Del conjunto de textos que ilustran la biografía de San
Martín resalta por su sencillez el epitafio que el
Dumiense compuso para sí mismo resumiendo y condensando
los hechos más importantes que jalonaron su
vida:
"Nacido en la Panonia, atravesando inmensos
mares,
Fui llevado por voluntad divina al seno de
Galicia.
Obispo consagrado en esta tu sede, confesor
Martín,
instituí el culto y el ritual
sagrado.
Siguiendo tus pasos, oh Patrón, yo,
Martín, siervo tuyo,
siendo igual en el nombre, no en los
méritos, descanso aquí en la paz de
Cristo".
Entre otras fuentes
biográficas antiguas destacan las dos largas
epístolas, en prosa y en verso, que le dirige Venancio
Fortunato, las respectivas menciones, tanto de Gregorio de Tours
como de Isidoro de Sevilla que incluyen sendas biografías de
Martín y un antiguo breviario en uso en la catedral de
Braga, escrito en la primera mitad del s. XIV, interesante por
las fechas que aporta.
Estas y otras fuentes de menor importancia fueron
recopiladas por C. W. Barlow en los apéndices de su
edición
de las obras de Martín de Braga. Si bien es cierto, hay
que reconocer que no hemos podido consultar de primera mano las
fuentes enumeradas, sin embargo, hemos acudido si a quienes han
podido hacerlo, de modo que nuestro quehacer esta sustentado en
una base verídica que nos permitirá acercarnos a la
vida de este "apóstol de los suevos".
Nacido en Panonia (actualmente Hungría) a
inicios del s. VI (quizás en un momento del segundo
decenio). Del lugar de su nacimiento no nos cabe duda ya que el
mismo S. Martín nos refiere el lugar: Pannoniis genitus. A
la vez, que contamos con los testimonios de dos grandes
personajes contemporáneos al nuestro, como lo es Gregorio
de Tours y Venancio Fortunato. Panonia era en realidad una
tierra muy
lejana a Galicia; sin embargo, existían entre ellas
ciertas semejanzas. Ciertamente, en el pasado se
instalarán en ambas gentes procedentes de pueblos celtas,
e incluso germanos de origen suevo, por lo que se puede apreciar
ciertas tradiciones culturales y lingüísticas
paralelas en estos territorios tan distantes.
Gregorio de Tours nos refiere su viaje a Oriente, en
dirección a los Santos Lugares. Siendo la
fecha de su llegada hacia el año 535 d.C. (según la
tabla cronológica ofrecida por Anselmo López en su
libro ya
citado abajo) Camino hacia Palestina es verosímil que
parase por un tiempo
determinado en la capital
bizantina, Constantinopla, dado además, que constituye una
etapa en el itinerario a Palestina. Ante esto Anselmo
López afirma que, "de la manera más o menos
explícita que se quiera Martín actuó de
hecho como un embajador de Justiniano y los monarcas suevos que
trataron con él percibieron perfectamente su rango, que no
debía de provenir exclusivamente de la santidad de su
proceder".
Es en Palestina donde el Dumiense recibirá una
oportuna formación, y donde establecerá contacto
con la vida de los eremitas del desierto y de otros religiosos.
Palestina, en aquellos tiempos se destacaba por el nivel con el
que arraigaba, al mismo tiempo, la vivencia del cristianismo y
la cultura
clásica, tras una profunda y larga tradición
helenística. Además, que constituía, junto
con las vecinas Siria y Egipto, el
foco principal del monacato en el Imperio. De este modo, su
acción
posterior está marcada plenamente por su estancia monacal
en Palestina.
A la etapa que vivió en Palestina, se debe
también su amplia formación humanística,
sumada a la práctica del griego y del latín que ya
conocía. Mucho más de reconocer es el sello que a
su paso en Palestina dejó impreso en su alma y en su
mente la patrística oriental, en especial, la de los
Padres Egipcios. Al mismo tiempo, la vida ascética que
practicaban los monjes y anacoretas se convirtió en el
ideal de S. Martín, de modo que posteriormente los
monasterios que implantará en tierras gallegas tienen su
modelo en
estas comunidades que conoció en Palestina.
Se despide de Tierra Santa en plena efervescencia del
Imperio
Bizantino cara a Occidente. De la fecha en la que
arribó a costas gallegas se afirma la del 550 d.C.,
desembarcando probablemente en Portucale al mismo tiempo que
llegaban de la Galia las reliquias de S. Martín de Tours
solicitadas por el rey de los suevos Carrarico con el fin de
lograr, por intercesión del santo, la curación de
su hijo. Se ha llegado a afirmar que ya antes de alcanzar la
Galicia el Dumiense haya entablado amistad
–supuesto un desembarque previo en la Ciudad Eterna- con el
Papa; además, se reseña una visita a Francia donde
establecería lazos tan estrechos con Gregorio y
Fortunato.
Con todo, lo referido anteriormente no pertenece
más que a conjeturas y suposiciones extrapoladas fuera de
la realidad, ya que es de manifiesto el anacronismo del que
adolecen tales afirmaciones. Ya que ni el Papa Vigilio (537-555)
(con el que se carteará Profuturo, antecesor suyo en la
sede de Braga) se encontraba por aquellas fechas en Roma, dado que
muy a su disgusto había partido para Oriente a solicitud
del emperador Justiniano dada la controversia de los "Tres
capítulos" donde permaneció hasta aproximadamente
el año 553, cuando convencido el emperador de lo
contraproducente de su intransigencia, dejó de asediar y
perseguir al Romano Pontífice, el cual aprovechando esta
situación retornó a Roma.
Ni tenía nada que hacer por aquellas
épocas el Dumiense con sus futuros amigos, puesto que
Gregorio era aún muy niño, dado que nació
hacia el 539 d.C. Y el otro, italiano de nacionalidad,
no dejaría su nación
hasta el año 556 cuando se dispuso a realizar una
peregrinación al sepulcro de S. Martín de Tours y
se quedó a partir de ese momento en Poitiers. Por lo
mismo, tiene más visos de ser cierto que viajó
directamente a Galicia y que dichas amistades son fruto de sus
contactos posteriores.
A todo esto, no hay duda que lo que buscaba
Justiniano en Galicia, dada su política religiosa,
la cual fue teóricamente ideal y la misma que Constantino,
a saber: ser obispo en lo exterior, es decir, a poyar con todo su
poder a la
religión
católica y a su legítima jerarquía;
más por otra parte Justiniano no desconoció nunca
la superioridad de la autoridad
pontificia. Así, era menester una vez recuperadas las
costas de África, tener a favor un reino en las espaldas
de los visigodos, teniendo en cuenta además que ya era de
conocimiento
que tal reino estaba favorablemente dispuesto al entendimiento y
al que, a pesar de la lejanía, se accedía con
facilidad desde el sur o bien desde la Galia
franca.
Galicia, antes que en ninguna otra parte de Europa
Occidental, constituye ya en el siglo V un Estado
medieval, una síntesis
entre el obsoleto Imperio Romano y
las primitivas formas tribales germánicas, con los que los
naturales del país convergen en un proyecto
común de monarquía.
Hemos de referir como algo muy probable que cuando
los suevos se asentaron en Galicia aún continuaban en el
paganismo, más estando de rey de los suevos, Requiario, (o
Rechiario) se convirtió al catolicismo, dando así
muestras de inteligencia
por parte de éste y precediendo así a los otros
pueblos recién llegados a la península. Estamos
aproximadamente en los años 449. La presencia de la cruz
en las monedas parece indicar esto y no un mero formalismo
romano. De este modo, observamos que la modernidad del
pueblo suevo estuvo en adaptarse a los modelos
organizativos y culturales de los galaicos-romanos, lo cual se
manifestó directamente en acoger su propia
religión. Orosio da cuenta del progreso cuando confiesa
que "fueron los primeros entre los bárbaros que cambiaron
la espada por el arado" confraternizando así con los
galaicos-romanos (éstos a su vez los preferían a
ellos que a la fuerte presión
tributaria del Imperio)
A este reino instaurado se refiere la
nominación dejada en documentos como
es la de Regnum Suevorum, y también con el calificativo de
galego, Regnum Galliciensis, tal como se manifiesta en las
acuñaciones monetarias. Posteriormente, Requiario, fue
derrotado en el año 456 por las tropas visigodas de
Teodorico, con lo que comienza un período de oscuridad
para Galicia, que durará casi cien
años.
Asimismo, los visigodos conscientes de la importancia
de los mecanismos ideológicos, se apresuraron a
evangelizar las nuevas tierras conquistadas, y dada la
superioridad visigoda y el decaimiento de los reyes suevos, estas
tierras profesan el cristianismo pero en su vertiente hereje del
arrianismo. Sin embargo, a pesar de estar doblegados a las
exigencias visigodas, el reino Suevo conservaba su estructura de
Estado independiente, capaz por ello de actuar por cuenta propia
en el contexto internacional.
Retomando lo dicho sobre el interés de
Justiniano en ganar la amistad del Reino Suevo, hemos de apuntar,
por otra parte, el papel preponderante que jugaba la Galia. Los
galos, que para el año 498 con el rey Clodoveo se
habían convertido al catolicismo, tenían en
común con los suevos la contienda con el vecino visigodo.
Era de preocupación para los suevos que ya derrotados los
visigodos en el año 507 por lo francos en Vouillé,
decidieran estos últimos abarcar toda la Península,
para consolidar asimismo su monarquía territorial. Vemos
entonces lo recomendables que eran los dos pasos que el Reino
suevo estaba a punto de dar, a saber: fundirse con la masa
predominante del reino, católica (buscando asimismo la
simpatía de todos los católicos de la
Península); y el aproximarse al poderoso vecino
franco.
Reinando en Galicia Carriarico, cayó sobre
todo el reino una gran epidemia de lepra, de la que era
víctima su propio hijo. Ante esto el rey, enterado de los
milagros que obraban las reliquias de S. Martín de Tours,
mando traer las reliquias del venerable santo. Los reyes francos
le deniegan la petición, pues, al tiempo, exigían
la conversión al catolicismo del reino. El rey Carriarico
no dándose por vencido, mando construir un suntuoso templo
y envió una segunda delegación con muchas
más ofrendas. De
este modo el mismo día y por el mismo puerto llegan las
reliquias y el Dumiense. A partir de aquí, todo los
acontecimientos se precipitan con gran avidez; el hijo del rey
cura milagrosamente y el rey junto con su Corte, se hacen
bautizar en el catolicismo, de manos del mismo Martín.
Siendo este hecho algo quizás a primera vista casual,
más, por el contrario, es algo fundamental para una
interpretación cabal, puesto que el
protagonismo del homónimo del santo francés (sin
que quede demasiado claro el por qué) se pone de
manifiesto en su intervención en el bautizo del rey y en
su promoción a una sede episcopal, aunque
puramente honorífica, creada ex profeso en Dumio, en las
afueras de Braga, y quedando delimitada solo a los límites
del monasterio que luego fundará allí mismo
Martín.
Cabe señalar aquí dos dificultades que
los historiadores encuentran relacionadas con este período
del Reino suevo: una, la misma identidad del
rey de aquellos tiempos y, otra, la
cronología.
Gregorio de Tours deja escrito que quien ostentaba la
corona en el reino Suevo en el momento de la conversión
era Carriarico. En cambio S.
Isidoro de
Sevilla habla ya de Teodomiro. Si tomamos esta última como
verdadera, entonces la conversión del reino suevo tuvo
lugar cuando ya Martín llevaba varios años en
Galicia, alrededor del 559 y lo que se debería al
ejercicio de su influencia en la corte. Esto tiene algo de
lógica,
pero no es imprescindible que así haya acontecido, pues
sabemos de sobra que ya el Reino suevo había establecido
contactos con las potencias católicas. Por otra parte, es
cierto que el nombre de Carriarico no es de origen suevo, sino
más bien franco, lo que explicaría la
relación con la familia
franca que tan oportuna se muestra.
Además, hemos de señalar que la conversión
acontecida en el 550 a la llegada de Martín se haya visto
restringida solo a la Casa Real y a la Corte. De este modo se
explica que luego se haya hecho extensiva a todo el pueblo en la
época de Teodomiro (que debería de ser el hijo
curado de Carriarico) como resultado directo del esfuerzo
organizativo y misionero del Dumiense.
La otra dificultad se refiere al lugar donde
estaría el templo construido por Carriarico. Siendo lo
más probable que haya sido construido en Orense, dado que
existe en esta ciudad la única catedral con
advocación a S. Martín de Tours, hasta el punto de
sustituir en la primacía a la catedral primitiva dedicada
a Santa María. En los solares de ambas se levantaron
posteriormente las edificaciones actuales (en el s. XII la
Catedral y en el s. XVII la de Santa María
Madre).
En la fachada de Santa María podemos admirar
dos pares de columnas clásicas supuestamente
pertenecientes a un antiguo templo suevico. Y la presencia del
rey en Orense se explicaría por un cierto carácter itinerante de la Corte, que
teniendo como centro a Braga, pasaría también por
esta ciudad. A partir de aquí el Dumiense
desplegará su trabajo, en
estas tierras de las cuales ya no marchará.
En estas condiciones en un ambiente
favorable, con un pueblo masivamente favorable y una Corte que lo
apoya asciende al trono Teodomiro. Aún así, nuestro
Dumiense tendrá que trabajar mucho en la conversión
de este pueblo. De este modo, el 1 de Mayo del 561 se abre la
primera sesión del Primer Concilio de Braga,
inaugurándose de esta manera, un sistema de
gobierno que
servirá de modelo para el futuro. Dentro de las muchas
cuestiones que se tratan en el concilio, es significativo que no
se preste mucha atención al arrianismo. Por el contrario,
se presta atención al priscilianismo que por aquellos
tiempos estaba muy arraigada en la población rural.
Los Priscilianistas se habían expandido mucho
en Galicia, a pesar que el autor de esta secta del cual recibe el
nombre había sido ya decapitado hacia fines del S. IV,
como resultado de un proceso
llevado a cabo en la ciudad de Burdeos, aunque ciertamente no fue
condenado por hereje sino por practicar la magia. La doctrina
priscilianista en tiempos del Dumiense causaba estragos entre la
población poco fervorosa e ignorante. Entre las
aseveraciones de estos sectarios tenemos, por ejemplo, el afirmar
que Cristo no tiene una verdadera naturaleza
humana, lo cual queda anatematizado en uno de los catorce
cánones dirigidos contra el priscilianismo en el primer
concilio de Braga. Así dice el cuarto canon contra los
priscilianistas: "Si alguno no honra verdaderamente el nacimiento
de Cristo según la carne, sino que simula honrarlo,
ayunando en el mismo día y en domingo, porque no cree que
Cristo no naciera en la naturaleza de
hombre, como
Cerdón, Marción, Maniqueo y Prisciliano sea
anatema. A esto estaba unido también el exceso rigorismo
en las prácticas ascéticas que difundían los
seguidores de Prisciliano, para ello téngase en cuenta lo
referido en el canon 14: "Si alguno tiene por inmunda las comidas
de carnes que Dios dio para uso de los hombres, y se abstiene de
ellas, no por motivo de mortificar su cuerpo, sino por
considerarlas una impureza, de suerte que no guste ni aun
verduras cocidas con carne, conforme dijeron Maniqueo y
Prisciliano sea anatema". También consta el tema de la
prohibición del matrimonio
considerado como algo pecaminosa lo cual el concilio responde en
el canon 11: "Si alguno condena las uniones matrimoniales y se
horroriza de la procreación de los que nacen, como dijeron
Maniqueo y Prisciliano sea anatema".
En el 555 fue fundado el Monasterio de Dumio para que
fuese administrado por el Bracarense, en el cual plasmó la
vida que llevaban los monjes palestinenses de la cual estaba muy
bien informado. Así fue consagrado obispo el 5 de Abril
del 556. "Este pequeño obispado, constituido por el
monasterio y sus dominios, corresponde exactamente a la actual
feligresía y es el único caso de su género en
la Iglesia
Occidental. La erección de esta diócesis parece
debida a la influencia celta, porque el Obispo-abad de Dumio,
además de gobernar el monasterio-diócesis, mandaba
en los otros monasterios de Galicia y hasta de otras provincias,
constituyendo con ellos una especie de federación
monástica". A la muerte del
obispo Lucrecio en el a. 569, que hasta ese entonces ocupaba la
sede de Braga, le sucede el Dumiense, sin dejar su obispado de
Dumio.
De este modo Martín se convirtió en el
prelado de toda la Galicia, Asturias y gran parte de la
Lusitania. Para tan numeroso rebaño no podía bastar
la asidua vigilancia del Santo, por eso, decidió erigir
otra metrópoli en la ciudad de Lugo, que aunque le restase
autoridad en lo temporal, se llegaría a una mejor
atención espiritual de los fieles. Una vez divididas y
delimitadas las dos sedes, realizó grandes innovaciones
litúrgicas y estando allí, en Braga, convocó
y celebró el II Concilio de Braga, el 1 de Junio del 572.
Esta vez dirigido por Miro sucesor de Teodomiro, quien
había muerto hacia el 570.
La personalidad
de Martín constituye una de las figuras más
destacables del s.VI, que con sus características de
escritor y eclesiástico pertenecía aún a los
finales de la Edad Antigua, con esa particularidad de lo hombres
insignes de esta época, la vocación universal y la
carencia de su patria. Esta personalidad, rica y compleja, se
pone de relieve por la
variedad temática de sus obras (como hemos visto
más arriba). Si bien no se trata de una producción muy extensa ni de un pensamiento
original, más se encuadra en la línea de los
escritores de los confines de la Edad Antigua que han sabido
inculturar la fe en un determinado territorio, y que con su
ejemplo, nos da un testimonio de santidad y apostolado incansable
muy digno de imitar. Muere el Dumiense en el 580. La Iglesia lo
agregó al número de los santos y le dedico su
fiesta cada 20 de Marzo. Enterrado primero en el monasterio de
Dumio, sus restos pasaron luego a la ciudad de Braga, donde
aún hoy reposan.
Es indecible lo que este santo, gloria insigne de la
iglesia gallega, realizó por la cultura
eclesiástica de su tiempo y en particular por la vida
monástica. Entre sus escritos hallamos algunos que
sirvieron como pauta y norma de vida a los monjes dirigidos por
él. Unido a su esfuerzo desmedido por la
evangelización de su grey hizo que Martín no
escatimase ningún medio por llevar a cabo tan gran ideal,
así tenemos de él las más variadas obras,
las cuales se dividen en tres grupos.
A. Ascético-morales:
a.- Formula vitae honestae: Un excelente tratado de
moral natural
sobre las cuatro virtudes cardinales. Dedicada al rey Miro, donde
el Dumiense nos ofrece una idea de la altura moral y de la
majestad que adornaban a este rey. Cosa ya vista en las palabras
que dirige en la breve introducción de la obra. Es conocida
también con el nombre De la diferencia de las cuatro
virtudes cardinales.
b.- De ira: Escrita a petición de Vitimiro, obispo
de Orense. Resume la obra del mismo título de
Séneca.
c.- Opus tripartitum: Expone la moral
cristiana sobre la jactancia, a soberbia y la humildad.
d.- Aegyptiorum Patrum sententiae: traducción de las sentencias de los Padres
Egipcios para la orientación de sus monjes. Se tratan de
principios o
máximas espirituales de los monjes orientales a los que
él había tratado personalmente. Al lado de este
trabajo debemos colocar otro parecido, Las palabras de los
ancianos, traducido del griego, pero dicha obra no tiene muchos
fundamentos.
B. Canónicas:
a.- Epistola de trina mersione: Donde combate la costumbre de
bautizar con una sola inmersión.
b. Capitula Martín: Colección de 84
cánones (clasificados por algunos autores como Conc. III
de Braga) dedicada al obispo de Lugo, Vitigio, en donde se
procura adaptar la disciplina
tradicional de la Iglesia a las necesidades y al particularismo
de la Iglesia sueva.
C. Poéticas:
Tres poesías
de sabor clásico, con un total de 38 hexámetros: In
basílica, In refectorio y su Epitaphium. Se ha perdido su
Volumen
epistolorum, citado por S. Isidoro, el cual parece contener la
desaparecida correspondencia con Venancio Fortunato, S.
Radegunda, la abades Inés y otras religiosas de Santa Cruz
de Poitiers.
III. DE
CORRECTIONE RUSTICORUM.
Abordemos ahora con mucha mayor extensión una de la
obras cumbres del Metropolitano bracarense. Sin lugar a duda la
obra pertenece a Martín, que habiendo determinado el
segundo Concilio de Braga, de 572, que los obispos en su visita
pastoral instruyeran y exhortaran al pueblo para preservarlo de
supersticiones idolátricas y supervivencias paganas,
redacta esta obra para que sirva de instrucción pastoral a
los obispos del Reino.
Se trata, en efecto, de una instrucción en forma de
sermón popular, dirigida al obispo Polemio, con el
único fin de enmendar a la gente del campo; de ahí
el nombre en latín: De correctione rusticorum; aunque si
bien es cierto, su autor no le puso ningún título.
Tal nombre nos parece apropiado puesto que el mismo Dumiense usa
las palabras rusticus sermo al principio de la obra. Las cuales
no significan una forma de hablar gramaticalmente incorrecta,
sino que, en vez de la dicción refinada y florida que
estaba de moda en aquel
tiempo, e incluso el mismo Martín usa en otros escritos,
se refiere a la lengua simple
y popular de una persona
cultivada, llegando incluso – como refiere Barlow – a
usar vulgarismos para poner su enseñanza más al alcance de sus
oyentes.
Era sin duda una tarea ardua la de los Obispos de aquellas
sedes, puesto que si bien el pueblo estaba a favor de una
conversión, aún pervivía en ellos ciertos
residuos de supersticiones y costumbres populares. "Realmente
amplio e importante, el cuadro de costumbres que presenta la obra
constituye una de las facetas que más han contribuido a
popularizarla y a llamar la atención sobre ella de
estudiosos procedentes de muy diversos campos"
El texto del De
correctione rusticorum no ha llegado a nosotros en su
versión original (tal como salió de manos de S.
Martín). Se accede a él a través de una
serie de manuscritos, los cuales fluctúan entre los siglos
VIII y XVI, en un número total de doce manuscritos, que a
su vez vienen acompañados siempre de una serie más
o menos larga de obras o fragmentos de otros autores. Como es de
esperar en esta clase de
manuscritos es observable la intervención, incluso en los
de la misma serie, de varios escribas, así lo apunta
Rosario Jove Clols en la Introducción a la edición
de esta obra ya citada anteriormente.
En la lucha contra las supersticiones rurales que tan
arraigadas están en el pueblo y lograr así la
corrección de todas estas almas "Martín no conoce
un medio mejor para lograrlo que demostrar el carácter
demoníaco de la idolatría, y así recompone,
tal como se lo imagina, el desarrollo del
error pagano. Caído del cielo por culpa de su orgullo, el
diablo reside cerca de nosotros junto con un gran número
de demonios a los que arrastró con él. Celosos de
los hombres que van a ocupar su sitio, si obran bien, los
espíritus impuros se esfuerzan en arrastrarlos al mal y
hacer que se olviden de su creador. Primero les persuaden de que
adoren las fuerzas de la naturaleza, luego se les aparecen y les
piden santuarios….A los cristianos que, incluso
después del bautismo, se han dejado arrastrar por los
demonios, Martín les recuerda las promesas que hicieron el
día de su iniciación y les exhorta a renovarlas y a
hacer penitencia".
Cuando S. Martín, en la exposición
de su doctrina utiliza la palabra "diabolus" se refiere al
príncipe de los ángeles caídos. Sin embargo,
no lo usa así cuando se refiere al conjunto de los
ángeles caídos, sino que más bien usa el
termino masculino "daemon" o el neutro "daemonium".
Entre las supersticiones y costumbres populares que
denuncia el Dumiense tenemos este párrafo
ilustrador de su obra que citamos textualmente por parecernos muy
adecuado e importante con lo que venimos exponiendo:
"¡He aquí qué clase de promesa y de
profesión de fe tenéis con Dios! ¿Y
cómo vuelven enseguida a los cultos del diablo algunos
de entre vosotros que renunciaron al diablo, a sus
ángeles, a sus cultos y a sus malas obras? Pues encender
velas junto a las piedras, a los árboles, a las fuentes y en las
encrucijadas ¿qué otra cosa es sino culto al
diablo?. Los actos de adivinación y los augurios y el
celebrar el día de los ídolos, ¿qué
otra cosa es sino culto al diablo? Festejar las Vucanales y las
Calendas, adornar mesas y poner ramas de laurel, prestar
atención al pie que se usa, derramar grano y vino en el
fuego sobre un tronco y poner pan en las fuentes,
¿Qué otra cosa es sino culto al diablo? Que las
mujeres invoquen a Minerva mientras tejen, que elijan el
día de Venus para sus nupcias y que presten
atención a qué día se ponen en camino,
¿qué otra cosa es sino culto al diablo? Hechizar
hierbas para encantamientos e invocar los nombres de los
demonios al hacerlo, ¿qué otra cosa es sino culto
al diablo? Y otras muchas cosas que son largas de contar. He
aquí que después de la renuncia al diablo,
después del bautismo, hacéis todo esto, y que,
volviendo al culto de los demonios y a las malas obras de los
ídolos, vosotros habéis dejado de lado vuestra fe
y habréis roto el pacto que hicisteis con Dios.
Habéis abandonado el signo de la cruz que recibisteis en
el bautismo y atendéis a otros signos del
diablo por medio de pájaros, estornudos y otras muchas
cosas. ¿Por qué a mi o a cualquier buen cristiano
no nos perjudica un agüero? Porque la señal del
diablo no es nada cuando ha precedido el signo de la cruz
¿Por qué os perjudica a vosotros? Porque
menospreciáis la señal de la cruz y teméis
aquello que os habéis forjado. Del mismo modo
habéis abandonado el santo sortilegio, es decir, el
símbolo de los apóstoles que recibisteis en el
bautismo que es "Creo en Dios padre todopoderoso" y la
oración del Señor, es decir "Padre nuestro que
estás en los cielos" y conserváis
diabólicos sortilegios y fórmulas mágicas.
Así, pues, cualquiera que, menospreciada la señal
de la cruz de Cristo, pone sus ojos en otros signos, ha perdido
la señal de la cruz que recibió en el
bautismo".
Muchas de las supersticiones enumeradas por el Bracarense,
no solo eran pertenecientes al paganismo grecorromano sino
también las había de origen germánico,
ibérico, etc. En cuanto a explicar las supersticiones
trataremos de dar cierta noticia sobre ellas. Así tenemos,
que la costumbre de encender una vela a las piedras,
árboles y fuentes, se debe a una antigua creencia por la
que se creía que "cada piedra, árbol y fuente
encerraba un espíritu de la naturaleza que a veces tomaba
forma humana. El culto a las piérdase relaciona con el
dios suevo Wotan que penetraba en los bloques de granito,
previamente abiertos y los cerraba de nuevo. El de los
árboles deriva del culto del dios Thor o Donnar a quien se
consagraban árboles de gruesos troncos".
En cuanto a la superstición relacionada con pedem
observem (atención al pie que se usa) se trata
sencillamente de la creencia de todos los tiempos de que, en
general, la derecha es favorable y la izquierda es desfavorable y
que ésta última está reservada a los ritos
ctónicos, funerarios, demoníacos y mágicos.
Se trata de un dualismo que al parecer no acaba nunca, sino que
se afirma en la negación de sus contrarios, el pie derecho
se opone al izquierdo así como la mano izquierda a la
derecha. Se dice que Augusto también lo tenía en
cuenta y que cierto día se había puesto primero el
pie izquierdo por lo que estuvo a punto de perecer en una de sus
campañas militares.
También era necesario como vemos en el
párrafo citado una lucha contra los sortilegios
diabólicos a los cuales opone el Dumiense el sortilegio
santo del Credo y del Padre nuestro. Unido a esto era necesario
una condena de la tradición de los augurios, ya sea por
medio de aves o, como
relata el párrafo citado, por la interpretación de
los estornudos. Hemos de decir que los augurios eran de todos los
pueblos y de todos los tiempos. Ahora bien había como tres
clases de augurios: el extispicium; la ornitomancia, que era la
adivinación por el vuelo y canto de las aves; y la
piromancia, que era la adivinación supersticiosa por el
color, chasquido
y disposición de la llama. A la ornitomancia se refiere S.
Martín en su obra. Por lo mismo ha de tenerse en cuenta de
manera especial el cuervo que en el mundo céltico e
indoeuropeo era símbolo de las sabidurías
misteriosas de la noche y de la muerte.
El éxito
de esta obra llena de celo y de sentido práctico, se
manifiesta en su uso y difusión acogedora en años
posteriores. Así tenemos que en el s. XII es utilizada por
el obispo de Noyon, Eloy; de este uso tenemos noticia por su
biógrafo Audoenus de Roen, en donde nuestra obre viene
formando parte de su sermón De supremo iudicio.
No deja de ser significativo que tal obra sea aún
leída y cada vez más estimada a pesar de la
distancia en años que la separan de nuestros tiempos
actuales. Es sin duda merced al trabajo dedicado de un hombre que
supo combinar su vasta cultura y su fe, dejándonos un
legado de incalculable valor.
Año | GALICIA | MUNDO |
465 | Conversión de los suevos al |
|
476 |
| Fin del Imp. Rom. de Occidente |
498 |
| Conversión de los francos (rey Clodoveo) al |
507 | Los Francos vencen a los visigodos en la batalla |
|
510 (aprox.) | Nace S. Martín (en Panonia) |
|
527 – 565 |
| Reinado del Emperador Justiniano |
533 |
| Los bizantinos conquistan África |
535 | Martín en Palestina | Intervención bizantina en Italia |
550 | Llegan las reliquias de S. Martín de Tours Conversión del rey Carriarico |
|
554 | Desembarco bizantino en Hispania |
|
555 | Fundación del monasterio de |
|
559 – 570 | Reinado de Teodomiro |
|
| Conversión de Teodomiro y de todo el reino |
|
561 | I concilio de Braga |
|
565 – 578 |
| Reinado del emperador Justino II en |
570 |
| Comienza reinado del suevo Miro |
572 | II Concilio de Braga |
|
580 | Muere S. Martín de Dumio. |
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1.- Gran Enciclopedia Rialp, XV, Edic. Rialp S.A.,
Madrid. (voz
Martín de Braga, San)
2.- Biografía Eclesiástica
Española, XIII, Madrid, 1862. (voz Martín de Braga,
San)
3.- Denzinger – Hünermann, Magisterio de
la Iglesia, Herder, 2000.
4.- LLorca, B., García- Villoslada, R., Laboa,
J.M., Historia de la
Iglesia Católica I, Edad Antigua, BAC, Madrid, 1999. 884
pp.
5.- López Carreira, Anselmo, Martiño de
Dumio. A creación dun reino,Vigo, 120 pp.
6.- Martín de braga, Sermón contra las
supersticiones rurales, Edic. El Albir S.A., Barcelona, 1981, 80
pp.
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David Neciosup
Estudiante de Primer año de Licenciatura en
Historia en UNAV.