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Pre-requisitos Básicos para el Desarrollo de la Motivación




Enviado por vmcp_78



     

    Es importante tener en cuenta actividades que permitan
    que los sujetos tengan la oportunidad de valorar metas las metas
    que los lleve a la consecución práctica de los
    saberes que desean alcanzar, así como el poder
    afrontarlas, evitando a su vez, el fracaso.

    Por ello, J. Alonso (1998) señala que el sujeto
    que motiva debe atender a cinco factores instruccionales para
    poder facilitar el
    aprendizaje:

    1. La forma de presentar y estructurar la
      tarea.
    2. La forma de organizar la actividad en el contexto de
      clase.
    3. Los mensajes que da antes, durante y después
      de la tarea y que afectan a la relevancia y valor de las
      metas, a la valoración del sujeto, a la
      adecuación de las formas de pensar y actuar.
    4. El modelado de valores y
      estrategias,
      así como las formas de pensar y actuar al enfrentarse
      con las tareas.

    5. La forma que va a adoptar la evaluación del alumno.

    Estos cinco factores a tener en cuenta tendrían
    un mayor éxito
    si los docentes se
    pusieran de acuerdo en las actividades que van a desarrollar con
    el mismo grupo de
    alumnos, de modo que sea posible la orientación al
    desarrollo de la
    motivación relacionada al aumento del autoconcepto,
    autonomía, la autoestima y
    la autoeficacia, así como la responsabilidad
    necesaria para el logro de las
    metas propuestas.

    En este sentido es posible proponer una serie de
    actividades, las cuales son propuestas por Alonso (1998) como
    ocho principios
    inmersos en los cinco factores mencionados
    anteriormente.

    1. Activar la curiosidad y el interés
      del alumno por el contenido del tema a tratar o de la tarea a
      realizar.
      Es decir, debemos plantear al alumno una serie de
      actividades que sean novedosas, atractivas en su forma y en su
      contenido, actividades que les puedan permitir incorporar sus
      saberes previos de modo que los lleve a lograr un aprendizaje
      significativo en la resolución de problemas
      planteados, no sólo por el docente, sino también
      por ellos mismos. Estas actividades deben estar
      diseñadas para lograr captar la atención de los alumnos durante todo el
      proceso de
      enseñanza – aprendizaje.

    2. Mostrar la relevancia del contenido
      o la tarea para el alumno.
      Este principio es importante en
      tanto engloba todo el contexto en el que se desarrolla el
      sujeto que aprende. El alumno debe ser capaz de integrar sus
      conocimientos, habilidades, experiencias, valores.
      Además, es muy importante que sepa para qué
      aprende y en qué momentos podría utilizar sus
      nuevos aprendizajes.

    3. Organizar la actividad en grupos
      cooperativos.
      En este principio, se recomienda el trabajo
      en grupos dependiendo del contexto y de los aprendizajes que se
      quieran desarrollar. Es importante resaltar que a través
      de esta actividad se puede incrementar la motivación para aprender, en base a una
      sana competencia con
      expectativas de logro. La diferencia de puntos de vista sobre
      un mismo tema conlleva a la búsqueda de más
      información sobre aquello que se
      está investigando.
    4. Dar al máximo las opciones
      posibles de actuación.
      El profesor
      debe preparar actividades en las cuales el personaje principal
      del proceso sea el alumno. Con esto estaría
      desarrollándose la autonomía requerida para la
      formación del alumno.
    5. Orientar a los alumnos y su
      atención antes, durante y después de las
      tareas.
      El docente debe guiar a sus alumnos antes de la
      tarea de modo que le dé pautas y alternativas de
      cómo podría desarrollar la tarea, esto siempre y
      cuando el alumno requiera de esta ayuda, sería mejor si
      ante el problema planteado por el profesor el alumno hace una
      inferencia sobre aquella tarea que va a realizar, y partiendo
      de esta inferencia el docente daría pautas generales de
      cómo podrían trabajar los alumnos. Durante el
      desarrollo de las tareas es necesario que el docente
      esté atento al trabajo que
      realizan sus alumnos, de modo que pueda ayudarlos si requieren
      de su ayuda. Al final del proceso, el docente deberá
      comprobar el camino por el que han ido sus alumnos
      cerciorándose de que aquello que ha trabajado ha sido
      realmente comprendido e interiorizado o si no ha logrado sus
      objetivos.
      Para evitar este último punto el docente tendría
      que haber estado
      orientando a aquellos que requerían de su ayuda para
      evitar el fracaso en la realización de la
      tarea.
    6. Promover explícitamente la
      adquisición de: La concepción de la inteligencia; la tendencia a atribuir resultados
      a causas percibidas como internas, modificables y controlables;
      la toma de conciencia
      de los factores que les hacen estar más o menos
      motivados.
      Con este principio se busca que el alumno sea
      consciente de sus propias capacidades, habilidades, destrezas.
      El docente podría emitir mensajes de autoconfianza, de
      autovaloración, de amor propio,
      de modo que los alumnos se puedan sentir identificados con
      algunas de ellas y las puedan interiorizar. Una sugerencia
      podría ser que el ambiente en
      el que se desarrollan las actividades de aprendizaje tengan
      frases motivadoras que lleve a los alumnos a pensar en
      sí mismos y en el éxito.

    7. Ejemplificar lo aprendido y
      desarrollado.
      El docente debe fomentar la
      ejemplificación de los aprendizajes que han desarrollado
      sus alumnos. Las enseñanzas sobre los valores,
      por ejemplo, no deben quedarse en la teoría, sino que deben ser aprendidas
      realmente a través de la práctica
      diaria.

    8. Organizar las evaluaciones a lo
      largo del curso.
      La evaluación en este sentido debe
      ser vista como proceso, descartándose con ello la idea
      que la evaluación es el resultado de lo logrado o el
      alcance de los objetivos propuestos al final de todo el
      proceso. El alumno debe considerar que la evaluación es
      continua y por ello siempre está pendiente en aprender.
      Debe evitarse que el alumno sienta temor ante la
      evaluación, mucho menos debe ser comparado con otros
      alumnos que ponen más atención en las
      actividades. Es importante que los alumnos conozcan cuál
      es el rumbo que están siguiendo de modo que puedan
      volver atrás para verificar y enmendar sus posibles
      errores.

    A través del aprendizaje cooperativo puede
    darse a lugar la autoevaluación, la coevaluación
    y la heteroevaluación.

    Luego, para darnos cuenta si estos principios activan
    realmente la motivación del alumno, podríamos
    tener en cuenta ciertos indicios, tales como:

    1. La dirección de la atención y la
      actividad:
      La elección de una acción dentro de un conjunto de
      posibilidades es un primer indicador de la motivación.
      Cuando unos sujetos atienden a unas cosas u otras,
      indudablemente están motivados por diferentes
      razones.

    2. La persistencia y el esfuerzo: Pueden ser
      considerados como los indicios más importantes en el
      grado de motivación por una actividad. La fuerza de la
      motivación queda reflejada en el tiempo y la
      energía que el estudiante es capaz o desea gastar en la
      actividad. Y el tiempo empleado en el estudio es uno de los
      mejores predictores del rendimiento.
    3. La motivación continuada, se refiere no
      tanto al hecho de mantenerse en la tarea sino cómo
      volver a ella espontáneamente después de la
      interrupción.
    4. El nivel de actividad del sujeto. La cantidad
      de cosas que se hacen es otro aspecto que nos puede indicar su
      nivel de motivación aunque no es un índice tan
      determinante, puesto que podrían estar trabajando por
      salir del paso sin una motivación necesaria para lograr
      los objetivos o metas que se han propuesto. En este caso es
      importante orientar la motivación del alumno hacia la
      consecución de sus propios objetivos; es decir guiar
      aquello que está realizando para que le sirva como
      factor motivador para lograr sus propias metas.
    5. El rendimiento es otro indicio de la
      motivación aunque más indirecto, ya que depende
      de muchos factores. Sin embargo, es más probable que el
      estudiante que trabaja intensamente, persiste ante las
      dificultades y se implica sin necesidad de incentivos
      externos, logre mejor rendimiento que aquel que evita las
      tareas y no se concentra en ellas.

    Una vez planteados los principios y los factores
    necesarios para lograr la motivación de los alumnos,
    puede señalarse que la motivación puede responder
    a factores intrínsecos o extrínsecos, los cuales
    pueden posibilitar cambios que inciden en los alumnos a nivel
    cognitivo, afectivo, personal,
    logrando despertar sentimientos de satisfacción en los
    sujetos motivados.

    Por tanto, el desarrollo de la motivación en
    los sujetos responde a la serie de actividades que se realicen
    para lograr motivarlos y para perseverar en la acción,
    es importante que los alumnos estén motivados antes,
    durante y después de la acción programada, de
    este modo el aprendizaje podrá ser significativo y
    podrá formar parte importante en la realización
    del alumno.
    El sujeto que motiva, en este caso el docente, debe tener en
    cuenta los factores y principios ya mencionados en el momento
    de programar sus clases; sin embargo, debe ser consciente que
    estas programaciones han de ser flexibles y deben responder a
    la diversidad de los alumnos atendiendo a sus necesidades e
    intereses.

    La consecución de metas a corto o largo plazo
    que se propongan los alumnos deben ser orientadas por el
    profesor de modo que los alumnos sientan que no están
    solos, pero que pueden realizar muchas actividades sin
    necesidad de ayuda. Por ello el profesor debe estar atento a
    desarrollar estrategias de intervención, trabajar con la
    experiencia de los alumnos y la suya propia, darles
    oportunidades diversas para que ellos sean los protagonistas
    que buscan diversas metas y que sean capaces de integrar lo que
    ya saben con lo nuevo que descubran y/o obtengan de sus
    esfuerzos. Por ello el docente estará pendiente de que
    sus estrategias motivacionales conduzcan su trabajo a la
    posibilidad de elección de actividades,
    asimilación de contenidos nuevos, esfuerzo por conseguir
    el éxito evitando el fracaso.

    BIBLIOGRAFÍA

    1. Alonso, J. (1998). Motivación y aprendizaje
      en el aula. Cómo enseñar a pensar.
      Madrid: Aula
      XXI Santillana.
    2. Castejón, J.L. (1999). Introducción
      a la Psicología de la Instrucción.

      Alicante: Editorial Club Universitario.
    3. Covington, M. (2000). La voluntad de aprender.
      Madrid: Alianza Editorial.

    4. Dweck, C.S. & Leggett, E.L. (1988). A social –
      cognitive approach to motivation and achievement. Journal of
      Personality, Psychological Review
      (95)
      256-273.
    5. Garrido, I. (1996). Psicología de la
      Motivación.
      Madrid: Editorial Síntesis.
    6. Gonzáles, M. (1997). La Motivación
      Académica.
      Pamplona: Eunsa.
    7. Todt, E. (1982). La Motivación.
      Barcelona: Editorial Herder.

     

    Lic. Verónica Castillo
    Pérez

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