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Buyouts para el crecimiento




Enviado por jenebral1



    1. Comprar, para hacer
      crecer
    2. Nuevas metas
      empresariales
    3. Conclusión

    Introducción

    Consecuencia de la extensión de estas operaciones en
    nuestro país, los buyouts suenan y suenan como
    nuevo buzzword en los medios
    económicos. Ciertamente, un cambio en la
    propiedad
    puede desatascar el deseado desarrollo de
    no pocas pymes de sectores
    diversos —quizá enredadas en algún conflicto de
    intereses o voluntades—, y el capital
    riesgo parece
    estar atento a estas oportunidades del mercado. Son
    diversas las formas en que puede orquestarse un buyout,
    aunque casi siempre parece acompañarse de una nueva
    orientación estratégica tendente al crecimiento y
    desarrollo de la empresa; sin
    embargo, el éxito
    no está asegurado: depende de factores diversos, incluido
    también el acierto en la formulación de las nuevas
    metas u objetivos.

    Recordemos que estamos hablando de la adquisición
    de una participación mayoritaria en una empresa, ya
    sea por parte de sus directivos, o de entidades de capital
    riesgo, o de inversores particulares que pasen a formar parte del
    equipo directivo. Puede presumirse que la nueva Dirección de la empresa se
    sentirá especialmente comprometida con las metas de
    consolidación y crecimiento formuladas, pero sabemos bien
    que el éxito no llega fácilmente.

    Con la perspectiva ventajosa que proporciona el paso del
    tiempo,
    podríamos quizá estudiar los antecedentes, detalles
    y resultados de algunas de estas operaciones llevadas a cabo en
    el pasado. Ya publiqué la información de un caso de Management Buy
    Out (Alcatel-FYCSA-Gestlink) tras incorporar algunos datos y
    sugerencias recibidas de los agentes involucrados, y quizá
    el lector conozca otros casos igualmente ilustrativos. Ahora me
    ha parecido oportuno extraer o extrapolar algunos comentarios o
    reflexiones, referidos concretamente a las iniciativas de
    crecimiento que suelen acompañar a estas
    operaciones.

    Comprar, para hacer
    crecer

    Incluso aunque estemos seguros de la
    oportunidad de crecer, no se nos deben escapar las condiciones
    que harán posible el crecimiento. En el caso de FYCSA, a
    mí me pareció que el sector del e-learning
    corporativo no podía consolidarse sin contar con la
    satisfacción de los usuarios, y que éstos no
    habían sido objeto de suficiente atención por parte de quienes tomaban las
    decisiones en materia de
    formación en las empresas. De modo
    que quizá este proveedor de e-learning fue
    excesivamente optimista, al anunciar a los medios en 2001 (poco
    después de su MBO) su intención de facturar 5.000
    millones de pesetas en 2003 (según he visto, las ventas reales
    se quedaron luego en la quinta parte: 6 millones de euros).
    Aquí no podemos hablar de éxito del buyout,
    considerando además que el grupo FYCSA
    declaró en 2002 la cantidad global de 1.600.000 euros de
    pérdidas, sobre unas ventas de 6,1 millones (nunca antes
    en su trayectoria había declarado pérdidas esta
    empresa); pero no faltan éxitos tras los
    buyouts.

    Son, desde luego, muchos los sectores en que se puede
    crecer, y en los que caben las operaciones llamadas
    buyouts; pero yo afirmaría —si me permiten
    decirlo con brusquedad— que el crecimiento sólido y
    sostenido pasa —o debería pasar— por una mayor
    atención a las expectativas de los consumidores o usuarios
    del producto o
    servicio de
    que se trate. En su caso, el hecho de que la figura del cliente no
    coincidiera con la del usuario o consumidor, no
    debería llevar a una dejación de la exigencia de
    calidad o
    eficacia
    trasladable al proveedor.

    Dejando a un lado las fusiones, para
    crecer, las empresas, además de innovar, pueden orientar
    mejor sus productos a
    los consumidores de su mercado, o pueden buscar otros mercados en que
    sus productos tengan buena aceptación. De hecho y pensando
    en la exportación, meses atrás supe de
    otro sonoro buyout: el caso de Cosecheros Abastecedores,
    ahora con presencia mayoritaria de Nazca Capital, tras negociar
    con cerca de 200 accionistas. (Se da la circunstancia de que
    tanto Cosecheros Abastecedores como FYCSA están presididas
    por la misma persona, Miguel
    Canalejo, que ya fue presidente de Alcatel España, y
    que seguramente tendrá éxito en el sector
    vitivinícola. Leí ayer, por cierto, que Canalejo se
    incorporaba al Consejo de Unión Fenosa). Las intenciones
    de la nueva Dirección de Cosecheros Abastecedores
    —al parecer, ahora Grupo de Bodegas Vinartis
    pasan por incluir más vinos de gama alta, e impulsar la
    exportación especialmente a Estados Unidos, Alemania y el
    Reino Unido. Se ha reforzado la red comercial y se ha
    incrementado sensiblemente el presupuesto de
    marketing y publicidad.
    Seguramente Vinartis incrementará sus ventas, y
    quizá gane puestos en el ranking
    nacional.

    De momento y por detenernos unas líneas en el
    caso de Vinartis, sabemos que Canalejo critica el sistema actual de
    Denominaciones de Origen: "El vino español
    tiene un problema de competitividad
    en el exterior: las denominaciones de origen"
    . Según
    vi en una entrevista
    publicada en Expansión, sus críticas se
    orientan sobre todo a las denominaciones de Rioja y Ribera del
    Duero. Tal vez este nuevo empresario del
    vino está pensando en contar con una posible
    denominación "Vinos de España", más
    allá del actual "Produce of Spain" en sus vinos de mesa.
    Creo que al respecto el debate
    está abierto en el sector vitivinícola, y
    ojalá se resuelva a satisfacción de todos, sin
    perjuicio de la buena imagen de
    nuestros vinos en el exterior.

    También y por hablar de otro caso, la entrada de
    Suala Capital en Paconsa persigue afianzar el liderazgo de
    este grupo en el transporte
    frigorífico internacional, dando apoyo a sus ambiciosos
    planes de crecimiento. Creo que no hacen falta más
    ejemplos: se persigue típicamente favorecer el
    crecimiento. Pero sí quería yo mostrarles una
    obviedad: cada sector es un mundo, lleno de sensibilidades,
    expectativas, equilibrios, inquietudes, relaciones… En el del
    vino, como en el de la gastronomía y otros, hay visible apego
    hacia el trabajo y
    el producto: una notable presencia de emociones;
    esperemos que la llegada del capital riesgo, nacional o
    extranjero, no desvirtúe sentimientos de milenaria
    tradición.

    No tienen casi nada que ver, pero destacaría yo
    el fuerte contraste de este sector del vino (hasta ahora
    caracterizado, como les decía, por una gran presencia de
    autotélica vocación profesional y una visible
    satisfacción por los logros de calidad) con la imagen del
    otro de que les hablaba —e-learning
    corporativo—, transmitida por José Ignacio
    Díez, Consejero Delegado de FYCSA y vicepresidente de la
    Asociación de Proveedores de
    e-Learning
    (APeL). Al hablar de la calidad de los contenidos de los cursos
    de formación on line, nos decía en un
    libro el
    año pasado, 2003: "Los contenidos han sido magnificados
    durante estos tres o cuatro años pasados, sin que se
    entienda muy bien la razón. Es obvio que cuanto más
    atractivos sean y mejor se hayan desarrollado
    pedagógicamente, mayor será su aceptación
    por los alumnos; pero no está claro que ésta sea la
    clave del autoestudio. Quien más y quien menos se ha visto
    obligado a adquirir conocimientos complejos con medios precarios.
    Recordemos la universidad
    (…) con las fotocopias de los apuntes del más
    estudioso de la clase:
    contenidos más precarios, imposible"
    .

    En el mismo libro de la Biblioteca de
    Aedipe, Díez, proveedor de contenidos y servicios de
    e-learning, recomendaba a las empresas que dosificaran su
    esfuerzo inversor en contenidos formativos y nos señalaba
    que "el éxito de la formación on line
    radica en su mayor medida en la elección de la metodología y, complementariamente, en
    elementos motivacionales de las personas…"
    . No nos
    imaginamos a Díez de bodeguero, diciendo que no importa
    tanto la calidad del vino, como el método de
    consumo y la
    sed del consumidor; pero seguramente sus declaraciones tienen
    algún fundamento en el sector del e-learning
    corporativo. Acertado o equivocado el ideario estratégico
    de FYCSA, lo cierto es que se ha quedado en la quinta parte de
    las ventas perseguidas, a pesar de haberse fusionado con ECG
    (consultora de Barcelona), y a pesar de que su sector está
    en crecimiento.

    De modo que un buyout no garantiza el
    éxito, sino que —discúlpenme la
    perogrullada— anuncia un cambio estratégico o
    táctico tendente típicamente al crecimiento o la
    consolidación. Sería, desde luego, una pena
    orquestar un buyout, crear nuevas expectativas, y luego
    fracasar. Al respecto, llama la atención el empeño
    de los ejecutivos en proclamar logros económicos por
    alcanzar y en predicar doctrinas a veces más sectarias que
    sectoriales; el lector tendrá su punto de vista, pero a
    menudo pienso que se trata ya más de una competencia en
    los medios de
    comunicación y menos de una competencia de calidades y
    precios. Esto
    es muy complejo y el marketing es fundamental, pero no
    sorprendería que los consumidores y usuarios empezaran a
    recelar de quienes parecen poner mucho énfasis en las
    declaraciones y en el negocio, y menos en la calidad de los
    productos o servicios.

    Nuevas metas
    empresariales

    Tras los buyouts y como sugeríamos, los
    equipos de Dirección parecen tener tendencia a hacer
    pronunciamientos, y éstos a menudo se refieren a escalar
    puestos en el ranking sectorial, y pueden apuntar al
    mismísimo liderazgo si se sigue por el habitual camino de
    las adquisiciones y fusiones. Todo esto puede ser saludable y
    legítimo…, pero pónganse por un momento en la
    piel del
    consumidor. Creo que éste busca calidad a un precio justo,
    y que no insistirá en comprar "marca" si no
    encuentra una suficientemente favorable relación entre
    aquellos parámetros. Pero pónganse también
    en la piel del profesional metido en la empresa, en la del
    knowledge worker, en la de quienes están
    próximos a los productos o servicios que se venden…
    ¿Por qué se sentirán más orgullosos,
    por liderar el mercado, o por ofrecer lo mejor a los clientes y a la
    sociedad?

    Todo esto es complejo, pero convendrán en que la
    obsesión por liderar el mercado debería ir cediendo
    paso a la mayor satisfacción de los clientes y usuarios.
    Aquélla —la obsesión— parece propia de
    empresarios y ejecutivos ambiciosos (no digo codiciosos, pero
    también), pero debería llegar quizá como
    consecuencia y no tanto como fin. Desde la atrevida óptica
    de este articulista modesto, si satisfacemos a los clientes
    más que los competidores, acabaremos liderando el mercado,
    pero si simplemente buscamos liderar el mercado por aquello
    —o mediante aquello— de que "pez grande se come a pez
    chico", sepamos que ahora se trata también a menudo de
    "pez rápido se come a pez lento". Y que "por la boca muere
    el pez". Empero, también sabemos que los Reyes Magos son
    los padres, y que las grandes empresas tienen poder para
    reducir a las pequeñas que pudieran ofrecer mayor calidad
    a mejor precio…

    Para asegurar el crecimiento de la empresa por la
    vía de conquistar clientes, yo insistiría en la
    necesidad de abrir mayor paso a la vocación profesional
    tras metas bienvenidas por la sociedad, y cerrar un poco la llave
    de paso de la ambición imperial, o de los resultados a
    corto plazo. Quizá el lector recuerde el caso de
    algún CEO de gran empresa multinacional tratando de
    movilizar a sus organizaciones
    tras metas como "liderar el mercado de… en nuestro
    país", o "conseguir el premio de calidad de la EFQM". No
    les hablo de los CEOs mercenarios de que se ocupa incluso la
    revista
    Fortune, sino de los CEOs líderes, con afán
    de logro; pero reflexionen un momento sobre este tipo de
    metas.

    Quizá haya quien se alinee mejor con otras metas
    o "visiones" de mayor orientación social, como "buen vino
    en todas las mesas", "aprendizaje
    eficaz y ameno servido por los PCs", "cada persona con su
    teléfono móvil", o "Internet para cada
    estudiante", o "pantallas planas en todos los hogares", o
    "electrodomésticos silenciosos en todas las cocinas", o
    "energía no contaminante", o "alimentos
    congelados de alta calidad", o "ruedas sin pinchazos en todos los
    coches", o "casas sin goteras", o "colchones ergonómicos",
    o "dentaduras sin caries", o "un mundo sin sida", o "zapatos
    sin dolor", o "grifos sin goteos", o "instrumental de diagnóstico médico cero defectos", o
    "protección de la naturaleza", o
    "camisas sin botones", u "ordenadores seguros", o "calcetines sin
    tomates", o "automóviles no contaminantes"…

    Conclusión

    No cabe duda de que muchas empresas necesitan nuevas
    ideas, que sean fruto de horizontes más amplios y agudeza
    visual; pero como no es oro todo lo
    que reluce, el buen hacer debe ser una constante antes y
    después de los buyouts. Nuevas oportunidades surgen
    en los tiempos que corren y no deberían malograrse; en
    cierta medida, me parece que esto es lo que puede estar pasando
    en el sector del e-learning corporativo, pero el lector
    tendrá sus propios ejemplos y opiniones.

    En general, los cambios de propiedad crean dudas y
    temores en la población de las empresas; suele cundir el
    pánico
    en unos y la euforia en otros; aquéllos pueden venir
    acompañados de transformaciones culturales y
    sociopolíticas en la
    organización; el nuevo orden puede arrasar, a
    su paso, lo malo y lo bueno. Los directivos tienen prisa en
    generar resultados y éstos pueden ser artificiales, por
    eso quizá no habría que hablar de éxito o
    fracaso hasta dejar pasar unos años. Y quizá, por
    si acaso, tras los buyouts habría que ser prudentes
    en las declaraciones, y esperar a la llegada del éxito
    para saborearlo, en todo caso evitando la complacencia y la
    jactancia (personalmente, creo que éstas traen mala
    suerte). Dicho de otro modo: no nos precipitemos en entonar el
    epinicio, por si luego hemos de cantar la palinodia.

    No sé si habrá muchos lectores que lleguen
    hasta aquí (gracias por hacerlo), pero he querido subrayar
    la necesidad de contar, tras los buyouts y desde luego,
    con los clientes y consumidores o usuarios, pero también
    con las personas de la organización, sin cuya adhesión
    racional y emocional no cabe apostar por la solidez de
    ningún crecimiento. Sin duda todo esto es más
    complejo pero, en beneficio de la sociedad y cuando se persigue
    con prisas tras los buyouts, el crecimiento de las
    empresas debería ser consecuencia de la conquista de
    voluntades de clientes, y no sólo de desaparición
    de competidores. Es probable que tenga razón Canalejo
    cuando anuncia que de las quinientas marcas de vino de
    mesa, van a quedar sólo tres…, pero como consumidor me
    asusta un poco la pérdida que supone en la posibilidad de
    elegir.

    José Enebral Fernández

    Consultor de Management y Recursos
    Humanos

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