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El movimiento feminista hoy?. Pasado presente y futuro




Enviado por xbriceno



    1. Los movimientos
      feministas

    El Movimiento femenino "moderno" nació en los
    albores de la lucha por la igualdad y la
    emancipación, inmediatamente después de la independencia
    de los EE.UU (1776) y de la Revolución
    Francesa (1789) y las demás revoluciones liberal-
    burguesas que plantearon como objetivo
    central la consecución de la igualdad jurídica y de
    las libertades y derechos
    políticos.

    Pronto surgió la gran contradicción que
    marcó la lucha del primer feminismo: las
    libertades, los derechos y la igualdad jurídica que
    habían sido las grandes conquistas de las revoluciones
    liberales no afectaron a la mujer. Los
    "Derechos del Hombre y del
    Ciudadano" que proclamaba la revolución
    francesa se referían en exclusiva al "hombre" no al
    conjunto de los seres humanos.

    A partir de aquel momento, en Europa Occidental
    y Norteamérica se inició un movimiento, el
    feminismo, que trabajó por la igualdad de la mujer y su
    liberación. Durante ese período, el principal
    objetivo del movimiento de las mujeres fue la consecución
    del derecho de voto. Nacía así el movimiento
    sufragista.

    "El feminismo ha sido, como movimiento social, una de
    las manifestaciones históricas más significativas
    de la lucha emprendida por las mujeres para conseguir sus
    derechos. Aunque la movilización a favor del voto, es
    decir, el sufragismo, haya sido uno de sus ejes más
    importantes, no puede equipararse sufragismo y feminismo. Este
    último tiene una base reivindicativa muy amplia que, a
    veces, contempla el voto, pero que, en otras ocasiones,
    también exige demandas sociales como la eliminación
    de la discriminación civil para las mujeres
    casadas o el acceso a la educación, al
    trabajo
    remunerado (…)"

    La Historia tiende a presentar
    los avances sociales conseguidos por las mujeres como la
    consecuencia de un progreso que marcha por sí solo, como
    el resultado de un proceso en el
    que, en todo caso, las mujeres no han influido. En cambio, la
    reconstrucción de la Historia muestra que las
    mujeres sólo han logrado conquistas sociales allí
    donde y cuando ha habido mujeres trabajando y protagonizando esas
    conquistas. Han sido las luchas de muchas mujeres, las que nos
    permiten hoy gozar de derechos que en un pasado muy
    próximo fueron negados.

    Las mujeres, igual que los hombres, tienen opiniones y
    actitudes
    políticas e ideológicas muy diversas
    porque tienen intereses muy diferenciados, pero como seres
    humanos tienen una serie de derechos comunes que van desde el
    derecho al trabajo, a la libertad de
    expresión, a participar activamente en la política, a estudiar,
    al sexo, y
    también al merecido descanso después de largas
    jornadas de trabajo, el derecho al ocio, la cultura y los
    aspectos lúdicos.

    Ridiculizar las cuestiones que afectan a los derechos de
    las mujeres es una estrategia en la
    que se han empeñado siempre los sectores más
    inmovilistas de la sociedad.
    Frecuentemente, muchos de los problemas de
    las mujeres han sido problemas "invisibles"

    El hecho de intentar mantener a la mujer en casa ha sido
    una forma de mantenerla oculta. Lo que no se ve no
    existe
    . La nueva mujer, la mujer con derechos, se ha
    hecho presente precisamente al salir a trabajar fuera de casa y
    al llegar a exigir lo que a una le corresponde sin sentirse mal
    por ello, en definitiva, ser personas independientes que
    actúan en consecuencia.

    En estos momentos, en los que la estrategia de
    ridiculización no se considera políticamente
    correcta, algunos tienden a adoptar la estrategia del silencio.
    Se oculta no sólo lo que tiene que ver con el feminismo
    sino lo que tiene que ver con las mujeres, sus derechos y sus
    organizaciones.

    Lo que está pasando en estos momentos en los
    movimientos feministas suscita una serie de reflexiones: en
    primer lugar, el feminismo está actualmente visible
    básicamente en los ámbitos académicos, en la
    investigación y en el enunciado de los
    cambios sociales, pero más escasamente en la opinión
    pública. Como movimiento social, aparentemente
    está poco activo.

    No podemos decir que no haya mujeres trabajando por el
    feminismo, reivindicando la igualdad, luchando por ella, pero no
    se facilita su presencia pública, con el argumento de que
    no interesa, que carece de sentido.

    Ciertos sectores de la sociedad, a los que no les
    interesa la igualdad, han intentado, aislarlo, ocultarlo. Por
    eso, han dejado que sea una cosa de mujeres y para mujeres, pero
    que no merece mucho la pena compartir entre todos.

    Sin embargo, las mujeres están saliendo adelante
    y en muchos países se han dado avances importantes en los
    últimos años. La principal causa para que esto sea
    así es que la educación se impone,
    y en los países más adelantados no sólo se
    está alcanzando la igualdad en los niveles educativos
    más altos, sino que es está haciendo con grados de
    aprovechamiento más fructíferos.

    En las sociedades
    más avanzadas de nuestro tiempo, en
    general, y los movimientos feministas en particular, son fuerzas
    vivas y muy activas que difícilmente van a poder ser
    detenidos, por muchas estrategias que
    se invente para contrarrestarlas.

    El proceso es tan imparable que la mayoría de la
    opinión pública ha asumido que se trata de uno de
    los principales motores actuales
    del cambio social. Los cambios logrados para alcanzar la igualdad
    formal y las acciones
    positivas para avanzar en la igualdad real han sido instrumentos
    de utilidad para la
    igualdad de la mujer.

    Este es el camino para que interpretemos bien la
    declaración Universal de Derechos Humanos,
    que empieza diciendo: "Todos los seres humanos nacen libres e
    iguales en dignidad y
    derechos". Este es el camino para hacer ciudadanos, es decir,
    personas libres iguales, autosuficientes, a las que su comunidad
    reconoce el derecho a ejercer todas sus capacidades y
    potencialidades, porque ser ciudadano o ciudadana no es
    sólo tener derechos civiles (libertades), ni sólo
    derechos políticos (participación en la red pública), es
    también tener derechos sociales (económicos,
    culturales y sociales) para poder sentir que todos y todas
    formamos parte de una comunidad.

      LOS
    MOVIMIENTOS FEMINISTAS.

      Se considera que los movimientos feministas
    tienen su origen en la Declaración de los derechos
    universales de igualdad y de libertad
    promovidos en la Revolución Francesa y en la
    Ilustración, donde las mujeres tomaron conciencia de su
    situación y comenzaron a reivindicar la igualdad en todos
    los terrenos, tanto en derechos como en oportunidades y no-solo
    para los varones.

    Recientemente, muchas voces sabias nos dicen que el
    feminismo ya no es necesario porque las mujeres ya han resuelto
    sus problemas. ¿Es este análisis correcto?. Es evidente que se
    pueden dar respuestas diferentes, todas con argumentos
    convincentes.

    En los setenta se afirmaba que el movimiento feminista
    era un fenómeno nuevo, desde sus propias filas
    surgió la tesis
    contraria. Apoyado por le trabajo de las historiadoras, las
    feministas y con ellas los interesados en los movimientos
    sociales redescubrieron el sufragismo.

    El olvido del movimiento sufragistas que contrastaba con
    la memoria
    sobre el movimiento obrero del siglo XIX formaba parte de la
    "invisibilidad" de las mujeres. Un movimiento que había
    sido importante, potente y que ningún análisis
    político histórico riguroso podía
    ignorar, había caído, sin embargo, en el más
    completo olvido.

    El descubrimiento del sufragismo permitió ver que
    las mujeres no se convertirían por primera vez en un
    movimiento social en los setenta y que por tanto no eran un
    "nuevo" movimiento. Las mujeres, al calor de la
    Revolución francesa se habían cuestionado su
    situación social y el rol que les había asignado.
    Se comprometieron con la revolución porque pensaron que
    sus demandas serían atendidas. Mientras los
    revolucionarios debatían sobre los derechos del hombre,
    plantearon los derechos de las mujeres indicando que como
    grupo social
    tenía una especificidad que debía ser tomada en
    cuenta. No sólo sus demandas finalmente no se incorporaron
    a la agenda política, sino que se las persiguió, se
    las encarceló y, en muchos casos se las guillotinó
    por defender estas ideas.

    Las sufragistas recogieron el testimonio de esta
    generación de mujeres. Aceptaban el análisis sobre
    la situación de inferioridad de las mujeres, es decir, su
    discriminación y pedían el acceso al
    mundo público del cual habían sido excluidas. Si
    bien, planteaban diversas reivindicaciones, como el derecho a la
    educación y a poder tener un trabajo remunerado,
    convirtieron a la participación política en el medio
    para conseguir las otras demandas. El derecho al voto se
    convirtió, así, en el aglutinante de la
    movilización de las mujeres.

    Esto demuestra el respeto al
    parlamento y a la democracia
    representativa que tenían, cuando otros sectores sociales
    consideraban que sus reivindicaciones jamás podían
    ser atendidas por los parlamentos democráticos y que
    éstos debían ser eliminados.

    Al igual que ahora, conseguido el voto para las mujeres
    se estimó que el feminismo ya no tenía razón
    de ser. Sin embargo, a finales de los setenta hay una nueva
    rebelión de las mujeres en contra de su situación
    social, la cual se consideraba discriminatoria. resurge el
    feminismo como un movimiento social y su movilización no
    es sólo social, sino que se traslada también a las
    instituciones
    políticas económicas y culturales.

    En este momento, las reivindicaciones de las mujeres se
    plantean en tres grandes áreas de actuación, no
    sólo piden acceso a las actividades y puestos de los que
    están excluidas.

    • En primer lugar, señalan que su biología no las
      condiciona para ser exclusivamente madres. Que tienen derecho a
      la sexualidad,
      al control de
      su cuerpo y a decidir libremente sobre su
      maternidad.
    • En segundo lugar, plantean que las relaciones entre
      los hombres y mujeres tienen un componente de
      poder.
    • En tercer y último lugar, señalan que
      existe una dicotomía entre lo público (la
      economía, la política y cultura) y
      lo privado (la familia)
      y que el rol que tiene en el ámbito privado es tan
      importante para el funcionamiento social como el
      público. La familia es
      también una unidad de producción de bienes y
      servicios.

    En estas tres nuevas áreas de demandas feministas
    surgen las reivindicaciones concretas que centran las
    movilizaciones: el derecho al aborto; la
    paridad como forma de terminar con la jerarquía
    hombre/mujer y el poder masculino; y la exigencia de que el trabajo
    doméstico y los servicios que hacen las mujeres en el
    hogar sean reconocidos y compartidos. Muchas de estas demandas
    son incorporadas a la agenda de los poderes públicos que
    comienzan a implementar políticas específicas. Sin
    embargo, en muchos casos esta incorporación a la agenda
    pública no ha hecho que las actuaciones cambien
    efectivamente la realidad. Las estadísticas siguen mostrando que existe
    discriminación hacia las mujeres.

    ¿Ha desaparecido el movimiento feminista?
    Quizás conviene comenzar por recordar que un movimiento
    social no es un partido político o una organización que mantiene su existencia
    independientemente del grado de participación,
    movilización o acceso a los medios de
    comunicación..

    Si comparamos las distintas oleadas feministas lo que
    tienen en común sus demandas es que se basan en la
    constatación de que el sexo biológico se convierte
    en género
    social. Es decir, el hecho de ser mujer no es sólo un
    fenómeno biológico; sobre la biología se le
    construye un rol social y unos ámbitos de
    participación que constituyen su género. A este
    género se le asigna un estatus inferior que se traduce
    luego en la discriminación. Las sociedades y su
    organización social, económica y cultural ha
    cambiado históricamente. Sin embargo, en cada caso se ha
    mantenido esta jerarquía entre los géneros y esta
    discriminación. Por eso el feminismo reaparece a
    través del tiempo. Como la expresión en cada
    período histórico es diferente, las mujeres se han
    encontrado con discriminaciones de diferente tipo y en cada uno
    de los períodos de "resurrección" del feminismo se
    plantean reivindicaciones específicas.

    Existe un movimiento de mujeres que es más amplio
    que el movimiento feminista. Esto es verdad. Pero no se puede
    olvidar que las conquistas de las mujeres han estado
    asociadas a la movilización feminista. Si hoy muchas
    mujeres no feministas o antifeministas tienen derechos
    políticos y pueden realizar otras actividades en el mundo
    público, es porque otras mujeres, las feministas lucharon
    por ello, en algunos casos dejando su vida en el
    camino.

    Si algo queda claro, al contemplar la realidad actual,
    es que a pesar de los logros conseguidos por el movimiento
    feminista, desde sus orígenes allá por la
    Revolución Francesa y la reivindicación de la
    Ilustración de los derechos de igualdad y
    de libertad, pero en los que no se incluía a la mujer,
    aún hoy no se ha llegado a una igualdad plena de derechos
    para hombres y mujeres, y se siguen observando posiciones de
    desventaja para la mujer en diferentes ámbitos, tanto en
    el plano laboral como en
    el doméstico.

    El feminismo tomó diversos rumbos, dependiendo
    del elemento de desigualdad al que se diera mayor relevancia;
    así el feminismo liberal ponía énfasis en la
    división del trabajo atendiendo a razones de sexo, que
    dejaba peor parada a la mujer, ya que la esfera pública de
    autoridad y de
    ventajas, e indirectamente de acceso a educación y
    oportunidades, y por tanto de reproducción cultural, se limitaba al
    hombre.

    Por su parte el feminismo socialista, dentro de la
    corriente marxista denunciaba que las desigualdades entre hombres
    y mujeres estaban íntimamente ligadas con la existencia de
    una serie de instituciones de carácter cultural, pero atendiendo y
    diferenciando entre distintas clases
    sociales a las que las mujeres puedan pertenecer, ya que los
    problemas que las afecten en cada caso no serán los
    mismos, es decir que las mujeres son una subclase dentro del
    sistema de
    clases; en los últimos tiempos esta corriente ha centrado
    su interés
    en el análisis de cuestiones concretas como fuentes de
    desigualdad, como es el posicionamiento
    de las mujeres en ciertos ámbitos: la clase
    trabajadora, la reproducción, la sexualidad, los procesos de
    socialización; y proponiendo ciertas
    soluciones:
    reivindicación del lesbianismo como un derecho, la
    fecundación artificial, lo que
    supondría una "maternidad sin hombres", o la lucha por
    llegar a una sociedad asexuada, en la que no haya una
    socialización que asigne roles en función
    del sexo. El feminismo radical reta a la dominación
    patriarcal del hombre, mediante la cual controla y tiene sometida
    a la mujer.

     La consolidación de la ideología feminista como tal se produce en
    Mayo del 68, donde se intentará redefinir las relaciones
    de poder.

    Se defiende que la consecución de la
    liberación económica conducirá
    inexorablemente a una liberación social. Empieza a
    vislumbrarse el modelo de
    mujer independiente, que se labre su propio futuro.

    Una de las principales características del
    feminismo como tal, es que, a pesar de haber ido evolucionando y
    tomando diferentes posturas, los logros anteriores no se pierden.
    Actualmente se reivindican más una serie de valores, como
    la recuperación de la sensibilidad o del razonamiento
    femenino que sitúen a la mujer en un lugar central, que
    objetivos
    materiales,
    pero esto se hace sobre la anterior base de metas alcanzadas,
    (esta postura recibe el nombre de feminismo postmoderno). La
    pretensión de conseguir reformas graduales en las
    instituciones, anteriormente reivindicadas desde fuera del
    sistema, ahora defiende hacerlo desde dentro.

      La teoría
    feminista es, ante todo y por definición, una
    teoría crítica
    de la sociedad. En palabras de Celia Amorós,
    una teoría que irracionaliza la visión establecida
    de la realidad. Amorós nos recuerda la raíz
    etimológica de teoría, que en griego significa ver,
    para subrayar el que es el fin de toda teoría: posibilitar
    una nueva visión, una nueva interpretación de la realidad, su
    resignificación. La teoría, pues, nos permite ver
    cosas que sin ella no vemos, el acceso al feminismo supone la
    adquisición de una nueva red conceptual, "unas gafas" que
    nos muestran una realidad ciertamente distinta de la que percibe
    la mayor parte de la gente. Y tan distinta, porque donde unos ven
    protección y caballerosidad hacia las mujeres otras vemos
    explotación y paternalismo, donde unos observan que "en
    realidad las mujeres gobiernan el mundo" otras vemos la
    feminización de la pobreza y la
    dolorosa resignación con que las mujeres aceptan
    todavía lo que se hace pasar por su destino.
    Efectivamente, una de las cuestiones centrales que tiene que
    afrontar el movimiento feminista es el hecho claro de que muchas
    mujeres no aceptan la visión feminista de la realidad. Tal
    y como lo enunciara Mary Wollstonecraft hace ya más de dos
    siglos, el hecho de que las mujeres parecieran dedicarse
    más a sacar brillo a sus cadenas que a tratar de
    sacudírselas.

    En esta cuestión el feminismo coincide con los
    otros movimientos sociales, ya que como han puesto de relieve los
    nuevos enfoques los movimientos no se explican sólo como
    respuestas colectivas a conflictos
    manifiestos o desigualdades estructurales, sino que buena parte
    de su sentido y acción
    se dirige a mostrar, explicar, hacer explícito o visible
    ese conflicto para
    la opinión pública. Así, por ejemplo, el
    movimiento ecologista trata de problematizar situaciones que,
    como la destrucción de los recursos
    naturales o el maltrato a los animales
    continúan definiéndose como naturales, inevitables
    o consustanciales al rango superior y al progreso de la especie
    humana. En este sentido preciso todos los movimientos suponen la
    subversión de los códigos culturales dominantes.
    Pero, tal vez la peculiaridad del feminismo resida en lo que ya
    señalara Kate Millett, en que el feminismo desafía
    el orden social y el código
    cultural más ancestral, universal y arraigado de los
    existentes en sus diversas manifestaciones

      La ideología patriarcal está tan
    firmemente internalizada, que sus modos de socialización
    son tan perfectos que la fuerte coacción estructural en
    que se desarrolla la vida de las mujeres presenta para buena
    parte de ellas la imagen misma del
    comportamiento
    libremente deseado y elegido. Estas razones explican la crucial
    importancia de la teoría dentro del movimiento feminista,
    o dicho de otra manera, la crucial importancia de que las mujeres
    lleguen a deslegitimar "dentro y fuera" de ellas mismas un
    sistema que se levanta sobre el axioma de su inferioridad y su
    subordinación a los varones. La teoría feminista
    tiene entre sus fines conceptualizar adecuadamente como
    conflictos y producto de
    unas relaciones de poder determinadas, hechos y relaciones que se
    consideran normales o naturales, en todo caso, inmutables.
    Aquéllos de los que se suele afirmar que "siempre ha sido
    así y siempre lo será", en expresiones tales como
    "la prostitución es el oficio más viejo
    del mundo" o "los hombres siempre serán hombres  y
    eso no hay quien lo cambie". La teoría feminista indaga en
    las fuentes religiosas, filosóficas, científicas,
    históricas, antropológicas, en el llamado sentido
    común, etc. para desarticular las falsedades, prejuicios y
    contradicciones que legitiman la dominación sexual. Este
    auténtico proceso de liberación cognitiva, este
    cuestionamiento de la realidad patriarcal puede analizarse como
    una sucesión de pasos o momentos teóricos y
    prácticos, colectivos e individuales. En un primer momento
    hay que definir una situación como problemática,
    injusta e ilegítima, es un segundo momento habría
    que encontrar las causas de esta situación, sean
    culturales, económicas, etc., o establecer lo que se ha
    denominado la "atribución de la responsabilidad". En un tercer momento el
    feminismo ha de ser capaz de articular propuestas alternativas:
    no sólo hay que definir una situación como injusta
    hay que difundir también la conciencia de que es posible
    cambiar la sociedad y, en última instancia, universalizar
    esta conciencia, desarrollar la imaginación feminista
    suficiente como para hacer irrenunciable esa sociedad nueva, para
    mostrar cómo todos los seres humanos se
    beneficiarán del cambio. Y respecto a esta última
    afirmación podemos añadir que mantener que todos
    los seres humanos se benefician de un cambio no está en
    contradicción con que algunos colectivos pierdan
    privilegios, porque obviamente los varones pierden y
    perderán numerosos privilegios ilegítimos
    según avance el feminismo. El fin de este proceso, si es
    que tiene fin, porque como ha señalado Amorós los
    pactos patriarcales son metaestables, es decir, susceptibles de
    transformar continuamente sus formas de dominación, tan
    distintas las de hace dos siglos de las de ahora, tan distintas
    en las diferentes culturas, pero siempre tan eficaces- tiene como
    resultado lo que se ha denominado la "liberación
    cognitiva", la puesta en tela de juicio de principios
    valores y actitudes aprendidos e interiorizados desde la infancia, y,
    por supuesto, el paso a la acción, tanto individual como
    colectiva. El triunfo del feminismo requiere conjugar ambos tipos
    de acción para poner fin a la doble reproducción
    del sistema patriarcal, dentro y fuera de las personas, en el
    espacio público y en el privado, para romper la implacable
    dinámica de refuerzo mutuo que se da entre
    las prácticas de la vida cotidiana y las macroestructuras
    económicas, políticas e ideológicas.
     

       El Caso
    Latinoamericano, por otra parte ha sido descrito el feminismo
    como "engendrador de democracia", el movimiento feminista
    latinoamericano se ha desarrollado en los últimos quince
    años, basado en cientos de novedosas formas de
    auto-organización y trabajo en redes. Es indudable que el
    movimiento ha contribuido a ampliar el escenario social,
    enriquecer la sociedad civil y
    abrir nuevos horizontes en la vida de las mujeres. En este
    proceso en Latinoamérica, son reconocidas tres
    corrientes fundamentales. La primera, mujeres que han militado en
    la izquierda política y han cuestionando su
    posición, creando organizaciones autónomas. Otra
    Corriente está conformada por mujeres que pasaron de su
    papel tradicional a la esfera publica, y una tercera configurada
    por las del sector político formal, partidos y sindicatos en
    permanente cuestionamiento de la legitimidad masculina en estos
    escenarios.

    El movimiento ha tenido que florecer bajo
    regímenes autoritarios y dictatoriales, y por esa misma
    razón, ha demostrado ser clave en los procesos de
    recuperación democrática. Quizás, por la
    misma causa, la relación de las agrupaciones femeninas y
    el Estado, en
    Latinoamérica suele ser contradictoria y compleja. Estas
    diferencias no solo se expresan al interior del movimiento
    feminista, sino también en las dificultades inherentes a
    los patrones de diferenciación genérica,
    predominantes en la región. Y ante todo refleja los
    profundos cambios que experimenta la figura de Estado en América
    Latina en este momento histórico.

    El activismo feminista, no ha alcanzado a llegar a las
    estructuras
    políticas, y si ha llegado no ha visto claros y grandes
    avances en la solución de sus problemas concretos, esto
    basado, principalmente en contradicciones propias del movimiento,
    por una parte las ideologías predominantes al interior del
    movimiento, con claro corte marxista, que considera al estado
    como un enemigo al que hay que conquistar, ya que representa lo
    mas puro de la dominación patriarcal , siendo esta desde
    mi punto de vista una visión extrema, ya que no se toman
    en cuanta las complejidades del Estado, que no es
    monolítico, sino mas bien presenta una serie de grietas y
    contradicciones, que muchas veces lo hacen tremendamente
    susceptible. La otra corriente está compuesta por mujeres
    "feministas autónomas" que desean trabajar en el Estado. A
    estas mujeres de una u otra forma las primeras, las consideran
    que abandonaron el movimiento y se produce un conflicto de poder,
    que no ha sido resuelto al interior del movimiento
    feminista.

    Sin embargo, lo importante de lo anteriormente
    señalado, dice relación con que , si bien durante
    el ejercicio de la ciudadanía femenina, las mujeres han puesto
    en evidencia el cuestionamiento entre la división de lo
    publico y lo privado, la esfera publica donde se toman las
    decisiones, sigue estando en manos masculinas, de modo que la
    brecha en Latinoamérica entre la democracia participativa
    y la democracia representativa, se ha hecho claramente evidente,
    al igual que en nuestro país.

    Todo lo anterior, refleja un hecho alarmante; aunque la
    democracia es, sin lugar a dudas, el terreno más
    fértil para el desarrollo y
    la consolidación de nuevas practicas sociales y
    políticas, y para el propio movimiento feminista. No
    necesariamente implica un cambio en los acuerdos que hoy rigen en
    las relaciones de genero, por lo
    tanto es necesario recordar, como plantea Jaquette, que las
    mujeres no son "naturalmente" conservadoras, ni "naturalmente"
    democráticas. Su apoyo a la democracia dependerá de
    la calidad de
    vida política fomentada por las mismas democracias y
    el espacio que ellas generen, y de su respaldo al proceso de
    eliminación y modificación de la condición
    de subordinación de la mujer (Jaquette 1989)

      En este momento, el movimiento femenino ha
    reconocido de una u otra forma que vincularse con el Estado en
    una posición de mayor apertura, sin duda abre y mejora los
    canales de dialogo, en pos
    de la integración del movimiento femenino en la
    discusión y análisis de las políticas
    publicas que las afectan, sin embargo, el movimiento feminista
    vuelve a enfrentarse a una nueva paradoja, si, bien reconoce la
    necesidad de los espacios de Dialogo; los Estados
    Latinoamericanos se encuentran enfrascados en profundas crisis de
    identidad,
    están redefiniendo su posición entre benefactor, o
    populista y, además el Estado a perdido legitimidad para
    responder a las necesidades más apremiantes de la población.

    Entre la población se generaliza cada vez mas la
    desconfianza en un sistema
    político cada vez menos capaz de representar los
    múltiples intereses plurales de la sociedad. Estados
    débiles , que no superan sus rasgos autoritarios,
    patrimoniales y patriarcales, que carecen en la mayoría de
    los casos de la generosidad y recursos para
    hacerse cargo de las demandas y propuestas hechas por las mujeres
    y otros sectores oprimidos, lo que contribuye a ser mas evidente
    el histórico divorcio entre
    la sociedad y el Estado.

    América
    Latina se ha empobrecido, y dentro de este empobrecimiento quien
    mas se ha empobrecido son las mujeres, no en vano se habla del
    fenómeno de Feminización de la Pobreza, y dentro
    de este empobrecimiento surge una nueva paradoja, la
    búsqueda constante de la democratización de los
    procesos, de la participación política, la
    búsqueda de la consolidación de la
    ciudadanía política. Esta contradicción en
    nuestra América Latina revela desde hace mucho la falta de
    articulación entre la democracia social y la
    política.

    En este terreno ambiguo y paradójico es donde las
    mujeres debemos buscar nuestros espacios de poder, tratar de
    encontrar una relación diferente con el estado y
    diseñar propuestas publicas que consideren la
    opinión femenina, paradójico es en el caso
    Chileno que la discusión y decisión respecto a la
    Ratificación del protocolo de la
    Convención de eliminación de todas las formas de
    discriminación contra la mujer sea tomado en el senado
    solo por "hombres"

    Derivado de esto, la importancia de establecer puentes y
    canales de unión y solidaridad entre
    grupos de
    mujeres y buscar la presencia femenina en el Estado, y el espacio
    político.

    Los desafíos para esto pasan por encarar la
    Relación de las Mujeres con el Poder , a juicio de Natacha
    Molina, "invertir la cultura del no-poder y fortalecer la
    capacidad de dialogo y de propuesta dirigida a la esfera publica
    desde los diferentes espacios y corrientes del movimiento";
    reconocer los esfuerzos que algunas mujeres desde el centro de
    los bastiones masculinos de poder (los partidos
    políticos y el gobierno)
    continúan haciendo para abrir los débiles canales
    de que disponen a favor de las políticas femeninas;
    generar las condiciones para la celebración de un pacto
    entre mujeres que, basado en el respeto a las diferencias,
    encuentre un mínimo común denominador
    democrático, fortalecer la capacidad de negociación con los mas diversos sectores,
    aun sabiendo que nuestro América Latina tiene una historia
    cultural democrática mas bien débil, , y siendo
    consciente que el proceso de incorporar nuevos temas, actores, en
    este caso mujeres, que desde sus distintos campos de
    acción implica fortalecer nuestra propia cultura
    democrática.

      Señalar como ultimo punto que no solo las
    leyes o el
    reconocimiento de nuestros derechos pueden modificar las
    múltiples situaciones opresivas que enfrentan las mujeres.
    El Movimiento femenino trastorna demasiados bastiones de poder y
    demasiados intereses políticos, sociales y personales. No
    basta hacer política de una forma diferente. Nuestros
    espacios autónomos no son suficientes, como tampoco es
    suficiente participar en el juego
    político, en donde el riesgo de seguir
    estando subordinadas es concreto y
    real

    Solamente una respuesta basada sobre el respeto y la
    tolerancia,
    capaz de unir y no de excluirlos, nos permitirá ganar mas
    espacios democráticos para la próxima
    generación femenina.

    BIBLIOGRAFIA

    Molina Natacha : " La dificil relación entre
    Estados Y Mujeres" Transiciones, Revista Isis
    Internacional 1991

    Feijoo María del Carmen, Compiladora "Mujer y
    Sociedad en America Latina" Buenos Aires
    Clacso 1991

    Virginia Vargas, y otras , Triangulo de Poder

    Kirkwood Julieta " Escritos Femeninos"

    Amorós,C "Mujer Participación, cultura
    politica y Estado" Argentina 1990.

    Jaquette; Jane " The Women’s Movement im Latin
    America. Feminism and the Transitión to Democracy " Boston
    MA Unwin Hyman,1989

     

    Autora:

    Ximena Briceño Olivera

    Trabajadora Social

    Magíster en Ciencias
    Sociales

    Académica Universidad de la
    Frontera de
    Temuco- Chile

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