Monografias.com > Historia
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

La muerte de Melibea como un acto de subversión




Enviado por cynomysereno



    (Un acercamiento al modelo de
    la mujer
    custodiada dentro de la configuración de La
    Celestina
    )

     

    En el último año del siglo XV, en la
    España
    de los Reyes Católicos, La Celestina es publicada
    en un momento de transición donde viejos y nuevos modelos
    conviven. El presente trabajo se
    enfoca en un momento específico de dicha obra, a saber,
    la muerte de
    Melibea, con la intención de demostrar el tono subversivo
    de dicha acción;
    es decir, nuestro objetivo es
    comprobar que el personaje de Melibea acaba con su vida como una
    forma de negarse a seguir con el modelo de vida tradicional que
    su sociedad le
    impone. Para ello, iniciaremos conociendo las
    características de este modelo, a la vez que lo comparamos
    con la situación de Melibea dentro de la obra; luego,
    analizaremos el momento de su muerte tratando de descubrir los
    indicios que nos revelen la verdadera intención escondida
    tras el amor que
    siente por su fallecido Calisto.

    No obstante, sería pertinente conocer un poco
    más a cerca del contexto histórico en el cual surge
    La Celestina, así como algunos aspectos relevantes
    sobre esta obra dialogada y su autor.

    Como mencionamos anteriormente, La Celestina
    aparece en los últimos y prolíficos años del
    reinado de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón. En
    España, al igual que el resto del occidente europeo, el
    proceso de
    urbanización que empezara en el siglo X ha llegado a un
    punto culminante; la población ha aumentado y el comercio se ha
    desarrollado hasta convertirse en una importante actividad
    económica, con la cual una nueva clase social,
    conocida como la burguesía, se va enriqueciendo a la vez
    que adquiere un mayor poder
    político; ante esta nueva "nobleza", la aristocracia
    tradicional se esfuerza por mantener la pureza de su linaje
    (Ladero, 1997). También cabe destacar que los judíos
    y los musulmanes han sido obligados a convertirse al cristianismo
    o, en caso de que se negaran, han sido desterrados. Los
    convertidos a la fe cristiana, sobre todo los judíos
    conversos, no eran vistos con agrado y en la primera oportunidad
    que se presentaba, eran acusados de herejía y castigados
    por la Inquisición (Pérez, 1999).

    Pues bien, éste es el ambiente
    político, económico y social que rodea la primera
    edición
    de La Celestina, en el año de 1499, en la ciudad de
    Burgos; con 16 actos de los cuales, Fernando de Rojas dice ser el
    autor con excepción del primero, el cual lo atribuye a la
    pluma de Juan de Mena o de Rodrigo de Cota y asegura
    habérselo encontrado durante unas vacaciones de su vida
    como bachiller. La segunda edición aparece un año
    después en Toledo con su título original:
    Comedia de Calisto y Melibea; le han adherido una carta (en la cual
    el autor explica el propósito de su composición),
    once octavas, un Incipit y un argumento general, mismos
    que han sido escritos por Rojas. Un tercer grupo de
    ediciones aparece en 1502, en las ciudades de Salamanca, Toledo y
    Sevilla, bajo el título de Tragicomedia de Calisto y
    Melibea
    ; esta vez, se le han agregado nuevos elementos, a
    saber, un prólogo, cinco actos intercalados entre el acto
    XIV y el XIX conocidos como el "Tratado de Centurio", el
    "Concluye el autor aplicando la obra al propósito por que
    la acabo" y las siete octavas de Alonso de Proaza, corrector de
    la impresión (Rojas, 2000: IX-X).

    Existen dos grupos de
    críticos expertos en La Celestina: el primero
    sostiene que Rojas es el autor de todas las partes componentes de
    la obra (basándose en la unidad presente en la totalidad
    del texto), y que
    recurre al anonimato por temor a perder su reputación como
    jurista y para proteger su obra de la censura inquisitorial. El
    segundo grupo acepta las declaraciones de Rojas,
    sustentándose en las marcadas diferencias de estilo y
    vocabulario entre el acto primero y los restantes. Muchos
    estudios de La Celestina pretenden separar los elementos
    medievales de los renacentistas. Entre los primeros encontramos
    la moralidad, las
    sentencias senequistas y el pesimismo del enlace; entre los
    segundos, la exaltación de la belleza, el logro de la
    sensualidad, la autonomía inusitada de los personajes.
    Otra problemática es la referente al género de
    la mencionada obra, escrita en prosa. Ha sido clasificada como
    "novela
    dialogada" o "novela dramática". Pero, ¿es una
    novela o una obra de teatro? El
    principal argumento que niega la naturaleza
    dramática de La Celestina es su extensión y
    la profusión de cambios de escenario (Rojas, 2000:
    XIV-XV). Como quiera que sea, La Celestina, "… ha
    influido en el teatro, en prosa del siglo XVI (…) y en
    la novela
    picaresca" (Torri, 1974: 116).

    Veamos ahora quién es el autor de por lo menos 15
    de los 16 primeros actos. Fernando de Rojas, judío
    converso, era natural de la Puebla de Montalbán,
    estudió en Salamanca y se estableció en Talavera de
    la Reina, ciudad donde desempeñó el cargo de
    alcalde mayor durante varios años y donde lo
    alcanzó la muerte en 1541. Estuvo casado con doña
    Leonor Álvarez de Montalbán (Torri,
    1974).

    Volviendo a lo que nos interesa, esto es, demostrar que
    la muerte de Melibea es un acto de subversión contra el
    modelo de vida establecido para la mujer europea de
    la Edad Media,
    empecemos por conocer la esencia de este modelo.

    Básicamente, el "modelo" determina la
    inferioridad de la mujer, restringe su participación en
    diversas actividades y limita su presencia a reducidos espacios.
    La concibe como un "bien" valioso en tanto que siga el modelo
    establecido. La doctrina eclesiástica y la normativa
    secular coincidieron a la hora de otorgar a la mujer un estado de
    debilidad, considerándola un ser ávido de
    protección y subordinándola a las figuras del
    padre, el hermano o el marido (García, 1999). Este modelo
    se sustenta en la autoridad
    proveniente del pasado (apoyándose en las Sagradas
    Escrituras y en las obras paganas de la sabiduría
    antigua), además de estar en condiciones de funcionar en
    el presente y de proyectarse al futuro. Esta es la clave de que
    fuera tan exitoso. Además, numerosos textos laicos y
    religiosos, desde finales del siglo XII hasta finales del siglo
    XV, señalan la imperiosa necesidad de elaborar un modelo
    de valores y
    comportamientos adeudaos y deseables para las mujeres
    (Casagrande, 1993).

    El modelo claramente nos presenta a una mujer que, por
    ser "mudable de cuerpo e inquieta de alma",
    necesita ser custodiada. Esta custodia se traduce en reprimir,
    vigilar, enclaustrar, proteger, reservar y cuidar. Las mujeres
    custodiadas son amadas y vistas como "bienes"
    inestimables durante toda su vida (Casagrande, 1993).

    Melibea, sin duda, es una mujer custodiada. Durante el
    desarrollo de
    la obra, ella siempre está encerrada en su casa,
    resguardada y protegida. Es Calisto quien debe flanquear esas
    paredes que la resguardan para poder llegar a ella. Sus padres
    están orgullosos de tener a su hija vigilada, tal y como
    lo manifiesta Alisa: "… yo sé bien lo que tengo criado
    en mi guardada hija" (La Celestina, acto XVI). La propia
    Melibea reconoce su condición: "¡Cómo te
    espantarás del rompimiento de mi honestidad y
    vergüenza, que siempre como encerrada doncella,
    acostumbré tener!" (La Celestina, acto
    X).

    Esta custodia también implicaba una determinada
    educación
    que exaltaba el valor de la
    virginidad. La mujer custodiada podía ser conducida a la
    salvación eterna y, más importante, garantizaba el
    honor de la familia. De
    hecho, la mujer no es dueña de su cuerpo, éste
    pertenece a su familia que lo
    exhibe como signo de estatus (Casagrande, 1993). Esto lo podemos
    apreciar en el acto XVI, donde los padres de Melibea, Pleberio y
    Alisa, razonan sobre el futuro casamiento de su hija, convencidos
    de la honra de aquélla:

    No hay cosas con que mejor se conserve la limpia fama
    en las vírgenes, que con temprano casamiento.
    ¿Quién rehuirá nuestro parentesco en toda
    la ciudad? ¿Quién no se hallará gozoso de
    tomar tal joya en su compañía?

    (La Celestina, acto XVI)

    Anteriormente, ya habíamos mencionado que la
    mujer custodiada es amada como un bien inestimable. ¿Un
    bien inestimable? ¿Un bien como una casa, un navío,
    un caballo? ¿Es, acaso, un objeto de cambio
    más? ¿Melibea, una joya? Le Goff (1991) menciona
    que las familias valoran las consideraciones y ventajas materiales que
    obtendrán de una unión matrimonial. Pleberio
    está orgulloso de "su joya" y está seguro de cerrar
    un buen negocio con el casamiento de Melibea, gracias a las
    virtudes de ella, como él mismo dice:

    "En quien caben las cuatro cosas, que en los
    casamientos se demandan, conviene a saber: lo primero,
    discreción, honestidad y virginidad; lo segundo,
    hermosura; lo tercero, el alto origen y parientes; lo final,
    riqueza. De todo esto la dotó natura; cualquiera cosa
    que nos pidan hallarán bien cumplida."

    (La Celestina, acto XVI)

    Pleberio y Alisa se encuentran discutiendo el futuro de
    su hija:

    "Pues ¿qué te parece, señora
    mujer, debemos hablarlo a nuestra hija? ¿Debemos darle
    parte de tantos como me la piden, para que de su voluntad
    venga, para que diga cual le agrada? Pues en esto las leyes dan
    libertad a
    los hombres y mujeres, aunque estén so el paterno poder,
    para elegir."

    (La Celestina, acto XVI)

    El matrimonio basado
    en el mutuo consentimiento de los cónyuges comenzó
    a darse a partir del siglo XIII, aunque esto no fuera lo
    más común dentro de una sociedad autoritaria y
    centrada en la familia (Opitz, 1993); pues la costumbre era que,
    desde niña, la mujer aprendiera a obedecer al padre
    callando sus íntimas aspiraciones para aceptar al hombre que le
    han elegido (Le Goff, 1991). Alisa no sólo comparte esta
    opinión, sino que se jacta de haber educado bien a su hija
    en cuanto a esta actitud de
    sumisión se refiere:

    ¿Y cómo piensas que sabe ella qué
    cosa sean hombres? ¿Si se casan, o qué es casar?
    ¿O que del ayuntamiento de marido y mujer se procreen
    los hijos? ¿Piensas que su virginidad simple le acarrea
    torpe deseo de lo que no conoce ni ha entendido jamás?
    […] No lo creas, señor Pleberio, que si alto o bajo de
    sangre, o feo o
    gentil de gesto le mandáramos tomar aquello será
    su placer, aquello habrá por bueno; que yo sé
    bien lo que tengo criado en mi guardada hija."

    (La Celestina, acto XVI)

    Melibea escucha toda esta conversación acerca de
    su futuro. Por un lado, se siente culpable de que sus padres
    alaben aquello que ha perdido en su primer encuentro
    íntimo con Calisto; pero por otro, está furiosa:
    "… dando voces como loca, según estoy enojada del
    concepto
    engañoso que tienen de mi ignorancia" (La
    Celestina
    , acto XVI).

    Melibea está custodiada, encerrada en una torre
    de marfil, con un futuro, un "proyecto de vida"
    planeado por sus padres con anticipación y sin tomar en
    cuenta sus intereses personales. Melibea es un cero a la
    izquierda, no tiene opinión, no tiene voz, no manda sobre
    nadie; es un producto de
    intercambio, una "joya" que asegurará la
    preservación del linaje y la riqueza de su familia. Luego,
    llega Calisto y la convierte en su señora, en su Dios, le
    da un papel activo dentro de la historia. Muerto Calisto,
    también muere Melibea, al menos, esa Melibea de
    sobrenatural belleza alrededor de la cual gira todo, vuelve a ser
    la "joven custodiada" cuya vida está decidida por los
    intereses familiares. Melibea misma reconoce esto: "¡Mi
    bien y placer, todo es ido en humo! ¡Mi alegría es
    perdida! ¡Consumióse mi gloria!" (La
    Celestina
    , acto XIX).

    En La Celestina, hallamos otras muertes
    además de la de Melibea y Calisto. Celestina,
    Pármeno y Sempronio, criados de Calisto, tienen un
    trágico fin. Los dos últimos matan a la primera y
    luego son mortalmente heridos al caer de una ventana y degollados
    por los hombres de la ley. Calisto, por
    si no lo hemos mencionado, muere al resbalar cuando bajaba de una
    escalera en la que sería su última noche con su
    señora. Las muertes de Celestina, los criados y Calisto,
    más allá del tono satírico y
    socarrón, están envueltas por un manto moralizante
    que pretende ocultar el discurso
    subversivo de la obra. Quizás la muerte de Melibea no
    escape de este sutil recurso; sin embargo, sería prudente
    recalcar que Melibea no es asesinada, no se resbala, no tropieza,
    su muerte no es un accidente o un trágico suceso
    inesperado que la toma por sorpresa: Melibea decide su muerte,
    decide cómo, dónde y enfrente de quién la
    llevará acabo. Si bien es cierto que es un "plan de
    último momento", consecuencia de la muerte de Calisto,
    recordemos que ella no se lanza desde su ventana inmediatamente
    después de ver que su amado es muerto. Entre su muerte y
    la muerte de Calisto hay un lapso de tiempo, mismo
    en el que Melibea bien puede hacer una conjetura de lo que le
    espera sin aquél que la consideraba su todo, tras la cual,
    decide matarse y concibe una eficaz manera para que nadie
    interfiera con su elección.

    En el penúltimo acto, Melibea sube a la torre y,
    primero, pide a su padre que vaya a buscar algún
    instrumento de cuerdas, luego, manda a su criada Lucrecia a
    acompañar a su padre, y, posteriormente, cierra la puerta,
    para que nadie interrumpa su partida. "Todo se ha hecho a mi
    voluntad: buen tiempo terné para contar a Pleberio mi
    señor la causa de mi ya acortado fin" (La
    Celestina
    , acto XVI), dice para sí Melibea. Cuando su
    padre vuelve, la joven le revela sus intenciones y, entre
    perdón y perdón, confiesa su relación con
    Calisto y, con una claridad fulminante, le declara: "perdí
    mi virginidad". Adiós al don más preciado que tanto
    alegraba al orgulloso padre.

    Ahora, prestemos mucha atención a las últimas palabras que
    Melibea dirige a Pleberio: "Recibe las arras de tu senetud
    antigua, recibe allá a tu amada hija […] Dios quede
    contigo y con ella; a El ofrezco mi ánima: pon tú
    en cobro este cuerpo que allá baja" (La Celestina,
    acto XVI). Éstas no son dulces palabras de despedida. Es,
    quizás, el momento más dramático de toda la
    obra: ella está por saltar desde la torre y sus
    últimas palabras son "recibe las arras de tu senetud
    antigua". Las arras, es lo que se da por prenda y señal de
    algún contrato. Esta
    frase, junto con esta otra: "pon tú en cobro este cuerpo
    que allá baja", constituyen claros reclamos de la joven
    por ser considerada, antes que hija, un "bien inestimable", un
    bien de intercambio.

    A manera de conclusión, diremos que el personaje
    de Melibea encaja perfectamente dentro del modelo que es
    planteado y asignado para las mujeres durante la Edad Media: es
    una mujer custodiada, en cuyos hombros descansa el honor y el
    futuro de la familia, así como la preservación del
    linaje y la riqueza familiar, y es, ante todo, un objeto de
    intercambio dentro del juego de
    intereses económicos y sociales que envuelven al
    matrimonio. Dentro de su realidad, Melibea no es nadie, no tiene
    voz y no manda sobre nada. En el mundo de Calisto, Melibea es el
    eje motor, el centro
    del universo, es
    señora y deidad. Con la muerte de Calisto, Melibea vuelve
    a ser la "mujer custodiada". Sus padres, la aman en tanto que
    representa el futuro que ellos planean para ella, el futuro que
    mejor se acomoda a sus intereses. Melibea es consciente de su
    papel como bien de intercambio y, no conforme con ello, elige su
    libertad. Elige reunirse con aquel que era su señor y
    siervo. Su muerte, su caída desde la torre, es la
    caída de los sueños, del futuro, del honor de su
    padre, es la inversión paterna que se viene abajo y sin
    que Pleberio pueda hacer algo para evitarlo. Su muerte es la
    caída de "ese modelo" que la atrapaba y la asfixiaba. Su
    muerte, es un acto de subversión.

    BIBLIOGRAFÍA

    CASAGRANDE, Carla. "La mujer custodiada." En:
    Georges Duby. Historia de las mujeres. Vol. V "La Edad
    Media. La mujer en la familia y en la sociedad". Taurus
    Ediciones. Madrid,
    1993.

    GARCÍA DE CORTÁZAR, J.
    Ángel.
    Historia de la Edad Media. Una síntesis
    interpretativa
    . Alianza. Madrid, 1999.

    LADERO QUEZADA, Miguel A. Historia
    universal. Edad Media
    . Vol. II. Vicens Vives. Barcelona,
    1997.

    LE GOFF, Jacques. El hombre medieval.
    Alianza. Madrid, 1991.

    OPITZ, Claudia. "Vida cotidiana de las mujeres
    en la Baja Edad Media (1250 1500)." En: Georges Duby.
    Historia de las mujeres. Vol. V "La Edad Media. La mujer
    en la familia y en la sociedad". Taurus Ediciones. Madrid,
    1993.

    PÉREZ, Joseph. Historia de
    España
    . Crítica. Barcelona, 1999.

    ROJAS, Fernando de. La Celestina.
    Prólogo de Manuel de Ezcurdia. Porrúa, Col.
    "…Sepan cuántos" Núm. 88, 14ª
    Edición. México, 2000.

    TORRI, Julio. La literatura
    española
    . F. C. E. Breviarios Núm. 56.
    México, 1974.

     

     

    Jazmín Castillo Becerril

    19 años

    2º Semestre en la Licenciatura de Literatura
    Latinoamericana,

    en la Universidad
    Autónoma de Yucatán.

    Marzo, 2004.

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter