- La influencia de los
mass–media en la opinión
pública - Los medios masivos de
comunicación y su correlato en la política: el
caso del ARI - Bibliografía
citada
El objetivo del
presente trabajo es dar
cuenta de la relación existente entre los medios de
comunicación de masas, la opinión
pública y las actividades políticas.
Para este fin, se intentará describir el modo en que los
mass–media inciden, en ocasiones, en los temas en que la
audiencia se interesará y que, a su vez, éstos son
explotados por las prácticas políticas para captar
la atención del público. Es decir, si
los medios de
comunicación contribuyen –como
veremos más adelante–, en la construcción de las realidades sociales y,
a partir de éstas últimas, los políticos
diseñan parte de su agenda de actividades; como corolario
de lo dicho, es posible dilucidar una relación indirecta
–aunque perceptible– entre los mass–media y la
práctica política, donde la
segunda tiende a amoldarse a aquella realidad que los medios
producen e introducen en la población, en general.
En este sentido y como ejemplificación concreta, nos
proponemos describir el modo en que uno de los partidos
políticos argentinos –el ARI (Argentina por una
República de Iguales)–, y su principal referente
–Elisa Carrió– han sufrido una serie de
cambios en su imagen y en el
diseño
de sus
actividades políticas durante los últimos
meses, como consecuencia de lo que creyeron sería
más eficaz para captar la adhesión de un mayor
número de ciudadanos.
Es menester aclarar que las modificaciones a las cuales nos
referiremos, lejos de ser la totalidad de los implementados por
el ARI, no fueron promovidas por una voluntad emanada del
interior del partido, ni por los asesores políticos y
económicos de Carrió, sino que los cambios se
basaron en pautas que se difundían, cada vez con mayor
frecuencia, en los medios masivos de comunicación .
La realización de este paper representa un gran
desafío debido a que, al momento de explicar la
relación planteada entre los mass–media y la
política, es posible caer en cierto determinismo o en el
establecimiento de una relación monocausal que pudiera
explicar el fenómeno. Por tal motivo, hemos realizado un
amplio relevamiento bibliográfico con el objetivo de
rastrear distintas teorías
que, bajo ciertos puntos de vista –y también
salvedades– dan cuenta de dicha relación.
A tal efecto, la estructura del
mismo estará dividida en dos partes. En la primera, se
dará cuenta de la influencia de los medios masivos de
comunicación en la construcción de la realidad
social y en la opinión pública que se conforma en
torno a la misma.
En el segundo tramo, se analizará el modo en que la agenda
de actividades políticas está, en gran medida,
condicionada por las pautas impuestas en la opinión
pública desde los medios, a la vez que, intercalaremos la
descripción de los cuatro casos
empíricos seleccionados sobre los cambios llevados a cabo
en el ARI y que dan cuenta de dichos fenómenos.
La influencia de los
mass–media en la opinión
pública
"Los media, como
comunicación pública, determinan las formas de
orientación de la atención pública, la
agenda de temas predominantes que reclaman dicha atención
y su discusión pública posterior, la
jerarquización de la relevancia de dichos temas y la
capacidad de discriminación temática que
manifiestan los individuos."
Enric Saperas
Para comprender este fenómeno, es necesario comenzar por
explicar cómo los medios influyen en la opinión
pública. En tal sentido, es menester puntualizar
qué entendemos por dicho concepto. La
expresión "opinión pública" fue
acuñada tan sólo en las décadas anteriores a
la Revolución
Francesa y se puede decir que fue precedida por la vox populi
romana, por la teoría
medieval del consentimiento y por la voluntad general de Rousseau.
Desde entonces, han surgido numerosas interpretaciones sobre su
significado y resulta imposible encontrar alguna que englobe la
totalidad de ellas.
A nuestro entender, la definición más pertinente
para describir el fenómeno planteado es la que
realizó Niklas
Luhmann. La perspectiva luhmanniana permite cerrar un
triángulo fundamental en las teorizaciones
contemporáneas sobre la opinión pública
puesto que utiliza rasgos señalados por otros dos
importantes teóricos sobre el tema: Jürgen Habermas y
Elizabeth Noelle–Neumann. Con el primero, Luhmann coincide
en que los medios de comunicación son los principales
directores de orquesta de la construcción del espacio
público y analizan el fenómeno de la opinión
pública de una sociedad
moderna y su repercusión política. Y, con
Noelle–Neumann, concuerda en la detección de
mecanismos psicosociales básicos en la generación
de procesos de
opinión pública.
Sin embargo, fue Luhmann quien ha logrado la paradoja de reducir
a una cuestión bien simple un fenómeno tan complejo
como el de opinión pública. Tal simplicidad va
permitir disponer, en lo sucesivo, de una primera acepción
universalmente irreprochable sobre opinión pública,
a la que superponer, más adelante, otros rasgos más
profundos y variados, en consonancia con otras
interpretaciones.
En pocas palabras, la opinión pública es, para
Luhmann, algo tan básico e inmenso como la "estructura
temática de la
comunicación pública" . En este sentido, es tan
sólo la coincidencia social efímera que considera
algún asunto más relevante que el resto. Lo
importante de esta idea es que, tanto para Luhmann como para
otros autores, los medios de comunicación
social son los que normalmente crean y sostienen la
atención y el diálogo de
la gente en torno a unos temas. Enric Saperas, por ejemplo,
dirá que "es posible comprender la relación
existente entre las agendas de los media y del público a
partir del modelo de
prioridades. Éste parte de la hipótesis de que el orden de prioridades
establecidos por los medios de comunicación determinan la
capacidad de discriminación temática en el
público por cuanto éste responde a los mismos
criterios de prioridades presentes en los medios de
comunicación de masas."
Incluso –y a título ilustrativo– vale decir
que los distintos autores también consideran a los
mass–media como los responsables de la finalización
de un estado
determinado de opinión pública: "Cuando todo se ha
dicho en torno a un tema, tal cuestión se convierte en
obsoleta, es solo un sombrero viejo" .
En este sentido, los medios, en general, y la
televisión, en particular, –debido a su
condición de medio de comunicación de masas
hegemónico–, serían causantes, en gran
medida, de la fijación de esos lugares comunes de
concentración de la atención, mediante el proceso de
selección de temas o "tematización".
Este proceso de tematización remite al efecto de
"Agenda–Setting" que constituye, actualmente, uno de los
sectores de investigación con una mayor capacidad de
renovación de los estudios sobre los efectos de
comunicación de masas. Esta modalidad parte de la
constatación del poder
(mediante su capacidad simbólica) que ejercen los medios
de comunicación de masas para influir y determinar el
grado de atención que el público otorga a ciertos
temas, los cuales quedan sometidos a la atención y el
interés
colectivo. Como sostienen Maxwell McCombs y D. Shaw, cuanto mayor
es el énfasis de los media sobre un tema, mayor es el
incremento de la importancia que los miembros de una audiencia
ofrecen a estos temas como orientadores de la atención
pública. Es decir, la "Agenda–Setting", afirma la
existencia de una relación directa y causal entre el
contenido de la agenda de los mass–media y la subsiguiente
percepción pública de cuáles
son los ítems importantes del día. "Existe, pues,
una relación entre la agenda de los media y la agenda
pública, siendo la primera la que inicia el proceso." En
la actualidad, la creciente autonomía política de
los medios locales y regionales, que utilizan las nuevas
tecnologías flexibles de la comunicación, como
también el proceso de globalización de los medios, dan lugar a
una tendencia de los mass-media que tiene relación directa
con la conformación de las opiniones y actitudes
públicas.
Para poder entender más gráficamente esta idea de
la opinión pública creemos que la metáfora
empleada por José Luis Dader, en Opinión
pública y comunicación política: las
teorías contemporáneas, nos permite comprender
más fácilmente el fenómeno. El autor hace
referencia a la comparación de la opinión
pública con un haz luminoso del cañón de
luz de una
sala de espectáculos. La opinión pública
sería, en ese caso, el haz de luz que, caprichosa se
desplaza por diferentes lugares de la sala. Durante un tiempo breve,
el cañón de luz ilumina –sacando del
anonimato– unos aspectos de la sala o de las personas.
Así, pues, la opinión pública sería,
en cada momento, esa imagen recortada sobre la que eventualmente
converge toda la atención lumínica. Y cada momento
representaría sólo un insignificante
capítulo de todo lo que en el conjunto del sistema social
viene sucediendo. Manuel Castells incorpora esta idea en su
estudio de los medios de comunicación en los Estados Unidos al
indicar que, ya a comienzos de los ochenta, las principales
cadenas de televisión
encuadraban, sino moldeaban la opinión pública.
En Teoría de la democracia,
Giovanni Sartori afirma que, en las democracias actuales, el
papel principal en la formación de la opinión
pública lo desempeñan los medios de
comunicación. Ciertas nociones, como las de
selección de noticias,
establecimiento del orden de prioridades y términos de
referencia en la transmisión de noticias
("Agenda–Setting"), de la función de
custodia para evitar la corrupción
y el abuso, y otras similares, se aplican fundamentalmente a la
actuación de los medios de comunicación y su
impacto. "El mundo es –para el público en
general– el mensaje de los medios de
comunicación."
Por otra parte, tanto Luhmann como McCombs, consideran que la
atención del público es limitada y que, por lo
tanto, los medios de comunicación implican los grados de
discriminación temática y el índice
temático actual que forma parte de la opinión
pública. Herbert Blumler, por su parte, advierte que la
televisión actúa como el media
más eficaz para el desarrollo de
la influencia sobre la construcción del ambiente; por
cuanto no dispone de excesivo espacio para las informaciones, con
lo que determina una mayor concentración de algunas
noticias y acompaña la información con imágenes
que suscitan la emoción y dramatizan los conflictos. Se
produce una influencia indirecta –pero eficaz– sobre
la audiencia, al formar la percepción del ambiente en
mayor medida que las otras instituciones
del sistema social.
Queda claro, entonces, que hay un consenso bastante amplio entre
los teóricos que tratan el tema, en que los
mass–media condicionan la orientación de la
atención pública mediante su influencia directa en
la construcción del ambiente. Podríamos concluir
esta idea, citando a Eliseo Verón, quien deposita en los
medios de comunicación un poder, casi total, en la
construcción del acontecimiento social:
"La actualidad como realidad social en devenir existe en y por
los medios informativos. Esto quiere decir que los hechos que
componen esta realidad social no existen en tanto tales (en tanto
hechos sociales) antes de que los medios los construyan.
Después que los medios los han producido, en cambio, estos
hechos tienen todo tipo de efectos."
Los medios masivos de
comunicación y su correlato en la política: el caso
del ARI
"Poco a poco, el papel central que en todas
partes han adquirido los mass–media en la
competición política, comienza a desplegar sus
poderosos efectos sobre la
organización de los partidos."
A. Panebianco
Teniendo en cuenta, como se analizó anteriormente, que los
medios masivos de comunicación son responsables, en una
medida considerable, de la formación de la opinión
pública, es posible afirmar que dicha opinión
determina, en gran extensión y a través de sus
demandas, la agenda de
actividades de los políticos. Como sostiene Blumer:
"Por opinión pública ha de entenderse la parte
de esta opinión global que es conocida o tenida en cuenta
por quienes deben actuar en respuesta a ella. La expresión
de la opinión pública es una forma de influencia
directa sobre los políticos que actúan en respuesta
a esa opinión."
Sin embargo, lo interesante de dicho proceso es que, si los
mass–media construyen la realidad social –y, por
ende, la opinión pública–; y esta
última determina, en cierta medida, la agenda de
actividades políticas; entonces, podría sostenerse
que los medios de comunicación de masas inciden, de forma
indirecta, en los políticos y el diseño de su
agenda de actividades. La opinión pública que
converge en ocuparse de unos asuntos en lugar de otros asume la
función de mecanismo guía del subsistema
político democrático, fijando los límites
temáticos o problemáticos en los que habrá
de concentrarse la acción
del gobierno y de
todos los actores políticos que luchan por alcanzar el
poder.
En Homo Videns: la sociedad teledirigida, Sartori considera que
"los políticos cada vez tienen menos relación con
acontecimientos genuinos y cada vez se relacionan más con
acontecimientos mediáticos, es decir acontecimientos
seleccionados por la video-visibilidad
y que después son agrandados o distorsionados por la
cámara." , y aclara que la denominada voz del pueblo es en
gran medida la voz de los media sobre el pueblo. Otros autores
como Iyengar y Kinder distinguen entre el poder de los
noticiarios televisivos para dirigir la atención del
público (Agenda–Setting) y el poder de definir los
criterios que informan la capacidad de las personas de enjuiciar
(priming) y para ambos casos concluyen que "las noticias
televisivas influyen de un modo decisivo en las prioridades
atribuidas por las personas a los problemas
nacionales y las consideraciones según las cuales valoran
a los dirigentes políticos". Es indudable que los
políticos no harán "oídos sordos" a las
tendencias que se observan en los medios de
comunicación.
La opinión pública simplifica y encubre la
verdadera complejidad del sistema social y lo reduce a una
útil –aunque falsificadora– síntesis
que puede ser muy bien utilizada por el sistema
político quien de esta forma conoce hacia donde
orientar su atención. La política sólo puede
divisarse a sí misma en el "espejo" de la opinión
pública, el cual cumple la función de reflejar al
propio observador. La política de esta forma no puede
sólo desarrollarse como identidad
impuesta, sino que comienza a confirmarse al nivel de observar
observadores, tomando de esta observación aquellos elementos que le
provean mayores beneficios en términos de popularidad. En
las ocasiones de campañas electorales, como la que se
está observando en Argentina en la actualidad, el posicionamiento
frente al público adquiere mayor importancia porque las
formaciones políticas están obligadas a definirse
sobre aquellos temas relevantes para el ciudadano y que forman el
conjunto de propuestas sometidas a su aprobación.
A partir de estas consideraciones teóricas analizaremos 3
transformaciones que el ARI y su líder,
Elisa Carrió, sufrieron durante este año, de cara a
las elecciones presidenciales previstas para el 2003. El cuarto
caso seleccionado, si bien no está estrictamente
relacionado con las elecciones, es de gran utilidad para
comprender el fenómeno que en este trabajo se plantea.
Examinemos el primer caso: la postura que adoptó Elisa
Carrió, luego del 20 de diciembre de 2001, frente al
pedido de la opinión pública de la constitución de una alianza de izquierda.
Durante buena parte de 2002, el ARI se estuvo encargando de la
creación de un nuevo frente de izquierda, que reuniera a
distintas figuras de la política "progre" o de izquierda.
El punto central que queremos destacar, es que con anterioridad
al "Argentinazo" producido el 20–21 de diciembre de 2001
este punto no había sido tocado por ninguno de los
miembros más importantes del ARI. ¿Qué fue
lo que produjo el cambio entonces? ¿Por qué la
premura en formar una nueva coalición? La respuesta es
simple. Tras la amplia repercusión mediática
producida por la renuncia del presidente De la Rúa, la
opinión pública reclamó la
conformación de una nueva alternativa política
alejada de todo resabio de la vieja camada, asentada en los dos
partidos tradicionales: UCR y PJ. Los nombres más
requeridos fueron Elisa Carrió (ARI) y Luis Zamora
(Autodeterminación y Libertad),
quienes frente a las demandas públicas pactaron una
efímera y fugaz alianza –junto con el secretario de
la CTA, Víctor De Gennaro– denominada "Espacio
ciudadano" que abogaba por la "caducidad de todos los
mandatos".
Entendemos que una de las razones principales por las cuales
esta alianza se quebró rápidamente se debe a que,
en verdad, nunca existió una sincera voluntad
política –como lo ha confirmado una asesora
política del ARI– sino que se realizo como respuesta
a las crecientes presiones por parte de la opinión
pública para la conformación de dicha unión.
Tras la ruptura, Carrió consideró pertinente
recurrir a otra alianza para intentar acercarse los pedidos
exigidos por el pueblo, es así como poco tiempo
después se dio a conocer la nueva alianza entre
Carrió, Kirchner e Ibarra. Esta última tuvo el
mismo final que la anterior. Es evidente que dichas alianzas no
estaban motivadas por una confluencia de intereses
ideológicos y políticos compartidos por los
miembros que conformaban las distintas alianzas. Desde nuestro
punto de vista, Carrió recurrió a la
conformación de dichas coaliciones impulsada por las
exigencias de la población y difundidas por medios de
comunicación como simple objetivo de incrementar la
cantidad de adeptos en vista a la próxima
elección.
Un segundo aspecto que analizaremos es el relacionado al cambio
de look de Carrió. Vale aclarar que podría parecer
banal referirse a algo tan superficial como la imagen de una
persona. Pero
dos razones nos motivan a ello. La primera tiene que ver con la
televisión y con su condición de medio de
comunicación de masas más hegemónico y
efectivo para mostrar y construir en la opinión
pública un perfil determinado de los políticos. Un
estudio piloto sugiere que la televisión tiene un
atractivo especialmente vigoroso para los votantes. "Como
miembros de la audiencia, [los individuos] están
dispuestos a creer lo que ‘ven por su cuenta’. La
televisión es, por tanto, el más auténtico
de los medios de comunicación. La experiencia inmediata y
aparentemente ‘de primera mano’ de la
televisión hace ver como experiencia directa lo que puede
ser producto final
de un cuidadoso montaje." En ese sentido, podría afirmarse
que la imagen –un cuidadoso montaje– resulta esencial
para captar la adhesión de los ciudadanos. No es en vano
profundizar en los efectos de la televisión en momentos
decisivos del escenario político En la actualidad, hay una
marcada tendencia a que las campañas electorales se
transformen más luchas de imágenes que ideas o
programas. Al
respecto, Sartori afirma que "los efectos de la
video-política tienen un amplio alcance. Uno de estos
efectos es, seguramente, que la televisión personaliza las
elecciones, en la pantalla vemos personas y no programas de
partido, la televisión nos propone personas en lugar de
discursos."
En segundo lugar, nos motiva el hecho de que Carrió ha
experimentado ciertos cambios visibles en su apariencia y, por lo
tanto, su análisis resulta un claro y sencillo
ejemplo para dar cuenta del fenómeno que pretendemos
describir. En ese caso, es posible conformar una pequeña
lista de los cambios adoptados por la líder del ARI no sin
antes reforzar esta descripción –que, por sí
sola, podría parecer arbitraria– con la
declaración de la misma Carrió, aparecida en el
diario Página 12 el día 20/10/2002, en la que
sostenía que estaba "entablando conversaciones con algunos
dirigentes cercanos sobre la necesidad de repensar el aspecto
comunicacional de la campaña y buscar un marketing
más efectivo para llegar a más cantidad de
sectores." Además, concordamos con el matrimonio Lang
en que "si los políticos utilizan los mass–media y,
especialmente, la televisión, encuentran un medio por
demás efectivo para canalizar la confianza de las personas
con respecto a la política" .
Es bien conocido que una de las cosas que la opinión
pública cuestionaba de Carrió era su imagen un
tanto descuidada y poco femenina. Incluso, hasta algunos
mass–media han utilizado su perfil para hacer ‘humor
político’. Por tal motivo, y de acuerdo a lo
asegurado por fuentes
cercanas a la candidata por el ARI, Carrió entendió
que debía someterse a algunos cambios. Así, pues,
el pelo atado y desprolijo dio paso a una cabellera más
corta, rubia y juvenil; el característico crucifijo se
combinó con otros collares más delicados; el brillo
labial revitalizó su femineidad; y la ropa holgada y con
colores apagados
dio paso a un look más moderno y casual. Es evidente que,
aunque triviales, las transformaciones tuvieron como objetivo
quebrar esa opinión pública que tildaba a
Carrió de ser una persona de aspecto desaliñado.
Una breve cita periodística podría dar cuenta del
éxito
del ARI y de la conversión de la opinión
pública: "Carrió saludaba con los brazos
levantados. Camisa blanca con flores celestes, pantalón
del mismo color y un
saquito combinado, la diputaba estrenaba imagen mientras el
público la ovacionaba."
Para cerrar esta idea, podríamos citar al filósofo
Oscar Landi:
"La primacía de una "cultura de la
imagen", que la televisión lleva hasta los últimos
rincones del país, reemplaza el razonamiento trabajoso de
la palabra por el intento instantáneo de la mirada. Por
tal motivo, el protagonismo de la imagen modifica (más por
su lógica
interna que por intenciones manipuladoras) tanto el ritmo y el
ámbito de la política (…) hasta el criterio
estético con que se contempla el espectáculo
político."
Analicemos, entonces, el tercer punto: la elección del
compañero de fórmula de Carrió, que
también implica la conformación de esa identidad
política buscada por el ARI y, en gran medida, determinada
por la opinión pública. Los miembros del
círculo cercano a Carrió manejan posibles
candidatos de acuerdo a lo que marcan las encuestas.
Con cada elección, las encuestas vuelven a ocupar un lugar
importante en la agenda de los medios de comunicación.
Dada su supuesta capacidad científica para predecir
comportamientos electorales –en particular la
orientación del voto– la seducción que
producen en candidatos y electores las convierte en noticia en
épocas de campaña electoral. Es decir, los sondeos
de opinión otorgan información de relevancia para
el diseño de las campañas. Actualmente, los
asesores de Carrió están definiendo el candidato a
vicepresidente y no dejan de lado lo que marca el termómetro de las encuestas para elegir al
candidato con mayor aceptación pública. No nos
olvidemos que las figuras políticas que tienen mayor
aceptación en la opinión pública, es, en
parte, consecuencia de la imagen positiva que los medios de
comunicación han difundido sobre ellas.
Es, en ese sentido, que la opinión pública
–reflejada en los sondeos y difundida por los
mass–media–, determina las pocas certezas que el ARI
tiene con respecto a este asunto. En un principio, deberá
tratarse de un hombre: las
encuestas que manejan los asesores del partido demuestran que
Carrió tiene mucha más intención de voto
entre las mujeres que entre los hombres (7 a 3, en un total de
diez votantes.) Y, al mismo tiempo, esos mismos sondeos han
determinado que el candidato a vice deberá compensar a la
chaqueña en algunos puntos flojos de su perfil, como tener
más peso en las provincias, consolidar un perfil
más progresista, conseguir el apoyo de otros sectores
partidarios o adquirir el apoyo de algún empresario
que, al estilo de Lula, le imprima un tono productivista a la
fórmula.
La última cuestión que desarrollaremos está
en consonancia directa con el funcionamiento mismo del sistema
político. Nos remitiremos al testimonio de Viviana
Caminos, asesora política de Graciela Ocaña, con el
propósito de ilustrar cómo las noticias del
día motivan gran parte de las ideas de los
políticos:
"Los proyectos de
ley pueden
responder a dos orígenes diferentes: por un lado,
están aquellos que se generan a partir de una
consideración previa, que son estudiados a lo largo del
tiempo, y que son consecuencia de la investigación
promovida desde los equipos técnicos de los distintos
diputados. Por otro lado, se encuentran aquellos que tienen que
ver con lo mediático. Cuando un tema específico se
instala en los medios masivos, automáticamente se
presentan un montón de proyectos relacionados con dicho
tema, pero esto no sucede solamente dentro del ARI, sino que es
algo común a la totalidad de los partidos
políticos. De alguna manera, el trabajo
parlamentario está condicionado por lo que aparece en los
medios: los asesores políticos tienen que leer todos los
días el diario para presentar proyectos relacionados con
los intereses inmediatos de la opinión pública". En
este sentido, es evidente la importancia, en el trabajo
expresamente legislativo –nos referimos a la redacción y posterior presentación
de proyectos de ley–, de los aspectos privilegiados por los
mass–media.
Estas temáticas políticas mediáticas
posiblemente se convertirán en puntos centrales del
debate
parlamentario.
Conclusión
Queremos destacar que
los temas desplegados en este paper pueden ser abordados desde
distintas posiciones sin que ninguna de ellas pueda posicionarse
como la única completamente legítima.
Particularmente, consideramos que los autores seleccionados y
utilizados en el presente trabajo para explicar y describir
nuestra idea, han sido capaces de comprender algunas situaciones
de la realidad política cotidiana –por ejemplo, el
caso de los cambios bruscos en las épocas
preelectorales–, las cuales hubieran sido poco entendibles
si excluyéramos de su análisis la relación
entre medios de comunicación–opinión
pública–política.
Sin embargo, creemos pertinente esbozar lo planteado por Paul
Lazarsfeld, un reconocido autor que se distancia de lo planteado
en el presente trabajo. El propósito de su
inclusión tiene que ver con nuestra necesidad de no ser
deterministas en cuanto al fenómeno bosquejado
anteriormente. Y, sobre todo, porque consideramos que la
incorporación de variables y
consideraciones diferentes enriquece el análisis y
revitaliza la defensa de nuestra modesta tesis.
Lazarsfeld propone que, en realidad, durante el acto electoral
los llamados "líderes de opinión" ejercen una
influencia personal sobre
muchos otros hombres y que los votantes se ajustan en su
decisión al ambiente social creado por estos
líderes, más que a lo que las imágenes o
discursos de los mass–media les ofrecen. En esa misma
línea, el autor intenta demostrar la existencia de un
liderazgo
horizontal de la opinión pública, quitándole
mérito a los medios de comunicación. Al mismo
tiempo, advierte que existen algunos individuos que son menos
influenciables que otros. Si bien le concedemos este
último punto a Lazersfeld, también es cierto que
algunos ciudadanos –definidos, durante la campaña
electoral, como los ‘indecisos’– están
más abiertos al poder manipulador de los medios masivos.
Por tal motivo, estamos convencidos de que los medios de
comunicación son los principales encargados –aunque
de ninguna manera los únicos– de construir aquello
que se conoce como ‘opinión
pública’.
Nuestra postura al respecto del fenómeno tratado se
inclina hacia esta última posición. En la
actualidad y como consecuencia del proceso de
globalización cultural, los medios de comunicación
a pasado de manos del Estado a ser propiedad de
grandes grupos
económicos. El interés de estos grupos en moldear
la realidad social y la consiguiente opinión
pública está ligado a la obtención de sus
propios beneficios. En este sentido, estos grupos terminan
influenciando, indirectamente, no sólo la agenda de los
políticos que están en campaña sino
también la de las actividades del Estado. Si
adoptáramos la postura de Manuel Castells
tendríamos que bajar los brazos y esperar, como dice
él, a que los Estados Nacionales pierdan, por completo, la
posibilidad de poder controlar, en cierta medida, a estos
holdings comunicacionales . Es cierto que, al ser entidades
privadas, estos grupos no son controlados por órganos
gubernamentales –con la excepción del débil
"control" que
ejerce el COMFER– ni poseen restricciones al momento de
expresar ciertas ideas con respecto a determinados temas
(obviamente sin tener en cuenta las consecuencias que dichas
posturas pueden llegar a potenciar.)
Sin embargo, –y más cercanos a la postura de
David Held
quien considera que la pelea entre la
globalización informativa y los Estados Nacionales
aún no está perdida– consideramos que, es
necesario implementar cierta regulación estatal sobre
estos grupos sin caer, obviamente, en la burda y facilista crypto
que puede seguramente derivará en una grave amenaza a la
práctica democrática
Es por esta razón que consideramos necesario –y
ciertamente posible– implementar cuidadosas regulaciones
estatales. Aunque no profundizaremos sobre el contenido de dichas
regulaciones, sí diremos que en ellas se priorizará
el objetivo de poner coto al poder de los medios de
comunicación para manipular indirectamente, y a
través de la opinión pública, a los
funcionarios públicos y sus respectivas actividades. De
ninguna manera, quisiéramos que estas regulaciones se
tradujeran como una neo–censura a la libertad de prensa, sino nos
referimos a una serie de normas que
establezcan ciertos límites a la hora de la puesta en
marcha de la maquinaria mediática. Si bien esto puede
parecer descabellado, nuestra idea se asemeja, salvando las
distancias, a un planteo que ya ha sido debatido en el
ámbito público y que se ha convertido en ley. El
antecedente al que nos remitimos es la prohibición a los
medios de comunicación de dar a conocer anticipadamente
los resultados de las elecciones, basándose en el sondeo "
a boca de urna", antes de que se terminen de escrutar todas las
mesas electorales. Se observa, de este modo, que la influencia de
los medios en la opinión pública ha sido, incluso,
objeto de discusión parlamentaria.
Sin embargo, a la par de lo anterior, también creemos
importante que los ciudadanos reflexionen sobre el papel que
están jugando en la relación analizada en el
trabajo y tomen conciencia de
que, en variadas ocasiones, el escenario social que se les
muestra desde
los mass–media no se corresponde con la realidad. En ese
sentido, es necesario que las personas comiencen a conocer lo que
verdaderamente está sucediendo en nuestro país
–más allá de lo que difunden los medios,
entendiendo por esto la posibilidad de participar en ONG’s,
asambleas barriales, redes ciudadanas, centros
culturales, etc.– y construyan nuevas demandas sociales
más auténticas, que se correspondan con lo que
ellos y su entorno social realmente necesitan, y que no vengan
impuestas desde los medios masivos de comunicación.
*MIEMBRO de CIUDAD POLITICA. Estudiante de Ciencia
Política de la Universidad de
Buenos
Aires.
Bibliografía
citada
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Autor:
Oscar Aguilar Bonilla
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