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Una visión ideológica de la vinculación entre la investigación, la ciencia y la tecnología




Enviado por m_rodriguez_sosa



    1. Las visiones del
      interés de la investigación
    2. El contínuo
      ciencia-tecnología
    3. La interfase
      ciencia-tecnología en la práctica de
      investigación

    Las visiones del
    interés
    de la investigación

    Una cuestión que, en mi opinión, no ha
    sido suficientemente planteada y debatida en los medios
    académicos y científicos, no obstante la profusa
    literatura al
    respecto, es la concerniente a cuál es el interés
    que motiva la investigación científica en todos y
    cualquiera de sus extremos y acepciones; cuestión que, por
    lo tanto, es también la de los valores
    esenciales de la ciencia.
    Jürgen Habermas propone distinguir tres tipos de
    interés de la ciencia: la explicación y el control de los
    fenómenos (interés de las ciencias
    empírico analíticas), la comprensión del
    significado de la interacción humana (interés de las
    ciencias histórico-hermenéuticas), y la
    emancipación de los individuos ante la dominación
    (interés de la teoría
    crítica). Esta es una propuesta discutida y
    discutible para abordar el análisis de intereses y valores en
    relación a la investigación científica, pero
    es pertinente porque ubica la cuestión a nivel
    descriptivo, en la pregunta: ¿qué interés
    subyace a la práctica de la investigación
    científica existente?, como a nivel prescriptivo, en la
    pregunta: ¿qué interés debe subyacer a la
    practica de la investigación científica?

    En la primera parte de esta disertación intento
    señalar derroteros para responder ambas
    interrogantes.

    Generalmente la investigación científica
    es definida por su objetivo
    inmediato: el descubrimiento. Este es el núcleo de una
    visión académica y tradicional de la
    investigación, compartida por filósofos de la ciencia y por especialistas
    en métodos
    científicos. Así, Mario Bunge dice que la
    investigación es un proceso
    metodológicamente orientado y consistente en averiguar
    algo acerca de cosas de algún tipo y Max Weber
    sostiene que el trabajo de
    investigación y la búsqueda constante, la actividad
    de descubrimiento y la satisfacción de realizarlo es lo
    único que debe importar al científico, que es
    integrante de una especie social diferenciada al que sólo
    le interesa su actividad, en tanto que Ezequiel Ander Egg
    sostiene que la investigación es un proceso formal,
    sistemático, racional e intencionado en el que se lleva a
    cabo el método
    científico de análisis. Es fácil
    advertir que todas estas definiciones comparten la omisión
    de indicar la finalidad de la investigación y, por tanto,
    responden a la pregunta: ¿qué interés
    sostiene la practica de la investigación
    científica? con una sencillez y austeridad extremadamente
    positivistas: el único interés verdaderamente
    relevante de la práctica de investigación
    científica es producir y acrecentar el
    conocimiento de los objetos del mundo. Esta es una
    visión todavía dominante en la comunidad
    académica. La he compartido muchos años, en los que
    he reiterado que la investigación científica es el
    proceso de producción de conocimiento
    científico; actividad de construcción y determinación de
    objetos de conocimiento
    contrastables a través de informaciones novedosas
    obtenidas con empleo del
    método
    científico.

    Sin embargo, esta visión, que caracteriza a la
    investigación como una actividad esencialmente
    contemplativa y la ubica en un ambiente de
    asepsia ideológica que no existe realmente en
    ningún medio institucional o social, ha sufrido los
    cuestionamientos y embates crecientes de corrientes de la
    actividad intelectual finalmente nucleados en el partido de la
    denominada "investigación acción", que es una visión
    alternativa y comprometida en la que el  investigador
    adquiere deliberadamente obligaciones
    con el objeto social (un grupo o
    comunidad) de su investigación y contribuye a estructurar
    la identificación y el análisis de algunos problemas
    acuciantes, aportando asimismo a resolverlos con sus herramientas
    teóricas y técnicas
    pero necesariamente con la colaboración racional y activa
    del propio grupo o comunidad.

    Una buena parte de la investigación universitaria
    en el Perú sigue en la senda de la visión
    académica tradicional, configurando una verdadera doctrina
    metodológica, pero es pertinente mencionar que en la
    práctica la vigilancia del interés exclusivamente
    epistémico de la investigación se ha relajado y el
    abandono del debate acerca
    de las influencias recíprocas entre ciencia y sociedad
    condiciona que los compromisos ideológicos y sociales que
    esta visión expulsó por la puerta están
    ingresando subrepticiamente por la ventana en muchas investigaciones a
    nivel de tesis
    universitarias.

    Por otro lado es necesario reconocer que adquiere mayor
    importancia la visión y la práctica de la
    investigación acción. Experiencias interesantes de
    investigación acción se están llevando a
    cabo en el Perú en diversos campos y conozco estudios en
    materias muy diversas, por ejemplo, acerca del impacto del
    mejoramiento de la infraestructura de saneamiento en comunidades
    campesinas de Cajamarca sobre la salud y la calidad de
    vida de la población, acerca del urbanismo de la
    ciudad popular en Villa El Salvador, acerca de cambio
    curricular en educación primaria, y
    acerca del desarrollo
    sustentable de comunidades huambisa.

    Estudios como estos muestran que la visión de la
    investigación acción, a diferencia de la
    visión académica tradicional de la
    investigación, rechaza la actitud
    contemplativa y la asepsia ideológica del investigador;
    muestran también que su interés no es puramente
    gnoseológico, que enfatiza el compromiso ideológico
    con la solución de los problemas que indaga y con los
    intereses del grupo o comunidad beneficiario.

    He llegado al convencimiento de que la visión de
    la investigación acción es superior a la de la
    investigación académica tradicional porque no es
    indiferente al imperativo de que el conocimiento
    científico debe servir para estructurar y solucionar los
    problemas que obstaculizan a la humanidad alcanzar mayores
    niveles de bienestar y realización individual y colectiva.
    Creo con firmeza que la visión de la investigación
    no puede ser indiferente, por ejemplo, al hecho de que las
    ingenierías de producción y la biotecnología logren una producción
    agrícola anual mundial suficiente para alimentar 12 mil
    millones de seres humanos, el doble de la población del
    planeta, y sin embargo cada año sufre hambre
    crónica cerca de la cuarta parte de la humanidad. Creo,
    asimismo, que la visión de la investigación no
    puede ser indiferente ante el desastre ecológico que viene
    gestando la industria de
    combustibles fósiles, que insume ingentes cantidades de
    recursos en
    proyectos de
    investigación y desarrollo de
    productos para
    beneficio de un oligopolio
    industrial, mientras sabotea la asignación de recursos
    para la investigación tecnológica y la
    industrialización de nuevos medios energéticos
    generados por flujos de elevada concentración de
    energía, como el plasma. Esencialmente, considero que la
    visión puramente cognoscitiva y socialmente
    des-comprometida de la investigación es moralmente
    cuestionable porque pretende ignorar que la lógica
    del descubrimiento es y sólo puede ser
    antropocéntrica, es decir, al servicio de la
    realización humana.

    Pero la superioridad de la investigación
    acción encuentra su límite en la falta de
    autonomía de sus intereses. La visión de la
    investigación acción es tributaria de una
    visión más vasta, la del globalismo que intenta
    imponer al mundo un modelo de
    desarrollo desigual que garantice la hegemonía cultural y
    la dominación política y
    económica del Occidente post-industrial, y la
    asociación subordinada del resto del mundo. Los think
    tanks
    del globalismo han establecido que el mantenimiento
    del desequilibrio global exige, por ejemplo, disminuir ciertos
    extremos de inequidad y, entre ellos, la pobreza
    extrema y la exclusión
    social, a la vez que es necesario elevar los niveles
    educativos de la población para facilitar su
    incorporación funcional al mercado y al
    sistema. Esta
    perspectiva es instrumentada por organismos financieros
    internacionales como el Banco Mundial
    y por la red mundial de
    ONGs, a través de los cuales operan intereses estatales de
    las grandes potencias. No puede sorprender, por tanto, que la
    visión y el paradigma
    metodológico de la investigación acción sean
    desarrollados en el marco institucional, difuso y poco
    transparente, auspiciado por esas entidades, inclusive a nivel de
    manuales y
    guías técnicas de formulación y evaluación
    de proyectos, construyendo una ideología desarrollista que se materializa
    en prácticas de investigación acción en
    temas muy diversos.

    Es así como el elevado y creciente respaldo de
    los organismos internacionales y de otras fuentes de
    cooperación económica del hemisferio norte, a las
    organizaciones
    y personas que adhieren a la investigación acción,
    especialmente a las ONGs, es un factor determinante para la
    reciente decadencia de la visión académica
    tradicional de la investigación científica, tildada
    con certeza de contemplativa y de promover la insensibilidad
    social de la comunidad científica ante los problemas
    reales que exigen su aporte para solucionarlos. Una consecuencia
    de esta decadencia es el desfase entre la investigación
    "académica" (de alcance mayormente analítico)
    producida en parte de las universidades y la investigación
    "desarrollista" (de alcance prospectivo) producida mayormente
    fuera de ellas. Este desfase obstaculiza el acceso de
    investigadores universitarios a mayores recursos para la
    investigación, puesto que las fuentes de
    financiamiento consideran que su orientación
    epistémica y metodológica no conduce a proponer
    soluciones
    prácticas a los problemas estudiados.

    En consecuencia, el escenario está preparado para
    que a mediano plazo se pueda erigir triunfante la
    investigación acción que, enarbolando sus valores
    positivos de compromiso social, pero sobre todo, sus grandes
    fuentes de recursos financieros, se configura actualmente como
    una visión de investigación "políticamente
    correcta" y cada día más presente en medios
    universitarios.

    El perfil políticamente correcto de la
    visión de la investigación acción alude
    directamente al hecho de que en casi todo el mundo disfruta del
    apoyo estatal y supra-estatal, y al hecho de que su propuesta
    metodológica participativa, sus herramientas
    técnicas y la eficacia de sus
    resultados inmediatos (productos, efectos e impacto) son
    progresivamente incorporados al imaginario social como elementos
    de un modelo exitoso de investigación; éxito
    que, en realidad, suele ser medido a través de indicadores
    construidos ex profeso y que figuran en sendos manuales de
    evaluación de proyectos, que en
    varios casos son únicamente medios para justificar la
    inversión y para acomodar la
    relación entre los resultados y las metas
    previstas.

    Sin embargo, la confrontación entre la
    visión académica tradicional de la
    investigación y la visión de la
    investigación acción ignora la presencia de una
    tercera visión, todavía emergente, a la que
    provisionalmente denominaré visión humanista de la
    investigación, para la cual la investigación
    científica es la práctica de realizar
    descubrimientos que mejoren los principios
    epistémicos conocidos, por medio de los cuales las
    generaciones subsiguientes puedan realizar generaciones enteras
    de conocimientos científicos, a la vez que es la
    práctica capaz de originar un conjunto de objetos
    útiles. Los objetos pueden considerarse "útiles"
    sólo en la medida en que, como clase, eleven
    significativamente y en forma creciente la tasa media de
    bienestar de la humanidad.

    La historia de la ciencia
    está llena de ejemplos que demuestran cómo un
    descubrimiento teórico o el desarrollo aplicado de una
    teoría originan directamente objetos útiles. Un
    caso sobresaliente es el de la fundación que hiciera
    Johannes Kepler (s. XVII) de la física matemática
    comprensiva, a partir de cuyos razonamientos y postulados se
    derivan los principios tecnológicos del cálculo
    mecanizado y, de éstos, el artefacto de la calculadora
    mecánica. Otro caso es el de la
    teoría cinética de los gases,
    propuesta por Maxwell y otros (s. XIX), que sustenta la tecnología de la
    refrigeración y ha permitido la
    fabricación de varias generaciones de sencillos artefactos
    refrigeradores.

    La visión humanista de la investigación
    re-localiza el interés que anima a la investigación
    científica y el objetivo inmediato de su práctica.
    Desde este punto de vista el interés subyacente de la
    investigación no es gnoseológico, como sí lo
    es para la visión académica tradicional, ni el
    objetivo inmediato de la investigación es solucionar
    problemas
    sociales en el marco del modelo dominante de desarrollo, como
    sí lo es para la visión de la investigación
    acción. En la visión humanista el interés
    que subyace a la investigación es activista en el sentido
    de transformar y mejorar las condiciones generales de vida de la
    humanidad, y el objetivo inmediato de la investigación es
    producir "objetos útiles", es decir, "utilidades" en el
    sentido de "valores".

    El diccionario de
    la Real Academia Española, de Madrid, define
    el vocablo "utilidad" como:
    "provecho, ganancia, valor que en
    si tiene una cosa. Conveniencia o necesidad de carácter colectivo en el orden moral o
    material". Es muy significativo que entre los términos
    "utilidad" y "valor" exista una estrecha similitud de
    significado, considerando que la noción de "valor"
    adoptada en esta disertación es tanto moral o ética como
    enraizada en el significado de la expresión inglesa
    "value", que es estrictamente: utilidad. Así, lo
    que aquí interesa rescatar de la noción de
    "utilidad" es la posibilidad de observar y medir objetivamente el
    valor que representa para el género
    humano y los grupos
    sociales que lo conforman.

    La consideración del tema de los valores me
    permite señalar la diferencia axiológica existente
    entre las tres visiones de la investigación.

    Aunque la investigación en su visión
    académica tradicional se cubre de neutralidad
    axiológica, sofisticadamente acreditada como
    "objetividad", no puede rechazar la crítica de que es
    injustificable practicar la investigación con un
    interés puramente gnoseológico, exento de responsabilidad
    social e histórica. Aunque la investigación
    acción se presenta como "desarrollista" y plena de
    responsabilidad social, tampoco puede rechazar la
    crítica de que es injustificable practicarla con
    sumisión a las exigencias de adhesión al modelo de
    desarrollo imperante por la voluntad de los organismos
    financieros internacionales, de su asociada la red mundial de las
    ONGs y de los think tanks ideológicos que nutren
    las políticas
    y estrategias de
    conservación del status quo mundial y su desigualdad
    social y regional.

    Frente a estas dos cuestionadas visiones, la
    visión humanista de la investigación tiene
    superioridad axiológica, porque su interés no es
    contemplativo y carente de compromisos sociales, pero tampoco es
    el activismo comprometido con un modelo de desarrollo
    sobre-determinado por los poderes globales. En la visión
    humanista la investigación científica tiene el
    interés de aumentar progresivamente y en medida creciente
    la tasa media de bienestar de la humanidad a partir del
    incremento deliberado de la productividad del
    trabajo con
    empleo de nuevas y mejores tecnologías, y a partir del
    aumento físico del consumo.

    Entonces, arribo aquí a una toma de
    posición acerca de la segunda pregunta inicial de esta
    disertación: ¿qué interés debe
    subyacer a la practica de la investigación
    científica?, respondiendo que el interés subyacente
    a la investigación no debe ser el prurito del
    descubrimiento ni el aporte a un desarrollo social
    heteronómico y desigual, sino que debe ser el contribuir
    sostenidamente a solucionar los problemas que obstaculizan el
    aumento del bienestar medio y común de la
    humanidad.

    El contínuo
    ciencia-tecnología

    Mario Bunge dice que la ciencia es un estilo de pensamiento y
    de acción: precisamente el más reciente, el
    más universal y el más provechoso de todos los
    estilos.

    Este estilo de pensamiento y de acción configura
    un campo de actividad que comprende el resultado del esfuerzo de
    "descubrir las leyes de
    formación y cambio de los hechos del mundo, en su
    verificación experimental y en su aplicación o uso
    para la utilidad humana". Así definida, la ciencia pone de
    manifiesto su cualidad de producto del
    proceso de investigación, a la vez que la mención
    de su utilidad denota la identificación de esta
    concepción de ciencia con la visión humanista de la
    investigación; pero además vincula
    orgánicamente la ciencia y la tecnología, puesto
    que la tecnología es el sistema de conocimientos
    producidos por la investigación científica para
    controlar y transformar estados de los procesos,
    instituciones
    u objetos, y para diseñar, planear, operar y mantener
    situaciones o artefactos.

    La articulación de las nociones de
    investigación, ciencia y
    tecnología ha permitido a algunos autores plantear la
    existencia de niveles diferenciados de investigación:
    investigación para la producción de teoría e
    investigación para la producción (o desarrollo) de
    tecnologías. En otras palabras: investigación
    científica e investigación tecnológica. Esta
    diferenciación ha producido más de una sofisticada
    confusión categorial.

    Así, por ejemplo, hay autores que postulan
    clasificar la investigación y la ciencia en niveles
    básico y aplicado. El nivel básico tendría
    como objetivo el incremento del conocimiento teórico, y el
    nivel aplicado tendría el objetivo de incrementar las
    aplicaciones descriptivas, explicativas y predictivas de las
    teorías, a clases concretas de hechos u
    objetos. Extremos de la ciencia y de la investigación
    aplicada serían la investigación tecnológica
    y la tecnología. En algunas exposiciones los niveles y
    sub-niveles o tipos de ciencia e investigación son
    categorías cerradas y excluyentes; en otras exposiciones
    son compartimentos permeables y los autores más exigentes
    llegan a afirmar que los límites
    entre investigación científica aplicada e
    investigación tecnológica son difusos.

    Al respecto considero que los modelos de
    clasificación de la investigación y de la ciencia,
    incluyendo el nivel tecnológico, no tienen correlato en
    una buena parte de los proyectos de investigación
    universitarios y extra-universitarios, porque sus
    categorías no se aplican ajustadamente a la codificación de los objetivos de
    las investigaciones concretas o porque los objetivos trascienden
    o ignoran las categorías clasificatorias. Lo que realmente
    ocurre con más frecuencia es que los objetivos de los
    proyectos de investigación y, por tanto, el alcance de las
    investigaciones, conforman un continuo trans-categorial, ya que
    cada vez más tienden a ser, sucesivamente, de nivel
    básico (construcción de modelos
    teóricos), de nivel aplicado (descriptivos,
    explicativos, predictivos) y de nivel prospectivo
    (tecnológicos o estratégicos). Esta
    apreciación personal,
    sustentada en la experiencia de investigación
    universitaria, me indica que se está desarrollando una
    tendencia amplia a realizar investigaciones que son, en el mismo
    proceso, científicas y tecnológicas, lo que, en
    perspectiva, decreta la inutilidad de uno de los extremos: o las
    investigaciones son científicas (incluyendo en su extremo
    productos tecnológicos), o las investigaciones son
    tecnológicas (presuponiendo la construcción de una
    base científica propia).

    ¿Cuáles son las condiciones y factores que
    están orientando la investigación en el sentido de
    diluir la frontera
    praxiológica entre ciencia y tecnología?

    Las condiciones son, básicamente, el traslape
    transicional entre la visión académica tradicional
    de la investigación y la visión de la
    investigación acción, en los medios universitarios;
    y la reducción creciente de los recursos económicos
    y medios institucionales para realizar investigaciones puramente
    descriptivas, analíticas o explicativo-predictivas, por
    completo contemplativas de su objeto de estudio, sin
    solución de continuidad hacia propuestas de
    intervención sobre ese objeto de estudio. La visión
    humanista no participa explícitamente en esta
    transición porque su filosofía moral y su
    orientación epistemológica son adversarias de las
    ideologías científicas dominantes, complacientes
    con el status quo, y permanecen aún como paradigmas
    contra-culturales marginados en la comunidad científica,
    pero allí están, avanzando…

    Incluso una muy somera descripción del enfoque innovador,
    verdaderamente revolucionario, de la concepción humanista
    de la actividad científica, excede ciertamente el
    propósito de estas páginas, pero se puede
    señalar que en este enfoque la finalidad esencial de la
    ciencia (y de la investigación
    científico-tecnológica) es producir conocimientos
    que permitan obtener valores de uso (utilidades) orientados a la
    economía
    del trabajo en el proceso productivo, para aumentar el bienestar
    humano. Por consiguiente esta visión no tolera y rechaza
    cualquier separación entre ciencia y tecnología,
    entre ciencia básica y aplicada, y entre
    investigación científica e investigación
    tecnológica.

    En mi opinión, una política
    científica coherente con esta perspectiva deberá
    encaminarse, en forma enérgica y sostenida, a
    diseñar e implementar un programa de
    investigación dedicado a desarrollar ocho
    categorías fundamentales de investigación para
    lograr un auténtico desarrollo:

    • Investigación para obtener producción
      de energía de alta densidad de
      flujo energético (plasmas y fusión
      termonuclear controlada).
    • Investigación para aprovechar esas formas de
      energía en la operación de medios de
      producción que maximicen la eficiencia del
      trabajo.
    • Investigación para desarrollar los nuevos
      rumbos del descubrimiento biológico en el mejoramiento
      creciente de la calidad de vida
      de la población.
    • Investigación para formular estrategias
      orientadas a conseguir la consolidación de corporaciones
      agro-industriales de producción y productividad
      creciente.
    • Investigación para el reordenamiento racional
      del territorio y sus recursos productivos, en la perspectiva de
      optimizar la articulación territorial y el
      aprovechamiento de los recursos en función
      de las necesidades sociales.
    • Investigación para desarrollar
      tecnologías y sistemas de
      información adecuados a la gestión eficiente y eficaz de la estructura
      productiva.
    • Investigación para transformar el sistema
      educativo, orientándolo a la formación de
      ciudadanos ilustrados, soberanos, humanistas y competentes en
      ciencia y tecnología.
    • Investigación para generar estrategias de
      fortalecimiento de la economía nacional y del Estado como
      organización política nacional,
      para enfrentar con éxito las fracturas de la
      globalización.

    Esta plataforma científica es ciertamente muy
    ambiciosa y aparentemente utópica en países como el
    nuestro. Pero rechazo adoptar la postura auto-conmiserativa de
    quienes cuestionan su factibilidad
    argumentando las limitaciones, deficiencias y carencias
    económicas, políticas, sociales y educacionales de
    nuestro medio. Sociedades
    nacionales como India,
    Pakistán, Chile, Cuba e
    inclusive Vietnam, todas ellas consideradas, en mayor o menor
    grado, "sub-desarrolladas", pueden mostrar importantes logros en
    algunas o cuando menos una de estas categorías de
    actividad científica, como resultado de aplicar
    políticas estatales y universitarias de desarrollo
    científico. Por otro lado, reflexionemos sobre los casos
    de Japón,
    Corea del Sur, China, que
    alcanzan progresivamente niveles superiores de desarrollo desde
    que, en acto de soberanía, deciden abandonar el modelo de
    sustitución de importaciones de
    ciertas categorías de productos tecnológicos, para
    afrontar el desafío de la generación de
    tecnología propia luego de absorber la tecnología
    más avanzada en ese momento.

    La alternativa propugnada por los poderes globales, los
    organismos financieros internacionales y la red mundial de ONGs,
    de escalar "niveles de desarrollo" orientando la
    investigación científico-tecnológica al
    consumo acrítico de teorías, o a la
    adecuación desfasada de tecnologías "intermedias" o
    "de nivel adecuado" sólo puede prometer la persistencia
    del "sub-desarrollo" y de la dependencia tecnológica y del
    conocimiento exógenos.

    La interfase
    ciencia-tecnología en la práctica de
    investigación

    ¿Cómo lograr que la práctica de
    investigación científica, en el medio
    universitario, se proyecte directamente a la producción de
    tecnología y a la generación de valores de uso
    (utilidades)?

    En principio, como se ha afirmado, abandonando la
    visión puramente gnoseológica y contemplativa de la
    investigación, adoptando a la vez una actitud
    extremadamente crítica frente al interés subyacente
    a la visión de la investigación
    acción.

    En segundo lugar, rechazando el encasillamiento de los
    trabajos de investigación en las categorías
    artificiales y compartimentadas de la investigación
    básica, aplicada, científica o tecnológica.
    Toda la investigación universitaria debe ser
    científico-tecnológica.

    En tercer lugar, desarrollando herramientas de
    método y técnicas para generar prospectivas en la
    fase culminante del proceso de investigación, a fin de que
    estas "anticipaciones" y "propuestas" puedan configurar sistemas de
    conocimientos producidos por la investigación
    científica para controlar y transformar estados de los
    procesos, instituciones u objetos, y para diseñar,
    planear, operar y mantener situaciones o artefactos; es decir,
    para que puedan materializar tecnologías.

    Por ende, dos claves para actuar construyendo la
    interfase ciencia-tecnología en los proceso de
    investigación científica son: la modelación
    y la prospectiva.

    El principio de modelación plantea que todo el
    conocimiento teórico que tenemos concerniente a un objeto
    empírico compone un cuadro más o menos completo de
    ese objeto empírico. De manera que el modelo es una
    representación teórica isomorfa del mundo
    empírico. El modelo no es la teoría del objeto
    empírico; obviamente tampoco es el objeto. Solamente es
    una mediación en la que, desde la perspectiva del
    investigador, se estructuran sistemas de conceptos y de datos que
    permiten mostrar la re-construcción racional del objeto en
    la mente del investigador. El modelo describe el conocimiento del
    investigador acerca del objeto.

    Los modelos se construyen para mostrar, de alguna
    manera, la totalidad esquemática del objeto de estudio. Un
    modelo es una edificación reduccionista que no sólo
    da cuenta de las "partes" comprobadamente conocidas del objeto,
    sino que debe comprender las hipótesis que contienen suposiciones
    lógicamente consistentes, teóricamente
    fundamentadas y empíricamente contrastables, que se ha
    planteado o descubierto acerca de las "partes" no comprobadas del
    objeto. En otras palabras, el modelo tiene una naturaleza
    bi-fronte: por un lado consigna los elementos que ya se conocen
    del objeto (axiomas, enunciados teóricos, conceptos,
    datos, dimensiones, que han sido previamente validados en el
    ambiente científico); por otro lado, propone los elementos
    que se suponen también componentes del objeto
    (hipótesis). Los elementos conocidos e hipotéticos
    pueden ser sobre la naturaleza del objeto, sus procesos de cambio
    y transformación, su movimiento
    estructural, sus funciones, sus
    relaciones con otros objetos, etc. En este sentido, el modelo es
    una construcción holística.

    Por consiguiente, los modelos se construyen con un claro
    propósito de análisis del objeto de estudio, no
    sólo para descubrir, según corresponda al objetivo
    del modelo, sus leyes, sus estructuras
    generales, su mecánica o dinámica, sino que también se
    construyen para ensayar y anticipar el comportamiento
    o el funcionamiento del objeto en uno o en distintos ambientes o
    situaciones, con el mismo o diferente número y cualidad de
    variables.

    Desde luego, un problema inherente a todos los modelos
    es cómo comprobar la corrección de la imagen
    modélica del objeto empírico. Es necesario
    arbitrar, para cada tipo de modelo, las reglas de interpretación o correspondencia que
    enlazan necesariamente el modelo con el objeto empírico.
    Estas reglas de correspondencia son de distinta naturaleza para
    cada tipo de modelo.

    Si el modelo está construido con conceptos de un
    modo analítico, las reglas de correspondencia son las
    definiciones teóricas y operativas de los conceptos, y las
    reglas de deducibilidad que rigen la relación entre esos
    conceptos. Pero el investigador tiene completa libertad para
    seleccionar el
    (matemático, icónico, analógico,
    tipológico, estratégico, pictográfico, etc.)
    que sea conveniente a sus propósitos, de manera que en el
    modelo se muestren bien los rasgos esenciales del
    objeto.

    Por su parte, la prospectiva es un desarrollo de la
    modelación en la medida que es capaz de proponer cambios
    en el objeto de estudio (objeto empírico) en base a
    pronósticos contenidos en hipótesis
    causales o funcionales que determinan las estrategias de
    intervención para el cambio. Un diseño
    sencillo de prospectiva puede ser representado en un "mapa
    estratégico".

    Mapa estratégico es el conjunto de objetivos
    estratégicos de intervención en el objeto, que se
    presentan organizados en perspectivas lineales y conectados a
    través de relaciones causales en una estructura completa e
    integrada de propuesta de cambio. Ayuda a entender la coherencia
    entre los pronósticos de cambio y permite visualizar de
    manera sencilla y gráfica la estrategia de la
    intervención en ese objeto. Asimismo, el mapa
    estratégico ayuda a englobar y priorizar objetivos de
    intervención y promueve la evaluación ulterior de
    los procesos de intervención.

    El mapa estratégico permite describir e ilustrar,
    en lenguaje claro
    y conciso, los objetivos, iniciativas, metas, medidas de desempeño y todos los lazos de unión
    entre las piezas de la intervención. En su
    expresión más acabada el mapa estratégico
    muestra
    cómo se puede convertir las iniciativas y recursos para la
    intervención en objetivos tangibles.

    El diseño del mapa estratégico debe
    realizarse "de arriba abajo", empezando con la "visión" de
    la intervención, para luego ir describiendo las
    perspectivas ("caminos"), con sus respectivos objetivos
    estratégicos, acciones y
    recursos que conducirán a concretar la visión,
    hasta llegar al "punto de partida" o base del mapa
    estratégico, que debe describir la situación
    presente, analizada o diagnosticada, del objeto de
    estudio.

    Considero que alcanzar dominio en el
    manejo de la modelación y la prospectiva
    establecerá condiciones necesarias para proyectar la
    investigación científico-tecnológica de la
    comunidad universitaria hacia superiores metas de
    realización de objetivos institucionales y de aporte al
    desarrollo nacional.

     

    Miguel Ángel Rodríguez
    Sosa

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