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San Martin de Dumio




Enviado por gottengel



    1. Vida
    2. Obras
    3. De Correctione
      Rusticorum.
    4. Bibliografía

    I.
    VIDA

    Del conjunto de textos que ilustran la biografía de San
    Martín resalta por su sencillez el epitafio que el
    Dumiense compuso para sí mismo resumiendo y condensando
    los hechos más importantes que jalonaron su
    vida:

    "Nacido en la Panonia, atravesando inmensos
    mares,

    Fui llevado por voluntad divina al seno de
    Galicia.

    Obispo consagrado en esta tu sede, confesor
    Martín,

    instituí el culto y el ritual
    sagrado.

    Siguiendo tus pasos, oh Patrón, yo,
    Martín, siervo tuyo,

    siendo igual en el nombre, no en los
    méritos, descanso aquí en la paz de
    Cristo".

    Entre otras fuentes
    biográficas antiguas destacan las dos largas
    epístolas, en prosa y en verso, que le dirige Venancio
    Fortunato, las respectivas menciones, tanto de Gregorio de Tours
    como de Isidoro de Sevilla que incluyen sendas biografías de
    Martín y un antiguo breviario en uso en la catedral de
    Braga, escrito en la primera mitad del s. XIV, interesante por
    las fechas que aporta.

    Estas y otras fuentes de menor importancia fueron
    recopiladas por C. W. Barlow en los apéndices de su
    edición
    de las obras de Martín de Braga. Si bien es cierto, hay
    que reconocer que no hemos podido consultar de primera mano las
    fuentes enumeradas, sin embargo, hemos acudido si a quienes han
    podido hacerlo, de modo que nuestro quehacer esta sustentado en
    una base verídica que nos permitirá acercarnos a la
    vida de este "apóstol de los suevos".

    Nacido en Panonia (actualmente Hungría) a
    inicios del s. VI (quizás en un momento del segundo
    decenio). Del lugar de su nacimiento no nos cabe duda ya que el
    mismo S. Martín nos refiere el lugar: Pannoniis genitus. A
    la vez, que contamos con los testimonios de dos grandes
    personajes contemporáneos al nuestro, como lo es Gregorio
    de Tours y Venancio Fortunato. Panonia era en realidad una
    tierra muy
    lejana a Galicia; sin embargo, existían entre ellas
    ciertas semejanzas. Ciertamente, en el pasado se
    instalarán en ambas gentes procedentes de pueblos celtas,
    e incluso germanos de origen suevo, por lo que se puede apreciar
    ciertas tradiciones culturales y lingüísticas
    paralelas en estos territorios tan distantes.

    Gregorio de Tours nos refiere su viaje a Oriente, en
    dirección a los Santos Lugares. Siendo la
    fecha de su llegada hacia el año 535 d.C. (según la
    tabla cronológica ofrecida por Anselmo López en su
    libro ya
    citado abajo) Camino hacia Palestina es verosímil que
    parase por un tiempo
    determinado en la capital
    bizantina, Constantinopla, dado además, que constituye una
    etapa en el itinerario a Palestina. Ante esto Anselmo
    López afirma que, "de la manera más o menos
    explícita que se quiera Martín actuó de
    hecho como un embajador de Justiniano y los monarcas suevos que
    trataron con él percibieron perfectamente su rango, que no
    debía de provenir exclusivamente de la santidad de su
    proceder".

    Es en Palestina donde el Dumiense recibirá una
    oportuna formación, y donde establecerá contacto
    con la vida de los eremitas del desierto y de otros religiosos.
    Palestina, en aquellos tiempos se destacaba por el nivel con el
    que arraigaba, al mismo tiempo, la vivencia del cristianismo y
    la cultura
    clásica, tras una profunda y larga tradición
    helenística. Además, que constituía, junto
    con las vecinas Siria y Egipto, el
    foco principal del monacato en el Imperio. De este modo, su
    acción
    posterior está marcada plenamente por su estancia monacal
    en Palestina.

    A la etapa que vivió en Palestina, se debe
    también su amplia formación humanística,
    sumada a la práctica del griego y del latín que ya
    conocía. Mucho más de reconocer es el sello que a
    su paso en Palestina dejó impreso en su alma y en su
    mente la patrística oriental, en especial, la de los
    Padres Egipcios. Al mismo tiempo, la vida ascética que
    practicaban los monjes y anacoretas se convirtió en el
    ideal de S. Martín, de modo que posteriormente los
    monasterios que implantará en tierras gallegas tienen su
    modelo en
    estas comunidades que conoció en Palestina.

    Se despide de Tierra Santa en plena efervescencia del
    Imperio
    Bizantino cara a Occidente. De la fecha en la que
    arribó a costas gallegas se afirma la del 550 d.C.,
    desembarcando probablemente en Portucale al mismo tiempo que
    llegaban de la Galia las reliquias de S. Martín de Tours
    solicitadas por el rey de los suevos Carrarico con el fin de
    lograr, por intercesión del santo, la curación de
    su hijo. Se ha llegado a afirmar que ya antes de alcanzar la
    Galicia el Dumiense haya entablado amistad
    –supuesto un desembarque previo en la Ciudad Eterna- con el
    Papa; además, se reseña una visita a Francia donde
    establecería lazos tan estrechos con Gregorio y
    Fortunato.

    Con todo, lo referido anteriormente no pertenece
    más que a conjeturas y suposiciones extrapoladas fuera de
    la realidad, ya que es de manifiesto el anacronismo del que
    adolecen tales afirmaciones. Ya que ni el Papa Vigilio (537-555)
    (con el que se carteará Profuturo, antecesor suyo en la
    sede de Braga) se encontraba por aquellas fechas en Roma, dado que
    muy a su disgusto había partido para Oriente a solicitud
    del emperador Justiniano dada la controversia de los "Tres
    capítulos" donde permaneció hasta aproximadamente
    el año 553, cuando convencido el emperador de lo
    contraproducente de su intransigencia, dejó de asediar y
    perseguir al Romano Pontífice, el cual aprovechando esta
    situación retornó a Roma.

    Ni tenía nada que hacer por aquellas
    épocas el Dumiense con sus futuros amigos, puesto que
    Gregorio era aún muy niño, dado que nació
    hacia el 539 d.C. Y el otro, italiano de nacionalidad,
    no dejaría su nación
    hasta el año 556 cuando se dispuso a realizar una
    peregrinación al sepulcro de S. Martín de Tours y
    se quedó a partir de ese momento en Poitiers. Por lo
    mismo, tiene más visos de ser cierto que viajó
    directamente a Galicia y que dichas amistades son fruto de sus
    contactos posteriores.

    A todo esto, no hay duda que lo que buscaba
    Justiniano en Galicia, dada su política religiosa,
    la cual fue teóricamente ideal y la misma que Constantino,
    a saber: ser obispo en lo exterior, es decir, a poyar con todo su
    poder a la
    religión
    católica y a su legítima jerarquía;
    más por otra parte Justiniano no desconoció nunca
    la superioridad de la autoridad
    pontificia. Así, era menester una vez recuperadas las
    costas de África, tener a favor un reino en las espaldas
    de los visigodos, teniendo en cuenta además que ya era de
    conocimiento
    que tal reino estaba favorablemente dispuesto al entendimiento y
    al que, a pesar de la lejanía, se accedía con
    facilidad desde el sur o bien desde la Galia
    franca.

    Galicia, antes que en ninguna otra parte de Europa
    Occidental, constituye ya en el siglo V un Estado
    medieval, una síntesis
    entre el obsoleto Imperio Romano y
    las primitivas formas tribales germánicas, con los que los
    naturales del país convergen en un proyecto
    común de monarquía.

    Hemos de referir como algo muy probable que cuando
    los suevos se asentaron en Galicia aún continuaban en el
    paganismo, más estando de rey de los suevos, Requiario, (o
    Rechiario) se convirtió al catolicismo, dando así
    muestras de inteligencia
    por parte de éste y precediendo así a los otros
    pueblos recién llegados a la península. Estamos
    aproximadamente en los años 449. La presencia de la cruz
    en las monedas parece indicar esto y no un mero formalismo
    romano. De este modo, observamos que la modernidad del
    pueblo suevo estuvo en adaptarse a los modelos
    organizativos y culturales de los galaicos-romanos, lo cual se
    manifestó directamente en acoger su propia
    religión. Orosio da cuenta del progreso cuando confiesa
    que "fueron los primeros entre los bárbaros que cambiaron
    la espada por el arado" confraternizando así con los
    galaicos-romanos (éstos a su vez los preferían a
    ellos que a la fuerte presión
    tributaria del Imperio)

    A este reino instaurado se refiere la
    nominación dejada en documentos como
    es la de Regnum Suevorum, y también con el calificativo de
    galego, Regnum Galliciensis, tal como se manifiesta en las
    acuñaciones monetarias. Posteriormente, Requiario, fue
    derrotado en el año 456 por las tropas visigodas de
    Teodorico, con lo que comienza un período de oscuridad
    para Galicia, que durará casi cien
    años.

    Asimismo, los visigodos conscientes de la importancia
    de los mecanismos ideológicos, se apresuraron a
    evangelizar las nuevas tierras conquistadas, y dada la
    superioridad visigoda y el decaimiento de los reyes suevos, estas
    tierras profesan el cristianismo pero en su vertiente hereje del
    arrianismo. Sin embargo, a pesar de estar doblegados a las
    exigencias visigodas, el reino Suevo conservaba su estructura de
    Estado independiente, capaz por ello de actuar por cuenta propia
    en el contexto internacional.

    Retomando lo dicho sobre el interés de
    Justiniano en ganar la amistad del Reino Suevo, hemos de apuntar,
    por otra parte, el papel preponderante que jugaba la Galia. Los
    galos, que para el año 498 con el rey Clodoveo se
    habían convertido al catolicismo, tenían en
    común con los suevos la contienda con el vecino visigodo.
    Era de preocupación para los suevos que ya derrotados los
    visigodos en el año 507 por lo francos en Vouillé,
    decidieran estos últimos abarcar toda la Península,
    para consolidar asimismo su monarquía territorial. Vemos
    entonces lo recomendables que eran los dos pasos que el Reino
    suevo estaba a punto de dar, a saber: fundirse con la masa
    predominante del reino, católica (buscando asimismo la
    simpatía de todos los católicos de la
    Península); y el aproximarse al poderoso vecino
    franco.

    Reinando en Galicia Carriarico, cayó sobre
    todo el reino una gran epidemia de lepra, de la que era
    víctima su propio hijo. Ante esto el rey, enterado de los
    milagros que obraban las reliquias de S. Martín de Tours,
    mando traer las reliquias del venerable santo. Los reyes francos
    le deniegan la petición, pues, al tiempo, exigían
    la conversión al catolicismo del reino. El rey Carriarico
    no dándose por vencido, mando construir un suntuoso templo
    y envió una segunda delegación con muchas
    más ofrendas. De
    este modo el mismo día y por el mismo puerto llegan las
    reliquias y el Dumiense. A partir de aquí, todo los
    acontecimientos se precipitan con gran avidez; el hijo del rey
    cura milagrosamente y el rey junto con su Corte, se hacen
    bautizar en el catolicismo, de manos del mismo Martín.
    Siendo este hecho algo quizás a primera vista casual,
    más, por el contrario, es algo fundamental para una
    interpretación cabal, puesto que el
    protagonismo del homónimo del santo francés (sin
    que quede demasiado claro el por qué) se pone de
    manifiesto en su intervención en el bautizo del rey y en
    su promoción a una sede episcopal, aunque
    puramente honorífica, creada ex profeso en Dumio, en las
    afueras de Braga, y quedando delimitada solo a los límites
    del monasterio que luego fundará allí mismo
    Martín.

    Cabe señalar aquí dos dificultades que
    los historiadores encuentran relacionadas con este período
    del Reino suevo: una, la misma identidad del
    rey de aquellos tiempos y, otra, la
    cronología.

    Gregorio de Tours deja escrito que quien ostentaba la
    corona en el reino Suevo en el momento de la conversión
    era Carriarico. En cambio S.
    Isidoro de
    Sevilla habla ya de Teodomiro. Si tomamos esta última como
    verdadera, entonces la conversión del reino suevo tuvo
    lugar cuando ya Martín llevaba varios años en
    Galicia, alrededor del 559 y lo que se debería al
    ejercicio de su influencia en la corte. Esto tiene algo de
    lógica,
    pero no es imprescindible que así haya acontecido, pues
    sabemos de sobra que ya el Reino suevo había establecido
    contactos con las potencias católicas. Por otra parte, es
    cierto que el nombre de Carriarico no es de origen suevo, sino
    más bien franco, lo que explicaría la
    relación con la familia
    franca que tan oportuna se muestra.
    Además, hemos de señalar que la conversión
    acontecida en el 550 a la llegada de Martín se haya visto
    restringida solo a la Casa Real y a la Corte. De este modo se
    explica que luego se haya hecho extensiva a todo el pueblo en la
    época de Teodomiro (que debería de ser el hijo
    curado de Carriarico) como resultado directo del esfuerzo
    organizativo y misionero del Dumiense.

    La otra dificultad se refiere al lugar donde
    estaría el templo construido por Carriarico. Siendo lo
    más probable que haya sido construido en Orense, dado que
    existe en esta ciudad la única catedral con
    advocación a S. Martín de Tours, hasta el punto de
    sustituir en la primacía a la catedral primitiva dedicada
    a Santa María. En los solares de ambas se levantaron
    posteriormente las edificaciones actuales (en el s. XII la
    Catedral y en el s. XVII la de Santa María
    Madre).

    En la fachada de Santa María podemos admirar
    dos pares de columnas clásicas supuestamente
    pertenecientes a un antiguo templo suevico. Y la presencia del
    rey en Orense se explicaría por un cierto carácter itinerante de la Corte, que
    teniendo como centro a Braga, pasaría también por
    esta ciudad. A partir de aquí el Dumiense
    desplegará su trabajo, en
    estas tierras de las cuales ya no marchará.

    En estas condiciones en un ambiente
    favorable, con un pueblo masivamente favorable y una Corte que lo
    apoya asciende al trono Teodomiro. Aún así, nuestro
    Dumiense tendrá que trabajar mucho en la conversión
    de este pueblo. De este modo, el 1 de Mayo del 561 se abre la
    primera sesión del Primer Concilio de Braga,
    inaugurándose de esta manera, un sistema de
    gobierno que
    servirá de modelo para el futuro. Dentro de las muchas
    cuestiones que se tratan en el concilio, es significativo que no
    se preste mucha atención al arrianismo. Por el contrario,
    se presta atención al priscilianismo que por aquellos
    tiempos estaba muy arraigada en la población rural.

    Los Priscilianistas se habían expandido mucho
    en Galicia, a pesar que el autor de esta secta del cual recibe el
    nombre había sido ya decapitado hacia fines del S. IV,
    como resultado de un proceso
    llevado a cabo en la ciudad de Burdeos, aunque ciertamente no fue
    condenado por hereje sino por practicar la magia. La doctrina
    priscilianista en tiempos del Dumiense causaba estragos entre la
    población poco fervorosa e ignorante. Entre las
    aseveraciones de estos sectarios tenemos, por ejemplo, el afirmar
    que Cristo no tiene una verdadera naturaleza
    humana, lo cual queda anatematizado en uno de los catorce
    cánones dirigidos contra el priscilianismo en el primer
    concilio de Braga. Así dice el cuarto canon contra los
    priscilianistas: "Si alguno no honra verdaderamente el nacimiento
    de Cristo según la carne, sino que simula honrarlo,
    ayunando en el mismo día y en domingo, porque no cree que
    Cristo no naciera en la naturaleza de
    hombre, como
    Cerdón, Marción, Maniqueo y Prisciliano sea
    anatema. A esto estaba unido también el exceso rigorismo
    en las prácticas ascéticas que difundían los
    seguidores de Prisciliano, para ello téngase en cuenta lo
    referido en el canon 14: "Si alguno tiene por inmunda las comidas
    de carnes que Dios dio para uso de los hombres, y se abstiene de
    ellas, no por motivo de mortificar su cuerpo, sino por
    considerarlas una impureza, de suerte que no guste ni aun
    verduras cocidas con carne, conforme dijeron Maniqueo y
    Prisciliano sea anatema". También consta el tema de la
    prohibición del matrimonio
    considerado como algo pecaminosa lo cual el concilio responde en
    el canon 11: "Si alguno condena las uniones matrimoniales y se
    horroriza de la procreación de los que nacen, como dijeron
    Maniqueo y Prisciliano sea anatema".

    En el 555 fue fundado el Monasterio de Dumio para que
    fuese administrado por el Bracarense, en el cual plasmó la
    vida que llevaban los monjes palestinenses de la cual estaba muy
    bien informado. Así fue consagrado obispo el 5 de Abril
    del 556. "Este pequeño obispado, constituido por el
    monasterio y sus dominios, corresponde exactamente a la actual
    feligresía y es el único caso de su género en
    la Iglesia
    Occidental. La erección de esta diócesis parece
    debida a la influencia celta, porque el Obispo-abad de Dumio,
    además de gobernar el monasterio-diócesis, mandaba
    en los otros monasterios de Galicia y hasta de otras provincias,
    constituyendo con ellos una especie de federación
    monástica". A la muerte del
    obispo Lucrecio en el a. 569, que hasta ese entonces ocupaba la
    sede de Braga, le sucede el Dumiense, sin dejar su obispado de
    Dumio.

    De este modo Martín se convirtió en el
    prelado de toda la Galicia, Asturias y gran parte de la
    Lusitania. Para tan numeroso rebaño no podía bastar
    la asidua vigilancia del Santo, por eso, decidió erigir
    otra metrópoli en la ciudad de Lugo, que aunque le restase
    autoridad en lo temporal, se llegaría a una mejor
    atención espiritual de los fieles. Una vez divididas y
    delimitadas las dos sedes, realizó grandes innovaciones
    litúrgicas y estando allí, en Braga, convocó
    y celebró el II Concilio de Braga, el 1 de Junio del 572.
    Esta vez dirigido por Miro sucesor de Teodomiro, quien
    había muerto hacia el 570.

    La personalidad
    de Martín constituye una de las figuras más
    destacables del s.VI, que con sus características de
    escritor y eclesiástico pertenecía aún a los
    finales de la Edad Antigua, con esa particularidad de lo hombres
    insignes de esta época, la vocación universal y la
    carencia de su patria. Esta personalidad, rica y compleja, se
    pone de relieve por la
    variedad temática de sus obras (como hemos visto
    más arriba). Si bien no se trata de una producción muy extensa ni de un pensamiento
    original, más se encuadra en la línea de los
    escritores de los confines de la Edad Antigua que han sabido
    inculturar la fe en un determinado territorio, y que con su
    ejemplo, nos da un testimonio de santidad y apostolado incansable
    muy digno de imitar. Muere el Dumiense en el 580. La Iglesia lo
    agregó al número de los santos y le dedico su
    fiesta cada 20 de Marzo. Enterrado primero en el monasterio de
    Dumio, sus restos pasaron luego a la ciudad de Braga, donde
    aún hoy reposan.

    II.
    OBRAS

    Es indecible lo que este santo, gloria insigne de la
    iglesia gallega, realizó por la cultura
    eclesiástica de su tiempo y en particular por la vida
    monástica. Entre sus escritos hallamos algunos que
    sirvieron como pauta y norma de vida a los monjes dirigidos por
    él. Unido a su esfuerzo desmedido por la
    evangelización de su grey hizo que Martín no
    escatimase ningún medio por llevar a cabo tan gran ideal,
    así tenemos de él las más variadas obras,
    las cuales se dividen en tres grupos.

    A. Ascético-morales:

    a.- Formula vitae honestae: Un excelente tratado de
    moral natural
    sobre las cuatro virtudes cardinales. Dedicada al rey Miro, donde
    el Dumiense nos ofrece una idea de la altura moral y de la
    majestad que adornaban a este rey. Cosa ya vista en las palabras
    que dirige en la breve introducción de la obra. Es conocida
    también con el nombre De la diferencia de las cuatro
    virtudes cardinales.

    b.- De ira: Escrita a petición de Vitimiro, obispo
    de Orense. Resume la obra del mismo título de
    Séneca.

    c.- Opus tripartitum: Expone la moral
    cristiana sobre la jactancia, a soberbia y la humildad.

    d.- Aegyptiorum Patrum sententiae: traducción de las sentencias de los Padres
    Egipcios para la orientación de sus monjes. Se tratan de
    principios o
    máximas espirituales de los monjes orientales a los que
    él había tratado personalmente. Al lado de este
    trabajo debemos colocar otro parecido, Las palabras de los
    ancianos, traducido del griego, pero dicha obra no tiene muchos
    fundamentos.

    B. Canónicas:

    a.- Epistola de trina mersione: Donde combate la costumbre de
    bautizar con una sola inmersión.

    b. Capitula Martín: Colección de 84
    cánones (clasificados por algunos autores como Conc. III
    de Braga) dedicada al obispo de Lugo, Vitigio, en donde se
    procura adaptar la disciplina
    tradicional de la Iglesia a las necesidades y al particularismo
    de la Iglesia sueva.

    C. Poéticas:

    Tres poesías
    de sabor clásico, con un total de 38 hexámetros: In
    basílica, In refectorio y su Epitaphium. Se ha perdido su
    Volumen
    epistolorum, citado por S. Isidoro, el cual parece contener la
    desaparecida correspondencia con Venancio Fortunato, S.
    Radegunda, la abades Inés y otras religiosas de Santa Cruz
    de Poitiers.

    III. DE
    CORRECTIONE RUSTICORUM.

    Abordemos ahora con mucha mayor extensión una de la
    obras cumbres del Metropolitano bracarense. Sin lugar a duda la
    obra pertenece a Martín, que habiendo determinado el
    segundo Concilio de Braga, de 572, que los obispos en su visita
    pastoral instruyeran y exhortaran al pueblo para preservarlo de
    supersticiones idolátricas y supervivencias paganas,
    redacta esta obra para que sirva de instrucción pastoral a
    los obispos del Reino.

    Se trata, en efecto, de una instrucción en forma de
    sermón popular, dirigida al obispo Polemio, con el
    único fin de enmendar a la gente del campo; de ahí
    el nombre en latín: De correctione rusticorum; aunque si
    bien es cierto, su autor no le puso ningún título.
    Tal nombre nos parece apropiado puesto que el mismo Dumiense usa
    las palabras rusticus sermo al principio de la obra. Las cuales
    no significan una forma de hablar gramaticalmente incorrecta,
    sino que, en vez de la dicción refinada y florida que
    estaba de moda en aquel
    tiempo, e incluso el mismo Martín usa en otros escritos,
    se refiere a la lengua simple
    y popular de una persona
    cultivada, llegando incluso – como refiere Barlow – a
    usar vulgarismos para poner su enseñanza más al alcance de sus
    oyentes.

    Era sin duda una tarea ardua la de los Obispos de aquellas
    sedes, puesto que si bien el pueblo estaba a favor de una
    conversión, aún pervivía en ellos ciertos
    residuos de supersticiones y costumbres populares. "Realmente
    amplio e importante, el cuadro de costumbres que presenta la obra
    constituye una de las facetas que más han contribuido a
    popularizarla y a llamar la atención sobre ella de
    estudiosos procedentes de muy diversos campos"

    El texto del De
    correctione rusticorum no ha llegado a nosotros en su
    versión original (tal como salió de manos de S.
    Martín). Se accede a él a través de una
    serie de manuscritos, los cuales fluctúan entre los siglos
    VIII y XVI, en un número total de doce manuscritos, que a
    su vez vienen acompañados siempre de una serie más
    o menos larga de obras o fragmentos de otros autores. Como es de
    esperar en esta clase de
    manuscritos es observable la intervención, incluso en los
    de la misma serie, de varios escribas, así lo apunta
    Rosario Jove Clols en la Introducción a la edición
    de esta obra ya citada anteriormente.

    En la lucha contra las supersticiones rurales que tan
    arraigadas están en el pueblo y lograr así la
    corrección de todas estas almas "Martín no conoce
    un medio mejor para lograrlo que demostrar el carácter
    demoníaco de la idolatría, y así recompone,
    tal como se lo imagina, el desarrollo del
    error pagano. Caído del cielo por culpa de su orgullo, el
    diablo reside cerca de nosotros junto con un gran número
    de demonios a los que arrastró con él. Celosos de
    los hombres que van a ocupar su sitio, si obran bien, los
    espíritus impuros se esfuerzan en arrastrarlos al mal y
    hacer que se olviden de su creador. Primero les persuaden de que
    adoren las fuerzas de la naturaleza, luego se les aparecen y les
    piden santuarios….A los cristianos que, incluso
    después del bautismo, se han dejado arrastrar por los
    demonios, Martín les recuerda las promesas que hicieron el
    día de su iniciación y les exhorta a renovarlas y a
    hacer penitencia".

    Cuando S. Martín, en la exposición
    de su doctrina utiliza la palabra "diabolus" se refiere al
    príncipe de los ángeles caídos. Sin embargo,
    no lo usa así cuando se refiere al conjunto de los
    ángeles caídos, sino que más bien usa el
    termino masculino "daemon" o el neutro "daemonium".

    Entre las supersticiones y costumbres populares que
    denuncia el Dumiense tenemos este párrafo
    ilustrador de su obra que citamos textualmente por parecernos muy
    adecuado e importante con lo que venimos exponiendo:

    "¡He aquí qué clase de promesa y de
    profesión de fe tenéis con Dios! ¿Y
    cómo vuelven enseguida a los cultos del diablo algunos
    de entre vosotros que renunciaron al diablo, a sus
    ángeles, a sus cultos y a sus malas obras? Pues encender
    velas junto a las piedras, a los árboles, a las fuentes y en las
    encrucijadas ¿qué otra cosa es sino culto al
    diablo?. Los actos de adivinación y los augurios y el
    celebrar el día de los ídolos, ¿qué
    otra cosa es sino culto al diablo? Festejar las Vucanales y las
    Calendas, adornar mesas y poner ramas de laurel, prestar
    atención al pie que se usa, derramar grano y vino en el
    fuego sobre un tronco y poner pan en las fuentes,
    ¿Qué otra cosa es sino culto al diablo? Que las
    mujeres invoquen a Minerva mientras tejen, que elijan el
    día de Venus para sus nupcias y que presten
    atención a qué día se ponen en camino,
    ¿qué otra cosa es sino culto al diablo? Hechizar
    hierbas para encantamientos e invocar los nombres de los
    demonios al hacerlo, ¿qué otra cosa es sino culto
    al diablo? Y otras muchas cosas que son largas de contar. He
    aquí que después de la renuncia al diablo,
    después del bautismo, hacéis todo esto, y que,
    volviendo al culto de los demonios y a las malas obras de los
    ídolos, vosotros habéis dejado de lado vuestra fe
    y habréis roto el pacto que hicisteis con Dios.
    Habéis abandonado el signo de la cruz que recibisteis en
    el bautismo y atendéis a otros signos del
    diablo por medio de pájaros, estornudos y otras muchas
    cosas. ¿Por qué a mi o a cualquier buen cristiano
    no nos perjudica un agüero? Porque la señal del
    diablo no es nada cuando ha precedido el signo de la cruz
    ¿Por qué os perjudica a vosotros? Porque
    menospreciáis la señal de la cruz y teméis
    aquello que os habéis forjado. Del mismo modo
    habéis abandonado el santo sortilegio, es decir, el
    símbolo de los apóstoles que recibisteis en el
    bautismo que es "Creo en Dios padre todopoderoso" y la
    oración del Señor, es decir "Padre nuestro que
    estás en los cielos" y conserváis
    diabólicos sortilegios y fórmulas mágicas.
    Así, pues, cualquiera que, menospreciada la señal
    de la cruz de Cristo, pone sus ojos en otros signos, ha perdido
    la señal de la cruz que recibió en el
    bautismo".

    Muchas de las supersticiones enumeradas por el Bracarense,
    no solo eran pertenecientes al paganismo grecorromano sino
    también las había de origen germánico,
    ibérico, etc. En cuanto a explicar las supersticiones
    trataremos de dar cierta noticia sobre ellas. Así tenemos,
    que la costumbre de encender una vela a las piedras,
    árboles y fuentes, se debe a una antigua creencia por la
    que se creía que "cada piedra, árbol y fuente
    encerraba un espíritu de la naturaleza que a veces tomaba
    forma humana. El culto a las piérdase relaciona con el
    dios suevo Wotan que penetraba en los bloques de granito,
    previamente abiertos y los cerraba de nuevo. El de los
    árboles deriva del culto del dios Thor o Donnar a quien se
    consagraban árboles de gruesos troncos".

    En cuanto a la superstición relacionada con pedem
    observem (atención al pie que se usa) se trata
    sencillamente de la creencia de todos los tiempos de que, en
    general, la derecha es favorable y la izquierda es desfavorable y
    que ésta última está reservada a los ritos
    ctónicos, funerarios, demoníacos y mágicos.
    Se trata de un dualismo que al parecer no acaba nunca, sino que
    se afirma en la negación de sus contrarios, el pie derecho
    se opone al izquierdo así como la mano izquierda a la
    derecha. Se dice que Augusto también lo tenía en
    cuenta y que cierto día se había puesto primero el
    pie izquierdo por lo que estuvo a punto de perecer en una de sus
    campañas militares.

    También era necesario como vemos en el
    párrafo citado una lucha contra los sortilegios
    diabólicos a los cuales opone el Dumiense el sortilegio
    santo del Credo y del Padre nuestro. Unido a esto era necesario
    una condena de la tradición de los augurios, ya sea por
    medio de aves o, como
    relata el párrafo citado, por la interpretación de
    los estornudos. Hemos de decir que los augurios eran de todos los
    pueblos y de todos los tiempos. Ahora bien había como tres
    clases de augurios: el extispicium; la ornitomancia, que era la
    adivinación por el vuelo y canto de las aves; y la
    piromancia, que era la adivinación supersticiosa por el
    color, chasquido
    y disposición de la llama. A la ornitomancia se refiere S.
    Martín en su obra. Por lo mismo ha de tenerse en cuenta de
    manera especial el cuervo que en el mundo céltico e
    indoeuropeo era símbolo de las sabidurías
    misteriosas de la noche y de la muerte.

    El éxito
    de esta obra llena de celo y de sentido práctico, se
    manifiesta en su uso y difusión acogedora en años
    posteriores. Así tenemos que en el s. XII es utilizada por
    el obispo de Noyon, Eloy; de este uso tenemos noticia por su
    biógrafo Audoenus de Roen, en donde nuestra obre viene
    formando parte de su sermón De supremo iudicio.

    No deja de ser significativo que tal obra sea aún
    leída y cada vez más estimada a pesar de la
    distancia en años que la separan de nuestros tiempos
    actuales. Es sin duda merced al trabajo dedicado de un hombre que
    supo combinar su vasta cultura y su fe, dejándonos un
    legado de incalculable valor.

    CRONOLOGÍA

    Año

    GALICIA

    MUNDO

    465

    Conversión de los suevos al
    arrianismo

     

    476

     

    Fin del Imp. Rom. de Occidente

    498

     

    Conversión de los francos (rey Clodoveo) al
    catolicismo

    507

    Los Francos vencen a los visigodos en la batalla
    de Vouillé

     

    510 (aprox.)

    Nace S. Martín (en Panonia)

     

    527 – 565

     

    Reinado del Emperador Justiniano

    533

     

    Los bizantinos conquistan África
    vándala

    535

    Martín en Palestina

    Intervención bizantina en Italia

    550

    Llegan las reliquias de S. Martín de Tours
    y desembarca S. Martín (de Dumio)

    Conversión del rey Carriarico

     

    554

    Desembarco bizantino en Hispania

     

    555

    Fundación del monasterio de
    Dumio

     

    559 – 570

    Reinado de Teodomiro

     

     

    Conversión de Teodomiro y de todo el reino
    suevo al catolicismo

     

    561

    I concilio de Braga

     

    565 – 578

     

    Reinado del emperador Justino II en
    Bizancio

    570

     

    Comienza reinado del suevo Miro

    572

    II Concilio de Braga

     

    580

    Muere S. Martín de Dumio.

     

    BIBLIOGRAFIA

    1.- Gran Enciclopedia Rialp, XV, Edic. Rialp S.A.,
    Madrid. (voz
    Martín de Braga, San)

    2.- Biografía Eclesiástica
    Española, XIII, Madrid, 1862. (voz Martín de Braga,
    San)

    3.- Denzinger – Hünermann, Magisterio de
    la Iglesia, Herder, 2000.

    4.- LLorca, B., García- Villoslada, R., Laboa,
    J.M., Historia de la
    Iglesia Católica I, Edad Antigua, BAC, Madrid, 1999. 884
    pp.

    5.- López Carreira, Anselmo, Martiño de
    Dumio. A creación dun reino,Vigo, 120 pp.

    6.- Martín de braga, Sermón contra las
    supersticiones rurales, Edic. El Albir S.A., Barcelona, 1981, 80
    pp.

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    David Neciosup

    Estudiante de Primer año de Licenciatura en
    Historia en UNAV.

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