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Metodología de campo aplicada al monitoreo de cárcavas



    1. Introducción
    2. La formación de
      cárcavas
    3. Medición del
      crecimiento de las cárcavas
    4. El período del
      estudio
    5. Otros aspectos a
      considerar
    6. Conclusiones
    7. Bibliografía
    8. Anexos

    Resumen

    Para tener una información real y fidedigna sobre el
    crecimiento de las cárcavas en Ciudad Bolívar
    (Venezuela), se
    está planteando una metodología de campo económicamente
    flexible, que consiste en monitorear el proceso de
    crecimiento longitudinal, lateral y vertical, mediante la
    colocación de estacas a poca distancia del talud,
    además de varas metálicas enterradas profundamente
    a lo largo del cauce para definir la variación vertical.
    El monitoreo debe efectuarse estratégicamente a lo largo
    de los meses más lluviosos, y debe acudirse al campo con
    una regularidad de una vez por semana. Los datos recabados
    podrán luego ser sometidos a un análisis estadístico de
    regresión que permita a corto plazo predecir el retroceso
    de taludes de acuerdo a los índices de
    precipitación.

    Palabras clave: Estacas, retroceso, taludes,
    escorrentía, precipitación.

    Introducción

    En el presente trabajo se
    está proponiendo una metodología de campo que
    permita detectar el crecimiento de las cárcavas o
    barrancos a lo largo del período de lluvias en Ciudad
    Bolívar y sus inmediaciones. La metodología no se
    ha probado aún en ninguna circunstancia, pero, dada la
    simplicidad de los medios que
    permiten ponerla en ejecución, pudiera ser una manera
    efectiva para determinar hasta qué punto un sistema de
    cárcavas varía dentro de sus tres dimensiones:
    vertical, lateral y longitudinalmente. Para un mejor
    entendimiento de la metodología propuesta ha sido
    necesaria la
    ilustración de lo que debe hacerse en el campo. La
    clave de la medición es la colocación de
    marcas
    (estacas, varas metálicas) y, tal vez, lo más
    exigente del caso es la frecuencia de visitas al sitio estudiado.
    La metodología podría ser objeto de modificaciones
    por parte de los investigadores que deseen aplicarla, en
    respuesta a que todas las cárcavas no son iguales e,
    inclusive, los factores que influyen en su formación
    también pueden variar de lugar en lugar.

    Surge la cuestión de para qué medir
    el crecimiento de las cárcavas, ¿qué
    utilidad
    pueden tener los parámetros obtenidos? Pues bien,
    además de que un estudio de esta naturaleza nos
    puede servir tan sólo para satisfacer la curiosidad
    científica, es bueno tener en cuenta que en la capital del
    estado
    Bolívar, el retroceso de las cárcavas se ha
    convertido en una seria amenaza que atenta contra la permanencia
    de las infraestructuras (viviendas, calles, etc.). En
    consecuencia, no es mala idea para los técnicos que velan
    por las obras y servicios
    urbanos, el tener informaciones reales sobre la velocidad de
    crecimiento de los barrancos. Por ejemplo, en una cárcava
    que apenas retrocede 5 centímetros por año, no vale
    la pena invertir grandes sumas de dinero en
    obras de control de la
    erosión. En cambio, la
    cosa es distinta para un barranco que avanza pendiente arriba a 2
    metros o más por año.

    La formación de
    cárcavas

    Las cárcavas son zanjas creadas por las
    aguas de escorrentía. Una de las condiciones esenciales
    para su formación es la existencia de materiales no
    consolidados sobre la superficie; puede tratarse de, por ejemplo,
    suelos
    conformados por arena, arcilla o por la mezcla de distintas
    texturas. Si estas capas de materiales blandos no son profundas,
    por consiguiente, las cárcavas serán de poca
    profundidad. Los lugares más proclives a la erosión
    en cárcavas son aquellos carentes de vegetación, como en vertientes de climas
    áridos o semiáridos. También en zonas
    deforestadas por diversas actividades antrópicas (agricultura,
    minería,
    etc.), donde los suelos han quedado al descubierto. Para el caso
    de Ciudad Bolívar, un potente relleno sedimentario de edad
    pliopleistocena (formación Mesa), ha sido levantado con
    respecto al nivel del mar, lo que ha conllevado al origen de un
    paisaje de altiplanicies cuyos topes alcanzan hasta los 140 m.
    Estos relieves elevados han sido recortados por los cuerpos de
    agua dando
    lugar a escarpes, los cuales tienden a retroceder ante los
    distintos procesos
    erosivos, destacándose entre ellos la erosión en
    cárcavas. Obsérvese el proceso de formación
    de una cárcava en la figura 1 y el modelo 3D en
    el anexo 1.

    Fig. 1. Evolución de una cárcava en cuatro
    etapas.

    En la figura anterior se contempla que a partir de
    un surco puede surgir una cárcava. Se dice que una
    cárcava es activa cuando su crecimiento es incesante; en
    cambio, se dice que una cárcava es estable cuando no hay
    un crecimiento significativo a lo largo de varios años. La
    inestabilidad puede determinarse a simple vista, especialmente
    cuando el barranco se ha encargado de colapsar una que otra
    infraestructura (ver anexos 2 y 3). La estabilidad es propia de
    aquellos lugares poco o no intervenidos, donde los procesos de
    infiltración y escorrentía se mantienen casi
    inalterados. El exceso de capas impermeabilizantes (cemento,
    asfalto, zinc) es responsable de romper el equilibrio,
    creándose grandes cantidades de agua que se vierten sobre
    los escarpes. Muchas veces el desagüe cae libre sobre el
    talud, sin ninguna estructura que
    controle la erosión.

    Medición del crecimiento de las
    cárcavas

    Notamos con la ayuda del modelo evolutivo que la
    zanja se hizo cada vez más ancha, más larga y
    más profunda, y pudo desarrollar tres cabeceras
    puntiagudas o subcárcavas. La medición del
    crecimiento en las tres dimensiones es el centro de mayor
    atención en lo que atañe a esta
    propuesta. Hay quienes han desarrollado modelos
    matemáticos para estimar el crecimiento de estas formas de
    erosión. Uno de los procedimientos es
    el del Servicio de
    Conservación de Suelos de los Estados Unidos
    (citado por Funes et al, 1996), utilizando la siguiente
    fórmula:

    R = (5,25 x 10- 5 )
    A0,46 P0,20

    Donde:

    R = Avance en m de la cabeza de la cárcava
    en un período determinado.

    A = Area en m² de la cuenca aguas arriba de
    la cárcava.

    P = Total anual de las lluvias de 24 horas de
    duración mayores o iguales a 12,7 mm.

    El modelo quizás funcione para unas
    condiciones geográficas en particular, pero es
    difícil que pueda aplicarse para el cálculo
    del retroceso de cualquier barranco en Ciudad Bolívar, ya
    que los factores no son siempre los mismos; por ejemplo, las
    condiciones de infiltración y escorrentía pueden
    variar de un año a otro debido a la creciente
    ocupación humana. De todas maneras, a la hora de querer
    comprender la dinámica de los barrancos, las matemáticas son inevitables, tal como se
    explica más adelante.

    Es de recordar que una forma de terreno de escasas
    dimensiones hoy en día puede ser cartografiada y seguida
    su evolución por vía satélite; otra manera
    es la toma repetitiva de aerofotografías a escala de
    detalle; pero, lamentablemente, esto implica el desembolso de
    importantes sumas de dinero. De igual manera, no siempre se
    cuenta con equipos sofisticados como teodolitos, GPS y
    altímetros de última generación. Optamos
    entonces por estudiar el fenómeno a través de
    medios sencillos, económicos e igualmente efectivos. Una
    manera muy práctica es la colocación de marcas,
    pueden ser estacas de madera de 10
    cm de largo, las que se colocarán a 20 cm desde el borde
    del talud. Por cada estaca se colocará otra estaca
    alineada a unos 50 cm, creándose así una
    línea imaginaria perpendicular. Las marcas más
    próximas al barranco deben llevar un color en
    particular. Todas se enterrarán de manera que sobresalgan
    apenas 2 cm. No se recomienda el metal, ya que puede ser un
    riesgo para
    los transeúntes (caídas). En aquellos lugares donde
    pululen los niños
    es mejor, como precaución, enterrar por completo un
    pequeño clavo a unos 5 cm desde cada una de las marcas
    cercanas al talud, debido a que el trabajo
    puede que sea saboteado. En la figura 2 se puede obtener una idea
    de lo que se acaba de indicar.

    Fig. 2. Colocación de las
    marcas en distancias tentativas: Vistas en 3D y en
    planta.

    Las estacas adyacentes al talud pueden colocarse a
    equidistancias asumidas por el investigador. Aquí hemos
    escogido una distancia de 150 cm. Una vez que se coloquen todas
    las marcas alrededor del barranco, es recomendable tomar, con la
    ayuda de una brújula
    Brunton, los azimutes entre las marcas más cercanas al
    talud, con el fin de crear una poligonal abierta. Esto
    sería útil en aquellos casos en que las estacas
    fueran removidas ante el crecimiento lateral. La poligonal nos
    facilitaría la elaboración de un mapa del barranco.
    También es recomendable hallar el azimut entre las marcas
    más separadas y sus correspondientes más cercanas
    al talud; por ejemplo, entre las marcas 1b y 1, tal como aparece
    en la figura 3.

     

    Fig. 3. Colocación de
    marcas alrededor de una cárcava
    .

    Para medir el avance de las cabeceras de la
    cárcava se recomienda en principio colocar dos marcas
    prudencialmente separadas entre sí, de modo que al atar un
    cordel entre ellas, la línea coincida con la punta de la
    cárcava. Se recomienda que estas marcas sean de un color
    distinto al de las demás. Colocar una estaca en la
    cabecera no sería la mejor idea, considerando que
    rápidamente pudiera ser arrancada por la
    escorrentía (figura 4). Dicho cordel debe colocarse
    solamente cuando los investigadores visiten el área. No
    debe dejarse de forma permanente.

    Fig. 4. Al comenzar el monitoreo, se coloca un
    cordel entre dos marcas para fijar el límite inicial del
    crecimiento de las cabeceras
    .

    Al hacerse las mediciones, si las cabeceras
    retroceden, entonces será necesario echar hacia
    atrás otra cuerda paralela a la del inicio. La distancia
    entre las dos cuerdas sería la lectura o
    medida para el momento.

    El crecimiento vertical puede determinarse
    enterrando varas metálicas (cabillas) a lo largo del canal
    de escorrentía del barranco, tal como se contempla en la
    figura 5.

    Fig. 5. Colocación de varas
    metálicas a lo largo del cauce del
    barranco
    .

    Las cabillas pueden ser de 50 cm de largo y deben
    enterrarse profundamente con la ayuda de un martillo. En dichas
    varas debe pintarse un tramo de 10 cm en uno de los extremos. El
    borde de esta marca de pintura
    deberá coincidir con la superficie. Se supone que, al
    haber socavación por la corriente, la parte pintada
    aparecerá por encima del suelo (figura
    6).

    Figura 6. Varas metálicas enterradas en el
    fondo de un barranco. Al profundizarse el canal, se habrá
    perdido un espesor (E) determinado de materiales. Después
    de tomar la lectura
    habrá que enterrar nuevamente la cabilla hasta la marca de
    pintura. Longitud de la vara: 50 cm.

    Una forma de medir la profundidad de la
    cárcava es utilizando el clinómetro de la
    brújula desde los topes laterales. Con la ayuda de otra
    persona
    ubicada en el fondo de la cárcava, se mide el
    ángulo de inclinación con respecto al punto donde
    esté ubicada cada cabilla. Para mejor comodidad, debe
    utilizarse un jalón o una vara. En esta debe colocarse una
    marca que se ubique justamente a la altura de los ojos de quien
    haga la lectura. Además, entre las dos personas debe
    tenderse una cuerda que haga las veces de la hipotenusa de un
    triángulo. Se aplica la fórmula del seno y se halla
    la distancia vertical, lo que es igual a la profundidad. Al
    valor obtenido
    se le irán sumando las lecturas creadas por la
    socavación, en caso de que esta suceda.

    Fig. 6. Con la ayuda del
    clinómetro de la brújula y una cuerda sostenida
    entre dos personas puede calcularse la profundidad de una
    cárcava
    .

    El
    período del estudio

    Es bien sabido que las cárcavas crecen en
    la época de lluvias, mientras que en la época seca
    se estabilizan. Para tener una idea de la distribución temporal de la
    precipitación en Ciudad Bolívar, observemos la
    figura 7.

    Fig. 7. Precipitación media de Ciudad
    Bolívar, período 1974-1985. Fuente: CVG-Tecmin,
    1991
    .

    Las mayores cantidades de lluvia se captan entre
    los meses de mayo y octubre. El máximo de
    precipitación corresponde al mes de junio. Llevar a cabo
    el monitoreo desde que las lluvias comienzan a hacerse sentir, es
    decir, desde el mes de abril, sería la forma más
    completa. El monitoreo pudiera cerrarse en el mes de noviembre.
    Sin embargo, es de considerar que el período más
    estratégico, como para disminuir la frecuencia de visitas
    al campo, es el de mayo a octubre. Dichas visitas, una vez
    colocadas y registradas las marcas, habría que hacerlas
    por lo menos una vez por semana. Es un trabajo que necesita de la
    participación de dos o más personas. Para registrar
    el avance del retroceso de los taludes laterales será
    necesario diseñar una planilla donde se anote la
    dinámica del fenómeno, por
    ejemplo:

    RETROCESO DE ESCARPES EN
    CENTIMETROS

    Fechas

    Marcas

            

    Total

    1

             

    2

             

    3

             

    n

             

    A la vez, para monitorear el crecimiento vertical,
    habrá que diseñar otra planilla. Igualmente, se
    recomienda utilizar una planilla aparte únicamente para
    registrar el avance de las cabeceras.

    Al final del monitoreo será necesaria la
    obtención de los registros de
    precipitación de la estación climatológica
    más cercana, con el fin de establecer la relación
    existente entre los índices de precipitación y el
    crecimiento de las cárcavas a lo largo del período
    en estudio. Los resultados obtenidos podrán ser
    fácilmente plasmados en gráficos estadísticos como el de la
    figura 8, donde se observa solamente una situación
    hipotética para un período de dos meses, y
    corresponde a un supuesto caso de una cárcava activa de
    crecimiento permanente.

    Fig. 8. Crecimiento de la cabecera de una
    cárcava según los índices de lluvias
    semanales (ejemplo hipotético).

    A partir de los datos adquiridos se puede realizar
    además un análisis de regresión, mediante el
    cual estaremos en la capacidad de predecir el crecimiento de la
    cárcava a corto plazo. A mediano o largo plazo se supone
    que ciertos factores se habrán modificado y la rata de
    crecimiento de los barrancos ya no será la misma. De
    allí el escepticismo que suscitan los modelos
    matemáticos.

    Otros aspectos a considerar

    Como se pudo constatar en el estudio realizado por
    Ameneiro y Alvarez (2004), la vegetación sobre un sistema
    de cárcavas varía notablemente a lo largo del
    año: a finales de la época de sequía hay
    amplios sectores que quedan descubiertos de vegetación;
    pero, a medida que avanza la época de lluvias, los
    herbazales y matorrales se van haciendo cada vez más
    densos y tupidos, dándole cierta estabilidad a la
    superficie (anexo 4). Generalmente, aquellas vertientes cubiertas
    de vegetación suelen permanecer casi intactas por un
    número indefinido de años. Aprovechando las marcas
    plantadas en el terreno, puede determinarse la
    distribución aproximada de los tipos de vegetación:
    herbazal, matorral, arbustal y bosque. Los más comunes son
    los tres primeros. El comportamiento
    de los valores
    sobre crecimiento de cárcavas puede verse radicalmente
    influido por la protección que ofrece la capa vegetal o
    por la inexistencia de ésta.

    Los investigadores deben estar atentos con las
    actividades antrópicas de los alrededores: invasión
    de terrenos, deforestación, quemas,
    impermeabilización de la superficie,
    etc.

    Es probable que aquellos taludes expuestos hacia
    el Este posean una rata mayor de crecimiento, debido a la
    incidencia de los vientos alisios, los cuales soplan
    predominantemente desde dicha dirección y, en menor grado, desde el
    Noreste; por lo tanto, las gotas de lluvia impactarán con
    mayor fuerza en las
    paredes así orientadas. Por lo tanto, siempre será
    necesario ir a las causas de lo que reflejen los
    parámetros obtenidos.

    Conclusiones

    Monitorear el crecimiento de una cárcava a
    lo largo de un período lluvioso puede resultar una tarea
    relativamente fácil, si consideramos los medios que pueden
    ser utilizados. Tal vez la mayor dificultad radica en las visitas
    obligantes una vez por semana, como se recomienda en este
    trabajo. Sin embargo no deja de ser una idea factible para
    aquellos investigadores o estudiantes que deseen desarrollar su
    tesis de grado
    en las carreras de geología e
    ingeniería geológica de la Universidad de
    Oriente. Es de acotar que esta propuesta no pretende dar la
    última palabra sobre lo que debe hacerse, ya que durante
    el mismo proceso del trabajo de campo, el responsable será
    libre de realizar modificaciones y de añadir lo que le sea
    de mayor conveniencia. De todas maneras, aunque se deban a
    procesos comunes, las cárcavas pueden diferir unas de
    otras en distintos aspectos.

    Bibliografía

    Ameneiro, R. Y Alvarez, J. 2004. Estudio
    geológico sobre el sistema de cárcavas del barrio
    Santa Eduviges. Universidad de Oriente, Escuela de
    Ciencias de
    la Tierra.
    Trabajo de grado. Ciudad Bolívar.

    CVG-Técnica Minera. 1991. Informe de
    Avance, Hoja NB-20-2. Climatología. Tomo I. Proyecto Inventario de los
    Recursos
    Naturales de la Región Guayana. Ciudad
    Bolívar.

    Funes, M., Martínez, F., Pravia, J. y
    Herrero, J. 1996. Estudio de la formación de
    cárcavas en Ciudad Bolívar. Revista
    Geominas Nº 24, Universidad de Oriente. Ciudad
    Bolívar.

    Santiago, J.E. 2003. Escorrentía y erosión
    del suelo. En: www.monografias.com

    * El autor es geógrafo especialista en
    Geomorfología y labora como docente e investigador en la
    Escuela de Ciencias de la Tierra,
    Universidad de Oriente, Ciudad Bolívar, Venezuela.
    E-Mail: .

    Anexos

    Anexo 1. Bloquediagrama en un sector al oeste de
    Ciudad Bolívar: en verde, el tope y borde de la mesa; en
    marrón y naranja el escarpe de las cárcavas.
    Fuente: Ameneiro y Alvarez, 2004.

    Anexo 2. Calle colapsada por la cabecera de una
    cárcava, localidad al sur de Ciudad Bolívar. (Foto
    de: M. Henríquez).

    Anexo 3. Vista transversal de
    una cárcava en el sector sur de Ciudad Bolívar:
    obsérvese en el tope del talud izquierdo una vivienda a
    punto de colapsar. (Foto de: M. Henríquez).

    Anexo 4. Aspecto de la vegetación de
    hierbas y arbustos a lo largo de una cárcava durante la
    época de lluvias. (Foto de: M.
    Henríquez).

    Jesús E. Santiago
    *

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