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La Calidad de la Educación: Una acción política que transforma la función social de la escuela




Enviado por estebarrantes



    1. Política social y
      globalización
    2. Evaluación de la calidad
      como fuente de información del
      sistema
    3. Producción de
      información y mejoramiento del
      sistema
    4. Calidad educativa o
      preparación de escenarios
      globalizadores?
    5. La evaluación masiva de
      la calidad no es un asunto educativo sino político que
      reformula la función social de la institución
      escolar

    POLÍTICA SOCIAL Y
    GLOBALIZACIÓN

    Es notorio como las diferentes lecturas sobre el
    fenómeno de la
    globalización que se postula desde diversas ciencias
    sociales, plantean una perspectiva generalizada, que
    actualmente [y desde hace por lo menos una década y
    media], con el propósito de caracterizar la época,
    coinciden en señalar el papel jugado por la economía en la
    configuración de relaciones de intercambio, dependencia
    y/o equidad entre
    los países del mundo como elemento central de la dinámica social y cultural a escala universal.
    No obstante, como lo señala Escobar "nadie sabe
    dónde empieza y termina la economía, a pesar de que
    los economistas, en medio de la vorágine neoliberal y de
    la aparentemente todopoderosa globalización, rápidamente se
    apuntan a la pretensión de reducir a la economía
    todos los aspectos de la realidad social, extendiendo de este
    modo la sombra que la economía arroja sobre la vida y la
    historia
    ".

    Frente a las transformaciones sufridas por la sociedad
    contemporánea y sus consecuentes efectos [como la
    interdependencia económica, informacional,
    incursión de la tecnología y
    modernización en la vida cotidiana], la escuela se
    encuentra en crisis, en
    tanto no responde a las exigencias que la sociedad demanda de
    ella y a otras posibles condiciones: necesita que las políticas
    educativas que rigen su quehacer y su estructura
    sean más coherentes; perdió vigencia, su accionar
    se encuentra divorciado del devenir social y cultural, pues la
    sociedad cambió en distintos ámbitos y la escuela
    aún no los ha asimilado; los estudiantes son de una
    época distinta a la que la escuela recrea a su interior,
    etc. De lo que se trata ahora, según esta postura, no es
    de preguntarse si la escuela debe transformarse, sino de que
    manera lo va a hacer, ante lo cual surge la disyuntiva entre, por
    una parte la adaptación a la exigencia
    contemporánea para responder a las múltiples
    demandas que le surgen diariamente, ó por otra parte,
    reducir sus funciones a
    aquellas que solamente ella podría asumir, y si la
    responsabilidad de las decisiones compromete
    solamente a las instancias centrales, ó si el compromiso
    parte de la convicción de las propias instituciones.

    La noción de calidad se ha considerado como
    instrumento válido para describir la realidad de lo que
    pasa en educación, y como un
    lenguaje
    neutral que puede emplearse inofensivamente y ser empleado para
    distintos fines según la orientación
    política y epistemológica que le den sus usuarios.
    La calidad no se asume como un referente, sino como un deseo y
    una exigencia. Mientras la perspectiva trazada por la industria
    [escenario de donde proviene el término] enfatiza en el
    proceso:
    diseño
    que racionaliza acciones,
    costos y
    establece estándares para lograr aceptación de los
    productos; en
    la educación cuando aparece la noción se
    privilegian los resultados: los estudiantes son tomados como un
    producto
    homogéneo (las evaluaciones masivas así lo
    muestran), desconociendo que las condiciones en que transcurre la
    escolarización son desiguales –por ejemplo la
    diferenciación socioeconómica o las expectativas de
    los jóvenes– y que las acciones sociales son
    contingentes, por lo que estandarizar dichos resultados implica
    desconocer las condiciones en que se realizan [en singular] los
    eventos
    educativos; de este modo se hace visible, no la pertinencia de la
    oferta
    educativa en relación con las demandas de su propio
    contexto, sino la cercanía con el deseo de quien
    diseña la evaluación
    y el nivel de cumplimiento con la exigencia que
    –tácitamente– moviliza el mismo acto
    evaluativo el cual obedece a decisiones políticas con
    respecto al lugar otorgado a la educación y la
    escuela.

    En este sentido, las políticas en
    educación han venido cambiando en el transcurso de los
    últimos años en la perspectiva de intentar
    modificar el sentido y los contenidos en las instituciones
    escolares. Es preciso señalar que las conferencias
    mundiales, las cumbres sobre educación y los encuentros de
    jefes de Estado y
    mandatarios o Ministros de Educación de los países
    Iberoamericanos han venido suscribiendo, para el caso nuestro,
    ciertas orientaciones que han marcado el rumbo no solo de la
    educación, sino de la modificación en las
    prácticas en la escuela. Lo que subrayamos es que la
    educación por ser parte de la política
    social requiere cierto tipo de información para tomar decisiones
    acertadas, dando lugar a que la evaluación de la
    educación se convirtiera en una acción
    estratégica para la formulación de
    políticas.

    Condición que no es propia de América
    Latina, sino que emana de las exigencias producidas por los
    efectos de la globalización; Según Brunner, "la
    globalización llevaría a un uso cada vez más
    extendido de pruebas y
    medidas de comparación internacional estimulando a los
    países a adoptar políticas de logro nacional y
    eficiencia en
    detrimento de objetivos de equidad y cohesión
    sociales (…)
    con la globalización se
    produce asimismo una mayor convergencia en el plano de las
    políticas educacionales y un creciente movimiento
    hacia la medición, evaluación y
    comparación internacional de resultados. De esta manera lo
    local se ve forzado a entrar en contacto con lo global y las
    naciones se ven compelidas a competir en términos de
    capital humano
    y desempeño educacional
    ". Bien vale la
    pena reconocer el valor de esta
    advertencia para no obviar los posibles efectos de
    desintegración social que podrían acelerarse si la
    incursión de estas medidas no se reparan en las
    condiciones sociales en que son aplicadas.

    EVALUACIÓN DE
    LA CALIDAD COMO FUENTE DE INFORMACIÓN DEL
    SISTEMA

    Para intentar intervenir en la modificación de
    las prácticas escolares se requiere actuar no desde el
    pensamiento o
    la teoría
    pedagógica, sino desde la evaluación de las mismas
    prácticas. Este parece ser el axioma asumido por la
    política educativa desde los años 90's en América
    Latina, y se expresa en la creación (casi
    simultánea) de sistemas de
    evaluación de la calidad de la educación en casi
    todos los países de la región. Las iniciativas de
    transformación surgen del seno mismo de organismos
    multilaterales (ONU, PNUD,
    UNESCO, B.M., CEPAL, etc.) quienes promovieron cierta sospecha
    sobre la pertinencia de mantener como únicos los indicadores
    tradicionales de calidad de la educación [cobertura,
    deserción, repitencia], al suponer que los escolares por
    el hecho de asistir a la escuela, no necesariamente
    aprendían las habilidades o saberes [códigos de la
    modernidad o
    necesidades básicas de aprendizaje,
    según el PNUD y la UNESCO] requeridos para responder a las
    exigencias actuales. En consecuencia, las nociones descritas, si
    bien no son abandonadas, se empiezan a acompañar de las
    nociones de: "eficacia, que hace referencia a
    los resultados de aprendizaje efectivamente alcanzados por la
    acción educativa; relevancia en términos
    individuales y sociales, que pone en primer plano los fines
    atribuidos a la acción educativa, y procesos,
    teniendo en cuenta el análisis de los medios
    empleados en la acción educativa
    … [donde]
    la preocupación central ya no es únicamente
    cuántos aprenden y en que proporción asisten sino
    quiénes aprenden en las escuelas, qué aprenden y en
    que condiciones aprenden
    ".

    Es decir, se pretende una observación de los procesos
    internos de la escuela desde categorías que establecen una
    visión de calidad, pero no se establece un mecanismo
    privilegiado de recolección de la información
    (pruebas estandarizadas, encuestas a
    los establecimientos, investigaciones
    de corte etnográfico, etc.); aunque desde diversos
    documentos
    [lanza: 1.996; Schifelbein, et. al. 1.994] se sugiere indagar por
    los factores procesuales que están en la base de
    los resultados logrados, también es claro que la mirada no
    se agota allí, lo que explica que desde otras perspectivas
    se advierta que se ha prestado "poca atención a los procesos y las mediciones se
    han centrado en los resultados
    ".

    Pero el asunto problemático de la
    evaluación no consiste solamente en la oposición
    entre procesos y resultados como objeto de indagación;
    también se requiere explicitar una concepción de
    escuela que sirva de punto de referencia para leer los
    resultados. En un texto titulado
    "evaluación y calidad de la educación, se sugiere
    abordar la evaluación desde una posición que supere
    la oposición entre evaluación formativa o de
    procesos y evaluación sumativa o de resultados, de modo
    que "La evaluación de la calidad de la educación
    es definida como una tarea que compromete al conjunto del
    sistema
    educativo, sin reducirse a los rendimientos
    escolares
    ".

    Dicho de otro modo, es preciso (previo a la
    implementación de cualquier tipo de evaluación) dar
    cuenta de las dimensiones, componentes y alcances del
    sistema, para poder advertir
    de acuerdo con condiciones singulares a cada contexto y nivel, si
    las situaciones observadas obedecen a situaciones producidas por
    la diferenciación social y/o económica, a la escasa
    correspondencia entre instancias, niveles y agentes, o si el
    compromiso involucra otras variables (de
    orden cultural, étnico, religioso, de pobreza,
    segregación, etc.) que trascienden las posibilidades de
    ser resueltas desde el propio sistema. De
    ahí, que el papel de la evaluación orientada a la
    exploración del sistema educativo, deba considerar al
    maestro como eje fundamental tanto de la recolección de
    información como de la difusión y uso de la misma y
    no como un simple receptor de informes.

    PRODUCCIÓN DE
    INFORMACIÓN Y MEJORAMIENTO DEL SISTEMA

    Pero, la información producida por las
    evaluaciones efectivamente contribuye a mejorar el sistema? En
    nuestro país desde 1991 se vienen realizando evaluaciones
    ["muestrales"] de la calidad y buena parte de las
    políticas nacionales hacen alusión a éstas,
    sin embargo, en las instituciones es poco o casi nulo lo que se
    conoce de tal correlación, dado que las políticas
    se instauran desde normativas ministeriales sin que su sentido
    haya sido objeto de previa discusión; Por lo general no
    existe un apropiamiento del fundamento de las políticas
    sino unas obligaciones
    nuevas que atender. Es decir, que a pesar de que las evaluaciones
    arrojan cierta información, ésta no es puesta como
    insumos que alimenten debates sobre educación. El caso de
    Bogotá es un ejemplo ilustrativo de cómo la actual
    manera de producir y emplear información desde los centros
    educativos no necesariamente se traduce en un nivel de
    apropiamiento de las políticas por parte de los
    responsables directos de la educación (directivos y
    docentes).

    Desde 1.998 en Bogotá se viene
    implementación la evaluación censal de
    desempeños estudiantiles como estrategia de
    recolección de información, cuyo resultado es
    presentado como análisis de cada prueba, explicando la
    situación educativa a partir de los factores que
    posiblemente definen el logro (factores asociados), y retornado a
    los planteles, donde se identifican las instituciones más
    rezagadas que son objeto de acciones focalizadas o
    compensatorias.

    El efecto esperado, en términos de la
    intención política de involucrar a los docentes en
    la reflexión sobre sus prácticas resulta frustrado,
    pues, esta información no dispensa a los docentes y
    directivos una información que les permita revisar el
    proceso agenciado por ellos, sino un señalamiento
    deficitario o aceptado de sus "resultados", convirtiendo las
    conclusiones de estos estudios en una simple abstracción
    que legitima decisiones del orden central pero que no involucra a
    directivos y docentes en una reflexión sobre el
    funcionamiento del sistema, más bien los conmina a
    realizar acciones designadas por instancias superiores, dejando
    su responsabilidad en una acción de cumplimiento; lo
    anterior obedece a que la concepción que subyace a esta
    forma de instrumentar la política es la de un docente
    desconocedor de la calidad de su saber y del resultado de
    su labor. Por lo anterior, la información producida por
    evaluaciones de este tipo no puede ser tomada como
    empírica en el sentido que no admite otra interpretación, de la cual se derive
    algún excedente de sentido que permita una mejor
    comprensión de los procesos internos de la
    institución educativa.

    Para el resto del país las orientaciones de
    política aparecen aún más abstractas que en
    el caso de Bogotá (donde la evaluación censal
    ofrecería una base material útil para la
    reflexión), en la medida que se plantean como
    orientaciones generales que deben ser asumidas. En este punto,
    cada instancia y región termina ajustando las
    orientaciones dadas a sus propias condiciones de posibilidad en
    razón a la diferenciación étnica, cultural y
    social que compone la población colombiana. Diferenciación
    que no puede ser ajena a esta reflexión; más bien
    dichas diferencias evidencian la pertinencia de observar la
    educación desde una visión más integral que
    trascienda la mera observación de resultados e integre a
    los actores como partícipes activos. De lo
    que se desprende la necesidad de trascender la mirada restringida
    a la escuela para relacionar la obtención de
    información con el contexto social (lo que se conoce como
    relevancia social), de modo que pueda darse cuenta de la
    diversidad que compone el sistema, y de la posibilidad de generar
    participación de los agentes educativos a partir de la
    difusión de información empírica.

    El reconocimiento de la diferenciación
    constituye, entonces, la clave para la comprensión del
    funcionamiento del sistema, pues, como lo plantea Touraine,
    "muchos consideran inoportunos los alegatos a favor de la
    heterogeneidad social y cultural de las escuelas. Sin embargo, de
    la misma forma que una ciudad sólo está viva si en
    ella se codean y comunican poblaciones diferentes, la escuela
    debe ser un lugar privilegiado de comunicaciones
    interculturales…
    ". Desde esta perspectiva, la
    diferencia social, económica y cultural no es solamente
    una realidad que limita. También es una condición
    que exhorta a ser reconocida si las iniciativas se orientan al
    posible mejoramiento de la educación.

    La perspectiva que consideramos apropiada para responder
    a las disímiles condiciones educativas de nuestro
    país, no consiste en legitimar cualidades desiguales, sino
    en sugerir estrategias de
    indagación que permitan a la escuela desarrollar una tarea
    comprometida con otorgar sentido a sus propias acciones,
    independientemente de las diferencias sociales. En este sentido,
    la importancia que puede adquirir la información
    empírica que se produce desde las diferentes
    instancias del sistema, radica en que el uso de tal
    información puede constituirse como punto de referencia en
    la toma de
    decisiones:

    Hacemos referencia a la importancia de la
    información empírica entendida como la necesidad de
    producir declaraciones que los propios actores de la
    educación estimen pertinente para favorecer el
    funcionamiento del sistema, tal como lo propone Bourdieu cuando
    sugiere que "deberán ser puestas en acción
    instancias que tengan como tarea recoger, reunir y analizar las
    reacciones y las reflexiones de los profesores encargados de la
    aplicación, de sugestiones, críticas,
    acondicionamientos deseables, innovaciones propuestas, etc. Un
    esfuerzo permanente de búsqueda pedagógica, a la
    vez metódica y práctica, que asocie a los maestros
    directamente comprometidos en el trabajo de
    formación, podría así instaurarse
    ".
    Pensamos que en la medida que este saber es objeto de
    reflexión y apropiado por los agentes responsables del
    aparato educativo (autoridades, directivos y docentes
    principalmente), la comprensión de los alcances y
    posibilidades constituye la principal garantía para la
    implementación de iniciativas políticas conducentes
    a perfeccionar aquellos componentes y/o acciones que inmovilicen
    la realización de transformaciones requeridas.

    CALIDAD EDUCATIVA
    O PREPARACIÓN DE ESCENARIOS GLOBALIZADORES?

    Al lado de la búsqueda de transformación
    de la educación básica, técnica y de la
    formación profesional, uno de los propósitos
    fijados recurrentemente por los documentos de política
    internacional consiste en propender por que la educación
    se convierta en una verdadera preparación para el mundo
    del trabajo:
    "establecer una oferta suficiente de formación continua
    en cada país, que garantice el acceso de las personas
    empleadas a una preparación para conservar el empleo o
    adaptarse ante los cambios del mercado laboral y a los
    desempleados para acceder a las cualificaciones necesarias
    ".
    El propósito fijado en este punto es un esbozos de lo que
    significará más adelante el éxito
    de la dinámica globalizadora. Una educación que se
    ofrezca dispuesta a cumplir con estas demandas, por ejemplo, que
    manifieste poner en relación los aprendizajes con
    resolución de problemas
    cotidiano (aprender a aprender), y que defina tanto sus objetos
    de enseñanza como la evaluación desde
    la noción de competencias
    será, entonces, catalogada de calidad. Calidad útil
    solamente para validar el modelo, porque
    cuando efectivamente conservar el empleo dependa de la capacidad
    adaptativa que cada trabajador muestre y las competencias
    laborales sean el criterio de selección
    de los recursos
    humanos, se demostrará que las contingencias y la
    estabilidad del mundo del trabajo no dependen del saber acumulado
    ni de las habilidades adquiridas en el proceso escolar, sino de
    las propias organizaciones
    que definen sus estándares para cada familia de
    competencias y el perfil de trabajador (ahora le llaman
    colaborador) que requiera la labor. Es decir, la escuela no
    incide en un proceso donde las decisiones del perfil de
    formación son al arbitrio de las necesidades
    empresariales.

    LA
    EVALUACIÓN MASIVA DE LA CALIDAD NO ES UN ASUNTO EDUCATIVO
    SINO POLÍTICO QUE REFORMULA LA FUNCIÓN SOCIAL DE LA
    INSTITUCIÓN ESCOLAR

    A través de la aplicación de pruebas de
    rendimiento y de cuestionarios de Factores Asociables o Asociados
    a los estudiantes, se pretende dar cuenta de la calidad de la
    educación
    . Los Factores Asociables se entienden
    como "el conjunto de variables que durante la investigación se presume afecta de alguna
    manera el logro cognitivo y, por tanto, la calidad de la
    educación. y se denominan Factores Asociados a
    dicho conjunto de variables, cuando una vez culminado el estudio
    y después del análisis se concluye que
    efectivamente las variables están vinculadas con un mayor
    o menor logro". Las nociones arriba señaladas "sirven"
    para organizar la presentación de los
    análisis de resultados de tales pruebas, en la medida que
    ubican las falencias que explican el bajo rendimiento. Es
    decir, que de los resultados obtenidos se infieren las
    características del medio o contexto local, de la
    institución, de los procesos educativos y de los sujetos
    (estudiantes, docentes y directivos) que no 'ensamblan' de la
    manera esperada con la idea de institución que pretenden
    estos "estudios" sobre calidad.

    Tal forma de auscultar la educación
    permite establecer causalidades para explican las
    relaciones entre rendimiento o logro (independiente del objeto de
    evaluación que sea) y los factores que lo determinan, de
    modo que se puedan tomar decisiones de orden administrativo y
    pedagógico para superar las deficiencias detectadas. Sin
    embargo, ni los factores pueden ser considerados causas [pues
    surgen de una correlación estadística que obliga a interpretar desde
    una teoría particular dichos hallazgos] y, lo que interesa
    en este tipo de análisis tampoco es el proceso educativo
    sino una disposición a resolver las fallas que arrojan los
    mencionados análisis. En la medida que se sabe de antemano
    que los centros educativos funcionan en condiciones desiguales es
    ingenuo pretender que desde la oferta escolar se modifique su
    propia situación de existencia, pero en cambio si se
    hace evidente la "aparición" de nuevas demandas a
    la institución que exigen ajustar, por ejemplo, la
    gestión
    escolar, el tamaño de las clases, la renovación
    del personal docente
    o administrativo, la participación de la comunidad, etc.,
    o modificar cualquier otro elemento o instancia que responda a
    las orientaciones de la política social. Por lo anterior,
    podemos afirmar que la función social de la escuela
    termina siendo la que aparezca consignada en las recomendaciones
    que hacen los análisis de Factores Asociados y no la que
    podría definirse como acuerdo deliberado desde la propia
    institución.

    Hasta la fecha la citada concepción de
    evaluación de la calidad continúa vigente y se
    inscribe en el marco del proceso de modernización de
    nuestro país, ya que constituye una herramienta que,
    según dicen los documentos de las agencias que orientan la
    educación (UNESCO/CEPAL/OEI), contribuye a recabar
    información sectorial para poder tomar decisiones
    políticas acertadas. Sólo que dichas
    políticas lejos de ser resultado de la información
    recogida, más bien son las que determinan qué tipo
    de información es la que debe obtenerse a la hora de dar
    cuenta por la mentada Calidad de la educación, donde los
    únicos responsables resultan siendo las propias
    instituciones, los docentes y los padres de familia, y no la
    precariedad de la acción del Estado que ha dejado la
    educación al arbitrio de la lógica
    del mercado [libre juego de la
    oferta y la demanda] para no tener que intervenir financiando la
    compensación de las diferencias iniciales que explican la
    variabilidad del logro.

    Finalmente cabe anotar que la idea de responder a los
    cambios globales que demandaban observar el desarrollo de
    las potencialidades futuras de la sociedad y que se resumen en
    intervenir desde la evaluación los sistemas educativos, no
    los hace menos inequitativos ni los aproxima al nivel de
    funcionamiento de aquellos países contra los que estos
    estudios gustan compararse (Vbg. TIMSS), pues tales diferencias
    son estructurales por lo cual no pueden superarse desde la
    retórica que, como en nuestro caso, si logra equiparar el
    rendimiento de instituciones marginales «o definidas por
    alguna carencia o excepcionalidad» con otras de elite
    confortablemente dotadas.

    En suma, el problema de la calidad de la
    educación consiste, sobre todo, en un punto de referencia
    político que alimenta el proceso pedagógico, para
    adecuar las acciones de la escuela con las condiciones sociales
    en que éste se desarrolla y no en una meta común a
    conseguir en términos homogenizantes, pues, tanto la
    educación de excelencia (perfil profesionalizante) como la
    educación en competencias básicas (o sea para
    formar obreros) no depende de la información brindada por
    la evaluación de las instituciones, más bien, es
    una condición de existencia de las mismas que trasciende
    cualquier intención [por buena que ésta sea] de
    equiparar con cifras escenarios sociales que están
    definidos por sus propias diferencias.

    BIBLIOGRAFÍA

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    Esteban Barrantes

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