.
    Dada su supuesta capacidad científica para predecir
    comportamientos electorales –en particular la
    orientación del voto– la seducción que
    producen en candidatos y electores las convierte en noticia en
    épocas de campaña electoral. Es decir, los sondeos
    de opinión otorgan información de relevancia para
    el diseño de las campañas. Actualmente, los
    asesores de Carrió están definiendo el candidato a
    vicepresidente y no dejan de lado lo que marca el termómetro de las encuestas para elegir al
    candidato con mayor aceptación pública. No nos
    olvidemos que las figuras políticas que tienen mayor
    aceptación en la opinión pública, es, en
    parte, consecuencia de la imagen positiva que los medios de
    comunicación han difundido sobre ellas.
    Es, en ese sentido, que la opinión pública
    –reflejada en los sondeos y difundida por los
    mass–media–, determina las pocas certezas que el ARI
    tiene con respecto a este asunto. En un principio, deberá
    tratarse de un hombre: las
    encuestas que manejan los asesores del partido demuestran que
    Carrió tiene mucha más intención de voto
    entre las mujeres que entre los hombres (7 a 3, en un total de
    diez votantes.) Y, al mismo tiempo, esos mismos sondeos han
    determinado que el candidato a vice deberá compensar a la
    chaqueña en algunos puntos flojos de su perfil, como tener
    más peso en las provincias, consolidar un perfil
    más progresista, conseguir el apoyo de otros sectores
    partidarios o adquirir el apoyo de algún empresario
    que, al estilo de Lula, le imprima un tono productivista a la
    fórmula.
    La última cuestión que desarrollaremos está
    en consonancia directa con el funcionamiento mismo del sistema
    político. Nos remitiremos al testimonio de Viviana
    Caminos, asesora política de Graciela Ocaña, con el
    propósito de ilustrar cómo las noticias del
    día motivan gran parte de las ideas de los
    políticos:
    "Los proyectos de
    ley pueden
    responder a dos orígenes diferentes: por un lado,
    están aquellos que se generan a partir de una
    consideración previa, que son estudiados a lo largo del
    tiempo, y que son consecuencia de la investigación
    promovida desde los equipos técnicos de los distintos
    diputados. Por otro lado, se encuentran aquellos que tienen que
    ver con lo mediático. Cuando un tema específico se
    instala en los medios masivos, automáticamente se
    presentan un montón de proyectos relacionados con dicho
    tema, pero esto no sucede solamente dentro del ARI, sino que es
    algo común a la totalidad de los partidos
    políticos. De alguna manera, el trabajo
    parlamentario está condicionado por lo que aparece en los
    medios: los asesores políticos tienen que leer todos los
    días el diario para presentar proyectos relacionados con
    los intereses inmediatos de la opinión pública". En
    este sentido, es evidente la importancia, en el trabajo
    expresamente legislativo –nos referimos a la redacción y posterior presentación
    de proyectos de ley–, de los aspectos privilegiados por los
    mass–media.
    Estas temáticas políticas mediáticas
    posiblemente se convertirán en puntos centrales del
    debate
    parlamentario.

    Conclusión
    Queremos destacar que
    los temas desplegados en este paper pueden ser abordados desde
    distintas posiciones sin que ninguna de ellas pueda posicionarse
    como la única completamente legítima.
    Particularmente, consideramos que los autores seleccionados y
    utilizados en el presente trabajo para explicar y describir
    nuestra idea, han sido capaces de comprender algunas situaciones
    de la realidad política cotidiana –por ejemplo, el
    caso de los cambios bruscos en las épocas
    preelectorales–, las cuales hubieran sido poco entendibles
    si excluyéramos de su análisis la relación
    entre medios de comunicación–opinión
    pública–política.
    Sin embargo, creemos pertinente esbozar lo planteado por Paul
    Lazarsfeld, un reconocido autor que se distancia de lo planteado
    en el presente trabajo. El propósito de su
    inclusión tiene que ver con nuestra necesidad de no ser
    deterministas en cuanto al fenómeno bosquejado
    anteriormente. Y, sobre todo, porque consideramos que la
    incorporación de variables y
    consideraciones diferentes enriquece el análisis y
    revitaliza la defensa de nuestra modesta tesis.
    Lazarsfeld propone que, en realidad, durante el acto electoral
    los llamados "líderes de opinión" ejercen una
    influencia personal sobre
    muchos otros hombres y que los votantes se ajustan en su
    decisión al ambiente social creado por estos
    líderes, más que a lo que las imágenes o
    discursos de los mass–media les ofrecen. En esa misma
    línea, el autor intenta demostrar la existencia de un
    liderazgo
    horizontal de la opinión pública, quitándole
    mérito a los medios de comunicación. Al mismo
    tiempo, advierte que existen algunos individuos que son menos
    influenciables que otros. Si bien le concedemos este
    último punto a Lazersfeld, también es cierto que
    algunos ciudadanos –definidos, durante la campaña
    electoral, como los ‘indecisos’– están
    más abiertos al poder manipulador de los medios masivos.
    Por tal motivo, estamos convencidos de que los medios de
    comunicación son los principales encargados –aunque
    de ninguna manera los únicos– de construir aquello
    que se conoce como ‘opinión
    pública’.
    Nuestra postura al respecto del fenómeno tratado se
    inclina hacia esta última posición. En la
    actualidad y como consecuencia del proceso de
    globalización cultural, los medios de comunicación
    a pasado de manos del Estado a ser propiedad de
    grandes grupos
    económicos. El interés de estos grupos en moldear
    la realidad social y la consiguiente opinión
    pública está ligado a la obtención de sus
    propios beneficios. En este sentido, estos grupos terminan
    influenciando, indirectamente, no sólo la agenda de los
    políticos que están en campaña sino
    también la de las actividades del Estado. Si
    adoptáramos la postura de Manuel Castells
    tendríamos que bajar los brazos y esperar, como dice
    él, a que los Estados Nacionales pierdan, por completo, la
    posibilidad de poder controlar, en cierta medida, a estos
    holdings comunicacionales . Es cierto que, al ser entidades
    privadas, estos grupos no son controlados por órganos
    gubernamentales –con la excepción del débil
    "control" que
    ejerce el COMFER– ni poseen restricciones al momento de
    expresar ciertas ideas con respecto a determinados temas
    (obviamente sin tener en cuenta las consecuencias que dichas
    posturas pueden llegar a potenciar.)
    Sin embargo, –y más cercanos a la postura de
    David Held
    quien considera que la pelea entre la
    globalización informativa y los Estados Nacionales
    aún no está perdida– consideramos que, es
    necesario implementar cierta regulación estatal sobre
    estos grupos sin caer, obviamente, en la burda y facilista crypto
    que puede seguramente derivará en una grave amenaza a la
    práctica democrática
    Es por esta razón que consideramos necesario –y
    ciertamente posible– implementar cuidadosas regulaciones
    estatales. Aunque no profundizaremos sobre el contenido de dichas
    regulaciones, sí diremos que en ellas se priorizará
    el objetivo de poner coto al poder de los medios de
    comunicación para manipular indirectamente, y a
    través de la opinión pública, a los
    funcionarios públicos y sus respectivas actividades. De
    ninguna manera, quisiéramos que estas regulaciones se
    tradujeran como una neo–censura a la libertad de prensa, sino nos
    referimos a una serie de normas que
    establezcan ciertos límites a la hora de la puesta en
    marcha de la maquinaria mediática. Si bien esto puede
    parecer descabellado, nuestra idea se asemeja, salvando las
    distancias, a un planteo que ya ha sido debatido en el
    ámbito público y que se ha convertido en ley. El
    antecedente al que nos remitimos es la prohibición a los
    medios de comunicación de dar a conocer anticipadamente
    los resultados de las elecciones, basándose en el sondeo "
    a boca de urna", antes de que se terminen de escrutar todas las
    mesas electorales. Se observa, de este modo, que la influencia de
    los medios en la opinión pública ha sido, incluso,
    objeto de discusión parlamentaria.
    Sin embargo, a la par de lo anterior, también creemos
    importante que los ciudadanos reflexionen sobre el papel que
    están jugando en la relación analizada en el
    trabajo y tomen conciencia de
    que, en variadas ocasiones, el escenario social que se les
    muestra desde
    los mass–media no se corresponde con la realidad. En ese
    sentido, es necesario que las personas comiencen a conocer lo que
    verdaderamente está sucediendo en nuestro país
    –más allá de lo que difunden los medios,
    entendiendo por esto la posibilidad de participar en ONG’s,
    asambleas barriales, redes ciudadanas, centros
    culturales, etc.– y construyan nuevas demandas sociales
    más auténticas, que se correspondan con lo que
    ellos y su entorno social realmente necesitan, y que no vengan
    impuestas desde los medios masivos de comunicación.
    *MIEMBRO de CIUDAD POLITICA. Estudiante de Ciencia
    Política de la Universidad de
    Buenos
    Aires.

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    Autor:

    Oscar Aguilar Bonilla

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